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¿DEBEMOS AMARNOS PRIMERO?

EL
CRISTIANO Y LA AUTOESTIMA
2019-01-07  1 COMENTARIO

Los cristianos que han propagado estas enseñanzas de la “autoestima”


hacen una exposición poco convincente al encontrar prácticas y
principios de autoestima en la Biblia.

Mientras que admitimos que fueron los psicólogos incrédulos los que
tomaron la delantera, han hecho todo intento posible por obtener cierto
apoyo bíblico.

Las Escrituras son registradas de arriba abajo y los versículos son


torcidos con el propósito de dar cierta clase de credibilidad bíblica a la
teoría.
Pero la Biblia es usada no para descubrir lo que Dios tiene que decir o lo
que debemos creer; sino que, la perspectiva ya ha sido llevada a la Biblia
cuando la búsqueda bíblica comenzó.

Esta metodología es siempre peligrosa. No obstante ha sido la


especialidad de los cristianos que son psicólogos: adoptar un sistema
pagano; luego se menciona la Biblia para apoyarla.

Primero fue la perspectiva de Freud sobre la “identidad” que se suponía


que se aproximaba a las enseñanzas de la Biblia sobre el pecado original.

Luego, desde que Jung hizo declaraciones religiosas hoy y entonces, se


dijo que el estaba “cercano” al cristianismo. (Por supuesto, que su
pensamiento abiertamente se basaba en tales puntos de vista “religiosos”
como aquellos encontrados en el Libro Tibetano de los Muertos fueron
raras veces mencionados.)

Luego, los puntos de vista de Carl Rogers sobre el escuchar y la


aceptación fueron fácilmente comparadas a las ideas bíblicas (aun
cuando declaraciones en Proverbios 18 y a otros lugares se oponían al
pensamiento Rogeriano y a la práctica en ambas áreas).

Luego el conductismo de Skinner fue conformado con declaraciones


bíblicas acerca de la recompensa y el castigo (sin notar el hecho de que
lo más reciente está condicionado por el programa de recompensa y
castigo de Dios, y por consiguiente es totalmente diferente).

Ahora, como la última moda pasajera, es el dogma de la autoestima que


se dice ser similar o idéntico a la doctrina bíblica.

Esta inclinación por “encontrar” las últimas ideas psicológicas en las


Sagradas Escrituras es peligrosa para varias razones:

1. La perspectiva extrabíblica recibe autoridad bíblica a los ojos de


muchos cristianos.

Para contestar la pregunta con la cual este capítulo comenzó, la razón por
la que tantos cristianos son conducidos a la aceptación de puntos de vista
psicológicos es que a estos puntos de vista se les da un molde bíblico y
son apoyados por pasajes bíblicos que han sido torcidos fuera de su
contexto y los han obligado a dar un servicio que nunca se pretendió que
hicieran.

Desafortunadamente, muchos cristianos son conducidos engañosamente


a pensar que la Biblia realmente enseña cosas así.

2. Dios es tergiversado.

Esto, claro está, es el hecho más peligroso de todo. Que los psicólogos
cristianos (pocos de los cuales toman tiempo para volverse competentes
en una exégesis seria) puedan utilizar la Palabra del Dios vivo en una
moda tan arrogante como algunas veces lo hacen, y que cristianos sin
discernimiento acepten fácilmente sus interpretaciones es tanto aterrador
como abrumador.

Los pasajes son distorsionados y malversados con descuido; a las


Escrituras se les hacen decir lo que el intérprete quiere que ellas digan; y
la Biblia, como si estuviera hecha de cera, es moldeada para que se ajuste
a la última moda pasajera.

Hay una cierta falta de reverencia evidente hacia Dios mismo en este
proceso.

3. Cualquier sistema que se propone solucionar problemas humanos sin


la Biblia y el poder del Espíritu Santo (como todos estos sistemas
paganos lo hacen, incluyendo el sistema de la autoestima) es
automáticamente condenado por la Sagrada Escritura misma.

Ni Adler ni Maslow profesaron una fe cristiana. Ni su sistema depende


en alguna manera del mensaje de salvación.

Amor, gozo, paz, etc., son tratados como si no fueran fruto del Espíritu
sino meramente el fruto de correctas perspectivas del yo que alguien
puede lograr sin la Biblia o la obra del Espíritu en su corazón.

Por estas razones el sistema de la autoestima con sus correspondientes


afirmaciones bíblicas debe ser rechazado.
No proviene de la Biblia; los cristianos llamaron a la Biblia mucho
después de que el sistema fuera desarrollado por otros que no tuvieron la
intención de basar su sistema en la Palabra de Dios.

Cualquier parecido entre la enseñanza bíblica y la enseñanza de los


iniciadores de la autoestima son tanto inventados como accidentales.

Pero, debido a que los cristianos han tratado de hacer un caso bíblico
para este substituto no bíblico de la forma en que Dios ayuda a los
hombres, debemos tomar una postura firme sobre los pasajes principales
que han sido metidos a la fuerza a disposición. Hay tres: 1) Mateo 22:36-
40, 2) Romanos 6/Colosenses 3, y 3) Santiago 3:9.

Mateo 22:39b

Conjuntamente con estos versos, también tendremos necesidad de


observar el pasaje paralelo en Lucas 10:25-37.

Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás


al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es
semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas. – Mateo 22:36-40

Para los propósitos de nuestro debate, el verso más importante es Mateo


22:39b: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Este es probablemente
el verso más citado por los defensores de la enseñanza de la autoestima.

Trobisch, por ejemplo, le llamó una “orden de amarse a usted mismo,” y


dice:

El autoestima es así el prerrequisito y el criterio para nuestra conducta


hacia nuestro prójimo.

¡Esa es una declaración asombrosa! ¡Trobisch no nos dice sólo que Jesús
nos ordenó amarnos a nosotros mismos, sino que no podemos amar a
nuestro prójimo correctamente a menos que primero aprendamos a
amarnos a nosotros mismos porque el criterio, o estándar, por el que
determinamos decidir cómo amar al prójimo es cómo nos amamos a
nosotros mismos!

Él tiene la temeridad para decir, “esto [el hallazgo de la psicología


moderna de que el hombre debe procurar amarse a sí mismo] derrama luz
nueva sobre el mandato que Jesús enfatizó colocándolo en el mismo
orden de importancia que el amar a Dios”.

En otras palabras, ¡Trobisch piensa que hasta que los psicólogos


modernos descubrieron la verdad en otro lugar: este importante mandato
bíblico – en este aspecto nuevo muy importante – estaba escondido y que
no estaba correctamente comprendido! ¡Por casi 2000 años la iglesia
había estado en tinieblas!

En verdad, el verso no dice nada sobre eso. Considere los hechos.

Primero, que no hay ningún mandamiento aquí (o en cualquier otra parte


de la Biblia) de amarse a sí mismo. ¿Le asombra eso? Escuchando hablar
a los líderes de la imagen propia, usted pensaría que la Biblia contiene
algo de eso.

Pero de hecho no hay ningún mandamiento aquí o en otro lugar en la


Escritura de amarse a sí mismo.

Cristo lo dejó perfectamente claro que él hablaba acerca de dos, y sólo


dos mandamientos.

En los versículos 39 y 40 El habla del “segundo” mandamiento y de


“estos dos mandamientos”. No hay un tercer mandamiento. Toda la
Sagrada Escritura puede ser colgada en dos clavijas: Amar a Dios y amar
a su prójimo. ¡Pero las personas de la autoestima crean tres mandatos de
Cristo de estos dos! No hay absolutamente ninguna excusa para tratar las
Escrituras de esta manera.

Como si tal distorsión de la enseñanza francamente bíblica no fuese


suficiente, van más allá y hacen los primeros dos mandatos depender de
un supuesto “tercer” mandato.
Según el grupo Adler/Maslow, las necesidades de bajo nivel deben ser
satisfechas antes que las necesidades de nivel alto. Esto quiere decir que
las necesidades de nivel 4 (la autoestima) deben ser suplidas antes que
las necesidades de nivel 5 (auto-realización) lo puedan ser.

O, para ponerlo en términos del versículo que está siendo forzado a


entrar en el sistema Adler/Maslow, usted no puede amar a su prójimo
(una actividad de nivel 5) hasta que usted primero aprenda a amarse a
usted mismo (una actividad de nivel 4).

Por esto es que Trobisch sostiene que “que el amor propio es así el
prerrequisito” para amar a su prójimo. Él procede a decir:

Usted no puede amar a su prójimo, usted no puede amar a Dios a menos


que usted primero se ame a sí mismo…Sin amor propio, no puede haber
amor para los demás.

Esta forma de pensar no es limitada a Walter Trobisch. Recuerde la


declaración de Crabb sobre el asunto:

Para ser equilibrado, usted debe alcanzar la etapa de auto-realización.


Para alcanzar esa etapa usted debe pasar primero a través de las otras
cuatro etapas….

Ahora escuche a Philip Captain:

Realmente nuestra habilidad para amar a Dios y amar a nuestro prójimo


es limitada por nuestra habilidad para amarnos a nosotros mismos.

No podemos amar a Dios más de lo que amemos a nuestro vecino y no


podemos amar a nuestro prójimo más de lo que nos amamos nosotros
mismos.

Captain aún pule la jerarquía con una distorsión suya: El amor hacia Dios
está bajo la dependencia del amor hacia el prójimo, lo cual a su vez está
bajo la dependencia del amor hacia uno mismo.

En cada una de estas construcciones el escritor está completamente


convencido de que el amor hacia Dios y al prójimo es contingente en el
amor hacia uno mismo. Pero en el pasaje bíblico no sólo no existe un
tercer mandamiento, sino que ni siquiera existe una relación dependiente
establecida entre los dos mandamientos.

Ambas afirmaciones de la autoestima son llevadas al texto para cambiar


la forma del mismo; entonces, en su forma cambiada, el texto es metido a
la fuerza en el sistema.

Jesús realmente presupone un amor propio en este pasaje. Él dice,


“amarás a tu prójimo como a ti mismo.” El mandato es amar a tu prójimo
como tú ya mismo te amas. El verso podría ser traducido [del griego]
literalmente, “tú debes amar a tu prójimo como tú ya mismo te amas”.

Ese mismo amor propio que es presupuesto por Jesús es asimismo


presupuesto en el argumento de Pablo en Efesios 5:28, 29, dónde él insta
a los maridos a amar a sus esposas “como a sus mismos cuerpos”. Él
procede a decir:

Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la


cuida, como también Cristo a la iglesia – Efesios 5:29

En otras palabras, todo el argumento de Pablo se conecta con el hecho de


que ya exhibimos amor hacia nosotros mismos.

Lucas 10:29

Comparando Lucas 10:29 con Mateo 22:36-40, aparece una adición


contextual importante. Lucas nos dice:

Pero él [el intérprete de la ley], queriendo justificarse a sí mismo, dijo a


Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

Después de esto Jesús contó la parábola del Buen Samaritano.

¿Cuál fue el problema del intérprete de la ley? ¿Estaba el sufriendo una


baja autoestima?
Todo lo contrario. Lucas dice que “queriendo justificarse a sí mismo”.
Esto es decir que la pregunta que él hizo, “¿Y quién es mi prójimo?” no
fue realmente hecha para pedir información sino para confundir a Jesús.

Y note que él quiso confundirlo a fin de que él pudiera justificar sus


propios actos pecaminosos. Hizo la pregunta, por consiguiente, fuera de
un interés propio. Él estaba a gusto en la condición en la que estaba y no
quería dar su tiempo o dinero a su prójimo. Él deseaba permanecer
absorto en sí mismo.

La parábola del Buen Samaritano ciertamente no fue diseñada para


fomentar un mayor interés propio, sino justo lo contrario.

El mismo punto de la parábola es que uno debe amar a su prójimo – o sea


alguien necesitado – como a sí mismo. Él debe cuidar de las necesidades
de los demás y aun debe tomarse muchas molestias por los demás.

Jesús no dijo que con el fin de involucrarse en tal actividad de alto nivel
como el samaritano hizo, uno primero debe llegar a un lugar donde todas
sus necesidades en niveles inferiores fuesen satisfechas.

¿Qué del sacerdote y el Levita? ¿Estaban deprimidos? ¿Tenían baja


autoestima? Claro que no.

Probablemente se consideraban mucho mejores que el samaritano. Su


problema era el mismo del intérprete de la ley: Se amaban tanto a sí
mismos que no se tomarían muchas molestias por alguien más.

Trobisch nos dice que nuestro amor hacia nosotros mismos es el


“criterio” así como también el prerrequisito para amar a los demás. Él
explica esto diciendo: “es la vara medidora que Jesús nos da para amar a
los demás. Lo Que él afirma es que cuando Jesús dijo: “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo”, él quiso decir “Haz las mismas cosas a los
demás que haces para ti mismo”.

Pero eso no sería correcto por varias razones. Primero, los criterios para
amar a los demás son los Diez Mandamientos que Jesús aquí resumía en
dos:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.”
– Lucas 10:27

Al decir esto todos los libros de la Biblia (la ley y los profetas) podrían
ser resumidos en esos dos mandamientos, él también señalaba las
Escrituras como el ejercicio de los mandamientos en la vida diaria.

En efecto, entonces, Jesús decía que los criterios para amar a Dios y a los
demás han de encontrarse en la Biblia – y no en nosotros.

Claramente debemos amar a nuestro prójimo como la Biblia manda, y no


haciendo las mismas cosas que hacemos a nosotros mismos.

Fuera de un amor propio, no hacemos sólo buenas cosas, sino toda clase
de cosas dañinas y pecaminosas a nosotros mismos: Cometemos
adulterio, mentimos, cometemos robo, comemos demasiado, nos
suicidamos, etc.

Las cosas que hacemos para nosotros mismos, entonces, no son los
criterios para amar a los demás.

Entonces ¿Qué quieren decir las palabras de Jesús “como a ti mismo”?

No hay pensamiento de criterio en ellos, puesto que, explícitamente, los


criterios han de ser encontrados en Los Diez Mandamientos y en su
ejercicio en toda la Escritura.

El pensamiento tiene que ver con intensidad, fervor, y cantidad de amor.

Note cuidadosamente que Jesús dice que el segundo mandamiento es


justo como el primero (Mateo 22:39). ¿Con respecto a que son
semejantes?

Primero, que ambos hablan de amar; ambos son mandamientos a amar.


Pero esto no puede ser la semejanza principal de la cual Jesús señalaba;
es demasiado obvio hacer este punto.
Hay una segunda forma en la cual los dos mandatos son semejantes. El
mandamiento de Jesús de amar a Dios “con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu mente” (v 37) quiere decir con todo lo que usted es
y todo lo que usted tiene. Quiere decir amar a Dios genuinamente y
sinceramente, fervientemente e incondicionalmente.

Es en relación a esto que los dos mandamientos “justamente” se parecen.


¡Cuando a usted se le manda amar a su prójimo como a “ti mismo,”
quiere decir ¡amar tan incondicionalmente como usted se ama a usted
mismo!

Ya tenemos un amor ferviente, dedicado, genuino, y sincero para


nosotros mismos. Con los pecadores, este amor es casi siempre excesivo.

Ahora, dice Jesús, extiende la misma cantidad de amor hacia tu prójimo:


Ámele “como a usted mismo”.

El argumento equivale precisamente a la argumento que Pablo hace para


un marido amando a su esposa “lo mismo que” él ya ama su propio
cuerpo. ¿Cómo debe hacerse eso?

En la misma actitud ferviente, sustanciosa, y de corazón con la cual un


hombre cuida de él mismo (no necesariamente haciendo aquello mismo
para su esposa que él se hace para sí mismo).

Es claro que Mateo 22, supuestamente el pasaje más firme que apoya la
autoestima, es de hecho el pasaje que realmente señala al movimiento
mismo.

Cualquier consideración seria de este pasaje completamente repudia el


tipo de enseñanza de amor propio que vemos hoy.

Para resumir este capítulo, debemos amar a nuestro prójimo como a


nosotros mismos.

Pero Mateo 22:39 no contiene un mandamiento de amarse uno mismo,


puesto que no necesitamos preocuparnos en amarnos a nosotros mismos
si verdaderamente amamos a Dios y a nuestro prójimo.
Puesto que el cumplimiento de estos dos mandatos es el cumplimiento de
todo, siempre haremos lo correcto para nosotros mismos.

El amor, en la Biblia, es cuestión de dar: “De tal manera amó Dios al


mismo, que ha dado…” (Juan 3:16); “Él me amó y se dio …” (Gal.
2:20); “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella…” (Efes 5:25).

Porque es de mayor bendición dar que recibir, los proponentes del


autoestima (quiénes defienden el obtener de los demás y dar a si mismos
antes que dar a Dios y los demás) substraen una bendición enriquecedora
de aquellos que siguen su énfasis no bíblico.

No hay necesidad de preocuparse en como amarse a uno mismo, por


tanto tiempo como uno trata primero de amar a Dios y a su prójimo en un
modo bíblico, todo el mórbido interés por sí mismo correcto aparecerá
como un subproducto.

Por esto es que la Biblia nunca nos ordena amarnos. Puesto que la Biblia
guarda silencio al respecto, deberíamos hacerlo también.

2. ¿De un Valor Infinito?


Romanos 6:1-13/Colosenses 3:1-10

Ahora es tiempo de ver Romanos 6/Colosenses 3.

Primero debemos pensar acerca de las secciones de las dos cartas de


Pablo.

En los pasajes paralelos encontrados en Romanos 6 y Colosenses 3 el


creyente recibe instrucciones de “considerarse” a sí mismo muerto al
pecado y vivo para Dios.

A él se le asegura que él es una persona nueva a los ojos de Dios y que la


vieja persona que el solía ser está legalmente muerta.

Además, él es exhortado a ser, en la vida diaria, la persona nueva que él


es tal y como es considerada a los ojos de Dios en Cristo.
Los teóricos de la imagen propia se han dado prisa en atacar estos
pasajes, volviéndolos hacia sus propósitos y dándole poca o ninguna
consideración a los propósitos para los cuales fueron escritos.

Es claro aun que en una lectura superficial de los dos capítulos que Pablo
no tuvo intención alguna de enseñar una doctrina de autoestima.

Y ningún cristiano alguna vez ha encontrado tal enseñanza en estos


pasajes por un período de 1900 años hasta que los psicólogos humanistas
les “alertaron” de los dogmas que ellos ahora profesan de encontrar tan
explícitamente lo que allí enseñan.

No obstante, los defensores de la autoestima toman consuelo en lo que


ellos piensan que pueden decir estos pasajes.

Un defensor celoso de las afirmaciones del sistema:

Nuestra imagen propia como cristianos, por consiguiente, debe ser de


nosotros mismos como personas que han rechazado decisivamente la
manera de vivir antigua que es llamada el hombre viejo, y
permanentemente han adoptado el nuevo método de vivir el cuál es
designado el hombre nuevo.

En apoyo a esto él se refiere a Romanos 6:11:

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para


Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.”

Luego, para establecer su punto, él insiste que:

Ésta es una declaración bíblica tan clara de la imagen propia cristiana


como uno puede encontrar cualquier parte.

Si el profesor que hizo esa declaración está en lo correcto, y si no hay


una clara “declaración bíblica” de la doctrina supuestamente encontrada,
entonces el movimiento está en un problema serio. La realidad es que no
hay nada claro acerca de la imagen propia en el pasaje en absoluto.
De cierto, Colosenses 3 y Romanos 6 nos dicen que Dios nos ve a
nosotros “en Cristo” que nuestra posición ante El como el Juez es
perfecta; ninguna falla puede ser encontrada.

Hemos sido completamente perdonados cuando creímos, y ahora Dios


nos ve como personas completamente nuevas en Su Hijo.

En Él todos los antiguos caminos se han ido y los nuevos caminos se han
quedado para siempre. Todo esto es asombrosamente claro.

Pero lo que es también claro es que Pablo no nos dice a nosotros esto
para “hacer que nos sintamos bien acerca de nosotros mismos” o “para
apapacharnos” o “subir nuestra autoestima”.

Su propósito es urgirnos a convertirnos en nuestro diario vivir lo que ya


se nos es contado que somos en Cristo. En otras palabras, él quiere que
nosotros veamos que en nosotros mismos nos quedamos mucho más
cortos de lo que estamos en Cristo.

Escuche Romanos 6:1-2:

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia


abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aún en él?

¡El verso 2 suena más como una exhortación que como aun halago! El
profesor que citó Romanos 6:11 fue selectivo; para dar el sentido
completo, él debería haber citado los siguientes versos también.
Versículos 12 y 13 continúan el pensamiento de Pablo:

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo


obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros
miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Lo que es claro es que el propósito de Pablo al instarnos “a


considerarnos” muertos al pecado y vivos para la justicia en Cristo debe
obligarnos a vivir de una manera diferente.
El “Así también” con el cuál el verso 12 empieza (en algunos textos
griegos) introduce la conclusión a la que deberíamos llegar del hecho
indicado en el verso 11. Pablo no dice, “por eso ustedes deben sentirse
bien acerca de ustedes mismos”. Él dice: “en la vida diaria comiencen a
vivir a la altura del estándar alto de su posición legal en Cristo”.

Pablo, escribiéndole a los Colosenses, indica:

Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en


Dios… Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; Pero
ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a
los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y
revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno”. – Colosenses 3:3,5, 8-10

Otra vez, se afirma el hecho de que la vida antigua ha sido reemplazada


por la vida nueva en Cristo.

Y otra vez, justamente como lo fue antes, lo que Pablo hace de esto es
que: puesto que esto es cierto en Cristo, comiencen a vivir en esta
realidad en sus asuntos diarios.

No hay ni siquiera una ligera insinuación en estos pasajes acerca de


mirarnos a nosotros mismos como personas de gran valor o acerca de
ganar una mejor imagen propia.

Todo lo que él está haciendo es sostener en alto el ideal (nuestra posición


perfecta en Cristo) e instarnos a aproximarnos más plenamente a ello en
nosotros mismos.

¿Nos autorizan estos pasajes a decir alguna cosa como lo que el siguiente
escritor cristiano dice?

…Debemos vernos a nosotros mismos como excepcionalmente


maravillosos, inherentemente valiosos. 
¡Seguramente no! El propósito de estos pasajes es mostrarnos el gran
vacío que hay entre los que somos contados o considerados en Cristo (la
justificación) y lo que somos en realidad en nosotros mismos en nuestro
diario vivir (la santificación), para instarnos a cerrar ese vacío.

Ellos son diseñados no para mantenernos satisfechos con nosotros


mismos a fin de que nos podamos aceptarnos como lo que somos, sino
para destruir cualquier autosatisfacción que pueda existir y para
motivarnos a hacer un mayor progreso en la vida cristiana.

¡Nada podría ser mejor diseñado para reducir a fondo cualquier sentido
de orgullo, valía, o satisfacción para la cual pudiésemos aferrarnos y
retrasar nuestra perfección en Cristo y luego pedirnos que comparemos
nuestra función real con ella! Romanos 6 y Colosenses 3 eficazmente
atacan la enseñanza de la autoestima mas que reforzarla.

Estos pasajes, entonces, no fueron escritos para hacernos sentir mejor


acerca de nosotros mismos sino para mostrarnos cómo nos ve Dios en
Jesús a fin de estimularnos a una vida cristiana más consistente.

Hay un gran potencial en la vida nueva que tenemos en Cristo, pero


nunca comenzaremos a darnos cuenta de eso si holgazaneamos pensando
qué tan dignos somos.

Santiago 3:9

Ahora iremos a Santiago 3:9 y su trasfondo del Antiguo Testamento


encontrado en Génesis 1:27 y 9:6:

Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los


hombres, que están hechos a la semejanza de Dios – Santiago 3:9

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y


hembra los creó… El que derramare sangre de hombre, por el hombre su
sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. –
Gen 1:27; 9:6.

Las palabras operantes en estos versos son “imagen” y “semejanza”. Los


pensadores de imagen propia se dan prisa en señalar (correctamente) que
en estos pasajes se dice que el hombre es hecho a la imagen de Dios no
sólo antes de la caída sino también después.

Puesto que Efesios 4:24 y en Colosenses 3:10 se nos dice que la imagen
de Dios y la semejanza están siendo renovadas en el creyente, es cierto
que la imagen completa y semejanza no permanecen después de la caída;
no obstante algo que los escritores de Génesis 9 y Santiago 3 pueden
llamar “la imagen” de Dios y “la semejanza” aún permanece.

No es importante discutir las distinciones entre que es lo que se podría


llamar la semejanza moral e intelectual del hombre y su semejanza
constitucional en este punto, puesto que no contribuyen a nada a la
pregunta en estudio. Lo que es seguro es que, en algún sentido, el
hombre aun tiene la semejanza de Dios.

Más aún, nos deja observar que las penalidades y advertencias así como
también las reprensiones y las exhortaciones son aducidas al hecho de
que el hombre es el portador de la imagen de Dios.

Aquellos que maldicen a otras personas o atentan contra sus vidas corren
un gran peligro simplemente por ese hecho. Los proponentes de la
autoestima han interpretado estas sanciones bíblicas en una manera
inaceptable.

Escuche para algunos argumentos de la autoestima:

¿Significa esto (la caída del hombre) que el hombre ahora se


convirtió en un ser de ningún valor? Nada puede estar más allá
de la verdad. Aun después de que la caída del hombre era
todavía considerado un ser de un valor infinito…Las Escrituras…
afirman que aun el hombre caído aun es portador de la imagen de
Dios.

Otro escribe:

Aun los escritores del Nuevo Testamento reconocen la imagen de


Dios en el hombre. Santiago advierte en contra de maldecir
porque se hecho a la imagen de Dios.
Él cree que esto – es el fundamento para la autoestima. Somos creados
por la mano de Dios y a Su imagen. 

Un tercero habla con entusiasmo acerca de – la nobleza, la singularidad,


el significado, la valía y el significado del hombre.

Todos ellos, nos aseguran – a descansar en el ser hechos a la


imagen de Dios.

Es verdad que el hombre todavía está a la imagen de Dios en algún


sentido (aunque la imagen moral e intelectual ha sido tan deformada que
debe ser restaurada), pero ¿Qué es lo que quiere decir esto?

El hecho mismo no dice absolutamente nada acerca de la autoestima. En


ninguno de los contextos en el cuál la imagen de Dios en el hombre es
mencionada hace que el escritor utilice ese hecho para enseñar las cosas
que hemos estado leyendo en las citas de arriba.

¿Cómo puede ser posible extrapolar la idea de que el hombre es “de


infinito valor” del hecho de que él fuese creado a la imagen de Dios? El
solo concepto no sigue lógicamente al otro. Además, la naturaleza del
hombre, la cual lleva la imagen de Dios, no es nunca sostenida como una
razón para tener una alta autoestima.

Entonces ¿Por qué somos advertidos firmemente en contra de cometer


agresión a Dios al agredir al hombre, el portador de imagen de Dios?
Aquí está el punto crucial del asunto, y es aquí donde los escritores de la
autoestima se pierden.

Considere esto: Le muestro una foto de mi esposa. ¡Si usted la maldice,


se burla de ella, escupe en ella y la rompe – ¡usted tendrá que
responderme!

“¿Por qué?” Usted preguntará. “Después de todo, es sólo una foto”.

¡Sí, pero es una foto de mi esposa! Eso es lo que marca la diferencia.


La foto misma – el papel y la tinta, etc.- No es de mucho valor. Vale sólo
algunos centavos. Lo que me incumbe no es la foto misma sino lo que
esta representa.

Inherentemente el hombre vale poco; él no es ciertamente de un “valor


infinito”. Ningún ser finito creado, ya sea caído o no caído, no redimido
o redimido, lo puede ser.

Las advertencias de Génesis 9 y Santiago 3 no son debido al hecho del


valor infinito del hombre; ¡Más bien, resultan del hecho del valor infinito
de Dios! Deshonrar al hombre y maltratarle debe deshonrar y maltratar a
Dios porque él es hecho a la imagen de Dios. Eso es lo que trae la
advertencia y el castigo.

Es la imagen y semejanza del Único o la que es portador lo que tiene


importancia – no del hombre quien porta la imagen y semejanza. Él es
meramente una foto.

Recientemente un estudiante del seminario le dijo a un criminal en


prisión quien pensaba que él era “nadie”:

William, usted es alguien. Dios le hizo a Su imagen. Usted tiene


es de un valor infinito a Sus ojos.

¿Por qué no le dijo él que él es un pecador que esta en una condición


desesperada, apartado de la gracia gratuita de Cristo, que el Dios infinito
que se encarnó y murió en una cruz para pagar la pena de pecadores
como él, y mediante la fe él ahora podría tener vida eterna?

Puesto que hemos encontrado tales declaraciones como “valor infinito”


aplicada al hombre en más de un lugar, sigamos esa línea de pensamiento
un poco más. Se hacen afirmaciones extrañas hacia el hombre,
afirmaciones que uno esperaría escuchar sólo de panteístas o humanistas
que colocan al hombre en el trono de Dios. Aquí hay simplemente unas
cuantas:

… el ser humano es una criatura gloriosa, digna de un valor


infinito.
Dios quiere que nosotros nos veamos como un regalo suyo hacia
el mundo.

Somos algo precioso que Dios ha hecho. Somos algo exquisito


que él ha planificado.

¿Dónde está el precedente bíblico para usar tal lenguaje? Ciertamente


nada como eso puede ser encontrado en toda la Biblia. ¿Esperaría usted
que algún escritor, hablando en el nombre de Dios, que tuviese el
cuidado de hablar como la Biblia lo hace?

A estos escritores, y muchos más como ellos, parecen haberse quitado de


encima toda cohibición en su deseo de glorificar al hombre.

Aquí hay lo que un tercer escritor opina:

Por la creación, cada ser humano es una persona única, de gran


valor y dignidad.

Dejaré estas declaraciones, todas hechas por profesantes evangélicos que


están profundamente involucrados en propagar la enseñanza de la
autoestima, hablar por ellos mismos.

Cuando usted pueda encontrar alguna cosa como lo que están diciendo
en las Escrituras usted debería tomarla en serio. Hasta entonces usted
debería tachar sus palabras como totalmente equivocadas.

Mateo 6:26, 10:31; Lucas 12:7

¿Ocasionalmente el entusiasta de la autoestima se referirá a Mateo 6:26,


“No valéis vosotros mucho más que ellas?” O Mateo 10:31, “más valéis
vosotros que muchos pajarillos.” O Lucas 12:7, “más valéis vosotros que
muchos pajarillos.” ¡El entusiasta luego establecerá el punto diciendo
que “¡esta es una declaración acerca del gran valor del hombre!” Los
pasajes se usan para mostrar el “el valor infinito” del hombre a Dios.
¿Pero es esto así?
Examínelos de cerca; note lo qué dice Jesús realmente. Hagamos dos
preguntas: 1) ¿Cuánto valor se dice que debe tener el hombre? 2) ¿A
Quién dice que le es de valor?

En los pasajes Jesús es explícito: Dos pajarillos son vendidos por un


centavo, y cinco por dos centavos. Se dice que el hombre es más valioso
que “muchos pajarillos”. Esto quiere decir que si “muchos” pajarillos
significan 500 pajarillos, usted vale $2.50 a lo sumo; ¡Si quiere decir a
1000 pajarillos, su valor excede a $5.00!

El punto no es el gran valor del hombre sino el gran alcance del cuidado
providencial de Dios. Si se extiende hasta pajarillos, los cuales valen tan
poco, entonces seguramente se extiende hacia el hombre, quien vale más.

La respuesta a la segunda pregunta, ¿A Quién dice que le es de valor?


Emerge de la primera. Puesto que Jesús discute el valor en términos
monetarios, es claro que él habla del valor del hombre (contra del valor
de un pájaro) hacia otros hombres.

El pájaro vale un tanto así para el hombre; un hombre vale más. El valor
del hombre para Dios no está en cuestión. El argumento de menor hacia
el mayor en la escala de la persona tiene que ver con la providencia de
Dios y no con el valor del hombre.

Si, en Su bondad infinita, Dios cuida pues de las aves del aire, ¿no
cuidará El de usted?, ¿quién, a los ojos de los hombres vale más?

Si los entusiastas de la imagen propia desean decir que Dios cuenta el


valor del hombre para El de manera monetaria, y que este valor tiene
importancia en comparación a los pajarillos, el hecho es que ¡a duras
penas hizo un cálculo para alentar la autoestima de uno! La comparación
sólo puede servir para enfriar el entusiasmo, y no para alentarlo.

La realidad es que estos versos no enseñan nada acerca de la autoestima.

3. ¿Qué Enseña La Biblia?


Hasta ahora he intentado evaluar el movimiento de la autoestima
bíblicamente y mostrar que, colocándolo en la balanza de Dios, se
encuentra deficiente.

Usted podría pensar que el libro terminará en este punto, llegando a una
conclusión natural. Sin embargo, si lo dejara hasta aquí, todo lo que he
logrado sería en vano. No es suficiente incendiar una casa; también hay
que erigir otro su lugar. Esto es lo que ahora trataré de hacer.

¿Cuál es la alternativa bíblica para el enfoque de la autoestima? En una


sección anterior discutí Mateo 6, en donde Jesús mismo colocó por
adelante dos formas de vida contrastantes: La forma pagana y la forma
cristiana.

La forma pagana tuvo como su prioridad volviéndose segura y


significativo a través de la acumulación de “cosas” para satisfacer
“necesidades”. La forma cristiana pone a Dios y a Su imperio primero.
Pero ¿cómo? ¿Qué es lo que marca la diferencia?

La auto-negación: 2 Timoteo 3:2, Mateo 16:24-25

Jesús expone la auto-negación en vez de la auto-afirmación como la


forma para entrar en una relación correcta con Dios.

Rara vez nosotros leemos en la literatura de la autoestima acerca de la


auto-negación, el único énfasis es en el ego que fluye a través del Nuevo
Testamento.

Echaremos un vistazo en algunos de los pasajes cruciales referente a este


énfasis bíblico e intentaremos comprender lo que dice Dios,
relacionándolo todo al enfoque de la autoestima.

En 2 Timoteo 3:2 leemos de “amadores de sí mismos” (philautoi). Aquí


esta la palabra enlistada junto con un montón de otras aberraciones
pecaminosas que Timoteo tendrá que evitar durante los días de su
próximo ministerio.
La advertencia de Pablo es oportuna para los ministros hoy.
Probablemente hay un tipo de amor propio que es claramente condenado
en las Escrituras.

Puesto que la palabra philautoi ocurre sólo en 2 Timoteo 3:2, en una


lista, sin más explicación, no podemos descubrir nada acerca de su
significado exacto en el contexto.

Todo lo que podemos decir es que conserva una mala compañía con tales
características: “avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural,
implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo
bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más
que de Dios”

Una consideración prudente de la lista en 2 Timoteo 3 le guiará a la


conclusión de que cada una de los elementos en ella (y es mucho más
grande lo que he considerado aquí) se podría mencionar ya sea para tener
un enfoque egocéntrico o para aumentar tal enfoque.

Es fácil de ver los peligros del egocentrismo estudiándolo. Y nos debería


afligir pensar acerca de los niños en Grand Rapids o de otro sitio
estimulándolos a pensar que merecen una “palmadita en la espalda” y
darles a entender que se “sientan buenos” acerca de ellos mismos, con lo
cual los introduciría en la misma senda egoísta que Dios condena.

Muchos de los problemas señalados en la lista 2 Timoteo 3 podrían


aparecer en sus vidas más tarde como resultado de alentar, en vez de
reprimir, las tendencias pecaminosas que son propias en la naturaleza
humana caída (cf. Proverbios 22:15).

Lo correcto que se ha de promover, según la Palabra de Dios, es la auto-


negación. El mandato para negar el ego ocurre seis veces explícitamente
en los Evangelios, pero el concepto está en todas partes en las Escrituras.

Eso es lo que el Señor daba a entender cuando El ordenó a Sus discípulos


a olvidarse de sus intereses y poner Sus asuntos primero (“buscar
primeramente el reino de Dios y Su justicia”).
¿Qué dice Dios acerca del ego? Él dice, “niéguese a sí mismo”:

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la
hallará. –Mateo 16:24,26

Esto no quiere decir que una persona deba negar de sí mismo alguna cosa
en particular, como algunos erróneamente suponen (“dejaré la goma de
mascar “para la cuaresma”), sino que quiere decir negar su propio ego
(Literalmente “para decirse que no a usted mismo” o “repudiarse uno
mismo”).

Si alguna cosa pudiese estar en contraste conciso con el mandato de


Cristo a negar el ego que el énfasis de auto-afirmación, auto
complacencia del que hemos estado leyendo en la literatura de
autoestima, yo no sé lo que es entonces.

Tal como Jesús puso por encima la forma Gentil en contra de la forma
cristiana de la vida en Mateo 6, aquí también Él contrasta dos caminos
completamente diferentes e irreconciliables.

El hecho interesante que no debería faltar es la forma antitética de Jesús


de indicar este asunto: No hay lugar para el compromiso. Bastante
opuesto de los integracionistas eclécticos, quienes quieren unir y mezclar
tanto como se pueda lo que el mundo tiene que decir con las enseñanzas
bíblicas, Jesús mismo se aparta de la forma de vida pagana (Mateo 6) y
de aquellos que no niegan el ego y le siguen, sino que en lugar de eso
quieren “salvar sus vidas”.

Esta antítesis ocurre en cada uno de los relatos del Evangelio (Marcos
8:34-38; Lucas 9:23-25; Juan 12:25). Jesús dice, “Porque todo el que
quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa
de mí, la hallará” – Mateo 16:25. Es difícil de ver cómo pueden afrontar
esto lo integracionistas.

Las palabras traducidas “vida” y “alma” (beauton y psuche) ambos


significan “ego” y se refieren a lo mismo.
De hecho, son usados de forma intercambiable. (Cf. Mateo 16:26 con
Lucas 9:25. En Mateo se usa Psuche, considerando que en Lucas es
beauton.) Cristo nos dice a nosotros no sólo que digamos no a nosotros
mismos y sí a Él (“sígame”), sino que Él afirma que le debemos hacer
morir el ego “tomando nuestra cruz” (Lucas agrega “cada día”).

Llevar la cruz no quiere decir hacer algún sacrificio en particular, ni se


refiere a alguna carga en particular (“mi marido es mi cruz”).

En aquel día, alguien que leyera esas palabras, sabría explícitamente que
llevar la cruz quería decir una y solamente una cosa: La ejecución de un
criminal infame.

Jesús, por tanto, esta diciendo: “usted debe tratarse a ustedes mismos,
con todas sus formas pecaminosas, prioridades, y deseos, como a un
criminal, y hacer morir su ego todos los días”. ¡Eso dice algo acerca de la
imagen propia que Cristo espera que nosotros tengamos!

Esa es una medicina amarga para todos nosotros, y especialmente para


los proponentes de la autoestima. Pero es la única cura para una iglesia
que progresivamente se vuelve enferma – de sí misma.

La paradoja aparente es que la persona que enfoca la atención en sí


misma perderá todo lo que él quiera conservar para sí mismo, mientras
que la persona que pone primero a Cristo y Sus intereses es el que gana
todo lo que el otro pierde.

Ésta es la misma verdad que Jesús enseñó en Mateo 6. Allí los gentiles
celosos buscaban con cautela y preocupación (y nunca realmente
encontraban satisfacción en ello) las cosas que el cristiano, quien se
olvida de sus “necesidades” y pone a Cristo primero, encuentra por
“añadidura”.

Un Contraste: Juan 12:25

En Juan 12:25 leemos esto:

“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo,
para vida eterna la guardará.”
Aquí hay una advertencia fuerte. Ciertamente, la promoción de la
autoestima es la misma advertida que se da en contra: “Cualquiera que
ame el yo… lo perderá”.

En lugar de amarse así mismo, Cristo dice, que en este mundo


deberíamos eliminar el yo, o, como él le dice aquí, “aborrecerla,” para
conservarlo para la eternidad.

Las dos palabras “perderá” y “aborrece” significan realmente la misma


cosa y nos ayudan a interpretar una a la otra. Significan poner a un lado
los deseos, intereses, y preocupaciones propias (aun las legítimas) para
hacer cumplir el mandato de Cristo. “aborrecer” su vida quiere decir
“amarla menos,” como explícitamente lo hace en Lucas 14:26:

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos,


y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi
discípulo.

Sabemos que la palabra “aborrece” en todos estos pasajes tiene tal


significado de frase paralela en Mateo 10:37, donde en lugar de
“aborrecer” leemos:

El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama
a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.

“Aborrecer” a otra persona o nuestro propio ser equivale a anteponer a


Cristo y Su reino antes que a los demás ó a uno mismo.

Este punto de negar el yo no es un asunto periférico. Golpea duramente


el corazón del pensamiento de la autoestima y el amor propio.

En la enseñanza del amor propio la idea no es meramente que tanto


Cristo y el yo pueden ser puestos en el mismo nivel de prioridad (de las
palabras de Jesús es claro que aun esto es imposible; Él nos llama a
escoger entre los dos), sino que antes de que podamos amar y servir a
Cristo primero debemos ser servidos y amados, y nos debemos amar a
nosotros mismos. ¿Puede haber alguna enseñanza más explícitamente
opuesta a lo que Jesús dijo?
Las consecuencias del dogma de la autoestima son muy serias. Estas
palabras de Jesús dan advertencia de la privación eterna.

Uno se pregunta cuántos jóvenes serán desviados del buen camino,


guiado a apartarse del discipulado de Cristo, el cuál demanda que
eliminar nuestro “yo,” porque se les dijo que “se sintieran bien acerca de
ellos mismos” en vez de decirles que haya un criminal adentro de ellos
que necesita ser ejecutado diariamente.

El peligro es obvio según las palabras del psicólogo que argumentó en


contra de las palabras de su cliente, diciéndole a ella que el “colocar la
prioridad de aceptarse a sí mismo es el primer paso que muchos de
nosotros necesitamos tomar” en vez de primero buscar el reino de Dios.

Dios quiere que nosotros “eliminemos” nuestro egoísmo en este mundo


postrándonos mismos incondicionalmente a el servicio y amor de Cristo
y de Su imperio.

Habiendo realizado una obra teatral de niños satírica, “una palmadita en


la espalda,” y alentándolos a escribir ensayos sobre lo que les agrada de
ellos mismo, son actividades que dirigen toda la atención al yo. Tal
énfasis tan equivocado puede ser devastador para la educación cristiana.

El discipulado: Lucas 14:25-27

Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a
mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y
hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el
que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

Déjeme decir una palabra más acerca del pasaje de Lucas 14:25-27. El
discipulado, el tema en cuestión en todos los pasajes que hemos estado
estudiando en este capítulo, significa el abandono de todas las ataduras –
aún los seres más queridos y más cercanos en la vida.

No siempre quiere decir que debamos abandonar a todos los demás para
seguir a Cristo, sino que quiere decir que le debemos tener tal lealtad
hacia Él que debemos estar listos en todo momento, si nos llama a hacer
eso.
Jesús especialmente lo señala, como si ésta fuera la parte más difícil de
todo lo que debemos hacer, que el discípulo debe renunciar “aun a su
propia vida también”.

El punto más grande que se ha de señalar a las personas es el agradar a


Cristo, seguirle, y cumpliendo con Su voluntad. ¡Eso no confundirá a los
niños – o a los demás – o les inducirá al mal camino! Alguien,
incluyendo yo, que se interponga en medio del camino está equivocado.

No puede haber duda acerca del hecho de que Cristo se preocupó por el
yo; no es como si Él ignorara el tema. Ciertamente, él pensó que eso era
tal importancia que El habló de ello en la conexión más cercana posible
al discipulado y a las declaraciones definitivas hechas acerca de ello.

Aún en todo esto Él no dio indicación del gran valor del hombre, ni dio
lugar para atenuar las circunstancias: “Usted puede renunciar a todas sus
relaciones y me puede seguir después de que todas sus necesidades hayan
sido satisfechas y usted haya aprendido a amarse a sí mismo”. ¡La misma
idea suena ridícula cuando usted la coloca en la boca de Jesús!
Anteponga A Cristo al yo.

2 Corintios 5:15, Romanos 14:7-8

Y por supuesto hay también otros pasajes que hablan de anteponer a


Cristo al yo. Tome por ejemplo, 2 Corintios 5:15:

y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para
aquel que murió y resucitó por ellos

Allí lo tiene usted: Uno ya no debe vivir para sí, como él lo hizo antes de
venir a Cristo. La forma de vida antigua fue postergada en Cristo, y
ahora debe ser postergada en nuestras vidas.

El centro de la vida ahora debe ser “para mí el vivir es Cristo” si bien una
vez era “para mí el vivir es mi yo”. ¿Qué podría ser más claro?

Ahora considere Romanos 14:7-8:


Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues
si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos.
Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.

Otra vez, el punto central del pasaje es que Cristo debe llevar el lugar de
yo en la vida del cristiano. No es que éste suceda en algún sentido
sustantivo, por supuesto, pero en términos de los deseos y la voluntad y
cosas por el estilo. Comer y guardar los días (v 6) no son un asunto en
particular; afecta a otras personas, a otros incluyendo nuevos
convertidos.

Ningún cristiano debe vivir en consideración a sí mismo. “¿Qué hay del


bienestar del reino y del honor de Cristo?” Es el tipo de pregunta que él
debería hacerse. Su respuesta debe ser, “viviré en tal camino, cuando
haya que tomar una decisión, gustosamente serviré a Cristo y a los demás
primero”. Él debe vivir para Cristo, y, como Pablo dice: si fuera
necesario, morir por El.

Interesantemente, la última parte del verso 7 habla convincentemente del


asunto del suicidio: “ninguno muere para sí.” Liddon dice que estas
palabras quieren decir:

Para darle la bienvenida o buscar la muerte como un alivio a los


problemas de esta vida. De este egoísmo en la muerte, el suicidio
es la expresión máxima.

Las palabras de Liddon son importantes. Todo el punto de Pablo es que


no debemos hacer nada – vivir o morir – por nuestro yo; todo debe
hacerse para Cristo.

Un suicidio muere para sí mismo; ningún suicidio podría hacerse por


Cristo. Es debido a este verso que se sabe que el suicidio es un acto del
hombre antiguo, del pensamiento egocéntrico, que aún a veces (entre los
estoicos y algunos existencialistas modernos) sea motivado a hacer.

Holliday, quien se pegó un tiro, y Wanda Williams, quien se ahorcó,


ambos cometieron actos egoístas de homicidio. Le restaron importancia a
los seres queridos, o los estudiantes, o a cualquier otro. Pensaban en ellos
mismos como ciertamente sus notas suicidas indican.
No fue la baja autoestima que los liquidó, sino una consideración
demasiada alta por su yo. Dijeron, efectivamente, “soy demasiado bueno
para ser tratado así. Ya no lo soportaré”.

Las Escrituras nos enseñan que los cristianos no poseen nada ni aun sus
vidas, puesto que Cristo las ha comprado. ¡En el momento en que usted
entienda mal ese hecho, y piense que cualquier cosa, aun su ego, es
realmente suyo, usted no lo poseerá – sino que le posee!

La conclusión

El amor mismo es la misma cesación de la vida guiada por la voluntad


propia, egoísta y egocéntrica.

Por eso es que viviendo para Cristo y para los demás y amándoles nos
alejará de nosotros mismos.

La búsqueda de la autoestima desvía la atención de uno hacia los demás


y así destruir el amor cristiano. En vez de echar los cimientos del amor
(estratos sobre los cuales edifican, como dice el esquema Adler/Maslow),
erosionan todo lo que vale la pena. El amor – preocupación dirigida
hacia los demás – a solas nos pone en libertad del yo.

En contra del énfasis moderno que hemos estado estudiando: la Biblia


enseña que usted correctamente no puede llevarse bien con usted mismo
(“encontrarse” o “salvarse”) hasta que usted aprenda a amar a los demás.
Como siempre, el pensamiento pagano pone al revés el mandato de Dios.

Jesús deshizo el mito de que podemos amar a los demás sólo después de
que primero nos hayamos amado a nosotros diciendo:

“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también
los pecadores aman a los que los aman.” (Lucas 6:32).

En efecto, refiriéndose a los “pecadores” (i.e., los enemigos de Dios), él


tipificó, de una vez por todas, la postura de “yo te amo a ti, si tu primero
me amas” como impía.
Para un cristiano, la alternativa para el amor propio, la autoestima, la
valía propia, y cualquier otra enseñanza egocéntrica que pueda aparecer
en el futuro es claramente la negación del yo.

Cuando usted trata de ganarse a sí mismo, usted sólo lo perderá; cuando


usted esté dispuesto a perderse para Cristo, usted se salvará. Es tan
simple – y tan profundo.

Autor: Jay E. Adams.

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