FACULTAD DE HUMANIDADES
Grado en Humanidades
0. Introducción……………………………………………………………………1
4. Conclusiones……………………………………………………………………38
5. Bibliografía……………………………………………………….………….....40
0. Introducción
El rap, tal y como reconoce Pujante, es un “género musical reciente y altamente
subversivo” y no ha conseguido suficiente reconocimiento en el mundo académico
hasta el momento (2009). Es más, según el autor, “pocos han sido los investigadores
que, desde una óptica humanística, se han acercado a las amplias posibilidades que
ofrece un estilo cada vez más pujante en España” (Pujante, 2009). Así pues, con la
siguiente investigación se pretende acercar el rap al mundo académico, ya que, pese a
su evidenciable relación con la tradición poética, este ha sido excluido de
consideraciones literarias académicas. De esta manera, el objetivo del trabajo se
resume en acercar el rap y la poesía como disciplinas semejantes y protagonistas,
aunque principalmente con la intención de descifrar los motivos que podrían haber
ocasionado una exclusión del rap como un nuevo devenir poético.
Si bien es cierto que este estilo musical es conocido por haber nacido en el
Bronx como forma de protesta de la comunidad afroamericana, y el mismo Rayden
como rapero español reconoce que, pese a estar cada vez más aceptado, a los raperos
se los trata para darlos de comer aparte, este fenómeno de exclusión podría deberse a
muchos otros factores, los cuales serán considerados a medida que avance la
investigación (2018). Lo corrobora del mismo modo Pujante, que asegura que todavía
persisten muchos prejuicios sobre el rap, lo cual podría explicar “que sean escasos los
estudios que desde un punto de vista filológico o literario se le han dedicado” (2009).
Por tanto, esto nos lleva a plantearnos aspectos sobre el rap como sus
precedentes, influencias o características, para así conocer mejor el género y entender
por qué puede haber sido obviada su descendencia como tradición poética lo largo del
tiempo; con la consecuencia de estar así impidiendo, en cierto modo, la trascendencia
de las voces que han luchado por postergar sus mensajes con la fuerza reivindicativa
de la palabra cantada.
1
0.1 La metodología del trabajo
Para empezar, veremos las consideraciones y los aspectos teóricos por los cuales
puede haberse dado esta situación de desconocimiento del vínculo poético que posee
el rap. Los apartados teóricos están dedicados a aspectos representativos tanto en el
rap como en la poesía, los cuales influyen en la recepción de las obras de estas dos
disciplinas. Esta primera parte está conformada, de este modo, por una breve
descripción acerca del rap como género artístico, por un estado de la cuestión acerca
de la existencia de un canon poético, por la dimensión oral que está implícita en el rap
y en la poesía y la consideración de estos estilos como un arte performance. Así pues,
con el estudio de estos apartados iniciales, podremos empezar a interpretar si es por
estas razones por las que ha sucedido este fenómeno de rechazo académico. A
continuación de esto se encuentra el apartado dedicado a los orígenes y al carácter de
protesta del rap, el cual nos facilita recordar el contexto y el objetivo social con el que
nace el género musical.
2
1. Conceptos básicos: Introducción al género rap
El siguiente apartado tiene la intención de remarcar todo aquello que caracteriza e
identifica a la canción de rap, que, por tanto, hace que se diferencie o se acerque a la
poesía en función de los elementos que la representan y conforman. El artista en este
caso es llamado MC1, figura que en un inicio surgió como animador de “las fiestas
callejeras con rimas que narraban eventos locales” (Boucher, 1998: 35).
Así pues, se entiende por rap un tipo de estilo musical “con ritmo sincopado,
sostenido en palabras más recitadas que cantadas, que pueden ser improvisadas o no”
(Ramírez, 2016: 226). Este ritmo sincopado se establece a partir del scratching del DJ,
técnica que consiste en el movimiento manual de vinilos o pistas para producir la base
sobre la que el MC recitará su letra. Durante este proceso de construcción, el DJ
también introduce los samplers, “que son fragmentos musicales extraídos y
reintroducidos con ayuda de un mezclador en contextos musicales diferentes, ya sea de
manera puntual, aleatoria o en bucle” (Pecqueux, 2003: 380). De este modo, una vez el
DJ ha creado el beat2 de la canción, el rapero recita melódicamente la letra amoldándose
al ritmo que lleva la pista: “The unit of a rap is determined by the DJ’s beat rather than
by a set meter. In other words, freestyles can be broken down into rhythmic units rather
than metrical units” (Pihel, 1996: 256). Es decir, “la importancia del compás musical
hace que incluso se rompan leyes gramaticales, para favorecer el ritmo y la rima”
(Martínez Cantón, 2011: 49).
La capacidad del MC de hacer fluir sus versos con la base y el tipo de estilo
rítmico que posee es denominado como el flow del rapero, lo cual sirve para
caracterizarlo y diferenciarlo del resto de artistas (Ramírez, 2016: 226). Es relevante,
pues, la forma en la que el artista interpreta cada palabra. Elementos como las
entonaciones, las pausas, las inflexiones, la pronunciación o la modulación del volumen
de la voz son esenciales para la eficacia de la dicción musical, lo cual, además de
determinar su calidad, favorece la expresividad emocional de la obra.
1
Siglas que significan Maestro de Ceremonias.
2
Anglicismo que en la cultura hip hop sirve para hacer referencia al ritmo y el latido de la base musical
de la canción de rap.
3
Para estos, más que decir y narrar, llevan a cabo una acción como artistas. Según Gladys
Castiblanco, además de protestar y reivindicar sus valores e ideologías ante una
situación específica de injusticia, los raperos viven e intentan transmitir una alternativa
al oyente, que es su modus operandi frente a las condiciones con las que se encuentra en
su vida (2005: 256). Se pretende, pues, proporcionar al público una lección a partir de
las experiencias personales de los artistas, los cuales “han logrado trascender del
discurso de la resistencia, a incorporarlo en sus vidas y prácticas cotidianas en donde
han construido lenguajes, nuevos códigos, nuevos usos del espacio urbano, nuevos
sentidos en las interacciones colectivas, nuevos contenidos en sus creaciones artísticas,
nuevos mensajes” (Castiblanco, 2005: 253).
Siguiendo la misma línea, esta actitud de protesta ocupa los temas de las
canciones de rap, los cuales, según Ramírez, acostumbran a ser algunos como: La
conciencia y lucha de clase, la denuncia sobre las condiciones políticas y sociales, el uso
de la música como alternativa a los conflictos, la identificación con la cultura hip hop o
la marginación social (Ramírez, 2016: 210). Si bien, este tipo de contenido denota la
conciencia de los artistas, responsable con compromisos que transmiten en la praxis de
sus composiciones, con las que “se posicionan como portavoces que ponen en cuestión
a la sociedad, a la vez que reafirman las condiciones sociales, de género, de sexo, de
raza, con las que se sienten identificadas/os” (Ramírez, 2016: 235).
A su vez, la práctica del rap forma parte de la cultura hip hop, término que se usa
para agrupar a las cuatro disciplinas de este movimiento artístico: El rap, el grafiti, el
break dance y el disc-joking. Esta última es la práctica que encarna el DJ, el cual se
responsabiliza del ritmo que marcará la base de la canción. El rapero, en la confección
de las letras, presta especial dedicación al uso de la rima. Tal y como dice Pujante,
“como en casi todos los géneros musicales, en el rap no se entiende la canción con letra
sin rima, pero en éste su búsqueda se convierte en casi una obsesión” (2009). El rapero
busca sorprender e innovar con la construcción de sus rimas no solo al público, sino al
resto de los raperos. De este modo, “la rima se erige como elemento de apoyo y como
generador de nuevas asociaciones sorprendentes, fomentándose además, de forma
especial, la sonoridad” (Martínez Cantón, 2011: 47). Por lo tanto, el rap es un tipo de
estética que está inmersa en la continua búsqueda de la creatividad y originalidad, para
así garantizar la calidad de sus composiciones: “Rapear puede llegar a ser como hacer
un solo, tienes que hacerlo fluido y llamativo para que sea bueno” (Sutil, 2008: 73).
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Para ello, los MCs utilizan recursos retóricos con los que enriquecer sus
métricas. Pujante realiza un exhaustivo análisis de las principales figuras retóricas que
Violadores del Verso, grupo de rap de referencia en el panorama español, recoge en sus
letras. De este modo, el autor señala el recurrente uso de aliteraciones, hipérbatos,
metáforas, personificaciones, hipérboles, diástoles y elipsis, entre otras (Pujante, 2009).
Ofrece ejemplos interesantes, como es este caso de aliteración: “Y es que no se no se/
no tienen letras que respalden tanta pose/ Los dejo en boxes/ no me tosen” de Pura
droga sin cortar, en la cual se observa “la repetición de fonemas tradicionales en esta
figura retórica como /s/ y los nasales /m/ y /n/” (Pujante, 2009). Otro ejemplo que aporta
Pujante del uso de este tipo de recursos es la diástole que se encuentra en versos como
el de “Quiero bañarme de vodka en una piscina”, en Cantando, donde hay “variaciones
del acento de la palabra final del verso” (Pujante: 2009). En suma, todo este conjunto de
técnicas formales son licencias que se permite el autor de las composiciones, aunque
tenga que romper construcciones lógicas para así poder ganar en el terreno de la
creatividad.
En consecuencia, la obsesión perfeccionista que sufren los raperos por ser los
mejores de su género consiste en la característica competitiva del rap. Esta “pugna por
ser el mejor en un aspecto determinado” es muy relevante para el rapero, ya que
necesita ser “el más ingenioso, para ser así el más respetado y envidiado” (Pujante,
2009). Además de cuidar laboriosamente sus composiciones, el MC recurre a lo que
apodan “egotrip”, lo cual consiste en recordar explícitamente su superioridad a la
audiencia con frases como: “Javier Ibarra es único/ un icono del puto rap” de Pura
droga sin cortar de Violadores del verso. Este juego también se refleja en el freestyling,
modalidad del rap en la que el MC improvisa los versos en directo, ya que aparece en
las conocidas batallas de gallos. Estas son básicamente luchas verbales entre dos MC
oponentes, en las que cada uno tiene un tiempo limitado para ganar al otro con una mofa
mejor como respuesta. Finalmente, el vencedor es anunciado por un jurado, aunque
durante la competición intervenga la audiencia presente emitiendo ruidos y
exclamaciones para posicionarse del lado que considere oportuno. Estos ambientes para
los artistas son considerados “lugares de configuración de identidades porque su
dinámica se da en torno a dos posibilidades: transgredir y confrontar”, además de
oportunidades para ejercitar su agilidad, creatividad y habilidad lírica (Castiblanco,
2005: 266). Sin embargo, este tipo de actos donde se mide este tipo de capacidad
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artística no es nuevo y resulta muy común en diferentes momentos históricos, así como
en las justas poéticas del Siglo de Oro o en los dozens afroamericanos (Martínez
Cantón, 2011: 50), descrito como una actividad social masculina “in which wittily
insulting repartees (usually targeting the interlocutor's mother) fly fast and furious”
(Damon, 1998: 334).
Por último, cabe mencionar que los MC se identifican con una imagen estética
concreta, la cual consiste en el uso de ropa desproporcionada en cuanto a los cuerpos de
los artistas y las tallas que usan (Castiblanco, 2005: 255). Si bien es cierto que los
raperos suelen llevar joyas grandes, pañoletas o zapatos de deporte vistosos, las modas
decorativas dependerán del contexto y momento en el que se encuentren, lo cual podrá
apreciarse en plataformas como las redes sociales o en los videoclips dispuestos al
alcance de la audiencia en internet, además de en los conciertos.
6
2. Los posibles motivos de exclusión
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ámbito del gusto y los intereses, el cual tiene una estrecha y comprometida relación
con lo subjetivo y con la crítica literaria.
El sentido restrictivo del canon, de norma que regula la lista de obras incluidas en
este, tiene que ver con la existencia de un canon bíblico, registrado en el Antiguo y
Nuevo Testamento. Este, “supuso una selección de textos, cuya interpretación,
conservación y custodia quedaron, evidentemente, en manos de la Iglesia”, lo cual
desencadenó la formulación de un canon apócrifo al bíblico: “El de aquellos textos
desterrados, prohibidos y desestimados por el clero” (Fernández, 2008: 66). Así pues,
la categoría de textos ocultos acaba por implicar un sentido peyorativo, el de los textos
que no son suficientemente buenos para ser incluidos ni aptos para su lectura. Es decir,
“el canon posee una autenticidad de la que carecen los Apócrifos” y está estuvo
delimitada durante mucho tiempo por la Iglesia, institución que representaba poder,
jerarquía y autoridad (Fernández, 2008: 66). En 1546, con el Concilio de Trento, se
cierra el canon bíblico y se ejemplifica una vez más “la estrecha relación existente
entre el carácter de una institución y las necesidades que satisface al dar validez a los
textos y a interpretaciones de los mismos” (Sullà, 1998: 98). Aunque existieron
también escuelas medievales, renacentistas y clasicistas francesas e inglesas de los
siglos XVII y XVIII que se dedicaron a la elaboración de cánones, lo cual da peso a la
idea que “existe una relación clara y estrecha entre el canon y la institución y
momento histórico que lo genera” (Curtius, 1948: 367–383).
8
escolares y planes de estudios académicos (Fernández, 2008: 67). Por eso, muchos son
los que reivindicaron una separación entre el canon y las instituciones, para alejar de
este la jerarquía y la autoridad de los organismos con poder.
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“el dominio del lenguaje metafórico, el poder cognitivo, la sabiduría y la exuberancia
en la dicción”, todos ellos elementos de carácter formal y estilístico (Fernández, 2008:
65). El autor renuncia, pues, a la inclusión de las obras por “la procedencia social,
étnica o sexual de los autores” en el canon literario, ya que de ser así se le restaría
importancia a la estética de los textos en el proceso de selección (Fernández, 2008:
67). Asimismo, según Bloom, con la consideración de “los estudios culturales […]
estamos destruyendo todos los criterios intelectuales y estéticos de las humanidades y
las ciencias sociales en nombre de la justicia social” (apud Fernández, 2008: 45). Es
más, Bloom afirma que la constitución del canon no puede tener un carácter de
salvación social o de política de integración para así favorecer a las minorías sociales
que han sido discriminadas, como es el feminismo o el colectivo cultural
afroamericano: “Que el canon occidental no puede entenderse como «un programa de
salvación social» ni, mucho menos, como una encarnación de «las siete virtudes
morales que componen nuestra gama de valores normativos y principios
democráticos” (apud Fernández, 2008: 67). De este modo, el autor no concibe el canon
como “un instrumento para mejorar la sociedad o en la piedra angular de nuestro
sistema de enseñanza o de transmisión de valores”, sino que “es una lista de
supervivientes que se han abierto paso gracias a la fuerza estética de sus obras, tal vez
auspiciados por el viento favorable del mecenazgo, la posición social o la simple y
pura contingencia, pero en ningún caso como escritores representantes de una clase
social o de la lucha de clases” (apud Fernández, 2008: 68). Por tanto, la estética, como
supuesta motriz del canon, es para Bloom una tarea individual y no social.
En medio de toda esta agitación académica, Pozuelo Yvancos presenta una opinión
que trata de apaciguar el debate y abrazar otras realidades en torno al canon literario,
ya que, según este, “los valores estéticos son cambiantes, movedizos y fluctúan en
función del periodo histórico en el que nos encontremos” (Pozuelo, 1996: 3). Así que
recupera la consideración de la cultura como estructura troncal para el canon: “en la
elaboración del canon participan otros aspectos, tales como la inclusión o no de obras
representativas de colectivos minoritarios […], entran en juego los estudios
postcoloniales, multiculturales, feministas o neohistoricistas, lo que Harold Bloom ha
bautizado como «Escuela del Resentimiento»” (Pozuelo, 1996: 3). Iuri Lotman tiene
mucho que ver es esto, ya que Pozuelo toma la idea del autor de que “el texto es
autosuficiente en la medida en que en sí mismo constituye un universo semántico, sin
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embargo está siempre incluido en una cultura y forma parte de ella” (apud Fernández,
2008: 67). Así pues, la cultura no es una recolecta de obras, sino más bien la que las
organiza, y de esta organización puede extraerse la identidad de una comunidad
(Fernández, 2008: 67). Pero, tal y como afirma Lotman, la cultura no tiene una
frontera clara y esta “cobra significado por lo que es, pero también por lo que no es,
todas las culturas opuestas a ella que en un constante diálogo la estructuran,
transforman e incluso le otorgan su mismidad” (Lotman, 2005). De esta manera, según
la teoría de Lotman, existe un centro y una periferia en el sistema de textos canónicos,
en el cual los que se encuentran fuera del centro dialogan para integrarse dentro de lo
establecido. Asimismo, las llamadas “no-estructuras” o “no-textos”, también son los
que ayudan a “definir una cultura, el canon o la identidad de una comunidad” según
Pozuelo, ya que “no hay centro sin periferia y el dominio de la cultura, su propia
constitución interna, precisa de lo externo a ella para definirse” (apud Sullà, 1998:
225).
11
actuado con fines e intereses propios. Esto hace que se tambalee la seguridad de que la
selección de textos pueda ser objetiva y esté libre de intenciones inquisitivas por parte
de los entes críticos y poderosos. Además, las consideraciones de Mignolo y Pozuelo
ejemplifican que existe una supremacía social y cultural a la hora de establecer los
criterios/textos, basados en la procedencia y en la exclusión de ciertos por razones
históricas, de género sociales, culturales, raciales… Es decir, hay una élite occidental
que se centra en parámetros característicos de textos occidentales como ejemplares a
nivel universal sin aceptar la realidad plural, de minorías existentes, y evita abrazar
todas las literaturas posibles para formar el canon (según Bloom por razones estéticas).
El rap, que se situaría en un contexto creativo periférico, por su procedencia y por la
situación social y cultural en las que se cultiva y reproduce (aspectos que tendremos en
cuenta con más detenimiento en los apartados siguientes), podría haber sido censurado
y despreciado del ámbito literario por la tozuda tarea de encontrar una vara de medir
única para crear un patrón literario universal a perpetuar. Mientras que, según Sullà,
esta periferia fortalece su voluntad de rechazar las restricciones y la identidad
impuesta “que les ofrece la cultura occidental”, ya que “buscan en cambio que sea
reconocida su diferencia” como reconocimiento de posesión de valores, tradiciones y
voz propia (Sullà, 1998: 15).
Así que, llegados a este punto, en el que nos damos cuenta de lo conflictivo que
resulta llevar a cabo esta misión, sin poder contentar a todas las perspectivas, nos
podríamos llegar a preguntar por qué es tan importante fijar un canon, si las censuras
que este genera con su construcción pueden devaluar otros textos, frenar las nuevas
formas de expresión y creación, y eliminar su significado y peso en el curso histórico
de la literatura:
No obstante, es vital tener en cuenta que el canon acaba por definir y testimoniar
nuestra cultura y valores a los tiempos venideros. Además, esta selección literaria tiene
un papel fundamental en las aulas y la práctica docente: El canon literario decide e
imparte los textos y su interpretación a los alumnos. Por esto, según Pozuelo, “debe
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salir cuanto antes del terreno de la discusión para ayudarnos a entender las nociones de
tradición y clásico, los límites de la Historia de la Literatura, su evolución, sus
cambios y su aplicación y docencia en las aulas” (1996: 4). Asimismo, no podemos
olvidar que “la selección de un canon se hace desde el punto de vista de los valores e
ideologías de una época y una cultura dadas” (Fernández, 2008: 69).
Por tanto, es imprescindible abrir los horizontes del canon literario (si es que es
necesaria su existencia) o la creación de una plataforma transversal que acoja la
variedad literaria a medida que esta evoluciona a través del tiempo y de las
comunidades, ya que si la cultura recopila los textos que conforman el canon, las
nuevas formas poéticas deberían de ser incluidas y representativas en el panorama
literario. Por motivos tan claros como los que comparten Fernández y Pozuelo a
continuación:
En definitiva, el rap solo podría verse incluido en un canon que contemplase sus
propios procesos como algo en continua creación, que aceptase que “Los valores y
principios imperantes en una época hacen que nos decantemos por unas obras y no por
otras en la configuración de una Historia de la Literatura” para entender que “no se
puede hablar de un canon único sino de una superposición de sistemas que se
complementan, sustituyen y transforman” (Fernández, 2008: 74-75). Quizá, tal y como
las “reivindicaciones han sido en algunos casos necesarias para rescatar obras y
nombres que fueron desechados en épocas anteriores por cuestiones de raza o
discriminación”, sea indispensable una movilización venidera para la consideración
del rap como una nueva forma de expresión o de estilo poético para que, tanto los
autores como el público consumidor de este género, que integran la sociedad actual
puedan mirarse y reconocerse en la oferta literaria que ofrece el canon literario
(Fernández, 2008: 70).
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2.2 La dimensión oral
La oralidad, entendida como método de comunicación proyectado por la voz humana y
percibido a través del oído, es conocida como el primer sistema inteligente de
transmisión e intercambio de información del ser humano previo a la escritura. Esta se
concibe como el punto de partida del acto de habla, pero también de las dos disciplinas
artísticas en las que está basado este trabajo: La canción de rap y la composición
poética.
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únicamente a un público y circuito oral: “los poemas se escribían para ser memorizados
y recitados, así como hoy se escriben las obras teatrales para representarlas”
(Freidemberg, 1981: 4). Asimismo, esta práctica oral de leer los textos en voz alta
siguió vigente hasta el siglo XIX y provocó “un fuerte influjo en el estilo literario desde
la Antigüedad hasta tiempos bastante recientes” (Ong, 1996: 115). Esta información
resulta muy relevante, ya que ejemplifica que este tipo de oralidad influyó
posteriormente en el curso de la literatura de tal manera que muchos de los textos que
actualmente se consideran dentro del canon literario (así como romances o cantares de
gesta) resultan ser “transcripciones de textos que contaban con una trayectoria oral
previa” (Martínez Cantón, 2011: 16).
16
marcas gráficas que contribuyen a la correcta lectura e interpretación de los poemas, y
“por lo que el poeta puede prescindir –y el poeta moderno prescindió, de hecho- de
alguna o algunas de las marcas de la poesía oral tradicional” (Martínez Fernández,
1996: 51-52).
Así pues, algunos de los aspectos orales que destacan en la poesía tradicional
son, por ejemplo, el ritmo y la musicalidad que este produce. Según Caparrós, el ritmo
está basado en una repetición que, además, tiene una intención estética (apud Martínez
Cantón, 2011: 20). A propósito, la existencia de una entonación, de la proyección de un
tono determinado en la recitación, es algo que, según Martínez Cantón, también debe
contemplarse como un elemento de colaboración al ritmo poético de la composición
(Martínez Cantón, 2011: 20). De este modo, el ritmo en los poemas es conseguido, entre
otras cosas, a través de la métrica, la cual se configura para conseguir una musicalidad y
determinar, a su vez, la interpretación del poema (Martínez Cantón, 2011: 20). Es decir,
tal como lo afirma Ong en la siguiente cita, “resulta evidente que, de uno u otro modo,
las necesidades métricas determinan la selección de palabras hecha por todo poeta que
compone en métrica” (1996: 29). No obstante, existen muchos otros recursos poéticos
que se disponen con una finalidad rítmica, tales como la anáfora, la epífora, la
aliteración, la rima y el paralelismo (Martínez Cantón, 2001: 20). Utrera hace hincapié
en elementos como la lengua poética o las construcciones sintácticas, para terminar
afirmando que el ritmo dependería no solamente de componentes acústicos, sino que
también colaboran a ello los no acústicos (Utrera, 2010: 165). Tal y como dice
Caparrós, se evita, de este modo, que la métrica sea la única protagonista en la
definición del ritmo de las composiciones, recordando la importancia del lenguaje
poético a niveles como el fónico, con las rimas y las anáforas, el sintáctico, con los
paralelismos, y el semántico, con ejemplos como los emparejamientos o las antítesis
(apud Martínez Cantón, 2011: 20).
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De este modo, si nos centramos en los aspectos relevantes que surgen a partir de
la oralidad en el género rap, la improvisación es considerada una técnica representativa.
Esta vertiente creativa resulta ser uno de los estilos de creación que más caracterizan la
cultura hip hop. El estilo freestyling surge, en la mayoría de los casos, a modo de
competición, siempre con un tono informal y en un ambiente urbano, en el que dos MCs
se disputan ganar una lucha verbal. Este concurso dispone de tiempos fijados por
intervención de los participantes, cuyas son valoradas por un jurado y la aclamación o el
abucheo del público presente. Sin embargo, el pilar fundamental del freestyling es la
invención repentina de versos rimados que mide las aptitudes creativas del rapero,
tengan o no una intención competitiva.
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Esto tiene que ver con el carácter efímero que tiene la oralidad, el cual se
encuentra tanto en el rap como en la poesía tradicional. La inmediatez que contiene la
reproducción de la obra oral es algo que impacta eficazmente en ese mismo instante en
el oyente, pero que a su vez desaparece con la misma facilidad con la que vino.
Asimismo, esta fugacidad de las composiciones orales genera modificaciones a lo largo
de las reproducciones, por la complejidad de realizar siempre una misma interpretación
oral de la pieza, la cual “deshace y recría permanentemente su sentido, hecho que no
ocurre después del registro escrito” (Martínez Cantón, 2011: 20). Es decir, el valor
efímero puede ocasionar el olvido y la pérdida de las composiciones, motivo por el que
más tarde pasarían a perpetuarse las obras con las transcripciones textuales. Así lo
remarca Pereira, advirtiendo que el discurso oral es perecedero, el cual, además,
“exactamente por su dinamismo, […] está a todo momento, en cada nueva performance,
[…] construyendo una nueva reiterabilidad, en una potencia criadora que recrea el
pasado y el presente todo el tiempo” (apud Oliveira, 2010: 8).
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2.3 El rap como un arte performance
Cuando hablamos de performance, nos referimos a un tipo de manifestación artística
que se escurre ante la posibilidad de describirse unívoca y fácilmente. Este se
caracteriza por tener una acepción abierta y polisémica, la cual permite abrazar muchos
tipos de expresiones y acciones artísticas bajo un mismo paraguas. Así lo atestigua
Guillermo Gómez-Peña, famoso artista de performance, el cual reconoce que este
campo “resulta demasiado grande y abarcador” y, precisamente por esto, si intentamos
especificar y acotarlo se vuelve “demasiado pequeño y lleno de subterfugios” (Gómez-
Peña, 2005: 200-201).
Así pues, resulta acertado tener en consideración la parte performativa del rap,
ya que las actuaciones del género contienen una fuerte expresión interpretativa por parte
de los MCs, los cuales, según Ramírez, congregan “la relación entre la práctica musical
de las hip-hoppers y la discursividad desplegada en sus representaciones” en su
performance (Ramírez, 2016: 229). Por tanto, cuando los MCs rapean están realizando
su acto performativo más relevante, el cual está conformado por “la agilidad de sus
versos y su flow, los movimientos y la actuación en el escenario, y las expresiones con
las que se dirigen a su audiencia.” (Ramírez, 2016: 226). A todo esto, Keyes añade que
la performance de rap está basada en los actos de habla de la comunidad afroamericana,
20
por su significado y sonido, y en las figuras retóricas que se usan; Rhetorical skills
como la metáfora, el mimetismo, los juegos de palabras, las expresiones populares y el
braggadocio3 (2004: 143).
Sin embargo, este tipo de performances van más allá de la práctica vocal porque
la música no puede desligarse de los gestos y los movimientos que aporta el artista en
directo; esta “es una práctica donde voz y cuerpo se complementan y en la que estos son
el vehículo para establecer un vínculo con el público” (Ramírez, 2016: 228). De este
modo, debemos tener en cuenta que durante la actuación de rap confluyen dos tipos de
comunicaciones: la verbal y la no verbal (Ramírez, 2016: 228).
21
el uso de la call-response, la cual consiste en que el músico recite una frase que deba ser
respondida con otra frase o sonido por parte de los espectadores (Keyes, 2004: 144-
145). Es entonces cuando se genera una interacción bidireccional que resulta esencial
para una óptima comprensión de las canciones. Así pues, la respuesta del público ayuda
a prolongar la performance y a que el artista la ejecute; “The more verbal and kinesic
the response from the audience, the longer the rapper raps” (Keyes, 2004: 145).
22
Ramírez, los artistas intentan, tal y como dijo J. L. Austin con su teoría sobre los actos
de habla, utilizar la fuerza de las palabras para actuar y no solo construir enunciados,
por ello las performances “no solo son portadoras del mensaje que enuncian, sino que
portan en sí mismas una acción relacionada con su mensaje” (Ramírez, 2016: 229). Sin
embargo, cuando la actuación se acaba, en el artista siempre queda la esperanza de que
se haya desencadenado un proceso de introspección en la audiencia que ha presenciado
el acto, debido a que para el autor “el objetivo no es “gustar de” ni siquiera
“comprender” el performance, sino crear un sedimento en la psique del público”
(Gómez-Peña, 2005: 206). Y esto resulta realmente importante para el MC, ya que la
potencial repercusión y el poder de reflexión que puede llegar a provocar la
performance es capaz de generar un gran impacto: Así como “en la vida cotidiana,
como víctimas potenciales del racismo […] asumir la personalidad de otras culturas
puede, literalmente, salvar nuestra vida” (Gómez-Peña, 2005: 207).
23
2.4 El origen y el carácter social del rap
2. 4. 1 Origen e influencias del movimiento
Hasta ahora, hemos podido apreciar la parte más puramente musical del género rap,
aunque, para poder entenderlo como la práctica cultural y social que es, una “revisión de
la historia que dio origen al estilo musical ayuda a comprender tal dimensión” (Ramírez,
2016: 227). Por lo tanto, el siguiente apartado está dedicado a responder la cuestión de
cómo y por qué surgió esta corriente musical, pasando por aspectos como la historia, las
influencias artísticas y el carácter de protesta del rap.
Para empezar, es necesario vincular el origen del rap con el fenómeno histórico
de la diáspora africana y el consecuente esclavismo de esta comunidad en Estados
Unidos. En este proceso, debido al “transatlantic slave trade”, un gran número de
africanos fueron transportados al “Nuevo Mundo” dónde fueron esclavizados y se les
forzó a aprender una cultura, lenguaje y tradiciones diferentes a lo que reconocían como
propio (Keyes, 2004: 22). De este modo, durante el esclavismo la comunidad
afroamericana adquirió la nueva cultura que se le estaba imponiendo desde su propio
prisma, la modificaron desde el sistema de pensamiento africano. Aunque, según Keyes,
“the way in which they modified, reshaped, and transformed African systems of thought
resonates in contemporary culture” (2004: 22). Es decir, este proceso de colonización de
la comunidad africana por parte de los estadounidenses modificó ambas culturas a la
larga.
24
genera un clima perfecto para la construcción de una comunidad y el establecimiento de
sus tradiciones: “the manteinance, reinforcement, and continuation of African-derives
practices in music making, oral narratives, material culture, philosophy, and belief
systems” (Keyes, 2004: 22). Por tanto, cuando no eran supervisados por los dueños, los
esclavos recreaban sus tradiciones y daban rienda suelta a lo que se entiende como el
“black poetic speech”, el cual utilizaban para describir sus experiencias diarias y
expresar su voluntad de supervivencia frente a su condición (Keyes, 2004: 23). Así
pues, Baber afirma que el objetivo del lenguaje tomó un giro para ir más allá de la
comunicación entre individuos y ser una herramienta de “personal presentation, verbal
astistry, and commentary on life’s circumstances” (apud Keyes, 2004: 23). Dada la
efectividad de este tipo de comunicación, los africanos esclavizados configuraron
mensajes codificados acerca de su condición, los cuales se establecen como “black
vernacular expressions” por su reiterado uso (Keyes, 2004: 23). De este modo, el
lenguaje poético africano surge como respuesta al esclavismo, genera la energía
necesaria para afrontar las duras condiciones que vivían, y así denunciarlas
colectivamente en vez de soportar el sufrimiento psicológico individual (Keyes, 2004:
23).
25
urbes. Así pues, se institucionaliza la pobreza en los barrios donde se aglomera la gente
de color segregada del resto de zonas de la ciudad, como los afroamericanos y los
latinos (Keyes, 2004: 39). Esta condensación marginal de la población de clase baja en
los suburbios genera lo que se conoce como el “White flight”, el traslado masivo de los
blancos que quedaban en estos barrios a otras partes de la ciudad (Keyes, 2004: 39). La
ciudad queda dividida por razas y clases, ambos conceptos ligados entre sí, lo cual se
corresponde con el fenómeno de segregación racial en guetos como el del Bronx
neoyorquino. Por consiguiente, con la pobreza y las desigualdades llegaron problemas a
los barrios marginales, así como el crimen, la violencia, las drogas y el desempleo
(Keyes, 2004: 44). A su vez, mientras las condiciones de vida empeoraban, se
popularizó la existencia de bandas organizadas, las llamadas gangs, hecho que hizo que
se multiplicaran los crímenes y la violencia (Keyes, 2004: 44).
26
del rap “en estas formas musicales, las rimas cantadas y los estilos poéticos” que
“evocan las tradiciones orales de los griots africanos” (Bazin, 1995: 219). Se conoce
como griot al bardo que contaba cuentos e historias sobre una base rítmica en las
sociedades tradicionales africanas, además de tener el papel de testimoniar la historia y
las tradiciones culturales de la nación a través de su performance (Keyes, 2004: 19). Es
pues, un narrador que se apoya en la tradición oral, lo cual se recoge en el rap con la
figura del MC: “The MC’s spoken verse adapts oral traditions that are […] a ‘survival
from Africa’” (Newman, 2005: 402- 403). A lo que Keyes añade que, durante la
performance, los bardos usan “formulaic expressions, poetic abstractions, and rhythmic
speech – all recited in a chantlike fashion that prefigures rap” (Keyes, 2004: 20). Por su
magnífico uso de las palabras, los griots son personas muy importantes y respetadas en
las sociedades africanas, por ello Afrika Bambaataa afirma con convencimiento que
aunque el rap se origine en el Bronx “it goes back to Africa” (apud Keyes, 2004: 20).
En la misma línea surgió The Black Arts Movement durante los años 60 y 70, a
raíz de la muerte de Malcolm X, a lo que Leroi Jones estableció la misión del
movimiento:
Con lo cual, este movimiento opta por reemplazar los cánones literarios
occidentales por el afroamericano, ya que, según el BAM, “that art should be functional,
community-based, and it should resonate with real-life black experience, establishing a
mandate for what would soon be termed “the new black aesthetic” (Keyes, 2004: 33).
Por lo que respecta al estilo, este movimiento propone usar los versos poéticos con un
ritmo marcado por las cadencias respiratorias, aliteraciones, repeticiones y, durante las
performances, se incluyen desde conversaciones informales hasta reflexiones y cantos
musicales (Keyes, 2004: 34).
En suma, The Black Arts Movement asenta las bases del hip hop. Su carácter
artístico, joven y reivindicativo combate los cambios sociales, políticos y económicos
que sufren las comunidades afroamericanas urbanas. Así pues, el rap se establece en los
años 70 como género, ya que, según Keyes, este emerge entonces “as an expressive tool
27
through which its creators responded creatively to changes in their environment”
(Keyes, 2004: 38). Un ejemplo del triunfo del rap durante estos años es el grupo The
Last Poets y el surgimiento de la organización creada por Afrika Bambaataa “The Zulu
Nation”. Las dos agrupaciones se asemejan porque ambas “militaban por los derechos
civiles y eran una respuesta no violenta a la agresión cotidiana que se vivía en el barrio
popular” (Boucher, 1998: 52). Más concretamente, The Zulu Nation, se basa en
potenciar la creatividad que empodera y hace nacer el movimiento hip hop en los
jóvenes, como solución y rehabilitación a la condición que se vivía en los guetos:
gangs, violencia, drogas, crímenes (Keyes, 2004: 48). El mismo Bambaataa lo describe
como una organización que junta a la gente que practicaba breakdancing, Djing y grafiti
como solución a la violencia entre bandas armadas: “I had them to battle each other in a
nonviolent way, like rapper against rapper rather knife against knife” (apud Keyes,
2004: 48). Según Keyes, esta comunidad de jóvenes compartía más aspectos de los que
los diferenciaban, lo cual logró la unificación de sus fuerzas creativas en el terreno
psicológico, lingüístico y espiritual en forma de hip hop (2004: 48).
Así pues, del esclavismo africano no solo sobreviven elementos como el griot,
las expresiones tradicionales del sur, el storytelling, la rima o las formas musicales
forjadas por aquel entonces, sino que todo esto evoluciona hasta dar lugar a nuevas
formas creativas como es el rap. De este modo, además de que prevalecezcan las
temáticas y formas tradicionales, destaca la continuidad de un mismo objetivo a lo largo
del tiempo: el de dar voz a la integración de la comunidad afroamericana y las
desigualdades que ha sufrido (y sufre) en el ejercicio de supervivencia. Siempre con el
uso de la creatividad, “to overcome seemingly overwhelming social forces” (Newman,
2005: 402- 403). Por tanto, “el rap de los orígenes no sólo representa la rebeldía frente a
las formas dominantes de violencia —las pandillas o la policía, por ejemplo—, sino alza
la voz contra la exclusión y la frustración de vivir en los márgenes de la sociedad”
(Boucher, 1998: 52).
28
2.4.2 El carácter contestatario del rap
Tal y como hemos podido apreciar anteriormente, en el rap hay un componente
reivindicativo intrínseco por sus influencias y orígenes. Así que este género se asume
como una vía para la transformación social de los colectivos afectados por
desigualdades y discriminaciones: “frente al contexto de conflicto armado en el que se
encuentran inmersas, las MCs consideran el arte, la música y las actividades culturales
como herramientas de lucha social, diferentes a la vía armada” (Ramírez, 2016: 230). El
rap es, de este modo, la alternativa y la respuesta cultural de los jóvenes pobres, los
cuales se convierten en raperos para narrar las historias de su barrio. Asimismo, el rap
es una manera de resistir, “es una resistencia protagonizada por los jóvenes y las
jóvenes que si bien se expresa desde unos discursos de protesta y denuncia”
(Castiblanco, 2005: 257). Es también un deseo y un ejemplo de libertad, dado que se
exige esta y “se hace lo que se hace porque se siente” (Castiblanco, 2005: 257). Según
Jahsaira, las propias historias de sus vidas, de la comunidad hip hop, es ya para ellos su
resistencia: “porque estamos… permanecemos” (apud Castiblanco, 2005: 257). Por lo
que respecta al espacio, el rap tiene su origen y continuidad en lo urbano: “la calle y el
barrio siguen siendo los espacios de inspiración, aprendizaje, difusión y fogueo de las y
los MCs” (Ramírez, 2016: 227). Este es el lugar dónde los raperos se forman, practican,
y de dónde sacan el reconocimiento artístico y social que necesitan (Ramírez, 2016:
227). De este modo, los barrios marginales son, como en su orígen, el sitio de cultivo y
tránsito del rap, lo que determina “el tinte contestatario de las canciones” (Ramírez,
2016: 227). Sin embargo, los raperos sí pretenden transformar simbólicamente los
escenarios del barrio. “Se deben deslindar en el fenómeno de la calle los factores que
remiten a un orden social injusto”, para así poder ligar la urbe al lugar donde se crea la
cultura que reconocen como propia (Castiblanco, 2005: 268). Además, como dice
Canclini, los espacios donde los artistas crean las canciones son también los espacios
donde viven como personas; es el “escenario de la construcción de las representaciones
del mundo” (Castiblanco, 2005: 267). Por lo que se asume que el rap proviene de la
calle, y este es protesta en sí mismo según El Gato: “es coherencia entre lo que se dice y
lo que se hace porque en el rap nadie puede cantar lo que no vive” (apud Castiblanco,
2005: 258). De esta manera, le propone al público la oferta de resistir, de no
conformarse y reivindicar las propias convicciones, para así poder sobrevivir a las
circunstancias personales y colectivas mediante la fuerza de las letras.
29
3. La demostración poética en el rap
3.1 Sobre la autoconciencia poética en los autores de rap
Tras haber repasado hasta ahora algunos de los posibles motivos por los que se ha
aplazado la aceptación del rap como una potencial continuidad de la poesía, es
interesante tener en consideración qué lugar ocupa esta en los raperos y en su
composición de canciones. Para ello, a continuación, mencionaremos algunas de las
aportaciones que varios artistas reconocidos de la escena de rap española han realizado
acerca de una probable relación entre sus obras y la tradición poética.
Otro suceso a tener en cuenta es que el rap está siendo cada vez más investigado
dentro de los círculos académicos, lo cual es paradójico por haber sido creado para ir en
contra de este mismo sistema (Martínez Cantón, 2011: 48). De este modo, en las
investigaciones se le califica de fenómeno artístico, algunos incluso lo llaman poético.
Un ejemplo de esto podría ser la tesis de Isabelle Marc Martínez, ya que tiene en cuenta
el pensamiento postmoderno como elemento de legitimación artística del rap (Martínez
30
Cantón, 2011: 48). Es decir, la autora considera que este es un género híbrido y
postmoderno, en el que la actitud de los artistas es postmoderna por alterar “la
concepción romántica de la originalidad absoluta de la obra de arte” (Marc Martínez,
2007: 4). La actitud postmoderna se puede ver reflejada en la voluntad de destruir el
concepto de unidad y monumentalidad del arte, porque los raperos son conscientes de
que la obras son mutables y no eternas (Marc Martínez, 2007: 5). Además, dejan a un
lado la búsqueda y la simbología de la belleza en sus obras para introducir la
controversia con temas como la miseria, la violencia, la rebeldía o la marginalidad
(Marc Martínez, 2007: 5). Es decir, los raperos representan un posicionamiento
rupturista hacia la idealización de la obra de arte, “pero que, a su vez, se encuentra
firmemente arraigado en la tradición cultural afroamericana en la que se inscribe” (Marc
Martínez, 2007: 3). Según Martínez las letras de rap poseen “fuerza ilocutoria” y estas
deben ser consideradas como género literario por “el empleo consciencia de
procedimientos estilísticos de la retórica tradicional (Martínez, 2007). El rap genera, de
este modo, una nueva definición de los procesos de creación artística: “constituye un
género híbrido en el que confluyen las voces y los ritmos tradicionales con la tecnología
y las percepciones actuales” (Marc Martínez, 2007: 5). Con ello, consigue ampliar las
formas de expresión de la cultura afroamericana a la vez que desafía la visión elitista del
arte (Marc Martínez, 2007: 5). Por consiguiente, según la autora, el rap debería de
considerarse considerado “como una forma de poesía popular oral y mediatizada”, ya
que su estética lo personaliza y lo diferencia de la canción y del resto de géneros
populares (Marc Martínez, 2007: 5).
Por otro lado, Pihel señala que el rap se separa de la poesía tradicional oral
porque los raperos se conciben a sí mismos como autores y creadores de sus rimas y
canciones, en vez de testigos de una tradición (Pihel, 1996: 254). De todas formas, Pihel
también aprecia similitudes indiscutibles entre estas dos disciplinas, por la presencia de
fórmulas hechas en la selección de palabras de las letras (1996: 264). A su vez, Pihel no
cree en que la preocupación por la rima y la métrica en el rap provenga de la necesidad
de memorizar las letras por parte de los autores, como es el caso de los clásicos de
Homero, sino que se debe a la “búsqueda de una mayor calidad de la obra” (Martínez
Cantón, 2011: 48). En el rap, pues, se rima por estética sonora, para así proporcionar
“más variedad y complejidad rítmica a la letra” (Martínez Cantón, 2011: 48).
31
Santos Unamuno añade que es el contexto en el que vivimos, “el terremoto de la
posmodernidad”, lo que “nos ha llevado a concepciones menos elitistas” por lo que
respecta al arte (Santos Unamuno 2001: 236). De esta manera, el rap posee elementos
que lo singularizan: “su naturaleza oral, las frecuentes alusiones al espacio y al tiempo
de la “performance”, el carácter dialógico, la profusión de frases hechas, refranes e
imperativos y el uso de un léxico cargado de anglicismos y de vocablos de una jerga
propia” (Santos Unamuno 2001: 236). Motivos por lo cual, según el autor, debería de
considerarse como un género en sí mismo, y no una continuación artística de otro
movimiento pasado por muchas similitudes que puedan encontrarse entre ambos. En
definitiva, “ninguna definición es exacta precisamente porque es una cultura en
constante movimiento” y el rap destaca precisamente por eso, por recrearse y redefinirse
en todo momento para así dar lugar a “ricas y variadas obras” (Pihel, 1996: 250).
32
introducir a la audiencia en un escenario con la pista musical. También como consejo,
recomienda usar “terminaciones fuertes” para crear la rima y evitar las formas típicas
(como los verbos en infinitivo o en gerundio) y así provocar una mayor reacción de
sorpresa en el público, que la audiencia afine el oído y no se aburra (Nach, 2009). Así
pues, Nach reconoce la presencia poética en el rap en una entrevista con El País, es
entonces cuando afirma que “el hip hop es un tipo de poesía muy visceral, muy
auténtico”. Esta autenticidad está ligada a la actitud de rebelión que tiene este
movimiento artístico contra las normas, lo cual conlleva que los artistas tengan la
responsabilidad de decir las cosas de una forma muy directa (Nach, 2016). No obstante,
que la expresión sea directa no quiere decir que no pueda ser poesía, ya que “muchas
canciones de rap crean imágenes poéticas muy fieles”, según él (Nach, 2016). Además,
el mismo artista reconoce en la entrevista del país la influencia que recibe de poeta
como Emily Dickinson, el movimiento de poetas de la Generación del 27, Miguel
Hernández, la Generación Beat, Jaime Gil de Biedma o Luis García Montero. Según
Nach, “de pequeño, mi madre me recitaba poemas y refranes, de ahí me viene la pasión
por intentar mejorar y plasmar sentimientos a través de la palabra” (2016).
33
mucho que la gente se esté abriendo la mentalidad” (Kase O, 2013). Tanto han
cambiado las cosas en este sentido que, recientemente, el pasado 2018 el mismo Kase O
fue premiado por los Premios aragoneses Labordeta y le fue concedido realizar el
pregón del inicio de fiestas del Pilar de Zaragoza.
Por último, pero no menos importante, en este apartado está Rafael Lechowski.
El artista polaco es conocido por ser difícil de encasillar dentro del género rap, ya que
ofrece un estilo híbrido entre la poesía, el jazz, el rap y el slam. Según su propia página
web habla de él como un fenómeno dentro del rap, el cual se “rebeló contra el canon
que imperaba en su género desde el comienzo”, para ofrecer una figura del MC más
humanizada y cercana (Lechowski). El estilo de Lechowski se caracteriza, pues, por
ofrecer una sensibilidad y trascendencia insólitas en la canción de rap, notable en
34
elementos como la supresión del estribillo para así conquistar por sorpresa al oyente.
Aunque no es hasta 2008 cuando el artista provoca un antes y un después con la
presentación de su álbum lola en Televisión Española, ya que lo hace acompañado de
un grupo de jazz en directo. La actuación mezcla el rap, el jazz y la poesía, lo cual
genera tal repercusión como para ampliar las posibilidades de puesta en escena del rap a
partir de entonces. Así pues, su posición rupturista ha permitido conseguir que la figura
del rapero llegue a estar presente en lugares donde antes tenía vetado el acceso. Un
ejemplo de ello podría ser la intervención de Lechowski en el 25º Festival Internacional
de Poesía de Medellín como representante de España, en el que se dieron conferencias y
recitales en la ciudad colombiana. Asimismo, el rap empieza a llegar, de esta manera, a
festivales de jazz, teatros y certámenes de literatura, en los que comparte espacio con
autores de gran renombre como Günter Wallraff, Manuel Roca, Fernando Aramburu o
Slavoj Zizek. Más allá de su creación, Lechowski admite llevar siempre encima a
autores de poesía como Szymborska, Juan Ramón Jimenez, Doscescu o Ángel
González, a los que siempre recuerda de memoria “cuando quiero defender la belleza de
la poesía o cuando quiero recordar por qué amo este ejercicio tan místico” (Lechowski,
2016).
35
3.2 Poemarios de autores de rap
Si bien es cierto que el rap se vive en los conciertos y/o mediante la audición de las
canciones a través de plataformas tecnológicas como Spotify o Youtube (entre otras),
han sido varios los casos en los que un MC escriba y publique un libro en forma de
poemario, con una compilación específica de sus obras poéticas. Pues, tal y como dice
Nach, los artistas sienten “una pasión por la palabra cantada, y escrita, cuyas líneas
están cada día más difusas” (2016).
Se constata este hecho con el ejemplo de las publicaciones de artistas de rap de los
que hemos hablado anteriormente, los cuales admiten decidir en algún punto de su
carrera musical contribuir al oficio de la palabra escrita. Nach parecía predecir lo que
vendría a ser su libro Hambriento con la publicación del disco Los viajes inmóviles, ya
que en este cambia su registro usual y da un giro hacia un estilo slam, el cual es poesía
oral interpretada con una base musical (Medina, 2016). Así pues, este intento de
mezclar un recital de poemas y la canción de rap precede a la publicación de su
poemario, que presenta acompañado de Luis García Montero. El poeta Montero apoya
la publicación en papel del rapero porque “poesía y canción han estado unidas desde
siempre”, aunque para él lo que ha hecho Nach en su poemario sea escribir poemas
directamente (apud Medina, 2016). De este modo, este movimiento de apertura entre
disciplinas se califica como algo “muy positivo” según el poeta, “porque abren el
género de la poesía a un público mayoritario a la vez que enriquecen el género, que se
abre a otras voces” (apud Medina, 2016). Es decir, la presencia de autores urbanos
como Nach supondría un mayor alcance y una mediatización de la poesía.
Por otro lado está Juancho Marqués, el que fue el integrante del grupo Suite
Soprano junto con Sule B. El rapero arancetano publicó Espacios en 2017, un libro en
forma de poemario que tuvo mucho éxito en ventas. Juancho Marqués afirma que el
poemario “surgió por casualidad”, dado que “no tenía intención de publicarlo pero la
editorial me lo propuso y me pareció buena idea ya que siempre había querido publicar
un libro” (2018). En el libro, pues, el artista recoge poemas que ha ido escribiendo al
largo de su vida, ilustrándolos con imágenes. Sin embargo, Marqués no sorprendió a la
mayoría de sus fans con la publicación de un poemario, ya que ya en Suite Soprano
podían verse referencias poéticas en sus letras, dónde incluía versos como “si estoy en
la ciudad, meriendo tarde a secas” o “Paso por tu calle y se me encienden los faroles,
36
porque te quise como Manuel a Lole” ambas escritas por el poeta Ángel González
(López, 2018). A su vez, resulta relevante la especial atención que dice dedicar a la
lírica, dado que piensa que con ello garantiza lograr una de las que él cree que son las
claves de la música: “Lograr empatía con el público, ser capaz de transmitir y
emocionar, aunque hay varios caminos para ello” (Marqués, 2018). Con tal de conseguir
su objetivo, el artista dice no ponerse límites a la hora de escribir, ya que al considerarse
tímido la lírica le ofrece una plataforma perfecta para expresarse “aunque sea en forma
de metáforas” (Marqués, 2018).
Por el contrario, cabe mencionar que escribir poemarios tampoco es la norma entre
los artistas de este género. También existen casos de artistas muy reconocidos que
rechazan esta oportunidad, como ocurre con Kase O. Este admite tener varias ofertas
por parte de diferentes editoriales, aunque sentencia que le da mucho respeto la idea de
escribir un libro y prefiere dedicarse a las canciones, con lo cual reconoce el peso que le
supondría expandir los márgenes que lo encasillan dentro del rap (Kase O, 2018).
37
4. Conclusiones
Una vez terminado el recorrido y llegados al apartado final, cabe resumir brevemente
las aportaciones más destacables alrededor de la hipótesis inicial de la investigación: El
reconocimiento del valor poético de la música rap.
Dicho esto, el análisis realizado nos ha servido para saber que sí existe una
exclusión en la consideración del rap como género que proviene y contiene elementos
de la poesía. Por consiguiente, con esta afirmación se entiende que los motivos
ofrecidos a lo largo del trabajo tienen coherencia y validez suficiente como para haber
sido detonantes del rechazo del estudio del rap y de su valor poético por parte de los
círculos académicos. Algunos ejemplos podrían ser la existencia y prevalencia de un
canon literario, el cual ha sido señalado en varios momentos históricos por no reflejar
una selección global y cumplir los intereses de instituciones como la Iglesia. A su vez,
la efimeridad y la fugacidad son características que definen los dos canales principales
de transmisión del rap y de la poesía: la oralidad y la performance. Con lo cual quizá la
falta de un soporte escrito propicie, al mismo tiempo, que se olvide rápidamente lo
expresado de forma artística. A esta tesis se le añade la confirmación de que existe un
recuerdo latente de prejuicios acerca del rap por su origen en los barrios marginales de
las ciudades, lo cual vincula al género con las desigualdades y las situaciones
problemáticas y violentas que se vivían por aquel entonces. Esto puede ser motivo de
alejamiento de ámbitos convencionales, dado que el rap se conecta directamente con lo
urbano. Este género musical proviene de la calle y está dirigido a ella, tanto su lenguaje
como las actuaciones están muy ancladas y limitadas a este espacio, ya que tampoco
tiene ningún interés en ampliar sus horizontes y adentrarse en lo académico. Su estilo
expresivo no tiene pelos en la lengua aunque encontremos ecos poéticos, es muy directo
y apelativo contra lo que se opone y protesta. El rap tiene otros medios de actuación y
targets de audiencia, le interesa compartir su mensaje con los que comparten su
identidad: “el hip hop constituye un espacio de identificación —que puede ser cultural,
étnica, racial o de género— para quienes se sienten parte de este” (Boucher, 1998: 52).
Es un arte de, por y para la calle. Sin embargo, su repercusión traspasa la frontera de la
urbe para impactar en el imaginario colectivo, ya que la música “cambia nuestros
hábitos de percepción” (Beltrando-Patier, 1996: 861).
38
Nuevamente, se confirma que los artistas de rap sí tienen una autoconciencia
poética en el momento de composición de sus obras, e incluso hemos visto el caso de
numerosos autores que se han aventurado a publicar sus propios poemarios. Los mismos
autores son conscientes de que existe un vínculo entre estas dos disciplinas, y al hablar
de cómo trabajan el arte del rap reconocen la influencia de poetas y/o describen algunas
de las características significativas sobre la creación poética al hablar de la composición
lírica de sus canciones. El mismo Kase O lo corrobora en la canción Javat y Kamel:
“Bebí del biberón de Cicerón y de Virgilio/ Hoy soy poeta con emoción a domicilio”. A
parte de que es fácil apreciar la riqueza estilística de las canciones, ya que, muy
acertadamente, Pujante cree que “se debe a la propia idiosincrasia del género, que busca
tanto expresar un mensaje como hacerlo de una forma atractiva al oyente” (2009).
Quizás también sea significativa en esta cuestión la fuerza que tienen los mensajes
contestatarios del rap, dado que, tal y como dijo Platón, “no es posible cambiar nada en
la música que a su vez no entrañe un cambio en los asuntos del Estado” (apud
Beltrando-Patier, 1996: 861). Además, la conexión tan visceral y directa que establece
con el oyente propicia un gran poder de convocatoria y movilización: “es un arte
“vivido”, y el compositor, el intérprete y el público “viven” juntos “momentos
musicales” que proyectan sin cesar hacia el futuro” (Beltrando-Patier, 1996: 861).
Por tanto, el rap continúa siendo un fenómeno de rabiosa actualidad, por lo que creo
que será necesario abrirlo a nuevos escenarios de estudio. Así como con el tiempo
seguro que habrá investigaciones más específicas, las cuales se verán obligadas a
prestarle atención al fenómeno del rap desde algún prisma concreto. Para así darle el
protagonismo necesario a este entramado de elementos socioculturales que configura
algo tan puro, real y visceral como es la música rap.
39
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