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La Moral Moderna
Para Rousseau, el hombre es bueno por naturaleza. En su obra más cercana
a lo que sería una sistematización de su pensamiento moral, sus Cartas a Sofía
escribe: “(...) por tanto, en el fondo de todas las almas se encuentra un principio
innato de justicia y de verdad moral anterior a todos los prejuicios nacionales y a
todas las máximas de la educación”1
Para Rousseau la bondad moral es conforme a nuestra naturaleza; el
hombre sólo está sano y bien constituido en cuanto es bueno.
Queda claro a lo largo de la obra de Rousseau que la causa de los vicios del
hombre se constituyen como consecuencia de la propiedad2; su institución socavó
de manera definitiva la bondad natural para la que el hombre habia nacido, y en
la que había permanecido en el estado de naturaleza. Citó para esto a Locke con
su frase “No puede existir agravio donde no hay propiedad”. Es ésta una
importante diferencia que hace el autor de sus contemporáneos y de sus
antepasados.
La salida del hombre del estado de naturaleza, conllevó el comienzo de la
desigualdad y el establecimiento de una nueva moral, criticada ampliamente por
Rousseau.
Durante la Ilustración se estableció la idea que por la razón, se puede llegar
a ser mejor, de manera que se requiere más razón y más educación; y es ésta la
idea que rebate Rousseau; para él, esta idea por sí misma es parte de la
distorsión de la moralidad y un signo más de decadencia.
1
Cartas A Sofía / Quinta carta moral. Jean Jacques Rousseau. Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999 Pag 123
2
Discurso sobre el origen y las causas de la desigualdad entre los hombres. J-J Rousseau. Pag 5
procurarse comodidades nuevas, que constituyeron su primera fuente de males,
pues su posesión no significa la felicidad, en cambio, se crearían nuevas
necesidades ficticias que traerían consigo desigualdad y desdicha para la clase
que no tuviera acceso a ellas; siendo para Rousseau, una felicidad “bárbara”,
porque se obtiene de la privación de los demás.3,4 En cierto modo, para Rousseau,
cuando en un pueblo nacen las ciencias y las artes, comienza la corrupción de la
moral, y comienza el fin de la supremacía de estos pueblos, otrora los más
poderosos. El autor enumera muchos ejemplos históricos que buscan dar
fundamento a esta suposición.5 El progreso de las ciencias y las artes, es sin duda
la causa de esto porque debilitaría la moral y la virtud.
La forma en que las ciencias y las artes contribuirían a debilitar la moral se
constituye en la introducción de una nueva moral, alejada de los preceptos
propiamente humanos, cual es la voz de la naturaleza; la moral del hombre,
situada para Rousseau en aquellas leyes naturales conocidas por todos, es
reemplazada por esta nueva concepción, esta nueva moral fundada junto con el
nacimiento de los Estados, y afianzada por las ciencias y las artes, extiende en los
pueblos “guirnaldas de flores sobre las cadenas de hierro que los agobian”6.
La ociosidad y el uso que se hace de ella es frecuentemente criticada por
Rousseau, el entretenimiento constituye el recreo del espíritu7 pero es también
culpable del relajamiento del trabajo, el aumento de los gastos, la disminución de
la productividad, el establecimiento de impuestos y la introducción del lujo . 8 Este
último, que para Rousseau, se usa para medir el esplendor de un Estado, es
puesto por el autor en oposición a la virtud; y ésta, como el fundamento y el pilar
para la permanencia de los Estados. Rousseau, rechaza al teatro en parte porque
para él cualquier distracción constituye ociosidad frívola e improductiva, podría
extrapolarse este rechazo al teatro a cualquier espectáculo o cualquiera otra
diversión, pero también el teatro encierra para Rousseau un trasfondo negativo y
de menoscabo a la moral que es propio de él y al que nos referiremos más
adelante. Como dijimos, para el autor, es la virtud lo que mide el esplendor de
un estado, si se quiere, la fuerza física, el vigor y el amor a la patria, constituyen
la esencia de tal virtud; innegable constituye tal distinción y su amor por la
cultura espartana es fehaciente prueba de ello. Son estas virtudes las que para el
autor se trastocarían, no sólo con la introducción del lujo por sí mísma, sino que a
causa de las artes y todas las consecuencias a las que hacíamos mención.
Pero es su propia apariencia inofensiva, e incluso, beneficiosa9 lo que
reviste su mayor peligro, porque facilitaría su introducción en los pueblos,
corrompería el gusto y produciría que los artistas, para tener éxito, deban realizar
obras que sean del gusto de la gente. O sea, que para Rousseau, esta nueva
3
“La privación de ellas, fue mucho más cruel que agradable su posesión, y, sin ser feliz poseyéndolas, perdiéndolas se era
desgraciado”Ob. Cit. Pag 4
4
“La multiplicación de las comodidades de la vida para algunos ricos, fuerza a la mayoría a considerarse miserables, que
bárbara felicidad aquella que se consigue a expensas de los demás” Cartas A Sofía / Segunda carta moral. Jean Jacques
Rousseau. Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999 Pag 123
5
Rousseau, Jean Jacques, Discurso Sobre las Ciencias y las Artes pag 7
6
Discurso sobre las ciencias y las artes JJ Rousseau. pag 3
7
Discurso sobre las ciencias y las artes. J-J Rousseau pag 3
8
Carta a D´Alembert pag 146
9
“...en una palabra, la apariencia de todas las virtudes sin tener ninguna” Discurso sobre las ciencias y las artes JJ Rousseau
moral se expandiría con mayor facilidad por sí mísma; es una moral instalada en
el gusto de la gente, que los artistas sólo deben ensalzar si quieren tener éxito,
se retroalimentaría de esta manera bajo una noble apariencia; sin que pueda
tener fin educativo en la moral.
10
Discurso sobre el origen y las causas de la desigualdad entre los hombres. J-J Rousseau. Pag 5
11
“Fue necesario o tenerlas o fingirlas, por el propio interés, aparecer distinto de lo que en verdad se era. Ser y parecer
fueron dos cosas por completo diferentes, y de esta diferencia nacieron la ostentación imponente, la astucia engañosa y
todos los vicios que forman su séquito”Ob. Cit. pag 7
12
“Vuestra dulzura es baja y pusilánime, atormentáis sordamente y protegidos, a aquellos que hubiérais atacado
abiertamente. Si sois menos sanguinarios no es por virtud, sino por debilidad” Cartas A Sofía / Segunda carta moral. Jean
Jacques Rousseau. Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999. Pag 97
13
Ob. Cit.
14
“Antes que el arte hubiera modelado nuestras maneras y enseñado un lenguaje afecto a nuestras pasiones, nuestras
costumbres eran rústicas pero naturales; y la diferencia de procedimiento anunciaba a primera vista la diferencia de
caracteres. La naturaleza humana, en el fondo no era mejor; pero los hombres encontraban seguridad en la facilidad de
conocerse recíprocamente y esta ventaja, de cuyo precio no nos damos cuenta, les ahorraba bastantes vicios. Discurso sobre
las ciencias y las artes. J.J. Rosseau pag 4
15
“El objeto de la vida humana es la felicidad del hombre.” Cartas A Sofía / Segunda carta moral. Jean Jacques Rousseau.
Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999. Pag 92
hombres. De la misma manera, el espíritu razonable ha cambiado por uno
razonador. En el fondo, los placeres modernos estan fuera del hombre, y los del
estado de naturaleza están dentro de él; comenzando así a deslizar una solución
al problema moral mediante el volcamiento hacia el propio conocimiento de sí
mismo y la reflexión en soledad.16
La Crítica al Teatro
16
“Es cierto, tenéis la comodidad, pero ellos tenían la felicidad; vosotros sóis razonadores, ellos eran razonables. Vosotros
sóis educados, ellos eran humanos; todos vuestros placeres están fuera de vosotros mismos, los suyos estaban sobre sí
mismos. Ob Cit 96
17
Carta a D´Alembert. J-J Rousseau. Eduardo Rinesi y Emilio Bernini. Arcis-LOM. Santiago. 1996. Pag 97
18
“El amor por lo bello es un sentimiento tan natural al corazón humano como el amor por uno mismo; no nace de un
arreglo de las escenas; el autor no lo lleva a la obra sino que lo encuentra en lla, y de ese sentimiento puro que el autor
enternecerse de males fingidos serviría para purgar los derechos de la
humanidad, en vez de darse a la tarea de su real obtención; donde sí se
presentarían conflictos con los propios intereses. La tragedia produce una piedad
“pasajera y vana que no dura más que la ilusión que la produjo” 19, de ser así,
esta piedad ensalzada como virtud, constituye sólo una apariencia, que no
obstante enorgullece a quien la siente; por creer que homenajea la virtud, pero
no induce a su práctica, porque sitúa la virtud en un ambiente por completo
ficticio.20
Rousseau va más lejos y expone que el teatro muestra a la virtud como un
juego del teatro, y sólo en él tiene cabida; la virtud es buena en cuanto divierta al
público;21pero le mantiene alejada de la práctica en la sociedad.
La comedia se valdría de la virtud para divertir mediante el ridículo; así se
podría llegar a admirar al malvado por su capacidad de sacar provecho de las
virtudes de los demás.
El teatro, para Rousseau, tiene nuevas máximas morales y la virtud, como
dijimos, es ridiculizada. Estas nuevas máximas morales que impone el teatro se
ven en lo que Rousseau se refiere como el hombre de mundo, un hombre con
retórica, que mide con distinta vara los males del mundo, son hombres
moderados y honestos, pero que no se inmutan de los males de los otros, o los
atribuyen a penosos azares, a menos que éstos les causen algún perjuicio a sus
propios intereses; y, sitúa en contraposición, al hombre que odia los vicios,
nacido de su amor a la virtud; el que es presentado como un personaje
impertinente, colérico y ridículo. Para Rousseau, es precisamente ese ridículo, el
arma que en manos de autores poco virtuosos, lleva al engaño y esconde la
verdadera naturaleza de ambos personajes de comedia. Con frecuencia produce
risa aquel que odia los vicios y cierta complicidad el hombre de mundo.22
Rousseau nos define el efecto que tiene la introducción de estas nuevas máximas
morales en el teatro en la frase: ”El hombre de mundo hace consistir la sensatez
en un cierto medio entre el vicio y la virtud. Cuando alivia a los espectadores, los
persuade de que para ser honestos sólo basta con no ser verdaderos malvados.”23
Es muy difícil saber si el teatro es bueno o es malo, ya sea por la naturaleza
de la obra teatral y por el carácter de los espectadores; Rousseau sí reconoce que
su valor para corregir las costumbres es nulo; pero sí puede alterarlas. Para
Rousseau, dar un teatro a un pueblo es como apartar a los hombres de sus
caminos naturales, dejarles sin la conducción segura que el hombre tiene por
naturaleza, nacido de su bondad natural y por la ley natural; conocida por todos
mediante la conciencia. La moral moderna, representada en el teatro, constituiría
parte del ruido que impide que escuchemos la voz natural de la conciencia y que
la fuerza a callarse. El hombre moderno se “desensibilizaría” de ella para librarse
halaga, surgen las dulces lágrimas que nos hace verter” Ob. Cit. Pag 97
19
Ob. Cit. Pag 98
20
Ob Cit Pag 100
21
“He aquí, pues, mas o menos, para qué sirven todos estos grandes sentimientos y todas estas brillantes máximas de las que
se vanaglorian con tanto énfasis: para relegarlas para siempre a la escena, y para mostrarnos a la virtud como un juego de
teatro, bueno para divertir al público, pero que sería una locura querer transportarla seriamente a la sociedad.” Ob Cit. Pág.
100
22
Ob Cit. Pag 116
23
Ob Cit pag 123
de su peso, y con ello perdería también el gusto por los placeres naturales24, y,
no estando el hombre cómodo consigo mismo, necesitaría de estas nuevas
distracciones.25
El placer que los espectáculos generan, como todos los placeres que, para
Rousseau, están fuera del hombre, estimula un disfrutar de bienes nuevos y trae
consigo nuevas penas derivadas de nuevas privaciones. El teatro para Rousseau
es generador de desigualdad, pues la privación que genera obliga, al pobre a
asistir a los espectáculos, y lo empobrece. El rico, al asistir, ahorra gastos
mayores en los que habría tenido que incurrir antes del establecimiento del
teatro, para procurarse diversión. La crítica a la moral moderna se entiende
como una crítica a la concepción de la felicidad, o la ilusión de ella, mediante el
goce de bienes, posesiones y placeres mundanos. Y, de la misma manera,
Rousseau remarca la paradoja que se produce, cuando los conocimientos de la
naturaleza avanzan a pasos agigantados, y el conocimiento de uno mismo, que es
para el autor, origen de la felicidad; continúa tan inexplorado como siempre. La
cultura razonadora a que hace mención, aprendería mejor a hablar de virtudes y
de bondad, y no a concretarla.
29
Carta a D’Alembert 193