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Muchos de los hermanos cristianos no-católicos creen que hay serios “conflictos”
entre las doctrinas bíblicas y la doctrina católica. Para una gran mayoría esto es
algo evidente y que no admite ni siquiera discusión: la enseñanza católica es
claramente anti-bíblica y basada en tradiciones humanas. Por eso, que un cristiano
católico trate de explicar que en realidad no hay contradicción es para muchos de
estos hermanos nuestros “querer tapar el sol con un dedo”.
El presente artículo pretende, con la ayuda de Dios, mostrar que tales “conflictos”
son aparentes, no reales. En las Escrituras muchas veces nos encontramos,
católicos y no-católicos, con pasaje difíciles, los cuales tratamos de entender a la
luz de toda la Escritura, del contexto, etc. No pudiendo hablar de todos los puntos
doctrinales tomaremos uno, muy importante, que nos servirá para aclarar tantos
otros, y que es un pasaje frecuentemente señalado a los católicos como anti-
bíblico. Me refiero al pasaje de 1 Tim 2:5 (porque hay un solo Dios, y también un
solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre): ¿acaso este
pasaje no excluye clarisimamente la doctrina católica de la mediación de María y los
Santos a favor de los creyentes? Con un poco de paciencia veremos que la
respuesta, según las Escrituras, es “no”.
1Notas
[1] La gran cuestión será siempre esta: ¿quién interpretará correctamente lo que
está en la Biblia? Muchos se apresuran a decir: “el Espíritu Santo”... Suena
hermoso, pero en la realidad eso da pie a las tantas creencias distintas y en gran
medida contrapuestas, de las denominaciones fundamentalistas, no por culpa del
Espíritu Santo, sino de quines se creen los verdaderos intérpretes de las Escrituras.
Mientras escribo estas líneas, alguna “iglesia” cristiana no-católica se está
dividiendo, lamentablemente, y sin duda tanto unos como otros lo hacen porque “el
Espíritu Santo les ha puesto en el corazón” tal cosa o tal otra. Ya lo decía Lutero,
bastante desanimado algunos años después de sus famosas “95 tesis”: “Hay casi
tantas sectas y creencias como cabezas; este no admite el Bautismo; aquel rechaza
el Sacramento del altar; un tercero dice que hay un mundo intermedio entre el
presente y el día del juicio; no falta quién enseña que Jesucristo no es Dios. No hay
nadie, sin embargo, por más bufón que sea, que no afirme que él está inspirado
por el Espíritu Santo, y que no considere como profecías sus sueños y desvaríos”
¿Porqué sucede esto, si la Palabra de Dios es UNA? Nadie duda que la Biblia sea
“infalible” y que sea la Palabra de Dios, pero ...¿es infalible también la
interpretación que de ella dará cada cristiano, baste que crea que viene del Espíritu
Santo? De todos modos, eso es tema de otros artículos, ya presentes en
Apologetica.org.
Las cosas, sin embargo no son tan sencillas. No es el momento aquí de hacer una
historia de la Iglesia o de la teología, pero me sea lícito recordar que todas la
3[3] Pienso en concreto en DS, por ejemplo, quien afirma que conoce el
catolicismo, ya que vivió en él “durante 32 años”. Pero según sus palabras “la idea
de Dios que me habían transmitido era la de aquel viejito bueno de barba blanca
que está sentado en el Trono del Cielo, que nos quiere y nos espera. Nunca me
enseñaron Su Majestuosidad, Su Soberanía, Su Autoridad Suprema sobre el bien y
el mal...” Juzgará el lector si DS conoce el catolicismo. Si en el catolicismo enseñan
que Dios no es Soberano o no tiene autoridad sobre el mal, no sólo DS, sino que
todo el mundo tendría que salir corriendo de semejante Iglesia. Suponiendo que
sea verdadero lo que este hermano dice, sin duda ninguna habrá que recriminar a
sus catequistas y sacerdotes (y en primer lugar a sus padres) por haberle
trasmitido un mensaje NO católico. De todos modos, el hecho que la Iglesia pase
por momentos de crisis en determinados lugares y períodos no la descalifica como
iglesia verdadera. Recordemos lo que pasó con el pueblo de Israel: prácticamente
TODA su vida fue infiel a Yahvé, con idolatrías, homicidios, injusticias, adulterios...
y un largo etcétera; ¿dejó por eso de ser el pueblo elegido? No. ¿Dejan de tener
valor las enseñanzas del Antiguo Testamento? No. Así también con la Iglesia. Y
atención: los católicos tenemos 2000 años de existencia, y se trata de mil millones
de personas al día de la fecha: ¿debemos esperar que todos y siempre sean un san
Pablo? ¡Ojalá! En este sentido las denominaciones fundamentalistas no tienen una
larga historia, ni una iglesia visible que se pueda “recriminar” por nada, ni pastores
visibles que se hagan responsables de los hechos. De este modo pueden pasar por
“justos”, siempre y en todo lugar; de hecho, una de las armas que se esgrimen en
contra de la Iglesia Católica son los “pecados” históricos de los católicos, haciendo
oídos sordos a los ya repetidos pedidos de perdón por parte del Papa Juan Pablo II,
y sobretodo escudándose en una realidad que, finalmente, les es contraria: ellos no
son recriminables precisamente porque no existían en muchos de los siglos de la
historia de la Iglesia. La Iglesia Católica nunca proclamó que era impecable, de
modo que los católicos no nos asustamos por la presencia de la cizaña en el campo
del Señor. 18:10-14 es también parte del mensaje evangélico.
NOTA: Daniel Sapia, a quién nos referíamos con DS en esta nota, tomando
conocimiento de mi cita aquí ha publicado en su sitio una "aclaración" a la que
remitimos. Con respecto a la misma, mi respuesta fue la siguiente (no corrijo la
nota original del artículo, agrego simplemente la presente), que quiero sirva como
mis disculpas a Daniel y aclaración de lo que es sustancial en lo que venimos
diciendo:
c) Concedo. Lo sacaré.
De entre miles de cosas que podemos aprender de cristianos que vivieron antes de
nosotros, y que dedicaron sus vidas al conocimiento e interpretación de las
Escrituras, nos sirven en este artículo dos conceptos básicos, a saber, la noción de
“analogía” y la de “participación”: estas dos palabras nos llevarán de la mano
para entender tantísimas aparentes “contradicciones” en las Escrituras, en concreto
nuestro tema del “único mediador”.5[5]
e) Ya hablamos.
a. Cristo es el único fundamento y nadie puede poner ningún otro (1 Cor
3:11). Pero también enseña que
b. Los apóstoles son fundamento (Ef 2:20). En ambos textos se usa la
misma palabra (gr. zemelion) y refiriéndose al fundamento de los cristianos
en ambos casos.
Como esto parece contradecirse, uno de mis amigos evangélicos decía que en Ef
2:20 había que leer así: “el fundamento que han puesto los apóstoles”... etc, es
decir, “fundamento” sería aquí “Jesús”, no los apóstoles, y de ese modo no habría
oposición. Esta solución, desde el punto de vista gramatical, no es viable (falta un
“también” que de pie a la propuesta del comentador mencionado: el texto dice
“siendo Cristo la piedra angular”, y no “siendo Cristo también la piedra angular”), y
sobretodo rompe con la imagen que está usando Pablo. En efecto, en el texto en
cuestión Cristo viene presentado como “piedra angular” (gr. akrogoniaios). Piedra
angular es la piedra que termina una construcción, que se pone al final de la misma
para trabar y asegurar el resto del edificio, no se trata de una piedra que se coloca
en el fundamento de la construcción. Leyendo Ef 2:20 con la interpretación querida
por el citado cristiano evangélico, nos quedaría una imagen totalmente deforme: el
texto quedaría así: “habéis sido edificados sobre el fundamento puesto por los
apóstoles y por los profetas, es decir, sobre Cristo, siendo Cristo también la piedra
angular”. Pero la idea de Pablo es hablar de que cada uno es parte de un edificio,
en el cual Cristo ocupa el lugar central ¡y no todos los lugares! Por el contrario, la
imagen tiene sentido si se atribuye a los apóstoles y profetas el ser “fundamento” y
a Cristo el ser “piedra angular”, como, por otra parte, lo traen todas las
traducciones6[6]. Esta idea de los apóstoles como fundamento se confirma también
en Apocalipsis 21:14.
¿De dónde viene esta interpretación digamos “forzada” que mi amigo evangélico
quiere imponer? Del deseo de solucionar un “conflicto”, pero sin usar los medios
adecuados para hacerlo. Me explico: para él, los dos pasajes “se oponen”: ¿cómo
puede ser Cristo el único fundamento y a la vez serlo también los apóstoles? Y
explica el problema cambiando el texto por medio de una traducción que desvirtúa
e inutiliza la imagen. Eso no es buena exégesis. Él justifica esta traducción porque
dice que la Palabra de Dios no puede oponerse a sí misma, y si la Palabra de Dios
enseña que Jesús es el único fundamento, no puede ser que la Palabra de Dios diga
ahora que los apóstoles son fundamento...
Para finalizar este punto, recordemos que el Nuevo Testamento llama “fundamento”
(en sentido espiritual como en los dos textos estudiados) también al
“arrepentimiento de obras muertas” (Heb 6:1), a “las buenas obras” (1 Tim 6:18-
6[6] Alguno dirá que estoy llevando agua a mi molino, haciendo una interpretación
“católica” y “forzada” del texto. Para probar que esto no es así, transcribo el
comentario de Andrew T. Lincoln, protestante, en su obra sobre la carta a los
Efesios, publicada en la prestigiosa colección “Word Biblical Commentary”, tan solo
como botón de muestra de que no me estoy moviendo a criterio personal y ciego.
Así escribe este autor: (en síntesis, para quien no lea el inglés, dice exactamente lo
mismo que dije arriba, a saber, que aquí los apóstoles no ponen el fundamento,
sino que ellos mismo son el fundamento): “The apostles and prophets are no
longer seen as those who lay the foundation of Christ or who build upon it but as
the foundation itself. Some have taken the genitive as a subjective genitive, “the
foundation laid by the apostles and prophets” (e.g., Meyer, 142; NEB; GNB), but
such an interpretation, which is sometimes motivated by the desire to harmonize
Eph 2:20 with 1 Cor 3:11, introduces total confusion into the writer’s use of
metaphor, because it makes Christ both the foundation and the keystone. With the
vast majority of commentators we should take the genitive as appositional, i.e., the
foundation which the apostles and prophets constitute” (resaltado mío). Como
Lincoln afirma, la gran mayoría de comentadores (de todos los credos) interpreta
este pasaje como lo hacemos nosotros.
19) y a la “predicación evangélica” (Rom 5:20). Notable en particular 1 Tim 3:15,
donde se llama a la Iglesia “columna y cimiento de la verdad”.7[7]
a. Jesús es el gran pastor de nuestras almas (Heb 13:17.20; 1Pe 2:25; Jn
10:11.14.16). En 1 Pe 5:4 se lo llama “pastor principal”, o “pastor de
pastores” (gr. arjipoimenos). No creo que sea descabellado afirmar que los
cristianos tienen UN solo pastor, que es Jesús. Pero la Escritura enseña
también que
b. Hay otros hombres que también son pastores (Ef 4:11)
Entonces, ¿quién es el pastor? ¿Jesús o algún otro? Cuando Pablo habla de los
“pastores” en Ef 4:11 (gr. poimenas), ¿está dañando a Jesús como único pastor?
Cuando en Hechos 20:28 Pablo exhorta a los presbíteros de la Iglesia a pastorear el
rebaño, ¿se olvidó acaso de que Jesús es el Pastor? ¿O se olvidó el mismo Jesús
cuando le dijo a Pedro “apacienta mis ovejas” (Jn 21:15-17)?
No, no se habían olvidado ni Jesús, ni Pedro, ni Pablo, ni Juan, sino que sabían
perfectamente que el oficio de ser “pastor de nuestras almas” Jesús lo quería
compartir, “participar” a los demás. Como quiso que “participemos” en sus
sufrimientos (1 Pe 4:13). Jesús es “EL pastor”, los demás son “pastores por
participación”. Notemos que sin este concepto de participación, en todos estos
pasajes habría una “contradicción” insuperable, como en los pasajes que veremos.
a. Jesús es el único maestro, y a nadie más hay que darle ese título (Mat
23:8.10; Jn 13:13). Pero también enseña que
7[7] Una curiosidad: en todas las versiones inglesas, la palabra “hedráioma” -que
aquí traducimos con “cimiento”- es traducida con “foundation”, es decir, la misma
palabra que usan esas mismas biblias -protestantes y católicas- para 1 Cor 3:11;
en otras palabras, para todo el mundo anglófono, sea católico o protestante, Cristo
es “foundation” -1 Cor 3:11- y la Iglesia es “foundation” -1 Tim 3:15.
b. Pablo se llamaba a sí mismo, con toda verdad, “maestro” (1 Tim 2:7; 2
Tim 1:11) y en la Iglesia hubo siempre muchos “maestros” designados por
el mismo Espíritu Santo (Ef 4:11).
Pero entonces, ¿cómo puede Jesús decir que no hay que llamar a nadie maestro, y
luego Pablo se llama con toda libertad “maestro”, como si Jesús no hubiese dicho
nada? ¿Y los primeros cristianos que llamaban a algunos hombres “maestros”?
¿Qué había pasado con la prohibición de Jesús? ¿Será que la “corrupción del
mensaje evangélico con los dogmas humanos de la Iglesia Católica” ya había hecho
irrupción en las comunidades cristianas...?
b. Dios estableció a algunos como obispos de los creyentes (Hechos 20:28; Fil
1,1).
Con lo que hemos hablado hasta aquí, creo que no es necesario abundar en
palabras. Los “obispos” lo son por analogía, es decir, participando del “obispado” de
Jesús, que es el obispo de modo absoluto y de donde proviene todo obispado. Que
alguien sea “obispo” no quiere decir que le está robando el puesto a Jesús: si es
obispo, lo es EN el único obispo de nuestras almas, que es Jesús. No hay conflicto,
hay participación de un oficio.
a. No se puede llamar a nadie en el mundo “padre”, sino sólo a Dios (Mat
23:9). Pero también enseña que
b. Pablo se presenta como padre (1 Cor 4:15), y llama a Abraham “padre de
todos nosotros” (según el contexto se refiere a judíos y griegos, es decir,
paternidad espiritual, exactamente lo que había “prohibido” Jesús en Mat
23).
Entendemos las palabras de Jesús como referidas a los “padres” espirituales, ya
que si tomamos el sentido literal tendríamos que no podemos llamar “papá” a
nuestros papás, etc. Dejamos eso de lado.
Pero aún en el plano espiritual, una vez más nos encontramos con un falso
“conflicto”, tantas veces mencionado contra los católicos. El consabido estribillo
suena más o menos así: “Mat 23:9 prohíbe llamar “padre” a cualquier persona en
el mundo, y los católicos llaman a sus sacerdotes “padres”. Más claro imposible: he
ahí, una vez más, la doctrina anti-bíblica de los católicos”.
Sin embargo, ni siquiera Tito quien estaba conmigo, siendo griego, fue
obligado a circuncidarse, a pesar de los falsos hermanos quienes se
infiltraron secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en
Cristo Jesús, a fin de reducirnos a esclavitud. Ni por un momento
cedimos en sumisión a ellos, para que la verdad del evangelio
permaneciese a vuestro favor (Gal 2:3-5)
¡Ni por un momento! dice Pablo. Pablo tenía un mente grande, universal, abierta,
no era ningún mojigato ni quería figurar como el perfecto cumplidor de nuevas
leyes. Para él Cristo era todo, su vida, su predicación, sus pensamientos, sus
sentimientos... ¿No se iría a llamar también él “padre” de los que había “dado a luz
con dolores de parto”? (Gal 4:19). Cristo, que lo había llamado a completar lo que
faltaba a su pasión en beneficio de su Iglesia (Col 1:24) ¿recriminaría a Pablo
8[8] En filosofía, modo de ver las cosas se llama determinatio ad unum; un buen
ejemplo es el mismo Lutero. El pensaba que la carta de Santiago era “de paja”, y
que Apocalipsis no revelaba nada, y que Hebreos no lleva a Cristo..., porque había
descubierto fuertemente la verdad de la salvación por la fe (el árbol), pero
olvidando el resto de las Escrituras (el bosque), de tal modo que lo que no cuajaba
con su visión de las cosas la declaraba “doctrina de paja”, “basura papista”, etc.
etc. etc. Ahora muchos cristianos lo justifica y lo consideran como un héroe,
disculpándoles todos sus errores (como las publicaciones de Chick, o En la Calle
Recta, etc), pero no creo que eso sea ser amigos de la verdad. Si el monje alemán
hubiese conservado su visión católica, hubiese podido ser un gran reformador,
verdadero, sin necesidad de descartar libros enteros del Nuevo Testamento. Por
gracia de Dios, el Concilio de Trento declaró dogmáticamente que tanto Hebreos
como Apocalipsis, como todas las cartas de Juan, como Santiago, eran Palabra de
Dios tanto como el resto, y no “de paja”, como pensaba el “reformador”.
cuando se presentaba abiertamente como “padre” de quienes lo oían? ¿Se
ofendería Dios-Padre ante este magnífico ejemplo de paternidad espiritual, imagen
-aunque opaca sin duda- de la paternidad de Dios? ¿No participaba Pablo de la
paternidad divina “engendrando” (gr. gennao, que significa “volverse padre por
haber engendrado”) nuevo hijos para el evangelio? (1 Cor 4:15)
Pues aunque tengáis mil pedagogos en Cristo, sin embargo no tenéis muchos
padres, porque en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.
En Rom 4:16, Pablo llama a Abraham “padre de todos nosotros”, refiriéndose a los
judíos que han creído y a los gentiles que han creído (ver el contexto). De modo
que se trata de una paternidad espiritual, como la que se dice en la Santa Misa:
“nuestro padre Abraham”. Pues bien, se trataba precisamente de esta paternidad
en Mat 23:9, cuando Jesús dijo “no llaméis a nadie en el mundo padre”. ¿No
entendió Pablo el mensaje de Jesús?
Una explicación en las mismas Escrituras encontramos en otro texto del apóstol:
en Ef 3:14-15, Pablo proclama: “doblo mis rodillas delante del Padre, de quién
toma nombre toda paternidad (gr. patria) en los cielos y en la tierra”. El sustantivo
griego “patria”, traducido a veces como “familia”, viene de la raíz “patros”, es decir,
“padre”. ¿No es esto lo que en realidad quería decir Jesús en Mateo, y no que
evitásemos de “nombrar” a nadie con la palabra “padre”? Si Pablo habla de una
“paternidad” que proviene de Dios, ¿estará mal reconocer esa paternidad en las
personas llamándolas “padre”, como hacen los católicos? ¿O acaso debemos
reconocer que “toda paternidad viene de Dios”, pero luego... ¡no podemos
nombrarla!? Esto sería muy cercano al fariseísmo. ¿No será tal vez que lo que Jesús
estaba enseñando era a descubrir que, si existe la paternidad en el mundo, ella
proviene exclusivamente de Dios?
Dios es Padre, y “en Dios” Pablo es padre. Y si lo es, no hay razón para abstenerse,
llevado de neo-legalismo veterotestamentario, de llamarlo “padre”. Se lo llama
“padre” por analogía con Dios-Padre, por participación en su generar hijos. En 1
Tes 2:11 Pablo dice que se comportó con los Tesalonicenses “como un padre con
sus hijos”: ¿le está robando solapadamente la gloria a Dios, único Padre? 9[9]
“El carácter paterno de Dios es tan perfecto que encierra un valor absoluto,
como todas sus cualidades divinas. Por esto Jesús nos advierte: “No llaméis
a nadie en el mundo “padre”, porque sólo uno es vuestro padre, el que está
en el cielo” (Mat 23:9). Por otro lado, sin embargo, los valores absolutos
de Dios nos han sido comunicados con el don del Espíritu, motivo por
el cual hemos sido invitados a “ser perfectos como es perfecto nuestro
Padre celestial” (Mat 5:48). La paternidad divina se refleja, de alguna
manera, en la imagen, y particularmente en los santos, destinados a tener
discípulos-hijos, y en general en la “maternidad” de la Iglesia. […] La vida
del Espíritu inicia con el bautismo; por lo tanto el sacerdote que bautiza es
“padre”, como así el que reconcilia con Dios y nutre la vida con la
eucaristía; padres son también los obispos a los cuales se encomienda la
vida de la Iglesia, que custodian la recta doctrina en los concilios
ecuménicos y que ordenan sacerdotes.”
Por estar razones los católicos llamamos a nuestros sacerdotes, que nos
engendraron para Dios en el bautismo y nos expusieron la fe (Heb 13:7) y nos
alimentan con el “pan de vida” en la eucaristía, “padres”. Estoy de acuerdo que
para eso se requiere mucha libertad.
a. Dios es el único Juez (Sal 50:6; 75:7; Heb 12:23). Pero también enseña
que
b. Los cristianos serán jueces (Mat 19:18; Luc 22:30; 1 Cor 6:2-3).
Es decir, Dios es el único que puede juzgar, y eso aparece claro en toda la
Escritura, pero por decisión suya ha querido participar de ese poder a los creyentes.
¿Quién juzgará al mundo, Dios o los creyentes? Es una falsa dicotomía: Dios
juzgará y también juzgarán los creyentes.
a. Dios es el único Santo (Rev 15:4, gr: hosios). Pero también enseña que
a. Hay un solo Dios (desde la primer página a la última). Pero también
enseña que
b. “Sois todos dioses” (Jn 10:34, donde Jesús cita el salmo 82:6 -texto
masorético: “elohim atem”; LXX: “zeoi este”; también usado
analógicamente en Éxodo 7:1)
Jesús usa este pasaje del salmo en su sentido más primigenio, haciéndoles ver a
los que lo acusaban de “hacerse Dios” que las Escrituras enseñaban (y no podían
errar) que nosotros “somos dioses”.
Lo que hay que recalcar aquí es la libertad de Jesús (y antes que él del salmista)
para atribuir a los hombres la naturaleza divina, al menos en un cierto sentido.
¿Cómo puede ser? Una vez más ... ¡por participación! Pero ¿se trata sólo de una
cita aislada y sin importancia, que debemos tomar en un modo exclusivamente
figurativo? De ningún modo. Es más bien una primer piedra del edificio teológico
que vendría después. ¿Después cuándo? No ciertamente con los Concilios y dogmas
de la Iglesia, sino con la predicación de los apóstoles. 2 Pe 1:4: “nos han sido
dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas seáis hechos
partícipes de la naturaleza divina”.
¡Participación! ¡De la naturaleza divina! Se ve aquí que lo de “participación” es, en
verdad, un concepto bíblico, y muy importante. ¿Qué más nos queda por participar
de Dios? Si fuimos hechos partícipes de la naturaleza divina (como un ser humano
engendra otro ser humano, de su misma naturaleza) ¿nos sorprenderemos de que
Dios, en Jesús, nos haya hechos partícipes de todo lo demás?
· Jesús es la luz del mundo (Jn 8:12), pero también lo son sus discípulos
(Mat 5:14).
· Dios es el único bueno (Luc 18:19), pero también las personas son buenas
(1 Pe 2:18; 4:10, etc.).
· Dios es el único sabio (Rom 16:27), pero también los hombre (Rom
16:19; Mat 23:24, etc.).
· Jesús es, claramente, nuestro único sacerdote (toda la carta a los
Hebreos), pero también lo somos nosotros (Rev 1:6; 5:10; 20:6).
· Para los cristianos existe un único sacrificio, el de Jesús (Heb 10:12), pero
también nosotros debemos ofrecer “sacrificios” (Fil 2:17; Rom 12:1; Heb
13:15).
11[11] Esta expresión de Pablo trae problemas a más de un cristiano, tal vez
porque han recibido un evangelio distinto del de Pablo, y esta expresión, entre
muchas otras, no cuaja en ese “evangelio”. Me decía un ex cristiano
fundamentalista que al menos en su congregación jamás habían predicado sobre
este y sobre otros pasajes, por encontrarlos faltos de sentido. En el caso de esta
última cita de Pablo, ¿qué puede faltar a la pasión de Jesús? Falta mi participación
· Sólo Dios perdona los pecados (toda la Escritura), pero también los
apóstoles (Jn 20:23).
· Dios es el único justo, y no hay ningún justo entre los hombre, ni uno sólo
(Rom 3:10). Pero 1 Timoteo 1:9 y 2 Pedro 2:7-8 hablan de los justos, en
general y en particular (Lot). Sólo si aplicamos el concepto de “analogía”
podremos explicar esta aparente contradicción: Dios es el único Justo, pero
análogamente y por participación lo son también los que creen en El, etc.
Claro está que muchos lectores no-católicos se apurarán a explicar cada uno de
estos aparentes conflictos. ¡Muy bien! También nosotros decimos que no hay un
conflicto real en estas “contradicciones”. La cuestión es: ¿harán el mismo esfuerzo
por explicar el supuesto conflicto “único mediador” – “mediación de los creyentes”?
¿Estarán dispuestos a ver que en realidad no hay oposición, así como están
dispuestos a no ver oposición en otros pasajes bíblicos que, a primera vista,
12
resultan “evidentemente” contradictorios? [12]
12[12] Pensemos por ejemplo en la aparente oposición “salvación por fe, sin las
obras” de Pablo y la “salvación no sólo por fe, sino también por obras” de Santiago;
delante de esta “contradicción” Lutero declaró a Santiago “carta de paja”. Otros
prefieren no profundizar el tema, o explicarlo con tanto rebusque que finalmente se
niega lo que Santiago está diciendo. Una vez uno me dijo: “lo de Santiago es una
cita, en cambio lo de Pablo son muchas”... Cae de maduro que esta no es una
solución. Siguiendo a la Iglesia Católica optamos por mantener todo lo que está en
la Biblia, y especialmente lo que implica más dificultad, pues Dios es infinitamente
mayor a lo que podemos entender de El, y los misterios (y aparentes
contradicciones) de la revelación hay que conservarlos, a menos que queramos
hacernos un Dios a nuestra medida, como lo han hecho los Mormones, Testigos de
Jehová, Moon, etc.
Antes que nada, ¿qué es ser “mediador”? Una vez más, acudimos al diccionario de
la Real Academia Española; “mediar” es, según esa fuente, “interceder o rogar por
uno. Interponerse entre dos o más que riñen o contienden, procurando
reconciliarlos y unirlos en amistad. Existir o estar una cosa en medio de otras”. El
término mismo no produce gran dificultad, y se entiende en general de buenas a
primera: “mediador” es quién está entre dos o más personas, ofreciendo su
persona para hacer como de puente entre ellas, sobretodo si estas están en
conflicto.
La palabra que se usa en 1 Tim 2,5 es “mesités”, que fuera de nuestro texto
aparece, en el Nuevo Testamento griego, en Gal 3:19.20; Heb 8:6; 9:15; 12:24.
En los pasajes de Hebreos el término aparece siempre junto a “alianza”: Jesús es el
“mediador de la nueva alianza”, en contraposición a Moisés y los ángeles,
mediadores de la antigua alianza.
En mi opinión nos encontramos con una exégesis del texto que deja bastantes
dudas. Debemos preguntarnos ¿era esa la idea de Pablo? Cuando escribió en su
carta que el único mediador es “el hombre Cristo Jesús” ¿pretendía con ello excluir
a la Iglesia de ese oficio? Consultando varios comentadores, tanto protestantes
como católicos, todos coinciden en lo mismo: lo que Pablo quiere subrayar con el
uso del término “hombre” es que Jesús es verdadero hombre, contra lo que
sostenían los herejes docetas14[14], a saber, que Jesús tenía una apariencia
humana pero no era verdaderamente hombre. Pablo está subrayando que es Jesús,
verdadero hombre y no solo aparentemente, el mediador entre Dios y los
hombres. No hay ningún motivo, ni en el texto ni en el contexto, para interpretarlo
en contraposición de la Iglesia, salvo el motivo “fundamentalista”, a saber, querer
excluir la doctrina de la participación de la Iglesia en el oficio mediador de Jesús.
Veamos algunos comentadores.
¿Qué cosa quiere decir Pablo cuando afirma que la gracia viene a nosotros
-así como la resurrección y la reconciliación- por medio de un hombre? El
pecado era un problema humano que podía resolverse a favor de la
humanidad sólo mediante un ser humano. Algunos pueden pensar que la
eficacia de la salvación de la humanidad se debiese a Jesús como ser
divino, en cambio Pablo aquí quiere acentuar lo contrario: si Jesús no fuese
hombre verdadero, la humanidad no habría recibido la gracia, la
resurrección, o – como lo hacen notar Colosense y Efesios- la reconciliación.
De hecho el evento extraordinario es precisamente que el hombre Jesús
murió y resucitó: Dios, prescindiendo del misterio de la encarnación, no
está sujeto a la muerte. (...) Resumiendo, para que la salvación llegase a los
hombres y los rescatase, debía ser mediada por uno que compartiese la
humanidad.
El que Cristo sea el único mediador no significa que haya terminado el papel
de los hombres en la historia de la salvación. La mediación de Jesús reviste
acá abajo signos sensibles: son los hombres, a los que Jesús confía una
19[19] M. Ford, Revelation, en The Anchor Bible, Garden City (1975), 378.
Como se ve, no es que estamos inventando una interpretación para justificar
tradiciones humanas: mucha gente, conocedora del texto bíblico y de vida cristiana,
afirma que las Escrituras enseñan que los cristianos son mediadores, por participar
del oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo.
Si podemos atribuir a un mediador un oficio que le sea propio, que lo defina como
mediador, pienso todos estarán de acuerdo en que éste sea la intercesión a
favor de alguien. Recordemos que el diccionario nos daba, para el verbo
“mediar”, la definición “interceder o rogar por uno”.
En las Escrituras, Cristo aparece como nuestro gran intercesor (griego para
“interceder”: entunjano), como así también el Espíritu Santo. Con respecto a Jesús,
Rom 8:34 es un texto particularmente fuerte:
¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede
(entunjanei) por nosotros.
Por lo cual Él (Jesús) también es poderoso para salvar para siempre a los que por
medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder
(entunjanein) por ellos.
De modo que es claro que Jesús “intercede” por nosotros, oficio que es propio del
mediador, y lo hace en este mismo momento, mientras escribo estas palabras o
mientras el amable lector las lee. Ahora bien, según las Escrituras ¿es sólo Jesús
que intercede por nosotros?
Dejando de lado el oficio del Espíritu Santo, presentado, como vimos, como
intercesor, encontramos en la Palabra de Dios que también los hombres son
intercesores ante Dios a favor de sus hermanos20[20]. Veamos algunos pasajes,
sabiendo que hay muchos otros con un contenido similar.
20[20] Aclaremos que la oración que se hace a Dios y aquella que se hace a un
santo son dos cosas radical y absolutamente diversas: cuando se pide la intercesión
de un santo, se trata del mismo caso de uno que pide a un hermano aquí en la
tierra “orar por él”. Pero no podemos aquí tratar todos los aspectos del asunto.
Remitimos a las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica al respecto de la
oración (es decir, la cuarta parte de las cuatro en que está dividido el catecismo).
Pablo no duda en expresar su oración por sus hermanos hebreos, y por los
creyentes:
...con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad
con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Ef 6:18)
Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho (St 5:16)
Os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu,
que os esforcéis juntamente conmigo en vuestras oraciones a Dios por
mí (Rom 15:30)
Dejando a Pablo, tenemos un texto muy hermoso de la Iglesia que intercede por
Pedro en prisión, como lo leemos en el capítulo 12 de los Hechos de los
Apóstoles:
¿No era suficiente la intercesión de Jesús por Pedro? ¿Porqué oraban por él también
los cristianos? Sabemos la respuesta: la intercesión de Jesús no excluye otras
intercesiones, sino que, al contrario, las supone, pues El ha querido hacernos
partícipes de su obra salvadora, es decir, de su oficio de mediador.
Otro ángel vino y se paró ante el altar con un incensario de oro, y se le dio
mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos
sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel
subió ante Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos (Rev
8:3-4)
¿Cuál es el papel de las oraciones de los santos? ¿Se trata de una superficialidad, o
son necesarias?
Habría tantos pasajes para comentar, pero nos detenemos aquí. Llegado a este
punto, el creyente no-católico debe hacer la reflexión: ¿cómo puede ser que Jesús,
siempre vivo para interceder por nosotros, acepte otros intercesores, sean ellos
hombres o ángeles? ¿Acaso no es suficiente la intercesión de Jesús? ¿A qué sirven
las oraciones de Pablo o de los santos o de cualquier creyente a favor de su
hermanos? ¿Qué agrega la oración del justo a la oración de Jesús a favor nuestro?
¿Acaso no es totalmente inútil, e incluso blasfemo, interceder por un hermano ante
Dios, siendo que Jesús está siempre vivo para interceder por nosotros? (Heb 7:25).
A esta altura más de uno se puede preguntar: pero entonces, ¿en qué consiste la
sentencia paulina que declara a Cristo UNICO mediador entre Dios y los hombres?
¿Acaso este discurso “católico” no hace sino anular la Palabra de Dios? Porque si la
Palabra dice que Jesús es el único mediador ¿porqué no aceptarlo como está escrito
claramente y basta?
Para que nadie tenga la menor duda, quede muy claro al lector que en efecto
Jesús ES EL ÚNICO MEDIADOR, y no hay ningún otro nombre bajo el cielo
por el cual los hombres puedan ser salvos (Hechos 4:12).
¿A qué se refiere pues 1 Tim 2,5? ¿Qué cosa quería dejar bien clara Pablo?
Cito aquí unos párrafo del documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina
de la Fe Dominus Iesus, ¡que habla todo él precisamente de este tema! Le ruego al
lector que lea estas líneas con atención: me dirá luego si no afirma la Iglesia
Católica la exclusividad de la mediación de Cristo, y en qué sentido lo afirma (lo
que va en negrita es siempre resaltado mío):
Esta es doctrina de la Iglesia Católica. Es claro que aquí se afirma, sin sombra de
duda, que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, y que no hay
ningún otro. Y quién no crea esto simplemente no es católico. Ese es el sentido,
según la Iglesia, de las palabras de Pablo. O para hacerlo más claro aún: lo que
Pablo está diciendo es que ni el Gnosticismo, ni Confucio, ni Buda, ni Mahoma, ni la
New Age, ni el Dr. Moon, ni la meditación trascendental, ni el nirvana, ni la
gimnasia Yoga, ni el espiritismo, ni la ideología comunista, ni la nazista, ni el
liberalismo, ni ninguna otra criatura del pasado, del presente o del futuro, jamás
puede tenerse como mediador entre Dios y los hombres, sino sólo Jesucristo, y EN
EL toda la Iglesia, que es inseparablemente su cuerpo, y que es de Cristo “su
plenitud” (Ef 1:23). Lo repetimos una vez más, las mediaciones de los cristianos
unos por otros son hechas en Cristo, y por tanto no es esto lo que Pablo quiere
excluir; al contrario, él mismo las pide (como vimos más arriba).
La mediación que ejerce un cristiano cuando ora por otro (sea entre los vivos, sea
de parte de quienes “están con Cristo”, los santos, a favor nuestro) es una
mediación EN CRISTO, no al margen de él ni paralela a la misma. Este oficio de
mediadores no anula la única mediación de Jesús, pues la nuestra es una
mediación participada de la ÚNICA mediación de Cristo, al modo como la luna
Con respecto a la mediación de los santos (cristianos que ya están con Cristo), el
Catecismo de la Iglesia Católica (956) enseña:
Por el hecho que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo,
consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de
interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único
Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron
en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad.
22[22] ¿Y para qué le dio a Juan otra madre, si Juan ya tenía una? ¿Habría
registrado ese hermoso diálogo el autor, si se trataba de una eventualidad pasajera
y no tendría relación con los cristianos de todos los tiempos?
única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las
criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente.
La mediación angélica
Apocalipsis 8:3-4 presenta las oraciones de los santos llevadas a Dios mediante los
ángeles. La pregunta que nos hacemos es: ¿tiene Cristo, el Cordero degollado,
necesidad de otros mediadores entre Dios y los hombres? ¿Se molesta Jesús con
los ángeles que le presentan las oraciones a Dios? Claro que no, porque si los
ángeles pueden ser de algún modo mediadores, eso es posible sólo gracias a la
mediación de Jesús; la mediación angélica, en efecto, sería absolutamente
ineficaz sin la salvación que nos consiguió Cristo y sólo Cristo. Pero en Cristo la
obra de los ángeles es eficaz para con nosotros, como es eficaz la oración del justo
(carta de Santiago), y ciertamente que se está hablando de una mediación de
salvación: ellos están puestos al servicio “de los que se salvan”.
Conclusión
¿Y qué decir del “quien a vosotros oye, a mí me oye, quien a vosotros rechaza, a
mí me rechaza”? (Lc 10:16) ¿Nos damos cuenta del peso de esta
"interdependencia" entre Jesús y sus apóstoles? ¿No superficializamos su
interpretación?
Espero que el lector católico haya encontrado buen material para profundizar su fe.
Con respecto al lector no-católico, no se si este artículo lo convencerá de lo que
creemos, pero al menos le dará material para pensar. Aunque no comparta nuestra
doctrina, tendrá que reconocer que los textos bíblicos que hemos citado están ahí,
y hablan de que Dios ha querido hacernos partícipes de su oficio de mediador.
Queda tan solo esperar que el Espíritu Santo continúe el trabajo, pues en verdad es
Él el verdadero maestro interior.