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El hallazgo inicial de Harvard en el primer ejercicio de comparación (con 45 casos), fue que el número de

víctimas que pretende atender Colombia es mucho más amplio que el de cualquier programa de
reparación, tanto en términos absolutos, es decir, la cantidad de personas reconocidas como víctimas,
como en el porcentaje de la población total del país abarcado. El número de personas en el registro de
víctimas colombiano significa más del 14% de la población, mientras que en ninguna de las otras
experiencias se ha pretendido reparar a más del 1%

Incluso, Harvard dice que la disposición de las autoridades para tener un registro abierto a las víctimas,
en el que la buena fe del declarante es el principio, puede precipitar un incremento en los registros que
termine con una “sobreestimación” de la población víctima que dificulte la respuesta institucional.

Más allá de los posibles problemas que señala el informe, el hecho de que la Unidad de Víctimas se haya
sometido a esta evaluación ya es positivo. También lo es que Colombia haya logrado, a la fecha, reparar
a cerca de 450 mil personas, más de lo que ha hecho cualquier país en procesos de justicia transicional, y
más cuando permanece la guerra.

Como Estado, Colombia va cumpliendo, pero la duda que queda es si, con los recursos limitados, la
institucionalidad creada y un proyecto tan ambicioso, será capaz de satisfacer las demandas de los cerca
de seis millones de víctimas antes de 2021, cuando termina la aplicación de la Ley. En la Unidad están
convencidos de que cumplir las metas es posible, saben que se están a tiempo de hacer ajustes en el
proyecto más humano que el país haya emprendido y creen que el camino está allanado para que la paz
y la justicia lleguen a todas las víctimas. Habrá que ver.

http://www.elespectador.com/noticias/politica/el-diagnostico-de-harvard-unidad-de-victimas-articulo-
522915

Igualmente, y lo anotamos como un problema grave, la insistencia por parte de muchos funcionarios de
confundir medidas de atención, ayuda humanitaria como medidas de reparación, tratando de generar
confusión entre la población víctima.

iguen siendo reiteradas las quejas de los líderes y la lideresas en relación al problema de la protección y
la prevención, el riesgo, a la fecha del presente informe han sido asesinados por lo menos un integrante
de la mesa municipal de victimas, y varios han sido amenazados, otros han tenido que desplazarse,
entretanto la respuesta de la Unidad Nacional de Protección, siguen siendo lenta y con medidas que no
atienden a los requerimientos y las necesidades de las víctimas.

Persiste el problema de la divulgación de la ley, las víctimas no conocen sus derechos, la publicidad que
se emite sólo da cuentas de los resultados de manera general, generando gran expectativa, y por
supuesto confusión entre las víctimas.

Los problemas más graves se evidencian en el tema de participación, ésta se sigue desarrollando sin las
suficientes garantías materiales, con bastantes dificultades para el cumplimiento de las agendas
establecidas en coordinación con las mesas de victimas, y particularmente, las convocatorias a los
escenarios de participación, siguen teniendo graves problemas en los procedimientos democráticos para
la designación de los integrantes de las mesas, la convocatoria con suficiente anterioridad a diversas
instancias de representación, la designación formal de representante a varios sub comités técnicos que
no se han reunido ni una sola vez desde que se establecieron y la claridad para que los representantes
cuenten con las garantías de una deliberación autónoma y decisiva.

Por esta razón hoy asistimos a la más profunda desatención en aspectos mínimos como la salud,
educación, vivienda, empleo, atención psicosocial, ayudas humanitarias de emergencia y en la
programación de la prórroga de ayuda humanitaria, e incluso la inscripción en el registro único de
víctimas, mientras se muestra a la sociedad como se “repara” y “restituye” a las víctimas, creando una
sensación de que las víctimas ya han resuelto sus problemas. Esto pasa mientras nosotros y nosotras
“mal” llamados lideres, nos dejamos llevar por discusiones menores, que desgastan y nos hacen perder
autoridad y legitimidad ante nuestras bases y las victimas en General.

Hoy por hoy, conforme la discusión política en Colombia y particularmente la poca voluntad política del
gobierno para garantizar de manera efectiva los derechos de las víctimas, se requieren liderazgos
político-sociales que superen la discusión entre víctimas y desplazados y entre estas con las
organizaciones de derechos humanos, éstas son divisiones falsas, aquí todas y todos somos no sólo
victimas del conflicto, sino revictimizados por un gobierno que aprovechando la debilidad orgánica de
las víctimas, distrae, coopta, y engaña a las víctimas, convirtiendo la asistencia social mínima en la
reparación.

http://viva.org.co/cajavirtual/svc0338/articulo07.html

Según el vocero, las personas llegan a la una de la mañana y al medio día luego estar esperando por
varias horas tienen que devolverse a sus casas sin que les hayan dado la atención necesaria. Les hacen la
promesa de que al día siguiente los atenderán y así pueden pasar semanas y meses sin que se les preste
la atención.

Sumado a esto, la mayoría quienes llegan hasta esta oficina son personas de escasos recursos que deben
hacer préstamos para poder desplazarse a diario hasta estas oficinas.

De igual forma, denuncian que además de que estas ayudas solo llegan una vez al año, los funcionarios
encargados hacen entrega de una información equivocada haciendo que el tiempo indicado para
reclamarlas se pase y las personas se queden sin estos porque los subsidios regresan a Bogotá y ahí se
quedan todo un año hasta poder ser reclamados de nuevo.
“Además de esto, no se presta la atención preferencial, solo hasta hace unos pocos días cuando las
personas hicieron los llamado a que se cumplan las Leyes los adultos mayores y mujeres gestantes o con
niños de brazo empezaron a ser atendidos primero”, mencionó un ciudadano

http://diariodelcauca.com.co/noticias/nacional/problemas-en-la-unidad-de-atención-víctimas-de-
popayán-80124

“La Ley de Víctimas y el discurso político hacen promesas difíciles de cumplir cuando aseguran que la
reparación transformará vidas y será integral. No consideran los niveles de pobreza y marginalidad en
que viven muchas víctimas, ni tampoco su desbordante número. Cuando dichas promesas son hechas
por ley, la incapacidad de cumplirlas afecta seriamente a la credibilidad de la ley y la seguridad jurídica.
Los compromisos legales que el Estado adquirió con la Ley de Víctimas no pueden ser exonerados
posteriormente bajo argumentos de falta de capacidad o previsión por parte del propio Estado,” explica
Cristián Correa, asociado sénior del programa de Justicia Reparadora del ICTJ.

Dados los elevados niveles de pobreza y marginalidad que sufren muchas víctimas, concluye el estudio,
el programa de reparación por si solo tiene poca capacidad de impactar positivamente su vida. “Sin el
esencial apoyo de una política social complementaria, es imposible que el discurso de la reparación
transformadora se convierta en una realidad para las víctimas”, añade Correa.

Las promesas incumplidas de la Ley 1448 han creado frustración entre las víctimas. El establecimiento
de los servicios de salud y, especialmente, el apoyo psicosocial ha sufrido graves demoras, las
necesidades educativas de las víctimas o de sus hijos no han sido debidamente atendidas, o las ayudas a
la vivienda han sido insuficientes y tardías. La falta de respuesta por parte de otras instituciones
responsables de cuestiones esenciales para que la reparación sea realmente integral –como la
educación, la vivienda, la salud o la exención del servicio militar obligatorio– han hecho que los
esfuerzos de la Unidad de Víctimas sean percibidos como débiles por las víctimas.

La atención de las necesidades específicas de las mujeres que han sufrido violaciones graves de
derechos humanos a causa del conflicto armado sigue siendo aún un desafío para el Estado. A pesar de
que la Ley de Víctimas hace especial énfasis en el desarrollo de un enfoque diferencial, con atención
especializada para las mujeres, esto no se ha traducido en acciones concretas.

“Se habla de crear programas de formación, proyectos productivos, programas para mujeres
empresarias, horarios especiales para talleres de atención psicosocial, pero aún nada de esto se
concreta con la cobertura necesaria para las mujeres víctimas”, dice Ana Cristina Portilla, asociada del
programa del ICTJ en Colombia.
El informe destaca que la cuestión de género no ha sido desarrollada por las instituciones, pero tampoco
está asimilada por las mujeres víctimas, que reclaman formación al respecto para ganar influencia
política y poder reclamar sus derechos de forma más eficaz.

https://www.ictj.org/es/news/estudio-reparacion-individual-victimas-colombia

Mientras el número de víctimas registradas en el país ya supera los siete millones de personas, el
Gobierno Nacional suma esfuerzos para aumentar los recursos destinados a la ruta integral de
reparación, programa que en opinión de algunos sectores, tardaría mucho más de lo planeado

Ante las críticas de la capacidad presupuestal para reparar más víctimas, el senador del Polo
Democrático Alexánder López Maya explica que el tema no puede mirarse desde el punto de vista fiscal
“porque el conflicto armado en Colombia todavía no se ha acabado y se hace imposible cerrar el registro
hasta que termine”.

Lo mismo ocurre a nivel nacional, donde por falta de pulgación, o por la amenaza latente de grupos
armados en ciertos territorios donde hay poca presencia estatal, se dificulta la tarea de desplazarse a un
sitio de recepción de declaración e inclusión en el registro oficial de víctimas.

Para esto el proyecto de ley que busca extender el plazo de registro tiene elementos nuevos como la
obligatoriedad de los medios de comunicación y canales públicos de generar una información mayor y
precisa que permita a las víctimas conocer cómo se desarrolla el proceso de inscripción.

La Unidad de Víctimas por su parte asegura que en el 2015 se incrementó el presupuesto asignado a
este sector en un 97% con respecto al 2010 y que las complicaciones en la ejecución responden a las
pocas oportunidades para entregar la atención humanitaria, por falta de presupuesto oportuno.

Por otra parte, hallazgos de la Comisión de Seguimiento y Monitoreo al Cumplimiento de la Ley de


Víctimas, conformado por la Procuraduría, Defensoría y Contraloría, señalan que otro obstáculo para la
ejecución de la ley es que persiste un alto riesgo de nuevas victimizaciones. Además, cuestionan la
desconexión y falta de continuidad entre el componente de ayuda humanitaria y estabilización socio-
económica, lo que está llevando a depender del subsidio monetario de ayuda humanitaria.

http://m.elpais.com.co/judicial/los-avances-y-retrocesos-de-la-reparacion-a-las-victimas.html

La Unidad de Víctimas, el organismo oficial a cargo de la implementación de la Ley 1448, dice que se
cumplieron todas las metas trazadas para el cuatrenio del actual gobierno. Se anuncia que 385.000
víctimas recibieron reparación administrativa. De esas, casi 200.000 han tenido una reparación integral,
que va desde lo económico hasta cobertura en salud y educación, y 50.000 han recibido atención
psicosocial. Hasta 2014, se han destinado 19 billones de pesos para la ejecución de esta norma.
Y Esther Polo, víctima que ha trabajado en atención psicosocial en Valle Encantado, Córdoba, agrega que
esta ley amplió el panorama de quiénes son las víctimas al aceptar que hasta que no termine el conflicto
seguirá habiendo afectados, distinto a lo que planteaba la Ley de Justicia y Paz.

Después de reconocer que las instituciones están un poco desarticuladas, María Emma Wills,
investigadora del Centro de Memoria Histórica, afirma que lo que falta es tiempo para consolidar lo
aprendido. “Con un Estado como el colombiano no puedes hacer milagros de un día para otro. Es un
proceso y la expectativa es que dejen madurar lo que empezó hace tan solo tres años”, aclaró.

Decenas de instituciones, millones de víctimas

La articulación es uno de los grandes desafíos. La Unidad para las Víctimas debe coordinar a
aproximadamente 50 instituciones, que no son las únicas que trabajan en el tema. Los ministerios y
demás instituciones estatales también deben participar en pro de las víctimas para convertir la Ley 1448
en una política pública. Unos, como Wills, creen que falta mucho para trabajar conjuntamente y otros,
como Paula Gaviria, dicen que la articulación sí se ha dado y que mejorará en los próximos años.

Por su parte, las víctimas viven una odisea o una panacea según el municipio donde vivan. Esto es
porque la aplicación de la ley depende de qué tan de su parte estén las autoridades departamentales o
locales.

Aunque San Andrés, por su ubicación y su régimen territorial, es una excepción, el hecho es que las
autoridades locales son claves para el éxito o el fracaso de la Ley 1448 porque son ellas quienes
fortalecen las Personerías, que son el primer contacto con los afectados; quienes ayudan a crear los
espacios para que las mesas de víctimas funcionen; y, en últimas, son las que colaboran (o no) para que
las víctimas tengan un estatus de dignidad y protagonismo.

Por eso, Gaviria acepta que la ejecución depende mucho de los gobiernos locales y reconoce que
“algunos alcaldes no les paran bolas” a las víctimas o muchas veces no tienen los recursos suficientes.
Según la directora de la Unidad para las Víctimas, las cosas cambiarán, pues dentro de poco saldrá un
decreto en el que se defina la responsabilidad de la Nación y de los departamentos para apoyar a los
municipios.

Salud mental: el mayor de los retos

Quizá uno de los flancos más olvidados del conflicto han sido los padecimientos psicológicos de las
víctimas. En décadas de guerra no hay ningún estudio serio en el país que dé cuenta del daño mental
ocasionado por los grupos armados (vea un especial de salud mental y conflicto).
Esa, según varios de los entrevistados, ha sido una de las debilidades de la Ley 1448. En 2012, se
comenzó a indemnizar a las víctimas sin que hubiera un proceso integral. Ahora, casi dos años después,
la Unidad para las Víctimas está buscando a esas mismas personas para ofrecerles una atención
psicosocial.

El Ministerio de Salud es el responsable. Debe coordinar a las EPS para que atiendan a las víctimas
entendiendo que sus afectaciones sicológicas son un flagelo de la guerra que requieren un trato
diferente.

“Antes es un logro que tengamos la cifra tan importante de 50.000 personas atendidas en lo psicosocial
porque lo hemos hecho con las uñas”, afirmó Gaviria.

A esto se une la falta de articulación pues, según Esther Polo, víctima que ha trabajado en la atención
psicosocial, no siempre se activa la ruta de atención especializada cuando una persona afectada por el
conflicto llega a los centros de salud.

Otras de las críticas es que en ocasiones las ayudas humanitarias tardan más de lo debido. En algunos
casos, es porque los municipios realmente no tenían el dinero para atender a las víctimas de manera
inmediata aunque es su deber legal; en otros es porque la magnitud del problema superó lo que el
mismo gobierno esperaba.

Más de 50 años de conflicto han dejado millones de víctimas de toda clase de delitos a los que no es
nada fácil reparar y menos en un tiempo record. Pero esa es la meta del gobierno, adicional a una
manera integral de reparación que vaya más allá del dinero.

http://www.semana.com/nacion/articulo/ley-de-victimas-balance-de-tres-anos/391302-3

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