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LECCIÓN 1 de 4
Carlos Matus.
La planificación debería estar basada en una Teoría de la Producción de Acciones Humanas. Los métodos
que se utilizan en los procesos de planificación están basados en acciones humanas, y los impactos que
las mismas generan son los que se intentan producir en un sistema de gobernabilidad. El problema de la
gobernabilidad surge, según seamos capaces de describir un sistema de manera compleja o simplificada.
De esta manera, si describimos de una manera simple el sistema social, las conclusiones pueden llevarnos
a pensar que existe una alta gobernabilidad del sistema. (Matus, 1987).
Matus (1987) describe cómo, aparentemente, el modelo que posee más gobernabilidad es aquel en el cual
un sólo sujeto es el que planifica y gobierna el sistema. Dicho modelo, puede ser descripto de la siguiente
manera:
Un sujeto realiza la planificación y la dirige, los otros sujetos cumplen la función de agentes
económicos.
Como están basadas en una teoría del comportamiento social, las operaciones que realizan
los agentes económicos son cuantificables y previsibles.
Las variables que no puede controlar el actor que planifica y dirige no poseen conducción
inteligente creativa, dado que no responden a otros sujetos planificadores.
De este modo, aparentemente el sistema tiene un alto nivel de gobernabilidad y se rige, según Matus
(1987), bajo los siguientes supuestos:
Las variables que escapan al control del actor planificador se definen como movimientos
inexplicables, no poseen un actor inteligente y creativo que tenga otros objetivos.
La planificación está fundamentada en una Teoría del Comportamiento Social, basada en las
relaciones sistémicas de causa-efecto, teniendo como premisa que los efectos son un
comportamiento de carácter predecible.
En el marco de este modelo, se plantea la existencia de varios actores que realizan la planificación en una
red de objetivos conflictivos. En este caso, el nivel de gobernabilidad del sistema no disminuye a causa de
un deficiente control de las variables, sino porque “YO” no tiene o no controla lo que tiene o controla “OTRO”.
Si “YO” no cumple con su objetivo, “OTRO” es el que lo cumple, de manera tal que si mi capacidad de
gobernabilidad disminuye, la capacidad de “OTRO” es la que aumenta el nivel de gobernabilidad. (Matus,
1987).
En el modelo estratégico, en el cual se asume que el poder y el conflicto son compartidos, sólo algunas
acciones se reducen a comportamientos, como en el modelo anterior, la mayoría de las acciones, por el
contrario, están estratégicamente fundamentadas en un juicio estratégico. Es así, como la teoría del
comportamiento social no fundamenta a la planificación estratégica. (Matus, 1987).
De este modo, para las personas que sólo consideran un tipo de planificacioón (la económica normativa),
las diversas técnicas no son un problema teórico cuando se da cuenta de las problemáticas de índole
teórica en Latinoamérica. Para ellos, siemplemente los buenos resultados son productor de buenas
acciones políticas o económicas. Entonces el triángulo de gobierno al que hacíamos referencia en el módulo
anterior, pierde sentido, y queda reducido sólo al proyecto de gobierno. (Matus, 1987).
Esto sucede así, porque la realidad donde se maneja el ser humano, se corresponde con la cantidad de
conceptos que maneja. Sólo consideraré agentes económicos si dentro de mi realidad no existen el
concepto de “oponente”. Si tampoco entra en mi bagaje de conceptos el de acción estratégica, sólo seré
capaz de concebir la idea de acción-comportamiento desde la Teoría Económica Normativa. De esta
manera, estoy negando una dimensión importante de la realidad. Es necesario entonces enriquecer el
repertorio de conceptos que poseemos, para poder entonces enriquecer nuestras acciones. (Matus, 1987).
Según John Searle (1969, p. 194) “El error es suponer que la aplicación del lenguaje al
mundo consiste en pegar etiquetas a los objetos que, por así decirlo, se identifican a sí
mismos. Conforme a mi perspectiva, el mundo se divide según lo dividamos, y nuestra
forma principal de dividir las cosas está en el lenguaje. Nuestro concepto de la realidad
depende de nuestras categorías lingüísticas”.
Si poseo ciertas limitaciones para conocer ciertos conceptos y actuar en consecuencia en el ámbito de la
planificación, mis propuestas concretas de acción y decisiones se concentrarán dentro de un espacio
limitado. Y cualquier error que se cometa en la realización de una acción planificada será atribuido a un mal
manejo de teorías y métodos, y no al hecho de que éstas realizan una constante simplificación de la
realidad. Se corre el riesgo asimismo, de dejar de lado problemas abstractos para focalizarme sobre
problemas más concretos y, por lo tanto, desde mi punto de vista, más prácticos. (Matus, 1987).
El concepto de situación
El mismo concepto de conflicto nos impele a comprender la realidad desde distintas perspectivas. Es por
esto que, para cada uno de los sujetos, la realidad en la que habita es vista de manera diferente. (Matus,
1987).
La noción de situación fue abordada por teóricos muy reconocidos. Gramsci, por ejemplo, elaboró una tesis
acerca de las correlaciones de fuerzas y de las nociones de estrategia, táctica y plan estratégico. Al mismo
tiempo distinguió entre los conceptos de movimientos y hechos orgánicos y movimientos y hechos
coyunturales que tienen lugar en la situación. Abordado por Gramsci, la noción de situación no se restringe a
una observación del hoy, sino que es una categoría que también se orienta hacia pensar el mañana, y dar
cuenta del pasado.
No obstante, los aportes más importantes para la noción de situación, fueron realizados por autores como
Sartre (1943), Heidegger (1927), Gadamer (1975) y Ortega y Gasset (1936), quienes plantearon nociones
como las de estar envuelto en una situación, ser y hacer en una situación, conocer y explicar dentro de una
situación. (Matus, 1987).
El enriquecedor aporte de Ortega se basaba en resaltar la razón vital situacional, por sobre la razón
abstracta. En una primera instancia, Ortega resalta la circunstancia como condicionante de la realidad
situacional específica en la que se encuentra el sujeto. (Matus, 1987).
La situación posee su propio lenguaje y complementa al formal, definiéndolos inequívocamente. El contexto
situacional se complementa con lo dicho en el lenguaje de los debates y diálogos, igual que el contexto
situacional da complemento a la descripción del texto situacional vinculado a la práctica de la acción vital.
Las definiciones no tienen lugar fuera de la situación. (Matus, 1987).
La definición de situación da cuenta del interlocutor, que ocupa el rol de oponente durante el conflicto
extremo. Es por esto que, describir el contexto en el que se está situado implica obligadamente dar cuenta
del rol de los demás sujetos y comprender sus explicaciones. La explicación sino, es inacabada,
desvinculada de su contexto situacional. (Matus, 1987).
Existe una evidente distancia entre el diagnóstico tradicional y la explicación situacional. El diagnóstico
consiste en una argumentación no situada y restringida a una única perspectiva. La explicación situacional,
por otro lado, consiste en un intercambio entre el YO y los OTROS, cuyo texto toma uno de los sujetos de
forma consciente del relato y el contexto de situación que lo incluye en un ámbito plagado de conflicto que
hace propios otros textos. Mi relato es un intercambio con la situación que comparto con el otro. (Matus,
1987).
Para finalizar, Ortega analiza la historia de manera coherente con la Teoría de Situación, dado que reconoce
que la misma vive en la situación del hoy. De esta manera, para la planificación situacional, las acciones se
realizan en el presente y no a la distancia. (Matus, 1987).
Matus, (1987), hace referencia finalmente, a la síntesis de las ideas de Ortega, las cuales consisten en:
Mientras que el diagnóstico no realiza ningún intercambio, la explicación implica establecer un diálogo con la
situación.
La noción de situación planteada en Planificación de Situaciones (FCE, México, 1980; pp. 62-122) pretende
dar cuenta de esta complejidad y definir la categoría de formación social al plano operativo. Para lo cual, se
requiere:
Elegir dentro de la totalidad los elementos pertinentes según el caso para la acción de un sujeto puntual
inserto en la realidad que se explica, por lo tanto, donde exista una explicación de la realidad, estará
implicada una explicación de sí mismo.
Reconocer las dimensiones de la realidad que limitan los condicionamientos, facultades y potencialidades
de los sujetos para desarrollar acciones tendientes a lograr los objetivos propuestos.
Identificar qué actor es el que aporta la explicación de la realidad, siendo consciente que esa explicación es
una perspectiva particular para analizarla y está relacionada con los propósitos de ese sujeto y la situación
en la que se encuentra en la realidad. Entonces, detrás de las explicaciones subyace un productor
identificable, y está vinculada a la situación del sujeto que realiza la misma.
Dar cuenta de lo que plantea el párrafo anterior, permite identificar al autor de una explicación determinada
sobre la realidad como alguien que interactúa con otros, en un juego de objetivos conflictivos y
contrapuestos que posibilitan diversas explicaciones e igualmente verificables de la realidad, según el punto
en el cual se ubica, observa y actúa cada uno de los actores.
Es necesario tomar conciencia de que lo expresado anteriormente no niega la presencia de leyes objetivas y
de procesos creativos objetivos, externos a las situaciones, voluntades y puntos de vista particulares.
La corrección o falsedad en el intento de explicación de una realidad, está relacionada a la situación que
ocupa el actor que realiza la explicación. De esta manera, debemos dar cuenta que coexisten diversas
verdades verificables en la realidad. (Matus, 1987).
A partir de la problemática planteada en el cuadro, podemos verificar la verdad de ambas afirmaciones, las
cuales son relativas a la ubicación en el espacio de cada uno de los exploradores. Y esto es así, porque la
velocidad de la luz está enmarcada en una ley objetiva a nuestra voluntad, propósitos y ubicación en el
espacio. Esto es lo que posibilita que A afirme que disparó antes que B, pero esta verdad es útil también para
B, desde su ubicación en el disparo. Esa ley objetiva a la que hacemos referencia es la que aporta
verificabilidad al argumento del observador, que se encuentra a la misma distancia de ambos exploradores.
En el relato planteado en el cuadro, entonces, existen tres verdades relativas que son verificables a nivel
empírico. (Matus, 1987).
¿Existe una verdad objetiva? ¿A qué punto de vista corresponde la verdad de la explicación
que se realiza a partir del diagnóstico de una planificación económica normativa?
La explicación no se encuentra separada del sujeto que la realiza, de sus propósitos, de su ubicación en la
realidad y de los otros sujetos con los cuales coexiste en la misma. (Matus, 1987). En una explicación de
situación, están siempre implicados varios actores u observadores intelectuales. De esta manera, es
necesario diferenciar la explicación propia de aquella que trata de comprender la explicación de esos otros
sujetos, e identificar si hablamos de un observador o un actor. (Matus, 1987).
Anteriormente a realizar una explicación, debemos diferenciar, al menos preliminarmente, lo que
situación de lo que denominamos escenario, trasfondo escénico o entorno. Dicha diferenciación implica
resaltar determinados criterios. Un actor debe ser capaz de diferenciar diversas situaciones según diversos
objetivos en el marco de una misma realidad. Así, hay diversas formas de diferenciar el sistema situación,
con sus límites borrosos, del escenario. La situación entonces, configura un espacio de producción social
donde los actores cumplen un rol al mismo tiempo que lo hacen sus oponentes, y donde los eventos de
producción social están condicionados por las acciones que realizan todos ellos, interactuando en un
escenario que los enmarca. (Matus, 1987).
La formulación teórica de la planificación situacional se origina en una indicación que abarca un espacio de
relaciones de producción social perceptible sólo si quien lo indica se encuentra en el espacio indicado. En
esta instancia, la indicación del sujeto no surge de la motivación de saber, sino de realizar una acción y
transformar la realidad ubicada en el espacio indicado. La indicación entonces, es la forma que existe de
dividir la realidad para actuar sobre la misma. Por lo tanto, diversas realidades admiten indicaciones
distintas. (Matus, 1987).
Dentro de un proceso social caracterizado por el conflicto y la contradicción, la realidad implica la visión
propia y la de otros actores involucrados. Esto es un punto muy importante para la planificación estratégica,
dado que el cálculo interactivo obliga a reconocer los objetivos y las acciones en consecuencia posibles de
los otros, y las mismas son independientes de la explicación situacional propia, sino que dependen de la
explicación del otro. (Matus, 1987).
LECCIÓN 2 de 4
Sin embargo, los actores que realizan planificaciones basados en la Teoría de la Planificación Normativa, no
admitirán que la teoría con la que se manejan está basada en ese supuesto. Y esto es porque ese supuesto,
se encuentra comprendido o puede discernirse de los rasgos teóricos que subyacen a las acciones
provenientes de la planificación económica tradicional. Este supuesto es sobre el cual descansa la lógica de
la planificación normativa. (Matus,1987). Es decir, comprendiendo este supuesto, podemos explicar los
demás postulados de la planificación normativa, los cuales se pueden sintetizar, según Matus (1987),
gráficamente de la siguiente manera:
Fuente: Libro “Adiós, señor presidente. Planificación, antiplanificación y Gobierno.” – Carlos
Matus, pág. 55.
Postulado 1
Postulado 2
El diagnóstico es el requisito previo que debe lograr el sujeto para poder realizar
su planificación. El diagnóstico se logra de manera objetiva y debe ser, por lo tanto,
único. A cada actor le corresponde un diagnóstico, una sola conceptualización
temporal y una verdad única y omnisciente.
Postulado 3
Es necesario conocer las “leyes” con las cuales funciona la realidad para poder
comprenderla y adquirir facultades para prever su desarrollo futuro. Si la realidad
es entendida como un objeto social, la misma se puede reducir a
comportamientos sociales. Es decir, la interacción del sujeto con las cosas a
manera de una asociación invariable entre actuaciones y variables relacionadas y
restrictivas de las mismas. Por lo tanto, la realidad social puede ser expresada a
través del diseño de modelos de análisis fundamentados en las relaciones
sistémicas de causa-efecto. Se identifican los conceptos de predicción y
previsión. La eficacia del método es probable por su capacidad de predecir. Las
acciones son acción-comportamiento, a excepción de la acción que realiza el
actor planificador.
Postulado 4
Postulado 5
Postulado 6
El plan es el resultado de una capacidad estatal, y tiene que ver con una serie de
propósitos y un final cerrado, dado que los eventos de cierre y los medios para
lograrlos son previsibles. Dentro de la lógica causa- efecto, y al no considerarse la
incertidumbre, planificar se reduce a realizar acciones apara alcanzar los
objetivos. Prima la racionalidad técnica para solucionar los problemas de manera
óptima.
Los postulados anteriores rigen la práctica de la planificación normativa, postulados que rara vez son
cuestionados. Incluso las explicaciones sobre la ineficacia de este tipo de planificación aplicada a diversas
situaciones, no apuntan al supuesto sobre el que se basan los seis postulados descriptos anteriormente,
sino que se orientan hacia coyunturas políticas, la calidad del trabajo de quienes planifican, la ineficacia de
las estadísticas, el escaso poder de los niveles centrales de la planificación, la falta de experiencia o
formación de los economistas, la falta de interés de los políticos, entre otros factores. (Matus, 1987).
Sin embargo, las causas de los resultados poco eficaces de la planificación normativa se están buscando
en los lugares equivocados. Dado que, en realidad, se encuentran en el supuesto mencionado
anteriormente, y que da fundamento a una noción limitada de la planificación y del sujeto que planifica.
Además, soslaya la dimensión política de la planificación como sistemática del cálculo que guía y antecede
a la acción. (Matus, 1987).
La negación de este tipo de planificación restrictiva, da lugar a una reformulación teórica del proceso y del
rol del sujeto que planifica. (Matus, 1987).
Se asume, desde esta otra perspectiva, un nuevo supuesto, que da lugar a nuevos postulados:
Postulado 1
Postulado 3
Postulado 4
Postulado 5
Teniendo en cuenta que el sujeto que planifica coexiste en la realidad social con
otros sujetos planificadores, la planificación debe desarrollar la capacidad de
enfrentarse a la resistencia de los otros frente al plan propio. Por lo tanto, la
planificación no debe identificarse con el modelo normativo tendiente al “deber
ser”, sino que debe abarcar el “puede ser” y la “voluntad de hacer”. Debe, al mismo
tiempo, sistematizar la previsión política y apuntar a la coyuntura. La realidad en la
que se inserta el plan se entiende como un trayecto constante entre conflicto,
acuerdos y consensos. El objeto tiene planes propios y una resistencia a ser
planificado. La planificación normativa es considerada sólo como una dimensión
de la planificación sociopolítica. La centralidad del plan no está ocupada por los
agentes económicos sino por los actores y fuerzas sociales.
Postulado 6
Postulado 7
Las dos posturas extremas que aquí se explicaron a partir de los distintos postulados, no deben ser
buscados de manera “pura” en la práctica de los procesos de planificación. Sin embargo, es necesario
evidenciar que el primer caso se acerca más a la experiencia metodológica y se aleja de la realidad social,
por otro lado, el segundo caso aborda con mayor realismo el proceso de gobierno pero rechaza la
experiencia de planificación formal. (Matus, 1987).
En este desequilibrio entre teoría y práctica se encuentra la solución de los condicionantes y las
problemáticas prácticas de la planificación tradicional. De esta manera, es recomendable acercar nuestra
práctica de la planificación a la que se identifica con la planificación situacional. (Matus, 1987).
Este último enfoque de la planificación es una clase de planificación estratégica, con la cual comparte
aspectos en común y también diferenciados. Las características fundamentales de este enfoque de la
planificación tienen que ver con abarcar la noción de situación, y desde un enfoque práctico implica
planificar situaciones. (Matus, 1987).
LECCIÓN 3 de 4
Para poder realizar un análisis de las alternativas de cambio, para poder decidir entre diversas posibilidades
y desarrollar la elegida, la cual consiste en la tarea del actor planificador. Es conveniente utilizar toda la
información de la que se dispone, dado que la tarea de planificación carece de sentido si no poseemos
información. La investigación es el medio más eficaz que el hombre desarrolló para tomar datos
disgregados provenientes de diversas fuentes y transformar los mismos en información seleccionada y
analizada, disponible para búsquedas específicas. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
No obstante, realizando un análisis del tipo de información que generalmente se utiliza en los procesos de
planificación, es posible observar que no se aplica de manera exhaustiva la información que proviene de los
resultados de distintos tipos de investigación. En efecto, la mayor parte de la información que se utiliza para
los procesos de planificación está basada en descripciones provenientes de datos básicos, escasamente
analizados, y hay una gran ausencia de marcos teóricos o modelos conceptuales. Lo conveniente, entonces,
es hacer, en la medida de lo posible, un uso íntegro de los datos provenientes de los resultados de
investigación, en cualquier caso en que se requiera realizar una planificación. (SCHIEFELBEIN y
MCGINN, 1992).
En la gran mayoría de los procesos que generalmente se llevan a cabo en materia de planificación, se
realizan sin hacer uso práctico de las diversas aportaciones que hace la investigación formal, las cuales
implican utilización de marcos teóricos, métodos comparativos, análisis de cuantificación de datos,
experimentos sobre los que se realizan seguimientos y evaluación, y el incremento lógico de
interpretaciones alternativas. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
En algunas ocasiones es posible identificar en los proyectos y planes ciertas acotaciones evidentes a las
vinculaciones entre variables y eventualmente alguna referencia a resultados de ciertos experimentos. Sin
embargo, en general los procesos vinculados a la planificación son desarrollados utilizando escasamente
fuentes de información y problemas de generalización de conclusiones. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
Esta situación no es ya muy común en otras regiones donde los resultados de la ciencia son tomados por
los planificadores en la toma de decisiones.
Esto es así por la existencia de sistemas de información para la administración en las distintas burocracias.
Se genera una gran cantidad de bases de datos a partir de la cual la planificación puede extraerlos para
llevar a cabo sus procesos. Sin embargo, aun en esos contextos informatizados, la planificación suele
considerarse como un proceso separado de la investigación. De hecho, los sujetos que realizan la
planificación no suelen manejar de manera relevante los conceptos y técnicas provenientes del ámbito de la
investigación. Es por esto la urgente necesidad de integrar los elementos de la investigación al campo de la
planificación. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
Dentro de las prácticas tradicionales de la planificación, desde el momento en que se identifica a la misma
con la programación y a la administración con la toma de decisiones, se está dejando de lado la
importancia de la información. De hecho, la mayoría de los planes consiste sólo en la definición de una serie
de propósitos viables en referencia a los recursos de los que se dispone. En algunas ocasiones los planes
incluyen el diseño de algunos proyectos que tratarán de alcanzar las metas propuestas. De esta manera,
dichos planes no son más que una serie de “recetas” destinadas a que los administradores lleven a cabo
acciones puntuales, sin atender a las características del contexto. Queda poco espacio para la previsión y
para la explicación. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
El principal aporte que es capaz de hacer el actor planificador se encuentra entre prevenir futuras
problemáticas y modificar positivamente la situación en la que se encuentra. (SCHIEFELBEIN y MCGINN,
1992).
Como afirmábamos anteriormente, en situaciones favorables disminuye la importancia de la planificación.
En esa instancia, el trabajo del planificador se limitará a utilizar la información disponible para guiar y
gestionar la situación. Como máximo, el planificador puede identificar criterios alternativos, mediciones e
indicadores que le sirvan para realizar el diagnóstico de la situación donde se encuentra ubicado, o
identificando formas de aumentar el rendimiento en base a los criterios vigentes. Para lograr dicha labor, se
acostumbra a realizar simulaciones de la realidad en modelos simplificados, como podemos observar en el
cuadro de la siguiente página. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
En esta instancia resulta útil diferenciar dos clases generales de enfoques de la planificación. Los mismos
suelen identificarse con los estilos propios o personalidades de los actores que planifican, sin embargo, es
necesario aclarar que los mismos son requeridos en cualquier sistema, más allá de que la forma en que se
desarrollen varía según las características del sistema. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
Ambos enfoques se diferencian entre sí en nivel en que esperan que el sujeto que planifica pueda
preestablecer los propósitos finales de la acción a planificar. El primer enfoque tiene que ver con el proceso
de explicitación de objetivos, sobre los cuales se realiza la planificación, definiendo los medios para alcanzar
esos objetivos en referencia a los recursos de los que se dispone. Se recolecta información que posibilite
decidir entre diversos medios disponibles. Este es un proceso que se realiza cotidianamente.
(SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
El segundo enfoque sobre el proceso de planificación está relacionado con la acción en situaciones
adversas en el contexto social sobre el que actúa el sistema educacional. En dichas situaciones no es
pertinente el uso de recursos para el logro de objetivos que en futuro resulten ser contraproducentes, sino
determinar los fines más relevantes en la situación en la que se encuentra. Cabe preguntarnos entonces:
La información que se necesita en este segundo enfoque no requiere ser muy específica, pero debe dar
lugar al cotejo entre una serie de propósitos alternativos, tanto los internos como aquellos obtenidos de
experiencias de otros sistemas educativos. La evaluación de propósitos alternativos debe realizarse en el
contexto social en el cual actúa el sistema educacional. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
Si el primero de los enfoque se identifica con la idea de “logro de objetivos”, el
segundo puede considerarse como “búsqueda de objetivos”.
El segundo de los enfoques, se identifica con el modelo de investigación “libre de sesgos valóricos”
mencionado en el cuadro anterior. En este caso, el rol del planificador, al igual que el del investigador, es
externo, es decir, intenta observar el problema desde afuera del sistema que interviene. La decisión acerca
de los objetivos no está dentro de sus responsabilidades. Intentan seleccionar variables de estudio de
manera objetiva. Intentarán evitar errores de tipo I (Sugiriendo lo que hay que evitar) y los de tipo II (no
recomendando lo que se debe hacer), y no son responsables de los posibles errores que puedan llegar a
cometerse. Es menor el cuidado que deben tener sobre la validez y la confiabilidad de sus resultados
primarios, dado que, posteriormente, una vez determinados los fines, los responsables de la planificación
pueden adaptar sus conclusiones por medio de un proyecto piloto. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
El primero de los enfoques se identifica con lo que se llama investigación tecnológica. La mayor
preocupación radica en los resultados de las acciones. En base a una hipótesis preliminar y una serie de
condiciones, se proponen un conjunto de acciones o estrategias. En este sentido, la planificación debe
describir las características de la situación particular con el establecimiento de un paradigma determinado, y
además justificar las acciones en base a la “fe” en la hipótesis. La validez está definida en términos de
realizar exitosamente las acciones, más no se analizan los resultados. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
Dado que las acciones se realizan una sola vez, y la oportunidad de observar a las mismas y sus resultados
es única, la noción tradicional (analítica) de confiabilidad, proveniente del ámbito de la investigación, pierde
sentido. Es más identificable con los estudios de caso. Es decir que las definiciones convencionales de
investigación realizan escasos aportes a este tipo de planificación. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
El paradigma vigente suele fallar o rechazarse dado que se ponen en práctica nuevas ideas exitosamente o
porque hay una gran cantidad de anomalías que el paradigma vigente no puede solucionar. (SCHIEFELBEIN y
MCGINN, 1992).
No es tarea fácil que dentro de este enfoque se rechace un paradigma. Las comunidades científicas, y en
este caso las organizaciones dedicadas al planeamiento, restringen la prueba de nuevas ideas, ignorándolas
u ocultándolas. Por tal razón, las prácticas suelen anquilosarse en paradigmas ya superados ampliamente.
(SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
Dentro del primer enfoque de la planificación, suelen existir dos variantes. Una de ellas tiene lugar cuando
integrantes nuevos de la organización aportan nuevas ideas según los criterios de novedosos paradigmas,
que dan lugar a nuevas alternativas de acción. El proceso de planificación está centrado en las primeras
etapas, en la justificación de la transformación y el margen de acción del modelo. Más adelante se
planifican acciones alternativas a la situación vigente. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
La segunda variante del primer enfoque tiene lugar en el momento posterior a la creación de un nuevo
paradigma, pero antes de que entre en vigencia del todo. El proceso de planificación en este caso, se centra
en la inserción y sostenimiento de novedosas formas de organización y acción. (SCHIEFELBEIN y MCGINN,
1992).
Estos tres tipos de planificación (el primer enfoque con las dos variantes), podrían reorganizarse de la
siguiente manera:
La justificación de todos estos tipos de planificación depende de la situación dentro de la cual está ubicado
el planificador. Cada uno de ellos necesita de distintos tipos de información, por lo cual varía el tipo de
investigación necesaria para cada caso. Los modelos de procesamiento de información son muy
aproximados. (SCHIEFELBEIN y MCGINN, 1992).
En este video veremos las características fundamentales y diferencias entre el modelo de Planificación
Normativa y la Planificación Estratégica Situacional.
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Referencias
MATUS, Carlos. (1987), “Adiós, señor presidente. Planificación, antiplanificación y Gobierno”, Caracas,
POMAIRE ENSAYOS.
NIRENBERG, Olga; BRAWERMAN, Josette y RUIZ, Violeta. (2000). “Evaluar para la transformación”, Buenos
Aires, Paidós.