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Técnicas de anestesia para cirugía oftálmica.

Monografía

Estudiante:

Ana María Alzate Villegas


Medica Veterinaria
CC. 1.128.416.967
MP:26124

Asesor: Sandra Patricia Acevedo Toro

Coordinador de Programa:

Juan Guillermo Maldonado Estrada

Posgrados Facultad de Ciencias Agrarias

Especialización en Medicina Interna de Pequeñas Especies Animales

Universidad De Antioquia

2015
Resumen

En su gran mayoría los procedimientos oftalmológicos en medicina veterinaria


tienen un riesgo mínimo o moderado, sin embargo, es necesario según el
procedimiento a realizar, utilizar sedación o anestesia profunda lo cual puede
generar cambios en las condiciones del globo ocular y complicaciones propias de
la anestesia. Es por esto que, al hablar de anestesia oftalmológica en veterinaria,
es indispensable tener en cuenta no solo el tipo de anestesia que se empleará,
sino el fármaco utilizado para la anestesia general o sedación del animal,
buscando siempre que no genere cambios a nivel ocular. El éxito de la cirugía
oftalmológica depende en gran medida de un adecuado manejo anestésico. La
anestesia ideal debe conferir una cirugía sin dolor, buena relajación muscular,
hipnosis y presentar mínimas complicaciones locales o sistémicas, además de ser
costo-efectiva y facilitar el procedimiento quirúrgico. Se reconoce la necesidad del
uso de técnicas eficaces y seguras que tranquilicen y minimicen el dolor en el
paciente, con el fin de evitar complicaciones en los procedimientos y garantizar
una buena recuperación; las técnicas de anestesia local proporcionan un
complemento exitoso para la anestesia general ya que disminuye el equipo
mínimo requerido, los efectos sistémicos, indican menor anestesia inhalada o
intravenosa y mejora la analgesia post operatoria. El objetivo de esta revisión es
realizar una breve descripción, evolución, ventajas y desventajas de algunas
técnicas de anestesia empleadas para la cirugía oftálmica veterinaria.

Palabras clave: Anestesia, oftalmología, técnicas de bloqueo ocular.

Summary:

Although ophthalmic procedures themselves are not particularly dangerous, our


patients should receive sedation and general anesthesia for manipulation, which
leads in a high risk and may also lead to changes in the conditions of the eyeball
that complicate surgery. That is why anesthesia in veterinary ophthalmology has to
consider not only the type of local anesthesia to be used, but the drug used for
general anesthesia or sedation of the animal, always looking for one which does
not generate ocular changes. Successful ophthalmic surgery depends largely of
the anesthetic management. The ideal anesthetic should confer painless surgery
and have minimal local or systemic complications, in addition to being cost-
effective and facilitate the surgical procedure. The main characteristic of
the anesthetic is to minimize pain to the patient in order to avoid complications in
the procedures and ensure good recovery. Local anesthesia techniques provide a
successful method in addition to general anesthesia because it decreases the
minimum equipment required and systemic effects. The objective of this review is
to make a brief description, evolution, advantages and disadvantages of some
anesthesia techniques used for veterinary ophthalmic surgery.

Keyword: Anesthesia veterinary ophthalmic considerations, ocular lock


techniques.
Contenido
Introducción ...................................................................................................... 5
Consideraciones previas al procedimiento de anestesia. .................................. 6
Anestesia General ............................................................................................ 7
Preanestesia .................................................................................................. 8
Inducción anestésica ..................................................................................... 8
Algunas consideraciones anatómicas. ......................................................... 10
Anestesia local para cirugía oftálmica ............................................................. 11
Anestesia tópica intracameral ...................................................................... 15
Infiltración anestésica oftálmica ................................................................... 16
Anestesia subconjuntival .......................................................................... 16
Bloqueo del globo ocular .......................................................................... 17
Bloqueo retrobulbar .................................................................................. 18
Bloqueo palpebral temporal inferior: ......................................................... 18
Bloqueo perimandibular ............................................................................ 20
Bloqueo Peribulbar superior – inferior ....................................................... 21
Bloqueo Subtenoniano ............................................................................. 22
Anestesia Retrobulbar y peribulbar ........................................................... 23
Relajantes musculares en microcirugía ocular………………...…………….23

Conclusiones .................................................................................................286
Referencias ....................................................... ¡Error! Marcador no definido.7
Introducción

En oftalmología se reconoce la necesidad del uso de técnicas eficaces y seguras


que tranquilicen y minimicen el dolor en el paciente, con el fin de evitar
complicaciones en los procedimientos y garantizar una buena recuperación.

Actualmente las enfermedades oculares que necesitan cirugía son frecuentes en


animales de compañía, y los clínicos utilizan procedimientos que van desde la
corrección básica del entropión en animales jóvenes y sanos, a cirugía intraocular
avanzada en animales geriátricos que sufren enfermedad crónica. Ya que se
cuenta con una gran variedad de procesos y de estados clínicos de los pacientes,
el protocolo anestésico debe de ser ajustado para cada uno, teniendo en cuenta
los siguientes puntos: Dolor asociado a enfermedad ocular, técnica a utilizar,
presión intraocular (PIO), tipo de paciente, su clasificación ASA 1 y diferencias con
respecto a las técnicas humanas. (Petersen, C y Garcia E, 2010). El éxito de la
cirugía oftalmológica depende en gran medida de un adecuado manejo
anestésico. Los dos mecanismos que producen mayores complicaciones durante
la cirugía oftálmica son: aumento de la PIO y reflejo oculo-cardiaco. Este reflejo
produce una disminución de más del 20% en la frecuencia cardiaca con respecto a
los valores obtenidos antes de la manipulación de músculos extra oculares,
cambios en la PIO y manipulación de la conjuntiva, los cuales desencadenan un
estímulo a nivel trigémino vagal (De Miranda et al, 1996). La técnica de anestesia
que se utilice durante el procedimiento influye directamente en este reflejo, así
como en el tamaño de la pupila, tono de los músculos y PIO (15 a 25 mm Hg). La
anestesia ideal debe conferir una cirugía sin dolor y presentar mínimas
complicaciones locales o sistémicas, además de ser costo-efectiva y facilitar el
procedimiento quirúrgico. Lamentablemente aún no se ha descubierto el agente
anestésico perfecto, pero se han hecho aproximaciones bastante buenas y con
resultados satisfactorios, logrando un paciente totalmente relajado y tranquilo
durante toda la cirugía, presión intraocular normal o reducida, ausencia de
congestión vascular, alivio del dolor o de la incomodidad. Ausencia de vómito
posoperatorio, prevención del reflejo óculo-cardiaco y conocimiento de las
interacciones farmacológicas. (Garcia LC, 1992; Sally MT, 2010).

El objetivo de esta revisión es realizar una breve descripción, evolución, ventajas y


desventajas de algunas técnicas de anestesia empleadas para la cirugía oftálmica
veterinaria.

Consideraciones previas al procedimiento anestésico.

Es necesario tener en cuenta el estudio preoperatorio, la anatomía y fisiología


ocular, la elección de la técnica anestésica, posibles complicaciones
locorregionales, selección de los anestésicos y la vigilancia en el postoperatorio.
La anestesia debe garantizar la total acinesia, la analgesia y la normotonía ocular.
La selección de pacientes para anestesia regional oftálmica debe ser realizada por
el médico veterinario y el anestesiólogo. En el caso de la medicina veterinaria
todos los pacientes que tendrán procedimientos quirúrgicos oftálmicos deben
permanecer bajo anestesia general o sedaciones moderadas junto con un bloqueo
regional, para evitar cualquier complicación, a diferencia de medicina humana en
donde normalmente se utilizan de rutina técnicas locales sin necesidad de uso de
anestésicos sistémicos. (Giuliano et al., 2013).

En vista de que la mayoría de los fármacos anestésicos suprimen el reflejo


deglutor, produciendo regurgitación del contenido gástrico durante el
procedimiento, es alto el riesgo de broncoaspiración y obstrucción de las vías
aéreas con la consiguiente insuficiencia respiratoria, y si el animal sobrevive, una
posterior neumonía por aspiración. Por estos argumentos, es de obligatoria
necesidad, el ayuno antes de la anestesia. En lo posible, se puede manejar un
tiempo prudente entre 10 – 12 horas, ya que varias investigaciones indican que el
vaciamiento gástrico se da en menos de 10 horas, aunque hay variaciones de
acuerdo a la edad. En los pacientes pediátricos por ejemplo, se corre el riesgo de
sufrir una hipoglicemia y deshidratación, por lo que el ayuno deberá ser menor (6-
8 horas) de sólidos y solo 2 horas de líquidos. Igualmente se debe evaluar la
condición general del paciente previo a la anestesia. En pacientes con
insuficiencia renal, se debe mantener hidratación constante durante el ayuno para
evitar complicaciones posteriores. En todos los pacientes que ingresen para
cirugía debe manejarse como regla general la consecución de una vía venosa y en
lo posible de una sonda endo-traqueal, ya que en todos los procedimientos
anestésicos para cirugía ocular se presentan complicaciones que pueden llevar a
la muerte del paciente (Eke et al., 1998. Laredo et al., 2000).

Es necesario además, contar con la preparación adecuada del anestesiólogo ya


que se debe enfrentar a los efectos anestésicos sobre los estudios
electroretinográficos, el reflejo óculo-cardíaco y los efectos sistémicos de los
fármacos anestésicos oculares (New, 2000).

En el estudio preoperatorio, el estándar de pruebas a tener en cuenta deben


incluir, de acuerdo al caso: ECG (pacientes mayores de 7 años o con
antecedentes de enfermedad cardíaca), medición de la presión arterial, Rx de
tórax (pacientes con problemas cardíacos), hemograma, química sanguínea (ALT
y creatinina) y prueba de coagulación (TPT) antes de someter al paciente a una
consulta de anestesiología y cirugía ocular (Giuliano et al., 2013).

Anestesia General

La realización de todo procedimiento anestésico implica la selección de un


protocolo específico, acorde con el estado físico del paciente y con la naturaleza
del procedimiento a realizar. Dicha anestesia debe asegurar la instauración de un
estado de inconsciencia acompañado de la relajación muscular, analgesia,
equilibrio de las constantes vitales, supresión de reflejos, control del dolor
postoperatorio e inducir la recuperación suave del paciente. En la actualidad no
existe ningún anestésico capaz de lograr todos estos objetivos por sí solo, por lo
que se hace necesario la combinación con tranquilizantes, relajantes musculares y
analgésicos.
Preanestesia

En la mayoría de los casos, los fármacos que se utilizan para la pre-anestesia


hacen parte del grupo de tranquilizantes/ sedantes, analgésicos y anticolinérgicos.
El objetivo de la medicación preanestésica radica en permitir una inducción y
recuperación tranquila y segura, además, de mantener un equilibrio en las
constantes vitales del paciente. La aplicación de la pre-anestesia tiene como
objetivo adicional disminuir la dosis requerida de anestésico general,
incrementando así la seguridad de la técnica tanto en pacientes normales como
con alto riesgo, disminuyendo la probabilidad de liberación de catecolaminas
indeseables en el procedimiento que pueden generar arritmias cardíacas.

La Acepromacina es un tranquilizante mayor muy utilizado en la pre-anestesia


para caninos y felinos ya que tiene efectos antiarrítmicos, antihistamínicos y
antieméticos. La dosis que se considera es de 0,02 mg/kg a 0,08 mg/kg en las dos
especies. La duración de acción transcurre entre las 3 y 6 horas. También se
pueden manejar el propionilpromacina (0,4 mg/kg) con un tiempo de acción igual a
la acepromacina. El Midazolam se puede manejar entre 0,07-0,25 mg/kg con un
tiempo de acción de 1 a 2 horas para ambas especies. En la mayoría de los casos
se aplica Xilacina entre 0,2 – 1 mg/kg con un tiempo de acción de 1-2 horas para
perros y gatos, conduciendo a la relajación muscular, sedación y analgesia
(Laredo et al., 2000)

Inducción anestésica

La mayoría de fármacos que se utilizan para cirugía oftálmica no deben influir de


manera significativa en la Presión Intraocular (PIO), pero repercuten en la
presentación de náuseas y vómito al despertar. El Tiopental sódico se utiliza para
causar hipnosis y relajación muscular pero no presenta efecto analgésico. El
tiempo de acción es muy corto (5- 10 minutos). El propofol es otro fármaco de
acción corta, pero a diferencia del primero, no tiene efectos acumulativos. Uno de
los fármacos utilizados en la mayoría de cirugías es la Ketamina/Tiletamina que
corresponde al grupo de los disociativos, generando catalepsia y analgesia
somática. El tiempo de acción transcurre entre los 30 y 60 minutos tras la
administración intravenosa causando estimulación cardiovascular y escasa
depresión respiratoria.

Hay que tener en cuenta, que no todos los fármacos se pueden utilizar en
cualquier procedimiento. En anestesia, no existen protocolos confiables, solo
existen necesidades individuales de cada paciente como se ha mencionado
anteriormente.

Estudios realizados por Stephan et al., 2003, concluyen que la inyección


intramuscular de Acepromacina causa significativa miosis en perros durante 10-
25 minutos posteriores a la aplicación, por lo que la aplicación consiguiente a la
inyección de acepromacina con otros agentes mióticos podrían causar un daño en
el globo ocular.

Batista et al., 2000, ha observado en su investigación, donde evalúa la presión


intraocular siguiente a la inyección de 10 mg/kg de propofol en perros, que no hay
cambios significativos en el globo ocular, pudiéndose utilizar de modo seguro
como preanestésico en la cirugía oftálmica

Hazra et al., 2008, reporta no observar cambios asociados a la presión intraocular


y complicaciones posoperatorias cuando se utilizan combinaciones de anestésicos
como la ketamina, xilacina, en conjunto con el bloqueo retrobulbar en pacientes
caninos, en contraste con lo encontrado por Kovalcuka et al., 2013, donde
concluye que la anestesia con ketamina incrementa considerablemente la presión
intraocular en perros (23.2 ± 5.9 mm Hg). Estas observaciones concuerdan con lo
reportado por Tamura et al., 2002, donde se reporta un incremento significativo de
la presión intraocular cuando se utiliza como anestésicos midazolam – ketamina.
Hofmeister et al., 2006, también reportan notar un incremento de la presión
intraocular de 5.7 mm Hg más que los valores de referencia para caninos. Estos
resultados se deben tener en cuenta cuando el paciente presenta signos clínicos
de fragilidad corneal o perros predispuestos o afectados por glaucoma (Tamura et
al., 2002. Kovalcuka et al., 2013,).
Algunas consideraciones anatómicas.

Para aplicar correctamente las diferentes técnicas de anestesia oftálmica es


necesario tener clara la anatomía externa del globo ocular, de forma que se tenga
claro en qué región o punto se realiza la aplicación del anestésico.

Figura 1. Anatomía macroscópica del ojo canino. (Ro et al., 2002)

Los párpados poseen músculos lisos y estriados y gran vascularización e


inervación. El músculo principal es el orbicular de los párpados (Sally, 2010). Los
puntos lagrimales se ubican en la superficie interna de los párpados a unos 3 o 4
mm del canto medial. La conjuntiva es una membrana mucosa y transparente que
cubre las superficies internas de los párpados, superficie interna y externa de la
membrana nictitante y la parte inferior del globo ocular adyacente al limbo. Se
compone de dos porciones adyacentes que son: la conjuntiva palpebral
(párpados), y la conjuntiva bulbar (globo ocular). La función principal de la
conjuntiva es la protección del ojo (Lau et al., 2010). La membrana nictitante, es
una estructura protectora móvil ubicada entre la córnea y el párpado inferior en la
porción nasal del saco conjuntival inferior, responsable de la producción de
aproximadamente 30 % de la película lagrimal acuosa ( Douglas, 2004). La córnea
es transparente y desempeña una función principal de refracción, al tiempo que
constituye una barrera física fuerte e impermeable entre el ojo y el entorno (Gelatt,
2003). Los músculos extraoculares son siete: elevador del párpado superior
(EPS); recto superior (RS); recto inferior (RI), recto medio (RM); recto lateral (RL);
oblicuo inferior (OI), y oblicuo superior (OS). El tercer nervio craneano o motor
ocular común inerva EPS, RS, RM. RI y OI. El cuarto nervio craneano o troclear
inerva el OS. El sexto nervio craneano o abductor inerva el RL. (Peña, 2002)

Anestesia local para cirugía oftálmica

Para el tratamiento de enfermedades oftálmicas en medicina veterinaria es


necesario establecer varios protocolos anestésicos rigurosamente elaborados ya
que los procedimientos realizados a pacientes con anomalías oculares son
delicados y cualquier movimiento del paciente puede comprometer la capacidad
visual y la evolución de la cirugía. El objetivo de la anestesia oftálmica es brindar
seguridad al paciente, un adecuado mantenimiento de las funciones del globo y un
campo operatorio seguro para el cirujano. Es necesario además, mantener un
adecuado posicionamiento de los ojos, proporcionar el más alto diámetro pupilar y
mantener la adecuada presión intraocular en los pacientes.

En pacientes humanos, el uso de sedantes asociados a la anestesia ocular es


común en ciertos procedimientos, mas no en la mayoría; contrariamente a
pacientes caninos donde el uso de estos medicamentos es de carácter obligatorio
para garantizar la sedación completa, complicando la evaluación de los reflejos
palpebral, corneal y afectando la disposición del globo ocular (Carareto et al.,
2007. Honsho et al., 2014), siendo necesario implementar otras técnicas que
disminuyan estos riesgos.

Las técnicas de anestesia local proporcionan un complemento exitoso para la


anestesia general ya que disminuye el equipo mínimo requerido, los efectos
sistémicos, indican menor anestesia inhalada o intravenosa y mejora la analgesia
post operatoria . Estas técnicas se utilizan comúnmente en bloqueos retrobulbares
antes de enucleaciones y cirugías de cataratas, proporcionando acinesia en el
párpado y músculos extra oculares. Además, reviste analgesia local que reduce la
necesidad de administración perioperatoria de analgésicos sistémicos como
opiodes y fármacos antiinflamatorios no esteroideos (Giuliano et al., 2013).

Uno de los anestésicos locales más utilizados desde el siglo XIX fue la cocaína, un
anestésico que generaba ciertas complicaciones ya que inducía reacciones
adversas como úlceras corneales y reacciones conjuntivales severas lo que
condujo a descubrir otros agentes anestésicos locales como la lidocaína,
tetracaína, proparacaína, etc (Eke et al., 1998). Hoy en día, estos anestésicos se
siguen utilizando rutinariamente en la práctica veterinaria para cirugía oftálmica.

La Proparacaína (0.5%) es el anestésico de uso tópico que se utiliza en


oftalmología de pequeñas especies para la evaluación de la tonometría,
evaluación corneal y conjuntival, sutura y remoción de cuerpos extraños e
inyección intracameral, generando anestesia a los 0.25 - 2 minutos y manteniendo
el efecto de 10 a 15 minutos con una sola gota (Carareto et al., 2007). Según
Campoy & Matt, 2013, con la aplicación de una segunda gota en el siguiente
minuto, el efecto se prolonga por 55 minutos, siendo este anestésico dosis
dependiente. En perros y gatos con sensibilidad corneal disminuida (asociada a
Diabetes mellitus, o perros y gatos con conformación braquicefálica) se puede
observar un efecto más prolongado. Además, Binder & Herring, citados por
Camboy 2013, informan observar un menor efecto anestésico en gatos
domésticos con la aplicación de proparacaína, en comparación con la aplicación
en perros normales.

La proparacaína resulta ser muy segura en procedimientos superficiales por lo que


además se utiliza en medicina humana por sus predictivos efectos mínimos
medidos por la presión intraocular (IOP). En perros, este anestésico se comporta
igual lo que se puede evidenciar en el trabajo de Kim y colaboradores en 2013
donde se evaluó la sensibilidad corneal y la presión intraocular generados por este
fármaco en ratas y perros en Corea del Sur, donde se encontró una reducción
significativa en la sensibilidad corneal sin cambios en la presión intraocular
medidos por tonometría. Otros estudios determinan la recomendación preferencial
del uso de la propacaína gotas oftálmicas para el uso de la anestesia en perros ya
que no evidencian reacciones adversas consiguiendo el efecto deseado por 15
minutos cuando se instila en el ojo una gota de este fármaco al 0.5% seguida de
dos gotas en el después de un minuto (Parchen et al., 2011). Wang y
colaboradores, 2013, determinaron el efecto prolongado entre 8 y 10 veces mayor
de la proparacaína cuando se administra en conjunto con el Tetrodotoxin en
comparación con cualquier anestésico que se administra solo.

Otro anestésico local utilizado en oftalmología veterinaria es la tetracaína. No muy


común en pequeñas especies ya que favorece la hiperemia conjuntival, irritación
local, quemosis y dolor al momento de la aplicación en la mayoría de especies
animales. Este fármaco resulta tóxico para los gatos (Duke, 2001), pero se puede
utilizar con buenos resultados anestésicos en caballos cuando se instila una
segunda gota en el minuto siguiente a una concentración de 0.5% sin observarse
estas reacciones adversas (Monclin et al., 2011). Parchen y colaboradores en
2011, reportan que el efecto anestésico de la tetracaína al 1% se mantiene por 25
minutos e incrementa 5 minutos más cuando se instilan 2 gotas en el ojo sin
observar cambios en el diámetro pupilar, la presión intraocular y la producción de
lágrimas en perros.

En otro estudio realizado en Italia, se evidencia el efecto anestésico en la


sensibilidad corneal en perros, que se mantuvo hasta los 45 minutos luego de la
instilación del producto a una concentración del 1%. En este mismo trabajo, se
comparó la efectividad de la Oxibuprocaína (otro anestésico local utilizado en
pequeñas especies) encontrándose que no hay diferencias estadísticamente
significativas con respecto a la tetracaína en la disminución de la sensibilidad
corneal, pero el primer fármaco produjo menos irritación que la producida por la
tetracaína (Douet et al., 2013).
Los anestésicos se pueden aplicar mediante la instilación de gotas o con gasas
empapadas que se colocan en los fondos del saco conjuntival. El momento y la
frecuencia de aplicación dependen de las preferencias del cirujano. La aplicación
de anestésico mediante geles quirúrgicos no es una idea nueva, algunos autores
emplearon toques perilimbares con hemostáticas en cirugía de cataratas y
combinada, aumentando la penetración del agente en el área a intervenir (García
et al., 1992)

Algunos trabajos sugieren que la anestesia tópica puede emplearse con éxito
tanto para la cirugía de catarata y glaucoma incluso para la vitrectomía posterior.
La anestesia tópica pura es eficaz para la cirugía del segmento anterior, si bien la
instilación intracamerular de anestésico, introducido por primera vez por Gills,
bloquea las aferencias nerviosas del iris y del cuerpo ciliar, lo que mejora el dolor
intraoperatorio. Otra anestesia novedosa es el gel de lidocaína al 2%, que posee
la ventaja teórica de un mayor tiempo de contacto con la superficie ocular y mayor
tiempo de anestesia. La aplicación repetida aumenta la eficacia y la analgesia
conseguida es compatible a la obtenida por otros autores con la anestesia
intracamerular.

La anestesia tópica ofrece la ventaja de que es rápida, simple y no invasiva, y la


visión se recupera inmediatamente después del procedimiento. Es recomendable
para procedimientos no complicados y cuando se trabaja con pacientes tranquilos.

La anestesia local puede ser obtenida con gotas o geles oftálmicos. Con los geles
se logra una mayor concentración del medicamento en la cámara anterior, lo que
puede producir analgesia superior que las gotas, las cuales solo producen
anestesia en la superficie (De Miranda et al., 2015). La desventaja del uso de
geles es que al parecer aumenta el riesgo de endoftalmitis post operatoria, ya que
actúa como barrera para los agentes antisépticos que se apliquen. Es por esto que
es conveniente aplicar povidona yodada al 5- 10% antes de usar el gel de
anestesia, teniendo precaución de instilar gotas anestésicas antes de usar el
antiséptico. (García et al., 1992)
Cuando se trabaja con gotas, se debe tener en cuenta que la penetración en el ojo
del medicamento depende de la concentración, la permeabilidad de la córnea y la
velocidad de eliminación del saco conjuntival. El flujo lagrimal y el espacio
conjuntival ejercen un efecto dinámico sobre las concentraciones. Cuando se
aplica una gota y el ojo no parpadea, se retendrá aproximadamente de 10 a 25 uL
del líquido adicional en el saco conjuntival. Si se pasa este volumen el líquido
rebosara o se expulsara por el conducto lagrimal. Después de unos 5 minutos,
solo permanece el 20% en la superficie ocular, debido a la absorción por
conjuntiva, cornea y drenado por conducto nasolagrimal. (De Miranda et al., 2015)

La inyección intracameral de 1-2 mL de lidocaína al 1% (sin preservantes), puede


ser usado para complementar la anestesia tópica, pero puede tener efecto tóxico
en el endotelio corneal. (Sally, 2010) Se debe tener especial cuidado cuando se va
a realizar incisión de córnea, manipulación del iris, ya que son situaciones muy
estimulantes que pueden cambiar la presión intraocular si no se maneja la
sedación. (García, 2010)

Anestesia tópica intracameral

Para la anestesia intracameral es necesario la instilación previa de varias gotas de


Tetracaína al 0.5% o de Proparacaína al 0.5%.

Posteriormente se realiza una incisión sobre la cámara anterior del ojo


aproximadamente en el meridiano de las 10 para permitir la administración del
agente anestésico, que en la mayoría de los casos es lidocaína al 0.2%, libre de
preservantes. Posteriormente, se elimina la lidocaína con condroitin sulfato más
hialuronato de sodio, el cual, además de proteger el endotelio corneal de
probables lesiones, permite conservar la morfología de la cámara anterior del ojo
por ser una solución viscoelástica. El efecto anestésico obtenido por esta técnica
puede permanecer hasta por 4 horas posteriores a la aplicación ( Park et al., 2010.
Kadonosono et al., 1998)
Infiltración anestésica oftálmica

Estas técnicas pueden ser utilizadas en pequeñas especies cuando se requieren


procedimientos quirúrgicos tales como enucleación, reparación de entropión y
ectoprión, cantoplastia, reparación de laceraciones, procedimientos
reconstructivos del párpado mediante bloqueo retrobulbar o peribulbares.

Los bloqueos regionales son de gran utilidad ya que logran proveer buena
analgesia y aquinesia del ojo durante la cirugía, además de una buena analgesia
postoperatoria. García 2010 La técnica depende del área de inserción de la aguja,
la profundidad de esta y el ángulo. Los 4 músculos rectos extraoculares, tienen su
origen en el tendón anular, en el ápice de la órbita, y se extiende anteriormente
hacia la inserción en el ojo, creando un compartimento denominado cono muscular
ocular. El bloqueo clásico retro bulbar se logra por la ubicación de la aguja por el
borde inferotemporal, para que la aguja se posicione dentro del cono.
Normalmente el líquido difunde entre el espacio intraconal al extraconal, o sea que
si se inyecta fuera de los músculos (extraconal) se logra igual la anestesia
regional.

Anestesia subconjuntival

Esta técnica es de elección para procedimientos como cirugía de cataratas,


trabeculectomías, sinequiotomía posterior, iridotomía radial, implante secundario
de LIO, sutura de iris y victretomía anterior (Walter et al., 1993). Se debe realizar
previa asepsia de zona operatoria con una solución de Iodo-povidona al 10%. Se
coloca los campos quirúrgicos adhesivos. Posteriormente se debe colocar el
blefarostato y aplicar un agente anestésico tópico. En la mayoría de los casos se
utilizan gotas de Tetracaína al 0.5% o Proparacaína 0.5%. Se localiza la conjuntiva
en zona operatoria a 10 mm del limbo con una pinza 0.12. Se levanta la conjuntiva
y se infiltra 0.5 cc del agente anestésico que en la mayoría de los casos se puede
utilizar epinefrina o bupicaína 0.25%. Se retira el blefaróstato y se realiza suave
masaje de los párpados durante 10 segundos. Se coloca de nuevo el Blefarostato
y se inicia el acto quirúrgico ( Walter et al., 1993 ).
Bloqueo del globo ocular

Esta técnica se utiliza para evitar el movimiento del ojo cuando la anestesia para la
relajación muscular periférica no puede ser utilizada (paciente geriátricos y con
riesgo anestésico alto). En comparación con otras técnicas como el bloqueo
retrobulbar, este método resulta más seguro ya que con la primera existe el riesgo
de la aplicación directa subaracnoidea provocando paro respiratorio por la
inyección intravascular y posterior absorción sistémica (Duke, 2001. Accola et al.,
2006. Duke, 2000 ).

Procedimiento: Se utiliza una aguja calibre 22 con una longitud de 2.5 cm. Ésta se
inserta la aguja ventral al arco cigomático por debajo del canto lateral del ojo y
hacia la rama vertical de la mandíbula (imagen 1). Luego se dirige la aguja hacia el
límite rostral de la rama mandibular y se orienta la aguja mediodorsalmente hacia
el lagrimal, buscando los nervios oculomotor, troclear y nervios oftálmicos que
salen de la fisura orbitaria

Imagen 1. Fotografía de un cráneo


canino donde se muestra la dirección
de la aguja para el bloqueo del nervio
oftálmico. Duke, 2001.
Bloqueo retrobulbar

El globo ocular es un órgano altamente inervado, lo que relaciona cualquier


enfermedad y procedimiento con el dolor posoperatorio (Douet et al., 2013). La
anestesia regional es de gran utilidad ya que minimiza los efectos sistémicos
durante y luego de cualquier cirugía (Douet et al., 2013. Park et al., 2010). Para
lograr la anestesia es necesario realizar bloqueo retrobulbar que se puede
alcanzar por varias técnicas entre las que se encuentra el bloqueo palpebral
temporal inferior, perimandibular y bloqueo peribulbar inferior superior, los cuales
logran la anestesia de los pares craneales III, IV, V y VI (Park et al., 2010)

En este caso no se requiere de una posición establecida y se basa en la


preferencia del anestesiólogo. El uso del canto lateral y ligeramente debajo del
párpado ha sido lo más documentado (Douet et al., 2013).

Bloqueo palpebral temporal inferior:

La posición de la aguja se coloca entre el canto lateral y el párpado inferior. Se


inserta el aguja de calibre 22 (3.8 cm) en posición perpendicular del párpado
inferior hasta que haga contacto con el reborde orbitario. Se lleva la aguja a lo
largo del borde inferior de la órbita y redirigirla dorsalmente para alcanzar el ápice
de la órbita. Una ligera sensación de estallido puede ser percibida cuando la aguja
pasa la fascia orbital. Posteriormente, se puede realizar una leve aspiración antes
de la aplicación del fármaco que se debe realizar suavemente dentro de la órbita
para asegurar la aplicación extravascular. Si se verifica alguna resistencia se debe
redireccionar la aguja para depositar el fármaco en el espacio intraconal (imagen
2, 3 y 4). El éxito de la técnica se puede verificar por la dilatación pupilar y por la
rotación del ojo hacia el eje central (Accola et al., 2006).
Imagen 2. Ilustración del bloqueo retrobulbar palpebral inferior en un perro antes
de un procedimiento quirúrgico. Gaynor et al., 2015.

Imagen 3. Vista rostral de la


dirección requerida por la aguja para
la inyección retrobulbar llevada a
cabo por el bloqueo palpebral
temporal inferior en un perro. Accola
et al., 2006.
Imagen 4. Ilustración del posicionamiento adecuado de la aguja para llevar a cabo
el bloqueo retrobulbar palpebral inferior. Campoy & Matt, 2013.

Imagen 5. Fotografía de un ojo


izquierdo clínicamente normal luego
de la inyección del bloqueo Palpebral
temporal inferior. Se evidencia
dilatación pupilar, posicionamiento
central del globo ocular y ligera
exoftalmia. Accola et al., 2006.

Bloqueo perimandibular

Esta técnica se utiliza a menudo cuando los procedimientos oculares son menores
y comprometen regiones anatómicas de la cavidad bucal. La aguja utilizada en
esta técnica es de calibre 22 (3.8 cm). La posición de la aguja se coloca ventral al
proceso cigomático a nivel del canto lateral. Se realiza la inserción a 0.5 cm
craneal a la porción vertical de la rama de la mandíbula. Se avanza con la aguja
en dirección mediodorsal y craneal a la rama vertical de la mandíbula hasta
alcanzar el espacio retrobulbar. El fármaco puede depositarse en el espacio
intraconal o en ciertas ocasiones en el espacio extraconal ( Accola et al., 2006)
Imagen 6. Fotografía de un cráneo
canino mostrando la dirección de la
aguja para el bloqueo
perimandibular. Duke, 2001.

Bloqueo Peribulbar superior – inferior

Clásicamente, esta técnica implica dos inyecciones (ventrolateral y dorsomedial).


Sin embargo, estudios en humanos han demostrado que la distribución de la
anestesia es similar a un sitio de inyección o dos, siendo una sola aplicación más
segura. Recientemente, la técnica de bloqueo peribulbar se ha informado en los
perros para la cirugía de párpados.

La aguja utilizada en esta técnica es de calibre 22 (3.8 cm); se inserta la aguja


entre el canto lateral y medial en los párpados inferiores y superiores entre el
reborde del globo ocular. Se avanza con la aguja hasta la parte posterior del globo
depositando el fármaco en el espacio extraconal. Así se limita el riesgo de lesiones
en las estructuras intraconales en especial el nervio óptico y vasos sanguíneos
principales ( Accola et al., 2006)

Imagen 7. Bloqueo Peribulbar


superior inferior en un canino antes
de la cirugía para enucleación.
Campoy & Matt, 2013.
Bloqueo Subtenoniano

La anestesia regional oftálmica se puede lograr por medio de la instilación local de


anestésicos en el espacio epiescleral por debajo de la cápsula de tenon. Ésta es
una capa de tejido conectivo que rodea el ojo y se invierte en los músculos
extraoculares. En la parte anterior, se fusiona a la conjuntiva a solo unos
milímetros del borde límbico. En la parte posterior, se termina cerca al nervio
óptico. Cuando aumenta la edad, la parte posterior se puede ir degenerando y
retraerse. El espacio potencial que hay entre la esclera y la cápsula de tenon (o
espacio epiescleral), contiene una malla trabecular repleta de líquido linfático que
provee un entorno de baja fricción. Los nervios cortos ciliares del brazo oftálmico
del nervio trigémino penetran por la parte posterior de la cápsula en dirección al
ojo. Por lo que si se aplica anestésico bajo la cápsula de tenón puede producir
anestesia. La amaurosis se produce cuando el anestésico alcanza la porción
anterior del nervio óptico, mientras que la aquinesia ocurre por un bloqueo del
nervio motor que recorre los músculos. Esta técnica ofrece buena analgesia
sensorial, pero tiene grado variable de bloqueo motor. Las hemorragias
conjuntivales son comunes, pero pueden reducirse realizando una cuidadosa
disección, cauterizando o aplicando epinefrina. Algunas complicaciones mayores
incluyen: hemorragia orbital, perforación ocular, celulitis orbital, diplopía post
operatoria, neuropatía óptica, defecto en acomodación pupilar, oclusión
retinovascular, y secuelas cardiopulmonares.( New, 2000. Irrizabal et al., 2006.
Gayer et al., 2008)
Esta técnica se lleva a cabo con previa desinfección con asepsia del campo
quirúrgico con una solución antiséptica. Se coloca el blefarostato y se debe aplicar
un agente anestésico tópico. En la mayoría de los casos se utiliza tetracaína al
0.5% en perros o procaína al 0.5% tanto en pacientes caninos y felinos. Se realiza
una incisión en forma de ojal, que incluye la conjuntiva y el tenón a 3 mm del limbo
en el cuadrante nasal inferior. Se introduce una cánula Roman® # 19
aproximadamente 25 mm, siguiendo la curvatura del globo ocular en el espacio
sub-tenoniano. Se inyecta el anestésico elegido en el espacio retrobulbar. En la
mayoría de los casos se puede utilizar una mezcla de 1,5:1 de Bupicaína al 0.75%
y lidocaína al 2% respectivamente (Eke et al., 1998. Irrizabal et al., 2006)

Anestesia Retrobulbar y peribulbar

La anestesia retrobulbar (RBA) y peribulbar (PBA) proporciona una excelente


acinesia de los músculos extraoculares, disminuyendo la presión positiva por
ventilación y la necesidad de la administración sistémica postoperatoria de
analgésicos opioides y fármacos anti-inflamatorios no esteroideos que resultan en
contraindicaciones en algunos pacientes como los felinos (Shilo et al., 2013). En
caninos, la técnica ha sido ampliamente descrita con muchas ventajas ( García,
2010. Giuliano et al., 2013. Laredo et al., 2001. Hofmeister et al., 2000. Ro et al.,
2002), aunque con el alto riesgo de generar hemorragias retrobulbares,
perforación del globo ocular, daño de los músculos extraoculares y otras
neuropatías ((Shilo et al., 2013). Por tal razón, esta técnica anestésica está siendo
reemplazada por el bloqueo peribulbar sobre todo en la mayoría de cirugías para
cataratas ya que tan solo con la inyección de un volumen grande del fármaco, se
alienta la propagación por párpados y proporciona analgesia más completa así
como acinesia del músculo orbicular de los párpados. Clásicamente, esta técnica
consta de la aplicación de 2 inyecciones, pero Shilo y colaboradores en 2013,
reporta no encontrar diferencias estadísticamente significativas con la aplicación
de una o dos inyecciones y reportan la mayor seguridad con una sola aplicación,
en comparación con la técnica retrobulbar.
Shilo et al., 2014, comparó la anestesia generada por inyecciones retrobulbares y
peribulbares de Bupicaína en ojos felinos, donde se pudo observar que las
inyecciones peribulbares generaron una mayor desensibilización corneal y de la
piel periocular en comparación a las inyecciones retrobulbares. La presión
intraocular (IOP) fue mayor para la técnica peribulbar (33 ± 12 mm Hg) pero 10
minutos más tarde disminuyó significativamente (18 ± 3 mm Hg). En 3 pacientes
evaluados con inyecciones retrobulbares, se pudo observar exoftalmos, quemosis
e irritación, resolviéndose estas condiciones a las 14 horas posteriores

En estos casos se recomienda utilizar anestésicos locales de larga acción como la


Bupicaína o Ropivacaína que controlan el dolor postoperatorio, ya que la
Mepivacaína y la lidocaína tienen efectos cortos. En algunos circunstancias la
Epinefrina puede ser utilizada en la anestesia local para incrementar la acción
anestésica pero influirá en la disminución del flujo sanguíneo (Park et al., 2010).

La droga local más utilizada en este procedimiento es la Bupivacaina al 0.5% con


un volumen máximo de 2 ml. Campoy & Matt, 2013, han reportado que el uso de
la bupivacaína en técnicas retobulbares o peribulbares extienden la analgesia
posoperatoria por cuatro a seis horas. Shilo et al., 2014, dedujo que la inyección
peribulbar con bupivacaína (concentración de 0.5%) en gatos muestra una
excelente deposición intraconal y evidencia una notable anestesia ocular hasta por
2 horas posteriores a la aplicación y 3 horas para inyecciones retrobulbares. Duke,
2001, describe el uso de bupivacaína en soluciones de 0.25% - 0.5% y 0.75% para
efectos anestésicos de hasta por 6 horas, haciendo la aclaración de toxicidad de
este fármaco cuando se utiliza a mayores concentraciones. Además, la intensidad
de la anestesia por bupivacaína puede ser alcanzada con la adición de 0.1 mg/kg
de morfina.

Accola et al., 2006, reporta la preferencia del uso de lidocaína al 2% para


inyecciones retrobulbares por la técnica del bloqueo palpebral temporal inferior
generando excelente anestesia durante la cirugía ocular y analgesia
postoperatoria. Honsho et al., 2014, reportan que la presión ocular se mantuvo en
niveles aceptables en perros significativamente sanos y además, se redujo
significativamente la producción de lágrimas utilizando lidocaína 2%, bupivacaína
0.75%, Ropicaina 05% y levocaína 0.75% concluyendo que el bloqueo por la
técnica palpebral temporal inferior es factible y segura para procedimientos
quirúrgicos en comparación con la técnica retrobulbar.

Otras observaciones realizadas por Andrade et al., 2010, reportan que el bloqueo
peribulbar con ropivacaína al 0,75%, asociado con la anestesia general inhalatoria
por isoflurano se convierte en un método factible para la extracción extracapsular
de cataratas en perros, caracterizada por acinesia de los músculos extraoculares,
centralización de los ojos satisfactoriamente, valores adecuados de presión
intraocular y bloqueo sensorial prologado posoperatorio

Estos resultados nos llevan a concluir que las técnicas de bloqueo regional
pueden ser tranquilamente utilizadas para la cirugía ocular, siempre y cuando se
tengan en cuenta factores como tipo de paciente, procedimiento a realizar, riesgo
anestésico y fármaco a utilizar, siendo potencialmente utilizadas para el campo de
la cirugía ocular en la medicina veterinaria.

Relajantes musculares en el uso de microcirugía ocular

Los relajantes musculares son más antiguos que la anestesia misma. Estos
relajantes musculares son fármacos que actúan sobre los centros nerviosos y
deprimen la actividad del musculo esquelético, disminuyendo el tono y los
movimientos voluntarios (Kopman et al., 2009). Se plantea su uso en microcirugía
ocular ya que el más mínimo movimiento del paciente puede alterar de manera
importante el resultado de la cirugía, como por ejemplo en cirugía de extracción de
cataratas.

Entre los relajantes musculares están los despolarizantes y los no despolarizantes.


Los relajantes musculares despolarizantes actúan como agonistas de los
receptores nicotínicos de la placa motriz, pero al contrario que la acetilcolina no
con metabolizados por la acetilcolinesterasa, por lo que persisten largo tiempo en
la unión neuromuscular; el único utilizado hoy en día dentro de este grupo es la
succinilcolina o suxametonio, su uso va dirigido más que todo a la relajación
muscular para la intubación del paciente, no es de uso en microcirugía ni en
procedimientos de largo tiempo debido a que la activación repetida del receptor
conduce a una reducción progresiva a una respuesta de este, y teniendo como
reacciones adversas más graves, bradicardia, hiperpotasemia, arritmias, paro
cardiaco, hipertermia maligna (sobretodo asociado a un anestésico inhalatorio),
shock anafiláctico y parálisis prolongada.

El otro grupo lo conforman los relajantes musculares no despolarizantes, los


cuales también se unen a los receptores postsinápticos nicotínicos, pero actúan
como antagonistas competitivos. Como consecuencia no se produce la
despolarización necesaria para propagar el potencial de acción muscular. Los más
utilizados son: pancuronio, vecuronio, rocuronio (compuestos esteroideos) y
atracuronio, cisatracurio y mivacurio (bencilisoquinolonas).

La instauración de la relajación muscular es rápida y se observa una debilidad


motora inicial que progresa a parálisis muscular. Los primeros músculos en
paralizarse son los extrínsecos oculares y los faciales, seguidos de extremidades,
cuello y tronco. Finalmente se paralizan los músculos intercostales y el diafragma
lo que conduce a una apnea, por lo que es sumamente necesario contar con una
máquina de ventilación en caso de que la apnea se presente. La recuperación
sigue el orden inverso.

El rocuronio es el más utilizado por su inicio de acción rápido 60- 90 segundos y


corta duración 20- 30 minutos. Se puede utilizar inicialmente a dosis de 0.45 – 0.6
mg/kg y para mantenimiento a 0.15 mg/kg o 5-12mg/kg/minuto. Otro muy utilizado
es el vecuronio que tiene un inicio de duración a los 3 minutos y sus efectos
pueden verse durante 30 a 40 min (Badía et al., 1997)

Hay que tener en cuenta que la duración de los relajantes musculares se prolonga
por hipotermia, acidosis, disminución de la pseudocolinesterasa que normalmente
disminuye en preñez, insuficiencia hepática y renal, y por uso concomitante con
ciertos fármacos (Badía et al., 1997).
Conclusiones

Las enfermedades oftalmológicas son padecimientos a los que el médico


veterinario se enfrenta con frecuencia ya que existe un gran número de afecciones
oftálmicas. Es vital que conozcan las técnicas de anestesia ocular para evitar
complicaciones debidas a un mal manejo farmacológico del agente anestésico.
Ante los diferentes padecimientos oculares se debe conocer y proceder de manera
adecuada para no comprometer este órgano tan importante, teniendo criterio
sobre las ventajas y limitaciones que estas conllevan.

Cuando hablamos de anestesia oftalmológica en veterinaria, es indispensable


tener en cuenta no solo el tipo de anestesia oftálmica que se empleará, sino el
fármaco utilizado para la anestesia general o sedación del animal, buscando
siempre que no genere cambios a nivel del globo ocular. A pesar de que no son
muchos los trabajos de técnicas anestesia oftálmica veterinaria, es posible
encontrar gran número de técnicas estandarizadas para pacientes caninos y
felinos que facilitan el proceso, y aseguran que el paciente no sienta dolor, se
produzca aquinesia, y no tenga efectos secundarios severos en el globo ocular o a
nivel sistémico.

Debemos actualizarnos frecuentemente para conocer protocolos y nuevos


productos que salen al mercado. Se debe siempre establecer contacto con los
especialistas o médicos más experimentados para consultar casos clínicos
además de derivar los casos más difíciles a estos profesionales.
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