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Y. B. ESTRIN
(Compilador)

TRATADO DE
AJEDREZ SUPERIOR

EDICIONES MARTINEZ ROCA, S. A.


BARCELONA
Título original: Teorüz i praktika shakhmatnoi igry

Traducción de J. M. Lópe:r; de Castro

Revisión técnica: Juan Navarro

10 Ed. Vyssh. Shkola, Moscú, 1981


O 1984, Ediciones Martínez Roca, S. A.
Gran Via, 774, 7.•, 08013-Barcelona
ISBN: 84-27().{)893-7
Depósito legal: B. 29253-1984
Impreso por Diagráfic, S. A., Constitución, 19, 08014-Barcelona

Impreso en España - Printed in Spain


íNDICE

Prólogo 9

Métodos de preparación del ajedrecista. M. Botvinnik 11

La estructura de peones. J. R. Capablanca . 31

El ataque directo en la partida de ajedrez. A. Alekhine . 37

Las novedades en la apertura. V. Smyslov 49

La confesión de un «Calculador». M. Tal . 60

El match de Baguío. A. Karpov . 71

Problemas relativos a la preparación psicológica del ajedrecista.


V. Malkin . 98
PRóLOGO

La Unión Soviética ha sido el primer país del mundo en crear un


sistema de enseñanza superior de ajedrez en las secciones especiales
de los centros de cultura física. Con todo, la gran experiencia acumu-
lada en la URSS dentro de este campo no ha alcanzado todavía un
grado deseable de generalización y se refleja muy poco en la litera-
tura especializada.
El presente manual aspira a colmar esta laguna, al menos en par-
te, prestando una ayuda metódico-práctica a los estudiantes de nues-
tros establecimientos nacionales de enseñanza superior. En él trata de
divulgarse la experiencia adquirida por la escuela soviética de aje-
drez tanto en lo relativo a los métodos de preparación para campeo-
natos como en lo que se refiere a diversas cuestiones de estrategia
y táctica, inculcándoles así a los alumnos una serie de conocimientos
sólidos y hábitos útiles con vistas a una labor educativa.
El campeón del mundo Anatoli Karpov escribía en el diario cPrav-
daJ del 8 de diciembre de 1978 que. cuando se habla del relevo de
una generación de ajedrecistas por otra más joven, no puede menos
de surgir al mismo tiempo la cuestión de ·los formadores. En este
sentido, es del todo encom1able su alto nivel actual de preparación,
ya se trate de les entrenadores profesionales, ya de los simples cmili-
tantes». Por desgracia, el número de estos buenos pedagogos en las
categorías elevadas no es aún suficiente. En la actualidad se forman
sólo en los institutos supenores de cultura física de Moscú, Lvov y
Tiflis, de donde en el mejor de los casos salen no más de veinte al
año. A nuestro juicio deben ya crearse nuevas secciones de ajedrez
también en otros centros de cultura fís1ca. Al ampliar éstos, hay que
pensar igualmente en cursos facultativos de teoría ajedrecística para
estudiantes clasificados en ajedrez. aunque especializados en otras ra-
mas del deporte.
Anatoli Karpov añade que ha de hacerse particular hincapié en
la metodología de la enseñanza ajedrecística que se imparte en todos
los centros docentes. El ajedrez no es un mero cjuego deportivo».

9
Influye poderosamente en la formación del carácter y personalidad
del hombre, enseña a razonar, inculca la ló¡ica y la responsabilidad.
Ante todo, debe fomentarse en el niño el interés por el ajedrez y,
tan pronto como este interés empieza a brotar, es preciso desarrollar-
lo, fortalecerlo, enseñarle al novel ajedrecista las re¡las del juego y
los rudimentos de la teoría.
En este manual se exponen las recomendaciones científico-peda¡ó-
gicas de los campeones del mundo J. R. Capablanca, A. Alekhine,
M. Botvinnik, V. Smyslov, M. Tal y A. Karpov para el perfecciona-
miento y una mejor preparación profesional del futuro educador.
Es bien sabido que el aficionado al ajedrez no sólo se conforma
con adquirir conocimientos teóricos en general, sino que trata tam-
bién de ponerlos inmediatamente en práctica sobre el tablero. Sin
embargo, los jóvenes jugadores demasiado ardorosos deben evitar el
peligro de transformarse en simples «pozos de erudición» que co-
nozcan al dedillo las incontables ramificaciones de tal o cual varian-
te, pero incapaces de dar cuenta exacta de su idea o de la sustancia
estratégica de un determinado sistema.
Para ello debe aconsejarse al estudiante que ponga sumo inte-
rés en aprender la teoría e historia del ajedrez, repasando a fondo
las partidas de los más eminentes maestros tanto antiguos como
modernos.
La preparación teórica ocupa un lugar importantísimo en la acti-
vidad creadora de los mejores jugadores del mundo. En este libro
nos comunican sus impresiones al respecto, nos dicen cómo se entre-
naban antes de un campeonato, nos brindan interesantes ejemplos y
nos dan su opinión sobre los más candentes problemas planteados por
la metodología actual de la enseñanza del ajedrez.

Y. B. ESTRIN

10
Mí:I'ODOS DE PREPARACióN
DEL AJEDRECISTA

M. M. Botvlnnlk
Ex campeón del mundo,
profesor

¿Cómo debe ped€ccionarse el Todo eso es bien conocido. Mas,


joven jugador de ajedrez! por desgracia, tan elementales re--
Es difícil proponer algo nuevo quisitos se descuidan con harta
en nuestros tiempos, cuando ya frecuencia. Este reproche atañe
se han dicho y publicado tantas no sólo a los ajedrecistas, sino in-
cosas al respecto. cluso a sus entrenadores.
Por supuesto, todos sabemos De todas formas, aún hay algo
que el joven ajedrecista debe es- más importante. Lo principal es
tudiar: aprender la teoría de las aprender a utilizar bien los mé-
aperturas y el medio juego, la todos aprobados de preparación.
técnica de Jos finales, aplicarse a Doy por sentado que en 1939
la investigación de partidas anti- (cuando se publicó uno de esos
guas y modernas, conocer a sus métodos) yo mismo no sabía cómo
futuros adversarios y, finalmente, prepararme debidamente, y sólo a
conocerse a sí mismo; es decir, partir de 1941 llegué a asimilar
analizar sus propias partidas. Jo que suponen tales sistemas de
Todo jugador serio ha de estar
entrenamiento. El método por sí
en buena forma psíquica y siem-
solo. incluso bien dominado, no
pre también en aceptables condi-
basta para lograr lo que uno se
ciones físicas. Antes de una com-
petición le es tan indispensable propone. El jugador debe también
entrenarse como descansar. Debe hallarse en buena forma depor-
asimismo someterse a un entrena- tiva y, si ésta se combina con los
miento espec1al para adaptarse al métodos de preparación, entonces
ritmo establecido de 16 jugadas sí que pueden garantizarse resul-
por hora (o 40 en dos horas y me- tados consistentes en los campeo-
dia). natos.

11
He aquí un ejemplo caracterís- lacionadas con 7.... , Ae6. Algu-
tico. nas rondas después, en el mismo
torneo, jugué 7.... , c5 contra Mi-
kenas. Éste respondió 8. 0-0-0, sa-
P. Keres M. Botvbmlk lió de la apertura con mejor po-
Match-torneo para el título sición y, tras varios errores por
de Campeón Absoluto de ambas partes, acabó por vencer.
la URSS, 1941 Keres, que por lo visto quedó
impresionado a raíz de mi parti-
Defensa Nimzoindia da con Mikenas, prosiguió aquí,
sin gran vacilación, con el enro-
l. d4 Cf6 que largo. Es oportuno añadir qqe
2. c4 e6 Ragozin me recordó que él y yo
3. Cc3 Ab4 habíamos analizado la jugada 7 .
4. Dc2 d5 ... , c5 ya en 1936 y entonces yo la
había refutado contundentemen-
Este movimiento no está en ar- te. Por desgracia, olvidé la refu-
monía con la idea principal de la tación. Luego descubrí que había
defensa adoptada: la lucha por la utilizado esa misma jugada mu-
conquista del centro con piezas cho antes, con ocasión de la se-
Pero, como las blancas han juga- mifinal del 7.• campeonato de la
do poco activamente 4. Dc2, de- URSS (Odessa, 1929) en una par-
jando de momento indefenso el tida contra Lebedev, aunque sin
d4, la réplica 4. . .. , d5, actuando haber hecho previamente 6. . .. ,
con energía en el centro, se justi- h6.
fica de lleno.
8. 0-0-0?
5. ~xds exd5
6. A&'5 h6 Diagrama núm. 1
7. Ah4

Las blancas tratan de mantener


clavado el caballo enemigo, pero
después de la jugada del texto no
pueden evitar que se agudice la
batalla.

7. c5

Perfectamente lógico. El negro


explota la debilidad provisional
del punto d4 para apoderarse de
la iniciativa.
Esta réplica se me ocurrió du-
rante una partida contra Kotov
(Moscú, 1940) y la había emplea-
do entonces principalmente para Este movimiento, fuerte en apa-
evitar las espinosas variantes re- riencia, conduce a la derrota. A

12
decir verdad, con el flanco de rey Los sucesos se desarrollan con tal
todavía sin desarrollar, exponer rapidez que lo que cuenta sobre
el monarca a un ataque directo todo es el tiempo. Las piezas in-
de las piezas negras tanto por de- movilizadas del flanco del rey de
lante (columna e} como por la las blancas no lograrán acudir en
diagonal bl-h7 es, cuando menos, auxilio de su propio monarca.
arriesgado.
Contra Mikenas yo había juga- 10. A&-3 CXd4!
do aquí 8. . .. , 0-0, sin efectos po-
sitivos. Esta jugada se impone por sí
En noviembre-diciembre de 1940 sola: hay que abrir la columna c.
encontré el plan correcto para las En la mencionada partida Bela-
negras. ¡Grande fue mi desencan- venetz-Simagin las negras conti-
to cuando, en uno de los números nuaron 10 .... , Ce4, lo cual está
de enero de la revista 64 (1941) en contradicción con el plan co-
vi publicada una partida Belave- rrecto de ataque.
netz-Simagin en la que el negro
había hecho las dos primeras ju-
11. Dxd4 Cc6
gadas del citado plan!
12. Da4
Probablemente Keres no cono-
cía esa partida, ¡de lo contrario
hubiera visto la luz! Así que, en Dadas las circunstancias, esto
fin de cuentas, pude emplear la es sin duda mejor que retroce-
variante preparada. der con la dama. Las blancas, cla-
vando el caballo enemigo, cierran
8. Axc3 artificialmente la columna e y
obligan al negro a perder tiempo
El caballo blanco de c3 es el para liberar la pieza clavada.
enemigo n.• l. Hay que aniquilar-
lo para poder dominar el centro 12. AfS
y abrir también la columna c.
Las negras ejecutan el plan pre-
9. Dxc3 visto: ocupar la diagonal bl-h7.
Ahora sólo les queda apoderarse
9. Axf6, Dxf6; 10. Dxc3, Cc6 de la columna c. ¿Cuál de ambas
deja igualmente a las negras en cosas encierra mayor peligro? ¿De
posesión de la iniciativa, pero no qaé amenaza han de ocuparse las
cabe duda que el blanco debiera blancas primero?
haber adoptado esta continuación. Por supuesto, las blancas de-
ben ante todo tratar de obstruir
9. la diagonal bl-h7 para poder lle-
var su rey al rincón, pero esto
Mientras era preciso eliminar habría que hacerlo sin pérdida de
el Cc3, me importaba conservar tiempo. En caso de 13. f3, Db6;
el propio en f6 para proteger las 14. e4, dxe4; 15. Rbl, las blancas
casillas centrales. El debilitamien- se saldrían con la suya a costa de
to de la estructura de peones no sacrificar material, lo que daría
tiene aquí mayor importancia. lugar a ciertas complicaciones. La

13
continuación escogida por Keres Dúlgrama núm. 2
resulta demasiado pasiva.

13. e3 Te8
14. Ad3

Keres intenta asegurarle a su


rey la retirada, pero sin darse
cuenta comete un error que le
lleva inmediatamente al desastre.
Más hubiera valido aquí trasla-
dar el caballo a la columna e para
taponarla. Con toda justicia, no
obstante, hay que confesar que
incluso después de 14. Ce2, a6;
15. Cc3, b5; 16. Dxa6, b4; 17.
Ab5, Ad7 las negras lograban
ventaja de material.
22. Rbl Cb4
14. Dd'7 23. Abandonan.

Amenazando con un peligroso ¡Las piezas blancas del flanco


jaque a la descubierta. Las blan- de rey no han podido tomar par-
cas no pueden ya escoger. te en la batalla!
Llegado a una edad madura o
15. Rbl Axd3+ algo avanzada, el ejedrecista, na-
16. Txd3 Df5 turalmente, continúa empleando
estos métodos de preparación,
De esta clavada sólo es posible pero ya las fuerzas no le bastan
liberarse entregando material. para sacarles todo el provecho,
pues tales métodos exigen un tra-
17. e4 Cxe4 bajo intensísimo. Cierto que este
18. Ral O-O trabajo no entraña restricciones
A 18.... , Cc5 seguiría un ja- de tiempo ni un régimen de vida
que que salva la torre: 19. Te3 +. excesivamente severo, pero aun
así es duro, ya que tiene carác-
19. Tdl b5! ter de investigación. Y eso no les
va a todos. En efecto, los jugado-
(Véase diagrama núm. 2) res son personas, a las que no
siempre agrada el trabajo arduo
Con este agresivo avance cul- y continuo. En esta perspectiva
mina el ataque. El caballo negro es natural que muchos, incluso
ocupará la casilla d4 y las blan- entre los maestros, se vean inca-
cas no podrán evitar un rápido paces de empeñar sus energías en
mate. una investigación sistemiítica.
¿Qué es lo principal en este
20. Dxb5 Cd4 tipo de entrenamiento? Ante todo
21. Dd3 Cc2+ hay que aprender a relacionar es-

14
trechamente la teoría de las aper- 6. e4 b5
turas-con el mediO Tueío. En un 7. e5 h6
escrHo -de :May.akovskl.--sobre ta S. Ah4 rs
manera de componer versos, el t. cx.-s hxr5
poeta comparaba su trabajo al
del ajedrecista, estableciendo el La variante de Alatortzev 9.
siguiente paralelismo: «La mejor ... , Cd5 ha desaparecido de los
de las rimas -decía-, una vez torneos en vista de 1O. C X f7,
hallada y publicada, no tiene ya D x h4; ll. Cx h8 (Belavenetz-Ra-
ningún valon. Lo mismo pasa en gozin, Leningrado, 1939).
el ajedrez. Cuando se prepara una
celada en la apertura, sólo sirve 11. Axg5 Cb-d'7
para una partida. Por eso es ne-
cesario elaborar sistemas que En una partida Van Scheltinga-
puedan ütiúzarse no. en una sol á Grünfeld (Holanda, 1940) se hizo
partida o un solo campeonato; 10.... , A~7. con juego menos com-
·sino erí toda una serie ue com: plicado.
-peticiones a lo largo de varios
·a·ños. · ·· -
-· Háciéndolo así he logrado yo Diagrama núm. 3
también, durante años, resulta-
dos excelentes y estables.
Para ilustrar esto, nos servirá
de ejemplo una variante del Gamo
bito de Dama.

A. Dzivtzov M. BotvJnnik
Campeonato de Moscú, 1943

l. d4 d5
%. c4 e6
3. Cc3 c6
4. Cf3 Cf6
5. Ac5

Más tranquila es aquí la contt-


nuación 5. e3. 11. D13

5.... dxe4 Denker, jugando con las blan-


cas contra mí dos años más tar-
Esta réplica, que lleva a un jue- de (match por radio URS8-USA),
go complicado y agudo, ha sido optó aquí por 11. exf6. El juga-
designada por la teoría con el dor norteamericano se decidió a
nombre de «Sistema de Botvin- repetir esta variante después de
nik». En la presente partida, el haber analizado mi partida con-
sistema en cuestión pasaba una tra Dzivtzov y ll~gado a la con-
de sus primeras pruebas. clusión de que el juego negro re-

15
viste un carácter de aventura, sin el rey no está seguro en ninguno
base posicional. de los dos flancos. Ahora, des-
Sin embargo, continuando 11. pués del enroque largo, las blan-
... , Ab7; 12. Ae2, Db6; 13. 0-0, cas serán objeto de un peligroso
0-0-0; 14. a4, b4!; 15. Ce4, c5; 16. ataque enemigo.
Db1 (a 16. Dc2 seguiría 16.... ,
C3!!), Dc7; 17. Cg3, Cxd4; 18. 14. DaS
A x c4, Dc6; 19. f3, d3!!, las negras 15. Rb1 Cb6
quedaron mucho mejor. 16. h4
Como lo demostraron varias
partidas posteriores, la réplica Era preferible 16. Ae2 para po-
que más problemas les plantea a ner en mutua comunicación las
las negras en esta línea de juego torres.
es 11. g3! Por ejemplo:
11. ... , Ab7 (si 11. .... Cxe5; 16. b4
12. dXe5, DXd1+; 13. TXd1, 17. Ce4 c5
Cd5; 14. Ce4, Ab4+; 15. Re2!, la 18. f3
superioridad de las blancas es in-
dudable); 12. Ag2, Da5; 13. eXf6, También aquí era mejor 18.
0-0-0; 14. Df3, Cb6; 15. 0-0! (las Ae2. A partir de este momento
blancas sacrifican un peón para las amenazas del negro se vuel-
completar rápidamente el desarro- ven irresistibles.
llo), TXd4; 16. Tad1, TXd1; 17. ¡A menudo una situación com-
Dxd1, Cd5; 18. Ce4, b4; 19. a3! pleja e inhabitual en el tablero
con iniciativa del blanco (Lilien- contribuye a que se cometan más
thal-Botvinnik, Moscú, 1944). errores!
Lo mismo se confirmó en
una partida Smyslov-Botvinnik
(match, 1954) donde, en lugar de Diagrama núm. 4
14. Df3, las blancas jugaron 14.
0-0 (con la dama negra no en a5,
sino en b6), Ce5; 15. De2. DXd4;
16. Ae3!, Dd3; 17. Tfd1! y el ne-
gro empezó a experimentar algu-
nas dificultades.

11. Ab7
12. exf6 Db6
13. De3

Para responder a 13.... , eS con


14. d5.

13. &-0-0
··u. &-&-o

El inconveniente principal de 18. e3!


la posición blanca consiste en que 19. Ae2

16
A 19. b X c3 seguiría 19. . .. , Creyendo poderlo refutar con
Cd5 y 20 .... , Cx c3+. facilidad sobre el tablero, los
cgrandest jugadores no lo toman
19. Ad5 demasiado en serio: cvuelanJ ha-
20. a3 cia él como las mariposas noctur-
nas hacia el fuego ... y se queman.
La única defensa, aunque ya Cuando todos se persuaden de su
insuficiente. eficacia, entonces empiezan a evi-
tarlo. Esto último también es im-
20. Ca4 portante, porque así se limitan las
21. dxc5 Axc5 posibilidades del adversario. En
22. Cxe5 Cxc5 efecto, el esfuerzo por «huir de
23. bxc3 la quema• puede plantearle al
enemigo nuevas dificultades.
Pierde inmediatamente. Toda- Para refutar bien un sistema
vía era posible prolongar la lucha ~ey:_r~do,. ~~:~~--c:-ni~s -~~-
por medio de 23. Tcl, Cb3; 24. carruno: traOaJar, frabaJar mucho.
Tc2, Cd4!; 25. Te-el, c2+; 26. Pero no a todos les gusta esto. Y
Txc2, Cxc2; 27. Rxc2, aunque el caso es que, si uno no trabaja,
tampoco así su resultado dejaría está condenado al fracaso. Sólo
lugar a dudas. el talento no sirve aquí de nada.
¿Qué es más fácil: refutar uno
23. bxc3 de esos sistemas o crearlo? Desde
24. Td3 Db6+ luego, es más sencillo refutarlo.
25. Rcl Db2+ Para idear tales sistemas se re-
26. Rdl Cxd3 quiere una buena dosis de per-
27. Axd3 Ab3+ severancia y mucho tiempo de de-
28. Abandonan. dicación. Lo más arduo de todo
este metcdo consiste en saber en
¿Cómo pueden nacer tales sis- qué dirección debe uno trabajar.
temas? Su vinculación con la ¿Qué apertliras van a emplear-
apertura es meramente nominal, se en los próximos campeonatos
pues su esencia consiste en un y qué tipo de posiciones surgirán
plan concreto de medio juego. ¿A de esas aperturas? Si no se par-
qué condiciones debe obedecer un te de ahí. los sistemas prepara-
sistema semejante (que podría dos no servirán de gran cosa. ¿No
llamarse csistema de medio joJ.e- dE:cíamos que de entrada han de
gOJt)? estar al margen de toda la masa
En primer lugar, desde el pun- de informaciones teóricas, o que
to de vista de la moderna técni- hay que saber en qué dirección
ca posicional, de las nociones ac- orientar el trabajo, dónde exac-
tuales, ha de parecer erróneo. tamente podemos aspirar al éxi-
Sólo en este supuesto se podrá sa- to?
car de él algún provecho prácti- Es difícil explicar cómo deter-
co. Si el sistema parece malo, es mina el investigador la dirección
muy natural que los maestros no de sus pesquisas, lo mismo que
lo analicen a fondo, ya que sus comprender por qué un jugador
desventajas son obvias. calcula bien las variantes. Ya sa-

17
bemos que unos están bien dota- «piensa» ya tan de prisa, empieza
dos para este cálculo y otros no; a tomarse más tiempo de refle-
pero nadie conoce el origen del xión, a tener descuidos; debe
fenómeno. Dudo que aquí sirvan proceder con más cautela que en
de algo los consejos. Quizás al- sus años mozos. Se vuelve, sin
gún día llegue a estudiarse espe- embargo, más experimentado y
cialmente esta cuestión. mejor psicólogo. Si en la época
Debemos añadir que no es for- anterior a los 30 años aprendió
zoso que cada maestro acierte a el arte de la investigación, en-
descubrir por sí solo todas esas tonces puede decirse que el pe-
aperturas y las posiciones del me- ríodo más propicio de su vida
dio juego con ellas relacionadas. ajedrecística se prolonga hasta los
Basta con que, en un gran grupo 40 años y aun más allá.
de ajedrecistas, haya dos o tres Según esto, ¿deberá el ajedre-
dotados de tal aptitud. Entonces cista convertirse en investigador
los demás observarán qué varian- o ir por otros caminos?
tes utilizan esos dos o tres, y los Tal vez antes no entendía yo
que del grupo se sientan más in- muy bien la importancia de este
clinados a la investigación po- problema, pero ahora estoy con-
drán orientar su trabajo en el vencido de que todo depende de
mismo sentido. cómo se haya formado el jugador
A mi juicio, los brillantes éxi- durante su juventud. Si en esa
tos de los ajedrecistas soviéticos época miró con desdén las cues-
se explican no sólo por la abun- tiones relativas a la creatividad,
dancia de talentos que ha habido tampoco será un investigador a
en nuestro país, sino también por- los 30 años. La labor investigado-
que entre los grandes maestros ra debe comenzar ya durante los
existían no pocos (bástenos citar estudios secundarios. Cuando el
a V. Rauzer, l. Boleslavski, E.
ajedrecista se ve seguro ante el
Geller ... ) con el don de discernir
tablero, con frecuencia le asaltan
en qué dirección era preciso
ciertas dudas sobre la utilidad de
orientar su trabajo. Los restan-
esa ardua y fatigosa tarea de in-
tes se lanzaron por esos sende-
vestigar: ¿por qué pasarse horas
ros ya abiertos, mientras se man-
tenían en excelente forma depor- enteras en casa reproduciendo
tiva. partidas y analizando todas las
Conviene hacer notar que todo posiciones imaginables?; ¿no es
buen jugador debe poseer su pro- más sencillo sentarse delante del
pia teoría de _!I?,~!:Í~~g~da tablero y jugar la partida C~como
por los élemás. Esta teoría perso- viene111?
nal mcreriien1a,la fuerza práctica En Yugoslavia, mientras se de-
del ajedrecista y le garantiza óp- sarrollaba la olimpíada de Skop-
timos resultados por bastante je ( 1972), sostuve una conversa-
tiempo. Clon con Ljubomir Ljubojevic
También es importante saber (que jugó allí muy bien). Le pre-
que la mejor edad para calcular gunté si tenía la costumbre de
variantes se sitúa entre Jos 20 y comentar sus partidas. ti me
30 años. Luego el jugador no contestó que eso le aburría, que

18
le parecía mucho más interesante provecho de su empeño ajedre-
jugar ... cístico.
¡Respuesta muy típica de Lju- Desde luego, es más cómodo no
bojevic! Si el ajedrecista no pu- analizar ni publicar las propias
blica sus propias observaciones, obras. En este caso, viene uno a
si no intercambia conocimientos caer en el «practicismOJt; ya no se
con el mundo exterior, tampoco tata de arte, sino de mera artesa-
logrará explotar al máximo sus nía. Y así vemos cómo muchos
cualidades. Sólo publicando sus maestros, en vez de llegar al lí-
comentarios se perfeccionará a sí mite de su potencia, desempeñan
mismo. Mientras esas notas no en las competiciones un pobre
pasen por el tamiz de la crítica, papel.
no aprenderá de veras. Ljuboje- Nuestra actual vida ajedrecísti-
vic no llegará a ser un investi- ca atraviesa un momento crítico.
gador, y por ello dudo que siga Creo que T. Petrosian, B. Spass-
mucho tiempo jugando bien al ky y otros grandes maestros de
ajedrez. Sus éxitos serán más su talla no pueden, por diversas
modestos de lo que podrían ser razones, mostrarnos todo aquello
si ya antes de los 20 años se hu- de lo que son capaces y que con
biera habituado a hacer indaga- pleno derecho nos sería lícito es-
ciones por su cuenta. perar de ellos.
¿Quiere esto decir que todo aje- Durante una serie de años, tam-
drecista de talento debe trans- bién Mikhail Tal desilusionó a sus
formarse en investigador? Esta admiradores, pero en 1978 ganó
cuestión es inseparable de la filo- de nuevo el campeonato de la
sofía vital del hombre. Como URSS; al año siguiente quedó el
primero en el torneo de Montreal
cualquier actividad del espíritu,
y obtuvo un brillante triunfo en
el ajedrez tiene dos aspectos: uno
el torneo internacional de Riga.
creador y otro material. Si el tra- ¡Lástima que ese arranque le du-
bajo a que nos dedicamos nos in- rara poco!
teresa, se revela entonces su fa- Ahora asistimos a un relevo de
ceta creadora. Además, recibimos generaciones. ¡Ojalá nuestros jó-
por él un salario: éste constituye venes ajedrecistas comprendan
el aspecto material. Ambas cosas que, en esta época de madura-
son necesarias. Y si lo material ción, lo principal de sus activida-
concurre a una mayor creativi- des debe centrarse en el aspecto
dad, mejor. Si todo redunda en creador!
acrecentar las posibilidades crea-
doras del ajedrecista, esto será. Mis métodos de preparación
naturalmente, un factor positivo. para campeonatos y
Si, por el contrario, las aptitu- torneos 1
des del jugador y su creatividad
se utilizan sólo con fines mate- Con vistas a participar en el
riales, le resultará imposible, a 11. campeonato de la URSS, me
0

mi modo de ver, sacar el máximo fijé objetivos sobre todo referen-

l. Artículo escrito en 1939.

19
tes a la forma física. Por ejemplo: campeonatos solía por lo general
«Trataré de jugar con calma, su- acumular puntos al principio, gas-
jetando bien los nervios11. ¡Esto tando no pocas energías, y luego,
no es nada fácil de conseguir! En- al llegar a las últimas rondas, ape-
tre otras cosas, hay que recordar- nas me sostenía en la silla. Entre
lo muchas veces durante la par- la 12.• y la 15.• ronda me derro-
tida. La calma no es algo mera- taban con mucha frecuencia. Es
mente decorativo; en mi caso, la claro que así no pueden conser-
cabeza sólo trabaja bien cuando varse las fuerzas; más vale re-
estoy tranquilo; por ello durante partirlas con regularidad para
el torneo puse especial atención que no se agoten en las rondas
en este aspecto del entrenamien- finales y el torneo mismo se lleve
to, y los resultados obtenidos globalmente con menos tensión.
fueron satisfactorios. En segundo En este campeonato logré dis-
lugar, me esforcé por eludir en tribuir mis energías como lo de-
lo posible los apuros de tiempo. seaba, llegando bien entero al fi-
Generalmente hablando, nunca se nal; cierto que pagué el precio de
evitan del todo y, si alguien lo hacer tablas muchas veces, pero
lograra, le sería incluso desventa- no perdí ni una sola partida.
joso. En el transcurso de la par- Del _r~~e vida que me
tida es__ ~ v~~§s. -¡?r~isÓ ~~yjf~r asigné para el tiempo que había
~~~~~~-~~..P.2*!~n_,_ EQº::- de durar el torneo no quedé muy
__ced~~~~--<l-JLI!!illl.:l.t.Qll. ~qp,l_~ satisfecho, ya que no lo cumplí
!D~ntari~ . _p~~~ . ~a_min~u: ...t~~~~ . a rajatabla. Después de desayu-
sus facetas, lo que obliga a efec- nar me daba un paseo ( 1 hora),
-tuar luego más de prisa las juga- luego preparaba la partida (25-
das que quedan hasta el con- 30 minutos) y por último descan-
trol. Estos aprietos son «norma- saba del ajedrez basta el almuer-
les,. y yo también los acepto. Pero zo. Éste tenía lugar a las 3.30;
a menudo sucede que un jugador seguidamente me tendía en la
malgasta valioso tiempo calculan- cama durante una hora más o
do variantes cuya ineficacia salta menos. Una pequeña siesta an-
a la vista u obstinándose en adop- tes de jugar la partida es muy
tar una continuación que le se- útil, pues nos deja como nuevos
dure, aunque en el fondo sabe que y. sobre todo, evita que nos dis-
es mala. Así pues, me acostumbré traigamos con otros asuntos. A
a d~ribuir el tiempo de manera continuación, me dirigía a píe
econóiiifcií.co;Yo-cua·ll::esorvna~ al local del torneo. En esto tuve
tís~aCioriamente este problema mucha suerte. ya que no me que-
aun a costa, en ocasiones, de con- daba muy lejos; así obtenía de 20
sentir que disminuyera la calidad a 25 minutos más de paseo .inme-
de- mi juego. No había otro re- diatamente antes de la partida.
medio: ¿cómo habituarme, si no, El juego acababa a las 10.30 de
a ahorrar minutos? la noche. A las 11 tenía previsto
El tercer problema que me pro- cenar y a las 12 acostarme. Esta
puse resolver era el de conservar última parte del régimen es la
las fuerzas a lo largo 'áe'1ooó' e1 que no cumplí bien al principio
]~!!@>~ .. Arites. en. casi todós')os del torneo. Antes de ir a la cama

20
me ponía a analizar partidas, con aspecto de mi juego. Por otro
menoscabo del sueño; a veces no lado, tuve una grata sorpresa: ¡al
llegaba a dormirme basta las 3 de fin había aprendido a arreglár-
la madrugada, con lo que mis melas bien con las piezas negras!
fuerzas no quedaban después su- En ocho partidas así jugadas ob-
ficientemente reparadas. tuve un total de 6,5 puntos y
Ahora, durante una competi- pude haber logrado aún más. Esta
ción, no tocaré ya nunca más el circunstancia permite sacar una
ajedrez antes de acostarme. ¡No interesante conclusión.
hay que caer dos veces en el Casi todos los juicios publica-
mismo error! dos anteriormente sobre mi jue-
¿Cuándo debe analizarse una go hacían referencia a la «erudi-
partida aplazada? La respuesta ción teórica» (en aperturas) que
es doble: primero, a ello pueden me ayudaba a salir victorioso.
dedicarse de 40 a 45 minutos des- Ya entonces consideraba yo esos
pués del paseo matutino; segun- «pareceres» poco justificados y
do, el día de la reanudación. En adoptaba ante ellos una actitud
general, este trabajo ha de ceñirse irónica. Verdad es que solía ga-
al mínimo indispensable, ya que nar bastantes partidas en la fase
sólo así es posible economizar las inicial, pero ¡todo ajedrecista tra-
propias energías para llegar en ta de derrotar a su adversario lo
buena forma hasta el final del más rápidamente posible! Este
torneo. campeonato ha dejado a mis «crí-
Volviendo al caso que nos ocu- ticos» sin armas: con las negras,
pa, confieso, pues, que no resol- mí resultado no puede deberse a
ví con plena satisfacción el cuar- ningún tipo de «erudición teóri-
to problema planteado: la co- ca» o conocimiento exhaustivo
rrecta observancia del reg1men de las aperturas; por grande que
de vida para el tiempo del cam- fuera esa erudición, ¡nadie logra-
peonato. ría ventaja de apertura con las
En cuanto a la última meta de- piezas negras en todas las partí-
portiva que me señalé en esta das! Ello significa que superé a
ocasión, la conquista del primer mis adversarios en una etapa ul-
puesto en el campeonato de la terior de la lucha, sin que aquí
URSS, debo decir que la alcancé. interviniera para nada la teo-
Quedé, claro está, satisfecho del ría de las aperturas. En suma,
resultado; no así de mi juego, que nuestros cronistas de ajedrez ten-
se resintió de un importante de- drán que explicar mis éxitos de
fecto: la torpeza técnica en hacer otra manera.
m
valer ~-l~-~~~ia_~g9,_u!!'ída::-- Aparte de los aspectos genera-
muchas partidas no acerté a trans- les que acabo de describir, ¿cómo
formar en victoria una neta su- me preparo para una competi-
perioridad. Puede que esto se de- ción?
biera al esfuerzo de que hablába- Nunca lo he mantenido en se-
mos antes, acerca de la buena creto. En cuanto estimé domina-
repartición de las energías y el da la técnica del entrenamiento,
tiempo, pero una cosa es induda- expuse mí método en el libro El
ble: he de poner atención en este match Flobr-Botvimlik. Además,

21
pronuncié en Leningrado una con- deportivos. El otro extremo tam-
ferencia al respecto destinada a bién es malo: limitarse a jugar
los jugadores de primera catego- ·s1empre-hi iillsma apertura. Quieñ
ría, de los que por desgracia sólo as11éi híciéra-perñiíüriaasus ad-
llegaron a asistir 15. Esto me versarios prepararse bien para ju-
obliga a repetir muchas cosas. gar contra él y, lo que es más im-
Primero de todo, antes de un portante, estrecharía su propio ho-
campeonato hay que pensar en rizonte con peligro de dejarse lle-
la propia salud, ya que ningún var por la rutina en muchas po-
jugador pueae aspirar al éxito si siciones.
no se encuentra bien. Con este Una vez elaborados los esque-
fin, lo mejor es pasarse previa- mas no hay que creer que todo
mente de 15 a 20 días al aire li- está ya listo. Algunos de ellos, en
bre, en el campo. particular los que al interesado
La preparación propiamente di- le parecen menos seguros, deben
cha suelo iniciarla con un repaso ponerse a prueba en partidas de
de la literatura ajedrecista publi- entrenamiento. Cae por su propio
cada desde -~i -íñomeñloen que peso que tales partidas han de ju-
dejé de seguirla por última vez. garse con personas que no divul-
Esto es necesario para enterarse guen esos métodos, de lo contra-
de las partidas nuevas que pue- rio los contrincantes los conoce-
den tener interés; al hacerlo, tomo rán tan bien como su autor, cuya
:•ctas sobre las cuestiones de im- preparación entonces habrá sido
portancia para mí. Al mismo vana.
tiempo me fijo de modc especial
Las partidas de entrenamien-
en todas las partidas jugadas por
to no son sólo útiles para verifi-
quienes van a ser mis rivales en
car sistemas de apertura; su pro-
el próximo campeonato. Estudio
las particularidades de su juego vecho es múltiple. Por ejemplo,
y sus variantes favoritas de aper- llevo ya mucho tiempo mostrán-
tura, lo cual puede ser muy útil doles a algunos de nuestros maes-
para preparar cada partida ya tros con propensión a encontrar-
durante el torneo. se en apuros de reloj un modo de
A continuación planeo los es- corregir este defecto. Por desgra-
quemas de apertura que pienso cia, no parece que hayan seguido
utilizar en el próximo encuentro. mi consejc, y sin embargo la
Aquí he de advertir que, a mi jui- cesa es muy sencilla. Consiste
cio, un jugador no puede ni tiene ~n jugar las partidas preparato-
por qué adoptar todas las aper- rias atendiendo m~s al reloj que
turas catalogadas por la teoría. ·a su-caTiciil!i}ñiriñSeca~o-;;u-~
. Parl!. .Y-E:~ _s9l..~~<?!!?-E_~~§!!..l?~~~~-
su!tad:Q;"'_y_ conü;-~~~ ¡;¡ e]eréicio
ampliamente tres o cuatro siste- ~ue uno consiga distribuir-
mas-con las- biancas y otros- tán: se regularmente el tiempo dis-
:l~_s,":§~--~- _"ifé~!¡iif: "Pero esos- sis- ponible, sin por ello omitir el
temas deben conocerse a fondo. cálculo de todas las variantes
Si a un maestro llega a faltarle necesarias. Creo que con este
este arsenal o lo tiene oxidado, método se curarían el noventa
más le vale no soñar con triunfos por ciento de los enfermos de ere--

22
lojitis1. ¡Las excepciones serian, tante de prisa y sin tocar las pie-
por supuesto, incurables! zas, pero, en definitiva, el cálcu-
El mismo método puede tam- lo de vanantes con vistas a eva-
bién servir para eliminar otras luar la posición es lo que cons-
deficiencias: durante las partidas, tituye el arte del análisis.
uno se concentra especialmente El análisis efectuado en casa
en un defecto determinado has- tiene características propias: el
ta que éste desaparece. maestro no está limitado ni por
Cóncluido el entrenamiento, el el tiempo ni por la prohibición de
maestro puede por fin decidir qué mover las piezas. Pese a estas
repertorio de aperturas, ya veri- diferencias entre el análisis que
ficadas en la práctica, empleará suele llamarse «de laboratorio»
en la próxima competición. El y el juego real, ambos poseen
resto sólo consiste en preparar muchos rasgos en común. Es bien
cada partida del torneo por sepa- sabido que casi todos los grandes
rado. jugadores han sido a la vez in-
Si el jugador es débil en los signes analistas.
finales, hará bien en seguir el La conclusión se impone: quien
ejemplo de Chekhover, que últi- desee llegar a ser un gran juga-
mamente estudiaba con particu- dor deberá también perfeccionar-
lar ahínco esta fase deíJüégo, se en el campo del análisis.
sin o1viifai: Tos. fiña~·comi>ues~­ Pero''tod'a\rla"ña:Y<ilieñáñlar de
tos, y ha logrado así notables éxi- una diferencia esencial entre el
tos. Uno se esforzará por llegar análisis y la partida. Durante el
a la etapa final en las partidas de juego, nuestro trabajo analítico
entrenamiento, a fin de adquirir es puesto continuamente a prue-
la experiencia que necesita. Para ba por la reflexión crítica del ad-
acabar con los defectos del medio versario, mientras el análisis de
juego pueden utilizarse métodos casa favorece la falta de objeti-
similares, aunque aquí la cues- vidad. Para combatir esto y mejo-
tión es más compleja. rar la calidad del análisis, es útil
Por último, unos cinco días an- publicar el fruto de nuestra labor
tes del encuentro ha de suspen- individual. sometiéndolo así a una
derse toda actividad ajedrecísti- crítica objetiva. En otras pala-
ca. Esto es indispensable para bras, el análisis publicado o, sim-
sentirse descansado, pero aún plemente, los comentarios de nues-
más para no perderle el gusto a tras partidas dados a la pren-
la lucha que se avecina. sa constituyen el método más se-
No puedo pasar aquí por alto guro de perfeccionamiento.
otra posibilidad de perfecciona- Naturalmente, las notas a la
miento que yo mismo he tratado partida escritas «sobre la mar-
de aprovechar muchas veces. chal, en el espacio de una o dos
¿En qué reside el arte de un horas, no pueden en modo algu-
maestro de ajedrez? Fundamen- no considerarse como análisis. Tal
talmente, en SIL~P..ti~l1~-júiú~·an."a­ canálisis1 sólo sería negativo, e
lizar posiciones. Cierto que, sen- incluso correría el riesgo de con-
lado ante e!tá'blero, el maestro vertirse en un mal hábito.
debe ser capaz de analizar bas- Es lástima que algunos de nues-

23
tros ajedrecistas sigan todavía mi- tables entusiastas de nuestro jue-
rando con desdén el análisis cca- go. El club se instaló en el anti-
sero». Con ocasión de mi confe- guo gabinete ... del zar.
rencia a los jugadores de prime- Mi labor consistía en dar lec-
ra categoría en Leningrado, les ciones de ajedrez a los muchachos
sugerí que formaran un grupo es- con más talento, y así, por pri-
pecial para comentar sus parti- mera vez en mi vida, comencé a
das; así empezaron a hacerlo y reflexionar sobre cuál sería el me-
en él llegaron a inscribirse hasta jor modo de instruir a un joven
15 personas, pero, no sé por qué, ajedrecista.
la cosa no salió adelante. Naturalmente, no podía menos
He ahí todos los consejos que de sacar conclusiones de mi pro-
puedo dar y que yo mismo he tra- pia experiencia. Tras alguna deli-
tado de poner en práctica. Quizá beración, decidí que lo primero
no resulten tan útiles a algunos que debía fomentar en mis alum-
jugadores; cada cual debe enfo- nos era el modo independiente de
carlos con espíritu crítico y apli- actuar. De hecho, cuando el ju-
carlos según su temperamento y gador está sentado ante el ta-
hábitos personales. blero, es decir, durante la par-
tida, no le es lícito consultar li-
bros de ajedrez ni pedir consejos
Cómo procresa UJJ ju¡-ador a nadie; mientras el reloj corre
de ajedrez ha de tomar sus decisiones por
cuenta propia. Para acostumbrar-
Muchos jóvenes (en edad estu- se a esto, lo más útil es tam-
diantil o escolar, e incluso niños bién orientar el aprendizaje como
pequeños representados por sus si uno se estuviera preparando
padres) preguntan: ¿cómo se para jugar en torneos.
aprende a jugar bien al ajedrez?, Yo no tuve mentor o entrena-
¿en qué competiciones hay que dor en el sentido en que hoy se
participar y con qué frecuencia?, entienden estas funciones. Sin
¿qué se debe leer? embargo, no me faltaron maes-
Antes de intentar responder a tros: libros y revistas, colegas,
estas preguntas, veamos qué su- grandes jugadores de antaño, mis
cedía en otros tiempos, cuando la rivales en Jos campeonatos ... Me
escuela soviética de ajedrez ape- veía obligado a decidir personal-
nas empezaba a constituirse. mente lo que convenía o no tomar
A finales de la década de los de ellos. Así llegué a desarrollar
treinta, en Leningrado, las depen- la independencia de que antes ha-
dencias del palacio Anichkov (an- blábañlOs:-Nohace todavía mu-
tigua residencia de Alejandro 111) cho, el conocido matemático N. A.
fueron convertidas en lo que aho- Krinitzki me preguntó si no te-
ra se llama Palacio de los Pione- nía yo a veces la impresión de de-
ros. Yo era entonces miembro del jarme llevar por el gregarismo.
cConsejo de Cooperación• y fundé ¿De dónde iba a venirme eso? El
allí un club de ajedrez para pio- ajedrecista debe tomar decisiones
neros. Su auténtico animador fue independientes, de lo contrario
S Weinstein, uno de los más no- nunca se convertirá en un verda-

24
dero maestro con personalidad para el match-torneo donde se
propia. ventilaba el título de CampeÓn
Tal ha de ser también el punto Absoluto. Me quedaba mucho por
de partida para entrenar a jóve- estudiar en punto a teoría de
nes jugadores. ¿No se impone en- aperturas. Decidí, pues, repartir
tonces una solución? Más vale no entre mis alumnos las posiciones
enseñarles nada; que lo aprendan dudosas, dándoselas a guisa de
todo por su cuenta y así lograrán a:deberest para que las analizaran.
ser independientes... Esto sería Aquellos análisis, puestos luego
un error. La instrucción resulta en común y discutidos en clase,
indispensable, pero debe impar- fueron muy provechosos para mis
tirse sin detrimento de la persona- jóvenes colegas y ... ¡su maestro!
lidad de los muchachos, respetan- Llegué así a la competición mag-
do y fomentando su independen- níficamente preparado.
cia de juicio. Los discípulos que tuve en
Razonando de este modo, pare- esta mi primera a:escuela de aje-
ce, pues, que encontré el buen drez» se revelaron de talento des-
método. Cada dos domingos tra- igual. Entre ellos figuraron el ac-
bajábamos todos juntos, en un tual gran maestro M. Taimanov y
grupo de 10 a 12 personas. Mien- el maestro E. Stolyar. La guerra
tras un alumno exponía la ma- puso fin a nuestra empresa.
teria ante un tablero mural, los Muchos años después, el maes-
demás le escuchaban y critica- tro G. Goldberg, que por enton-
ban. Surgían discusiones y el am- ces dirigía las actividades ajedre-
biente se iba calentando. Los ex- císticas de la sociedad deportiva
positores eran designados de an- «Trud», me pidió que me ocupara
temano, al igual que las respec- de los chicos más capacitados
tivas tareas: series temáticas de entre los que pasaban por sus
finales, comentarios de partidas, manos. Los jóvenes ajedrecistas
análisis de tal o cual apertura, dt> las distintas regiones de Rusia
etc. A cada uno se le asignaba la se debían reunir tres o cuatro ve-
tarea teniendo en cuenta las cua- ces al año en Moscú para un cur-
lidades o defectos de su juego. sillo de varios días.
Por ejemplo, éste disponía mal Acepté la propuesta y, durante
las piezas en la apertura, aquél año y medio (1963-1964), asistie-
era flojo en finales, aquel otro ron a mis clases grupos de 10 a
analizaba con negligencia sus 12 jugadores. Claro está que es-
propias partidas... Estos factores tos cursillos eran de menos pro-
determinaban el tipo y tema del vecho para los muchachos que los
ejercicio. A cada estudiante se de mi primera escuela en Lenin-
le dejaba libre de abordar el pro- grado: ¡allí nos veíamos dos veces
blema a su manera. al mes! Pero los grandes vacíos
En cierta ocasión cexploté» a entre cada serie de clases se com-
mis jóvenes alumnos. Tras haber pensaban con la calidad de los
intervenido con poca fortuna en alumnos, especialmente seleccio-
el campeonato de la URSS de nados en todos los rincones del in-
1940, jugado el mes de septiem- menso territorio ruso. Baste citar
bre en Moscú, debía prepararme los nombres de A. Karpov, Y. Ba-

25
lashov, Y. Razuvaev, N. Rasb- A. Akbsharumova, E. Akhmylovs-
kovski... Hasta el más cflojoJ de kaya y L. Zaitzeva; entre los chi-
entre ellos llegó a la categoría cos, a S. Dolmatov, A. Yusupov,
de maestro. L. Psakhis y A. Kharitonov. Más
Existía un problema: en cuanto recientemente siguió los cursillos
los jóvenes jugaban ya con sufi- la joven N. Yoseliana, y también
ciente fuerza... ¡dejaban los cur- prometen mucho P. Korzubov,
sillos! Se les pedía mucho; los Y. Elvest, A. Sokolov, S. Yonov,
llamaban demasiado a menudo a A. Nenashev, I. Feigelson ... Pero
participar en competiciones y, nuestro máximo orgullo lo consti-
simplemente, no les quedaba tiem- tuye el joven quinceañero G. Kas-
po para reunirse en las plazos parov. Éste fue alumno d~ la es-
señalados y completar el progra- cuela durante cinco años, progre-
ma de estudios. sando en toda línea. Baste decir
No por ello desistió de su em- que en 1978, cuando me quedé
peño el perseverante Goldberg. En sin asistente, me ayudó él (en lo
1969 su escuela comenzó a fun- tocante al medio juego y el final
cionar de nuevo. Mientras los me las arreglo yo solo, pero para
éxitos logrados por los alumnos las cuestiones de apertura y, en
fueron modestos, todo marchó parte, de análisis, Kasparov no
bien. Pero, pasado algún tiempo, tiene par), ¡y su labor fue magní-
volvió a plantearse otra vez el fica!
mismo problema: a los muchachos En enero de 1978, Garik jugó en
se les reclamaba para jugar en el torneo de Minsk, celebrado en
competiciones. Entonces tomaron memoria de A. Sokolski. Costó
cartas en el asunto varios orga- trabajo lograr que incluyeran a
nismos con autoridad sobre toda Kasparov en el número de los
la URSS: el Comité Central de la participantes; aún no poseía el tí-
Unión de Juventudes Comunistas- tulo de maestro y, como es natu-
Leninistas, el Comité de Depor- ral, hubo objeciones: ¿desde cuán-
tes y el Consejo Sindical de Aso- do se le permitía a un candidato
ciaciones Deportivas. Se estable- tomar parte en un torneo de
cieron con precisión los derechos maestros? Los resultados confir-
de la escuela, se prohibió estric- maron lo justo de la decisión. ¡Ga-
tamente que los alumnos fue- rik quedó el primero, superando
ran reclutados para jugar en tor- en 3,5 puntos la norma que nece-
neos durante el período de los sitaba para obtener el título! Éste
cursillos y se fijaron las fechas fue el mayor éxito que jamás lo-
para éstos: febrero, mayo y agos- grara un ajedrecista tan joven en
to-septiembre. Las sesiones de in- la Unión Soviética.
vierno y primavera tendrían lu- Veamos una partida de ese tor-
gar en Moscú; las de otoño, a ori- neo, para apreciar con claridad
llas del mar Negro en el campa- el estilo de nuestro héroe.
mento de pioneros conocido por
el nombre de Orlyonok (e El Agui-
luchot). La escuela empezó a dar
sus frutos. Entre las alumnas más
sobresalientes podemos citar a

26
G. K.asparov A. Bolzman Con vistas a defender la casi-
Apertura Española lla h5.

l. e4 e5 u. exf6 a-xf6
2. Cf3 Cc6 13. Cd%
3. Ab5 Cd4
Ha llegado el momento de re-
La llamada «variante Bird» no forzar el ataque con nuevos ele-
les coge desprevenidas a las blan- mentos.
cas.
13.
4. Cxd4 exd4
5. 0-0 Ac5 Las negras demuestran que
6. d3 c6 también ellas tienen juego... por
7. Ac4 d6 la columna g.
Se amenazaba 8. A x f7 +, 14. Ce4 Ae7
R X f7; 9. Dh5 +, etc., pero era un 15. Af4 T~6
poco mejor parar el golpe me- 16. De2 A~4
diante 7.... , d5, aunque de todos 17. Df2 Ta-~8
modos las blancas quedaban con
ventaja. También el negro ataca, pero
8. f4 dejando a su rey en mala posi-
ción. Se imponía 17. .. . , Rg7 se-
Típico del estilo de Kasparov, guido eventualmente de ... , RhB.
que empieza a atacar en cuanto Cierto que el alfil de e7 quedaba
se le brinda la primera ocasión. sin defensa; sin embargo, las blan-
cas apenas hubieran podido ex-
8. Cf6 plotar esa circunstancia.
9. e5 dXe5
18. Ta-el
Quizás era más prudente 9.... ,
Cd5, no permitiendo la apertura Envidiable ejemplo de sangre
de la columna !. !ría. Las blancas no temen el in-
minente ataque a g2, ya que pien-
10. Axf7+ san obstruir la columna g con
una pieza ligera. Por eso el negro
Ahora las negras no podrán en- refuerza su ofensiva con el avan-
rocarse, a lo cual se añade una ce del peón h7.
mejor estructura de peones por
parte del blanco y -todavía más 18. h5
importante-- la posibilidad de
(Véase diagrama núm. 5)
«armar jaleo». Con todo, las ne-
gras logran resistir al primer
asalto. 19. Ag5!

10. Rxf7 Cuando el adversario comenza-


11. fxe5 Dd5 ba ya a sentirse seguro, las blan-

27
Diagrama núm. 5 Cortándose a sí mismo los
puentes: el alfil blanco no tiene
ya retirada. ¿Qué pasará ahora?

21. Ad5

Al parecer, las negras sólo se


han percatado de un peligro: 22.
Axf6, Txf6 (a 22 .... , Axf6 el
blanco respondería 23. Cg5 +, y
a 22 .... , Txg2+ sigue sencilla-
mente 23. Rhl); 23. De5! con la
doble e irrefutable amenaza 24.
C X f6 o 24. Cg5 +. ¡Pero ahora
viene un golpe nuevo y, esta vez,
decisivo!

Diagrama núm. 6
cas le asestan un golpe inespe-.
rado. Ahora no es posible replicar
19.... , Txg5 a causa de 20.
C X f6!, y la posición negra se
desmorona. Aquí se ven bien las
consecuencias de que el rey ne-
gro esté donde está. No hay más
remedio que defender el f6.

19. Dd8
20. Df4

Defendiendo a su vez el pro-


pio alfil. La posición es muy cu-
riosa: las negras no pueden cap-
turar el alfil enemigo, y al blan-
co le resultaría desventajoso re-
tirarlo del puesto que ocupa. 22. &'4!!

20. Ae6 Violando uno de los estereoti-


pados dogmas «posicionales•, las
A 20 .... , Rg7 las blancas po- blancas dejan a su propio rey al
drían responder 21. Ah4, y la ac- descubierto. Lo importante aquí,
tividad de las piezas negras que- sin embargo, es la amenaza que se
daría reducida al mínimo. Por cieme sobre la torre negra de
eso el segundo jugador trata de g6, y esto decide la lucha.
intensificar su presión en la co-
lumna g. 22.

21. h4 Retirada tardía. A 22 .... , hXg4

28
,¡igue 23. h5. Tampoco serviría de cada alumno sobre sus acti-
de mucho 22 .... , Axe4 a causa vidades entre un cursillo y otro
dt> 23. gXh5!, T6-g7; 24. Txe4, consiste en una relación de sus
etc. logros en el estudio de las demás
materias escolares, su práctica de
23. &'Xh5 rxcs los deportes, su participación en
24. DeS+ Rh6 campeonatos y la manera en que
25. hxc6 ex M ha hecho sus «deberes» ajedre-
26. Tf5 &xc6 císticos. Por último, el alumno
2'7. Rh2 abandonan. comenta en público cuatro par-
tidas de las que ha jugado duran-
¡Una partida verdaderamente te ese período. Entonces se esta-
dinámica! blece en común un «diagnóstico»
En julio del mismo año, Garik previo de la «salud» ajedrecística
obtuvo un nuevo éxito aún mayor del joven jugador: sus cualida-
que el primero, venciendo en el des y defectos. Todavía, sin em-
torneo eliminatorio de Daugavpils bargo, no comienza la «cura»; hay
donde participaban 64 jugadores que esperar a que terminen las
(maestros y grandes maestros por partidas de entrenamiento que se
lo general). Su triunfo le valió juegan durante las sesiones. Es-
clasificarse para la máxima liga: tas partidas tienen gran impor-
¡el campeonato de la URSS! tancia, pues, al contrario de las
En diciembre de 1978, en Ti- preparadas, no se pueden selec-
fUs, Garri Kasparov jugó por pri- cionar (a unos les gusta hacer re-
mera vez en el campeonato de la saltar las facetas más favorables
URSS. Consiguió 8,5 puntos de 17, de su juego, a otros mostrar tam-
el décimo puesto y el derecho de bién las partidas que han perdi-
volver a participar al año siguien- do, etc.) ni cabe prescindir en
te. No cabe duda que podía haber ellas de los apuros de tiempo. Una
hecho mejor papel, pero en aquel vez jugadas, todo el mundo las
entonces lo insuficiente de su ex- analiza; el diagnóstico toma for-
periencia y su carácter demasiado ma más concreta y la cura pue-
vivo le impidieron llegar más de ya empezar con la asignación
arriba en la clasificación del tor- de tareas específicas.
neo. Los alumnos suelen venir con
Algunos meses más tarde, Ga- sus entrenadores locales, que to-
rik ganó brillantemente el primer man contacto con los dirigentes
puesto en el torneo internacional dE' la escuela. A alguno que otro,
de grandes maestros celebrado en más pequeño, le acompaña su
Banja Luka (Yugoslavia). papá y su mamá ...
A continuación, en los años que ¡Así van creciendo los nuevos
siguieron, G. Kasparov prolongó campeones!
su racha de triunfos y entró así, En la actualidad (por primera
ya de modo definitivo, a formar vez en la historia del noble jue-
parte de la cohorte de los grandes go) los jóvenes soviéticos reciben
maestros más fuertes del mundo. una alta formación ajedrecística
Pero volvamos a los quehaceres en los «institutos de cultura fí-
dE' la escuela. El informe general sica». Allí pueden inscribirse

29
quienes poseen ya cierta expe- lar experiencia a partir de su pro-
riencia de ajedrez y han alcan- pio juego en competiciones, ir ad-
zado por lo menos la primera ca- quiriendo fuerza práctica y llegar
tegoría como mínimo a la categoría de
¿Qué consejos se le pueden dar candidato a maestro. Sólo un aje-
al ajedrecista en ciernes? Ante drecista de esta talla está en con-
todo, el estudiante ha de asimi- diciones de asimilar a fondo la
lar la experiencia de los juga- experiencia del pasado y evaluar
dores que le han precedido. Debe con objetividad su propia fuerza.
adquirir conocimientos sobre las Debe además ejercitarse en el
aperturas, el medio juego y la téc- análisis y comentar sus partidas,
nica de los finales. Para ello ne- lo cual le facilitará una compren-
cesita de la literatura especiali- sión más profunda del ajedrez.
zada, y no nos referimos tanto a Finalmente, habrá de estudiar
lo~ manuales u obras de refe- la historia del juego, conocer la
rencia como a colecciones de par- obra creadora de los insignes
tidas jugadas en torneos sovié- maestros de otros tiempos, e in-
ticos e internacionales. vestigar la génesis de las tenden-
También le es preciso acumu- cias e ideas ajedrecísticas.

30
LA ESTRUCTURA DE PEONES

J. R. Capablanca
Campeón del mundo,
1921-1927

[Los dos colosos del ajedrez de principios de siglo,


J. R. Capablanca y A. A. Alekhine, fueron al mismo
tiempo ilustres pedagogos. De su pluma salieron in-
comparables libros, obras clásicas de referencia para
muchas generaciones de ajedrecistas. Incluimos aquí
dos trabajos poco conocidos de ambos autores. El mé-
todo de juego elaborado por el cubano para las blan-
cas en la variante abierta de la Apertura Española
apareció por vez primera en su excelente manual Fun-
damentos del ajedrez y fue en seguida llevado a la
práctica. En cuanto al artículo de A. Alekhine sobre
el ataque directo al rey, data del período anterior a
la segunda guerra mundial. Estos dos ensayos de ca-
rácter pedagógico se reproducen en las presentes pá-
ginas bajo la dirección de A. M. Konstantinopolski,
entrenador emérito de la o.JRSS, t~ue los ha provisto
de algunas partidas suplementarias.]

Publicamos aquí una de las nes en uno de los flancos y blo-


secciones del famoso libro Fun- quear dos peones del adversario
damentos del ajedrez (1922), es- en la otra ala. Como complemen-
crito por el gran maestro cuba- to ofrecemos una partida del pro-
no. En ella se habla de la variante pio Capablanca, entre las menos
abierta de la Apertura Española, conocidas, y el final de otra, juga-
asi como de los métodos para da también por él en el torneo
explotar la superioridad de peo- internacional de Moscú (1936).

31
Estamos seguros de que el es- seguido su curso y que de alguna
tudio de los métodos de perfec- manera las blancas, jugando uno
cionamiento heredados de los más de sus caballos a d4, han forzado
eminentes maestros de antaño les el cambio de ambos caballos y
serán de extraordinaria utilidad a luego también el de los alfiles.
nuestros lectores. Ya A. Nimzo- Tendríamos entonces una posición
vich, en su opúsculo Cómo llerué análoga a la que aparece en el
a ser 1'1'~ maestro, escribía lo si- siguiente diagrama. (Yo obtuve
guiente: «Analizad también diver- esta posición con un procedimien-
sas posicfoñest1Plca5.::-capabian- to similar en una partida que ju-
-¿a- conoce'úii -sinñumero de tales gué en Lodz, llevando las blancas,
posiciones, sobre todo en los fi- contra un grupo de consultantes
nales de damas y de torres.» dirigidos por Salwe.)
Cedamos, pues, la palabra al
gran maestro cubano. Diagrama núm. 7

Que algunas de las variantes de


apertura y maniobras de medio
juego se basan en dichos princi-
pios elementales puede observar-
se con facilidad en el ejemplo
que sigue.

l. e4 eS
2. Cf3 Cc6
3. Ab5 a6
4. Aa4 Cl6
5. 0-0 Cxe4
6.d4 b5
7.Ab3 d5
8.dxe5 Ae6
9.c3 Ae7 Nos hallaríamos aquí ante el
10.Tel Cc5 caso del peón c7 retrasado que
11. Ac2 Ar4 de ningún modo podrá adelantar-
12. Cb-d2 0-0 se a c5. Semejante posición debe
13. Cb3 Ce6 considerarse perdida desde el pun-
to de vista teódco,--y, en la prac-:..
Tenemos aquí una conocida va- tica, un buen maestro la ganará
riante de la Apertura Española. invariablemente con las piezas
De hecho, estas jugadas provie-- blancas. (Si se me perdona la re-
nen de una partida Janowski-Em. ferencia, añadiré que obtuve la
Lasker, París, 1912 [con el orden victoria en la citada partida en
ligeramente cambiado]. consulta.)
[A lo que parece, Capablanca
14. Dd3 1'6 no juzgaba del todo satisfactoria
la estructura de los peones ne-
Supongamos que la partida ha gros en el sistema abierto de la

32
Apertura Española. Jugando con Diagrama núm. 9
las negras, nunca lo empleó en
partidas serias y prefería adop-
tar la Defensa Steinitz -3. Ab5,
d6-- o la Defensa Chigorin -3.
Ab5, a6; 4. Aa4, Cf6; 5. 0-0, Ae7,
etc.]
Tras unas pocas jugadas, la po-
sición podría adquirir este otro
cariz:

partida podría conti-


nuar así:

1. rxf5 rxf5
Z. Df3 Dd7

Las blancas amenazaban ganar


un peón mediante 3. D X d5, y el
negro no podía jugar 2. . .. , Tf8
a causa de 3. Tx c6, que también
ganaría un peón como mínimo.

Las piezas negras se encuentran 3. T5-c2 Tr6


«fijadas», es decir, inmovilizadas 4. Tr2 Rh8
en sus puestos. Si el blanco juega 5. Tc-rl Tc-r8
Dc3, su adversario tendrá que 6. Dh5 Txr2
responder Dd7, para evitar la 7. Txr2 Txr2
pérdida de un peón, y si enton- 8. Rxr2 Dr7+
ces la dama blanca regresa a a3, 9. RhZ Dr6
a su vez la dama negra ha de 10. DX&'2 hx(2
volver a b7 por el mismo motivo. 11. b4 y las blancas ganan.
Así pues, las jugadas del negro
dependen enteramente de lo que [Recomendamos a nuestros lec-
hagan las blancas, y a éstas, en tores que analicen este final de
tales condiciones, les será fácil peones.]
avanzar sus peones a f4 y g4, for- Supongamos ahora que en la
zando la réplica f5 de las negras posición del diagrama preceden-
para detener el ulterior avance te tocara mover a las negras y
f5. La posición resultante de todo que éstas jugaran l. ... , Tf8. En
esto sería: tal caso, las blancas simplemen-

33
te defenderían f4 con cualquier Precisamente el puesto dominan-
jugada, por ejemplo 2. Df3, ame- te que ocupa y la posibilidad de
nazando 3. T x c6, y después de su ulterior avance tras el cambio
llevar su rey a g3 efectuarían la de todas las piezas constituyen la
ruptura que hemos visto antes. base del plan de acción de las
El blanco podría incluso obtener blancas.
una posición semejante a ésta: De propósito he omitido las ju-
[Aquí se ve claramente cómo gadas intermedias que conducen
el gran maestro cubano explica a dichas posiciones, para que el
su proceder en cuanto a ideas estudiante se acostumbre a ima-
posicionales y maniobras estra- ginar rápidamente por su cuenta
tégicas. Atacando sucesivamente las diversas estructuras posicio-
el c6 y el peÓn f5, este último muy nales que pueden darse en una
importante para la defensa, las partida determinada. Así apren-
blancas fuerzan nuevas concesio- derá a concebir planes estratégi-
nes, ahora decisivas, por parte del cos e irá progresando hasta llegar
adversario.] a conquistar la categoría de maes-
tro. La práctica de esta clase de
Diagrama núm. 10 ejercicio le será sumamente pro-
vechosa.
Veamos ahora la partida que
Capablanca menciona más arri-
ba: cómo se llevan a cabo en el
juego real los planes estratégi-
cos, qué obstáculos hay que su-
perar.

~. R. Capablanca G. Salwe 7
consultantes
Lodz, noviembre de 1913

l. e4, e5; 2. Cf3, Cc6; 3. Ab5,


a6; 4. Aa4, Cf6; 5. 0-0, Cxe4; 6.
d4, b5; 7. Ab3, d5; 8. dxe5, Ae6;
9. c3, Ae7; 10. Cb-d2, Cc5; 11. Ac2,
Las negras se verían aquí obli- Ag4; 12. h3, Ah5; 13. Tel, Ag6; 14.
gadas a jugar TeS, y su contrin- Cd4, e X d4; 15. e X d4, Ce6; 16.
cante, por medio de Dc2 seguido Cb3, Ag5; 17. g3, AXcl; 18. Txcl,
de Rf3, forzaría el cambio f X g4, 0-0; 19. f4, AXc2; 20. Txc2, g6;
obteniendo así una ventaja toda- 21. Cc5, TeS; 22. Dd3, C x c5; 23.
vía mayor. Tx c5, Dd7; 24. g4, c6; 25. Te-el,
Un examen minucioso de todas Ta-c8; 26. Dc3, Te6; 27. Rh2, Rh8;
estas posiciones nos permite com- 28. Da3, Db7; 29. Dg3, !5; 30. Df3,
probar que, además de la liber- Dd7 (se amenazaba 31. DXd5!);
tad de maniobra de que gozan las 31. Rg3, Tf8; 32. Da3, Ta8; 33. Dc3,
piezas blancas, la fuerza de su TeS; 34. Dc2, Rg8 (celada: si aho-
peÓn situado en e5 es enorme. ra 35. gxf5, gxf5; 36. DXf5?,

34
~eguiría 36. . .. , Tg6 + ) 35. Rf3, la que surge en la variante abier-
rxg4+; 36. hxg4, Df7; 37. Re3, ta de la Apertura Española. En
rf8; 38. Tfl, Dd7; 39.t Dg2, De?; mi manual expongo el método
'lO. Tf-cl, Te-!6; 41. Tj'l, RhB; 42. que ha de seguirse para hacer
Dc2, DeS; 43. Dh2, De7; 44. Tf3, valer la ventaja en tales posi-
Te6; 45. Rf2, a5; 46. f5!, g X f5; 47. ciones.
gXf5, Dg5 (con la tenue esperan-
za de 48. fxe6?, Dd2+; 49. Rg3, 26. h4! &'6
Tg8 +; o, 49. Rgl, Ddl +, y las
negras ganarían en ambos casos); Jugada débil, que condena a
48. Df4!, Tx!5; 49. Dxf5, Dd2+; las negras a una total pasividad.
50. Rfl, Tg6; 51. Df8+, Tg8; 52. Había que continuar 26 .... , g5!
Df6+, Tg7; 53. Tg3, abandonan. Por ejemplo: 27. hxg5, hxg5;
En efecto, si ahora 53 .... , Ddl +, 28. Ph5 (28. Dg4, T8-f7 seguido
sigue 54. Rg2, De2 +; 55. Df2, eventualmente de ... , Tg7), DeS;
De4 +; 56. Df3. 29. Dxe8, Txe8; 30. fxg5, Te-f8;
Análogo al que acabamos de 31. Txf5, Txf5; 32. Rg2, Txg5;
ver es el siguiente final de esta 33. Tf3, c5! (no 33 .... , Tg4 a cau-
otra partida J. R. Capablanca- s¡¡ de 34. Tf4) y las negras de-
E. Eliskases (Moscú, 1936), que ben lograr tablas.
ofrecemos con los propios comen- 2'1. Bc2 De'Z
tarlos del vencedor (sacados del
boletín del torneo) . El negro no puede tocar· los
peones del flanco de dama, ya que
DW.grama núm. 11 esto sólo serviría para crear pun-
tos débiles. Así pues, se ve redu-
cido a jugar pasivamente, a la
expectativa, en ambos flancos.
28. a3 Dc'Z

Mi adversario consideró aquí


largamente la posibilidad de 28 .
... , g5 y por !in renunció a esta
jugada. En efecto, después de 28 .
... , g5; 29. Dg4 (las blancas no
abren la columna h para evitar
su ocupación, tarde o temprano,
por una torre enemiga), Dg7; 30.
Tc-f3, gXf4; 31. Txf4, TXf4; 32.
Dxg7+. Rxg?; 33. gxf4 surge
un final de torres desfavorable
23. (3 T4-f7 para las negras.
24. f4 Cf5
25. Cxf5 Txf5 29. Tc-f3! De'Z

Si 25. . .. , e X f5, la estructura Ahora a 29. . .. , g5 seguiría 30.


dt> peones resultante recordaría fXg5, hXg5; 31. TXf5, TXf5; 32.

35
Txf5, exf5; 33. Dh5!, gxh4; 34. Jugada única. Si 41. ... , Th7 las
D x h4, etcétera. blancas cambian dos veces en h5
y ganan un peón.
30. Dc2!
42. Tg2 Rh8
Diagrama núm. 12 -13. Rc'3 Rh7
44. Th2 Te'7
-15. Th3 Rg7?

Facilita la victoria del adver-


sario. aunque, a decir verdad, la
posición de las negras no tenía
esperanza. Lo único que podían
hacer era mover la torre de e7
atrás y adelante (Te8-e7-e8, etc.).
La partida podría seguir, por
ejemplo, 45 .... , TeS; 46. Rf3, Te7;
47. Tg3~, Txh4; 48. Txg6, Txg4;
49. Txh6+, Rxh6; 50. Txg4,
Tg7; 51. Th4+, Rg6; 52. Th8 y
las blancas tienen el final

46. Tx h5! Dxh5


Impidiendo 30. . .. , c5 y amena- 47. Dxh5 rxh5
zando 31. g4. 48. f5! exf5
49. Rf4 Te6
30. Rc7 50. Rxf5 Tr6
31. r4 T5-f'7
32. Rh3 Dd7 Las negras podían oponer una
33. b4 Tg8 resistencia más larga mediante
34. Trl Rh8 50.... , Rf7, pero de todas mane-
35. Dd2 Th7 ras:deben perder el final, ya que
36. Df2 h5 de nada les sirve mover los peo-
nes del flanco de dama. Las blan-
Las negras se afanan por im- cas proseguirían Th3-g3-g5, et-
pedir la ruptura f5. cétera.

37. rxh5 Txh5 51. e6! Tr4


38. Tr5 Dh7 52. Re5 Te4+
39. Dr3 Dh6 53. Rd6 Txd4
40. Dr4 Tr7 54. Te3 abandonan.
41. Tr3 Rh'7

36
EL ATAQUE DIRECfO
EN LA PARTIDA DE AJEDREZ

A. A. Alekhine
Campeón del mundo,
1927-1935 y 1937-1946

Un par de años antes de que Diagrama núm. 13


estallara la primera guerra mun-
dial apareció publicada en las rú-
bricas de ajedrez de la prensa
europea la breve partida que si-
gue. Su héroe había sido el fa-
moso problemista W. Holzhausen,
y la víctima... el doctor Tar-
rascb.1

W. BolzhausetJ S.Tarrascll

l. e4 e5
2. ct3 Ve6
3. Ac4 Cf6
4. d4 exd4
5. O-O d6
6. Cxd4 Ae7 Esta tentativa (en otros casos
7. Cc3 O-O justificadísima) de aprovechar la
8. b3 Te8 diagonal h8-a1 provoca una ca-
9. Tel Cd7 tástrofe inmediata.

l. [La partida se jugó en un;~ sesión de simultáneas dada por S. Tarrasch


en 1912.]

37
10. Axn+ &xn tiene lugar en el sector donde se
11. Ce6!! encuentra el rey enemigo.

y las negras deben abandonar, ya Sin embargo, en la breve par-


que después de 11. .. . , R x e6 re- tida que hemos mencionado no se
ciben mate en dos jugadas ( 12. da ninguna de esas circuiiStaíl-"
Dd5+ y 13. Df5+ + ). y si no cías-: ni preparac"!OñeSae ataque
capturan el caballo pierden la por-parte de las blancas, ni debi-
dama. 1 litamiento progresivo de la posi-
Al conocer esta partida, me lla- ción del rey negro. Un simple
maron la atención algunas par- error táctico de las negras ha bas-
ticularidades de su brusco rema- tado para poder asestarles el gol-
te. Ello me estimuló a tratar de pe mortal.
descubrir las leyes subyacentes La razón de este fenómeno es,
a esa combinación, lo cual permi- por otro lado, fácil de compren-
tiría, a mi juicio, comprender me- der si uno ve claramente dónde
jor el mecanismo de la fase ini- está el verdadero punto vulnera-
cial de la lucha que se desarrolla ble de las negras después de la
en el tablero de ajedrez. nefasta jugada 9 .... , Cd7?
¿Cuáles son, en concreto, los Evidentemente, no se trata de
rasgos particulares del doble sa- la casilla f7, ya que, después del
crificio efectuado por las blancas? sacrificio del alfil enemigo (sacri-
Para explicar esto, recurramos ficio muy típico y decisivo en la
al método comparativo: traigamos inmensa mayoría de las posicio-
a la memoria las combinaciones nes «aparentemente• similares),
que más nos hayan chocado por el rey negro no se encuentra to-
sus sacrificios aparatosos, cuyo davía en peligro.
fin no era otro que el de explotar Sólo la segunda entrega aclara
la posición del rey enemigo para la situación, poniendo de mani-
obtener ventaja de material o fiesto que, por culpa de la casilla
dar mate. Veremos entonces que vulnerable e6, las negras se hallan
la inmensa mayoría de tales com- de pronto ante una fatal alterna-
binaciones, si no todas, se carac- tiva: ¡recibir mate o perder la
terizan por uno, al menos, de los dama!
siguientes factores previos: Establecido este hecho compren-
dí, al principio vagamente y lue-
a) La situ~~~~ at~ go ya con más claridad, que la ci-
do es precaria, debido ya a la tada combinación planteaba un
ausencia aeüña barrera protec- nuevo problema en la teoría del
tora de peones, ya al alejamien- ataque: el estudio de la vulnera-
to de las piezas que podrían de- bilidad de las casillasqÜe-rodeiñ
fenderlo. alrey ··s:e -rransfóriña' en ün prO:
b) La concentración__p~l !a
Tundo ariaüsis d.e ·-sensibilidad
de fuerzas atacantes, claro indi- de 'tóifo el-sector'rñái:Q'inenQs a.re..
Cio ae las-iñteiíCTOñes combinati- jado del'mónarca -y sÚj-;t~ ~1 in-
vas del jugador que las dirige, !!\iJO ª!!'~-~.rO.:~las-PTeUls _i\_t'a-
2. [De hecho, las negras abandonaron tras 11. ., Cd-e5; 12. Dh5+, R¡S; 13. Cxd8,
Txd8; 14. Cd5.]

38
.....ntes gy.e ocupan puesto~--~~U; Diagrama núm. 14
'tiales. Me percaté también de que
"ilftéñuevo tema resulta tanto más
difícil de investigar cuanto que
la literatura ajedrecística contie-
ne un número relativamente li-
mitado de ejemplos de combina-
ciones análogas a la que acaba-
mos de ver; es más, no existe nin-
JÚn ejemplo combinativo de este
tipo con la misma estructura ge-
neral de la posición. Tenía yo
que buscar, pues, una oportuni-
dad propicia para forjar una com-
binación semejante en el tablero
. tras haber creado las debidas
condiciones posicionales. Por pri-
mera vez llevé a cabo este plan
en 1916, en una sesión de simultá-
neas a la ciega dada en TemopoL 15. Cf'7!! Rxn
He aquí la partida en cuestión, 16. Dxe6+! R&'6
que publiqué ya en la antología 1'7. &'4!
titulada Mis meJores partidas.
y mate a la siguiente jugada.
Es fácil darse cuenta de la gran
A. Alekhi.Qe M. Feldt semejanza que existe entre esta
combinación y la de Holzhausen:
l. e4 e6 idéntica ausencia de preparativos
2. d4 d5 para atacar al rey del adversa-
3. Cc3 Cf6 rio, idéntica adhesión al princi-
4. exd5 CXd5 pio de un total dominio de las
5. Ce4 f5 casillas centrales como base para
6. C&'5! Ae'7 dar el golpe decisivo. El último
'7. C5-f3 c6 acto de este pequeño drama se
8. Ce5 0-0 distribuye entre los puntos f7 y
9. C&'-13 b6 e6, lo cual es también caracterís-
10. Ad3 Ab'7 tico. Er. cambio, es más o menos
11. 0-0 Te8 fortuito el hecho de que el desen-
12. e4 Cf6 lace se haya producido inmedia-
13. Af4 Cb-d'7 tamente después de la combina-
14. De! c5 ción de sacrificio. Tuvieron que
transcurrir seis años para que se
Había que jugar 14.... , cf8. me volviera a plantear un proble-
ma práctico de casi iguales carac-
terísticas, donde la combinación
final era más larga. Ello mismo
muestra claramente cuán nume-
rosas son las posibilidades inex-

39
ploradas que encierra este tema dían escoger entre tres modos du
de ataque. disponer su artillería:
Aduciré ahora una partida ju- a) De2, Tcl, Tfl;
gada en la época de mi evolución b) De2, Tdl, Tfl (muy eficaz 111
ajedrecística en que empezaba a se adelanta posteriormente ul
aspirar seriamente a la conquis- peón f2);
ta del título de campeón mundial. e) como lo hacen en la partidn;
cierto que la dama no estó
tan bien situada en c2 como
A. Alekhine M. Night en e2, pero desde ahí ejerce,
Simultáneas ya de inmediato, una presión
Boston, 1924 disimulada sobre las casilla:¡
cercanas al rey negro (por Ju
l. d4 d5 diagonal bl-h7 desde dando
2. Cf3 Cf6 ahora se encuentra, o por
3. c4 e6 a2-g8 desde el punto b3).
4. Cc3 c6
5. e3 11. TeS
12. Ag5 TeS
También es aceptable 5. Ag5,
con tal de cambiar este alfil por
el caballo negro en caso de 5.... , Desalojar la casilla f8 para el
h6. caballo es correcto de por sí, pero
había que apresurarse a ocupar-
5. Ae7 la con dicha pieza.
6. Ad3 Cb-d7 Todo esto, aunque algo excén-
7. 0-0 0-0 trico, no es tan malo como puede
S. e4 dxc4 parecer a primera vista. Son las
jugadas siguientes las que en
No hay que dejar al adversario realidad comprometen la partida
con dos peones centrales en la de las negras.
cuarta fila cuando no se le pue-
de atacar eficazmente. Por eso era 13. Ta-dl Tc7
preferible aquí 8.... , d x e4. como 14. CeS Ch5
de hecho suele jugarse en tales
posiciones. Con la sana intención de im-
pedir el avance del peón f2 ( 15.
9. Ax c4 b6 Acl , Ag5, etc.), pero permitiendo
10. Dc2 Ab7 al adversario efectuar un sacrifi-
11. Tel cio de ataque del tipo que nos in-
teresa. Las negras debían haber
A menudo es difícil encontrar jugado 14. .. . , Cf8, con posición
mejores casillas para la dama y bastante defendible. En tal caso
las torres en casos como el pre- las blancas habrían tratado de
sente, cuando las columnas prin- reforzar su presión mediante 15.
cipales están ocupadas por peo- f4, etc., lo cual les daba algunas
nes o piezas. Aquí las blancas po- posibilidades de victoria.

40
Diagrama núm. 15 Ag5; 18. d5, cxd5; 19. exd5, g3
seguido de 20 .... , Rg7, etcétera.
con suficiente defensa.

Al contemplar este sacrificio


tan parecido a los de las dos par-
tidas anteriores, el lector quizá 17. g6?
no se dé cuenta de lo difícil ~ue
resulta comprobar de antemano Por desgracia las negras pier-
su corrección. De hecho no es de n la cabeza, facilitan la tan·••
más que el comienzo de un largo a su adversario y desvían el curso
ataque que acaba de surgir. normal de la partida. Salta a la
vista que aquí debían continuar
15. R.x f7 17 .... , A x g5 y, después de 18.
16. Axe6+! R.f8! D.f5 +, decidir qué pieza me nor
tendría que moverse de las tres
Lo único, pues a 16. . .. , R X e6 que pueden defender al rey ocu-
sigue mate en cuatro jugadas: pando la casilla f6.
17. Db3+, Rd6; 18. e5+ . C x e5; Analicemos dichas posibilida-
19. d xe5 +, Rc5; 20. Ce4 o des:
Ca4+ +.
Aho ra, e n cambio, la tarea de l. 18.... , Ch-f6 es a todas lu-
las blancas es complicada. ces insuficie nte, ya que perm ite
a las blancas recobrar como mí-
17. e5!! nimo la pieza entregada y que-
dar con un peón de ventaja tras
Fuera de este heroico medio 19. exf6, D xí6; 20. A xd7, et-
no existe manera alguna de hacer cétera.
que la dama blanca participe en
el ataque. Si el alfil amenazado 11. 18. . .. , Cd-f6; 19. ex f6,
se retira (a el, por ejemplo), Dxf6; 20. Dxh7!, Txe6; 21. Ce4! ,
las negras pueden jugar 17. . .. , Dg6 (21. ... , Dh6; 22. Df5+!, etc.) ;

41
.22. Dh8+, Re7 (o 22 .... , Rf7); 28. Axd5
23. CXg5 •• DXg5; 24. TXe6+, 21. AXd5 cxd4
RXe6 [con el rey en f7, las ne- 22. Tf3+ Cf6
gras podrían aquí replicar 24. . .. , 23. Txf6+! Axf6
Tc8!; así pues, la defensa 18.... , 24. exf6!
Cd-f6 parece ser la mejor]; 25.
Te1 +, Rd5 (25 .... , Rf6; 26. Dd8 +;
o 25 .... , Rd6; 26. Df8 +, etc.); 26. Explotando hasta el fin la la-
Te5 +, D Xe5 y las negras, para mentable posición del rey negro
salvar su torre, han de abandonar (24 .... , TXc2; 25. Axg7++, o
el caballo a su destino. 24 .... , Dxd5; 25. DXc7 y ganan).

W. 18. . .. , Af6; 19. D X h7!, 24. Te5


TXe6; 20. exf6, DXf6; 21. Dh8+!, 25. txr'7+ Txr'7
Re7; 22. Dxh5, Cf8; 23. Ce4, Dh6; 26. Ab3 d3
24. Df3 y las numerosas amena- 2'7 De4 abandonan.
zas del blanco compensan con
creces su ligera desventaja de ma-
terial. Como se ve, las combinaciones
Estas variantes confirman con de doble sacrificio del tipo que
bastante evidencia las instructi- estamos comentando no siempre
vas posibilidades que ofrecía la redundan en una decisión inme-
posición si las negras hubieran diata de la partida; a veces son
«dificultado» la labor del adver- sólo el preludio de un largo ata-
sario adoptando una defensa ló- que, sobre todo cuando el adver-
gica contra su combinación. Des- sario rechaza la segunda oferta.
graciadamente (y tal es uno de ¿Significa esto que aprender el
los aspectos trágicos que debe mecanismo de tales combinacio-
afrontar todo artista en la partida nes no tiene sino un valor redu-
de ajedrez), para poder realizar cido, puesto que al parecer han
obras de arte en el campo que dE' ejecutarse exclusivamente en
nos es propio tendríamos que po- cierto sector cuyos ejes vitales
seer dos cabezas. son los puntos e6 y f7? Si así fue-
ra, la importancia estratégica de
18. Ah6+ Cr'7 esos ataques no superaría a la
19. Te3 de los que empiezan, por ejemplo,
con un sacrificio de alfil en h7 se-
guido de jaque en h5, etc. Por for-
El rey negro se encuentra en tuna, el azar --con ayuda quizá
una situación desesperada. de mi reflexión subconsciente-
quiso que algunas de las partidas
19. eS jugadas por mí en la época a
20. Cd5! que antes me refería me mostra-
ran con toda claridad que la
Más enérgico que 20. d5, a lo idea básica del doble sacrificio
que las negras podrían aún re- puede llevarse a la práctica tan-
plicar 20. . . . C x e5 con algunas to en un flanco como en el otro
posibilidades de defensa. del tablero de ajedrez.

42
M. ChlprbJ w.
Stelnlu El plan de ataque mediante d5
l.• partida del match y más tarde e5 nos parecería pre-
para el campeonato del mundo, maturo incluso después de la ju-
1892 gada profiláctica Da4 para de-
fender el alfil de b5.
Gambito Evans
10.... Cc-e7
(Notas de M. I. Chigorin)
En sus -siguientes partidas del
l. e4 eS mismo match, y con esta va-
2. Cf3 Cc6 riante, Steinitz jugó más fuerte-
3. Ac4 Ac5 mente 10. . .. , Cf6.
4. b4 Axb4
5. c3 Aa5 11. Axd7+ DXd7
6. O-O d6
Los «profetas» habían vatici-
No se sabe por qué Steinitz se nado que el ataque de las blan-
apartó aquí de su defensa favo- cas acabaría con este cambio de
rita 6. . .. , Df6. [El campeón del alfiles, cuando en realidad no co-
mundo la había empleado en mienza hasta las jugadas 12 y 13.
1890-1891, jugando por telégrafo,
y la volvió a utilizar más tarde 12. Ca3! Ch6
en sus partidas de 1899 contra 13. Cc4 Ab6
M. I. Chigorin para el trofeo má- 14. a4! c6
ximo.] 15. e5!

7. d4 Ad Las blancas podían haber con-


tinuado 15. d5, 0-0; 16. CXb6,
Es notorio que esta jugada, des- aXb6; 17. Dd4, f6; 18. DXb6,
pués del cambio de peones en el cxd5; 19. exd5 (19 .... , Cxd5;
centro (7 .... , exd4; 8. cxd4), 20. Db3) restableciendo el equili-
como se hizo en una partida Lon- brio material, pero debilitando
dres-San Petersburgo [encuentro su ataque.
por telégrafo, 1886-1887], dificul-
ta la defensa de las negras al 15. d5
tener éstas que renunciar al en- 16. Cd6+ Rl8
roque tras 10. Ab5, Rf8. Steinitz 17. Aa3 Rr8
mueve el alfil sin cambiar pre- 18. Tb1!
viamente los citados peones, para
que el Cb1 no pueda salir por Las blancas tenían prevista una
c3. Su intento tiene éxito, pero combinación que debía iniciarse
ese caballo va a desempeñar un con el avance e6 y continuar con
papel de igual importancia, si Ce5 o Cg5 inmediatamente o des-
no mayor, trasladándose a c4 vía pués de la jugada preparatoria
a3. Tel. El movimiento del texto, que
8. Ab5 exd4 de hecho quita todo valor a la res-
9. exd4 Ad7 puesta 18. . .. , Tb8 (el blanco
10. Ab2 amenazaba también a4-a5), gana

43
tiempo para trasladar la Tbl al [Por medio de una brillante
flanco de rey a través de b3. combinación, Chigorin obliga al
rey negro a abandonar su refugio
18. . .. Ch-f5 g8. El ataque de las blancas crece
Permite a las blancas sacrificar ahora en ímpetu. En caso de 21.
una pieza. La posición de las ne- ... , De8 seguiría 22. Tel, Rf6; 23.
gras es :muy difícil. Después de Axe7+, Cxe7; 24. Df3+ ganan-
la partida, Steinitz indicó que do fácilmente.]
debía haber jugado 18. . .. , CeS, 22. Tel Rf6
pero entonces era posible la con- 23. Dh5 g6
tinuación 19. a5, C X d6; 20.
eXd6!, Axa5; 21. Ce5, DeS; 22. A 23 .... , Cg6 sigue 24. g4 ame-
Dh5, f6; 23. d7, Dd8; 24. T X b7!, nazando 25. g5+ (más fuerte que
y tras 24 .... , fxe5; 25. dxe5 los capturar el caballo).
peones blancos deciden la batalla.
[Esta posición fue muy discu- 24. Axe7+ RXe7
tida en su tiempo. Según Em.
Lasker, la variante más exacta Después de 24 .... , Cxe7; 25.
era 19. a5, A x a5; 20. T x b7, Dd8; Dh4+, g5; 26. Cg4+, Rf7; 27.
21. Cg5, y ahora, por ejemplo, D X g5, las blancas ganan con fa-
21. ... , C X d6; 22. e X d6, Cf5; 23. cilidad (si ahora 27 .... , Te8, si-
Dg4, Ch6; 24. Df4. Df6; 25. DeS. gue mate en dos ju;;adas).
«T.::~s negras sucumben ante el
as;.uto de las fuerzas superiores 25. Cxc6+ Rf6
del enemigo, pues su torre de 26. Cxh8
Th8 está excluida del juego.»]
Diagrama núm. 18
Diagrama núm. 17

26. Axd4
19. Cxf7! RXf7
20. e6+ Rxe6 A 26. .. . , D X h8 podría seguir
21. CeS DeS 27. TeS, Dc8; 28. g4; y a 26 .... ,

44
vd7; 27. Tb3!, Txb8; 28. Tf3, Tg8; 6. CC6
29.. Te5, Tg5; 30. Dh6+, Tg6; 31. '1. c3 a6
Txf5+, Dxf5; 32. Df8+.
Jugada que refleja el descon-
2'7. Tb3! Dd'7 cierto de las negras y no entra-
28. m Txh8 ña ninguna amenaza, ya que el
29. g4 Tr8 proyectado avance b5 no haría
30. Dh6+ Trf; sino proporcionar a las blancas,
31. Txt5+ abandonan. después de Ad3 y a3, un cómodo
objetivo de ataque.

8. De2 Ar4
A. Alekhlne M. Blümich
Torneo internacional, Permitiendo que las blancas
Dresde, 1926 ganen un importante tiempo con
9. h3. Este movimiento debe con-
Defensa India de Rey siderarse, pues, como un error.
Más valía jugar inmediatamente
(Notas de A. Alekhine) 8 .... , Ad7.

l. d4 Cf6 9. h3 Ad'7
2. Ct3 r6 10. Ch2!
3. Ars
Con la doble amenaza 11. Cg4
Una tentativa de resistir a la y 11. f4.
«magia india» mediante el libre
desarrollo de piezas. 10. DeS

3. Ag'7 También en caso de 10.... , e5;


4. Cb-d2 0-0 11. Cg4, Axg4; 12. hxg4, eXd4;
5. e3 13. ex d4 las blancas tendrían
una gran ventaja posicional.
Esto precisamente, y no 5.
e4, pues el muro granítico que 11. f4 e5
constituye el triángulo de peones
c3-d4-e3 paralizará la actividad Si las negras renunciaran a
del alfil negro en fianchetto. este intento de liberar su juego,
quedarían completamente sofoca-
5. d6 das después de 12. 0-0 seguido
6. Ac4! ... del avance del e3 hasta e5. ·

En esta diagonal desplegará el 12. fxe5 dxe5


alfil su máxima eficacia. Si aho- 13. 0-0 Ch5
ra 6. .. . , d5, las blancas se apo-
deran del punto e5 y continúan Forzado, pues a 13.... , CeS se-
con el sistema de Pillsbury: CeS guiría 14. d5 y 15. Ae7 con ga-
y f4. nancia de calidad.

45
Diagrama núm. 19 Con la esperanza de 17.
Dxd5+, De6; 18. Tfl+, Af6;
19. Df3 (19. c4, Td8), Rg7 y el
rey negro dispondría de un apa-
cible refugio.

18. Tfl+!!

En este jaque intermedio ra-


dica la esencia de toda la com-
binación. Si ahora 18. . .. , Af6,
las blancas no responderían 19.
Dxd5+, sino 19. Dh4!, y después
de 19.... , Rg8 (a 19.... , De6 si-
gue 20. Cg4); 20. A X f6 (amena-
zando 21. Cg4), Cxf6 (o 20 .... ,
Ae6; 21. Ce4 seguido de 22. g4);
21. DXf6, De6 (o 21. ... , Ae6;
22. Ce4) 22. Cg4 tendrían un
14. Txf7! ataque decisivo.
Las mayores complicaciones en
Sacrificio de largo alcance y en- las que de todos modos las negras
teramente correcto, pero cuyo va- debieran haber entrado, surgían
lor estético queda disminuido por tras 18.... , Re6. Pero también aquí
no ser la solución más rápida y la~ blancas, en fin de cuentas,
segura del problema planteado. obtenían ventaja mediante 19.
St> ganaba sencillamente por me- Dg4+, Rd6; 20. Cc4+, como lo
dio de 14. Df3 con la amenaza demuestran estas variantes:
15. g4, contra lo cual no bastaba
14.... , h6 debido a 15. Ah4. Las 1. 20.... , Rc5; 21. b4 +. ex b4
negras no podían hacer otra· cosa (o 21. ... , Rb5; 22. a4+, Rxa4;
que entregar una pieza por dos 23. Ddl+); 22. Ae7+, Rc6 (o 22.
peones: 14. . .. , e X d4; 15. e X d4, ... , Rb5; 23. a4 +); 23. Ca5 +, Rb6;
Cxd4; 16. exd4, Axd4+; 17. 24. Ac5 +! y mate a la siguiente
Ae3 (17 .... , Axb2?; 18. Ta-bl) jugada.
y la victoria era fácil para el
blanco. n. 20. . .. , Ax c4!; 21. D x c4,
b5; 22. Td1+, Cd4; 23. De2!, Df5;
14. Txf7 24. Cf3, Cg3; 25. Del, Ce4; 26.
15. Axf7+ Kxf7 Ah4, g5; 27. Ag3.
16. Dc4+ Ae6 La pasiva réplica de la parti-
da facilita la tarea del blanco.
La variante 16. . .. , Rf8; 17.
Tfl +, Af5; 18. g4, Cg3; 19. Tf3 18. Cf6
daba también ventaja a las blan- 19. Dxd5+ De6
cas. 20. Df3

17. d5 Axd5 Ahora no hay defensa contra

46
las amenazas 21. Ce4 y 21. Cg4 Diagrama núm. 20

zo. Df5
21. Axf6 abandonan.

Después de 21. ... , AXf6, las


blancas ganan una pieza por me-
dio de 22. Ce4 o 22. Cg4.

B. Flseher S. Keshevsky
Campeonato de EE.UU.,
1958-1959.

Defensa Siciliana

l. e4 c5
z. Ct3 Cc6
R X g4; 14. Tg1 +, Rh4; 15. De4 +
3. d4 cxd4
y mate en dos jugadas.
4. Cxd4 r6 Esta combinación había sido ya
5. Cc3 .A&-7
6. Ae3 Cf6 empleada por el maestro soviéti-
O-O co G. Bastrikov. Cogido aquí por
7. Ac4
8. Ab3 Ca5? sorpresa, S. Reshevsky se vio obli-
gado a entregar la dama.
Con 8.... , d6 se entraba en el
sistema principal de la variante 11. dxe6
del Dragón. 12. Dxd8 Cc6
13. Dd2 Axe5
9. e5! CeS? 14. O-O Cd6
15. Af4 Cc4
Era necesario 9.... , C x b3; 10. 16. De2 Axf4
eXf6, Cxa1; 11. fxg7, Cxc2+; 17. DXC'I Rr7
12. C X c2, R x g7 conservando la 18. Ce4 Ac7
igualdad de material, aun cuando 19. Cc5 Tf6
después de 13. Dd2 seguido de zo. e3 e5
14. 0-0 las blancas tendrían la ~l. Ta-d1 Cd8
22. Cd7 Tc6
iniciativa.
23. Dh4 Te6
%4. CeS Tf6
(Véase diagrama núm. 20) 25. Ce4 Tf4
26. Dxe7+ Tf7
10. Axf7+! Rxf7 27. Da3 y las blancas for-
11. Ce6! zaron la rendición en la
jugada 42.
Si ahora 11. Rxe6, el mo-
narca negro cae en una red de
mate: 12. Dd5+, Rf5; 13. g4+,
4i
EJERCICIO Diagrama núm. 21

Analícese personalmente la par-


tida que sigue.

A. Alekhine A. Blass
Sesión de 8 simultáneas.
Varsovia. 1928.

l. e4 e5
2. Cf3 Cc6
3. Ab5 a6
4. Aa4 Cf6
5. O-O Ae7
6. De2 b5
7. Ab3 d6
8. c3 O-O
9. a4 Tb8 l. 20. . . Cxe3; 21. Df7+. Rh6;
10. axb5 axb5 22. Dg8~. Dxg5!; 23. fxg5+. Rg6;
11. d4 eXd4 24. Tfl!. Cxfl; 25. Txfl con jue-
12. cxd4 A&"4 go igun.l.
13. Tdl Te8
14. Cc3 Af8 11. 20. .. .. Ax di; 21. T x dl,
15. Ae3 b4 C X e3; 22. Df7 +, Rh6; 23. Td3!
(amenazando 24. g4) con ventaja
de las blancas.
(Véase diagrama núm. 21)
21. Dxc6+ Dd6
22. Dc2 De7
16. Axf7+ Rxf7 23. Tel Cf6
17. Dc4+ d5 24. Ta6 Tb6
18. Cxd5 Cxd5 25. Txb6 cxb6
19. Cg-5+! R.16 26. h3 Ad7
20. f4 Txe4 27. g4 Rh6
28. Cxe4 Cxe4
Verifíquense las variantes in- 29. f5+ g5
dicadas por A. Alekhine: 30. M2 abandonan.

48
LAS NOVEDADES EN LA APERTURA

V. V. Smyslov
Ex campeón del mundo

Cada jugada nueva en la aper- Estas partidas son instructivas


tura tiene, aparte de su interés y no carecen de interés.
teórico, una gran importancia psi-
cológica, pues casi siempre pro-
duce un efecto de sorpresa. M. Tal V. Smyslov
En una posición ya conocida y 45. campeonato de la URSS,
0

a menudo tratada en la práctica, Leningrado, 1977.


nuestro adversario piensa que la
lucha discurrirá por caminos fa- Apertura Española
miliares. Por eso, al toparse con
algo que no esperaba y para lo La Apertura Española ha sido
cual no se había preparado, a me- investigada, como si dijéramos,
nudo se desconcierta y escoge cpor los cuatro costados~. Con
una continuación que no es ni de todo, incluso en las variantes más
lejos la más fuerte. conocidas es a veces posible en-
Todo esto nos confirma de nue- contrar algo nuevo. ¡El ajedrez
vo en la convicción del sumo cui- no se agota!
dado con que deben seleccionarse
los movimientos iniciales y de la l. e4 e5
importancia de esta fase del juego. 2. Cf3 Cc6
En el presente artículo se ex- 3. Ab5 a6
ponen cinco de mis partidas, ju- 4. Aa4 Cf6
gadas contra campeones del mun- 5. 0-0 Cxe4
do. En ellas queda bien demostra-
do que ni siquiera los más insig- Es raro que yo juegue la va-
nes ajedrecistas de nuestro tiem- riante abiera, y en esta ocasión
po están por encima de una po- no la empleé para ir por caminos
sible catástrofe en la apertura. ya trillados. Tenía preparada una

49
interesante novedad que decidí Es lógico que Tal vaya por sen-
experimentar aquí. deros que le prometen un ·ataque
directo al rey enemigo. Aparte
6. d4 b5 de la jugada del texto, merecía
atención la posicional 8. d X e5
Además de esta jugada, es bien para responder a 8. .. . , CeS con
conocida la antigua continuación 9. Cc3 o 9. Ad5.
6.... , Ae7, a lo que sigue 7. De2,
f5; 8. d X e5. Esa posición no me 8. Cxe5
atraía, pues el temprano avance 9. dXe5 Ab7
del peón n impone una pesada 10. Dr4 O-O
carga a las negras.
No me daba miedo ll. Ah6 en
'1. Ab3 Ae7!? vista de la posibilidad 11 .... , Cg5
u 11 .... , Ag5. Tampoco es peli-
groso 11. Cc3 debido a 11. . .. ,
Diagrama núm. 22 C X c3; 12. Ah6, Af6!; 13. e X f6,
Dxf6; 14. Ag5, Dd4!

11. f3 Cg5

No quise ganar la calidad me-


diante 11 .... , Ac5+; 12. Rh1, h5!
(0 12.... , Cf2+; 13. TXf2, AXf2;
14. Ag5 amenazando 15. Af6); 13.
Dxh5, Cf2+; 14. Txf2, AXf2;
15. Ag5, De8; 16. Af6, ya que en-
tonces las blancas hubieran teni-
do por lo menos jaque perpetuo
después de la captura de su alfil.

12. f4

Tal inicia un impetuoso avance


Como es sabido, aquí suele ju- de peones en el flanco de rey.
garse 7.... , d5; 8. d x e5, Ae6. La A 12. Cc3 podría seguir 12. .. . ,
continuación 7. ..., Ae7 no se Rh8; 13. f4, f5!; 14. exf5 a.p.,
había empleado nunca hastn este Ac5+; 15. Rhl, DX:f6 y las pie-
momento. Al menos yo jamás la zas negras quedarían excelente-
había visto en boletines de torneo mente situadas.
o manuales de aperturas. Si aho-
ra 8. Tel, seguiría 8.... , d5; 9. 12. Ce4
dxe5, Ae6; y si 8. De2, entonces 13. f5? Rh8
8.... , d5; 9. d x e5, Ca5, con buen
juego de las negras en ambos Más exacto era 13.... , Ac5+;
casos. 14. Rhl, RhB, obligando práctica-
mente al adversario a sacrificar
8. Cxe5 la calidad. Ahora,, en cambio, las

50
_ ancas habrían podido evitar 1a Diagrama núm. 23
pérdida inmediata de material ju-
gando 14. Ae3, y él negro debía
en tal caso contentarse con man-
tener la iniciativa por medio de
14 .... , f6.

14. Tf3

Las blancas retardan despreo-


cupadamente el desarrollo del
flanco de dama, lo que lleva a un
juego de doble filo, pues también
su rey corre peligro.

14. Ac5+
15. Rf1

Forzado, ya que a 15. Ae3 se-


Dh5 +, Rg8; 20. Dg6 + con jaque
guiría 15. . .. , De7 y el peón e5
perpetuo.
no tendría defensa; en caso de
Al adoptar la continuación del
16. f6, gxf6; 17. exf6, Cxf6, las
texto estimé que la fuerte posi-
blancas no podrían evitar la pér-
ción de las piezas negras en el
dida de material.
centro me garantizaba mejores
perspectivas en todas las compli-
15. d6 caciones que iban a surgir.

La posición de las blancas es 17. Dh4


ya crítica y el negro abre ventajo-
samente el juego. Aquí no es A 17. Ah6 seguiría 17. . .• ,
bueno 16. Cc3 a causa de 16 .... , dxe5; 18. Ag7+, Rg8; 19. Td3, y
dXe5; 17. Td3, Cf2; 18. Txd8, aquí las negras podrían continuar
C X g4 con ventaja decisiva de las ventajosamente 19.... , Cxf6; 20.
negras. Txd8, Cxg4; 21. Axf8, Cxh2+;
22. Re2, Txd8; 23. Axc5, Axg2
16. f6 non cuatro peones pasados a cam-
bio de la pieza.
(Véase diagrama núm. 23)
1'7. dXe5
16. c6!
Tras la apertura de la columna
Esta réplica, para la cual se d las negras amenazan mate en
requiere no poca sangre fría, de- la octava fila. Su contraataque es
muestra que las negras no se con- más rápido que la ofensiva de
forman con tablas, como sería las blancas en el flanco de rey.
el caso tras 16.... , gxf6; 17. Tb3,
fXe5; 18. TXh7+, RXh7; 19. 18. Re2

51
No es mejor 18. Re1 a causa 25. C4 &'5
de 18.... , Dd4; 19. Ae3, Dxe3+; 26. Th3 1'4
20. Txe3, Axe3 con excelente 27. Tc3 M
posición de las negras; y en caso 28. Tcl Td4
de 18. c3 sigue 18. . .. , g5!; 19.
Dh6, Tg8; 20. Th3, Dxf6+. La presión de las negras va en
aumento. Ahora amenazan 29 .... ,
18. ... Dd4! Tf4+.

Esta jugada gana un importan- 29. g3 Af3


te tiempo para el ataque gracias
a la amenaza 19. . .. , Cc3 +. Impidiendo la jugada 30. Td1
y cerrándole así todas las sali-
19. Th3 das al caballo blanco hasta el
fin de la partida.
Si 19. Dh6, seguiría 19. . .. , 30. a3 a5
Cxf6!; 20. Txf6, Dg4+; 21. Re1, 31. ax M axM
De4 +; 22. Rd1, Ta-d8 +; 23. Cd2, 32. Ta5 Cd7
D x g2 con ataque irresistible.
A esta posición querían llegar
19. Df2+ las negras. Si ahora 33. Aa4, es
20. Dxf2 Cxf2 es posible 33.... , Ab6; 34. Tb5,
21. Th4 Ce4 CeS; 35. T x b4, Cd3.

Una vez cambiadas las damas, 33. Ac2 e4


el peón f6 está perdido y con él 34. Te1
desaparece toda esperanza de se- A 34. Aa4 seguiría 34 .... , e3!;
guir atacando. 35. Axd7, Td1+; 36. Txd1, e2+
y mate a la siguiente jugada.
22. Ah6 Cxf6
23. Axf8 Txf8 34. Ab6
35. Ta8+
A raíz de la «tormenta» prece-
No es mejor 35. Td5 debido a
dente tenemos un final donde las
35 .... , Txd5; 36. cxd5, e3 y el
negras llevan dos peones de ven-
caballo blanco sigue sin poder en-
taja por la calidad, amén de que
trar en juego.
las piezas blancas están desper-
digadas. La posición debe eva-
35. Rg7
luarse como victoriosa para el
36. Td8 f5
bando negro.
37. Aa4 CeS
38. Txd4 Axd4
24. Rfl Td8 39. Cd2

Amenazando 25. . .. , Td1 + ; y Por fin este caballo ha podido


si aquí 25. Cc3, entonces sigue moverse, pero ahora se pierden
25 .... , Td2. los peones del flanco de dama.

52
39. Axb2 Diagrama núm. 24
40. Cb3 Ac3
41. Abandonan.

V. Smyslov M. Euwe
Match-torneo para el
campeonato de mundo.
La Haya-Moscú, 194S

l. e4 eS
2. Cf3 Cc6
3. Ab5 a6
4. Aa4 Cf6
Por primera vez me hab1a en-
frentado con el ex campeun del
mundo M. Euwe en el torneo in-
ternacional de Groningen, en Las negras han eliminado el
1946. Se le consideraba enton- b3 y apartado la propia dama
ces, con toda razón, como el me- de la diagonal dS-h4.
jor conocedor de la teoría de la Es interesante observar que,
variante abierta en la Apertura en la ronda precedente del mismo
Española, por lo que yo en aque- torneo, S. Reshevsky, con las pie-
lla partida continué 5. d3, a fin zas negras, había utilizado esta
de evitar dicha variante. En ia misma jugada, 11. ... , DeS?, con-
presente ocasión, sin embargo, de- tra P. Keres. ¡La novedad «se
cidí salir al encuentro de las in- .iesgastabaJ! Keres no encontró la
tenciones de mi adversario con continuación correcta, jugó 12.
una novedad que traía prepa- Ag5 y, después de 12 .... , h6; 13.
rada. Ah4, se vio en dificultades.
Cxe4 La innovación de Reshevsky
5. 0-0
despertó un interés general, y yo
6. d4 b5
estaba seguro de que M. Euwe la
7. Ab3 d5
Ae6 emplearía también en su partida
8. dxe5
contra mí. A mi juicio, 11. ... ,
9. De2
DeS no podía ser bueno, por lo
El sistema de desarrollo que
que me puse a buscarle una re-
empieza por la jugada 9. De2 se futación en la tranquilidad de
empleó repetidamente en este mi gabinete... y la hallé.
match-torneo para el campeona- Esta partida constituye un.
ejemplo de la utilidad de pre-
to del mundo. Ambos rivales de-
sean llegar a cierta posición teó- pararse contra un adversario con-
rica. la misma para los dos. creto.
12. c4!!
9. CeS
10. Tdl Cxb3 Otra novedad, que desarticula
11. ax b3 Dc8 la posición central de las negras.

53
1Z. dxct 19. Txa8+, Cc8; 20. Txc8+,
13. bxct Axc4 Re7; 21. Tc7+, Re6; 22. Txc6+
seguido de una horquilla de ca-
A las negras no les queda nada ballo al rey y la dama.
mejor que aceptar el peón ofre-
cido. Diasrama núm. 2S
u. De4!

La dama pasa a ocupar un


fuerte puesto en el centro. Aho-
ra a 14.... , De6 seguiría 15. Td6!,
AXd6¡ 16. Dxc6+, Re7; 17.
exd6+, si 14.... , Cb4 es bueno
15. Ca3!, Ab3!; 16. CXb5, AXd1
(o 16.... , Tb8; 17. cd6+!); 17.
Cxc7+, Dxc7; 18. Dxa8+, Rd7;
19. Ag5! con violento ataque de
las blancas (Gipslis-Haag, Pecs,
1964).
En caso de 14.... , Db7; 15. Cc3,
Tb8, las blancas ganarían fácil-
mente continuando 16. e6!, Axe6:
17. Cg5, cd8; 18. TXd8+, RXd8; Ilf. e6f t6
19. Cxe6+, fxe6; 20. Dxe6, Ae7; 19. Td'7 Db5
21. Ag5! 20. Dxb5 cxb5

U. Ce'7 Las negras han quedado retra-


15. Ca3! sadas en el desarrollo y no pue-
den defender los peones débiles
Al parecer, M. Euwe no se es- del flanco de dama.
peraba esta jugada. Si ahora 15.
Ab3, seguiría 16. Td3, Ae6; 21. Cd4
17. CXb5, Af5; 18. Cxc7+.
Amenazando 22. C X b5.
15.... c6
16. Cxd bxc4 21. TeS
1'7. Dxc4 22. Ae3 Cr6
23. Txa6 CeS
Las blancas han restablecido la 24. Tb7 Ac5
igualdad de material y prosiguen 25. Cf5 0-0
su ataque al rey negro desampa-
rado en el centro. A 25 .... , Axe3 sigue 26. Cd6+,
Rd8; 27. e7+ +.
1'7. ... Db'7
26. h3! abandonan.
Si 17. . .. , De6, sería posible la
combinación 18. TXa6!, DXc4; A 26 .... , g6 seguiría 27. Ch6+,

54
db8; 28. Axc5, Txc5; 29. Ta-a7 b x a3 + ; 8. c3, las blancas logran
con la amenaza de mate en h7. un magnífico desarrollo por el
peón sacrificado.

V. Smyslov M. Botvinnlk 6. exd4


Match para '1. D~4! Ce'l
el campeonato del mundo
Moscú, 1954 La dama blanca ocupa una po-
sición de ataque. Aquí sería de-
l. e4 e6 masiado pasivo 7.... , Rf8, ya que
%. d4 d5 después de 8. b x a5, d x c3; 9.
Cf3 no les es fácil a las· negras
Mikhail Botvinnik era un fer- resolver el problema de su desa-
viente adepto de la Defensa Fran- rrollo.
cesa y, por principio, siempre la
planteaba con las negras. Él bus- 8. bxa5 dxc3
caba métodos de defensa y yo de 9. DX~7 Trs
ataque. Después de la octava par- 10. Dxh7 Cd7
tida de este match, el campeón
del mundo ganaba por 5:3. La no- A mí no me gusta esta jugada
vena partida iba a ser tormen- con vistas a trasladar el caballo
tosa. a f8. En tan aguda posición, cada
tiempo es precioso. Más valía ju-
3. Cc3 Ab4 gar 10.... , Cb-c6 seguido de 11. ...•
4. t5 c5 A7d para enrocar cuanto antes.
5. a3 Aa5
Diagrama núm. 26
Más a menudo se juega 5. . .. ,
Axc3+. La continuación del tex-
to tiene algunos inconvenientes.
Botvinnik empleó esta jugada
regularmente en nuestro match
de 1954. Entonces llegué yo a la
conclusión de que el modo más
fuerte de refutar ese sistema
consistía en 7. Dg4! No cabe
duda que esta salida de dama es
el método más activo y eficaz de
que disponen las blancas para lu-
char cQntra la variante adopta-
da por mi adversario. Desde en-
tonces no he cambiado de opi-
nión.

8. M 11. Cf3 Cf8

Conocida receta de A. Alekhine. En el boletín de las partidas


Si ahora 6. . .. , cxb-1; 7. Cb5, del match. Botvinnik recomenda-

55
ba aquí 11. r: 11. . .. , Dc7. Pero las Diagrama núm. Z7
blancas dispo.t~i&isponían de una fuert•
respuesta: 12 ..!! :: 12. Ab5! Ahora a 12
... , Txg2 se~!!: seguiría 13. Rfl. Tg8
14. Tg1 y, tra:! ,-, tras el cambio de to
rres, el rey ne:~ey negro quedaría en si
tuaci6n deses¡:::p.!ls=sesperada. Si 12 ..... a6
la continuació:c:saación sería 13. A x d7 +
Ax d7; 14. 0-0 i-)- 0-0 conservando la ven-
taja posiciona=s.."Ji=ional.

12. Dd3 00 Dd3 Dxa5


13. h4! 1d h4! Ad7
U. A&5 !lA A&5

Además de : !1! : de impedir el enroque.


este alfil ejec~1 ejerce un total domi-
n~o sobre las 11: las casillas debilitadas
del campo enalll o enemigo.
19. Dxe4!!
14. TeS
15. Cd4! !~ Cd4! Brillante sacrificio de dama. El
rey negro ha caído en una red
Excelente puq~ae puesto para el cuba- de mate. Todavía siguió:
llo. Queda tarru-..il también así anulada !u
amenaza Tc4-'I'-I:TI'c4-Te4+. Si ahora 15. 19. dxe4
... , Tc4, seguir t:r¡eguiría 16. De3, Ta4; 17. 20. Tb8+ Ac8
Tb1, Tx a3; 1 l.L3; 18. Cb5 con ataque 21. Ab5+ Dxb5
de las blancas_¡,,rr:ncas. 22. Txb5 Ce6
23. Af6 Txr2
15. Cf5 24. h5 Aa6
16. Tb1! ~ln.-I'b1! 25. h6! abandonan.

Las negras ¡¡¡gras han reiterado la En las dos partidas finales, con-
amenaza Tc4. IJ !l':'c4. La jugada del blan- tra Spassky y Petrosian respec-
~o prepara la i s;a la combinación que
tivamente, no hay efectos exte-
ITa a seguir. .t.:..r. riores ni sacrificios inesperados.
El juego discurre con tranquili-
16. Tc4 dad por caminos posicionales. Las
17. cxrax:X:xf5 exf5 negras cometen algunas inexacti-
18. Tx b'dxD'x b7 Te4+ tudes apenas perceptibles que aca-
ban por plantearles graves pro-
Tampoco se ~ ca se salvan las negras blemas. Los métodos aquí em-
nediante 18. ,_.La .... , Txg5; 19. hxg5, pleados para explotar los errores
re4+ a causa ¡¡;s;ausa de 20. Ae2, Cg6; del adversario reflejan bien mi
n. Rfl y el blli 9el blanco tiene la cali- estilo de juego incluso en la ac-
lad de más. LS. tualidad.
V. Smyslov B. Spassky Este cambio se realiza con la
Match Moscú-Leningrado, 1959 idea de 11. ... , d5, pero así se
abre el juego, lo cual redunda
l. e4 c5 en una superioridad más tangi-
2. Cf3 e6 ble del par de alfiles blancos.
3. d4 cxd4
4. Cxd4 a6 11. Dxc3 d5
12. Ae3 dxc4
Antigua continuación en la De- 13. AXc4 Dc7
fensa Siciliana. Este sistema de 14. Ta.-c1 Td8
apertura tomó carta de ciudada- 15. f4 Ad7
nía ya en el siglo pasado, en las
partidas de los maestros (y her-
manos) L. y W. Paulsen. Se ca- Diagrama núm. 28
racteriza, entre otras cosas, por
el desarrollo de la dama en c7
seguido del avance b5. En nues-
tros días, el llamado «sistema de
Paulsen» goza de gran popula-
ridad.

5. c4

La tarea immediata de las


blancas consiste en asegurarse el
dominio del centro y la libertad
de- movimientos. Este plan se
considera el más fuerte, dado que
aún no se han encontrado para
las negras métodos de defensa a
toda prueba.
A primera vista parece que
las negras han logrado llevar a
5. Cc6 feliz término su desarrollo, obte-
niendo una posición sólida aun-
La teoría recomienda aquí 5. que algo restringida .
... , Cf6; 6. Cc3, Ab4 con posición
satisfactoria. B. Spassky se apar- 16. Del!
ta de las variantes demasiado co-
nocidas, aunque en vano, ya que Fina maniobra posicional. El
no por ello logra escapar de las traslado de la dama blanca a
dificultades de apertura. f2 pone en evidencia el «talón de
Aquiles• de las negras: la debili-
6. Cc3 Ac5 dad de su casilla b6. Sobre ellas
7. Cb3 Ab4 se cierne además la amenaza f5
8. Ad3 C~-e7 con la apertura de la columna f.
9. 0-0 0-0
10. Dc2 Axc3 16. b6

57
No es mejor 16.... , b5 a causa Esto es todavía más fuerte que
dP 17. Ae2, Ae8; 18. Df2, Ta-b8; 19. f6, Cg6; 20. fxg6.
19. Ces y la presión de las blan-
cas aumenta. 19. CXd4
20. Axd4 Cc6
17. Df2 Td-b8 21. fXe6 Axe6
18. f5! 22. AXe6 abandonan.

En efecto, si 22. . .. , D X e6, de-


Diagrama núm. 29 cide 23. Txc6, Dxc6; 24. DXf7+
y mate a la siguiente jugada.

V. Smyslov T. Petrosian
Campeonato de Moscú
por equipos, 1967.

l. d4 Cf6
2. c4 e6
3. (3 AM+
4. Cd2

En esta variante de la Aper-


tura Catalana se juega más a
menudo 4. Ad2, A x d2 + ; 5. D x d2,
reservándose la posibilidad de des-
Comienzo de la ofensiva. Esta arrollar el caballo de dama por
ruptura en el punto clave de la la mejor casilla c3. No obstante,
defensa de las negras anima con- yo quise aquí evitar ciertas lí-
siderablemente el juego. Ahora neas conocidas donde ya tempra-
5e' revelan favorables las perspec- namente se manifiesta una ten-
tivas de ataque al rey negro. dencia a la simplificación.
La fuerza del avance del texto
SE' basa en la sencilla variante 4. e!'>
18.... , exf5; 19. Af4 ganando 5. dxc5 Axc5
la calidad, ya que no es posible 6. Ar2 Cc6
19.... , CeS a causa de 20. A x f7 +.
Aprovechándose de que las pie- Ahora y en la siguiente jugada
zas negras están todas ellas con- no es bueno el sacrificio 6. . .. ,
centradas en el flanco de dama, Axf2+; 7. RXf2, Cg4+; 8. Rel,
el blanco pasa ahora al ataque di- Ce3, ya que después de 9. Db3,
recto al rey. He aquí un buen C X g2 +; 10. Rf2 se pierde el ca-
ejemplo de juego estratégico en ballo de g2.
ambos flancos a la vez.
'1. Cr-f3 b6
18. Dc8 8. 0-0 Ab'1
19. Cd4 9. a3 O-O

58
A g, ... , a5 seguiría 100. Cb3, 16. Dd3 Tc-d8
Ae7; 11. Af4 y las negras c;x¡uedan l'J. Ta-el d6
retrasadas en el desarroll•~o. Por 18. Db3 Bh7
eso toleran la actividad d'eH blan- 19. c5! dXc5
co en el flanco de dama. zo. Dxe6 Dc8!

10. M Ae'l Una buena maniobra defen-


11. Ab! TeS siva. Ahora no reporta ninguna
12. Dbl! ventaja a las blancas el final que
resultaría de 21. Dxc8, Axc8.
Por eso prefieren conservar la
Diagrama núm. 30 dama.

21. Db3 Txd1


22. Dxd1 ex M?

Este cambio de peones acarrea


serias dificultades a las negras.
Era mejor continuar 22 .... , De6;
23. b X c5, A x c5; 24. e3, Ca5 con
buenas posibilidades de defensa.

23. a.xM Td8

A 23 .... , A><b4 se¡uiría 24.


Txc6!, AXc6; 25. Dd4 con doble
ataque.

24. Db3 AXM


Esta típica maniobra de · dama 25. CM!
permite a las blancas con .aservar
Ja iniciativa de la apertura.a. Aho- Fuerza un rápido desenlace. Se
n 12.... , a5 se refutaría mo.edian- amenaza 26. A X c6 seguido de
te 13. C¡5, g6; 14. b5 gananc:xlo una 27. Dxb4.
pieza.
25. Al8
11. h6 26. Ah3 abandonan.
1S. Tdl De'l
u. Cel CXel El punto f5 no puede ser defen-
15. Dxel t5 dido.

59
LA CONFESIÓN DE UN «CALCULADOR»

M. M. Tal
Ex campeón del mundo

[En esta «confesión», el gran maestro Mikhail Tal,


ex campeón del mundo, nos habla de los rasgos tanto
psicológicos como estrictamente ajedrecísticos que ca-
racterizan el cálculo de las combinaciones. El presente
artículo se basa en una conferencia de M. Tal ante un
grupo de estudiantes con quienes analizaba al mismo
tiempo algunas de sus partidas.
Quienes al leer estas líneas esperen encontrar en
ellas recetas prefabricadas sobre cómo calcular con
exactitud una larga combinación ~<.sobre el tablero»
quedarán defraudados. Y no porque M. Tal rehúse re-
velar sus «secretos», sino sencillamente porque tales
recetas no existen.
Como es bien sabido, el gran maestro Tal perte-
nece a esa categoría de ajedrecistas netamente marca-
dos por un estilo táctico. En todo momento trata de
resolver los problemas de la posición de manera con-
creta y, por decirlo así, «quirúrgica», ayudado por un
cálculo preciso y extensivo de la operación que se trae
entre manos. El propio Tal subraya irónicamente su
pertenencia al gremio de ajedrecistas «calculadores».
Su artículo es interesante porque nos permite echar
una ojeada a ese «laboratorio de ideas» de donde sur-
gen las creaciones de muchos grandes jugadores.]

60
Todo ajedrecista de alto nivel tro match de 1960 para el campeo,
tiene, como si dijéramos, un modo nato del mundo.
personal y característico de ac- En una de las variantes de la
tuar, un estilo de juego que le Defensa Caro-Kann hice yo enton-
es propio. Con frecuencia sucede ces un interesante sacrificio de
que al final de una partida, cuan- pieza, que había preparado en
do nos ponemos a analizarla con casa y que, después de 19 jugadas,
nuestro reciente adversario, nos nos llevó a la siguiente posición:
chocan las consideraciones de
cada uno de los jugadores por su
diversidad respectiva, para llegar Diagrama núm. 31
en fin de cuentas a lo mismo: e'
hallazgo de la continuación más
fuerte.
Es interesante observar, por
ejemplo, cómo analizan una par-
tida recién jugada los grandes
maestros David Bronstein y Lev
Polugajevski. Su análisis transcu-
rre generalmente en silencio; am-
bos mueven con velocidad febril
las piezas por el tablero para de-
mostrarse el uno al otro comple-
jísimas variantes. Estos ajedre-
cistas son quizá los más típicos
representantes del grupo de los
!_CªlculadoresJ, por expresarlo así.
Para ellos todo es muy concreto. Al acabarse la partida, le mos-
No aceptan ni un solo axioma sin tré a mi adversario una serie de
veriliCiiCIOñ-prácüéa, sm dustrar- variantes forzadas y, en mi opi-
ío con la~Tsd:Tversas variantes mon, muy originales. Mikhail
~-é["'_p_o~tu}ado" postctonat~- Moiseyevich me escuchó atenta-
rá confirmar- c,-·m:vaTRfiú':·- - - -· mente, sólo por cortesía según
-·-siri ·--e~t;;;~go~-existén-también me parecw, y luego dijo: «Todo
muchos jugadores de la misma eso es correcto. También yo al
clase excepcional que durante sus princi¡:.io temí el sacrificio de
partidas dedican un tiempo rela- pieza, pero después llegué a la
tivamente breve al cálculo de va- conclusión de que en ese caso
riantes particulares. me bastaba con cambiar torres.
El ejemplo más patente de esta conservando la damaJ.
segunda tendencia lo constituye Quedé estupefacto ante el co-
sin duda Botvinnik. _P~:fe<:_~..E.Qlll.Q mentario. ¡Esa evaluación posi-
si tuviera siempre en sus manos cional era demasiado abstracta!
-[á-claVe :d~osl!;_!f>_ri.- Aun Pero más adelante, mientras pro-
recuerdo con viveza el estupor que seguíamos el análisis, empecé a
experimenté cuando analizába- darme cuenta con espanto de que
mos juntos la 9.• partida de nues- Botvinnik estaba absolutamente

61
en lo cierto. Si yo <JO hubiera lo- me."lto de hacer valer la vent
grado cambiar las s damas, los adquirida, no es posible elu
peones blancos de veJ~Smtaja habrían er c-álculÓ- c'oñéieto de~var!_~
sido bastmte más : fuertes que Añora· i>ien:;-sñiiSfov siempre 1
el caballo de mi rivas·al; por el con- mó parte del grupo de ajedrei
trario, la dama negras~a y el caballo, tas que dan neta preferencia a
uniendo sus fuerzas, ,:, podían crear evaluación general de la P<
peligrosas amenazas ll contra el rey ción (y en aquell torneo ni
blanco, como de hec!xho sucedió. quiera para esto se encontraba
Naturalmente, un•no no puede, su mejor forma).
ni mucho menos, contentarse Recuerdo que en algunas de 1
siempre con un enf•'lfoque tan ge- partidas con Smyslov, al ver
neral de la posiciórnm, como tam- en situación desesperada, no ...,
poco es posible ate•ender durante quedaba más remedio que arries-
el juego sólo el cálcl.Kiulo de varian- gar el todo por el todo lanzándo-
tes concretas. me a operaciones tácticas clara-
Bronstein, Polugaj•Uevski y ... Tal mente incorrectas. Y, con grar.
-¡yo también perte:o~nezco al «sin- asombro por mi parte, a menudc
dicato de calculado.8.oreu- inte- tenían éxito.
rrumpen sus «cuenta:as» de vez en A su vez otros muchos juga-
cuando ante cualqw1uier posición dores se apresuraron a incluir en
para evaluarla. Y, l•Jlo mismo que su panoplia esta arma psicológica
Botvinnik, gracias a a esto han ga- Gipslis, por ejemplo, jugando con
nado muchas partieiidas, y otras las blancas una partida contra
gracias a un cálculo o preciso y ex- Smyslov y hallándose en una po-
haustivo. sición difícil, sacrificó inesperada-
Por desgracia (¿·~o quizá por mente una pieza. 34. A x h6!?
suerte?), no existe - ningún juga-
dor que guarde un asabsoluto equi-
librio entre los ccl.iii3·álculos~ y la Diagrama núm. 32
evaluación general d .frle la posición.
Podría aducir aqp¡uí no pocos
ejemplos de partida.sas mías o de
mis colegas donde laaa atención ex-
clusiva a una de esaaas dos partes
integrantes del ajeo!drez ha sido
causa de trágicos fr. Tacasos.
Durante el 34.• casampeonato de
la URSS, en Tiflis, ~1 ex campeón
del mundo V. Smysl I:lov obtuvo en
casi todas sus parti i:idas, allá por
las jugadas 25-30, \Llllna superiori-
dad posicional consioiderable, si no
decisiva, pese a que e sus adversa-
rios no habían corrunetido errores
patentes. Sin embarg-:-go, acabó con
sólo cuatro victoria:as. Esto tiene Los ajedrecistas que presencia-
una explicación: yeseg~d~ --~1- mo- ban esta partida cayeron en se-

62
¡uida en la cuenta de que, cap. que sostener un duelo contra mí
turando el alfil (34.... , Rxh6; 35. mismo, pues la apertura era idén-
Dh3 +, Rg5), las negras quedaban tica a la que había jugado ya en
con una sólida pieza de más, aun- 1956 contra Lev Polugajevski en
que al rey le costaría trabajo evi- una de las semifinales del cam-
tar el jaque perpetuo. Debo ad- peonato de la URSS, pero con los
mítir que yo estaba completamen- colores cambiados. En la partida
te seguro de que Smyslov no to- contra el danés yo llevaba las
rnaría el alfil, prefiriendo alguna blancas.
otra continuación. ¿Por qué? Por-
que no se fía del cálculo de va- l. Cf3 Cf6
riantes concretas. Y, de hecho, 2. c4 c5
Smyslov jugó aquí 34. ... , D x e4, 3. Cc3 Ce6
con lo que renunció prácticamente 4. e3 e6
a toda esperanza de ganar la parti- 5. d4 d5
da. Al poco se levantó, vino hacia 6. a3 exd4
mí y me dijo: cSeguro que usted '1. exd4 Ae7
no habría dudado en tomar el al- 8. Ad3 O-O
fil. También yo he visto que eso 9. t-0 dxc4
¡ana, pero me ha parecido que 10. Axc4 b6
podía correr ciertos peligros».
A esta misma posición, con al-
gún ligero cambio en el orden de
Presento ahora unos cuantos jugadas, habíamos llegado Polu-
fragmentos de partidas mías para gajevski y yo en la partida a
mostrar cómo razona el ajedre- que antes me refería. Él la con-
cista durante el proceso concreto, dujo muy bien entonces hasta en-
y a veces fatigoso, que constituye contrarse en una situación victo-
el cálculo de variantes. He elegido riosa. En la presente ocasión no
aposta partidas jugadas por mí mf' hacía mucha gracia recurrir
porque así me resulta mucho al cplagio», pero, contando con la
más fácil, como es comprensible, silenciosa complicidad de mis
tleguir el hilo del pensamiento compañeros de equipo, acabé por
matizándolo al máximo. En cam- adoptar la línea de juego emplea-
bio, el análisis de ese proceso da por Polugajevski contra mí.
a~erá mayormente bilateral, ya que
clespués de las partidas solía co- 11. Dd3 Ab'7
mentarlas con mis rivales y así 12. Tdl Te8
puedo también, hasta cierto pun- 13. Aa2 Dc7
to, hablar en su nombre. 14. Ars Tf-d8
15. De2

'M. Tal Brb;lct-Klaussen (Véase diagrama núm. 33)


17.• olimpíada,
La Habana, 1966 A raíz de esta jugada mi ad-
versario reflexionó largamente, y
La prehistoria de esta partida durante todo ese tiempo yo esta-
es bastante curiosa. En ella tuve ba en ascuas. Habían transcurrí-

63
Düzgra1P"ffil núm. 33 con el peso de una defensa dif
cilísima. Mientras aguardaba :
respuesta de Brinck-KlausSE
·--quien, dicho sea de paso, e1
bastante joven- me persuadí e
que no haría esa jugada y e
que tampoco podía pasarle inac
vertida, por complicada que fu
se, la réplica 15 .... , eg4.
Veamos ahora qué había oc1
rrido en la partida Polugajevsk
Tal (Tiflis, 1956): 15.... , Ca-4.
Las negras no temen la capt1
ra 16. A xe6 a causa del contra-
golpe 16 .... , e X d4! Polugajevski
halló aquí, sobre la marcha, una
interesante posibilidad que puso
en tela de juicio la jugada que
do diez años dessde mi partida con yo acababa de efectuar. Él siguió
Polugajevski, si in que yo volviera 16. Cb5!
nunca a anali: zarla. Ahora me De mis anteriores cálculos ha-
hacía falta rec :ordar las varian- bÍél yo deducido que esto no era
tes que Polugaj ievski y yo había- posible en razón de 16 .... , ex d4,
mos examinadc:::> juntos. Mi an- pero ante el hecho consumado me
gustia era terriiible: ¿y si no ha- di cuenta de que entonces la par-
bían resistido a la prueba del tida continuaría 17. Txd4, Axf3;
tiempo? Me acc:::>rdaba de que, en 18. Cxc7, Axe2; 19. TXdB+,
1956, la única j-ugada que me pa- A x d8, llegando a la siguiente po-
recía relativame=nte normal y has- sición:
ta atrayente er;;a la activa 15 .... ,
eg4 con la inzn.nediata y concreta
amenaza 16..... , exd4. Diagrama núm. 34
Así había yo continuado. en el
total convencirrniento de que en
esta posición noo era posib:,. otra
cosa, pues a toaas luces las blan-
cas preparan ell avance d5 y hay
que impedirlo ct:...Ieste lo que cueste.
La continuacilón 15.... , ed5 lle-
varía, como ya en aquel entonces
me lo pareció, ca una posición sin
esperanza para J las negras des-
pués de 16. e X : d5. Esto, natural-
mente, seria el tributo de un ar-
dor superfluo, =Y así lo sigo cre-
yendo. En tal caso el negro ten-
dría que hacersee a la idea de car-
gar durante el x:resto de la pn rtida

64
Después de verificarlo todo das, para dar luego con alguna
bien, me convencí de que la idea respuesta o solución sorprendente
de Polugajevski era enteramen- que lo trastrueque todo de pies a
te justa, pues las blancas logran cabeza. En esta ocasión Poluga-
así un final muy ventajoso. Cier- jevski, sencillamente, me ganó por
to que las negras parecen salir de la mano en los ccálculos:t.
la refriega con un peón de más,
pero en este preciso momento el 1'7. Dxe6! Axb5
blanco les asesta el golpe táctico 18. Dxr4 Ae2
20. Cxe6! 19. Ax e7 Dxe7
Prosiguiendo esta variante, que- 20. Te1 Axf3
da claro que después de 20 .... , 21. DXf3 Dd7
AXg5; 21. CXg5, Ce5; 22. f4, h6;
23. f X e5, h X g5; 24. e6, las blan-
cas gozan de una indiscutible su- Diagrama núm. 35
perioridad. Alguien objetará qUL'
con 24. . .. , Ac4 el negro se libra
de todas sus dificultades. ¡De nin-
gún modo! En ese caso las blancas
ganarían inmediatamente por me-
dio de 25. e7!, Axa2; 26. Tdl.
Al acabarse la partida, ambos
adversarios pudimos comprobar
que los dos habíamos previsto
esta misma posición en nuestros
cálculos. Así se comprende por
qué Polugajevski jugó 16. Cb5 y
por qué yo no respondí ni 16 .... ,
C X d4, ni 16. .. . , Db8. A esto úl-
timo hubiera podido seguir con
ventaja 17. Axe6!
Los acontecimientos ulteriores
no son menos interesantes. Des- He aquí la posición pretendida
pués de 16. Cb5, las negras adop- por ambos contendientes. A mí
taron la bonita réplica 16.... , Aa6. me- parecía que las negras no te-
Ahora es obvio que la inmediata nían ya nada que temer, pues ata-
captura de la dama resulta mala, can el peón blanco y la única de-
y entretanto el negro tiene la fensa de este último consiste en
intención de cambiar las piezas adelantarlo, a raíz de lo cual las
enemigas más activamente situa- blancas pierden la calidad.
das.
La continuación de Polugajevs- 22. d5 Cd4
ki fue tan brillante como fuerte. 23. Dd3 Cc2
¡Me agrada ese sentimiento par- 24. Ab1
ticular que nace de ver una cela-
da tendida por el adversario! En Ahora se ve claramente la idea
tales casos trato de descubrir sus del blanco. Las negras están obli-
redes cuidadosamente disimula- gadas a capturar la torre de el.

65
u. Cxe1 es que a mí ni siquiera se me
25. Dxh7+ Rf8 había ocurido tal posibilidad, ya
26. A.f5 que le despeja la diagonal al al-
fil de dama negro!
En el dédalo de variantes cal- La partida siguió:
culadas creía yo ver que ahora
ganan las negras respondiendo 16. Cxd5 exd5
simplemente 26 .... , DeS, después 17. Dd3 Dd6
de lo cual no sería posible 27. 18. Ax e7 Cxe7
DhS+, Re7; 2S. Txe1+, Rd6; 29. 19. Te1 Cr6
TXe8? por quedar indefensa la 20. r3 Df6
primera fila de las blancas. El 21. h4 TeS
negro conservaría tranquilamen- 22. Txe8+ Txe8
te la calidad. Pero... ¡horror!, a 23. h5 CIS
las blancas nada les apremia. De 24. Ce5 Dr5
pronto caí en la cuenta de que 25. Df3 16
con la sencilla jugada 27. A X eS!
ganaban inmediatamente la par- Las blancas, en las . maniobras
tida. que siguen, tratan de explotar la
Tuve, por tanto, que continuar circunstancia de que el alfil ne-
26•... , Dxd5; 27. Txet, 16; 28. gro no toma parte activa en la
Ax e8, T x c8, quedando con un batalla.
peón de menos. El resto no ofre-
ce especial interés. 26. Cc4!
Volvamos ahora a La Habana,
es decir, a mi partida contra Toda la ventaja desaparecería
Brinck-Klaussen: las digresiones después de 26. Axd5+, Axd5;
que preceden ayudan a compren- 27. DXd5+, Te6! 2S. DdS, Dxh5.
der mi agitación mientras espera-
ba la 15.• jugada del danés. 26. Td8
Cuando Brinck-Klaussen, re- 27. Te1 Ac8
nunciando a 15.... , Cg4, escogió 28. Ce3 Ae6
en su lugar 29. Tc1 Af7

15. ... Cd5 Aquí siguió una pequeña ma-


niobra táctica para debilitar un
me persuadí una vez más de que tanto la posición de las negras.
el valor que yo había atribuido
a esa continuación diez años an- 30. h6 Dxh6
tes no debía de corresponder con 31. Tc7 Dr5
la realidad, aunque las blancas 32. Txa7 Cr6?
logran una tangible ventaja posi-
cional. El error decisivo. Era indispen-
Después del juego le pregunté sable jugar 32 .... , h5!, después
a Brinck-Klaussen por qué no de lo cual yo no veia ningún modo
había continuado activamente 15. forzado de mejorar mi posición,
... , Cg4. Me dijo que le desagra- y, salvo encontrar algo más útil,
daba la réplica 16. g3!? ¡El caso pensaba proseguir 33. Rh2.

66
Ahora bien, mi advel'sario se acordé de la primera partida de
hallaba ya en apuros de tiempo. mi encuentro con Boris Spassky
Para las jugadas restantes, hasta en 1965.
el control, le quedaban siete mi-
nutos, mientras yo disponía de
Diagrama núm. 37
veínte. Era claro que la ventaja
estaba de mi parte.

Diagrama núm. 36

este diagra-
ma jugué yo entonces 28. C X c6,
para responder a 28. . .. , T X c6
con 29. Ta8!, aunque un análisis
posterior mostró que ese sacrificio
¿Cómo han de jugar ahora las de pieza no era la mejor solución
blancas? Salta a la vista que el del problema planteado. A mí me
peón d5 está sólidamente defen- atrajo por su carácter pintoresco.
dido. Las blancas, a decir verdad, no
No hace mucho cayó en mis sacaron gran cosa en limpio des-
manos el resumen de unas con- pués de 28. . .. , A X c6; 29. Ta6,
ferencias dadas por D. Bronstein Rf8; 30. Ta X c6.
en la Universidad de Moscú a Volvamos ahora a mi partida
propósito de las combinaciones. con Brinck-Klaussen. Se daban
Según Bronstein, la m~oría de aquí los elementos de una asocia-
éstas tienen ~4._origen en--piirtE_ ción visual con la posición que
dª~!>e_g.{l.pJ~ t_~em,~~~1!E acabo de mencionar. No cabe duda
""l'!ñ realidad, todo ajedrecista de que así nacen también algu-
debe aceptar el hecho de que nas combínaciones. Siguió:
cualesquiera temas combinativos.
tanto tácticos como estratégicos. 33. CXd5! Axd5
cobran vida merced a recuerdos 34. Ta8!
procedentes de partidas anterio-
res. El mismo tema que en la par-
Y aquí, en mi partida contra tida con Spassky dio a las blan-
Brinck-Klaussen, una vez más, cas una relativa ventaja es. en
actuó la asociación de ideas. Me este caso, el motivo central de

67
una combinación claramente ga- continuar 39. d6 debido a 39. .. .,
nadora. Del +; 40. Rb2 (no es posible 40.
Esta combinación, iniciada con Rg2? a causa de 40 .... , Ad5+ ),
33. C x d5, no la calculé en todos Dh6+ y tablas por jaque per-
sus detalles hasta el !in. Al de- petuo.
cidirme a jugar así me limité a Afortunadamente, esta circuns-
~Js-ª__.r_c~~!...!..a._ tancia no dio al traste con mi con-
variante ganadora en cada caso~ vencimiento de que debía existir
temenctoñeéesariamenté que.co- para las blancas una forma de
rregi~!T.~é§P.ii~~. ¡cosa qué -ócU: ganar.
rre' muchas veces, quieras que Y de hecho hallé, por fin, un
no, en los campeonatos por equi- camino forzado hacia la victoria:
pos!
36. Dc6! Ce7
34. Axa2 3'7. DeS+ Re6
35. Txd8+ Rf7 38. TcB
Diagrama núm. 3S Ahora es muy difícil para las
negras detener la amenaza 39.
Tc6 +. Además, y sobre todo, que-
dan privadas del jaque salvador
en el.

38. Dd5

A 38. . .. , Ad5 seguiría 39. Tc7,


f5; 40. Dd7 + y las blancas ganan.
Después de la jugada del texto,
las piezas negras han quedado
muy mal conectadas entre sí.

39. Tc3 Dd7


-10. Te3+ Rd6
tl. Db8+ Rc6
Aquí proseguía yo mentalmente
36. Db7+, Ce7; 37. Td7, f5; 38. d5. Aquí se aplazó la partida. El
etc., interrumpiendo en este pun- anál1~is «de casa» permitió en-
to mis cálculos persuadido como contrar la manera más contun-
estaba de que las negras no tenían dente de lograr el triunfo:
defensa contra la amenaza 39. d6.
Pero al jugar mi adversario :'l!'i. 42. a4! Cd5
... , Rf7 me percaté de que la va- 43. Tel Dd6
riante prevista por mi seguía un 44. Tcl + Rd7
camino equivocado, ya que. fal- 45. Dc8+ abandonan.
tando el caballo blanco. el alfi'
de las negras se hacía el amo de
la situación: después de 38. d5. A continuación mostraré algu-
ReS!. las blancas no pueden ya nos ejemplos en los que ambos ad-

68
versarios pretenden llegar a una Diagrama núm. 40
misma posición, pero, naturalmen-
te, cada cual la evalúa de modo
distinto.
En una partida que jugué (con
las blancas) contra el maestro in-
glés Wade, en España (torneo in-
ternacional, 1966), obtuvimos la
siguiente posición;

Diagrama núm. 39

Cierto que mis piezas valen


mucho más que la dama negra,
pero mi rival me supera amplia-
mente en peones y, si comienza
a adelantarlos en masa, las pie-
zas blancas quedarán arrolladas.
Wade no jugó 18 ..... Cc4+,
sino 18.... , b5, que le sedujo por-
que así las negras fuerzan la
apertura de la columna b. ¡Lo
malo es que nunca pudieron ex-
Aquí reflexionó Wade duran- plotar esa columna abierta!
te largo rato. A juzgar por lo que
hizo, buscó llegar a una deter- 19. Td-hl Cc4+
minada posición que luego se le
reveló desfavorable. Ahora no era posible 19. . .. ,
En este momento yo calculé que Cxf3; 20. CXf3, Cxe4 debido a
la continuación más fuerte era la brillante réplica 21. T X h7!!.
18.... , Cc4+!; 19. Axc4, Tx c4; ex d2; 22. Tha +, Rg7: 23.
20. Cb3, De5; 21. De3, AX ~-t: 22. Tl-h7+, Rf6; 24. Txf7+ +.
fx :;4. Cxg4.
Mi adversario vio esa misma 20. Axc4 bxc4
posibilidad, pero no estimó en 21. Txh7!
su justo valor, después de 23 ..
Dd3, la continuación 23. Con toda evidencia, mi oponen-
Txe4!; 24. Th4, Cf2; 25. Txe4, te babia considerado esta posibi-
C X d3 + ; 26. e X d3. Ahora tendría- lidad, pero juzgando que la po-
mos esta obra posición, que de sición resultante le era ventajo-
ninguna manera podía yo eva- sa. ¿Dónde estaba su equivoca-
luar csobre el tablero:t: ción?

69
21. (xh7 las blancas se basaba precisa-
22. Dh6 e6? mente en que no es obligatorio
capturar de inmediato el caballo
Esto hace ya perder la partida. negro, por lo demás condenado a
Se imponía 22. . .. , De5. perecer. Se les ofrece la posibili-
dad de reforzar tranquilamente
su posición en el flanco de rey
Diagrama núm. 41 adelantando el peón !3. Esto es
lo que no tuvo en cuenta mi
adversario.

23. f4! e5

A 23. Tb8 + seguiría 24.


Rcl y a las negras no les serviría
dt' nada jugar DX c3.

24. f5!

Ahora ya está lista la red de


mate. Las blancas amenazan una
victoria forzada y el negro no tie-
ne tiempo de capturar el caballo.
Wade continuó 24.... , Ae8, des-
pejándole a su rey la casilla d7,
Al ver que Wade había jugado pero después de 25. Ce6! tuvo
rápidamente 22. . .. , e6 me per- que rendirse. ¡Una jugada «tran-
suadí de que contaba con la res- quila» decidió inmediatamente el
puesta automática 23. D x h7 +, resultado de la lucha!
Rf8; 24. Dh8+, Re7, después de En este ejemplo hemos podido
lo cual las negras están mejor. confrontar dos «cálculos» pa-
Pero la idea combinativa de ralelos.

70
EL MATCH DE BAGUiO

A. E. Karpov
Campeón del mundo

Cualquier match para el cam- un adversario difícil. Había ju-


peonato del mundo reclama de gado bien en los torneos de can-
un jugador todas sus fuerzas fí- didatos y logrado merecidos triun-
sicas y morales. El encuentro de fos contra Polugajevski y Spass-
Baguío no constituyó una excep- ky. Cierto que no le fue tan sen-
ción a esta regla. cillo vencer a Petrosian; sólo a
Mi tarea había de resultar dura. un error totalmente incomprensi-
El curso de los acontecimientos ble del ex campeón mundial se
se reveló dramático, incluso trá- debió la derrota de éste.
gico a veces... pese a su final fe- Me preparé largamente para el
liz. Tuve que pasar cuatro me- match de Baguío. Sin embargo,
ses (menos dos días) lejos de casa he de hacer notar que el entrena-
y aguantar mucho. ¡La victoria no miento de un campeón del mun-
fue fácil! do para disputar el título máximo
Ya antes del match había yo es casi siempre inferior al del as-
dicho que Korchnoi era un fuer- pirante. Recuérdese cómo Botvin-
te jugador y que mi combate con nik no ganó ni uno solo de estos
él no tendría nada de «paseo encuentros siendo él el campeón,
triunfab. Esto quedó bien confir- y sí en cambio los de desquite.
mado durante el encuentro, así Ello tiene su explicación.
como el poco respeto que suscita Antes del duelo supremo que
la personalidad del aspirante. Su acontece una vez cada tres años,
comportamiento fue incorrecto, lo el campeón del mundo no par-
mismo que en 1974. ticipa en los encuentros inter-
Con ocasión de la rueda de medios oficialmente instituidos
prensa organizada, antes del co- para determinar quién ha de ser
mienzo del match, en la tórrida el aspirante, y por eso le es di-
Manila, indiqué que Korchnoi era fícil mantenerse en la debida for-

71
ma deportiva. Desde luego, yo in- ba nada y con las negras tenía
tervine en grandes torneos inter- que soportar cierta presión. Afor-
nacionales, pero ¿pueden éstos tunadamente me fue posible hacer
compararse con la batalla perso- tablas en la tercera partida, en
nal que uno libra en los matches la quinta (¡un verdadero marti-
contra los más fuertes ajedre- rio!) y en la séptima.
cistas del mundo? En cambio, los La quinta partida merece que
candidatos adquieren el necesa- nos detengamos un poco en ella.
rio temple en tales encuentros. Al principio todo transcurrió con
Así, al taltarme ese entrena- normalidad; luego perdí un peón.
miento no pude ir a Baguío en Llegó el aplazamiento y anoté
plena forma ajedrecística como mi jugada 41. Mis entrenadores
deseaba. Comprendí que. por lo y yo pensábamos que la partida
menos al principio, debía seguir había de acabar en tablas, pero
el ritmo de mi adversario. adap- en nuestro análisis existía un
tarme a él, resistir a sus embes- «agujero» y el aspirante lo des-
tidas. cubrió. Verdad es que, para en-
Las primeras rondas disiparon contrar una fuerte réplica, con-
ya cualquier duda que hubiera sumió casi todo su tiempo dispo-
podido existir al respecto: era nible. Le quedaron por hacer doce
claro que el aspirante se encon- jugadas en minuto y medio. Dado
traba en buena forma deportiva. que conservaba definitivamente
En especial se le daba bien el su peón de ventaja, la alterna-
juego con las blancas. A pesar tiva para mi era clara: o resig-
de todo, logré sostenerme en po- narme a una derrota lenta, pero
siciones difíciles gracias al ha- segura, o arriesgar el todo por
llazgo de algunos inesperados re- el todo. Me decidí por esto último
cursos defensivos. Y aunque en y... avancé con el rey. Mi ad-
estas primeras partidas pasé con versario se desconcertó. En la nue-
frecuencia por situaciones delica- v¿¡ posición me podía dar mate
das, todas acabaron en tablas. en cuatro jugadas, pero debido a
Korchnoi encontró nuevas con- sus graves apuros de reloj se le
tinuaciones para las negras en pasó por alto esa evidente con-
la variante abierta de la Apertura tinuación, y con ella el modo de
Española y, hablando con fran- ganar. Siguió teniendo un peón
queza, me privó de la ventaja de dt> más, pero mi activo rey com-
la salida en la segunda y cuarta pensaba esa diferencia de mate-
partidas. Tampoco en la sexta rial, por lo que las tablas eran
obtuve nada sustancial. ya prácticamente un hecho. En
La línea de juego adoptada por aquel momento yo estaba tam-
el aspirante me cogió hasta cier- bién muy agitado: ¡me acababa de
to punto por sorpresa y no me librar del mate por los pelos!
resultó fácil dar con el modo co- Ebrio de alegría jugué y ... cometí
rrecto de lucha para conseguir dos errores seguidos. Aún eran
quedar mejor en la fase inicial posibles las tablas, pero no tan
d{' la partida. fáciles como antes. En la posi-
Mi postura no era muy agra- ción resultante dos peones míos
dable: con las blancas no logra- luchaban contra un peón y el al-

72
fil de mi rival. Con un solo peón peraba ahora un poco en in-
por mi parte, la nulidad no ha- ventiva. En todo caso, a juzgar
bría ofrecido problemas. ¡Se daba por el desarrollo de la primera
el caso paradójico en que un peón fase del match se imponía para
propio es más un estorbo que mi un cambio de táctica: era
una ventaja! La partida se aplazó preciso llevar la lucha por vías
nuevamente. intrincadas y combinativas.
Y he aquí que descubrí un cu- En la 8.• partida, Korchnoi, ju-
rioso detalle. Al analizar a fondo gando con las negras, introdujo
la correlación de fuerzas en aquel una «novedad» dudosa. Conside-
final bien conocido por la teoría, rando la posición, vi la posibi-
acerté a dar con una nueva posi- lidad de un prometedor sacrifi-
ción de tablas, por lo que el re- ciCl de peón. Reflexioné veinte mi-
sultado del juego quedó ya de- nutos y al fin adopté esta aguda
cidido. continuación. Mi adversario acep-
La séptima partida puso de tó el ofrecimiento, fue víctima de
manifiesto que, en mi prepara- un ataque arrollador y su rey
ción para el encuentro, no había acabó por recibir mate.
yo quizás escogido la mejor tác- Ello, supongo, debió de hacer
tica. Fiado en la experiencia del profunda mella en el aspirante.
match de 1974, pensé que, como ¡De los últimos años no recuerdo
entonces, superaría a Korchnoi ni un solo caso en que le sacri-
en las posiciones sencillas de ca- ficaran un peón ya en la aper-
rácter más bien técnico y que, tura y luego le dieran mate!
por tanto, debía evitar las va- Evoquemos ahora la 10.• parti-
riantes complicadas o poco cla- da. Junto con mis entrenadores,
ras. Sin embargo, la quinta parti- había yo preparado una intere-
da, y especialmente la séptima, sante idea relacionada con un sa-
mostraron que se habían vuelto crificio de pieza. La teníamos lis-
las tornas, como no es de extra- ta ya desde mucho atrás, en la
ñar, y yo no acababa de expli- URSS. Ese cproducto de labora-
carme por qué el aspirante ob- torio» cogió desprevenido al aspi-
tenía ventaja en las posiciones rante, costándole 40 minutos de
técnicas y le iba peor en las reflexión.
complicadas. En otras palabras, Conviene decir que en este en-
aquel match, desde el punto de cuentro Korchnoi, al toparse con
vista de la creación, era el polo algo inesperado en la apertura,
opuesto del que habíamos jugado no buscaba la continuación más
en 1974. Tal vez había yo adqui- fuerte, sino alguna otra que, a
rido desde entonces algunas nue- su juicio, mis entrenadores y yo
vas cualidades y perdido otras ... no habíamos examinado ni ana-
Esto es natural: no se puede ga- lizado en casa.
nar en todos los frentes. Y en efecto, al cabo de aquellos
Lo cierto es que, en el ínterin cuarenta minutos, mi adversario
entre ambos encuentros, había- hace una jugada que, francamen-
mos ido por distintos caminos: te, no teníamos prevista. ¡Había-
Korchnoi venía mejor preparado mos preparado de antemano una
técnicamente, y yo quizá le su- novedad y no fuimos capaces de

73
prever la réplica del contrincan- la tercera jugada, pues no se es-
te ni siquiera en su primer movi- peraba mi réplica; pensó largo
miento! rato y volvió a estar mal de tiem-
En suma, logré una superiori- po, mientras a mí me quedaba
dad mínima y ... otra vez tablas. más que suficiente para examinar
En la 11.• partida me tocaron con calma las variantes. Todo el
las negras, con las que obtuve una que juega en torneos sabe que,
posición aceptable. Pero en segui- cuando el oponente se encuentra
da ocurrió algo que no me acabo en apuros de reloj, uno se siente
de explicar. Vi una serie de bue- tentado a mover lo más de prisa
nas continuaciones, pero no me posible, para que el otro no tenga
convencieron del todo por no sen- tiempo de reflexionar. Yo no lo
tirme a gusto con la posición en hice así. Me tomé tranquilamente
general. Equivocándome de nue- diez minutos. Aún me quedaban
vo, hice una jugada anodina. Fue cuarenta, mientras mi adversario
como una especie de eclipse. Se disponía sólo de minuto y medio.
me pasó por alto la inesperada Su nerviosismo era patente. Cuan-
respuesta de mi adversario y no do por fin hice mi jugada, alargó
tardé en verme en una situa- el brazo hacia un lado del table-
ción grave, hasta el punto de ro, luego rápidamente hacia el
no poder ya evitar la derrota. otro, empuñó una pieza, la mo-
En la 13.• partida mi adversa- vió y ... su dama quedó atrapada.
rio obtuvo una ligera ventaja de En resumen, gané la 13.• partida
apertura. Luego se igualaron las y luego también la 14.•, después
posibilidades de ambos bandos. de otro aplazamiento. La pun-
Entonces emprendo yo una insó- tuación era 3-1 a mi favor.
lita e incomprensible maniobra En cierta manera todo lo an-
con mis piezas, reagrupándolas terior fue «normab si se com-
muy mal. Pero el aspirante, ya para con lo que sucedió en la
en aprietos de reloj, se pone ner- 17 .• partida. ¡Un rey le pone al
vioso y, en vez de lanzarse al ata- otro en situación de mate! A mí
que, hace un movimiento que me quedaban una torre y dos ca-
mE' concede cierto respiro. La par- ballos contra las dos torres y tres
tida está ya a punto de aplazar- peones del aspirante. Una vez
se y... ¡mi rival emplea casi más se encontró éste en apuros
40 minutos en considerar la ju- de tiempo y, en la jugada 39, no
gada secreta! En esa posición hay vio el mate que se le venía en-
muchas continuaciones posibles, cima: ¡un bonito mate, casi de
de las cuales tres son interesan- problema! Me parece que nunca
tes y de valor aproximadamente se ha dado una cosa así en en-
igual. cuentros para el campeonato del
¡Al día siguiente nos enteramos mundo. Puntuación: 4-1.
con asombro de que Korchnoi ha- Para festejar esta victoria, los
bía solicitado un ctime-oub! Como propietarios del hotel donde nos
se vio después, eso fue su prin- hospedábamos mandaron hacer
cipal error. una hermosa tarta sobre la que
Al reanudarse el juego logré aparecía representada, en figu-
desconcertar al aspirante ya en ras de crema y chocolate, la po-

74
sición final. ¡Y yo tuve que co- tenté vencer en seguida, evitan-
merme, en el sentido estricto de do el aplazamiento, y cometí error
la palabra, al rey enemigo! tras error. Ni siquiera ahora soy
A raíz de esta partida faltó capaz de explicar mi juego en
poco para que el aspirante diera esta partida entre los movimien-
al traste con el match. Se fue a tos 40 y 46. Sentía que si apla-
Manila elevando una sarta de pro- zaba la partida mi adversario
testa& a cuál más variada: que se rendiría sin reanudarla; pero
si yo no tenía que mirarle fija- era como si alguien desconoci-
mente, que si no debía hacer girar do me incitara a seguir jugando:
mi sillón, que si habían de ins- ¡adelante, un movimiento más,
talar un tabique de cristal entre una combinación! Sólo en la ju-
el escenario donde jugábamos y gada 47 vi que era necesario el
el público... Exigía que se expul- aplazamiento, mas, por desgracia,
sara de la sala ahora a este miem- mi ventaja se había ya esfu-
bro de nuestra delegación, luego mado.
a aquel otro... por más que nin- Mis entrenadores y yo repasa-
guno de ellos había violado las mos toda la literatura ajedrecís-
reglas establecidas. tica habida y por haber, nos ro-
Durante la permanencia del as- deamos de cuanto material de re-
pirante en Manila, los organi- ferencia pudimos encontrar sobre
zadores se esforzaron al máxi- finales, pero, por más que busca-
mo para que el encuentro pu- mos e indagamos, no nos fue po-
diera acabarse en plena confor- sible dar con un camino hacia la
midad con el reglamento. victoria.
En el torneo de candidatos de En la 25.• partida, Korchnoi vol-
1974 también le había ganado a vió a tener problemas con el reloj.
Korchnoi la 17.• partida. Y he La posición se le puso difícil en
aquí que, cuatro años después, un momento dado y no halló una
este momento vuelve a ser para continuación satisfactoria. Enton-
mí el punto crucial de una miste- ces habría yo podido sencilla-
riosa influencia. En la primera mente capturar la dama enemi-
mítad de todas las partidas si- ga a cambio de torre y alfil.
guientes obtuve sistemáticamente Sin embargo, me pareció que
ventaja, peo luego, hacia el final, eso era poco en vista de mi gran
me sentía impulsado a jugar lo ventaja posicional y de que al
más rápido posible. Comprendía, aspirante no le quedaban sino
claro está, que si lograba una treinta segundos para hacer cua-
quinta victoria tendría ya vir- tro jugadas. En aquel momento
tualmente ganado el match. Y. pensé que, si ganaba la dama,
por lo visto, la sensación de que esas cuatro jugadas serían casi
el triunfo estaba ya cerca, al al- automáticas y se aplazaría la par-
cance de la mano, empezó a per- tida.
judicarme. No gané ni la 18.• ni Resolví pues, una vez más, lo-
la 20. • partida. grar un triunfo inmediato, y em-
En la 22.• conseguí una enorme pecé a buscar la continuación más
superioridad, pero, como si algún fuerte. Mientras así razonaba no
demonio me hubiera poseído, in- me fijé mucho en los matices de

75
la posición y, tras dos jugadas in- match. a los que se añadían cin-
diferentes, se me pasó inadver- co de preparación en los que
tido el contragolpe de que dis- habíamos trabajado sin conceder-
ponían las blancas: Korchnoi sa- nos prácticamente ningún reposo.
crificó su caballo y, hablando En suma, llevábamos ocho meses
sinceramente, mi posición quedó y medio con la vista fija en el
hecha una lástima. ¡Otra parti- tablero, en sus casillas, en sus
da que acababa en tablas! piezas ... , y yo, como es natural,
Cuando la puntuación llegó a me sentía muy cansado. De nue-
5-l todo parecía ya decidido, vo debía confiar en mis propias
como quien dice, y por todas energías para llegar fresco al
partes se oía hablar de que se juego. Rememorando la historia
terminaba el match, de que la de mis encuentros con el aspiran-
olimpíada de Buenos Aires es- te (más de 60 partidas en total),
taba cerca y había que pensar adquirí la certeza de que podía
en ella, etc. Precisamente en aque- derrotarle, pues en los momentos
llos momentos tan t<agradables» críticos siempre había logrado
fue cuando más empeoró mi si- hallar continuaciones que agudi-
tuación. zaran la lucha.
Sí, creí demasiado pronto en Antes de la 32. • partida, todos
la victoria, pensé que todo sería los miembros de nuestra delega-
ya miel sobre hojuelas ... y perdí ción hicieron lo posible por apar-
las partidas 28, 29 y 31. El esta- tarme del ajedrez, ayudarme a
do de cosas se tornó crítico. descansar y recobrar la seguridad
¡Qué verdad es eso de «ni un en mí mismo. El presidente de
día vivirás sin aprender una cosa la Federación Soviética de Aje-
másJ! A grandes rasgos casi se re- drez y piloto-cosmonauta V. I. Se-
petía la situación de la final del vastianov me persuadió a que me
torneo de candidatos de 1974, fuera con él a Manila para ver
cuando a raíz de la 18.• partida jugar a nuestro equipo de balon-
llevaba yo una ventaja de tres cesto en el campeonato del mun-
puntos y luego por poco dejo es- do. Nadie mejor que Vitali Ivano-
capar la victoria. En Baguio, se- vich sabe lo que es ese estrés,
gún parece, comenzaron a flojear esta sobrecarga psicológica, y co-
mis resortes internos tan pronto noce la manera de superarlos.
como obtuve el quinto punto. Gracias a aquel viaje logré des-
Esto se explica: mi último paso cansar, distraerme y salir de la
se detuvo en la diferencia de tres crisis. Abordé pues la partida 32
puntos. A partir de entonces, la con ánimo seguro y ganas de po-
superioridad psicológica cambió ner fin al suplicio, listo para li-
de bando, yéndose al del aspi- brar la última y decisiva ba-
rante. talla.
Pero también vi claramente una Huelga decir que también
cosa: ¡tenía que movilizar todas Korchnoi vino a esta partida dis-
mis fuerzas y mi voluntad para puesto a luchar; es más, des-
conseguir la victoria! pués de haber ganado la partida
Habían transcurrido ya más de 29 declaró por televisión que ha-
tres meses desde el principio del bíamos llegado a una importan-

76
te encrucijada y que ganaría él En aquellos instantes me repetía
el match. dentro de mí mismo: ¡no corras,
El día señalado para reanudar no combines, sobre todo ahora ...
el encuentro, todos los miembros no eches a perder la victoria!
de nuestra delegación, ya desde Y por fin hice la jugada 41,
la mañana, compartían un senti- la última y ganadora jugada de
miento común: el de que esta par- esta partida, después de la cual
tida sería la última. Muy agita- se- aplazó el combate.
dos, nos dirigimos a la gran sala Regresamos al hotel y allí exa-
del Palacio de Congresos. Mi ad- minamos atentamente la posi-
versario no cayó en la cuenta de ción: el adversario no tenía nin-
la nueva situación, no la compren- guna posibilidad de salvarse. A
dió; siguió creyendo que la me- pesar de todo, no podía quitar-
jor táctica era imponerme una lu- me de la cabeza los muchos «mi-
cha para la cual, según él, yo no lagros» que se habían produci-
estaba preparado. do en el encuentro ...
¡Pero yo ansiaba luchar! Recor- Al día siguiente el árbitro prin-
dé de pronto que durante todo el cipal nos comunicó que el aspi-
match el aspirante, jugando con rante abandonaba la partida y el
las negras, había tratado de re- match. Sin embargo, cuatro ho-
huir el combate frontal, prefirien- ras después de esta comunicación,
do llevar las cosas por vías tran- el mismo árbitro recibió una
quilas. En la 32.• partida volvían carta del aspirante donde éste
a tocarle las negras. venía a decirle que no podía con-
La posición en el tablero em- tinuar la 32.• partida, pero que
pezó a ponerse tensa. A partir ello no significaba que abandona-
d(' la jugada 15 la ventaja esta- ra el match. Cómo había que en-
ba ya de mi parte. Conseguí tras- tender semejante misiva es un
poner el juego y llevarlo de la misterio. El aspirante envió tam-
Defensa U:fimtzev a una estruc- bién un telegrama análogo a
tura «española», donde el aspi- Max Euwe, el presidente de la
rante se desenvuelve peor. En un FIDE. Euwe respondió que daba
momen~o dado puede elegir entre el match por concluido. Poco an-
gran número de continuaciones, tes, el presidente y el secretario
y poco a poco acerté a crear se- general de la FIDE me habían
rías amenazas contra el rey negro. felicitado por la victoria. ¡Así
Aunque el escenario donde se acabó ~1 encuentro!
desarrollaba la partida quedaba El 20 de octubre fue un día es-
bastante lejos de los espectadores, pecialmente memorable para mí:
muchos de éstos observaron en- a mi nombre llegó un telegrama
tonces cómo Corcbnoi iba ponién- de felicitación del secretario ge-
dose rojo, mientras yo palidecía. neral del partido comunista de la
Mí ventaja era ya muy grande Unión Soviética y presidente del
y sólo la precipitación podía es- Soviet Supremo de la URSS Le()-
tropearme la victoria. Casi de- nid llich Bredznev. Todos Jos
seaba que me atasen fuertemente miembros de nuestra delegación
las manos para no replicar de se reunieron en el hotel para asis-
prisa a las jugadas del contrario. tir a la lectura de ese telegrama,

77
que fue acogida con ruidosos s. 0-0 Cxe4
aplausos. Me resulta difícil ex- 6. d4 bS
presar aquí el sentimiento de gra- 7. Ab3 dS
titud que experimenté ante tan 8. dxe5 Ae6
alto honor. Tanto yo como los de- 9. Cb-d2 CeS
más ajedrecistas soviéticos esta- 10. c3
mos obligados a responder con
nuevos éxitos a los cuidados de
que nos hace objeto nuestro pue- Diagrama núm. 42
blo, el partido y el gobierno.
Ni yo ni mis camaradas nos
sentimos un solo día o tan siquie-
ra una sola hora en Baguío se-
parados de nuestra patria. De
allí recibíamos de continuo cartas
y telegramas, a menudo también
llamadas telefónicas. Varias ve-
ces pude conversar con mis pa-
rientes de Leningrado y me es-
cribía regularmente con ellos. Los
turistas soviéticos nos traían las
voces de allegados y amigos gra-
badas en magnetófono; entre
otras nos llegaron las de nuestro!'
cosmonautas Alexandr lvanchen-
kov y Vladimir Kovalenko (que 10.; ... c6?!
me transmitieron un saludo mien-
tras volaban sobre las Filipinas). Esta «novedad» de las negras es
El congreso de la FIDE en Ar- dudosa. También sería malo 10.
gentina reconoció casi por una- ... , Cxb3?; 11. Cxb3, Ae7 a cau-
nimidad que el encuentro para sa de 12. Cf-d4, C X e5; 13. Tel.
el campeonato del mundo se había Cg6; 14. Cxe6, fXe6; 15. Cd4, Cf8;
desarrollado en condiciones nor- 16. Dg4 con clara superioridad
males y que los organizadores fi- de las blancas (Kuzmin-Beliavski,
lipinos habían hecho todo lo po- 1.• liga del 45." campeonato de
sible por que así fuera. El re- la URSS, 1977).
sultado final, 6-5, era definitivo La respuesta usual en la posi-
y no sujeto a ninguna revisión. ción del diagrama es 10 .... , d4,
como se hizo ya en una partida
Capablanca-Lasker (San Peters-
A. Karpov V. Korchnoi burgo, 1914). Así continuó Korch-
8.• partida del match, noi en la 10.' partida de este
Baguío, 1978 match, a lo que yo seguí con el
interesante sacrificio de pieza 11.
1. e4 eS Cg5!
2. Cf3 Cc6
3. AbS a6 11. De2 ACl
4. Aa4 Cf6 12. Cd4!

78
Después de reflexionar duran- el centro y las piezas blancas se
te 20 minutos, me resolví a ofre- abren paso hacia él sin especial
cer el peón e5, cuya captura es dificultad. A 15.... , 0-0 podría se-
prácticamente forzada, ya que guir 16. CXg7, RXg7; 17. Cxc4,
a 12. .. . Dd7 seguiría 13. C X c6, d x c4; 18. Ac2, Cd3; 19. Dh5 con
D x c6; 14. Cf3 con problemas para ataque decisivo de las blancas.
las negras. También sería difícil
su posición en caso de 12. . .. , 16. Cxc4 dxc4
CXd4; 13. cxd4, Cxb3; 14. CXb3.
A veces me acuso a mí mismo Si 16. .. . , b x c4, las blancas
de arid~. racionalidad y pruden- tendrían a su disposición la fuer-
cia excesivas. No cabe duda que te jugada 17. Ae3.
soy práctico, y mi juego se basa
mayormente en la técnica. Pro- 1'7. Ac2 Cd3
curo adoptar líneas «correctas.
y nunca arriesgo tanto como, por Tampoco facilita la defensa de
ejemplo, B. Larsen. Con las blan- las negras 17.... , Dd5, a lo que
cas me esfuerzo, como todos, por el blanco respondería con ventaja
obtener ventaja desde las prime- 18. Ab6! Pero, en caso de 18. . ...
ras jugadas, y con las negras AXh6; 19. Cxh6, Tg7 las blancas
intento equilibrar cuanto antes la obtendrían una clara superioridad
posición. mediante 20. Tf5!; si 18.... , Af6,
Aun así, entre varias decisiones decide 19. Ce3!, De5; 20. Af4; y
posibles no me atengo ni muchí- la continuación 18. . .. , Ae5; 19.
simo menos a lo más sencillo, sino Ta-dl, Cd3; 20. Axd3, cxd3; 21.
a lo más congruente con las exi- T X d3, Dc5 +; 22. Rhl, Td8; 23.
gencias del momento. Cuando dis- Tf-dl, Txd3; 24. Dxd3, Af6 (o
. pongo de algunas continuaciones 24.... , Ad6); 25. Cg7+ procura a
de valor equivalente, mi elección las blancas una ventaja de mate-
depende sobre todo del adversa- rial.
rio. Por ejemplo, con M. Tal pre-
fiero ir a posiciones sencillas, en 18. Ah6! Af8
desacuerdo con sus gustos y crea-
tividad, mientras que con T. Pe- Si 18 .... , Axh6; 19. CXh6, Tg7,
trosian trato de complicar el jue- las blancas ganarían mediante 20.
go. Pero si sólo veo un camino TXf7!, TXf7; 21. DXe6+, Te7;
correcto, éste es el que escojo, 22. Dc6+, Td7; 23. Tfl, Tb8; 24.
como sucede en la presente par- De6+, Te7; 25. TfS+! y mate a
tida. Dicho sea de paso, creo que la siguiente jugada.
mi estilo ha experimentado últi-
mamente algunos cambios. (Véase diagrama núm. 43)

1Z. Cxe5 19. Ta-dl


13. t4 Cc4
14. 15 rxf5 Una simple ojeada a la posición
15. Cxf5 Tr8 basta para darse cuenta de la de-
cisiva superioridad de las blan-
El rey negro se ha quedado en cas. Todas sus piezas toman parte

79
Diagrama núm. 43 He7; 30. Df8+, Rd7; 31. Dxg7+,
las negras quedan con una pieza
de menos.

Y mañana... otra vez


en la brecha

Los tres años de intervalo en-


tre el match de Baguío y el de
Merano transcurrieron sin que
casi me diera cuenta. Fueron tan-
tos y tan diversos los aconteci-
mientos -importantes e impor-
tantísimos, buenos y no tan bue-
nos, alegres y tristes- que sen-
cillamente no vi cómo pasaba el
tiempo ...
activísima en el juego, mientras A poco de regresar de Baguío
el negro se halla retrasado en el contraje matrimonio con Irina
desarrollo y sus fuerzas están des- Kuimova. Irina es de Moscú. Nos
conectadas. conocimos en uno de los cam-
pamentos juveniles ( «Sputnikll)
19. Dd5 de las afueras de la capital, y
20. Axd3 CXd3 nos enamoramos.
21. Txd3 Dc6 Así me convertí a la vez en pa-
22. Axf8 Db6+ dre de familia y moscovita. En no-
23. Rhl Rxf8 viembre de 1979 nos nació un
24. Df3 Te8 hijo. Le pusimos por nombre Ana-
toli. Cuando partí para Merano
Tampoco salva la partida 24 .... , nuestro hijo tenía cerca de dos
Tb8, ya que seguiría 25. Ch6, Tg7; años. Tolik sabía ya andar y los
26. Df6, c5; 27. Tel, TeS; 28. Cf5! dos hacíamos «deporte» juntos:
y las blancas ganan. un poco de gimnasia y peque-
ños paseos. Además de las pala-
25. Ch6 Tg7 bras «mamá», «papá:t, «abuelito»,
26. Td7! Tb8 «abuelita» y otras muchas, cono-
cía los nombres de todas las piezas
Naturalmente, no 26 .... , Axd7?, de ajedrez. Incluso jugábamos con
a causa de 27. D x f7 + seguido de ellas, no al ajedrez, claro está,
mate. sino a las «figuritas». Éstas eran
sus juguetes preferidos. No, no
27. Cxf7 Axd7 queremos forzar las cosas; con el
28. Cd8+ abandonan. tiempo, Anatoli «junior» decidi-
rá por sí mismo si el ajedrez será
En efecto, después de 28. . .. , para él lo que ha sido para mí,
Af5 (a cualquier jugada de rey Anatoli «senion. Por de pronto
sigue 29. Df8+ + ); 29. DXf5+, la preocupación de sus padres se

80
Limita a educarlo para hacer de ron los torneos de candidatos. Mi
él un hombre fuerte, sano, inte- adversario .Jolvía a ser Korchnoi.
ligente y bueno. Y si acaso mani- Teníamos que elegir el lugar
fiesta en algún momento interés donde se jugaría el nuevo match.
por el ajedrez, yo seré su primer Entre los países propuestos -Es-
maestro, como lo fue para mí mi paña, Italia, Islandia- yo escogí
padre. España, donde había participado
Lo fue ... Actualmente sólo pue- en muchas competiciones y donde
do hablar de mi padre, Yevgeni me habían concedido uóscares» de
Stepanovich, en tiempo pretéri- ajedrez. Korchnoi prefería Italia,
to... Falleció en la primavera de país en el que había ya jugado al-
1979. gunos encuentros de candidatos.
Habiéndose trasladado a vivir Además, la ciudad de Merano, su-
a Moscú y ya especialista diplo- gerida para la celebración del
mado,• comencé a colaborar con match, no estaba muy lejos de
la Universidad en la cátedra de la frontera suiza, «a tiro de pie-
economía política de la facultad dra:t, por así decirlo, de donde
de Ciencias Sociales, bajo la di- vivía el aspirante.
rección del profesor F. I. Volkov. Esta vez el nuevo presidente
Allí proseguí mi trabajo sobre el de la FIDE, Olafsson, decidió que
tema «Problemas relativos al la elección del lugar se echaría a
tiempo libre de los trabajadores suertes. Él mismo «sacó el papel»
en el contexto del socialismo y salió Italia. El encuentro se ce-
avanzado». Quizá esta disertación lebraría, pues, en Merano.
se convierta luego en mi tesis de Me encontré en una situación
candidatura. •• incómoda. Ese país y esa ciudad
A ese cuidado vino a añadirse eran objeto de las preferencias de-
otro, a causa de mi nuevo nom- claradas de mi rival, y yo, como
bramiento como redactor jefe de quien dice, no estaba muy con-
la revista 64 - Shakhmatnoe obo- forme, En julio de 1981 efectué un
zrenie. viaje «de exploración» a Merano:
Tampoco puedo pasar por alto inspeccioné la sala del torneo, el
un solemne acontecimiento que hotel y las zonas de descanso de
tuvo lugar en estos años: mi ad- aquella pequeña localidad balnea-
misión como miembro del Parti- ria. Todo me gustó. La gente me
do Comunista de la Unión So- recibió con cordialidad, los orga-
viética. nizadores del match se mostraron
Así pues, de suceso en suceso. muy afables conmigo y dispuestos
volaba el tiempo ... Y llegó el mo- a darme satisfacción en cualquier
mento de prepararme de nuevo deseo razonable. Aun así, se no-
para el inminente encuentro don- taba que su favorito era Korchnoi
de había de defender una vez más y también la prensa italiana es-
mi título de campeón del mundo. taba de parte de mi adversario.
A principios de 1981 termina- ¡Pronto comprendí que las co-
* Grado universitario en la URSS que permite ense11ar como •profesor adjunto•
en una facultad.
•• Grado universitario en la URSS, superior a nuestra llcenciatura e inferior al
doctorado.

81
sas no me iban a resultar allí más sson, únicamente para hablar con
fáciles que en Baguio! Sobre todo ciertos personajes influyentes del
porque conocía bien a mi contrin- gobierno de aquel país y solicitar-
cante, así como sus métodos de les una intervención ante el pre-
ipreparación» y cenfoque prác- sidente de la FIDE a :fin de que
tico» del match. Nada me extrañó, éste "apoyara" sus pretensiones.»
pues, leer en los periódicos cier- Las personalidades en cuestión
tas disquisiciones sobre ¡nuevos abogaron por la causa del aspi-
modos de hacer la guerra psi- rante y «presionaron» sobre Olaf-
cológica». sson. Los autores del artículo re-
He aquí lo que, acerca del pro- latan cómo en un principio tuvo
ceder de Korchnoi, escribía el dia- éxito la iniciativa de Korchnoi:
rio Sovietski Sport, con fecha del el presidente de la FIDE mordió
30 de septiembre de 1981, en un el anzuelo y hasta se resolvió a
artículo de Dm. Orlov y Vl. Pe- aplazar el comienzo de nuestro
trov titulado «La calumiosa cam- encuentro. Pero luego, a la vis-
paña del aspirante»: ta de los documentos presentados
«Este verano, ya en los umbra- a él mismo y al estado mayor de
les del match, el aspirante, en nu- la FIDE por la Federación Sovié-
merosas entrevistas concedidas tica de Ajedrez y convencido de
acá y allá, ha empezado a arrojar que Korchnoi no había empren-
tal cantidad de lodo sobre el cam- dido ninguna acción legal para
peón y hacer declaraciones tan «reunirse» con su familia, sino
insultantes que, de haber ocurri- que más bien temía tal reunión
do semejante cosa en tiempos de y había ya parlamentado con su
Steinitz y Lasker, todo habría mujer en el sentido de que, en
probablemente acabado en un caso de salir al extrajera, ésta no
duelo. debía inmiscuirse en su vida, Olaf-
»No contento con esas inmun- sson anuló la decisión tomada y
dicias, el aspirante ha propagado por fin, en una sesión del Co-
de nuevo ----i!n una "segunda mité Ejecutivo de la FIDE cele-
vuelta", como suele decirse-- el brada en la ciudad de Atlanta
rumor de que él ha de jugar (EEUU), se fijó terminantemente
contra el campeón "en condicio- la fecha en que había de dar co-
nes desiguales" por no poder mienzo el match.
"reunirse con su familia" ... Re- Al no haber logrado que se apla-
curriendo a sus excepcionales do- zara al encuentro por tiempo in-
tes de chantajista, ha logrado en definido, Korchnoi empezó a cal-
poco tiempo mezclar en sus in- dear a conciencia el ambiente con
trigas al propio presidente de la declaraciones irresponsables, cu-
FIDE, el gran maestro islandés briendo de oprobio a los ajedre-
F. Olafsson. Para ello Korchnoi cistas soviéticos y ni siquiera
no ha reparado en medios. En ahorró injurias hacia mi persona.
una de sus entrevistas con el co- Haciéndole el juego a Korchnoi,
rresponsal de la agencia T ANYUG los directores de muchos periódi-
se desahogó a fondo, reconocien- cos italianos (precisamente en el
do con el mayor cinismo que se país donde iba a jugarse nuestro
iba a Islandia. la patria de Olaf- match) no se anduvieron con re-

82
milgos para imprimir toda aque- los organizadores del match. A la
lla basura. pregunta que me hicieron en una
Cuando nosotros llegamos a Me- rueda de prensa, c¿estrechará us-
rano, pocos días antes de la inau- ted la mano a su adversario?»,
guración del match, aún conti- respondí que si Korchnoi renun-
nuaba aquella campaña en las ciaba a sus invectivas contra mi
páginas de los diarios italianos. país o contra los miembros par-
Verdad es que la mantenían gen- ticulares de nuestra delegación,
tes ajenas al ajedrez. Por enton- me hallaba dispuesto a actuar
ces, los especialistas del noble jue- conforme a la tradición de los
go se ocupaban ya de los pro- encuentros para el campeonato
nósticos: todos a mi favor. El del mundo. Pero cuando los orga-
danés Bent Larsen llegó incluso nizadores le dirigieron la misma
a predecir el resultado, 6-2. Sola- pregunta a Korchnoi, éste contes-
mente se equivocó en el número tó que no podía darles ninguna
de partidas: él anunció que se- garantía, y el asunto del apretón
rían 22, y fueron 18. de manos quedó arrumbado.
Pero me estoy anticipando un Korchnoi incluso exigió que
poco... no hubiera ninguna comunicación
El match no había empezado directa entre ambos contendien-
aún, ni nos hallábamos sentados tes durante el juego: ¡basta las
ante el tablero, cuando una nue- tablas debían ofrecerse a través
va ola de guerra psicológica nos del árbitro!
invadió de nuevo. Las declara- Tampoco me opuse a esas es-
ciones de Korchnoi parecían bro- túpidas condiciones. ¿No lo quie-
tar del cuerno de la abundancia. re? ¡De acuerdo! A mí no me per-
Se profetizaba a sí mismo la vic- judicaban en lo más mínimo y a
toria, proclamaba a bombo y pla- Korchnoi apenas le reportaban
tillo que aniquilaría a Karpok, algo... Todavía formuló el aspi-
que le haría morder el polvo. Pero rante otros cdeseos» igualmente
yo ya conocía a mi adversario; absurdos, pero yo me abstuve de
sabía de sobras que en esas si- reaccionar.
tuaciones tormentosas y «canden- La apertura del match en Me-
tes» él se sentía como el pez en rano revistió al menos tanta so-
el agua, y por ello resolví hacer lemnidad como en Baguio. Los
caso omiso de sus diversas pro- organizadores lo hicieron de ma-
vocaciones. ravilla. Toda la sala estaba llena
Esta vez nuestra delegación no de flores, que recubrían el es-
puso reparos al deseo del aspiran- cenario, los pisos, las columnas
te de adoptar la bandera suiza. y el techo mismo.
Si los suizos permitían que tan El fondo del escenario aparecía
embarullador personaje jugara todo él tapizado de banderas,
bajo su bandera, ¿por qué impe- ante las cuales se elevaba una
dírselo? Para ellos sería la ver- grandiosa construcción con el em-
güenza ... blema del match; a través de unas
Tampoco estaba yo en contra pantallas que representaban el
del apretón de manos antes de tablero de ajedrez, se divisaban
cada partida, en el que insistían los perfiles como de una antiquí-

83
sima y fabulosa ciudad... El con- tro. Korchnoi, tratando de sobre-
junto era bello, majestuoso. Y el ponerse a los acontecimientos,
ambiente de la inauguración, en empezó a jugar algo alambicada-
consonancia con el decorado, re- mente, pero yo conseguí disponer
zumaba calma y solemnidad. Pa- mis piezas de modo armónico. Sin
recía como si se hubieran apaci- presentir, por lo visto, el peligro
guado los ánimos, como si el ban- que le amenazaba, el aspirante
do de mi rival se hubiera también adelantó un paso el peón torre
serenado. Pero sólo lo parecía ... dama en su 24. • jugada. Este
En efecto, ya durante la prime- error me permitió efectuar una
ra partida hicieron su entrada en brusca ruptura en el centro, y
la sala, envueltos en llamativas pronto las blancas tuvieron que
túnicas anaranjadas, los secuaces elegir entre sufrir pérdidas mate-
de Korchnoi, miembros de la ne- riales o debilitar gravemente su
fasta secta «Ananda Marga• a posición. La única esperanza de
quienes habíamos ya conocido en mi rival residía en el reloj, ya
Baguío. Los acaudillaba la famo- que ambos estábamos muy apu-
sa Victoria Sheppard, en esta oca- rados de tiempo. A pesar de todo,
sión sola, es decir, sin su habitual logré jugar con precisión, sin dar-
satélite Dwyer. A ella la habían le ninguna oportunidad. Korchnoi
puesto en libertad, pero Dwyer ni siquiera accedió a aplazar la
cumplía condena en la cárcel por partida o declararse vencido en
cierto atentado contra un diplo- el movimiento 43, mostrando en
mático indio y otros delitos. esto mismo que aún no había
Como es natural, la presencia aprendido a perder con dignidad.
de tales personajes en el local de Una vez hecha su última jugada
juego no me entusiasmaba, pero seo fue de la sala, y sólo al cabo
traté de olvidarlos y concentrar- de algunos minutos los espectado-
me en el ajedrez. Generalmente res se enteraron de que la partida
muchas cosas dependen de la pri- había terminado.
mera partida: a veces predetermi- Me recompensaron entonces con
na el carácter del encuentro e in- una ovación.
fluye no poco en los resultados. Me alegré de esta victoria, pero
En esta primera partida me no di, como suele decirse, rienda
tocó jugar con las negras. Surgió suelta a mis sentimientos. Cono-
la variante Tartakover-Makogo- cía demasiado bien los peligros
nov-Bondarevski del Gambito de que acechan al ajedrecista en la
Dama. Los ocho primeros movi- embriaguez de su primer triunfo ...
mientos fueron copia exacta de En la segunda partida me co-
nuestra primera partida en Ba- rrespondieron las blancas. Al pa-
guío, lo cual nada tiene de ex- recer Korchnoi quiso sorprender-
traño. Pero en seguida me perca- me con una nueva arma, una va-
té de que mi adversario debía de riante de la Apertura Española
haber analizado mal esa variante, que nunca había utilizado antes
ya que salí de la apertura con jugando conmigo, ni con otros,
una posición preferible: piezas que yo sepa.
mejor situadas y peones «colgan- Disimulé mi extrañeza. Sin per-
tes• no desfavorables en el cen- mitirle tomar la iniciativa, situé
84
convenientemente las torres en ron los ocho primeros movimien-
sendas columnas abiertas. Korch- tos de la partida inicial. Aquí yo,
noi empezó a ponerse nervioso, quizás en contra de lo que espe-
como era visible, e hizo algunas raba el aspirante, adopté un plan
jugadas indecisas que redundaron algo distinto de juego y no tardé
en un aumento de mi ventaja. en quedar mejor.
Un detalle curioso: en nuestra Evitando todo riesgo, Korch-
primera partida yo había replica- noi renunció a las continuaciones
do a la jugada 24 de Korchnoi, a3, activas que se le brindaban y de-
con el avance 24 .... , d4. En esta cidió simplificar la posición. Yo
segunda, precisamente también en no vi manera de abrir brecha en
la jugada 24, Korchnoi efectuó el el bloqueo de mi adversario y le
mismo avance del peón de dama. ofrecí tablas. Al instante mismo
Ahora bien, en el primer caso di- se excitó y, en tono abrupto, me
cha ruptura central fue para mí respondió que entre nosotros no
la clave de la victoria, mientras debía haber ningún contacto per-
en la partida que estamos comen- sonal, y que cualquier ofrecimien-
tando le llevó a mi rival a la to de tablas había de hacerse
catástrofe. Cierto que esta vez por mediación del árbitro prin-
consiguió aplazar el juego, pero cipal. Me encogí de hombros y
al día siguiente sólo me fueron continué jugando. No tardó en re-
necesarios 16 movimientos más petirse la misma posición tres
para ganar. Puntuación: 2-0. veces, y entonces llamé al árbitro
Y de nuevo Korchnoi empezó para que declarara las tablas.
a recurrir a sus «trucos». Todos En la cuarta partida apareció
creían que el aspirante iba a una nueva apertura, empleada
solicitar aquí un descanso. En sólo una vez en nuestros encuen-
los periódicos locales de la ma- tros anteriores: la Defensa Pe-
ñana apareció una nota dando trov. Sin duda Korchnoi no esta-
a entender que había hecho sus ba contento con las posiciones
maletas y alguien le había visto que había obtenido en las parti-
salir de Meran o en coche ... das jugadas con la Apertura Es-
Sin embargo. el corresponsal pañola, y por eso cambió aquí
de prensa se guardó muy bien de de rumbo. Los ocho primeros mo-
comunicar la segunda parte de vimientos fueron «los del libro»,
la historia, a saber, el rápido re- pero las negras se salieron de
greso de Korchnoi a su hotel. Es ia teoría en el noveno. Korchnoi
claro que esta «jugarreta» apun- introdujo una idea nueva, y debo
taba hacia mí. Él se decía que decir que no era mala ...
Karpov, al enterarse del viaje de Afronté esta novedad con cal-
su adversario, no se prepararía ma, desarrollando mis piezas con
inmediatamente para la tercera miras a entablar la verdadera
partida. Pero yo no caí en la lucha en el medio juego.
trampa •.. Muy probablemente Korchnoi
La tercera partida se jugó, pues, intentaba hacer tablas, dada la
en el día señalado. serie de cambios que provocó. Lo-
Una vez más se abrió con el gró nivelar la posición y ya era
Gambito de Dama y se repitie- posible acordar la nulidad; pero

85
yo, que no deseaba suscitar de to, nos vamos a pique... ¿Es po-
nuevo la furia de mi adversario, sible que Korchnoi no pueda opo-
me callé. Tampoco él dijo nada. nerle a usted ninguna resisten-
A mí las cosas no me corrían cia?
ninguna prisa. Jugaba con las rTranquilicé» al presidente del
blancas, mi posición era sólida ... comité organizador recordándole
Si el aspirante quería tablas, ¡que lo que había sucedido en el en-
tomara sus medidas para hacer- cuentro Smyslov-Botvinnik. Tam-
las! Confieso que si Korchnoi me bién en aquella ocasión hubo al
hubiera ofrecido tablas en cual- principio tres partidas «contun-
quier momento hasta la juga- denteS~ y parecía que todo iba a
da 29, las habría aceptado. Pero... terminar pronto, pero luego las
al debilitar él ligeramente las cosas empezaron a durar ...
casillas blancas de su campo ade- Más tarde me enteré de los mo-
lantando el peón g7 a g6, y luego tivos exactos de la desazón de
el peón h7 a h5, se me brindaron Unterberger. El comité organiza-
buenas posiciones de ataque. Lo dor había firmado un contrato
emprendí y comencé a «apretar» con las televisiones de Inglaterra
a mi rival por todas partes. A ello y Alemania Federal, en el que se
se le añadieron, como de costum- estipulaban ciertos puntos preci-
bre, los apuros de tiempo, aun- sos. Uno de ellos consistía en
que es cierto que los superó y que si el encuentro duraba me-
consiguió aplazar la partida. Al nos de 14 partidas, los organiza-
día siguiente, sin embargo, todo dores no sólo quedaban privados
fK' acabó en 20 minutos. La pun- de todo beneficio económico, sino
tuación en Merano era ya 3-0 a que incluso debían responsabili-
mi favor después de la cuarta zarse de los gastos de producción.
partida: ¡la mitad de lo que ne- Cuanto antes se acabara el match,
cesitaba para ganar el match! El mayores serían las pérdidas;
aspirante se tomó su primer «ti- cuanto más se prolongara y so-
me-oub, que aprovechó para irse brepasara el número datídico:t de
a rsu casa• en Suiza. partidas, mayores los beneficios.
A raíz de mi tercera victoria No deja de ser curioso que
me encontré con el presidente del después de la tercera derrota del
comité organizador, Siegfried Un- aspirante los hombres de la tele-
terberger, ingeniero de profesión visión organizaran en su residen-
y gran aficionado al ajedrez. Nos cia, el hotel Palace, una fiesta
saludamos y me felicitó por mi de rrogativas para pedir la victo-
triunfo. Yo intuí, no obstante, una ria de Korchnob. Cierto que el
cierta pesadumbre por parte de propio Korchnoi no participó en
él. ¿Por qué? ¿Qué interés podía el «espectáculo» y rumió sus de-
tt>ner él en tal o cual resultado? rrotas ren casa».
Unterberger entonces me confe- Yo aproveché muy bien los días
só que esas victorias, tan gratas libres que me había concedido el
para el campeón del mundo, ame- aspirante. Me dediqué sobre todo
nazaban con plantear graves pro- a descansar, saliendo con Irina de
blemas a los organizadores: excursión a la montaña, jugan-
--8i el match es demasiado cor- do al tenis, nadando en la pisci-

86
na, examinando nuevos catálogos surgió en el tablero la variante
filatélicos ... Makogonov-Bondarevski del Gam-
Una tarde nos dieron una sor- bito de Dama. Tras algunas com-
presa a Irina y a mí. En el vídeo plicaciones de poca monta lle-
nos pusieron una película cómica gamos en el movimiento 30 a un
de fútbol: sobre un fondo musi- final de tablas teóricas.
cal especialmente compuesto para El aspirante, obstinado, cestiró:t
la circunstancia, unas veces a otra vez la partida. Ésta fue apla-
ritmo lento y otras a ritmo rá- zada y su continuación revistió
pido, los jugadores se movían un carácter puramente formal.
ridículamente de acá para allá En la sexta partida hubo una
por el campo. Nos reímos a car- lucha tensa y aguda. Jugamos
cajada limpia. una variante de la Apertura Es-
Antes de acostarme, recibí en pañola que ya se había visto en
la habitación una breve visita de Baguío. En el movimiento 17,
Roshal, nuestro agregado de pren- Korchnoi introdujo una novedad,
sa. Acababa de examinar el co- pero pronto encontré una fuerte
rreo y dijo que me habían llega- respuesta que le hizo pensar du-
do muchísimas cartas y telegra- rante 40 minutos. El caso es que
mas. Todo el mundo me felicitaba de algo debieron servirle sus re-
por mis primeras victorias. Me flexiones, pues consiguió activar
mostró una parte de aquella co- sus piezas. Yo, en cambio, aflo-
rrespondencia. jé, y justo antes del control de
Con particular satisfacción leí tiempo cometí un error.
el telegrama del secretario del Co- Decidí rendirme sin reanudar
mité Central de la Unión de Ju- la partida. La puntuación era 3-1.
ventudes Comunistas de la URSS, t:¡Ahora ya sólo ganaré yo!»,
Boris Nikolaevich Pastukhov, que declaró mi rival a los correspon-
mE" congratulaba en nombre de los sales de prensa. Y nuestra bien
40 millones de jóvenes «komso- conocida Sheppard, de cAnanda
moles:t. Marga:t, añadió con aires profé-
Al día siguiente fuimos a ver ticos: cCada día que pase, Korch-
la fiesta de la vendimia, que se noi jugará mejor y Karpov peon.
celebraba en Merano. Se reunie- No cabe duda que creía de ve-
ron en esta ciudad miles de per- ras en sus oraciones ...
sonas de todo el sur del Tirol. Pero este revés no me desani-
Entre músicas y cantos, la gente mó en absoluto. El juego es el
se dirigió hacia una tribuna es- juego. Mi adversario era fuerte
pecialmente erigida para el caso. y yo no estaba vacunado contra
EI1 una plataforma móvil, arras- la derrota. Sólo importaba que
trada por caballos, transportaban sus victorias fueran menos que
una inmensa corona real hecha las mías.
de grandes manzanas maduras y Naturalmente, me disgustaba
racimos de uva. Asistimos al des- haber perdido la partida nada
file con mucho interés. más que por una mala jugada,
Y llegó la quinta partida ... pero lo principal era conservar
Como en las anteriores, cuando al la presencia de ánimo y no dejar
aspirante le tocaban las blancas, escapar la iniciativa.

87
La séptima partida acabó en de aperturas. Su efecto psicoló-
tablas. Sin embargo hubo lucha gico se dejó sentir claramente.
y lo que es más importante, tuve Korchnoi meditó largo rato, pero
yo la iniciativa todo el tiempo. En al parecer no encontró nada ori-
cuanto a la octava partida, que ginal, y en la jugada 18 su po-
por cierto fue la más larga, lle- sición era peor. Yo concentré to-
gando a 80 jugadas, me produjo das mis piezas pesadas contra su
en general verdadera satisfacción peón dama aislado. En la jugada
creadora; a mí y, según creo, tam- 35 logré romper el débil bloqueo
bién a los espectadores, sobre de las blancas e irrumpir con la
todo los italianos, pues escogí torre en su segunda fila. Al llegar
como apertura el Giuoco Piano, al movimiento 44, ante la inevi-
que se ve rarísimamente en los table pérdida de su dama, Korch-
encuentros «de alto nivel:&. noi paró el reloj.
Los periódicos del país comen- Nuestros turistas manifestaron
taron de modo especial ese acon- clamorosamente su entusiasmo y
tecimiento: «Hace 400 años se in- durante un buen rato no me per-
ventó entre nosotros, aquí en Ita- mitieron abandonar la sala. No
lia, esta apertura; su empleo en niego que también yo me sentía
el presente match es un natu- muy contento. ¡Cada vez que ve-
ral tributo a los anfitriones y nían los turistas venía con ellos
propietarios del "campo de ar- la victoria! Buen signo.
mas"». Las tres partidas siguientes ter-
El día en que debía jugarse minaron en tablas, aunque el com-
la novena partida llegó a Mera- bate fue duro en todas ellas. Tan-
no un gran grupo de turistas de te yo como mi adversario aban-
nuestro país. Caí entonces en la donamos nuestros tradicionales
cuenta de una coincidencia: en sistemas de apertura. Cierto que
Baguio, ese mismo día, también en la décima volvimos a emplear
un sábado y jugando yo igual- el Giuoco Piano, con gran placer
mente con las negras, la fortuna de nuestros anfitriones, pero en
me había sonreído y premiado la undécima Korchnoi adoptó una
con una victoria, elevando la pun- nueva variante del Gambito de
tuación a 4-1. ¿Se repetiría todo Dama, renunciando por vez pri-
esto? Cierto es que a la sazón mera al sistema Makogonov-Bon-
jugábamos la 17.• partida, y ahora darevski; y en la duodécima, don-
estábamos en la 9.', pero... ¿no de yo llevaba las blancas, surgió
dicen que cuanto antes ocurre al cabo de muy pocas jugadas una
una cosa mejor sale? posición característica de la De-
De nuevo se abrió el juego con fensa Grünfeld y nueva en este
el sistema Makogonov-Bondarev- match.
ski del Gambito de Dama. Esta En esta duodécima partida, que
vez, no obstante, yo tenía re-- podía haber ganado, cometí una
servada una sorpresa a mi adver- lamentable imprecisión. Ello per-
sario, una continuación que ha- mitió a las negras activar la
bía preparado «en casaJ con mis dama y evitar así la catástrofe.
entrenadores y que ni siquiera Acabado el juego, me encontré
se mencionaba en los manuales otra vez en los pasillos con Sieg-

88
fried Unterberger. En esta ocasión dirigió con frecuencia rudas ob-
él sonreía dichoso: era ya obvio servaciones durante las partidas
que el match pasaría de 14 juga- mismas. Hablando entre dientes,
das y el comité organizador podía me soltaba cosas como «ideje de
esperar pingües beneficios ... mirarme a la cara, me impide
Para ser justo con él y sus cole- pensar!», «jpare de sonreír!», «ies-
gas, debo añadir que el encuentro tése quieto con el sillón!». En la
estaba bien organizado. La gran 12.• partida se puso bruscamente
sala de juego, bellamente decora- en pie y empezó a gritarme una
da, rebosaba casi siempre de pú- serie de indecencias. Acudió en
blico. Y aunque de ordinario no seguida el árbitro y, con palmadi-
quedaba en ella ningún asiento li- tas en el hombro, trató de calmar-
bre, reinaban un orden y silencio lo como a un niño. Pero yo ya es-
ejemplares. La sala adyacente, taba harto de semejante conduc-
más pequeña (de 400 plazas) , ta. Elevé pues una protesta for-
también solía llenarse. Pero allí, mal ante el jurado de apelación,
como me dijeron, se hacía bastan- pidiendo que se les hiciera ver a
te ruido. Los espectadores reac- los árbitros la necesidad de tomar
cionaban tumultuosamente a los oportunamente las medidas pre-
ingeniosos comentarios de los vistas para estos casos por el re-
grandes maestros Najdorf, Lar- glamento de las competiciones de
sen, Hort ... ajedrez y las normas de la vida
A todos les llamó mucho la deportiva. Ya en 1979, durante la
atención la ingente estructura me- sesión del Comité de la FIDE
tálica del premio que los orga- reunido en la ciudad austríaca
nizadores destinaban al ganador de Graz, al hacer el balance del
del match y que habían instalado match de Baguío se declaró por
en la sala de juego. Abajo, en escrito lo siguiente: «Debemos re-
los quioscos, hacía furor el nego- probar las acciones y maniobras
cio de «Souvenirs», tarjetas pos- llevadas premeditadamente a cabo
tales y fotos de los contendientes, por el aspirante en el transcurso
medallas conmemorativas, etc. del campeonato del mundo, las
Pese al elevado precio de estas cuales, por ser contrarias a la
medallas -las de bronce costa- ética deportiva y a las reglas de
ban 35.000 liras, y las de plata conducta social, van en detrimen-
u oro mucho más-, todas se to de la dignidad y el prestigio
vendieron rápidamente. de la FIDE».
Así pues, la organización del ¿Resultado? En Merano, Korch-
match fue en general magnífica, noi prosiguió impunemente con
y los organizadores hicieron cuan- sus insolencias. Y el jefe de su
to estuvo en su mano por que delegación, el abogado suizo
todo saliera bien. Sólo una cosa A. Brodbeck, en vez de condenar
no pudieron conseguir: que mi ad- los actos de su «cliente», alegó
versario se comportara con edu- con no poca desfachatez que el
cación. comportamiento del aspirante era
A despecho de su exigencia de un método legítimo de presión so-
que no hubiera ningún contacto bre su rival y que seguiría recu-
personal entre ambos rivales, me rriendo a él en el futuro.

89
El jurado de apelación --Gli- exclamaciones groseras y consig-
goric (Yugoslavia), Kintzel (Ale- nas antisoviéticas. A nuestra pro-
mania Federal) y Prins (Holan- testa los organizadores respon-
da)-- desaprobó por unaninúdad dieron con un gesto de impoten-
el proceder de Korchnoi y, a su- cia: se trataba, decían, de una
gerencia de Kintzel, adoptó la re- cexpresión libre de opiniones» en
solución de advertir al aspirante un país «libre», nada podían ha-
que tales hechos eran considera- cer contra aquellos energúmenos,
dos inadmisibles y que, en caso de y más cuando la «manifestación»
repetirse, se le impondría una se desarrollaba fuera de los lí-
multa de 15.000 francos suizos. mites de su campo jurisdiccional.
Korchnoi «apeló» contra esta Sólo puedo añadir que nú ad-
decisión y hasta escribió una car- versario no logró organizar mu-
ta personal a Olafsson, el presi- chas algaradas de ese tipo. La
dente de la FIDE, pero no dirigió mayoría de los habitantes del lu-
sus protestas a los órganos com- gar, en especial los jóvenes, me
petentes de la FIDE, pues antes dieron múltiples muestras de sim-
se había decidido establecer una patía. Dondequiera que me en-
«fianza»; es decir, el bando que contrara, siempre se me acerca-
acudiera al jurado de apelación ban con palabras cordiales y me
o al árbitro con una protesta de- pedían autógrafos. En algunas
positaría previamente una fianza ocasiones llegué a ver pancartas
pecuniaria; ésta le sería devuelta donde se leía en ruso: c¡Karpov,
si su reclamación era aceptada, y vence pronto!»
no en caso contrario. El 5 de noviembre tuvo lugar
Es interesante observar que, al la 13.• partida. Jugamos una rara
dirigirse al presidente de la FIDE. variante del Gambito de Dama,
Korchnoi no impugnaba mi pro- vista por última vez en los en-
testa contra su comportamiento cuentros para el campeonato del
antideportivo, sino sólo la lega- mundo en 1963, entre Botvinnik
lidad de la decisión del jurado a y Petrosian.
propósito de la multa. Korchnoi adoptó aquí una nue-
El presidente no adoptó una va táctica de presión «psicológi-
postura neta en este asunto, pero ca»: constantemente se retiraba
Korchnoi, al no saber con certeza a su «perrera», una salita que le
a qué bando daría la razón Olaf- habían asignado para descansar,
sson de producirse un nuevo li- y se quedaba allí un buen rato,
tigio, se vio obligado a «cerrar e' incluso dejando correr su pro-
piCOJ. pio reloj. Ni siquiera ahora soy
El ambiente de la sala se nor- capaz de decir si esto influyó en
malizó un tanto. La «señora» mi ánimo o no. Logré donúnarme,
Leeuwerik, sin embargo, no per- al menos en apariencia, pero sin
dió el tiempo y movilizó a un duda siguió corroyéndome cierta
grupo de jovenzuelos que orga- irritación interior. El caso es que
nizaron una «manifestación» jun- tampoco me gustaba mi posición,
to a la entrada de la sala de con- y bruscamente se apoderó de mí
gresos donde se jugaba nuestro tal apatía que se me fueron las
match. Acogieron nú llegada con ganas de reflexionar...

90
Comprendiendo que en seme- museos. A nuestro regreso nos de-
jante estado no se puede seguir tuvimos en Verona, donde habían
jugando con normalidad, agudi- vivido los personajes de Shak:es-
cé la posición artificialmente y peare.
le asesté a mi rival un enérgico El 7 de noviembre, la televisión
golpe combinativo. Esto me rea- nacional italiana nos mostró el
nimó por algún tiempo, en el que desfile de la plaza Roja de Moscú.
hice algunas jugadas activas. Ese día recibí un obsequio del
Por desgracia, el respiro no comité local del partido comu-
duró mucho. En el movimiento 29 nista italiano: un ramo de 64 cla-
tenía que haber dado jaque con el veles rojos. A Merano me llega-
caballo (29 .... , Ch4+ ), lo que ron decenas de cartas y telegra-
me habría evitado las dificultades mas de felicitación. Todos mis
posteriores. Pero moví el alfil (29. corresponsales me deseaban una
... , Ae7) y, tres jugadas más tar- pronta victoria.
de, se me plantearon graves pro- Así pues, ellO de noviembre me
blemas, viéndome obligado a en- senté de buen humor ante el ta-
tregar la dama por una torre y blero de ajedrez. Mis entrena-
un pieza menor. Luego sufrí nue- dores y yo habíamos trabajado a
vas pérdidas y, aunque la partida conciencia y decidido brindarle al
se aplazó, consideré que no tenía adversario la oportunidad de rea-
sentido reanudarla. nudar la discusión teórica sobre
Esta derrota me afligió terri- la variante abierta de la Apertu-
blemente. No tanto por el punto, ra Española. De nuevo hicimos
pues eso es normal en un match, con rapidez las diez primeras ju-
y de todos modos la puntuación gadas. Luego yo, como estaba pre-
de 4-2 a mi favor no era como visto, me aparté de lo acostumbra-
para tomarse la cosa por lo trági- do. El aspirante empezó entonces
co, sino por haber perdido la a jugar más despacio y a pensar ...
partida en vísperas de nuestra hasta que, después de mi 13.• mo-
gran fiesta nacional: el 64.• ani- vimiento (Ce4), «se durmió», to-
versario de la Revolución de Oc- mándose 78 minutos de reflexión:
tubre. Con esa pérdida les hacía ¡un récord! Aun así, no le fue po-
Ul'_ mal regalo a mis chinchas». sible reforzar la posición de las
Por lo que a mí respecta, las negras. Yo comencé a ejercer pre-
derrotas me hacen a veces reac- sión sobre su rey y sacrifiqué un
cionar con fuerza. En lugar de caballo. Korchnoi no aceptó este
quitarme los ánimos, me los le- sacrificio. Sobrevinieron los aprie-
vantan y excitan mi furia depor- tos de reloj. A Korchnoi le que-
tiva. daban sólo 5 minutos para 10 ju-
A pesar de todo, en esta oca- gadas. Me lancé con los peones
sión decidí descansar por algún a un ataque decisivo contra el
tiempo del ajedrez y tomarme mi rey negro. El aspirante logró efec-
primer ctime-oub. Con un peque- tuar su jugada 40. Probablemen-
ño grupo me fui de excursión a te se dio cuenta de que su posi-
Venecia. Nos sorprendió aquella ción no tenía esperanza, pero pro-
ciudad sobre el agua, con sus cé- siguió su inútil resistencia y por
lebres canales, y visitamos sus poco logró que se aplazara la

91
partida... N o deseando, a todas nuestros movimientos a toda pri-
luces, estar presente durante los sa, y Korchnoi esperaba llegar a
aplausos dirigidos al vencedor. la jugada 15 de la 16.• partida
No hubo, pues, aplazamiento. habiendo a su vez preparado una
La puntuación era ya 5-2. buena contraofensiva. Sólo que
Después de su derrota en la yo me adelanté a sus propósitos
14.• partida, el aspirante «arrió y, en lugar de 13. Ce4, jugué
bandera»: ni siquiera con las blan- 13. a4.
cas hizo nada por agudizar la Korchnoi reflexionó aquí du-
lucha, tratando más bien de cam- rante 50 minutos, pero esta vez
biar piezas. En este sentido fue no acertó a dar con ningún con-
muy significativa la 17.' partida, trajuego. Obtuve una ventaja bien
que resultó la más corta del en- palpable y, pese al cambio de
cuentro (23 jugadas). damas, mi presión sobre el cam-
Por mi parte, consideré esta po de las negras no disminuyó.
partida como la «Carrerilla» para Avancé con los peones centrales,
dar el salto decisivo. En las par- y una de mis torres se instaló en
tidas impares, 15 y 17, en que me la séptima fila, donde comenzó su
tocaban las negras, evité compli- tarea destructora. Korchnoi se de-
car el juego, aunque tampoco per- fendía tenazmente, pero no con-
mití que mi adversario explota- siguió nada sustancial. Tuve in-
ra a fondo la iniciativa de la cluso la impresión de que había
salida. abandonado toda esperanza y sólo
En la partida 16, con las blan- aspiraba a una cosa: aplazar la
cas, le «apretéll, pero no puse partida para no asistir a mi
toda la carne en el asador y, cuan- «triunfo final». En esto tuvo éxi-
do me convencí de que no era to. La partida se aplazó, aunque
mucho lo obtenido, me avine a en una posición desesperada para
hacer tablas. las negras.
Llegó por fin la 18.' partida. Mi adversario no quiso reanu-
Muchos estaban persuadidos de darla. Comunicó su rendición al
que sería la última. ¡Mi propio árbitro princial y se fue rápida-
humor era belicoso! Además, veía mente de Merano. También yo,
y sentía que mi rival, aunque no satisfecho, regresé a casa con
del todo quebrantado, se halla- un buen regalo para mi hijo, que
ba deprimido. cumplía dos años el 21 de no-
Aparentemente, aquella impre- viembre.
sión no era sólo la de mis ami- Así dio fin mi tercer match con-
gos; en esta ocasión la sala re- tra Korchnoi. La victoria esta
bosaba de público, y numerosos vex fue más convincente. Si en
espectadores se habían quedado Baguío el encuentro había dura-
de pie por no haber encontrado do 93 días con 32 partidas juga-
asientos libres. das, en Merano sólo duró 50 días
Junto con mis entrenadores y el triunfo se logró en la par-
preparé al aspirante una sorpre- tida 18. Allí la puntuación termi-
sa en la Apertura Española y nó en 6-5, aquí en 6-2.
se la «servb en la jugada 13. Con el sentimiento del deber
Hasta entonces habíamos hecho cumplido, envié al secretario ge-

92
neral del partido comunista de la A mi regreso de Merano a
Unión Soviética y presidente del Moscú, descansé del ajedrez. Ver-
Soviet Supremo, Leonid Ilich dad es que, dada la situación, la
Bredznev, el siguiente telegrama: palabra cdescansan tiene aquí un
cMandato de la Patria ejecutado; significado muy relativo. Mis
título de campeón mundial de ccargas» fueron literalmente in-
ajedrez conservado para nuestro gentes, sobre todo los primeros
país.» días: recepciones, entrevistas, in-
El mismo día me llegó la res- tervenciones por radio y televi-
puesta: sión, en los periódicos, etc., para
satisfacer a numerosísimos afi-
«Querido Anatoli Yevgenevich cionados y admiradores. Tuve
--escribía Leonid llich-, gracias también que trabajar mucho en
por su telegrama. Me ha causado 1~ redacción de la revista, y los
gran alegría de nuevo, como hace editores me sugirieron que es-
tres años. Viva y cordialmente le cribiera un nuevo libro.
felicito por su magnífico éxito, el Mi familia no apreciaba mu-
título de campeón mundial de cho que otra vez estuviera tanto
ajedrez. El pueblo soviético ha se- tiempo fuera de casa. En espe-
guido su juego con inmenso in- cial a mi madre le disgustaba no
terés y acogido su victoria con poder ni siquiera hablar un rato
profunda satisfacción. Me es gra- conmigo: siempre de acá para
to añadir que, en una competi- allá, siempre de prisa... ¡Y hasta
ción tan difícil y llena de res- el nene manifestaba vivamente su
ponsabilidades, ha mostrado Vd. descontento porque papá no ju-
un alto nivel de maestría y crea- gaba con él a las «figuritas»;
tividad, un genuino carácter so- El caso es que ni este «des-
viético, firmeza y dominio de sí canso» duró mucho. Ya a prin-
mismo, enalteciendo así todavía cipios de febrero se decidió mi
más las gloriosas tradiciones de participación en el torneo in-
nuestra escuela nacional de aje- ternacional que había de jugarse
drez. en la ciudad argentina de Mar
»Le deseo buena salud, suerte y del Plata.
nuevas victorias que honren a Durante mi viaje hice escala
nuestra Patria socialista.» en París, donde la UNESCO me
había invitado a dar una confe-
Al día siguiente me comunica- rencia sobre ajedrez. Allí mismo
ron que el Presidium del Soviet hubo después una sesión de par-
Supremo de la URSS había decre- tidas simultáneas a mi cargo con
tado condecorarme con la Orden los empleados de esa organización
de Lenin. También fueron conde- internacional. Por el camino me
corados mis camaradas, los miem- enteré también de que los perio-
bros de nuestra muy unida dele- distas me habían concedido un
gación deportiva. Sin la ayuda y octavo «Óscan.
el apoyo de estos amigos, creo
que no me habría sido posible lo-
grar tan rápida y contundente
victoria ...

93
A modo de conclusión pues todos ellos conservan intac-
ta su originalidad propia. Es más,
La mera acumulación de infor- la creación de un artista tan le-
maciones, incluso la más copio- jano de nuestra época y de nues-
sa, no basta para garantizar el tro ajedrez como Morphy conti-
éxito, para ampliar el horizonte núa siendo instructiva, porque,
intelectual del jugador o hacerle aparte de su don especial para
ver las cosas en profundidad. La disponer armónicamente las pie-
preparación del ajedrecista ac- Z?.S y descubrir «puntos flacos»
tual ha de ser multiforme. Abar- en el campo enemigo, su técnica
ca también sus análisis persona- para pasar del ataque al juego
les y el estudio de los clásicos. posicional es juzgada excelente
Esto último es especialmente incluso en nuestros días. Atacan-
fructuoso. En ello no es posible do se aseguraba la superioridad,
fijarse límites, decirse uno mis- y luego la convertía en victoria
mo: ya lo sé todo. Cada repaso por procedimientos sólidos y no
nos trae una nueva visión. Por combinativos. Este importantísi-
ejemplo, cuando estudié en la es- mo rasgo lo diferenciaba neta-
cuela por primera vez Eugueni mente de sus contemporáneos. De
Oneguin, creí que conocía ya y él podemos también aprender su
entendía bien esa obra, pero al brillante intuición de la inicia-
releer la novela dos o tres años tiva, que le permitía estar siem-
después y experimentar gracias pre listo para sacrificar piezas,
a ella nuevas sensaciones, ideas, por no hablar de los peones ...
etc., penetré en un mundo tam- En tiempos de Anderssen flore-
bién nuevo para mí. Ahora estoy ció el ajedrez romántico: el sa-
seguro de que, si la volviera a crificio se consideraba como la
leer, mi espíritu seguiría enrique- máxima belleza del juego; no
ciéndose. aceptarlo se consideraba una co-
Precisamente hace poco me ha bardía. De hecho, aunque no cons-
venido el deseo de repasar a tara por escrito en ninguna par-
fondo a Capablanca. Claro está te, se observaba en el ajedrez la
que conozco todas sus partidas, misma regla que en el juego de
pero esto se remonta a mucho damas: si ofrezco algo, el adver-
tiempo atrás: con él aprendí a ju- sario está obligado a capturarlo.
gar al ajedrez, y desde entonces La concepción del juego era «ne-
no he vuelto a recorrer su obra ta•. Con el advenimiento de Stei-
con detalle. Ahora quiero seguir nitz y su nueva visión profun-
sistemáticamente el camino que da de la partida, así como sus le-
él siguió, estudiar su vida y sus yes posicionales y sus distintas
creaciones, entender con el table- ideas respecto a la belleza, se
ro delante el cómo y el porqué modificó el carácter del ajedrez.
de la evolución de sus ideas y Los nuevos enfoques fueron lle-
puntos de vista. vados brillantemente a la prác-
El mismo interés merecen Las- tica por Alekhine, profundizados
ker y Alekhine. De ninguno de y desarrollados por Botvinnik ...
estos clásicos podría decirse que Había hecho su aparición el aje-
haya envejecido o ya no sirva, drez «científico•.

94
Los primeros seguidores de rándose de ella, por ejemplo du-
Steinitz, Lasker y en especial Ca- rante un año, para dedicarse a su
pablanca, apenas estudiaban las labor científica. Incluso hablan-
aperturas. Ambos eran tan genia- do en general, no se puede decir
les -y lo sabían- que lograban que jugara muy a menudo. En
resolver sobre la marcha los pro- nuestros días a un ajedrecista no
blemas planteados en la fase ini- le es factible obrar de la misma
cial del juego y salir indemnes manera. Por un lado se lo impi-
dE> ésta. He aquí un ejemplo par- den el tratamiento actual de los
ticularmente notable: al enfren- datos y la difusión de los nuevos
tarse Capablanca por primera vez descubrimientos teóricos; por otro,
ante el tablero con la inspirada si uno dejara de jugar tan siquie--
invención de Marshall -su con- ra medio año, empezaría pronto a
traataque en la Apertura Espa- sentir los perniciosos efectos de
ñola-, acertó a eludir todas sus ese paréntesis. Uno tiene la im-
agudezas y efectuó una jugada presión de que se le va algo,
que todavía hoy figura entre las pierde la seguridad en sí mismo,
más fuertes contra dicha variante. le parece como si debiera comen-
Alekhine, en cambio, trabaja- zar todo de nuevo ... y no ve cla-
ba mucho en casa. Ganó toda ramente cómo. Por eso los aje-
una serie de célebres partidas drecistas de hoy tratan de parti-
sorprendiendo al adversario des- cipar con regularidad en las com-
de la apertura con innovaciones peticiones. Todos trabajan en
preparadas de antemano. Su casa, pero esto no es ya sufi-
czarpall era férrea: una vez ha- ciente.
cía presa en su víctima, ya no la Botvinnik dio impulso a la con-
soltaba. cepción seria del ajedrez como
Botvinnik empezó a actuar pre-- deporte. ¿En qué consiste tal co-
cisamente en esta dirección, y sa? Antes se jugaba según un
con él pasó poco a poco a un pri- esquema bastante sencillo: un
mer plano el enfoque científico ajedrecista elaboraba una idea y
del ajedrez. A mi juicio, durante la llevaba a la práctica; su ad-
sus análisis caseros no le preocu- versario replicaba con una con-
paban cosas tales como encontrar traidea; y cuando quedaba claro
una nueva jugada o idea en un qué idea era la mejor y quién
momento dado de tal o cual va- se había equivocado, en ello mis-
riante. Elaboraba sistemas com- mo se descubría el vencedor y
pletos. Ahí residió su gran opor- el vencido. Nuestros jugadores
tunidad: el ajedrez era en gran fueron los primeros en explotar
parte tierra virgen, y él fue el a fondo los recursos defensivos.
primero en cararla11. Hoy toda- En posición peor, uno continúa
vía nos contentamos con cnoveda- luchando; si esta o aquella idea
desll en la duodécima o decimo- empeora todavía más la posi-
quinta jugada... ¡y ni siquiera ción, prosigue la batalla a pesar
nos salen siempre bien! de todo... hasta que el adversa-
Botvinnik podía permitirse el rio no deje la menor escapato-
lujo de hacer largas pausas en ria. Esta persistencia bélica le exi-
su actividad ajedrecística, reti- ge al jugador un entrenamiento

95
especial para habituarse, ya desde tonces Fiscber... que les obligó
un principio, a aguantar la carga a jugar de un modo desacostum-
tísica y nerviosa inevitable en brado: ¡cinco horas seguidas de
tales casos. lucha intensísima, sin un solo
Quien mejor ha sabido adap- respiro! Tal vez en esto radique
tarse a estas nuevas condiciones la causa de que tantos grandes
es Smyslov, gracias a sus dotes ajedrecistas sufrieran espantosos
naturales de jugador de ajedrez y reveses en sus manos.
deo deportista. Su técnica, su ele- Fiscber devolvió al ajedrez su
gancia, su estabilidad y «flema antigua «garra», agudizándolo y
rusa» son para todos un ejem- dando el máximo relieve a su fa-
plo que ha de durar muchos ceta deportiva: la lucha «cuerpo
años. a cuerpo» entre dos reyes. Realzó
Después de Botvinnik vendría aún más la universalidad de es-
Tal, que reveló sus inmensas y tilo mostrándose admirable en la
fulgurantes cualidades de artis- técnica de hacer valer la ven-
ta. Pasó como un vertiginoso ci- taja adquirida, sobresaliendo en
clón, quitándole el puesto a su el juego tanto combativo como
antípoda Petrosian. El «colum- posicional. Pero el rasgo más ca-
pio» ajedrecístico fue equilibra- racterístico de Fischer fue su ar-
do por Spassky, jugador plena y dor deportivo: la explotación, has-
cabalmente universal que con la ta el límite, de todas las posi-
misma habilidad atacaba, se de- bilidades que le brindaba la lu-
fendía o acumulaba una tras otra cha.
pequeñas ventajas posicionales. Actualmente el ajedrez expe-
Gracias a él, este «juego comple- rimenta un desarrollo todavía más
to» se convirtió en una moda que acelerado. Los abundantes tor-
aún dura. neos proporcionan un rico mate-
Si a Tal, que llegó a ser cam- rial de análisis que no sólo es
peón del mundo, le bastaba con acumulado, sino sometido a cons-
embrollar a sus adversarios y tante escrutinio. Ante nuestros
aturdirlos con sacrificios en serie ojos desfilan sin cesar nuevas
(Petrosian también sabía combi- evaluaciones de variantes y sis-
nar, pero reprimía sus ímpetus, temas enteros. En otros tiempos
ateniéndose a un juego puramen- se jugaban ciertas variantes; lue-
te posicional), esto no es ahora go la teoría cambiaba y bacía ver
suficiente para obtener grandes que esos esquemas favoritos no
éxitos. Hoy hay que hacerlo todo eran tan practicables como se
moderadamente bien (sin mani- creía. Por ejemplo, las negras des-
festar graves deficiencias) y des- cubrían el modo de nivelar posi-
tacarse, además, en alguna que ciones antes tenidas por peligro-
otra cosa. sas, y en otras donde les parecía
En la i·poca de Petrosian y encontrarse muy bien se veían
Spassky el ajedrez «Se relajÓ». de pronto en tales aprietos que
Los jugadores se concedían a sí acababan por eludirlas aposta.
mismos treguas durante las par- Por eso los verdaderos ajedre-
tidas o las competiciones consi- cistas están obligados a buscar sin
deradas en bloque. Y surgió en- descanso ideas nuevas, a modi-

96
[icar los sistemas y variantes de más de instruir a nuestros mu-
ilpertura. chachos en la «visión del tablero»
En ajedrez, sobre todo duran- y el cálculo de variantes, hemos
te los matches, hoy también son de inculcarles otras muchas cua-
nuy importantes los factores psi- lidades: valentía, decisión, tena-
=ológicos: entenderse a sí mismo, cidad, diligencia ... Así, cuando les
iescubrir las fisuras en la cora- llegue la hora de medirse con
~a del adversario, aprender a ser- los más fuertes ajedrecistas del
i7irse de sus conocimientos tanto mundo, la patria podrá confiar
=omo de los propios en las situa- en ellos y sentirse orgullosa.
=iones concretas que surgen sobre Quiero creer que junto a mí,
~1 tablero. De cuando en cuando separados únicamente por el ta-
1ay que saber renunciar a la con- blero de ajedrez, se encontra-
:inuación más fuerte para empu- rán muy pronto muchos juga-
iar a nuestro rival hacia posicio- dores de mi edad y muchos de
les en las que se halle incómodo. mis JOVenes compatriotas que
:::uanto más avanzamos, más va piensen como yo. Participarán en
;¡esando en la balanza esta habili- competiciones al lado de los me-
:lad, este aspecto psicológico. jores maestros del mundo, en los
La «pirámide» del ajedrez so- torneos internacionales de má-
liético es gigantesca, y su base ximo nivel y aun en los encuen-
a constituyen las numerosas com- tros de candidatos. ¡Es ya hora de
:>eticiones organizadas para pie- tomar el relevo de la gloriosa ge-
leros y escolares en todo el te- neración que nos ha precedido!
:-ritorio de la Unión. En nuestro Por lo que a mí respecta ... ya
país se estudia ya el ajedrez me he acostumbrado a trabajar
=omo una ciencia y un arte. Aca- mucho, y ello me hace vivir ale-
;o convenga hacer mayor hinca- gre. ¡He de prepararme, pues ma-
:>ié en su tercera faceta: no sólo ñana estaré de nuevo en la bre-
=iencia y arte, sino también ... cha!
ieporte. Esto significa que, ade-

97
PROBLEMAS RELATIVOS A LA PREPARACióN
PSICOLóGICA DEL AJEDRECISTA

V. B. Malkbl.
Doctor en medicina

El ajedrecista-pedagogo no sólo de ajedrez, y en particular los


ha de ser un aficionado al noble más apasionados por el juego, de-
juego, sino también un psicólo- ben ser regularmente sometidos
go, consciente de que el ajedrez a observación médica. Por desgra-
influye en el espíritu y la salud cia no sucede así de ordinario, y
general del hombre. Dado el in- la responsabilidad de que los pe--
flujo desfavorable que a veces el queños ajedrecistas en ciernes
ajedrez puede ejercer en la salud conserven la salud recae sobre
del niño, se requiere, antes de el pedagogo.
empezar a trabajar sistemática- ¿Cómo instruir a los niños en
mente en este campo con mu- el juego de ajedrez? ¿Por dónde
chachos muy jóvenes, una selec- empezar? Preguntas difíciles cuya
ción médica cuyo fin principal respuesta exige los conocimientos
es excluir del entrenamiento a de fisiología y psicología que se
los niños enfermizos, en especial le dispensan al entrenador en las
los inestables desde el punto de escuelas superiores. Ante todo es
vista psíquico y los que padecen preciso que sepa distinguir las
afecciones del sistema cardiovas- características propias del desa-
cular. En efecto, al ser el aje-- rrollo psíquico en cada edad, así
drez una forma de actividad de-- como la capacidad de reflexión y
portiva que impone al jugador trabajo intelectual de sus alum-
una gran carga emocional e in- nos.
telectual, su práctica intensa pue-- Hasta la fecha no se ha tenido
de agravar el estado de los ni- suficientemente en cuenta esta
ños con nervios frágiles o do- circunstancia, ni siquiera por la
lt>ncias cardiovasculares. De todo FIDE, la Federación Internacio-
ello se deduce que los jovencitos nal de Ajedrez, que a nuestro jui-
que frecuentan clubs y escuelas cio debería reglamentar las com-

98
peticiones basándose en datos to tiémpo debe dedicarse al aje-
científicos y prestando atención a drez.
la edad de los participantes. Por Al principio el niño se familia-
ejemplo, en uno de los últimos riza con el tablero y aprende los
campeonatos juveniles de Euro- movimientos de las diversas pie-
pa (hasta 17 años), competían en zas. Las observa todas con aten-
las mismas condiciones mucha- ción y teme lanzarlas a la batalla.
chos de distintas edades. Hacia Poco a poco va cayendo en la
el final del torneo, el «campeón» cuenta de su acción recíproca y
inglés, un niño de 12 años, per- acaba por asimilar el concepto de
día todas las partidas. Natural- cooperación de fuerzas. A partir
mente, no le quedaban fuerzas dE> este momento es cuando de ve-
para luchar contra jóvenes de ras empieza a jugar al ajedrez.
16 años. Esto equivalía a excluir- Aparecen en él algunos hábitos,
le- a priori de un campo de batalla se le desarrolla la intuición, y
donde, por supuesto, chicos de cada vez va gustándole más el
16 años han de salir siempre juego.
vencedores contra un muchachi- La dificultad de la enseñanza
to de 12 ... ajedrecística radica principalmen-
Muy pronto, a menudo en edad te en la falta de material didác-
preescolar, los niños suelen apa- tico adaptado a niños en edad
sionarse por el ajedrez. La cues- preescolar o propia de las clases
tión de cuándo conviene instruir- elementales. Los manuales de aje-
les en el juego es bastante com- drez están pensados en general
pleja. Para decidirlo deben tener- para adultos, y sus autores, al-
se en cuenta las cualidades in- gunos de ellos tan ilustres como
dividuales y rasgos distintos del Em. Lasker y J. R. Capablanca,
no imaginaban que sus lecciones
desarrollo psíquico del niño. La
podrían también interesar a Jos
edad más favorable en la mayoría
niños.
de los casos se sitúa entre los Por eso a estos últimos les es
9 y los 12 años. Claro está que difícil aprender a jugar al aje-
hay excepciones: se conocen ni- drez con los manuales existen-
ños de muy tierna edad especial- tes. Un ejemplo típico lo tenemos
mente dotados para el ajedrez, y en el manual del gran maestro
su instrucción pide entonces un G. LOwenfisch, donde en el pri-
enfoque todavía más personal. El mer cuestionario se le pregunta
régimen de juego y trabajo con al alumno el color de la casilla
ellos ha de estar en consonancia g4, exigiéndole una memorización
con su naturaleza y sus fuerzas; detallada del tablero. Esto es ar-
es decir, debe evitarse que lle- duo, y en especial carece de inte-
guen a manifestar síntomas de rés para un niño. Si la instruc-
fatiga. Hasta ahora no se ha ela- ción empieza de esa manera, es
borado ningún sistema de ins- grande el riesgo de que a los
trucción infantil con base cientí- jóvenes alumnos se les vaya pron-
fica: se ignora por dónde hay que to todo deseo de practicar el aje-
comenzar, qué forma ha de adop- drez.
tar la enseñanza e incluso cuán- No debemos olvidar que, para

99
los niños, cualquier actividad re- enseñarles es a considerar el aje-
viste ante todo el carácter de drez como un juego serio, sujeto
juego. Así también el ajedrez ha a reglas estrictas. Estos jóvenes
de ser un equivalente de los jue- juegan ya partidas de torneo con
gos a los que ellos están acos- reloj, van aprendiendo a distri-
tumbrados. En el juego el niño en- buirse el tiempo de reflexión,
cuentra placer y aprende cosas anot2.n obligatoriamente sus ju-
nuevas con menos fatiga. Durante gadas. También han asimilado
la enseñanza hay que procurar ciertas ideas de apertura, tratan
que, además del placer, adquiera de- combinar, tienen sus preferen-
conocimientos concretos. cias por uno u otro tipo de juego
El tiempo dedicado a la instruc- y conocen la técnica elemental
ción ajedrecística de niños hasta de los finales.
los 11 o 12 años de edad deberá Para trabajar con estos adoles-
ser breve, con tareas cortas y di- centes es ya preciso recurrir a la
versificadas: exposición somera buena literatura ajedrecística. La
de las aperturas con sus celadas enseñanza ha de tender a desarro-
más características, solución de llar de modo armónico en el es-
problemas elementales en dos o tudiante el pensarr¡.iento intuitivo
tres movimientos y, por supuesto, y lógico, es decir, poner en juego
práctica directa del juego unos su intuición y su lógica para eva-
con otros. En estos comienzos, al luar posiciones de ajedrez.
pedagogo le será utilísimo apro- ¿En qué consiste la facultad in-
vechar partidas jugadas por ni- tuitiva? Es lo que, sin gastar mu-
ños para mostrar a sus alumnos cho tiempo -o sea, en un plazo
los planes estratégicos más sen- muy breve--, y sin un cálculo
cillos e ilustrarles los errores tí- detallado de variantes, permite al
picos. Es lástima que en ninguno ajedrecista evaluar una posición
de los manuales de ajedrez pu- y escoger una buena jugada ba-
blicados hasta el presente se en- sándose en su primera impre-
cuentre una selección crítica de sión.
partidas infantiles. Al común de La facultad analítica, por su
los niños con dotes ajedrecísticas parte, determina la elección de
ordinarias la lectura de dichos una jugada correcta merced a
manuales, y aun de los clásicos una cadena de razonamientos ló-
(Capablanca, Lasker ... ), les re- gicos. Del cómputo de variantes
sulta poco interesante. En general el ajedrecista deduce qué jugada
comienzan a leerlos con gusto sólo es precisamente la mejor en la
cuando poseen ya la fuerza de posición que analiza.
un jugador de 3.' o 2.' categoría, El jugador de ajedrez ha de
ya que tales libros han sido es- poseer ambas facultades: intuiti-
critos para adultos. va y analítica. Los más célebres
Por lo que respecta a los mu- ajedrecistas las poseyeron o po-
chachos de 13 a 15 años, capaces seen en grado eminente. Por el
ya de un pensamiento más abs- excepcional desarrollo de su in-
tracto y con cierta experiencia. tuición se destacaron en otros
habiendo alcanzado la 3. • o 2. • ca- tiempos P. Morphy y J. R. Capa-
tegoría, lo primero que hay que blanca. Hoy en día sobresalen a

100
este respecto los grandes maestros da... mientras el hipopótamo se
T. Petrosian y M. Tal. hundía más y más en el fango.
La intuición es una cualidad Su cllegada» al tablero de aje-
importantísima, puesto que limi- drez fue tan imprevista como su
ta el número de opciones posi- inmediata desaparición. Sacrifi-
bles; obviamente, el jugador no qué el caballo intuitivamente y ...
puede calcularlo todo. No siempre ¡la combinación me salió bien!
hay que creer, ni mucho menos. A la mañana siguiente leí con re-
que la elección se basa en una gocijo en el periódico que "duran-
evaluación posicional de tipo in- te su prolongada reflexión, Tal
tuitivo. En algunos casos la deci- sopesó minuciosamente todas las
sión intuitiva está condicionada consecuencias de su sacrificio... ".»
por la dificultad del proceso ana-
lítico que debiera conducir a la Las cualidades intuitivas no
jugada en cuestión. son iguales en todos los sujetos.
Este punto nos lo ilustra muy Hay ajedrecistas sumamente in-
bien el ex campeón del mundo tuitivos que juegan con rapidez
Mikhail Tal, a quien con toda ra- y facilidad, rindiendo mucho de
zón se le ha atribuido siempre en esta manera y cansándose poco
ajedrez un brillante desarrollo del durante la partida. Sin embar-
pensamiento intuitivo. He aquí go, debido a la insuficiencia de
sus propias palabras: sus análisis para escoger una ju-
gada o evaluar una posición, se
cNunca olvidaré, por ejemplo, encuentran a veces con sorpresas
la escrupulosidad con que, en una desagradables.
de las partidas del campeonato de Cuando en 1927, a raíz de la
la URSS, me esforzaba por anali- aplastante victoria de J. R. Ca-
zar las variantes relacionadas con pablanca en el torneo interna-
un sacrificio de caballo. Pero és- cional de Nueva York, todo el
tas eran tan numerosas que en mi mundo del ajedrez abrigaba la
cabeza se entremezclaban caótica- convicción de que el encuentro
mente las jugadas y me hacían Capablanca-Alekhine terminaría
evocar lo que expresa este dís- en un triunfo absoluto del cam-
tico de Kornei Chukovski: peón mundial, sólo Em. Lasker
se atrevió a escribir que las pro-
¡Ay, qué dura labor, babilidades de éxito de A. Ale-
sacar hipopótamos de un fangal! khine en el match que se aveci-
naba no eran menores, sino in-
»Y de pronto dejé de pensar en cluso mayores que las de Capa-
el ajedrez. Los espectadores es- blanca.
taban convencidos de que yo se- Lasker se reveló certero, pues,
guía estudiando la posición, pero además de comprender la im-
ei'I realidad, pese a mi formación portancia del enfoque psicológi-
humanística, trataba de resolver co de Alekhine, tuvo en cuenta la
un problema estrictamente técni- extraordinaria capacidad de tra-
co. Me imaginaba llevando al ce- bajo del mismo Alekhine y su no
nagal de Chukovski palancas, he- menos excepcional talento de ana-
licópteros y hasta escalas de cuer- lista.
101
Después del encuentro, Alekhi- des intelectuales del hombre y el
nE.> comentó que Capablanca, pese dt> muchos otros aspectos de su
a ser un jugador genial, confia- personalidad. Gracias a ella me-
ba demasiado en la intuición. Si joran y progresan el pensamiento
un ajedrecista de este tipo llega a lógico e intuitivo, se fortalece y
verse obligado a jugar posiciones agiliza la memoria, aumenta la
donde la sola intuición no basta aptitud para concentrarse y cam-
y donde ha de calcular constante- biar voluntariamente de foco de
mente variantes concretas sin ha- atención. El ajedrez ayuda a or-
berse acostumbrado a ello traba- ganizar las ideas, a tomar deci-
jando con asiduidad, no tardará siones (obligación de jugar cuan-
en cansarse y cometer graves de a uno le toca) previa eva-
errores. Así lo confirmó el match luación de las diversas posibili-
Alekhine-Capablanca. dades que se le brindan al hom-
Para que un jugador desarro- bre tanto en la vida de cada día
lle con éxito sus facultades crea- como en su actividad laboral. La
doras y logre buenos resultados necesidad de aplicar sucesivamen-
deportivos es importante que no tE' en la partida de ajedrez las
limite su trabajo al upuro aje- decisiones tomadas -mover tal
dren: estudio de aperturas, crí- pieza, llevar a cabo determinadas
tica y comentario de partidas, ideas estratégicas- contribuye a
análisis de finales, etc. En otras modelar la voluntad, a formar un
palabras, no debe sólo umeterse carácter resuelto y a estabilizar
dentro» del ajedrez; es también la!' emociones.
importantísima la capacidad de El ajedrez tiene también suma
vez el juego «desde fuera», para importancia en la educación del
así apreciar mejor la manera de sentido crítico para consigo mis-
combatir de uno mismo y del ad- mo. Dado que en casi todos noso-
versario. tros se manifiesta en mayor o
Así, la enseñanza impartida a menor grado una tendencia ego-
los ajedrecistas y sobre todo a céntrica, a menudo no aceptamos
sus entrenadores ha de incluir, ni siquiera nuestros errores, o tra-
amén de los temas que consti- tamos de justificarlos. El juego
tuyen la preparación intrínseca. del ajedrez y el perfeccionamien-
cuestiones que a primera vista no to en este arte llevan aparejada
parecen estar esencialmente re- la necesidad de analizar las pro-
lacionadas con la creación ajedre- pias partidas, de poner en evi-
cística ni con el progreso depor- dencia y criticar los errores come-
tivo del jugador. Entre otras mu- tidos durante las mismas para
chas, qué puesto ocupa el ajedrez evitarlos en el futuro.
en la vida social. qué utilidad De esta suerte, el ajedrez favo-
tiene, en qué género de activida- rece el desarrollo de la rectitud
des ha de clasificarse, qué pre- personal, de la crítica de los pro-
paración física y psicológica debe pios actos. Obliga al hombre a
exigírsele a un ajedrecista, etcé- mirarse a sí mismo, revelándole
tera. la cruel necesidad de asumir sus
La práctica del ajedrez faci- yerros y corregirlos. A este pro-
lita el desarrollo de las faculta- pósito hace ya más de 50 años

102
que escribía muy atinadamente Karpov, habiendo declarado más
Em. Lasker: cEn el tablero de de una vez que se considera a sí
ajedrez no hay lugar para la mismo ante todo un deportista. Si
mentira y la hipocresía. La be- el jugador de ajedrez descuida el
lleza de una combinación reside aspecto deportivo de su prepara-
en que siempre es verídica. La ción, sus resultados dejarán mu-
inexorable verdad que se expre- cho que desear, por brillante y
sa en el ajedrez desenmascara al original que sea su talento aje-
hipócrita•. drecístico. Esto quiere decir que
Abundan los testimonios de será mediocre no sólo como de-
grandes jugadores que en la crea- portista, sino incluso como crea-
ción ajedrecística ven ciertas ana- dor.
logías con la creación científica, y Todos conocemos múltiples ca-
sobre todo con la artística. Algu- sos de ajedrecistas indiscutible-
nos ilustres ajedrecistas del pa- mente bien dotados cuyas posibi-
sado, por ejemplo Alekhine y Bot- lidades creadoras eran muy su-
vinnik, proponían que el noble periores a lo que reflejaban sus
juego se incluyera entre las bellas logros deportivos. Entre los maes-
artes. En tiempos recientes, habi- tros soviéticos de esta clase pue-
da cuenta del desarrollo de los den citarse V. Rauzer, V. Rago-
ordenadores que juegan al aje- zin, P. Romanovski, A. Sokolski
drez y de los programas elabo- y V. Simagin; entre los extran-
rados con este fin, se revela una jeros, R. Réti y C. Torre.
tendencia a considerar el ajedrez El desequilibrio entre las rea-
como una ciencia. No cabe duda, lidades artísticas y deportivas de
como ya lo hizo notar Em. Las- esos eminentes maestros les impi-
ker, que en el ajedrez se dan a dió ocupar en la historia de las
la vez elementos de ciencia y de competiciones de ajedrez el pues-
arte. Además, no se le puede ne- to que hubieran merecido por su
gar una relación básica con el de- talento.
porte, pese a ser una actividad En suma, las posibilidades crea-
del todo ajena al fortalecimiento doras del ajedrecista, su ingenio,
muscular. La razón de su carác- deben obligatoriamente asociarse
ter deportivo ha de verse en su con sus cualidades deportivas. La
objeto final: el logro de la victo- preparación directa para el juego
ria sobre su adversario. Vencer no es sino la mitad del camino
al enemigo, ganar la partida ... , por r'=!correr. La otra mitad, tan
he ahí la tarea fundamental de esencial como la primera, consis-
cada jugador de ajedrez. Una ta- te en la preparación deportiva. En
rea deportiva, de donde se des- resumen, ambos aspectos deter-
prende esta importante conclu- minan la «forma• en que se en-
sión: el jugador de ajedrez es por cuentra el jugador de ajedrez y
fuerza un deportista, con vistas su fuerza real.
a ello ha de modelar incansable- La preparación deportiva cons-
mente su personalidad. Tal es ta de muchos elementos, entre los
también la opinión que hoy en cuales debe incluirse el entrena-
día defiende con especial ahínco miento físico, del que depende
el campeón del mundo Anatoli tanto el estado de salud como la

103
capacidad de aguantar prolonga- riales estrictamente ajedrecísticos
das tensiones emocionales e in- -análisis de las partidas jugadas
telectuales. Una buena prepara- por uno mismo, indagando sin
ción física facilita el desarrollo cesar los motivos de las faltas
de algunas importantes cualida- y descuidos graves-, sino tam-
des deportivas, por ejemplo la re- bién mediante el mantenimiento
sistencia al cansancio. También de una especie de diario con bre-
ayuda, durante los periodos de ves notas sobre la propia forma
juego, a conservar íntegra la sa- física, estado de ánimo, impre-
lud, sin la cual es imposible as- siones personales, etc., antes y en
pirar a brillantes resultados. Con el transcurso del juego. Tales ob-
sumo acierto, el gran maestro servaciones pueden llegar a ser
R. Spielmann escribió lo siguien- una preciosa ayuda para enmen-
te: cSi el organismo no funciona dar las propias deficiencias psi-
a la perfección, si los nervios cológicas y mejorar la forma de-
flaquean ante el esfuerzo para portiva.
llegar a la meta suprema, de A este respecto merece muchí-
nada sirven conocimientos o ap- sima atención cuanto se haga por
titudes. Un resfriado, un dolor aprender a superar los obstáculos
d(" cabeza o de muelas, suelen te- tanto externos coom internos: Eñ-
nerse por cosas triviales ... , pero tre los primeros figuran todos los
en un torneo de ajedrez pueden factores que intervienen durante
acarrear graves y hasta trágicas el juego e influyen realmente en
consecuencias». él desde fuera, impidiéndole al
Otro factor trascendental de la ajedrecista pensar y concentrar-
forma deportiva es la yrep_ara- se, o aun sacándole de su nor·
ción psicológica. ÉSta ha de orien:: mal estado de ánimo; por ejem-
a
íarse resolver dos problemas bá- plo, el ruido en la sala donde se
sicos. El primero se refiere al desarrolla la competición ...
perfeccionamiento de las propias En esta categoría se incluyen
cualidades psicológicas: .estab!li- también las diversas formas de
dad emocional, capacidad de con- comportamiento hitenCiomi"daméD-
~centración prolongada,- memoriá' te destinadas a causar "inoléstfáS
duradera y ágil, firmeza exleriia al adversario- Cíü~:rit~=:íílPartidii:
e interna para vencer obstácüioS:- - frecuentes ausencias del local i!e
. El segundo es el planteado --:Por juego, contactos con otros parti-
el estudio de la .PSicología de! cipantes como si se estuviera co-
adversario: puntos fuertes y fla- mentando con ellos la posición,
cos de SÚ. personalidad, rasgos es- conducta insólita ante el tablero
pecíficos de su juego, etc. Para mismo distrayendo de maneras
acometer con éxito la primera de varias al contrincante, mirándo-
estas dos tareas, el ajedrecista le con fijeza a la cara, etcétera.
debe aprender a contemplarse a Los obstáculos cintemos. ----eon-
sí mismo como quien dice desde tra los cuales hay que luchar con
el exterior, con la máxima obje- no menor tesón- provienen de
tividad posible. Esto es muy di- la propia emotividad personal y
ficil. Se logra no sólo a través de no guardan relación directa con
un examen detallado de mate- la partida. Por lo regular el ju-

104
gador no tiene conciencia con- percibe a lo largo de la partida
creta de su influjo. ningún signo de faüga y conserva
A todo ajedrecista le asaltan su estado normal; sólo su juego
numerosas preocupaciones en re- empieza a deteriorarse, reflejando
lación con su vida cotidiana, fa~ inseguridad y evidenciando gra-
mília, trabajo y, por supuesto, ves errores. El interesado suele
con anteriores partidas termina~ explicar estos últimos, al acabar
das o aplazadas. Tales cosas le la partida, aludiendo a supuestos
dan de continuo vueltas en el ce- poderes «hipnóticos» del adver-
rebro, si bien en el plano del sub- sario o de algún espectador ...
conscient~; es decir, sin qÚe el Así, en el encuentro de Ba-
jugador piense siquiera en ellas. guio (1978) entre A. Karpov y
En ocasiones, máxime tratándose V. Korchnoi para el campeonato
de sujetos con menor estabilidad del mundo, el aspirante intentó
emocional, esas inquietudes cde dar cuenta de sus serios errores
fondoJ irrumpen en los mecanis~ atribuyéndolos a toda suerte de
mos nerviosos que, durante el influjos «telepáticoslt. Se resistía
juego, mantienen la mente cen- a admitir que fuera capaz de ha-
trada sólo en los problemas aje- cer tales jugadas espontáneamen-
drecísticos de la partida en cur- te. Korchnoi ignoraba o no que-
so. Entonces quedan perturbadas ría reconocer que esas faltas pro-
las reflexiones normales del ju- venían del cansancio o de una
gador ocupado en seleccionar su excesiva agitación emocional.
próximo movimiento. Esto puede Debe quedar bien claro que
ser fuente de una decisión equi- las pláticas acerca de la apütud
vocada. de algunos ajedrecistas para ejer-
Otro punto importante lo cons- cer sobre sus adversarios un 1!!:;
tituye la prevención de los erro- flujo hipnótico_ y perturbar así el
res debidos a la fatiga. Aquí con- ·curso normal del juego carecen
viene hacer notar que los sínto- de todo fundamento. El 'juga'áor
mas de cansancio difieren según debe saber apreciar--objetivamen-
las personas. El más común sue- te los medíos de que dispone su
le ser la pérdida de la aptitud rival para ejercer en él una pre-
para concentrarse: el ajedrecista sión psicológica, y también los
experimenta una palpable difi- cambios que tienen lugar en su
cultad en el cálculo de variantes, propio estado psíquico a medida
viéndose obligado a repasar algu- que progresa la partida.
nas de ellas varias veces; al mis- Es preciso añadir que los aje-
mo tiempo muchos pierden tam~ drecistas capaces de analizarse a
bién la seguridad en si mismos y sí mismos con seriedad encuen-
les cuesta decidirse por una ju- tran muchos y variados medios
gada. A otros se les manifiesta el de prevenir loserrores a"Ciüenos
cansancio en forma de apatía, fal~ eStamos refiríerido:Por ejemplo,
ta súbita de interés por el juego éuaiido efgran-maestro Y. Aver-
y disminución de la fuerza de vo- bach advierte que las jugadas de
luntad necesaria para escoger un su contrincante le cogen varias
buen movimiento. Es curioso que veces seguidas por sorpresa, com-
en bastantes casos el jugador no prende que está cansado y ofre-

105
ce tablas incluso teniendo mejor gos para que ayuden a sus alum-
posición. nos a eliminar los citados errores
También es cosa sabida que psicológicos?
entre los adversarios se estable-. Empecemos por examinar al-
ce durante el juego una corrien- gunos medios empíricos de resis-
te psicológica de efectos recí~ tencia a los obstáculos externos,
prócós~- Así, en· muchoS- ~asas: medios empleados por aj edrecis-
ai jugador se le contagia la in- tas insignes que sabían autoana-
seguridad y agitación de su rival. lizarse a fondo y sacar de esto
Esto se nota de modo especial en importantes conclusiones.
los momentos en que la lucha es Es sabido que la hipersensibj~
más tensa, cuando el destino de Jidad al ruido_ se manifiesta sobre
la partida se decide en unos po- todo en los períodos en que los
cos minutos y a veces hasta se-. jugadores se encuentran en baja
gundos. Entonces ambos conten- !orma deportiva o cuando, duran-
dientes juegan como si nada en te una lucha larga y emocional-
el mundo les interesara aparte mente tensa, aparecen en ellos las
de los sucesos que se desarrollan primeras señales de cansancio. Es-
en el tablero, pero su mutua in- tm: síntomas son especialmente
fluencia psicológica salta a la perceptibles hacia la 4.• o s.· hora
vista. de juego.
A título de ejemplo citaremos El ex campeón del mundo
una situación bastante común en M. M. Botvinnik era sumamente
las partidas llamadas «rápidas». sensible al ruido. Para corregir
Uno de los contendientes se deja este defecto psicológico empleó un
«colgada» una pieza, pero su ad- método bastante sencillo, aunque
versario no se da cuenta del des- por lo visto eficaz. Durante su
cuido y sigue jugando como si tal preparación para un campeonato,
cosa. Los aficionados que rodean mientras analizaba variantes o
la mesa de juego no aciertan a jugaba partidas de entrenamiento,
contener su emoción, cuchichean. creaba de modo arti!icial un am-
ríen ... , pero ninguno de los dos -biente ruidoso, corieciandOii:lríi="
ajedrecistas reacciona ante ese 'dúi -o-- por-otro· medio. Así se acos-
barullo, como si los «mirones» no tumbraba a no reaccionar a los
existieran. De pronto el que dejó ruidos e incluso a no notarlos.
la pieza «colgada» se percata de Más complicada es la cuestión
su error, lo cual suscita en él al- de llegar a vencer los obstáculos
gún tipo de reacción que pasa que provienen del adversario.
inadvertida a los espectadores: Para lograr éxito en esta empresa
retiene un instante el aliento o hay que tener una idea clara de
echa una furtiva ojeada hacia el la corriente psicológica, con in-
lado del tablero donde está la flujo recíproco, que se establece
pieza indefensa... En la mayoría entre ambos rivales durante el
ae los casos, su rival percibe juego.
mmediatamente este cambio psi- Hasta ahora no se ha prestado
cológico y «descubre el pastel». mucha atención a este aspecto,
¿Qué recomendaciones prácticas pese a que el reglamento del aje-.
pueden hacérseles a los pedago- drez contiene ya algunas instruc-

106
ciones relativas a la buena con- sario y tomándole a mi vez el
ducta de los jugadores durante pelo, le repliqué con viveza: "Con-
la partida. Claro está que esas que ya tengo que abandonar,
normas no pueden abarcar o tra- ¿eh? ¿Será usted capaz de co-
tar con detalle todas las particu- mérseme también el peón?.,
laridades del comportamiento de »Alapin, después de lanzarme
los ajedrecistas. El reglamento una mirada suspicaz y reflexionar
dice, por ejemplo, que mientras
dura el juego los adversarios no
deben conversar entre sí ni dis- Diagrama núm. 44
cutir con nadie la posición; sin
embargo, no especifica que el
jugador no tiene derecho a intro-
ducir en el local del torneo cuales-
quiera objetos que puedan des-
viar de la partida la atención de
su adversario, ni a venir acom-
pañado de animales domésticos
y pasearse con ellos por la sala.
ni a fijar largamente la vista en
el contrincante mientras éste me-
dita su jugada, seguirle con los
ojos, sonreír, reaccionar a sus ju-
gadas con gestos o muecas, etc.
Tales incorrecciones, que no son
infrecuentes, entorpecen el curso
normal del juego. Más de una
vez ha ocurrido también que la diez minutos, acabó por decir:
conversación iniciada sobre el ta- "Pues... ¡sí, señor! ¡Ese peonci-
blero por uno de los contendien- llo me lo como!" Y acto seguido
tes fuera causa de graves des- jugó 3•... , Dx f3??, pero al res-
cuidos. ponder yo 4. Ta3+, empezó a
Acerca de un caso de este tipo gesticular con los brazos, dio un
escribía F. Duz-Khotimirski: grito, palideció y ... se calló defi-
nitivamente.•
cA Alapin le gustaba mucho Hablando de comportamientos
bromear durante las partidas. En poco éticos, hayciüe··ménCionar
uno de sus encuentros conmigo también otro bastante común: la
(torneo internacional de Praga, incapacidad de rendirse en posi-
1908) surgió la posición del dia- ciones desesperadas. Ernest 'He:
grama 44. "mingway escrib-iÓ .. con gran tino
•En ese momento, con la parti- que cun auténtico hombre no es
da claramente ganada, jugó l. siempre el que sabe ganar, sino el
... , d2, exclamando al mismo tiem- que sabe perden. Es preciso sa-
po: "¡Pronto le llega el fin!" ber ganar, pero también lo es sa-
•Se hicieron los movimientos ber perder con honra. Algunos ju-
2. Ta4, dl =D; 3. Ta5, y aquí yo, gadores, incluso entre los de más
imitando la facundia de mi adver- alta categoría, no han aprendido

107
a ser buenos perdedores, y por Tales sujetos tardan mucho tiem-
eso muchas veces no han logra- po en «digerir la píldora», y no es
do en las competiciones el éxito raro que en la siguiente parti-
que hubiera sido de esperar. da que juegan se revelen muy
por debajo de su fuerza y posi-
Diagrama núm. 45 bilidades reales.
Cada jugador debe encontrar
sus propios medios para, después
de una derrota, eliminar todo ves-
.tigio de emotividad ·exagérada y
volver a su normal estado emg1i=.
va y psíquico. La importancia de
esto puede juzgarse por el ejemplo
del gran ajedrecista V. V. Smys-
lov, que en su trayecto hacia el
máximo trofeo mundial consiguió
superar lo que consideraba la
principal deficiencia de su carác-
ter: peor juego a consecuencia de
una reciente derrota.
Abordemos ahora la cuestión de
la actitud psicológica ante el jue-
go del adversario. Es oportuno ad-
Esta posición se dio en una par- vertir que, por mucho que el aje-
tida entre dos grandes maestros drecista se concentre en la parti-
bien conocidos, Y. Balashov y da misma y por más que afirme
M. Matulovic (cuartos de final su voluntad de buscar en cada po-
para la copa de los campeones de sición la jugada objetivamente
Europa, Moscú, 1979). mejor, como quien resuelve un
Un caballo y una dama de me- problema matemático, no puede
nos no pareció a las negras moti- evitar conducirse en mayor o me-
vo suficiente para rendirse (!) y, nor grado al modo de un psicólo-
después de pensar quince minutos, go. Así, cuando se enfrenta, pon-
el maestro yugoslavo decidfó pro- gamos por caso, hoy con Smyslov,
seguir la lucha y aplazar la par- mañana con Bronstein o Tal, a
tida, anotando la jugada secreta. menudo adopta, en ciertas posi-
Semejante conducta sólo puede ciones no demasiado netas, pla-
explicarse por la poca estima que nes distintos según las caracte-
uno tiene de sí mismo y de su rísticas individuales de su rival:
rival. contra Smyslov, profundo cono-
Sucede también con frecuencia cedor de los finales y reputado
que, tras haber perdido una par- por su excelente técnica en esta
tida y con motivo del choque emO- fase de la partida, evitará los
cional que ello supone, el aje- cambios; contra Bronstein o Tal,
drecista se toma muy a pecho su entusiastas del juego combinati-
derrota y, a veces,_ trata a su ad-_ vo, aprovechará todas las ocasio-
versario co~ poca corrección, no nes posibles para simplificar la
pudiendo dominar sus nervios. posición cambiando piezas. Hay

108
que tener siempre en cuenta los su serenidad mental, algo así
rasgos específicos de la psicología como si en su interior «saltara
del adversario. Éstos no sólo se de alegría:t. De esto puede apro-
refieren a su juego o a su manera vecharse un adversario que capte
de proceder en el tablero, sino al bien los matices psicológicos de la
conjunto de su personalidad. lucha. Provocar cualquier dese-
Tiempo atrás, en el campeona- quilibrio en las emociones del con-
to de Moscú, el entonces joven trincante equivale a inducirle con
candidato a maestro y hoy gran disimulo a tomar decisiones erró-
figura del ajedrez Y. A verbach se neas. Ello puede resultar no sólo
enfrentaba con el eminente aje- de una sobrecarga emocional ne-
drecista I. Kann. Después de re- gativa, sino también positiva.
flexionar durante casi una hora, Una de las más claras ilustra-
A verbach le propuso a su adver- ciones de este fenómeno la tene-
sario un interesante sacrificio de mos en una partida jugada en
peón. Sin duda el joven se sentía 1925 entre Lasker e Ilin-Dzenevs-
algo excitado e inquieto ante las ki, en el primer torneo interna-
consecuencias posibles de su agu- cional de Moscú. Ilin-Dzenevski,
da decisión. Kann, sin pensar mu- como él mismo admitió después
cho, rehusó la oferta. del juego, se sentía de excelente
Después de la partida, A ver- humor combativo: ¡con Lasker ha-
bach quiso saber por qué su con- bía logrado, como mínimo, igualar
trincante no había entrado en
la posición! El plan estratégico
aquella línea de juego y le mos-
que pensaba seguir estaba claro en
tró algunas ingeniosas variantes.
su mente, pero de pronto Lasker
Kann replicó que, sencillamente.
creía en la seriedad y buen jui- hizo una enigmática jugada de
cio de su adversario, y estaba se- dama. ¿Se trataba de un descuido
guro de que Averbach no sacrifi- o de un verdadero sacrificio? Ilin-
caba un peón a la ligera... Al Dzenevski ganó la dama enemiga
decidirse a rechazar el sacrificio, a cambio de una torre, alfil y
Kann evitó sobrecargar sus pen- peón.
samientos con un cálculo super- Evocando este episodio, el pro-
fluo de variantes; resolvió el pro- pio Ilin-Dzenevski escribía: «En la
blema rápida y simplemente... a partida que jugué contra Em. Las-
partir de la personalidad de su ker el 19 de noviembre de 1925,
adversario, y no de las caracte- en ~1 torneo internacional de Mos-
rísticas objetivas de la posición. cú, llegamos, después del 13.• mo-
El ajedrez pasó a un segundo pla- vimiento de las blancas, a la po-
no. Este caso, basado en la in- sición del diagrama 46.
teracción psicológica del carácter »En vez de cambiar las damas.
de ambos jugadores, se da con Lasker, con gran sorpresa de los
bastante frecuencia. circunstantes, prosiguió 13. . .. ,
A veces, en especial cuando los Dxa2; U. Tal, DXb2; 15. Tf-bl,
acontecimientos que se desarro- Dxbl+; 16. Txbl, entregando
llan en el tablero toman inespera- su dama por una torre, alfil y
damente un cariz favorable, el peón. Confieso que ni siquiera
ajedrecista pierde en cierto modo ahora entiendo esta combinación

109
y estoy de acuerdo con Bogolju- ¡Tal es el castigo por la prematu-
bov. que comentó la partida, en ra embriaguez del triunfo!
que después de ·su sacrificio las »Después de la partida, Lasker
negras corren gran peligro de ser negó que su entrega de dama fue-
ra fruto de una distracción. Al
jugar como lo hizo, contaba, desde
Diagrama núm. 46 luego, con el efecto' psicológico de
su sacrificio ... »
¿Cuál es la clave psicológica
dt> esa victoria en la que Lasker
confiaba al sacrificar la dama? En
primer lugar, sabía por larga ex-
periencia que muchos maestros
sobrevaloran la fuerza de la
dama y, en general, no están
acostumbrados a jugar posicio-
nes en las que llevan la dama de
«ventaja». En segundo lugar, di-
chos maestros se sienten insegu-
ros en tales posiciones, sin contar
con que su inesperada conquista
de la dama a menudo provoca en
ellos una desmedida euforia que
les dificulta el hallazgo de planes
derrotadas. Entonces pensé sim- correctos de juego.
plemente que Lasker se había Esto no es más que un ejemplo
distraído, y así lo creyeron tam- entre los muchos que nos brin-
bién los demás jugadores del tor- dan las partidas de Lasker, ba-
neo, incluido Bogoljubov. El in- sados en su descubrimiento cien-
cidente me puso eufórico: ¡El día tífico: el enfoque psicológico de
anterior había vencido contra Ca- la lucha que se desarrolla en el
pablanca y ahora ganaba contra tablero de ajedrez.
Lasker! ¡El resto era ya coser y Cuando Lasker se preparaba
cantar! Y empecé a jugar con para un torneo, siempre tenía en
desenvoltura... Cierto que a esto cuenta las peculiaridades psico-
también contribuyeron los apu- lógicas de sus futuros adversa-
ros de tiempo en que me encon- rios, cosa a la que nadie solía de-
traba. Siguió 16. ... , Tf-d8; 17. dicar mucho tiempo. Los rivales
c4, CeS; 18. f4, a6; 19. Rh1, Cc7; de Lasker estudiaban varianJtl.
20. De3, Tb8; 21. Td1, CM; 22. de apertura; él estudiaba aún
Dc3, aS; 23. Tal, b6; 24. De3? ·más a las personas. Y durante ef
A esta jugada las negras repli- forneo tomaba deé1siones que pa-
caron 24. ... , eS, ganando la cali- recían extrañas desde el punto
dad y, muy pronto, la partida. dt> vista de la técnica ajedre-
Evidentemente, mi último movi- cística, pero se justificaban ple-
miento fue un grave descuido, namente por la «posición» psicoló-
pero, aparte de ello, había ya de- gica ...
teriorado bastante mi posición. Para conservarse en buena for-

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ma deportiva es también muy im- gando una nueva partida, entor-
portante saber resistir a los obs- pecer el curso normal de sus pen-
táculos internos; esto significa que samientos en un momento dado.
durante el juego el ajedrecista Los obstáculos internos son fre-
debe poder concentrarse en él por cuentes a raíz de un aplazamiento,
completo, sin permitir que le es- sobre todo si se han aplazado va-
torben preocupaciones, emociones, rias partidas. Por mucho que el
dudas, etc., que no tengan que ajedrecista intente no pensar en
ver con la partida. El problema se ellas, su subconsciente sigue ana-
resuelve aprendiendo a organi- lizándolas, y los resultados de
zarse la vida en período de com- este análisis saltan periódicamen-
peticiones, y a conducirse después te a la conciencia con detrimento
de cada partida -en especial si del proceso mental ligado a la
se vuelve sobre ella- de tal ma- partida siguiente.
nera que quede borrada toda Las cuestiones relativas al en-
chuella» de los aconteCimientos trenamiento psicofisiológico del
pasados. Suele ocurrir, por ejem- jugador de ajedrez, para incre-
plo, que, al acabarse una partida mentar su resistencia a los obs-
tensa, ambos contrincantes, a pe- táculos internos, todavía están en
sar de su cansancio, desean ana- mantillas. Sólo hay una cosa cla-
lizarla y examinar muchas va- ra, y es que la solución depende
riantes que quedaron «entre bas- de que se tengan en cuenta las
tidores». Este deseo debe satisfa- particularidades de la constitu-
cerse, pero, por supuesto, dentro ción psíquica de los sujetos.
de los límites razonables. Bastan El gran aviador soviético Mik-
20 o 30 minutos para repasar las hail Mikhailovich Gromov escri-
principales variantes surgidas du- bía que para convertirse en un
rante el juego, analizarlas y li- buen piloto, capaz de conducir un
berarse así del peso mental de avión con firmeza y seguridad,
la partida en cuestión. Si esto no uno tenía que aprender ante todo
se hace, es probable que el juga- a «pilotarse» a sí mismo. Esto pue-
dor siga de todas formas anali- de también aplicarse sin reservas
zando la partida inconscientemen- a cualquier deportista y, especial-
te, lo cual, aparte de no dejarle mente, a cualquier jugador de
dormir bien por la noche, puede ajedrez.
al día siguiente, cuando esté ju-

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