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Séptimo día de la Novena al Espíritu Santo, pedimos por el don del

consejo, el sentido común sobrenatural, a través del cual podemos


traducir nuestra Fe en acción en todo lo que hacemos.
El don de Consejo es uno de los dones especiales del Espíritu Santo;
perfecciona la virtud de la prudencia. Su función es permitir a una
persona juzgar pronta y correctamente, como por una especie de
intuición sobrenatural, lo que debe hacerse, especialmente en
situaciones difíciles.
Con el don de consejo, el Espíritu Santo habla al corazón y en un
instante ilumina a una persona en lo que debe hacer. Corresponde a la
promesa hecha por Cristo a sus discípulos:
"Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir
se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu
del Padre hablará en ustedes". (Mateo 10,19)
Iluminado por el Espíritu Santo, una persona aprende qué hacer en un
caso específico y qué consejo dar cuando se le consulta o ordena hacer
si está en autoridad.
"A través del don del consejo, es el mismo Dios, con su Espíritu, el que ilumina nuestro corazón,
para que comprendamos el modo justo de hablar y de comportarnos en la vida... El consejo,
entonces, es el don con el que el Espíritu Santo capacita nuestra conciencia para hacer una elección
concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su Evangelio..." (Papa Francisco, 07
de mayo de 2014)

1. Verso para el séptimo día


"Sana nuestras heridas, renueva nuestra fuerza. En nuestra sequedad derrama tu rocío. Lava las
manchas de la culpa".

2. Meditación día 7: El don del Consejo.


El don de Consejo da al alma una prudencia sobrenatural, que le
permite juzgar con prontitud y con justicia lo que debe hacer,
especialmente en circunstancias difíciles.
El Consejo aplica los principios proporcionados por el Conocimiento y el
Entendimiento a los innumerables casos concretos que confrontamos
en el desempeño de nuestro deber cotidiano como padres, maestros,
servidores públicos y ciudadanos cristianos.
El consejo es el sentido común sobrenatural, un tesoro invaluable en la
búsqueda de la salvación.
"Por encima de todas estas cosas, rogad al Altísimo, que guíe su camino en la verdad". (Ecl 37,15)
3. Oración para el séptimo día.
Ven, oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis caminos, para que siempre haga tu
santa voluntad. Inclina mi corazón a lo que es bueno; Apártame de todo lo que es malo, y dirígeme
por el recto camino de Tus mandamientos hacia esa meya de la vida eterna el cual anhelo.
Amén.

Rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria

4.- Consagración al Espíritu Santo


De rodillas ante la gran multitud de testigos celestiales, me ofrezco, en alma y cuerpo a Ti, Espíritu
Eterno de Dios. Adoro el resplandor de tu pureza, la perfección infalible de tu justicia y el poder de
tu amor.
Tú eres la Fuerza y la Luz de mi alma. En Ti vivo, me muevo y soy. No deseo nunca afligirte por la
infidelidad a la gracia y rezo con todo mi corazón para ser guardado del menor pecado contra ti.
Misericordiosamente, guarda todos y cada uno de mis pensamiento y concédeme que yo pueda
siempre mirar tu luz, escuchar tu voz y seguir tus inspiraciones llenas de gracias.
Me aferro a Ti, me entrego a Ti y te pido, por tu compasión, para que me vigiles en mi debilidad.
Sosteniendo los Pies perforados de Jesús, mirando Sus Cinco Llagas, confiando en Su Preciosa
Sangre y adorando Su costado abierto y su Corazón herido, Te Suplico, Espíritu Adorable, Auxilio
en mi flaqueza, que me guardes en tu gracia para que nunca pueda pecar contra Ti.
Dame la gracia, oh Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, para decirte siempre y en todas
partes: "Habla, Señor, que tu siervo escucha".
Amén.

Rezar un Gloria

5. Oración por los 7 dones al Espíritu Santo


Oh Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo, prometiste enviar al Espíritu Santo para
terminar Tu obra en las almas de Tus Apóstoles y Discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu
Santo para perfeccionar en mi alma la obra de Tu gracia y de tu amor.
Concédeme, Oh Espíritu Santo, el don de Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas de este
mundo y aspirar sólo después de lo eterno.
Concédeme, Oh Espíritu Santo, el don de Entendimiento, para iluminar mi mente con la luz de Tu
divina verdad.
Concédeme, Oh Espíritu Santo, el don de Consejo, para que yo pueda elegir el modo más seguro de
agradar a Dios y ganar el cielo.
Concédeme, Oh Espíritu Santo, el don de Fortaleza, para que lleve mi cruz Contigo y para que yo
pueda vencer con valentía todos los obstáculos que se oponen a mi salvación.
Concédeme, Oh Espíritu Santo, el don de Conocimiento, para conocer a Dios, conocerme a mí
mismo y perfeccionarme en la ciencia de los santos.
Concédeme, Oh Espíritu Santo, el don de Piedad, para que pueda encontrar el servicio de Dios
dulce y amable.
Concédeme, Oh Espíritu Santo, el don de Temor de Dios, para que yo pueda estar lleno de una
reverencia amorosa hacia Dios y temer de alguna manera desagradarle.
Señálame, Señor mío, con la señal de Tus verdaderos discípulos y anímame en todo con tu Espíritu.
Amén.
PARA PEDIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO
 
Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles; e inunda con tu gracia los
corazones que Tú creaste.

Espíritu de Sabiduría, que conoces mis pensamientos más secretos, y mis deseos
más íntimos, buenos y malos; ilumíname y hazme conocer lo bueno para obrarlo, y
lo malo para detestarlo sinceramente.

Intensifica mi vida interior, por el don de Entendimiento.


Aconséjame en mis dudas y vacilaciones, por el don de Consejo.

Dame la energía necesaria en la lucha contra mis pasiones, por el don de


Fortaleza.

Envuelve todo mi proceder en un ambiente sobrenatural, por el don de Ciencia.

Haz que me sienta hijo tuyo en todas las vicisitudes de la vida, y acuda a Ti, cual
niño con afecto filial, por el don de Piedad.

Concédeme que Te venere y Te ame cual lo mereces; que ande con cautela en el
sendero del bien, guiado por el don del santo Temor de Dios; que tema el pecado
más que ningún otro mal; que prefiera perderlo todo antes que tu gracia; y que
llegue un día a aquella feliz morada, donde Tú serás nuestra Luz y Consuelo, y, cual
tierna madre; enjugas “toda lágrima de nuestros ojos”, donde no hay llanto ni dolor
alguno, sino eterna felicidad. Así sea.
PARA PEDIR LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO
 
Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros semejantes como Tú quieres que los
amemos.

Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de los que viven en tu gracia.

Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.

Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin indagar el por
qué de ellas y sin quejarnos.

Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos a todos con benevolencia sincera y
rostro sonriente, reflejo de tu infinita suavidad.
Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y derramar a manos llenas,
cuantas obras buenas nos inspires.

Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y flaquezas de los demás,


como deseamos soporten las nuestras.

Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a ejemplo del Divino


Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.

Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de acuerdo con las
enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas inspiraciones.

Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a fin de no servir
nunca de tentación a los demás.

Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior, y enérgicos en


rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la gracia.

Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos; haznos prudentes y


castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la oración y amantes de Ti, oh Dios del Amor
hermoso.
Así sea.

Envía Padre los dones del Espíritu Santo


Eterno Padre, en nombre de Jesucristo
y por la intercesión de la Siempre Virgen María,
envía a mi corazón al Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Sabiduría.


Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Entendimiento.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Consejo.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de fortaleza.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Ciencia.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Piedad.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don del Santo Temor de Dios.

Tres veces……….Gloria al Padre………..


Espíritu Santo, eterno Amor,….etc.

VEN ESPIRITU SANTO PARA VENCER LA TRISTEZA


"Me regocijo en ti, infinito y glorioso Espíritu. Tú que penetras en lo más íntimo de
mi ser, sana las raíces de mi tristeza profunda. Llega hasta el fondo de mis males
para que pueda recuperar la verdadera alegría. Eso espero de tu amor, mi Señor
poderoso. No dejes que me entregue en los brazos enfermos de la melancolía, no
permitas que beba del veneno de los lamentos, las quejas, el desaliento. No valen
la pena. Dame una mirada positiva y optimista. Convénceme, con un toque de tu
gracia, de que la entrega generosa es el mejor camino. Hazme probar el júbilo de
Jesús resucitado. Dame la potencia de tu gracia para que todo mi ser sea un
testimonio del gozo cristiano. Me entrego nuevamente a ti, Espíritu Santo, para
servir a Jesús en los hermanos. Quiero estar bien dispuesto para lo que tú quieras
y como tú quieras, para enfrentar cualquier desafío e iniciar nuevas etapas. Ven
Espíritu Santo.
Amén."

VEN ESPIRITU SANTO PARA VENCER EL MIEDO

" Ven Espíritu Santo, y mira todos los miedos que guardo dentro de mí. Te ruego
que sanes todo temor, para que pueda caminar seguro en tu presencia.

Mira a esta criatura que te suplica, no me abandones, fortaleza mía. Tú eres como
un escudo protector, y si tu fuerza me rodea no tengo nada que temer.

Cúbreme con tu potencia, y no permitas que ningún violento me haga daño, no


dejes que ningún espíritu dominante pretenda adueñarse de mi vida. Aleja de mi a
todos los que quieran aprovecharse de mi.

Tú me protegerás de los envidiosos y de los que no se alegran con mis éxitos y


alegrías.
Tú me protegerás de los peligros imprevistos.
Deposito en ti toda mi confianza.
Yo acepto a Jesús como Señor de mi vida, todo mi ser es suyo. Por eso confío en tu
protección, Espíritu Santo, y dejo ante ti todos mis temores. Ven Espíritu Santo.
Amen ".
Quiero luchar y caminar, pero lleno de paz y de confianza.

VEN ESPIRITU SANTO PARA CUMPLIR MI MISIÓN

"Te doy gracias, Espíritu Santo, porque tengo una misión que cumplir en este
mundo. 
Sé que por el solo hecho de existir en esta tierra ya estoy cumpliendo un plan tuyo,
un proyecto que no alcanzo a descubrir pero que tú conoces bien.
Mi sola existencia es un signo de tu amor y de tu voluntad.
Pero tú has querido que también las cosas que yo hago cada día tengan un valor
profundo, en toda su simplicidad y pequeñez. 
Yo no soy capaz de hacerlo todo, pero lo que puedo hacer cada día es lo que tú has
querido que yo le regale a esta vida. 
Tú, que conoces el por qué y el para qué de cada cosa, ayúdame a verlo, Espíritu
Santo. 
Enséñame a valorarme, ayúdame a apreciar la misión que tú me has dado en este
mundo, para que me alegre de estar aquí, entregado al servicio de Jesús.
Gracias por las personas que encuentro cada día, por el bien que pueda hacer y por
la alegría de compartir.
¡Bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios! 
Amén."

VEN ESPIRITU SANTO Tu eres mi fuerza

Espíritu Santo, yo no quiero desperdiciar tus dones, no quiero desaprovechar los


impulsos de tu gracia. Tengo a mi disposición la vida nueva de la Resurrección y el
poder de tus impulsos. No quisiera desgastarme en lamentos y quejas. Tú me
sostienes, tú me das vida, contigo puedo correr sin fatigarme. Pero a veces me
desgastan mi desconfianza, mi tristeza, mi melancolía, mis miedos, mis fracasos, las
contradicciones que encuentro, mis insatisfacciones. Ayúdame a renunciar a todo
eso, Espíritu de vida, para que despliegues en mí toda tu gloria. Late conmigo, Señor,
vive conmigo, respira conmigo, lléname de fervor y de entusiasmo. Coloca en mi
corazón el anhelo de ser fecundo para ti, de ser útil.
Dame el sueño de producir algo bueno para este mundo, el deseo de dejarlo mejor
que como lo he encontrado. Sana toda pereza, toda indiferencia, todo desánimo,
para que no te ofenda con pecados de omisión. Que pueda levantarme cada mañana
con intensos deseos de hacer el bien a los demás. Ayúdame a descubrir mejor mis
talentos, para gastar bien mis energías. Dios, potente y fuerte, que todo lo sostienes,
mira mi debilidad y penetra todo mi ser con ese poder que no tiene límites.

Ven Espíritu Santo, fortalece cada fibra de mi cuerpo y de mi interior. Así yo sé que


nada podrá derribarme, porque ningún poder humano, ninguna enfermedad y
ninguna dificultad pueden ser más fuertes que tu amor. Ven Espíritu Santo, infunde
tu dinamismo en mis acciones, inunda de vitalidad todo mi ser. Tómame Señor, una
vez más, para derramar tu poder y tu luz en el mundo. Ven Espíritu Santo. Amén.

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