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La problemática

de género

Introducción a
la Filosofía

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Filosofía y género
 Introducción

Dentro de unidad 4 (dilemas filosóficos de nuestra época) y del punto sobre


la construcción del sujeto, nos encontramos con un debate que ha ido co-
brando dimensión considerable desde mediados del siglo pasado y que en la
actualidad tiene tanta importancia que es parte de cualquier agenda de pen-
samiento y de acción política. Me refiero la problemática de género que,
evidentemente, aquí la abordaremos desde la perspectiva filosófica.

Una de las primeras constataciones que debe hacerse, es que la mujer ha


estado a la sombra de la filosofía, no ha participado prácticamente de la
construcción del conocimiento filosófico y mucho menos del ámbito público,
donde la filosofía suele ocupar algún rol en el discurso. A partir de esta cons-
tatación general, es que avanzamos en la lectura.

 Algunos antecedentes negativos

Llama la atención que movimientos tan emancipatorios, como por ejemplo,


la Ilustración siguieron marginando a la mujer, haciendo de la emancipación
una cuestión meramente masculina y cuyo centro está en la razón (del hom-
bre). En general, la filosofía hizo caso omiso de la diferenciación sexual. Lo
más común es seguir encontrando textos de filosofía donde se habla de “el
hombre” en alusión a la especie humana y luego para ejemplificar concep-
tos, se menciona al hombre y a la mujer, de ahí se deduce que el genérico
“el hombre” se refiere al varón. La aparente neutralidad de la filosofía es-
conde, sin embargo, un discurso entre varones. Aunque esto no ocurre en
todos los textos de filosofía, sí es posible encontrarlos en su gran mayoría.

En este sentido, la filosofía manifiesta una vinculación estrecha con el gé-


nero-sexo o el patriarcado, esto es, una cosmovisión desde la perspectiva
masculina. Sistema de género-sexo, podría entenderse, grosso modo, como
una especie de supremacía del varón que actúa prácticamente en todas las
sociedades. Esta supremacía consiste en el control del varón en casi todos
los ámbitos de la vida pública y donde se ejerce el poder tanto económico,
político, religioso o militar.

A estos centros de poder y el espectro de la vida pública en general, hay que


agregar el control sobre el modo de la sexualidad de la mujer por medio de
la moral. Podríamos hacer un listado interminable de estas situaciones. El
alumno lo pude advertir con solo ver películas de hace diez años hacia atrás
o cuando lee situaciones concretas en los diarios, como también si le pre-
gunta a su mamá o a su abuela sobre ciertas costumbres.

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El movimiento que ha sacado a la luz esta problemática y ha puesto el foco
en la terrible desigualdad, no sólo filosófica, sino también existencial, ha sido
el feminismo. El feminismo no es hoy un movimiento homogéneo, hay di-
versidad de intereses, perspectivas, acentos y fundamentaciones. Pero tie-
nen en común haber desarrollado teorías que muestran cómo funciona el
sistema de género-sexo: división sexual, doble estándar para ambos sexos,
construcción de la identidad masculina o femenina desde la infancia, discur-
sos legitimadores en este sentido, desigualdad, entre otros temas. El femi-
nismo ha sacado a la luz que todo sistema de dominación tiene de base un
discurso que lo legitima. Por ejemplo, un discurso legitimador muy fuerte
para sostener la dominación masculina, ha sido el religioso. Mitos importan-
tes y las religiones tradicionales son, todavía, legitimadores de la división se-
xual del trabajo y de la jerarquización entre ambos sexos. Cuando, después
de la Edad Media, el racionalismo ocupó el lugar de la teología, la filosofía
pasó a formar parte del discurso legitimador.

Desde el siglo XVIII y XIX ámbitos como la medicina, la biología y la psicología,


entre otras, asumen el papel de la religión para fundamentar las relaciones
tradicionales entre varón y mujer. Sin embargo, no se pueden olvidar algu-
nas voces aisladas, como la de Poulain de la Barre que afirmaba que la mar-
ginación de las mujeres de lo público era un prejuicio muy instalado al que
ayudaban los filósofos al no reflexionar sobre la cuestión. Otra voz aislada
fue la John Stuart Mill que, en el siglo XIX, cuestionó el sistema de género-
sexo en su obra “La sujeción de la mujer”. Sin embargo, la historia oficial de
la filosofía recuerda de Stuart Mill otros temas y no éste.

Una pregunta pertinente que podemos hacernos en este contexto es: ¿hubo
mujeres filósofas? Lo primero que hay que decir, es que la filosofía ha sido
una de las áreas del conocimiento más masculinas que existieron y existen.
Las razones son variadas, pero teniendo en cuenta la vinculación histórica
que la filosofía tuvo con la teología, no parece extraño ver ahí un discurso
que tiene a la mujer como un ser disminuido en relación al varón. Añadido a
esto, la filosofía, al tener un discurso con un alto grado de abstracción, con-
sideraba que sólo era alcanzado por varones. Indudablemente que ha ha-
bido mujeres intelectualmente relevantes que tuvieron que sufrir el silencia-
miento por parte de los filósofos legitimadores de un sistema patriarcal.

 ¿Tiene la filosofía razones en favor de la mujer?

Es claro que no existe “la” filosofía, sino más bien multiplicidad de enfoques
y mucho más a partir del siglo XX donde realmente se da una explosión de
intereses desde circunstancias muy particulares. Pero lo que hoy es claro, es
que la filosofía tiene un enorme potencial emancipador y construye pensa-
miento crítico. De esta manera, el enfoque feminista de género peude ayu-
dar a desenmascarar un discurso que sea androcéntrico. No hace falta crear

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nuevos conceptos, es importante resignificar los ya existentes. Por ejemplo,
el discurso de igualdad, fraternidad y libertad de la Revolución Francesa, po-
see elementos emancipatorios suficientes para aplicarlos también a la lucha
en favor de las mujeres. Aquí se dio un incipiente movimiento que fue re-
chazado con dureza por parte de la Asamblea Revolucionaria francesa. Algu-
nas feministas pasaron por la guillotina y centros para mujeres que discutían
de política, fueron cerrados.

En siglo XX, la filósofa y feminista Simone de Beauvoir va a reivindicar a


Poulain y retomar los anhelos de igualdad ilustrados en el marco, ahora, de
su enfoque existencialista del ser humano. Para ella, y en general eso es hoy
aceptado, no existe una esencia ni femenina ni masculina. Esta aclaración de
De Beauvoir, nos pone en el corazón de la cuestión: ¿cómo enfoca la filosofía
la cuestión de género? Dicho de otro modo, ¿qué significa filosofía femi-
nista? Aquí se podrían distinguir algunas etapas en las investigaciones sobre
la mujer:

Por los años sesenta y setenta, comienzan a publicarse algunas colecciones


al respecto. Aquí el acento estaba más puesto en recopilar lo que la tradición
filosófica había dicho sobre la mujer. Evidentemente los resultados de estas
investigaciones fueron bastante decepcionantes en el sentido de que recoge
lo que eminentes pensadores reflexionaban sobre “la” mujer, porque la mu-
jer estaba esencializada. El enfoque de la investigación consistía, básica-
mente, en buscar las semillas de misoginia en la filosofía.

Luego la investigación fue variando, de la búsqueda de misoginia en la tradi-


ción, se pasó a recoger los discursos que mostraban los nexos incoherentes
en la reflexión sobre los sexos y en relación a algún principio que el filósofo
sostuviera. Otro campo interesante de investigación es el de las metáforas.
Las metáforas tienen la particularidad de que esconden contradicciones o
también lagunas teóricas propias del género literario. Al estar conectadas
con alguna emoción o afecto, suelen producir en el lector una especie de
aprobación. Ya en la antigüedad, la valentía, la capacidad de afrontar peli-
gros o soportar adversidades, son consideradas virtudes masculinas. Algo
parecido ocurre con la Providencia, que es comparada a un padre que cuida
de sus hijos y los ayuda a hacerse fuertes. Estas metáforas entraron también
en la reflexión filosófica con las mismas contradicciones o ambigüedades.
Por eso la tarea de la filosofía feminista, en parte, es rastrear esas huellas
que puedan desfigurar lo que la mujer es, es decir, sacarla de una esencia
fija. La búsqueda aquí es más metafísica porque hace al ser de la mujer.

Este enfoque más bien deconstructivo, de búsqueda en la tradición de lo que


se ha dicho de la mujer, está seguido por un enfoque constructivo: se trata
ahora de elaborar una reflexión positiva acerca de ella. Esta consiste, funda-
mentalmente, en exponer de modo plausible y justificado, el lugar que

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ocupa la mujer en igualdad como también sus especificidades. No para ela-
borar un discurso que sólo la distinga del hombre, sino para mostrar lo que
ella es. Esto además tiene consecuencias en la vida pública y en la lucha por
el reconocimiento de derechos vedados. A nivel filosófico, una tarea así ha
comenzado ya hace mucho y es posible encontrar en la actualidad, estudios
serios al respecto.

 La principal problemática hoy: violencia de género

No podemos hablar de la problemática de género sin mencionar el flagelo


que se vive en Argentina con la cuestión de la violencia de género y los fe-
micidios. La aberrante práctica de matar mujeres, se ha convertido en un
problema público que desafía a las instituciones, la política y cualquier es-
quema de prevención. La filosofía sería una disciplina inútil y hasta irrespe-
tuosa si no reflexionara seriamente sobre este drama.

En primer lugar, la filosofía está llamada a sacar a la luz los elementos cultu-
rales que subyacen en esta práctica aberrante para mostrar ese machismo
de base que todavía hoy está arraigado en nuestro país. Por ser una cuestión
cultural, deberíamos preguntarnos cuáles son los medios para que esas prác-
ticas dejen de existir. La educación está, de manera particular, desafiada a
tomar la posta en esta tarea de educar niños que aprendan a respetarse en
las diferencias y a no mirar al sexo opuesto desde una determinada supre-
macía, atendiendo al curso de la historia y dejando atrás paradigmas que
relegaban a la mujer a las tareas domésticas y al varón al trabajo y la vida
pública. Lo que se aprende de niño, es muy común repetirlo en la adolescen-
cia y difícilmente se desarraigue en la adultez. Por eso el rol de la educación
es clave. Es podría considerarse una media preventiva.

En segundo lugar, la filosofía debería aportar a una reflexión atenta a los


derechos humanos que fundamente el rol indiscutido de la mujer en la so-
ciedad como un aporte original y único. La organización de espacios de re-
flexión que empoderen a las mujeres como también de información a los
varones sería de mucha utilidad. Aquí debería mostrarse no sólo la necesi-
dad de una lucha por la reivindicación de derechos, sino también mostrar la
diferenciación de sexos como una cuestión del devenir cultural y que exige
por parte de todos, respeto y tolerancia por las diferencias. No hay un único
modo de ser mujer, como tampoco la reflexión puede cerrarse a otros mo-
dos de ejercicio de la subjetividad como la cuestión del transgénero, entre
otras.

Una última consideración es que la filosofía tiene que tener voz pública. Si
sólo está cerrada en claustros universitarios o comités científicos, perderá

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parte de su potencial emancipador. La filosofía debe estar en la palestra pú-
blica para que su aporte en este sentido sea, también, público y de utilidad
para todos.

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Referencias
Puleo, A. (1993/1995). Filosofía y género. Recuperado de http://www.raco.cat/in-
dex.php/Asparkia/article/viewFile/108124/154748

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