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Discernimiento Evangélico.
La tarea de la Iglesia es suscitar un discernimiento, ofrecer orientación
y promover el sentido de la fe, para que la virtud del Evangelio brille en
la vida diaria familiar y social. A este cometido les habilita su carisma y
don del sacramento del matrimonio. (nº 5).
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Gradualidad y conversión.
La injusticia originada por el pecado, ha penetrado en las estructuras
del mundo de hoy, poniendo una serie de obstáculos a la familia. Se debe
de promover nuevos valores en la cultura, buscar la Sabiduría y pedir la
conversión de mente y del corazón siguiendo a Cristo Crucificado. (nº 9).
Inculturación.
La Iglesia acepta todo aquello que está en condiciones de expresar me-
jor la inagotable riqueza de Cristo. (nº 10).
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Mujer y sociedad.
Igual dignidad y responsabilidad respecto del hombre. Acceso de la
mujer con igualdad a las funciones públicas. Debe de reconocerse la fun-
ción maternal y de la familia por la sociedad. (nº 23).
Preparación.
En estos días es más necesaria que nunca la preparación de los jóvenes
al matrimonio y a la vida familiar. En algunos países siguen siendo las
familias mismas la que transmiten a los jóvenes los valores relativos a la
vida matrimonial y familiar, también la sociedad y la Iglesia se compro-
metan en preparar a los jóvenes para las responsabilidades de su futuro.
(nº 66).
Obispos y presbíteros.
El primer responsable de la pastoral familiar en la diócesis es el
obispo. Como padre y pastor debe prestar particular solicitud a este sector.
A él debe dedicar interés, atención, tiempo, personas, recursos y sobre
todo apoyo personal a las familias. Ellos deben sostener a la familia en sus
dificultades y sufrimientos, acercándose a sus miembros, ayudándoles a
ver sus vidas a la luz del Evangelio. (nº 73).
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Acción pastoral frente a algunas situaciones irregulares.
Es la del llamado matrimonio a prueba o experimental que muchas
quieren hoy justificar, atribuyéndole un cierto valor. (nº 80).
Es cada vez más frecuente el caso de católicos que, por motivos ideo-
lógicos y prácticos, prefieren contraer sólo matrimonio civil, rechazando
o por lo menos difiriendo el religioso. (nº 82).
Conclusión.
A vosotros, esposos, padres y madres de familia jóvenes que sois el
futuro y la esperanza de la Iglesia y del mundo, y seréis los responsables
de la familia, tienen una razón de más para tomar con todo interés de la
familia en este tiempo de prueba y de gracia. Amar a la familia saber esti-
mar sus valores y posibilidades. Amar a la familia significa esforzarse
para crear un ambiente que favorezca su desarrollo, una forma eminente
con alegría y convicción la buena nueva sobre la familia, que tiene la ne-
cesidad de escuchar que le revelen su identidad su misión en la ciudad de
los hombres y en la de Dios. (nº 86).