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TERAPIA
RACIONAL
EMOTIVA
Albert Ellis ° Eliot Abrahms
BIBLIOGRAFIA : Ellis, Albert, Abrahms, Eliot, “Terapia Racional Emotiva”, Ed. Pax, 2ª Edición, México, 2005,
Capítulo 1
RACIONAL EMOTIVA: cognitivo - conductual
2
Problemas de salud
y trastorno emocional
Introducción
Una secretaria de 29 años de edad acudió a su doctor quejándose de fatiga y dolores de
cabeza. Estos últimos, que duraban todo el día y desaparecían por la tarde, después del trabajo,
habían empezado tres meses antes cuando se entero que todas las secretarias de su empresa
serían sometidas a prueba para su promoción durante los siguientes seis meses.
Una ama de casa obesa, de 45 años de edad, fue a ver al doctor, quejándose de sed
crónica, excesiva ingestión de líquido y frecuente urinación. Después de las pruebas pertinentes, se
le hizo un diagnóstico de diabetes. Se alteró mucho, lloró y dijo que ya nunca podría volver a llevar
una vida normal.
Y así una y otra vez; se calcula que más de 50 por ciento de los pacientes examinados
por los médicos tienen algún trastorno emocional que no procede directamente de
mal orgánico alguno. AI mismo tiempo, muchos trastornos físicos, como las ulceras
pépticas, el asma o la hipertensión, tienen un fuerte elemento psicosomático y podrían no
existir o ser mucho menos graves sin la alterabilidad emocional correlacionada.
De acuerdo con varias autoridades médicas, muchas de las complicaciones y
exacerbaciones de las enfermedades proceden de reacciones emocionales a
acontecimientos que se producen en el curso de la vida cotidiana. Según este punto de
vista, no se trata de saber si la enfermedad de un paciente es orgánica o funcional, sino
más bien de determinar en qué extensión lo es. Toda enfermedad es una combinación de
ambas cosas en proporciones variables.
Cuando están enfermas o lastimadas, las personas tienden a experimentar
simultáneamente cambios psicológicos de diferentes grados de intensidad. Tales cambios
son a veces mas importantes que la propia enfermedad, y con frecuencia dan a los
pacientes la motivación primaria para buscar un tratamiento médico. Es bien sabido que
muchos pacientes (y no queremos referimos solo a los niños) se hallan más asustados
que enfermos y que, cuando se les asegura que su trastorno físico no es serio, su alivio
emocional les permite reducir sus quejas a un mínimo.
La mayoría de los profesionales de la salud está bastante consciente de que su
preparación no los ha equipado muy bien para tratar trastornos emocionales con el mismo
grado de competencia con que pueden tratar los físicos. De manera comprensible,
muchos de ellos se sienten impreparados y aun temerosos de enfocar los problemas de
sus pacientes, aun cuando aquéllos sólo sean ligeramente psiquiátricos.
Asimismo, la mayoría de los profesionales de la salud simplemente no tienen el
tiempo que antes tenían para sentarse y discutir los problemas personales de sus
pacientes. La tía Sara ya no puede pasar sus ratos sin tener cita en el consultorio del
amistoso doctor de la familia, y charlar acerca de las dificultades de su vida diaria. Y el
tiempo de las enfermeras está muy solicitado en estos días y a menudo limitado por sus
muchas y diversas responsabilidades.
¿Y cuando una mujer de 38 años grita a su marido porque tiene un dolor de espalda recurrente?
¿Y cuando una mujer de 66 años, sometida a un tratamiento diurético, está a punto de desmayarse
porque se retrasa la llegada de su cheque de la seguridad social?
¿Qué puede uno hacer, como profesional de la salud, en casos como éstos, en que un
trastorno emocional está vinculado con un problema de salud? La respuesta que daremos
en este libro es que puede aprender a utilizar la terapia racional-emotiva (TRE) o la
terapia cognoscitiva conductual (TCC). En cuanto a la TRE, existe una forma clara y
relativamente breve de tratamiento psicológico, que prácticamente puede dominar un
médico, una enfermera o cualquier otro profesional de la salud, con una moderada
preparación adicional y que puede ser utilizado con eficacia en la gran mayoría de los
trastornos emocionales. De manera específica ha sido diseñado para ser una forma de
intervención psicológica que constituye un tratamiento de elección para sentimientos
intensos y profundamente arraigados de ansiedad, depresión, inadaptación, hostilidad y
baja tolerancia a la frustración. No curará todas las enfermedades psiquiátricas conocidas;
en verdad no curará trastornos tan graves como la esquizofrenia y la enfermedad
maníaco-depresiva, pero puede ayudar apreciablemente incluso a pacientes que tienen
las más severas clases de perturbaciones y ayudar inmensamente a los individuos con
alteraciones menos graves. Los pacientes de usted, estamos seguros, a menudo se
preocupan por problemas cardíacos, apoplejía, artritis, dolores de espalda, molestias de la
piel, dolencias ginecológicas, problemas quirúrgicos y de índole maligna. También suelen
preocuparse por afecciones oftalmológicas, alteraciones hematológicas, deficiencias
nutricionales y una amplia escala de patologías. Sin embargo, aunque tales
enfermedades y dolencias abarcan un amplio espectro de deficiente funcionamiento
físico, hemos encontrado que, utilizando la TRE, las dificultades emocionales que las
acompañan son con frecuencia muy similares y pueden ser comprendidas y reducidas en
un período asombrosamente corto por los profesionales orientados a esta terapia.
TRE
La TRE puede ser utilizada para ayudar a que los pacientes superen sus sentimientos y
conductas inapropiados en un tiempo razonablemente breve, porque constituye un
enfoque que, por una parte, es amplio y múltiple; es decir, emplea varios métodos
cognoscitivos, emotivos y conductuales en forma integrante y, por otra, es, asimismo, una
terapia filosófica y teórica, que pone de manifiesto las ideas esenciales creadoras de
trastornos, que parecen ser la base de sus actos contraproducentes, y esto muestra
claramente a esas personas cómo fijar la atención en sus filosofías negativas y cómo
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proceder a desarraigarlas. Es una terapia realista, que a nada compromete, así como
directiva-activa. Y su teoría y su práctica básicas pueden aprenderse por la mayoría de
los profesionales, leyendo, interpretando las grabaciones de sesiones verdaderas y
asistiendo a talleres y cursos patrocinados en varias partes del mundo por el Institute for
Rational-Emotive Therapy, que tiene su principal centro y clínica de capacitación en la
ciudad de Nueva York.
No hay mística en el enfoque racional-emotivo de los trastornos psiquiátricos. Su
lenguaje es simple: sólo se emplean términos de uso corriente. A menudo se le ha
llamado método del sentido común. Sus técnicas son fácilmente aplicadas por médicos
familiares, pediatras o médicos especialistas o cirujanos, enfermeras y otros profesionales
de la salud.
Por supuesto, usted puede preguntar: "¿Por qué utilizar la TRE en lugar de
cualquiera de las demás formas convencionales de psicoterapia?" Podríamos responder
diciendo que "porque la TRE está especialmente diseñada para tener eficacia terapéutica
y estimula de modo particular la terapia de plazo relativamente corto". Realiza esto, como
se verá en los capítulos que siguen, haciendo hincapié en la acción directa, en un alto
grado de actividad por parte del terapeuta, en el empleo de la biblioterapia y en un
señalamiento específico de tareas a realizar por el paciente en el intervalo entre una
sesión terapéutica y otra.
La terapia racional-emotiva o terapia cognoscitiva conductual --como se indica
detalladamente en el Handbook of Rational-Emotive Therapy-- no sólo ha demostrado
considerable efectividad clínica, sino también esta respaldada por gran cantidad de
investigación experimental. Se está convirtiendo rápidamente en parte importante de la
psicoterapia científica moderna. Por consiguiente, creemos que ha llegado el momento de
presentar sus principios y prácticas esenciales a aquellos que por lo común son los
primeros en ver a la gran mayoría de las personas que tienen problemas emocionales, es
decir, a los médicos, las enfermeras y otros especialistas de la salud, a quienes los
pacientes revelan primero sus problemas emocionales.
Ésta es, por lo tanto, una exposición de las principales teorías y procedimientos de
la TRE que esperamos que usted, lector, pueda utilizar para comprenderse a sí mismo, al
igual que a sus pacientes y a otras personas con quienes tenga relación. Como
profesional de la salud, usted inevitablemente tendrá que practicar alguna clase de
psicoterapia. Esperamos que el material reunido en este libro le ayude a practicarla con
un considerable grado de claridad y eficacia.
Capítulo 3
que recuperar la salud fácil y rápidamente. Sería terrible y catastrófico que no pudiera
conseguirlo".
Dinámica de la TRE
La TRE procede de escuelas estoicas de filosofía que parecen haberse originado hace
unos 250 años: especialmente las escuelas budistas del Oriente y las estoicas de los
griegos y los romanos en el Occidente. Siendo aún más fuerte quizá que dichas escuelas,
la TRE sostiene que virtualmente no hay razones "legitimas" para que las personas,
incluyendo a nuestros pacientes, se vuelvan emocionalmente preocupadas, histéricas o
trastornadas, con independencia de la clase de estimulo desagradable que estén
sufriendo en el punto A. Sin embargo, a diferencia de algunas de las escuelas orientales y
estoicas, la TRE estimula a las personas a sentir emociones fuertes apropiadas, tales
como pena, pesadumbre, disgusto, molestia, espíritu de rebeldía y determinación a
cambiar, cuando tienen mala salud u otras experiencias activantes desagradables. Pero
sostiene que cuando experimentan ciertas emociones disfuncionales o contraproducentes
en el punto C (Consecuencia), como sentimientos de culpa, depresión, inutilidad o rabia,
están actuando y sintiendo de modo inapropiado, tales emociones inadecuadas proceden
en gran parte de hipótesis antiempíricas y no comprobables de que las cosas deben o
tienen que ser distintas de las formas en que indudablemente son.
Usted, lector, puede emplear la TRE en casi cualquier tipo de persona que vea --ya
sea como doctor, enfermero u otro profesional de la salud-- incluyendo aquellas que están
ligeramente trastornadas ("neuróticas" o con "problemas de comportamiento") y las que
sufren alteraciones más serias (las diagnosticadas como "esquizofrénicas", "psicóticas
indeterminadas", con "trastornos de personalidad" o que son moderadamente "deficientes
mentales"). Al utilizar la terapia racional-emotiva, el terapeuta dispone de una teoría
estructurada y funcional para reconocer rápidamente las pocas creencias irracionales
centrales con las que sus pacientes tontamente se preocupan; mostrarles cómo se
causan sus propios problemas y síntomas emocionales; demostrarles en forma precisa
cómo discutir (en el punto D) sus propias creencias irracionales y, a menudo, inducirlos a
abandonar tales creencias y reemplazarlas con hipótesis más científicamente
comprobables acerca de sí mismos y del mundo, que mucho menos probable que les
creen dificultades emocionales en el presente y en el futuro.
Podemos resumir la parte cognoscitiva de la teoría y la práctica de la TRE en la
forma siguiente: en el punto A, los pacientes tienen una experiencia (o un agente o una
acción) activante acerca de la cual se encuentran trastornados (en el punto c). Ejemplo:
una mujer acude al consultorio para su examen físico anual y, después de realizadas las
pruebas pertinentes, el médico le dice que es posible que tenga un cáncer cervical
temprano. En el punta B (sistema de creencias) ella tiene, primero, un conjunto de ideas
racionales sobre su experiencia activante (A). Ejemplo: cree o se dice a sí misma: "Sería
una desgracia que tuviera cáncer cervical. Ciertamente, no me gustaría". Esta creencia es
racional porque la paciente llega a A, su experiencia activante, con metas y valores
distintos, incluyendo el fuerte deseo de permanecer viva, ser feliz y evitar dolor
innecesario. Por consiguiente, apenas sería racional o realista si pensara: "¡Qué grande
sería que descubrieran que tengo cáncer cervical o que estoy enferma de alguna otra
cosa!"
Sin embargo, su paciente también tiene otro conjunto de creencias irracionales en
el punto B; por ejemplo: "No debo tener un mal grave como el cáncer cervical. ¡Qué
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garantías para llevar una vida feliz. Ocurra lo que ocurra, haré lo que esté de mi parte
para enfrentarlo y vencerlo. Por consiguiente, déjenme hacer lo que me sea posible para
descubrir si tengo esa enfermedad y ver lo que puedo hacer al respecto en caso de
tenerla".
Usted puede ayudar a su paciente a discutir sus creencias irracionales hasta que
no sólo las venza temporalmente y deseche sus síntomas de ansiedad, depresión o
compasión de sí misma, sino que también tenga una tendencia considerablemente menor
a recrearse en ellas en el futuro, cuando de nuevo se encuentre amenazada por algún
mal físico potencial o real. Cuanto más vigorosa sea la discusión que tenga en el punto D,
mejor se preparará para enfrentar racionalmente las futuras contingencias que se
presenten en su día.
AI mismo tiempo, usted puede ayudarla a discutir sus filosofías irracionales y
contraproducentes. En el ejemplo que damos, hubo al principio poco o nada de esto, ya
que la mayoría de las personas no se maldicen a sí mismas cuando se ven aquejadas por
cáncer o por cualquier otra enfermedad grave que no dependa específicamente de ellas
(como la cirrosis de hígado, que es posible que se haya provocado por beber en exceso).
Así pues, esta paciente podría no tender a culparse ella misma de su aflicción.
Sin embargo, si se preocupara por tener cáncer cervical sabiendo que era tonto
preocuparse mucho al respecto y luego continuara haciéndolo, crearía para sí misma una
nueva experiencia activante en el punto A: su propia preocupación o ansiedad. Entonces,
en el punto B, podría decirse racionalmente: "No me gusta preocuparme mucho por esto.
No deseo hacerlo", pero también podría decirse irracionalmente: "No debo preocuparme
mucho por esto. Es terrible lo que hago. Qué estúpida y mala persona soy por proceder
de manera tan tonta". En este caso, su consecuencia emocional, en el punto C, sería
ansiedad acerca de la ansiedad, y también consistiría en desprecio de sí misma,
sentimiento de culpa o depresión. Usted podría, entonces, estimularla de nuevo a que
discutiera en el punto D sus creencias irracionales y a llegar a nuevos efectos
cognoscitivos en el punto E. Su principal discusión y sus respuestas serían algo parecido
a esto:
Discusión: "¿Por qué no debo preocuparme demasiado de esto? ¿Dónde está la
evidencia de que es terrible que lo haga? ¿Cómo actuar en forma estúpida a este
respecto hace de mí una persona estúpida o mala?
Respuesta: "No hay razón alguna válida para que yo no deba preocuparme mucho
de esto, aunque hay varias buenas razones para no hacerlo, ya que mi ansiedad me hará
poco bien y volverme ansioso acerca de esa ansiedad me hará aún menos bien. No es
terrible que me interese en exceso sobre tener cáncer; sólo siento un molesto dolor en el
cuello del útero. Probablemente no moriré de esta ansiedad, pero hará mi vida mucho
más desagradable.
No soy una persona mala cuando actuó en forma estúpida y me pongo
innecesariamente ansiosa, ya que una mala persona tendría un alma de maldad y
actuaría siempre estúpida y perversamente, estaría predestinada a continuar procediendo
así el resto de mi vida, y sería censurable por hacer tal cosa. En realidad, nadie es
siempre una persona completamente mala, incluyéndome a mí. Los humanos son
humanos y eso significa seres falibles y complicados. Siempre actuaré de manera
estúpida en algunos aspectos durante el resto de mi vida; ésa es mi naturaleza básica y,
aunque no puedo decir que me guste tenerla, sé que puedo aceptarme plenamente con
ella y luego ocuparme de cambiarla algo, a fin de tratar de actuar un poco menos
tontamente en el futuro".
Así pues, usted puede ayudar a que su paciente discuta sus creencias irracionales
en dos niveles: el primero, considerando el "horror" de contraer cáncer cervical, y el
segundo considerando la "terribilidad" de hacerse ella misma indebidamente ansiosa
acerca de esa posibilidad. Cuando la ayude a desvanecer su ansiedad y su ansiedad
sobre la misma, entonces avanzará normalmente hacia el punto eE, su efecto emocional
de discutir sus creencias irracionales. Así, tendrá menos inclinación a la ansiedad, la
compasión de sí misma y la depresión. También es probable que se sienta a veces
menos defensiva y preocupada ante la posibilidad de que su examen médico revele
anormalidades, que tienda a experimentar menos reacciones fisiológicas (como el
aumento en las pulsaciones o espasmos gastrointestinales), que puedan más tarde
conducir a síntomas psicosomáticos (como las complicaciones cardíacas o las úlceras).
Finalmente, en Ec (Efecto conductual) tenderá a actuar sobre la base de sus
nuevos sentimientos y cogniciones. Se someterá a las pruebas diagnósticas con menos
vacilación, ya que estará ahora determinada a hacer todo lo que pueda para ayudarse a sí
misma, sin importar lo molesta que se sienta durante el proceso. Hará los arreglos para
una operación quirúrgica, si tal es la opinión de su médico. Tomará las medicinas
necesarias o practicará los ejercicios sin quejarse. Hará lo que parezca mejor para
prevenir cualquier recurrencia de su trastorno ginecológico o cualquier provocación de
una nueva clase de dolencia física.
Si la TRE es utilizada con éxito, dicha paciente iniciará un profunda y amplio
cambio en su filosofía, sus emociones y su comportamiento. Todo lo que usted, como
médico, enfermera u otro profesional de la salud puede hacer es que ella siga todo el
proceso cognoscitivo A-B-C-D-E de la TRE, así como explicarle por completo
cualesquiera procedimientos diagnósticos o terapéuticos; sin embargo, deberá hacer eso
con la mira de ayudarla en diversas formas. Y, como se indica más adelante en este libro,
probablemente también utilizará con ella varios métodos más específicamente emotivos y
conductuales de cambio de personalidad. No obstante, si se le enseña y alienta a seguir
utilizando los principales procedimientos cognoscitivos de la TRE, podrá cambiar de
manera notable sus actitudes hacia ella misma y su salud y hacerlo en unas cuantas
semanas o en pocos meses.
Cognoscitivamente, pues, la TRE emplea la confrontación filosófica directa,
muestra a los pacientes cómo se trastornan ellos mismos y no son trastornados por otros.
Usted, de un modo activo y directo, les enseña que cada vez que experimentan una
emoción o un comportamiento negativo en el punto C (Consecuencia) esto solo procede
indirectamente de alguna experiencia activante, de alguna actividad o de algún agente en
el punto A. De manera mucho más concreta e importante, surge de sus interpretaciones,
filosofías, actitudes o creencias en el punto B. Usted, entonces, muestra a sus pacientes
cómo discutir científica y lógicamente sus propias creencias irracionales y a persistir en
esto hasta que de modo consistente lleguen a un conjunto sensible de efectos
cognoscitivos y luego, por último, a efectos emocionales apropiados y a efectos
conductuales más efectivos.
¿Es la TRE casi fundamentalmente "racional" o "intelectual" más bien que, como
muchas de las demás terapias modernas, "emocional" y "conductual"? No, como
mostraremos en los capítulos siguientes, es también excepcionalmente emotiva y está
orientada a la acción. Desde el punto de vista emotivo es en especial confrontativa y
Capitulo 4
Enfoque racional-emotivo
de la interpretación
Por ejemplo, yo (Albert Ellis) trabajé con un paciente muy terco, que se resistía a
una operación de próstata, aun cuando tres prestigiosos urólogos le habían aconsejado
decididamente que se la hiciera, advirtiéndole que había posibilidades razonables de que
llegara a tener cáncer de próstata si no se dejaba intervenir quirúrgicamente. Fue a verme
cada semana con nuevos argumentos para no someterse a la operación. O bien tenía
demasiado trabajo en su negocio, cuando yo insistía en que era indispensable, o bien no
podía debido a la difícil situación por la que atravesaba su familia (uno de sus hijos era
psicótico y vivía en el hogar), o bien estaba seguro de que habría una huelga de personal
auxiliar hospitalario si él se internaba, etc. Seguí echando abajo tales racionalizaciones y
exponiéndole que su creencia irracional básica era: "Mi vida tiene que seguir en forma
excepcionalmente bien ordenada, sin interrumpir ninguna de mis rutinas usuales. En
consecuencia, no sólo es difícil someterme a esta operación, sino demasiado difícil. No
puedo sufrir tanto trastorno de mi horario regular. No vale la pena, aun si tengo que correr
el riesgo de morir de cáncer".
Demostré a este paciente --quien incidentalmente era un afortunado y competente
ejecutivo de una gran empresa-- que estaba pidiendo que las cosas fueran fáciles y que
las rutinas de su vida estuvieran en orden casi perfecto, y le ayudé a que trabajara para
desechar sus objeciones; pero, asimismo, en forma muy concreta, le asigné varias tareas
para alterar deliberadamente algunas de sus rutinas, haciéndole llegar tarde al trabajo a
veces, cancelando citas con algunos de sus amigos y pasando por alto varias de las
demandas de su hijo psicótico, hasta que él se acostumbró al hecho de que podía arreglar
su vida de manera algo desordenada y continuar viviendo felizmente y con éxito. Cuando
empezó a comprender esto, abandonó sus racionalizaciones, inmediatamente hizo una
cita para su operación de próstata y de buen grado acudió a los supuestos horrores de la
hospitalización y de tener que alejarse de sus asuntos regulares de negocios y de las
rutinas familiares durante unas cuantas semanas.
pueden determinarse con mayor precisión apegándose estrechamente a los datos reales
de sus vidas cuando no duermen. Sin importar lo mucho que usted disfrute en el análisis
de los sueños, no debe caer en la necedad de pensar que el mismo constituye
necesariamente un procedimiento demasiado útil. Cuando usted se comprometa en este
tipo de estudio, busque los imperativos irracionales (los debe y los tiene que) que se
presentan lo mismo en los sueños que en estado de vigilia.
Interpretación racional-emotiva
Cuando usted utilice la interpretación en la TRE, debe procurar hacerla filosófica más bien
que expositiva o explicatoria. Si uno de sus pacientes varones tiene, por ejemplo, soriasis
y no se da cuenta de que es francamente dependiente de otros, puede no sólo revelarle
su dependencia, sino también mostrarle que la misma resulta de ideas, creencias o
valores específicos. En especial las ideas de que él debe tener la aprobación y la ayuda
de otros, de que no puede cuidarse por sí mismo y de que es una persona insignificante.
Si a los demás no les gusta y ha de depender de sí mismo, entonces usted puede urgirle
a poner en duda y desafiar esas hipótesis, a mostrarse a sí mismo lo falsas que son y a
reemplazarlas con otras ideas, por ejemplo: que es magnífico tener la aprobación de los
demás, pero que uno debe valerse por sí mismo y aceptarse como es, ya sea que agrade
a los otros o no.
Las principales filosofías generales que quizá tiene el paciente con soriasis y que
pueden hacer que tenga sentimientos y comportamientos disfuncionales y síntomas
psicosomáticos incluyen ideas como: 1) No debe actuar mala o imperfectamente y debe
condenarse a sí mismo cuando lo hace. 2) Debe alcanzar un alto grado de perfección a
sus propios ojos y a los de los demás. 3) Debe estar absolutamente seguro de que
ocurrirán acontecimientos importantes deseables y de que no se producirán otros
indeseables. 4) Él (y otros) deben seguir una línea "heroica" y convertirse en héroes
completos cuando actúen apropiadamente, y en villanos completos cuando no lo hagan.
Si usted ayuda a este paciente a buscar, descubrir y desechar esa clase de ideas, éste
finalmente empezará a comprender que con frecuencia actúa de manera intolerable,
moralista, perfeccionista y dogmática, y que al aceptar la realidad, la incertidumbre y la
tolerancia en sí mismo y en los demás es muy probable que desaparezcan sus trastornos
"emocionales".
Si usted adopta un acercamiento cognoscitivo-conductual de interpretación, sólo
podrá mostrar a sus pacientes que las premisas irracionales de ellos producen malas
consecuencias. Si creen que otros deben aprobarlos, es posible que se vuelvan ansiosos
y deprimidos. Si, en forma intolerante, condenan a las personas por sus errores y
defectos, quizá se vuelvan bastante hostiles. Usted encontrará, por lo tanto, sumamente
deseable señalar a sus pacientes, mediante las leyes de la lógica y por observación
empírica, que sus filosofías irrealistas causan síntomas tan contraproducentes como
fobias, obsesiones y trastornos psicosomáticos, y que si cambian dichas filosofías quizá
logren mejorías importantes.
Enseñanza e interpretación
La interpretación, si somos honestos, incluye la instrucción o enseñanza. Con el empleo
de la TRE, usted interpreta, mientras enseña a los pacientes, informalmente y en lenguaje
sencillos, los principios generales del método y la lógica científicos. De este modo, les
pone de manifiesto que sus trastornos proceden en gran parte de algunas de las falsas
conclusiones que ellos hacen sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea: " Nunca
seré capaz de lograr lo que deseo en la vida" o "Es terrible que haya fracasado en la
escuela (o en el trabajo o en una relación amorosa)". Estas conclusiones ilógicas
proceden, en primer lugar, de establecer falsas premisas y, en segundo, de hacer
deducciones razonablemente lógicas de tales premisas. Por ejemplo, si parten de la
premisa de "Debo actuar siempre muy bien en la escuela", lógicamente concluirán que
"Es terrible que no haya hecho hasta ahora lo que debo".
En segundo lugar, establecen premisas válidas y luego hacen deducciones ilógicas
de ellas. Por ejemplo, parten de que "Es muy deseable y ventajoso para mí actuar bien en
la escuela" y luego concluyen con que "y puesto que todavía no he hecho esa cosa
deseable, carezco de capacidad para hacerlo y mi vida será siempre completamente
miserable". Usted los lleva a desafiar y discutir tanto sus premisas irracionales como sus
deducciones ilógicas de premisas racionales. También les expone que en realidad tienen
un oculto debo en una o más de sus premisas, ya que incluso en este ejemplo en que los
pacientes parten de una premisa racional, lo incoherente de su deducción usualmente
incluye un debo o tengo que. Así pues, es racional partir de "Es muy deseable o ventajoso
para mi actuar bien en la escuela" porque las metas de uno en la vida comprenden cosas
como tener éxito en una profesión o en la industria, y para lograr tales metas es, por lo
general, deseable actuar bien en la escuela.
Sin embargo, la conclusión ilógica de: "Y puesto que todavía no he hecho esa cosa
deseable, carezco de capacidad para hacerlo" lleva oculto debo o tengo que. "Debo
actuar bien en la escuela, fácilmente y siempre, y puesto que no lo he hecho todavía,
tengo que carecer de la capacidad necesaria para hacerlo".
Hablando en términos generales, las personas empiezan con un subyacente (y a
menudo tenido inconscientemente) debo y luego hacen falsas deducciones a partir de ahí
o como resultado de ello. Su principal premisa, por lo común, es "Debo actuar bien casi
todo el tiempo en tareas importantes y, por consiguiente, tengo que obtener la aprobación
de aquellos que son significativos en mi vida". Una vez que creen a ciegas en esta
premisa, fácilmente y de modo casi inevitable llegan a las tres derivaciones "lógicas" de
ese deber: "Como no estoy actuando tan bien como debo ni ganando la aprobación de los
demás como debo, 1) eso es terrible, 2) no puedo soportarlo, y 3) soy una pésima
persona".
En otras palabras, lo que llamamos "terrible", "insoportable" y "autohumillante" en la
TRE son derivaciones lógicas y de premisas sumamente irracionales, como "Debo actuar
bien y merecer por ello la aprobación de los demás". Sin tales premisas fundamentales
previas, sus pacientes podrían llegar a lo terrible, pretendiendo que no pueden sufrir sus
imperfecciones y humillándose severamente ellos mismos. Sin embargo, probablemente
no lo harían. Y, por lo tanto, sería mejor que usted les mostrara que tienen esas premisas
irracionales subyacentes y que están haciendo deducciones "lógicas" de las mismas.
Luego les enseñará la forma de buscar sus premisas básicas y cómo desecharlas. De
este modo, su interpretación de lo que están haciendo, precisamente porque lo están
haciendo y como pueden anularlo, se vuelve mucho más profundamente centrada y
básicamente filosófica que los métodos "profundamente centrados" del psicoanálisis y
otras terapias psicodinámicas.
Capítulo 5
Teoría y práctica
de la terapia racional - emotiva
La TRE subraya la importancia de los valores humanos. Sostiene que lo que llamamos
personalidad consiste en gran parte en creencias, fundamentos o actitudes; que los
hombres y las mujeres tienden a actuar saludablemente cuando tienen valores basados
en la razón y la experiencia, y que cuando tienen metas y propósitos absolutistas y
perfeccionistas propenden a sentir trastornos "emocionales". Gran cantidad de evidencia
reciente obtenida por psicólogos investigadores se inclina a mostrar que los valores
influyen de modo significativo en el comportamiento y que modificar los valores de uno
"causa" directamente cambios de personalidad. (Vea a este respecto el Handbook of
Rational Emotive Therapy.)
Asignación de tareas
Los principios de la TRE no dan por supuesto que las personas sean adiestradas por sus
padres o por otros condicionantes tempranos para estar emocionalmente trastornados,
sino que tienen sus propias tendencias innatas a perturbarse por sí mismas, así como
fuertes inclinaciones a recaer en un comportamiento disfuncional después de haberlo
superado temporalmente. Por lo tanto, es casi necesario tenerlas trabajando para que
cambien por sí mismas en los intervalos entre una sesión y otra, y lo hacen así mediante
la asignación de tareas específicas consecutivas. Éstas pueden ser cognoscitivas (por
ejemplo, llenando el Cuestionario de Informe de Autoayuda publicado por el Instituto de
Terapia Racional-Emotiva, que se reproduce en las páginas 148-154 de este libro):
emotivas (por ejemplo, haciendo algunos de los famosos ejercicios de la TRE para vencer
la vergüenza) o en vivo (por ejemplo, obligándose a subir en ascensores o a hacer otras
cosas que irracionalmente teman).
En el curso de asignación de tareas determinadas, los profesionales de la TRE con
frecuencia emplean técnicas de condicionamiento operante, creadas por B. F. Skinner y
sus seguidores, o bien procedimientos de autocontrol creados por F. Kanter y otros
terapeutas del comportamiento. Con estos métodos se enseña a los pacientes cómo
reforzarse ellos mismos con algo que verdaderamente disfruten (por ejemplo, escuchar
música o comer) después de hacer sus tareas y, a veces, castigándose (por ejemplo,
limpiando el retrete o quemando un billete de 20 dólares) si dejan de hacerlas.
Presentación de caso
Para mostrar cómo realmente funciona la TRE, permítaseme (Albert Ellis) citar uno de mis
casos publicados con anterioridad, que incluí en un capitulo sobre terapia racional-
emotiva en el libro Modern Therapies. Mi paciente era un varón de 27 años que
presentaba diversos síntomas: se sentía tímido e inhibido cuando intentaba relacionarse
con mujeres, tenía una muy rápida eyaculación en el coito y era hostil a imágenes de
autoridad, incluidas la de sus padres y su supervisor inmediato en el trabajo. Primero
discutí sus enormes temores de fracaso y sus antiguos sentimientos de poca autoestima.
Nuestra segunda sesión se produjo en la forma siguiente:
TERAPEUTA: Usted parece tener un miedo terrible a fracasar en hacer buenos contactos
iniciales con una mujer y tener éxito sexual.
PACIENTE: ¡Caramba, sí! Lo menos que puedo decir es que estoy muerto de miedo en
ambas cosas.
Debido a que si usted falla en cualquiera de esas tareas...
Si fallo, seré un soberano paran.
Pruébelo.
¿Que lo pruebe? Pero ¿no es evidente?
Para mí, no. Es bastante obvio que si una mujer lo rechaza a usted social o sexualmente,
no es para que se ponga a bailar de contento. Pero ¿en qué forma prueba eso que
usted, como individuo, no es bueno?
Sigo creyendo que eso es obvio. ¿Rechazaría esta mujer a cualquier otro hombre?
No, probablemente no. Vamos a suponer que ella acepta a muchos hombres, pero no a
usted. Vamos también a suponer que lo rechaza porque ella encuentra, primero, que
usted no es demasiado bueno en la conversación y, segundo, que termina
rápidamente en el coito. Así pues, ella lo encuentra doblemente deficiente. Sin
embargo, ¿cómo demuestra esto que usted no es bueno?
Pues prueba que no soy bueno para ella.
Sí, en cierta forma. Usted no es bueno para ella como conversador ni sexualmente. Tiene
para ella dos malas características.
Y no le gusto por tener esas características.
Correcto. En el caso que estamos suponiendo, ella lo rechaza por tener esos dos rasgos.
Sin embargo, todo lo que se demuestra con ello es que una mujer desprecia dos de
sus rasgos y que, por lo tanto, lo rechaza como amante o como esposo. Pero,
piénselo, podría muy bien aceptarlo como amigo no sexual ya que usted cuenta, no
lo olvide, con muchos otros rasgos, como inteligencia, talento artístico, confiabilidad,
etcétera.
Pero no los rasgos que ella desea.
Puede ser. No obstante, ¿cómo prueba esto que todas las mujeres como ella lo
encontrarían igualmente deficiente? Algunas, en realidad, podrían simpatizar con
usted porque es tímido y porque acaba pronto sexualmente... en el caso de que a
ellas no les guste el coito y en consecuencia, quieran terminarlo cuanto antes.
Muy bien. Ahora, el método de plantearse estas cuatro preguntas y persistir hasta que
obtenga respuestas sensatas es algo que usted puede hacer por lo menos 10
minutos cada día, aun cuando no tenga planes a la vista y no corra peligro de ser
rechazado. Y puede combinar esto con el condicionamiento operante, para aumentar
la probabilidad de dedicar los 10 minutos diarios a trabajar en ello.
¡Ah, comprendo! Es la técnica del refuerzo de Skinner.
Básicamente, sí. Usted primero descubre lo que realmente le gusta hacer y se inclina a
disfrutar --o disfrutaría si lo hiciera-- cada día, como el sexo, comer, fumar, hablar
con sus amigos o lo que quiera que sea. ¿Qué es lo que le parece que le gustaría
más de todo esto?
¿Qué tal tomar un helado?
En realidad, ¿toma usted o trata de tomar helado todos los días?
Claro que sí. Rara vez tomo menos de medio litro al día. Me encanta.
Muy bien. Ahora, ¿qué es lo que le disgusta mucho hacer y procura evitar?
Limpiar mi apartamiento. La eludo cuanto puedo. Pocas veces lo limpio.
Muy bien. Entonces, digamos que está de acuerdo conmigo --en realidad, con usted
mismo-- en que si trabaja por lo menos 10 minutos al día en contradecir y examinar
su tonta idea de que “es terrible el ser rechazado por una mujer atractiva”, se
permitirá después, y sólo después, tomar ese día un helado. Y si deja de cumplir la
tarea, no sólo no tendrá el refuerzo, es decir, el helado, sino también tendrá el
castigo de limpiar el apartamiento por lo menos durante una hora.
El paciente estuvo de acuerdo con esta clase de terapia contra el fatalismo de lo "terrible",
combinada con autodirección operante, y en el transcurso de las tres semanas siguientes
empezó a desechar su idea de que las mujeres atractivas tenían que aceptarlo. Actuó tan
bien a este respecto que pronto estuvo discutiendo su creencia irracional de que tenía que
prolongar la duración del coito, y cuando comenzó a desechar esta noción y a dejar de
menospreciarse por alcanzar el orgasmo rápidamente, su eyaculación se retraso de
manera considerable.
Otros métodos cognoscitivos emotivos y conductuales fueron utilizados con el
paciente, de acuerdo con el amplio enfoque de tratamiento de la TRE. Cognoscitivamente,
emplee imágenes sensoriales e imágenes racional-emotivas. Con las primeras, el
paciente practicó viéndose a sí mismo en la cama con una mujer, logrando una buena
erección y disfrutando la copulación durante cinco minutos o más de coito activo. Con las
imágenes racional-emotivas, vívidamente se imaginó fracasando en hacer cita con una
mujer y también, a veces, en prolongar el coito. Mientras imaginaba el fracaso, cambió
sus sentimientos "normales" de pánico y depresión a otros de tristeza y desagrado,
alterando concomitantemente sus terrores sobre sus fallas.
Cognoscitivamente también expliqué al paciente algunos mitos y hechos comunes
sobre el sexo y le mostré cómo podía satisfacer a la mayoría de las mujeres de manera
no coital, en caso de que no lograra la erección o no durara ésta lo bastante en el coito,
así como la forma en que podría emplear el sensate focus, hecho famoso por Masters y
Capítulo 11
En efecto, los niños encuentran determinadas actividades, como hablar con otros,
gritar y moverse por la habitación, mucho más satisfactorias que estar sentados en la
clase o prestar atención al maestro por mucho tiempo. Pero si el maestro les dice que si
están atentos durante, digamos, 10 minutos se les permitirá ir de un lado a otro del aula,
gritar o hablar con los demás, serán capaces de controlarse todo ese tiempo a fin de
obtener dicha recompensa o refuerzo.
creencias racionales porque a él no le gustaban esas citas y le habría sido grato poder
evitarlo y no sufrir las consecuencias.
Sin embargo, después continuó añadiendo un conjunto de creencias irracionales:
"¡Qué horrible es tener que sufrir esta clase de pugnas! ¡No debería tener que ir a una
cosa tan aburrida! Probablemente no tengo que ir a parte alguna, ya que puedo esperar
hasta que me ponga enfermo y entonces llamar a mi doctor. Aunque sea a la
medianoche, él vendrá a verme".
Le hicimos discutir (en D) esas creencias irracionales: "¿Por qué es horrible tener
que sufrir este tipo de pugnas?" Respuesta: "Por supuesto, no lo es. Es sólo molesto e
inconveniente, pero todavía lo será más si tengo una enfermedad que fácilmente podría
haberse evitado si hubiese ido a que el médico me examinara". "¿Por qué no tengo que ir
a una cosa tan aburrida?" Respuesta: "No hay razón alguna para que no tenga que
sufrirlo y existen, en cambio, varias buenas razones a favor de que sería mejor que me
examinaran, aun cuando ello requiera tiempo y me moleste. Si deseo seguir con buena
salud, más vale que me examinen regularmente, ya que eso aumentará mis posibilidades
de evitar enfermedades". "¿Puedo en realidad esperar a estar enfermo y entonces llamar
al médico?" Respuesta: "Desde luego que puedo, pues no hay ley que me impida hacerlo.
No obstante, ¡cuán imprudente sería! Pudiera ocurrir que el doctor no estuviera disponible
a altas horas de la noche y, aunque lo estuviera, ¿quién sabe lo que puede ocurrirme,
especialmente si me sucede algo serio, como un ataque cardíaco? Sin embargo, si voy a
verlo con regularidad, es probable que me ahorre algunos males que, de sobrevivir, serían
muy inconvenientes para mí. Así pues, será mejor no racionalizar pensando
engañosamente que es bueno esperar hasta que realmente esté enfermo para llamar al
médico".
En el taller de grupo le ayudamos a discutir sus creencias irracionales hasta que
comenzó a desecharlas. Todavía pensaba, correctamente, que era difícil e inconveniente
para él hacer citas médicas, pero no que era demasiado difícil y que no debería serlo. El
taller de grupo también sugirió para él un sencillo programa de ayuda propia, que
consistía en evitar tener cualquier tipo de sexo, incluyendo la masturbación, hasta que
concertara una cita con su médico y concurriera a ella.
Puesto que este hombre tenía una vida sexual activa y no quería renunciar a uno
de sus mayores placeres, inmediatamente hizo una cita para un examen médico general.
Esta clase de programas de refuerzo funcionó tan bien que utilizó el mismo procedimiento
para las citas con el dentista y para otros cuidados de la salud, y siempre las concertaba
en el acto cuando recibía el recordatorio correspondiente. Varios meses más tarde
escribió la siguiente misiva al dirigente del taller:
En verdad estoy contento de haber asistido a su taller sobre dilación o
aplazamiento, y tanto me satisfizo que decidí tomarlo en serio y trabajar con
perseverancia en lo que respecta a cambiar mi propio comportamiento. Me siento
mucho mejor por varias razones: conozco con exactitud el estado de mi salud y,
sobre todo, ahora sé que puedo manejar mi vida y pienso y actúo en forma que
verdaderamente no es frustrante. Todo esto me ayuda mucho y, en consecuencia,
lo estoy haciendo mejor en otras varias situaciones que antes jamás creí que podría
manejar. Gracias de nuevo por dirigir un taller tan excelente.
peso, reducir la bebida excesiva, asistir a reuniones sociales, actuar mejor con los
miembros de su familia, dejar de fumar, y a hacer muchas otras cosas que consideran
demasiado difícil o imposible realizar. En realidad, en cuanto se privan de alguna gran
satisfacción y hacen que su compromiso con esta actividad sea contingente con su
autodisciplina, esta última a menudo aumenta grandemente y con frecuencia obtienen
sorprendentes resultados.
No es que todas las personas que vemos o las que vea usted se hallen tan bien
dispuestas a aprender los métodos de autocontrol y a trabajar con ellos. Muchos son
clientes difíciles. Para estos individuos, que realmente no se vigilarán o que seguirán
fumando o comiendo en demasía y todavía se permitirán actividades gratificadoras a las
que supuestamente han de renunciar si fuman o comen mucho, encontramos a veces que
la sanción es más eficaz que la recompensa, pues muchos de ellos dirán honestamente:
"De verdad, no imagino cosa alguna a la que no pudiera renunciar fácilmente con tal de
seguir fumando o comiendo en exceso. El reforzarme yo mismo en esta forma
sencillamente no funcionará". Y no funciona, en efecto, o por lo menos ellos no dejan que
Funcione. .
Sin embargo, los castigos severos a veces resultan, como en el caso de la mujer
con problemas cardiovasculares cuyo médico le dijo muy enérgicamente que si no dejaba
de fumar las acostumbradas dos o tres cajetillas diarias se mataría. Ella respondió que
quería dejarlo y seguir viviendo, pero que no podía renunciar a fumar. Yo (Albert Ellis)
sugerí varios programas de refuerzo, pero ninguno funcionó. Así pues, le dije con firmeza:
"Mire, fumar para usted es tan evidentemente gratificador y dejar de hacerlo tan horrible
que puede seguir fumando, aun si ello representa no tener buenas comidas, renunciar a la
televisión o abstenerse de relacionarse con otras personas. Por supuesto, podría no
comer nada en absoluto durante todo el día con tal de dar una sola fumada a un cigarrillo.
Probablemente eso resultaría, pero no parece usted muy decidida a adoptar ese régimen
y a permitir que funcione.
-Tiene razón. No parezco tener la capacidad de apegarme a los programas de
refuerzo que ha utilizado hasta ahora.
-Usted tiene esa capacidad, pero no quiere utilizarla. Sin embargo, puedo decirle
algo que es posible que haga, si de verdad quiere dejar de fumar.
-¿Qué es?
-Castíguese usted misma con severidad inmediatamente --y quiero decir
inmediatamente después de que fume un solo cigarrillo.
-¿Castigarme yo misma? ¿Cómo?
-Bueno, eso depende de lo que usted considere castigo. Yo tengo uno que estoy
casi seguro que daría resultado; pero, desdichadamente; no he podido conseguir todavía
que alguien lo use.
-¿Cuál es?
-Muy sencillo: cada vez que dé una fumada al cigarrillo, inviértalo y ponga el
extremo encendido en su boca durante 15 segundos.
-¡Yo no podría hacer eso!
Asignación de tareas
Desde que yo (Albert Ellis) empecé a usar la TRE, ésta siempre ha enfatizado la actividad
de asignación de tareas, por lo general sobre una base in vivo o con vida (más que
imaginativa). Las imágenes racionales emotivas, como hemos visto en el capítulo anterior,
emplean técnicas imaginativas; así como otros varios procedimientos de TRE. Pero, en el
curso de los años hemos encontrado --lo mismo que un buen número de terapeutas del
comportamiento (como Isaac Marks) han descubierto también-- que insensibilizar in vivo
la asignación de tareas es lo que mejor funciona para muchos individuos que encuentran
difícil cambiar su conducta disfuncional.
Tenemos el caso de Joan F., que era excepcionalmente resistente a que con
regularidad le pusieran inyecciones de insensibilización alérgica, debido a sus intensos
temores a tener algo inyectado en su cuerpo con una aguja. Había sentido este miedo
desde la infancia y el mismo se debía, principalmente, a las varias semanas que había
permanecido en un hospital cuando tenía siete años de edad y al dolor que experimentó
cuando le tomaron del brazo muestras de sangre para una serie de pruebas. Dijo que en
la actualidad comprendía que el dolor producido por una aguja no era tan grande, pero
que todavía sentía terror sólo de pensar en que le pusieran una inyección.
Yo (Eliot Abrahms) examiné con todo cuidado el A-B-C de la TRE con Joan y la
induje a discutir el "horror" y los "no puedo soportarlo" que sentía en relación con las
inyecciones. Esta clase de terapia sólo la capacitó para permitir que le pusieran con
regularidad las inyecciones antialérgicas, pero no para que desechara sus tremendos
temores. Al discutir con ella la tarea, la propia paciente afirmó, aunque con gran vacilación
y con el evidente deseo de que yo me opusiera a la idea, que podía tomar una jeringa e
inyectarse ella misma varias veces al día hasta que quedara insensibilizada a esta clase
de proceso. Pensé que era una gran idea y la estimulé a intentarlo. También le indiqué
que, si dejaba de realizar su tarea, podía castigarse mediante la privación de hablar con
sus amigos íntimos, por teléfono o en persona, hasta que se hubiera inyectado por lo
menos cinco veces al día.
La idea pareció funcionar tan bien que inmediatamente obtuvo cierto número de
jeringas desechables y comenzó a inyectarse con agua de cinco a 10 o más veces cada
día. Al principio pudo hacerlo, pero todavía con sus habituales temores. Cuando, una
semana más tarde, determinó que seguiría adelante con las inyecciones, sin importar la
ansiedad que experimentara acerca de ellas, de repente se dio cuenta de que su
inquietud sobre ellas había disminuido y de que era capaz de considerarlas ligeramente
dolorosas, pero no espantosas o terribles. Evidentemente, como sucede con muchas
personas, había estado usando sus sentimientos de angustia para darse a sí misma una
excusa con el fin de no ponerse las inyecciones. En cuanto resolvió que no valdría excusa
alguna y que definitivamente, contra viento y marea, se las pondría todas, desapareció
gran parte de su ansiedad.
Después de unas semanas más de aplicarse varias inyecciones al día, Joan perdió por
completo su miedo, aun cuando nunca le gustaron. Pronto pudo abandonar su asignación
de tarea e ir con regularidad para sus cargas antialérgicas, sin molestia alguna. Su
proceso de insensibilización in vivo la había ayudado no sólo a desechar la deliberada,
aunque inconsciente, exacerbación de su ansiedad, sino también a habituarse tanto a
aplicarse varias dosis al día, que visitar a su alergista dos veces por semana para que la
inyectara parecía intrascendente y leve.
Teniendo presentes casos como éste, usted puede a menudo ayudar a sus
pacientes a imaginar algunas actividades in vivo que puedan practicar con regularidad, en
forma de tareas. Por lo general, éstas serán tareas contra la ansiedad, es decir, hacer
algo que temen realizar, por ejemplo, ir a que un médico los examine o incluso llamar por
teléfono para averiguar los resultados de un examen. Sin embargo, también pueden estar
Métodos de relajación
Joseph Wolpe fue pionero, hace ya muchos años, en el empleo de la técnica de relajación
progresiva de Edmund Jacobsen, como método de inhibición recíproca. Dejaría que las
personas imaginaran cosas o acontecimientos de los que tenían miedo (por ejemplo,
viajar en tren o hablar en público) y luego, cuando se sentían ansiosas acerca de esos
acontecimientos imaginarios, interrumpía su ansiedad mediante la relajación. Después de
un rato, como lo han demostrado varios experimentos, los pacientes se preparaban para
sentirse menos angustiados cuando imaginaban tales escenas "peligrosas", y por fin eran
capaces de encarar sus temores en la práctica. Una abundante experiencia clínica ha
demostrado que la forma de insensibilización de Wolpe puede realizarse con diferentes
clases de métodos de interrupción y sin ningún tipo de relajación.
Sin embargo, esta última todavía constituye un buen método para ayudar a las
personas, al menos paliativa y temporalmente, a superar la ansiedad. A menudo usted
podrá utilizarla con éxito con sus pacientes, cuando éstos se enfrenten a situaciones de
salud "terribles" o "peligrosas", como ingresar en un hospital, pasar por determinados
procedimientos diagnósticos, o aun tener un examen regular en un consultorio médico.
Para emplear esta técnica, usted aprende por sí mismo uno de los diversos métodos de
relajación, por ejemplo: el de Jacobsen o la técnica de Luthe y Schultz. Usted puede,
entonces, explicar a sus pacientes el modo de practicar esta técnica, especialmente en
momentos en que se encuentran muy perturbados. También puede darles instrucciones
impresas o en casete para que aprendan dicho método.
De manera similar, puede estimular a algunos de sus pacientes a utilizar técnicas
de meditación, yoga y otras varias que tienden a ayudarlos a relajar sus cuerpos y a
desechar los pensamientos compulsivos obsesivos, con los que quizá ellos mismos se
estén inquietando. La TRE supone que todas estas técnicas involucran mucha distracción
del pensamiento. Cuando, por ejemplo, usted usa el método de relajación progresiva de
Jacobsen y se concentra en el relajamiento de un músculo tras otro, está obligado a
pensar muy de acuerdo con lo que hace para relajarse y, mientras se concentra
mentalmente en esta clase de problema, encontrará casi imposible preocuparse por algo
más. Igualmente, la meditación, el yoga, la respiración, ver televisión, mirar escaparates y
otros muchos tipos de relajación mental o física son realmente formas de distracción del
pensamiento o diversión y funcionan cognoscitiva y "físicamente".
Por consiguiente, usted puede usar estos métodos con sus pacientes y situarlos en
un marco de la TRE. Quizá se dé cuenta de que dichos métodos funcionan principalmente
porque consisten en distracción mental, y usted debe informar de esto a sus pacientes
más sofisticados e instruidos. También puede hacerles saber que tales métodos, por lo
general, son paliativos, debido a que es muy fácil que vuelvan a las mismas angustias un
poco después, ya que no han descubierto, por medio de la relajación, el meollo filosófico
de su creación de ansiedad y no han discutido esta parte central en lo que llamamos
punto D de la TRE.
No obstante, los diversos métodos de relajación y distracción vienen a ser como la
aspirina, paliativos, pero a menudo útiles. Esto es particularmente cierto cuando sus
pacientes se ven confrontados por situaciones temporales, como una estancia
relativamente breve en el hospital. Si usted les muestra cómo relajarse o distraerse por sí
mismos durante dicha hospitalización, con frecuencia se encontrarán mucho mejor
adaptados mentalmente y se recuperarán con más facilidad de una operación o de
RACIONAL EMOTIVA: cognitivo - conductual
40
cualquier otro padecimiento. Si los pacientes tienen angustia básica imaginaria, los
métodos de relajación sólo funcionarán temporalmente y sería mejor que fuesen
acompañados de los otros importantes métodos de la TRE señalados en este libro. Pero
si se encuentran angustiados sólo bajo determinadas condiciones limitadas, será posible
que los procedimientos de relajación resulten muy útiles.
Los problemas de salud con frecuencia conducen a la falta de sueño suficiente y,
por el mismo motivo, la falta de sueño suele llevar a problemas de salud. Los métodos de
relajación y distracción son valiosos para superar dichos casos de insomnio. De este
modo, si sus pacientes saben cómo realizar la relajación progresiva, concentrarse
regularmente en la respiración o decirse hacia sus adentros, para autosugestionarse
cuando están acostados: "¡Relájate, relájate, relájate!", será posible que se duerman con
mucha más facilidad. Al mismo tiempo, cabe mostrarles que el insomnio no es espantoso
ni horrible, sino sólo muy inconveniente. Sin embargo, utilizando la TRE para ayudarlos a
desechar sus ansiedades respecto al sueño, probablemente dormirán mejor.
Adiestramiento en destrezas
La TRE fundamentalmente subraya que las personas se ayudarán a sí mismas y
alcanzarán un grado máximo de desarrollo cuando cambien su pensamiento básico y
acepten una toma de riesgos y una perspectiva aventurada sobre la vida; en
consecuencia, la TRE los prepara filosóficamente para actuar así. Sin embargo, como se
señaló en el artículo "Terapia racional-emotiva: datos de investigación de las hipótesis
Clínicas y de personalidad de la TRE y otros modos de terapia de comportamiento
cognoscitivo", cuando hombres y mujeres reciben entrenamiento en determinadas
destrezas, por ejemplo, en aserción, socialización, técnica sexual, o esclarecimiento de
valores, con frecuencia cambian su pensamiento a su emoción y otros comportamientos y
a veces se vuelven bastante menos perturbados emocionalmente.
Por ejemplo, supongamos que usted tiene una paciente que no sabe cómo
comunicarse bien con los demás, que está angustiada por su ineptitud social y que se
siente muy deprimida cuando no es capaz de relacionarse bien con una persona o un
grupo. Utilizando la TRE, usted le muestra que su ansiedad y depresión proceden
principalmente de sus propias creencias irracionales y no del hecho de que en el punto A
(experiencia activante) está teniendo dificultad en comunicarse con otros y a menudo
fracasa en ello. Probablemente ella se diga a sí misma: "¡Tengo que comunicarme bien y
conseguir la aprobación de los demás! ¡Es espantoso que no lo logre! ¡No puedo soportar
mi ineptitud social! ¡Soy una completa nulidad, una inútil por tener tal dificultad!
Usando algunos de los principios esenciales de la TRE haga usted que ella discuta
(en D) sus creencias irracionales y avance hacia una filosofía más sensata o un nuevo
efecto cognoscitivo (en el punto E): "Bueno, sería preferible que me relacionara bien y
obtuviese la aprobación de los demás. Sin embargo, soy una persona muy falible y
siempre haré algunas cosas mal y fallaré en conseguir la aceptación de muchas
personas. ¡Cuán molesto y frustrante es! Pero no es espantoso y definitivamente puedo
soportarlo. Además, mi valía como ser humano no tiene nada que ver con mis diversas
características y destrezas e incluso, aunque siempre me relacione francamente mal, eso
sólo es una falla y no hace de mí un fracaso. Puedo, no obstante, llevar una existencia
razonablemente feliz, aun cuando algo menos feliz por causa de esta deficiencia. Ahora,
vamos a ver lo que puedo hacer para compensar algunas de mis deficiencias en la
comunicación".
RACIONAL EMOTIVA: cognitivo - conductual
41
Control de estímulo
En forma característica, la TRE hace hincapié en la ayuda a las personas para cambiar
sus sistemas de creencias más bien que sólo sus experiencias activantes o eventos
ambientales de sus vidas. No obstante, en el curso de sus métodos conductuales, a veces
la TRE muestra asimismo a los pacientes cómo controlar cierta clase de estímulos, a fin
de que sea menos probable que recurran a conductas disfuncionales de enviciamiento.
Considérese, especialmente, el problema de ayudar a los pacientes a controlar sus
tendencias a comer con exceso así como a perder peso sobrante y a no recuperar esa
pérdida. Puesto que gran número de personas de los países occidentales están
excedidas de peso y la obesidad contribuye a crear y agravar muchos de sus problemas
de salud, ésta es una importante área que debe usted tener en cuenta y en la que ha de
procurar ayudar a sus clientes. Como es usual, quizá usted lo haga mostrándoles que su
afición a comer en demasía procede en buena parte de su poca tolerancia a la frustración,
es decir, de sus creencias irracionales de obligatoriedad: "No debo sufrir privación
inmediata y para mí es espantoso tenerla. No puedo soportar constantes frustraciones
como ponerme a dieta. Mi vida será horrible si me veo obligado a seguirla durante el resto
de mi vida para conservar la salud y tener otras satisfacciones que necesito".
Esta especie de hedonismo de corto alcance básicamente hace que muchas
personas de nuestra cultura --quizá la mayoría-- no se autodisciplinen en muchas cosas
importantes, incluyendo la aceptación de un adecuado régimen alimenticio. Utilizando la
TRE, usted puede mostrar a sus pacientes que tienen una filosofía contraproducente,
enseñarles cómo discutirla activamente y ayudarlos a adquirir una mayor tolerancia a la
frustración y, por consiguiente, a preparar el ambiente para mejorar procedimientos
dietéticos.
Sin embargo, a menudo esto no basta. Será mejor que usted procure que sus
pacientes adquieran la suficiente capacidad para seguir una dieta, a cuyo fin convendrá
que les proporcione algún entrenamiento. Por ejemplo, podría considerar que aprendieran
algo respecto a calorías, nutrición y otros aspectos de la dietética. También sería bueno
que les enseñara algunos elementos de control del estímulo, ya que gran parte de las
personas siguen la dieta mal y con menos rigor cuando se encuentran rodeadas de otras
que comen mucho, cuando tienen a su alcance alimentos inadecuados y cuando las
condiciones de sus vidas las conducen a comer en exceso.
En consecuencia, podría enseñarles cómo controlar algunos de los estímulos de
sus vidas relacionados con la alimentación, haciéndoles seguir reglas específicas como
las siguientes: 1) Reestructure el ambiente para reducir las tentaciones a comer. Por
ejemplo, si en la oficina sirven pastas a la hora del café, usted (el paciente) debe tomar
inmediatamente su taza y llevársela a su escritorio para beber el contenido, abandonando
el lugar donde se toma café hasta que se termine el tiempo dedicado a ese descanso. 2)
Evite la compra de alimentos problemáticos. Cuando vaya a la tienda de comestibles o al
supermercado, haga una lista de los que le convienen y lleve sólo el dinero preciso para
pagar el precio de los mismos. 3) No sirva determinados alimentos a los niños o a los
compañeros. En vez de eso, capacítelos para que se sirvan ellos mismos, a las horas de
comer, los postres o los alimentos que engordan. 4) Tire inmediatamente al cubo de la
basura lo que quede en los platos y no deje a la vista cualquier alimento tentador que
pueda desear comerse más tarde. 5) Abandone la mesa tan pronto termine una comida.
6) Coma despacio y no "trague" los alimentos. Cuanto más tarda uno en comer, menos
tiende a seguir haciéndolo. 7) Tome diariamente por lo menos tres comidas (y, de
preferencia, cuatro) a fin de que las calorías que ingiera se dividan y usted no se sienta
tentado a comer demasiado en cualquiera de ellas. 8) Ocúpese sólo de comer; no vea la
televisión, no lea y no se entregue a otras distracciones que pueden impedirle comer sólo
la cantidad correcta. 9) Mantenga su despensa provista del modo que le convenga. Por
ejemplo, no tenga en la casa dulces o alimentos especialmente tentadores. 10) Haga
ejercicios de relajación o dedíquese a otros entretenimientos que le impidan sentir
ansiedad y, por lo tanto, hambre debida a la misma. 11) Utilice un plato pequeño, más
que grande. Esto le dará la impresión de comer más. 12) No emplee en las comidas
condimentos que tengan un alto contenido calórico. 13) Haga con regularidad ejercicios
que ayuden a quemar calorías, como caminar en forma moderada. 14) Elimine de la dieta
alimentos altamente calóricos, como el alcohol, los pasteles, el pan y la mantequilla. 15)
El paciente debe también procurar que los miembros de su familia apoyen sus esfuerzos
dietéticos.
Mientras usted utiliza tales técnicas de control del estímulo, puede ayudar a sus
pacientes a emplear técnicas cognoscitivas específicas de dietas, por ejemplo: la de
atacar sus actitudes de todo o nada: "Ahora que he abandonado el régimen por comerme
una dona, he echado a perder por completo las cosas. Así, lo mismo daría ya que me
comiera seis donas", o la de atacar las actitudes perfeccionistas: "Puesto que sólo he
perdido unos pocos kilos, me tomará toda la vida perder la cantidad de peso que me
convendría quitarme de encima". Si usted ayuda a sus pacientes a seguir trabajando en
sus cogniciones mientras ellos utilizan también métodos conductuales de control de peso,
podrán sobrellevar sus dietas mucho más fácilmente y, asimismo, seguirlas durante un
largo tiempo.
Capítulo 12
Métodos cognoscitivos
adicionales de TRE
de este modo, usted tendrá muchos métodos cognoscitivos potenciales que podrá
emplear terapéuticamente, la mayoría de los cuales ya figuran en la literatura, aunque
otros sean inventados o recreados por usted. Una intervención cognoscitiva muy eficaz
consiste en explicar las pruebas y los procedimientos a los pacientes, educándolos en
general acerca de sus incapacidades. En el resto de este capítulo esbozaremos algunos
métodos cognoscitivos adicionales que apenas hemos mencionado hasta ahora.
Sugestión y autosugestión
Hasta el propio Sigmund Freud, que estaba muy interesado en explorar profundamente el
pasado de las personas y en conectarlas de modo interpretativo con sus alteraciones
presentes, comprobó que el oro del psicoanálisis está casi invariablemente mezclado con
la escoria de la sugestión, y así lo señaló con claridad. Pudo haber señalado, asimismo,
que toda la psicoterapia tiende a contener una gran dosis de sugestión, ya que los
humanos creen en gran medida lo que desean creer más bien que la "verdad"
empíricamente apoyada, y dan una fuerza enorme, y a menudo mágica, a un terapeuta
impresionante, en particular si tienen grandes dotes de "personalidad", encanto o carisma.
Además, una vez que toman en serio las sugestiones del terapeuta, aun cuando sean
bastante erróneas o dolorosas, suelen adoptarlas autosugestivamente. En realidad, como
Hippolyte Bernheim comprobó hace muchos años y como Emile Coue vio más
específicamente, casi toda sugestión es efectiva en gran parte porque las personas la
convierten en autosugestión y activamente aceptan lo que alguna "autoridad" les ha dicho
que es verdad.
Puesto que sus pacientes son pensadores sumamente negativos que se dicen de
continuo a sí mismos que no pueden hacer algo que en realidad sí pueden hacer, que
otros son personas despreciables por no hacer lo que desean y que el mundo es un lugar
demasiado difícil para poder vivir en él con felicidad, a menudo a usted le será posible
hacer que ellos cambien radicalmente este pensamiento negativo, mostrándoles cómo
reemplazarlo por "pensamiento positivo". Esta técnica terapéutica ha sido aplicada con
éxito y enseñada por muchos individuos, incluyendo a Coue, Dorothea Brande, Norman
Vincent Peale y Maxwell Maltz. Hay mucha evidencia clínica y experimental que muestra
que con frecuencia hace "milagros". Las personas que se han sentido deprimidas,
paralizadas y casi pandémicamente angustiadas, a veces utilizan el pensamiento positivo
o la autosugestión beneficiosa para convencerse de que pueden hacer bien las tareas
más diversas y disfrutar, a pesar de las muchas adversidades. Hay poca duda de que
muchas de tales personas se sienten y actúan mejor recurriendo a este método.
Por consiguiente, usted puede, en forma bastante autoritaria y a veces casi
dogmática, utilizar la sugestión para convencer a sus pacientes de que pueden
sobreponerse a sus males físicos, que podrán llevar vidas más eficientes y productivas,
que tienen la fortaleza necesaria para arrostrar procedimientos diagnósticos o quirúrgicos,
que les es posible soportar el dolor y la frustración y que son capaces de hacer muchas
cosas que negativamente consideran demasiado difíciles o imposibles. Usted encontrará
particularmente valiosa esta clase de sugestión positiva cuando la emplee con personas
que tienen una capacidad limitada para responder a formas más apropiadas de TRE,
como los niños pequeños y los individuos de ideas flexibles.
Mientras usted emplea el pensamiento positivo con sus pacientes, descubre sus
limitaciones características. Las personas que se sienten mejor como resultado de la
sugestión, de la autosugestión, del pensamiento positivo, de la conversión religiosa o de
RACIONAL EMOTIVA: cognitivo - conductual
49
buen ajuste heterosexual después de que un médico fundamentalista tuvo una sesión de
tres horas con él. En el curso de la misma, el doctor le dijo que estaba poseído por
espíritus diabólicos, lo exhortó y oró para que desapareciera su transexualismo, y puso
sus manos sobre su cabeza y sus hombros en ademán taumatúrgico. En cuanto este
médico supuestamente exorcizó a 22 espíritus diabólicos de su cuerpo, el paciente
inmediatamente se despojó de las ropas femeninas, anunció que era hombre y se fue a la
peluquería a que le cortaran sus largos cabellos, dejándoselos al estilo corto de los
varones. Más tarde, continuó el exorcismo con lecturas de la Biblia y una visita a un
conocido exorcista, y desde entonces fue siempre heterosexual.
Un caso como éste muestra de manera espectacular cómo la sugestión
cognoscitiva seguida de una fuerte autosugestión puede resultar en un cambio
pronunciado en los síntomas y la personalidad de un individuo. Cierto. Sin embargo, del
informe del doctor Barlow parece evidente que este transexual "curado" dejó la terapia de
conversión con algunos trastornos continuos e incluso a veces más marcados y que, en
cierta forma, su "cura" difícilmente fue completa en términos de TRE. En consecuencia,
compruebe usted el poder de sugestión y autosugestión y a veces utilice estas técnicas
con pacientes adecuados, pero con cautela y teniendo pleno conocimiento de sus
limitaciones. La TRE intenta ayudar a las personas a ser menos sugestionables y de
pensamiento más selectivo e independiente. No obstante, este resultado ideal de la TRE
es difícil que se produzca con todos sus pacientes y en todas las ocasiones.
Interpretación de defensas
Una observación muy exacta de los freudianos y de otros terapeutas psicoanalíticamente
orientados, con la que Eric Berne también estuvo de acuerdo en su análisis transaccional,
se refiere al hecho de que, en lugar de admitir honradamente muchos de sus fracasos e
imperfecciones, los humanos tienden a ponerse a la defensiva y recurrir a toda clase de
mecanismos de escape, como la racionalización, la proyección, la evasión, el olvido y la
mentira. Muchos de sus pacientes, probablemente, utilizarán tales defensas. ¿Qué puede
usted hacer para ayudarlos a evitar esta clase de pensamiento y de comportamiento
defensivo, sobre todo considerando que el mismo les impide reconocer algunos de sus
síntomas más importantes (especialmente la hostilidad y la ansiedad) y, por consiguiente,
les da pocas oportunidades de desembarazarse de tales síntomas?
La respuesta psicoanalítica a esta pregunta consiste en mostrar a las personas, por
medio de un proceso terapéutico prolijo, cómo se originaron sus defensas
(supuestamente en su primera infancia, sobre todo en sus relaciones con los padres) y,
muy poco a poco, revelarles el patrón defensivo durante este proceso. En la TRE, por lo
común, tomamos un enfoque mucho más directo. Supongamos que las defensas
proceden en gran parte de la condenación propia y que si los pacientes se censuran a sí
mismos por tener un síntoma --en particular si es socialmente criticable, como la
hostilidad-- a menudo recurrirán a diversas clases de defensa para mantener dicho
síntoma fuera de su conciencia e incluso, si alguien lo descubre, negar que el mismo
existe. Por lo tanto, nosotros iniciamos con ellos, desde muy al principio de la terapia, un
proceso en contra del "es terrible" y del "debe" o "tiene que", que les muestra, a menudo
en unas cuantas sesiones, que ciertamente cometieron muchos errores y se frustraron en
varias formas, pero que no son despreciables o condenables por ello. Les mostramos,
como se indica en varias partes de este libro, que siempre pueden aceptarse a sí mismos
le mostré cómo podría elegir entre una docena de sitios distintos y cómo emplear diversas
técnicas para establecer una relación, que jamás se le habían ocurrido, incluyendo la de
asistir a convenciones importantes, en las que se encontrarían presentes muchos varones
de alto nivel, y la de entrevistar a ejecutivos de altura (que manifestó eran los que le
resultaban más atractivos) con objeto de documentarse para un artículo que podría
escribir sobre ellos. Cuando proclamó que nunca le era posible encontrar un trabajo
interesante, la envié a la biblioteca a buscar el Diccionary of Occupation and Titles, que le
proporcionó numerosas ocupaciones probables que ni siquiera imaginaba que existieran,
algunas de las cuales parecían interesantes y para las que se hallaba capacitada por su
educación. Cuando insistió en que no podría encontrar nada emocionante en la vida, le
presenté su lista de cosas que había deseado hacer en el pasado o que pensaba que le
gustaría hacer ahora. Obligada a tomar decisiones, encontró varios trabajos de
pasatiempo, incluyendo el estudio de la botánica y la horticultura, en las que no había
pensado durante mucho tiempo.
Al insistir en que tenía muchas alternativas a las que no había prestado atención y
al revisarlas con ella, descubrí que se volvió mucho más animada y menos deprimida en
el curso de los siguientes meses. También empezó a buscar un nuevo empleo y a
establecer una sólida relación con un hombre, por primera vez en años. Siempre que ella
decía cosas como: "No sé qué hacer" o "No sé lo que realmente quiero”, yo le señalaba
que no se iba a aburrir explorando varias opciones posibles, y la guié para que lo hiciera.
En realidad, esta mujer siempre sabía qué hacer y qué era lo que deseaba cuando
empezaba alguna exploración de posibilidades.
De modo similar, es posible que usted suponga que algunos de sus pacientes
tienen muchas más potencialidades y capacidades de las que están utilizando, pero que
se encuentran atrapados en el cieno de la depresión o la indecisión, porque sólo se
dedican a pensar en unas pocas cosas, o en ninguna, fuera de sus problemas. Asimismo,
cuando se les ocurre una "solución" y la misma resulta inferior a la ideal (por ejemplo,
elegir un curso de estudio determinado, o a un compañero), no les deje suponer que
tienen que seguir en dicha situación indefinidamente cuando, por supuesto, no lo harán.
En tales casos, muéstreles una o más alternativas. Hágales comprender que los humanos
normalmente deciden su propio destino y que tienen grandes capacidades para
reconsiderar y elegir de nuevo. Ayúdelos a abandonar su inflexibilidad, proporcionándoles
varios caminos a seguir o, mejor aún, estimulándolos a encontrarlos por sí mismos. La
elección ampliada y flexible constituye una de las esencias de la salud emocional. Ayude
a sus pacientes a adquirir dicha tolerancia.
Precisión semántica
Como se indica en la introducción de varios libros sobre la TRE, en especial How to Live
With a Neurotic, A New Guide to Rational Living y How to Live With --and Without-- Anger,
el pensamiento humano se ve distorsionado parcialmente a causa de las imprecisiones
del lenguaje y, de manera recíproca, el empleo de un lenguaje impreciso es consecuencia
del pensamiento distorsionado. Alfred Korzybski, fundador de la semántica general, fue
uno de los primeros en señalar esto detalladamente y muchos de sus estudiantes, como
S.I. Hayakawa, D. David Bourland, Jr., John G. Lynn y Wendell Johnson, han agregado a
sus teorías la semántica general y la han aplicado a veces a los problemas de salud
emocional.
pensar de manera más racional, pero no tengo que hacerlo. Si no lo hago, sólo sufriré
innecesariamente y estoy determinado a procurar sufrir menos".
De este modo, usted sigue de cerca las formas de pensamiento imprecisas,
exageradas y demasiado generalizadas de sus pacientes, cuando hablan consigo mismos
o conversan con usted o con otras personas, y si usted, sin condenar, amablemente sigue
corrigiéndolos, los estimulará de igual modo a rectificarse ellos mismos y a aprender a
pensar de manera más clara y racional.
Terapia de retribución
En estudios realizados por muchos psicólogos sociales y experimentales se ha
encontrado que las personas a menudo tienden a atribuir motivos, razones y causas a los
tuvieron esta discusión y la mujer, sin ira alguna, comprendió la situación sexual en que él
se hallaba, a ella le resultó muy fácil hacer que su marido aceptara métodos no coitales
regulares a fin de lograr el orgasmo, y ambos comenzaron a tener una vida sexual
notablemente satisfactoria.
Cuando sus pacientes se quejen de que alguien les hace algo o de que las
condiciones están dispuestas para que sufran indebidamente, revise el asunto, pues no
sea que estén haciendo suposiciones infundadas Si éste fuera el caso, trabaje con ellos a
fin de acabar con dichas atribuciones y trate de que hagan algo práctico para solucionar
sus quejas. Encontrará usted que, una vez que dejan de atribuir intenciones
desagradables a otros y cesan de pensar que todas las estupideces del mundo están
especialmente dispuestas para confundirlos, se sentirán mucho mejor y pasarán
momentos más gratos en la vida.
Métodos de distracción
En realidad, buena parte de la psicoterapia consiste en distracción, aunque algunos de los
que utilizan esta forma de tratamiento no parecen estar plenamente conscientes de cómo
y por qué la están empleando. Como ha señalado Joseph Wolpe, una vez que las
personas se inquietan por algo, utilizan diferentes modos de distracción, o sea lo que él
llama inhibición reciproca, para apartarse de sus ansiedades y sentirse mejor. Si hacen
esto un suficiente número de veces, comenzarán a comprobar que cuentan con una
técnica eficaz de control de la ansiedad, y entonces es posible que pierdan por completo
ciertos temores.
Aunque muchos métodos de distracción, como la relajación, el yoga y los deportes,
parecen físicos, realmente son muy cognoscitivos, ya que, de acuerdo con la teoría de la
TRE, nosotros mismos nos angustiamos, nos deprimimos o nos hacemos hostiles, al
enfocarnos o concentrarnos en alguna idea horripilante, como: "Sería horrible que
fracasara en la plática que voy a dar mañana. Tengo que darla bien. Sería una persona
abominable y muy estúpida si la diera mal".
Como reiteradamente hemos mostrado en este libro, una solución excelente y
duradera a esta clase de "horripilación" consiste en discutir lógica y empíricamente estas
ideas y reemplazarlas con una nueva filosofía (o efecto cognoscitivo) de que sería
desventajoso, pero difícilmente horrible o catastrófico que fallemos en esta plática de
acercamiento. Sin embargo, por una u otra razón, podemos no hacer esta clase de
reflexión y, en cambio, distraernos de diferentes maneras, por ejemplo, entablando una
conversación con alguien, leyendo, viendo la televisión, haciendo ejercicios extenuantes,
meditando, o usando la técnica de Jacobsen de relajación muscular progresiva.
Todas estas y otras muchas distracciones a menudo funcionan debido a que
mientras estamos practicándolas, nos concentramos en lo que hacemos y, debido a esto
y a la forma limitada en que nuestra mente trabaja, por lo general no podemos
simultáneamente concentrarnos en lo terribles que pueden ser las cosas. Por supuesto,
esta forma de distraernos con pensamientos sobre X (una evocación relativamente
agradable) y, por consiguiente, de dejar de pensar sobre Y (evocación más bien
desagradable) tiene limitaciones evidentes. En primer lugar, nuestras ideas
desagradables pueden no ser enteramente destructivas, ya que a menudo comprenden
una preocupación apropiada así como ansiedad o pánico inapropiado, y al desecharlas es
posible que desechemos también la solución constructiva del problema. En segundo
lugar, las distracciones cognoscitivas pueden ser una forma de negación, ya que si con
frecuencia recurrimos a ellas, quizá expulsemos de la conciencia las ansiedades, las
hostilidades y otras ideas negativas y nos quedemos sin tener contacto con ellas. En
tercero, la distracción normalmente sólo dura cierto tiempo, puesto que, al dejar de
concentrarnos en actividades físicas, en fantasías placenteras, en meditación o en lo que
quiera que sea, todavía nos quedamos, por lo general, con los mismos problemas básicos
que teníamos.
Los autores de este libro, por ejemplo, con frecuencia han tratado con entusiastas
maestros de meditación, yoga y métodos de relajación y los han visto beneficiarse
apreciablemente del empleo de esta técnica en ellos mismos. Son capaces de
concentrarse profundamente en estados placenteros y de despreocupación durante
períodos que van de 20 minutos a unas cuantas horas al día. En esos lapsos están muy
tranquilos y a veces casi estáticos. No obstante, todavía tienen ansiedades básicas
considerables y, en ocasiones, abrumadores raptos de ira y depresiones; ni siquiera los
centenares o millares de veces que han recurrido a sus métodos de distracción han
logrado revelar parcialmente sus trastornos fundamentales.
Sin embargo, usted puede recomendar a sus pacientes varias clases de
distracciones cognoscitivas, en especial para usarlas como respiros temporales de
ansiedad abrumadora. Si enfrentan procedimientos médicos u odontológicos que
consideran "horrendos" o "debilitantes", también debe usted mostrarles cómo utilizar los
métodos de relajación de Jacobsen o de Luthe y Schultz, aconsejarles el yoga y otros
ejercicios, enseñarlos a meditar, dirigirlos hacia los deportes o incitarlos a que se
involucren en otros tipos de actividades de distracción.
A este respecto, una de las mejores es la que en la TRE llamamos interés
absorbente vital. Los humanos, como se señala en A New Guide to Rational Living,
naturalmente buscan actividades agradables. Sin embargo, muchas de éstas duran poco
y, por tanto, conducen al aburrimiento y a la búsqueda de nuevos entretenimientos, los
que a veces no son fáciles de encontrar o de continuar. En consecuencia, si sus pacientes
pueden involucrarse en intereses de largo alcance y en gran escala, a menudo se sentirán
mejor que si sólo se fijan metas efímeras.
Algunas actividades constructivas de largo alcance pueden ser, por ejemplo,
casarse y fundar una familia; especializarse en intereses vocacionales absorbentes, como
la medicina, la astronomía o la bioquímica; tratar de hacerse novelistas, pintores o
médicos sobresalientes; convertirse en expertos en algún deporte, en el teatro o en la
política; viajar a todos los lugares importantes del mundo, etcétera.
Si usted ayuda a que sus pacientes estén entregados a mantener un alto nivel de
interés en uno de estos importantes campos (o incluso en varios), a menudo tenderán a
estar permanentemente alejados de algunas de sus peores preocupaciones y
depresiones y podrán llevar una vida mucho más feliz. No permita, cortésmente, que le
convenzan de que ellos no experimentan, ni podrían tal vez experimentar en el futuro,
semejante entrega en gran escala. Casi todos pueden, si realmente lo intentan, lograr
alguna. Persista en sus intentos por desarrollar en ellos esta clase de interés vital y ver si
puede ayudarlos a descubrir alguno.
Los pacientes casi siempre podrán hacer lo que se les pide. Entonces usted deberá
preguntarles cómo hicieron ellos para sentirse preocupados y molestos, en vez de muy
ansiosos acerca de sus sentimientos de ansiedad, y generalmente contestarán: "Me dije a
mí mismo que aquello sólo era molesto, pero no terrible ni motivo de ansiedad" o
"Comprendí que la ansiedad es sólo un sentimiento desfavorable y que ciertamente no
me mataría". Luego, haga que practiquen este mismo procedimiento IRE todos los días
durante un mes aproximadamente, hasta que puedan imaginarse ellos mismos
sintiéndose ansiosos y encaren esta clase de sentimiento con cierto grado de
ecuanimidad.
Después, con una combinación de imaginar técnicas y de explicar y combatir los
sentimientos severos de ansiedad con el A-B-C-D-E de la TRE, usted ayudará a sus
pacientes a encarar y superar casi cualquier temor abrumador (o temor de estar
temeroso) que hayan creado. La ventaja del aspecto de discusión o desafío de la TRE es
que también le ayuda a usted, como terapeuta, a comprender más acerca de lo que está
ocurriendo en la mente y en los sentimientos del paciente, lo que le permite dar a éste una
imagen mucho más cabal de lo que está sucediendo y de la forma en que puede ser
comprendido y cambiado.
al menos en cierto grado, ya sea en forma franca o encubierta. Así, esté vigilante para
observar si los tienen.
Si encuentra a sus pacientes manifestando cualquier forma de ansiedad del ego,
puede utilizar la regla general A-B-C-D-E de la TRE y, en especial, concentrarse en D, o
discutir sus creencias irracionales que directamente parecen yacer en el fondo de esta
clase de ansiedad. De manera más específica, puede mostrarles o enseñarles las
siguientes filosofías de contraataque.
1. Usted no es definitivamente sus características o no es igual que éstas. Sus
características, sus hechos y sus realizaciones son, desde luego, aspectos importantes de
usted. Pero si tiene una característica excepcionalmente mala, por ejemplo, la de una
estupidez o una inmoralidad consistente, éste es sólo uno de sus principales rasgos.
Decir, por consiguiente, que usted, un ser humano cabal, es malo o inútil debido a esta
característica (que es contraproducente y propiciatoria de una menor felicidad) constituye
una excesiva generalización y no puede ser lógica o empíricamente válida.
2. Usted, o su totalidad como ser humano, es tan complejo que lo probable es que
no pueda ser objeto legítimamente de una clasificación única. Tiene, en verdad miles (Si
es que no millones) de rasgos y de modos de proceder. A veces, estos son bueno
(ayudan a usted y a otros a vivir con felicidad) y, a veces, son malos (contraproducentes e
innecesariamente perjudícales para su felicidad o la de otros) La mayoría de tales
características son bastante diferentes. Consisten, en cierto sentido, en manzanas y
peras. Pueden estar cambiando sin cesar. Por lo tanto, ¿Cómo puede usted, o cualquier
otro, sumarlos o multiplicarlos, dividir entre el número total de características involucradas
y obtener una clasificación general de su ser?
3. Usted constituye un proceso en marcha, en cambio constante. Tiene un pasado
y un presente y, hasta el día de su muerte, siempre tendrá un futuro. Difícilmente parece
legitimo asignar cualquier índole de clasificación conjunta a un proceso de esta
naturaleza. ¿Cómo va usted a saber o a predecir con exactitud, en qué forma se
conducirá en un futuro?
4. Cuando usted se clasifica a sí mismo, su individualidad, o su totalidad, puede
parecer que está intentando ayudarse a vivir y disfrutar, pero en realidad está
persiguiendo, casi siempre, otras metas mágicas. Esta tratando de probar que es “mejor”
o “peor” que otros seres humanos, que es verdaderamente “especial”. Esto significa, en
efecto, que esta preocupado por ser noble, divino o superhumano a fin de ganar el cielo, o
que está intentando probar que es innoble, diabólico o subhumano a fin de ganar el
infierno. Esta es una tarea inútil, ya que es muy probable que usted sea jamás
superhumano o subhumano, o que alcance el cielo o el infierno.
5. Cuando usted no se siente inadaptado, menospreciado o inútil, está consciente o
inconscientemente suponiendo que hay alguna clase de fuerza especial o de destino en el
universo que lo vigila (como a otras personas), para ver si sus características y sus actos
son bastante buenos y claramente lo condena y castiga durante toda la vida en la Tierra y
tal vez en la eternidad. Esta clase de fuerza que todo lo ve, que da a usted en conjunto
“merecimientos” o “desmerecimientos”, no puede ser probada terminantemente y tiene
poca probabilidad de existir. Si, además, cree en ella, tenderá a sentirse “sin meritos” y no
tratará de mejorar sus rasgos o sus realizaciones. De cualquier modo que sea, semejante
fuerza, o destino sádico, es improbable que exista y usted será muy tonto si basa sus
sentimientos en su creencia en ella.
racional o una crítica mordaz de alguna creencia irracional. Son emotivas por lo musicales
y a menudo se adaptan a canciones que ya tienen una cualidad evocativa y dramática
para el cantante y su auditorio. Son conductuales porque han sido ideadas para ser
repetidas mentalmente por sus clientes una y otra vez, como las canciones de anuncios
que escuchan por radio o por televisión y, por ende, hacen que sus mensajes penetren en
las personas que las cantan ya sea en alta voz o para sus adentros.
Una de tales canciones humorísticas racionales es, por ejemplo, esta que yo
(Albert Ellis) he escrito para la música de la famosa "Whiffenpoof Song", de Yale (la que
en realidad fue compuesta por un estudiante de Harvard en la década de 1890):
I cannot have all of my wishes flied
Whine, whine, whine!
I cannot have every frustration stilled
Whine, whine, whine!
Life really owes me the things I miss!
Fate has to grant me eternal bliss!
And if I must settle for less than this
Whine, whine, whine!
Otra canción humorística racional que puede usted intentar con sus pacientes es "Perfect
Rationality", hecha para la música de "Finiculi, Finicula", de Luigi Denza:
Some think the world must have a right direction
And so do I, and so do I!
Some think that with the slightes imperfection
They cant get by -and so do I!
For I, I have to prove Im superhuman,
And betterfar than people are!
So show I have miraculous acumen
And always rate among the Great!
Perfect, perfect rationality
Is, of course, the only thing for me!
How can I even think of being
If I must live fallibly?
Rationality must be a perfect thing for me!
Dos canciones humorísticas más racionales, que puede usted hacer que empleen sus
pacientes (y que aparecen en el cancionero A Garland of Rational Songs y en la
grabación que con el mismo título publicó el lnstitute for Rational Living) son:
I am just a love slob!
(Para la música de “Annie Laurie")
Oh, I am just a Love Slob,
Who needs to have you say
That you will sure adore me
Forever and a day!
If you won´t guarantee
Forever mine to be,
I shall whine and scream and make life stormy,
And then lay me doon and dee!
Oh, I hate to get up and get going!
(To the tune of lrving Berlin´s "Oh, how I hate to get up in the morning")
Oh, how I hate to get up and get going!
Oh, how I love to procrastinate!
For the hardest thing I know
Is to hear the whistle blow,
You gotta get on, you gotta get on,
You gotta get on and stop slot slowing!"
Someday, I prornise that I will get going
Someday, but never, of course, today!
I think I'll still procrastinate
And always get my ass in late,
And piss the rest of my life away!1
1
No se traducen estas canciones, porque (debido a los juegos de palabras intraducibles
que hay en ellas) en español tendrían poco sentido y carecerían, por lo tanto, de gracia y,
además, porque la música es prácticamente desconocida en los países de habla
española. En cada país hay canciones jocosas análogas, que se cantan con música
popular. Los terapeutas pueden hacer (o encargar) las adaptaciones de las mismas que
convengan a sus pacientes. (N. Del T.)
Con estos métodos y otras varias formas de humorismo que usted puede idear y adaptar,
podrá a menudo ayudar a sus pacientes a sonreír y, por consiguiente, a aceptarse ellos
mismos con sus puntos vulnerables y sus fallas. Mediante el empleo del humorismo
también es posible esclarecer algunos de los comportamientos contra producentes de los
pacientes, de manera que no sea amenazador aliviar la monotonía y la excesiva seriedad
de muchos puntos repetitivos que con frecuencia parecen esenciales para la terapia
eficaz; ayudar a los pacientes a desarrollar una especie de frialdad objetiva al participar
en la frialdad humorística de usted; ayudarlos de modo paradójico a pensar y actuar en
forma opuesta a algunos de sus modos disfuncionales usuales, y mostrarles lo irracional,
lo realista, lo irrisorio y lo divertido de la v
Capitulo 13
Tratamiento de problemas
sexuales con TRE
El asesoramiento sexual se originó en los trabajos de los sexólogos de fines del siglo XIX
y principios del XX, en especial en los escritos de Richard von Krafft-Ebing, Havelock Ellis,
August Forel y Magnus Hirschfeld. Su investigación pionera y su actividad clínica fueron
seguidas, en los años veinte, treinta y cuarenta, por W. F. Rabie, Th. Van de Velde,
Robert Latou Dickinson, G. Lombard Kelly y Alfred C. Kinsey y asociados. Finalmente, a
partir de 1950, un grupo de clínicos e investigadores, entre los que figuran Albert Ellis,
Alex Comfort, J. H. Semans, Joseph Wolpe, Arnold A. Lazarus, William Hartman, Marilyn
Fithian, William H. Masters y Virginia E. Johnson, ensancharon los horizontes de la
información y la divulgación y, desde principios de la década de los setenta, Helen Singer
Kaplan, Patricia Schiller, Jack Annon y otros han continuado publicando significativos
descubrimientos en este campo.
La única cosa que casi todas estas autoridades sobre sexo tienen en común es que
creen en la información y la educación correctiva. El viejo estilo de terapia sexual --y que
yo (Albert Ellis) practiqué durante una docena de años antes de crear la TRE y, con ella,
la terapia sexual racional emotiva-- se basaba en la proposición de que la inadaptación
sexual e halla en gran parte arraigada en la ignorancia y la falta de información. Los
hombres a menudo no saben qué hacer para lograr y mantener sus erecciones, y las
mujeres ignoran las técnicas que podrían utilizar para excitarse ellas mismas y alcanzar el
orgasmo. Dígales lo que deben hacer, ayúdeles a salir de su ignorancia, y la mayoría de
sus problemas sexuales se desvanecerán y a veces muy rápidamente.
Hay mucho de verdad en cuanto a esta teoría de proporcionar información sobre
terapia sexual, ya que yo la he utilizado eficazmente durante unos 40 años y se obtienen
algunos excelentes resultados. Si usted quiere emplearla con sus pacientes, consiga una
considerable cantidad de información sexual precisa y luego impártala en forma objetiva y
sin prejuicios. Enséñeles, por ejemplo, los siguientes hechos de la vida: 1) El sexo no es
igual al coito, sino que puede ser disfrutado en diversas formas tanto coitales como no
coitales. El orgasmo logrado de modo no coital, en especial en el caso de muchas
mujeres, es con frecuencia tan bueno, o aun mejor, que el obtenido por medio de la
copulación. 2) No obstante, uno de los mayores placeres natural o biológicamente
basados, una buena vida sexual entre un hombre y una mujer determinados, a menudo
resulta mejor que sea elaborado y no que surja sólo debido a que son compañeros y
significan mucho uno para el otro. 3) El amor y el sexo están muchas veces
estrechamente relacionados, pero no siempre. Las personas pueden tener mucho sexo
con otras que no les importan lo más mínimo y poco con personas a quienes aman
profundamente. 4) La técnica sexual no siempre funciona y tiene limitaciones
características, pero el conocimiento de la técnica y .la experimentación con diversos
métodos con frecuencia ayudan a las vidas sexuales de determinados compañeros. 5)
Varias técnicas especiales, como el enfoque sensorial y la técnica de presión, hechas
famosas por Masters y johnson, sirven como distracciones cognoscitivas que relajan a los
compañeros sexuales, alivian su ansiedad, al menos temporalmente, y a menudo los
capacitan para funcionar mejor con un compañero deseado.
En la terapia sexual basada en la TRE, usted puede emplear muchos métodos de
información y explicar claramente a sus pacientes lo que probablemente están haciendo
que interfiere con su excitación y su satisfacción sexual, y la forma de comportarse de otro
modo para lograr una mayor compatibilidad. Sin embargo, si usted utiliza la TRE, pondrá
dichas explicaciones dentro de un marco antiatemorizante, ya que, como la mayoría de
los terapeutas sexuales, los especialistas de la TRE suponen que el bloqueo sexual es
básicamente causado por una ansiedad innecesaria por parte de la persona bloqueada y
que esta ansiedad tiene una causa filosófica fundamental, no arraigada --como sugerirían
condiciones sexuales tienen que ser agradables y fáciles. Sería horrible que no lo fueran",
lo que lleva a una baja tolerancia de la frustración, así como a la hostilidad, la depresión y
la consiguiente huida de situaciones sexuales.
Una vez que usted encuentra estos debe y tiene que, que vuelven a sus pacientes
angustiados, hostiles y esquivos y que interfieren en su funcionamiento sexual, hace lo
que es usual en la TRE: ayuda a estas personas a discutir, desafiar y poner en duda sus
ideas absolutistas y a abandonarlas. Por ejemplo, en un caso típico, yo (Albert Ellis) vi en
mi consultorio a una joven que había vivido con un hombre durante dos años, disfrutando
el sexo en forma bilateral, sintiendo que realmente lo amaba y teniendo poca hostilidad
hacia él, pero que nunca alcanzó el orgasmo y se sentía muy avergonzada "por su terrible
problema”. Nuestro diálogo durante la primera sesión se desarrolló más o menos en esta
forma:
TERAPEUTA: ¿De qué se avergüenza usted?
PACIENTE: George me dice que cualquier mujer con la que haya estado, siempre tuvo
orgasmos con facilidad, al menos "clitoralmente". Y yo no puedo tenerlo en modo
alguno.
¿No puede?
Bueno, así parece. Lo he intentado todo. Dígalo usted, si no: la mano de George, la
masturbación, un poderoso vibrador... ¡demonios! hasta orgías... Y nada. Ni un
maldito orgasmo.
Muy bien. Vamos a suponer que realmente lo ha intentado todo y que hasta ahora nada
ha dado resultado. Eso todavía no prueba que no puede tener orgasmos, ¿o sí?
Bueno, no; no técnicamente. Hasta ahora no ha ocurrido y por lo visto nunca ocurrirá. Sin
embargo, eso no prueba que no pueda tenerlo.
Sí. Todavía no ha logrado un orgasmo. Eso ciertamente parece probado en su caso. Y
usted lo ha intentado, por lo que veo. No obstante, vamos a suponer lo peor. Vamos
a suponer deliberadamente --aunque es casi seguro que no sea así-- que nunca, en
toda su vida, logre ni un solo orgasmo.
¿Nunca? ¿Quiere usted decir que nunca...?
No. No quiero decir que nunca lo conseguirá. Estoy intentando deliberadamente llevarla a
suponer lo peor. Si puede imaginar eso y, no obstante, no trastornarse
indebidamente por ello, entonces usted lo ha logrado en realidad. Perderá su
sentimiento de vergüenza. Y, de manera bastante paradójica, es casi seguro que
empiece a tener orgasmos.
¿De verdad cree que los tendré?
Sí, es lo más probable. Pero vamos a retroceder para suponer lo peor. Suponga que
nunca llegue a tener orgasmos en toda su vida. Por mucho que se esfuerce no lo
logra. ¿Qué ocurre entonces?
Eso sería terrible, en especial cuando todas las mujeres que George ha conocido antes,
según él, solían experimentarlo con tanta facilidad.
Sí; también vamos a suponer eso. En verdad, él puede haber estado enloquecido por
todas esas mujeres o sólo por algunas. Es posible que ellas hayan tenido tremendos
orgasmos, como tantas mujeres, y también es posible que jamás los hayan
experimentado. Sin embargo, de nuevo vamos a suponer lo peor. Todas las otras
mujeres que George ha conocido tuvieron orgasmos con facilidad. Y usted nunca ha
tenido ni siquiera uno. Ahora bien, ¿por qué tiene eso que ser terrible?
Bueno, porque ciertamente nunca tendría lo que he deseado tener: un orgasmo.
No, no lo tendría. Y ¿por qué sería eso terrible?
¿No tener jamás lo que deseo?
Sí; estamos suponiendo deliberadamente que usted nunca lo tendrá. Nunca tendrá
orgasmo.
Pero yo no tendría... Bueno, yo no tendría una de las cosas más importantes de la vida, y
las demás mujeres lo tienen.
¿Y entonces?
¿Acaso no sería eso terrible?
¿Cómo? ¿Por qué?
¿Cómo puede preguntar eso? ¿No es evidente?
No para mí. Comprendo, por supuesto, los inconvenientes, las desventajas de que usted
sea deficiente en cuanto al orgasmo durante los próximos 50 años o cosa así. Usted
perderá placer y se sentirá frustrada. Podrá, incluso, en especial si le da tanta
importancia como parece, perder a su amante, a George. Sin embargo, ¿por qué
tendría que ser terrible cualquiera de estas cosas?
Bueno, seguramente son malas.
Correcto. Son malas. No son buenas. Son malas, molestas, deplorables, frustrantes, pero
¿terribles?
¿No está usted jugando con las palabras? ¿No es realmente terrible una cosa tan mala?
No, no mucho. Terrible significa, por supuesto, que algo es malo o incluso muy malo.
Pero quiere decir algo más que eso. ¿Qué más significa?
¿Algo más? Bueno, supongo que con la palabra terrible quiero decir que no sólo es malo
que yo no obtenga un orgasmo, sino que continuará siendo malo, probablemente
para siempre. Y eso es terrible.
Sí; usted quiere decir que seguirá siendo malo, pero eso está todavía dentro del alcance
de muy malo. Sin embargo, ¿no quiere también significar por terrible que el que no
esté teniendo orgasmos es más que malo y que no debería ser tan malo, que no
tendría que ser tan malo?
Bueno, ¿debería serlo?
Por supuesto que debería... si lo es. Todo lo que existe, indudablemente existe. Y si su
falta de orgasmo existe y es mala, entonces debería ser exactamente tan mala como
lo es.
Nunca vi el asunto de ese modo. Pero puede ser, ahora que usted lo dice, que realmente
deba existir, ya que existe. Sin importar lo mucho que me disguste, existe.
Correcto. Y el que exista ¿es más que malo?
¿Más que malo? ¿Qué quiere decir con eso?
¿Es 101 por ciento malo? ¿O 150 por ciento?
No, supongo que no. ¿Cómo podría ser?
Muy bien. No podría ser. Sólo podría ser, cuando mucho, 99 por ciento malo; pero no 101
por ciento o 150 por ciento malo. Sin embargo, ¿no es eso lo que el término terrible
significa en realidad: más del 100 por ciento malo? ¿Y sería más malo que eso?
Tal vez. No estoy segura.
Bueno, créame; así es. Piense sobre ello. Vea por sí misma si cuando dice que algo es
terrible realmente quiere decir que es más que 100 por ciento malo y que no debería
ser tan malo como eso. Piense en ello.
Quizá lleve razón. Pensaré en ello.
Otra cosa que es igualmente importante. Cuando usted dice: "Es terrible que fracase en
tener un orgasmo y especialmente si nunca logro tenerlo”, ¿cómo se siente sobre sí
misma?
¿Sobre sí misma?
Sí, usted está clasificando su falla en tener un orgasmo como una cosa mala y realmente
terrible. Sin embargo, ¿está dándose a sí misma alguna clasificación por
comprometerse en esta ejecución mala o terrible?
¡Ah, sí! Ya comprendo lo que quiere decir. Sí, definitivamente. Estoy clasificándome mal,
es decir, considerándome una persona más bien mala por encontrarme en esa
situación, realizando eso mal, es decir, sin orgasmo.
¿Y especialmente rebajándose, clasificándose como una mala persona si nunca lo logra?
Definitivamente. Porque si sólo no lo logro ahora, sino más tarde, entonces no soy tan
diferente de todas las demás mujeres del mundo que tienen dificultad en alcanzar el
orgasmo. Sin embargo, si nunca, en toda la vida, llego a tenerlo, entonces soy
realmente distinta de ellas. Y eso me hace deficiente, abominable, ¿no es cierto?
No, no lo es. Ello la hace una persona que está haciendo algo mal o al menos
deficientemente, pero ¿cómo alguien que tiene una deficiencia, aunque sea para
siempre, se convierte en un ser deficiente o abominable? ¿Cómo su acto deficiente
--o incluso una serie de actos de ese tipo en el transcurso de los años-- la hace a
usted mala?
Bueno, entiendo que si sólo hago una cosa mal, como fallar una parte del tiempo
dedicado al sexo, eso no me clasifica como persona totalmente mala. Sin embargo,
RACIONAL EMOTIVA: cognitivo - conductual
72
supongamos que yo sigo haciendo esa cosa defectuosamente. ¿No soy entonces,
en cierto modo, mala?
Sí. Usted es algo mala, si esto significa que posee algún aspecto malo. Su capacidad
para el orgasmo demostraría entonces ser mala o defectuosa, pero ¿acaso usted es
su capacidad de orgasmo?¿Es ésta lo mismo que su persona en conjunto?
Pues...
¿Bueno...?
Pues... no.
Veo que vacila bastante en contestar. En realidad cree, hasta donde puedo juzgar, que si
tiene una gran deficiencia, como la falta de orgasmo, y la tiene para siempre,
entonces usted, como ser humano en conjunto, es deficiente y que esa deficiencia la
convierte en mala persona.
Supongo que así es.
Y si tiene una idea de esa clase. ¿A dónde la va a llevar?
¿Que a donde me llevará esa idea?
Sí, ¿qué resultados reportará semejante idea? Si cree que posee una característica mala,
como la falla en lograr el orgasmo, entonces tiende a considerar esa característica
como una desventaja y, como es usual hará todo lo que pueda para corregirla. No
obstante, si usted es una mala persona por tener esa característica, ¿cómo puede
un ser malo como usted corregir algo sobre sí mismo? ¿Estaría ese ser malo
supuestamente condenado a ser siempre malo e incapaz de corregir sus malas
características?
Comprendo. Si soy mala por no tener orgasmos, entonces ¿cómo puede mi yo malo
trabajar para lograr mejores orgasmos? Estoy en un callejón sin salida.
Sí, es todo un problema. Si podemos lograr que usted reconozca que esa característica
suya, su falta de orgasmo, es mala o desventajosa y que deje de menospreciarse a
sí misma por eso, entonces no habrá razón para que no pueda cambiar dicho rasgo
de su personalidad.
¿Puedo realmente cambiarla? ¿Cree de verdad que eso es posible?
Claro. Con toda probabilidad puede cambiarlo, si deja de decirse para sus adentros que
no puede conseguir un orgasmo y, en cambio, se dice que hasta ahora no lo ha
logrado, y si deja de verse como una mala persona por tener ese rasgo sumamente
frustrante. Si podemos ayudarla a trabajar para que deseche esas dos tontas ideas
--la de que no puede cambiar y la de que no es buena porque no puede-- entonces
será muy probable que pueda cambiar y tener orgasmo, ya sea ocasionalmente o
siempre.
En este diálogo y en otros subsiguientes, que fueron más o menos parecidos, mostraba a
mi paciente que estaba "horripilando" sobre su problema sexual y despreciándose por
tenerlo. Así pues, la ayudé a que discutiera (en el punto D) sus creencias irracionales y a
que empezara a desecharlas. Al mismo tiempo, trabajé con ella sobre métodos de
imaginar y le hice elaborar diversas clases de fantasías, que ella misma encontró
aceptar una tarea --ya sea que la misma consista en tener más sexo o menos-- y no
cumplen con ella, a usted siempre le será posible argumentar: "¿Qué se estaba diciendo
a sí mismo poco antes de decidir emprender esta tarea para luego renunciar a ella?" Y, al
examinar sus respuestas, quizá encuentre los conceptos imperativos de debe y tiene que
ellos emplean para dejar de actuar. A una de mis jóvenes pacientes (Eliot Abrahms) se le
asignó la tarea de proponer a su esposo tener a veces relaciones sexuales orales con él,
en lugar de la de coito convencional de pene-vagina que siempre habían tenido y hacia la
cual ella se mostraba algo indiferente, y cuando la mujer no pudo cumplir esta tarea y le
preguntó las razones que tuvo para proceder de ese modo, me dijo: "Creo que me estuve
diciendo a mí misma que no debería tener que expresarle lo que deseaba sexualmente. Si
él realmente me amara, debería saberlo". Una vez que ella empezó a abandonar esta
clase de pensamiento absolutista y excesivamente romántico, propuso a su marido que
tuvieran relaciones oral-genitales y, con gran sorpresa de su parte, no hubo ninguna
dificultad para establecerlas.
Cuando sus pacientes son difíciles y no realizan sus tareas aun cuando se lo
prometen a usted y a ellos mismos, el empleo de condicionamiento operante o de
principios de autodirección a menudo resulta útil. Un varón de 30 años a quien yo (Albert
Ellis) vi hace algún tiempo se negó a tener relación sexual alguna con su esposa, ávida de
sexo, a pesar de que, según afirmaba, la amaba muchísimo y deseaba mantener unido su
matrimonio. Ella pensaba que sus deseos eran completamente razonables, ya que sólo
demandaba que él la satisficiera en la forma que quisiese y de ningún modo exigía coito.
Además, estuvieron de acuerdo en que él podía con toda facilidad proporcionar a la
esposa un orgasmo en menos de cinco minutos de manipulación del clítoris. Sin
embargo... nada. No había reacción alguna por parte del marido para iniciar sexo ni
siquiera para responder adecuadamente cuando era ella quien tomaba la iniciativa.
--Muy bien -dije-. Puesto que usted no tenía sexo con ella sin refuerzos específicos,
¿qué podría hacer para gratificarse a sí mismo inmediatamente después de tenerlo?
¿Algo que de verdad le guste y que prefiera hacer casi todos los días de la semana?
--Fumar -replicó-. En realidad, sólo puedo fumar en casa, ya que la índole de mi
trabajo, rodeado de productos químicos todo el día hace que fumar en la oficina sea muy
peligroso.
--¿Qué pasa si convenimos, pues, que, a fin de poder fumar en casa mañana,
procure satisfacer a su esposa sexualmente esta noche y que, a no ser que usted trate
regularmente de proporcionarle un orgasmo un día sí y otro no, como dice que lo
necesita, no fume en casa hasta que, en primer lugar, intente de nuevo tener sexo y, en
segundo, procure compensarla por el número de intentos omitidos?
--A ver, a ver, pongamos las cosas en orden -arguyó-. Si satisfago o, por lo menos,
procuro satisfacer a mi esposa sexualmente esta noche, podré fumar mañana en casa.
Podré fumar también si intento tener sexo con ella durante los dos días siguientes. Pero si
no me acerco a ella después de eso, no fumaré en casa hasta que lo haga. ¿Es así?
--Sí. Y si usted deja de intentar el sexo con ella durante, digamos, dos semanas,
entonces le deberá cuatro intentos. Y hasta que los pague... ni hablar de fumar. ¿De
acuerdo?
Estuvo conforme. Después de eso, se negó obstinadamente a tener relaciones
sexuales con ella esa noche y durante toda la semana siguiente. Sin embargo, para
entonces se sintió tan ansioso de fumar que prefirió practicar con regularidad cualquier
clase de sexo con la esposa cada dos o tres días, durante los siguientes meses, en los
que me mantuve al corriente de lo que pasaba con esa pareja. Y no sólo su matrimonio
mejoró considerablemente, sino también, como le había predicho, su completa falta de
interés en el cuerpo de ella desapareció y empezó a sentirse excitado por sus formas, por
lo menos la mitad de las veces. Todavía veo a esta pareja de cuando en cuando y siguen
viniendo los viernes por la noche a los talleres de problemas de la vida diaria que dirijo,
casi todas las semanas. Por lo que me dicen, la tarea que fijé al marido y que él
finalmente realizó tan bien probablemente no habría funcionado en absoluto de no haber
hecho una norma regular de su vida el refuerzo específico de fumar después de haber
terminado cualquier tipo de sexo con su esposa.
Algunos casos son todavía más difíciles que éste, ya que requieren, además del
refuerzo o recompensa, un duro castigo, puesto que aunque los jóvenes y muchos adultos
pueden ser reforzados fácilmente premiándolos después de hacer lo debido, muchos más
individuos con problemas y con una larga historia de comportamiento indisciplinado no
actúan bajo esta clase de urgencias y requieren, en cambio, castigos que les repugnen.
En la terapia individual y de grupo de la TRE, incluyendo la sexual, utilizamos con
bastante frecuencia castigos que tienen que ser inmediatamente aceptados si un paciente
no cumple la tarea que se le ha señalado de acuerdo con él. Así pues, a un varón que
evita encontrarse socialmente con mujeres o entablar alguna relación con ellas cuando las
conoce puede fijársele la tarea de hablar por lo menos con tres mujeres cada semana e
intentar hacer citas con ellas. Si deja de hacer esta tarea, podrá aceptar, como castigo,
limpiar su cuarto de baño durante una hora, tener una larga conversación con alguna
persona que le aburra o quemar un billete de 20 dólares. Aunque es posible que tales
castigos parezcan a primera vista difíciles y ajenos al sexo, hemos encontrado que a
menudo funcionan muy bien para estimular a los clientes a realizar su tarea de terapia
sexual y para superar algunas de sus peores formas de inercia.
La TRE siempre ha incluido, en sus sesiones de terapia y en la asignación de
tareas, una buena cantidad de adiestramiento asertivo. Uno de los libros más populares
de autoayuda de orientación TRE, The Intelligent Womans Guide to Dating and Mating,
cuya primera edición se publicó a principios de la década de los sesenta, mostraba la
forma en que las mujeres suelen ser tan asertivas como los hombres si trabajan en la
disipación de sus temores. Incluía un capítulo, "Cómo ser asertiva sin ser agresiva", que
claramente diferenciaba estas dos formas de comportamiento y hacía resaltar muchas de
las distinciones que más tarde hicieron Alberti y Emmons, Lange y Jakubowski, Wolfe y
Fodor y otros destacados miembros del movimiento del enseñanza asertiva.
Usted puede enseñar a sus pacientes mujeres, que tienen perfecto derecho a
afirmarse ellas mismas (para mostrar a otros lo que realmente quieren o no quieren) sin
ser agresivas, es decir, sin intentar atropellar los derechos de los demás o privarlos de lo
que desean, ya que la aceptación propia significa que las personas, precisamente debido
a la plena aceptación de su personalidad y de sus deseos, están dispuestas a correr el
riesgo de que otros las rechacen y, sin embargo, afirmarse ellas mismas sexual, afectiva,
económica y mentalmente y de otros modos con aquellos con quienes se asocien. Y si
muestra a sus pacientes cómo menospreciarse o herirse a sí mismos cuando a otros no
les gustan sus aserciones particulares, usted socavará la principal razón de su
inconstancia para perseguir lo que desean y para negarse a hacer aquello que no quieren.
De manera más específica, usted puede ayudar a sus pacientes mujeres cuando
son demasiado tímidas y retraídas a entablar relaciones amistosas con hombres
atractivos en lugares públicos, a telefonear a sus amigos varones en vez de esperar
pasivamente a que los hombres llamen, a propiciar aperturas sexuales cuando así lo
deseen, a invitar a sus compañeros a participar en prácticas sexuales que gocen
especialmente y a comprometerse en otros comportamientos que a veces son
considerados poco femeninos en nuestra sociedad, pero que, en realidad, son
perfectamente legítimos para cualquier mujer que se acepte como es. A usted le compete
esta clase de preparación en aserción, mediante el entrenamiento, el desempeño de
papeles y la asignación de tareas de actividad que las estimulen a adquirir práctica en la
aserción honesta y no hostil.
Asimismo, sus pacientes varones a menudo se sentirán muy temerosos del
comportamiento asertivo. Falsamente guiados por la creencia de que tienen que actuar
bien en cualquier encuentro con un compañero sexual o amoroso y de que son personas
despreciables en caso contrario, se retraen de toda clase de aserción sexual o amorosa, y
con frecuencia desperdician los mejores años de su vida en lamentable inactividad. En los
casos en que algunas formas de enseñanza asertiva ayudan a tales individuos tímidos a
actuar mejor en sus relaciones sexuales y de amor, al proporcionarles práctica en
técnicas de comunicación, el entrenamiento asertivo basado en la TRE hace esto y más.
Los ayuda a cambiar su filosofía básica de temor al rechazo y al desprecio de sí mismos
si fracasan en sus aserciones y, al mismo tiempo, les muestra --mediante el desempeño
de papeles, la preparación y otros métodos de enseñanza activa-directiva-- cómo
comportarse mejor en el área del sexo y el amor. Algunos terapeutas de orientación TRE,
como Arthur Lange, Patricia Jakubowski, Janet Loxley, Janet L. Wolfe, Iris Fodor y los
autores de este libro, se especializan en este tipo de enseñanza asertiva y efectúan
talleres regulares, de acuerdo con estos principios.
En resumen, las personas tienen problemas de sexo y amor, en buena parte
debido a que ignoran algunas de las principales cosas que pueden hacer para funcionar
mejor en este campo, y debido también a que tienen ansiedades y bloqueos que las
hacen sentirse incómodas con las clases de experimentación sexual que, normalmente,
les permitirían vencer sus incapacidades. En la actualidad, hay disponibles muchos
métodos prácticos y eficaces de educación y de terapia sexual, para ayudar a estas
personas bloqueadas a afirmarse y expresarse y para estimularlas a actuar mejor en este
aspecto. Usted puede aprender tales métodos leyendo, asistiendo a talleres de sexo y
comunicación y teniendo más capacitación específica y más guía profesional. Si procede
de ese modo, encontrará de excepcional utilidad contemplar los problemas sexuales de
sus pacientes dentro de un cuadro filosófico general y comprender que dichos problemas
a menudo se encuentran vinculados con la misma clase de temores y de factores de
imaginaria obligatoriedad (los "debe" o "tiene que") que crean y sostienen trastornos
emocionales no sexuales.
Si usted entiende esto y practica la terapia sexual dentro del marco de referencia
de la TRE, no sólo tenderá a lograr mejores y más rápidos resultados con muchos de sus
pacientes sexualmente alterados, sino también los ayudará en cuanto a dificultades
sociales, vocacionales, académicas y de otras clases. Con frecuencia encontramos que
las personas que acuden a nosotros debido a que se sienten muy angustiadas acerca de
fracasar sexualmente y que superan este tipo de ansiedad y comienzan a actuar
adecuadamente en sus relaciones de sexo y amor (a veces sólo después de unas pocas
sesiones de TRE) informan: "Como comprenderá, no sólo estoy complacido con mi
progreso sexual sino que, por lo que hemos estado aprendiendo en estas sesiones, he
podido comprobar que tengo exactamente los mismos problemas en mi vida de trabajo (o
escolar o social) que tenía en el aspecto sexual y, por tanto, he procedido a aplicar los
principios de la TRE que he aprendido aquí a esa parte de mi vida. Realmente estoy
sorprendido de los buenos resultados que he obtenido en ese otro campo, y me siento
muy contento de que la TRE funcione tan bien en general como con mis problemas
sexuales".
No es que la TRE sea una panacea para todos los males humanos. Nada de eso.
Sin embargo, el hecho de que procure llegar a los orígenes más profundos y filosóficos de
cualquier bloqueo o mal funcionamiento emocional particular, y que a menudo lo haga en
un lapso de tiempo notablemente breve, la convierte en una terapia de elección que usted
puede utilizar en una amplia variedad, de individuos perturbados. Cuando la emplea con
personas que tienen problemas sexuales, en realidad puede ayudarlas en la deficiencia o
el síntoma particular que las hizo acudir a usted como profesional de la salud. Sin
embargo, aparte de eso, a usted le será posible ayudarlas a que comiencen con una
comprensión general de sí mismas (y de su tendencia básica a crear toda clase de
síntomas) que quizá les sea de inmenso beneficio para el resto de sus vidas.
Capitulo 14
Empleo de medicación
psicotrópica con TRE
semana de tratamiento, la dosis podrá elevarse 25 mg cada dos o tres días. El límite
superior es, por lo general, 300 mg, pero los individuos más graves suelen requerir topes
aún más altos.
Al considerar la dosificación de medicamentos antidepresivos, recuérdese que los
sedantes antidepresivos tricíclicos, como la amitriptilina y la doxepina, son excesivamente
peligrosos como agentes suicidas. Así, pues, limite las prescripciones de tales
medicamentos a días, más bien que a semanas, y evite repetirlas.
Tenga presentes los efectos significativos de los antidepresivos sobre el sistema
cardiovascular. Por consiguiente, sugerimos que remita a los pacientes con enfermedad
cardiovascular o cerebrovascular importante a un experimentado psicofarmacólogo.
Nos gustaría señalar unos cuantos puntos sobre el empleo de medicamentos
psiquiátricos con pacientes mayores y de avanzada edad. En primer lugar, no olvide que
las enfermedades orgánicas, como la falla cardiaca o los problemas respiratorios, a
menudo precipitan síntomas psiquiátricos en los individuos de este grupo de edad. En tal
caso, su diagnóstico y su tratamiento del trastorno orgánico subyacente es más
importante que la simple prescripción de medicación psicotrópica.
Sin embargo, vamos a suponer que los factores orgánicos han sido descartados y
que usted se enfrenta al tratamiento de un paciente anciano paranoide, desorganizado y
agitado. "¿Qué recomiendan los expertas?", podría usted preguntarse.
Según algunos psicofarmacólogos, en estos casos "se debería empezar con una
dosis casi homeopática (por ejemplo, 0.25 mg de haloperidol o de 10 a 25 mg de
thioridazine e ir aumentando". Sugieren aumentar gradualmente la dosis hasta que el
paciente se calme, si es que muestra agitación después del tratamiento inicial. Agregan
que la disminución de la dosis del medicamento antipsicótico es preferible a continuar la
medicación antiparkinsoniana.
Para el insomnio en los ancianos, .muchos médicos han encontrado que son útiles
pequeñas cantidades de alcohol. Sin embargo, cuando usted prescriba agentes contra la
ansiedad para personas de este grupo de edad, ya sea o no primordialmente por la
noche, la opinión informada aconseja empezar el tratamiento con dosis muy bajas.
En conclusión, creemos que las dosis adecuadas de medicamentos psicotrópicos
apropiados están a veces indicadas junto con la TRE. Ya sea que usted prescriba o no
medicación, indudablemente observará casos en los que creerá que son adecuadas
combinaciones de terapia medicinal con TRE. No obstante, usted podría decir: "¿Y qué
pasará si tengo casos que necesito remitir?"
De todos los médicos, por lo general los psiquiatras son los más familiarizados con
los medicamentos psicotrópicos. Sin embargo, la farmacoterapia se está convirtiendo, en
cierto sentido, en una especialidad por sí misma y la mejor remisión de esta clase es, por
lo común, a un psiquiatra que este considerado como psicofarmacólogo. Empero, un gran
número de médicos que no son psiquiatras están interesados y son competentes en la
prescripción de medicamentos psicoactivos y, por supuesto, serían los indicados para
tales remisiones.
De todos modos, ayude usted a sus pacientes con la TRE, pero a veces quizá
encuentre que la medicación está también indicada, y la evidencia sugiere que la
combinación de TRE con una apropiada terapia medicinal constituye una poderosa
mezcla, que ayuda sustancialmente a sus pacientes que tienen alteraciones.
Capítulo 15
a vivir intensamente
fácilmente las prescripciones médicas hechas para ellas, y que tiendan a pasar menos
tiempo inventando preocupaciones exageradas sobre su salud o sobre casi cualquier otra
cosa.
son bastante amplios, que requieren considerable energía, atención e inteligencia y que
duran mucho tiempo, tenderán a concentrarse en tales intereses, a disfrutar participando
en ellos y a desviarse de ideas o tendencias de ansiedades y hostilidades potenciales.
Interés social. Como señaló Alfred Adler hace muchos años, aunque no es
absolutamente necesario que las personas tengan un fuerte interés social --ya que
pueden vivir con felicidad, si trabajan para ello, con un mínimo de contacto con los demás-
es usualmente deseable que se relacionen con otros seres humanos en general, y por lo
menos con unos pocos en particular, ya que usted encontrará que sus pacientes con
frecuencia padecen síntomas de autismo, es decir, anormalmente centrados en ellos
mismos, en sus propias actividades y en lo que otros piensan a su respecto. Pueden decir
que tienen un gran deseo de establecer relaciones estrechas con otras personas, pero
son tan introvertidos y sienten una necesidad tan tremenda de la aprobación o del amor
de otros, que en realidad se relacionan mal y terminan sin establecer intimidad, o en una
serie de fracasos en sus relaciones sociales.
No es que el propio interés social sea en sí mismo una panacea para el trastorno
de los humanos; no lo es, puesto que es posible que usted tenga pacientes que queden
demasiado absorbidos en una relación única, o bien sean dependientes por completo del
éxito de ella para sentirse satisfechos de sí mismos; y puede también tener otros
pacientes que no queden absorbidos en forma íntima con nadie, porque están
compulsivamente siendo la chispa de la fiesta todo el tiempo y pasando de un grupo a
otro, en un contacto de lo más superficial. Ambos tipos de individuos quedarán, a su
propio modo, socialmente involucrados, pero no en forma muy feliz o madura. Y la
desdicha de uno y otro tiende a proceder de la misma filosofía básica de obligatoriedad,
es decir, de "tengo que hacer que esta persona o estos individuos me quieran por
completo, y sería horrible que así no fuera". Esta clase de obsesión en ser aprobado o
amado puede radicar grandemente en la forma en que uno ama o se relaciona con los
demás. Asimismo, los compañeros potenciales con quienes estos amantes torpes tienen
que relacionarse tienden pronto a descubrir su terrible necesidad y a desear encontrarse a
miles de kilómetros de ellos. De este modo, los amorosos torpes terminan sintiéndose
alienados y solitarios, y después, a menudo, siendo aún más desesperados en la
búsqueda de la aprobación de los demás.
Por consiguiente, usted haría mejor no sólo en ayudar a sus pacientes a
relacionarse sexual y no sexualmente con otros seres humanos, sino también haciendo
que mantengan su interés social sobre bases de deseo y preferencia, más que de terrible
necesidad. Es conveniente estimularlos a encontrar alguna persona o algún grupo a los
que dedicarse y en los que queden absorbidos. Sin embargo, es necesario que no pongan
a dichos individuos o grupos en un pedestal muy elevado con respecto a ellos mismos, ni
tengan que mantener relaciones inalterablemente perfectas con aquellos por quienes se
interesan.
Sus pacientes no tienen que satisfacerse con relaciones de uno a uno. También
pueden entregarse a una organización política, a una institución de salud, a una
dependencia en favor de los imposibilitados, a una entidad de carácter social, a una
asociación en favor de los niños desvalidos o a una agrupación deportiva. Tales intereses
tenderán a menudo a ser útiles a la comunidad; pero, además de su aspecto filantrópico,
con frecuencia serán asimismo muy benéficos para el individuo que se dedica a tales
objetivos sociales.
La propia atención de la salud puede ser algo de interés social, así como una
involucración personal. En el curso de un paseo, de la participación en los deportes o de
actividades gimnásticas, las personas pueden fácilmente conocer a otras y relacionarse
con ellas. Y uno de los principales intereses sociales consiste en ayudar en campañas
contra el tabaco, en favor de la reducción de peso, o en la prevención o tratamiento de la
enfermedad. Esta clase de participación social ayudará a evitar que sus pacientes se
preocupen innecesariamente de su propia salud, y servirá como interés absorbente que
los estimule a continuar relacionados con las cosas de la salud y a promover sus propios
programas preventivos.
Audacia y experimentalismo
Al mismo tiempo que usted ayuda a sus pacientes a aceptar el hecho de que tienen una
existencia limitada y no vivirán para siempre, debe estimularlos a trabajar en hacer días
más azarosos e interesantes, buscar nuevas cosas que hacer, superar la tediosa
repetición y las rutinas de bajo nivel, aprender más acerca de lo que realmente les gusta o
les disgusta, tomar riesgos excitantes, vivir más plenamente de otros modos y apreciar
más la vida activa.
También podría ayudarlos a adoptar una actitud más empírica hacia la vida, ya
que, cuando ensayan distintas formas de disfrutar, intentan descubrir más acerca de lo
que desean o no desean hacer y ensayan modos alternativos de vivir, en vez de ajustarse
sólo a los convencionalismos que conocen, tendiendo, por lo tanto, a descubrir más sobre
sí mismos y a hacerse más capaces de hallar pasatiempos y ocupaciones absorbentes.
Cuando los individuos son audaces y experimentadores, se inclinan a tener poco
tiempo para sentir ansiedad y desaliento. En cambio, quizá dediquen más energía a
imaginar la forma de desechar sus infundados temores. De este modo, pueden
experimentar con actividades médicamente recomendadas, para ver si alguna de ellas los
incita a un acercamiento menos medroso para superar la mala salud.
La experimentación implica, igualmente, un mayor grado de toma de riesgos. Si sus
pacientes continúan intentando esta clase de pensamiento o ese plan de acción,
adoptarán el hábito de cambiar determinadas inconveniencias o fallas posibles y no
dudarán en ensayar planes y proyectos razonables de mejoramiento de la salud, en
especial aquellos que puedan al principio parecer desagradables, pero que después
proporcionarán resultados más satisfactorios.
Trabajo y práctica
Como se ha señalado al principio de este capítulo, sería mejor que usted ayudara a sus
pacientes a aceptar el hecho de que quizá no logren hacerse expertos en algo, incluyendo
irónicamente su propio disfrute, sin una buena dosis de trabajo y de práctica. Todo el
mundo parece admitir esto en lo referente a los deportes que proporcionan placer. Hoy
día, por ejemplo, millones de personas se hacen expertas en un deporte, como el tenis,
sobre todo porque aceptan plenamente la realidad de que, aparte del talento natural que
ellas posean y de lo mucho que deseen convertirse en buenos jugadores, sólo largos
meses o años de esfuerzo y de práctica los harán, aunque sólo sea aceptablemente
buenos.
El problema es que pocas personas aceptan este aforismo sobre destreza, en otras
clases de placeres. Para actuar bien en casi cualquier cosa, los seres humanos tienen
que trabajar en ella durante mucho tiempo. Entonces podrán, al fin, empezar a disfrutarla,
pero no al principio.
Junto con una filosofía de búsqueda del placer, usted haría bien en ayudar a sus
pacientes a que adquieran, asimismo, una aceptación de la conveniencia de trabajar en
esa búsqueda. Esta filosofía de trabajar por placer incluye diversos aspectos importantes
que deben comprender sus pacientes:
1. Sería mejor que trabajaran para superar sus temores sobre ciertos pasatiempos
como, digamos, deportes, sexo, pintura o escribir cuentos o novelas. A menudo las
personas se niegan a procurarse estas clases de goces, aun cuando hayan soñado en
intentarlos durante años, porque exigen que deben ejecutarlos bien si tratan de hacerlos y
piensan que sería horrible que lo hicieran mal. Utilizando los métodos regulares de TRE
indicados en este libro, usted puede ayudar a sus pacientes a abandonar sus
pretensiones de obligatoriedad y de temores en cuanto a fracasar en diversos propósitos
agradables, y estimularlos para trabajar en procedimientos contra tales temores.
2. Pueden aceptar el hecho de que aun el placer con frecuencia requiere trabajo.
Esto es cierto en particular en actividades como el ejercicio, los deportes, pintar, escribir y
dedicarse a obras sociales. Aficionarse a esta clase de actividades y llegar al punto en
que las mismas abundan y uno queda absorbido por ellas suele requerir un período inicial,
a veces prolongado, de esfuerzo personal. Al principio se empuña torpe y vacilantemente
una raqueta de tenis, se toma un pincel o se maneja el mallete de presidente de una
junta. Más tarde, todo esto resulta familiar y fácil, pero no de momento.
3. Es mejor que ellos reconozcan su propia unicidad e individualidad. El mero
hecho de que muchas o la mayoría de las personas disfruten la música de Bach o la de
"rock and roll" no significa que cualquiera de sus pacientes particulares se encuentre en
esta amplia categoría. Es posible que algunos odien a Bach y el "rock and roll" y gozan
del canto gregoriano o del jazz. Para sus pacientes, descubrir lo que en realidad prefieren
exige a menudo una gran dosis de exploración y selección de su parte. A este respecto,
sólo el tanteo puede tener éxito. Una de mis pacientes (Albert Ellis) que decía que no
podía pensar en algo interesante a realizar en la vida, finalmente, después de persistentes
incitaciones de mi parte, se volvió muy aficionada a pintar niños, cosa que jamás había
intentado porque, según sus palabras, "no podía soportar que anduvieran jugando a su
alrededor". Uno de mis pacientes (Eliot Abrahms) que no podía en modo alguno dedicarse
a los deportes a causa de su columna vertebral expresó que quizá no podía pensar en
cualquiera otra cosa que le sirviera de distracción finalmente se dedicó de manera
obsesiva a escribir la letra de canciones populares. Ambos individuos tuvieron que
intentar otros intereses y descartarlos por completo antes de que, por selección,
descubrieran aquel que en realidad satisfacía sus propias inclinaciones.
4. Quedar involucrado en un interés vital absorbente con frecuencia requiere
mucha meditación y experimentación. Por ejemplo, algunas personas disfrutarían criando
caballos o perros, pero no disponen del dinero o el espacio para hacerlo. Otras tienen que
renunciar a su principal interés en la vida porque no les agrada la clase de personas que,
por lo general, se hallan asociadas con el mismo, porque son demasiado viejas para
lograr el aprendizaje requerido para ello, porque tendrían que dedicarle más tiempo del
que pueden permitirse, o por otras razones de tipo práctico. Por consiguiente, más valdría
que sus pacientes seleccionaran no las actividades que sólo sean posibles, sino también
las que resultaran viables en sus casos individuales.
Palabras finales
Como profesional de la salud, con frecuencia usted tiene una parte única a desempeñar
en el descubrimiento y el alivio del trastorno emocional, ya que muchos de sus pacientes
tenderán a manifestarle sus problemas con respecto a ellos mismos y al mundo, mucho
antes de que piensen consultar con un psiquiatra, un psicólogo o un trabajador social. En
realidad, no pocos de ellos acudirán a usted en vez de buscar ayuda psicológica, porque
ellos más bien plantearían sus dificultades como problemas físicos, y no como mentales, y
preferirían tomar una píldora o seguir algún tratamiento médico que contender con los
trastornos creados por ellos mismos.
Por consiguiente, usted será el primero en escuchar las innumerables dificultades
emocionales. Además, le será fácil cerciorarse de que muchos o la mayoría de sus
pacientes con problemas físicos también se preocupan intensamente por tales problemas
y, por lo tanto, en cuanto se enferman, se alteran ellos mismos y contribuyen a la
RACIONAL EMOTIVA: cognitivo - conductual
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