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EN AGOSTO del 2001 Cuadernos americanos publicó unsegmento del libro Literatura e ideas en la

historia his- panoamericana (1991) del venezolano Luis Navarrete Orta. En la conclusión de este
artículo, titulado “Alfonso Reyes y Mariano Picón Salas: vigencia del humanismo”, Navarrete aboga
por el rescate y la renovación del humanismo en Amé- rica Latina con el propósito de frenar el
arrollador avance del capitalismo global, así como para protegernos de sus devastadores efectos.
En su libro lamenta el hecho de que la nueva generación de líderes latinoamericanos haya “coloca-
do en sus altares sólo los valores materiales y ... echado por la borda el fardo pesado del incómodo
humanismo que here- dó de sus antepasados” (Literatura e ideas 162). Desconoz- co si Navarrete
se haya enterado de que al mes siguiente de haberse publicado su artículo el presidente de
México, Vi- cente Fox, declaró en su Primer Informe de Gobierno (1-IX- 2001) que su proyecto de
nación está fundado en “un huma- nismo moderno, emprendedor y socialmente responsable
(3).”1

Moreno, H. (2003). El humanismo de Alfonso Reyes, hoy. Revista de Literatura Mexicana


Contemporánea, 7 (18), 14-24. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uci/124275?page=2.

Si antes de que Fox hiciera esta sorprendente declaración el artículo de Navarrete no parecía ser
sino otro clarín más que resonaba por sobre “la región de los sepulcros”, como llamó Antonio
Gómez Robledo a la actual situación del huma- nismo en México, ahora podría considerarse su
artículo como un “heraldo de la resurección” del humanismo (11). Aunque no sabemos todavía si
Fox será resurrector, falso profeta u otro sepultu- rero más del humanismo, está claro que el
actual Presidente de México ha decidido recoger y vol- ver a cargar con este “fardo pesado” que
sus pre- decesores habían ya aparentemente tirado por la borda. Habrá que esperar algunos años
para saber si el humanismo es efectivamente rescatado en México, y también si éste rescata a
México del abismo —pues, como claramente advirtió Fox en su Informe: “México ha acumulado
un enorme rezago social, estamos en el punto límite de la to- lerancia ante la desigualdad y la
pobreza, sería muy costoso no reconocer ya el apremio de esta reali- dad” (9). Lo que no podemos
dejar para más tarde es poner el tema del humanismo en la mesa de debate, nuevamente. Pues
día a día crece el coro de líderes políticos e intelectuales que aseguran que el humanismo es el
ingrediente clave que el mundo necesita para resolver sus graves proble- mas actuales (políticos,
económicos, sociales, ecológicos).2 El humanismo fue puesto en el banquillo de los acusados a lo
largo de la segunda mitad del siglo veinte y fue justamente condenado por teó- ricos
postestructuralistas, feministas y poscolonia- listas, entre otros, por proclamarse a sí mismo como
representante y defensor de valores e inte- reses universales, sin ser en realidad más que pro-
motor de valores e intereses particulares.3 Pese a todo, el humanismo sigue siendo
merecidamente defendido por intelectuales progresistas de diver- sas tendencias por haber
llevado, como señala Fernando Ainsa, “a la proyección universal de los derechos humanos y a la
creación de organismos internacionales, organizaciones no gubernamen- tales y redes de
solidaridad de variado signo” (28). Incluso, hay quienes aseguran que los derechos y las
aspiraciones políticas y sociales que tanto va- loramos y anhelamos conservar, ampliar o con-
quistar en la actualidad tienen que ser necesaria- mente articulados en términos humanistas, y
que el humanismo sigue siendo la única alternativa que tenemos para combatir los prejuicios y la
injusti- cia (Davies 131-32). El presente artículo es una respuesta al llama- do de numerosos
intelectuales latinoamericanos que desde hace tiempo han estado haciendo para rescatar y
renovar el humanismo en América La- tina.4 De acuerdo con Navarrete, para emprender este
ambicioso proyecto es indispensable tomar muy en cuenta el pensamiento de nuestros gran- des
humanistas, como el de Alfonso Reyes, quien, junto con Mariano Picón Salas, dice, representa “lo
mejor” del llamado “nuevo humanismo lati- noamericano” (Literatura e ideas 130). Con este

Moreno, H. (2003). El humanismo de Alfonso Reyes, hoy. Revista de Literatura Mexicana


Contemporánea, 7 (18), 14-24. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uci/124275?page=3.

artículo no pretendo unirme a tan exorbitante pro- yecto, sino señalar algunos de los problemas y
retos que ofrece el humanismo de Reyes. Uno de los primeros pasos que se tiene que dar para
saber si el proyecto que invoca Navarrete es factible o no, es definir qué entendemos por
humanismo y qué tipo de humanismo es el que pretendemos utilizar como modelo o como base
para recons- truir el humanismo en América Latina. La obra de Reyes es una riquísima fuente de
conocimien- to para entender qué constituye el humanismo, y el tipo de humanismo que él
representa es cierta- mente uno de los más respetados en el continente. Pero si el humanismo de
Reyes ha de servir efec- tivamente para esta empresa, es indispensable que antes se le someta a
diversas críticas. En el presente artículo voy a realizar una críti- ca al humanismo de Reyes
analizando uno de sus aspectos más fundamentales y determinantes: su helenocentrismo. Uno de
los lugares más comu- nes en la crítica poscolonialista y latinoamerica- nista es que la cultura
occidental es arraigadamente eurocéntrica. Sin embargo, pocas veces se pone suficiente énfasis
en el papel clave que el “mito del ancestro griego” ha desempeñado en la cons- trucción del
culturalismo eurocéntrico en Occi- dente que Samir Amin ha esbozado en su pionero libro
Eurocentrismo (86-91). El tema del helenocentrismo es clave para entender y exami- nar no sólo la
cultura occidental, sino también el humanismo. El helenocentrismo es uno de los pedestales que
sostienen lo que Amin denomina “la construcción del culturalismo eurocéntrico” (86). Este
culturalismo se funda en la idea de que sólo hay una “verdadera” cultura en Occidente, la cultura
fundada por los griegos. El helenocentrismo es básicamente la convicción o el prejuicio de que
Grecia es, como sostiene Werner Jaeger, el “ori- gen” o la “fuente espiritual” de la cultura occi-
dental a la cual “en todo grado de desarrollo hay que volver para hallar una orientación” (5). Para
los helenocentristas, Grecia es la creadora y pro- veedora de la “comunidad de ideales y formas
sociales y espirituales” que ha guiado a los pue- blos occidentales por el escarpado camino de su
historia (5). El humanismo occidental es constitutivamente helenocéntrico. Esto significa que los
ideales de la cultura griega antigua (paideia) han sido, a lo largo de la historia de Occidente, desde
Roma hasta nuestros días, la constante y suprema fuente de inspiración de todo auténtico
humanismo.5 La paideia griega inspiró no sólo a los humanistas de la República romana, a los del
Renacimiento italiano y a los de la reforma educativa alemana de principios del siglo diecinueve,
sino también a los del Ateneo de la Juventud mexicano de prin- cipios del siglo veinte. Como
observa Pedro Henríquez Ureña en su célebre ensayo “Cultura de las humanidades” (1914): El
conocimiento del antiguo espíritu griego es para el nuestro moderna fuente de fortaleza, porque
le nutre con el vigor puro de su esencia prístina y aviva en él la luz flamígera de la inquietud
intelectual. No hay ambiente más lleno de estímulo: todas las ideas que nos agitan provienen,
sustancialmente, de Gre- cia, y en su historia las vemos afrontarse y luchar desligadas de los
intereses y prejuicios que hoy las nublan a nuestros ojos (254). He aquí resumida en una rica nuez
la perspec- tiva helenocéntrica que compartían los jóvenes ateneístas, entre los cuales estaba
Alfonso Reyes. La admiración que ellos sentían era más que una pasajera “afición de Grecia”
(como Reyes solía llamar al amor a Grecia que sintió y cultivó hasta sus últimos días); era una
auténtica fe en el “mila- gro griego”, una firme creencia de que, a base de trabajo arduo y por
medio de una educación y una orientación humanística, en México y en toda

Moreno, H. (2003). El humanismo de Alfonso Reyes, hoy. Revista de Literatura Mexicana


Contemporánea, 7 (18), 14-24. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uci/124275?page=4.

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