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ANTECEDENTES Y CONSECUENCIAS DE LA

TRAGEDIA DE CAJAMARCA

Edmundo Guillén Guillén

Históricamente, en Cajamarca no cayó derrumbado el Estado


Imperial del Perú Inka o Tahuantinsuyo, como erradamente se dice,
sino que en el aciago 16 de noviembre de 1532 acabó solamente el
efímero triunfo del auki o príncipe Atao Wallpa, enfrentado en guerra
contra su hermano Wascar Inka.

Es importante precisar, de acuerdo a las nuevas investigaciones


históricas y a la perspectiva peruana, lo siguientes hechos:

1. Desde mediados de 1530 los Inkas tuvieron noticias de la


presencia de extranjeros en la costa ecuatorial, noticias que se
repitieron después a fines de ese año y con más notoriedad en
1531, cuando los españoles recorrieron la costa ecuatorial de
febrero a diciembre, acampando en la isla de Puná. Mayores y más
precisos detalles obtuvieron cuando esos invasores desembarcaron
en la costa tumbesina, en abril de 1532. Por este tiempo el Estado
Inka, confrontaba la guerra civil entre Atao Wallpa y su hermano
Wascar Inka, afirmándose que por esta causa, el primero los
menospreció, sin dar importancia a su capacidad militar,
preocupado como estaba en continuar la guerra fratricida,
dejándolos avanzar por la costa y establecerse en el valle de Piura,
en 1532.

2. Derrotado Wascar Inka, el victorioso Atao Wallpa, decidió


atraer a los extranjeros hasta el tambo de Cajamarca, para tenderles
una celada.

3. En Cajamarca, se produjo así, históricamente el encuentro


oficial de dos culturas. De la cultura andina de ideología humanista
con la cultura europea del Renacimiento, dos cosmovisiones
distintas y de abismal diferencia en cuanto a tecnología bélica, el
primitivo armamento de piedra y madera de los incas frente a la
pólvora y el acero europeos. De modo que la celada planeada por
el incauto Atao Wallpa, terminó volviéndose en su contra,
resultando víctima de su ingenua confianza.

4. La tragedia de Cajamarca no fue el resultado de la temeraria


acción de audaces aventureros aliados de indios anónimos, como se
dice, sino de la guerra sorpresiva que España –el imperio más
poderoso de Europa- emprendió de antemano contra el país de los
Inkas. En rigor histórico y desde la perspectiva nacional, fue una
guerra de agresión de los españoles contra los antiguos peruanos,
que lucharon heroicamente en defensa de su soberanía y sus
milenarios valores culturales.
5. Tampoco es cierto que Atao Wallpa prometiera pagar un
“rescate” por temor a ser muerto, como erradamente se afirma, sino
que fue víctima de la extorsión de sus captores, que le exigieron
llenar un cuarto de oro y otro más grande de plata bajo promesa de
ponerlo a cambio en libertad. Pacto que se hizo con las
formalidades legales de una escritura pública.

Como se sabe, Atao Wallpa, aunque con mucha dificultad,


consiguió reunir el “rescate” exigido. Sus captores, faltando a su
compromiso, se negaron a liberarlo y después con el pretexto de
que el príncipe proyectaba alzarse contra ellos, y otras varias
acusaciones carentes de fundamento, lo condenaron a morir
quemado vivo. Bautizado con el nombre de Francisco se le
conmutó esa pena por del “garrote”, cuya ejecución se cumplió el
26 de julio de 1533.

6. Los sucesos posteriores prueban asimismo, que Cajamarca fue


solamente el escenario histórico de la antesala y no el final de la
conquista del Perú, si bien con consecuencias políticas y militares
que alteraron el curso de la historia del Perú, y que fueron, entre
otras, las siguientes:

La primera fue el trágico final de la infausta guerra de Atao Wallpa


y la tácita alianza del bando opositor cuzqueño con los invasores
españoles.
Según los testimonios históricos, muerto Wascar Inka,, camino
a Cajamarca, la facción legalista del Cuzco eligió al joven príncipe
Manko Inka Yupanki, quien invitó a los extranjeros a la capital
imperial, con el objetivo de convertirlos en aliados para acabar con
la rezaga atawallpista de Kiskis y consolidar su autoridad imperial.

Mientras tanto, en Cajamarca, los capitanes de ambas facciones,


designaron a Thupa Wallpa, hijo de Wayna Qhapaq para que
condujera al Cuzco a los nuevos aliados que asegurarían la
restauración del gobierno imperial. Hecho que desmiente a las
versiones españolas, que atribuyen a Pizarro el nombramiento como
Inka a este controvertido príncipe.

En el curso de esa marcha, en el valle de Jauja, entre la intriga y


el misterio murió Thupa Wallpa. Y como las facciones no se
pusieron de acuerdo para designar un nuevo guía, continuaron el
viaje al Cuzc. Después de vencer los conatos de resistencia en
Willkawaman y Willkakunka llegaron al valle de Xaquixaguana,
donde se ratifico la alianza inka-española.

La segunda consecuencia fue, la restauración del gobierno


Imperial Inka, que se realizó después de la entrada triunfal del Inka
en la ciudad del Cuzco, acompañado de sus nuevos aliados, el 15 de
noviembre de 1533. Hecho histórico que demuestra a la vez, que
Pizarro ni Almagro conquistaron esta ciudad, hazaña que
pretendieron atribuirse con testigos complacientes.
La tercera consecuencia fue el inicio de la gran guerra de
reconquista, después que el Inka, se diera cuenta que sus desleales
aliados conspiraban contra él y pretendían quedarse en el reino por
la fuerza de las armas.

Esa guerra, terminó trágicamente con la pérdida de la soberanía


del Perú, después de la ocupación de la ciudad de Vilcabamba y la
decapitación del último Inka del Tahuantinsuyo, Thupa Amaru, el
23 de setiembre de 1572.

Guerra libertaria que continuó después, hasta que en 1824 el


Perú reconquistó su antigua soberanía política en los llanos de
Ayacucho, consumando la expulsión definitiva de los españoles.

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