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2
CRÉDITOS
Moderadora de Traducción
Mary Rhysand

Traducción
3lik@ Mer
Anamiletg NaomiiMora
Candy27 Rimed
Gerald Taywong
Liliana Vale
Manati5b Wan_TT18
Mary Rhysand Yiany

Recopilación y Revisión
Mais & Mary Rhysand

Diseño
orwzayn

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ÍNDICE
Sinopsis Capítulo 22

Prólogo Capítulo 23

Capítulo 1 Capítulo 24

Capítulo 2 Capítulo 25

Capítulo 3 Capítulo 26

Capítulo 4 Capítulo 27

Capítulo 5 Capítulo 28

Capítulo 6 Capítulo 29

Capítulo 7 Capítulo 30

Capítulo 8 Capítulo 31

Capítulo 9 Capítulo 32

Capítulo 10 Capítulo 33

Capítulo 11 Capítulo 34

Capítulo 12 Capítulo 35

Capítulo 13 Capítulo 36

Capítulo 14 Agradecimientos de la autora

Capítulo 15 Próximamente

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21
4
SINOPSIS
Los hermanos de Vincent están de vuelta —y de igual forma la
intriga que los envuelve— en emocionante nueva novela de la autora del
más vendido del New York Times Jennifer L. Armentrout…

Nicolette Bresson nunca pensó que regresaría al complejo Bayou


de Vincent. Es donde sus padres trabajan, donde Nikki creció… y donde
su corazón se rompió por el mismo Gabriel de Vincent. Sin embargo
aquí está, trabajando por su madre enferma. Evitar a Gabe debería ser
fácil, especialmente cuando la mayoría del tiempo Nikki lo pasa
tratando de evitar no ser apuñala en la espalda por los maliciosos
huéspedes anormales que frecuentan la mansión. Pero escapar de los
recuerdos de Gabe, mucho menos su ardiente y humeante presencia, es
más difícil de lo esperado: especialmente desde que él parece
determinado a estar en el espacio de Nikki tanto como sea posible.

Gabriel pasó años luchando contra sí mismo sobre su último


encuentro con Nikki. La quería entonces, pero por razones que eran
malas para ambos. Las cosas ahora han cambiado. Gabe ve más que a
una chica que ha conocido desde siempre; ve a una inteligente,
talentosa e increíblemente hermosa mujer… una que está siendo
acechada desde las sombras. Ahora, Gabe hará lo que sea para
mantener a Nikki segura, y evitar que la maldición de los de Vincent
golpee de nuevo.

Moonlight Seduction - De Vincent #2

5
Para ti, lector.

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Prólogo
Traducido por Liliana

Hace seis años…


Nicolette Besson iba a morir.

En serio iba a ahogarse si los hermanos de Vincent no salían de


la terraza. Como que mantener su propia cabeza bajo el agua y nunca
volver a subir, porque no había manera en el infierno de que los dejara
verla en su traje de baño nuevo.

Nop.

Miró por encima del borde de la piscina. Había una buena


posibilidad de que los hermanos ni siquiera supieran que ella estaba en
la piscina ya que estaba de rodillas en el extremo poco profundo,
escondiéndose como una idiota.

¿Qué estaban haciendo allí, todos juntos, susurrando?


Conociéndolos, probablemente no era nada bueno en absoluto.

Si su papi supiera que estaban allí, todos amontonados, con


Lucian como siempre en medio del grupo, diría que estaban tramando
travesuras.

Lo que sea que significaran travesuras.

Devlin era el mayor de los de Vincent, y Gabriel el medio. Lucian


era el más joven de los hermanos, y siempre estaba en problemas.
Siempre. Sobre todo porque su mamá murió y su hermana desapareció.
Devlin y Gabriel se parecían a su padre, de cabello oscuro e intenso,
pero Lucian y su gemelo heredaron los rasgos de su madre.

Realmente esperaba que el amigo de Lucian no estuviera con


ellos. Parker Harrington le daba escalofríos. Él siempre estaba…
mirándola fijamente. Lo que era extraño, porque no era particularmente
amable con ella. A veces la miraba como si no fuera digna de compartir
el mismo aire que él, y otras veces, la miraba como…

Nikki se estremeció, no queriendo pensar en eso.

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Se mordió el labio mientras el borde de cemento de la piscina
prácticamente quemaba sus dedos. ¿Cuándo iban a irse? Su madre
terminaría en la cocina pronto y tendría que salir de la piscina y luego
la verían y simplemente moriría.

Dios mío, ¿por qué diablos se metió en esta piscina? Ni siquiera


podía nadar, pero todo estaba tan caliente y pegajoso. Y estaba aburrida
sentada en una de las muchas habitaciones de la mansión, sin tocar
nada ni ir a ninguna parte porque el señor de Vincent estaba en casa.

Al señor de Vincent no le gustaba ningún tipo de ruido, y todo lo


que Nikki hacia era hacer ruido. Montones. A veces se emocionaba y
olvidaba dónde estaba. Sentarse tranquilamente no era como quería
pasar sus vacaciones de verano de la escuela. Ugh. Ellos tenían…

Lucian de repente echó la cabeza hacia atrás, riendo


salvajemente. El sonido la sobresaltó y sintió que sus labios se
contraían. Lucian tenía la mejor risa. Siempre sonaba como si estuviera
a segundos de que sucediera algo loco, algo que probablemente
molestaría a su padre y haría que los padres de ella sacudieran la
cabeza con cariño.

¿Qué estaban haciendo?

Su mirada se desvió hacia Devlin. Estaba parado allí, mirando a


Lucian sin expresión. Sin embargo, Gabe estaba sonriendo y
sacudiendo la cabeza mientras Lucian hacía gestos extraños con las
manos.

Gabe siempre estaba sonriendo.

Nikki se preguntó si Gabe le había traído alguna madera extra de


su taller. Él no lo había hecho desde hace un tiempo y sus dedos
estaban ansiosos por usar el nuevo set de tallado en madera que sus
padres le dieron en Navidad. Estaba aprendiendo a hacer cuentas de la
madera, del tipo ahuecado con el que podía forzar una cuerda para
hacer un collar o una pulsera. Podría preguntarle a Gabe ahora, pero
luego la vería en la piscina, y no podía dejar que eso sucediera.

Si había una persona que no quería que la viera en su traje de


baño, era Gabe.

Entrando de a pocos de la piscina, fue cuidadosa y silenciosa


mientras el agua se elevaba a su alrededor. Una repentina ráfaga de
viento sacudió el paraguas del patio y el aroma de rosas del jardín
cercano la rodeó. El cielo comenzaba a volverse gris y significaba mirar

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hacia el sur. Se avecinaba una tormenta. Genial. Tal vez no tendría que
ahogarse. Tal vez tendría suerte y un rayo la eliminaría.

Porque no les permitiría verla en su estúpido y demasiado grande


traje de una sola pieza que mamá compró en el Kmart local.

De ninguna manera.

Los de Vincent eran como tres hermanos para ella: hermanos


mayores. Como muuuuy mayores. Bueno, Gabe y Lucian la trataban
como a una hermana. Sin embargo, no Devlin. Él actuaba como si ella
no existiera, y eso estaba bien para ella, porque a Devlin tampoco le
gustaba el ruido y nunca sonreía. Como nunca.

A pesar de que Nikki acababa de cumplir dieciséis años, ni


siquiera estaba segura de cómo se sentía con respecto a los chicos,
aparte del hecho de que la mayoría de ellos los encontraba molestos.
Escuchó a su mamá una vez diciéndole a su papá que ella era una flor
a punto de florecer. Nikki puso los ojos en blanco. No era una flor
estúpida o algo así.

Pero los de Vincent eran diferentes. No eran chicos en ningún


sentido real de la palabra. Y todos los que Nikki conocía los encontraba
atractivos. Después de todo, la hermana mayor de su mejor amiga
supuestamente se había revolcado con Lucian y ahora estaba
totalmente obsesionada con él.

No es que Nikki jamás lo admitiría, pero siempre pensó que Gabe


era muuuy guapo. Era debido al cabello. Lo llevaba más largo que sus
hermanos, a sus hombros, y se veía grueso y suave, y la hacía querer
hacer cosas extrañas, como tocarlo.

Casualmente tocarle su cabello sería súper raro.

Y súper dudaba que él lo apreciara.

Nikki se sonrojó al encontrarse mirando a Gabe. Llevaba un par


de pantalones vaqueros y una camisa blanca, y estaba descalzo a pesar
de que los adoquines tenían que estar muy calientes bajo sus pies.

Como que pensó que tenía unos pies bonitos.

Gabe también tenía una risa agradable. También tenía una bonita
sonrisa. Una que siempre hacía sonreír a Nikki. Y era amable. Siempre
se sentaba y le preguntaba cómo estaba la escuela o qué estaban
haciendo ella y sus amigas. Le mostró cómo convertir una pieza
cuadrada de madera en algo increíble. Era un amigo para ella a pesar

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del hecho de que probablemente tenía un montón de cosas mejores que
hacer.

Los tres hermanos eran muy diferentes. Devlin era el frío. Lucian
era el loco. Y Gabe era simplemente…

Nikki contuvo un suspiro.

Solo era, bueno, todo.

En la distancia, escuchó el rumor de la tormenta que se


avecinaba y supo que el clima podría empeorar rápidamente, pero se
quedó en la piscina con la mirada clavada en Gabe.

Él nunca la trató como si fuera inferior porque sus padres eran la


ayuda, como lo hicieron algunos de sus ignorantes, amigos presumidos
cuando estaban en la casa a lo largo de los años. Como lo hacía Parker.
Como Devlin lo hacía a menudo cada vez que elegía reconocerla
realmente.

Sabía que Gabe tuvo una novia oficial cuando estuvo en la


universidad, porque la llevó a casa una vez, en Navidad, hace unos
años. Se llamaba Emma y era hermosa y agradable, y Nikki solo…
simplemente la odiaba.

Lo que sea.

Gabe y Emma ya no estaban juntos.

Nikki sonrió para sí misma.

Continuando a lo largo del borde de la piscina, se detuvo cuando


sintió que el fondo comenzaba ser profundo. La piscina se hizo
profunda muy rápido, así que tenía que tener cuidado a menos que
realmente quisiera ahogarse. Así que se aferró al borde de la piscina con
sus manos, avanzando más hacia la piscina, más cerca del trampolín
que solo había visto usar a Lucian y Gabe. Se tirarían de allí sin
mostrar miedo.

Nikki quería hacerlo. No tener miedo como...

El mundo entero brilló de un blanco intenso cuando los rayos


cayeron al suelo cercano. Un trueno retumbó, enviando un escalofrío de
miedo directamente por su columna vertebral. Gritó cuando el cielo se
abrió. Una fuerte lluvia se derramó, golpeando el patio que rodeaba la
piscina y el agua.

¡Olvídate de quedarte en la piscina!

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Corriendo a lo largo del costado, comenzó a levantarse con los
brazos. Su mirada de ojos abiertos se giró cuando otro rayo golpeó el
suelo, no muy lejos de la piscina.

Los hermanos giraron en ese momento, justo cuando ella logró


sacar una escuálida pierna de la piscina y al patio resbaladizo.

Gabe dio un paso adelante, hacia el borde de la terraza, donde


estaba todo seco y seguro.

—¿Nic?

Jadeó cuando sus ojos se encontraron. Oh no. ¡No solo estaba en


su traje de baño, sino que parecía un gato ahogado tratando de salir de
la piscina! Ella podría simplemente morir...

El trueno explotó de nuevo. Sonaba como si el cielo estuviera


cayendo a su alrededor. Luego sucedió, tan rápido que un segundo se le
resbaló el pie y luego lo siguiente que supo fue que el agua se la tragaba
por completo.

La sorpresa le robó la capacidad de pensar. Demasiado


desprevenida para cerrar la boca, aspiró bocanadas de agua mientras
se hundía en la piscina y el agua se agitaba sobre ella.

Sus pulmones ardían y jadeaba mientras apretaba los ojos con


fuerza. Tratando de resurgir, pero solo parecía deslizarse más hacia
abajo, el pánico se desbordó mientras se agitaba bajo el agua. Su
trasero golpeó el fondo de la piscina, el impacto suave pero discordante.

Apretando los ojos con fuerza, sacudió la cabeza frenéticamente


mientras la quemadura en su pecho se arrastraba por su garganta y por
la parte posterior de su cráneo. Se sintió rara. Como si mil hormigas de
fuego marcharan a lo largo de su piel y...

De repente manos agarraron sus brazos. Un brazo le rodeó la


cintura. Hubo un poderoso movimiento de empuje y luego se disparó
hacia arriba. Su cabeza rompió la superficie. La lluvia le golpeó el rostro
mientras abría la boca de todos modos, tratando de obtener aire, pero
todo lo que podía hacer era toser y escupir agua.

Alguien la arrastró a través de la piscina hacia un lado y luego


otro par de manos estuvo allí, agarrándola y sacándola del agua. Se
arrodilló y se atragantó mientras el agua salpicaba a su lado. Los brazos
volvieron a rodear su cintura de nuevo, levantándola. El mundo giró
mientras se sentía llevada bajo la terraza. Acostada gentilmente, fue
inmediatamente rodada de costado.
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Un fuerte golpe golpeó su espalda.

—Vamos, Nic. Escúpelo. Vamos. Saca el agua, Nic.

Reconoció la voz… sabía a quién pertenecía porque solo una


persona la llamaba Nic, pero el agua subía y bajaba cuando ella jadeaba
y escupía lo que parecía el agua de un océano.

—Ahí tienes. —La mano en su espalda ahora la estaba frotando,


sacando el agua de sus pulmones—. Eso es.

Finalmente, capaz de respirar sin atragantarse, Nikki se puso de


espaldas y se encontró mirando a los ojos que eran del color del mar
frente a la costa, un interminable azul verdoso.

Gabe

—¿Estás bien? —preguntó él, con preocupación llenando esos


hermosos ojos con cada segundo que pasaba ella en silencio—. Estás
empezando a preocuparme, cariño.

¿Cariño?

Nunca la había llamado cariño antes.

Sobre su hombro, Lucian se inclinó.

—¿Se golpeó la cabeza?

Alguien maldijo, haciendo que ella se estremeciera.

—Dev —suspiró Lucian, mirando detrás de él a donde supuso que


Devlin se alzaba.

Gabe seguía mirándola fijamente, con la mano apoyada en su


hombro, y supo que tenía que decir algo antes de que fueran a buscar a
sus padres.

—Yo... No me golpeé la cabeza.

El alivio llenó el rostro de Gabe.

—Gracias a Dios. —Sus hombros bajaron, y fue entonces cuando


se dio cuenta de que su camisa blanca estaba empapada y pegada a su
piel. Había toda clase de inmersiones y planos interesantes debajo de
esa camisa—. Me asustaste mucho, Nic.

Entonces la realidad de lo que acababa de suceder la golpeó.

Gabe la salvó.

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¡Oh Dios mío, en realidad la salvó de ahogarse!

Él le sonrió mientras negaba con la cabeza, enviando mechones


de cabello mojado en su rostro.

—Estás bien, ¿verdad?

Ella asintió, pensando que probablemente debería sentarse.

—Me salvaste.

Esa sonrisa creció.

—¿Eso me hace tu héroe?

—Sí —susurró ella y luego asintió en caso de que él dudara de


ella. Lo hizo totalmente su héroe.

Gabe se rió entre dientes.

—Jesús —gruñó Devlin, cruzando los brazos mientras se movía


en su línea de visión—. Eso sería lo último que necesitamos. Ella
ahogándose en la maldita piscina. ¿Qué estás haciendo aquí? Esta no
es tu piscina o tu casa para usar como un maldito patio de recreo.

Los ojos de ella se ensancharon. Las lágrimas quemaron la parte


de atrás de su garganta mientras se encogía contra la piedra caliente. Él
le diría algo a sus padres, al padre de él. Entonces a sus padres les
gritarían.

La cabeza de Gabe se giró.

—Devlin.

—La pequeña idiota ni siquiera puede nadar —disparó Devlin, y


contra su voluntad, ella sintió que las lágrimas subían por su garganta.
No era una idiota, pero él tenía razón. Ni siquiera podía nadar—. Cristo
—murmuró—. Livie y Richard saben que no deben dejarla correr como
un mocoso cuando Padre…

—Eso es suficiente. En serio. —Gabe soltó su hombro mientras se


giraba hacia su hermano mayor—. Fue un accidente. Se acabó. Nic está
bien. Así que cállate o vete a algún lado. No me importa dónde, siempre
que estés en cualquier lugar, pero aquí no.

Las cejas de Lucian se alzaron y parecía que estaba a segundos


de estallar en carcajadas cuando Nikki contuvo un grito ahogado.
Nunca, nunca, había escuchado a Gabe hablarle así a Devlin.

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Nadie le hablaba así a Devlin.

Gabe se volvió hacia ella, con los hombros tensos.

—Supongo que voy a tener que enseñarte a nadar, ¿verdad?

Eso sucedió.

Justo en ese momento, eso sucedió.

Nicolette Besson se enamoró locamente y supo, en el fondo de su


corazón, que un día se casaría con Gabriel de Vincent y que vivirían
felices para siempre.

Ella sería suya.

Porque él ya era suyo.

14
Capítulo 1
Traducido por Yiany & Liliana

Seis años después...


Gabriel de Vincent tomó cada gramo de autocontrol para
retroceder y no hacer nada. Solo quedarse allí y mirar cómo se lo
llevaban, pero eso es lo que tenía que hacer, porque es lo que había
prometido y Gabe trataba de ser un hombre de palabra.

A veces fallaba en eso. Fallaba de una manera que lo perseguía a


altas horas de la noche, pero no volvería a esto.

Les había prometido tres meses ininterrumpidos.

Eso es lo que les iba a dar.

Le dolía la mandíbula por lo fuerte que estaba apretándola


cuando los Rothchild volvieron al restaurante. No apartó la vista de
ellos, no hasta que no pudo verlos más. Sólo entonces miró la hoja de
papel.

Mirando el dibujo de un cachorro en una cartulina azul, sintió la


peor mezcla de emociones. Tristeza. Orgullo. Impotencia. Esperanza.
Furia que nunca antes había sentido. No tenía idea cómo una persona
podía sentir todo eso a la vez, pero él lo sentía.

Una sonrisa irónica tiró de sus labios. Definitivamente había


talento en el dibujo. Habilidad real. La habilidad de Vincent para las
artes todavía estaba dando vueltas, al parecer.

Su mirada parpadeó sobre lo que estaba escrito en una letra


manuscrita. Ya lo había leído tres veces, pero no podía soportar leerlo
una cuarta vez. No ahora. No quería doblar el papel y crear pliegues en
él, así que tuvo cuidado al llevarlo de vuelta a donde estaba
estacionado.

—Gabriel de Vincent.

Frunciendo el ceño ante la voz vagamente familiar, se dio la


vuelta. Un hombre salió de detrás de un camión.

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Las gafas de sol cuadradas y oscuras protegían la mitad del rostro
del hombre, pero Gabe lo reconoció.

Suspiró.

—Ross Haid. ¿A qué debo el honor de verte en Baton Rouge?

El reportero del Advocate dio una de las que Gabe supuso era una
media sonrisa característica, del tipo que probablemente lo llevaba a
lugares y eventos a los que seguro no pertenecía.

—Las oficinas centrales están aquí. Lo sabes.

—Sí, pero trabajas fuera de la oficina de Nueva Orleans, Ross.

Se encogió de hombros mientras se acercaba a Gabe.

—Tuve que venir aquí. Me contó un pajarito que un de Vincent


estaba en la ciudad.

—Ajá. —Ni por un segundo Gabe creía eso—. ¿Y acabas de


escuchar que estaba en este restaurante?

La sonrisa se elevó un poco mientras pasaba una mano por su


cabello rubio.

—Nah. Verte aquí fue sólo suerte.

Mierda. Ross había estado investigando a su familia durante unos


dos meses ahora, tratando de llegar a uno de ellos cuando cenaban o en
un evento, apareciendo en casi todas las malditas funciones a las que
uno de ellos asistía. Pero en casa, en Nueva Orleans, Ross tenía
problemas para acercarse a ellos. Bueno, tenía problemas para llegar a
la persona con la que realmente quería hablar, que era el hermano
mayor de Gabe.

No requería ningún salto de lógica averiguar qué estaba pasando.


De alguna manera, Ross había escuchado que Gabe estaba aquí, y esa
es la razón por la cual Ross terminó convenientemente aquí.
Normalmente podía tolerar el incesante interrogatorio de Ross.
Demonios, le gustaba el tipo, apreciaba su determinación, pero no
cuando Ross estaba aquí y algo que no quería que un reportero
descubriera a pocos pies de distancia.

Bajando sus gafas de sol, Ross miró el coche de Gabe.

—Buen coche. ¿Es uno de los nuevos Porsche 911? —Gabe


levantó las cejas.

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—El negocio familiar debe ir bien. Pero entonces, el negocio
familiar siempre va bien, ¿no es así? Los de Vincent son dinero viejo. El
uno por ciento del uno por ciento.

La familia de Gabe era una de las más antiguas, vinculada desde


los tiempos en que se estaba creando el gran estado de Luisiana. Ahora
que poseían las refinerías de petróleo más rentables del Golfo,
codiciaban bienes raíces en todo el mundo, firmas de tecnología y, una
vez que su hermano mayor se casara, tendrían el control de una de las
industrias de envío más grandes del mundo. Entonces, sí, los de
Vincent eran ricos, pero el auto y casi todo lo que Gabe poseía, lo
compró con el dinero por el que trabajaba. No el dinero con el
que nació.

—Algunos dicen que tu familia tiene tanto dinero que los de


Vincent están por encima de la ley. —Ross se enderezó las gafas de
sol—. Así parece.

Gabe realmente no tenía tiempo para esto.

—Lo que quieras decir, ¿puedes dejar de andar por las malditas
ramas y llegar a ello? Estoy planeando volver a casa en algún momento
del próximo año.

La sonrisa del reportero se desvaneció.

—Ya que estás aquí y yo estoy aquí, y es jodidamente muy difícil


hablar contigo en cualquier otro momento, quiero hablar sobre la
muerte de tu padre.

—Estoy seguro que sí.

—No creo que haya sido un suicidio —continuó Ross—. Y creo


que también es conveniente que el Jefe Cobbs, quien abierta y
públicamente quería que se investigara la muerte de tu padre como
homicidio, terminara muerto en un extraño accidente automovilístico.

—¿Es cierto?

La frustración sacudió a Ross tan fuerte como las malditas


langostas.

—¿Eso es todo lo que tienes que decirme sobre esto?

—Básicamente. —Gabe sonrió entonces—. Eso y que tienes una


imaginación hiperactiva, pero estoy seguro que lo has oído antes.

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—No creo que mi imaginación sea lo suficientemente amplia como
para competir con todas las cosas en las que los de Vincent han tenido
sus manos. —Probablemente no.

—Está bien, no te preguntaré por tu padre o el Jefe. —Ross


cambió de peso cuando Gabe abrió la puerta del conductor—. También
escuché algunos rumores interesantes sobre algunos miembros del
personal del complejo de Vincent.

—Estoy empezando a sentir que puedes estar acechándonos. —


Gabe colocó el dibujo boca abajo en el asiento del pasajero—. Si quieres
hablar sobre la dotación de personal, entonces necesitas conversar con
Dev.

—Devlin no tendrá tiempo de hablar conmigo.

—Eso no suena como mi problema.

—Parece que lo es ahora.

Gabe se echó a reír, pero el sonido fue sin humor cuando alcanzó
dentro, quitando las gafas de sol de la visera.

—Confía en mí, Ross, este no es mi problema.

—Puede que no lo creas ahora, pero eso cambiará. —Un músculo


se contrajo a lo largo de la mandíbula del hombre—. Planeo volar el
techo de todos los malditos secretos que los de Vincent han estado
guardando durante años. Voy a hacer una historia que ni siquiera tu
familia pueda pagar para silenciar.

Sacudiendo la cabeza, Gabe se puso las gafas de sol.

—Me gustas, Ross. Sabes que nunca he tenido un problema


contigo. Así que, solo quiero sacarlo del camino. Pero tienes que
encontrar algún material mejor, porque eso fue un cliché la mierda. —
Apoyó la mano en el marco de la puerta del coche—. Tienes que saber
que no eres el primer reportero que viene a pensar que de alguna
manera van a sacar algunos esqueletos de nuestros armarios y nos
exponen a lo que piensan que somos. No serás el último en fallar.

—Yo no fallo —dijo Ross—. Jamás.

—Todos fallan. —Gabe se subió detrás del volante.

—¿Excepto los de Vincent?

18
—Tú lo dijiste, no yo. —Gabe miró al reportero—. ¿Algún consejo
no solicitado? Encontraría otra historia para investigar.

—¿Es aquí donde me vas a decir que tenga cuidado? —Sonaba


extrañamente alegre por la perspectiva.

—¿Advertirme? ¿Porque las personas que se meten con los de


Vincent terminan desaparecidas o algo peor?

Gabe sonrió mientras presionaba la tecla de encendido.

—No suena como que necesito decirte eso. Parece que ya sabes lo
que pasa.

Nikki estaba en el centro de la cocina tranquila y estéril de la


mansión de Vincent, diciéndose que no era la misma pequeña idiota
que casi se ahogó en la piscina hace seis años.

Estaba segura que no era la misma idiota que había pasado años
haciendo el ridículo, persiguiendo a un hombre adulto. Un acto que
resultó en una de las peores ideas que había tenido en la historia de las
malas ideas.

Y Nikki tenía una historia notable de no tomar las decisiones más


brillantes. Su padre decía que tenía una racha salvaje, viniendo de su
Abuelo, pero a Nikki le gustaba culpar a los de Vincent por la
imprudencia. Tenían este talento realmente extraño de hacer que todos
a su alrededor tuvieran un pie en Villa Imprudencia.

Su madre afirmaba que la mayoría de las malas decisiones de


Nikki provenían de tener un buen corazón.

Nikki tenía el hábito de recoger gatos callejeros, perros, un lagarto


aquí y allá, incluso una serpiente, y también humanos. Era un corazón
sangrante, odiaba ver a alguien que le importaba sufriendo y, a
menudo, estaba un poco demasiado afectada por los problemas de los
extraños.

Era por eso que evitaba la televisión durante las vacaciones,


porque siempre reproducían esos videos desgarradores de animales
congelados o niños que se morían de hambre en países devastados por
la guerra. Odiaba todo lo relacionado con la víspera de Año Nuevo por
eso y pasaba la semana entre Navidad y el primero de enero abatida.

19
Había una gran cantidad de Nikki que era la misma que fue la
última vez que caminó por esta casa. Todavía tenía una inversión
emocional en animales que no le pertenecían, por eso se ofrecía como
voluntaria en el refugio de animales local. Todavía no podía alejarse de
alguien que necesitaba ayuda, y aún se encontraba en situaciones
extrañas, ¿pero imprudente? ¿Salvaje?

Ya no.

No desde la última vez que estuvo en la casa, justo antes de irse a


la universidad. Eso había sido hace cuatro años y ahora estaba de
vuelta, y nada y todo había cambiado.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó su padre.

Volviéndose a encontrar a su padre parado justo dentro de la gran


cocina, se apartó de sus pensamientos y sonrió ampliamente para él.
Dios mío, su padre estaba empezando a verse de su edad, y eso la
asustaba, realmente la aterrorizaba. Sus padres la tuvieron tarde en la
vida, pero ella solo tenía veintidós años, y quería otros cincuenta años
más o menos con ellos.

Nikki sabía que eso no iba a suceder.

Especialmente ahora.

Forzó fuera esos pensamientos de su cabeza.

—Sí. Sólo estoy... Es raro estar aquí después de haber estado


fuera tanto tiempo. La cocina es diferente.

—Fue remodelada hace unos años —respondió. La mansión


estaba siendo remodelada constantemente, al parecer. Después de todo,
¿cuántas veces se incendió este lugar desde que se construyó? Nikki
había perdido la cuenta. Su padre inspiró profundamente, y las líneas
alrededor de su boca se hicieron más pronunciadas. Se veía tan
cansado—. No sé si te he dicho esto o no, pero gracias.

Ella lo despidió con un movimiento de la mano.

—No necesitas darme las gracias, papá.

—Sí, lo necesito. —Caminó hacia donde ella estaba—. Fuiste a la


universidad para hacer algo mejor que esto, mejor que cocinar cenas y
administrar una casa. Para llegar a ser algo mejor.

Ofendida en su beneficio, se cruzó de brazos y se encontró con su


cansada mirada.

20
—No hay nada de malo en cocinar cenas y administrar una casa.
Es un trabajo bueno y honesto. Trabajo que me puso en la universidad.
¿Cierto, papá?

—Estamos muy orgullosos de nuestro trabajo. No me


malinterpretes, pero lo que tu madre y yo hicimos todos estos años fue
para que pudieras hacer otra cosa. —Suspiró—. Entonces, significa
mucho que vinieras a casa para ayudarnos, Nicolette.

Solo su papá y su mamá la llamaban por su nombre completo.


Todos los demás la llamaban Nikki. Todos excepto un cierto de Vincent
que deberá permanecer sin nombre. Él y solo él la llamaba Nic.

Sus padres habían trabajado para los de Vincent, una de las


familias más ricas de Estados Unidos y posiblemente del mundo, desde
mucho antes de que ella naciera. Era extraño crecer en esta casa, estar
al tanto de muchas cosas extrañas, cosas de las que el público no tenía
idea y probablemente pagaría una gran suma de dinero para
conocerlas. ¿Y personalmente? Era como si tuviera un pie en dos
mundos diferentes, uno absurdamente rico y el otro de clase media
trabajadora.

Su padre era básicamente un mayordomo, excepto que ella


siempre tuvo una pequeña sospecha de que él… se encargaba de las
cosas para los de Vincent que ningún mayordomo normal hacía. Su
madre dirigía las funciones diarias de la casa y preparaba las cenas.
Sus padres amaban trabajar para la familia y ella sabía que ambos
planeaban continuar hasta el día de su muerte, pero su madre…

El pecho de Nikki se apretó dolorosamente. Su madre no estaba


bien y sucedió tan rápido, saliendo de la nada. La temida palabra C.

—Honestamente, esto es perfecto. Me gradué y esto me dará


tiempo para resolver las cosas. —En otras palabras, averiguar qué
demonios quería hacer realmente con su vida. ¿Trabajar o ir a por su
maestría? No estaba segura todavía—. Y quiero estar aquí mientras
mamá está pasando por todo.

—Lo sé. —Su sonrisa se tambaleó un poco mientras le quitaba un


mechón de cabello rubio marrón del rostro.

—Podríamos haber contratado a alguien más para que intervenga


mientras tu madre…

—No, no podrías haberlo hecho. —Se rio ante el mero


pensamiento de eso—. Sé lo raro que son los de Vincent. Sé lo

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protectores que son ustedes dos. Sé cómo mantener la boca cerrada y
no ver lo que no debo. Y ustedes dos no tienen que preocuparse por que
alguien nuevo no se quede callado y no vean lo que no deben.

Su papá arqueó una ceja.

—Muchas cosas han cambiado, cariño.

Ella resopló mientras observaba las encimeras de mármol blanco


con vetas grises. Mamá le informó sobre algunos de esos cambios
durante uno de sus tratamientos de quimioterapia. Después de todo,
¿de qué más tenían que hablar mientras estaba siendo bombeada con
veneno que, con suerte, mataría solo a las células cancerosas
acumulando en su pulmón?

Las cosas en la mansión de Vincent que habían cambiado.

Para empezar, el patriarca de la familia, un Lawrence de Vincent,


se ahorcó unos meses atrás. Un acto que la sorprendió porque pensaba
que el hombre habría sobrevivido a una bomba nuclear. Y Lucian de
Vincent aparentemente tenía una novia y estaban a punto de mudarse
a su propio hogar. Eso era aún más demente, la idea de que Lucian se
estableciera.

El Lucian que recordaba era el que ponía las reglas del juego. Era
un coqueteo incorregible, dejando una cadena de corazones rotos en
todo el estado de Luisiana y más allá.

No conocía a su novia todavía, ya que estaban lejos en algún tipo


de viaje; los ricos rara vez parecían tener demasiado trabajo. Solo
esperaba que, fuera quien fuera su novia, fuera agradable y nada como
la prometida de Devlin.

Nikki podría no haber estado cerca de los de Vincent en cuatro


años, pero recordaba a Sabrina Harrington y a su hermano Parker.

Sabrina comenzó a ver a Devlin el año anterior en el que Nikki se


fue a la universidad, y ese fue un año de comentarios sarcásticos y
miradas de desdén bastante impresionantes. Sin embargo, Nikki podría
tratar con Sabrina. Si ella era la misma mujer que antes, podría ser tan
mala como una serpiente de cascabel acorralada, pero Nikki
normalmente ni siquiera se registraba en su escala de personas a las
que prestar atención.

¿Parker, sin embargo?

22
Nikki reprimió un escalofrío, no queriendo preocuparse por su
padre que la observaba como un halcón.

Parker a menudo la miraba como quería que Gabe la mirara,


especialmente cuando se volvió lo suficientemente valiente como para
pasar de un traje de baño de una pieza a uno de dos piezas.

Y Parker… había hecho más que mirar.

Inspiró profundamente. No iba a pensar en Parker. No valía la


pena un solo pensamiento.

Lo que le sucedió a Lawrence y al nuevo romance de Lucian no


fue lo único que su madre le dijo. Le contó a Nikki todo el asunto de la
hermana que reaparece y luego desaparece de nuevo. Algo que sabía
que el público en general no tenía ni idea de lo que sucedió. No conocía
los detalles, pero Nikki sabía que, al estilo típico de Vincent, tenía que
ser lo más dramático posible.

Y también sabía que no debía hacer preguntas al respecto.

Su padre dio un paso atrás.

—Todos los chicos salieron.

Gracias a Dios y al niño Jesús.

—Devlin debería volver esta noche a cenar. Le gusta que la cena


esté lista a las seis. Creo que la señora Harrington se unirá a él.

Bueno, agradecer a Dios y al niño Jesús duró cinco segundos.


Resistió el impulso de poner los ojos en blanco y hacer un sonido de
arcada.

—Está bien.

—Gabriel todavía está en Baton Rouge, o al menos, eso es lo


último que escuché —continuó su padre, marcando los horarios de los
hermanos mientras se preguntaba qué estaba haciendo Gabe en Baton
Rouge. No es que le importara. No le importaba en absoluto, pero se
preguntaba si tenía algo que ver con su negocio de carpintería.

El hombre tenía talento con sus manos.

Realmente talento.

Sus mejillas se sonrojaron ante un recuerdo no deseado de cómo


se sintieron sus callosas palmas directamente en su pecho. No. No
vayas allí. Absolutamente no.
23
Había ejemplos de la habilidad de Gabe en toda la casa: los
muebles, los rieles de las sillas y, los adornos, incluso en la cocina.
Toda la carpintería fue diseñada y creada por Gabe. Cuando era niña, le
fascinaba la idea de recoger un trozo de madera y convertirlo en algo
que fuera realmente una obra de arte. Esa fascinación se convirtió en
todo un pasatiempo para Nikki.

Comenzó una larga tarde de otoño cuando tenía diez años y


encontró a Gabe afuera, tallando un pedazo de madera. Por
aburrimiento, le pidió que le mostrara cómo lo hacía. En lugar de
alejarla, Gabe le dio pequeños trozos de madera y le mostró cómo usar
un cincel.

Ella se volvió bastante buena en eso, pero no había tomado un


cincel en más de cuatro años.

Nikki volvió a centrarse en lo que su padre le estaba diciendo.

—Estamos un poco escasos de personal en este momento —


continuó su padre—. Así que hay mucho polvo en tu futuro cercano.
Devlin se parece mucho a su padre. —Genial.

Eso no fue un cumplido en su libro.

—¿Son los fantasmas? —bromeó a medias—. ¿Asustando al


personal?

Su padre le lanzó una mirada, pero ella sabía muy bien que sus
padres creían que esta casa estaba encantada. Demonios, ellos ni
siquiera vendrían aquí por la noche a menos que fuera una emergencia
extrema. Ninguno de los empleados lo haría y todos en la ciudad
conocían las leyendas sobre la tierra donde se encontraba la mansión
de Vincent. ¿Y quién no había oído hablar de la maldición de Vincent
más de una o dos veces?

Estando en esta casa tanto como estuvo en el pasado, vio algunas


cosas extrañas y escuchó algunas cosas que no podían explicarse.
Además creció a pocos minutos de Nueva Orleans. Era una creyente,
pero a diferencia de su amiga Rosie, a quien conoció en la universidad,
no estaba obsesionada con todas las cosas paranormales. Nikki operaba
en la total teoría de: si no reconoces a los fantasmas, no te pueden
molestar, y hasta ahora le ha funcionado de maravilla.

Por otra parte, Nikki solo vino aquí de noche una vez en su vida, y
eso no resultó nada bien. Tal vez ignorar los fantasmas no funcionó,
porque le gustaba pensar que estaba poseída por uno de los fantasmas

24
que supuestamente vagaban por los pasillos, y eso fue lo que la impulsó
a hacer lo que hizo esa noche.

Nikki era muy consciente de cómo se manejaba la casa porque


pasó la mayor parte de sus vacaciones de verano en la casa observando
a su madre, por lo que se puso a trabajar bastante rápido una vez que
su padre la dejó.

Lo primero era rastrear lo que el personal hacía en la casa.


¡Escasos de personal su culo! El único personal que les quedaba era su
padre; el paisajista que estaba constantemente cortando el césped, eso
parecía, o re-abonando el césped; el chofer de los de Vicent y la señora
Kneely, una mujer mayor que hacia el servicio de lavandería desde que
Nikki era una niña.

Beverly Kneely en realidad tenía su propio negocio de lavandería y


solo venía a la casa tres veces a la semana para encargarse de la ropa
de cama y las prendas.

Según Bev, a quien encontró en el gran vestíbulo en la parte


posterior de la casa empacando la ropa que necesitaba ser lavada en
seco, durante los últimos meses casi todos habían renunciado.

—Entonces, déjame aclarar esto. —Nikki alisó algunas hebras que


escaparon del nudo en el que se recogió el cabello—. ¿Los camareros se
han ido, al igual que las criadas?

El voluptuoso pecho de Bev se alzó cuando asintió.

—Solo han sido tus padres durante los últimos tres meses. Creo
que todo ese trabajo desgastó a la pobre Livie.

La ira destelló a través de Nikki. ¿No habían notado los de


Vincent lo delgada y cansada que estaba su madre? ¿Qué tan rápido se
quedaba sin aliento?

—¿Por qué los de Vincent no contrataron a alguien para ayudar?

—Tu padre lo intentó, pero nadie por aquí quiere acercarse a este
lugar, no después de lo sucedido.

Ella frunció el entrecejo.

—¿Estás hablando de Lawrence? ¿Lo que hizo?

Bev ató las bolsas.

25
—No es que no haya sido lo suficientemente malo, pero eso no fue
la gota la que derramó el vaso por aquí.

Nikki no tenía idea de lo que estaba hablando.

—Lo siento. No creo que me hayan actualizado sobre toda la


locura. ¿Qué más pasó?

Mirando alrededor de la habitación, Bev arqueó las cejas mientras


se dirigía hacia la puerta lateral.

—Las paredes tienen oídos. Lo sabes. Quieres saber lo que está


pasando aquí, pregúntale a tu padre o a uno de los chicos.

Sus labios se fruncieron. No le preguntaría a los chicos.

Bev se detuvo en la puerta y miró hacia atrás.

—No creo que Devlin se vaya a alegrar cuando vea lo que llevas
puesto.

—¿Qué pasa con lo que estoy usando? —Eran jeans y una


camiseta negra. De ninguna manera iba a vestirse como su mamá o su
papá. Su voluntad de ayudar a sus padres no se extendía al uso de
uniformes.

Se miró a sí misma y vio el agujero justo debajo de la rodilla.

Nikki suspiró.

Probablemente, Devlin iba a tener un problema con el agujero,


pero lo que Nikki quería saber era qué demonios pasó en esta casa para
alejar a casi todo el personal.

Tenía que ser algo.

No solo porque los de Vincent pagaban extraordinariamente bien,


sino también porque su padre no se lo había dicho.

Y eso significaba que era algo realmente malo.

26
Capítulo 2
Traducido por Liliana

Era aproximadamente la una de la tarde cuando Nikki estaba


terminando en la sala de estar más cercana a la oficina del primer piso.
Estaba limpiando el polvo de las sillas que en serio no necesitaban ser
sacudidas cuando sintió una sensación de cosquilleo en la nuca. Se
secó un ligero brillo de sudor de la frente, se levantó y se volvió hacia la
puerta.

Devlin de Vincent estaba allí de pie.

Su presencia la sobresaltó tanto que casi dejó caer el trapo que


sostenía. Dando un paso atrás, golpeó los pesados muebles que le
recordaban algo salido de la época victoriana.

Cielos.

Había visto fotos de Devlin en las revistas de chismes a lo largo de


los años, pero no lo había visto en persona durante ese tiempo.

Se parecía tanto a su padre que le envió un escalofrío por la


columna. Cabello oscuro arreglado y corto. Fríamente guapo y
completamente remoto, estaba vestido como si acabara de salir de una
importante reunión de negocios, con pantalones y camisa de vestir a
pesar de que era septiembre y todavía hacía mucho calor.

Cuando era niña, estaba un poco aterrorizada por el hermano


mayor de Vincent que ahora tenía que estar cerca de los cuarenta años.

Sin embargo, Nikki ya no era una niña.

La mirada de Dev se desvió sobre Nikki, evaluándola de una


manera que la hacía sentir como un mueble que no estaba seguro de
querer mantener o guardar en el ático donde personas importantes y
poderosas no pudieran verlo.

—Hola, Nikki, ha pasado un tiempo.

Nikki forzó una sonrisa fácil mientras agarraba el trapo.

—Hola, Dev.

27
Algo pasó por el rostro de él cuando ella usó la versión abreviada
de su nombre. Nikki no estaba segura de si era irritación o diversión.
Uno nunca sabía con Devlin.

—Gracias por intervenir y ayudar mientras tu madre está lejos —


dijo, su voz tan plana como su personalidad—. Espero que ella esté
empezando a sentirse mejor.

—Ella está… ella está aguantando —respondió.

—Tu madre es una mujer muy fuerte. Si alguien puede vencer


esto, es ella.

Esa fue posiblemente la cosa más bonita que había escuchado


salir de la boca de Devlin.

Su mirada vagó sobre ella de nuevo.

—Sé que has estado desparecida por mucho tiempo, lejos en la


universidad y todo eso, pero estoy seguro de que recuerdas que nuestro
personal usa un uniforme y no desgastados pantalones vaqueros de
segunda mano.

Yyyyy allí fue él, arruinándolo al convertirse en el Capitán Pendejo


de Vincent, que parecía que tenía ochenta años en lugar de casi
cuarenta.

La columna vertebral de Nikki se puso rígida.

—En realidad, no es algo de segunda mano.

—¿Los compraste de esa manera? —Una sonrisa de suficiencia


apareció—. Tal vez deberías pedir un reembolso.

Sus labios se adelgazaron mientras resistía el impulso de


mostrarle el dedo medio.

—Lo siento. Me dijeron que no tenía que usar uniforme.

No necesariamente cierto, pero daba igual.

Él inclinó la cabeza, un gesto que ella solía ver de su padre.

—Ya veo. Entonces, ¿tal vez puedas encontrar algo en tu armario


que no parezca que pagamos a nuestros empleados por debajo del
salario mínimo? Especialmente desde que recibes un salario. No estás
haciendo esto gratis.

28
Ella contuvo el aliento. Empleada. La casa podría haber cambiado
un poco y Lucian podría ser un prostituto reformado, pero Devlin
seguía siendo el mismo.

—Estoy segura de que puedo encontrar algo que satisfaga tu


aprobación.

Ahí estaba de nuevo. Un destello de emoción que se fue antes de


que Nikki pudiera siquiera imaginar qué era.

Luego, Devlin estaba en la habitación con ella, a pocos metros de


distancia. Los ojos de ella se ensancharon un poco. ¿Cómo diablos se
movió tan rápido y tan silenciosamente?

¿Era parte fantasma?

Más como parte diablo. Después de todo, ese era su apodo, como
lo llamaban las revistas de chismes. El Diablo.

Ahora estaba directamente frente a ella, y Nikki no era una mujer


alta. Apenas llegando a un metro sesenta y ocho, era difícil no sentirse
intimidado cuando él se cernía sobre ella.

—¿Detecto una actitud, Nicolette? —¡Oh, cielos!

Mentalmente maldiciéndose a sí misma y a Devlin, plantó la


sonrisa más brillante que jamás había tenido en su vida.

—Espero que no. Estaba hablando en serio. Tengo pantalones


más bonitos. Los que estoy segura de que aprobarías.

Sus ojos, los ojos de Vincent, se clavaron en ella.

—Estoy encantado de escuchar eso. —Bueno. No sonaba


complacido. En absoluto.

Él inclinó la barbilla y ella sintió los diminutos vellos elevándose


por todo su cuerpo.

—Odiaría tener que decirle a tu padre sobre tu actitud. —Nikki


también.

—¿Recuerdas lo que pasó la última vez? ¿La única vez? —


preguntó—. Yo sí.

Oh, lo recordaba. Tenía diecisiete años y se metió en el gabinete


de licores cuando su madre no estaba mirando, bebiendo el maldito
escocés muy costoso, todo para demostrar que ya no era una niña.
Mirando en retrospectiva, reconoció que había sido, de hecho, una niña,
29
pero ese no era el punto. Insultó a Devlin cuando él le ordenó que
dejara de seguir a Gabe como un cachorro perdido y mal alimentado.

Él tenía tal manera con las palabras.

—Lo recuerdo. —Su sonrisa estaba empezando a desvanecerse—.


En mi defensa, estaba un poco intoxicada y, por lo tanto, no era
completamente responsable de mis acciones.

Una ceja oscura se alzó. Igualmente, ella cuadró los hombros.

—Y tampoco estaba siguiendo a tu hermano, así que estaba un


poco ofendida.

—Estabas apegada a mi hermano como una admiradora precoz


que no tenía idea de por qué un hombre adulto no estaría remotamente
interesado en una adolescente.

¡Santa mierda, realmente fue allí! Como totalmente allí.

—Yo... —Sip. Nikki no tenía idea de qué decir a eso. Porque era
cierto. Todo cierto.

Desde que Gabe la sacó de la piscina y la defendió ante Devlin,


pasó cada momento libre básicamente acosando a Gabe e intentando
captar su atención. Por alguna estúpida razón, cuando era más joven,
no veía que la diferencia de edad fuera tan importante.

Dios, había sido tan idiota.

Estaba completamente loca al no darse cuenta de que la


diferencia de edad era muy, muy importante, porque era una gran
diferencia. Él tenía veintiséis años cuando la sacó de la piscina. Diez
años mayor que ella, un hombre adulto, y ella apenas... bueno, sí,
apenas dieciséis. Asqueroso.

Pero imaginó en su tonto cerebro adolescente lleno de hormonas


que una vez que cumpliera dieciocho años, Gabe se enamoraría
perdidamente de ella.

Para ser sincero, Gabe nunca le dio ninguna indicación de que


pensaba en ella de alguna manera que fuera inapropiada e ilegal, pero
ella… bueno, era joven, tonta y enamorada por primera vez en su vida.

—¿Puedo ser sincero contigo, Nikki?

Ella parpadeó.

—Por supuesto.
30
—No me alegré en absoluto de que ocupes el lugar de tu madre
mientras ella se mejora.

Guau. ¿Qué se suponía que iba a decir a eso? ¿Gracias?

—Irte a la universidad fue lo mejor que pudiste hacer por ti


misma, porque si te hubieras quedado, te habrías metido en muchos
problemas. —Hizo una pausa—. O mi hermano.

Bueno, ella no se fue exactamente antes de que eso sucediera.

Su rostro comenzó a sentirse como si estuviera en llamas.

Devlin bajó la barbilla.

—Sí espero que no continúes donde lo dejaste.

La boca de Nikki se secó cuando su corazón dio un vuelco.

—No sé de qué estás hablando.

—Ahora, sabes que no es verdad. —Su voz era engañosamente


baja—. Desde el momento en que te diste cuenta de que te gustaban los
chicos, te paseabas por la casa cada vez que Gabe estaba cerca.

Su rostro seriamente iba a quemarse de inmediato, porque eso


también era cierto. Hizo casi todo para atraer la atención indivisible de
Gabe. A veces funcionó. Por lo general no.

—¿Y esas clases de natación? —continuó, para su horror. Esto no


era un paseo por el camino de los recuerdos que ella quería tomar. Ni
siquiera tenía el valor para mirar la piscina todavía—. No estaban tan
mal cuando tenías el cuerpo de un niño subdesarrollado.

¡Oh Dios mío!

—Pero cuanto mayor te volvías, más escasos se volvieron tus


trajes de baño. —Su rostro aún carecía por completo de emoción—.
Todos lo vimos si queríamos o no. Aunque no deberíamos haberlo
hecho.

De repente, era esa chica de dieciséis años otra vez, con ganas de
ahogarse en la piscina.

—Solo era una adolescente, Devlin.

—Y tienes, ¿qué? ¿Veintidós ahora? —Adivinó bien—. No es


exactamente mucho mayor. Todavía eres solo una niña, pero una que
en realidad tiene la edad legal ahora.

31
Cruzando los brazos para evitar arrojarle el trapo a su rostro,
respiró hondo varias veces antes de confiar en sí misma para no
maldecir.

—Ya no soy una adolescente que busca a un hombre mayor.


Créeme.

—No te creo.

Lo miró por unos momentos, sin saber cómo proceder con esto.

—No sé lo que quieres que diga entonces. —Y realmente no lo


sabía—. No vine aquí por Gabe. Vine a casa para ayudar a mis padres.
Si estar aquí va a ser un gran problema, entonces necesitas contratar a
alguien más. Estoy segura de que mi padre lo entenderá.

Devlin se quedó callado por un momento.

—Ya sabes… cómo funcionan las cosas aquí. Sabes lo que se


espera.

—Lo sé. —Deseó que su rostro dejara de arder y que esta


conversación ya hubiera terminado.

El mayor de los de Vincent la miró fijamente.

—Lo último que mi hermano necesita ahora es otra complicación.

¿Otra complicación? ¿Qué? Sintió un vacío en el estómago.

—¿Qué significa eso? ¿Le pasa algo?

Eso fue aparentemente lo incorrecto de preguntar, porque sus


ojos se estrecharon. Igual no se arrepintió de haber hecho la pregunta.
Aunque se sentía como una tonta cuando pensaba en Gabe y verlo de
nuevo no era algo que esperaba, todavía se preocupaba por él.

¿Cómo no podría?

Gabe estaba completamente fuera de los límites, siempre lo


estuvo y siempre lo estaría, pero fueron… amigos una vez. Incluso con
la diferencia de edad, él la respetaba. Era amable con ella, y solía
traerle batidos, sorprendiéndola con diferentes sabores. Algunos los
hizo él mismo. Otros que recogió de su tienda favorita cuando regresaba
de la ciudad y sabía que ella estaba allí. Estuvo allí para ella, más de
una vez.

Pero ella arruinó todo eso, así que Devlin realmente no tenía
motivos para preocuparse de que tuviera algún plan que involucrara a
32
Gabe. Él no iba a darle la bienvenida con los brazos abiertos, y Nikki
iba a hacer todo lo posible para evitarlo lo más humanamente posible.

—Espero que tengamos un acuerdo —dijo Devlin sin responder su


pregunta.

—Lo tenemos.

Él no retrocedió.

—Bueno saberlo.

Nikki asintió lentamente, esperando más allá de la esperanza que


esta conversación tan extraña como el infierno hubiera terminado y que
pudiera retirarse a algún lugar por unos momentos para golpearse
repetidamente las partes femeninas por crímenes pasados.

—Dev —una voz llamó desde el pasillo—. ¿Dónde diablos estás?

Su corazón se detuvo en su pecho cuando escuchó la voz. No. Oh,


dulce bebé Jesús, no.

—Hablando del diablo —murmuró Devlin en voz baja. Su mirada


se elevó hacia el techo mientras Nikki estaba cerca de hiperventilar y tal
vez incluso desmayarse—. Gabe. No sabía que ibas a volver a casa hoy.

—Cambio de planes. —La voz se acercó.

Nikki miró a su alrededor locamente para un lugar dónde


esconderse. ¿Se lanzaría como bombardero en picada debajo del diván
elevado en el que nadie se veía extraño? Sí. Sí, lo haría, pero no estaba
lista para ver a Gabe.

No después de esta conversación.

Pero era demasiado tarde.

No había dónde esconderse, y Devlin estaba girándose. No podía


ver la puerta por lo ancho que era Devlin, pero cerró los ojos con fuerza
pese a todo.

Puedo hacer esto.

No es la gran cosa.

Ya no soy una adolescente.

Su charla no la estaba ayudando mucho.

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—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Gabe, y Dios, su voz
sonaba justo como la recordaba. Profunda. Suave. Ligeramente
acentuada—. Oh, tienes compañía. —Una risa en sorpresa vino de él—.
Perdón por entrometerme.

Ella casi se rio ante la idea de que ella y Devlin podrían estar
juntos, pero logró reprimirla porque probablemente sonaría un poco
enloquecida.

—Sí, tengo compañía. —Devlin se hizo a un lado. Ella no lo vio,


porque todavía tenía los ojos cerrados, pero sintió que Devlin se movía.

Silencio.

Y luego:

—Santa mierda.

34
Capítulo 3
Traducido por Yiany

Los ojos de Nikki se abrieron de golpe, e inmediatamente deseó


que no lo hubieran hecho, porque ahora lo veía.

Había pasado una eternidad desde que incluso se permitió mirar


una foto suya. Tal vez debería haberlo hecho, porque entonces tal vez
no tendría ganas de saltar sobre él como un mono rabioso y huir de
esta habitación.

No podía apartar la mirada de él.

Dios, Gabe era... Era hermoso de esta manera cruda y masculina.


Era como lo recordaba, pero de alguna manera era más. En todo caso,
parecía más alto y sus hombros más anchos, sus bíceps y antebrazos
definidos de una manera que no lo habían sido antes.

La edad lo había tratado bien. Gabe tenía treinta y dos años


ahora, y el único signo era las tenues líneas de expresión en las
esquinas de esos impresionantes ojos de musgo marino. Sus pómulos
eran clásicos de Vincent, altos y angulares como el filo de la nariz y esa
boca exuberante.

Oh hombre, todavía llevaba el pelo largo. El cabello castaño


oscuro, casi negro, solo le rozaba los hombros. Un rastrojo débil
sombreaba la fuerte curva de su mandíbula como si no se hubiera
afeitado en un día o dos. Estaba vestido mucho más casual que su
hermano, con un par de jeans oscuros y una camisa de algodón de
color azul pálido que estaba holgada en la parte delantera. Y estaba
descalzo.

Sus labios se torcieron en una pequeña sonrisa. Gabe siempre


andaba descalzo.

—¿Nic? —Él rodeó una silla, mirándola fijamente... Bueno, como


si ni siquiera estuviera seguro que fuera realmente ella.

Si bien Gabe parecía mayormente igual, Nikki había cambiado en


los últimos cuatro años. Se había ido la niña de dieciocho años que
había huido de él llorando.

35
Se detuvo a pocos metros de ella, todavía mirándola como si fuera
un producto de su imaginación. Su mirada barrió desde el ahora
desordenado, nudo de cabello en la parte superior de su cabeza, hasta
llegar a sus Vans con estampado de llama. La forma en que la observó
no se parecía en nada a la anterior observación de su hermano. No
cuando prácticamente podía sentir su mirada colgando en sus caderas
ahora más redondas y pechos más llenos. Un dulce, no deseado e
inesperado rubor la recorrió.

Mal, Nikki. Mal. Mal.

Podía mirarla de la forma en que ella siempre lo había deseado y


eso no significaba nada ahora. Todo lo que él era para ella ahora era un
tonto enamoramiento adolescente. Eso era todo.

Así que tenía que componerse.

Levantó una mano vacía e hizo un gesto incómodo con el dedo


una vez que sus ojos se encontraron con los de ella otra vez.

—Hola.

—¿Hola? —repitió él, parpadeando lentamente y mostrando unas


pestañas ridículamente largas.

Nikki tragó saliva y volvió a intentarlo.

—¿Hola?

A su lado, Devlin suspiró ruidosamente.

—¿Pasa algo malo? —La mirada de Gabe rebotó entre su hermano


y ella—. ¿Le pasó algo a Livie?

Nikki se volvió lentamente hacia Devlin. ¿No le había dicho a


Gabe? ¿Qué demonios?

—Estoy reemplazando a mamá mientras recibe tratamiento. ¿Tú


no...?

Era obvio en la forma en que Gabe la miraba que no tenía idea, y


Nikki no tenía idea de por qué Devlin lo habría dejado fuera en esa
actualización tan importante.

—No. —El tono de Gabe fue cortante—. No me lo dijeron.

Esto era más que incómodo. Miró a Gabe. La inquietud se agitó


en la boca de su estómago cuando rápidamente apartó la mirada. Él
todavía la estaba mirando.
36
—Creo que Nikki tiene mucho trabajo por hacer —intervino Devlin
rápidamente.

Aferrándose a la señal para hacer su salida como si fuera el


último chaleco salvavidas del Titanic, hizo que sus piernas se movieran
y mantuvo su mirada fija en la puerta. Pero cuando pasó junto a él, no
pudo evitarlo.

Era como si no tuviera control sobre sus globos oculares.

Nikki lo miró y descubrió que todavía estaba mirando. Ni siquiera


estaba segura que hubiera parpadeado en este punto.

—Es bueno verte, Gabe. —Ahí estaba.

Lo dijo y sonaba como si lo dijera en serio, aunque no era


exactamente cierto.

Solo hubo dos veces en los treinta y dos años de vida de Gabe que
una maldita pluma podría haberlo derribado sobre su trasero.

Esta era una de ellas.

Gabe aún miraba fijamente la puerta por la que había salido Nic,
completa y absolutamente sorprendido.

—¿Era realmente ella?

Dev hizo un sonido que era una mezcla de risa y tos.

—La pequeña Nikki ya no es tan pequeña, ¿verdad?

La pequeña Nikki no lo había sido exactamente la última vez que


la había visto, pero no se había visto así. Mierda, no tenía ese trasero o
esas tetas la última vez que la había visto.

Qué carajo. ¿En serio pensaba eso?

El asco se agitaba en sus entrañas. No había... no podía pensar


en sus tetas o su culo. Incluso reconocer que ahora los tenía en
abundancia según la forma en que la camisa estaba estirada sobre su
pecho y cómo esos jeans la abrazaban... Maldita sea.

No importaba que estuviera ahora en sus veinte años, apenas en


sus veinte.

37
Pero mierda, Nic siempre había sido una chica linda. Una chica
guapa, escuálida y tonta, pero era... era jodidamente hermosa.

Casi se rió.

Toda esa cosa tardía giró en su cabeza, pero era cierto. Su rostro
se había llenado durante su ausencia, finalmente combinando esos
grandes ojos marrones y esa boca ancha y expresiva.

Había pasado de linda a peligrosamente deslumbrante.

Gabe no podía creer que estuviera aquí. Se obligó a volverse hacia


su hermano.

—¿No pudimos contratar a alguien más?

Porque cualquiera habría sido una mejor opción.

Dev arqueó una ceja mientras cruzaba los brazos.

—Como sabes, hemos tenido un problema al retener al personal


recientemente.

Lo hacían.

—Y con lo que ha ocurrido aquí, no pude evitar aceptarla cuando


Richard mencionó la idea de traer a Nikki para llenar el lugar de su
madre. Ella ya estaba llegando a casa. Además, sabe cómo ocuparse de
sus asuntos y quedarse callada.

La mandíbula de Gabe se tensó. Nic definitivamente sabía cómo


guardar silencio. Levantando una mano, la arrastró a través de su
cabello. ¿Qué demonios? Sinceramente, no tenía ni idea de cómo
proceder con este nuevo desarrollo.

Como si necesitara otro maldito problema en su vida ahora


mismo.

Honestamente había creído que nunca volvería a ver a Nic, al


menos no de cerca. Tal vez desde la distancia, porque las distancias
eran seguras.

Mierda.

¿Qué edad tenía ahora?

Rápidamente hizo los cálculos en su cabeza. Veintidós. Su


cumpleaños se acercaba. Noviembre. Tendría veintitrés años entonces.

38
Mierda. Lo que recordaba de los veintitrés era un montón de fiestas y
folladas. Eso fue hace una vida.

La pregunta más estúpida surgió. ¿Todavía hacía pequeñas


pulseras y collares de madera? Lo esperaba. La chica tenía un talento
natural.

—¿Esto va a ser un problema? —preguntó Dev en voz baja.

Frunció el ceño, dejando caer su mano.

—No. ¿Por qué lo sería?

—Buena pregunta.

Su mirada se estrechó sobre su hermano mayor. No había forma


en que Dev lo supiera. Dev ni siquiera había estado en casa ese fin de
semana equivocado, hace cuatro años, cuando Gabe cometió el segundo
maldito error más grande de su vida.

Pero su hermano se perdía muy poco.

—Tuviste una reacción tan extraña y fuerte al verla —señaló Dev.

—Me cogieron con la guardia baja. —Esa era la maldita verdad—.


No esperaba verla aquí. Mierda. Pensé que algo le había pasado a Livie.

Dev lo observó en silencio por un momento.

—Pensé que no volverías hasta el jueves.

—Ese era el plan. —Gabe suspiró, mirando a la puerta de nuevo.


Infiernos—. Pero decidí acortar el viaje.

—¿Las cosas no van a nuestro favor en Baton Rouge?

Gabe negó con la cabeza. Tan equivocado como estaba —y Dios,


estaba jodido— ni siquiera estaba pensando en su viaje a Baton Rouge
ahora. Su mente no estaba cerca de ese lugar después de ver a Nic.

—No puedo culparlos por eso. Me hicieron un favor llamándome


en primer lugar, pero no me dejarán solo entrar allí después de cinco
años.

—Podemos hacerlo.

La mirada de Gabe se agudizó.

—Diablos, no. No estás entrando en esto, Dev. Esta es mi vida.


Esta es mi mierda para tratar. No tiene nada que ver con la familia.

39
—Tiene todo que ver con nuestra familia. William es...

—No. —Gabe se encontró con la mirada de Dev mientras su pecho


se enfriaba—. Estoy manejando esto de la mejor manera que me
parezca Devlin. No te involucra a ti.

Un músculo de flexionó a lo largo de la mandíbula de Dev, una


rara demostración de emoción y por un momento, Gabe no creyó que
iba a dejarlo ir.

—Lo que me recuerda —dijo—. Cuando me iba de Baton Rouge,


me encontré con Ross Haid.

Un simple atisbo de molestia apareció en la cara de Dev.

—Déjame adivinar. Quería hablar acerca de... ¿Padre?

—Y el jefe de policía. Y por qué estamos teniendo problemas para


contratar personal.

—Por supuesto —murmuró Dev—. Se está volviendo bastante


molesto, lo que significa que necesita...

—Ser ignorado —dijo Gabe, sosteniendo la mirada de su


hermano—. Necesita simplemente ser ignorado. Eventualmente se
moverá hacia otra cosa, Dev. Eso es todo lo que vamos a hacer.

—Eso es exactamente lo que iba a decir. —Una leve sonrisa


dibujó las comisuras de sus labios, y Gabe estaba listo para decir
tonterías sobre eso—. Por cierto, Sabrina vendrá a cenar esta noche.

Jesús.

¿Podría este día ser más retorcido?

Bueno, sabía que no cenaría aquí entonces, porque estar en un


planeta diferente no era una distancia suficiente entre él y la novia de
Dev. Espera. Algo se le ocurrió.

—¿Estará Nic sirviendo la cena?

—Ya que no tenemos el personal, asumirá los deberes de la Sra.


Besson por completo. —Y eso significaba que estaría sirviendo la cena a
Sabrina.

Mierda.

40
De pie frente al gran horno con las manos plantadas en la
ventana, Nikki miró hacia adentro. Su estómago retumbó. El sándwich
de jamón y queso que había preparado antes de las conversaciones
incómodas con Devlin no hizo nada para evitar su estómago demasiado
ansioso. Su pequeño almuerzo había sido hace horas.

El pollo olía increíble, como hierbas, mantequilla y comidas


caseras. Y por lo que podía ver, la piel crujía perfectamente.

Dios, le dio hambre.

También le recordó a todas las tardes sentada en uno de los


taburetes cercanos, viendo a su madre cocinar para los de Vincent. Por
supuesto, los taburetes eran más nuevos ahora, un diseño gris elegante
con cojines gruesos, pero estar en esta cocina, en esta casa, la hacía
sentir como una niña otra vez.

Nikki era una muy buena cocinera si ella misma lo decía y tenía
que agradecerle a su mamá por eso. En realidad, le encantaba cocinar,
algo que nunca podía hacer en su dormitorio en Tuscaloosa o en el
pequeño apartamento en el que había vivido en su último año de
universidad. Así que cuando llegó a casa para las vacaciones, le
encantaba ir a la cocina con su madre y hacer rellenos, pasteles y más.

Excepto que esta cocina no se parecía en nada a la cocina de


casa. Esta cocina era casi del mismo tamaño que toda la planta baja de
la casa de sus padres.

Apoyó la nariz contra la cálida ventana. ¿Quién necesitaba una


cocina tan grande? Los de Vincent. Esos eran quiénes. Demonios, toda
la casa era descomunal. Tres niveles y dos alas que se desvían de la
parte principal; había más habitaciones de las que Nikki podía contar y
más habitaciones de las que nadie tendría que usar.

El complejo de Vincent se había remodelado y reconstruido una y


otra vez, pero reflejaba el estilo de los días en que partes del Sur todavía
se aferraban desesperadamente. Se podía acceder a cada nivel desde los
porches que rodeaban toda la propiedad, y sabía que todos los
hermanos tenían sus habitaciones y entradas privadas, y básicamente
eran apartamentos. Esos cuartos tenían salas de estar, cocinas,
dormitorios y baños. Demonios, sus habitaciones privadas eran, de
hecho, más grandes que la mayoría de los apartamentos.

Según su padre, Gabe y Dev estaban en el ala derecha y Lucian y


su novia estaban en el ala izquierda de la casa.

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Todas las otras habitaciones en el medio estaban vacías, al igual
que la habitación de su madre y la de su padre. Tenían habitaciones
separadas, y supuso que ninguno de los hermanos quería hacerse cargo
de esas habitaciones.

Por suerte, la limpieza de sus habitaciones era algo que solo se


producía una vez a la semana y que no iba a ocurrir hasta el viernes.
No estaba tan ansiosa por ir al apartamento de Gabe.

La última vez que había estado allí, había estado sujetando el


collar que había hecho para él, y...

Nikki se sonrojó y se encogió de golpe.

Su mente volvió a la incómoda reunión. Gabe la había mirado


como... Dios, ni siquiera estaba segura. Pero no era bueno. En absoluto
y no pudo...

—¿Qué estás haciendo?

Chillando, saltó del horno y se giró. Su corazón se alojó en su


garganta.

Gabe estaba justo dentro de la cocina.

—¿Qué pasa con ustedes acercándose a la gente sigilosamente y


sin hacer ningún ruido? —exigió, poniendo una mano en su corazón
palpitante—. Dios.

Sus labios se torcieron como si fuera a sonreír, pero luego se lo


pensó mejor.

—No estaba exactamente callado.

—No te escuché.

—Tal vez porque parecía que estabas tratando de meter la cabeza


en el horno.

Sus mejillas se sonrojaron.

—La puerta estaba cerrada, por lo que no habría sido un intento


muy exitoso.

—No, no lo sería.

Nikki susurró que no iba a ninguna parte cuando su mirada


chocó con la de él. El silencio siguió. Él no habló. Tampoco ella. Se

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quedaron allí, mirándose el uno al otro. Él no se veía exactamente
hostil, pero tampoco parecía cálido y cariñoso.

Sus hombros se tensaron mientras el silencio continuaba


creciendo.

—La cena huele bien —dijo Gabe de repente, rompiendo el


silencio—. ¿Pollo asado?

Ella se sobresaltó.

—Um, sí. —Se volvió hacia el mostrador, donde acababa de


terminar de pelar las patatas—. Y patatas. También estoy haciendo una
ensalada. Habrá galletas... con mantequilla. —¿Habrá galletas... con
mantequilla?

A Nikki le tomó todo para no poner los ojos en blanco hacia sí


misma.

Avanzó, quizás un pie o dos, pero se detuvo como lo haría si se


acercara a un perro rabioso. Pasó un segundo.

—Tu cabello... —Él inclinó su cabeza hacia un lado—. Es


diferente.

—Sí, lo es. —Su cabello solía ser un marrón medio bastante


opaco, pero luego encontró a esta increíble estilista en Tuscaloosa y
convirtió su cabello castaño en una variedad de rubios y marrones,
usando una técnica extraña llamada balayage—. Básicamente son solo
luces y cosas.

—Cosas. —Su mirada parpadeó sobre el nudo en su cabeza.

Incómoda, ella escudriñó la cocina.

—Y mi pelo está más largo. Mucho más largo.

Las cejas de él se levantaron.

¿Realmente le estaba diciendo la longitud de su cabello? Esta era


la conversación más tensa que había tenido en su vida. Y eso era,
bueno, era triste. Lo miró. Antes no era así. Antes... bueno, antes que
ella arruinara todo, él se burlaría de ella y le preguntaría sobre la
universidad.

Él estaría hablándole como si realmente pudiera soportar estar en


la misma habitación con ella.

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Necesitaba que esta conversación terminara como si fuera ayer y
también necesitaba descubrir cómo podía trabajar aquí y no
encontrarse con Gabe. La casa era lo suficientemente grande como para
que fuera posible.

—Necesito volver a...

—¿Plantar tu cara contra la puerta del horno?

Sus hombros se desplomaron.

—En realidad, necesito terminar las papas. Así que, si me


disculpas. —Comenzó a darse la vuelta, rezando para que se fuera.

—¿Eso es? ¿Eso es todo lo que tienes que decirme? Porque yo


tengo mucho que decirte —le dijo—. Nunca en un millón de años pensé
que te vería aquí de nuevo.

La columna vertebral de Nikki se puso rígida como el acero que se


había vertido en ella. Oh, Dios. Su garganta dio un espasmo.

—Necesitamos hablar.

—No, no lo hacemos —dijo ella rápidamente—. No necesitamos


hablar de nada.

—Mentira —dijo él bruscamente, y su voz fue mucho más cercana


por lo que se volvió hacia él por instinto.

Gabe estaba ahora al borde de la enorme isla, a solo dos o tres


pies de ella. Ella dio un paso atrás hacia el mostrador. Su corazón
retumbó en su pecho mientras su mirada se dirigió a la puerta de la
cocina.

—Nadie se acerca aquí —le dijo como si le leyera la mente. Su


mirada voló hacia la suya—. Dev está en su oficina en el segundo piso
en una reunión y tu padre está afuera con el paisajista. Nadie nos va a
escuchar.

Una extraña mezcla de sensaciones la asaltó. Una fue un


escalofrío que le recorrió la espalda. La otra fue un estremecimiento
fuerte y caliente que bailaba sobre su piel.

Gabe siguió acercándose a ella, sin detenerse hasta que estuvo


justo frente a ella, separado por unos centímetros. Ella aspiró aire,
captando el aroma fresco y limpio de su colonia. Le recordaba a las
tormentas, a aquella noche.

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Eso era lo último que quería recordar.

Al igual que su hermano, era una buena cabeza y un poco más


alto que ella, así que en este momento, sus ojos estaban fijos en su
pecho. Gracias a Dios que llevaba una camisa.

—Yo... No quiero hablar —logró decir.

—Yo sí.

—Gabe...

—Me debes esto.

Su cuerpo se sacudió mientras apretaba sus labios. Estaba en lo


correcto. Le debía una conversación.

—Bueno.

Hubo otro segundo de silencio y luego él le preguntó con una voz


tan baja que casi no creyó haberlo oído bien:

—¿Te lastimé esa noche?

45
Capítulo 4
Traducido por Taywong

—¿Qué? —jadeó, su mirada elevándose a la de él.

Gabe la miró fijamente, más bien la fulminó con la mirada.

—Vi las sábanas después de que te fuiste. Había sangre en ellas.

Oh Dios mío, la sangre se corrió de su rostro y luego volvió a sus


mejillas tan rápido que temía que pudiera tener un derrame cerebral.
En ese momento, parecía totalmente posible.

—¿Te hice daño? —demandó de nuevo.

—No. —Y no era una mentira. En realidad, no. Dolió, pero por lo


que sabía, tendía a doler la primera vez.

Lo que parecía ser alivio apareció en el rostro de él mientras


cerraba brevemente los ojos.

Ella respiró superficialmente.

—Es solo que, ya sabes...

—No. —Ese alivio se había ido, reemplazado por la ira—. No lo sé,


Nic.

¿En serio? Miró hacia otro lado, diciéndose a sí misma que era
adulta y que podía tener esta conversación, porque él tenía razón. Ella
le debía esto.

—Era virgen...

—Sí, me di cuenta de esa parte —interrumpió, su voz tan fuerte


que podía romper una tabla—. Parecía más sangre de la que debería
haber. Pero nunca me he acostumbrado a follar vírgenes, así que no
tengo experiencia en eso.

Nikki se estremeció. Por supuesto que no lo haría un hábito. Gabe


era un buen tipo. Uno de los mejores.

—No sé qué decir, pero no me hiciste daño.

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Un músculo palpitó en su mandíbula.

—No lo creo ni por un puto segundo.

Ella levantó la mirada, sus ojos muy abiertos mientras se


concentraba en su hombro.

—No lo hiciste, Gabe.

Él inclinó la cabeza hacia adentro mientras colocaba las manos


sobre el mostrador, a cada lado de las caderas de ella. En un segundo,
se había metido en su espacio.

—No recuerdo mucho de esa noche —comenzó.

Nikki se estremeció de nuevo, porque ella recordaba todo lo de esa


noche. Todo. ¿Y no fue ese el golpe en el estómago? Había sido todo lo
que ella siempre quiso, y él ni siquiera había recordado la mayor parte.

Ni siquiera sabía que había sido ella.

—Solo trozos y piezas —continuó—. Pero, ¿qué es lo que


recuerdo? Estoy seguro como el infierno de que no te traté como a
alguien que nunca tuvo sexo.

Esa parte también era cierta. Gabe no se había contenido y era


grande. Había sido... intenso, por decir lo menos.

—Entonces, ¿cuándo recuerdo esas partes y esa sangre? Sí, me


voy a preguntar si te hice daño.

Nikki negó con la cabeza.

—No lo hiciste. —Su mirada cayó hacia su mano derecha. Sus


nudillos estaban blanqueados por lo apretado que estaba agarrando el
extremo del mostrador—. Gabe, lo...

—¿Sientes? —preguntó en voz baja—. ¿De verdad vas a


disculparte conmigo?

—Bueno, sí. En realidad me disculpé contigo esa mañana.


Profusamente, si mal no recuerdo...

—Oh, recuerdo eso. —Sus ojos eran como capas de hielo—. Pero
no estoy seguro de cómo una disculpa es adecuada para lo que pasó.

No lo fue. Realmente no lo fue.

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—Pero necesito hacerlo. —Se obligó a encontrar su mirada—. Lo
siento. No tienes idea de cuánto lo siento.

Nada de él se ablandó. No es que esperara que sus disculpas lo


hicieran.

—¿Sabes siquiera lo mal que podrían haber ido las cosas?

—Yo…

—No —dijo, y Nikki se quedó quieta—. No me diste la oportunidad


de decirte nada. No en cuatro años. No cuando intenté llamarte. No
cuando intenté asegurarme de que jodidamente no te hicieran daño.
Desapareciste cuando te fuiste a la universidad. Desapareciste de la faz
de la tierra y nunca regresaste.

—¿No es eso lo que querías? —preguntó—. Porque estoy bastante


segura en un momento de esa mañana que no querías volver a ver “mi
maldita cara”. —Un nudo se expandió en la parte de atrás de su
garganta. Todavía dolía pensar en cómo la había mirado, en lo
asqueado que estaba—. Recuerdo que dijiste eso.

Él no respondió a eso.

—También recuerdo que me dijiste que soy...

—Recuerdo eso —dijo entre dientes apretados.

—¿Entonces por qué me preguntas esto? No es como si realmente


quisieras hablar conmigo o algo así —respondió, enfadándose.

Sabía que lo que había hecho estaba mal, más allá del mal, pero
la ira seguía creciendo en ella. ¿Realmente esperaba que contestara
esas llamadas? ¿Después de lo que le dijo? ¿Después de haber visto lo
devastada que había estado? No había manera de que pudiera hablar
con él. Se había sentido avergonzada. Humillada. Y lo más importante,
su corazón se rompió en un millón de pedacitos estúpidos.

—Pero ahora has vuelto —dijo él—. Volviendo a mi vida como si


nada hubiera pasado.

—No estaba actuando como si nada hubiera pasado ni estaba


paseando por ningún lado...

—¿Te das cuenta de lo que podría haberme pasado si alguien se


enterara?

Ella jadeó cuando sus ojos se abrieron de par en par.

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—Tenía 18 años, Gabe. No es un menor...

—Eso no importa. Aún eras una maldita niña...

—No era una niña. Tenía dieciocho años.

Ladró una carcajada.

—Sí, dieciocho no es un adulto, cariño.

Cariño.

Dios.

Su pecho se rompió. Solía llamarla así y en realidad sonaba como


un lindo detalle. No tanto ahora.

Entonces la golpeó. Volver aquí fue un error. Nikki haría


cualquier cosa por sus padres, pero esto... esto no iba a funcionar.

Y Gabe estaba en racha.

—Si nuestros papeles fueran al revés y tú estuvieras tan borracha


como yo, ¿qué crees que hubiera pasado? ¿Si hubiera acudido a ti
cuando estuvieras borracho y te aprovecharas de mí?

Lágrimas de vergüenza y arrepentimiento subieron por su


garganta. Esa horrible sensación de hundimiento amenazó con
arrastrarla hacia abajo.

Honestamente, había sabido que él había estado bebiendo, pero


nunca había visto a Gabe seriamente borracho. No era como Lucian en
ese entonces. Pensó que se había tomado unas cuantas cervezas. Eso
fue todo. Ni siquiera se dio cuenta hasta la mañana siguiente que él
había estado tan borracho que apenas sabía lo que estaba haciendo o a
quién estaba haciendo. Pero se había dado cuenta de eso bastante
rápido antes de que él se despertara completamente esa mañana.

Porque él se había dado la vuelta, había envuelto el brazo


alrededor de su cintura y la había jalado contra su pecho, sosteniéndola
como si no pudiera soportar la idea de que ella se levantara de la cama.
Y esos breves segundos habían sido maravillosos. Luego la llamó Emma,
haciendo estallar cada estúpido sueño que tenía.

—No creí que estuvieras tan borracho —susurró.

Sus ojos se abrieron de par en par con incredulidad.

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—¿De verdad pensaste que querría acostarme con una chica de
18 años? ¿Una chica que era prácticamente una hermana para mí?
¿Una chica que era diez años más joven que yo?

Esas lágrimas amenazaban con alcanzar sus ojos. Miró hacia otro
lado, apretando los labios mientras negaba con la cabeza. No lloraría.
Maldita sea, no lloraría.

—Cristo —gruñó él—. ¿Qué diablos pensaste de mí? —Nikki no


iba a responder a esa pregunta.

Gabe maldijo en voz baja.

—Si tus padres se hubieran enterado de lo que pasó, me habrían


matado. Literal y figurativamente. Además del hecho de que tu madre
hubiera envenenado mi cena y tu padre me hubiera dado de comer a los
caimanes, los respeto muchísimo.

—Lo sé —susurró—. Pensé...

—¿Qué estabas pensando, Nic? Tengo entendido que tenías un


gusto por mí, ¿pero en serio? Sabes… —Inhaló una respiración que
sonaba como si se estuviera esforzando por tener paciencia y no lo
estuviera haciendo muy bien—. ¿Sabes cuánta mierda me di por
permitir que eso pasara entre nosotros?

—No fue tu culpa —dijo, volviendo a encontrar su mirada—. Fue


toda mía.

Gabe se quedó callado durante tanto tiempo que Nikki pensó que
podría haber perdido su habilidad para hablar.

—¿En qué estabas pensando? —preguntó de nuevo.

—No sé en qué estaba pensando. No era como si hubiera


planeado hacer eso. Tenía dieciocho años, era tonta y... —Se
interrumpió a sí misma.

De ninguna manera iba a admitir que había estado enamorada de


él. Que cuando se dio cuenta de que él estaba borracho y pensó que
estaba con otra persona, eso la había quebrantado en formas que ni
siquiera podía describir.

—Mira, lo siento. Confía en mí. Sé que lo que hice estuvo mal y


lamento que te hayas molestado tanto. No fuiste tú quien tuvo la culpa
y no me hiciste daño. —Gabe finalmente, finalmente miró hacia otro
lado.

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Ella levantó los hombros.

—No soy la misma persona.

—No me digas —murmuró, y ella no tenía ni idea de lo que eso


significaba.

Nikki continuó:

—No estoy aquí para causar problemas. Estoy aquí por mis
padres y eso es todo. Solo trabajaré aquí hasta que mi madre pueda
volver y entonces no tendrás que tratar conmigo de nuevo.

Su cabeza se giró hacia ella abruptamente.

—Es bueno oír eso, porque necesito que entiendas una cosa muy
importante.

Ella era todo oídos.

—No quiero tener nada que ver contigo y quiero que jodidamente
te alejes de mí.

Gabe estaba en camino de emborracharse.

Algo que había estado haciendo demasiado a menudo


últimamente, pero que también había sido lanzado al aire hace unos
meses de múltiples maneras diferentes, y ahora una parte de un pasado
que deseaba no recordar estaba actualmente abajo, preparando la cena
para Dev y esa... prometida suya.

Se bebió el resto del whisky Macallan de 40 años. La quemadura


apenas notable cuando colocó el pequeño vaso en la barra. Lucian era
un hombre de bourbon, pero a Gabe le encantaba la quemadura
inteligente que le daba el whisky al final.

Caminando por la sala de estar de su apartamento, abrió las


puertas francesas y salió al porche. Inmediatamente su camisa comenzó
a pegarse a su piel. Finales de septiembre y todavía se sentía como si el
tiempo estuviera rodeando uno de los anillos del infierno.

Había sido muy duro con Nic.

La pequeña idiota se lo merecía, pero maldición, había sido… muy


duro. Frotando su pecho, miró al suelo, a la piscina de abajo. Había

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visto la forma en que sus ojos se volvieron vidriosos cuando dijo lo que
dijo.

Y había querido decir todo lo que había dicho.

Tuvo que hacerlo.

Lo último que necesitaba ahora mismo era que Nic lo siguiera,


haciéndolo sentir como si fuera un héroe solo por respirar el aire que la
rodeaba.

Pero maldición, no había sido tan honesto con ella o con él


mismo, ¿o sí? Su estómago se retorció mientras cerraba los ojos.

La mayor parte de esa noche estaba borrosa. Estar borracho


hasta el culo no había sido una exageración, pero recordó…

Abriendo los ojos, se giró y miró las puertas por las que acababa
de entrar. Sí, recordó algo de ello.

Recordó que se sorprendió al ver a Nic allí por la noche,


mirándolo a través de estas mismas puertas. No tenía ni idea de lo que
estaba haciendo ese diablillo. Con ella, podría haber sido cualquiera. La
había dejado entrar, porque era Nic, y era muy graciosa la mayor parte
del tiempo. Y aunque sabía que tenía un buen gusto de él, había sido
inofensiva.

Ni siquiera había sido la primera vez que apareció mientras él


había estado en su apartamento. Había llamado a estas puertas cuando
el maldito Danny Chrisley se burló de ella el primer día de su segundo
año y había estado llorando. Ella lo había esperado en el pasillo cuando
estaba molesta por no tener una cita para el baile de bienvenida.
Incluso entró una vez, esperándolo porque, como ella misma había
dicho, su padre iba a gritarle por hacer ruido.

Ni en un millón de años podría haber imaginado que esa noche


habría sido así. Si no hubiera estado bebiendo, habría tenido el maldito
sentido común de darse cuenta de que esa noche iba a ser diferente.

Gabe debería haberlo visto venir.

A medida que el tiempo para que ella se fuera a la universidad se


acercaba más y más, había estado pegada a su cadera como un velcro.
Sus miradas se habían vuelto más largas, más atrevidas, y juró que
esos malditos trajes de baño suyos habían seguido disminuyendo de
tamaño.

52
Y él había hecho todo bajo el maldito sol por no notar el hecho de
que esos malditos trajes de baño apenas cubrían nada, porque, aunque
él y sus hermanos la trataban como a una hermana, Nic no era su
pariente.

Su hermana real resultó ser una psicópata mentirosa y asesina


que haría que los crímenes de Nic parecieran un paseo por el maldito
parque.

Y Nic… la había cagado a lo grande esa noche y podría haber sido


mucho peor, pero tenía dieciocho años. Dios sabe qué había hecho una
tonelada métrica de mierda estúpida cuando tenía 18 años.

Por otra parte, incluso con toda la mierda estúpida que hizo, se
las arregló para no acostarse con alguien que estaba borracho hasta el
culo. No creí que estuvieras tan borracho.

Mierda.

Sus suaves palabras resonaron en sus oscuros pensamientos.


Era muy posible que ella no se hubiera dado cuenta, y una vez más, él
no estaba siendo completamente honesto consigo mismo.

No era como si no hubiera sabido quién estaba en su cuarto esa


noche y terminó en su regazo y luego en su maldita cama.

Sí.

Había estado lo suficientemente sobrio como para saber


exactamente de quién era el cuerpo que se arrastraba por todo el suyo.

Estaba demasiado borracho para que le importara.

Y había una diferencia entre estar demasiado borracho para


preocuparse por las consecuencias y estar demasiado borracho para
saber lo que estaba haciendo.

¿Qué decía eso de él?

Nada bueno.

La mayoría lo consideraba el buen hermano. El decente. El


amable. El que actuaba bien.

Y aquí estaba, prácticamente el más jodido de todos.

¿Cómo lo apodaron esas malditas revistas de chismes cuando


estaba en la universidad? Demonio. Si tan solo supieran cuánta razón
tenían.
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—Mierda —murmuró, girándose de las puertas mientras extendía
la mano alrededor de la barandilla cubierta de vinilo. La maldita mierda
cubría todo el exterior de la casa, excepto los pisos del porche. Pensó
que era solo cuestión de tiempo antes de que asfixiaran las tablas del
suelo.

Sus labios se retorcieron en una sonrisa mientras recordaba


todos los años que su padre trató de deshacerse de las viñas. No
importaba cuántas veces lo cortara, la hiedra volvía. Siempre.

Pero ahora su supuesto padre estaba muerto y nadie iba a


intentar cortarlo de nuevo. Las viñas ganaron al final.

Empujando la barandilla, se dirigió de nuevo a su habitación


principal. Su estómago retumbó mientras buscaba la botella de whisky.
Ese pollo olía increíble.

De ninguna jodida manera iba a ir allí. No había una, pero dos


hembras allí abajo por las que moriría feliz sin volver a verlas.

Nikki no podía esperar a volver a casa.

Solo había estado en el trabajo por un día y estaba a cinco


segundos de tirar lo que quedaba de la botella de champán en la cabeza
de Sabrina Harrington.

Sabrina era todo lo que Nikki nunca sería.

Extraordinariamente delgada, elegantemente bella, educada y


cuidada, extremadamente rica, y por casarse con un hermano de
Vincent.

Sabrina también era una perra de primera clase.

Y Nikki no usaba esa palabra a la ligera. Por lo general, lo odiaba


porque era una palabra que se usaba a menudo para degradar a las
mujeres, ¿pero Sabrina? Era la personificación de todo lo malo de la
gente rica.

Parada fuera del comedor más pequeño, porque los de Vincent


tenían dos, agarró la botella en lugar de volver a ponerla en el hielo
como sabía que era de esperar.

54
Le importaba un bledo si el champán tenía la temperatura de sus
manos. Todo lo que quería era que terminaran su maldita comida, para
poder limpiar, ir a casa y enterrar su cabeza en la cama en la misma
maldita habitación en la que creció.

Nikki quería olvidar hoy.

Olvidar la incómoda conversación con Devlin.

Y definitivamente, definitivamente, olvidar la tan esperada


confrontación con Gabe.

No quiero tener nada que ver contigo y quiero que jodidamente te


alejes de mí.

No podía culparlo por querer eso, pero aun así le dolía como si
hubiera pateado un nido de avispas.

Le había tomado tanto tiempo superar lo que había hecho y


empezar a actuar como una chica normal en la universidad. El sexo se
había retorcido en su cabeza después de esa noche. Se había sentido...
sucia después de lo que había pasado. Durante mucho tiempo no había
importado que honestamente no supiera que Gabe había estado
borracho. No fue sino hasta su tercer año de universidad que había
estado en un lugar para estar en una relación y tener sexo sin que se le
recordara esa noche.

E incluso entonces, tenía poca experiencia y menos aun cuando


se trataba de relaciones, pero había mejorado. Se las arregló para dejar
de pensar en esa noche al menos una vez al día. Incluso había llegado a
un punto en el que dejó de pensar en Gabe.

Así que pensó que podría manejar esto.

—¿Disculpa? Nikki —dijo Sabrina.

Cerrando los ojos, Nikki encadenó una impresionante lista de


palabrotas y luego volvió a la sala con la mesa redonda, la diseñada
para reuniones más íntimas.

Sin embargo, Devlin y Sabrina estaban sentados uno frente al


otro en la mesa.

—¿Sí? —preguntó, deteniéndose a su lado.

Sabrina levantó la copa especial para champagne.

55
—Sé que no eres naturalmente hábil en esta tarea ni tienes el
entrenamiento adecuado, pero nunca debes dejar que una copa se
vacíe.

Mordiendo el interior de su mejilla, no dijo nada mientras servía


el champán. Aparentemente, las piernas de Sabrina no funcionaban
mientras comía y por lo tanto no podía levantarse y rellenar su propia
maldita copa.

La rubia delgada y helada le sonrió, pero era demasiado dulce,


demasiado azucarada.

—Ese es el sello de un gran sirviente.

La mirada de Nikki se dirigió a Devlin, pero él estaba mirando su


teléfono. Estaba segura que ni se había dado cuenta que tenía
compañía. Ni siquiera les había oído intercambiar más de cinco frases.
Tan romántico.

Retrocediendo, estaba a punto de volver a su escondite cuando


Sabrina dio un grito ahogado. Su mano con manicure francesa
revoloteó hacia su garganta.

—El Pérignon está cálido. —Dijo esto como si equivaliera a


asesinar a una monja—. Nikki, ¿no vas a volver a poner la botella en el
hielo? Con o sin experiencia, estoy segura de que sabrías eso.

Pensó que la verdad sería inaceptable, así que empezó a dar la


espalda sin responder, pero luego lo vio, la transformación que superó a
Sabrina fue asombrosa. Sabrina perdió la sonrisa de la princesa de
hielo y todo su rostro se calentó como si acabara de llegar su propio sol
personal.

Nikki siguió la mirada de Sabrina.

Sintió un vacío en el estómago.

Gabe entró en la habitación y tampoco tenía las manos vacías. En


su mano derecha había un vaso de líquido de color ámbar. Whisky
escocés. Nikki prácticamente podía olerlo.

—Devlin, querido. ¡Mira quién se ha unido a nosotros! —Su tono


entero incluso cambió, tanto que Nikki la miró de nuevo. ¿Era esta una
mujer real?

56
El más viejo de Vincent levantó la mirada mientras Gabe se
tumbaba de manera arrogante en la silla que tenía a su lado. Devlin
levantó una ceja.

—Buenas noches.

Gabe le hizo un gesto con la barbilla mientras colocaba su whisky


sobre el lino crema. No miró a Sabrina, pero giró la cabeza directamente
hacia donde estaba Nikki... todavía agarrando la botella de champán
que costaba tanto como un auto usado.

¿Qué estaba haciendo aquí abajo?

—Nikki, dale a Gabe un plato de comida. —La risa de Sabrina


sonó como campanas de viento—. Dios mío.

Bueno, obviamente estaba aquí abajo buscando comida.

Duh.

—No recuerdo muy bien que fuera tan densa —dijo Sabrina con
un movimiento de cabeza, sonriendo a Gabe como si estuviera de
acuerdo.

Y cuanto más tiempo se quedaba allí, él probablemente lo estaba.

Dejando de lado sus pensamientos, Nikki giró sobre sus talones y


se apresuró a entrar en la cocina, casi dejando caer el champán en su
cubo de hielo. Su mente estaba en blanco cuando empezó a llenar su
plato con comida. Probablemente estaba hambriento, así que le puso
una pechuga de pollo y un muslo en el plato y le agregó un montón de
papas. Luego creó su propia versión de una ensaladera sin fin. Con las
manos ocupadas, regresó.

—Entonces —decía Sabrina—, ¿en qué has estado trabajando


recientemente, Gabe?

—Una orden del extranjero —contestó, tono soso cuando su


mirada encontró a Nikki en el momento en que apareció. La rastreó por
toda la habitación, y no hubo forma de detener el tenue rubor que se
arrastró por su garganta mientras ella se inclinaba, colocando la
ensalada y luego el plato principal.

Sabrina bajó su copa. Su plato estaba prácticamente intacto.

—Oh, ¿qué clase de orden?

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Él no contestó a Sabrina, lo que Nikki pensó que era un poco
grosero. Cuando Nikki dio un paso atrás, Gabe atrapó su muñeca,
sorprendiéndola. Todo su cuerpo se sacudió al contacto de sus dedos
presionando sobre su pulso que latía salvajemente.

—¿Puedes traerme un vaso de agua? —Hizo una pausa—. ¿Por


favor?

Tragando fuerte, asintió, pero Gabe aún sostenía su muñeca. El


agarre era suave pero inflexible y se sentía como una marca en su piel.
Su mirada se dirigió a la de él. ¿Qué estaba haciendo? ¿Tocándola?
¿Después de que le dijo que quería que se mantuviera alejada de él?

Sus cejas estaban levantadas, obviamente esperando algo…

Entonces se dio cuenta de lo que él estaba esperando. La


irritación se agravó al decir entre dientes:

—Sí, puedo.

—Bien. —Una pequeña sonrisa apareció al soltar su muñeca. No


era una sonrisa de verdad. Era tan falsa como la que Sabrina le había
dado antes.

Ahuecando su muñeca hasta el pecho, se dio la vuelta. Su mirada


se conectó con la de Sabrina. Su expresión era tensa, como si el
champán se hubiera agriado. Sin tener idea de cuál era su problema
ahora, Nikki fue a hacer lo que Gabe le había pedido, recuperando un
vaso de agua.

—Gabe, querido. —Sabrina lo intentó de nuevo—. ¿En qué estás


trabajando? —Nikki no escuchó su respuesta y no tenía ni idea de si él
siquiera lo hizo.

La conversación en la mesa fue igual de tensa cuando regresó. La


buena noticia fue que el plato de Devlin estaba limpio y la mayor parte
de la ensalada de Gabe había desaparecido. Ella colocó el vaso de agua.

—Solo creo que tienes un talento increíble. —Sabrina estaba


parloteando—. Sé que estás ocupado, pero me encantaría...

El codo de Gabe agarró el cuchillo de la mesa y lo tiró al suelo.


Sus miradas se conectaron, y esa sonrisa unilateral había vuelto. Él la
vigilaba.

—Lo siento —murmuró—. Necesitaré un cuchillo nuevo.

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Tienes que estar bromeando, pensó, agachándose y recogiendo el
cuchillo. Regresó con uno nuevo, y para entonces, Gabe ya había
terminado el agua, quería otra, y luego quería ensalada fresca, e incluso
Devlin lo miraba fijamente con un parpadeo de curiosidad. En ese
momento, Nikki sabía que lo estaba haciendo a propósito.

Bien.

Lo que sea.

Quería ser un imbécil. Adelante.

La verdad sea dicha, ella merecía algo peor, pero si este era el
mejor castigo que podía recibir, podía soportarlo fácilmente. Así que le
trajo otro vaso y más ensalada.

—Mi copa está vacía una vez más —dijo Sabrina justo cuando
Nikki estaba colocando otro vaso lleno de agua frente a Gabe.

¿Cuánto líquido bebían estas personas? Señor.

Tragó un suspiro, se enderezó y murmuró en voz baja:

—A la mierda mi vida.

Gabe hizo un ruido que sonó muy parecido a una risa. Los ojos de
Sabrina se abrieron de par en par.

—¿Disculpa?

Oh mierda. Nikki sonrió alegremente.

—Dije: Soy tan mala en esto.

La mujer la estudió.

—Estoy segura de que eso fue lo que dijiste.

Mirando de nuevo a Gabe, se sorprendió al ver una verdadera


sonrisa en sus labios mientras se llevaba el vaso de whisky a la boca.
Nikki agarró el champán.

—¿Cuándo crees que volverá la otra? —Sabrina estaba


preguntando esto a Devlin, quien se encogió de hombros en respuesta—
. Espero que sea pronto. Esta parece mal equipada para el trabajo. En
realidad… —Miró a Nikki—, eso es bastante triste. Esto no es difícil. —
La mano de Nikki apretó la botella.

59
Sabrina inclinó la cabeza hacia un lado, y Nikki juraría que su
cabello rubio estilo bob apenas se movió. ¿Qué tipo de spray para el
cabello usaba esta mujer?

—¿Devlin me estaba contando que acabas de graduarte de la


universidad? Me resulta difícil de creer. Creo que sea cual sea tu
empleo o tu historial educativo, deberías haber sido vetada.

—Fue a la universidad —contestó Gabe, escandalizando a varias


personas en la sala. Específicamente, Nikki—. Especializada en trabajo
social. ¿Correcto? Graduada con honores.

Nikki estaba junto a una Sabrina igualmente congelada. ¿Cómo


demonios él sabía eso? Bueno, la respuesta era obvia. Lo más probable
es que sus padres lo mantuvieran a él y a todos los hermanos al día, lo
quisieran o no.

¿Pero en realidad estaba tratando de defenderla? ¿Después de


todo?

—Bien... —Sabrina levantó su copa más alto—, y entonces no


tengo ni idea de por qué no sabe cómo llenar una copa correctamente.

Nikki no tenía ni idea de por qué hizo lo que hizo. Probablemente


fue esa racha salvaje que su Abuelo le había dejado, pero actuó sin
pensar, algo que ella más que nadie debería haber sabido que no debía
hacer.

Plantando la sonrisa más grande y brillante en su rostro, sirvió el


champán en la copa y solo siguió sirviendo.

Sabrina chilló mientras el horrible y caro champán corría por sus


delgados dedos y salpicaba sus blancos pantalones. Se lanzó desde el
asiento como un cohete, derribando la pesada silla.

—¡Oh, Dios mío! —Sabrina miró fijamente a sus piernas—. ¡No


puedo creer que hayas hecho eso!

—Lo siento mucho —dijo Nikki, parpadeando lentamente—.


Déjame traerte una servilleta. —Agarró la servilleta de color azul pálido
que apenas había sido tocada—. No soy muy hábil en esto. Desearía
que hubiera entrenamiento, pero...

Hubo un extraño resoplido o asfixia por parte de uno de los


hermanos, pero Nikki no se atrevió a mirarlos, porque sabrían si lo
hacía. Le echaban un vistazo a su rostro y lo sabían.

60
—¡No! —La voz de Sabrina era chillona—. No lo toques. Solo lo
empeorarás.

—Sabrina. —Devlin suspiró—. Siéntate.

Su cabeza se movió con incredulidad.

—No puedo sentarme. Necesito llevar esto a la tintorería


inmediatamente antes de que se arruinen.

Devlin puso un brazo sobre la mesa mientras miraba a su


prometida.

—Son solo pantalones. Te compraré tres pares nuevos para


reemplazar a éste. Siéntate.

Sabrina se sentó, pero fulminó con la mirada a Nikki.

—El costo de limpiar estos pantalones debe ser descontado de tu


sueldo.

—Dev ya dijo que te compraría un par nuevo —interrumpió


Gabe—. Son solo pantalones.

Sabrina jadeó.

—No son solo pantalones. Son Armani. Ya ni siquiera hacen estos


pantalones.

Al otro lado de la mesa, Devlin suspiró una vez más.

—Te compraré un armario entero de pantalones Armani si dejas


de hablar de esos pantalones.

Los labios de Sabrina se apretaron, pero se quedó callada cuando


tomó su servilleta y se secó en el lugar mojado. Como Nikki no pudo
evitarlo, preguntó:

—¿Quieres que te traiga otra copa?

—No —espetó Sabrina, sus pálidas mejillas sonrosadas.

—Como desees. —Una rápida mirada al otro lado de la mesa le


dijo a Nikki que los hermanos sabían, de hecho, que lo que había
ocurrido no era un accidente.

Disculpándose una vez más, Nikki se levantó de la mesa,


luchando contra la risa burbujeando en su garganta. Al salir de la

61
habitación, no pudo evitar notar que Gabe no sonreía mientras la
observaba desde sus gruesas pestañas.

Oh, no, el hombre estaba sonriendo con esa sonrisa que la había
metido en problemas todos esos años atrás, y su estúpido, estúpido e
imprudente corazón saltó en su pecho.

Después del peor primer día de trabajo, Nikki no pudo salir del
complejo de Vincent lo suficientemente rápido. Deslizándose por la
entrada trasera, se apresuró a llegar a donde estaba aparcado su Ford
Focus, de casi una década de antigüedad, junto al garaje que albergaba
a los quien sabe cuántos autos.

Encendiendo el auto, inmediatamente puso en marcha la música


y una vieja canción de los ochenta resonó por los altavoces.
Inmediatamente, reconoció la canción. Era “Jesse's Girl”. Hombre, le
encantaba esa canción.

Por alguna razón, le encantaban las canciones de los ochenta. Tal


vez tenía que ver con que sus padres la escucharan mientras crecía,
pero odiaba la mayor parte de la música de hoy, prefiriendo cantar
David Bowie o a Talking Heads que a cualquiera que fuera popular en
ese momento.

Sin embargo, pasó por una fase de One Direction en un momento


de su juventud.

Como siempre hacía cuando estaba inquieta, empezó a cantar,


moviendo la cabeza.

—¿Dónde puedo encontrar una mujer?... bla, bla… ¡Jesse Girl!

Dios. Apestaba, pero continuó siguiendo la curva de la carretera


mientras pasaba entre robles antiguos. De esa manera, mientras se
enfocaba en no descuartizar las letras, no pensó en su día de mierda
mientras conducía por el sinuoso y arbolado camino que conducía a la
carretera principal. No pensó en cómo iba a tener que enfrentarse a
Gabe una y otra vez.

Al llegar al final del camino privado, frenó e inclinó la cabeza


hacia delante. No venían autos. Se retiró, colgando una cabeza derecha
de vuelta al mundo real, donde la gente no tenía a nadie esperando
entre bastidores para rellenar sus copas de champán o…

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Una luz brillante entró repentinamente por la ventana trasera de
su Focus, sorprendiéndola. Mirando por el espejo retrovisor, sus cejas
se fruncieron cuando aparecieron los faros. Extraño. Sus manos
apretaron el volante. Nadie había estado en la carretera cuando ella se
marchó. No había manera de que alguien la siguiera tan rápido a menos
que se hubieran retirado del camino de Vincent.

Su estómago se hundió.

Eso sería imposible, porque ¿quién habría estado en ese camino?


No había nadie más, y ¿no habría visto un auto sentado a lo largo de la
carretera? Su mirada se giró hacia el espejo retrovisor.

El auto seguía ahí, no sobre su culo, pero estaba cerca. Había


una buena posibilidad de que un auto pudiera haber sido estacionado
entre cualquier número de árboles o en uno de los caminos de acceso
de tierra utilizados por los paisajistas.

¿Pero quién estaría sentado ahí?

Nadie se atrevería a merodear en la propiedad de Vincent.

El malestar floreció mientras continuaba por la carretera,


desacelerando a medida que el tráfico aumentaba a su alrededor. No
paraba de mirar al espejo y cada vez que lo hacía, veía el auto justo
detrás de ella. Todo lo que podía ver a la luz del sol era un sedán de
color oscuro. Cuando giró para tomar una de las calles de la casa de
sus padres, el auto —santa mierda— hizo la misma vuelta.

El corazón de Nikki se metió en su garganta cuando apretó el


botón del volante para bajar el volumen de la radio. Necesitaba
concentrarse.

¿La estaban siguiendo?

Eso... eso sería ridículo.

Levantó la vista. El auto seguía allí. Su garganta se sentía rara


cuando pensó en su teléfono. Estaba en su bolso. Empezó a alcanzarlo,
pero luego se detuvo. ¿A quién iba a llamar? ¿La policía? ¿Y decirles
qué? ¿Posiblemente algún auto la estaba siguiendo? De nuevo, eso
sonaba ridículo.

Presionando sus labios, se concentró en la concurrida calle y las


casas prácticamente apiladas una encima de la otra. La calle de la casa
de sus padres se acercaba en dos cuadras. Si el auto giraba...

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Nikki llamaría a la policía. No importaba lo estúpido que sonara,
los llamaría.

Casi conteniendo la respiración, se giró y aceleró, mirando


apresuradamente al espejo retrovisor. El auto se ralentizó en la
intersección, lo que le hizo aspirar un aliento agudo. Estaba
equivocada. El auto era de dos puertas, un coupé de algún tipo, pero no
podía distinguir el modelo.

El auto aceleró, despejando la intersección. No giró.

Nikki soltó un fuerte suspiro cuando se acercó a la casa de sus


padres, esperando a que el alivio le diera una patada y la risa saliera de
sus manos, pero no llegó y el desasosiego no desapareció.

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Capítulo 5
Traducido por Liliana

—¿Cómo fue? ¿Estar de regreso ahí? —preguntó Livie Besson


mientras se arrastraba hacia la mesa de la cocina. A pesar de las
cálidas temperaturas en el exterior que la vieja central de aire apenas
podía contener, estaba envuelta en su albornoz. Tragándose su delgado
cuerpo mientras se sentaba.

Tomando un sorbo de su café, Nikki vio a su madre tratar de


ponerse cómoda. Los tratamientos eran bastante agresivos, llevándose
su cabello y luego su fuerza. Incluso los días en que su madre no
pasaba ocho horas recibiendo quimioterapia y líquidos por vía
intravenosa, todavía estaba agotada. Estaría más a gusto en su sillón
reclinable, pero su madre quería seguir los viejos hábitos. Aunque
cambió su café por un tipo de té que se suponía que era mejor para ella.

—Es raro —respondió Nikki, dejando atrás la preocupación y la


semilla del miedo creciendo constantemente en su estómago, el que
susurraba: ¿Mejoraría mamá?—. Algunas cosas son iguales. Como
Devlin. Y partes de la casa, pero… se siente diferente No sé cómo
explicarlo.

—¿Cómo está Devlin?

—¿Está bien, supongo? No le gustó que mis jeans tuvieran un


agujero.

Una cariñosa sonrisa apareció en sus labios.

—A Devlin le gusta que las cosas sean de cierta manera.

Ella puso los ojos en blanco. Solo su madre podía sentir cariño
por Devlin.

—No he visto a Lucian todavía, pero... Gabe llegó a casa ayer.

Su mamá tomó otro trago de su té.

—¿Estaba en Baton Rouge?

—Sí. —La curiosidad la llenó—. ¿Qué ha estado haciendo allí?

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—Creo que ocupándose de algunos asuntos personales —
respondió su madre de una manera que Nikki no podía estar segura de
si sabía más de lo que estaba diciendo o no.

Sin embargo, una extraña e incómoda quemadura iluminó su


pecho. ¿Era el negocio personal una novia? Tenía que tener una.
Probablemente varias. Él se volvió un poco salvaje después de que él y
su novia de la universidad se separaron. Emma. Dios, solo pensar en su
nombre era como un puñetazo. Nikki apenas conoció a la mujer y
estuvo locamente celosa de ella.

Ya no.

Porque Nic ya no existía.

Nikki arrastró sus dedos por uno de los profundos rasguños en la


mesa de la cocina.

—¿Qué pasó con todo el personal?

Su madre miró el reloj y luego enderezó la colorida bufanda floral


que llevaba sobre la cabeza.

—Ha habido algunos incidentes en la casa que han hecho que el


personal se sienta muy incómodo.

—Bev hizo que pareciera que fue más de lo que le pasó a su


padre. —Lo que era un gran problema. Sabiendo que encontraron al
hombre colgado en su oficina fue horrible. Ella no podía imaginar lo que
sentían los hermanos—. Que fue otra cosa. ¿Fue su hermana
reapareciendo?

Nikki nunca pasó mucho tiempo con Madeline de Vincent cuando


era más joven, considerando que Madeline desapareció cuando Nikki
tenía doce años, desapareciendo en el aire la misma noche que la madre
de los de Vincent se tiró del techo.

Las cosas habían sido difíciles durante muchos años después de


eso para los hermanos, y antes de eso, Nikki simplemente nunca fue
cercana a Madeline. Pero se moría por saber dónde había estado
Madeline durante diez años, dónde estaba ahora y por qué todo el
mundo lo mantenía en silencio.

Un momento pasó.

—Hay cosas que han sucedido en los últimos meses que no son
mi historia para contar.

66
—Mamá…

—Sabes que lo haría, si pudiera. —Se estiró sobre la mesa,


colocando su mano fría sobre la de Nikki. Ella apretó suavemente—.
Sabes cómo es su familia. Las cosas simplemente les suceden. Cosas
malas.

Que cosas malas le sucedieran a los de Vincent eran como la


subestimación del año. Después de todo, se creía que los de Vincent
estaban malditos. Como en serio. Así de malo fueron las cosas malas
que les sucedieron.

—Lo que puedo decirte es que recientemente hubo otra muerte —


dijo su madre—. Estuvo en los periódicos, así que no estoy rompiendo
ninguna confianza al decirte.

Ella no vio nada, pero, de nuevo, ignoraba deliberadamente todas


las cosas relacionadas con los de Vincent.

—¿Qué muerte?

—¿Recuerdas a su primo Daniel? —Cuando Nikki asintió, su


madre continuó—. Bueno, una noche entró a la casa y amenazó a
Lucian y su querida novia. Los iba a matar. Devlin… Devlin los
defendió.

—¿Qué? —Nikki jadeó—. ¿Devlin mató a Daniel?

—En defensa propia —subrayó su madre—. Y hubo algunas


especulaciones sobre el suicidio del señor de Vincent… que no fue uno.
Que alguien colgó a ese hombre y lo enmarcó como un suicidio.

La mandíbula de Nikki estaba prácticamente sobre la mesa.

—Uno de los detectives cree que podría haber sido obra de Daniel.

—¿Por qué?

—Se le acabó el dinero. Necesitaba algo, y ya sabes lo que el


dinero le hace a las personas.

Nikki estaba aturdida. Tampoco conoció a Daniel tan bien. Él


siempre estaba con Madeline.

—¿Qué tiene que ver Daniel con la reaparición de Madeline?

Su madre se recostó.

67
—Bueno, eso va a un lugar del que no me siento cómoda
hablando, pero estoy segura de que recuerdas lo cerca que eran él y
Madeline?

Comenzó a abrir la boca, pero el entendimiento se ensanchó y


cerró la mandíbula. ¿Estaba su madre insinuando que Madeline estuvo
con Daniel todo este tiempo? Y si lo estuvo, ¿estuvieron juntos, juntos?

¿Qué demonios?

¡Eran primos! Nikki casi escupió su café. Tenía razón con su


suposición anterior. Lo que sea que sucedió con Madeline tenía que ser
completamente dramático.

—¿Cómo fue ver de nuevo a Gabriel? —preguntó su madre de


repente.

Esta vez Nikki casi se atraganta con el café.

—Um, estuvo bien.

Una mirada de complicidad se posó en el rostro de su madre.

—Hmm…

Incómoda con el cambio de tema, Nikki se movió en su silla. No


tenía idea de si sus padres sabrían lo mal que se enamoró de Gabe,
pero no estaban ciegos, y según Devlin, todos lo vieron. Ella sabía que
ellos no tenían idea de lo que sucedió esa noche antes de irse a la
universidad; Gabe tenía razón al respecto.

Los de Vincent no eran los únicos en esa casa capaces de


asesinar.

Sus padres habrían matado a Gabe y encerrado su trasero por


una eternidad si lo supieran.

Era demasiado pronto para que Gabe estuviera despierto, pero allí
estaba, con los ojos abiertos y mirando el maldito techo.

Sus sienes palpitaban.

Y su pene estaba tan duro que podía clavar un maldito clavo con
ello.

68
Demonios.

Bebió demasiado la noche anterior, sin detenerse después de


saber que Nic se fue. Y sabía exactamente cuándo se fue en su Ford
demasiado viejo, porque él estaba en el porche mientras ella conducía
por el sinuoso camino.

Mirándola como una especie de bicho raro.

Ni siquiera sabía por qué salió y observó. Ni idea. Culparía al


maldito alcohol por eso.

Una sonrisa no deseada tiró de sus labios cuando recordó la cena


de anoche. Se juró a sí mismo que no iría allí, pero ahí es donde se
encontró.

Jodido escocés.

Como era de esperar, Sabrina actuó como una perra con Nic, y
Gabe sabía en su corazón que Nic solo iba a soportar tanto a Sabrina
antes de que ella hiciera algo.

Nic tenía una imprudencia en ella que era del tamaño del Lago
Pontchartrain. ¿No lo sabía él? Probablemente no ayudó que también
haya estado molestándola durante la cena.

Ni siquiera estaba seguro de por qué fue tan imbécil. En realidad,


eso era una especie de mentira. Estaba enojado con ella y estaba...
demonios, no estaba terminando el choque de trenes de un proceso de
pensamiento.

Pero Nikki definitivamente derramó ese champán a propósito.

Una ronca risita salió de él cuando cerró los ojos. Oh, Cristo,
todavía podía oír el grito horrorizado de Sabrina. Uno podría pensar que
Nic la golpeó o algo así.

Maldita Nic. Qué…

Había demasiados adjetivos para describirla y ¿por qué estaba


acostado en la cama pensando en ella? Mierda. Levantando sus manos,
arrastró las palmas sobre el rostro. Ella era la última persona de la que
necesitaba preocuparse.

Las cosas entre ellos estaban claras. Le dijo que se mantuviera


alejada de él, y mientras mantuviera el culo lejos de ella, entonces
estaba resuelto. Le dijo lo que tenía que decir. Ella lo escuchó.

69
Ya era hora de cerrar ese capítulo de su puta vida.

Además, tenía un capítulo más grande que apenas había


comenzado. Cuando se fue de Baton Rouge, prometió darles a los
Rothchild tres meses sin que él viniera. Él lo prometió, y sería
condenado si volviera a hacerlo, incluso si se sentía como si una parte
de él estuviera allí.

Una parte de él en realidad estaba allí.

Tenía tres meses. Eso le daría tiempo para encontrar un lugar allí
para poder ir y venir, para que no entrar en sus vidas como una maldita
bola de demolición.

Tres meses.

Bajando los brazos a la cama, pensó que también podría


levantarse y hacer algo productivo. Dirigirse a su almacén en la ciudad.
Tenía trabajo que hacer.

Pero iba a tener que encargarse de su palpitante pene primero.

Empujando las torcidas sábanas hacia sus caderas, estiró la


mano abajo, apretando el puño. Cerrando los ojos, arrastró su mano
arriba y abajo por la gruesa longitud. En su mente, la mujer no tenía
rostro, pero ella lo montaba, y lo que había entre sus piernas reemplazó
su mano.

Mantuvo esa fantasía en marcha. Un fino brillo de sudor brotó de


su frente mientras se acariciaba, más rápido y más fuerte. No pasó
mucho tiempo antes de que sintiera el familiar enrollamiento en la base
de su columna vertebral, la tensión en su saco.

—Cristo —gruñó.

Sus caderas se levantaron mientras agarraba su pene, apretando


con fuerza. En un instante, la mujer anónima y sin rostro en su mente
desapareció, reemplazada por el cabello rubio castaño y los grandes
ojos marrones. El cuerpo era un misterio para él, pero antes de que
pudiera detenerlo, el rostro se reconstruyó a partir de los rizos de su
conciencia. Nariz diminuta. Boca ancha y expresiva. Pómulos altos.

Nic.

Un profundo gemido salió de Gabe. La liberación bajó por su


columna vertebral, tan intensa que se sentía como si estuviera friendo
la mierda de sus terminaciones nerviosas mientras se dirigía a la cabeza

70
de su pene. Ni siquiera podía hacer a un lado la imagen. Era muy tarde.
En segundos, era Nic quien montaba su pene, era ella apretándola y
arrastrándolo hacia abajo. Se vino, inclinando la espalda cuando se
derramó sobre su mano, sobre las sábanas en una poderosa oleada de
sensaciones.

Gabe cayó de nuevo a la cama, su pecho subía y bajaba


pesadamente. ¿Cuándo fue la última vez que se masturbó y se sintió
así?

No desde que era un maldito adolescente.

Al menos era Nic, de veintidós años, con quien se masturbaba y


no la versión de dieciocho años. Al menos estaba eso, ¿verdad?

No.

Eso no estaba mejor. De ningún modo.

—Mierda —gruñó, con el corazón acelerado cuando soltó su pene


y dejó caer su mano sobre las sábanas. Se quedó mirando al techo.

Esto… mierda; esto iba a ser un problema.

Las flores frescas llegaron el martes por la tarde, como habían


hecho durante años. Fue algo que comenzó la madre de los de Vincent y
después de que falleció, la madre de Nikki continuó la tradición,
escogiendo personalmente los arreglos.

Diez grandes ramos fueron entregados, todos idénticos. Los


blancos y crujientes lirios colocados entre un cojín blanco y bronceados,
desnudos crisantemos. Estaban dispuestos en jarrones de vidrio de
mercurio que pertenecían a los de Vincent.

Nikki tomó una foto rápida y se la envió a su madre, sabiendo que


estaba muy orgullosa de los ramos. Luego fue colocándolos a lo largo de
las áreas designadas. Las flores eran pesadas, pero las de abajo eran
fáciles. Llevó uno a cada uno de los comedores y siete más fueron a
varios salones en el piso principal.

Solo uno tenía que subir las escaleras, gracias a Dios. Sus brazos
ya estaban empezando a doler por tener que llevar los pesados ramos. A
Dev le gustaba uno en su oficina, así que tomó la escalera de atrás y se
dirigió escaleras arriba.

71
Se sentía un poco fuera de forma cuando sus piernas empezaron
a arder al llegar al segundo nivel. Tal vez debería correr para algo más
que pastelillos, porque por Dios, sentía que necesitaba sentarse.

Cambiando el jarrón al hueco de su brazo, giró el pomo. No se


movió.

—¿Qué demonios?

Nikki lo intentó de nuevo, pero estaba cerrado. Se quedó allí por


un momento, como si se desbloqueara mágicamente o saliera una
explicación del aire en cuanto a por qué la puerta estaba cerrada.

Incluso lo intentó de nuevo.

Nada.

Gimiendo, se volvió y miró el tercer tramo de escaleras. Podría


probar esa puerta y luego acceder al segundo piso desde la escalera
exterior. Su mirada se posó en las bonitas flores.

—Ugh.

Nikki subió al tercer nivel, y aleluya, esa puerta estaba abierta.


Entró en el tercer piso, manteniendo la mirada fija en los rayos de luz
que atravesaban la puerta al final del pasillo. Cuando pasó por el arco
abierto a la derecha, no miró. Esa era la sala que conducía al
departamento de Gabe.

Corrió por el pasillo y luego salió al porche. Acunando el jarrón


con las dos manos de nuevo, mantuvo la mirada pegada a los tablones
blancos del suelo mientras iba a la izquierda.

La última vez que estuvo en este porche fue esa noche… cortó
esos pensamientos. Gabe dijo lo que tenía que decir. Ella dijo su parte.
Una especie de ello. De cualquier manera, ya no iba a pensar en eso.

Nikki llegó a la parte superior de las escaleras y comenzó a bajar.


Una tabla del suelo crujió detrás de ella. ¿Alguien estaba aquí arriba?
Se giró.

El peso se estrelló contra su espalda, entre los omóplatos.


Empujada con fuerza, su pie resbaló en el borde del escalón. Un grito
sobresaltado salió de ella cuando se volcó. No hubo tiempo suficiente
para dejar caer las flores para agarrar la barandilla. Se lanzó hacia
adelante, en el aire y luego hacia abajo, sobre las empinadas y duras
escaleras.

72
Capítulo 6
Traducido por Rimed

Gabe acababa de abrir las puertas de la entrada cuando oyó un


grito romper el silencio. Las aves se dispersaron de los árboles cercanos
al tiempo que se apresuró dentro. ¿De dónde había salido el sonido?
¿Su izquierda?

Se disparó, rodeando la esquina de la entrada. No vio nada. ¿Tal


vez estaba oyendo cosas? Con esta casa era difícil saberlo. Pasando la
entrada al corredor del tercer piso, giró a la izquierda, sus pasos
enlenteciéndose a medida que se acercaba a la parte superior de las
escaleras.

Una gruesa y larga enredadera se había soltado de la barandilla y


se había hecho lugar atravesando el suelo, curvándose al costado de la
casa. Frunció el ceño mientras la observaba.

Ahora eso era una mierda.

¿Acaso no había pensado recién sobre las enredaderas


haciéndose camino en el piso? ¿Tan solo ayer? Su mirada viajó por los
escalones.

Ahí fue cuando la vio.

—Santa mierda. —Su corazón casi se detiene en su pecho y luego


se aceleró. Se disparó hacia debajo de los escalones, bajando de dos a la
vez—. Nic.

Ella yacía en su costado sobre el suelo, con un ramo de flores


más grande que su cabeza acunado en sus brazos.

—¡Nic! —¿Ella se estaba moviendo? No lo parecía. La presión


hundió su pecho mientras se dejaba caer sobre sus rodillas junto a ella.
Extendió un brazo hacia ella—. Maldición, Nic, di algo.

—Ay —susurró ella, levantando una pierna.

73
Oh, gracias Jesús. Sus manos se congelaron justo sobre su
cadera.

—¿Estás bien?

—¿Eso creo? —Ella se levantó sobre su codo.

Si cayó por esas escaleras, no veía cómo podía estar bien. Eran al
menos diez malditos escalones. Mierda. Su cabello tapaba su rostro y
fue por eso que extendió una mano y la tocó.

Todo su cuerpo se sacudió cuando sus dedos acariciaron su


mejilla y ella inhaló bruscamente.

—¿Eso dolió? —preguntó él, apartando su cabello de su rostro.

—N-no.

Pasó sus ojos por el rostro de ella. Estaba pálida, pero no veía
ninguna herida evidente. Al menos en su cara.

—¿Te duele algo?

Ella miró las flores. Sacudió su cabeza.

—No realmente —Sus hombros se elevaron con una profunda


respiración, el tipo de respiración que debía significar que no se había
lesionado sus costillas—. Yo c-creo que las flores están bien.

¿Qué demonios?

—Las flores no me preocupan un bledo. ¿Estás bien?

Nic lo miró, esos grandes ojos de alguna forma aún más grandes.
Ella lo miraba como si no estuviera segura de haberlo oído bien. Ahora
Gabe estaba comenzando a preocuparse. Pensó en aquella vez que
Julia, la chica de Lucian, se cayó en la ducha y se golpeó realmente
fuerte en su cabeza. También había estado desorientada como el
infierno y hubo un montón de sangre también. Nic no estaba
sangrando, pero no se veía presente del todo.

No se veía para nada bien.

—Puedes soltar las flores —sugirió él.

Ella bajó su mirada hacia ellas.

—Yo no… quería arruinarlas.

74
—No lo hiciste. —Gabe las alcanzó y el agarre de ella se apretó. Él
levantó una ceja—. Puedes soltarlas, Nic.

Nic las mantuvo firmes por un momento más hasta que


finalmente las soltó. Tomando el florero, lo dejó a un lado. Su corazón
estaba finalmente comenzando a calmarse.

—¿Crees que puedes sentarte? —Cuando ella asintió, él sujetó


suavemente su brazo. Ella hizo una mueca nuevamente, su mirada
volvió al rostro de ella—. ¿Aún te sientes bien?

—Sí. —Se enderezó, exhalando con fuerza mientras levantaba su


brazo izquierdo, girándolo. Un hilo de brillante sangre roja bajaba por
su brazo—. Ew.

¿Ew? ¿Eso era todo lo que tenía que decir?

—Déjame ver eso.

—No está mal.

La ignoró y tomó su muñeca en sus manos y volteó gentilmente


su brazo. Unos muy torcidos rasguños viajaban desde su codo hasta
debajo de su manga. Su blusa estaba rota.

—No creo que esto requiera puntos. —Arremangó la pequeña


manga de su blusa y se acercó. Mientras la revisaba, intentaba ignorar
cuan malditamente… bien olía ella. Como jazmín—. Pero probablemente
deberíamos llamar a Doc. Hacer que él…

—Estoy bien. En serio —dijo ella, alejándose—. No tienes que


llamar a un doctor.

—Estas escaleras no son una broma. Podrías haberte herido y no


haberte dado cuenta aún, Nic. Debes dejar que un doctor te revise.

—No me golpeé en la cabeza. —Nic volvió a quitarse el cabello de


la cara—. Estoy bien.

No estaba tan seguro de eso.

—Nic…

—En serio. Estoy bien. Solo es un corte. No sé cómo, pero


realmente no me lastimé.

La frustración creció.

75
—Te caíste de un tramo de escaleras y estás sangrando. ¿Por qué
estás siendo tan terca respecto a esto?

—No lo soy —soltó, mientras liberaba su brazo—. ¿Por qué te


importa de todos modos?

Él retrocedió.

—¿Por qué me importa?

—Imaginaba que harías una fiesta si me rompo el cuello.

Gabe la observó por un momento, sorprendido al principio. Luego


pensó en lo que le había dicho el día anterior y de cierto modo no podía
culparla por pensar eso.

—No estaría feliz si te lastimas. Jesús. —Bajó sus manos hacia


sus rodillas y comenzó a levantarse—. Al menos déjame traer a tu
padre…

—No. —Ella lo tomó del brazo y su mirada volvió a ella. Lo miró—.


Por favor no le digas nada a mi padre. No quiero que se preocupe y se
altere por nada.

—¿Por nada? Nic, podrías haber…

—Tiene suficiente de que preocuparse en este momento. No


necesita asustarse por esto sin motivo —dijo, su mirada suplicante—.
Por favor, Gabe. No digas nada.

Su preocupación por su padre tocó una parte de él en que


prefería que no hundiera sus dedos. Agachándose, puso su mano sobre
donde ella lo había sujetado. A pesar de lo que había ocurrido entre
ellos aquella noche hace cuatro años, siempre, siempre tenía problemas
diciéndole que no.

—No diré nada —dijo, con voz ronca mientras retiraba su mano—.
Siempre y cuando no estés herida. Iré a buscar algo para tu brazo y
luego me sentaré aquí contigo por unos cuantos minutos para
asegurarme que ese sea el caso.

Ella se veía como si quisiera discutir, pero luego de un momento,


asintió.

Inseguro de dejarla, dudó por un momento y luego subió las


escaleras, deteniéndose arriba para tomas la maldita enredadera con la
que ella obviamente había tropezado. La arrancó y la tiró por la
barandilla. Luego fue a su apartamento. Cogió rápidamente un surtido

76
de objetos antes de volver con ella. La encontró sentada junto al florero,
sus pies descansando en el escalón de abajo. Tuvo un repentino
recuerdo de ella, cuando era más joven, sentada en ese mismo lugar,
esperando que él llegara a casa, su cabello tomado en una cola de
caballo alta, con sus nudosas rodillas juntas.

Sacudiendo la imagen de sus pensamientos, se detuvo junto a


ella y se sentó en el escalón en el que descansaba sus pies.

—Déjame ver tu brazo.

—Puedo ocuparme de él. —Se estiró para alcanzar el paño


húmedo que él tenía.

Gabe elevó sus cejas.

—Dame tu brazo, Nic.

Ella lo miró por un momento y puso los ojos en blanco.

—Cómo sea.

Conteniendo su sonrisa mientras le acercaba su brazo, comenzó a


limpiar cuidadosamente la sangre. Bajó la mirada a los zapatos de ella.
Eran planos, con algún tipo de delgada e inútil suela.

—Tienes que comenzar a llevar zapatos con mejor suela. Entonces


no irás tropezándote con enredaderas y cayendo por escaleras.

—No me tropecé con una enredadera ni caí por las escaleras —


protestó mientras dejaba la toalla sobre el piso y alcanzaba el peróxido y
las bolas de algodón que él había cogido.

Él bañó el algodón en peróxido.

—Para mí parece que así fue. Probablemente ni siquiera viste la


enredadera, pero estaba tirada en el suelo, justo frente al inicio de los
escalones. —La piel sobre su codo estaba irritada y en carne viva—.
Eres tan malditamente afortunada —murmuró él, sacudiendo su
cabeza—. Pudo haber sido mucho peor. Esto puede arder.

—Sé que soy afortunada. —Contuvo el aliento mientras él


presionaba el algodón en los arañazos—. Pero no me tropecé ni caí.
Alguien me empujó.

Su mano se detuvo mientras su mirada encontraba la de ella.

—¿Qué?

77
—Alguien me empujó. Quiero decir, eso es lo que sentí. —Las
comisuras de sus labios se apretaron mientras el peróxido se
derramaba en su piel—. Oí lo que pareció como pisadas detrás de mí y
luego sentí algo golpear mi espalda.

Gabe frunció el ceño mientras alcanzaba el pequeño tuvo de


crema antibacteriana. Había traído toda la farmacia con él.

—Vine tan pronto como oí tu grito. No había nadie aquí arriba.

—No vi a nadie, pero sé lo que sentí. —Un escalofrío recorrió a


Nic—. No simplemente me tropecé. No soy torpe.

—Eras bastante torpe antes. —Frotó suavemente la crema por su


brazo, sus ojos mirándola a la cara cuando la oía inhalar
bruscamente—. Lo siento.

Sus mejillas se sonrojaron de modo bonito en lo que ella sacudió


su cabeza.

—No había una enredadera arriba de los escalones.

—La había. La acabo de coger y tirar.

—No la… no la vi.

Gabe se quedó en silencio mientras terminaba con la crema y


luego cogió la gaza. ¿Pudo ella ser empujada y no haberse tropezado
con la enredadera? El mero pensamiento de aquello lo molestaba, pero
no tenía idea de quien pudo haberlo hecho. Ni por qué.

Juntando los extremos de la gaza, bajó su brazo a su regazo.

—¿Cómo te sientes? ¿Mareada? ¿Con nauseas?

—Me siento bien —insistió ella—. Gracias por limpiar mi brazo.

—No es gran cosa- —Miró hacia arriba al oír pasos. Un segundo


después, Dev apareció en la parte superior de la escalera. Justo detrás
de él estaba Sabrina.

Gabe sintió a Nic tensarse.

Dev miró al final de las escaleras, su expresión ilegible.

—¿Siquiera quiero saber lo que está ocurriendo?

—Nada. —Gabe miró a Nic—. Todo está bien.

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—No parece que todo esté bien —respondió Dev—. ¿Estás herida,
Nikki?

—No —respondió ella, estirando su cuello para ver hacia arriba—.


Estoy bien.

—¿Te caíste por las escaleras? —preguntó Sabrina de un modo


que sonaba como si intentara no reír.

—Sí. —Nic desvió la mirada, enfocándose en los escalones delante


de ella—. Me caí.

—Oh no. —Sabrina apoyó una mano en el brazo de Dev—. Espero


que no intenté conseguir compensación de trabajador.

Ella jadeó.

—O demandarte.

Gabe abrió su boca, pero Nic fue más rápida.

—Contrario a lo que puedas pensar, no estoy tan desesperada por


dinero para lanzarme por las escaleras. —Los ojos de Sabrina se
estrecharon.

—Eso es bueno oírlo. —La respuesta de Dev fue seca—. Así que,
¿te caíste por las escaleras?

Gabe esperó a que dijera que había sido empujada, pero escuchó
a Nic suspirar mientras levantaba el ramo de flores y decía:

—Sí, pero salvé las flores.

Al día siguiente, Nikki se sentía como si se hubiera caído por un


tramo de escaleras porque, bueno, se había caído por un tramo de
escaleras.

Dios, había sido tan afortunada de no haberse abierto la cabeza o


peor. No estaba segura siquiera cómo había acabado solo con unos
cuantos rasguños. Casi se sentía como si tuviera un ángel guardián
posado en su hombro el día de ayer.

Aún no podía creer que Gabe había sido quien la encontrara. No


solo eso, de hecho se había ocupado de ella como si no la odiara.

Pero la odiaba.

79
Simplemente no iba a dejarla yacer en la escalera, golpeada y
sangrando.

Nikki hizo una mueca de dolor al estirarse para alcanzar dos latas
de crema de sopa de pollo. Los acunó contra su pecho mientras tomaba
un paquete de fideos.

¿Fui empujada?

Esa pregunta la había atormentado desde la tarde de ayer. Sabía


que había sentido algo golpear su espalda. No había perdido
simplemente el equilibrio. Alguien la empujó, ¿Pero quién? Gabe había
dicho que no había nadie allí arriba y que había una enredadera
cubriendo el piso, y dudaba que mintiera sobre eso. Ella no había visto
a nadie ni había oído a nadie huir. Claro que, había caído por la
escalera gritando, así que probablemente no habría oído a nadie, pero
sabía que la habían empujado. Si no había sido una persona entonces
la única otra opción era… un fantasma la había empujado.

No se rio ante lo absurdo de la idea. Básicamente había crecido


en esta casa. Nunca había visto nada, pero había oído cosas… pasos en
el pasillo cuando no había nadie allí, la risa de una mujer cuando no
había otras mujeres alrededor y cosas moverse.

Un escalofrío bajó por su columna. No estaba segura de qué era


peor. Un ser humano real que vive y respira que quisiera verla herida o
un fantasma que había decidido que necesitaba un rápido viaje por la
escalera.

De cualquier modo, estaba agradecida de que Gabe no le hubiese


dicho nada a su padre. Había sido capaz de esconder el vendaje ayer al
llevar una chaqueta y hoy llevaba una blusa cuyas mangas llegaban
hasta los codos.

Pensó en el auto que parecía haber estado siguiéndola casi hasta


la puerta de entrada de la casa de sus padres. Otro escalofrío la
sacudió. El auto no la había estado siguiendo y quizás… quizás si se
tropezó con la enredadera. Eso sonaba más probable a que alguien la
hubiese empujado.

Nikki dejó la despensa y volvió a la cocina. Mientras alcanzaba la


isla, escuchó el fuerte ruido de tacones golpeando contra el piso de
madera. Sabía quién era antes de que entrara en la cocina.

Su piel se irritó cuando Sabrina entró. La mujer se veía


impecable, como siempre. Su elegante peinado bob desafiaba las leyes

80
de la física al no tener ni un cabello fuera de lugar. Vestía pantalones
oscuros que parecían repeler cualquier indicio de pelusas y una blusa
apretada y libre de arrugas que se metía tan perfectamente dentro de
sus pantalones que Nikki se preguntaba cómo era eso posible.

Nikki también se preguntaba qué estaba haciendo en la cocina.


Dudaba que la mujer supiera la diferencia entre una espátula y un
tenedor.

—Hola, Nikki —dijo ella, diciendo su nombre como si fuera una


recientemente descubierta enfermedad de transmisión sexual—. Quería
asegurarme de que estuvieras al tanto de que me uniré a Devlin para
cenar esta noche.

Desafortunadamente lo estaba.

—Sí. Fui informada esta mañana.

Su mirada viajó hacia la isla.

—Espero que no hagas lo que sea que sea eso para cenar.

—Una cacerola estaba…

—No me importa lo que estaba en el menú —interrumpió ella—.


No cenaré una cacerola.

—Entonces deberías pedir algo —respondió Nikki, manteniendo el


volumen de su voz.

La mirada de Sabrina se agudizó.

—¿Esa es una respuesta seria o simplemente estás pasándote de


lista?

Honestamente, no se estaba pasando de lista. Algo así.

—Solo el pollo está descongelado. Para hacer algo distinto, la


carne no estará lista…

—Entonces me gustaría una pechuga de pollo asada con


mantequilla y hierbas —cortó ella y Nikki se preguntó repentinamente
si estaba trabajando en un restorán—. ¿Será eso un pedido muy difícil?
¿Demasiado difícil para tus obviamente limitadas habilidades?

¿Limitadas habilidades? Aw, Jesús la estaba probando.

—Puedo hacerte eso. ¿También quieres ensalada?

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Los labios de Sabrina se contorsionaron en una sonrisa de
suficiencia.

—Deberías haberme ofrecido eso antes de decirme que ordenara


algo fuera.

Contando hasta diez y llegando solo hasta el cinco, Nikki contuvo


una maldición.

—¿Quisieras una ensalada con tu pechuga de pollo?

—Sí, me encantaría una ensalada con mi pechuga de pollo.

Nikki asintió y se dio vuelta, esperando que Sabrina entendiera la


indirecta.

No lo hizo.

—¿Cómo te sientes luego de tu caída?

Un escalofrío bajó por su columna cuando se dio vuelta hacia


Sabrina. No había un momento donde Nikki creyera que preocupación
genuina incentivara esa pregunta.

—Me siento bien. Gracias por preguntar.

Sabrina asintió.

—Me alegro de oírlo.

Nikki quería responder patrañas a eso.

—Odiaría ver que algo trágico como una seria caída te ocurriera
siendo tan joven.

Entonces Sabrina sonrió.

—Te veo en la cena.

Otro frío escalofrío recorrió su piel mientras veía a Sabrina irse.


Un horrible pensamiento se le ocurrió de pie allí. Había… ¿Había sido
Sabrina quién la había empujado? Había estado en la casa ayer.
Obviamente. ¿Podría haberse escabullido de Devlin y haberlo hecho?
Nikki había derramado el champaña sobre ella, pero eso parecía una
represalia un poco drástica, incluso para alguien tan mezquino como
Sabrina. ¿Pero qué si había sido ella?

82
Capítulo 7
Traducido por Liliana

Gracias a Dios, después del miércoles, Nikki solo tuvo que


preocuparse por preparar la cena y servirla a Devlin, que era como
servir comida a una pared, y Gabe, que era como servir a un búfalo de
agua.

Durante los siguientes dos días, solo vio a Gabe durante la cena
y, aparte de rellenar interminables vasos de agua para él, no le dijo
nada más, aparte de preguntarle cómo estaba el brazo el miércoles.

Lo cual era perfecto.

No lo había visto durante el día. Por lo que sabía, ni siquiera


estaba en casa, y Devlin era como uno de los fantasmas en la casa. Lo
veía por el rabillo del ojo y cuando se daba la vuelta para constatarlo, él
se había ido.

Escalofriante.

Probablemente Devlin estaba comprobando que sus pantalones


no tuvieran agujeros y que no se cayera por los escalones.

Y hasta ahora, no lo había hecho, pero cada vez que Nikki subía y
bajaba las escaleras de la casa, miraba por encima del hombro.

No podía negar la posibilidad de que Sabrina la empujó, pero cada


vez que realmente se sentaba y pensaba en eso, le parecía una locura
que Sabrina hiciera algo tan demente.

Simplemente no pudo haber sido ella.

Principalmente porque Sabrina se petrificaría de romperse una


uña.

Lo que dejaba la pregunta de quién o qué lo hizo, y Nikki no tenía


ni idea. Todos estos años que había pasado en esta casa, solo se sentía
incómoda algunas veces, pero ahora caminaba por las habitaciones
silenciosas y los pasillos sintiendo que siempre había alguien con ella,
justo detrás de ella.

83
Nikki estaba haciendo sus rondas el viernes por la tarde,
limpiando la sala de juegos que tenía un bar completamente equipado,
cuando su teléfono vibro en el bolsillo trasero de sus vaqueros. Bueno,
realmente no eran vaqueros, vaqueros. Eran meggings, la combinación
entre mezclilla y polainas, y ambos en realidad tenían bolsillos, por lo
que nadie podía notar la diferencia.

Prácticamente vivía en polainas.

Dejando la botella de whisky en el bar, sacó su teléfono y vio que


era un mensaje de texto de Rosie. Una sonrisa tiró de sus labios
mientras metía un cabello suelto detrás de su oreja.

¡Bebidas y malas decisiones de vida comienzan a las 8 p.m.


mañana!

Rosie era una revuelta. Nikki la conoció durante su primer año en


la universidad UA. La pequeña pelirroja era varios años mayor que
Nikki y estaba tomando la ruta escénica en la universidad, lo que
significaba que le tomaba, en promedio, dos años por cada año que le
tomaba a un estudiante normal completar. No ayudaba que Rosie había
cambiado de carrera tres veces desde que Nikki la conocía.

Ella finalmente se graduó el mismo semestre que Nikki,


obteniendo un título en filosofía.

Nikki nunca olvidaría la primera vez que supo la edad de Rosie.


La mujer parecía tener diez años menos de treinta y tres años y actuaba
aproximadamente de la edad de Nikki. No es que Nikki actuara
inmadura. Bueno, si era honesta, tuvo sus momentos, pero Rosie
todavía tenía la sed de vida que Nikki; se preguntaba si se debía a la
libertad de no estar realmente atascada por una carrera, pareja, hijos o
una hipoteca.

Nikki envió un mensaje de vuelta.

No se puede este fin de semana, pero el próximo sábado.

Un emoticono con el ceño fruncido regresó y luego Rosie volvió a


enviar el primer mensaje de texto, cambiando la fecha al sábado
siguiente. Nikki se guardó el teléfono en el bolsillo, esperando ver a
Rosie. Ella había estado en casa un par de semanas antes de comenzar
a trabajar aquí y no hizo nada más que cenar varias veces con uno de
sus amigos de la infancia y visitar el refugio de animales local.
Necesitaba salir de su casa y pasar el rato con Rosie por la noche sería

84
perfecto, ya que le daría a Nikki la mayor parte del sábado para pasarla
con su madre.

Ella había estado llegando a casa desde el complejo de Vincent


después de que su madre ya estaba dormida, agotada por el costo del
tratamiento que estaba sufriendo. Así que Nikki empezó a arrastrar su
trasero fuera de la cama una hora antes para desayunar con su madre
antes de irse al trabajo.

Estaba sudando cuando comenzó a levantar las malditas botellas,


subiendo y bajando las escaleras. Entonces, estaba de puntas de pie
para poder colocar la última botella cuando escuchó pasos fuera del
pasillo.

Sintió un vacío en el estómago mientras giraba su cintura. Sabía


que no era su padre. Él estaba haciendo recados. Estirándose mientras
se aferraba a la parte superior de la escalera, trató de ver en el pasillo,
pero por lo que podía ver, no había nadie.

Se mordió el labio.

Una ola de fuertes cosquilleos bailaban a lo largo de la nuca


cuando se volvió hacia los estantes. Probablemente Devlin,
merodeando...

El sonido del vidrio arañando en la madera fue como una ráfaga


de aire frío en su estómago. Girando la cintura tan rápido que se
sorprendió de no haberse caído, su mirada se posó en la parte superior
de la barra de roble cereza.

Cinco vasos de coctel recién limpios estaban colocados uno al


lado del otro, como si ella los hubiera dejado.

Todos excepto uno.

Uno estaba a varios centímetros a la derecha del grupo.

Los labios de Nikki se separaron en una aguda inhalación


mientras los finos vellos en la nuca de su cuello se alzaron.

—Esta maldita casa —susurró.

Esos vasos eran muy pesados. Si tirara uno y golpeara a alguien


en la cabeza, lo noquearía. De ninguna manera se movería solo.

—Nop. —Se arrastró por la escalera y extendió la mano, dudando


por un segundo—. No hoy, Satanás. Ya basta.

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Recogiendo el vaso, rápidamente lo guardó e hizo lo mismo con el
resto. Luego salió de detrás de la barra, casi terminada. Gracias a Dios.
La oscura habitación sin ventanas empezaba a asustarla.

En su camino hacia la puerta, vio una servilleta arrugada debajo


de la mesa de billar y giró hacia ella, temblando. ¿Era ella o esta
habitación se sentía sustancialmente más fresca que el resto de la
casa? Probablemente el hecho de que no hubiera ventanas para que
pasara el sol. O definitivamente había un fantasma.

No existían los intermedios.

Estaba contenta de que no hubiera escaleras cerca.

Se agachó y tomó la servilleta del suelo.

—Bueno, hola.

La voz masculina sobresaltó a Nikki. Se levantó bruscamente,


golpeando un lado de su cabeza con la base de la mesa de billar. Cayó
hacia atrás, aterrizando en su trasero mientras presionaba la palma
hacia un lado de la cabeza.

—¡Ay!

Una risa profunda levantó sus velos. ¿Qué demonios era divertido
con ella casi dándose una conmoción cerebral? ¿O el hecho de que esta
casa intentara matarla?

—Estoy acostumbrado a que las mujeres se tiren hacia mí, pero


no que se golpeen. Esa es nueva para mí —dijo la voz extrañamente
familiar—. ¿Estás bien?

Entornando los ojos contra el dolor sordo, vio una mano aparecer
frente a su rostro. Su mirada recorrió el brazo, sobre la camisa de vestir
blanca que estaba enrollada hasta los codos.

—¿Hola? —dijo él, moviendo los dedos.

Su mirada se dirigió al rostro del hombre mientras bajaba la


mano de su cabeza ligeramente palpitante. Oh mierda. No era de
extrañar que reconociera la voz.

Pertenecía a Parker Harrington.

De ninguna manera tomaría su mano.

Preferiría meterse en un infierno ardiente que tomar su mano.

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¿Qué demonios estaba haciendo aquí? Por lo general, su padre
estaba atento, asegurándose de que ningún visitante tuviera acceso
gratuito y aleatorio a la casa y Parker lo sabía. Estuvo en esta casa
miles de veces cuando Nikki era más joven, ya que era cercano a los
hermanos, y supuso que ahora más que Devlin se estaba casando con
su hermana. Sin embargo, nadie excepto la familia se movía por estos
pasillos sin ser escoltado por alguien. Pero como su padre no estaba
aquí, obviamente Parker estaba tomando provecho.

Negándose a tomar su mano, se empujó a sus pies y se levantó,


ignorando el dolor a lo largo del costado su cabeza.

—Me asustaste.

—Puedo decirlo. —Su pálida mirada azul, la misma que la de su


hermana, se posó en su mano vacía. Lentamente lo bajó con un ligero
ceño—. Admitiré que estaba siendo silencioso. Te vi aquí, y bueno,
estaba admirando la vista.

Ew.

Parker no solo se comportaba de la manera que recordaba, lo cual


era escalofriante, sino que se veía igual, solo que mayor. Su cabello
rubio claro estaba peinado hacia atrás desde un rostro que era atractivo
pero también agresivo. Tenía esta manera intensa sobre el conjunto de
sus labios finos que siempre le recordaban a un ave de presa. Era más
joven que Sabrina, alrededor de la edad de Lucian.

—Demonios, no te he visto en mucho tiempo —continuó—.


Mírate. —La examinó tan descaradamente que cruzó esa línea en lo que
era respetuoso y se desplomaba en un territorio irrespetuoso—.
Totalmente crecida ahora. Realmente lo has llenado bien, Nikki.

Doble ew.

Nikki dio un paso atrás, agarrando la maldita servilleta en su


mano.

—Me alegro de verte —dijo, en tono breve—. Espero que todo esté
bien, pero necesito irme a trabajar.

Parker se hizo a un lado mientras ella se movía, permaneciendo


entre ella y la puerta. La exasperación se disparó, pero también lo hizo
un poco de pánico. Habían estado antes en esta situación.

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Esto era justo lo que necesitaba para terminar su primera
semana aquí. Desagradable, y desafortunadamente, el más amigable
hermano Harrington.

—Cuando Sabrina mencionó que ahora trabajabas para los de


Vincent, casi no lo creía. —Sonrió, mostrando sus dientes blancos
ultra-brillantes y ultra-rectos—. Pero aquí estás.

Suspiró pesadamente.

—Sí. Aquí estoy. Y estoy bastante ocupada...

—Vamos, Nikki. Ha pasado una eternidad desde que nos hemos


visto. —Dejó caer una pesada mano sobre su hombro—. Vamos a
reconectarnos.

Los labios de Nikki se doblaron en las esquinas cuando dio un


paso atrás, fuera de su alcance.

—Nunca nos conectamos para reconectarnos.

Parker dejó escapar una carcajada.

—Eso no es exactamente cierto.

Contuvo el aliento, algo sorprendida de que él siquiera pensara en


mencionar lo que seguramente era.

—Eso no fue una conexión. Ese eras tú siendo...

—¿Siendo qué? ¿Tratando de ser amable y simpático cuando


siempre fuiste un poco perra?

Las cejas de Nikki prácticamente cayeron en su línea del cabello.

—¿Yo era la perra? —¿Se había encontrado con su hermana?


¿Mirado en el espejo recientemente?

—Sí. —Todavía estaba sonriendo, pero sus ojos no eran cálidos.


Eran como los de su hermana—. Recuerdo que traté de conocerte mejor
cuando estabas aquí, esperando a que el ama de llaves se fuera.

—Esa ama de llaves es mi mamá —replicó ella—. Y no creo que


tengamos la misma idea de conocernos uno al otro.

Definitivamente no lo hicieron. Él la acorraló una vez, cuando


tenía diecisiete años. Era una tarde particularmente calurosa de julio.
Los chicos, concretamente Devlin, estaban en casa y llevaron a sus
amigos. Ella se dirigió a la casa de la piscina para cambiarse, ya que

88
estaba chapoteando en el lado poco profundo y Parker la sorprendió
mientras no tenía nada más que una toalla. En lugar de salir corriendo
de la casa de la piscina como lo haría cualquier hombre decente, se
había acercado a ella, demasiado cerca. Y él…

La boca de Nikki se secó.

Parker la asustó, y si no hubiera sido porque Lucian fue a buscar


una toalla, Nikki sabía que habría estado más que asustada. Por
supuesto, Parker negó todo. Que no sabía que Nikki estaba allí, y ¿por
qué no le creería Lucian? Nikki no dijo, a pesar de que quería hacerlo.

Y Parker sabía por qué no lo hizo.

—Oh, estoy seguro de que tenemos la misma idea de conocernos


mejor. —La bloqueó de nuevo, pero esta vez dio un paso adelante—. De
la misma manera que querías conocer a Gabe.

La espalda de Nikki golpeó la mesa de billar.

—No sé de qué estás hablando.

—¿En serio?

Parker se rió mientras se inclinaba, colocando una mano en la


mesa de billar a su lado. Todos los músculos de su cuerpo se apretaron.
Gabe hizo algo similar en la cocina el lunes, pero no era nada como
esto.

—Eras como un gato en celo cada vez que Gabe aparecía. Dudo
que haya cambiado.

Su boca cayó abierta. Su lengua ardía para soltarse, pero se


contuvo. Ja. Un movimiento adulto total que pensó que merecía un
pastelillo para más tarde. No importaba si lo que decía era verdad o no.
Negarlo o discutir con él solo prolongaría esta conversación.

—Tengo trabajo que hacer, Parker.

—Lo sé. —Él movió sus caderas, colocando su otra mano sobre la
mesa de billar—. ¿Qué vas a hacer más tarde?

Ahora su mandíbula golpeó el suelo.

—¿Hablas en serio?

—¿Qué piensas?

—¿Me estás invitando a salir?

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Parker bajó la barbilla, obligándola a inclinarse hacia atrás hasta
donde su columna vertebral se lo permitiera. Su cabello ni siquiera se
movió. Al igual que su hermana.

—Puedes venir a ver mi casa. Tengo un nuevo ático en Woodward.


Creo que te gustará.

Durante varios segundos, Nikki ni siquiera pudo pensar, pero


luego dejó escapar una carcajada.

—¿No me invitas a cenar, pero si ir a “ver” tu ático?

—Sí. —La sonrisa comenzó a desvanecerse de su rostro—. ¿Por


qué te invitaría a cenar?

—Oh, Dios mío. —Se rió de nuevo, por sorpresa. Él no podía ser
real. Guau. Su oferta era tan tonta y de mala calidad, que ni siquiera
podía sentirse ofendida.

Una garganta se aclaró.

—¿Interrumpo?

Oh Dios.

Nikki cerró la boca de golpe cuando Parker cerró brevemente los


ojos. Un extraño temblor lo recorrió. Apartándose de la mesa de billar,
lejos de ella, se dio la vuelta.

—Hola, Gabe. —Su tono era ligero—. No sabía que estabas en


casa. Habría subido las escaleras y saludado.

La mirada de ella chocó con la de Gabe. Él los estaba mirando


como si estuviera a diez segundos de lanzarlos a uno o a ambos de la
casa.

—¿Qué estás haciendo aquí, Parker? —La mandíbula de Gabe


estaba tan rígida que podía agrietarse el granito.

Parker sonrió.

—Vine a ver a Devlin, pero luego vi a Nikki y tuve que saludar.


Demonios, no he visto a esta chica en cuatro años. Loco.

Respirando profundamente por la nariz, ella cruzó los brazos.

—Él estaba por irse —dijo ella.

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—Es bueno escucharlo —respondió Gabe, ampliando su postura.
Bajó la mirada y, sí, sus pies descalzos sobresalían del dobladillo de sus
vaqueros.

Parker la miró por encima del hombro.

—No te olvides de mi oferta. Siempre está abierta.

Nikki no tuvo la oportunidad de decirle que estaba tan interesada


en ver su ático como si estuviera nadando en uno de los pantanos
cercanos. Él ya estaba caminando más allá de Gabe y asintió con la
cabeza al hermano de Vincent.

—Conozco el camino.

Detectando un poco de tensión allí, Nikki permaneció en silencio


y luego Gabe y ella estuvieron solos por primera vez desde que él le
vendó el brazo.

¿Le iba a pedir que le trajera agua?

Una risita hizo cosquillas en su garganta, pero la mirada en el


rostro de Gabe cuando la miró desde donde estaba junto a la barra le
dijo que eso no sería prudente.

Oh chico.

Al alejarse de la mesa de billar, Nikki dijo:

—Tengo que empezar la cena.

—Lo que necesitas hacer es mantenerte alejada de Parker


Harrington.

La incredulidad retumbó a través de Nikki. Se detuvo y se volvió


hacia Gabe.

—No estaba planeando estar cerca de él.

Los ojos de Gabe fueron afilados.

—Eso no es lo que me pareció.

—No sé qué te pareció, pero vino aquí mientras yo estaba


limpiando. No lo busqué.

—A mí me pareció que ustedes se estaban volviendo a


reencontrar.

La cabeza de Nikki estaba a punto de explotar.

91
—Entonces estabas viendo mal.

Él no parecía creerle.

—Parker solo va a querer una cosa de ti, Nic. Y no va a ser una


relación.

—No me digas —dijo, y luego se echó a reír, porque esta


conversación era ridícula por varias razones. Si él supiera cómo era
realmente Parker, ni siquiera estaría sugiriendo eso.

Por otra parte, tal vez no le importaría, considerando todas las


cosas.

Él la miró mientras daba un paso adelante. Ella se mantuvo


firme.

—¿Y eso es lo suficientemente bueno para ti? Para ser un polvo


rápido para ser desechado, porque las personas como Parker solo se
relacionan con personas como la familia Harrington. Todos los demás
son basura para ellos.

Varios segundos pasaron antes de que pudiera siquiera entender


lo que él estaba diciendo y cuando lo hizo, casi explotó. No le importaba
que Gabe la odiara, pero no iba a estar de pie aquí y recibir clases sobre
Parker Harrington.

—En primer lugar, déjame aclarar esto. No tengo absolutamente


ningún interés en Parker y déjame explicarte esto otra vez, Gabe. Yo
estaba aquí haciendo mi trabajo y él vino aquí. No lo soporto. Créeme.

Nada en el rostro de Gabe se suavizó.

—En segundo lugar, no sé si no te das cuenta de esto o no, pero


cuando pienso en “gente como los Harrington”, pienso en los de
Vincent.

—No somos nada como ellos —gruñó—. Y lo sabes muy bien.

—Devlin se va a casar con uno de ellos —señaló.

—Ese es Dev.

Ella levantó las manos.

—¡Es un de Vincent!

Gabe se movió a su espacio, su voz bajando.

92
—Y sabes que no soy nada como Dev.

—Esto no tiene nada que ver contigo o con Devlin. —La


frustración le picó en la piel. ¿Qué demonios?—. Déjame volver al tema
aquí. No me interesa nada que tenga que ver con Parker, pero si lo
fuera, no es asunto tuyo, Gabe.

—¿Es así? —Una fantasma de una sonrisa se curvó en su boca.

—Sí. —Lo fulminó con la mirada—. Pero al contrario de lo que


piensas, no ando lanzándome a los chicos, así que…

—¿De verdad? —respondió secamente—. Esa no ha sido mi


experiencia.

Nikki retrocedió como si la hubieran abofeteado. La ira se retorció


en algo feo profundamente dentro de ella, haciendo que su pecho se
apretara. Lo que Gabe estaba diciendo golpeó en ella.

—Piensas eso porque... —Contuvo el aliento, alejándose de


Gabe—. ¿Crees que por lo que hice cuando tenía dieciocho años? ¿De
verdad crees que me lanzo a los chicos?

Él no respondió, pero una sombra cruzó su rostro. Parecía


arrepentimiento por un momento, pero luego sus rasgos llamativos se
suavizaron. Tendría que estar loca si realmente pensaba que él se
sentía mal por decir eso.

Nikki negó con la cabeza, su garganta se engrosó.

—He pasado los últimos cuatro años lamentándome por esa


noche, pensando que raspé el fondo de ese gran barril viejo de
arrepentimiento, pero estaba equivocada. Porque no lo he lamentado
más de lo que lo hago ahora.

Esa sombra estuvo de vuelta.

—Nic…

—Lo entiendo. Piensas lo peor de mí. Entiendo eso, pero tenía


dieciocho años y cometí un error por el que he estado pagando de una
manera que no tienes ni puta idea. No soy esa misma chica. —Su voz
tembló—. Pero no lo sabes. No me conoces en absoluto.

93
Capítulo 8
Traducido por Vale

Tan vergonzoso como era reconocerlo, Nikki se fue a casa esa


noche y lloró como si fuera la misma chica que le había dicho a
Gabe que no era, y eso la molestó. ¿Por qué su suposición súper-
equivocada dolía tanto?

La respuesta, la única respuesta, la aterrorizaba.

Porque tenía que significar que una parte estúpida y necia de


ella todavía se preocupaba por lo que pensaba y cómo se sentía él
más allá del nivel superficial, y eso era inaceptable.

Nikki lo había superado, superado su estúpido


enamoramiento. Eso es lo que se decía a sí misma durante el fin de
semana y cuando llegó al recinto de Vincent el lunes siguiente. Y
cuando los pensamientos de Gabe se deslizaron indeseablemente en
su cabeza, puso sus asuntos en orden, en ese mismo momento,
enfocándose en cosas más importantes.

¿Cómo qué demonios iba a hacer después de esto?

Por más bien que pensara del trabajo de sus padres aquí, esto
no era lo que quería de la vida. Mientras paseaba todos a los pobres
perritos en el refugio el domingo, repasó sus opciones con detalles
nauseabundos. Al no haberse decidido aún a continuar con su
educación para obtener una maestría o doctorado en trabajo social o
ir directamente a trabajar, solo sabía una cosa. Que sin importar
qué, quería quedarse cerca de casa.

El susto médico con su madre le mostró que el tiempo con sus


padres se estaba acabando. Por mucho que odiaba admitirlo, incluso
cuando su madre mejoraba —y mejoraría— los años no se extendían
frente a ella como solían hacerlo.

Así que Nikki se estaba quedando aquí sin importar qué.

De cualquier manera, necesitaba encontrar un lugar barato y


seguro para vivir. El poco dinero que había ahorrado del trabajo de
medio tiempo en la librería del campus no la llevaría muy lejos, pero

94
estaba recibiendo un cheque de parte de los de Vincent, lo que la hacía
sentir rara. Sus padres se negaron a permitir que les entregara todo el
cheque. Sabía que necesitaban el dinero con todo lo que estaba
pasando, así que después de un montón de discusiones, guardaría la
mitad y les daría el resto.

Y eso se sintió bien, porque no era tan buena para dirigir la casa
de Vincent como su madre. Estaba segura de que Devlin pensaba en
eso cada vez que la veía.

Lo primero que tenía que hacer era encontrar un lugar. Entonces


decidiría qué hacer en términos de su carrera, y tal vez encontraría a
alguien para... distraerla. No había funcionado exactamente bien en la
universidad, pero había decidido que no se había comprometido
completamente a estar con alguien.

Había salido con Calvin la mayor parte de tercer y último año.


Incluso lo llevó a casa un Mardi Gras para conocer a sus padres. Él
había sido un muy buen chico, pero ella no lo había sido... Sí,
realmente no había estado allí, y él lo había sentido. Calvin finalmente
se había rendido con ella.

No más de esas tonterías.

Iba a tener una cita… no, citas, y no compararía cómo solía


sentirse hacia Gabe con cómo se sentía con respecto a cada hombre que
había conocido desde entonces.

No habría más de eso.

Centrarse en su vida real y qué hacer con ella la ayudó a no caer


en ese agujero de conejo conocido como Gabe. La Operación Evitarlo a
Toda Costa, OEATC, para abreviar, estaba funcionando.

Principalmente porque él no se había presentado a cenar desde el


jueves pasado y cada vez que lo veía en los pasillos o escuchaba su voz,
se ponía en modo ninja sigiloso y se lanzaba a cualquier habitación
cercana.

Algunas veces no tuvo éxito.

Ahora estaba a punto de convertirse en una de ellas, porque


podía oírlo hablar por teléfono mientras ella acababa de apilar toallas
limpias fuera del sauna.

Sí.

95
Tenían una sauna.

Lanzando una mirada hacia la puerta abierta, deseó haber


pensado en bloquearla detrás de ella. Miró por encima del hombro.
¿Podría esconderse en la sauna? Está bien, eso era excesivo. Sentía lo
mismo que cuando era más joven, atrapada en la piscina con su feo
traje de baño de una sola pieza, demasiado avergonzada e incómoda
como para moverse.

¿Qué era sobre esta casa que la hacía sentir como si hubiera
dado un salto gigante hacia atrás en lo que respecta al crecimiento
personal?

—Sí, ya habré terminado el marco a principios del próximo fin de


semana —decía él, y hubo una pausa mientras Nikki consideraba
seriamente abrir la ventana cercana y salir por ella.

Gabe se rió.

El aire se atoró en la garganta de Nikki. Su risa. Había pasado


tanto tiempo desde que había escuchado ese sonido. Era profunda e
infecciosa, y tiró de las comisuras de sus labios. La hizo pensar en las
perezosas tardes de verano cuando ella hacía algo estúpido solo para
escuchar su risa.

Nikki no había escuchado esa risa en años.

—El costo del transporte será la menor de sus preocupaciones.

La voz se escuchaba más cerca.

—Maldición —murmuró al darse cuenta de que estaba


completamente atrapada si él venía aquí.

Un segundo después, Gabe estaba en la puerta, y su corazón se


detuvo en su pecho y luego reinició, latiendo demasiado rápido.

Gabe estaba sin camisa.

¡Código Rojo! ¡Código Rojo!

Su cerebro gritaba mientras sus ojos codiciosos y glotones


tomaban cada centímetro de su piel. No como si no lo hubiera visto sin
camisa antes. Lo había visto cientos de veces sin camisa y lo había visto
desnudo. Esto no era nada nuevo, pero había pasado mucho tiempo y
sus recuerdos no le habían hecho justicia.

96
Nikki no debería mirar, pero ni siquiera podía evitarlo. El
pantalón de nailon que llevaba colgado indecentemente bajo, lucía esas
marcas dignas de babear a ambos lados de sus caderas. Su estómago
estaba marcado. Sabía que tenía ese malvado definido paquete de seis
porque el hombre entrenaba religiosamente. Había una débil línea de
cabello que se arrastraba desde su ombligo hasta su estómago,
desapareciendo bajo los pantalones de nylon. Su corazón dio un vuelco
mientras forzaba su mirada sobre la suave piel de sus pectorales y el
gran ancho de sus hombros. Los auriculares colgaban de una cuerda
alrededor de su cuello. Tenía el pelo atado en un pequeño moño que le
resultaba extraño y ridículamente atractivo.

Solo habían pasado unos pocos segundos desde el momento en


que Gabe entró en el gimnasio, y supo el momento exacto en que él se
dio cuenta de que estaba allí, petrificada cerca del estante de toallas.

Su mirada se conectó con la de ella, y la sonrisa se deslizó fuera


de su rostro.

—Oye, tengo que dejarte. —No pareció que esperara una


respuesta, porque un segundo más tarde estaba bajando el teléfono.

El corazón de Nikki se alojó en algún lugar de su garganta.

Había pasado casi una semana desde la última vez que habían
hablado.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó.

—Estaba guardando toallas limpias.

—Como que parece que sólo estás ahí parada, congelada como
una estatua.

No podía decir si se estaba burlando de ella o no, pero eso no


importaba. Sus músculos finalmente se desbloquearon y puso sus pies
en movimiento. Fue por la ruta más corta que ponía tanto espacio entre
ellos como era posible. Eso requirió que caminara sobre una de las
cuatro cintas de correr. No le importaba lo estúpida que se veía. No
cuando podía sentir su intensa mirada siguiendo su proceso.

—Sabes, hay un piso real en el que puedes caminar —


comentó.

—Lo sé. —Asintió y luego se metió un mechón de pelo detrás


de la oreja, sintiendo unos cinco niveles diferentes de incomodidad—.
Me gusta caminar en cintas de correr.

97
—Ajá.

Sus mejillas empezaron a calentarse cuando salió de la cinta.


Había solo unos pocos metros entre ella y la libertad. Sólo sigue
caminando. Sólo sigue...

—Nic.

Paró. Era como si no tuviera control. Silencio.

Mordiéndose el labio y diciéndose a sí misma que


probablemente se iba a arrepentir de esto, lo enfrentó lentamente.

De alguna manera, y no sabía cómo, él se había acercado a


ella. Su mirada estaba protegida mientras la miraba. Se preguntó si
iba a preguntar por su brazo. Pasó un breve momento y luego dijo:

—No limpiaste mi apartamento la semana pasada.

Oh.

Eso no era lo que esperaba que dijera.

—Sí, pensé que no querías que hiciera eso.

Su cabeza se inclinó lo más mínimo posible.

—Ese es tu trabajo, ¿no? —Su tono frío hubiera impresionado


a Devlin—. ¿Por qué no querría que lo hicieras? —Es tu trabajo.

Una aguda puñalada perforó su pecho. No tenía idea de por qué


esa declaración la molestaba tanto. Tal vez fue porque sabía muy bien
que él nunca hablaría con su madre o su padre con ese tono. Y tal vez
porque era un doloroso recordatorio de quién era ella para él ahora.

Un miembro del personal que trabajaba para su familia.

Esa fea sensación de antes se convirtió en un nudo desordenado


en su garganta, pero levantó la barbilla. Ya no lloraría más por Gabe.

—Pensé que no te gustaría si estuviera en tu habitación —dijo,


manteniendo su nivel de voz—. Pero puedo limpiarlo esta tarde si
quieres.

Algo brilló en esos ojos y el músculo palpitó a lo largo de su


mandíbula.

—No quiero que lo limpies hoy.

—Entonces puedo hacerlo mañana.

98
—Mañana tampoco va a funcionar.

Sus cejas se fruncieron.

—Ya que mañana es viernes, no estoy segura que en otro


momento pueda hacerlo. La semana que viene...

—Podrías haberlo hecho la semana pasada como te pagan por


hacerlo.

Ella cruzó los brazos sobre su pecho como si eso de alguna


manera podría ayudar a aliviar el escozor de sus palabras.

—Lo siento. —Tomó cada onza de su autocontrol decir lo que


dijo a continuación—. Tienes razón. Debería haberlo hecho la
semana pasada, pero puedo hacerlo hoy o mañana. Si no, entonces
lo haré la próxima semana.

Sus rasgos se tensaron con lo que parecía ser frustración, pero


no estaba segura de qué tenía que sentirse frustrado en este
momento. Él era el que estaba siendo difícil.

—Tus sugerencias no son aceptables.

La irritación se hinchó dentro de ella, lavando la herida. Aflojó


su lengua.

—Entonces, ¿qué tal si limpias tu apartamento?

Sorpresa separó los labios de Gabe.

—Quiero decir, eres un hombre adulto que es más que capaz


de cambiar sus propias sábanas y de recoger tu desorden —espetó
ella, descruzando los brazos—. No soy tu madre.

—No me digas —respondió—. Pero gracias por aclarar la última


parte.

—Por lo tanto, no sé lo que quieres que diga o haga. O bien


limpio tus habitaciones cuando dije que podía o lo haces tú mismo.

La esquina de sus labios se contrajo.

—No puedo creer que me estés hablando así.

Nikki estaba más allá de decirse que se callara y se quebró


como una ramita que se rompe bajo fuertes vientos.

—Y yo no puedo creer que estés siendo tan idiota.

99
Una risa sorprendida brotó de él, y Nikki no pudo decir si eso
era algo bueno o malo. No le importaba en este momento, porque
estaba enojada.

—Puede que esté trabajando aquí por ahora, pero debes


recordar que no soy tu sirvienta, aquí a tu entera disposición.

—En realidad, estás aquí a nuestra entera disposición. —Gabe


sonrió con suficiencia—. Por eso es que te pagan dinero real.

Tenía un punto, pero no lo estaba entendiendo. Ni siquiera


remotamente.

—¿Qué te pasó? —La pregunta brotó de ella—. Nunca fuiste así.


¿Devlin? Sí. ¿Pero tú? No. ¿Qué demonios pasó?

—Tú me pasaste.

Sus palabras fueron como un empujón psíquico. Retrocedió un


paso mientras su mirada se aferró a la de él. Cerró la boca de golpe,
porque ese nudo se había expandido tres tamaños más grande y no
tenía idea de si iba a empezar a maldecirlo o a llorar.

Nikki hizo lo único inteligente:

Girando sobre sus talones, salió del gimnasio y pensó que lo


había oído maldecir. Y luego se estremeció, porque pensó que lo
escuchó lanzar algo, algo que se rompió contra la pared.

Y una parte rencorosa de ella realmente, realmente esperaba que


fuera su teléfono.

100
Capítulo 9
Traducido por Vale

Una sombra cayó sobre la mesa de trabajo de Gabe, deteniendo


sus manos. Gabe levantó la vista del marco que estaba cincelando. A
pesar del día de mierda que estaba teniendo, sonrió cuando vio a
Lucian allí de pie.

Y no estaba solo.

Troy LeMere estaba con él y tampoco habían venido con las


manos vacías.

Lucian colocó una botella de cerveza abierta en el banco cuando


Gabe sacó sus auriculares y apagó la aplicación de música de su
teléfono.

—Pensé que te encontraríamos aquí.

Sonriendo, Gabe se levantó, dándole a su hermano menor un


abrazo con un brazo y una palmada en la espalda. El bastardo había
estado fuera durante unas tres semanas.

—Me alegra que hayas vuelto a casa. —Se volvió hacia Troy,
dándole el mismo tratamiento. Se conocían desde hace mucho tiempo,
habiendo forjado una amistad en las canchas de baloncesto—. ¿Y qué
hice para merecer una entrevista personal contigo?

Troy sonrió mientras pasaba una mano por su cabeza afeitada.

—¿Es noche de chicos?

Gabe levantó una ceja mientras recogía la cerveza.

—¿Noche de chicos y la están pasando en mi taller en el


Warehouse District?

El detective de piel oscura echó la cabeza hacia atrás y se echó a


reír.

—Cuando te casas, así es como pasas las noches de chicos.

—Es cierto —murmuró Lucian, tomando un trago de su cerveza.

101
—¿Qué? —se rió Gabe, apoyándose en el banco—. No estás
casado.

—Aún —intervino Troy, sentándose en uno de los taburetes—.


Apuesto a que se casarán antes de que termine el año.

Lucian no dijo nada, y Gabe negó con la cabeza. La última


persona que Gabe esperaba que se estableciera era su hermano menor,
pero mírale ahora, envuelto alrededor del dedo meñique de Julia y ni
siquiera le importaba.

—¿Dónde está tu chica linda? —La sonrisa de era atrevida


mientras tomaba un trago—. La extraño.

Los ojos de Lucian se estrecharon.

—No tienes por qué extrañarla.

Gabe se rió entre dientes, no amando nada más que molestar a


su hermano cuando se trataba de Julia.

—Pero en serio, ¿dónde está? Estás aquí y ella suele estar donde
sea que estés tú.

—Estaba cansada después de viajar todo el día. Está actualmente


acurrucada en mi cama, esperándome. —Miró el marco de la cómoda
en el que Gabe había estado trabajando—. ¿Por qué demonios estás
aquí un sábado por la noche?

Gabe se encogió de hombros, pensando que debía ser bueno tener


a alguien como tenían Lucian y Troy. Alguien a quien querías llegar a
casa y con quien esperabas terminar y comenzar el día. Había tenido
eso con Emma. Lo había jodido junto con la ayuda de su familia.

Apartó los pensamientos de Emma de su cabeza.

—Necesito hacer el pedido.

—Ajá. —Troy puso sus piernas largas en el banco—. Escuché que


no estuviste en Baton Rouge por más de unos pocos días. ¿Qué
cambió?

Su agarre se apretó sobre la botella. Ambos sabían por qué había


ido a Baton Rouge.

—Necesitaba darles un poco de espacio. Eso es lo mejor que se


puede hacer.

Lucian se quedó callado por un momento.


102
—Eso tiene que ser difícil.

—Lo es. —Bebió la mitad de la botella después de admitir eso—.


No tienes idea.

—No lo hago —asintió su hermano—. Sabes que Dev va a querer


intervenir.

—Tu hermano no tiene sentido de los límites. —Troy rascó la


etiqueta de su botella.

Gabe resopló.

—No lo sabremos. —Cruzó los tobillos—. No me importa cuál sea


la opinión de Dev sobre el tema. Le dije que se mantuviera al margen, y
si sabe lo que es inteligente para él, lo hará. Esta no es su vida.

—Dev te dejará tranquilo —dijo Lucian—. Pero no por mucho


tiempo. Sabes lo que hará.

Dejando a un lado la botella, Gabe cruzó los brazos. Sabía


exactamente de lo que Dev era capaz. También lo hacía Lucian, y Gabe
sabía que Troy tenía sus sospechas, especialmente sobre lo que
realmente pasó con su maldito primo Daniel, las cuales Troy no
vocalizaría, porque una vez que lo hiciera, tendría que actuar en
consecuencia.

Troy era como un hermano para ellos, pero era un policía, uno
que tomaba su trabajo en serio.

Gabe solo esperaba que el deber de Troy con la insignia nunca se


interpusiera entre ellos.

—Entonces… —Lucian arrastró la palabra mientras pasaba una


mano por su cabello rubio.

Si no fuera por los ojos de Vincent, la gente ni siquiera pensaría


que eran hermanos. El hecho de que Lucian y su gemela se vieran tan
diferentes de Gabe y Dev siempre había sido una bandera roja para
ellos. Excepto que, como resultó, él y Dev lo tenían al revés. Toda la
maldita familia lo hacía. Sólo Lucian y Madeline eran los hijos de
Lawrence. Gabe y Dev no tenían idea de quién era su padre.

—Aprendí algo más cuando me encontré con Dev —dijo Lucian—.


Escuché que tu amor perdido hace mucho volvió.

Todo sobre Gabe se puso rígido.

103
Todo.

—Maldición, Dev. —Gabe descruzó sus tobillos, ensanchando su


postura—. No digas eso. —La confusión se arrastró en los rasgos de
Troy—. ¿Amor perdido hace mucho?

Lucian sonrió.

—Sip.

—¿Quiero saber de quién se trata? —preguntó Troy, bajando


su cerveza.

Lucian se rió de la mirada oscura de Gabe y luego se volvió


hacia Troy.

—¿Recuerdas a Nikki? ¿La hija de Livie y Richard?

Los ojos de su amigo se ensancharon.

—Sí. Está en la universidad. Alabama, ¿verdad?

—Ya no. —Lucian se apartó del banco—. Está sustituyendo a


su madre en la casa.

—Voy a preguntar de nuevo —dijo Troy—. ¿Quiero saber por


qué la llamas el amor perdido de Gabe? Porque en serio.

Completamente impenitente, Lucian se rió de nuevo.

—Cuando era más joven, estaba loca por Gabe. Solía seguirlo
por la casa y de alguna manera confabuló para que tomara clases de
natación.

Nic no había confabulado para que Gabe tomara esas


lecciones. Como un imbécil, se ofreció después de que ella casi se
matara en la piscina.

—Cállate, Lucian.

Lucian no se callaría, porque por supuesto que no.

—Gabe no puede evitarlo. Las mujeres simplemente se


obsesionan con él. Creo que es el pelo. —Se estiró hacia la cabeza de
Gabe.

Gabe se apartó del camino.

—¿Mujeres? ¿Cómo en plural? —preguntó Troy.

104
Lucian asintió.

—Sí, ¿no sabes sobre Sabrina?

—¿La prometida de Dev?

Gabe estaba a unos cinco segundos de golpear a Lucian.

—Sí. La mismísima. ¿Sabías que Sabrina conoció a Gabe en la


universidad? Lo conoció primero. —Los ojos de Lucian brillaron con
diversión—. Desde entonces, ha estado persiguiendo el pene de Gabe
como si fuera el último que queda en el mundo.

La boca de Troy se abrió.

—Pero no es el último pene. Ni siquiera es el último pene de


Vincent.

—¿Pueden dejar de hablar de mi pene? —gruñó Gabe.

Lo ignoraron.

—Bueno, este pene no quería tener nada que ver con ella, con
razón, porque esa mujer es una perra. Odio usar esa palabra, pero es
cierto. De todos modos, fue por el siguiente mejor pene. Dev.

—No jodas —murmuró Troy, sacudiendo la cabeza—. ¿Dev


sabe esto?

Lucian se encogió de hombros.

—No estoy seguro de cómo no podría. Aunque no creo que le


importe.

—Dev no sabe que estaba toda encima mío durante la


universidad. Es molesta, pero inofensiva —dijo Gabe, frunciendo los
labios de disgusto—. Y honestamente preferiría olvidarme de todo
eso. Sabrina se casará con Dev. Dios lo ayude, pero ella no es mi
problema.

—Excepto cuando te persigue cada vez que estás en casa —


señaló Lucian astutamente.

Sí, y esa era otra razón por la que conseguir un lugar en Baton
Rouge estaba en lo más alto de su lista de prioridades. No iba a vivir
en la misma casa que Sabrina. Ni loco.

—Está bien. —Troy arqueó una ceja—. Entonces, vamos a


retroceder. ¿Qué es esta mierda sobre Nikki?

105
Lucian estaba tan feliz como un maldito cerdo rodando en
mierda en este punto.

—La cosa es que, cuando Nikki era más joven, no era gran
cosa. ¿Cierto? Entonces Nikki comenzó a crecer, y bueno, hice que la
misión de mi vida fuera recordarle a Gabe que puede que no lo haya
parecido en ese momento, pero que solo era una adolescente.

Su mirada conectó con la de su hermano. Lucian enarcó una


ceja, y la irritación estalló profundamente dentro de Gabe. La gente
que no conocía a Lucian no le daba suficiente crédito. El menor de
Vincent no se perdía nada.

La mirada de Troy se estrechó sobre Gabe.

—¿Necesitabas recordarlo?

—Maldición, no —respondió.

A pesar de lo que sucedió antes de que Nic se fuera a la


universidad, no había necesitado un recordatorio de su edad. No
importaba lo hermosa que se estaba volviendo en ese entonces, era
ni se mira ni se toca.

—Y deja de llamarla adolescente. Jesús. Tiene veintidós jodidos


años ahora. —Jodidamente gracias.

—Bueno, me tranquiliza escuchar eso. La edad de


consentimiento puede ser de diecisiete años para evitar un cargo
legal, pero esa pequeña ley no va a detener una bala en la parte
posterior de la cabeza. —Troy tomó un trago de su cerveza.

—Maldita sea, hermano. Eres un policía —dijo Lucian con una


risa.

Levantó un hombro.

—Diablos. Richard puede ser tranquilo y eso, pero he mirado a los


ojos de ese hombre. Mataría al hijo de puta que se metió con su hija. —
Sí, lo haría.

A Richard no le habría importado que Nic hubiera tenido


dieciocho años. Mierda, aún ahora no importaría. Gabe se retorció la
cintura, recogiendo su cerveza. ¿Por qué demonios estaba pensando en
un ahora?

Probablemente porque las tres veces que se masturbó solo esta


semana, su maldita cara apareció en el medio de ello.

106
Pero había un ahora.

Lucian sonrió mientras observaba a Gabe.

—Bueno, ella podría tener veintidós años ahora, pero siempre


será la Pequeña Nikki para mí.

—Cristo —murmuró Gabe, frotándose el pecho. Un momento


pasó—. Encontré a Parker olfateando alrededor de ella la semana
pasada.

—Que se joda Parker —murmuró Troy.

Gabe asintió mientras la culpa se agitaba en sus entrañas. Era lo


suficientemente hombre para admitir que había manejado mal a Nic
cuando se trataba de Parker. Lo había pillado desprevenido cuando la
había visto con él, ese bastardo todo en su espacio y su risa. También
había sido lanzado fuera de su juego por su reacción al verlos juntos.

Había querido desgarrar la garganta de Parker.

Y no tenía derecho a ese sentimiento ni a decirle nada a Nic al


respecto. Ella había estado en lo cierto cuando le lanzó eso a la cara, y
también era lo suficientemente hombre como para saber que le debía
una maldita disculpa por eso... y por cómo habló con ella el jueves, en
el gimnasio.

¿Qué te pasó? Ella había preguntado eso y ¿qué había dicho


él? Tú.

Jesús, había sido un imbécil y ese no era él. No era ese tipo. O
al menos no lo había sido, pero ese era el tipo en el que se estaba
convirtiendo. Esa mierda no le sentó bien. Pero sabía una maldita
cosa. Lo que había sucedido entre ellos hace cuatro años no era una
excusa. Tampoco lo era cómo su cabeza aún retorcida sobre la
mierda con Emma una excusa suficiente para como le habló. Para
cómo sabía que la hizo sentir.

—¿Qué estaba haciendo Parker en la casa? —preguntó Lucian,


la sonrisa fácil desapareció de su rostro.

—Supuestamente visitando a Dev. —Gabe terminó su cerveza y


la arrojó a un bote de basura cercano.

—Richard estaba fuera de la casa, así que Parker solo estaba


vagando por ahí.

Un músculo tiritó en la mandíbula de Lucian.

107
—¿Qué estaba haciendo con Nikki?

Gabe levantó un hombro.

—Hablando.

—Parker no visitaría a Nikki con solo charla en mente —


comentó Troy, y demonios si Gabe ya no lo sabía.

Lucian estaba callado mientras se enfocaba en una de las sillas


ornamentadas que Gabe había terminado, pero aún necesitaba
pintar.

—Sí —murmuró.

Gabe frunció el ceño, sintiendo que había más.

—¿Qué?

Pasó un largo momento.

—No lo sé. —Lucian tiró su botella vacía—. Probablemente


nada, pero hubo algo que sucedió. Lo olvidé hasta ahora. Mierda.

—¿Detalles? —Gabe se volvió hacia su hermano.

—Creo que Nikki tenía alrededor de ¿diecisiete años? Ella


estaba en la casa de la piscina. No sabía que estaba allí. Al principio
no. —Hizo una pausa—. De todos modos, entré para agarrar una
toalla. —Gabe se quedó inmóvil.

—Entré y Parker estaba allí con Nikki. Estaba en una toalla...

—¿Qué diablos? —explotó Gabe. ¿Cómo diablos era esta la


primera vez que escuchaba esto?

—Sí. —Lucian se pasó una mano por el pelo y la dejó caer—. Él


dijo que acababa de entrar, unos segundos antes que yo, y eso era
posible. Había entrado en la casa para cambiarme y acababa de salir
para ir a la casa de la piscina. Nikki no me dijo nada. Parecía
avergonzada, pero...

—¿Pero qué? —Troy se inclinó hacia adelante, dejando caer


ambos pies en el suelo.

—Pero no me cayó bien. —La mandíbula de Lucian apretó—.


Cuando le pregunté después acerca de él estando allí, había jurado
que solo estuvo allí por unos segundos. Le dije que se mantuviera
alejado de ella en ese momento. No creo que haya pasado nada.

108
Quiero decir, siento que Nikki hubiera dicho algo, pero yo... Sí, me
gustaría haber hecho más.

—¿Como golpearlo hasta el cansancio? —preguntó Troy—.


Porque me cuesta mucho creer que fueron solo unos segundos que
estuvo allí. Mierda. ¿Entras a donde hay una chica que está en una
toalla y no se supone que estés ahí? Te conviertes en Flash y sales de
allí.

Gabe apenas escuchaba lo que decían. No sabía acerca de esto.


¿Había pasado algo en la casa de la piscina? Y recordó cómo había
reaccionado Nikki antes de que la acusara de lanzarse contra Parker.
No hubo duda de la conmoción, el disgusto y... y algo más que había
visto en sus ojos.

Mierda.

Troy no se quedó mucho tiempo, deseando volver con su


esposa, y Gabe pensó que Lucian estaría justo detrás de él, ya que
parecía que no pasaba más de unas pocas horas separado de Julia.

Lucian no se fue, sin embargo. Tomó el asiento de Troy, puso


las piernas sobre la mesa de trabajo en la que Gabe estaba apoyado.

—¿Cómo has estado? —preguntó—. Realmente no hemos


tenido la oportunidad de hablar después... todo lo que pasó.

Gabe sonrió con suficiencia.

—Probablemente lo mejor, considerando todo.

—Excepto que más mierda continuó sucediendo —respondió


Lucian, meciendo sus pies—. Todo con Emma...

—No quiero hablar de Emma —le interrumpió a Lucian.

—Tal vez deberías —dijo su hermano suavemente.

Endureciendo la mandíbula, tomó el cincel con el que había


estado trabajando y lo acercó a la mesa.

Hablar de Emma, maldición, pensar en Emma siempre


terminaba de la misma manera. Bebiendo aproximadamente su peso
en whisky.

No quería pasar la noche así.

109
—Sé que es una zona de exclusión para ti, pero tienes que
sacarte esa mierda de adentro. —Hizo una pausa—. O terminarás
como Dev.

Gabe resopló mientras tiró el cincel sobre la mesa. Algunos


días deseaba ser más como Dev, que era tan cariñoso como una
serpiente de cascabel con la cabeza cortada.

—Sé que algo está pasando. No estarías aquí el sábado por la


noche si no lo estuviera —continuó Lucian—. Estarías en el Red
Stallion, encontrándote una mujer con quien pasar la noche. Quizás
dos.

Gabe se enfrentó a su hermano.

—¿Estás jugando al terapeuta esta noche?

Lucian sonrió.

—¿Que está pasando? No me mantienes desinformado. Tal vez


a Dev. Pero no a mí.

Eso era verdad. Había pocos secretos entre él y Lucian.


Caminó hacia el taburete que había estado usando y se dejó caer
sobre él, pasándose las manos por la cara. Necesitaba mantener la
boca cerrada. Eso era lo mejor que podía hacer, pero conocía a su
hermano. Acabaría por molestarle hasta el cansancio hasta que le
contara lo que estaba pasando.

Exhaló pesadamente, dejando que sus manos colgaran entre


sus rodillas.

—Tiene que ver con Nic.

La sorpresa cruzó el rostro de Lucian.

—¿Lo hace?

—Algo pasó entre nosotros.

La mirada de Lucian se agudizó. Pasó un segundo.

—¿Qué pasó entre ustedes dos? —Una breve pausa—. ¿Y


cuándo?

Dejando caer su cabeza hacia atrás, Gabe estiró la espalda.

—Mierda. No puedo creer que incluso vaya a hablar de esto.

110
—Sea lo que sea, mejor habla, porque mi cabeza va a muchos
lugares diferentes.

Gabe bajó la barbilla.

—Probablemente va en la dirección correcta.

Los ojos de Lucian se abrieron un poco y luego murmuró:

—Mierda.

Juntando los dedos, hizo algo que nunca pensó que haría
jamás: le contó a alguien más la historia de esa noche.

—Justo antes de que Nic se fuera a la universidad, vino a la


casa. Sus padres ya se habían ido por la noche, y no tengo idea de
dónde estaban Dev y tú, pero no estaban allí. Yo había estado
bebiendo. Mucho esa noche. Estaba borracho pero ¿honestamente?
La habría dejado entrar de todos modos. No fue la primera vez que
vino a mi apartamento. Sin embargo, era diferente. Era de noche.

Lucian se quedó muy, muy quieto.

—La dejé entrar, y no sé cómo sucedió —dijo, cerrando los


ojos.

Eso fue un error, porque lo que sí recordaba de esa noche


regresó en destellos. Burlándose de ella como lo haría normalmente.
Luego ella diciéndole que lo va a extrañar cuando se vaya a la
universidad. En algún momento comenzó a llorar cuando habló de
no verlo, y él la abrazó. De alguna manera, y ni siquiera podía
entender cómo, ella terminó en su regazo... y luego debajo de él.

—Pero sucedió.

—Supongo que por eso, ¿te refieres a que ustedes dos se


abrazaron?

Gabe soltó una breve carcajada, pero fue sin humor.

—Tuvimos sexo.

La única vez que Gabe había visto a su hermano sorprendido


fue cuando supieron la verdad sobre su madre y su padre. Esta era
la segunda vez que veía a Lucian en silencio, conmocionado.

Lucian levantó los pies del banco y los dejó caer pesadamente
al suelo. Su boca se abrió, pero no habló.

111
Necesitaba seguir adelante.

—Cuando me desperté horas después y ella estaba en mi


cama, al principio, no tenía ni idea... —se interrumpió, tragando—.
Me puse como loco con ella. Nic salió de allí tan rápido, y la primera
vez que la vi desde esa noche fue cuando se presentó al trabajo.

—Mierda —dijo Lucian.

—Sí. Eso lo resume todo.

Lucian lo miró fijamente.

—En realidad, estoy sin palabras. Eso nunca pasa.

—Eso no me hace sentir mejor sobre esto.

—No estoy tratando de hacerte sentir mejor. —Lucian negó—.


Ella tenía dieciocho años cuando se fue a la universidad, ¿verdad?

—Sí. Pero eso no hace una...

—Tonterías. Eso hace una diferencia. No es enorme, pero hace


una diferencia. —Su mandíbula se apretó—. ¿Estabas ebrio?

—Estaba borracho hasta la mierda. Nic jura que no se dio


cuenta de lo borracho que estaba y yo... le creo.

Su hermano parpadeó lentamente.

—¿Exactamente cuán borracho estabas para haber tenido


relaciones sexuales con la hija de dieciocho años de Livie y Richard?

—Lo suficientemente borracho como para no importarme —


respondió honestamente, y maldición, decirlo en voz alta era como
una especie de peso levantado de sus hombros. No había sido un
participante renuente. ¿Honestamente? Había estado dispuesto—.
Así de borracho.

—Mierda, hombre. —Lucian se echó hacia atrás—. ¿Y tú y Nic


hablaron de esto?

—La semana pasada cuando la vi. Estaba enojado. Nunca me


dio la oportunidad de hablar con ella sobre ello antes. Y lo intenté. La
llamé. Le envié un mensaje de texto después de que se fue, para
asegurarme de que estaba bien...

—Mierda. ¿Lo estaba?

112
—Sí —respondió con un significado pesado—. Durante cuatro
años, no pude entender qué demonios estaba pensando ella. Maldita
sea. Incluso cuando lo pienso ahora, me enojo, porque solo se fue y
me ignoró y no tenía idea si yo... —Inspiró profundamente—. Sé que
pasó estos años sin darse cuenta de que no estaba tan borracho y
que pasé estos años tratando de olvidar que incluso sucedió,
agradecido de que su padre no se haya enterado y me haya
disparado.

Lucian se rió de eso, porque sabía que era la verdad.

—Sin embargo, no estaría preocupado por eso. Él te ama. Es


su madre la que lo haría.

Una pequeña sonrisa tiró de la boca de Gabe.

—Sí, tienes razón en eso.

—Sin embargo, nunca pensaron que harías algo así. ¿Yo?


Infiernos. Probablemente se sorprendan de que no haya intentado
algo. ¿Pero tú? Nah. Nunca lo pensarían. Eres el bueno de nosotros.

Gabe levantó una ceja.

—Es verdad.

Pasó un momento hasta que Lucian parpadeó y se frotó la


cara.

—Guau. Bueno, mierda, hombre. No sé qué decir. O sea, eso es


jodido. Para ustedes dos. Tiene que ser incómodo ahora.

—Sí, no ayuda que no haya sido más que un imbécil con ella
desde que regresó. La semana pasada, cuando la vi con Parker,
jodidamente le grité. La acusé de tirársele. Entonces yo solo… sí, no
he sido amable con ella.

La mirada de Lucian se centró en él.

—¿Crees que deberías ser amable con ella?

Gabe lo pensó, realmente lo pensó.

—Durante los últimos cuatro años, quise estrangularla y


simultáneamente preguntarle si estaba bien. La he odiado por lo que
podría haber salido de esa noche, pero también tengo que asumir
responsabilidad. No es como que se resbaló y cayó sobre mi pene.
Estaba borracho, Lucian. Pero sabía que era ella. Sabía lo que estaba

113
haciendo. —Dejó escapar un suspiro entrecortado—. Eso me hace
una persona de mierda, ¿no?

—No. No lo creo. Simplemente hace que la situación sea


complicada.

—Complicada. —No parecía una palabra lo suficientemente


fuerte como para describir todo en su cabeza, pero sabía una cosa.
No odiaba a Nic ahora. No sabía qué demonios significaba eso, pero
no la odiaba.

—Bueno, ¿sabes lo que pienso? —dijo Lucian.

—Tengo miedo de preguntar.

—Creo que sabes lo que tienes que hacer. —Y luego Lucian


sorprendió la mierda de él, porque sonrió de una manera que
provocó unas quinientas campanas de advertencia en Gabe—. Sí,
creo que sí lo sabes.

114
Capítulo 10
Traducido por Mary Rhysand

—Vendería mi alma para obtener acceso a esa casa. —Los ojos


marrones-chocolate de Rosie estaban brillosos, pero no había confusión
en su voz—. Vamos, Nikki. Ayuda a una chica.

Nikki se rio mientras giraba la pajita en cualquier bebida que


Rosie la había convencido de que solo necesitaba. No tenía idea de lo
que era, lo cual no era nada sorprendente ya que estaban en Cure, un
bar en Freret Street conocido por sus cócteles únicos.

—No va a suceder.

—En serio —intervino Bree desde el otro lado de la mesa.

Ella sabría exactamente lo imposible que sería abrirle la puerta a


la combinación única de locura de Rosie. Era la hija de Bev, y mientras
Nikki sabía que Bev no chismoseaba sobre cosas que veía y oía
mientras estaba en la lavandería, Bree sabía lo suficiente cómo eran los
de Vincent.

—Nadie entra en el terreno de los de Vincent sin permiso.

Nikki nunca debió contarle a Rosie lo que pasó la semana pasada,


el vaso moviéndose por sí solo, porque ahora se hallaba más
determinada que nunca a entrar en el terreno de los de Vincent.

—¡Puedes meterme a hurtadillas! —Rosie alzó sus manos—.


Pensé que dijiste que las cámaras adentro son puro espectáculo, porque
misteriosamente no funcionan.

—No funcionan. —Ese era uno de los misterios en la casa de


Vincent. Ninguna grabación de cámara en la casa más allá de una
cámara de teléfono. Sabía que tenían electricistas y técnicos allí
muchas veces a lo largo de los años, y nadie podía explicar por qué—.
Debido a los fantasmas.

—¡Exactamente! —Rosie estampó sus manos en la mesa,


estremeciéndola. Las personas en la mesa detrás de nosotros voltearon
a vernos—. Es por eso que necesito entrar en allí con EPN.

115
EPN era diminutivo de Exploraciones Paranormales Nueva
Orleans, el equipo con el que Rosie trabajaba. Nikki resopló una risa y
no sonó atractiva, pero no pudo evitarla.

—Devlin tendría un derrame cerebral si permitiría que un equipo


de investigación paranormal entrara a su casa.

—Ajá. —Bree asintió, enviando sus trenzas apretadas sobre sus


hombros—. Lo tendría. Solo conocí a ese tipo una vez y lo sé. Demonios,
ni siquiera me dejan entrar a la casa, y mi madre ha trabajado para
ellos durante décadas.

—Ugh. —Rosie colocó su barbilla en su puño—. Me afectaría la


cabeza si eso me consigue entrar en esa casa.

—No puedes decir eso —dijo Nikki secamente y era verdad. Rosie
era descendiente colonial de Luisiana y tenía el cabello más hermoso
color miel que hubiera visto—. Entonces eso no sería exactamente un
sacrificio.

—De acuerdo. —Bree terminó su bebida.

Nikki le puso los ojos en blanco.

—Como si no pudieras hacer lo mismo. Yo, por otra parte, luciría


como un desastre ardiente.

—Tú siempre luces un paso atrás de ser un desastre ardiente. —


Bree sonrió cuando Nikki le arrojó una servilleta—. Mierda. —Bree
comprobó la hora en su teléfono—. Me tengo que ir. Tengo que trabajar
en la mañana. —Ignorando a sus jefes, se bajó del taburete y les dio un
rápido beso en la mejilla—. No se diviertan sin mí.

Rosie se rio y asintió hacia Nikki.

—Como si esta de aquí siquiera saber lo que es divertirse.

Bree rio.

—Demasiado cierto. Cuídense.

—Sé lo que es divertirse —dijo Nikki después de ondearle sus


dedos en un adiós a Bree—. Me divierto de vez en cuando.

Rosie arqueó una ceja mientras apartaba un rulo de su cara.

—Cariño, ¿cuándo fue la última vez que tuviste una cita?

Ja. Arrugando su nariz, tenía que pensarlo muy bien.

116
—Um, tuve una… en marzo, ¿creo?

—Eso fue hace siete meses.

—¿Y? Estaba ocupada con los finales y luego mudándome de


vuelta a casa. —Bebió más de lo que sea que fuera esa cosa—. ¿Qué
contigo?

—Anoche. —Sonrió Rosie—. No pasamos la noche juntos. —Se


encogió de hombros—. Pero fue lindo.

—Lindo —rio Nikki, pero salió más como un resoplido, lo que


significaba que era tiempo de parar la bebida. Suspirando, la apartó.

Rosie la estudiaba de cerca.

—¿Cómo están las cosas con Gabe?

—Ugh —gimió. Rosie sabía sobre Gabe… sabía todo. Su confesión


ocurrió una noche hace unos años donde una botella de tequila había
sido consumida en su totalidad entre ellas. Rosie era la única persona
que sabía lo que pasaba—. Nada bueno.

Rosie estiró una mano. Brazaletes naranjas y negros chocaron


cuando palmeó a Nikki en el brazo.

—Háblame.

Inclinándose hacia adelante, así Rosie podía oírla, Nikki le contó


sobre la confrontación en la cocina y luego lo que pasó ayer. Cuando
terminó, Rosie dejó salir un bajo silbido.

—Maldición, chica, no sé qué decir.

—Exactamente —murmuró Nikki—. Estoy tratando de


mantenerme alejada de él y lo he hecho. Excepto cuando no tengo
opción, pero…

—¿Pero qué?

Alzó sus hombros.

—Sé que lo he estropeado, pero yo… yo solo deseo que no fuera


así. Es decir, estoy enojada con él. Lo que me dijo ayer no fue lindo.

—Exactamente, no lo fue.

Jugó con la punta del menú de bebidas mientras risas explotaban


en el bar.

117
—Pero deseo que las cosas sean de la forma en que eran entre
nosotros. Él es un buen tipo. Me refiero, fácilmente podría haberme
ignorado como lo hicieron sus hermanos en su mayoría, pero no lo hizo.
Fue bueno conmigo, siempre hacía tiempo cuando sabía que estaba
siendo molesta.

—Tienes que entender que el pasado es el pasado. No hay vuelta


atrás —dijo—. Tienes que aceptarlo y dejarlo ir.

Niki lo sabía. También sabía que era más fácil decirlo que hacerlo.

—En serio, Nikki. Te conozco desde hace unos años. Eres una
buena mujer, y es tiempo de que consigas algo bueno.

Nikki abrió su boca.

Rosie continuó:

—No dejas que ningún tipo bueno se te acerque. ¿Y el pobre


Calvin? Era un buen tipo, Nikki. No era un mujeriego.

Se estremeció ante la mención de su ex novio.

—Fue paciente y comprensivo, pero no lo querías. Pudiste haberte


enamorado de él, pero no te permitiste amarlo.

Levantó su mirada para ver a su amiga y su estúpida garganta


empezó a cerrarse. Rosie estaba lanzando bombas de verdad como si
fuera el Día-D1.

—No serás capaz de seguir adelante, divertirte, y tal vez encontrar


a alguien hasta que dejes ir toda esa basura. —Rosie sonó
sorpresivamente sobria en ese momento—. Tenías dieciocho y cegada
por tu primer amor. Has tomado decisiones estúpidas debida a ello. No
mataste a alguien. No planeaste engañarlo. Simplemente pasó. Deja de
castigarte.

Sus labios se alzaron en una débil sonrisa.

—Me vas a hacer llorar.

—No lo hagas. Arruinarás tu mascara, y luego no tendrás nada de


oportunidad de tener diversión esta noche.

1
N.T. Hace referencia al día del Desembarco de Normandía durante la segunda guerra
mundial. Con el nombre en clave de la Operación Neptuno y, a menudo denominado
Día D, fue la invasión marítima más grande de la historia.

118
Niki rompió en risas.

—No voy a divertirme hoy.

Un chico que pasaba cerca la miró con interés. Se detuvo.

—No podrías con ella —dijo Rosie, desestimándolo—. Sigue


adelante.

—Oh, Jesús. —Nikki tragó una risa—. Gracias. Creo que… que
necesitaba escuchar todo eso.

—Lo necesitabas. —Acercándose, Rosie la besó en la mejilla—.


Eres demasiado joven para vivir como si tuvieras mi edad, porque ni
siquiera a mí me gusta eso. Ahora ordenemos un trago.

Afortunadamente, su noche de tragos se detuvo de una vez y no


se convirtió en el tipo de noche en que terminas en el Barrio Francés,
tropezando con lo que definitivamente no eran charcos de agua.

Aunque la noche había sido buena. Nikki realmente se dio cuenta


cuando se despidió de Rosie, que se dirigía a la casa de un amigo en
lugar de a su apartamento en Chartres. Se había castigado el tiempo
suficiente por ser joven, tonta y enamorada una vez. Ya no. A partir de
ahora, lo dejaría ir. Todo ello.

Afortunadamente su nuevo motor en la vida no estaba impulsado


por coraje líquido.

Llamó a un Uber mientras salía del bar, pero mientras


escudriñaba la calle, no vio el Prius verde que se suponía vendría a
recogerla. Comprobando su aplicación, suspiró cuando vio que el carro
aún se encontraba en Canal, atorado en el tráfico.

Le iba a tomar quince minutos o más al conductor para llegar a


Uptown. Suspirando, se cruzó de brazos mientras miraba los bancos a
lo largo del edificio. La mayoría de ellos estaban llenos de gente
charlando y fumando.

Al menos era una linda noche, sin lluvia y no era ridículamente


calurosa. Se acercó a la acera y miró por Freret, espiando a una gran
multitud cerca de donde solía estar el teatro de comedia. ¿Qué estaban
haciendo? Probablemente un artista callejero o una sobredosis. Uno
nunca sabía en Nueva Orleans. Se echó el pelo hacia atrás detrás de la
oreja, miró hacia otro lado y levantó la cabeza. Las estrellas estaban
fuera, luchando contra las luces parpadeantes de la ciudad. Cuando

119
había estado en Tuscaloosa, había extrañado las vistas y los sonidos de
Nueva Orleans.

Comenzó a mirar su teléfono, pero se detuvo cuando una


sensación extraña se deslizó por su nuca. Girándose hacia un lado, casi
esperaba encontrar a alguien caminando detrás de ella, pero no había
nadie allí. Nadie realmente le prestaba atención, pero no podía evitar la
sensación de tener ojos perforando agujeros en la espalda. No hasta que
el Prius verde finalmente apareció. No hasta que volvió a casa, segura
en la cama.

Se sentía como si Nikki solo hubiera dormido por un par de horas


cuando hubo un toque en la puerta de su cuarto. Seguido por su padre
llamándola.

Apartando las sábanas de su cabeza, se sentó, haciendo una


mueca cuando el áspero sol de la mañana le molestó la vista.

—¿Sí? —dijo con voz ronca, y luego gimió. Sonaba terrible—.


¿Qué papa?

—¿Estás despierta? —preguntó él.

Uh, ahora lo estaba. Incorporándose, se apartó el pelo enredado


del rostro.

—Sí. Puedes entrar.

La puerta se abrió y su padre metió su cabeza.

—Tienes una visita.

—¿Qué?

Lo miró de reojo y luego el reloj en su mesita de noche. Eran las


nueve de la mañana. Nadie que conociera estaría en su casa a las nueve
de la mañana de un domingo.

La cara de su padre se hallaba extrañamente blanca.

—Es una visita bien extraña… —Miró sobre su hombro—. Ven


abajo.

Observó mientras su padre cerraba la puerta.

—¿Qué demonios?

120
El aire a su alrededor no respondió, así que después de un
momento de sentarse allí tratando de despejar las telarañas de sueño
de su mente, tiró las mantas y balanceó las piernas sobre el borde de la
cama. Se dirigió hacia su baño, pero decidió no hacerlo. Quienquiera
que estuviera en el piso de abajo no necesitaría un cabello cepillado o
una cara fresca. Y como llevaba pantalones de franela sueltos y un
camisón con un sujetador incorporado, todo lo que agarró fue una
chaqueta de punto ligera.

Ahogando un bostezo, se dirigió por el estrecho pasillo y la


escalera. Se metió en la cocina, aliviada cuando olió a café.

Iba a necesitar un galón de esa cosa y un manojo de aspirinas.

Arrastrando una mano sobre el tapiz desgastado en el acogedor


comedor, se fue a la derecha y luego apareció la cocina.

Nikki se detuvo de repente.

¿Aún se hallaba borracha de anoche? ¿Había bebido más de lo


que se daba cuenta? Porque ese tenía que ser el caso.

Esa era la única opción, porque no había forma en que Gabriel de


Vincent estuviera sentando en la cocina de sus padres un batido frente
a él.

121
Capítulo 11
Traducido por Taywong

Gabe apenas podía mantener la sonrisa fuera de su rostro. Era


una lucha, y terminó apretando los dedos sobre su boca, porque Nic
parecía muy confundida. No podía culparla por eso. Y también se veía...
adorablemente arrugada. Como si acabara de salir de una cama y
venido aquí.

De pronto, sus amplios ojos se enfocaron.

—¿Qué está pasando? —Su mirada rebotó alrededor de la cocina,


aterrizando donde estaba su padre, sirviéndose una taza de café—.
¿Mamá está bien?

—Tu madre está en cama —contestó su padre, apartándose del


mostrador—. Se siente un poco deprimida, pero está bien.

—De acuerdo. —Miró a Gabe, la preocupación apareciendo en su


rostro—. ¿Está todo bien de tu parte?

Eso lo sorprendió. Después de la forma en que la había tratado,


no podía creer que incluso le importara si las cosas no iban bien.

—Sí, lo están.

Su boca se abrió, pero no habló, y Gabe se encontró mirando


fijamente su boca. No había notado lo llenos que eran sus labios.
Regordetes, en realidad. O tal vez lo notó y solo nunca lo reconoció
antes.

Probablemente esto último.

—Dice que estaba en el vecindario y pensó en pasar a saludar —


contestó su padre, con tono inexpresivo—. Aunque no puedo
imaginarme por qué estaría en nuestro vecindario a las nueve de la
mañana de un domingo.

No fue el mejor razonamiento que se le ocurrió.

—Estaba conduciendo por ahí. No podía dormir y me encontré


cerca de aquí. —Esa parte no fue exactamente una mentira, pero su

122
presencia aquí no fue por accidente—. Compré un batido. Fresa. —Nic
lo miró fijamente.

Su padre aclaró su garganta mientras se arrastraba sobre los


pisos de baldosas en sus pantuflas.

—Estaré arriba —anunció, palmeando el hombro de Nic—. Si


necesitan algo.

Gabe sonrió a su padre y esperó hasta que desapareció a la vuelta


de la esquina para hablar.

—Todavía te gustan los batidos, ¿verdad?

Ella todavía estaba mirándolo fijamente.

—¿Estás... drogado?

—¿Qué? —rio—. No.

Nic miró por encima de su hombro y pasó un momento.

—¿Estás seguro de eso?

Luchando con una sonrisa, asintió.

—Así que, ¿estabas conduciendo por ahí y decidiste comprar un


batido y traérmelo?

—Sí. —No pudo parar la sonrisa ahora. No con esa mirada


completamente deslumbrada en su rostro—. ¿Es tan difícil de creer?

—Sí. —Luego asintió para que le diera más énfasis—. Sí, lo es.

El estómago de Gabe se apretó ante su honesta respuesta y su


sonrisa se desvaneció.

—Quería hablar contigo.

Nic se quedó muy quieta y, después de un largo momento, casi


esperaba que le pidiera que se fuera. Si lo hacía, estaba a punto de
ponerse incómodo, porque no se iría hasta que hablaran.

Pero luego ella recogió los bordes del fino suéter gris y lo metió
alrededor de su cintura.

—Podemos salir por la puerta trasera. Probablemente todavía esté


fresco afuera.

123
—Lo es. —Levantándose de la silla, tomó el batido y caminó
alrededor de la mesa—. No ha cambiado mucho aquí.

Ella lo miró con recelo.

—No, no lo ha hecho. —Salió a una sala llena de fotos de ella, a


través de los años—. Me gusta.

—¿En serio? —dijo Nikki secamente.

—Sí, es acogedor. Es... real.

Gabe revisó las fotos mientras ella se dirigía hacia la puerta


trasera. Una llamó su atención. Era un retrato de último año, por lo que
parecía. La amplia y orgullosa sonrisa en su rostro de duendecillo no la
había visto en mucho tiempo.

—Se nota que una familia vive aquí.

Nic lo miró por encima del hombro, pero él no respondió. Sin


embargo, estaba diciendo la verdad. Solo había estado una vez antes, y
ese había sido un viaje breve, pero para él olía igual. Como pastel de
manzana. La casa de su familia, por otro lado, olía a desinfectante y a
lino fresco. Siempre. Y no había fotos. Sin rostros sonrientes. No fuera
de donde alguien pudiera verlas.

Cuando Gabe era más joven y estaba con Emma, siempre pensó
que esto era lo que finalmente tendría con ella. Una casa más pequeña
que el complejo de Vincent, más cálida y llena de fotos de ellos en las
vacaciones y, finalmente, enmarcadas con fotos de sus hijos, retratando
cada momento importante.

No obtuvo eso.

Nunca iba a conseguirlo.

Nic abrió la puerta y salió a un pequeño patio que daba a un patio


estrecho. En la parte superior, un toldo cubierto de hiedra proyectaba
una gruesa sombra sobre las viejas sillas de hierro y el columpio de
madera, bloqueando el sol de la mañana.

El batido estaba empezando a mojarle los dedos.

—¿Quieres esto?

Ella lo miró y luego se lo arrebató de sus manos como si él fuera a


quitárselo.

124
—Gracias —murmuró ella, agarrando el contenedor de plástico y
retrocediendo hasta el columpio. Se sentó—. Estoy bastante segura de
que mi padre no cree que estuviste ahí fuera, solo conduciendo sin
rumbo.

Él la miró durante un momento y luego se sentó en una de las


viejas sillas frente a ella.

—¿Recuerdas la última vez que estuve aquí?

Sin responderle, ella tomó un sorbo del batido de la pajita.

—Tenías dieciséis años y te emborrachaste en la casa de tu


amiga.

—No estaba borracha —refunfuñó después de un momento—.


Estaba alegre.

Gabe luchó para que sus labios no se le salieran con una sonrisa.

—Estabas borracha, Nic. Si mal no recuerdo, fue la primera vez


que bebiste de verdad. Me llamaste porque tú y tu amiga se pelearon y
querías irte a casa, pero no querías despertar a tus padres. —Hizo una
pausa—. Me llamaste y vine.

Varios mechones de cabello habían caído hacia delante,


protegiendo su rostro mientras seguía bebiendo el batido. Maldita sea.
Su cabello se había alargado mucho más.

—Vomitaste en mi auto —añadió él.

Nic dejó de sorber.

—Y luego lloraste, porque tenías miedo de que me enfadara


contigo. —Y se había vuelto loco. No es que haya vomitado en su
Porsche, sino porque había estado bebiendo tanto en primer lugar.

Ella levantó la cabeza.

—¿Hay alguna razón por la que estés hablando de esto?

Él mismo no estaba seguro, así que levantó un hombro.

—Te traje a casa. Tu padre estaba despierto. Pensé que te iba a


encerrar de por vida después de eso. —Nic volvió a atacar su batido—.
Hubo muchas veces como esa. Tú llamaste. Vine. Ni siquiera pensé en
cómo se vería eso para los forasteros. Hombre adulto respondiendo a la
llamada de una adolescente que no estaba emparentada con él.
Pensándolo ahora, eso debería haber levantado algunas banderas rojas.
125
—Pensaste en mí como una hermana —murmuró alrededor de la
paja—. No estabas siendo un pervertido.

—Cierto. —Observó la ligera brisa jugar con su cabello.

—¿Por qué estás aquí? No puede ser por esto, este paseo por los
recuerdos. Viniste a hablar de otra cosa.

Había mucho de lo que necesitaban hablar.

Esta conversación podría haber esperado, pero Gabe no esperaba


las cosas que sabía que tenía que hacer. Había querido buscarla
anoche, pero había sido tarde, y por lo que parecía, Nikki no habría
estado en condiciones de tener una conversación seria.

Lo que le hizo sentir mucha curiosidad por saber qué diablos


había estado haciendo anoche.

—Pareces un poco resacosa.

Ella miró a través de las pestañas que él no recordaba fueran tan


gruesas antes.

—Un poco.

Sus ojos se entrecerraron y se encontró con que le gustaba la idea


de que ella bebiera ahora tanto como cuando era más joven.

—¿Qué estabas haciendo?

Bajó el batido, que parecía una gran hazaña considerando que la


mitad de este ya había desaparecido.

—Me encontré con unos amigos en Cure.

—Bonito lugar. —Muchos de los jóvenes locales iban allí—.


¿Llegas tarde?

—En realidad no. —Sus cejas estaban arrugadas juntas, como si


estuviera tratando de averiguar el propósito detrás de lo que él estaba
diciendo—. ¿Por qué estás aquí, Gabe?

Su actitud no le molestaba. Igual que no le molestó cuando ella le


dijo que limpiara sus propias habitaciones. Había hecho otra cosa
completamente diferente. Ahora estaba haciendo otra cosa. Se inclinó
hacia delante en la silla.

—Gustabas de mí.

126
—Gabe…

—Solo escúchame, ¿de acuerdo? No estoy aquí para hacerte


sentir como una mierda, y entiendo que probablemente pienses que lo
estoy. No te he dado ninguna razón para creer lo contrario, pero no lo
estoy. Solo quiero... hablar.

La mirada de sospecha se apartó solo un poco de su rostro.

—Entonces habla.

Gabe reprimió una sonrisa.

—Gustabas de mí, y yo sabía que lo hacías. Pensé que era


inofensivo.

Nikki visiblemente se tensó.

—¿Y esa noche, cuando viniste a mí? —Su voz bajó de tono—.
Cuando te dejé entrar, no fue como si hubiera olvidado que tenías esos
sentimientos. No debería haberte dejado entrar. Voy a asumir la
responsabilidad de eso. No estaba tan borracho que olvidé quién eras.
—Ella bajó el batido a su regazo—. Sé que ambos dijimos cosas sobre
esa noche, pero no he dicho lo que realmente había que decir —
continuó, tratando de no darse cuenta de cómo un rubor rosado se
deslizaba por sus mejillas—. Estaba borracho, pero no tan borracho que
no supiera lo que estaba haciendo.

Los labios de Nikki se abrieron en una aguda inhalación que se


perdió con la brisa.

Él respiró profundamente.

—Estaba tan borracho que no me importaba.

Nic parpadeó lentamente.

—Entonces, ¿por...? ¿Por qué...?

—¿No te lo había dicho antes? No lo sé. No lo sé. Fui un imbécil al


respecto. No hay excusa.

La frente de ella se arrugó de nuevo y parecía que estaba a punto


de decir algo, pero cambió de opinión.

—Ambos cometimos errores esa noche. No fuiste solo tú. Quiero


que sepas eso —dijo, en serio—. Necesito que lo sepas. Es importante...
para mí.

127
La garganta de Nic tragó con fuerza mientras miraba hacia otro
lado. Su voz apenas superaba un susurro cuando dijo:

—Yo... me odié por esa noche.

Hubo un movimiento de torsión en el pecho de él y se estaba


moviendo antes de que supiera lo que estaba haciendo. Cruzó la
distancia entre ellos y se sentó en el columpio a su lado, aliviado de que
la vieja cosa no se derrumbara cuando su mirada de ojos abiertos chocó
de nuevo con la suya.

—Para —dijo en voz baja mientras ella hablaba—. Deja de odiarte.


Los dos hicimos mal. Se acabó. Está en el pasado.

—Pero… me odias...

—No, no lo hago. —Por muy jodido que fuera, parte de él deseaba


que lo hiciera, porque entonces todo este lío sería más fácil de
manejar—. No te odio, Nic. Y espero que tú no me odies. No es que te
culparía si lo hicieras. He sido un maldito imbécil contigo y lo siento por
eso.

—No podía odiarte —contestó rápidamente, y el rosa en sus


mejillas aumentó—. Quiero decir, no te odio.

—Bien. —El alivio se asentó en sus músculos, aliviando la tensión


alrededor de su cuello. Tal vez podría ser capaz de dormir más allá de
las cuatro de la madrugada ahora.

—Pero sí, has sido un imbécil —agregó.

Gabe arqueó una ceja mientras miraba hacia otro lado. Su mirada
estaba atrapada por el esmalte de uñas en los dedos de sus pies. Eran
de color azul azulado.

—Lo sé. Pero ya no voy a ser un imbécil. No cuando quiero que


seamos amigos.

—¿Amigos? —chilló como un pequeño juguete. Lindo.

—Amigos —repitió él.

Había una buena posibilidad de que todo esto fuera algún tipo de
alucinación y tal vez, solo tal vez, ella y Rosie no se hubieran detenido
en un trago anoche y ahora estaba teniendo conversaciones imaginarias
con Gabe.

128
Eso tenía más sentido que él estando en su casa, con un batido,
pidiendo ser su amigo.

Gabe la miró, chupando el labio inferior entre los dientes.

—¿Quieres que seamos amigos? Si no, este convoy probablemente


se volverá muy incómodo.

Su estúpido corazón se apoderó de ella y abrió la boca para gritar


sí, podrían ser amigos, pero se detuvo.

¿Podrían ser amigos?

Mejor aún, ¿podría ser amiga de él, después de todo? ¿Quería


serlo? ¿Después de decidir anoche que tenía un nuevo lema en su vida?
Espera. ¿Cuál era ese lema? No podía recordarlo, pero estaba segura de
que no incluía ser amiga de Gabe.

—¿Nic? —Su mirada buscó su rostro.

—¿Cómo? —dejó salir—. Y no estoy hablando de lo que pasó entre


nosotros. ¿Cómo podemos ser amigos? Eres un de Vincent. Mis padres
son el personal de tu casa.

Las esquinas de sus labios se giraron hacia abajo.

—¿Y qué? Eso nunca ha sido un problema antes.

—Bueno, yo también era una niña molesta por la que te sentías


mal.

Su ceño fruncido aumentó.

—No me sentía mal por ti.

Ella resopló.

—Lo que sea. Lo que intento decir es que ya no tenemos nada en


común. —Levantó el batido—. Ahora sé nadar, Gabe.

—No me importa si no me necesitas para clases de natación. —Se


acercó, quitándole el batido.

La boca de Nikki cayó abierta. ¡Se llevó su batido!

Todavía quedaban al menos dos buenos sorbos. Ugh.

—Y creo que tenemos mucho en común —continuó él.

—¿Cómo qué?

129
—Ambos sabemos cómo tomar un bloque de madera y convertirlo
en algo asombroso. —Ya no, pero Nikki no dijo eso—. Y bueno, ambos
podemos beber legalmente ahora —bromeó.

Sus cejas se levantaron.

—¿Eso es literalmente lo mejor que se te ocurre?

Gabe sonrió mientras levantaba el batido.

—Estaba bromeando.

Se quedó sin habla mientras él doblaba esos maravillosos labios


sobre la pajita y terminaba su bebida, usando la pajita de la que ella
acababa de beber.

Bien.

Los amigos hacían eso. Compartían bebidas y cosas así.

Pero, ¿por qué de repente, sus partes femeninas estaban muy


despiertas?

Ignoró esas partes idiotas de ella.

—Ahora trabajo para tu familia, Gabe. Tu hermano es mi


empleador.

Él resopló.

—Si ese realmente fuera el caso, no me habrías dicho que


limpiara mis propias habitaciones.

—Bueno, deberías estar limpiando tu propio apartamento. Quiero


decir, vamos. No estás tan ocupado que no puedas limpiar lo que haces
o servirte tu propia comida.

Una profunda risa surgió de él, y su pecho se sujetó al sonido.


Esa risa. Maldita sea.

—Verás —dijo él, inclinándose y colocando el batido vacío en la


mesa de hierro estilo bistró—. Si realmente te consideraras una
empleada, esas palabras nunca saldrían de tu boca. Pensarías en ellas,
pero no las dirías.

—Lo que sea —murmuró, manteniendo los brazos apretados a los


costados, para no tocarlo accidentalmente.

—Y, por cierto, normalmente no tengo mis cenas servidas.

130
—¿Qué? —Su cabeza se inclinó hacia él.

Estaba tan cerca, tan cerca que ella podía ver esas líneas tenues
alrededor de sus ojos que no habían estado allí hace cuatro años.

—Suelo conseguir mi propia comida a menos que sea una ocasión


especial. Nunca he permitido que tus padres me sirvan.

—¡Me tenías a mí sirviéndote! —exclamó—. Me tuviste dándote


tanta agua que me preocupaba que tuvieras una infección renal.

Gabe soltó otra risa fuerte.

—Estaba siendo un imbécil.

—¡Sí, lo estabas! —Sin pensarlo, le dio una palmada en el brazo lo


suficientemente fuerte como para que le picara palma de la mano.

—Oye. —Todavía se estaba riendo entre dientes—. Ahora me estás


pegando, así que solo estás probando mi punto.

Sus ojos se entrecerraron y luego hizo probablemente la pregunta


más importante.

—¿Por qué quieres ser mi amigo? Quiero decir, aprecio que te


disculpes y aclares las cosas. Confía en mí. Nunca entenderás cuánto...
—Su voz se quebró, y aclaró su garganta. No iba a dejarle ver lo mucho
que eso significaba—. Necesitaba eso, pero solo podríamos... estar
tranquilos el uno con el otro. Ya sabes, no ser malos el uno con el otro.
No tenemos que ser amigos.

Su mirada encontró el camino de regreso a la de ella.

—¿Pero y si eso es lo que quiero?

Un temblor bailó entre sus omóplatos. Sus miradas volvieron a


chocar y se mantuvieron.

—¿Por qué? —susurró—. ¿Por qué querrías eso?

Su mirada bajó y por un latido de corazón, pensó que él estaba


mirando a su boca, pero eso no tenía ningún sentido. Entonces su
mirada se volvió a fijar en la de ella.

—¿Honestamente?

—Honestamente.

131
—Yo... no lo sé —dijo, y bajó sus pestañas—. Solo sé lo que
quiero.

Nikki realmente no tenía respuesta a eso.

Esa media sonrisa volvió.

—Y también podrías estar de acuerdo con ello.

—¿Por qué?

—Porque soy un de Vincent —dijo—. Y siempre conseguimos lo


que queremos.

Lo miró fijamente, insegura de qué hacer con lo que estaba


diciendo.

—¿Es eso cierto?

—Cierto.

Sus labios temblaron mientras miraba hacia otro lado.


Honestamente, no sabía qué decirle. ¿No fue anoche cuando le dijo a
Rosie que quería que las cosas volvieran a ser como antes de esa
noche? Gabe le estaba ofreciendo eso a ella, pero la forma en que la
había tratado desde que había estado de regreso la había herido y Gabe
no era el mismo tipo que recordaba. ¡Ni estaba… mierda! Salió
disparada del columpio.

—¿Qué hora es?

—No lo sé. —Se inclinó hacia atrás, sacando su celular del


bolsillo—. Son casi las diez…

—Maldita sea. Voy a llegar tarde.

—¿Tarde para qué? Es domingo.

—Sé qué día es hoy. —S apresuró hacia la puerta trasera—.


Tengo que irme.

—Nic. —Gabe se levantó.

Ella abrió la puerta de golpe.

—Tendremos que retomar esta conversación más tarde.

O tal vez nunca.

Nunca sonaba bien.

132
—¿Qué estás haciendo? —demandó Nikki mientras se acercaba
un poco, las llaves de su auto en una mano y el bolso en la otra.

Gabe bloqueó su acceso a la puerta del conductor de su auto. En


realidad, estaba apoyado en él, sus brazos cruzados sobre el pecho y
tobillos cruzados. Se había puesto un par de lentes de sol de aviador
plateadas, y por mucho que odiara admitirlo, se veía bien con ellas.

Realmente bien.

Había pasado un poco menos de una hora desde que dejó a Gabe
en el porche trasero, con el tiempo justo para ducharse, secarse el
cabello a medias y tirar de este en un moño. Pensó que se había ido, y
sinceramente, ni siquiera tuvo tiempo de pensar en su conversación.

—Esperando —contestó—. Por ti.

Caminando alrededor de un pequeño gnomo de jardín que su


mamá tenía en la acera, se acercó a él.

—Realmente no tengo tiempo. Voy a...

—Al refugio para pasear a los perros —intervino—. Lo sé. Tu


madre me lo dijo mientras la visitaba. —¿Nikki ni siquiera había visto a
su madre esta mañana y Gabe sí? Algo estaba mal con eso.

—Entonces sabes que tengo que irme.

—Sip. —Se alejó de su auto—. Y yo conduciré.

—¿Qué? —Bajó las llaves.

—Voy a ir contigo. —Se puso delante de ella, bloqueando el sol de


la mañana—. Tiempo de amistad de calidad.

Las cejas de Nikki se arrugaron juntas.

—Sé que ya te lo he preguntado, pero te lo volveré a preguntar.


¿Estás drogado?

Su risa la sorprendió de nuevo, porque era otra risa de verdad. Se


movió y antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, le
arrancó las llaves de entre los dedos y agarró su mano.

Sorprendida, dejó que él la guiara a su nuevo y mucho más


bonito auto.

Un Porsche.

133
De qué tipo, no tenía ni idea, pero sabía que probablemente
podría alquilar un apartamento por varios años por el costo de uno. Un
apartamento muy bonito. Solo soltó su mano para abrirle la puerta del
pasajero. Ella no entró.

—¿Qué estás haciendo, Gabe?

—Estoy bastante seguro de que acabamos de tener esa


conversación. ¿Vas a ir al refugio, al que está en la autopista Jefferson?

—Sí, pero…

—Voy a ir contigo.

—Por qué irías...

—Siempre necesitan voluntarios, ¿verdad?

—Sí, pero no has rellenado ninguna de sus solicitudes.

—¿Me rechazarían? —Una media sonrisa apareció mientras


señalaba al asiento delantero—. ¿A un de Vincent?

Definitivamente no rechazarían a un de Vincent, pero ese no era


el punto.

—Mira, entiendo que quieras probar que vamos a ser amigos para
siempre, pero esto no es necesario.

—Con la forma en que el sarcasmo gotea de tu voz, esto es


necesario —contestó Gabe, y puso los ojos en blanco—. Y honestamente
no tengo nada más que hacer. Estoy despierto. Quiero sentirme útil y
todo eso, y cuanto más tiempo estés aquí discutiendo conmigo, más
tarde llegarás.

Mil réplicas llegaron a la punta de su lengua, pero tenía razón.


Cuanto más tiempo llevara aquí, más tiempo tendrían que esperar esos
perros antes de salir de sus perreras.

No pudo evitar pensar que él estaba tramando algo, pero pensó


que en el momento en que se diera cuenta de que tenía que limpiar lo
de los perros, probablemente se arrepentiría de su elección.

Así que, Nikki sonrió alegremente y luego pasó por delante de él,
deslizándose hacia el asiento delantero del auto.

—Bien. Vamos.

134
Sinceramente, Gabe no tenía ni idea de por qué iba a ir con ella al
refugio. Pensó que había formas más fáciles y menos complicadas de
demostrar que iba en serio en cuanto a querer enmendarlo, pero
adivinó que cuando realmente lo pensó, había sido la duda y el recelo
en la voz y los ojos de ella.

Nikki no le había creído, y no podía culparla por eso. Así que,


estaba un poco sorprendido de que ella cediera. Casi esperaba que lo
golpeara, tomara sus llaves y corriera a su auto. Algo que habría hecho
cuando era más joven.

Aceptó su presencia con bastante facilidad y su silencio lo dejó un


poco nervioso, pero había algo de lo que todavía quería hablar con ella.

Mientras se alejaba de la acera, la miró. Estaba sacando un par


de lentes de sol de su bolso.

—Lucian está en casa —dijo él—. Aún no has tenido la


oportunidad de conocer a Julia.

—No. —Se puso los lentes de sol.

—Te gustará.

Nic le echó un vistazo. Pasó un momento.

—Tengo que admitir que me sorprendió cuando oí que tenía una


relación seria. No me esperaba eso.

Gabe rio entre dientes mientras frenaba en el semáforo.

—Estoy seguro de que nadie esperaba eso, pero tuvo mucha


suerte con Julia. Es una buena mujer.

—¿Nada como Sabrina? —preguntó.

Él resopló.

—A leguas de ella.

Nic sonrió ante eso.

—Eso es un alivio.

La luz se puso verde.

—Así que Lucian y yo estuvimos hablando anoche y me dijo algo


que pasó cuando eras más joven. Dijo que los sorprendió a ti y a Parker
en la casa de la piscina.

135
—¿Qué? —Se echó hacia atrás, presionando contra el asiento de
cuero—. Lo hizo, pero yo…

—Lo sé. —Gabe pensó que probablemente podría haber abordado


mejor este tema—. Lucian no insinuó que le dieras la bienvenida a
nada. —Hizo una pausa, preguntando qué sabía que necesitaba,
incluso si no estaba seguro de cómo manejaría la respuesta—.
¿Parker... intentó algo contigo?

Nic se quedó callada durante tanto tiempo que la miró. Ella


estaba mirando sus manos. Estaban envueltas en puños apretados.

Su estómago se apretó.

—¿Nic?

Ella levantó su barbilla.

—Entró cuando me estaba cambiando y se volvió… amigable.

Los músculos de Gabe se tensaron a lo largo de su columna


vertebral mientras se concentraba en el camino. Otra luz roja.

—¿Amigable?

—Me agarró e intentó... —se interrumpió.

—¿Intentó qué? —insistió suavemente, el volante crujiendo bajo


su mano.

Nic se retorció en el asiento hacia él.

—¿Es por eso que viniste esta mañana? ¿Porque Lucian te habló
de Parker?

—No. —No dudó—. Vine a disculparme por ser un imbécil.

—¿Y?

Su mandíbula se tensó mientras miraba a la luz. Solo habían


llegado a dos cuadras de su casa.

—Y sí, quería preguntarte sobre Parker. Solo para que lo sepas,


esas dos cosas no son mutuamente excluyentes.

Ella no respondió cuando se enderezó en su asiento.

Gabe suspiró.

—¿Vas a decirme qué pasó, Nic?

136
—Estaba siendo un cretino como siempre —dijo finalmente, con
voz tensa—. Diciéndome que me estaba poniendo muy guapa y
coqueteando conmigo. Fue raro y asqueroso, y...

—¿Y qué?

—Nada más. Lucian entró.

Gabe no estaba seguro de si la creía o no.

—Siento lo que pasó. Ojalá hubieras dicho algo. Me habría


encargado de ello. Me aseguraría de que no mirara en tu dirección ni
una sola vez. Nic, yo…

Sonó como un disparo, interrumpiendo a Gabe. Nic chilló


mientras la mirada de Gabe se dirigía hacia la ventana del pasajero.
Una grieta se astilló y luego el vidrio explotó.

137
Capítulo 12
Traducido por Yiany & Taywong

Nikki levantó las manos y se cubrió la cara, pero llegó demasiado


tarde. Pequeños fragmentos de vidrio se abalanzaron sobre sus mejillas
y lentes de sol, lloviendo sobre ella.

—¡Cristo! —Gabe hizo girar el volante hacia la derecha, y Nikki


extendió las manos, retirándolas medio segundo antes de golpearlas
contra el tablero de instrumentos cubierto de vidrio—. ¿Qué demonios?
—vociferó cuando el coche se detuvo bruscamente—. ¡Nic!

Con el corazón palpitando, lentamente ella abrió los ojos.

—Santa mierda —susurró.

La ventanilla del pasajero se había ido, como si Hulk hubiera


golpeado y lo hubiera atravesado con el puño. Con las manos
temblorosas, comenzó a bajar los brazos, pero se quedó inmóvil cuando
vio que su regazo estaba cubierto de vidrio. Cómo... ¿Cómo era esto
posible?

—¿Estás bien? —exigió él de nuevo.

—Sí —susurró ella, bastante segura de que estaba bien a pesar de


que no tenía idea cómo.

—No te muevas —ordenó Gabe, y no tuvo que decírselo dos veces.


Estaba congelada. Habiendo logrado detener el auto en el único lugar
abierto a lo largo de la calle estrecha, él abrió la puerta de golpe y salió.

Ella no tenía idea de lo que había sucedido. ¡Estaban


conduciendo y luego bam! ¡Cristal disparado por todos lados!
Obviamente alguien tuvo que haber tirado algo, pero no vio a nadie
corriendo.

Sucedía que los niños tiraran piedras a los carros. Demonios, a


veces se paraban en pasos elevados y las dejaban caer, pero el
vecindario de sus padres era tranquilo. Cosas como esta no sucedían.

138
La puerta del pasajero se abrió de golpe, y de repente, allí estaba
Gabe, arrodillado junto a ella. Los lentes de sol empujados hacia arriba
y preocupación grabada en su rostro llamativo.

—¿Estás segura que estás bien? —repitió—. ¿Nic?

¿Lo estaba? Tragó.

—Sí. ¿Creo que sí? Quiero decir, no siento ningún dolor.

—Eso es bueno, eso es realmente bueno. —El alivio tiñó su tono


cuando gentilmente tomó sus lentes de sol y se las quitó. Su mirada se
arrastró sobre su cara mientras colocaba sus lentes en el suelo—.
Jesús, Nic. —Su voz era áspera—. No tengo idea de cómo no tienes ni
un rasguño.

Ella tampoco lo sabía.

—Estás cubierta de vidrio, así que solo quiero que te quedes


quieta mientras te desabrocho, ¿de acuerdo?

—Está bien —repitió, demasiado sorprendida para discutir. Tragó


con fuerza mientras intentaba que su corazón se ralentizara—. ¿Qué
pasó?

—Algo golpeó la jodida ventana —espetó él mientras la rodeaba


con cuidado. Su mano le rozó la cadera. El cristal tintineó al encontrar
el cinturón de seguridad—. No tengo idea de lo que era —agregó,
estirando el cuello. Con el costado de su mano, retiró el vidrio de sus
muslos—. Mierda. Bueno. Mueve la pierna hacia afuera, pero ten
cuidado de no deslizarla por el asiento. Hay vidrio por todas partes.
¿Estás segura que estás bien?

—Sí.

—No veo cómo. Maldito milagro —gruñó—. Levanta esa pierna.

Nikki levantó la pierna y se mordió el labio cuando él curvó la


mano debajo de la rodilla para ayudarla. Luego su otra mano fue bajo
su brazo. Gabe casi la sacó del vehículo, luego la plantó sobre sus pies.

El cristal cayó, tintineando sobre el asfalto. Mirando hacia abajo,


podía ver piezas pegadas a la parte delantera de su camisa. Comenzó a
cepillar las piezas, pero Gabe la agarró por las muñecas, atrayendo su
mirada hacia él.

—Permíteme.

139
No hubo oportunidad de protestar, porque él le soltó las muñecas
y luego sus manos se movieron sobre su estómago, la hinchazón de su
pecho. El aire se enganchó en su garganta. Sus movimientos eran
clínicos y metódicos, nada románticos, pero una pesadez aguda llenaba
su pecho con cada cepillado rápido.

Estaba culpando totalmente a la explosión de la ventana.

—Maldita sea —dijo él entre dientes—. Tienes vidrio en todas


partes, en tu cabello. —Miró por encima del hombro—. No veo a una
maldita persona.

Eso era cierto. Nadie había salido de las casas para ver cómo
estaban.

—La ventana no solo explotó, ¿verdad? ¿A menos que sea una


nueva característica de los Porsche?

Gabe se detuvo con las manos sobre sus hombros y la miró. Una
risa áspera salió de él.

—No, Nic. No que yo sepa.

Ella se volvió ligeramente, haciendo una mueca cuando el cristal


crujió bajo sus zapatillas.

—Necesito conseguir mi bolso y llamar al refugio.

—Déjame conseguirlo. Probablemente esté cubierto de vidrio.

—La última vez que lo comprobé, tú también tienes una piel que
puede ser perforada por un vidrio —señaló.

—Sí, pero mi piel es más gruesa, y antes que digas algo, eso es
realmente cierto. Ciencia. —Comenzó a tocarla, pero se detuvo—. ¿Qué
carajo?

—¿Qué? —Sus ojos se abrieron, medio esperando que algo viniera


volando hacia ellos.

—Hay algo en el suelo. —Se inclinó y alcanzó el interior del coche.


Recogió algo del suelo. Parecía una roca blanca. Una roca bastante
pequeña, una que Nikki no podía imaginar fuera responsable de romper
el cristal—. ¿Qué demonios? Es una pieza de cerámica.

Lucian dejó escapar un silbido bajo mientras miraba fijamente la


ventanilla del lado del pasajero del auto de Gabe.
140
—Maldita sea. ¿Sacó toda la ventana?

—Sip. Una pequeña cosa hizo eso.

Gabe estaba haciendo todo lo posible para mantener su ira en


secreto en este momento. Entre la ventana rota y el hecho de que Nic
podría haber sido herida debido a una persona tonta que estaba ahí
afuera.

—¿Es eso normal para este tipo de auto? —preguntó Julia,


frunciendo el ceño desde donde estaba parada al lado de Lucian—.
Quiero decir, pensaría que con un Porsche tendrían mejores ventanas.

—Tienen vidrio templado, pero no es infalible. —Irritado, Gabe


tiró las llaves en el banco en la parte trasera del garaje—. Será
arreglado para mañana. Me alegro que Nic no fuera herida.

—Yo también —comentó Lucian—. Estoy sorprendido que no lo


fuera.

Realmente era un maldito milagro. Si no hubiera estado usando


sus lentes de sol, había una buena posibilidad de que esos pequeños
pedazos de vidrio hubieran entrado en sus ojos. Mierda. Eso no hubiera
sido bueno.

—Los niños realmente necesitan mejores pasatiempos —comentó


Julia, sacudiendo la cabeza.

La policía pensaría que fue un niño o un grupo de pequeños


punks y mientras el vecindario en que vivían los padres de Nic era
tranquilo, había niños en su calle. No estaba fuera del campo de la
lógica que vieran un buen auto y decidieran ser una mierda, pero Gabe
no estaba seguro.

—Estás pensando en algo. —Lucian lo estaba mirando.

—Sí. —Se estiró por detrás de la cabeza y tiró de la pequeña


banda de cuero y luego recogió su cabello, asegurándolo una vez más.
Realmente necesitaba conseguir cortar esta mierda—. No lo sé. Solo
parece raro que un niño haga eso, apuntándolo directamente a la
ventanilla del pasajero.

—Tal vez estaban apuntando al parabrisas y fallaron —sugirió


Julia.

Eso también era posible, pero no calmó la agitación.

141
—¿Crees que alguien tiró la piedra a esa ventana a propósito,
apuntando a Nikki? —preguntó Lucian.

Eso también sonaba ridículo, porque ¿quién demonios querría


lastimar a Nic? Gabe no dijo nada mientras se cruzaba de brazos.

—¿Qué estabas haciendo en la casa de Nikki de todos modos? —


preguntó Lucian.

Él arqueó una ceja mientras miraba a su hermano.

—¿Qué? —Lucian sonrió—. ¿Realmente pensaste que no iba a


preguntar sobre eso?

—Lucian. —Julia le dio un codazo—. No seas entrometido.

—No puedo dejar de ser curioso. Es mi segundo nombre.

Julia lo miró fijamente, pero la sonrisa de Lucian creció cinco


veces más grande en respuesta.

—No has conocido a Nikki todavía, pero déjame decirte... —Se


detuvo, girándose.

El sonido de un auto que se aproximaba silenció a Lucian, gracias


a dios. Gabe vio el tintado de Troy, la camioneta del departamento de
policía, que se detenía en el otro extremo del garaje. Desplegando los
brazos, caminó hacia donde Troy estaba saliendo.

—Oye —gritó cuando Troy apareció en la parte trasera de la


camioneta—. Te veo dos veces en veinticuatro horas. Me siento con
suerte.

Troy resopló mientras le daba a Lucian un gesto de barbilla y una


sonrisa para Julia.

—Sí, bueno, deberías sentirte amado, porque estoy fuera hoy.

—No tenías que salir por una ventana rota —señaló Gabe,
sabiendo muy bien que los detectives no manejaban ese tipo de
tonterías.

—Es cierto, pero estaba en el área, y el agente Newman, que


atendió tu llamada, me hizo saber qué sucedió porque sabía que éramos
amigos. Me mostró lo que pasó con tu ventana, y pensé que necesitaba
tener un cara a cara contigo.

—¿Sobre una ventana rota? —Lucian rodeó un brazo alrededor de


la cintura de Julia mientras hablaba—. ¿Y algunos niños?
142
—Bueno, no es como si alguien hubiera tirado solo una piedra. —
Caminando hacia la puerta del pasajero de su camioneta, la abrió y
sacó una pequeña bolsa transparente. Dentro estaba lo que Gabe había
encontrado en el piso del conductor—. ¿Sabes lo que es esto?

Gabe frunció el ceño.

—Sí, una pieza de cerámica.

—No cualquier pieza de cerámica. Es parte de una bujía —explicó,


dándole la vuelta a la bolsa, y Gabe ahora reconoció la parte enrollada
del enchufe—. Llaman a estas cosas rocas ninja.

—¿En serio? —Julia enarcó las cejas.

Troy asintió.

—Sip. Tiras una de estas cosas a una velocidad moderada y


romperá casi cualquier ventana.

—Maldición —murmuró Lucian.

—Es por eso que sacó toda la ventana de esa manera. —Troy bajó
la bolsa—. Y aquí está la cosa. La mayoría de los niños no saben acerca
de las rocas ninja. Eso es bueno.

—¿Pero entonces eso significa que podría no haber sido un niño?


—La agitación creció en Gabe.

—Solo significa que era alguien que sabía qué usar, y es por eso
que pensé que necesitarías saberlo. —Troy se encontró con su mirada—
. Así que, posiblemente podrías empezar a pensar en alguien que
quisiera dañar tu propiedad antes que se intensifique. ¿Me entiendes?

—Sí. —Un músculo palpitó a lo largo de la mandíbula de Gabe—.


Entiendo.

—¿Todo va bien contigo y con Gabriel? —Había preguntado su


madre esa noche en la cena—. No puedo creer lo que sucedió —dijo,
sacudiendo la cabeza—. Ustedes podrían haber sido gravemente
heridos. ¿Y si ese pedazo de lo que fuera te golpeaba?

—No fue así —la tranquilizó Nikki—. Estoy bien. Gabe está bien.
Fue solo un extraño incidente.

—Nada de eso ha sucedido en nuestra calle antes —respondió su


madre, y luego dejó escapar un profundo suspiro—. Pero supongo que
143
hay una primera vez para todo. Algunos niños necesitan una mano más
fuerte cuando se trata de la disciplina.

Nikki no podía estar más de acuerdo. ¿Qué tan aburrido y


temerario podría ser quien pasara su tiempo libre lanzando piedras y
objetos a los autos? Pero eso era lo que la policía creía, aunque no
vieron a nadie afuera. Concedido, tanto ella como Gabe estaban tan
sorprendidos que hubiera sido fácil para alguien escapar sin ser visto.
¿Y qué dijo el joven oficial? El tipo de automóvil que Gabe había estado
conduciendo habría atraído mucha atención.

Gabe no había respondido exactamente bien a eso.

No hace falta decir que Nikki nunca llegó al refugio. No con todo
el asunto de la espera de la policía y luego tener que ir a casa para
asegurarse que no tuviera un vidrio encima. Y tenía. En todos lados.
Incluso bajo su camisa.

Todavía no tenía idea de cómo no se había herido. Al igual que


cuando se había caído por las escaleras en el complejo de Vincent,
debería haber estado gravemente herida pero no lo estaba.

Tal vez realmente tenía un ángel de la guarda cuidando de ella.

Nikki cambió rápidamente el tema con su madre a algunos de los


apartamentos que había estado buscando en Internet anteriormente. No
había querido que sus padres siguieran cuestionando qué había pasado
con la inesperada visita de Gabe, porque sus padres no eran estúpidos.

Cualquier de Vincent que estuviera en su cabaña de estilo criollo


no era normal.

Afortunadamente pudo distraerlos un poco. Ahora que era lunes y


que actualmente estaba caminando hacia la cocina, todavía se
preguntaba si había alucinado la visita de Gabe.

Todavía no tenía ningún sentido para ella.

O Rosie.

Porque Nikki había llamado a su amiga después que la policía y


Gabe se habían ido y le contó todo sobre la conversación. Incluso Rosie
no tenía ni idea de qué demonios estaba pasando con Gabe, pero
pensaba que era una buena señal.

144
Una buena señal para qué, Nikki no estaba segura, pero el hecho
que admitiera saber lo que estaba sucediendo esa noche le había
quitado algo del peso invisible de los hombros. Sabía que era ella, al
menos esa noche, pero ¿qué significaba eso realmente? Que
la había querido o... ¿O que había estado lo suficientemente borracho
como para desearla?

Nada de eso importaba ahora. No podía. No lo hacía.

Apartando esos pensamientos, caminó hacia donde su padre


colocaba un recipiente de cerámica en una bandeja. Se volvió hacia
ella.

—¿Puedes hacerme un favor?

—Claro.

Recogiendo una bandeja con dos tazas y platillos, junto con una
olla humeante, se volvió hacia ella.

—¿Puedes llevar esto a la oficina de Devlin? Está con el senador,


pero estamos esperando la llegada de un electricista en cualquier
momento, y necesito estar aquí para esto.

—No hay problema. —Acababa de terminar de limpiar las


habitaciones que nunca eran utilizadas. Tomando la bandeja, comenzó
a girar, pero su padre la detuvo.

—Voy a irme temprano hoy para pasar un tiempo con tu mamá


mientras recibe su tratamiento —le recordó—. ¿Estás segura que estás
bien aquí sin mí?

Sosteniendo la bandeja, asintió.

—Sé que el paisajista necesita ser pagado hoy. El cheque para eso
está en la oficina del personal. Bev ya recogió el servicio de limpieza en
seco, y no hay cena esta noche, ya que Devlin va a algo de caridad.

Gracias a Dios.

—Entonces, no te preocupes. Pasa tiempo con mamá. Tengo esto.

Su padre sonrió cuando dio un paso alrededor de ella y le besó la


sien.

—Sí, tú puedes.

Tomando la bandeja, Nikki giró y se dirigió por la escalera trasera


hacia la oficina de Devlin. Estaba al final del pasillo, más allá de las
145
puertas dobles con paneles. Una estaba entreabierta. Usando su codo,
golpeó.

—Entre —se oyó la voz de Devlin.

Empujando la puerta para abrirla con su cadera, entró en la


oficina. Todas las persianas estaban arriba, dejando que la luz del sol se
filtre. La mitad de las paredes redondeadas estaban llenas de
estanterías empotradas llenas de compendios que parecían tan
interesantes como leer el diccionario. La otra mitad estaba cubierta con
certificados, licencias y títulos.

Nikki pensó en lo que Gabe había dicho sobre las fotos en la casa
de sus padres. No había nada personal en absoluto sobre esta
habitación.

Devlin se sentaba detrás del gran escritorio de roble cereza, pero


era el hombre mayor que estaba sentado en la silla con el codo apoyado
en el brazo y la barbilla en la mano lo que la desconcertó.

El senador Stefan de Vincent era el gemelo idéntico del padre de


los hermanos. Verlo ahora, sabiendo que Lawrence estaba muerto, era
como ver un fantasma.

Con el cabello castaño oscuro tornándose plateado en las sienes,


el senador era guapo como todos los de Vincent. Era la prueba de que
cada uno de esos hermanos iba a envejecer muy bien.

También era la prueba de que el dinero, casi seguramente, podría


asegurar que podrías salirte con la tuya con cualquier cosa.

Se obligó a caminar a un ritmo normal y tranquilo mientras


cruzaba la habitación bastante grande.

—Nicolette Besson —dijo el senador, un dedo descansando justo


debajo de su labio—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que
te vi. —Su mirada se dirigió a Devlin—. Las mujeres del pasado tienen
el hábito de reaparecer últimamente, ¿no es así?

—Parece que sí —comentó Devlin.

Nikki no tenía idea de cómo responder a eso, así que solo sonrió y
asintió mientras colocaba la bandeja en el aparador. Comenzó a darse
la vuelta para irse, pero se dio cuenta de que tenía que servir el té.
Ugh.

Puse los ojos en blanco.

146
—Todavía no estoy seguro por qué estás tan preocupado por las
finanzas de Harrington —dijo Devlin mientras Nikki daba vuelta las
tazas—. Con mi matrimonio con Sabrina, gano el control de las
empresas navieras. Además, no es como si estuvieran en una situación
desesperada. Puedes decirle a Parker que mantenga su nuevo ático.

Nikki mantuvo su rostro en blanco mientras vertía el té


humeante.

—Esto no tiene nada que ver con Parker —respondió el senador.

—¿Oh, en serio? —reflexionó Devlin—. Estuvo aquí la semana


pasada, preocupado de que terminara mi compromiso con Sabrina.
Dudo que fuera por preocupación fraterna.

—No has fijado una fecha —dijo el senador—. No puedes culpar a


Sabrina por tener preocupaciones.

—Si tiene alguna preocupación, entonces ella debería venir a mí.


No su hermano. No tú.

Completamente consciente de que el senador la observaba


mientras colocaba la taza frente a Devlin, trató de ignorar su mirada y
no escuchar a escondidas, pero era difícil.

Los ricos siempre hablaban frente a su personal como si no


estuvieran en la habitación. Era una locura y Nikki lo sabía, pero esto
era jugoso. ¿Estaba pensando Devlin en terminar el compromiso?
Debería.

Realmente debería.

—Ya sabes cómo es Parker —respondió el senador—. Pero me


preocupa más su capacidad de donar para mi próxima campaña que si
Parker recibe o no una considerable asignación una vez que su padre
fallezca.

—Por lo que escucho no estará muy lejos de ahora. —Devlin se


recostó mientras Nikki colocaba el pequeño recipiente sobre su
escritorio. Comenzó a bajar la cuchara, pero se dio cuenta que el
pequeño plato era para eso—. Tal vez debería preocuparse más por el
practicante perdido que por las donaciones de campaña.

Oh, Dios.

Nikki se volvió hacia la bandeja, parpadeando rápidamente


mientras recogía la tetera de nuevo.

147
—Estoy seguro de que la Srta. Joan aparecerá, tarde o temprano.
—Hubo una pausa—. Es curioso cómo la gente desaparece o muere por
causas misteriosas por aquí.

—¿Hmm? —murmuró Devlin.

Esta conversación se estaba volviendo oscura.

Nikki sirvió el té del senador.

—Como el jefe de policía que estaba investigando la muerte de


Lawrence. Murió en un accidente automovilístico, un accidente de un
solo vehículo —continuó Stefan—. Ese periodista del Advocate se puso
en contacto con mi oficina de nuevo, queriendo hablar.

—Creo que dijeron que el jefe sufrió una emergencia médica antes
del accidente —respondió Devlin—. Y Ross Haid puede llamar todo lo
que quiera. Nadie hablará con él.

—Supongo que el Sr. Haid siente curiosidad por la muerte del


jefe. Extraño considerando que el jefe era un hombre sano que no creía
ni por un segundo que mi hermano se colgara. —Stefan no se inclinó
hacia atrás mientras colocaba el té frente a él, así que tuvo que
estirarse sobre su pierna, y por supuesto, la taza repiqueteó sobre el
platillo.

—Veo que algunas cosas nunca cambian. —El tono del senador
era seco—. Todavía eres incapaz de no hacer ruido.

Un agudo cosquilleo se extendió por su cuello mientras su cabeza


giraba hacia él. Eso era algo que Lawrence siempre le decía. No el
senador. Solo había sido capaz de distinguirlos cuando habían estado
juntos. El senador nunca le prestaba atención, mientras que Lawrence
siempre estaba frunciendo el ceño.

El Senador de Vincent arqueó una ceja.

—¿Puedo ayudarte?

—No. —Parpadeó—. Lo siento. —Se enderezó y retrocedió—. Y


lamento lo de su hermano.

Una leve y apretada sonrisa cruzó el rostro del senador.

—Gracias.

Miró a Devlin, quién la miraba con curiosidad.

—¿Necesitan algo más?


148
—No —dijo Devlin rápidamente—. Gracias, Nikki.

Asintiendo, salió de allí lo más rápido posible, sus pensamientos


corriendo. ¿La familia Harrington tenía problemas financieros? ¿Parker
tenía una mesada? Eso la hizo querer reír. ¿Y qué diablos pasó con todo
eso del jefe de policía? No tenía ni idea, pero había oído hablar de la
practicante desaparecida, porque no había escapatoria. Había sido
enyesado en todas partes hace aproximadamente un año.

Su desaparición había sido súper sospechosa y misteriosa. Por lo


que Nikki podía recordar, era como si la practicante hubiera
desaparecido en el aire. Su bolso, junto con las llaves de su auto y su
identificación, habían sido encontrados en su apartamento. Su auto
estaba en la entrada. Sin huellas. Sin pistas. Nada, excepto la
rumoreada relación entre ella y Stefan de Vincent.

La maldición ataca de nuevo.

Que Dios la ayude, pero los de Vincent estaban locos. Todos ellos.
De vuelta en el pasillo, empezó a subir por la escalera exterior. Nikki
acababa de llegar al porche, a punto de doblar una esquina, cuando de
repente apareció una mujer delante de ella.

Asustada, Nikki jadeó y retrocedió, casi dejando caer la bandeja.


Fue entonces cuando se dio cuenta de que se suponía que tenía que
dejar la bandeja para limpiar una vez que Devlin terminara su reunión.
Realmente apestaba en esto, pero nada de eso importaba en este
momento.

Una morena alta y curvilínea estaba allí de pie, llevando un


bonito vestido que fluía a las correas de sus zapatos planos y que tenía
mangas muy bonitas y onduladas. Su cabello castaño oscuro estaba
suelto, cayendo alrededor de un hermoso rostro.

—¡Oh! —exclamó la mujer—. Lo siento. ¡Te asusté! —rio, sus


cálidos ojos marrones bailando—. Y en esta casa, no necesitas razones
adicionales para asustarte.

Hizo clic en quién era ella.

—¿Julia?

—Esa soy yo. —Una amplia y acogedora sonrisa adornó sus


labios—. ¿Y tú debes ser Nikki? Bueno, sé que eres Nikki. Acabo de ver
a tu padre y me dijo que estabas arriba, así que planeé esperar en el
pasillo, pero aquí estás.

149
Nikki bajó la bandeja, encontrándose sonriendo. ¿Así que esta era
la novia de Lucian? No se parecía en nada a Sabrina ni actuaba como
ella, así que ya obtuvo un montón de puntos extra por esa razón.

—Encantada de conocerte por fin. —Nikki extendió su mano.

Julia la sacudió.

—¿Vuelves a la cocina? Caminaré contigo.

Caminaron juntas.

—Así que, ¿acaban de volver? Aún no he visto a Lucian.

—Volvimos el sábado por la tarde, pero Lucian está por aquí en


alguna parte. Esta casa es una locura —dijo Julia—. Una familia entera
de cinco podría vivir aquí y nunca te cruzarías con ellos.

Nikki rio.

—Lo es. Cuando era pequeña, solía perderme aquí. —Tan pronto
como lo dijo, se dio cuenta de que Julia podría no saber exactamente
quién era—. Mis padres son...

—Livie y Richard. —Alejó el cabello de su rostro—. Lo sé. Lucian


me dijo quién eras. Creciste en esta casa.

Aliviada de que no iba a tener que dar un resumen completo,


asintió.

—Estuve aquí la mayoría de las veces durante los veranos y a


veces después de la escuela por las tardes. La guardería era demasiado
cara.

—¿Verdad que sí? No tengo hijos. Nunca lo he hecho, pero


cuando trabajaba en casa, algunos de los padres gastaban al menos la
mitad de su sueldo en el cuidado de sus hijos. Es una locura. —Hubo
una pausa—. Es bueno que se te permitiera venir aquí.

Llegaron a la entrada de la planta principal. Julia abrió la puerta,


esperándola.

—Sí, creo que hasta mis padres se sorprendieron de que el Sr. de


Vincent estuviera de acuerdo, pero lo estaba. —Nikki frunció los labios
mientras una ráfaga de aire fresco les saludaba—. Mientras estuviera
callada.

Julia rio entre dientes.

150
—Nunca lo conocí, pero...

—No era... el hombre más amable —dijo Nikki en voz baja,


pensando en el senador de arriba.

—Eso es lo que me imaginé. Lucian no... —Su expresión se


oscureció, y Nikki recordó lo que su madre le había dicho sobre Daniel,
el primo de los de Vincent—. Bueno, estos chicos no parecían tener ni
madre ni padre.

Se detuvieron en el pasillo trasero.

—No lo hicieron.

—Lo que me recuerda. —Su expresión se suavizó—. ¿Cómo está


tu madre?

—Bien. Está un poco cansada, pero lo está haciendo muy bien.

Empezaron a caminar de nuevo, hacia la cocina.

—Me alegra oír eso. Tu madre es genial.

—Realmente lo es.

—Me enteré de lo que pasó ayer entre tú y Gabe —dijo Julia—.


Gracias a Dios que ninguno de los dos se lastimó. Es todo tan extraño
cuando lo piensas.

—Cosas extrañas pasan cuando estás cerca de ellos... —Nikki se


calló cuando entraron a la cocina por la entrada trasera. No estaba
vacía.

Los demás hermanos de Vincent estaban en la isla. Lucian le


daba la espalda, pero Gabe estaba mirando hacia la entrada. Su cabello
estaba suelto, colgando hacia adelante y rozando la línea cincelada de
su mandíbula mientras sonreía ante cualquier cosa que Lucian
estuviera diciendo o haciendo.

Su estómago se apretó cuando Gabe levantó la vista. Era como si


la sintiera o algo así, porque su mirada la encontró inmediatamente. No
lo había visto desde ayer, y no tenía idea de qué esperar de él.

Un lado de sus labios se levantó mientras se enderezaba desde


donde se apoyaba en la isla. Sonrió, no era grande, pero era de verdad,
y su corazón se lanzó contra sus costillas en euforia.

Nikki dejó escapar un aliento que no se había dado cuenta que


había estado aguantando y le devolvió la sonrisa.
151
—Hola... —Lucian se dio la vuelta en la cintura. Solo tenía ojos
para Julia cuando se levantó del taburete y cruzó la habitación. Recogió
a Julia, haciéndola chillar mientras la hacía girar—. Te extrañé, mujer.

Nikki sintió cómo se le caía la boca mientras los miraba. Había


una parte de ella que estaba encantada de que estuvieran tan
obviamente enamorados, pero la otra mitad estaba sorprendida de que
fuera Lucian.

El hombre tenía una reputación…

Julia rio mientras enterraba su cabeza en su cabello.

—Literalmente me viste hace unos treinta minutos.

—Aun así, te extrañé. —Bajándola, le besó la mejilla y luego la


golpeó en el trasero antes de girarse hacia Nikki—. Bueno, ¿no es la
pequeña Nikki? De vuelta de la universidad, y toda crecida.

Ella puso los ojos en blanco mientras colocaba la bandeja sobre el


mostrador.

—Hola, Lucian.

Él rio entre dientes mientras caminaba hacia ella, dándole un


saludo menos entusiasta, pero bueno.

—¿Cómo has estado?

—Bien. ¿Tú? —Miró a Lucian y a Gabe, que los estaba


observando.

—Sabes, nada ha cambiado realmente. Solo viviendo una vida de


ocio con mi mujer. —Lucian se giró, guiñando el ojo cuando Julia hizo
un ruido—. ¿Detecto un resoplido sarcástico de ti?

Julia se sentó en el taburete, metiendo los pies en el riel inferior.

—Posiblemente.

—Mi corazón. —Colocó una mano sobre su pecho—. Me hieres.

—Lo que sea. —Julia sonrió a Gabe a través de la isla—. No sé


cómo te las has arreglado para tratar con él todos estos años. Es tan
necesitado.

Gabe sonrió con suficiencia.

152
—He aprendido a bloquearlo. Es una habilidad en la que vas a
tener que trabajar si quieres hacer esto a largo plazo.

Su hermano le dio el dedo medio.

—Eso es grosero.

Gabe se encogió de hombros y se alejó de la isla. Esos ojos verdes


como el mar se concentraron en ella.

—¿Cómo ha estado tu lunes?

—Um, bien. Ocupado. —Sintiéndose increíblemente incómoda e


insegura de cómo proceder con Gabe, juntó sus manos—. ¿El tuyo?

—Me dirigí a la ciudad para trabajar un poco y volví, lo que me


recuerda… —Gabe abrió la puerta del refrigerador, y fue entonces
cuando Nikki vio la fina capa de polvo de madera en sus vaqueros—.
Pasé por D'Juice y te traje un batido.

La sorpresa se escabulló a través de ella mientras sacaba un


batido alto, de color rojizo-naranja. El batido de ayer había sido
impactante y el de hoy era igualmente sorprendente. Solía hacer esto
todo en aquellos días, pero ahora parecía... diferente.

—Gracias. —Lo agarró, tirando del papel de la parte superior de la


pajita mientras miraba a Lucian y Julia. Ambos la miraban a ella y a
Gabe, pero fue la pequeña sonrisa de Vincent, extrañamente consciente,
la que hizo que sus mejillas se ruborizaran—. Es muy amable de tu
parte.

Gabe levantó un hombro.

—Me compré uno para mí también. Aunque lo bebí como si fuera


agua.

Ella sonrió mientras tomaba un sorbo, tragándose un gemido de


placer. Fue como un orgasmo de mango y fresa en su boca.

—Oh, esto es tan bueno.

—Pensé que te gustaría. —Sonrió mientras se apoyaba contra el


mostrador, cruzando los brazos—. Por otra parte, estoy seguro de que te
gustaría cualquier cosa con fresas dentro.

El hecho de que recordara eso la dejó atónita.

—Pero no los arándanos. No soy fan de los arándanos.

153
Él negó con la cabeza.

—No sabes lo que te pierdes con tu ilógico disgusto por los


arándanos.

Incapaz de evitarlo, rio.

—Son asquerosos.

—Ajá. Sin embargo, te gustan las frambuesas.

—Sin embargo, no son lo mismo —argumentó—. Los arándanos


son demasiado agrios.

—Pero en la vida real, fuera de tus papilas gustativas, las


frambuesas son más ácidas que los arándanos.

—Mentiroso —dijo, tomando otro trago delicioso del batido


mientras se giraba hacia Lucian y Julia. Todavía los miraban fijamente.

Lucian había dejado caer la barbilla en la palma de su mano,


mirándolos.

—Así queeee —dijo, arrastrando la palabra—. Julia va a hacer la


cena esta noche.

—Oh. —Nikki se alejó de Gabe, sabiendo que necesitaba volver al


trabajo. El recordatorio fue duro. Ella no era una de ellos—. Sí, vi que
no había una comida planeada para esta noche.

—Me encanta cocinar. No lo hago a menudo aquí, pero… —Julia


metió su barbilla—, cuando el gato gruñón no está, los ratones juegan.

Nikki rio, sabiendo que se estaba refiriendo a Devlin.

—Esa es una de las grandes razones por las que no puedo esperar
a mudarme a nuestra casa. —Julia le dio un codazo a Lucian.

—Y es por eso que está llevando tanto tiempo mudarse.


Renovaciones de la cocina.

Nikki imaginó que Julia probablemente terminaría con una


increíble y hermosa cocina basada en la forma en que Lucian la miraba.

—¿Dónde encontraron un lugar?

—En el Garden District. El agente de bienes raíces jura que no


está embrujado —agregó Julia con una sonrisa—. Pero me he resignado

154
al hecho de que todos los lugares de por aquí probablemente tienen uno
o dos fantasmas.

Negando con la cabeza, Gabe suspiró.

—Siempre se puede bendecir la casa primero.

—¿Podemos hacer eso? —Julia miró a Lucian—. Podemos...

—Lo que tú quieras, nena. Bendecir la casa. Limpieza. Exorcismo


total. Mientras seas feliz.

Julia resplandeció, y hubo una punzada en el pecho de Nikki,


porque no había ni una pizca de condescendencia ni de sarcasmo en su
tono. Quiso decir lo que dijo, no importaba lo loco que podía sonar.

Eso era amor, como, amor verdadero, y Nikki no tenía idea de lo


que se sentía al recibirlo. Lo peor es que, si hubiera sido honesta
consigo misma, Calvin podría haber sido ese hombre para ella, si lo
hubiera permitido.

—Deberías unirte a nosotros para cenar —anunció Lucian de


repente, y le tomó un segundo darse cuenta de que estaba hablando
con ella.

¿Qué demonios...?

—Estoy haciendo espaguetis caseros con albóndigas y pan de ajo,


llenos de carbohidratos, grasas y calorías. —Julia se acarició el
estómago—. La mejor clase. —Eso sonaba increíble en realidad, pero...

Nikki miró a Gabe. Él quería ser su amigo y había intentado ir al


refugio con ella, pero dudó. Amigos o no, era todavía personal y el
personal nunca cenaba con los de Vincent en su mesa.

—No lo sé. Debería...

—Deberías quedarte a cenar con nosotros. —Lucian se inclinó,


dejando caer un brazo alrededor del hombro de Julia—. ¿Verdad, Gabe?

Gabe asintió desde donde estaba.

—Julia hace unos espaguetis increíbles.

—Gracias. Suena delicioso, pero no lo sé. —Nikki jugueteó con la


pajita—. No creo que a Devlin le encantaría que yo participe de la
cena...

155
—¿A alguno de nosotros nos importa un carajo lo que piense Dev?
—preguntó Gabe—. Porque no lo hacemos. En absoluto.

—Ni remotamente —agregó Lucian.

Julia sonrió mientras asintió.

—No voy a decir lo que dicen, porque Devlin todavía me asusta.

—Devlin asusta a todos —murmuró Nikki.

—Vamos. —Gabe se enfrentó a ella—. Acompáñanos a cenar. Será


divertido.

—Mucha diversión —dijo Lucian.

Nikki miró entre los hermanos, sabiendo que debía negarse,


porque no era una de ellos. Nunca fue realmente uno de ellos.

—Cena con nosotros, Nic. —Gabe se acercó, palmeando su


brazo—. ¿Por favor?

Y de repente fue como volver a ser esa niña con un enorme y


eterno enamoramiento, porque no podía decirle que no a Gabe.

156
Capítulo 13
Traducido por Yiany

Gabe descubrió que le estaba costando mucho no mirar a Nic


durante la cena. No estaba seguro por qué. Tal vez porque cuando
apareció al principio, se había soltado el cabello y ahora se parecía
menos a alguien que había pasado el día limpiando muebles y
compilando la lista de la compra de comestibles de la semana.

Tal vez era porque estaba sosteniendo una copa de vino y


sonriéndole a Lucian y Julia de una manera que no le había sonreído
en mucho tiempo.

O, tal vez porque cuando sus mejillas se sonrojaban y esos


grandes ojos marrones comenzaban a bailar, era jodidamente hermosa.

No importaba.

Recostado con la mejilla apoyada en la palma de su mano, sabía


que tenía que dejar de mirarla, porque no era exactamente discreto al
respecto. No se detuvo.

Gabe ni siquiera podía echarle la culpa al licor. Todo lo que había


estado bebiendo esta noche era agua y té endulzado.

—Entonces, ¿qué te hizo decidir entrar en trabajo social? —


preguntó Julia, recogiendo su vaso de vino tinto—. Eso tiene que ser un
trabajo duro.

—No puede ser más difícil que enfermería —dijo Nic mientras
alcanzaba un pedazo de pan de ajo.

Ella no lo había estado observando. Demonios, era como si


apenas supiera que él estaba allí, lo que encontraba jodidamente
irritante, porque ahora eran amigos.

Gabe notó que no había respondido a la pregunta de Julia, así


que abrió su gran bocota.

—Nic siempre ha sido una ayudante.

157
Su mirada se disparó a él desde el otro lado de la mesa redonda.
Finalmente.

—¿Una ayudante? —Lucian deslizó una larga mirada en su


dirección.

Gabe lo ignoró.

—Sí, siempre ha querido ayudar a la gente.

Nic parpadeó lentamente y luego se concentró en Julia.

—Mi amiga Rosie dice que tengo un complejo salvador. No creo


que sea tan extremo, pero sí quiero ayudar a la gente. Sé que suena
cursi...

—No lo hace —intervino Gabe—. El mundo necesita más personas


como tú y Julia y menos personas como nosotros.

—De acuerdo. —Lucian rio alrededor del borde de su copa de


vino.

Julia dejó su vaso.

—Ustedes donan mucho dinero a organizaciones benéficas.

—Dar dinero es fácil —respondió Gabe—. Dar tiempo no lo es. —


Nic se mordió el labio inferior mientras batía sus pestañas.

—Entonces, ¿has terminado con la escuela o no? —preguntó


Julia.

—Tengo mi licenciatura y actualmente estoy decidiendo si quiero


obtener una maestría o un doctorado. Una especie de va y ven con ello
—respondió Nic, partiendo el pedazo de pan de ajo en pequeñas
secciones, dejando migajas en todo su plato—. Podría empezar y tomar
clases por la noche.

—Eso sería muy difícil.

—Lo sería —acordó Nic, metiendo un pedazo de pan de


mantequilla en su boca—. Pero salir y hacer el trabajo suena más
atractivo que la escuela de postgrado.

—Sin duda. —Lucian se recostó en su silla mientras jugaba con


un mechón del cabello de Julia—. ¿Sabías que Gabe no es el único
bueno con sus manos cuando se trata de madera?

Julia miró a Nic.

158
—¿Tú?

—Uhm. —Tomó un sorbo bastante largo de su vino—. Solía ser


capaz de crear estas pequeñas pulseras y figurillas de estúpidos
amuletos...

—No eran estúpidos. —Gabe se enderezó en su silla, frunciendo el


ceño—. Nic tiene talento.

—No lo llamaría un talento —comenzó Nic.

—No me voy a sentar aquí mientras estás siendo modesta y esa


mierda. Las pequeñas piezas de joyería que solía hacer eran increíbles.
—Gabe estaba diciendo la verdad—. Así eran las figuritas. Todavía estás
haciendo eso, ¿verdad?

Ella evitó su mirada.

—Con la escuela y todo, no tuve mucho tiempo para jugar con


eso. —Levantó un hombro—. Ya no es algo que realmente haga.

—¿En serio? —La sorpresa se reflejó a través de él—. Pensé que


querías abrir una pequeña tienda y vender tu trabajo. Era todo lo que
decías...

—La gente cambia. Simplemente no estoy en las mismas cosas


que cuando era una niña.

¿Una niña? Había estado involucrada hasta esa noche, y estaba


seguro como la mierda que no había sido una niña esa noche.

Nic se volvió hacia Julia.

—¿Cómo se conocieron Lucian y tú? Eres de Pennsylvania,


¿verdad?

Sus ojos se estrecharon cuando Nic cambió el tema. Obviamente


no le gustaba que se enfocaran en ella, lo cual era nuevo. A la joven Nic
le encantaba ser el centro de atención, el centro de su atención.

Julia miró a Lucian.

—Bueno, yo estaba...

—La contrataron para cuidar a Madeline —finalizó Lucian por


ella, ya que era obvio que Julia no sabía cuánto podía compartir—.
¿Sabías que volvió?

159
Como estaba masticando un pedazo de pan, Nic solo asintió al
principio.

—Me dijeron que había regresado, pero nada más allá de eso.
¿Cómo... lo está haciendo?

Gabe levantó una ceja, dejando que Lucian tomara la iniciativa en


esto ya que cualquier cosa que tuviera que decir sobre Madeline
probablemente molestaría a su hermano menor. Lucian ahora sabía lo
mal que estaba Madeline, pero aún era su gemela. Esa conexión
biológica era difícil de superar.

—No bien —dijo Lucian después de un momento—. Está muerta.

—¿Qué? —Nic se quedó sin aliento, y él juró que un pequeño


trozo de pan de ajo cayó de su boca. Su amplia mirada se volvió hacia la
suya antes de dirigirse de nuevo a Lucian—. Oh Dios mío, lo siento.

—Gracias, pero no te sientas mal. No por Maddie. —Lucian se


recostó con un suspiro—. ¿Cuánto sabes de lo que está pasando aquí?

Nic había perdido el bonito rubor en sus mejillas.

—Sabía que Madeline había regresado y ¿qué algo había pasado


con Daniel? ¿Él los amenazó a ti y a Julia?

—Esa es la versión diluida, pero Madeline sí apareció. La encontré


una noche flotando en la piscina afuera —explicó Lucian—. Estaba
prácticamente comatosa y tuvimos que contratar a alguien.

—Que fui yo. —El brazo de Julia se movió debajo de la mesa, y


Gabe supo que estaba reconfortando a Lucian. Lo más probable es que
le diera unos golpecitos en la pierna—. Creíamos que estaba en un
estado de conciencia encerrada, pero ese no era el caso.

—¿Recuerdas la noche en que murió nuestra madre? —preguntó


Lucian.

Nic asintió.

—¿Cómo podría olvidarlo? Era joven, pero ese tipo de cosas se


quedan contigo.

Gabe recordó a Nic llorando cuando escuchó las noticias, no


porque realmente conociera a su madre, sino porque estaba muy triste
por ellos, los hermanos.

160
—Resultó que mamá no se suicidó. Ella y Maddie habían estado
arriba en la azotea discutiendo. —La voz de su hermano sonaba
distante, pero Gabe lo sabía mejor. Todo ese lío aún lo hería
profundamente—. Peleando por nuestro primo Daniel. Maddie había
estado con él, y sí, como de tener relaciones con él.

—Oh dios —susurró Nic.

—La discusión se intensificó y... —Lucian inspiró


profundamente—. Maddie la empujó desde el techo.

Nic se sobresaltó.

—Oh Dios mío.

—Se pone peor. —Gabe alcanzó el agua, deseando que fuera


licor—. Ella había pasado los últimos diez años escondiéndose con
Daniel. Se quedaron sin dinero, idearon un plan salvaje para conseguir
la fortuna de Vincent. Casi funcionó —dijo Lucian en voz baja—. Me
engañó, hasta la noche en que Daniel amenazó a Julia.

Sorprendido por que Lucian se estuviera abriendo, se reclinó y no


dijo nada, contento de que su hermano estuviera hablando de eso.

—Yo... No sé qué decir. —Nic volvió a buscar su vino y luego se


detuvo—. ¿Cómo pensaba que podría conseguir el dinero?

Julia tomó un sorbo de vino mientras Lucian parecía elegir sus


palabras sabiamente.

—Su plan era ridículo, pero bueno, sabes que nunca ha sido un
secreto que Maddie y yo no éramos la descendencia de nuestro querido
padre. —Si Nic no había escuchado ese rumor, no lo demostró.

—Descubrimos que Maddie sabía la verdad sobre quiénes eran los


verdaderos herederos de su padre. —Lucian sonrió, pero no tenía
humor—. Maddie y yo éramos los hijos de Lawrence. Dev y Gabe no.

Los labios de Nic se separaron cuando su mirada se dirigió a


Gabe. Su rostro había palidecido considerablemente, tanto que estaba
un poco preocupado.

—Yo... Realmente no tengo idea de qué decir.

—Es lo que es. —Lucian levantó su tenedor, arrastrándolo


perezosamente a través de lo que quedaba de sus espaguetis—. No ha
cambiado mucho. Dev sigue siendo el heredero. Gabe sigue siendo el
reemplazo. —Gabe levantó la mano.

161
—Y yo sigo siendo Lucian y no tengo que preocuparme por las
reuniones de negocios o tratar con el Senador Gilipollas. ¿Y
honestamente? Maddie era una verdadera sociópata, pero de alguna
manera, estoy agradecido. —Lucian miró a Julia—. Si no hubiera
regresado, nunca hubiera conocido a Julia.

—Eso es... dulce —murmuró Nic, parpadeando rápidamente.

Gabe sonrió mientras su mirada se conectaba con la de él.

—Es mucho para procesar. Además de tus padres y nuestro


médico, nadie fuera de la familia sabía que Madeline había regresado.

—Tiene que permanecer así.

Nic levantó su copa de vino y la terminó.

—Entiendo.

—Bueno, eso fue un poco un asesino de conversación, ¿no? —


Julia se rio nerviosamente—. Creo que tenemos que dejar de decir la
verdad.

—Nos conocimos en un bar primero. —Lucian le sonrió—.


Deberíamos ir con esa versión.

—Sí, creo que definitivamente deberías ir con esa versión —dijo


Nic, con los ojos muy abiertos—. Es mucho menos intensa.

Julia besó la mejilla de Lucian y luego se volvió hacia Gabe.

—¿Vas a Baton Rouge esta semana?

Él sacudió la cabeza.

—No.

—¿Qué tienes en Baton Rouge? —preguntó Nic.

La pregunta era bastante inocente. Gabe sabía muy bien que ni


Livie ni Richard habrían dicho una sola cosa sobre sus frecuentes
viajes.

—Unas cuantas cosas personales —dijo.

—Oh. —La decepción cruzó su rostro, y él se sintió como un


imbécil. Podría haber encontrado una mejor respuesta, pero eso era
algo de lo que no estaba dispuesto a hablar con ella.

O hablar con ella en absoluto.

162
Lucian vino al rescate. Una especie de rescate.

—Entonces, ¿estás viendo a alguien, Nikki?

La mano de Gabe se detuvo a lo largo del brazo de la silla. Esta


era una pregunta interesante.

Las cejas de Nic se alzaron.

—Mmm, no. No. Estoy soltera. —Arrugó la nariz—. Bueno, estaba


viendo a este tipo en la universidad.

—¿Y eso no duró? —preguntó Gabe antes que pudiera detenerse.

Su mirada se dirigió hacia él.

—Terminamos hace poco.

—Interesante —murmuró.

Ella comenzó a fruncir el ceño. Lucian lo miró fijamente.

Y luego se dio cuenta de que su respuesta fue un poco rara.

—Es interesante porque... la mayoría de las relaciones


universitarias no funcionan.

De acuerdo. Eso sonaba estúpido.

Pero entonces algo pasó por el rostro de Nic antes que apartara
rápidamente la vista, pero él sabía en qué estaba pensando. Demonios,
ahora sabía en qué estaba pensando él.

O en quién, para ser más exactos.

Emma.

La cena había sido… esclarecedora.

Eso era todo lo que Nikki podía pensar mientras agarraba su


bolso de la oficina del personal. Ni siquiera podía procesar lo que
Lucian le había contado sobre su hermana y su padre. Los de Vincent
tenían un drama loco en su fondo, pero eso estaba más allá de lo que
podría haber imaginado.

Y no tenía idea de cómo Gabe estaba lidiando con eso. Siempre


había tenido la impresión que Lucian nunca había sido cercano con

163
Lawrence, pero Gabe y Dev lo habían estado. Bueno, habían estado tan
cerca de él como cualquiera podía estar con ese hombre.

¿Pero saber que el hombre que pensabas que era siempre tu


padre no era? ¿Y quién era su papá? Dios.

Sacando las llaves de su bolso, comenzó a salir por la puerta


trasera, pero se detuvo.

Nikki recordó lo mal que había estado después de que su madre


muriera. Habían crecido pensando que se había suicidado, y todo el
tiempo, su hermana se las había arrebatado.

¿Cómo se comenzaba a superar eso?

Mientras estaba en la pequeña habitación de diez por diez, de


repente pensó en la maldición de Vincent.

¿Qué era? Las mujeres nunca duraban mucho aquí. Sí, eso era
todo. O bien perdían la cabeza... o morían.

Nikki nunca creyó realmente en la maldición y los hermanos


siempre habían sido tan indiferentes al respecto, pero ahora estaba
empezando a pensar que se trataba de algo y que los hermanos no lo
descartaban, porque… dulce Jesús. Guau.

Miró por encima del hombro, hacia el pasillo de atrás. ¿Cómo se


sentiría si descubriera que su padre no era su padre? La mataría de
alguna manera. Él siempre sería su padre, porque era quién la crio y
eso era todo lo que importaba, pero, aun así. ¿Y luego descubrir que su
propia hermana mató a su madre porque estaba follando a su primo y
su madre se opuso?

La tristeza envolvió su camino alrededor de su corazón, y se


movió sin decirle a sus piernas dónde ir.

En el fondo de su mente, podía escuchar a Rosie diciendo: No


escuches a tu corazón sangrante...

Desafortunadamente, estaba escuchando, y no era un gran


problema. No es como si estuviera buscando a Gabe para lanzarse
sobre él. Solo quería, que Dios la ayudara, asegurarse que él estuviera
bien, realmente bien.

Porque eso es lo que hacían los amigos.

Cortó el pasillo de atrás, dirigiéndose a la sala de recreación. Una


especie de extraño sexto sentido la guio por el largo pasillo y hacia la

164
puerta que estaba un poco abierta. Colocando sus dedos en el panel de
madera grabado, el panel en el que Gabe mismo había tallado las
enredaderas, empujó.

Estaba solo.

Gabe estaba detrás de una de las mesas de billar, alineando un


tiro. El taco sobresalía, golpeando la bola. Se disparó a través de la
mesa, golpeando una roja sólida, enviándola a girar en la tronera de la
esquina. Su mirada bajó.

Gabe estaba descalzo.

Enderezándose, miró hacia arriba.

—¿Nic?

—Hola.

Entró en la habitación, preguntándose qué demonios estaba


haciendo. Ya estaba oscuro afuera, y Dios sabe que no tenía un
historial de ser inteligente una vez que la noche caía aquí, por lo que
debería estar bien en su camino de salida, pero aquí estaba.

—¿Estás jugando billar solo?

—Lucian quería pasar un tiempo a solas con Julia. —Colocó el


palo contra la mesa de billar—. Así que aquí estoy, jugando billar solo.

—Eso es algo así... triste.

Un lado de sus labios se levantó.

—¿Lo es?

—Sí. —Dejando caer las llaves de nuevo en su bolso, colocó la


correa sobre su hombro—. Quiero decir, el billar es un juego para más
de una persona.

—Algunos lo consideran un deporte —corrigió, apoyando una


cadera contra la mesa.

Ella puso los ojos en blanco.

—Realmente siento que para que algo sea considerado un


deporte, tienes que sudar.

—No estás jugando bien al billar si no estás sudando.

Una sonrisa tiró de sus labios.

165
—Tendré que confiar en tu palabra.

Gabe ladeó la cabeza, y un mechón de cabello cayó hacia


adelante, rozando su mejilla.

—Pensé que te habías ido.

—Me iba, pero...

Todo acerca de Gabe parecía estar en alerta.

—¿Pero?

¿Qué estaba haciendo? No estaba tan segura. Bueno, no estaba


siendo honesta consigo misma. Ahora estaba perdiendo el tiempo y
siendo estúpida.

—Quería revisar tu coche.

—¿Revisar mi auto?

—Sí. ¿La ventana?

—Se ha arreglado. Mi auto está completo y feliz.

—Eso está... bien —dijo, tontamente.

Una mirada de complicidad se instaló en los rasgos de Gabe.

—No es por eso que todavía estás aquí.

Odiando que pudiera leerla tan bien, Nikki respiró hondo.

—Solo quería decirte que lamento todo lo que pasó con tu


hermana, tu madre... y tu papá.

La miró por un momento y luego miró hacia otro lado.

—No es la gran cosa.

—¿No es gran cosa? —repitió, aturdida—. Amigo, eso es una cosa


enorme. Todo ello. Hasta la última parte.

Él dejó escapar una suave risa.

—Y solo sabes la mitad.

—¿La mitad de qué?

166
Un músculo se flexionó en su mandíbula cuando se volvió hacia
ella y pasó un largo momento. El tiempo suficiente para que Nikki
comenzara a preocuparse realmente.

—Gracias de cualquier forma. Por decir eso. —No le extrañaba


que él no hubiera respondido a su pregunta—. Pero no tienes que
lamentarlo.

—Lo sé. —Se acercó más—. Pero no puedo imaginar por lo que
deben haber pasado, por lo que están pasando.

Levantando una mano, Gabe se sacó el pelo de la cara.

—¿Qué podemos hacer, sin embargo? No podemos cambiar lo que


nuestra hermana hizo o las cosas con nuestro padre y nuestra madre.
No tiene sentido detenerse en nada de eso.

Jugueteando con la correa en su bolso, se acercó un poco más.

—¿Tú y Devlin tienen alguna idea de quién podría ser su padre?

Sacudió la cabeza, pero Nikki no se perdió la forma en que


apretaba la mandíbula. Podía estar parado allí actuando como si todo
fuera una cosa de nada, pero Nikki lo sabía mejor. Tal vez alguien como
Devlin no se vería afectado por los acontecimientos, pero no el Gabe que
ella conocía.

Antes de darse tiempo para pensar en lo que estaba haciendo,


saltó hacia adelante y casi abrazó a Gabe. Envolviendo sus brazos
alrededor de su cintura, lo apretó y dijo:

—Realmente lamento todo lo que ha sucedido.

Gabe estaba completamente congelado. Su cuerpo entero estaba


tan rígido que ni siquiera estaba seguro de sí respiraba o no, y por un
momento realmente tenso, temió que dejara que su corazón la guiara a
tomar otra mala decisión.

Pero entonces sintió que el pecho de Gabe subía por debajo de su


mejilla y sus brazos la rodeaban, doblando su espalda. La abrazó, y ni
siquiera podía recordar la última vez que se habían abrazado o habían
estado tan cerca.

En realidad, ella lo hacía.

Esa noche había acudido a él, se habían abrazado y obviamente


ese abrazo se había convertido en mucho más. Cuatro años era mucho
tiempo entre abrazos, y estar tan cerca de él de nuevo hizo que sus

167
sentidos se volvieran locos y extraños. Todo el frente de su cuerpo se
estremeció bruscamente y cuando inhaló, estaba rodeada por el aroma
fresco de su colonia. Solo era un abrazo.

Eso es lo que se decía, incluso cuando sabía que necesitaba


alejarse. Era solo un abrazo, que probablemente tuvo poco o ningún
impacto en Gabe, mientras que estaba destruyendo absolutamente sus
mejores intenciones.

Los brazos de Gabe se apretaron a su alrededor y se mordió el


labio cuando sintió que su barbilla le rozaba la cabeza. Una de sus
manos se movió, arrastrando hacia abajo la línea de su columna
vertebral. Su palma se aplanó en la parte baja de su espalda.

Solo un abrazo. Solo un abrazo.

Su cuerpo no estaba en la misma onda que su cerebro. El calor la


atravesó, intenso y deseando. La sensación de su pecho contra ella
y... Dios mío.

Los ojos de Nikki se abrieron de golpe. Lo sintió, duro y grueso,


presionando contra su estómago.

Gabe repentinamente la soltó y dio un paso atrás, poniendo


distancia entre ellos mientras su mirada con los ojos abiertos se giró
hacia él.

—Deberías irte. —Su voz era áspera, profunda. Abrasivo. Nikki se


estremeció—. Ahora.

Resistiendo a la voz idiota que siempre la metía en un mundo de


problemas y que quería que ignorara lo que estaba diciendo, se dio la
vuelta y salió como el infierno de allí.

168
Capítulo 14
Traducido por Taywong

Nikki no vio a Gabe durante dos días enteros después del


apocalipsis del abrazo en la sala de juegos, pero luego le llevó un batido
de plátano y fresa el jueves, y a partir de ahí, comenzó una rutina.
Durante la semana siguiente, Gabe le trajo un batido de D'Juice justo
después del almuerzo, y conversó con ella mientras se preparaba para
la cena.

Le había preguntado de nuevo por qué no había encontrado


tiempo para crear las joyas con las que estaba tan obsesionada. Ella le
había dado la misma respuesta, principalmente porque estaba
demasiado avergonzada para decir la verdad.

Lo que solía disfrutar se había contaminado después de esa


noche.

No es que se lo dijera, no cuando se estaban haciendo amigos.

Él le preguntó sobre la universidad. Ella le preguntó cuánto había


crecido su negocio de carpintería. Ella le habló de sus planes para
encontrar un apartamento, y él le ofreció ayudarla a mudarse cuando
ese día llegara.

¿Un de Vincent moviendo sus cosas?

Se había reído entonces cuando él se lo sugirió y podía reír ahora


incluso pensando en ello.

No hablaron de lo que había pasado con su hermana ni de su


padre y definitivamente no había mención de lo que había pasado
durante el abrazo improvisado.

Nikki incluso estaba empezando a pensar que posiblemente se


había imaginado lo que había sentido presionada contra ella. Ni
siquiera se lo había contado a Rosie, y si no se lo había imaginado,
entonces se lo atribuyó a él por tener una reacción física al estar cerca
del cuerpo de una mujer.

169
Porque Nikki creía seriamente que algunos hombres podían
ponerse duros si el viento soplaba sobre su área pélvica.

Después de todo, eso era todo lo que tenía que ser, porque Gabe
no mostró ningún interés exterior en ella más allá de lo que había dicho
que quería, que era ser amigos.

Era miércoles por la noche, justo antes de la cena, cuando Gabe


apareció en la cocina.

—Aviso —dijo, pasando junto a ella. Agarró su trenza y la volcó


por encima del hombro—. La Sra. Harrington está en la casa.

—Ugh —murmuró, sabiendo ya que Devlin estaba planeando


cenar con ella esta noche—. ¿Está su hermano con ella?

—Desafortunadamente. Que sean cuatro para cenar —dijo,


atrayendo su mirada hacia él—. De ninguna manera te dejaré para que
te las arregles sola con ellos.

Oh, eso era... dulce, y sonaba como el Gabe que conocía.

—Gracias.

—Y tengo otro propósito para estar aquí, aparte de verte revisar la


carne asada, que por cierto, huele increíble.

Sonrió ante eso e ignoró la forma en que su vientre saltó por ahí.

—Creo que va a salir bastante bien. —Cerrando la puerta del


horno, se enfrentó a él y se quedó sin habla. Por qué, oh por qué, tenía
que ser tan... jodidamente caliente—. ¿Por qué más estás aquí? No veo
un batido.

—No hay batido. Aún.

—Oh. —No sabía qué decir a eso.

Apareció una media sonrisa.

—¿Qué harás cuando termines tu turno?

Oh.

Oh Dios.

Esa no era una pregunta que estuviera esperando.

—Uh, nada. Me iré a casa.

170
—Entonces, ¿no hay planes? —Cuando asintió, él agregó—: Eso
es perfecto, porque ahora sí.

—¿Sí? —chilló. Como un ratón. Ugh.

La sonrisa de Gabe aumentó un poco.

—Sip.

Ahora su corazón estaba saltando junto con su estómago.

—¿Qué haré?

—Es una sorpresa.

Se quedó quieta, apenas respirando.

—No me gustan las sorpresas.

—Lo que sea —rio—. Sí, lo haces.

—Ya no.

Alejándose del mostrador, la miró a sabiendas.

—Te gustará esta. Confía en mí.

—Pero...

Gabe ya estaba saliendo de la cocina, dejándola allí con la boca


abierta.

Así fue como Parker la encontró.

Porque ella tenía la peor suerte conocida por el hombre.

Parker entró por la puerta principal.

—Nikki.

Su columna vertebral se tensó.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Tomando un trago. —Se pavoneó en la cocina como si


perteneciera allí.

Nikki sabía muy bien que debía preguntarle a su padre si quería


un trago, lo que significaba que se escabulliría con su padre de alguna
manera.

171
—Pero ahora que te veo aquí, te dejaré hacer tu trabajo. —Mostró
esos dientes brillantes—. Me gustaría un whisky en las rocas.

Resistiendo el impulso de decirle que lo haga él mismo, giró


alrededor y se dirigió a la despensa donde el licor estaba almacenado en
la cocina.

—Asegúrate de conseguir lo bueno.

Nikki saltó ante la cercanía de su voz. Debería haber sabido que


él la seguiría.

—No necesitabas venir aquí.

—Pensé en hacerte compañía —contestó—. Igual que Gabe te


hacía compañía.

Subiendo por la pequeña escalera, miró hacia abajo donde él


estaba, bloqueando la maldita puerta como el imbécil que era. ¿Cuánto
tiempo había estado esperando en el pasillo para entrar? Agarró una
botella de primera calidad.

—No le gusto a Gabe —dijo él, sonando indiferente.

Bueno, supongo que eso respondía a su pregunta.

Qué ser extraño.

—Realmente no lo sabría. —Bajó por la escalera—. Discúlpame.

Él no se movió.

—Tendrá que acostumbrarse a mí. Su hermano se casa con mi


hermana.

—¿Ya eligió Devlin una fecha? —La pregunta salió de su boca


antes de poder detenerse.

Los labios de Parker se apretaron un poco.

—Lo hará. Pronto.

—Hmm. —Ella se hizo a un lado—. Si quieres que te haga este


trago, vas a tener que moverte.

—¿Y si no quiero moverme?

Irritada, cuadró sus hombros.

—Mira, solo intento hacer mi trabajo. ¿Puedes moverte, por favor?

172
Él se agachó a la altura de la cintura, bajando la cabeza para que
quedaran a la altura de los ojos.

—Dilo amablemente y tal vez lo haga.

Ella se echó hacia atrás, segundos después de golpear su pie


contra el de él.

—¿Puedes por favor apartarte, Parker?

—Eso no estuvo muy bien, pero quiero ese trago. —Dio un paso
atrás—. Y quiero que lo hagas para mí.

Tragando un montón de maldiciones que harían feliz a un


camionero, regresó a la cocina y agarró un vaso para whisky.

—Yo tampoco te caigo bien. —La siguió hasta la cocina—. Ni


siquiera lo niegues. Sé que no lo sabes.

Bueno, él dijo que no lo negara, así que mantuvo la boca cerrada


mientras llenaba su vaso con hielo.

—No lo entiendo —continuó él—. Deberías estar encantada de que


incluso me haya fijado en ti.

De acuerdo. Ahora no iba a ser capaz mantener la boca cerrada.

—Tal vez por eso no me caes bien. —Sirvió el whisky y luego


recogió el vaso, ofreciéndoselo—. ¿Además del hecho de que no tienes
sentido de los límites personales? Eres arrogante porque eres rico y
estás acostumbrado a conseguir lo que quieres. Por eso no me gustas.

Parker rio.

No estaba segura de cómo esperaba que él respondiera, pero


reírse no era una de ellas.

Tomando su vaso, la miró fijamente con lo que su madre diría que


eran aires. Como si fuera un millón de leguas mejor que ella.

—Tengo un consejo para ti, Nikki.

—No puedo esperar a oírlo.

Sus fosas nasales se ensancharon.

—Será mejor que mejores tu actitud antes de que mi hermana se


case con Dev. —Alargó la mano, colocando un dedo frío en su mejilla
mientras decía—: En realidad, deberías empezar ahora mismo.

173
Nikki se movió hacia atrás abruptamente.

—No me toques.

—No me estás escuchando. —Sonrió con suficiencia, bajando la


mano—. Deberías ser más amable conmigo, porque, aunque te hayas
ido para cuando Sabrina se case con Dev, ella se asegurará de que tus
padres ya no tengan trabajo aquí.

Inhalando un grito de asombro, fulminó con la mirada a Parker.


Una malvada sensación de déjà vu se apoderó de ella.

—¿Estás amenazando el empleo de mis padres? ¿Otra vez?

—Sabes que no es una amenaza. Es un consejo. Deja de actuar


como una perra y tal vez cuando tu mamá se sienta mejor, todavía
tendrá un trabajo. —Hizo una pausa—. Y considerando su salud, ella y
su esposo perderán sus trabajos porque su hija es una perra, y es lo
último que necesitan.

Sus labios se abrieron. Sorprendida, no podía creer lo que estaba


escuchando. El porqué se sorprendió en primer lugar estaba fuera de
su alcance. Eso es lo que había hecho la última vez, cuando intentó
quitarle la toalla y se las arregló para meterle la mano por debajo. La
amenazó y funcionó. ¿Pero ahora? Tal vez tenía que ver con el hecho de
que él sabía lo enferma que estaba su madre y seguía amenazando su
empleo.

Nikki estaba disgustada y horrorizada.

Cambiando su vaso a su otra mano, extendió la mano antes de


que ella pudiera moverse, arrastrando su húmedo dedo a lo largo de la
curva de su mejilla.

—Solo algo en lo que pensar la próxima vez que nos crucemos. —


Un lado de su boca se curvó—. ¿De acuerdo?

Parker no esperó una respuesta. Nikki reprimió una maldición


mientras lo veía salir de la cocina, mientras su padre aparecía, luciendo
agobiado y más allá de molesto.

Parker asintió hacia él al pasar.

—¿Está todo bien? —Su padre se apresuró a venir.

Aclarando su garganta, ella asintió, sin querer que su padre se


preocupara. Ya tenía suficiente para estresarse.

174
—Sí, todo está bien.

Por lo que se sintió como la centésima vez desde que Nic se subió
a su auto, la miró.

Había estado extrañamente callada durante el viaje a la ciudad,


sentada y mirando por la ventana. Había estado de la misma manera
durante la cena, apenas haciendo contacto visual con alguien, incluido
él. Pensó que estaría de buen humor considerando que Parker terminó
sin reunirse con su hermana para cenar. Diablos, ni siquiera había
visto el trasero del idiota.

Las manos apretándose el volante, la miró de nuevo cuando el


tráfico se ralentizó en la carretera.

—¿Estás bien, Nic?

Ella asintió.

—Sí.

—Oye. —Se acercó, tocando suavemente su brazo. Ella saltó y


frunció el ceño—. ¿Estás segura de eso?

—Sí. Sí. Lo siento. —Lo miró. La farola del techo miró a través de
su rostro ensombrecido—. Solo estaba perdida en mi cabeza. Así que,
¿me vas a decir sobre esta sorpresa?

—Si lo hiciera, entonces no sería una sorpresa. —Tomó la salida


hacia el Business District.

Gabe ni siquiera estaba seguro de por qué estaba haciendo esto.


Era algo que se le había quedado grabado en la cabeza desde la noche
de los espaguetis.

Ella le lanzó una mirada mientras jugaba con el borde de su


trenza. Pasó un momento y luego preguntó:

—¿De verdad crees que Devlin se va a casar con Sabrina?

—Qué pregunta al azar —dijo riendo.

—Lo sé. —Dejó caer sus manos sobre su regazo—. Es solo que
apenas se hablan entre ellos. Sabrina te prestó más atención en la cena
que a Devlin.

Su labio se curvó en disgusto.

175
—Sí, bueno, Sabrina quiere lo que no puede tener.

—¿Tú?

—La conocí en la universidad, después de que Dev se graduó.


Estaba interesada. —Bajó por Iberville—. Yo no lo estaba. Todavía no.

—¿Pasó algo entre ustedes?

—No —dijo, diciendo la verdad—. Lo intentó una o dos veces en la


universidad, pero nunca pasó nada.

Lucian siempre creyó lo contrario, pero su hermano estaba


equivocado. Aparte de ser amable con Sabrina al principio, Gabe no
hizo nada para animarla.

—No me gusta —dijo Nic con un suspiro.

—Sí. —Recordó cómo Sabrina le había hablado durante la


primera cena. No había ayudado en nada—. Siento haberme
comportado así en esa cena. No debí haber actuado así.

Nic hizo un ademán con la mano, pero él sabía que lo que había
hecho la había molestado.

—Vamos a tu taller, ¿no?

—Sip.

—¿Por qué? —El interés llenó su voz.

—Ya verás.

Ella suspiró pesadamente.

—Sabrina trajo a tema a Baton Rouge durante la cena. Parece que


vas mucho allí.

Él asintió mientras cortaba un estrecho callejón.

—He estado yendo.

Gabe pudo sentir su mirada en él.

—¿Entonces qué haces ahí?

—He estado buscando una casa —respondió, lo que era cierto.

—¿Te vas a mudar allí? —Parecía sorprendida.

—A tiempo parcial. Ese es el plan.

176
—¿Por qué?

No contestó, porque no estaba seguro de cómo podía hacerlo sin


sentirse como una mierda y sin que pensara lo peor de él. Porque una
vez que supiera la verdad, se preguntaría qué haría todo el mundo, lo
cual era cómo diablos es que estaba él aquí y no allí.

Era una pregunta que se hacía a sí mismo.

—¿Estás... viendo a alguien allí? —preguntó ella, con voz baja.

Su cabeza se disparó en su dirección mientras aparcaba el


Porsche. Ella no lo estaba mirando, pero estaba jugando con su trenza
otra vez.

—No, no estoy viendo a nadie allí.

—Oh.

Se acercó, envolviendo suavemente sus dedos alrededor de la


muñeca de ella. La mirada de Nikki se dirigió a la suya mientras él le
apartaba la mano del cabello.

—Tengo algunas cosas que hacer allí, ¿de acuerdo?

Sus cejas se unieron.

—De acuerdo.

Exhalando pesadamente, dejó ir su muñeca, negándose a


reconocer lo suave que era su maldita piel.

—¿Estás lista?

—¿Para la sorpresa? —Sonrió—. Creo que sí.

Riendo en voz baja, se desabrochó el cinturón de seguridad.

—Espera.

Gabe se bajó y trotó alrededor de la parte delantera del auto,


yendo hacia su lado. Le abrió la puerta. Cerrándola detrás de ella, la
llevó a través de la entrada trasera de su taller.

Una ráfaga de aire frío y el olor de la madera en bruto los saludó


mientras abría la puerta. Encendió la luz de arriba. Las luces se
arremolinaron a la vida, expulsando a la tienda de la oscuridad.

Nic pasó junto a él, y el leve toque de su cadera contra la de él fue


como un puñetazo en el estómago. No se podía ignorar la reacción

177
visceral hacia ella. Su pene rugió de inmediato a la vida, una señal
segura de que necesitaba tener sexo, porque manejarlo él mismo no
estaba funcionando.

Era una mujer hermosa. Eso era todo lo que era. Y estaba
prohibida, un gran no-no, lo que la hacía aún más... allí, justo delante
de él.

Eso es lo que se estaba diciendo a sí mismo cuando ella salió del


pasillo y entró al espacio abierto.

—Guau.

Examinó los varios proyectos que él tenía en marcha.

—Este lugar es más grande de lo que imaginé.

Nic se adentró más en la tienda y se arrodilló, trazando el


pergamino de la pata de una silla.

—Esto es hermoso, Gabe. —Lo miró a través de gruesas


pestañas—. De verdad.

Estaba extrañamente celoso de la pata de la silla.

—Siempre pensé que era extraño. —Pasó su mano sobre la


madera tallada.

—¿Qué? —La vio inclinar la cabeza hacia un lado.

—Lucian pinta. Madeline también era pintora. Tú puedes


convertir un par de hojas de contrachapado y madera en algo
impresionante. —Se levantó con fluidez, con la gracia de una bailarina
ágil—. Pero Devlin, no tiene talento.

—¿Molestar a la gente cuenta como un talento? Porque si es así,


jodidamente lo hace de maravilla.

Su risa fue suave, pero diablos, rodaba y lamía su piel.

—Cierto.

—Dev tiene un talento oculto —dijo, incapaz de apartar su mirada


de ella mientras se dirigía a una banca de trabajo. Ella tocó cada
herramienta con un solo dedo y luego con dos, y juró por Dios que su
pene se endureció.

¿Qué tan jodido era eso?

178
Realmente necesitaba salir, encontrar a alguien que le sacara los
sesos, porque la lujuria cruda que latía en sus venas necesitaba una
salida.

Y esa salida no era Nic.

No importaba lo tentadora que fuera.

—¿Cuál es su talento? —preguntó, agarrando un pequeño cincel.

—Puede cantar. —Pasó junto a ella, pasando una mano por


encima de una mesa en la que había estado trabajando a primera hora
del día.

—¿Qué? —rio—. ¿Hablas en serio?

Asintió mientras se detenía al otro lado de ella. Uno pensaría que


hablar de su hermano haría algo con respecto a la erección que estaba
teniendo en ese momento, pero aparentemente no era así.

—¿Mentiría sobre algo así?

—No lo sé. ¿Quizás?

—Bueno, no lo estoy. El hombre sabe cantar. Pero tendrías que


emborracharlo antes de que eso ocurra. —Había terminado de hablar de
su hermano—. Vamos. Tu sorpresa es a través de esa puerta de allí.

La mirada de Nikki se desvió por encima de su hombro.

—No tengo ni idea de qué es esta sorpresa.

Debido a que estaba en la auto-tortura, tomó su mano, algo


asombrado por lo pequeña que se sentía en la suya.

Estaba siendo un imbécil.

Doblando sus dedos alrededor de los de ella, evitó su mirada


mientras la empujaba por el piso principal.

—Así que pensé que como no has decidido qué hacer con la
escuela o el trabajo, tenías algo de tiempo extra en tus manos.

Se detuvo frente a la puerta y giró la manija con su mano libre.

—Y sé que dijiste que no estabas en las mismas cosas que


entonces, pero creo que podrías estarlo.

Empujando la puerta, metió la mano dentro y encendió la luz.


Tiró de su mano, dejándola pasar junto a él.

179
El contacto de su cuerpo más pequeño rozando contra sus
sentidos fritos, pero lo ignoró mientras se concentraba en su rostro.

Y vio el momento exacto en que entendió lo que estaba mirando.

Esos labios rosados se abrieron en una suave inhalación a


medida que esos grandes ojos se hacían más grandes.

—Gabe...

Se giró hacia él, y él le sonrió.

—He estado guardando los trozos de madera de repuesto a lo


largo de los años, solo los he tirado aquí. Ni siquiera estoy seguro de por
qué. —Frunció el ceño, sin querer realmente mirar demasiado de cerca
la razón por la que lo hacía—. De todos modos, le pregunté a Richard si
aún tenías un kit de tallado en madera. Dijo que no lo creía.

Había limpiado la habitación durante el fin de semana y había


puesto un pequeño escritorio allí, uno que se había hecho él mismo
pero que nunca había vendido. Tenía el mismo trabajo en la viña que la
poda en casa. En el escritorio había una caja negra y lisa junto a una
lámpara que había sacado del almacén.

—Pedí un nuevo equipo —continuó—. Y toda esa madera de la


esquina es tuya si la quieres. En realidad, esta habitación es tuya si
quieres usarla porque dudo que tus padres quieran polvo y virutas por
toda la casa otra vez.

—¿Hablas... en serio? —susurró ella.

—Sí. —Se tomó un respiro—. Eres libre de usarlo cuando quieras.


Tengo una llave extra y todo.

—No sé qué decir.

Parpadeando rápidamente, se giró hacia la habitación. Nic apretó


su mano, y fue entonces cuando se dio cuenta de que aún estaba
sosteniendo su maldita mano.

La dejó ir y se cruzó de brazos.

—Bueno, espero que digas que te encante y la uses.

Nic metió sus manos bajo su mentón mientras sus hombros se


elevaban con una profunda respiración. Entró en la habitación y luego
se acercó, tocando el kit. Un segundo después lo abrió, y luego hizo lo

180
que había hecho en el área principal. Pasó los dedos por las
herramientas.

Su maldito pene saltó.

—Esto tuvo que costar una fortuna —dijo, su voz llena de


asombro—. Esto no es un set barato.

Él gruñó a falta de respuesta.

—Me encanta —agregó, y luego se giró sobre él—. Y haré uso de


ella.

Entonces la cosa más extraña ocurrió en ese momento. Se


preguntaba si había cometido un error. La mirada de Gabe se dirigió a
su boca.

Un segundo después, ella se lanzó sobre él, como lo había hecho


la noche que se enteró de lo de su padre, como lo había hecho cientos
de veces antes de que las cosas se fueran a la mierda.

La atrapó, tomando su peso mientras ella le abrazaba. La abrazó


de vuelta, rezando para que no sintiera su pene, porque mierda, eso
complicaría las cosas.

—Gracias —dijo ella, su voz apagada y extrañamente ronca—. No


tienes idea de lo que esto significa para mí.

Gabe pensó que lo había hecho mientras dejaba caer la barbilla y


captaba el olor de su champú. Fresas. Ella y sus malditas fresas.

Brevemente, cerró los ojos y luego se echó hacia atrás, dejando


que sus manos se deslizaran a los brazos de ella. Luego la retuvo.

—Me alegra que te guste.

—Me encanta —corrigió.

Sí, le gustaba oír eso. Le gustaba demasiado. Y sí, estaba


pensando que había cometido un error y no tenía ni idea de lo mucho
que se iba a arrepentir más tarde, pero sabía que no habría cambiado
ni una maldita cosa.

181
Capítulo 15
Traducido por Gerald

—¿Él hizo qué? —susurró… gritó Rosie.

Nikki asintió mientras levantaba su rosquilla. Era la mañana del


sábado y estaba con Rosie en el Café du Monde, engullendo los
polvorientos pedazos de perfección. El hecho de que hubieran sido
capaces de conseguir una mesa las sorprendió a ambas dado que la
temperatura había refrescado un poco.

Acababa de poner a su amiga al tanto respecto a la sorpresa de


Gabe.

—Sip. E incluso tenía nuevos sierras, una sierra de arco y una


sierra de vaivén. Quiero decir, básicamente me instaló mi propia tienda
pequeña.

—Eso es descabellado. —Rosie dio una mordida a una rosquilla,


logrando no hacer que cayera algo de azúcar sobre ella, lo que
significaba que debía haberle vendido su alma al diablo—. Quiero decir,
ni siquiera sabía que podías esas cosas con la madera. ¿Por qué nunca
me lo dijiste?

Nikki levantó un hombro.

—Simplemente... pensé que si hablaba sobre ello, me haría querer


regresar a hacerlo y honestamente no tengo tiempo en la escuela y...

—¿Te recordaba a Gabe?

—Sí —suspiró—. De cualquier manera, no sé lo que estaba


esperando, pero no era eso.

Rosie levantó su botella de agua.

—¿Vas a hacer uso de ello, de las herramientas y la tienda?

Hubo un aleteo profundo en su pecho. Como si un nido de


mariposas se hubiera despertado.

—Eso creo. Quiero decir, él pasó por todas esas molestias.

182
Enormes lentes de sol ocultaban sus ojos, así que era difícil saber
lo que Rosie estaba pensando.

—¿Vas a hacer uso de su madera?

—Por supuesto. Guardó... espera. —Nikki levantó su servilleta y


la lanzó hacia su amiga sonriente—. No es así.

—¿No lo es?

Ahora esas mariposas estaban intentando salir, porque pensó en


el abrazo y la forma en que estaba segura de que había estado
contemplando a su boca. Se movió en su silla, cruzando sus piernas.

—Cállate.

—Aunque ¿en serio? ¿Tenía una habitación llena de madera de


reserva? —Se inclinó hacia adelante, hundiendo su nariz—. ¿Y no sabía
por qué estaba guardando la madera?

—Eso es lo que dijo. —Las mariposas que había movido hacia su


estómago.

—¿Sabes lo que pienso? —Se enderezó—. Voy a decírtelo. Creo


que estaba guardando la madera de reserva para ti.

La mera idea de Gabe haciendo eso en el transcurso de los años


la sacudió. Si ese fuera el caso, no sabía qué pensar al respecto.

No podía pensar en eso.

Porque su corazón ya se estaba hinchando hasta el punto de


estallar y esa no era una buena señal. Rosie debía haberlo sentido,
porque dijo:

—Solo necesitas tener cuidado, Nikki.

—No estoy leyendo nada en ello.

—No, creo que sí necesitas leer en ello.

Frunció el ceño.

—Realmente no te estoy siguiendo el paso.

—Mira, lo que hizo por ti no es algo que alguien, quien


supuestamente pasó los últimos cuatro años odiándote, haría.

—Vaya. —Levantó su café—. Cuando lo pones de esa manera.

183
—Lo que hizo es algo grande. Tiene que saberlo, incluso si no
sabe porqué dejaste de hacer todo el trabajo en madera. —Tomando
una servilleta, limpió sus dedos—. Así que, pienso que necesitas leer
entre las líneas.

Nikki tomó una respiración que fue para ningún lado.

—No puedo permitirme hacer eso.

—Digo que necesitas ser cuidadosa. Es un hombre adulto que


está bastante experimentado y tú, por otro lado, no estás muy
experimentada.

—Gracias —murmuró.

—Y tienen este pasado desordenado entre ustedes. Va a ser


complicado.

Sacudió su cabeza.

—No lo sé. Quiero decir, lo que estas sugiriendo, que podría tener
algún tipo de motivo detrás de ser amigo mío, solo parece demente
cuando lo dijiste; pasó cuatro años odiándome.

—¿Alguna vez pensaste que tal vez pasó cuatro años odiándose
más a sí mismo? —Una pulsera rosa brillante se deslizó por su brazo
cuando dejó caer su codo sobre la mesa—. ¿Que tal vez te deseaba en
ese momento y se odiaba a sí mismo por ello?

Nikki abrió su boca.

—Sabes que tengo un grado en psicología, ¿cierto? —Rosie


golpeteó una uña pintada en púrpura contra su sien—. Conozco estas
cosas.

¿Podría Gabe haberse odiado más a sí mismo? Eso era más que
probable, pero no por las razones que Rosie sugería.

—Creo que me quería cuando estaba sucediendo, porque estaba


ebrio en el momento.

Rosie sacudió su cabeza, enviando rizos rebotando en todas


dirección.

—Todo lo que digo es que pienso que necesitas proceder con


precaución.

184
—No estoy procediendo con nada. —Levantó lo que quedaba de su
rosquilla—. Somos amigos y creo que lo que hizo fue como un... símbolo
de nuestra amistad. Una verdadera bandera blanca.

—Bueno, estoy feliz de escuchar eso, porque tengo algo para ti.

Con Rosie, su sorpresa podría ser cualquier cosa desde un tablero


de Ouija hasta una muñeca vudú. Una muñeca vudú usada.

—Tengo a alguien que quiero que conozcas.

—Rosie...

—Está soltero. Tiene un trabajo. No vive en una casa embrujada,


lo que es negativo para mí, pero como sea. No todos pueden ser
perfectos. Pero no trabajas para su familia. Es bien guapo yyyyy no te
acostaste con él cuando tenías dieciocho años.

—Hay mucha gente con la que no me acosté cuando tenía


dieciocho años —respondió Nikki con un suspiro sarcástico.

—Sip. —Sonrió ampliamente—. Y aquí está la mejor parte. De


hecho me preguntó por ti.

Nikki comenzó a fruncir su ceño.

—¿Qué?

—De hecho, nos vio juntas en Cure y pensó que eras la cosa más
caliente desde los Hot Pockets2.

—Um...

—No sé por qué no se acercó y saludó. Creo que se puso nervioso


o algo así. ¿Y sabes qué más creo? Creo que deberías salir en una cita
con él.

Abrió su boca para decir que no, absolutamente no.

Rosie le ganó a decir algo.

—Si realmente estás lista para seguir adelante con tu vida, lo


primero que tienes que hacer es salir y conocer a alguien que no sea
Gabe.

Nikki pensó que había muchas otras cosas que podría hacer en
lugar de salir con un tipo que no conocía.

2
N.T. Diferentes tipos de enrollados estilo pizza.

185
—Tuve citas en la universidad...

—Apenas.

—Y tuve un novio...

—Sabemos en qué terminó eso —bromeó Rosie.

Los ojos de Nikki se estrecharon, pero ¿en serio? ¿Por qué se


estaba resistiendo tanto a tener una cita? Incluso decidió que era
momento para que saliera y tuviera citas. Nada la estaba conteniendo.

—¿Sabes qué? Sí. Voy a ir a una cita.

Emoción llenó sus ojos marrones que lucían más avellanados en


la luz.

—¿En serio?

Nikki asintió.

—Prográmala.

Por encima de sus cabezas algo chocó contra una pared, algo
frágil por el sonido de ello. Probablemente también algo costoso.

La mirada de Gabe se elevó hacia el techo.

—Eso sonó como un vaso.

—O un jarrón —comentó Lucian.

—Espero que no fuera una ventana. —Julia bajó su taco de billar.

Gabe sonrió con suficiencia.

—Sabrina sabe que es mejor que no haga algo así.

Durante los últimos treinta minutos, más o menos, Sabrina había


estado arriba en la oficina de Dev y a cada rato, escuchaban la voz
estridente de Sabrina. No podían definir sobre qué estaba discutiendo,
pero tenían sus suposiciones.

Esto no era algo nuevo.

Muy seguramente estaba presionando a Dev sobre acordar una


fecha y cada vez que lo hacía, terminaba con ella lanzando algo cuando
Dev se negaba a ceder.

186
Caminando alrededor de la mesa de billar, Lucian llegó a un
costado de Julia.

—¿Por qué no vas arriba y eliges una película para que la


veamos? —Enganchó su brazo alrededor de los hombros de Julia,
atrayéndola contra su costado—. Subiré dentro de poco.

Julia arqueó una ceja, pero se estiró y besó su mejilla.

—Estaré esperando.

—Malditamente correcto. —Palmeó su trasero cuando se alejó,


haciendo que se ganara una mirada con ojos entrecerrados—. Ese soy
yo calentando motores.

—Lo que sea —murmuró, su rostro sonrojándose mientras


ondeaba su mano hacia Gabe deseándole buenas noches y se iba de la
habitación.

Gabe se inclinó hacia atrás, apoyando sus brazos en la barra


detrás de él.

—Movimiento inteligente.

—Hmm. —Lucian caminó detrás de la barra y levantó varios


vasos—. ¿Crees que Dev va a elegir una fecha?

—Si lo hiciera, no estaría ahí tirando mierdas. —Gabe se giró en


el banco, mirando a su hermano mientras servía bourbon en los tres
vasos.

—Dev no es a quién ella quiere.

Gabe resopló mientras se tomaba su bebida.

—Sí, bueno, ese no es mi problema.

—Hasta que se mude aquí. —Lucian se inclinó contra la barra—.


¿Crees que mágicamente va a dejar de intentar brincar hacia tu pene?

La imagen de esas palabras provocaron que los labios de Gabe se


curvaran.

—Está loca si cree que ir por ese camino conmigo va a ser exitoso.

Lucian inclinó su vaso hacia Gabe.

187
Sacando su teléfono de su bolsillo, Gabe revisó la aplicación del
sistema de alarma de su taller. No había sido desactivado, lo que
significaba que Nic todavía no había estado ahí.

No había venido a la tienda desde que la llevó ahí el miércoles,


pero si se llevó con ella el kit y un pedazo de madera cuando se fueron.

Mientras se quedó ahí sentando, girando el líquido ámbar en su


vaso, se preguntó que era lo que estaría haciendo Nic. ¿Estaría afuera
en el Barrio? Era sábado por la noche y dudaba que estuviera sentada
en su casa.

Demonios, ¿qué estaba haciendo él sentado en casa?

Había recibido un mensaje más temprano en la tarde de una de


las mujeres con las que generalmente cruzaba caminos en el Red
Stallion. Alyssa siempre estaba disponible para pasar un buen rato, sin
compromisos. Normalmente, hubiera respondido, hubiera arrastrado su
trasero hasta ahí. Eso sería lo inteligente por hacer.

Excepto que no tenía interés en ir al bar.

No tenía interés en ver a Alyssa.

—¿Has pensado más en lo que dijo Troy sobre el auto? —preguntó


Lucian.

Había pensado mucho en ello.

—Todos hemos hecho enojar a algunas personas, pero ¿que


alguien supiera donde estaba y hacer eso? No sé quién podría ser.

—¿Así que entonces piensas que fue un niño?

Levantó un hombro.

—No lo sé. Simplemente no creo que tenga algo que ver con Nic.
No ha estado en casa durante cuatro años y ¿quién estaría lo
suficientemente molesto con ella como para hacer eso?

—Tú no —respondió su hermano hábilmente.

Gabe ignoró ese comentario.

Lucian se quedó en silencio por un momento.

—¿No crees que haya tenido algo que ver con los Rothchild?

La pregunta lo sorprendió.

188
—¿Crees que lanzarían algo por la ventana de mi auto?

—Ellos no, pero tal vez alguien que contrataron. —Lucian se


encogió de hombros—. Tienes el potencial para cambiar su vida y no de
una forma que vaya a gustarles. Sé que suena demente que estén
involucrados, pero hemos visto cosas peores.

Era demente, pero Lucian también tenía razón. Había visto cosas
peores.

—No creo que fueran ellos. Sería estúpido que lo hubieran hecho.
No soy el tipo malo con ellos. He sido más que razonable.

—Sí que lo has sido, pero... —Lucian se quedó en silencio.

No tenía que terminar su idea. Gabe sabía en lo que estaba


pensando. La gente realmente podía ser capaz de cualquier cosa.

Gabe se estaba terminando el vaso de bourbon cuando Dev hizo


su gran aparición, haciendo que se levantaran las dos cejas de Gabe. La
camisa de Dev, normalmente bien planchada y sin arrugas estaba a
medio meter. Había una marca roja a lo largo del costado izquierdo de
su rostro.

—Vaya. —Lucian deslizó el tercer vaso intacto hacia Dev—. Parece


que tuviste una interesante visita con Sabrina.

Dev resopló mientras levantaba el vaso, tomándose la bebida de


un solo trago.

—¿Te pegó? —preguntó Gabe. Seguro, Sabrina tenía el hábito de


lanzar cosas, generalmente lo que sea que estuviera a la mano y fuera
lo más costoso, ¿pero golpear?

Dev bajó el vaso hacia la barra.

—Digamos que su berrinche alcanzó un nuevo punto alto.

—O bajo, dependiendo de cómo lo mires —sugirió Lucian—. Tengo


que preguntarte esto. ¿Por qué te vas a casar con ella, Dev?

Sentándose en el banco junto a Gabe, Dev dobló sus brazos sobre


la barra.

—¿Por qué no?

Gabe miró a su hermano mayor.

189
—Esa no es exactamente la mejor respuesta que dar para esa
pregunta.

Su hermano se encogió de hombros.

—Su compañía sería un activo valioso en algún punto del camino.

—Vaya —murmuró Gabe—. Y algunos dicen que el romance está


muerto.

Lucian se rio entre dientes.

—No necesitamos a su compañía. Tenemos más dinero de lo que


cualquier generación futura pudiera siquiera esperar.

Dev no dijo nada mientras se enfocaba en las repisas detrás del


bar.

—Las etiquetas no están volteadas en la misma dirección.

Gabe siguió su mirada. Tenía razón. Algunas estaban torcidas.

—Esa sería Nikki —suspiró Dev—. Voy a tener que hablar con
ella.

—¿Sobre las botellas de whisky que no están derechas? —Los


hombros de Gabe se tensaron—. ¿Hablas malditamente en serio?

La mirada de Dev se deslizó hacia la suya.

—No. Pero esa es una reacción un tanto fuerte.

Gabe ignoró ese comentario.

—¿Sobre qué quieres hablar con ella?

—Sobre cómo le habla a Sabrina.

Reclinándose en el banco, Gabe sostuvo la mirada de Dev.

—¿Y cómo le habla a Sabrina que ella no mereciera que le hablen


así?

—No importa lo que Sabrina merezca. Va a convertirse en mi


esposa y Nikki tiene que respetar eso, respetarla a ella.

—Es difícil respetar a alguien que te trata como a una sirvienta —


respondió con fuego Gabe.

—La última vez que revisé, ese es el trabajo de Nikki. Al menos en


este momento. —Dev le señaló a Lucian para que rellenara su bebida—.
190
Puede que Nikki no sea personal permanente aquí, pero cuando esté
aquí, necesita actuar como si lo fuera.

—¿Exactamente sobre qué se está quejando Sabrina? —preguntó


Lucian, sirviendo el bourbon—. He visto a Nikki alrededor de ella.
Generalmente se queda callada e ignora los incesantes insultos de
Sabrina.

—Excepto cuando derramó la champaña sobre ella —comentó


Dev.

Los labios de Gabe se fruncieron.

—Eso fue un accidente.

—Tú y yo sabemos que no fue un accidente.

—Eso sucedió hace semanas.

Dev levantó su vaso de nuevo.

—Aparentemente Nikki le hizo un comentario malicioso al


hermano de Sabrina sobre que no haya una fecha para la boda. Eso
hizo enojar a Sabrina, lo que llevó a su pequeña crisis de esta noche.

Los ojos de Gabe se estrecharon. ¿Cuándo había visto Nic a


Parker? Pensó en lo que había sucedido el miércoles. Parker había
estado ahí y Nic había estado terriblemente callada en el trayecto de
auto en dirección al taller.

—Hablaré con Nic —dijo Gabe.

—¿De verdad? —murmuró Dev.

—Creo que es una buen idea —intervino Lucian—. Mejor a que tú


hables con ella.

—¿Y por qué es eso? —preguntó Dev.

—Porque eres un idiota —respondió Lucian, sonriendo—. Y Nikki


se metió para ayudar a su mamá, que tiene cáncer. Lo último que esa
chica necesita es a ti sermoneándola sobre cómo debe hablar con la
gente “mejor” que ella.

—Lo último que necesita es que hables con ella en absoluto. —


Gabe cruzó los brazos—. Me aseguraré de que permanezca alejada tanto
de Sabrina como de Parker. Me encargaré de ella.

191
Los labios de Dev se curvaron alrededor de la orilla del vaso en
algo parecido a una sonrisa.

—¿Sabes lo que creo, Gabe?

—No puedo esperar por escuchar esto.

Tomó un trago y luego lo miró.

—Creo que lo último que necesitas es encargarte de Nikki en


todos los sentidos de la palabra.

192
Capítulo 16
Traducido por NaomiiMora

El domingo por la tarde, Nikki estaba en el centro de la pequeña


habitación que Gabe había preparado para ella. En sus brazos,
acunaba el kit de tallado en madera y el bloque de madera que se había
llevado a casa el miércoles.

Habían pasado años desde que había hecho algo por el estilo, así
que usó el bloque de madera como práctica, como había hecho cuando
Gabe le había enseñado a usar las herramientas para tallar.

Había tallado una luna creciente en el bloque de madera,


sorprendida por lo fácil que había sido una vez que se puso en marcha.
No importaba cuánto tiempo había pasado. Sus dedos sabían qué hacer
en el momento en que se sentaba con el cincel.

Nikki puso la luna sobre el escritorio. Tal vez lo cortaría más


tarde, pero lo que realmente quería hacer era hacerle a su mamá un
brazalete. Ya lo veía en su cabeza, seis cuentas largas para representar
cada ciclo de tratamiento que recibiría. . . y sobreviviría.

Y cuando su madre terminara su último ciclo, Nikki planeaba


darle el brazalete.

Caminando hacia el cúmulo de madera cuidadosamente apilado,


recogió un trozo de madera y luego tomó la herramienta Dremel.
Encendiendo la aplicación de música de su teléfono, se sentó detrás del
escritorio y se puso a trabajar.

Nikki no tenía idea de cuánto tiempo pasó. Lo bueno de trabajar


con las manos, concentrándose en nivelar los centros, era que no
pensaba, no se estresaba. No se obsesionaba con Gabe, se preocupaba
por su madre ni se preocupaba por la no tan velada amenaza de Parker.
Su mente quedaba maravillosamente en blanco mientras trabajaba, y
Dios, no tenía idea de cuánto había echado de menos eso hasta que
estuvo sentada detrás del escritorio que Gabe obviamente había hecho
con sus propias manos.

193
Tan atrapada en lo que estaba haciendo, no se dio cuenta de que
tenía compañía hasta que alguien llamó suavemente a la puerta abierta.

Mirando hacia arriba, no se sorprendió tanto de ver a Gabe


parado allí.

—Oye —dijo él, sonriendo—. Buenas tardes.

—Hola. —Bajó el Dremel—. Espero que no te importe que esté


aquí.

—Por supuesto no. Te dije que podías usar este lugar cuando
quisieras. —Se apoyó contra la perilla de la puerta—. Estoy feliz de
verte aquí.

Su estómago se hundió, y pensó en lo que Rosie dijo ayer. Creo


que necesitas leerlo. Se quedó sin aliento.

—Gracias de nuevo por esto.

Se encogió de hombros.

—No es la gran cosa.

Gabe había dicho eso antes, pero era algo grande para ella.
Incluso si no hubiera estado guardándole la madera durante los últimos
años, esto aún significaba mucho.

—¿En qué estás trabajando? —preguntó.

—Un brazalete para mi mamá. —Se mordió el labio y miró las dos
cuentas que había terminado—. No estoy segura de qué color los voy a
pintar, pero creo que voy a tratar de tallar rosas en ellos. Es su flor
favorita.

—Eso va a ser complicado.

—Lo será, pero gracias a ti, tengo las herramientas perfectas. —Se
sacudió la fina capa de polvo de las manos—. ¿Qué planeas hacer tú?

—Pensé en pasarme por aquí y hacer algo de trabajo. —Se apartó


de la puerta—. ¿Ya has comido?

Nikki negó con la cabeza.

—No.

—¿Quieres ir por algo de comer? —le ofreció—. Hay un


restaurante justo al final de la calle. Tienen alitas increíbles.

194
Ahora su corazón se unía a su estómago. Es solo el almuerzo, se
dijo a sí misma mientras asentía.

—Sí, um, déjame recoger mis cosas.

Gabe la esperó mientras tomaba su teléfono del escritorio y


tomaba su bolso. Salió de la oficina, rozando a Gabe en el proceso. El
ligero toque de su brazo contra el de él fue un shock para su sistema,
enviando un fuerte hormigueo a través de todo su cuerpo.

Excitación, rápida y aguda, la recorrió, dejándola un poco sin


aliento y, oh Señor, encendida. Su estómago se sentía raro. Sus pechos
se sentían pesados, y palpitaciones agudas sacudían sus muslos.

Bueno, necesitaba salir más, y hacer algo así como, conocer


gente, porque en serio, su cuerpo era ridículo si el roce contra su brazo
podía encenderla.

—¿Estás bien? —Gabe se detuvo frente a la puerta principal.

Realmente no. Se sentía sonrojada… y estúpida.

—Sí, solo necesito comer.

—Entonces hagamos eso antes de que te desmayes.

Cuando él se dio la vuelta, ella cerró los ojos y se imaginó a sí


misma golpeándose la cara. Repetidamente.

El restaurante estaba justo al final de la cuadra, como él dijo, y


después de sentarse cerca de una ventana, Nikki sintió una implacable
energía nerviosa cuando Gabe pidió agua y ella eligió tomar un té dulce.

Su mirada seguía lanzándose de su rostro a la calle. Parte de ella


no podía creer que estaba sentada aquí con Gabe. Si alguien le hubiera
preguntado si eso era posible hace un año, se habría reído directamente
en su cara.

—Por cierto, hay algo de lo que quiero hablar contigo —dijo,


llamando su atención—. Creo que sería muy inteligente de tu parte que
te mantengas tan lejos de Sabrina y su hermano como sea
humanamente posible.

—¿Qué? —Frunció el ceño—. Esa es una afirmación realmente


aleatoria, y sabes que preferiría estar en la luna durante un eclipse
solar que estar en la misma habitación que ellos.

195
—¿En la luna durante un eclipse solar? —repitió en voz baja y
luego negó con la cabeza—. Sabrina se quejó a Dev de ti.

Sintió un vacío en el estómago.

—¿Acerca de qué?

—Acerca de ti haciendo algún tipo de comentario a su hermano


sobre la falta de una fecha de boda.

Jodido Parker. Sus manos se apretaron en puños.

—Lo odio.

Gabe miró de cerca.

—El odio es un sentimiento bastante fuerte.

—Sí, bueno, lo odio. Es arrogante y cuando le dije eso, no lo dije


para ser una imbécil. —Se detuvo—. Bueno. Estaba siendo una imbécil,
pero como sea.

Los labios de Gabe se torcieron en la última parte-

—¿Cuándo viste a Parker?

—El miércoles, cuando fue allí para cenar. Entró en la cocina a


tomar algo.

La comprensión se deslizó por su rostro.

—¿Qué pasó el miércoles?

La necesidad de decirle lo que Parker le había dicho era fuerte,


pero sabía que, si lo hacía, Gabe le diría algo y luego Parker se quejaría
con Sabrina. Basándose en lo que Gabe le estaba contando sobre
Devlin, Sabrina iría con Devlin y no podría poner en peligro el empleo
de sus padres.

—No pasó nada.

—No suena como nada.

—Solo estaba siendo como es de idiota normalmente. —Respiró


hondo—. Me comportaré de lo mejor.

—No estoy seguro de que te comportes mejor. —Sonrió.

Le tomó un momento darse cuenta de que estaba bromeando con


ella.

196
—Lo haré. Algunas veces. Pero prométeme que no le dirás nada a
Parker. Sabes que si lo haces, solo empeorará la situación.

—¿Hay alguna situación que pueda empeorar? —Su voz se volvió


tan fría que se estremeció.

—No. No hay, pero si le dices algo, entonces habrá un problema.


Prométeme que no dirás nada.

—Prometo que no lo haré, pero también quiero que me prometas


que si hay un problema, serás honesta conmigo.

—Lo prometo… espera. —La decepción se encendió a la vida en


ella. Recordó la conversación en el auto el día que intentó ir al refugio
con ella—. ¿Es por eso que me pediste que almorzáramos? ¿Para
hablarme de ser más amable o lo que sea con Sabrina?

—No. —Frunció el ceño—. Te pregunté si querías ir a almorzar


porque quería almorzar contigo. Podría haber esperado para hablar
contigo sobre Sabrina mañana.

—Oh. —Tenía un punto.

—Entonces, ¿hiciste algo emocionante con tu fin de semana? —


preguntó, cambiando de tema.

—En realidad no. —Jugó con el borde del menú—. Me encontré


con Rosie ayer en du Monde y comí mi peso en rosquillas. ¿Qué hay de
ti?

Sonrió.

—Solo pasé tiempo en casa. —Hizo una pausa—. Me sorprende


que no hayas salido o algo así.

—¿Por qué?

Sonrió cuando la camarera apareció con sus bebidas. Hicieron un


pedido de alitas, y se ganó una mirada de desaprobación cuando pidió
que las suyas fueran sin salsa, mientras que Gabe se decantó con cierto
sabor para quemar el paladar.

—Solo recuerdo cómo era cuando tenía veinte años —dijo después
de que la camarera se fue—. Esta ciudad era como un patio gigante.

Ella rió.

—Haces que parezca que eso fue hace siglos.

197
—Lo fue.

—¿También caminaste a la escuela con un metro de nieve,


descalzo? —bromeó, y él se rió—. Realmente no he estado saliendo
desde que estoy en casa.

El interés chispeó en sus ojos.

—¿Salías mucho cuando estabas en la UA?

Nikki negó con la cabeza, sin saber cómo explicar que no tenía la
experiencia estereotipada de la universidad.

—Sabes, en realidad tampoco salí mucho allí.

—¿Eras una estudiante dedicada? —bromeó.

Ella rió.

—No exactamente. Yo solo…

—¿Qué?

Mirando por la ventana, vio a una mujer caminar empujando un


coche de bebé. En lugar de responder, se encogió de hombros.

Pasó un momento, y pudo sentir su intensa mirada sobre ella.

—¿Puedo hacerte una pregunta y serás honesta conmigo?

Su corazón dio un vuelco cuando lo miró.

—Por supuesto.

Gabe se había inclinado hacia adelante, descansando sus brazos


sobre la mesa.

—No te estabas conteniendo al hacer cosas por lo que pasó entre


nosotros, ¿verdad?

Maldita sea. Había conectado esos puntos demasiado rápido para


su gusto. Lo aceptaba, hablaban sobre su vida en la universidad antes y
siempre había esquivado de toda la escena de citas y fiestas.

—Mierda —murmuró, recostándose en su asiento. Miró por la


ventana manchada de huellas dactilares. Un músculo se contrajo a lo
largo de su mandíbula—. Odio saber que ese es el caso. Siempre pensé
que te volverías loca en la universidad, probablemente quemarías uno o
dos edificios.

198
No supo qué decir al principio.

—No era solo eso. Lo digo en serio. Sabes que yo era una chica
rara, torpe. Todavía era rara y torpe en la universidad. ¿Y qué? No salí
mucho...

—¿Pero tuviste novio?

—Sí. Y era un buen tipo.

—Entonces, ¿qué pasó? —Su mirada se había vuelto hacia ella, y


sus ojos eran más azules que verdes hoy—. Si era un buen tipo, ¿por
qué no estás todavía con él?

Esta no era exactamente la conversación que planeaba tener con


él, como que… nunca.

—Yo no era… La novia más fácil.

—¿Me lo cuentas?

Puso los ojos en blanco.

—Simplemente no estaba realmente… abierta. Él realmente lo


intentó y fue paciente, pero yo no estaba allí para eso.

—No estoy entendiendo.

Por supuesto que no lo estaba.

—Está bien, así que hacíamos planes, y siempre me olvidaba de


ellos. No era a propósito Simplemente no estaba pensando en ello.
Quería salir, como ir al cine y cenar, y no estaba realmente interesada.
Solía pensar que era porque era una persona hogareña, pero
simplemente no quería salir con él, con nadie realmente. Porque cuando
venía a relajarse conmigo en mi habitación, me molestaba que estuviera
allí. Sin importar lo que hiciera.

—Maldición. —Dio un golpecito a la mesa con un dedo—. Eso es


un poco duro.

Se movió en la cabina, incómoda.

—Sí. Bastante. Terminó reclamándomelo, después de que olvidé


nuestro aniversario. Un año. Y lo olvidé.

—Mierda, eso tiene que ser incómodo.

199
—Lo fue. Especialmente cuando me preguntó si lo amaba y no
pude responderle. Quiero decir, pude haberlo hecho, pero no era lo que
él quería escuchar. Fue entonces cuando rompió conmigo.

Él parecía reflexionar sobre eso.

—Parece que realmente no querías estar con él.

—No creo que lo hiciera.

—Entonces, ¿por qué estabas con él?

—¿Honestamente? Dios. Es embarazoso admitirlo, pero no quería


estar sola y quería ser... normal. Como todos los demás que estaban
enrollados o en una relación y allí estaba yo, sentada como un idiota.

—¿Y no saliste con otras personas? —preguntó y cuando ella negó


con la cabeza, la incredulidad se deslizó en su rostro—. ¿Te enrollaste?

Esta conversación seguía empeorando cada vez más. ¿Cómo podía


explicar que había tenido miedo de salir a experimentar? ¿Soltarse y
divertirse? ¿O que era más que eso y hasta para ella era difícil
entenderlo? Nikki no podía simplemente enrollarse. Dios, deseaba poder
hacerlo. Sonaba divertido, liberador y normal para los estándares
sociales, pero tenía que interesarse por alguien en un nivel más
profundo para querer tener sexo con ellos. Enrollarse generalmente no
permitía eso.

—Esta es una conversación tan incómoda. En serio.

—Si no puedes hablar de ello, no deberías estar haciéndolo.

—Cállate.

Gabe se estaba inclinando hacia adelante de nuevo.

—Ustedes chicos…

—¿En serio estás preguntando si Calvin y yo tuvimos sexo? —


preguntó con voz baja.

Él inclinó la cabeza.

—Sí. Iba a decir follar, pero tener sexo suena más… insulso.

Nikki se ruborizó hasta las raíces de su cabello.

—No es que sea de tu incumbencia, pero sí, lo hicimos.

Sus ojos se clavaron en los de ella.

200
—¿Fue él la única persona además de mí?

—Oh, Dios mío. —Se apretó contra la cabina—. No puedo creer


que me estés haciendo esta pregunta. Sinceramente, no puedo creerlo.

—Bueno, créelo, porque lo estoy haciendo. ¿Te has acostado con


alguien más?

Nikki lo miró boquiabierta.

—No voy a responder esa pregunta.

Un lado de sus labios se levantó.

—¿Y por qué no?

—¿En serio no sabes por qué? —Saltando hacia adelante en su


asiento, se agarró al borde de la mesa—. Bueno. He terminado de
hablar de mí. Hablemos de ti.

Los ojos de él se estrecharon.

—¿Qué sucedió entre tú y esa chica con la que saliste cuando


estabas en la universidad? ¿De la que estabas enamorado? —Lo vio
retroceder, satisfecha y molesta—. ¿Cómo se llamaba? ¿Emma?

Su expresión se endureció.

—No vamos a hablar de eso.

La molestia ahora estaba superando la satisfacción de ponerlo en


su lugar.

—Bueno, ahora sabes cómo se siente estar en el extremo receptor


de ese tipo de preguntas.

—Es diferente.

—¿En serio? —Inclinó la cabeza hacia un lado—. ¿Cómo es eso?

—Porque la amaba y tú no amabas a este tipo.

Nikki contuvo el aliento. Ahí. Dijo lo que siempre sospechó sobre


la chica con la que salía en la universidad. La había amado. Y como era
una idiota de primer nivel, preguntó:

—¿Todavía la amas?

Gabe apartó la mirada, con los hombros tensos. Pasó un segundo,


y algo… algo dentro de Nikki, cerca de las cercanías de su inútil

201
corazón, se quebró un poco, y eso fue una locura, porque demostró que
todavía tenía un lugar allí.

—Siempre la amaré.

El almuerzo se había derrumbado después de eso.

Ninguno de los dos realmente dijo mucho de nada y la caminata


de regreso fue tan jodidamente incómoda como un maldito mono
tratando de follar a una pelota de fútbol.

Gabe no podía creer que había sacado a Emma en la


conversación.

Demonios, sus hermanos sabían que no debían hacerlo. Bueno,


excepto Lucian, pero sabía cuándo callarse hablando de ella.

¿Pero Nic?

Le había hecho la única pregunta que ni Lucian había tenido las


bolas de preguntar. Puede que no supiera toda su historia con Emma,
pero Nic era observadora. Vio lo suficiente para saber que no podía ir
con él.

Y maldito sea si no hubiera contestado honestamente.

Lo que dijo era verdad. Una parte de él siempre amaría a Emma y


ese hecho le afectaba, lo había estado carcomiendo durante años.

Incapaz de sentarse y trabajar como planeaba, dejó a Nic en el


taller, se subió a su automóvil y condujo. Sin darse cuenta, se encontró
aparcando en el cementerio Metairie. Se estacionó junto al césped verde
bien cuidado, salió y comenzó a caminar, pasando por la famosa
pirámide mientras una ligera brisa agitaba los árboles y enviaba hojas
flotando hacia el suelo.

No estaba solo.

La gente pasaba junto a él. Algunos eran turistas. Otros estaban


allí visitando tumbas de sus seres queridos.

Los cementerios eran un gran negocio en Nueva Orleans. Eran


viejos, pero incluso los más nuevos estaban ocupados. Siempre había
gente muriendo, siempre había gente afligida. Se gastaba mucho dinero
en los muertos.

202
Gabe cortó entre una hilera de tumbas. Más adelante, vio el alto
mausoleo, protegido por no uno, sino dos ángeles llorones.

En el pasado, los de Vincent usaban la cripta que estaba en la


parte posterior de la propiedad, más cerca del pantano. No estaba
seguro de por qué la familia comenzó a enterrar a la gente en Metairie.
Probablemente porque la cripta familiar en su propiedad no pudo
mantenerse al día con todas las muertes.

Aquí fue donde fue enterrada su abuela, junto con varias tías y
tíos. El hombre que lo crió, el hombre que siempre creyó que era su
padre, estaba aquí, junto con su madre.

Y después de que Madeline, su hermana, había muerto, de verdad


esta vez, había sido enterrada en privado. Un esfuerzo que le había
costado a Dev mucho dinero para mantenerlo en secreto.

Madeline lo habría matado, los habría matado a todos, pero aún


era familia. Una familia jodida, pero familia no obstante. No había sido
colocada al lado de su madre.

Demonios no.

Gabe se hizo a un lado y se sentó en el banco. Entrecerrando los


ojos a la luz del sol, metió la mano en el bolsillo y sacó el teléfono.
Desplazándose por sus contactos, marcó Llamar y levantó el teléfono
hasta su oreja.

Samuel Rothchild respondió al tercer timbre, y como siempre, el


hombre era tan contundente como una uña.

—Dijiste que nos darías tres meses. Vas a llegar en un mes.

Se sentía más que eso.

—No voy a retractarme de a la promesa que te hice.

Hubo un latido de silencio.

—¿Entonces por qué llamas, Gabriel?

Su mandíbula se endureció mientras cerraba los ojos.

—Quería comprobar y ver cómo está todo el mundo.

—Todo el mundo está bien. —Fue la respuesta recortada.

Gabe suspiró.

203
—Sé que no te gusto y sé que estás preocupado por lo que voy a
hacer. Lo entiendo. Pero tengo derecho a hacer esta llamada telefónica.
Tengo derecho a mucho más, Samuel.

—Cinco años, Gabriel.

—Sí, cinco años de mí sin una sola pista. —La irritación llenó su
tono cuando abrió los ojos—. No puedes olvidar eso. No me puedes
poner eso sobre mis hombros. Si lo hubiera sabido, habría estado allí
hace cinco años.

Hubo otra pausa de silencio.

—Lo sé. Eso es lo que nos asusta.

Apretando mandíbula, sacudió la cabeza mientras levantaba la


vista hacia las nubes que se movían lentamente sobre el cielo.

—¿Cómo está?

Hubo un fuerte suspiro.

—Lo está haciendo bien. Está un poco resfriado, pero nada grave.

La mano de Gabe se apretó en su teléfono.

—Mierda. ¿Estás seguro de que es sólo un resfriado?

—Solo un resfriado. —La voz de Samuel se suavizó un poco—.


Estaba preguntando por ti. Quería saber cuándo ibas a volver.

Eso fue un maldito golpe en su pecho.

—¿Y qué le dijiste?

—Le dije que tenías asuntos que atender, pero que volverías —
respondió—. No le mentí.

—Gracias. —Había tanto que quería decir, pero la presión se


apretó en su pecho, callando esas palabras, dejando lo único que podía
decir—. Cuida de mi hijo, Samuel.

204
Capítulo 17
Traducido por Rimed

Gabe sabía que ella probablemente estaba esperando que las


cosas fueran incómodas entre ellos luego de su almuerzo, y no podía
culparla, especialmente por cómo había terminado, pero cuando la vio
el lunes, se propuso no actuar como un idiota.

Parecía funcionar, porque, aunque al principio estaba un poco


tensa a su alrededor, se dejó llevar y se relajó.

El batido y la galleta con chispas de chocolate que le había traído


probablemente habían ayudado a suavizar las cosas.

Y cuando ella mencionó que estaba pensando respecto a ir al


taller por la tarde, después del trabajo, él había estado… interesado en
escuchar aquello. Con una tarde ocupada, no era capaz de ir a la tienda
hasta después de la cena. Había funcionado convenientemente.

Así que se sentaron allí la tarde del martes, trabajando casi lado a
lado mientras el tráfico del exterior sonaba en el fondo.

Gabe tenía nuevas órdenes en las que trabajar. Uno era un


estante de vinos que hiciera juego con un gabinete que había hecho
para el gobernador hace algunos años. Si bien era una pieza más
pequeña, requería más tiempo para diseñarlo.

Ayer había cortado y pegado el marco.

—¿Cómo está tu madre? —preguntó, dándose cuenta de que no


había preguntado por ella en algún tiempo.

Nic levantó la mirada desde donde estaba sentada con las piernas
cruzadas en el piso en vez del escritorio. De cierto modo le gustaba eso
de ella.

205
—Está bien, pero… —Inhaló profundamente mientras bajaba la
mirada hacia lo que estaba trabajando—. Está realmente exhausta. El
tratamiento está tomando mucho de ella.

Surgió preocupación por la mujer que era básicamente una


segunda madre para él.

—Ella es una mujer realmente fuerte. El tratamiento está


tomando mucho de ella.

—Lo sé, pero no creo que importe qué tan fuerte es alguien. —Ella
se mordió su labio inferior—. Su conteo de glóbulos blancos cayó y
tuvieron que darle una inyección de refuerzo antes de que pudieran
continuar con la quimioterapia.

—¿La inyección funcionó?

Ella asintió.

—Sí, lo hizo.

Podía ver la preocupación grabada en su rostro y quería aliviar


algo de ella, pero sabía que todo lo que tenía para ofrecerle eran
palabras.

—Ella estará bien.

Nic volvió a levantar la mirada.

—¿Lo crees?

—Sí. —Bueno, eso esperaba. Jodidamente lo esperaba.

Una sonrisa apareció, y maldición, ella pasó de ser hermosa a


una belleza aturdidora en un nanosegundo. Nada sobre ella en ese
momento le recordaba a la Nic quien creció siguiéndolo a todos lados.
Nada en ella le recordaba a Emma.

Infiernos.

Realmente no tenía idea de dónde vino ese pensamiento, pero eso


es lo que se hizo camino en su cabeza.

Nic volvió al trabajo en su cuenta, y un silencio amistoso cayó


entre ellos mientras trabajaban. No había sido así con nadie. Ni siquiera
con Lucian quien le acompañaba frecuentemente. Su hermano no
estaba callado por más que unos pocos minutos a la vez, pero Nic…
bueno, ella sabía lo que era perderse en el zumbido de una sierra o los
cortes de una navaja. Eso era raro.
206
¿Podría verse a sí mismo sentado aquí con…?

Detuvo sus pensamientos y entonces… entonces se obligó a sí


mismo a terminar esa pregunta. ¿Podría verse a sí mismo sentado aquí
de esta forma con Emma?

No.

Para nada.

Emma era callada, pero aquello venía de un inherente


nerviosismo más que de alguna otra cosa. A ella le gustaba reflexionar
sobre todo lo que haría o diría, así que era propensa a largos períodos
de silencio. No del tipo amistoso como este. Gabe sabía que cuando
Emma estaba callada, significaba que estaba pensando mucho en algo y
viendo el modo de discutirlo. Solía pensar que eso era algo lindo de ella.
Excepto hacia el final, hacia el final simplemente le molestaba, porque
sabía que estaba pensando un montón de mierda que tenía que ver con
él, en vez de hablar con él.

¿Pero Nic? Sabía que ella estaba perdida en lo que estaba


haciendo en el momento. Lo que sea que estuviera ocurriendo en su
cabeza entraba y salía. No estaba planeando una completa conversación
que podría llegar a sacar a la luz en una semana más.

Así que sí, no podía verse sentado aquí con Emma, incluso
cuando las cosas habían ido bien entre ellos.

Gabe no tenía idea qué demonios significaba eso, pero se sentía


como un imbécil por cómo había terminado la conversación sobre
Emma con Nic.

Normalmente no le importaría. Él no hablaba sobre Emma, pero


con Nic, se sentía diferente, bien de algún modo. Quizás era porque él y
Nic compartían algo tan complicado como lo que alguna vez compartió
con Emma.

Por primera vez en su vida, sentía la necesidad de hablar sobre


Emma, de hablarle a alguien sobre ella.

Bajó el estante en el que estaba trabajando.

—Cuando fuimos a almorzar, sacaste a colación a Emma.

Nic levanto la mirada y el centro de sus mejillas se sonrojó.

—Sí, lamento eso. Fue…

207
—No te disculpes. No hiciste nada malo. Ese fui yo siendo un
idiota. No tú.

Ella bajó sus manos, pero no dijo nada mientras lo miraba desde
donde estaba sentada.

Él tomó una bocanada de aire, dejó caer su mirada a sus ahora


vacías manos.

—¿Recuerdas a Emma? Vino conmigo a casa una navidad. Tú


estuviste allí uno de esos días.

—Lo recuerdo —dijo ella luego de un largo momento—. Era


realmente agradable.

—Sí —Gabe asintió lentamente—. Lo era. A veces demasiado


agradable. Como tú.

—No creo que pensaras que yo soy “demasiado agradable” si


supieras lo que estoy pensando de la gente la mitad del tiempo.

Una sonrisa burlona apareció en su boca.

—Aún eres agradable. Al igual que Emma. Ella era… era una
buena persona. De corazón. Cualquiera que la conociera no tendría
nada malo que decir de ella. Lucian pensaba maravillas de ella. Incluso
a Dev le gustaba.

—¿Por qué terminaron? —preguntó Nic—. Quiero decir, era obvio


que ustedes estaban saliendo, estabas enamorado de ella.

Esa era una pregunta cargada, una con una respuesta que no
quería descansando sobre los hombros de Nic.

—Durante nuestro último año, hubo una fiesta. No estuve allí. No


puedo recordar porqué no fui, pero… Emma salió herida.

—¿Qué quieres decir con que… salió herida?

Él la miró mientras sus manos se cerraban en puños.

—Un sujeto con el que eran amigos no entendía la palabra no.

—Oh, Dios —susurró, palideciendo.

Inevitable ira creció en él mientras desviaba la mirada.

—Ella no quería ir a la policía. No estaba precisamente


emocionado por esa decisión, pero respeté su elección. Ese era su

208
derecho y la apoyé mientras intentaba que fuera a la policía, pero…—
Sacudió su cabeza—. Lo confronté. Cosas pasaron y nuestra relación se
desmoronó luego de eso.

No oyó a Nic moverse, pero sintió que estaba más cerca y cuando
levantó la vista, ella estaba sentada ahora en el polvoriento suelo a su
lado. Esos ojos de conejo estaban pesados y sombríos.

—Ni siquiera puedo imaginar por lo que ella estaba pasando —


dijo ella—. Lo siento tanto.

La mirada de Gabe se movió sobre su rostro.

—No pude tampoco. Lo intenté y creo… no, sé que hice las cosas
peor cuando lo intenté.

Ella inclinó su cabeza a un costado mientras posaba su mano en


el brazo de él.

—No hay un manual sobre cómo manejar este tipo de cosas,


Gabe. No puedes ser tan duro contigo mismo.

Él rio, pero de modo áspero y frágil. Si ella supiera lo que él y sus


hermanos habían hecho, estaría cantando otra tonada. Infiernos, no
querría estar en el mismo cuarto que él y mucho menos tocarlo.

—Así que, ¿por eso es que ustedes terminaron? —Ella apretó su


brazo, y el toque, bueno, se suponía que fuera confortante, pero envió
sensaciones mixtas a través de él.

Aclarando su garganta, asintió.

—Lo hicimos. Mierda, me mató. La amaba, pero ella necesitaba


espacio y creo que yo también. En el fondo de mi cabeza siempre pensé
que volveríamos. Quiero decir, cuando amas a alguien y esa persona te
ama a ti, las cosas simplemente encuentran el modo de funcionar, ¿no?

—Sí —susurró ella, quitando su mano y posándola en sus


rodillas.

Él pasó una mano por su cabeza, soltando los cabellos que había
puesto hacia atrás.

—Hace como cinco años atrás, estaba en este evento de caridad.


Ni siquiera quería ir, pero Lucian me convenció —Una tenue sonrisa
cruzó sus labios—. Y allí estaba ella. Años después, allí estaba.

—¿Qué ocurrió?

209
La mejor y la peor cosa, supuso él.

—Nos pusimos al día, ¿sabes? Hablamos y terminamos pasando


juntos toda la tarde, pero ella tenía su propia vida en Baton Rouge y yo
tenía la mía.

Algo parpadeó en el rostro de ella.

—¿Baton Rouge?

—Sí, de todos modos. Eso fue todo. —Se levantó, tomando una de
sus herramientas y caminando hacia la mesa.

—Tuvimos un fin de semana, y nunca volví a oír de ella. Intenté


llamarla, pero no respondió. Obviamente, no me quería de vuelta en su
vida. Ese fue un trago jodidamente amargo, porque ese fin de semana
probó que yo aún la amaba. —Soltó la herramienta en la mesa—. Y
entonces mi teléfono sonó hace tres meses.

Nic estaba callada, tan callada que él se giró hacia ella. No lo


estaba mirando, si no al lugar donde había estado sentado. Estaba tan
increíblemente quieta.

—No era ella —dijo él. Ella volteó su cabeza y encontró sus ojos—.
Era su padre. Emma había estado en un accidente automovilístico y
estaba mal. Estaba en coma y ellos… ellos pensaron que debía saber.

Nic puso su mano sobre su boca.

—Fui allí. Ella estaba en el hospital, en esa cama, y ni siquiera


lucía como ella. —Su estómago se llenó con ácido—. Mientras me
sentaba a su lado, mientras ella estaba en esa maldita cama, lo único
en lo que podía pensar era en todo lo que nunca le había dicho. Pensé
en cómo había empeorado las cosas cuando ella había estado más
vulnerable. Me senté allí odiándome y… mierda, odiándola a ella por
nunca devolver mis llamadas, porque no iba a haber ninguna otra
oportunidad.

La verdad es que ya sabía eso antes de recibir esa llamada.


¿Podrían haber vuelto a estar juntos? Quién sabe, pero era improbable.
No cuando había descubierto el secreto que ella le había ocultado.

Algunas cosas podían ser perdonadas.

Algunas no.

—Estaba en un coma cuando llegue allí, y… —Exhaló


bruscamente, sobando el centro de su pecho con la palma de su

210
mano—. No había actividad cerebral. Se hicieron muchas pruebas.
Ninguna dio un atisbo de buenas noticias o esperanza. Ella se había ido
y sus padres debieron enfrentar la decisión de quitarle el soporte vital.
Lo hicieron aproximadamente una semana después de que yo fuera allí.

Entonces dijo las dos palabras que no había dicho en estos


meses. Las palabras que lo atormentaban, porque todo lo que había
quedado sin decir entre ellos, porque esos cinco años entre el ahora y la
última vez que la había visto, por lo que él había hecho que los había
separado.

—Emma está muerta.

Nikki estaba sentada en el cuarto de estar de sus padres,


observando el constante subir y bajar del pecho de su madre. Su madre
estaba durmiendo en el sillón cuando ella llegó a casa y su padre no
había tenido el corazón de despertarla. Él estaba ahora deambulando
por la cocina, haciendo quien sabe qué. La casa era cómoda, pero su
madre estaba envuelta en varias mantas suaves.

Nikki había leído que uno de los muchos efectos secundarios de


la quimioterapia era sentir frío. No todos lo sentían. Solo algunos lo
experimentaban cuando recibían la quimio, pero su madre parecía tener
este efecto secundario, junto con otros.

Desvió la mirada mientras se sentaba en la vieja mecedora,


levantando sus piernas para que sus rodillas se presionaran contra su
pecho.

Emma estaba muerta.

Eso había sido una sorpresa para Nikki. Siempre había asumido
que Emma seguía viva. Y cuando él dijo Baton Rouge, automática y
comprensiblemente había asumido que ese era el porqué él estaba
buscando un sitio allí.

Porque Emma estaba allí.

Pero Emma estaba… ella estaba muerta.

Envolviendo sus brazos alrededor de sus piernas, descansó su


mentón en sus rodillas y cerró sus ojos. Gabe y Emma reconectaron
hace cinco años. Un año antes de que ella se fuera a la universidad, y si
realmente pensaba bien, Gabe definitivamente había estado de peor
humor durante ese tiempo, quedándose en casa y bebiendo más. Los

211
únicos momentos en que parecía ser como su antiguo ser era cuando
estaba trabajando.

Y la mañana siguiente de que ella llegara a él, antes de que


estuviera completamente despierto, la había llamado Emma.

Había estado enamorado de Emma entonces y aún había una


parte de él que la amaba ahora.

Nikki estaba… estaba feliz de que él hubiera confiado en ella. Era


obvio que Gabe necesitaba hablar con alguien y casi no podía creer que
fuera ella. Eso era una gran cosa. Una grande y Dios la ayude, no podía
detener la tristeza elevándose y no podía detener el sentimiento de
decepción.

Y sabía que la última señalaba algo en ella que era igual a Gabe.
¿Cuántos años había pasado él pensando que él y Emma encontrarían
su camino de vuelta el uno al otro? Ella realmente no era diferente a
Gabe. A pesar de lo tonto, inútil y absolutamente desesperanzador que
era, aún había una parte de ella que… que se preocupaba por él más de
lo que debía.

Sin embargo, eso no era nada nuevo.

Pero si la conversación hoy le había probado algo, necesitaba


hacer exactamente lo que Rosie había dicho, lo que era proceder con
precaución.

Gabe no seguía enamorado de una mujer que no lo quería.


Estaba enamorado de un fantasma y nadie podía competir con eso.

212
Capítulo 18
Traducido por Mary Rhysand

Gabe observaba a Nic.

De nuevo.

Estaba haciendo eso mucho últimamente. Tanto así, que estaba


comenzando a preguntarse si tenía un problema. Era jueves en la noche
y se estaba haciendo tarde. Ella debería estar de camino a casa pronto
ya que no vivía a la vuelta de la esquina.

Tal vez él debería empezar a traerla aquí después del trabajo y


luego dejarla en su casa. Sería más seguro de esa forma. Más
inteligente. Definitivamente debería ofrecerle eso.

Pensó en lo que opinaría su padre de eso, y en vez de


estremecerse, sonrió al pensamiento.

Algo…. Algo había cambiado en Gabe después de hablar con Nic


sobre Emma. Tan cliché como sonaba, se sentía más ligero.

Lucian tenía razón cuando dijo que tal vez Gabe necesitaba
hablar de Emma. Las últimas noches había logrado dormir bien. Un
jodido milagro.

Nic miraba alrededor, las comisuras de sus labios un poco caídas.


Luego su mirada cambió hacia el estante contra la pared trasera.
Dejando a un lado la cuenta y cincel, se levantó, frotándose las manos.

—¿Esa de allá es la sierra? —Señaló a la cima del estante.

—Sí. ¿La necesitas?

Ella cruzó la habitación.

—Puedo cogerla.

Tragándose una risa, él se levantó de donde se encontraba


sentado. No había manera en que pudiera alcanzarlo. No cuando era
tan pequeña.

213
Pero allí estaba ella, poniéndose de puntillas, rozando el mango
de la sierra mientras se agarraba de los niveles bajos del estante.

—Terminarás tumbando todo ese estante sobre ti. —Caminó


hacia ella—. Aquí. —Se estiró al mismo tiempo que ella retrocedía.

Gabe no sabía qué pasó. En un segundo estaba alcanzando la


sierra y al otro, su frente estaba contra la espalda de ella, mientras se
estampaba contra él.

—Caray —dijo él, su mano aterrizando en su cadera.

En un instante el aire a su alrededor pareció encenderse. Por lo


que se sintió como una eternidad, ninguno de ellos se movió, y luego
Nic se movió, presionando su trasero contra él.

Dulce Jesús.

Su mandíbula se tensó cuando lujuria pura pulsó a través de sus


venas. ¿Lo hizo a propósito? Demonios si importaba. Él la miró, viendo
que su pecho subía y bajaba pesadamente, estirando el frente de su
camisa. Bajó su cabeza e inhaló profundamente, atrapando su esencia
de fresas.

Cristo.

Su cuerpo prácticamente se rindió al de ella, pero su mera


cercanía lo abrumaba. Debería retroceder. Definitivamente debería
quitarle la mano de la cadera.

No hizo nada de eso.

Sus pensamientos se nublaron ante el más pequeño


estremecimiento de ella. El cerebro de Gabe hizo cortocircuito. Apretó
aún más la que sostenía su cadera mientras su brazo se flexionaba,
presionando su espalda con la cantidad justa de presión. Mierda. Su
sangre hervía. Ella encajaba perfecto contra él. Mejor aún, se sentía
perfecta contra él.

No costó nada imaginarse dándole la vuelta y colocándola en el


banco. Excepto que nada estaría entre ellos mientras deslizaba sus
manos entre sus muslos y tanteaba…

Santo cristo, esos pensamientos no ayudaban. En lo absoluto.


¿Pero podía ella sentirlo? ¿Cuán jodidamente duro estaba contra la
curva de su trasero?

214
Entonces la sintió estremecerse. Todo su cuerpo se estremeció.
Su cabeza se giró a un lado, y esperó que ella se apartara o lo
empujara. Que hiciera algo. No lo hizo. Nic se quedó allí mientras su
trasero prácticamente arropaba su pene, dejándolo…

¿Dejándolo hacer qué exactamente?

¿Frotar en seco su trasero? Gabe tragó un gemido, porque ahora


mismo eso sonaba increíble. ¿Y cuándo fue la última vez que frotó en
seco a una mujer? Mierda. ¿Cuándo era un adolescente? Demonios,
sabía que había una buena posibilidad de que acabara haciendo solo
eso.

La sintió tomar su próximo aliento.

—¿Ya tienes la… sierra?

Cerró los ojos. ¿Así que, iban a pretender que su pene no estaba
presionándole el trasero? Muy bien. Él podía hacer eso. Podía
pretender.

—No aun.

Ella colocó sus manos en el estante bajo, y sí, él se dio cuenta


justo entonces, no necesitaría darle la vuelta. Podía hacer que esto
funcionara muy bien.

—¿Necitas ayuda?

Sí, necesitaba ayuda.

Instinto primario le dijo que le permitiría hacérselo justo allí, y ese


instinto no tenía nada que ver con su pasado. En lo absoluto.

Las caderas de Nic se movieron de nuevo, esta vez en el círculo


más pequeño, y se preguntó si ella incluso estaba consciente de lo que
estaba haciendo o lo que le estaba haciendo a él.

Necesitaba detener esto antes que jodidamente se viniera en sus


pantalones vaqueros.

Su mano se apretó en su cadera mientras se estiraba hacia


arriba, agarrando la sierra del estante más alto. Se dejó tener un
momento más, un aliento más de aire que ella respiraba, y luego
comenzó a actuar como si le quedara al menos una onza de decencia
común.

215
—Lo siento —soltó él, la voz rasposa mientras retrocedía—. Perdí
mi balance.

—Está bien. —Su rostro era diez tonos de rosado diferentes


mientras lo veía. Levantó su mano. Temblaba—. Gracias.

Asintió mientras se giró y regresó al banco de trabajo. Sentarse no


era exactamente lo que quería hacer, pero eso fue lo que hizo.

Maldición.

Ya no podía pretender, no podía mentirse a sí mismo.

No era su hechizo que lo tenía duro como una piedra cada vez que
estaba cerca de Nic. Era ella.

Su mirada encontró su camino hacia ella.

Apartando un mechón de pelo de su rostro, lo miró y le sonrió,


una sonrisa tentativa mientras sus dedos rodeaban la sierra
quedándose quietos.

La pequeña sonrisa fue directamente a su pene.

Él no sonrió de vuelta. Se hallaba más allá de eso. Su cuerpo


entero se hallaba tenso. Él la quería. Debajo de él. En él. Frente a él. De
rodillas. Y su cabeza entre sus muslos. La quería de cada forma que
podía pensar y demonios, tenía una imaginación activa.

Lujuria, pura y simple, era una droga poderosa.

La observó ir de regreso a tallar el pequeño trozo de madera. ¿Iría


por ese camino con ella? Gabe no necesitaba realmente preguntarse
eso.

Ya sabía la respuesta.

Más tarde esa noche, Nikki yacía en cama y miraba al techo,


incapaz de dormir. Su cuerpo y mente eran perras traicioneras,
reproduciendo la tarde una y otra vez en su mente.

Dios mío, ¿qué había pasado entre ellos?

Algo pasó. No había forma de negar lo que sintió presionado


contra su trasero.

216
Su estómago se torció y bajó, muy bajo, se apretó mientras
levantaba las piernas, doblando las rodillas.

Horas después y Nikki aun podía sentir su mano en su cadera.


Era como si la hubiera marcado su toque. ¿Y la forma en que su mano
se apretó y la acercó?

—Dios —susurró, presionando sus muslos. Eso no hizo nada


para aliviar el dolor construyéndose entre sus muslos. De hecho lo
hacía peor. Mucho peor.

Gabe tenía que saber lo que estaba haciendo. No había manera.


Al igual que ella sabía lo que estaba haciendo, permitiéndole
presionarla.

Ambos pretendieron que nada pasó, pero él la quería. Ella podía


sentirlo. Y oh Señor, tan rebelde y tonta como eso la hacía, aun lo
quería.

Demasiado.

Excepto que ahora, al menos tenía un conocimiento práctico de lo


que lo quería. Ella solo pudo haber tenido sexo con él y Calvin, pero
sabía cómo podía sentirse.

Sus pezones se endurecieron mientras cerraba los ojos. Sus


pensamientos se alejaron de ella, y estaba de vuelta en ese taller con
Gabe, todo grande y fuerte, parado detrás de ella, presionándola.

¿Y si él la hubiera empujado hacia atrás, doblándola? Nikki


contuvo el aliento. ¿Lo habría detenido? Supo la respuesta cuando su
mano se deslizó entre las mantas enredadas en su cintura. No lo habría
detenido. Habría extendido sus piernas, tal como lo estaba haciendo
ahora, dándole acceso para hacer… para hacer lo que él quisiera.

Sus dedos se movieron bajo la banda de sus bragas. Estaba


mojada. Ya sabía eso mientras se tocaba. Había estado tan mojada
frente a él esta noche, dejándolo…

La mandíbula de Nikki se apretó mientras deslizaba un dedo


dentro y presionaba su palma contra su parte más sensible.

Solo una fantasía.

Lo que estaba haciendo no significaba nada y sabía que no había


nada real entre ellos, no cuando él estaba enamorado de una mujer que
ya no estaba aquí.

217
Solo una fantasía.

En su mente, era la mano de Gabe reemplazando la de ella. Era


su mano contra la que ella estaba frotándose, sus dedos los que estaba
apretando mientras él se paraba detrás ella, presionado su dureza
contra ella mientras la trabajaba con su mano.

No tomó mucho.

Sus músculos se tensaron y la tensión se concentró en su centro.


Sus piernas se apretaron mientras sus dedos empujaban más rápido y
más rápido. Se torció, presionando su cara en la almohada mientras se
venía.

Jadeando, cayó contra el colchón y abrió sus ojos. El tiempo pasó


cuando apartó su mano. Sus piernas lívidas, pero se sentía… vacía.

Exhaló lentamente. Aparte de que no podía creer que hubiera


hecho eso. No es que fuera su primera vez, pero nunca se dejó imaginar
a Gabe. No después de esa noche.

Pero era solo una fantasía y las fantasías estaban bien. Eran
seguras. Saludable incluso. Las fantasías no eran reales.

218
Capítulo 19
Traducido por NaomiiMora

Era viernes por la tarde cuando Gabe entró en la cocina, su


llegada como un reloj. En su mano, llevaba lo que parecía ser un batido
de fresa.

—Oye. —Tirando la gruesa trenza sobre su hombro, cerró la


puerta de la nevera y colocó el paquete de carne en el mostrador—.
¿Eso es para mí?

—Por supuesto. —Se acercó a ella en la isla, entregándosela—. Es


tu favorita. Aburrido. Pero lo que sea.

—Aburrido es bueno. —Sonrió mientras tomaba el batido de sus


manos. Sus dedos se rozaron. Los suyos eran ásperos y le lanzaron una
sacudida por el brazo. Nikki dio un paso atrás. Había tenido cuidado de
no tocarlo desde el… incidente en su taller—. Gracias.

—No hay problema. —Bajó la mano y retrocedió, saltando sobre


uno de los taburetes—. Entonces, ¿qué hay de cenar?

—¿De verdad te vas a unir a Devlin?

Levantó un hombro.

—Tal vez.

Tiró el papel de la paja y lo tiró a la basura. Gabe no había


asistido a la cena desde la primera semana que estuvo aquí. Lucian y
Julia se unían esporádicamente, pero cuando lo hacían, traían su
propia comida. No había habido más cenas a las que Nikki había sido
invitada.

—Hay cordero en el menú. —Mirando por encima del hombro a la


carne, curvó sus labios—. Ew.

—El cordero es sabroso. —Extendió sus muslos, enganchando


sus pies descalzos en el fondo del taburete.

Ella sacudió su cabeza.

219
—Los corderos son demasiado lindos como para comerlos.

Una sonrisa apareció en él cuando sacó su teléfono de su bolsillo,


colocándolo en la isla.

—Y supongo que no encuentras a las vacas lindas, porque no


tienes problemas para comerlas. O a los pollos.

—Las vacas y los pollos son lindos, pero elijo no pensar en ellos
mientras los estoy comiendo. —Cuando arqueó una ceja, sonrió—. No
cuestiones mi lógica.

—Nunca me atrevería a hacerlo. —Pasó un dedo por el borde de la


isla—. Entonces, ¿tienes grandes planes para este fin de semana?

En realidad, los tenía.

Y tampoco estaba terminando las cuentas para el brazalete de su


madre. Sinvergüenza. Su vientre dio un vuelco y luego cayó.

—Voy a mirar un apartamento más tarde.

—¿Encontraste uno? —Interés genuino llenó su tono.

Asintió, habiéndolo mantenido al tanto de su búsqueda de


apartamento.

—Es agradable y está en una buena zona, a las afueras de la


ciudad. Espero que sea el indicado. No me malinterpretes. Me encanta
estar de vuelta con mis padres, pero vivir con ellos no es exactamente lo
que pensé que estaría haciendo estando a punto de cumplir los
veintitrés.

Sonrió.

—Bueno, no voy a juzgar. Todos nosotros seguimos viviendo aquí,


en la casa de la familia.

—Eso es diferente. Este lugar es tan grande, que toda la familia


podría mudarse y ustedes nunca lo sabrían —razonó, tomando un
sorbo de su batido—. Además, todos ustedes tienen sus propios
apartamentos. No tienes que ver a nadie a menos que quieras, donde si
salgo más allá de las once, siento que tengo dieciséis años entrando a
escondidas en la casa de mis padres.

Gabe se rió.

—Estoy cruzando mis dedos por ti.

220
—Gracias.

—¿Tienes algo más planeado?

Lo tenía. Apartándose de Gabe, regresó su batido de vuelta al


mostrador.

—Yo... Yo tengo una cita mañana por la noche.

Silencio.

Diciéndose a sí misma no hacerlo, no lo hizo y miró por encima


del hombro a Gabe. Su expresión... demonios. Su rostro era áspero. Eso
la asustó un poco.

—Um, mi amiga Rosie me consiguió una cita.

La mano de Gabe se detuvo a lo largo de la isla de la cocina.

—Entonces, ¿es una cita a ciegas?

—Sí. —Se dio la vuelta y bajó un pie. Doblándose, abrió el


gabinete y sacó una gran sartén—. ¿Eso es seguro?

Pensó que era una pregunta extraña.

—Rosie lo conoce y confío en ella. No me arreglaría una cita con


un extraño.

—¿Cuál es su nombre? —Su tono era plano, como si no creyera lo


que había dicho, lo que era ridículo, porque nunca había conocido a
Rosie.

Aunque la idea de que Rosie se encontrara con cualquiera de los


de Vincent la hizo sonreír. Especialmente Devlin.

—Su nombre es Gerald. —Colocó la sartén sobre el mostrador—.


Dudo que lo conozcas.

—¿Gerald? —Se rió en voz alta—. ¿Qué tipo de nombre es ese?

Giró su cintura, levantando las cejas.

—Es un nombre.

Él sonrió con suficiencia.

—Suena como el nombre de un anciano.

—Tú eres un anciano —replicó ella.

221
—No lo suficientemente viejo como para llamarme Gerald.

—Lo que sea. —Puso los ojos en blanco—. Vamos a ir a Crescent


City.

—¿Crescent City?

—No hay nada de malo en Crescent City. Tienen filetes increíbles


y me encantan sus papas fritas.

—Yo al menos te llevaría a Morton's. Te encantarían sus papas


fritas.

Sus ojos se estrecharon.

—Lo siento. Morton's no está dentro del presupuesto de la


mayoría de la gente. De todos modos, solo cenaremos. Así que, lo que
sea.

Gabe se quedó en silencio por el momento.

—No pareces muy entusiasmada con tu cita con Gerald.

—Estoy emocionada. —Esa era la verdad. Más o menos. Estaba


emocionada por salir y tener una buena cena y estaba emocionada
porque conocería a alguien nuevo. Y después de lo que pasó entre ellos
en la tienda, realmente necesitaba conocer a alguien.

Cualquiera menos él.

—Ajá.

Sacudiendo la cabeza, caminó hacia el gabinete de las especias.


Ya era hora de cambiar el tema.

—¿Qué harás este fin de semana?

—Trabajar. No cambies el tema. Quiero saber más sobre el abuelo


Gerald.

—Oh, Dios mío —rió, dándose la vuelta completamente—. Estoy


bastante segura de que Gerald tiene mi edad, así que déjalo, Abuelo.

Esos impresionantes ojos eran agudos cuando se enfocaron en


ella, y se dio cuenta en ese mismo instante, algo había cambiado. No
podía poner su dedo en eso, pero sus sentidos se disparaban de
izquierda a derecha.

—No me di cuenta de que querías estar en una relación.

222
—No dije que lo fuera a estar.

Él se enderezó.

—Entonces, ¿por qué vas a salir en una cita?

Ella lo miró fijamente, casi sin habla durante medio minuto.

—¿Por qué la gente sale en citas, Gabe?

—¿Para follar? —respondió.

Guau. No era exactamente a dónde iba con ese tren de


pensamientos, pero escuchar eso salir de su boca la hacía sentir cálida
en áreas que no necesitaban sentirse tibias. En absoluto.

—Iba a decir que para conocer gente nueva, pero quiero decir,
supongo que si eso es lo que sucede, sucede.

No tenía idea de si eso sucedería, pero sabía que tendría que


gustarle de verdad Gerald para que eso pasara, y esperaba que así
fuera.

La cabeza de Gabe se inclinó hacia un lado.

—Entonces, ¿estás buscando un ligue?

—No estoy diciendo que estoy buscando activamente un ligue…

—¿Pero te retirarías si Gerald lo está?

—Pensé que estábamos de acuerdo en no tener esta conversación


—le recordó.

—No sé lo que crees que acordamos. Quiero hablar de ti y Gerald.


—Se levantó del taburete y cruzó la cocina, viniendo directamente hacia
ella—. ¿Sabes cómo se ve?

—Um, sí, Rosie me mostró una foto. —Apretó la mano sobre la


botella de comino—. Es lindo.

—¿Lindo? —Se detuvo frente a ella.

Nikki echó la cabeza hacia atrás.

—Sí.

—Interesante. —Dio un paso adelante y sus pies descalzos


rozaron sus zapatos.

223
Ella se presionó contra el mostrador, todavía aferrándose a la
estúpida botella de especias.

—No estoy segura de por qué encuentras algo de esto interesante.

Colocando sus manos a cada lado de sus caderas, él hundió su


barbilla y de repente sus bocas se alinearon. Nikki aspiró suavemente
cuando su corazón amenazó con salirse de su pecho.

—¿Qué estás haciendo? —susurró.

—A punto de tener una conversación incómoda contigo otra vez.

—¿Y eso requiere que estés en mi espacio personal?

—Sí. —Una pequeña sonrisa dibujó sus labios.

—No creo que ese sea el caso.

Inclinó su cabeza ligeramente, y cuando habló, su aliento bailaba


sobre sus labios, enviando escalofríos por su columna vertebral. ¿Se dio
cuenta de lo cerca que estaban sus bocas?

Mejor aún, ¿estaba loco?

—¿Sabes lo que no puedo imaginar? —preguntó.

—Supongo que me lo vas a decir.

Gruesas pestañas bajaron, protegiendo sus ojos.

—Lo haré. ¿Lista para ello? No puedo imaginarte ligando con un


tipo llamado Gerald.

¿Qué tan enojado se volvería si le tirara el comino?

—¿Es porque crees que sigo siendo la pequeña Nikki?

—Estoy bastante seguro de que dejé de verte como la pequeña


Nikki hace unos cuatro años.

Sus ojos se agrandaron. ¿Qué acababa de decir?

—De vuelta a mi punto. ¿Sabes por qué no puedo imaginarme a ti


ligando con un tipo llamado Gerald?

—¿Por qué? —susurró.

Gabe se inclinó, rozando su nariz contra la de ella. Su pecho se


elevó bruscamente mientras aspiraba aire.

224
—Eso allí mismo —dijo—. Esa pequeña inhalación que acabas de
hacer. Es por eso.

Un rubor dulce y embriagador recorrió el frente de su cuerpo. En


lo único que podía pensar era en esos breves momentos en su taller. Él
presionado contra ella, su mano apretando su cadera.

Esa no había sido su imaginación.

—Yo no…. No sé de qué estás hablando —dijo, tragando saliva.

—Sí, lo haces. —Su nariz rozó la de ella otra vez, enviando otra
fuerte oleada de escalofríos por todo su cuerpo, y luego se retiró—.
¿Seguro que quieres salir en esa cita? —¿Qué cita?

Respirando pesadamente, lo vio alejarse y luego volverse. Tomó su


batido y tomó un largo trago. Estaba a punto de preguntarle
exactamente qué demonios estaba haciendo, pero el sonido de tacones
atrajo su atención.

La maldita Sabrina entró en la cocina.

Había pocas llamadas de atención más fuertes que ver a Sabrina


Harrington. Su delgada figura se veía absolutamente elegante con un
vestido azul pálido que complementaba su tono de piel. El cabello rubio
helado estaba recogido detrás de sus orejas, mostrando relucientes
pendientes de diamantes.

La amenaza de Parker surgió, y Nikki se volvió hacia el cordero.


Mirando la especia en su mano, se preguntó qué demonios planeaba
hacer con eso.

—Estaba buscando a Devlin —dijo Sabrina.

—No sé por qué crees que Dev estaría en la cocina. —Gabe colocó
el batido en el mostrador.

Por las esquinas de sus ojos, podía verlo cruzando los brazos
mientras se apoyaba en el mostrador.

—Bueno, tú estás en la cocina, ¿verdad? —El tono de Sabrina fue


espeso y dulce como la melaza:

—Yo vivo aquí.

Sabrina se rió, pero Nikki no estaba segura de lo que era tan


divertido.

—Devlin vive aquí, también. Podría estar en la cocina.


225
—Obviamente no conoces al hombre si crees que está aquí. —El
tono de Gabe era plano, como lo había sido cuando estaba
molestándola por la cita—. ¿Necesitabas ayuda con algo?

Nikki rodeó a Gabe y abrió la nevera, agarrando el tomillo fresco


que necesitaba cortar.

—Es muy amable de tu parte ofrecer. —La voz de Sabrina sonó


más cerca.

Poniendo los ojos en blanco mientras levantaba la tabla de cortar,


Nikki miró a Gabe. Arqueó una ceja. Mordiéndose el labio para no
sonreír, sacó el envase de la hierba. Era como si no existiera en la
habitación y eso estaba bien para ella.

—Esperaba que pudieras ayudarme, en realidad —dijo Sabrina—.


Traje esta pintura que quería que Devlin colgara en su oficina. Ya que
no puedo encontrarlo, ¿podrías ayudarme?

—¿Intentaste buscarlo en su oficina?

—Por supuesto. —Rio de nuevo, el sonido áspero—. Incluso


busqué al señor Besson, pero creo que debe estar en un descanso.

Nikki recogió el cuchillo.

—Richard tiene la tarde libre. —Se apartó del mostrador—. Te


ayudaré.

—Eso es muy amable de tu parte.

El brazo de Gabe rozó el de ella.

—Terminaremos nuestra conversación más tarde.

Nikki no dijo nada mientras asentía, porque en lo que a ella le


concernía su conversación ya había terminado.

Porque su cita era algo que no iba a discutir con Gabe.

Gabe apenas escuchaba a Sabrina hablando de la pintura que


tenía en su coche cuando salían por la puerta principal, donde estaba
su BMW rojo.

—Está en el asiento trasero —decía—. Es una sorpresa para


Devlin. ¿Crees que puedes colgarlo para mí?

226
—Voy a dejar que Dev se encargue. Es su oficina. —Tuvo cuidado
de mantener una buena distancia entre ellos.

Sabrina abrió la puerta de atrás y Gabe se asomó. ¿Era enserio?


La pintura era tal vez un pie de largo y un pie de ancho.

—¿No pudiste llevar esto?

—Es más pesado de lo que parece.

Se inclinó, recogiendo fácilmente la pintura envuelta con una


mano. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y volvió a la casa.

Sabrina se apresuró a alcanzarlo.

—Por favor ten cuidado.

—Está bien. Lo llevaré a su oficina. Puedes esperarlo en una de


las salas de estar.

—¿Esperarlo como si fuera una invitada? —Puso una mano en el


brazo de Gabe—. Cariño, pronto seré tu cuñada. No necesito esperar en
la sala de estar como si fuera una invitada.

Sacudiéndose de su toque, abrió la puerta principal.

—Hasta que te cases con él, eres una invitada en esta casa.

Se dirigió a las escaleras, pero Sabrina se lanzó delante de él.

—Mientras tengo tu atención, pensé que había algo de lo que


necesitábamos hablar.

—No creo que haya algo de lo que tengamos que hablar. —Era
una lucha mantener el tono de voz—. ¿Quieres que lleve esto arriba?
Vas a tener que moverte.

Sabrina miró a su alrededor antes de dar un paso adelante,


bajando la barbilla en lo que Gabe solo podía suponer que era un
intento de parecer recatada.

—¿Te acuerdas de la universidad? Solíamos ser amigos.

—Nunca fuimos amigos, Sabrina.

—Eso no es cierto. —Comenzó a colocar su mano sobre su pecho,


pero él dio un paso atrás, y sus dedos se cerraron alrededor del aire—.
Bueno, supongo que era más cercana a Emma que a ti. Qué tragedia lo
que le sucedió entonces.

227
Su mandíbula se apretó.

—¿Cómo diablos sabes eso?

La calculadora mirada de Sabrina se elevó a la suya.

—Oh, ¿no te habías dado cuenta de que sabía lo que le había


pasado?

Todo lo que podía hacer era mirar a Sabrina.

Ella chasqueó la lengua suavemente.

—¿Cuál era su nombre de nuevo? Oh. Lo recuerdo. Christopher


Fitzpatrick. Me pregunto qué le pasó a él. —Inclinó la cabeza hacia un
lado—. ¿No se… perdió? Qué conveniente es lo que les sucede a quienes
han ido en contra de la familia de Vincent o a aquellos que les
importan.

228
Capítulo 20
Traducido por Taywong

Gabe cerró la puerta de Dev tras él. Su hermano estaba allí,


detrás del escritorio, revisando algunos papeles justo antes de la cena
del viernes por la noche.

—¿Qué diablos sabe Sabrina sobre Emma y Christopher


Fitzpatrick?

Arqueando una ceja, Dev levantó la vista.

—Esa es una pregunta muy aleatoria.

—¿Y sabes qué más es aleatorio? —Gabe acechó hacia delante—.


Tu prometida trayendo el tema de Emma y ese bastardo.

Un ligero fruncimiento de ceño cruzó el rostro de Dev.

—Sabrina no debería saber nada de Christopher.

—¿Entonces por qué traería el tema?

—Realmente no tengo una respuesta para eso. —Dev cerró el


archivo que estaba revisando—. Sabrina conocía a Emma. Hay una
buena posibilidad de que le haya dicho algo a Sabrina.

—Apenas conocía a Emma. No tengo ni idea si le hubiera contado


a Sabrina lo que le pasó, pero sé muy bien que nunca le habría contado
lo que le pasó a Christopher.

Dev se quedó callado por un momento.

—A Sabrina le gusta sonar como si supiera cosas. Yo no le


prestaría atención.

Gabe no estaba tan seguro de eso. La forma en que Sabrina había


dicho lo que dijo le dijo a Gabe que de alguna manera Sabrina sabía
que Christopher Fitzpatrick no era simplemente una persona
desaparecida.

229
—Ya que estás aquí... —Dev lanzó el archivo cerrado a través de
la mesa—, estarás contento de saber que la investigación de nuestro…
de la muerte de Lawrence ha sido oficialmente cerrada.

Gabe tomó el archivo y lo abrió, hojeando lo que parecían ser


copias del informe policial que Troy había presentado y del informe de
la autopsia.

—Ahora creen que los arañazos a lo largo de su cuello vinieron de


él, posiblemente cambiando de opinión —dijo Dev, sentándose y
cruzando una pierna sobre la otra—. Puesto que no hubo heridas ni
traumatismos, se ha dictaminado oficialmente que fue un suicidio.

Gabe cerró el archivo y lo dejó caer sobre el escritorio.

—Y el nuevo jefe de policía se disculpa por las molestias de haber


investigado la muerte —continuó Dev, sonriendo un poco—. Me ha
asegurado que el caso esté realmente cerrado.

—¿Incluso si Stefan continúa presionando?

—Si Stefan tiene esperanzas de retener a los Harrington como


donantes, entonces lo dejará en paz. —Dev miró su reloj—. Ya casi es
hora de cenar. ¿Te unes a mí?

Asintió distraídamente, su mente en otra parte. Ni él ni Lucian


creían realmente que Lawrence de Vincent se hubiera suicidado y había
una razón por la que no le hablaban de esa sospecha a Dev.

Porque solo había una persona que Gabe creía que habría matado
a Lawrence, y no era su hermana Madeline.

Preguntándose si había una corriente de aire fría en la oficina,


Gabe se giró. Al hacerlo, se dio cuenta de la pintura que había llevado
arriba antes. Dev no la había colgado, pero estaba apoyada contra el
aparador, desenvuelto.

Era una pintura de Sabrina.

Una pintura nudista.

Jesús.

Nikki no podía recordar la última vez que rio tanto, pero su


estómago prácticamente le dolía al hacerlo y su comida acababa de
llegar.

230
Su cita con Gerald no iba nada mal.

En primer lugar, Gerald era definitivamente tan lindo como se


veía en la foto que Rosie le había mostrado. Al contrario que Gabe,
Gerald no era mucho mayor que ella. Solo seis años. Definitivamente no
en territorio de abuelo Gerald.

También era muy gracioso, y tenía un don para contar historias.

Y puntos extra por el hecho de que no se parecía en nada a Gabe.


No es que estuviera pensando en Gabe mientras estaba en su cita con
Gerald, en absoluto. Gerald era rubio y tenía el cabello corto. No era tan
alto o ancho como Gabe, pero era más alto que ella. Bueno, la mayoría
de la gente era más alta que ella, pero él probablemente solo llegaría
hasta los hombros de Gabe…

Está bien, así que estaba pensando un poco en Gabe.

—Así que —dijo, recogiendo su vaso—. ¿Rosie me dijo que


trabajas para los de Vincent? ¿Como los de Vincent?

Sus ojos se abrieron un poco. ¿Podría leer la mente? Nunca


sabías cuando se trataba de la gente con la que Rosie salía.

—Temporalmente. Mis padres han trabajado para ellos durante


años.

—Hombre, apuesto a que debes haber visto y oído algunas cosas.

Se puso rígida.

—¿Por qué piensas eso?

—Por cómo son llamados. ¿Los apodos que usan las revistas?
¿Qué son ellos? ¿Diablo? Lucifer. Había una más, maldita sea, no
puedo recordar.

—Demonio —dijo, suspirando. Llamaban a Gabe Demonio. Una


extraña necesidad de protegerlos se levantó—. Realmente no están a la
altura de los apodos que les dan los periódicos.

—¿No lo hacen? —Parecía sorprendido—. Eso es un poco


decepcionante. Suena un poco rudo para llamarse Lucifer.

No estaba tan segura de estar de acuerdo con eso.

—Es curioso cómo los periódicos siempre se centran en rumores y


cosas estúpidas, pero nunca en el trabajo que hacen para las
organizaciones benéficas y los millones de dólares que donan.
231
—Bueno, la gente prefiere leer sobre escándalos que sobre buenas
acciones.

Triste pero cierto.

—Y los de Vincent han tenido su parte de escándalo. —Tomó un


trago—. ¿El asunto con su padre recientemente? Qué maldita pena.

—Era —murmuró, queriendo cambiar de tema—. Entonces, ¿me


estabas contando que Rosie quería investigar dónde trabajas o algo así?

—Ah, sí —rio—. Rosie una vez me convenció para que la dejara


investigar el edificio de oficinas en el que trabajo.

—Oh, no. —Sonrió mientras cortaba su filete. Crescent City


Steaks estaba lleno un sábado por la noche, con los camareros
corriendo de un lado a otro entre las mesas—. Estoy segura de que eso
no terminó bien.

—No lo hizo. Trajo a esta médium con ella. Alguien llamada


Princesa Silvermoon…

—De ninguna manera —jadeó Nikki—. Ese no era su nombre.

Él colocó su mano sobre su pecho.

—Palabra de explorador. Ese era su nombre. Princesa Silvermoon.

Riendo, tomó un trago de su vino. Palabra de explorador. A ella le


gustaba eso. Era lindo. Todo sobre él era lindo. Era realmente perfecto,
pero...

La sonrisa de Nikki se desvaneció.

Pero desde el punto en que se encontraron afuera, mientras


esperaban su mesa, ordenaban los aperitivos y el plato principal,
esperaba esa chispa. Esa innegable atracción que no era solo física,
sino que iba más allá.

La chispa no había ocurrido.

Todavía.

—Así que, la Princesa Silvermoon caminó por el primer piso e hizo


una lectura del lugar. Inmediatamente dijo que había una joven que
había muerto de uno de los brotes de gripe. La chica fantasma la estaba
buscando...

232
Su teléfono sonó desde dentro de su bolso. Como todos los que
necesitaban comunicarse con ella sabían que estaba en una cita, un
núcleo de preocupación floreció.

—Lo siento. —Buscó su bolso—. ¿Te importa si veo quién es? Mi


madre ha estado enferma y solo quiero asegurarme de que no sea una
emergencia.

—Está bien —contestó—. Totalmente bien.

Sonriendo, metió la mano en su bolso y sacó el teléfono de su


pequeño bolsillo. Al darle la vuelta, vio que era un número local, pero
no lo reconoció.

—¿Es tu familia?

Negó con la cabeza mientras colocaba el teléfono en su bolso,


colocando la correa sobre el respaldo de la silla.

—No. En realidad, no reconozco el número. Debe ser un número


equivocado. Volvamos a la chica fantasma. ¿Qué quería ella?

Él sonrió mientras recogía su vaso de agua.

—Aparentemente estaba buscando a alguien con quien jugar.

—Eso es un poco triste. —Nikki escuchó el pitido de su teléfono


como si recibiera un mensaje de texto o de voz, pero lo ignoró.

—Lo es, pero las cosas se pusieron muy raras cuando Silvermoon
subió. Dijo que la oficina, donde trabaja mi jefe, estaba embrujada por
una “mujer de la noche”.

Sus labios temblaron.

—¿Una prostituta?

—Sip. Y aparentemente, era un espíritu vengativo, habiendo sido


asesinada por uno de sus clientes.

Mientras Gerald hablaba, Nikki terminó su filete y se encontró


buscando al camarero. Le vendría bien otra copa de vino. Tal vez eso
ayudaría a encontrar la chispa que falta.

Al menos temporalmente.

Nikki se reclinó hacia atrás, doblando un brazo en su regazo


mientras jugaba con el tallo de su copa. Él era muy guapo. Tenía una
bonita sonrisa.

233
—…Entonces Rosie decidió que teníamos que hacer una sesión de
espiritismo. Ni siquiera sé por qué acepté. No debí hacerlo, porque mi
jefe entró en unos quince minutos...

Una sombra cayó sobre su mesa, y Gerald se calló. Pensando que


era su camarero, ella se retorció en su asiento. Lo primero que captó fue
el fresco y crujiente aroma de la colonia. Las campanas de advertencia
sonaron cuando levantó su barbilla.

—¿Qué demonios?

Su mandíbula cayó al suelo mientras levantaba la vista, viendo a


Gabe parado allí. Tenía que estar alucinando, así que parpadeó una vez
y luego dos veces. Nop, todavía estaba allí.

Él estaba mirando fijamente… no, fulminando con la mirada a


Gerald como si estuviera a cinco segundos de sacarlo de su silla.

—¿Gabe?

—¿Estás malditamente bromeando? —exigió Gabe.

Nikki se sacudió mientras su mirada se dirigía hacia Gerald. No


entendió su reacción.

—¿Qué haces aquí, Gabe?

—¿Este es el tipo con el que dijiste que ibas a salir? —preguntó en


vez de responder a su pregunta—. ¿Gerald?

—Gabe, ¿qué...?

Gerald se reclinó en su silla.

—No esperaba verte esta noche, Gabriel.

Nikki se giró hacia Gerald, su estómago retorciéndose con


inquietud.

—¿Conoces a Gabe? —No había manera.

Cuando hablaba de los de Vincent, no hablaba de ellos como si se


tratara de un nombre de pila.

—Su nombre no es Gerald —soltó Gabe, sus ojos ardiendo. La


gente de las mesas cercanas estaba empezando a prestar atención.

—¿Qué? —susurró ella, más allá de la confusión—. ¿Ese no es tu


nombre?

234
—Es mi segundo nombre —contestó Gerald, sacando la servilleta
de su regazo y lanzándola sobre la mesa—. No estoy mintiendo sobre mi
nombre.

—Oh, ¿así que es conveniente que te olvides de mencionar que tu


nombre es Ross Haid?

Ese nombre no significaba nada para Nikki, pero tenía un mal


presentimiento sobre esto.

—¿Ross?

—Ross Gerald Haid. —Gerald diagonal Ross sonrió débilmente.

—¿Y olvidaste mencionar que eres periodista del Advocate?

Todo en Nikki se quedó quieto.

—¿Un periodista? Me dijiste que eras escritor. Eso es lo que dijo


Rosie.

—Un periodista es un escritor —dijo Ross.

Gabe colocó una mano en el respaldo de la silla de ella.

—Sí, un escritor del Advocate, que ha estado trabajando en una


historia sobre mi familia.

La conmoción la atravesó.

—¿Estás haciendo una historia sobre ellos?

—Lo estoy. —Su mirada se dirigió a Gabe—. Pero no por eso


quería salir contigo, Nikki.

—Tonterías —dijo Gabe, voz baja—. Has estado deslizándote


alrededor como una serpiente estos últimos meses. Descubriste que
Nikki trabajaba para nosotros y luego fuiste tras ella. —Oh, Dios mío.

Nikki se recostó en su asiento, estupefacta. No había forma de


que Rosie lo supiera. De ninguna manera. No le habían preparado una
cita. Le habían tendido una trampa. Por eso empezó a hablar de los de
Vincent. No era la curiosidad normal que uno esperaría. Había pasado
por Rosie para llegar a ella y a los de Vincent…

La vergüenza la inundó mientras todo encajaba en su sitio. Esta


cita —su primera cita de-salir-y-ser-una-mujer-normal— fue un
desastre de la manera más increíble.

235
—Hijo de perra. —Gabe se inclinó hacia delante, poniendo su otra
mano sobre la mesa—. Te acercas de nuevo a Nikki...

—¿Y qué? —El tono de Ross no dejaba lugar a dudas—. ¿Tienes


miedo de que Nikki me diga algo que pueda usar? —¿Algo que pueda
usar?

Oh, demonios, no.

—Ni siquiera quieres saber lo que va a pasar —advirtió Gabe.

—¿Me estás amenazando? —preguntó Ross.

—Usa tu imaginación para descubrir lo qué es.

En el fondo de su mente, se dio cuenta de que nunca había oído a


Gabe hablar así, pero estaba más allá de molesta para que se diera
cuenta.

—Espera. —Cuadró los hombros mientras miraba a través de la


mesa—. ¿Me invitaste a salir para que pudieras sacarme información
sobre los de Vincent?

—Yo no diría que esa es la única razón. —Su mirada se dirigió


hacia ella.

Gabe hizo un sonido que le recordó mucho a un verdadero


gruñido. Ella agarró su brazo mientras se levantaba de su silla. Recogió
su bolso y luego extendió su dedo medio justo en el rostro de Ross.

—Vete a la mierda, amigo.

—Oye. —La sonrisa se escapó de rostro de Ross—. Estaba


hablando en serio. No te estaba pidiendo salir solo porque...

—Cállate —gruñó Gabe.

No se movió, así que Nikki tiró de su brazo.

—Déjalo ir —dijo—. No vale la pena. Él no vale la pena.

—Oh, creo que valdría la pena. —Gabe miró a Ross—. Vale la


pena.

Mientras que Nikki quería ver a Ross noqueado, si realmente


fuera un reportero, esto no terminaría bien para Gabe. Necesitaba
sacarlo de aquí antes de que hiciera algo estúpido.

—Vamos —susurró—. Por favor.

236
La mirada de Gabe se dirigió hacia la de ella y luego se alejó de la
mesa, sacudiendo las copas.

—Lo digo en serio, Ross. Puedes tener una erección por mi


familia, pero malditamente aléjate de Nikki. ¿Me entiendes?

Su corazón saltó sobre sí mismo cuando Ross dijo:

—Oh, lo entiendo perfectamente.

Realmente no tenía ni idea de si lo sabía, pero Gabe se giró y


tomó su mano. Totalmente consciente de las miradas, mantuvo la
mirada fija en la espalda de Gabe y la boca cerrada mientras él la
conducía alrededor de las mesas llenas y hacia el aire fresco de la
noche.

Una vez que salieron, Nikki liberó su mano. Ni siquiera sabía qué
decir cuando se giró para mirar a Gabe.

—Eso fue tan vergonzoso.

—Nic…

—¡Me estaba usando para chismorrear sobre tu familia! —Se giró,


mirando a la entrada, medio tentada de volver a entrar y abofetear a
Ross o como sea que se llamara en el rostro. Entonces jadeó y se giró
hacia Gabe—. No le dije nada. Nada sobre...

—Lo sé. —Su mandíbula se suavizó—. Sé que no lo harías. No


pensé eso ni por un segundo, y no te sientas avergonzada. No sabías
quién era. No hiciste nada malo.

Algo de la tensión se escapó de sus hombros, pero aun así se


sintió como una idiota en llamas.

—Y no hay forma de que Rosie supiera lo que realmente


pretendía. Ella nunca me habría emparejado con él si lo hubiera sabido.

—Te creo.

Nikki exhaló ásperamente. Eso era... eso era un alivio.

—Por cierto, te ves absolutamente hermosa. —Gabe la enfrentó, e


incluso con la poca luz del restaurante, pudo ver su mirada sobre ella—
. Ese vestido... cabello. Esos zapatos. Jesús. Él realmente no se merecía
todo eso.

Se sonrojó al mirarse a sí misma. Se había tomado su tiempo


para prepararse para esta noche. El vestido era un sexy, un simple
237
PVN: un pequeño vestido negro que abrazaba sus pechos y su estómago
antes de que flotara un poco por las caderas. La falda del vestido estaba
suelta alrededor de sus muslos. Se había peinado, usando una varita
hasta que los mechones cayeran en olas sueltas alrededor de su rostro.
Y sabía que su maquillaje estaba en el punto, porque se tomó el tiempo
para perfeccionar una mirada de ojo ahumado y rubor rojo. Aclaró su
garganta.

—Um, gracias. ¿Qué pasó...?

—Quiero que lo sepas —la interrumpió—. Estás preciosa, Nikki.


Demasiado bella para Ross, aunque no fuera quien era.

No sabía qué decir al respecto, así que decidió que era hora de
cambiar de tema.

—¿Cómo supiste que era él?

—No lo hice. No hasta que lo vi.

—¿Pero por qué viniste al restaurante? —preguntó.

—Había intentado llamarte.

¿Ese era su número? ¿Cómo consiguió su teléfono? Espera.


Tendría su número de los papeles de su empleo para propósitos de
impuestos y todo ese baile.

Gabe empezó a caminar.

—Así que, probablemente te enojarás al principio, pero luego me


lo agradecerás.

—¿Qué? —Lo alcanzó, lo que fue una hazaña en los tacones que
llevaba puestos.

—No tenía idea de que Gerald era Ross. Iba a interrumpir tu cita
y decirte que había una emergencia —dijo, bajando la mirada hacia ella.
Apareció una media sonrisa—. Pensé que te haría un favor y te salvaría.

Por enésima vez, su boca se abrió.

—Estás bromeando, ¿verdad?

—Nop.

—¿Me estás diciendo que habrías interrumpido mi cita sin una


buena razón?

238
—Bueno, resultó ser una buena razón.

—Pero no sabías quién era. ¿Y si no era un reportero...?

—Los y si son estúpidos, Nic.

—No, no lo son, imbécil. —Alguien que pasaba por allí les echó un
vistazo, pero Nikki estaba más allá de la preocupación—. Tienes que
estar bromeando.

Él estaba sonriendo, en realidad sonriéndole ampliamente.

—No estoy bromeando. Finjamos que no era Ross, el reportero de


mierda que solo quería usarte. ¿Y si solo fuera Gerald? Es un
lamentable como la mierda y tú eres demasiado sexy para estar ahí
sentada con él.

Nikki se detuvo en medio de la acera, se giró y golpeó su brazo, y


lo golpeó con fuerza.

—Auch —rio, y rio de verdad. Inclinando la cabeza hacia atrás y


soltándola—. Te lo dije. Dije que te enfadarías al principio.

—Estoy molesta —siseó—. ¿Qué pasa contigo?

—¿Condujiste tú misma? —preguntó, ni siquiera perturbado.

—No. Tomé un Uber. Odio conducir a cualquier parte de la ciudad


un sábado por la noche.

—Genial. —Empezó a caminar de nuevo, dirigiéndola hacia la


calle Toulouse—. Te llevaré a casa.

—No me llevarás a ninguna parte. —Buscó su bolso—. No puedo


creerlo. Honestamente...

—¿Qué estás haciendo?

—Pedir un auto. —Se detuvo.

—No, no lo harás.

—Oh, sí, lo haré —espetó ella, escarbando en su bolso. No


importaba que su cita fuera una tapadera para un maldito reportero.
Gabe había ido allí para arruinar su cita, no para salvarla.

—Si no empiezas a caminar, te arrojaré sobre mi hombro y te


llevaré a donde estoy estacionado en un garaje.

—No te atreverías.

239
La miró fijamente.

—¿Parece que estoy bromeando?

Por mucho que la molestó, él no lo hacía.

—No.

—Eso es lo que pensé. —Sonaba tan, tan petulante—. Si te


comportas y no intentas pegarme, pararé y te traeré un batido.

—¿Si me comporto? —Lo miró con ojos de daga—. No soy una


niña, Gabe.

—Sé que no eres una niña. —Redujo sus pasos para que
coincidieran con los de ella—. Y decirte que te comportes no significa lo
que crees que significa.

Ni siquiera sabía a qué se refería con eso.

—Voy a darte una patada ninja en la nuca.

Él rio cuando llegaron a una intersección.

—Ni siquiera puedes alcanzar mi nuca.

Ugh.

Eso era cierto.

Pero eso no significa que no quisiera intentarlo.

Nikki estaba dividida entre estar más allá de la confusión por su


apariencia y estar furiosa cuando cruzaron el camino.

—¿Por qué hiciste esto? —preguntó, levantando la mirada hacia


él—. Si no sabías quién era Gerald, ¿por qué hiciste esto?

Las lámparas de la calle emitieron un suave resplandor a lo largo


de sus pómulos. Se quedó callado por un momento.

—Estaba en el taller y estaba sentado allí, pensando en lo que


dijiste el viernes sobre por qué querías tener una cita. Sobre que no
estabas buscando una relación, pero que te interesaría una relación si
eso fuera lo que pasara.

Las cejas de Nikki se juntaron mientras fruncía el ceño.

—Estoy bastante segura de que eso no es exactamente lo que dije.

—Pero eso es lo que querías decir.


240
Su mano se apretó contra la correa de su bolso.

—¿Y?

—Y no me gustó.

Estaba absolutamente aturdida. Tanto es así que no habló


mientras entraban en el silencioso y sombrío estacionamiento. Porque
Gabe debe haber hecho un trato con el diablo, de alguna manera había
conseguido una plaza de estacionamiento en el primer nivel.

Sus tacones hicieron clic en el cemento, resonando a su


alrededor.

—No entiendo esto... entenderte en absoluto.

Sus pasos se ralentizaron.

—Creo que sí lo sabes. Simplemente no quieres reconocerlo.

—No —dijo—. Honestamente no entiendo esto.

Él no habló hasta que llegaron a su auto en la parte trasera del


estacionamiento.

—¿Vamos a fingir que no pasó nada entre nosotros en el taller?


¿Es eso lo que vamos a hacer?

Se detuvo cuando él le abrió la puerta del pasajero.

—Yo... no sé de qué estás hablando.

—Estás mintiendo. —Le quitó el bolso y lo colocó en el asiento.

Nikki lo estaba, porque se sentía cómoda fingiendo que eso no


pasó. Era lo seguro.

Gabe se giró hacia ella.

—Sé que sentiste lo mucho que estaba en ti cuando me paré


detrás.

Sus mejillas se sonrojaron, y agradeció a Dios que estuviera


demasiado oscuro para que él la viera sonrojarse.

—Eres un hombre. Todos ustedes se excitan si el viento los golpea


de la manera correcta.

Gabe rio.

241
—Ojalá fuera verdad, pero no lo es. Y tú lo sabes, sabías
exactamente lo que yo sentía, porque tú sentías lo mismo.

Su corazón tartamudeó en su pecho. No había forma de que


pudiera admitirlo. No importaba lo que hubieran estado sintiendo
mutuamente.

—Ya no estoy interesada en ti.

—Tonterías.

Nikki jadeó.

—Tu arrogancia no tiene límites.

—No es arrogancia. —Se acercó a ella, obligándola a retroceder


hasta que chocó contra el costado de su auto—. Y no tiene nada que ver
con lo que pasó entre nosotros antes de que te fueras a la universidad.

—Todo tiene que ver con eso —espetó—. Todo.

La miró fijamente.

—De acuerdo. Digamos que lo hace. Aun así, eso no cambia un


hecho.

—¿Y qué es eso?

—Saliste con ese tipo cuando preferías haber estado conmigo.

Sus ojos se salieron de su cabeza. Mil negaciones se elevaron


hasta la punta de la lengua, pero Gabe se movió tan rápido que no fue
hasta que la hizo girar, con la espalda presionada contra su frente, que
se dio cuenta de lo que él estaba tramando.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó mientras él enrollaba un


brazo alrededor de su cintura.

—Probando lo que acabo de decir.

Su mirada salvaje corrió alrededor del estacionamiento.

—No necesitas probar nada.

—Oh, creo que sí. —Sus caderas rozaron su trasero, y sip, lo


sintió. No se podía negar eso—. Todavía me quieres. Probablemente
nunca dejaste de quererme.

—¿Estás borracho? —jadeó.

242
—No he bebido ni un trago en todo el día. No es como esa noche.

Las implicaciones de lo que dijo la hicieron estremecerse.


También lo hizo la mano que corría sobre su cadera.

—Gabe.

—Me dices que pare y lo haré.

Sus labios se abrieron. Necesitaba decirle que parara, porque


sabía que lo que estaba pasando ahora mismo iba a cambiar todo entre
ellos, y sabía que esta vez no habría ninguna reparación por el daño
que causaría a su amistad... y posiblemente a su vida.

Esto difuminaba demasiadas líneas para ella, y especialmente


después de enterarse de lo que le había pasado a Emma, esto no era
nada inteligente. Porque, pasase lo que pasase, el corazón de él
pertenecía a otra persona, ¿y con qué la dejaba eso a ella?

Solo esto, sea lo que sea que esto fuera.

Aún no le dijo que parara.

El aliento él bailaba sobre su sien.

—No tienes idea de lo que quería hacer cuando dijiste que tenías
una cita. Bueno, tal vez te estás haciendo una buena idea de lo que era
eso ahora. —Sus dedos alcanzaron el dobladillo de su falda—. Y tal vez
esto es una locura. No me importa.

—Deberías preocuparte —susurró ella, su corazón tronando.

—Entonces dime que pare. —Sus labios rozaron su sien,


haciéndola jadear—. Todavía no lo has hecho.

Nikki no lo había hecho.

No tenía ni idea de cómo empezó la noche con un tipo y ahora


Gabe de Vincent la acariciaba agradablemente en un estacionamiento.

Aparte de una vez la semana pasada, ni siquiera se había atrevido


a fantasear con algo así.

Su risa entre dientes fue profunda y la atravesó.

—Eso es porque no quieres que yo lo haga, ¿pero Ross? ¿Incluso


si no fuera un maldito imbécil?

243
No podía respirar mientras su mano se deslizaba bajo la falda de
su vestido y corría por su muslo. Los callos en su mano la volvieron
loca.

—Ni siquiera habría llegado tan lejos contigo. —Esos dedos se


arrastraron hasta el fino deslizamiento de material que se curvaba
sobre su cadera—. ¿Lo haría?

No, no lo habría hecho.

—Contéstame, Nic. —Enganchó un dedo alrededor del costado de


su tanga.

Nikki respiró con dificultad.

—No. No lo habría hecho.

Sus labios rozaron el lóbulo de su oreja, enviando un escalofrío


por su columna vertebral.

—¿Y por qué es eso?

Su garganta estaba seca.

—No había chispa.

—¿Por qué? —Tiró con fuerza de su tanga y sus caderas se


sacudieron mientras jalaba cada lado.

Santa mierda.

Gabe tiró del material, y no tenía ni idea de lo que había hecho


con sus calzoncillos arruinados en ese momento.

—¿Por qué no había chispa, Nic?

Apenas podía pensar mientras su mano se deslizaba por la parte


inferior de su vientre y luego se sumergía, acercándose tanto a donde
ella palpitaba.

—Simplemente no estaba allí.

—Ahora, esa no es la razón. —Sus dedos pararon—. Dime por qué


no hubo una chispa y te mostraré lo que es una chispa.

Su pecho era pesado al tragar con fuerza.

—No eras... no eras tú.

244
—Esa es mi chica. —Sus dedos se deslizaron entre sus muslos,
arrancándole el aliento.

Oh Dios, esto estaba pasando de verdad. Gabe la estaba tocando


y estaban en medio de un estacionamiento. Cualquiera podía caminar
sobre ellos, pero a ella ni siquiera le importaba. Lo único en lo que se
podía concentrar era en Gabe, en las sensaciones acaloradas que
estaba construyendo en ella y en la hinchazón de su pecho.

Lo había querido durante tanto tiempo.

Siempre lo había querido.

—Mierda, estás tan mojada —gruñó.

Sus rodillas se sintieron débiles cuando empezó a juntar sus


piernas.

—No. No hagas eso. —Mordió su oreja, haciéndola jadear—. Me


encanta.

Mantuvo las piernas abiertas.

—¿Sabes qué quería hacer la noche en la tienda? Es todo en lo


que he estado pensando. —Arrastró su dedo a través de la humedad,
burlándose de ella—. Quería doblarte y follarte tan fuerte que ni
siquiera pensaras en salir en una cita con otro hombre.

Oh Dios.

—Pero no puedo hacer eso. —Su dedo rodeó su clítoris—. ¿Pero


sabes lo que podemos hacer?

—¿Qué? —susurró, sus ojos brillando por el garaje.

Se alejó de ella y sintió su mano en su cintura. Oyó su cremallera


bajando, y luego presionó en ella.

El cuerpo de Nikki tembló, en realidad tembló. Lo sintió contra su


trasero, duro y grueso y desnudo. Una semilla de pánico echó raíces.

—Condón...

—No vamos a tener sexo, Nic. —Sus caderas se movían contra su


trasero—. Confía en mí.

Y con eso, hundió su dedo en ella.

245
El cuerpo entero de Nikki se arqueó lo más profundo que pudo.
No fue nada como cuando lo hacía ella. Demonios, no, esto fue algo
completamente distinto.

Su maldición fue un aliento acalorado contra ella mientras


retorcía la áspera piel de su palma contra la parte más sensible de ella.
Movió sus caderas detrás de ella, arrastrando su pene hacia arriba y
abajo de su trasero mientras agregaba otro dedo, estirándola. Ella se
sacudió en respuesta, sus ojos abriéndose de par en par.

Los dedos de Gabe se detuvieron.

—¿Te estoy haciendo daño?

—No —jadeó—. Es solo que... ha pasado un tiempo.

—Me doy cuenta.

¿De verdad podría? Pero ese pensamiento desapareció cuando sus


dedos comenzaron a moverse de nuevo. Estaba completamente a su
voluntad mientras ella curvaba una mano sobre su brazo, clavándole
las uñas en la piel mientras colocaba la otra mano contra el costado de
su Porsche.

Sus pensamientos estaban girando. Su cuerpo estaba


enroscándose apretadamente. No había forma de contenerse. Se estaba
moviendo contra él, cabalgando su mano como lo había fantaseado.

—Eso es. —Su voz era casi gutural, un tono que nunca antes
había oído de él—. Folla mis dedos.

Sus palabras quemaron su piel, y tal vez mañana se avergonzaría


de ellas, pero esta noche, esas palabras la excitaron. Su sangre se
convirtió en lava y cada punto de su cuerpo parecía apretarse a la vez.
Sus dedos bombeaban dentro de ella mientras él empujaba contra su
culo. Debió sentir que se empezaba a venir y sabía que no iba a ser
capaz de callar. Su mano se cruzó sobre su boca, amortiguando sus
gritos mientras ella se venía.

Ondas de placer seguían recorriendo su cuerpo mientras Gabe


hacía este sonido profundo que salía de la parte posterior de su
garganta. Se puso contra ella, quieto mientras todo su cuerpo temblaba.
Lo sintió entonces, pulsando contra la mejilla de su culo mientras ella
apoyaba su cabeza en su pecho.

Todo lo que Nikki sabía era que ambos estaban locos.

246
Capítulo 21
Traducido por Yiany

Afortunadamente, Gabe tenía una camisa extra en la parte


trasera del auto y pudo usarla para limpiar a Nic lo mejor que pudo. Y
por alguna jodida razón, estaba demasiado interesado en el hecho de
que era su propia corrida lo que estaba limpiando de ella.

Una vez en el coche, la miró. Ella se aferraba a los bordes de su


falda y miraba al frente. Si no fuera por la pequeña media sonrisa
saciada en su cara, estaría realmente preocupado.

Aun así, estaba preocupado.

Las cosas habían progresado más de lo que había previsto. No era


que cuando salió de la tienda para poner fin a su estúpida cita, hubiera
planeado arrancarle las bragas y follarla con los dedos.

Gabe presionó el botón de encendido y el motor cobró vida.

Para ser sincero, ni siquiera sabía cómo se intensificó todo tan


rápido, pero maldición, no era como si pudiera retroceder el tiempo.

—Oye. —Se estiró entre ellos, colocando su mano sobre la de


ella—. ¿Estás bien?

—Sí. —Se aclaró la garganta—. Sí.

Su mirada buscó cada centímetro cuadrado de su cara, buscando


quién sabe qué, pero luego esa pequeña sonrisa se extendió. Ella apartó
la mirada, pero no antes que él viera la profundización en sus mejillas,
el rosa volviéndose intenso.

Esta noche fue... diferente.

Casi mata a un hombre en medio de un restaurante y luego tuvo


uno de los mejores orgasmos de su vida en un estacionamiento sin
tener sexo.

No exactamente una noche de sábado normal.

247
—¿Sabes lo que podría hacer ahora? —dijo, saliendo del
estacionamiento.

Ella lo miró.

—¿Una siesta?

Se rio entre dientes mientras conducía por el estacionamiento.

—Eso sería bueno, pero no lo que tenía en mente. Creo que podría
ir por un batido.

Cuando la miró, estaba sonriendo.

—Sí, yo podría ir por uno, también.

—Entonces hagámoslo.

Y eso es lo que hicieron.

Condujo hasta el más cercano, que resultó ser Smoothie King. Él


entró y le pidió uno de fresa, así como pidió uno de arándanos por el
cual ella, definitivamente, voltearía su nariz.

—Gracias —dijo, quitándoselo cuando él se deslizó en el asiento


del conductor.

—No hay problema. —Se estiró para encender el auto, pero se


detuvo. Dependiendo del tráfico, no tardaría más de veinte minutos en
llegar a su casa—. ¿Te importa si termino esto antes que volvamos a la
carretera?

—Por supuesto que no. —Tomó un sorbo de su batido.

De repente recordó sus planes anoche.

—¿Qué pasó con ese apartamento que estabas mirando?

—¡Oh! Es perfecto. Llené el papeleo y estoy esperando a recibir


una respuesta de la administración de la propiedad. Si me aprueban, es
mío.

—Eso es genial.

—Gracias. Debería saber algo esta semana.

—Entonces necesitas conseguir un perro o algo.

Ella se rio suavemente.

—Tal vez un gato.


248
—O un armadillo.

—¿Un armadillo? ¿Qué?

Sonriendo, levantó un hombro.

—Recuerdo que intentaste salvar un armadillo cuando tenías


trece años.

Se quedó en silencio por un momento.

—Oh, Dios mío, no puedo creer que olvidé eso. Mamá enloqueció
porque yo estaba tratando de levantarlo...

—Una reacción comprensible al ver a su hija tratando de levantar


un armadillo.

—No me habría hecho daño. Le gustaba.

Gabe negó con la cabeza.

—Todavía pienso que los armadillos son las cosas más lindas de
la historia. —Pasó un momento y luego ella lo miró—. Me estás
mirando.

—No, no lo estoy. —Lo estaba totalmente.

Nikki volvió la cabeza hacia él.

—¿No? Lo estás haciendo ahora mismo.

—Está bien. —Sonriendo alrededor de la pajilla, miró la parte


delantera del batido—. No te estoy mirando ahora.

—Pero lo estabas.

—Tal vez.

Se rio, pero se desvaneció demasiado rápido.

—¿Gabe?

—¿Sí? —Inclinando su cabeza hacia atrás contra el asiento, la


miró. Dios, era... Realmente no había palabras.

—Qué... ¿Qué estamos haciendo? —preguntó en voz baja.

No sabía cómo responder a eso. Mientras estaba en su tienda,


sentado allí mirando el maldito estante, todo en lo que podía pensar era
en ella en esa cita. Antes que supiera lo que estaba haciendo, estaba en
su auto, llamándola y dirigiéndose a Crescent City Steaks. La irritación
249
de su naturaleza primitiva lo había vencido, y si estaba siendo honesto
consigo mismo, también lo hacía otra emoción. Una que impulsó su
decisión de básicamente arruinar su cita, por lo que se alegraba por
múltiples razones, porque Dios sabe que Ross habría intentado meterse
entre sus piernas, investigando a su familia o no. Mírala. Era
jodidamente hermosa.

—No lo sé —respondió, encontrándose con su mirada—. Juro por


Dios, realmente no lo hago. Solo... No me gustó la idea de que
estuvieras en esa cita.

Las cejas de ella se alzaron mientras tomaba un buen y largo


trago de su batido.

—Entonces, no te gustó la idea de que yo estuviera en una cita y


decidiste que darme un orgasmo en un estacionamiento era el camino a
seguir.

No pudo evitarlo. Gabe se echó a reír.

—No fuiste la única que se corrió.

—Oh, lo sé —respondió ella secamente.

—No planeé eso. —Y esa era la verdad—. Eso... solo pasó.

Ella bajó su batido mientras lo miraba.

—Es un poco difícil que algo así suceda de pronto.

—Tienes un punto. —Se rascó los dedos a través de su cabello—.


Supongo que sentí la necesidad de demostrar que te gusto tanto como
tú a mí.

—¿Te gusto?

—Pareces sorprendida. —Gabe se rio—. ¿Lo qué acaba de pasar,


que me corra así? Bastante seguro que eso no ha sucedido desde la
escuela secundaria.

—Oh. —Empujó la pajita en su boca.

La observó por un momento, divertido por ella, y había algo más,


una extraña sensación que no había experimentado en mucho tiempo.
¿Ternura? Por supuesto, sentiría ternura por Nic.

—De todos modos, cuando dijiste que ya no estabas interesada en


mí, supongo que acepté el desafío.

250
Nic pareció considerar eso por un momento.

—¿Eso es lo que fue? ¿Para probar algo o un desafío?

—Mierda. No. Eso no es lo que quise decir. —Tomó un trago de su


batido, tratando de darle sentido a lo que estaba pensando, pero eso no
fue para nada, porque no tenía ni idea—. De ningún modo.

Ella exhaló irregularmente, atrayendo su mirada. La suya se


alejó.

—¿Te arrepientes?

Su pregunta era apenas por encima de un susurro y al principio


no podía creer que le preguntara eso ya que no había dado ninguna
indicación de que lo hubiera hecho. Pero luego lo entendió. Su historia
era como una maldita víbora entre ellos.

—No. —Acercándose, tomó sus dedos alrededor de su barbilla y


giró su mirada hacia él. Lo que sentía por lo que acababa de pasar y lo
que sentía por ella era una bola de emoción confusa que se asentaba en
su pecho—. No sé qué fue eso. O lo que signifique mañana, pero quiero
que sepas una cosa, Nic, ni una puta parte de mí lo lamenta.

El timbre del teléfono de Nikki fue lo que la despertó finalmente.


Tenía la clara impresión de que había estado sonando durante un
tiempo.

Gimiendo, se dio la vuelta y dio una palmada en la mesita de


noche hasta que encontró el estúpido teléfono.

Un ojo abierto.

Rosie.

Al pulsar el botón de respuesta, se llevó el teléfono a la oreja y


gritó:

—¿Qué hora es?

—¡Es hora de que cuentes qué diablos pasó anoche!

La noche anterior se sintió como un sueño, nada real para ella en


las primeras horas de la mañana.

—Supongo que hablaste con Gerald. Oh, espera, ¿cuál es su


verdadero nombre? Ross Haid, un reportero...

251
—Sabía que escribía para el Advocate de vez en cuando, pero no
creía que eso fuera un problema. Me envió un mensaje de texto anoche,
pero no vi sus mensajes hasta esta mañana. El primer texto fue, y cito,
'Gabriel de Vincent acaba de secuestrar mi cita'. Al principio pensé que
tenía que estar bromeando —dijo Rosie—. Pero luego hubo otro texto
donde explicaba que estaba haciendo una historia sobre los de Vincent.
Jura que no es por eso que quería salir contigo, pero voy a asesinarlo de
verdad. ¿Qué diablos pasó, Nikki?

¿Cómo podría explicar esto cuando ni siquiera estaba segura de


saber ella misma lo que había pasado?

—Bueno, tienes la versión breve de lo que pasó.

—¿Entonces Gabe se dio cuenta que era Ross? —La voz de Rosie
se elevó, causando que Nikki se estremeciera.

Gimiendo, Nikki se puso de espaldas.

—No. No tenía idea hasta que llegó allí. Dijo que venía a salvarme
de lo que probablemente era una cita horrible.

—¿En serio? —Su tono era seco.

—Sí. —Nikki lanzó un brazo sobre sus ojos—. Fui atrapada con la
guardia baja por él apareciendo y encontrando quién era Gerald. Fue
loco.

—¿Y luego qué pasó? —exigió Rosie—. ¿Te llevó a casa y te


arropó?

Nikki apretó los labios.

—No.

—Entonces, solo salió, te llevó lejos y ¿eso fue todo?

—No realmente —murmuró Nikki mientras dejaba caer el brazo


sobre la cama.

—Siento que esta conversación debe suceder en persona —decidió


Rosie—. Necesitas levantarte...

—No me levantaré.

—Entonces necesitas decirme lo que pasó anoche.

Había una parte de ella que no quería decírselo a Rosie, porque


parecía que iba a empañar lo que sucedió. Pero también conocía a

252
Rosie. No dejaría pasar que la mujer se presentara en la casa, exigiendo
saber las respuestas.

—Algo sucedió entre nosotros —dijo, mirando hacia la puerta


cerrada de la habitación. Tener esta conversación en la casa de sus
padres era extraño—. Ni siquiera sé cómo sucedió.

—¿Qué pasó? —La voz de Rosie era más tranquila, lo que


significaba que en lugar de estar en el nivel diez, ahora estaba en el
nivel siete. Eso era un progreso.

—Tuvimos un... tipo de discusión ¿Supongo? Acerca de él


queriendo arruinar mi cita sin saber quién era realmente Gerald, lo
cual, mirando hacia atrás, es un argumento ridículo, pero como sea.
Dijo algo sobre yo todavía interesada en él, y le dije que no. —Se frotó
los ojos—. Entonces, de alguna manera demostró que estaba
mintiendo.

—Bueno. Voy a necesitar más detalles —dijo Rosie—. ¿Cómo


probó que estabas mintiendo?

Sintiendo que sus mejillas se calentaban, negó con la cabeza.

—Tuvimos una especie de, un tipo de rollo.

Hubo un tramo de silencio.

—¿Cómo se hace una especie de tipo de rollo?

Suspiró pesadamente.

—Imagínate besándote, pero sin besar y con los dedos


involucrados.

—Mierda —suspiró Rosie.

—Sí.

—¿Dedos? ¿Como en plural?

Nikki se rio mientras se ponía de lado.

—Sí.

—Mierda —repitió.

—Lo sé. Las cosas se intensificaron bastante rápido y... —Y le


había dado el mejor maldito orgasmo de su vida—. Y no lo sé. Sucedió.
Después, agarramos un batido.

253
—Espera. ¿Qué?

—Me escuchaste correctamente. Tomamos un batido.

—Ni siquiera sé cómo responder a eso, Nikki. —Hubo una


pausa—. ¿Hablaron sobre lo que pasó?

—Sí. Lo hicimos. Le pregunté qué estaba pasando y dijo que no


sabía. También dijo que no se arrepentía. —Nikki apretó los labios
mientras se dejaba caer de espaldas—. Le creo. No creo que haya
planeado que eso suceda y no creo que lo haya lamentado.

—Nikki —suspiró Rosie.

—Mira, sé que fue una locura. Dada nuestra historia, eso fue lo
último que deberíamos haber hecho, pero...

—Pero todavía te importa.

—No iba a decir eso, pero sí, me importa. Obviamente.

—Sabes de qué tipo estoy hablando —respondió ella—. ¿Qué ibas


a decir?

Nikki frunció el ceño.

—Iba a decir que no estoy leyendo lo que sucedió. No tengo


expectativas.

—Chica. —El tono de Rosie subió otra vez—. Como te dije la


última vez, necesitas comenzar a leer sus acciones. También te voy a
contar algo nuevo. También tienes que dejar de mentirte a ti misma.

—No me estoy mintiendo.

—Sí. Lo estás. Mira, no te estoy juzgando. Obviamente. No


conozco a Gabe ni qué tipo de chico es, pero hay algo entre ustedes.
Lo hubo, y no sé si eso es algo bueno o malo, pero lo que sí sé que es
malo es que finges que esto no es gran cosa. Lo es.

Abrió la boca para negarlo, pero Rosie tenía razón. Nikki estaba
mintiéndose a sí misma totalmente. Bueno, realmente no se había dado
la oportunidad de procesar todo completamente, pero lo que sucedió
entre ellos era una gran cosa. Era un paso hacia un futuro o un paso
hacia un desastre, pero era un paso que sabía muy bien que iba a dar.

—Te odio —murmuró Nikki.

Rosie se rio.

254
—¿Puedo preguntarte algo y que seas realmente honesta?

Oh Dios.

—Adelante.

—¿Alguna vez dejaste de amarlo? —preguntó.

La respiración de Nikki se detuvo, sin confundir lo que Rosie


preguntaba. No preguntó si Nikki estaba enamorada de Gabe. Preguntó
si Nikki se había detenido alguna vez, y esa pregunta la atravesó. Un
ciclón de emociones giraba. Temor. Anticipación. Pavor. Emoción. Sólo
por un pequeño segundo, se dejó sentir todo, todo, y fue maravilloso y
aterrador.

¿Podría ser posible que hubiera estado realmente enamorada de


Gabe cuando era más joven? Que no había sido un gusto tonto, y que lo
que estaba sintiendo de nuevo, lo que había sentido la noche anterior
en sus brazos, ¿no era un gusto simple? ¿Que no era sólo lujuria? No
pudo responder la pregunta de Rosie.

Rosie suspiró.

—Es lo que pensaba.

255
Capítulo 22
Traducido por Wan_TT18

Tomó una llamada telefónica para que Gabe encontrara lo que


necesitaba el domingo por la mañana y por eso estaba parado frente a
la puerta marrón chocolate de una de las casas más nuevas de estilo
escopeta en Pritchard Place.

Golpeó con un lado de su puño en la puerta y luego esperó y no


tuvo que esperar tanto. Unos pasos se acercaron al otro lado y luego la
puerta se abrió, revelando la mitad de la cara de Ross Haid.

—¿Qué demonios? —Ross parpadeó rápidamente cuando abrió la


puerta, para revelar que no llevaba nada más que una camiseta blanca
y pantalones de franela.

Sin decir una palabra, Gabe empujó hacia adelante, obligando a


Ross a dar un paso atrás mientras caminaba dentro de su casa. Gabe
agarró la puerta y la cerró detrás de él.

Una saludable dosis de miedo llenó los grandes ojos de Ross.

—¿Qué estás haciendo hombre? Sabes quién soy y para quién


trabajo...

Inclinando su brazo hacia atrás, golpeó su puño contra la


mandíbula de Ross, echando su cabeza hacia atrás. Ross se dejó caer
como un saco de papas, aterrizando en su trasero mientras él palmeó
su mandíbula.

—Quería hacer eso anoche. —Gabe abrió su puño mientras se


inclinaba sobre Ross—. Tomó cada parte de mi autocontrol no tumbarte
de espaldas en ese momento.

—Maldición. —Ross escupió un bocado de sangre—. Creo que


rompiste uno de mis dientes. ¿Estás loco?

—Deberías hacerte esa pregunta a ti mismo —respondió Gabe,


enderezándose—. Puedes husmear alrededor de mis hermanos y de mí
todo lo que quieras, pero mantente alejado de Nic.

256
—Mierda. —Ross rodó sobre su espalda—. Estoy bastante seguro
de que lo dejaste claro anoche.

—Estoy asegurándome de que esté claro en este momento. —


Golpear a Ross le había dado un momento de satisfacción, pero quería
desgarrar al hombre por avergonzar a Nic y tratar de usarla—. Porque la
próxima vez será tu última vez.

—¿De verdad vas a entrar a mi casa, a golpearme y luego a


amenazarme?

—Sé que vas a mantener la boca cerrada sobre esto. ¿Quieres


saber por qué? Porque no eres tan jodidamente estúpido. Informas esto,
y luego me aseguro de que todo el maldito mundo sepa exactamente por
qué te he golpeado. ¿Seguro que tus jefes en el Advocate quieren ese
tipo de prensa? ¿Usando a una mujer? —preguntó Gabe—. Les daré
una historia y no será la que esperabas informar.

—Maldición. —Ross tosió con una risa húmeda—. Y aquí he oído


que eres el tranquilo y sensato de Vincent. Tengo que pensar que la
gente se equivoca.

—Lo hacen cuando se trata de personas que me importan.

—¿Y te importa Nikki? ¿Una hija de veintitantos años del personal


de tu casa? —Ross se echó a reír y Gabe pensó que podría haber una
buena probabilidad de que golpeara de nuevo al hijo de puta. Ross bajó
la mano mientras se levantaba sobre su codo—. ¿Qué es ella para ti?

Gabe sabía a dónde iba con esto.

—Si veo algo escrito sobre ella en cualquier lugar, voy a hacerte
responsable personalmente.

—No voy a escribir sobre ella. De hecho, me gusta ella.

—Esa última parte no fue lo correcto por decir —le advirtió Gabe.

—¿No lo fue? —Dobló una pierna hacia arriba—. Estoy


empezando a pensar que mi teoría sobre tu familia es correcta.

—No me importa nada lo que piensas.

—Deberías. —Ross se sentó, limpiando un rastro de sangre que


salía de la comisura de su boca—. No creo que tu padre se haya
suicidado. Creo que hizo algo y uno de ustedes, uno de ustedes lo mató
por eso.

257
Nikki estaba tan nerviosa el lunes por la mañana que caminó por
el congelador dos veces antes de darse cuenta de que había ido a la
despensa para sacar los filetes para la cena.

No había sabido nada de Gabe desde que la dejó en casa el


sábado por la noche y todavía no lo había visto. Al no tener idea de si
eso significaba algo o no, trató de reunir sus pensamientos dispersos y
ponerse a trabajar.

Era lunes, así que eso significaba un polvo interminable de cosas


que nunca se usaban y dudaba que los de Vincent supieran siquiera lo
que tenían.

Levantándose el pelo, se lanzó al trabajo. La desventaja de hacer


algo tan monótono era que su cerebro tenía rienda suelta para
obsesionarse con cada pequeña cosa que había sucedido entre ella y
Gabe el sábado por la noche.

Que no era exactamente lo que necesitaba.

O quería.

No importaba lo mucho que se centraba en cómo iba a decorar el


lindo apartamento que esperaba que obtuviera la aprobación o el estrés
por la decisión de solicitar un trabajo de asistente social en el condado
o inscribirse en una escuela de postgrado, su mente volvió a Gabe.

En cierto modo quería golpearse a sí misma. Muy fuerte.

Lo mejor que podía hacer era proceder como si nada hubiera


pasado. Eso no sería lo más fácil de hacer, pero lo más inteligente.
Obviamente él estaba físicamente atraído por ella. Obviamente, ella
tenía los recursos para él, pero la diferencia era que sabía que no sería
algo físico para ella. Se convertiría en más.

Y no podía arriesgarse a eso.

Era casi mediodía cuando estaba limpiando una de las


habitaciones que no estaban en uso en el segundo piso del ala que
ocupaban Lucian y Julia. Debido a que la alfombra de felpa estaba
virtualmente impecable, se fue del piso y los dejó en el pasillo. Estaba
zumbando junto al torbellino de la aspiradora cuando de repente se
apagó.

258
Frunciendo el ceño, jugueteó con el interruptor de encendido y
apagado, y luego se apoyó sobre su cintura, escaneando la habitación.
El cable estaba desenchufado.

—Extraño —murmuró, caminando hacia la cosa. El cordón era


largo, así que no era como si lo hubiera sacado de la pared.

Jodidamente raro, una casa poseída por demonios.

Lo volvió a enchufar y la aspiradora cobró vida. Suspirando, se


dio la vuelta y dejó escapar un chillido de sorpresa.

Gabe estaba en la puerta, con los brazos cruzados mientras se


apoyaba contra el marco.

—¿Teniendo dificultades con la aspiradora?

—¿La desenchufaste? —preguntó mientras se apresuraba hacia la


aspiradora, apagándola.

—No. ¿Por qué habría de hacer eso?

Ella entrecerró los ojos.

—No lo sé, pero se desenchufó sola.

—Fantasmas.

—No pensé que creyeras en los fantasmas.

Levantó un hombro.

—Nunca he visto nada, pero he escuchado suficiente mierda


extraña en esta casa, que tengo que preguntarme.

No estaba segura de si él estaba jugando con ella o no, pero era


consciente de que eran los únicos en el segundo piso, en una habitación
con una cama.

Nikki se aclaró la garganta mientras doblaba su mano sobre el


asa de la aspiradora.

—Bueno, tengo que volver al trabajo, así que...

Gabe frunció el ceño.

—¿Así es como va a ser?

259
—No entiendo. —Y realmente no lo hacía—. Tengo que aspirar
esta habitación. Ya sabes, una de las cinco en este piso, que nunca se
ha utilizado. Es muy importante que termine esto.

Él sonrió.

—¿Y por qué es eso?

—Supongo que si no lo hago, los conejitos de polvo debajo de la


cama se multiplicarán y tomarán el control de la casa, causando que
Devlin entre en shock. No podemos hacer que eso suceda.

Gabe se rió.

—Los conejitos de polvo pueden esperar.

—Realmente no pueden. Ya sabes cómo son los conejitos de


polvo. Siempre se reúnen, se multiplican, y se hacen pequeños conejitos
de polvo. Además, es mi trabajo.

—Te he estado buscando —dijo, ignorando lo que ella dijo.

—Bueno, me encontraste, pero como puedes ver, estoy bastante


ocupada... —Dio un paso atrás cuando él se apartó del marco y entró
en la habitación, deteniéndose para cerrar la puerta detrás de él—.
¿Qué estás haciendo?

Echó seguro a la puerta y su corazón se lanzó a su garganta como


un cohete. Gabe se quedó en silencio mientras caminaba hacia ella, y
eso es lo que hizo. Acechó, como un gato grande que había visto su
presa.

—Gabe...

—¿Te has estado escondiendo todo el día?

—¿Qué? No. He estado trabajando...

—Ajá. —Cruzó el espacio entre ellos—. Recuerdo que cuando eras


más joven, solías esconderte en estas habitaciones cada vez que
Lawrence estaba aquí.

—Bueno, no le gustaba todo el ruido que hacía...

—Nunca hiciste tanto ruido. —Deteniéndose directamente frente a


ella, la agarró por las caderas—. De todos modos, me alegro de haberte
encontrado aquí.

260
Su pulso estaba latiendo fuera de control mientras levantaba la
cabeza.

—¿Por qué?

—Porque hay algo en lo que me pasé toda la noche pensando.

Tenía miedo de preguntar.

—¿Qué sería eso?

Sus manos en su cintura se tensaron y luego la levantó. Ella no


tuvo la oportunidad de protestar. Un segundo, estaba de pie y al
siguiente, su espalda golpeaba el centro de la cama, y él estaba encima
de ella, sus brazos y rodillas encerrándola.

Oh. Mi. Dios.

—¿Estabas pensando en lanzarme sobre la cama? —preguntó


ella.

Él se rió de nuevo, el sonido le curvó los dedos de los pies.

—No, no había pensado en eso, pero fue divertido.

—Para ti, tal vez.

—Te gustó.

De acuerdo, puede que sí, pero no admitiría eso. Nunca.

—¿Qué estás haciendo?

—Siguiendo con lo que he estado pensando toda la noche. Te lo


dije. —Sonriendo, cambió su peso sobre sus rodillas y se enderezó—.
Sigue conmigo.

—¿Seguir contigo? ¿Entras aquí, me arrojas a la cama y se


supone que debo saber en qué andas? —Ella comenzó a sentarse—.
Gabe...

—¿Quieres saber en qué he estado pensando? —preguntó.

—En realidad no —respondió ella.

—Oh, sí, vas a querer saberlo. —Sus manos encontraron su


camino hacia su cintura, causando que aspirara una respiración
fuerte—. Pero creo que solo voy a mostrarte.

261
—No creo... ¡Gabe! —jadeó mientras él curvaba sus dedos
alrededor de la banda de sus polainas negras—. ¿Qué estás haciendo?

—Ya lo verás. —Tiró, y ella le agarró las muñecas—. Y tengo la


sospecha de que realmente lo vas a disfrutar.

Su pecho se levantó y cayó con respiraciones rápidas. No tenía


idea de cómo había pasado de la aspiradora a esto. Fue en espiral tan
rápido que se preguntó si incluso tenía una onza de control desde el
momento en que entró a la habitación.

O si ella quería controlarlo.

Su agarre se aflojó.

La sonrisa de Gabe se extendió cuando esas gruesas pestañas


bajaron.

—¿Cómo ha sido tu día?

Su pregunta la tomó por sorpresa.

—Um, ¿bien? Un lunes normal.

Él tiró de nuevo, logrando bajar las polainas una pulgada por sus
caderas.

—¿Has oído hablar de nuevo sobre el apartamento?

—Todavía, no —dijo, encontrando que esa era la posición más


extraña para mantener una conversación.

—Tengo algunas piezas en almacenamiento que serían perfectas


para tu apartamento —dijo, arrastrando su pulgar sobre su hueso de la
cadera—. Tengo una mesa de café, una cómoda y una mesa auxiliar.
Puedes tenerlos.

Tan sorprendida por la oferta, solo podía mirarlo fijamente al


principio.

—Eso no está bien. Tus cosas cuestan tanto como un semestre en


la UA...

—No me importa. Quiero que los tengas. —El pulgar de él se


movió sobre su otra cadera, deslizándose sobre su bajo vientre—. Eran
piezas que nunca vendí y las hice hace años.

—Gabe...

262
Su mirada la atravesó.

—Son míos para regalar, y yo te elijo.

Te elijo.

Oh Señor, esas palabras enviaron un rayo directo a su corazón. Él


no se refería a ellos de la forma en que su corazón los tomó, pero aun
así.

—Simplemente piensa en ellos como un regalo de inauguración de


la casa —dijo, como si no estuviera hablando de un regalo que costó
decenas de miles de dólares—. Y ahora se supone que debes
preguntarme sobre mi día.

Su nariz se arrugó.

—¿Que tal tu día?

Gabe se rió.

—Al menos podrías sonar como si te importara.

—Lo hago. —Ella puso los ojos en blanco.

—Me levanté temprano y no podía volver a dormirme. Estaba


pensando en la noche del sábado, en lo increíble que se sentía mi pene
contra tu trasero.

Oh, Dios mío.

Su estómago se hundió cuando un fuerte cosquilleo atravesó sus


venas en respuesta.

—Y estaba pensando en lo bien que te sentías entre mis dedos


cuando empezaste a venirte —continuó, sus palabras abrasaron su
piel—. Me puso duro como una puta roca, ¿lo sabías?

—No —susurró ella mientras su sangre se incendiaba.

Él se mordió el labio mientras su mirada se desviaba, sobre sus


pechos y más abajo.

—Tenía que hacer algo al respecto. No fue tan bueno como el


sábado por la noche, pero funcionó. Por un tiempo.

Sus ojos se abrieron ante lo que él estaba insinuando.

263
Gabe tiró de nuevo, bajando sus polainas lo suficiente como para
que se pudiera ver una tira de su ropa interior. Inclinó la cabeza hacia
un lado.

—¿Son mariposas?

—Cállate. —Ella se sonrojó.

—Linda. Quiero ver al resto de ellas.

Su mirada se dirigió a la puerta cerrada.

—¿Enloqueciste? —Se aferró a sus manos—. ¿Y si alguien


entra…?

—Nadie nos va a encontrar. Cerré con llave la puerta. —Tiró de


nuevo, ganando otra pulgada—. Y esto es mucho más privado que un
estacionamiento.

Su piel ardía con un tipo de calor completamente diferente.

Luego tiró de nuevo, y Nikki ni siquiera pudo mentirse a sí


misma. Realmente no trató de detenerlo, porque en ese momento era
certificable de grado A. Todos los pensamientos anteriores de hacer algo
con Gabe siendo demasiado arriesgado lanzaron una bomba por la
ventana más cercana cuando él se bajó de la cama, quitándose los
pantalones.

Nikki apenas podía respirar cuando él arrastró sus manos por


sus pantorrillas y por la parte exterior de sus muslos. Enganchó sus
dedos alrededor de sus bragas.

Esto no era como el sábado por la noche.

De ningún modo.

Si lo dejaba hacer esto, estaba desnuda ante él de una manera


que no había estado desnuda ante otra alma viva en mucho tiempo.

Nikki no lo detuvo.

Gabe hizo ese profundo sonido cuando ella levantó su trasero,


ayudándolo a sacarlos. Se los quitó, dejándolos caer a Dios sabiendo
dónde. Luego él estaba deslizando sus manos por el interior de sus
piernas, rozando sus muslos.

El aire se alojó en su garganta mientras ella caía de vuelta a sus


codos. Su piel estaba ardiendo, pero no podía apartar la mirada de él
viendo la parte más íntima de ella.
264
—Eres hermosa. —Él levantó un dedo sobre el pliegue de su
muslo y luego lo hizo sobre su otra pierna—. Jodidamente perfecta.

—Nosotros... Probablemente no deberíamos estar haciendo esto.

Su mirada se elevó a la de ella.

—¿Por qué no?

Le costó mucho recordar todas las razones válidas por las que
esto era tan estúpido, mientras él separó sus piernas, abriéndola. El
instinto de cerrar las piernas no la llevó a ninguna parte. No cuando él
le pasó una pierna por encima del hombro y se posó entre sus muslos.

—¿Por qué no debería hacer esto? —preguntó.

Un jadeo estrangulado separó sus labios mientras su aliento


bailaba sobre su carne caliente.

—Dije en la noche del sábado, que no sé qué estamos haciendo, a


dónde nos llevará. —Él giró la cabeza y le besó el muslo. La piel áspera
de su mandíbula la volvía loca—. Eso no significó que no iba a ir por ese
camino y descubrirlo.

Ni siquiera la había tocado y ella ya estaba palpitando. Sus


sentidos estaban dispersos, y a eso es lo que ella iba a culpar por la
próxima cosa estúpida que saliera de su boca.

—No llamaste, ni enviaste mensajes de texto ayer. Pensé... —Se


detuvo—. Quiero decir, pensé que habías decidido olvidar que sucedió.

Su mirada encontró con la de ella otra vez. No dijo nada mientras


arrastraba su mandíbula a lo largo de su muslo interno. Pasó un
segundo mientras ella se maldijo. Él le besó el muslo de nuevo.

—No olvidaré que sucedió. Y no volveré a dar esa impresión.

—Oh —dijo ella, porque no tenía idea de qué más decir a eso.

Y entonces no estaba pensando en nada de eso, porque la boca de


Gabe estaba en movimiento. Besó justo debajo de su ombligo, y luego
más abajo. Sus labios pasaron por encima de ella, enviando un
estremecimiento a través de su cuerpo.

Nikki se estremeció cuando él puso sus manos allí, deslizándolas


entre sus piernas, abriéndola aún más, y luego su boca estaba sobre
ella.

265
—Esto... —Arrastró su lengua hacia su centro—, esto es lo que he
estado pensando. Tu sabor. Solamente tenía que averiguarlo.

Nikki gritó mientras hacía eso. Él la probó. Lengua. Labios.


Lamido. Succión. Profundizando y luego alejándose. Cualquier reserva
que pudiera haber tenido se perdió en una marea de pura sensación.
Su cuerpo se hizo cargo de un cierto abandono sin mente que se
apoderó de ella. Agarró el edredón mientras sus caderas se movían por
su propia cuenta, rodando contra su boca cuando su jadeo dio paso a
gemidos.

Él sabía muy bien lo que estaba haciendo.

Gabe puso sus manos debajo de su trasero y la levantó. Él… Él la


banqueteó. La devoró. Así era como se sentía. No había escapado a las
sensaciones crudas que estaba sacando de ella con cada movimiento de
su lengua, no que quisiera. Entonces su boca se cerró sobre el apretado
haz de nervios, y Nikki explotó.

Su cabeza retrocedió cuando su espalda se arqueó, los hombros


se hundieron en la cama mientras sus manos rasgaban el edredón. Se
perdió un poco de sí misma cuando olas y olas de placer la inundaron.
Su pierna se deslizó sobre su hombro mientras él se alzaba, levantando
su cabeza para presionar un beso en el espacio debajo de su ombligo.

—Sabes mejor de lo que imaginaba. —Su voz era áspera cuando


mordió su piel, causando que se sacudiera.

Obligándose a abrir los ojos, lo miró fijamente. Sus labios


brillaban. Ella se estremeció. Sus miradas se conectaron mientras su
respiración se hacía más lenta. Dejó caer las manos sobre el colchón,
empujó hacia arriba y se recostó sobre sus rodillas. Su mirada bajó.
Ella podía verlo, luchando contra sus vaqueros. Su estómago se hundió
cuando sus labios se separaron. Quería hacer lo mismo.

Él debe haber estado leyendo su mente, porque sus manos


cayeron a la hebilla de su cinturón. Sus dedos ágiles hicieron el trabajo
rápido del cinturón y luego la cremallera. Se quitó los costados de los
pantalones y los empujó hacia abajo, junto con sus ajustados
calzoncillos boxer negros. Salió libre, grueso y duro.

Ella se humedeció los labios.

—Quiero probarte.

—Mis nuevas palabras favoritas en el idioma inglés.

266
—Te ves increíblemente petulante hoy.

Gabe se encogió de hombros mientras cruzaba los tobillos,


apoyando los pies en la otomana en una de las habitaciones más
pequeñas del piso principal. Equipada con un televisor, era lo más
parecido que tenía la casa a una sala de estar. Siempre le había
gustado la habitación. Probablemente tenía que ver con su madre. Ella
favorecía esta habitación por la noche, reuniendo a los niños y
Madeline. Aquí era donde veían películas.

Apestaba que el senador estaba ahora en esa habitación.

Pero ni siquiera su aparición aleatoria el martes podría arruinar el


estado de ánimo de Gabe. Una mujer hermosa que chupaba tu pene
con entusiasmo y alegría era la mejor defensa de la naturaleza contra
los molestos hijos de perras. Veinticuatro horas después, y Gabe seguía
sonriendo.

Y hombre, todavía podía saborearla en la punta de su lengua. Ella


era como la ambrosía.

No había cometido el mismo error que tuvo el domingo. A decir


verdad, había pasado tanto tiempo desde que realmente se preocupaba
por lo que había estado haciendo con una mujer en cualquier sentido
de la palabra, preocupado después de que se separaran, que cuando se
le había cruzado la mente el contactarla, lo había dejado pasar por
costumbre.

Movimiento idiota.

A Gabe le importaba lo que a Nic le preocupaba después. Así que


le envió un mensaje de texto anoche, desde que estaba cenando con sus
padres en lugar de ir a la tienda. Y le envió un mensaje de buenos días
esta mañana.

Ahora mismo iba a dejar que Nic lo buscara. Ella estaba aquí, en
algún lugar de la casa. Él le estaba dando tiempo.

—Vine a ver a Dev. —Stefan se sentó en el sillón reclinable frente


a Gabe—. Pero está con Sabrina.

Gabe no pudo evitar la mirada de disgusto en su rostro, y no pasó


desapercibido por su tío.

—No te gusta la Srta. Harrington, ¿verdad? —señaló.

267
Gabe sonrió con suficiencia.

—¿Quién lo hace?

—Tu hermano.

Se rió de eso.

—Ni siquiera creo que le guste tanto.

—Bueno, creo que no te tiene que gustar una persona para


casarte —comentó Stefan, cruzando una pierna sobre la otra. Su dedo
golpeó a lo largo del brazo del sillón reclinable—. Lo mismo podría
decirse de tu madre y Lawrence.

Su mirada se estrechó sobre Stefan. No era un secreto que sus


padres no se llevaban bien. El hecho de que Lawrence resultó no ser de
Dev y su padre era evidencia suficiente de eso.

—Supongo que Lucian será el primero en romper esa tradición —


continuó Stefan, hablando para oírse hablar, supuso Gabe—. Ya que se
casará con una enfermera.

—No hay nada malo con Julia o el hecho de que en realidad tiene
un conjunto de habilidades necesarias —le respondió Gabe—. Y
realmente no creo que alguien que haya estado casado tres veces y
divorciado muchas veces deba comentar sobre las relaciones de otra
persona.

—Touché —murmuró Stefan.

Sacudiendo la cabeza, Gabe apartó la mirada justo cuando Nic


entraba a la habitación, llevando una pequeña bandeja con un vaso. La
irritación estalló. No le gustaba verla servir a su maldito tío.

Cogió el vaso y lo colocó en la bandeja junto al sillón reclinable.


Nic le lanzó una rápida sonrisa cuando ella se volvió y lo miró, y cuando
él le guiñó un ojo, toda su cara se sonrojó. Se apresuró a salir de la
habitación, y tomó todo en él para no perseguirla.

No sabía qué era Nic para él, pero era como una maldita adicción.

—Veo que algunas cosas nunca cambian.

Miró a Stefan bruscamente.

—¿Qué significa eso?

268
Stefan se encogió de hombros y no respondió. Probablemente fue
algo bueno, porque no más de un minuto después, Sabrina entró en la
habitación. Justo detrás de ella estaba Parker.

Sabrina lo vio y sus labios pintados de rojo se extendieron tanto


que pensó que su cara se rompería.

—Gabe, qué agradable sorpresa.

Mierda.

No iba a dejar que esta mujer arruinara su estado de ánimo.


Empezó a levantarse.

—Ahora mira lo que has hecho, Sabrina. —Stefan sonrió


alrededor de su vaso—. Estás asustando a mi sobrino.

—No hice tal cosa. —Las puntas de sus mejillas se sonrojaron.

Gabe se levantó, llegando a su altura máxima. Miró a los


hermanos de cerca y luego se concentró en Parker.

—Me parece extraño que hayas estado aquí mucho últimamente


—dijo Gabe—. Me pregunto por qué es eso.

Parker se encogió de hombros.

—Solo para conocer mejor a mis futuros suegros.

Del sillón reclinable vino un resoplido burlón.

—Estoy seguro de que no tiene nada que ver con la pequeña ama
de casa caliente corriendo alrededor.

La mandíbula de Gabe se apretó.

—Mejor que no lo sea.

—Por supuesto que no. —Sabrina sonó legítimamente


desconcertada por la sugerencia—. Esa es la cosa más tonta que he
escuchado en todo el día.

Gabe sostuvo la mirada de Parker. El hijo de puta le devolvió la


mirada audazmente.

—Pareces extrañamente preocupado por si fuera el caso —


respondió Parker.

269
—Ella es como una familia para nosotros. —Gabe dio un paso
adelante, sonriendo cuando Parker retrocedió un paso—. A diferencia
de los que están en esta habitación.

Sabrina contuvo el aliento.

El senador se echó a reír.

—Ven a pasar tiempo conmigo, Sabrina. Cuéntame sobre la


caridad en la que estás trabajando. ¿Qué es? ¿Es para las Hijas de una
cosa u otra?

Gabe escudriñó la habitación, preguntándose qué demonios


estaban haciendo estos tres, porque no era la primera vez que los tres
habían pasado el tiempo.

Sea lo que sea, quería estar lo más alejado posible.

Dejando a los tres juntos, fue en busca de Nic, cansado de


esperar a su alrededor. La encontró en la cocina, mirando un pedazo de
papel. Estaba de espaldas a él, pero lo escuchó.

Mirando por encima del hombro, sonrió. Era tímida, y por alguna
maldita razón, sintió una oleada de protección que no podía explicar.

—Oye —dijo ella, girando su papel—. ¿Adivina qué?

Sabía que no debía hacer lo que estaba a punto de hacer. No con


su casa llena de Harrington y su padre deambulando, pero eso no lo
detuvo.

Gabe apareció detrás de ella, colocando sus manos en sus


caderas.

—¿Qué?

Sintió la reacción de Nic ante su toque. El estremecimiento más


pequeño que la recorrió mientras tiraba de ella contra su pecho.

—Recibí una llamada hace aproximadamente una hora del


administrador de la propiedad del departamento que estaba viendo.

—¿Cuál es el trato? —Él deslizó sus manos alrededor, sobre su


estómago.

El rosa de antes volvió a sus mejillas.

—Conseguí el apartamento.

270
—Eso es increíble. —La giró, por lo que ella estaba frente a él—.
En serio.

—Lo sé. —Ella sostuvo la hoja de papel entre ellos—. Estoy súper
emocionada por eso.

—¿Cuándo te vas a mudar?

—No lo sé. —Una gran sonrisa cruzó su rostro, una hermosa—.


Ya sabes como soy. Estoy impaciente, así que probablemente tan pronto
como el lugar esté vacío.

Él rió.

—Sí, te doy dos semanas como máximo para mudarte.

—Entonces, ¿esas cosas que dijiste que podría tener...?

—Tuyas.

Ella rió.

—Realmente debería pagarte por eso.

—Puedes. —Su mirada se posó en su boca. Sus labios no eran el


único lugar que no había probado todavía. También sus pechos. Ahora
no era el momento ni el lugar para ninguna de esas cosas—. Déjame
llevarte a cenar para celebrar.

—¿De verdad? —La sorpresa coloreaba su voz.

—Sí. —Le sonrió—. Este viernes. Cena conmigo.

Ella lo miró un momento y luego miró por encima de su hombro.

—¿No te preocupa lo que pensará la gente?

—Vamos a salir a cenar. No a robar una tienda.

Nic inclinó la cabeza hacia un lado mientras levantaba las cejas.

—Si la gente nos ve, van a hablar.

—La gente siempre habla cuando ve a un de Vincent —


respondió—. No me importa. ¿A ti sí?

Se tomó un momento para responder eso, el tiempo suficiente


para realmente comenzar a preocuparle, pero luego un brillo burlón
llenó sus ojos.

271
—La gente pensará que voy a cenar con un hermano mayor o algo
así.

Él dejó escapar una risita baja.

—Lindo, Nic.

Ella rió.

—Estoy bromeando. No me importa lo que piense la gente. Cenaré


contigo.

—Esa es mi chica —dijo, apartando las manos de ella antes de


hacer algo estúpido.

Ella dio un paso atrás, mirándolo fijamente a través de esas


largas pestañas.

—Será mejor que sea ese restaurante asador súper caro del que
has hablado antes.

272
Capítulo 23
Traducido por NaomiiMora

—¡Un brindis por nuevos apartamentos! —Bree levantó su


margarita.

Sonriendo, Nikki levantó la suya en un brindis, al igual que Rosie.

—¡Salud!

Era martes por la noche y se había unido a las chicas para el


martes de Taco y bebidas para celebrar su apartamento. Había salido
de la casa de Vincent y se dirigió directamente al complejo para firmar
el contrato de arrendamiento.

—No puedo creer que te mudes el próximo fin de semana. —Bree


negó con la cabeza—. Yo necesitaría al menos un mes para empaquetar
y etiquetar todo correctamente.

—Eso es porque eres un poco obsesiva —señaló Rosie.

—Cierto. —Bree se encogió de hombros—. Me gusta que las cosas


sean ordenadas. No hay nada de malo en eso.

—No tengo suficientes cosas para hacer tantas maletas. —Nikki


contempló lo que quedaba de su taco—. La mayoría de mis cosas de la
universidad están almacenadas.

—¿Y oíste? —Rosie se volvió hacia Bree—. Gabe está amueblando


todo su apartamento con sus productos hechos a mano.

La boca de Bree se abrió, y Nikki juró que un trozo de lechuga se


había caído.

—¿Qué?

—No lo está haciendo. —Le lanzó a Rosie una mirada oscura—.


Ofreció sólo un par de piezas.

Lentamente, Bree bajó su vaso a la mesa.

—Sus cosas cuestan...

273
—Sé cuánto cuestan. —Nikki tomó su bebida—. Son solo cosas
viejas que ha tenido por un tiempo. —Bree la miró fijamente.

—Ah, y también la llevará a una cita para celebrar —agregó


Rosie—. No lo olvidemos.

—No es una cita —argumentó a pesar de que su corazón hizo una


pequeña voltereta feliz—. Solo haremos una cena de celebración.

—Nikki, no orines en mi pierna y dime que está lloviendo —


respondió Rosie, y Nikki arrugó la nariz—. Sé que ustedes dos no son
sólo amigos. No olvides que sé cosas.

—¿Sabes qué cosas? —exigió Bree.

Nikki se recostó, tomando de su bebida mientras Rosie le contaba


a Bree la verdad sobre lo que había sucedido entre ella y Gabe la noche
de su cita fallida con Gerald. Gracias a Dios que no le había contado a
Rosie sobre el evento más reciente.

Cuando Rosie terminó, Nikki entrecerró los ojos.

—Nunca te voy a decir nada de nuevo.

Rosie se rió.

—No puedo creer que no me lo hayas dicho. —Bree se inclinó


hacia delante con los ojos muy abiertos—. Tienes que decirme. ¿Tiene
un gran...?

—¿Podemos por favor cambiar el tema? —preguntó Nikki—.


Estamos celebrando mi apartamento. No mi cita de celebración.

—Así que es una cita —intervino Rosie.

Bree se echó a reír mientras Nikki le lanzaba sal a Rosie.


Afortunadamente la conversación cambió.

—Oh, antes de que me olvide. —Rosie buscó en su bolso, sacando


una bolsa de terciopelo rojo—. Esto es para la pulsera en la que estás
trabajando. Uno de mis amigos que dirige una tienda de curación que
se centra en la cromoterapia…

—¿Cromoterapia? —Bree frunció el ceño—. ¿Sabes qué? Ni


siquiera necesito saber qué es eso.

Rosie le dio la espalda.

274
—De todos modos, me dijo que el color rojo ayuda a estimular la
energía y la vitalidad.

—Y yo pensando que el color rojo tendría algo que ver con el sexo
—murmuró Bree.

—Por supuesto que lo harías. —Rosie negó con la cabeza.

Nikki se inclinó y tomó la bolsa.

—Gracias. Esto será perfecto para poner la pulsera. —No sabía si


la cromoterapia funcionaba, pero no podía doler—. Solo necesito
pintarlo. Ahora sé de qué color.

Al salir al aire fresco de la noche, Nikki se despidió de sus amigas


y se dirigió el bloque donde estacionó. Dobló los brazos sobre la cintura
y aceleró el paso. Era la época más extraña del año en la que había
momentos de calor y humedad durante todo el día y luego,
sorprendentemente, temperaturas más frescas durante la noche. Por
otra parte, sabía que la gente del norte no pensaría igual sobre lo que
consideraban frío, pero Nikki estaba deseando haber recordado traer
una chaqueta con ella.

Dobló la esquina y salió de la acera, consciente del tráfico


mientras avanzaba por el costado de su auto. Mientras sacaba el
llavero, abriendo la puerta, sintió un agudo remolino de cosquilleo a lo
largo de la base de su cuello, una aguda sensación de conciencia que
elevaba diminutos vellos por todo su cuerpo.

Se sentía como… Como si alguien la estuviera mirando. Era la


misma sensación que había tenido la noche en que había dejado Cure.

Mirando por encima del hombro, su mirada se lanzó a lo largo del


bloque. Había gente, pero como antes, nadie le prestaba atención. No es
que pudiera ver, pero cuando abrió la puerta del auto, la sensación no
desapareció.

Mordiéndose el labio para no gritar, Nikki no era exactamente


exitosa en permanecer completamente callada. ¿Cómo podría? No
cuando metió otro dedo dentro de ella mientras chupaba profundo y
duro. Se vino duro y rápido, y se habría caído si no fuera por él
aferrándose a sus caderas.

Dios, era realmente bueno en esto.

275
—Hoy llevaste una falda totalmente a propósito, ¿no? —Arrastró
su boca por el interior de su muslo.

Sosteniéndose en el mostrador detrás de ella, levantó un hombro.

—Tal vez.

—¿Fácil acceso? —preguntó, inclinándose hacia atrás y


enderezándole la falda para que se deslizara hacia atrás por sus
piernas—. Si es así, apoyo totalmente este plan.

Se rió mientras se levantaba. La había encontrado en uno de los


baños en el tercer piso el jueves por la tarde, y aunque jugar al tonto de
esta manera conllevaba el ser atrapados, eso no los había detenido.

No iba a detenerla.

Colocando sus manos sobre su pecho, se deslizó entre él y el


mostrador. Lo empujó contra donde estaba.

Una sola ceja se levantó.

—¿Qué piensas hacer?

—Ya lo verás. —Se acercó, encontrando el botón en sus jeans.


Sus ojos se encendieron cuando desenganchó el botón y tiró de la
cremallera hacia abajo—. Creo que estás empezando a averiguarlo.

—Lo estoy. —Su voz era oscura, áspera.

Sonriendo, agarró sus pantalones y los bajó. Gabe estaba sin ropa
interior hoy y su longitud dura y gruesa sobresalió. Ella supo por esa
noche, hace mucho tiempo, que él la llenaría y la estiraría, pero si no
hubieran tenido sexo, se habría dado cuenta de eso en el momento en
que lo vio.

Se arrodilló mientras envolvía una mano alrededor de la base de


su pene. Las caderas de Gabe se sacudieron en respuesta y exhaló
ásperamente. Se asombró de cómo su toque podría afectarlo.

Nikki sabía que él la estaba mirando mientras se inclinaba,


pasándose la lengua por la cabeza brillante. Sabía que no le quitaba los
ojos mientras se agachaba y recogía su cabello, conteniéndolo mientras
se abría paso de punta a base y luego retrocedía, moviendo la pequeña
hendidura. Y sabía que estaba totalmente concentrado en ella, solo en
ella, cuando cerró la boca a su alrededor.

—Demonios —gimió él.

276
La mano en su cabello se tensó, se enredó, y con la más mínima
presión, la instó a que lo llevara tan profundo como pudiera, lo cual no
estaba tan lejos. Ella usó su mano, sincronizando los movimientos con
su boca.

—Me vas a matar —agregó él.

No había dado muchas mamadas en su vida, pero se dio cuenta


rápidamente de que si un chico estaba interesado en ti, casi no podías
hacerlo mal. Y además, le encantaba hacer esto por él. Pensaba que eso
compensaba la falta de experiencia.

—Mierda. Nic —gruñó. La mantuvo en su lugar mientras sus


caderas se movían, tomando el control—. Mírate. Jesús.

Había algo caliente en eso, en que él se hiciera cargo, tomando el


control. Gabe no tenía miedo de contenerse. Se movió contra su mano,
en su boca, y la forma en que la follaba la hizo apretar sus muslos para
aliviar el dolor que estaba volviendo a la vida allí.

Sus movimientos se aceleraron, y ella sintió el profundo pulso a lo


largo de su vena. Gimió, y sus ojos se abrieron, deseando ver el
momento en que él se liberara.

Fue hermoso para ella. Ese impresionante rostro suyo se tensó


mientras inclinaba la cabeza hacia atrás, exponiendo su garganta.
Quién sabía que una garganta podía ser tan sexy, pero el músculo y las
venas tensas eran increíblemente calientes.

Gabe se vino y Nikki no tuvo la oportunidad de alejarse, no con la


mano donde estaba, manteniéndola en su lugar. Sin embargo, no quería
hacerlo. Quería terminar con él y así lo hizo, tomando todo lo que pudo,
chupando hasta que finalmente comenzó a ablandarse y a alejarse.

No la soltó de inmediato. Su mano todavía estaba apretada en su


cabello cuando dejó caer su barbilla y la miró fijamente. Pasó un largo
momento donde no hubo palabras entre ellos. Ahuecó su mejilla con su
otra mano, arrastrando su pulgar debajo de lo que se sentía como un
labio inferior hinchado.

—¿Me hace sonar como un cerdo machista si admito que quiero


mantenerte así? De rodillas, ¿lista para mí?

—Sí. Lo hace —dijo, con una sonrisa cuando puso la mejilla en su


mano—. Pero no me importaría mantenerte a ti de rodillas, así que,
¿quién soy yo para hablar?

277
Gabe hizo este sonido, medio gemido, medio risa, mientras la
ponía de pie y luego contra su pecho. Dobló su otro brazo alrededor de
su cintura mientras dejaba caer su cara a su cuello.

—Me vas a matar. —La besó allí, provocando un escalofrío—. Lo


sabes, ¿verdad?

—¿Porque eres viejo y vas a tener un ataque al corazón? —


bromeó.

—Cariño, podría tener tu edad y aún sentirías que estoy a


segundos de tener un ataque al corazón cuando me estás chupando el
pene.

—No estoy segura de si debería sentirme halagada por eso.

—Deberías. —Le besó el costado de su cuello otra vez—. Tú serás


mi muerte.

Nikki cerró los ojos mientras su corazón daba un vuelco en su


pecho ante el gesto. No estaba tan segura de eso. Tenía la sensación de
que sería al revés cuando todo esto terminara.

Porque terminaría, ¿no?

La idea acabó con el estado de ánimo con la misma eficacia como


si se empapara con agua helada. No estaba segura de dónde venía el
pensamiento, pero tal vez era porque estaba tratando de mantener un
pedazo de ella a salvo de él, y estaba lenta y seguramente fallando en
hacerlo.

Porque sabía que se estaba enamorando de él.

Enamorándose de él otra vez, y esta vez sería más difícil y más


lejos antes de que tocara fondo. Podía decirle a Rosie que tenía el
control de todo lo que quería, pero sabía la verdad.

No tenía en control.

Y ellos… no se habían besado. Ni siquiera esa noche hace cuatro


años y ni una sola vez desde que comenzaron… lo que sea que fuera esto
Se sentía estúpida por poner tanto peso detrás de algo como besarse,
pero ¿eso no significaba algo? No estaba segura de si era solo una idea
tonta o si era una bandera roja.

—Oye. —Sus labios se movieron brevemente contra su cuello


antes de enderezarse. Nikki abrió los ojos y lo encontró mirándola
atentamente—. ¿Qué está pasando por tu cabeza?

278
—Nada.

Sus ojos buscaron los suyos.

—¿Estás segura?

—Sí. —Forzó una sonrisa—. Pero necesito volver al trabajo.

Su brazo se apretó alrededor de ella mientras desenredaba su


mano de su cabello. Iba a necesitar encontrar urgentemente un cepillo.

—¿Qué pasa si quiero mantenerte?

Le gustaba demasiado el sonido de eso.

—No creo que eso pase desapercibido a la hora de la cena.

—Cierto. —Suspiró. Bajando la cabeza, le dio un beso en la


mejilla y su pecho se apretó—. No puedes tener a Dev sin alimentar.

—Sería una tragedia épica. —Se deslizó fuera de su alcance y


salió del baño.

Él la alcanzó cuando intentaba alisar su cabello con sus manos.

—Todavía te ves como si hubieras follado.

Las mejillas de Nikki se incendiaron.

—Guau. Gracias.

Gabe se rió entre dientes mientras la miraba.

—Pero me gusta el look.

—Estoy segura de que sí —respondió secamente mientras pasaba


los dedos por un nudo—. Necesitas irte.

—No olvides que cenaremos mañana por la noche.

Lo empujó con una mano.

—No lo he olvidado.

Él apenas se movió.

—Creo que tal vez deberíamos cenar esta noche, excepto saltear la
cena e ir directamente por...

—Toma —dijo ella, echándolo fuera.

279
Gabe se giró, sonriéndole mientras caminaba hacia atrás,
riéndose mientras chocaba contra la pared. Ella soltó una risita
mientras se giraba, sacudiendo la cabeza.

Gabe era… Dios, ni siquiera sabía qué decir.

Mientras caminaba de regreso al baño, se peinó el cabello hasta


que no parecía que acabara de tener sexo.

Sobre todo porque no tuvo sexo, sexo.

Una vez satisfecha, cerró la puerta del baño y salió al dormitorio,


cerrando la puerta detrás de ella. Estaba a mitad del pasillo cuando oyó
el lento crujido de una puerta que se abría detrás suyo.

El corazón de Nikki saltó cuando se dio la vuelta. No había nadie


en el pasillo, pero la puerta al lado de la que ella y Gabe habían estado
estaba medio abierta.

—Mierda —susurró.

Parte de ella no quería comprobarlo, pero se obligó a hacerlo. Piel


de gallina se alzó en sus brazos mientras se asomaba dentro del
dormitorio. Nadie estaba allí.

Sin embargo, la habitación era como una nevera.

La piel de gallina se extendió cuando la sensación espinosa


explotó a lo largo de la nuca. La misma sensación que tuvo antes. La
sensación que gritaba que alguien o algo la estaba mirando, estaba
justo detrás de ella.

Aguantando la respiración, se dio la vuelta lentamente.

No había nadie en el pasillo.

Pero la puerta que daba al porche estaba abierta, las cortinas de


gasa ondeando cuando la brisa las atrapó.

Y esa puerta había sido cerrada hace unos segundos.

280
Capítulo 24
Traducido por Wan_TT18

Se estaba haciendo tarde cuando Nikki decidió que ya era


suficiente y regresar a casa. Gabe todavía estaba trabajando, sus
manos cubiertas con una fina capa de polvo mientras arrastraba la
lijadora sobre la tabla de madera.

Ella permanecía cerca de la pequeña habitación que él había


hecho para ella, todavía no estaba segura de cómo despedirse. ¿Debería
simplemente hacer un gesto con la mano? ¿Caminar y abrazarlo? No
podía creer que se estuviera estresando mucho al respecto, pero las
cosas estaban muy en el aire entre ellos. Sí, él le había dado increíbles
orgasmos y tuvo las manos y la boca en casi todos los lugares íntimos
en los que podía pensar, pero no era su novio.

Nikki no estaba del todo segura de lo que él era para ella, así que
se quedó allí, mordiéndose el labio y preguntándose cuál era la forma
adecuada para decir adiós. Como una idiota.

Enderezándose, Gabe la miró por encima del hombro. Las


comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba.

—¿Te vas?

—Sí.

—¿Vas a venir y despedirte?

—Sí.

Se imaginó que ya no podía quedarse de pie junto a la puerta, así


que se acercó a él, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban. Abrió la
boca para decir algo, pero él bajó la lijadora y se giró hacia ella.

Antes de que ella pudiera decir algo, él la rodeó con un brazo y la


levantó sobre las puntas de sus dedos. La había traído a él,
presionando la longitud de su cuerpo contra el suyo. Bajó la cabeza, y
su corazón hizo una voltereta. ¿Iba a besarla?

Su boca se deslizó sobre su mejilla y luego sintió sus labios


contra el espacio debajo de su oreja. Se estremeció, y luego una leve
281
sonrisa tiró de sus labios cuando él levantó la boca y la besó en la
frente.

—Te veo mañana.

Tratando de no sentirse decepcionada por no haberla besado, le


sonrió mientras la soltaba.

—Nos vemos mañana, Gabe.

Retrocedió y le hizo un pequeño movimiento de mano antes de


darse la vuelta y dirigirse a la puerta. Había llegado allí cuando él la
llamó. Ella lo enfrentó.

Tenía esa maldita sonrisa en su cara, la que le retorcía las


entrañas de todas las formas deliciosas.

—¿Hazme un favor?

—Por supuesto.

—¿Llevar un bonito vestido para mí mañana por la noche?

Eso la hizo reír.

—Puedo hacer eso.

—Mejor, porque haré que valga la pena el esfuerzo. —Cogió la


lijadora—. Buenas noches, Nic.

—Buenas noches —murmuró, sintiéndose un poco sonrojada


cuando salió a la noche. No fue un beso, su despedida, pero era... era
Gabe.

Sacando las llaves, se dirigió hacia el restaurante, donde estaba


aparcada. Vio su auto bajo la farola y estaba a punto de salir del
bordillo cuando escuchó su nombre.

—¿Nikki?

Frunciendo el ceño ante la voz vagamente familiar, se volvió y su


boca casi golpeó la acera.

—¿Es jodidamente en serio?

Ross Gerald Haid caminaba por la acera hacia ella. Sus pasos se
ralentizaron mientras levantaba las manos.

—No estoy aquí para causarte ningún problema.

282
—¿De verdad? ¿No lo estás? No lo creo ni por un segundo.

—Tienes todas las razones para sospechar, pero te juro que solo
quería hablar contigo rápido. —Metió las manos en los bolsillos de sus
vaqueros—. Traté de obtener tu número de Rosie para poder
disculparme, pero está enojada…

—Jodidamente que lo está. La usaste para llegar a mí para poder


hacer tu estúpida historia sobre los de Vincent. Sí, está cabreada y yo
también. —El agarre de Nikki apretó las llaves para evitar arrojarlas en
su cara—. ¿Y cómo supiste que estaba aquí? Espera, eres un reportero.

De repente, pensó en la sensación fuera del bar y en Cure, la


primera noche que trabajó en de Vincent y juró que un automóvil había
estado siguiéndola. Santa mierda, ¿era él?

—¿Me has estado observando?

—Soy un reportero. No es un acosador.

No le creyó ni por un segundo.

—A mí me suena a lo mismo.

Su mandíbula se endureció.

—Sólo quería disculparme, Nikki. Disfruté la cena. Me hubiera


encantado tener otra contigo...

—Estás loco. —La ira la quemó—. Gabe está justo ahí, y si viene
aquí...

—No estará feliz. Lo sé. —Ross se guardó las manos en los


bolsillos—. Pero estoy arriesgándome para disculparme. Te lo debo.

—Solo hay una cosa que me debes —dijo bruscamente—. Es que


nunca vuelva a ver tu cara.

—Puedo hacer eso —dijo, manteniendo su voz baja cuando una


pareja pasó junto a ellos—. Pero siento que te debo más que eso.

—¿Una disculpa? Puedes tomarlo y metértelo...

—Una advertencia —la interrumpió—. Pareces una buena mujer y


Rosie te quiere. Entonces, siento que necesito decirte esto. Hace mucho
tiempo que conoces a los de Vincent, así que crees que los conoces,
pero no lo sabes, Nikki. No los conoces en absoluto.

Una feroz necesidad de protegerlos la barrió.

283
—¿Y tú sí?

—Sé lo suficiente como para saber que las personas buenas a su


alrededor terminan lastimadas lastiman y tú pareces una buena
persona —dijo, y su mirada se encontró con la de ella en la tenue luz de
la calle—. Y odiaría verte lastimada.

Gabe observó cómo la luz de las velas cruzaba el rostro de Nic


mientras levantaba el vaso de vino hacia esos exuberantes labios. Dios,
cuando entró en el restaurante y la vio allí de pie, casi la levantó y la
llevó fuera de Firestones como un maldito cavernícola.

Nunca en su vida tuvo una reacción tan visceral como esa. Nic se
veía hermosa. El cabello recogido en un simple giro mostraba esos
pómulos altos y anchos de ella y sus increíbles y expresivos ojos. No se
había dado cuenta hasta ese momento de lo elegante que era la curva
de su cuello. ¿Y ese vestido? Mierda. Era como una segunda capa de
piel en azul real. Bajo por el hombro y sumergido lo suficientemente
bajo como para revelar solo la insinuación de lo que había debajo de ese
vestido.

Y el hecho de que varios hombres vestidos para lo que parecía ser


una cena de negocios la miraran descaradamente, no ayudaba a sofocar
el impulso primitivo de ocultarla.

Había querido recogerla esta noche, pero ella había insistido en


reunirse con él en el restaurante. Solo había cedido porque sería difícil
explicarle a Richard y Livie por qué llevaba a Nic a cenar.

¿Y qué les diría?

Esa era una buena pregunta. Una que lo había estado


atormentando todo el día. Demonios, una que se había estado
preguntando una y otra vez durante la última semana, más o menos.
¿Si se enteraban de lo que estaba haciendo con su hija? No le gustaba
que les ocultara esto.

Que Nic también estuviera haciendo lo mismo.

Y aquí estaba él, también mintiendo a su familia. Lucian le había


preguntado qué estaba haciendo esta noche, si quería reunirse con
Julia y él para la cena. Gabe se negó y luego repasó una explicación de
por qué. La verdad es que sabía que cualquier número de personas aquí
podrían reconocerlo, pero no sabrían quién era Nic.

284
Sentía que la estaba escondiendo porque, bueno, lo estaba. La
estaba escondiendo de todo lo que importaba. Nada de eso sentó bien
sobre su pecho.

Nada de eso cambiaba lo que estaba haciendo.

O lo que quería.

Ahora estaban sentados en una cabina que era lo más cercano a


lo privado. Su cena estaba llegando a su fin. El cheque ya había sido
pagado, y estaba pensando en todos los hoteles cercanos. ¿Aceptaría
una oferta para pasar la noche en uno de ellos?

Dios, así lo esperaba.

—Me estás mirando de nuevo —dijo ella, dejando el vaso a un


lado.

—Lo hago.

Ella sonrió mientras agachaba la barbilla.

—Es un poco desconcertante.

—¿Lo es?

Nic asintió.

—¿Por qué?

Ella levantó un hombro. Su piel parecía brillar.

—Estoy bastante segura de que cualquiera estaría desconcertado


cuando están siendo observados.

—Pero a mí me gusta cuando me miras.

Su mirada voló hacia la suya.

—Bueno, tú no eres cualquiera.

Gabe se rió entre dientes.

—Eso es verdad.

Ella miró hacia otro lado, mordiéndose el labio. Esta fue la


primera pausa en la conversación desde que comenzó la cena. Habían
hablado de todo, desde las próximas vacaciones hasta las clases
favoritas en la universidad. Para él, eso parecía hace una vida, pero
había sido fácil de recordar, hablar con ella.

285
Lo que le recordaba algo que no habían discutido.

—¿Has pensado en volver a la escuela de postgrado?

—Lo he hecho. —Ella jugó con el tallo de su vaso—. Si todo


funciona con el tratamiento de mamá, cree que podrá volver a trabajar
a principios del próximo año. Será a tiempo parcial al principio, hasta
que vuelva al ritmo de las cosas, pero ya no me necesitarán a mí.

Gabe se alegró al saber que Livie planeaba regresar al trabajo,


pero no estaba exactamente emocionado de que eso significara que no
tendría el acceso prácticamente ilimitado a Nic.

Espera.

¿Estaba pensando con tanta antelación? Eso estaba a meses a


partir de ahora. Meses.

—Entonces, al obtener el apartamento, creo que será inteligente


para mí comenzar a trabajar en mi campo. De esa manera estaré
ganando dinero y obteniendo experiencia. Luego, una vez que esté
establecida, veré cómo obtener mi maestría. Puedo hacer ambos.

—Creo que es una sabia elección.

—¿Lo es? —preguntó ella, su pregunta era genuina.

Él asintió.

—Salir y llegar al trabajo probablemente hará mucho más por ti


en este momento que tomar más clases. No es que mejorar tu
educación sea malo, pero creo que... creo que estarás más feliz
trabajando.

Una breve sonrisa apareció.

—Eso es verdad.

—Sin embargo, será mucho trabajo duro, hacer ambas cosas.

—Lo sé. —Suspiró—. No es exactamente lo que busco, pero haces


lo que tienes que hacer.

—Correcto. —Él se recostó en su asiento—. A riesgo de sonar


como el viejo que crees que soy, estoy increíblemente orgulloso de ti.

Nic sonrió.

—Eres un hombre viejo.

286
Él resopló.

—Hablando en serio. Fuiste la primera en tu familia en ir a la


universidad y graduarte. Hiciste esto mientras trabajabas a tiempo
parcial. Eso no es fácil, y lo hiciste mientras quedabas en la lista del
decano.

—¿Cómo te...? —Ella se cortó—. ¿Mamá o papá te contaron eso?

—Ambos. Estaban orgullosos. Deberías estar orgullosa.

—La adulación te llevará a todas partes —bromeó.

Gabe sonrió.

—Y cuando tu familia te necesitaba, estabas aquí, sin un


momento de vacilación.

—Bueno, eso no es algo de lo que estar orgullosa —dijo ella,


colocando la servilleta que había estado en su regazo en su plato—. Eso
es lo que haces por la familia.

—No todos. —Miró su reloj—. Hay algo que quiero mostrarte. ¿A


menos que tengas otros planes?

—No tengo otra cena planeada inmediatamente después de esto.

—Espero que no. —Levantándose, caminó alrededor de la mesa y


le ofreció la mano—. ¿Vienes conmigo?

Nic no dudó.

Recogiendo su bolso, puso su mano en la suya. Él la guió fuera de


la cabina, hacia la puerta marcada con SOLAMENTE PARA
EMPLEADOS.

—¿Alguna vez has estado en la azotea de Firestones?

—No. —Ella se rió cuando él abrió la puerta, llevándola a la


cocina ocupada.

Él le guiñó un ojo cuando sus ojos se ensancharon. El momento


le recordó cuando él y Lucian habían traído a Julia aquí atrás.

—¿Asumo que nadie tiene un problema con que estemos aquí? —


susurró ella, doblando su otra mano sobre su brazo.

—No. —Sacó a Nic del camino de un camarero que llevaba una


bandeja de comida humeante sobre su cabeza—. La entrada a los

287
tejados es privada. Sólo un puñado de personas tiene las llaves del
ascensor.

Nic miró el ascensor de aspecto antiguo al que se acercaban.

—Entonces, ¿esta es una de esas gemas ocultas de Nueva


Orleans? ¿Cómo en el mundo no he oído hablar de esto?

—Está muy escondido. —Soltando su mano, él alcanzó su


billetera y sacó la tarjeta usada para activar el ascensor.

—¿No eres simplemente especial? —dijo ella mientras las puertas


se abrían.

Tomando su mano una vez más, la metió en el ascensor.

—Es un poco tembloroso, solo un aviso.

Una ceja se alzó cuando las puertas se cerraron de golpe y el


ascensor se puso en movimiento.

—Realmente no quiero morir en este ascensor —dijo Nikki,


mirando a su alrededor.

Riéndose, la atrajo hacia su costado cuando finalmente,


finalmente se permitió tocarla. Lo hizo soltando la mano de ella y
dejándola caer sobre su cadera, recorriéndola por el destello de su
cadera y la curva de su cintura. Sintió el fino temblor que la recorría
cuando su mano se detuvo justo debajo de la hinchazón de su pecho.

—Me gusta mucho este vestido, por cierto.

Un lado de sus labios se curvó hacia arriba.

—Pensé que podrías.

El ascensor se detuvo. El aire frío entró mientras las puertas se


abrían. Doblando su mano alrededor de la de ella una vez más, la
condujo a la azotea con poca luz.

Pasando por varios recintos con cortinas onduladas, la guió hasta


la cornisa. Ella soltó su mano y caminó hacia adelante.

—Guau —suspiró, colocando sus manos en la cornisa mientras


observaba las luces parpadeantes de los edificios y los autos de abajo.

—¿Te gusta? —Se unió a ella, apoyando su cadera contra la


cornisa.

288
—Sí. —Su sonrisa casi detuvo su maldito corazón—. Por todo el
tiempo que he vivido aquí, nunca he visto la ciudad desde aquí.

—¿En serio? —Eso lo sorprendió. La vista aquí arriba era única, y


le daba al espectador una vista del Barrio desde un lado y de Mid City
desde el otro, pero pensó que en algún momento ella podría ver la
ciudad por la noche.

Nikki asintió.

—Tantas veces como he estado aquí por la noche, nunca he


estado lo suficientemente alto como para ver algo como esto. Es
realmente bello.

—Sí. —Observó un mechón de cabello rozar su mejilla—. Lo es.

Nic lo miró.

—Me imagino que has traído a muchas mujeres aquí.

—Sólo una más —admitió—. Y esa fue Julia.

Ella inclinó su cuerpo hacia él.

—Siento que necesito una explicación más detallada de esto.

Él se rió entre dientes.

—Lucian estaba con nosotros.

—Es posible que desees comenzar con esa declaración.

—Buen punto —acordó, inclinando la cabeza—. ¿Hace demasiado


frío aquí?

—No. Es perfecto. —Mirando por encima de su hombro, su


mirada recorrió los doseles blancos que se movían suavemente—. ¿Qué
hay detrás?

—¿Quieres ver?

—Sí. —Ella lo miró, y su rostro vuelto hacia arriba era hermoso a


la luz plateada de la luna. Supo en ese momento, que sería un infierno
rechazar cualquier cosa—. Sí, quiero.

Si Nikki pensaba que la vista era algo para maravillarse, el resto


del mundo detrás de las cortinas blancas le permitía correr por su
dinero.

289
Gabe había dejado a un lado una de las cortinas para que ella
entrara, y fue entonces cuando vio por primera vez los lujosos sofás y
divanes blancos que rodeaban una fogata de gas de mármol blanco que
arrojaba el calor suficiente para mantener el frío, más allá del dosel. Y
una vez que Gabe bajó el dosel de nuevo en su lugar, cerrándolos, fue
casi como si no estuvieran en la azotea.

La mirada de Nikki volvió a caer en el sofá y su mente se


desplomó en una tierra traviesa cuando se preguntó qué haría la gente
detrás de estas cortinas. No eran exactamente gruesas, pero
proporcionaban la privacidad suficiente para que solo el perfil de una
persona fuera visible.

—¿Qué piensas? —Gabe pasó junto a ella mientras caminaba


alrededor de la fogata y se sentaba en el centro del sofá.

—Me gusta. —Ella miró a su alrededor—. Me imagino que no es


demasiado cómodo durante el verano.

—Levantan el dosel entonces y sacan estos enormes ventiladores


industriales. Aun así es caliente como el infierno, pero hay una piscina
en el otro lado.

—Ah, pensé que olía a cloro.

Él se echó hacia atrás, lanzando un brazo sobre el respaldo del


sofá. Nikki descubrió que la postura arrogante era increíblemente sexy.
La camisa de vestir blanca que llevaba estaba desabotonada en la parte
superior, y la piel del color de la arcilla bronceada se asomaba. Tenía el
cabello suelto, los bordes rozando el corte fuerte de su mandíbula.

—Ahora tú me estás mirando —dijo él, con una mirada suave a


sus ojos.

—Lo estoy haciendo.

—Y me gusta.

Tal vez era el vino que tuvo con la cena. Era un tipo costoso que
ni siquiera podía comenzar a pronunciar y probablemente nunca
volvería a beber. Tal vez fue la cena increíble. Tal vez fue la
impresionante vista de Nueva Orleans. Tal vez solo eran ella y Gabe.
Sea lo que sea, se sentía un poco salvaje y un poco audaz.

Caminando alrededor de la fogata, dejó caer su agarre en el sofá


junto a él y luego se subió a su regazo, colocando sus rodillas a cada
lado de sus piernas.

290
Las manos de Gabe inmediatamente fueron a sus caderas.

—¿Qué estás haciendo, Nic?

—Me estaba cansando de estar de pie.

—Bueno, nena, cada vez que te cansas de estar de pie, eres más
que bienvenida a usar mi regazo. —La empujó más hacia abajo,
sentándola para que pudiera sentirlo presionando contra ella—. En
cualquier momento.

Ella se sonrojó mientras apoyaba las manos sobre sus hombros.

—Gracias por la cena.

—Las gracias no son necesarias.

—Fue un bistec increíble —dijo ella, conteniendo el aliento


mientras él deslizaba las manos por su cintura.

Él se rió entre dientes mientras su pulgar rozaba la hinchazón de


su pecho.

—Estoy empezando a pensar que la única razón por la que


aceptaste salir conmigo fue para conseguir otro bistec para la cena.

—Tal vez.

—No me importa que me utilicen. —Ese pulgar había viajado más


al norte, alisando el centro de su pecho. Sus pezones inmediatamente
se humedecieron.

El vestido tenía uno de esos sujetadores incorporados que le


ofrecían suficiente apoyo para que se escapara sin usar un sujetador,
así que cuando se estiró —cruzándose de brazos cuando se agarró a las
mangas pequeñas—, no se permitió pensar en lo que estaba haciendo.

Más tarde, cuando estaba sola y preguntándose si realmente lo


había hecho, culparía al vino.

Consciente de que la mirada de Gabe estaba fija en ella, se


sacudió las mangas hacia abajo. Sintió que el material cedía y luego se
deslizaba por su pecho, agrupándose justo debajo de sus senos.

Gabe contuvo el aliento.

El aire fresco combatió el calor que se arrastraba por su garganta


y sobre su pecho mientras resistía el deseo de cubrirse. En cambio,
colocó sus manos sobre su pecho y dejó que él la viera.

291
Y lo hizo.

No estaba exactamente bien dotada. Probablemente era promedio


cuando se trataba del tamaño del pecho, pero él la miró como si ella
hubiera descubierto algún tipo de tesoro.

—Hermosa —dijo, arrastrando su mirada hacia la de ella.

Se mordió el labio, y pensó que sus manos temblaban cuando él


las levantó, ahuecando sus pechos. Su cuerpo entero se sacudió ante el
contacto.

—No recuerdo esto. Desde esa noche —dijo, y Nikki se sobresaltó.


No habían hablado de esa noche desde el primer día que él le trajo el
batido—. Hay destellos de recuerdos, pero no lo recuerdo.

La lengua de Nikki estaba atada mientras él pasaba los pulgares


sobre las puntas de sus senos.

—No recuerdo cómo se veían. Mi imaginación ha sido vasta. No


me malinterpretes. —Tiró de un pezón, retorciendo un grito ahogado de
ella—. Pero no recuerdo cómo se sentían, y mi imaginación solo me
llevaba muy lejos.

—Bueno, espero que estén a la altura de lo que tu imaginación


haya conjurado.

Gruesas pestañas se levantaron, y su intensa mirada la atravesó.

—Superan mi imaginación.

Gabe deslizó sus manos a sus costillas y luego la levantó


ligeramente, haciéndola avanzar mientras se inclinaba. Su boca se cerró
sobre su pezón y succionó profundamente. La sensación explotó cuando
su espalda se arqueó.

—¿Hice esto? ¿Esa noche? —preguntó, con la voz entrecortada.

—No —susurró ella.

Él mordió la carne sensible.

—No me tomé mi tiempo contigo. Recuerdo eso.

No lo había hecho.

—Voy a arreglar eso.

292
Su lengua se arremolinó sobre su pezón cuando atrapó el otro
entre sus dedos. Su cabeza cayó hacia atrás mientras mecía sus
caderas contra las de él.

El vacío dolorido rugió a la vida. Quería que él cumpliera su


promesa de arreglar esa noche ahora mismo. No le importaba que
estuvieran aquí, en la azotea. Lo necesitaba, queriéndolo tan mal...

—¿Gabe? ¿Estás aquí arriba? —La voz de Devlin sonó


repentinamente, ondulando sobre el techo.

Nikki se quedó sin aliento cuando Gabe se puso rígido debajo de


ella. Por un momento, no pudo reaccionar, ni siquiera pudo pensar, ¡y
luego su cerebro gritó que Devlin está aquí! Y aquí estaba ella, a
horcajadas sobre Gabe con la parte superior de su vestido tirado hacia
abajo, exponiendo sus pechos.

Estaba absolutamente congelada, sabiendo que las cortinas


alrededor de los sillones solo ofrecerían la cobertura suficiente. No con
el suave resplandor del fogón de gas.

Bueno, Devlin estaba a punto de descubrir de primera mano


exactamente lo que Gabe estaba haciendo aquí y eso la involucraba.

Así no era cómo ella quería que se descubriera lo que estaban


haciendo. Eso significaba que iba a tener que decírselo a sus padres,
porque no había forma de que esperara que Devlin mantuviera la boca
cerrada. E incluso si lo hiciera, sabiendo que alguien tan cercano a ellos
lo sabía, tendría que decírselo.

Ese pensamiento no la horrorizó tanto como solía pensar que lo


haría. Esto iba a ser vergonzosamente embarazoso, pero una sonrisa
estúpida tiró de sus labios mientras una risita se alzaba en su
garganta. Estaban a punto de ser atrapados como dos adolescentes
cachondos. Ridículo.

Gabe se echó hacia atrás y... Y todo sobre él cambió en un


instante.

—Mierda —murmuró, agarrando el corpiño de su vestido y


tirándolo hacia arriba, sobre su pecho.

La risa murió en su garganta cuando él agarró sus caderas y la


levantó de él, poniéndola en pie. Gabe se levantó rápidamente, su
mirada centrándose en la pequeña abertura de las cortinas, y luego se
volvió hacia ella.

293
—Si sales de esa manera, podrás volver y dirigirte al ascensor sin
chocar con él. Lo mantendré distraído.

La sonrisa se desvaneció cuando ella se volvió, su cerebro tardó


en procesar lo que él estaba diciendo. Quería que saliera de aquí antes
de que Devlin los viera, juntos.

¿Pensé que no te importaba quién nos viera?

La pregunta surgió, pero nunca llegó a sus labios. La parte de


atrás de su garganta ardía cuando las lágrimas estúpidas, estúpidas, la
hicieron parpadear. No debería estar sorprendida. ¿Por qué lo estaba?

—Ve. —Gabe le besó la mejilla y le palmeó la cadera—. Te enviaré


un mensaje de texto más tarde.

Aturdida, Nikki hizo eso.

Se dio la vuelta y se fue, dirigiéndose en la dirección que Gabe le


había dicho, preguntándose qué demonios estaban haciendo.

¿En qué estaba pensando ella?

294
Capítulo 25
Traducido por Candy27

Maldiciendo a su hermano y a sí mismo, observó a Nic


deslizándose entre las cortinas y desapareciendo. ¿Qué demonios
estaba haciendo Dev aquí?

Se reajustó a sí mismo, porque lo último que necesitaba era


reunirse con su hermano con una furiosa y evidente erección, y
después abrió las cortinas. Saliendo bajo el cielo nocturno, escudriñó la
azotea y encontró a su hermano junto a una de las plantas altas. Tenía
una bebida en la mano.

—¿Qué estás haciendo aquí arriba? —preguntó, caminando por la


azotea.

—Ahí estas. —Dev se volvió hacia él—. Me dijeron que subiste


aquí con una dama muy bonita. —Frunció el ceño, mirando alrededor—
. Tenía curiosidad.

—Escuchaste mal.

La mirada de Dev se deslizó de vuelta a la suya.

—Qué cosa tan extraña para haber oído mal.

No respondió a eso, porque había una buena oportunidad de que


fuera a golpear a su hermano por interrumpir lo que se había
convertido en uno de los mejores momentos de su vida.

—Si no estabas con alguien, ¿qué estabas haciendo?

Gabe exhaló por la nariz.

—Solo disfrutar de la soledad. Obviamente no funcionó para mí.

—¿En serio? —la respuesta de su hermano fue seca—. Parece


contra-productivo venir a un restaurante a buscar soledad.

—Sí cené —respondió Gabe—, y después pensé en subir aquí.

Su hermano sonrió con suficiencia mientras tomaba un trago.

295
—Interesante.

Nada en la forma que lo dijo hizo que Gabe pensara ni por un


segundo que creía una sola de las cosas que salían de su boca.

Dev confirmó sus sospechas un segundo después.

—El camarero que te mencionó dijo que estabas con una


jovencita.

Gabe se quedó quieto y no de una buena manera.

—Dijo que era muy bonita con esos grandes ojos marrones —
continuó Dev—. Me recuerda a alguien que ambos conocemos.

—Conoces a un montón de chicas bonitas.

—Lo hago. —Le echó una mirada a Gabe—. Pero no tantas a las
que subirías aquí arriba. Solo puedo pensar en una.

Gabe no dijo nada.

El silencio cayó entre ellos y después Dev preguntó:

—¿Qué estás haciendo, Gabe? Esperaría algo como esto de


Lucian, bueno, antes de que conociera a Julia. Nunca me preocupé de
que tú pasaras tus tardes con una...

—Cuidado cómo terminas esa frase —advirtió Gabe.

—Así que, ¿es verdad? —Dev le encaró—. No te molestes en


mentir. Tienes este ridículo hábito de defender a Nikki desde que era
una niña y se metía en problemas.

Gabe no dijo nada.

—¿En qué estás pensando? —demandó Dev una vez más—.


Espera. Lo tengo. Tiene veintidós y es hermosa. ¿Qué hombre no estaría
interesado? Pero tú de todas las personas deberías saberlo mejor.
Correrse no significa...

—Suficiente —gruñó Gabe, dando un paso hacia su hermano—.


No voy a debatir de Nic contigo. Ni ahora. Ni nunca.

Su hermano inclinó la cabeza. Pasó un momento.

—Estoy aquí con unos cuantos de los miembros de la junta.


Desde que parece que no estoy interrumpiendo nada, por qué no te nos
unes. ¿Al menos por una bebida o dos?

296
La mandíbula de Gabe se apretó. Unirse a su hermano es lo
último que quería. Preferiría encontrar a Nic. Se sentía como la mierda
por echarla de esa manera, pero no quería que Dev los encontrara así.
Dev esperó.

—Bajaré en un momento —dijo.

—Estaremos esperando.

Gabe vio a su hermano desaparecer mientras sacaba su teléfono


del bolsillo, abriendo sus mensajes. Después de pensar qué decir, le
mandó a Nic un mensaje rápido.

Los siento por eso. Envíame un mensaje cuando puedas.

Gabe miró el mensaje por un momento y después maldijo. Hizo


que sus pies se movieran y después se dirigió abajo para encontrarse a
su maldito hermano.

Ella no había respondido para cuando se encontró con su


hermano en la mesa, prácticamente manteniendo una maldita corte, y
mientras los minutos se convirtieron en horas, no respondió.

Nikki se sentía... asquerosa.

No enferma asquerosa, sino del tipo que había hecho algo mal y
tenía que darse una ducha. Se había sentido así antes, hace cuatro
años, y después de la noche del viernes, se estaba sintiendo así de
nuevo.

Y si no era una llamada de advertencia, no sabía lo que era.

Cuando ese estúpido reportero había hablado acerca de gente


buena que salía herida, estaba segura que no se refería de esta manera,
pero había estado en lo cierto.

Su corazón dolía.

Eso la enfadaba, porque se había traído eso a sí misma.


Realmente lo había hecho, porque ¿en qué narices había estado
pensando para tontear con Gabe?

¿Por qué en el mundo pensó que su corazón no se iba a


involucrar?

297
Ni siquiera sabía porqué estaba sorprendida o decepcionada por
el hecho de que no quisiera que Dev le viera con ella. Incluso cuando él
clamaba que no le preocupaba, lo hacía.

Y a ella le preocupaba que lo descubrieran, porque... no quería


sentir como si tuviera que esconder esta cosa con Gabe. Pero la verdad
era que había estado escondiéndose.

Así que Nikki ignoró los mensajes de Gabe el sábado,


encerrándose en su habitación y enfocándose en empaquetar las pocas
pertenencias que no estaban almacenadas. Después terminó el
brazalete, pintándolo de rojo para que combinara con la bolsa que le
había dado Rosie. La colocó en una pieza de cartón arrancado y la dejó
fuera para secar.

Después de tomar una ducha rápida, cogió su bolso y se dirigió


escaleras abajo. Su madre estaba en la sala de estar, hojeando una
revista. El color estaba empezando a regresar a sus mejillas.

—Me dirijo afuera para agarrar algunas cajas más. ¿Necesitas


algo?

Su madre miró hacia arriba, sacudiendo la cabeza.

—No, pero gracias.

Caminó hacia ella, besando su mejilla.

—Te ves bien hoy.

—Me siento bien. —Su madre sonrió cuando Nikki se enderezó—.


Estoy pensando en salir al patio y quitar las malas hiervas.

—¿Y qué dirá papá sobre eso?

Su madre bufó.

—Si sabe lo que es bueno para él, no dirá otra cosa excepto
Elimina la maleza, cariño.

Nikki rio, sabiendo que eso no era lo que su padre iba a decir.

—Los veo luego.

El cielo estaba nublado mientras Nikki caminaba por delante de


su viejo Ford. Esperaba que su madre no estuviera fuera si empezaba a
llover. Los resfriados se convertían en neumonía cuando tu sistema
inmune había sido destruido por la quimio.

298
Saliendo del camino de entrada, Nikki sabía de un lugar que tenía
muchas cajas vacías y ese era el taller de Gabe. Dudaba seriamente que
estuviera ahí a esta hora, tan cerca de la cena. No es que estuviera
evitándolo, porque en serio, iba a tener que verlo el lunes. Simplemente
no sabía qué decirle en este momento.

El tráfico hizo la conducción a su tienda más larga de lo


necesaria, pero estuvo aliviada al encontrar aparcamiento en la misma
cuadra.

Quitando la cerradura a la puerta principal, respiró hondo y ojeó


dentro. La planta principal estaba a oscuras. Alivio fluyó a través de
ella. Cerrando rápidamente la puerta detrás de ella, la bloqueó y se
apresuró hacia el pasillo de atrás, hacia una pequeña habitación donde
sabía que Gabe tenía almacenadas cajas deshechas.

Cruzó la planta principal, sin dudar. Todo lo que quería era


conseguir las cajas y salir. Alcanzando el pasillo, miró la puerta cerrada
a unos cuantos pasos del pasillo, la que sabía que se dirigía a la oficina
de Gabe.

Sacudiendo la cabeza, alcanzó la otra puerta y la abrió. Nikki dio


un paso cuando su corazón se lanzó a su garganta al momento en que
la puerta de la oficina se abrió.

Gabe salió al estrecho pasillo.

Mierda.

Eso era todo lo que podía pensar. Mierda.

Pasaron varios segundos mientras se miraban fijamente.

—¿Por qué has esto ignorando mis mensajes? —preguntó… no,


demandó.

Su columna se enderezó.

—¿Por qué estás aquí?

Levantó una ceja.

—Es mi taller.

—Sí, pero todas las luces estaban apagadas, y estabas en tu


oficina, con la puerta cerrada, y… y eso. —La última parte sonó tonto
para sus oídos.

299
—Estaba en mi oficina, porque necesitaba encontrar una orden de
alguien que llamó. Las luces no están encendidas, porque no había
planeado trabajar —respondió—. Y tú no has respondido a mi pregunta.
¿Por qué has estado ignorando mis mensajes?

—No he estado ignorando tus mensajes —mintió—. He estado


ocupada. De hecho, sigo muy ocupada. Empaquetando. Vine aquí para
agarrar algunas cajas adicionales que vi.

—Tonterías. —Caminó hacia delante, y desde que el pasillo no era


tan grande, estaba ahí mismo, cerniéndose sobre ella—. Te he mandado
mensajes cinco veces.

—No —dijo—. Enviaste mensaje...

—Tres veces hoy y dos veces la noche anterior, y la última vez que
lo comprobé, tres más dos es igual a cinco.

Sus ojos se entrecerraron.

—Pensé que te referías hoy, astuto.

—Nadie está demasiado ocupado para devolver un maldito


mensaje.

Eso era cierto.

—Lo que sea. Simplemente necesito coger algunas cajas... —


Empezó a girarse, pero cogió su mano. Sus ojos fueron hacia los
suyos—. En serio. Solo quiero agarrar unas cajas y salir de aquí.

Sus hombros se tensaron.

—Estás enfadada.

Nikki estaba a punto de negarlo, pero entonces, lo dejó salir.


Todos esos feos sentimientos que había estado cocinando desde la
noche anterior explotaron fuera de ella.

—Anoche me hiciste sentir como la mierda —dijo, sacudiendo su


mano para liberarla de la de él—. Como si fuera algo que esconder, algo
de lo que avergonzarte…

—No me avergüenzo de ti, Nic. —Sus ojos se ampliaron—. ¿Cómo


podrías pensar eso?

—¿En serio? —Se rio—. Literalmente me quitaste de encima y me


dijiste que corriera antes de que Devlin nos encontrara. ¿Cómo se
supone que me haga sentir?
300
—¿Realmente querías que Dev nos encontrara así? —preguntó—.
¿Dev?

—Obviamente no quería ser encontrada con mis tetas fuera para


que el mundo lo viera...

—Me alegro de que estemos en la misma página en lo referente a


eso.

Ignoró eso.

—Pero tampoco me gusta que me hagan sentir que tengo que


esconderme, y eso es lo que tuve que hacer.

Sus ojos buscaron los de ella.

—No quería que te sintieras de esa manera.

—Bueno, lo hice. —Se cruzó de brazos, sacudiendo la cabeza


mientras la frustración aparecía—. ¿Qué diablos estamos haciendo,
Gabe?

Él se calló.

Su pecho se levantó con una respiración dolorosa.

—¿Alguno de tus hermanos sabe esto? ¿Lo que sea esto? No.
Tampoco mis padres. Supongo que es porque no estamos en una
relación, ¿verdad?

Gabe miró a otro lado, un músculo se flexionó en su mandíbula.

—Así que, ni siquiera sé porqué estoy enfadada o decepcionada,


porque no es como si hubiéramos hablado acerca de qué infiernos
estamos haciendo.

—Estamos hablando ahora.

La risa de Nikki fue áspera.

—Sí, bueno, es un poco tarde para esto.

—¿Lo es? —Su mirada se deslizó de vuelta a la de ella—. ¿Cómo


es que es demasiado tarde cuando ahora mismo estamos hablando de
esto?

—¡Porque estamos hablando ahora de esto! —Tomó una lenta y


uniforme respiración—. Como la noche anterior no fue ni siquiera una

301
cita. Fue una cena para celebrar que he conseguido un apartamento,
pero...

—¿Cómo que no fue una cita? —disparó de vuelta—. Salimos.


Cenamos. Te hubiera recogido, pero fuiste tú quien fue tajante contra
eso.

Abrió la boca. Bueno, mierda. Tenía un punto ahí.

—Y estábamos llegando a la parte de la noche en la que realmente


se sentía como una cita antes de que fuéramos interrumpidos.

—¿Quieres decir cuando me pediste que saliera corriendo antes


de que tu hermano nos encontrara?

Las aletas de su nariz se abrieron.

—Mira, entiendo que manejé esto mal, y sí, me sentí como la


mierda después. Estaba intentando protegerte.

—¿En serio? ¿O estabas intentando protegerte a ti mismo?

La mandíbula de Gabe se endureció. Pasó un momento.

—Supongo que estaba intentado protegernos a ambos.

Le miró fijamente, insegura de cómo se sentía con eso.

—No quería que tuvieras que lidiar con Dev. Lo conoces. Hubiera
dicho algo increíblemente ofensivo, porque así es como es —continuó
Gabe—. Pero no debería haberte echado. Eso estuvo mal, porque no
estoy tratando de esconderte.

—¿No lo estás? —El nudo estaba de vuelta en su garganta.

—Esta situación no es fácil, Nic. Lo sabes. —Pasó una mano por


su pelo mientras su cabeza daba una pequeña sacudida—. Todo lo que
sé es que… mierda, no puedo parar de pesar en ti. Cuando no estás
delante de mí, me pregunto dónde estás y qué estás haciendo. Y cuando
estás cerca de mí, me toma literalmente todo en mí para mantener mis
manos lejos de ti. Sé que te deseo más de lo que he querido a nadie en
mi vida. —Retrocedió como si sus propias palabras le sorprendieran.

Lo que dijo… guau. ¿Más que nadie en su vida? ¿Más que Emma?
Porque si ese fuera el caso, esto era enorme, pero esto… esto era
lujuria. Era sexo. No era romance. Estaba segura como el infierno que
no era amor.

¿Amor?
302
¿Cuándo entró el amor en el juego?

Sus hombros se cuadraron. No se mentiría a sí misma más


tiempo. El amor estaba envuelto, porque si anoche había herido su
corazón era porque su corazón estaba abierto a él.

—Dices todo eso —dijo ella—, pero ni siquiera me has besado,


Gabe.

—¿Qué? —Parecía confuso.

—Besarme. En los labios con tus labios —explicó, poniendo los


ojos en blanco—. Así que no te quedes ahí de pie y me digas…

Se movió tan rápido que se preguntó si tenía poderes especiales.


Antes de que siquiera pudiera tomar su próximo aliento, sus manos
estuvieron en sus mejillas y estaba inclinado su cabeza hacia atrás.

Y después su boca estaba en la de ella.

303
Capítulo 26
Traducido por NaomiiMora

Era solo un beso, su primer beso, pero Nikki supo en el momento


en que su boca tocó la de ella, nunca la habían besado así.

Sus labios estaban sobre los de ella y no había nada suave y


dulce en este beso. Oh no, este beso la marcó en segundos. Su boca se
movió a lo largo de la de ella mientras sus dedos jugaban a través de
sus mejillas.

Todo lo que habían estado discutiendo unos segundos antes


desapareció, y era solo él finalmente, finalmente, besándola. El cuerpo
de Nikki, su corazón y cada parte de ella, se hicieron cargo.
Levantándose sobre las puntas de sus zapatos, envolvió sus brazos
alrededor de su cuello mientras le devolvía el beso.

Gabe se estremeció, y Nikki pensó que podría haber dejado de


respirar en ese mismo momento. Su mente se tambaleó y sus sentidos
giraron; tembló cuando el beso se profundizó, y cuando la punta de su
lengua rodó sobre la de ella, estaba perdida.

Y había tenido razón. Nunca la habían besado así, como si la


estuviera probando y fuera suya. Un sonido casi primitivo retumbó
dentro de él.

Gabe levantó la cabeza, respirando pesadamente.

—Tienes razón. No te he besado. No debería haber esperado tanto


tiempo.

Y luego la estaba besando de nuevo.

Hubo un breve segundo donde a Nikki le preocupaba que esto no


fuera inteligente. Su corazón, oh Dios, su corazón estaba en esto y
sabía lo que eso significaba. Ella… lo amaba, y todo lo que él decía de
ella no significaba que sintiera lo mismo, pero no podía contenerse.

Nikki quería esto desesperadamente.

Siempre quiso esto.

304
Gabe deslizó las manos sobre sus mejillas, bajó por sus brazos,
llegando hasta sus caderas. La levantó, y el instinto se hizo cargo.
Envolviendo sus piernas alrededor de su cintura, se sostuvo mientras
Gabe se giraba, presionándola contra la pared detrás de ellos. Su
estómago se hundió como si estuviera en la parte más alta de una
montaña rusa.

Su cabeza se inclinó, profundizando el beso una vez más mientras


mecía sus caderas contra las de ella. Sus dedos se enredaron en los
suaves bordes de su cabello mientras gemía en su boca. Su corazón
estaba acelerado, su pulso palpitaba mientras sus piernas se apretaban
a su alrededor.

Los movió a un lado, golpeando algo que estaba apoyado allí.


¿Una escoba? No estaba segura. Se estrelló contra el suelo, y Gabe se
echó a reír en el beso mientras la apartaba de la pared. Sus manos
cayeron a su trasero y apretaron mientras comenzó a caminar. Un
alboroto de sensaciones se disparó a través de ella cuando la mantuvo
allí, devorándola mientras los llevaba a la oficina.

Solo había entrado una vez, sabía que había una mesa, algunas
sillas y un sofá. Tenía la sensación de que era donde la estaba llevando,
y estaba muy de acuerdo con esa idea.

Cayeron hacia atrás, sobre el sofá, sus labios no se separaron


cuando se hundieron en los suaves cojines. Acercándose, él agarró sus
muslos, su mano abriéndose y cerrándose, y luego levantó su pierna,
enganchándola alrededor de su cintura. Su boca aún reclamaba la de
ella mientras rodaba las caderas, presionando hacia donde ella
palpitaba por él. Ella inclinó sus caderas, buscando lo que ambos
querían. Él respondió con un gemido irregular.

Los labios de él quemaron los suyos mientras rebuscaba bajo de


su camisa, la piel áspera de su mano quemando su piel. La presión de
él empujando contra ella era casi demasiado, pero nunca suficiente. El
agarre en su muslo casi le dolió mientras se movían uno contra el otro,
las manos de ella enredadas en su cabello, él tirando de la copa de su
sujetador a un lado y cerrándose alrededor de su dolorido pecho.

Entonces su boca dejó la de ella, bajando un sendero caliente por


su garganta. Alcanzó el cuello de su camisa mientras tiraba de su
pezón.

—Gabe. —Arqueó la espalda, gritando.

305
Él se meció hacia atrás, sacando su mano de su camisa. Por un
breve y decepcionante segundo, temió que fuera a detener.

—Quítate. La. Camisa. Ahora.

De acuerdo, entonces definitivamente no se estaba deteniendo.

Antes de que incluso se moviera, él ya estaba quitándose la


camisa sobre la cabeza y tirándola a un lado. Sus ojos se ensancharon
cuando sus manos cayeron al botón de sus jeans.

—Ponte al día, cariño —dijo él.

Nikki se incorporó lo más que pudo y alcanzó su camisa, pero al


parecer no se movía lo suficientemente rápido porque él casi se la
arrancó.

Maldición.

La atrapó antes de que se recostara, envolviendo su mano


alrededor de su cabeza, manteniéndola en su lugar mientras su boca se
movía sobre la de ella una vez más. Su otra mano no estaba en nada
bueno, encontrando el cierre a lo largo de la parte posterior de su
sujetador. Obviamente, tenía mucha experiencia en ese departamento,
porque en cuestión de segundos, lo tenía desenganchado. Con una sola
mano. Las correas se deslizaron por sus brazos. Las alcanzó entre ellos,
enganchando sus dedos a lo largo del centro de su sujetador. Lo liberó,
y eso también golpeó el suelo.

Luego la soltó.

Ella se recostó sobre sus codos, sus labios hinchados mientras lo


observaba mirarla, su intensa mirada se sentía como un toque.

—Te necesito. Mierda, Nic. Te necesito tanto —dijo, sus ojos


ardiendo cuando se encontraron con los de ella—. No tengo un condón
conmigo, pero estoy limpio.

Su corazón se lanzaba contra su pecho tan rápido y fuerte que


pensó que podría tener un ataque al corazón.

—Estoy tomando la píldora.

—Jodidamente gracias. —Se inclinó sobre ella, colocando una


mano junto a su cabeza. Los músculos de su brazo se tensaron—.
¿Quieres esto? Si no quieres llegar tan lejos, podemos detenernos.
Ahora mismo. Sólo dime.

306
—Sí. Quiero esto. —No dudó. Ni por un maldito segundo, y
probablemente se arrepentiría de eso más tarde, pero no en ese
momento—. Te deseo.

Gabe se vio como si murmurara algún tipo de oración y luego


estaba balanceándose del sofá. Ella se volvió, incapaz de mirar hacia
otro lado mientras él se quitaba los pantalones, calzoncillos y todo, y
después estaba de pie ante ella, completamente desnudo. Miró su
erección mientras se mordía el labio.

—Sigues mirándome así, esto va a terminar antes de que


comencemos.

Oh, Dios.

Forzó su mirada hacia él.

—Eso sería decepcionante.

—Exactamente. —Su rostro estaba tenso—. Levántate.

Un fino escalofrío la recorrió mientras hacía lo que le pidió. Le


quitó sus pantalones y la tuvo desnuda en un tiempo récord. En serio,
si se tratara de un deporte olímpico, habría obtenido una medalla de
oro.

Comenzó a reír, pero entonces él la estaba besando de nuevo y


poniéndola sobre su espalda, acomodándose entre sus piernas. Podía
sentirlo, duro contra la parte más suave de ella.

Nikki se tensó, preparándose para que la penetrara, como había


sido esa noche, pero no fue lo que sucedió.

Gabe la besó de nuevo, pero este beso era... Era diferente. Lento.
Dulce. Afectuoso. La besó como si la atesorara, y siguió besándola
hasta que se sintió relajada.

Entonces su boca dejó la de ella.

Besando y mordisqueando su piel, se abrió camino por su


garganta. Los bordes de su suave cabello rozaban la curva de su pecho,
estirando sus nervios. Metió el pezón en su boca mientras deslizaba su
mano libre entre sus muslos, y cada parte de su cuerpo cobró vida. El
placer rodó a través de ella cuando sus uñas se clavaron en su cabello.
El jadeo de Nikki se convirtió en un gemido cuando empujó su dedo
dentro de ella. Sus caderas casi se desprendieron del sofá cuando se
movió hacia su pecho y lo introdujo profundamente en su boca.

307
Su cuerpo se apretó alrededor de su mano mientras un
estremecimiento tenso y caliente la sacudió. La estaba volviendo loca,
moviendo su mano lentamente y torturándola con su boca y lengua.

Nikki gimió su nombre mientras mecía las caderas contra su


mano.

Una sonrisa satisfecha le partió los labios mientras levantaba la


cabeza.

—Maldita sea. Me encanta escucharte decir mi nombre cuando


tengo mi dedo dentro de ti.

El placer se disparó cuando deslizó otro dedo dentro.

—Dios, estás tan mojada. —Su pulgar pasó sobre la


concentración apretada de los nervios, inundando su cuerpo con calor
húmedo—. Estás lista para mí.

—Sí. —Agarró un puñado de cabello, arrastrando su boca hacia la


de ella. Un estremecimiento corría por sus venas—. Ahora —dijo contra
su boca—. Te quiero ahora.

Él hizo ese sonido de nuevo cuando retiró sus dedos, y luego lo


sintió de nuevo, duro y caliente en su centro. El brazo que empujaba en
el sofá se sacudió cuando rompió el beso, presionando su frente contra
la de ella. Empujó lentamente hacia adentro.

—Oh, Dios —jadeó, agarrando sus brazos mientras avanzaba


lentamente, estirándola. La mordida del dolor se mezcló con el placer,
girando juntos.

Gabe se detuvo.

—¿Estás bien?

—Sí. —Apartó un trozo de su cabello hacia atrás—. Solo ha sido


un momento. Como un momento realmente largo.

Gabe se estremeció.

—Sé que me convierte en un idiota, pero no tienes idea de lo


mucho que quiero follarte después de escuchar eso.

Nikki tembló.

—¿Más que antes?

—No creí que eso fuera posible. —La besó—. Pero sí.

308
Ella deslizó su otra mano por su brazo, curvando sus dedos
alrededor de su antebrazo.

—Entonces hazlo.

Gabe levantó la cabeza, y esos ojos verde mar ardían.

—¿Hacer qué, Nic?

Nunca en su vida había pronunciado esas palabras, pero lo hizo


en ese momento, sin una onza de vergüenza.

—Fóllame.

Sus caderas empujaron casi por reflejo. Los ojos de Gabe se


cerraron mientras gemía. Empujó hacia adentro, y ella lo tomó,
levantando sus rodillas y enganchando sus piernas alrededor de su
cintura mientras él se hundía hasta el fondo.

Durante un largo momento, ninguno de ellos se movió. Sus


cuerpos estaban al ras, cadera a cadera, pecho a pecho. Podía sentirlo
palpitando profundamente dentro de ella, y luego comenzó a moverse.

Su enorme cuerpo tembló cuando se retiró lentamente y luego se


balanceó hacia adelante, ocasionando que la espalda de Nikki se
arqueara.

—Dios —gimió—. Te sientes... Dios, te sientes muy bien.

Él también. Quería decirle eso, pero estaba más allá de las


palabras en ese momento, completamente perdida mientras él
establecía un ritmo lento que la llevó al punto de ruptura, pero no del
todo. Su boca encontró la de ella una vez más. Inclinando sus caderas,
se encontró con cada profundo embiste hasta que no pudo, hasta que el
ritmo se aceleró y su cuerpo estaba sosteniendo el de ella.

La mejilla de Gabe presionó la de ella mientras el sofá chillaba


debajo de ellos y golpeaba la pared. Podía sentirlo hinchándose y
apretándose con cada respiración que tomaba. La tensión creció
profundamente dentro de ella cuando le clavó los talones en la espalda,
instándole a moverse más rápido y con más fuerza, y él respondió.

Se sintió como si todos los músculos de su cuerpo se tensaran y


la bobina que giraba profundamente dentro de ella se desplegara a un
ritmo vertiginoso. No hubo una acumulación lenta para el clímax. Los
embistes profundos la enviaron al borde.

309
Gritando mientras el placer más intenso la envolvía en apretadas
y cálidas olas, todo lo que podía hacer era aferrarse mientras sus
caderas la golpeaban en un ritmo que se estaba rompiendo.

—Gabe... oh Dios, no puedo...

Su cabeza retrocedió cuando Gabe pasó un brazo por debajo de


sus hombros, acercándola a él mientras apoyaba sus caderas en ella.
No podía decir si estaba teniendo otro orgasmo o si era el primero que
todavía la estaba destruyendo. Cayó hacia atrás, con los ojos cerrados,
el cuerpo casi flácido.

Su nombre fue áspero en sus labios cuando se retiró en lo que


pareció el último segundo, empujando su excitación contra su estómago
mientras se venía, pulsando contra su estómago.

Gabe apoyó su peso en un brazo, sus caderas aún sacudiéndose


cuando sintió que él le besaba el hombro. Pasó un momento y luego le
besó la comisura de sus labios.

Nikki respiró hondo.

— Eso fue… un increíble beso.

Gabe miró hacia el techo, escuchando cómo la lluvia golpeaba el


techo mientras pasaba sus dedos por el brazo de Nic. Su cálido aliento
bailaba a lo largo de su brazo. Estaba de espaldas, recostada entre él y
la parte de atrás del sofá, y él estaba de lado, apenas acostado del sofá.
Su brazo estaba debajo de sus hombros y ella estaba usando su bícep
como almohada, pero no le importaba. Nunca había estado más cómodo
en su vida.

Y el sexo nunca se había sentido así en su vida.

Ni siquiera con Emma.

Estaba un poco sorprendido de cómo ese pensamiento no lo


atravesó como un látigo con punta de púa. Simplemente estaba allí. Un
pensamiento. Un pasado. Nada más. Nada menos.

Gabe apartó la mirada de su rostro. La había limpiado con su


camisa, pero ninguno de ellos estaba tapado. Sus pechos se levantaban
y caían con respiraciones profundas y uniformes. Amaba esos pequeños
pezones regordetes. Sintió que su pene cobraba vida mientras su
mirada se dirigía hacia donde se extendían sus muslos. Estaba casi

310
desnuda entre los muslos. Sólo un poco de vello. Ya lo sabía.
Obviamente, pero al verla, toda ella, tendida junto a él, completamente
cómoda, era algo completamente diferente.

Su mirada encontró su camino de regreso a sus pechos. La piel


profunda y rosada de sus pezones le hizo agua la boca.

—¿Estás mirando mis pechos? —preguntó ella, con voz suave.

Sonrió cuando su mirada voló a su cara. Su cabeza todavía


estaba apartada de él, pero podía ver que sus ojos estaban cerrados.

—Tal vez.

—Creo que lo estabas haciendo.

—No era lo único que estaba mirando.

Volvió la cabeza hacia él. Sus pestañas se abrieron de golpe, y


luego se quedó mirando esos hermosos ojos marrones.

—Eres un viejo sucio.

—Maldita sea que sí. —Apretó su pene contra su muslo.

Sus ojos se ensancharon un poco.

—¿Estás duro?

—Casi. —Levantó su mano a su mejilla—. Tengo una hermosa


mujer desnuda acostada junto a mí. Voy a estar en un estado
permanente de dureza.

Ella se rió suavemente.

Mirando por encima del hombro al reloj de la pared, él suspiró.

—¿Tienes que estar en algún lugar?

—No, pero probablemente debería enviarle un mensaje de texto a


mi madre —dijo bostezando—. Le dije que iba a conseguir cajas.

—¿Quieres que tome tu teléfono? Creo que tu bolso está en algún


lugar en el suelo.

—Todavía no —dijo—. Porque eso significa que tendrías que


moverte, y estás cálido, y yo estoy cómoda.

Bien. Tampoco quería moverse.

Demonios, Gabe no quería dejarla ir.


311
Ese pensamiento pareció salir de la nada, pero en realidad fue
así. Lo apartó a un lado.

—¿Tienes hambre?

Ella hizo una especie de sonido no comprometedor y levantó un


hombro, que sacudió sus pechos, y ahora su pene estaba duro como
una roca. Genial.

Sus ojos se habían vuelto a cerrar. Trazó su labio inferior.


Probablemente deberían hablar. Estaba seguro de que en realidad no
habían resuelto nada, pero ¿cómo hablar podía resolver las cosas?

Tenía la sensación de que hablar empeoraría las cosas, porque


ella había estado muy cerca de tocar el tema de lo que eran, y no tenía
una respuesta para ella.

Su jodida cabeza era un desastre cuando se trataba de esta


mujer.

Gabe cerró los ojos cuando una aguda sensación de


desesperación se apoderó de él. La sensación de que había una fecha de
vencimiento en esto, en ellos, era difícil de eliminar.

Pensó en lo que Dev le había dicho la noche anterior. ¿En qué


estaba pensando? Debería centrarse en conseguir un lugar en Baton
Rouge y construir una nueva vida con su hijo.

No esto, no construir una vida con Nic.

Gabe nunca planeó apartar a William de sus abuelos. Por eso


estaba buscando un lugar en Baton Rouge. Eventualmente, quería que
su hijo viviera con él a tiempo completo, pero eso tomaría tiempo. Más
de tres meses, y la cosa era que tal vez nunca hubiera suficiente tiempo
para que los Rothchild lo cedan.

Si los Rothchild pelearan con él y lo llevaran a la corte, no se vería


bien si Gabe estuviera saliendo con una mujer mucho más joven. Gabe
lo sabía, sabía que la gente hacía cosas terribles para proteger a los que
amaban. Demonios, había hecho algunas cosas feas para proteger a la
gente.

Aunque no era Dev. Tenían el poder y el dinero a su alcance para


asegurarse de que no habría problemas con la custodia, pero no le
haría eso a su hijo. No les haría eso a los padres de Emma que habían
perdido a su propia hija.

312
Era una situación jodida.

Una quemazón se centró sobre su pecho. Lo que estaba haciendo


era injusto para Nic. Gabe la deseaba, pero sabía que no iba a poder
quedarse con ella, porque ella querría más. Merecía más, y no tenía eso
en él.

Se preguntó si alguna vez lo tuvo, incluso con Emma.

Tendría que renunciar a ella.

Sus ojos se abrieron al sentir el movimiento de su lengua en su


pulgar. Sus miradas se conectaron cuando ella atrajo su pulgar hacia
su boca, chupando lo suficiente como para enviar un estallido de pura
lujuria a su pene. Mierda.

Todos los pensamientos se evaporaron.

Se alzó sobre su codo, con la mirada pegada al lugar en el que


esos exuberantes labios estaban envueltos alrededor de su pulgar.

—Te voy a follar —dijo él.

Los ojos de Nic se cerraron mientras gemía alrededor de su


pulgar. Mierda. Eso era lo más caliente que había visto y escuchado en
mucho tiempo.

Manteniendo su mano enroscada alrededor de su barbilla y su


pulgar en su boca, la puso sobre su estómago. Se aferró a su cadera,
levantando ese dulce trasero en el aire.

—No te muevas —dijo, y una vez que estuvo seguro de que estaba
de rodillas, tomó su pene y se dirigió a la parte más bonita de ella. Sacó
el pulgar de su boca y rodeó su brazo con sus hombros, manteniéndola
en su lugar.

Recordó lo apretada que había estado, así que cuando se


acomodó dentro de ella, lo hizo lentamente, dándole tiempo para
adaptarse a su tamaño. Luego ella sacudió su trasero, inclinándolo de
nuevo sobre su pene.

Gabe aspiró aire.

—Pensé que te dije que no te movieras.

—No puedo evitarlo —dijo, haciendo un círculo estrecho y lento


con sus caderas—. Te sientes muy bien.

313
Gabe se quedó quieto mientras se mecía hacia atrás, montando
su pene. Viendo su trasero moverse… Sí, esto no iba a durar mucho. De
ningún modo.

Usando su mano, detuvo sus caderas mientras bajaba su boca a


su oreja.

—Te voy a follar ahora. Duro cariño. Te voy a follar duro.

Nic se estremeció.

Y eso fue lo que hizo,

No hubo acumulación lenta. Esto no fue una seducción lenta. La


folló con fuerza, penetrándola, empujado por la forma en que su
espalda se inclinaba y sus suaves gemidos llenaban la habitación.

Sabía que debía frenar. Ella había dicho que había pasado un
tiempo, pero no podía. Su sangre latía con fuerza y ella se sentía
demasiado bien, tensándose y apretándose contra él. Buscó a su
alrededor, encontrando su clítoris, jugando con ella mientras la
embestía.

Sus gritos se hicieron más fuertes mientras empujaba sus


caderas hacia él, montándolo tan fuerte como lo estaba haciendo con
ella. El sofá iba a hacer un maldito agujero en la pared, pero no podía
detenerse. La vas a perder.

Un escalofrío recorrió su espalda.

Gabe perdió toda apariencia de control cuando sintió su espasmo


a su alrededor. Retirando su mano, la sujetó, una mano en su espalda
baja, la otra levantando sus caderas. Empujó dentro de ella una y otra
vez, sintiendo como si perdiera un poco de su mente mientras su
liberación lo impulsaba.

Sintiendo que perdió un poco de sí mismo.

314
Capítulo 27
Traducido por 3lik@ & Manati5b

Nikki se había puesto muy nerviosa cuando le envió un mensaje


de texto a Gabe el domingo por la mañana y le preguntó si quería
reunirse con ella en el refugio. Una parte de ella esperaba que él
rechazara su oferta, pero eso no fue lo que sucedió. Su respuesta había
sido inmediata y ahora estaban frente a Ned Rivers, con correas en la
mano.

Ned era uno de los supervisores voluntarios en el refugio de


animales, un anciano que había crecido en la ciudad y había tenido una
mala racha en sus años de juventud, que incluyó una estadía en
prisión. Mientras pasaba el tiempo, había participado en un programa
que incluía perros de rescate y desde entonces había dedicado su vida a
una segunda oportunidad.

Y de eso se trataba este refugio.

Segundas oportunidades.

Parecía extrañamente apropiado estar allí con Gabe.

En este momento, Ned le estaba dando a Gabe una mirada


especulativa. Nikki confiaba en que no tenía nada que ver con ser la
primera vez que Gabe estaba aquí, sino más bien sobre quién era él.
Muy pocos lugareños no sabían quiénes eran los de Vincent.

—Gracias, Ned. —Nikki tomó la correa mientras el anciano


miraba a Gabe—. ¿Quién necesita el ejercicio hoy?

—¿Además de mí? —bromeó Ned, sonriéndole—. Fusion y Diesel.


—Echó un vistazo en dirección a Gabe—. Son Pitbulls de tamaño
completo. ¿Crees que puedes manejarlos?

Gabe le dio una media sonrisa.

—Espero que sí.

—Estarás bien. —Nikki sonrió a escondidas mientras le quitaba la


correa a Ned—. usion y Diesel son solo bebés grandes—.

315
—Sus nombres no dan esa impresión —comentó.

Ned resopló mientras recogía un archivo de su escritorio, pero


mantuvo la boca cerrada. Nikki enganchó su brazo alrededor de Gabe y
lo sacó de la puerta principal de la oficina.

—No creo que le guste al tipo —dijo Gabe mientras rodeaban el


exterior del edificio, acercándose al sonido de los perros ladrando.

—No te conoce.

Nikki le soltó el brazo mientras se acercaban a la gran cerca de


alambre que rodeaba la perrera. Si los de Vincent no fueran tan
conocidos en todo el país, habría pasado como cualquier voluntario
normal, vestido con holgadas sudadera gris y camisa lisa.

Dios mío, con eso se veía bien vestido. Lentes de sol de plata
puestas, con el pelo recogido hacia atrás en la nuca en un pulcro moño.
Por otra parte, casi siempre se veía bien.

—Gracias por venir —le dijo ella, deteniéndose frente a la puerta.


Uno de los trabajadores se apresuró a abrirla.

—No hay problema. Estaba despierto y no tenía algo programado.

Nikki sonrió al trabajador que hizo una doble toma en la dirección


de Gabe.

—¿No irás al taller?

—Más tarde. —Colocó una mano en su espalda baja mientras


caminaban por la puerta abierta—. ¿Tú?

Ella levantó un hombro.

—Tal vez.

—Deberías. —Su mano se arrastró sobre su cadera, causando


que temblara.

Nikki se mordió el labio mientras caminaba hacia las perreras.

—¿Hay alguna razón por la que crees que debería?

—Infinitas razones.

Se detuvo para acariciar a un golden retriever y miró por encima


del hombro a Gabe.

—¿Una de esas razones involucra un sofá?

316
Esos lentes de sol le tapaban los ojos, pero podía sentir su mirada
cachonda.

—Puede. Pero también hay un escritorio que creo que se sentía


solo anoche.

Ella rió mientras rascaba debajo de la barbilla al retriever.


Después de unos momentos, apartó su mano, y el retriever se quejó.

—Ya has tenido tu paseo, bebé. Lo siento.

La punzada en su corazón mientras se alejaba del pobre perro no


era nada nuevo. Se encontró con el trabajador en las dos últimas
perreras, y en unos momentos Diesel y Fusion eran todo patas y colitas
moviéndose mientras olfateaban los zapatos de Gabe.

—Espero que eso signifique que les gusto. —Los miró fijamente.

—Son todos parecidos. Los Pitbulls son perros amistosos —le dijo,
llevándolos a la gran extensión de césped—. Sin embargo, tienen una
mala reputación.

Gabe estaba sonriéndole al Pitbull con manchas blancas y negras.

—¿Cuál es este?

—Ese es Diesel.

—Es muy fuerte.

Diesel estaba emocionado tirando de la correa, olfateando cada


brizna de hierba al parecer, mientras Fusion hacía lo de saltar, que era
cómo caminaba cuando estaba emocionado.

—Me imagino que ser voluntario aquí tiene que ser difícil para ti
—comentó Gabe, atrayendo su mirada—. Me imagino que adoptarías a
todos los perros.

—Ojalá pudiera. —Apartó un mechón de cabello de su cara—. Si


tuviera mucho dinero, me encantaría tener mi propio refugio.

Gabe rió entre dientes.

—Suenas como Julia. Dijo lo mismo.

—Eso es porque Julia es una buena persona. —Sonrió—. Quiero


tener un perro, pero con un apartamento, tendría que conseguir uno
pequeño y perezoso. Estos chicos se volverían locos dentro de uno.

317
Gabe se quedó callado por un momento.

—Lucian siempre quiso uno de estos cuando estaba creciendo.

—Tu padre habría tenido un fuerte ataque... —Sus ojos se


agrandaron—. Lo siento. Lawrence habría tenido un ataque.

—Está bien. —Sonrió—. Lawrence era mi padre aunque no fuera


biológico. Es el único padre que he conocido. Y tienes razón. No había
manera de que nos permitiera a ninguno de nosotros tener una
mascota.

—Porque haría ruido —le comentó, recordando el día en que el


senador estaba en la casa—. Y dejaría pelo de perro en todas partes.

—Aunque casi una vez convencimos a nuestra madre. En


realidad, fue Madeline. Quería uno de esos perros pequeños. El tipo que
muerde los tobillos. —Se arrodilló junto a Diesel y le dio unas
palmaditas. El perro inmediatamente se dejó caer de costado, rogando
para que le acariciara la panza. Gabe obedeció—. Creo que era un
Yorkie o algo parecido.

Por lo que Nikki recordaba de Madeline, podía imaginarse a la


niña a menudo malhumorada paseando a ese tipo de perro. Observó a
Gabe rascarle la panza a Diesel.

—¿Por qué tu madre no terminó por conseguirlo?

—No lo sé. Ella y mamá tuvieron una relación extraña. Pasó de


ella haciendo todo y cualquier cosa por Madeline a como si no
estuvieran hablando entre sí. —Retiró los dedos del pecho del perro y
Diesel arrojó la cola sobre la hierba—. Pero sabes cómo terminó todo
eso.

Lo sabía, y aún no podía creerlo.

—Realmente lamento que alguno de ustedes haya tenido que


pasar por eso.

Él levantó la barbilla y una leve sonrisa se dibujó en sus labios.

—Hace que te preguntes si la maldición de los de Vincent es real,


¿no es así?

La maldición tenía algo que ver con las mujeres.

Se decía que el terreno donde se situaba la casa estaba


contaminado. Aparentemente, se usó mucho como área de cuarentena

318
durante los brotes de gripe que afectaron a Nueva Orleans. Cuenta la
leyenda, que se advirtió al patriarca de los de Vincent que no
construyeran una casa allí, pero él no había escuchado, lo que
enfureció a los espíritus de todos los que habían muerto en la tierra. Lo
extraño de la maldición, si es que uno creía en ese tipo de cosas, era
que parecía odiar realmente a las mujeres. Dos cosas les sucedieron a
las mujeres de Vincent. O bien terminaron... inestables, o muertas.

Y había una muy probable y larga historia de esas dos cosas.

—¿Crees en la maldición? —le preguntó ella, rascándole detrás de


la oreja al Pitbull mientras lo miraba.

La mano de Gabe se detuvo a lo largo del lomo del perro y pasó


una larga pausa antes de responder.

—Solía pensar que era solo una historia interesante que mi


abuela nos contaría, pero a veces me pregunto si hay algo de verdad en
ello. ¿Ni siquiera contando todas las extrañas muertes en nuestra
familia que han durado siglos? Solo mira lo que ha pasado en los
últimos años. Nuestra madre. Emma. Nuestra hermana. Julia podría
haber muerto esa noche en la azotea. Así que tal vez la maldición sea
real. Parece que todo, todos los que tocamos terminan malditos.

—No todo. —Se acercó y le tocó el brazo, sentía pesar por él, por
su familia—. Yo no.

La observó un momento y luego sonrió.

—Tú no.

Nikki probablemente era la tonta más grande con vida, pero no


pudo evitar la sonrisa en su rostro mientras recogía la pila de toallas el
lunes por la tarde y comenzaba a llevarlas arriba.

Devlin le había dado libre el viernes para que se concentrara en


su mudanza, diciéndole esto antes de irse a Houston. Así que no solo
pudo comenzar temprano su mudanza, sino que no tuvo que preparar
la cena durante el resto de la semana, ya que él no regresaría hasta el
sábado por la tarde.

Eso también significaba que, dado que Devlin no estaba aquí,


tampoco habría razón para que Sabrina o Parker lo estuvieran.

Bingo. Bingo.

319
La sonrisa tonta que había estado apareciendo desde el sábado
por la noche no se debía completamente al gesto considerado de Devlin
o su ausencia. Mucho se debió a lo que ocurrió entre ella y Gabe. Eso
jugó un gran papel en ello.

Dioses.

Gabe era... realmente era insaciable.

Sus mejillas se sonrojaron mientras el fin de semana se repetía


por centésima vez. El sábado por la noche había sido... increíble, pero
¿el domingo por la tarde y la noche? Fue una repetición del sábado y
algo más. Se había asegurado de que el escritorio no se hubiera sentido
solo, colocándola en el borde y dándose un festín antes de que la
levantara y la girara, inclinándola. Cuando la había tomado por detrás,
nunca había estado más excitada en su vida ni nunca había sido...
tomada tan duro antes.

Encontró que realmente, realmente le gustaba.

Gabe no se había detenido allí. Había ordenado el almuerzo en el


restaurante, tal y como lo había hecho el sábado por la noche, lo había
recogido para ellos y, después, la había puesto en su regazo y habían
vuelto a tener sexo.

La última vez… se había sentido diferente.

Había sido más lento, y de alguna manera era mucho más


intenso. Se había sentido como si estuvieran haciendo el amor.

Y habían hablado, solo hablado de todo. Su inminente mudanza y


Gabe le dijeron una vez más que necesitaba conseguirse un perro, lo
que sacó a relucir todo el asunto del armadillo. Nikki no estaba en
contra de conseguir un perro, pero sabía que necesitaba evitar eso. No
quería tener un perro y nunca estar en casa porque estaba trabajando y
yendo a la escuela.

Y hablaron sobre la mudanza de Lucian, y cómo sería extraño que


él no estuviera en la casa. Gabe habló más sobre su hermana, lo que
había hecho y lo que había significado para él y sus hermanos. Incluso
hablaron sobre quién podría haber sido su padre, pero Gabe realmente
no tenía ni idea. Después de la cena y la última vez que tuvieron sexo,
simplemente se acostaron juntos, y se sintió muy bien, muy normal.

Se sentía como algo real, algo profundo. Se sentía como el amor.

320
Se detuvo en el pasillo, cerró los ojos e inhaló profundamente. No
debería permitirse pensar eso, pero no podía evitarlo. Su corazón era
como un frijol saltarín en su pecho cada vez que pensaba en la forma en
que la había besado al despedirse, como si no quisiera dejarla ir.

Y no quería irse.

Una pequeña molestia se retorcía en la boca de su estómago como


una serpiente que se despierta de su sueño. Hablaron de todo menos de
lo que ellos eran. Y aun cuando el sexo fuera increíble, eso no resolvía
nada.

No respondió ninguna de sus preguntas persistentes.

Abriendo los ojos, se preguntó dónde estaba Gabe. No lo había


visto. Probablemente estaba en la tienda, pero había pensado que
volvería pronto. Siempre, como a esa hora, le traía un batido.

Corrió por el pasillo antes de que sus brazos se rindieran. Al girar


en la esquina, casi se topa con Julia.

—Oye. —La mujer inmediatamente alcanzó las toallas—. Déjame


ayudarte con eso.

—No tienes que hacerlo.

—Lo sé. —Tomó la mitad de la parte superior, sonriendo—. Pero


odio ver a la gente haciendo cosas cuando yo soy más que capaz de
ayudar. ¿A dónde vas con esto?

Una vez más, Nikki recordó lo mucho que Julia no era como
Sabrina.

—Estos en realidad van al departamento de Lucian.

—Entonces esto funcionó perfectamente —contestó, caminando


con Nikki—. ¿Cómo está tu madre?

—Muy bien. Está casi terminando su tratamiento, así que


estamos cruzando los dedos para que cuando realicen los exámenes, se
demuestre que el cáncer se ha ido.

—Realmente espero eso.

—¿Cómo van las renovaciones de la casa? —preguntó Nikki


mientras se acercaban a las habitaciones de Lucian.

—Casi terminamos. Creo que estaremos allí antes de las


festividades, así que estoy viendo eso —dijo—. Tú sabes, teniendo a mis
321
padres abajo y todo eso. Realmente no los quiero viniendo aquí a
cenar… —Sus ojos se agrandaron—. Probablemente no debería haber
dicho eso.

Nikki rio.

—Está bien. Entiendo perfectamente porqué no querrías que tus


padres pasaran el Día de Acción de Gracias en la mesa de los de
Vincent. Probablemente sería la cena más incómoda y tensa de todos
los tiempos. Créeme. He visto algunos de ellos mientras los padres
estaban vivos.

—Sigo olvidando que sabes cómo es esta familia —dijo Julia,


mirando la puerta cerrada de las habitaciones de Lucian—. No creo que
la gente en el exterior entienda cómo son.

—No lo hacen —acordó, pensando en Ross.

No le había dicho a Gabe sobre su encuentro con él, pensando


que realmente no necesitaba saber eso. Pero la gente como Ross no
entendería a los de Vincent. Siempre pensarían y asumirían lo peor.

—Y mis padres no lo harían. ¿Lucian y Gabe? Claro. —Julia


cambió las toallas—. ¿Pero Devlin y Sabrina? ¿El senador? No. Serían
como ¿Qué diablos está mal con estas personas?

Nikki sonrió.

—Creo que esa es una pregunta que muchos se hacen


diariamente.

Riendo suavemente, la mirada de Julia se dirigió hacia ella.

—Pero eres como una familia para ellos, así que entiendes todo
esto. Sabes cómo los chicos parecen luchar siempre por lo que es mejor
para ellos, lo que realmente quieren. Esa pelea los hace hacer y decir
cosas estúpidas. —Hizo una pausa—. Y estoy segura de que también lo
sabes. Pareces ser muy cercana de Gabe.

Nikki se quedó inmóvil, sin saber cómo responder a eso.

—Gabe siempre ha sido… amable conmigo. —Pensó rápidamente


en el fin de semana y se sonrojó. No había sido amable exactamente—.
A los dos nos gusta trabajar con madera.

—Apuesto a que sí —dijo Julia sonriendo.

Sus ojos se ensancharon.

322
—No quise decirlo como…

—Lo sé. —Julia rio—. Como sea, así que sí, espero estar fuera de
aquí para las festividades. No puedo esperar a que mis padres vean la
nueva casa. Creo que Lucian está planeando llevarlos a extraños
recorridos por la ciudad o algo así.

Al principio, aliviada de que la conversación volviera a temas más


seguros, Nikki dejó que su sonrisa se desvaneciera un poco cuando la
envidia cobró vida. Excursiones con los padres. Festividades con ellos.
Un futuro feliz que incluía a las personas que te importaban. No
importaba cómo se sentía por Gabe, no era lo suficientemente ingenua
como para ver eso en su futuro.

Y eso fue… bueno, fue solo triste.

Nikki dejó caer las toallas y comenzó a bajar escaleras después de


dejar a Julia, pero se detuvo en el pasillo. Sus piernas simplemente se
negaron a moverse cuando la realidad de la situación se apoderó de
ella.

Estaba enamorada de Gabe.

Eso no fue una sorpresa. Había estado enamorada de él desde el


día en que la salvó en la piscina. Ese amor la había llevado a hacer
cosas idiotas, cosas en las que Gabe había participado.

Pero no lo había perseguido cuando regresó. Se había mantenido


clara y fue él quien se acercó a ella, diciendo que quería ser su amigo.
Fue él quien arruinó su cita e hizo el primer movimiento. Era Gabe
quien la perseguía.

Eso tenía que significar algo.

Lo que Julia acababa de decir salió a la superficie. Sabes cómo los


chicos parecen luchar siempre por lo que es mejor para ellos, lo que
realmente quieren.

Gabe la deseaba. Lo había demostrado una y otra vez, pero no era


fácil. Estaban sus hermanos. Su historia. Sus padres. Su diferencia de
edad. Nada de eso le importaba. Lo amaba y una pequeña parte de su
corazón le dijo que era muy posible que Gabe sintiera lo mismo.

Después de todo, no era como si estuviera sufriendo por la


compañía femenina. Fácilmente podría salir y encontrar a alguien si
solo se tratara de sexo, y sería más fácil para él hacerlo. No habría

323
todas estas complicaciones. Tenía acceso a una tonelada métrica de
sexo sin compromiso, sin estrés.

Había una razón por la que había ido por ella, y Nikki no pudo
evitar pensar en lo que Rosie le había dicho cuando le contó sobre la
pequeña habitación que Gabe le había preparado en la tienda. ¿Qué
había dicho Rosie? Que tal vez Gabe había pasado los últimos cuatro
años odiándose a sí mismo, porque la deseaba desde entonces, como la
deseaba ahora.

No querías a alguien por tanto tiempo sin tener fuertes


sentimientos por ellos.

Nikki sabía lo que tenía que hacer.

Necesitaba decirle a Gabe cómo se sentía.

Sus piernas comenzaron a moverse. No bajó las escaleras. Como


su padre se había ido por el día, se rindió al impulso. Salió corriendo,
tomando la ruta más rápida hacia la otra ala, caminando por el porche.
Se estremeció cuando el viento sopló la lluvia. Subiendo las escaleras
en el ala derecha, se dirigió al tercer piso, a la entrada exterior de la
suite de Gabe.

Vaciló en las puertas y luego llamó. La puerta se abrió de a pocos.


Había quedado sin seguro y sin cerrar. Su estómago se hundió. Gabe
tenía que estar en la casa entonces. Entró en la sala de estar parte de
su departamento. Las luces estaban apagadas y la puerta de su
habitación estaba abierta. Podía oír la ducha correr.

Avanzando hacia el dormitorio, entró en la espaciosa habitación.


Pensó en sorprenderlo desnudándose y saltar dentro, pero luego puso
los ojos en blanco. Todavía no tenía exactamente el coraje de hacer eso,
y además, si lo hiciera, no tendrían nada que discutir.

En su lugar, Nikki miró alrededor de su habitación. No había


estado en su habitación desde esa noche. No había limpiado sus
habitaciones ni una vez, y él no se lo había mencionado desde el día en
el gimnasio.

Ahora que estaba aquí, descubrió que había cambiado muy poco
de lo que recordaba. Era escaso. Una enorme cama en medio. Una mesa
auxiliar. Había un libro gastado en el soporte, junto a lo que parecía ser
un portarretrato. La habitación era demasiado oscura para que pudiera
ver de quién era la imagen. Había un gran tocador frente a la cama, uno
que Gabe había hecho por sí mismo. La hiedra intrincada corría a lo

324
largo de la hermosa pieza de mobiliario. Nikki inhaló, captando el fresco
aroma a limpio de su colonia.

Su mirada recorrió el aparador. Casi no lo vio ya que se mezclaba


muy bien. Hizo una doble inspección y sus labios se separaron.

—No puede ser —suspiró ella, caminando hacia la cómoda.

Tomó el collar, reconociendo de inmediato la delgada y barata


cuerda de cuero. Se quedó sin aliento mientras pasaba su pulgar sobre
el medallón que había tallado para él. Era bastante simple y algo crudo.
Solo un circulo con una espada y un cincel que ella había tallado. Por
alguna razón, había pensado que agregar la espada era la cosa más
inteligente de todas. Un poco tonto ahora; la idea que todo el cincel
podía ser mejor que una espada, pero Gabe…

Después de todos estos años, Gabe lo había guardado.

Las lágrimas pincharon sus ojos mientras curvaba sus dedos


alrededor del medallón. Había guardado el collar que ella le había traído
esa noche hacia cuatro años. No lo había escondido. Estaba en su
cómoda, donde podía verla todos los días.

Todos los días durante cuatro años.

Más afectada por eso de lo que podría haber imaginado, se llevó el


collar a su pecho justo cuando escuchó que el agua se apagaba en la
ducha. Incapaz incluso de detener su sonrisa que corría por su rostro,
se volvió hacia el baño. Pasaron unos instantes y luego se abrió la
puerta. El vapor se desplegó como… santa mierda.

Sabrina Harrington salió de la ducha de Gabe, usando nada más


que una toalla alrededor de su delgado cuerpo.

La boca de Nikki se abrió.

—¿Qué demonios?

La mujer se sobresaltó, sus ojos se ensancharon. Palideció tan


rápido que por un momento Nikki pensó que en realidad podría
desmayarse.

—¿Qué estás haciendo en la habitación de Gabe? —Sabrina se


recuperó, tirando la pregunta.

¿En serio estaba haciendo esa pregunta?

—¿Qué estás haciendo en su ducha?

325
Sus labios se torcieron en una sonrisa mientras se aferraba a la
toalla doblada encima de sus senos.

—¿Por qué crees que estoy usando su ducha?

Nikki rio, solo rio. No pudo evitarlo, porque sabía lo que Sabrina
estaba insinuando con ese comentario.

—Estás tan llena de mierda, como tanta mierda que no te queda


espacio para un cerebro.

Ella retrocedió, con la boca abierta.

—¿Disculpa?

—No hay forma en el infierno que Gabe sepa que estas aquí arriba
en su ducha, loca total. Si viniera aquí y te encontrara, te patearía el
trasero.

Nikki se rio de nuevo, mayormente por sorpresa. No podía creer


esto. Darse una ducha en el baño de Gabe era más que aterrador.
Estaba bastante segura de que había visto a los acosadores hacer esto
en ese canal de televisión que se enfocaba en las historias de crímenes.

—Santo cielo.

—¿Qué sabes? —espetó Sabrina, su mano libre curvándose en un


puño.

—Sé que no te soporta. Todos saben eso, así que ni siquiera te


quedes ahí parada e intentes actuar como si él supiera que estas aquí.
—Nikki se mantuvo firme—. Y qué conveniente que estés aquí cuando
Dev se fue a Houston. ¿Estabas aquí esperando sorprender a Gabe?
Jesús. ¿Que está mal contigo? En serio.

—¿Y qué estás haciendo aquí arriba perra? Limpiando su cuarto y


revolviendo sus cosas.

Las cejas de Nikki se levantaron mientras se giraba. Necesitaba


encontrar a Gabe inmediatamente. Esta cosa con Sabrina había
cruzado todo tipo de líneas.

—En realidad tengo una razón para estar aquí. A diferencia de ti,
tu extraña y triste mujer.

—Oh, sé porqué estás aquí arriba. Lo sé todo sobre ti y Gabe. ¿Te


está follando cierto? ¿No es así, Nicolette? —Sabrina esperó hasta que
Nikki se enfrentó a ella—. No es que te culpe, pero espero que por tu

326
bien, te des cuenta de que eso es todo lo que hará. Solo follarte. —La
miró con una mueca bastante impresionante—. Después de todo, para
eso sirve tu tipo.

—¿Mi tipo? Lo que sea. Ni siquiera quiero saber por qué piensas…

—¿Por qué pienso que ustedes están follando? Porque los escuché
juntos la otra semana. Estaban en una de las habitaciones extras —
dijo Sabrina—. Suenas como una prostituta cuando dices su nombre.

Conmoción la golpeó. Había habido alguien en el pasillo ese día.


Había visto un esbozo de la puerta abierta hacia la casa rara, pero
había sido Sabrina. La ira rápidamente remplazó la conmoción. ¿Los
había estado observando? ¿Escuchándolos?

—Al menos me está follando —dijo de vuelta, demasiado furiosa


para detenerse—. Apuesto a que eso te afecta, ¿verdad? Lo has querido
por tanto tiempo y todo lo que puedes hacer es ¿bañarte en su baño
como una acosadora?

Sabrina dejó escapar un chillido ahogado. Uno del tipo que


enervaba a Nikki. Ya era hora de que saliera de esta habitación y
encontrara a Gabe. Algo realmente no estaba bien con esa mujer.

—¿Sabes que está enamorado de otra mujer cierto? —dijo


Sabrina.

—¿Estás hablando de Emma? Sé todo sobre ella.

—Estoy hablando de la madre de su hijo —dijo Sabrina.

Todo dentro de Nikki se detuvo cuando un escalofrío recorrió su


columna. Pensó que no había oído bien. ¿La madre de su hijo?

—Gabe no tiene un hijo.

Una amplia sonrisa apareció en el rostro de Sabrina.

—Oh sí, lo tiene. Se llama William y vive en Baton Rouge con sus
abuelos.

Todo el cuerpo de Nikki se sacudió. Baton Rouge. Gabe estaba


buscando un lugar ahí… no, de ninguna manera. Sabrina tenía que
estar mintiendo, porque después de todas las cosas de las que ella y
Gabe habían hablado, después de todo lo que habían compartido, no
había manera de que nunca mencionara que tenía un hijo.

327
—No lo sabias, ¿verdad? —Sabrina sonaba satisfecha—. Eso es
porque solo te está follando Nikki. No está compartiendo su vida
contigo.

Las palabras llenas de veneno fueron púas que golpeaban dentro.


Negó con la cabeza y retrocedió, todavía agarrando el collar en su mano.

—Estás loca.

—No estoy loca. Estoy en lo cierto.

—Si piensas que Gabe va a estar bien con esto…

Sabrina entonces se lanzó hacia adelante, agarrando el brazo de


Nikki.

—Si sabes lo que es bueno para él, mantendrás la boca cerrada


sobre esto.

Bajó la mirada hasta donde Sabrina estaba sosteniendo su brazo.

—Estás realmente locas si piensas que no voy a decirle algo a


Gabe, a Devlin. Tu prometido necesita saber…

—Abres la boca sobre esto y me aseguraré de que nunca vuelvas a


hablar. —Los pálidos ojos de Sabrina se pusieron fríos—. No me
subestimes, Nikki. Los de Vincent no son los únicos que saben cómo
hacer desaparecer a las personas.

La incredulidad se apoderó de Nikki.

—¿En serio, me estás amenazando?

—¿Dices que sabes todo sobre Emma? —Sabrina sonrió—.


Apuesto a que no sabes que los hermanos mataron a su atacante,
¿verdad? Lucian y Gabe. Su nombre era Chris. Lo golpearon hasta
matarlo.

El pecho de Nikki se volvió frio. No porque estuviera escuchando


algo así. Había crecido en la casa de los de Vincent. Sabía de lo que
eran capaces. Lo que la aterrorizaba era que Sabrina pudiera saber algo
tan peligroso.

—Suéltame —dijo Nikki, sosteniendo la mirada de Sabrina.

—¿Vas a mantener la boca cerrada sobre esto?

Algo se le ocurrió mientras miraba a Sabrina. Pensó en el día en


que se había caído por los escalones al aire libre. Sabrina había estado

328
ahí. Nikki incluso había pensado en la posibilidad de que fuera Sabrina,
pero lo rechazó, porque habría tenido que estar seriamente loca para
hacer eso. También pensó en el día en que se rompió la ventana del
pasajero de Gabe mientras estuvo sentada en el asiento. ¿Podría
Sabrina haber estado involucrada en eso?

Ahora no parecía tan loco. Sabrina podría haberla visto llevando


las flores, cerrado las puertas del segundo piso de ese pasillo y luego
esperado afuera. ¿Podría haber estado siguiendo a Gabe, siguiendo a
Nikki y viendo dónde vivía? Nikki había pensado que podría haber sido
Ross esa noche el que había derramado champaña en Sabrina, pero, ¿y
si era Sabrina?

Todo porque especulaba que algo iba a pasar entre Nikki y Gabe.
Jesús.

—¿Fuiste tú? —preguntó Nikki, su inquietud creciendo—. ¿Me


empujaste por las escaleras ese día que llevaba las flores?

Sabrina le dio una sonrisa helada.

—Si hubiera hecho eso, podría haberte matado. No soy una mala
persona.

Su respuesta no hizo nada para que Nikki se sintiera mejor. Tiró


de su brazo libre.

—Aléjate de mí. —Se retiró de la habitación y luego se volvió,


corriendo hacia la puerta interior.

Sabrina la siguió hasta la sala de estar.

—Desearás nunca haber pisado la habitación de Gabe.

Nikki ya lo hacía.

329
Capítulo 28
Traducido por Candy27

Gabe bajó las escaleras, el batido de fresa en la curva de su brazo


mientras alcanzaba su bolsillo trasero por su teléfono. Había estado por
toda la maldita planta principal, buscando a Nic. ¿Dónde en el mundo
estaba? Había vuelto a la casa un poco más tarde de lo normal, pero
normalmente estaba en la cocina a esta hora.

Estaba a punto de llamarla cuando la puerta de la escalera


trasera se balanceó para abrirse y la persona que estaba buscando salió
a toda prisa, pareciendo que hubiera visto un fantasma.

—¿Estás bien? —preguntó, caminando hacia ella.

—Sí. Creo. En realidad, te estaba buscando. —Miró sobre su


hombro—. Necesito hablar contigo.

La inquietud creció en su interior.

—¿Qué está pasando?

Sacudió la cabeza mientras le agarraba del brazo y le empujaba a


una habitación cercana, la que su madre utilizaba para ver películas
con ellos. Cerró la puerta detrás de ellos y se inclinó contra ella.

La inquietud dio paso a la preocupación.

—Bien, estás empezando a preocuparme. —Palmeó su mejilla,


guiando su mirada hacia la suya—. Habla conmigo, cariño. ¿Qué está
pasando?

— Lo siento. Es solo que ha pasado la cosa más extraña. —Se


separó de la puerta, caminando hacia el sofá.

Al darse la vuelta, fue cuando vio algo colgando de su mano


izquierda.

—¿Qué tienes en la mano?

Nic parpadeó y miró hacia abajo.

330
—Oh. Oh dios mío, no me había dado cuenta que lo seguía
sosteniendo. —El color apareció en sus mejillas a la vez que abría la
mano.

Gabe fue hacia ella, dejando su batido en la mesa de café.

—¿Eso es...? —Lo era. Estaba sujetando el collar que le había


dado hace todos estos años. Había estado en su tocador—. ¿Estuviste
en mi habitación?

—Subí las escaleras, buscándote. Las puertas del porche estaban


abiertas cuando llamé. Pensé que estabas dentro, así que entré. —Miró
fijamente el colgante y después levantó la mirada hacia la de él—.
Escuché la ducha en tu baño.

Sus cejas se levantaron. ¿La ducha estaba encendida en su


habitación?

—Sí, no era yo.

—Lo sé. —Empezó a sentarse en el sofá, pero se detuvo—.


Encontré a Sabrina en tu habitación. Estaba en tu baño tomando una
ducha.

No había manera de que la hubiera escuchado bien. La miró


fijamente.

—¿Qué mierda?

—Esa fue más o menos mi reacción cuando salió del baño


llevando solo una toalla —respondió Nic.

—¿Sigue ahí arriba ahora mismo?

—No lo sé. Simplemente me fui.

Ni siquiera había visto su auto aparcado fuera. El enfado quemó a


través del él como ácido. Dándose la vuelta, se dirigió a la puerta. Iba a
arrastrar el culo de esa mujer fuera de la casa. Había jodidamente
acabado con esta mierda...

—Espera. —Nic rodeó la mesa de café—. Sabe acerca de nosotros.

Gabe se giró hacia ella. Tan malditamente enfadado, que casi no


procesó lo que había dicho.

—¿Qué quieres decir?

331
—Nos escuchó la semana pasada en una de las habitaciones
extra. —Nic tragó.

Infiernos.

Esa no era una gran noticia, desde que Dev ya especulaba la


verdad y Gabe no había hecho mucho por negarlo, que Sabrina sepa lo
de él y Nic solo le molestaba porque sabía cómo podía afectar a Nic. Esa
mujer estaba suficientemente malditamente loca como para molestar a
Nic por alguna clase retorcida de celos.

—Creo que había estado, no sé, acosándonos en esta casa. —Nic


se estremeció.

—Es espeluznante. —Espeluznante ni siquiera era la palabra


correcta para ello.

—Intentó insinuar que sabias que estaba ahí, pero lo sé mejor.


Hay algo mal con esa mujer, Gabe. —Nic levantó la barbilla, encontrado
su mirada—. No sé por qué no le has dicho nada a Devlin, pero algo
debe ser dicho, como ayer. Incluso me amenazó para que mantuviera la
boca cerrada de ella estando allí. Está completamente ida.

No se habían hablado antes palabras más veraces. Una parte de


él ni siquiera podía creer que Sabrina hubiera escalado hasta ese
punto. ¿Qué había estado haciendo allí arriba? ¿Esperando para que él
volviera a casa? ¿Realmente creía que tenía una mísera oportunidad en
el infierno de seducirle?

—Creo... Sé que suena loco, pero creo que me empujó ese día que
me caí por las escaleras —dijo Nic, sacudiendo la cabeza—. Le pregunté
y lo que dijo en respuesta realmente no era una negación, Gabe.

Un sudor frio bajó por su columna.

—¿Qué dijo?

—Que si lo hubiera hecho, podría haberme matado y que no era


una mala persona —le dijo Nic—. No es exactamente la respuesta más
tranquilizadora. Creo... Dios, creo que me empujó, Gabe.

Mierda.

—¿Y te acuerdas de ese día que se rompió tu ventana? Sé que


suena loco, pero, ¿qué pasa si ella estaba involucrada? Quiero decir, ese
era exactamente el sitio donde estaba sentada.

332
Gabe luchó contra la urgencia de coger algo y lanzarlo. Nic podía
haberse roto algo o peor ese día que se cayó. Era un maldito milagro
que no fuera herida más seriamente. Lo mismo con el coche.

¿Y podría haber sido por él? Nada había empezado de nuevo entre
Nic y él en ese momento, pero había habido esa cena donde Nic había
salpicado el champagne sobre Sabrina. Había pasado toda la cena
mirando fijamente a Nic.

Sabrina lo habría notado.

—Siento que hayas tenido que lidiar con eso. —Apretó los
dientes—. Jodidamente voy a asegurarme que tú...

—Eso no es lo único que dijo. —Nic se pasó su mano libre por el


pelo mientras miraba a otro lado—. Dijo... dijo que tenías un hijo.

Cada músculo en el cuerpo de Gabe se tensó. No había manera.


Sabrina no podía saber acerca de William. Dev nunca se lo diría. A
menos que esa mujer estuviera legítimamente acosándolo. Mierda, lo
había estado haciendo.

Para que Sabrina supiera acerca de William, tenía que haber


estado acosándolo. Enfermo y furioso, Gabe estaba actualmente sin
habla. Mantuvo la boca cerrada acerca de Sabrina todo este tiempo
porque su encaprichamiento o lo que malditamente fuera con él había
sido inofensivo. Algo que ya sabía que Dev tenía que ser consciente,
porque todos en el maldito mundo lo sabían, pero esto... esto era ir
demasiado, demasiado lejos.

—¿No es verdad, cierto? —preguntó Nic, acercándose una pulgada


a él, la cuerda de ese colgante balanceándose entre sus dedos—. No
tienes un hijo.

Hubo un breve momento en el que consideró mentir y eso le


horrorizó directamente al corazón. No intentaría esconder la existencia
de William. No haría eso, pero supo en el momento que se lo dijera a
Nic, que todo cambiaria entre ellos. No porque no pensara que ella
estaría interesada en un hombre que tenía un hijo. Sino porque así era
como lo había descubierto.

Ese sentimiento de desesperación del sábado por la noche surgió


de nuevo a la vida mientras miraba sus preciosos ojos marrones. Lo vio.
Su absoluta negativa a creer que Sabrina estaba diciendo la verdad.
Gabe no podía mirarla.

—Tengo un hijo.
333
No. No había manera.

Nikki estaba demasiado sorprendida para pensar otra cosa


durante bastantes segundos, porque no había manera en la que Gabe
tuviera un hijo y no se lo hubiera mencionado ni una sola vez.

—No es divertido, Gabe. —Su mano se apretó alrededor del collar.

Seguía sin mirarla.

—No es una broma, Nic.

Su boca se abrió, pero no tenía palabras en ese momento. Dio un


paso atrás, tropezando con la mesa de café.

— Tú... ¿tienes un niño, un hijo? ¿Emma y tú?

Sus hombros se elevaron con una respiración profunda.

—Sí. Su nombre es William. Tiene cinco años.

¿Cinco años? Eso significaba... las cosas encajaron en su lugar.

—¿Cuándo se encontraron? Se quedó embarazada. Ese es el


motivo por el que has estado yendo a Baton Rouge, porqué estás
buscando un sitio allí.

—Eso sería correcto —respondió, su tono tan frio e indiferente


que Nikki se sacudió.

—Tú... ¿le dijiste a Sabrina esto, acerca de tu hijo? —Su voz se


levantó de una manera que era humillante para ella.

Su cabeza se balanceó en su dirección mientras finalmente la


miró.

—Nunca le dije a Sabrina ninguna mierda. Las únicas personas


que lo saben son mis hermanos y a lo mejor tus padres. Probablemente
han escuchado algo, pero no hay manera en el infierno en el que le
haya dicho algo a esa mujer. Tampoco Dev.

Nikki no estaba segura de creerle más.

—¿Entonces como lo sabe cuándo yo...?

—La mujer ha estado acosándome. —Una risa estrangulada se


escapó de él—. Es la única forma en la que tiene sentido. Querido Dios,
de hecho lo ha estado haciendo.

334
Eso tenía sentido. Nikki había visto la locura de primera mano,
pero eso no explicaba porqué no se lo había dicho a ella.

—Nunca me contaste acerca de él.

Un músculo se flexionó en la mandíbula de Gabe mientras miraba


hacia otro lado de nuevo.

—¿Cómo... como nunca entró en la conversación? Me has


hablado de Emma, acerca de lo que le hicieron y lo que le pasó. Me lo
podías haber dicho. —Su corazón estaba latiendo tan rápido que pensó
que iba a enfermar—. Quiero decir, es algo grande. Tener un hijo es un
gran asunto.

—Sí, lo es. —Sus rasgos estaban cincelados en piedra.

—¿Entonces por qué no me lo has dicho? Quiero decir, hablamos


un montón. Compartimos un montón...

—Hemos pasado tiempo, juntos. Tuvimos sexo. Pasamos el rato.


Eso es lo que hemos estado haciendo —espetó Gabe—. ¿Por qué te
contaría acerca de él? Ni siquiera voy a estar viviendo aquí a tiempo
completo.

No acaba de decir todo eso.

Oh Dios, realmente no acaba de decirle eso.

Nikki tropezó hacia atrás de lo que se sentía actualmente como


una bofetada en la cara. Su garganta amenazó con cerrarse mientras
miraba a la cara de un hombre que se había convertido en
prácticamente un extraño para ella.

Sabrina había estado en lo cierto.

Solo te está follando. No está compartiendo su vida contigo.

El pecho de Nikki se partió en dos. La verdad de esas palabras


estaba justo delante de ella. Probablemente siempre lo había estado,
pero había sido demasiado malditamente ingenua para verlo.

—Mierda. —Gabe arrastró su mano a través de su pelo—. Yo...

—Solo ha habido otra vez en mi vida en la que me he sentido así


de estúpida, así de ingenua, y eso fue hace cuatro años cuando me
levanté y me llamaste Emma.

Sus ojos se ampliaron ligeramente.

335
—¿No lo recuerdas? Me llamaste Emma. —Su labio inferior tembló
mientras los bordes del medallón se presionaron en su palma—. Ahí es
cuando supe que todavía estabas enamorado de ella.

—No. —Su voz era áspera—. No recuerdo eso.

—Por supuesto que no. —Rio, y sonó amargo y frágil—. Pensarías


que eso es algo que se quedaría conmigo. Que me pararía de
enamorarme de ti de nuevo.

Gabe empalideció. La sangre se drenó de su cara mientras la


miraba fijamente.

—Pero cómo puedo enamorarme de ti cuando he estado


enamorada desde que tenía dieciséis y me sacaste de esa piscina —dijo,
tomando una respiración profunda, pero se quedó atascada en su
garganta—. Es por eso que fui a encontrarte hoy. Necesitaba decírtelo
porque pensé... —Se cortó, porque era una idiota—. No importa ahora.
No sé lo que sientes por mí. Si sientes algo en absoluto, seguro como el
infierno que no es de la manera en la que lo hago yo. —Su voz se
rompió, junto con su corazón—. Hice una tonta de mí hace cuatro años.
Y ahora estás haciendo una tonta de mí. No habrá una tercera
oportunidad.

Abrió la mano, dejando que el collar que le dio hace cuatro años
cayera a la mesa de café. Se empezó a dirigir hacia la puerta,
desesperadamente tratando de mantenerse entera antes de perderlo.

—Nic...

—Aléjate de mí —advirtió Nikki, levantando la mano—. Si en algo


me quieres, te quedarás lejos de mí.

336
Capítulo 29
Traducido por NaomiiMora

Gabe subió las escaleras hasta su apartamento, aturdido, con el


collar apretado en la mano.

Lo había jodido.

Lo sabía dentro de sí mismo. Lo había jodido.

Abriendo las puertas del porche, se detuvo por completo cuando


vio a Sabrina sentada en el bar. Al menos tenía la ropa puesta, pero era
obvio que acababa de salir de la ducha. Su cabello mojado estaba
peinado hacia atrás y, por una vez, no tenía ni un gramo de maquillaje
en la cara. El shock dio paso a la furia.

—¿Estás hablando en serio? —exigió, acercándose a ella.

Levantó una mano.

—Sé que estás enojado...

—Jodidamente sal de mi apartamento y de esta casa o te lo juro


por Dios...

—¿O qué? —Sus labios se separaron—. ¿Me vas a arrastrar fuera


de aquí? ¿Vas a decirle a Devlin? No lo creo.

—Estás jodidamente loca.

—No. No, no lo estoy. —Sus mejillas se sonrojaron—. Solo lo dices


porque soy una mujer que persigue lo que quiere, lo que se merece. Si
yo fuera hombre, me estarías aplaudiendo.

—Si fueras un hombre, físicamente te patearía el trasero para que


salieras de aquí. —Luchó para contenerse—. ¿Cómo diablos sabías de
mi hijo?

Sonrió con suficiencia.

—Tengo mis maneras.

337
—No me des ninguna de esas vagas idioteces, Sabrina. ¿Me has
estado acosando?

Sabrina resopló.

—Lo llamas acosar, yo lo llamo vigilancia. Quiero decir,


realmente, Gabe, no fue difícil descubrir que Emma tuvo un hijo. No
cuando empezaste a ir a Baton Rouge casi todas las semanas. Todo lo
que necesitaba era mirar lo que estabas haciendo...

—¿Tenías a alguien que me siguiera?

Levantó un hombro.

—Vi una foto de él y supe que era tu hijo. Se ve como un de


Vincent.

Mierda, Gabe sabía que Sabrina era capaz de cualquier cosa, pero
esto era jodidamente surrealista.

—Será mejor que ni siquiera pienses en acercarte a mi hijo.

—No me importa tu hijo, ¿pero sabes quién probablemente lo


haría? Nikki. Probablemente a ella le habría importado, pero no parecía
que supiera de él.

Gabe se estremeció.

Sonriendo, cruzó una pierna delgada sobre la otra.

—Te hice un favor. Deberías darme las gracias.

—¿Qué?

—Me deshice de Nikki para ti. Vamos, no podrías haber ido en


serio con ella. Hice tu trabajo sucio de nuevo.

Todo lo que podía hacer era mirarla.

—¿Le dijiste a Nikki para que dejara de verme?

—No es como si ustedes dos realmente estuvieran saliendo,


seamos honestos. La estabas follando. Eso es todo. No es como si le
dijeras a tus hermanos sobre ella o la llamaras tu novia —dijo—. No era
la perfecta Emma.

Por mucho que odiara admitirlo, sus palabras cumplieron su


cometido. ¿Era así como se sentía Nic sobre esto, sobre cómo manejaba
las cosas con ella? Bueno, mierda. Lo hizo.

338
Jesús.

Gabe negó con la cabeza, concentrándose.

—¿Empujaste a Nic ese día? ¿La empujaste por las escaleras?

Sabrina inclinó la cabeza hacia un lado.

—Eso sería tan vulgar. Tengo más clase que eso.

No le creyó por un segundo.

—Todo esto se detiene ahora. Mantente alejada de Nic. Mantente


alejada de...

—¿O qué? Sé que no vas a decir nada. Quiero decir, si le dices a


tu hermano, entonces me aseguraré de que Nikki tenga la peor racha de
suerte conocida por el hombre. Le dices una palabra a Devlin, sabes
que lo haré.

Las manos de Gabe se cerraron en puños. Sabía que lo intentaría.

—Voy a arruinar su vida. La convertiré en mi misión de vida, y


tengo...

Gabe se movió tan rápido que ni siquiera se dio tiempo para


pensar realmente en lo que estaba haciendo. Le rodeó la garganta con la
mano y la presionó lo suficiente como para que supiera que no estaba
jugando con ella.

—Si incluso miras a Nic de manera equivocada, no me detendré


para destruirte. ¿Me entiendes, Sabrina? Estoy cansado de tu mierda.
Estoy cansado de que te metas en mi vida. Estoy cansado de que te
involucres en donde no perteneces. Estoy más que jodidamente cansado
de eso.

Su labio se curvó.

—Oh, ¿también te gusta rudo, como Devlin? —Se deslizó fuera del
taburete—. Te apuesto a que follas igual de duro...

—No te quiero —dijo, sosteniendo su mirada—. Nunca te he


deseado. Dios mío, mujer, ¿qué he hecho para darte esa impresión?

—Nunca te permitiste quererme. —Se humedeció los labios


secos—. Primero fue por Emma y ahora por Nikki...

—Nunca ha sido por ellas. Siempre fue por ti —le devolvió el


golpe—. Puedes estar envuelta en un empaque muy bello, pero eres

339
jodidamente fea y podrida hasta el maldito núcleo. Nunca ha habido
una sola cosa sobre ti que sea redimible.

Sabrina se estremeció.

—Necesitas que se te pase de tu cabeza —dijo, apartándola de él


antes de que hiciera algo de lo que tal vez no se arrepienta—. Y si
alguna, alguna vez vuelves a amenazar a Nic, te mataré. ¿Lo entiendes?
Sabes que eso no es una amenaza.

Sabrina palideció y creyó ver que sus ojos empezaban a brillar


antes de enderezarse.

—Nunca quise a Devlin.

—Entonces, ¿por qué demonios te casas con él?

—Porque no tengo elección —susurró, y luego sus ojos se


abrieron. El resto de la sangre pareció drenarse de su rostro.

—¿Qué demonios significa eso?

Sabrina negó con la cabeza mientras parecía recobrarse.

—Me casaré con Devlin. Y haré lo que sea para asegurarme de


que eso suceda.

La miró fijamente, sacudiendo lentamente la cabeza. La mujer era


inestable.

—Sal de aquí y mantente alejados de mí y de mi hijo.

Sabrina tuvo suficiente sentido común para sacar su trasero de


su apartamento, y no fue hasta que cerró la puerta de golpe detrás de
ella cuando se dio cuenta de lo que le había dicho.

Hice tu trabajo sucio de nuevo.

¿Otra vez?

¿Qué demonios había querido decir con eso?

Sabrina no era la única mujer que había salido de la casa el lunes


por la tarde.

También Nic.

340
Se había ido, y Gabe supuso que era bueno que Dev no estuviera
en casa para eso, pero había regresado el martes. No porque se acercara
a ella, pero sabía que estaba allí. La había visto esa mañana, llevando
un trapo a la sala de estar.

Sus caminos solo se cruzaron una vez el martes. Abajo en la


cocina. Él solo… demonios, se encontraba allí y allí estaba ella,
guardando las compras para la semana.

Pero cuando Nikki se dio cuenta de que estaba en la cocina,


observándola en silencio, había dejado la habitación. Solo se levantó y
se fue, dejando las compras en el mostrador y en las bolsas. No le había
dicho ni una palabra y apenas lo había mirado.

Gabe había terminado de guardar las compras.

Ahora estaba sentado a los pies de su cama, mirando ese collar


que sostenía en su mano. Quería hablar con ella. Quería intentar
explicar por qué no le había contado sobre William.

Quería disculparse, porque lo que le había dicho estaba mal. Era


más que un ligue, más que alguien con quien simplemente estaba
perdiendo el tiempo. Nic no era eso para él. Ni siquiera sabía por qué le
había dicho eso a ella. O tal vez no estaba siendo honesto consigo
mismo.

Lo dijo porque se sentía culpable, culpable de haberlo ocultado,


avergonzado de haberle ocultado a William. Y había arremetido contra
Nic igual que su padre había arremetido contra su madre cada vez que
había hecho algo mal y estaba acorralado.

Gabe no era mejor.

Pero maldita sea, la extrañaba.

Echaba de menos la forma en que sonreía. La forma en que su


risa apagaba todas sus preocupaciones e inquietudes de su mente.
Echaba de menos la forma en que podía simplemente sentarse a su lado
en la tienda en silencio y ser feliz. Cómo podían trabajar juntos y cómo
lo hacía sentir, como si mereciera su atención y su tiempo. Echaba de
menos cómo podía hablar con ella sobre todo.

Todo menos lo más importante de su vida.

Mierda.

¿Por qué no le había dicho?

341
Las razones que se le ocurrieron no eran lo suficientemente
buenas. Lo peor de todo, sus excusas no le daban a Nic suficiente
crédito. Sabía que habría escuchado por qué no estaba criando a
William. Sabía que era joven y que probablemente ni siquiera estaba
cerca del punto en su vida en el que estaría pensando en cuidar a un
niño, pero había dicho....

Había dicho que lo amaba.

Que había estado enamorada de él.

Sus ojos se cerraron mientras presionaba su mano, el collar en su


frente. Le dolía el pecho como si alguien hubiera tomado un cuchillo sin
filo y le hubiera tallado el corazón. Lo peor era que había manejado ese
cuchillo.

Sabía por qué se sentía así.

Lo había sentido antes.

No sabía cómo arreglar las cosas con Nic. Ni siquiera estaba


seguro de poder, si tenía eso con él. Las probabilidades estaban muy
jodidamente en contra de ellos. Él mismo las había amontonado.

Pero había algo más que necesitaba hacer.

Necesitaba hablar con Dev en el momento en que estuviera en


casa. Este tipo de conversación no era una que tenías por teléfono. Esta
era una discusión cara a cara y se debió hace mucho tiempo.

Esta mierda con Sabrina tenía que terminar.

Nikki se despidió mientras Bev dejaba la tintorería. Recolectando


las numerosas chaquetas de traje cubiertas de plástico que pertenecían
a Devlin, se dirigió a sus habitaciones en el ala derecha.

Devlin era el único que parecía tener la ropa lavada en seco


regularmente. Era raro para Lucian, y Gabe... nunca llevaba nada que
requiriera limpieza en seco, o eso parecía.

Le dolió el pecho mientras respiraba con un aliento entrecortado.

No quería estar aquí, en la casa donde cada maldita cosa era un


constante recordatorio de Gabe. Prefería estar en su cama, debajo de
mantas pesadas, comiendo rosquillas y nachos hasta que se desmayara
por un coma de comida.

342
El dolor que sentía ahora hacía que lo que experimentó hace
cuatro años se sintiera como un enamoramiento no correspondido.
Estaba absolutamente destruida.

Parpadeando rápido para contener las lágrimas, abrió la


habitación de Devlin y rápidamente colgó sus trajes. Prefería que el
plástico se dejara puesto, por alguna razón. Salió de la habitación,
cerrando tras de ella.

La casa estaba inquietantemente tranquila mientras bajaba las


escaleras. Su padre se había ido y Lucian estaba con Julia en su casa
para revisar algunas de las renovaciones.

No tenía idea de dónde estaba Gabe, pero no creía que estuviera


aquí. No lo había visto desde ayer en la cocina. Había entrado y solo la
había mirado fijamente, como si fuera a decirle algo, pero Nikki no
podía lidiar con ello. Así que se había ido, y afortunadamente, Gabe
tuvo la decencia de guardar las compras antes de que se echaran a
perder.

No había nada que Gabe pudiera decirle en este momento. Lo


había dicho todo, con palabras y acciones.

Tomando la aspiradora, se dirigió a la habitación más pequeña


con el televisor, y por pequeña se refería a los estándares de los de
Vincent. Todavía era más grande que la mayoría de las salas de estar.

Nikki estaba a punto de encender la aspiradora cuando escuchó


pasos en el pasillo. Sintió un vacío en el estómago cuando levantó la
vista y se apartó de la salida, pensando que era Gabe.

No estaba lista para verlo. De ninguna manera. No pensó que


alguna vez estuviera lista…

Parker entró por la puerta y su estómago cayó por una razón


completamente diferente. Los músculos a lo largo de su cuello se
tensaron.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Sus labios se apretaron.

—Guau. Veo la última vez que te dije que necesitabas hablarme


con respeto, te entró por un oído y salió por el otro.

Nikki no había olvidado su amenaza, y después de su


enfrentamiento con Sabrina, estaba preocupada por cómo podría

343
afectar a sus padres. Pero no podía imaginar que después de lo que
Sabrina había hecho, Gabe no hablaría con Devlin.

—No estoy tratando de ser grosera —dijo, y eso era cierto en


parte—. Pero, ¿cómo llegaste a la casa? Mi padre no está aquí para
dejar entrar a nadie.

Inclinó la cabeza hacia un lado.

—Si no quieres que la gente ingrese a la casa, tal vez deberías


cerrar las puertas.

La gente no debería estar entrando aleatoriamente a casas en las


que no vivían, pero ese no era el punto. Nikki estaba muy segura de que
todas las puertas estaban cerradas con llave, las doce mil millones de
ellas.

—Vine a ver a Devlin —dijo Parker, entrando en la habitación.

—No está en casa. —La inquietud floreció en la boca de su


estómago como una hierba nociva. ¿Cómo no sabía que Devlin no
estaba en casa?

Tenía que hacerlo.

Nikki no le creyó por un segundo. Un escalofrío le recorrió la


espalda. ¿Por qué estaba aquí?

—¿De verdad? —musitó Parker, sacudiendo una pelusa


imaginaria de su camisa de vestir azul marino—. No parece que haya
alguien aquí, en realidad. Nadie más que tú.

La inquietud creció cuando Nikki se hizo a un lado, por lo que no


estaba de pie entre el televisor y una de las sillas.

—Gabe está aquí.

—¿Lo está?

No estaba segura, pero estaba segura como el infierno de que


esperaba que alguien estuviera aquí. Asintió.

—Genial. Tendré que hacerle una visita. —Miró alrededor de la


habitación y luego su mirada pálida se posó en ella—. Pero me alegro de
haberte encontrado, especialmente ahora.

Tragó saliva mientras miraba hacia la puerta. Parker la estaba


poniendo nerviosa, ocasionando que el instinto rugiera a la vida en ella.

344
—Quería visitarte —dijo, acercándose y cerrando la puerta detrás
de él—. Ininterrumpidamente.

345
Capítulo 30
Traducido por AnamiletG

El corazón de Nikki tronó en su pecho mientras dejaba caer la


cuerda de la aspiradora. Golpeó la alfombra silenciosamente.

—A mi hermana realmente no le gustas. —Parker desabrochó el


botón en el puño izquierdo de su camisa—. Quiero decir, realmente no
le gustas.

—Yo… como que ya lo adiviné —respondió ella.

—¿Lo hiciste? Pero no creo que entiendas lo que pasa cuando a


mi hermana no le gusta alguien. —Parker se subió la manga hasta el
codo—. Ella me estaba diciendo que malinterpretaste cierta situación
recientemente.

La única situación reciente fue en la que ella estaba desnuda en


la habitación de Gabe, pero seguro que no entendí mal lo que vi.

—Y a ella le preocupa que vayas a decirle algo a su prometido. —


Soltó el botón de su otra manga. También la enrolló—. Pero le dije que
no te atreverías a hacer algo así, pero ella dijo que ya hablaste con
Gabe.

Su corazón se sacudió en su garganta.

—Ella estaba en su habitación...

—Esperando hablar con él sobre el compromiso con su hermano.


—Parker dejó que sus brazos se aflojaran mientras sonreía—. Para
discutir una fiesta para celebrarlo. Quería saber la opinión de Gabe
sobre el tipo de champán a ordenar.

La boca de Nikki cayó, y no pudo responder.

—¿Y tenía que hacer esto después de que se duchara en su baño?


¿Están hablando en serio ahora? ¿Es esto una especie de broma?

—Derramó un trago en su camisa y se dio una ducha. Gabe no


estaba allí arriba. —Parker se movió alrededor de la mesa de café—.
Pero tú sí.

346
—¿Crees que Gabe no va a decir nada? —exigió ella, algo atónita.

—¿Después de esto? No va a decir una palabra —respondió con


confianza.

Ella lo miró boquiabierta. Estaba tan loco como su hermana.

—¿Por qué estabas en la habitación de Gabe, Nikki? —preguntó.

—Trabajo aquí. Por eso…

—Vamos, Nikki, no estabas en su habitación debido al trabajo. —


Frunció sus labios—. Bueno, a menos que estuvieras planeando hacer
un trabajo sobre tu espalda. Ya sabes, estoy un poco ofendido.

Ella jadeó.

—¿Estás ofendido?

—Me tratas como si no pudieras soportarme. Cada vez que me


acerco a ti, me miras como si estuviera a unos segundos de atacarte —
dijo, observándola moverse hacia el otro lado de la mesa de café.

Él rió.

—Lo estás haciendo en este momento.

—Porque me estás volviendo loca, Parker.

—¿Qué te he hecho para que me tengas miedo? —preguntó.

Sus cejas se alzaron.

—¿Además de ahora mismo, cuando entraste en esta casa,


sabiendo que no debes estar aquí? ¿Qué tal ese tiempo en la casa de la
piscina?

La mandíbula de Parker se endureció.

—Nada sucedió ese día en la casa de la piscina.

—Porque Lucian entró. —Bolas de hielo se formaron en su


vientre—. No te ibas, a pesar de que estaba parada allí en la toalla, y
trataste de quitármela...

—Y no tuviste ningún problema en mostrarle las tetas y el culo a


Gabe cada vez que él se acercaba, así que demándame por pensar que
no tenías ningún problema en que yo las viera.

Nikki contuvo el aliento.

347
—No le estaba mostrando esas partes de mi cuerpo a nadie
cuando tenía diecisiete años, pero incluso si lo estuviera, era mi
elección. Al igual que es mi elección cuando se trata de con quién las
compartiré ahora.

—¿Oh, no suenas como la linda y pequeña feminista? —Resopló—


. El hecho permanece: no te hice una mierda. Nunca te he hecho nada
más que invitarte a mi ático.

—Sí, gracias por eso, pero preferiría arrancarme todos los pelos
de mi cuerpo con un par de pinzas oxidadas antes de que incluso
pudiera tomar esa oferta de forma remota —dijo bruscamente.

Una mirada dura se deslizó en sus ojos.

—Eres una pequeña perra que necesita ser puesta en su lugar.

Nikki se acercó al borde de la mesa de café.

—¿Y cuál es mi lugar?

—No estoy seguro todavía —respondió.

—Tienes que irte —dijo ella, manteniendo su nivel de voz—.


Necesitas irte ahora.

Parker se rió.

—No estoy seguro de que Devlin esté encantado con lo poco que le
estás haciendo sentir a su futuro cuñado.

Dividida entre estar un poco asustada y tan sorprendida por el


hecho de que Parker y Sabrina pensaban que todavía había un
compromiso después del lunes, casi no pudo formular una oración
coherente.

—Bien —decidió, caminando hacia la puerta—. No te vayas, iré a


la policía y reportaré el que hayas ingresado ilegalmente.

Al llegar a la puerta, la abrió y salió al pasillo, consciente de que


Parker la estaba siguiendo. Ella se volvió, no queriendo que él estuviera
a sus espaldas.

—Te estoy dando diez segundos para...

—¿Me llamarías a la policía? —Se rió—. Eso es duro.

—Tienes cinco segundos. —Metió la mano en el bolsillo trasero y


tomó su teléfono.

348
—Y lo haré…

Parker la agarró del brazo, apretándola con fuerza.

—Llamar a la policía seria seriamente una mala idea para ti,


Nikki.

—Suéltame —ordenó, retorciéndose.

Sus dedos mordieron el tejido y el hueso, ocasionando que ella


jadeara de dolor.

—¿Recuerdas lo que dije sobre tus padres? Puedo asegurarme de


que no tengan un trabajo…

—Realmente estoy empezando a pensar que tu amenaza significa


una mierda cuando la posibilidad de que Devlin se case con Sabrina es
literalmente nula. —Ella sostuvo su mirada incluso cuando su corazón
se lanzó contra sus costillas—. Ahora suelta mi brazo.

Sus ojos brillaron de ira cuando la empujó hacia adelante, contra


su pecho.

—Si Devlin termina el compromiso de mi hermana porque abriste


la boca a él o a Gabe, desearás haberte mantenido en silencio. —Cada
parte de su cuerpo que lo tocaba sentía escalofríos. Se echó hacia
atrás—. Déjame ir ahora mismo.

—¿O qué? —La voz de Parker se apagó cuando la tiró de nuevo


contra él.

—O voy a arrancarte la mano con la que la tocas.

El alivio se disparó a través de Nikki tan rápido que pensó que


podría desmayarse cuando los ojos de Parker se ensancharon ante el
sonido de la voz de Gabe. Él le soltó el brazo y ella se tambaleó hacia
atrás cuando Parker se giró hacia un lado. Nikki vio a Gabe entonces,
caminando por el centro del pasillo.

Sus rasgos llamativos eran líneas duras. Al verlo surgió una


mezcla de emociones en ella, pero estaba feliz de que alguien estuviera
aquí.

—Gabe. —La sonrisa bien practicada de Parker cayó en su


lugar—. Estaba buscando…

349
Nikki chilló cuando Gabe cortó lo que Parker estaba a punto de
mentir con una gran mano alrededor de su cuello. Golpeó al hombre
más delgado contra la pared.

—Dame una buena razón por la que no te ahogue la vida en este


momento —dijo Gabe, su voz demasiado tranquila—. Dudo que puedas
llegar a una, pero me siento generoso.

Como nunca había visto a Gabe de esta manera, Nikki retrocedió


hacia la pared opuesta. De repente recordó lo que Sabrina había dicho
sobre el hombre que atacó a Emma. Había olvidado eso en el desastre
que había seguido.

Parker se atragantó cuando el agarre de Gabe se apretó en su


garganta.

—Todavía esperando una buena razón. Solo una.

Nikki lo vio entonces en él. Podría ser el hermano que todos


decían que era el más sensato, pero en ese momento vio lo que se hacía
debajo de la superficie. Deseó que la asustara o que la hiciera mirarlo
de otra manera.

No lo hizo.

Parker cavó en la mano de Gabe, su cara se puso roja.

—¿Por qué te estaba agarrando, Nic? —preguntó Gabe en el


mismo tono plano.

Ella miró entre ellos, perversamente satisfecha por la mirada


suplicante que Parker le disparó.

—Le dije que si no se iba, iba a llamar a la policía.

—¿Y por qué no se iba?

—No lo sé. Tendrías que preguntarle.

—Estoy seguro de que tendrá una respuesta que no quiero


escuchar. ¿Qué estaba haciendo aquí?

Nikki se cruzó de brazos.

—Dijo que estaba aquí para ver a Devlin.

Él inclinó la cabeza hacia un lado.

350
—Tonterías, Parker. Sabes que Dev no regresa a la ciudad hasta
el sábado. Entonces, ¿por qué estás realmente aquí y cómo demonios
entraste?

Parker no pudo responder, no con Gabe estrangulándolo. La cara


del hombre había pasado de rojo a un color púrpura. Nikki decidió
hablar.

—Creo que vino aquí para decirme que mantuviera la boca


cerrada sobre lo que vi el lunes.

—¿De verdad? —Gabe soltó a Parker.

Parker se dejó caer contra la pared, tosiendo mientras arrastraba


aire.

—Jesús —ladró, con voz ronca mientras se frotaba la garganta—.


Me estabas asfixiando.

—¿En serio? —Gabe se inclinó por la cintura, poniendo su cara


en la suya—. ¿Sabrina te envió a amenazar a Nic? Probablemente no
vas a responder esa pregunta honestamente, así que ni te preocupes.

Parker comenzó a apartar la mirada, pero Gabe agarró un puñado


de cabello y obligó al hombre a mirarlo a los ojos.

—Quiero que tanto tú como su hermana entiendan algunas


cosas; pensé que se lo había dejado perfectamente claro a Sabrina el
lunes, pero lo diré de nuevo. Mantente alejado de Nic. No la mires, ni
siquiera respires en su dirección. Si tú o tu hermana lo hacen, eso será
todo. ¿Me entiendes?

Parker no respondió.

Girando su mano hacia atrás, Gabe golpeó la cabeza de Parker


contra la pared.

—Una vez más. ¿Me entiendes?

—Te entiendo —jadeó Parker.

—Bien. Lo siguiente es un mensaje para Sabrina. Hazle saber que


voy a hablar con Dev. Eso va a suceder en el momento en que regrese a
casa el sábado. Sabrina la jodió y va a vivir con eso. Justo como lo vas a
hacer tú.

Parker tragó saliva.

—Si Devlin no se casa...


351
—No me importa un carajo. En absoluto. Ni un solo carajo —dijo
Gabe, y cuando sonrió fue la sonrisa más espantosa que Nikki había
visto—. ¿Me entiendes?

—Sí —gimió Parker.

—Perfecto. —Gabe soltó el cabello de Parker y el hombre se apoyó


contra la pared, con el pecho agitado—. Solo una cosa más.

Parker levantó la barbilla.

Sonriendo, Gabe echó el brazo hacia atrás. Se movió tan rápido


como un rayo. Con el puño conectando a la mandíbula de Parker, bajó
al hombre y se dobló como un saco de papel.

—Oh, Dios. —Nikki puso su mano sobre su boca.

Gabe se alzó sobre Parker.

—Levántate y vete de esta casa antes de que te vaya peor.

Parker no protestó. Se levantó y corrió; el hombre corrió por el


pasillo y luego casi tiró de la puerta principal para abrirla. No miró
hacia atrás.

Y eso los dejó a Gabe y ella en el pasillo.

—Hay algo mal con la familia Harrington —murmuró ella.

—Lo hay. —Suspiró él, moviendo los nudillos de su mano—. Esa


es la segunda vez que golpeo a un hombre por ti.

Nikki se volvió lentamente hacia Gabe.

—¿Qué?

—¿Estás bien? —preguntó en lugar de responder.

—Sí. —Cruzó los brazos sobre el pecho—. No sé cómo entró aquí.


Cerré las puertas con llave.

—Odio decirte esto, pero acabo de entrar por el cuarto de lavado.


Esa puerta no estaba cerrada con llave.

—¿Qué? —La incredulidad la llenó—. He bloqueado eso. Sé que lo


hice.

Gabe negó con la cabeza mientras avanzaba.

352
—¿Parker te hizo algo? —Fue hacia la puerta principal y bloqueó
la cerradura—. ¿Estás segura de que no te lastimó?

—No. Me asustó, pero no me hizo daño. —Ahora que la


adrenalina se estaba desvaneciendo, un tipo de ansiedad
completamente diferente estaba aumentando.

Gabe la miró y luego se miró la mano.

—Le dije una vez que se mantuviera alejado de ti. Obviamente


tiene problemas para escuchar.

—¿Lo hiciste?

—Déjame ver tu brazo. —Se dirigió hacia ella.

Nikki retrocedió.

—No hay nada malo con mi brazo.

—Me sentiría mejor si me permitieras comprobarlo.

—¿Por qué te importa? —La pregunta brotó de ella cuando


retrocedió.

—¿Por qué me importa? —repitió lentamente. Miró hacia otro


lado, mordiéndose el labio—. Nic, tenemos que hablar...

—No, no tenemos, porque vas a decir 'Por supuesto que me


preocupo por ti', y las cosas se pondrán realmente incómodas y
dolorosas. —Ella desdobló los brazos—. Porque obviamente no te
preocupas por mí de esa manera.

Gabe volvió la cabeza hacia ella.

—Nic…

—Sabes el camino. El que te hace compartir detalles reales


importantes sobre tu vida. —Ese nudo estaba de vuelta en su
garganta—. Como que tienes un hijo. Y no puedes negar eso. Realmente
no puedes. —Cerrando los ojos con fuerza, exhaló de manera irregular
mientras luchaba por no derrumbarse—. Gracias por hablar con
Parker. Golpearlo. Lo que sea. Pero todavía no quiero hablar contigo. —
Abrió los ojos y odió que su rostro se pusiera borroso—. No quiero verte.

Nikki nunca había estado más agradecida de tener algo así como
un movimiento para ocupar sus pensamientos. No pensaba en Gabe en

353
todo el día ni se preocupaba con temor residual cada vez que pensaba
en Parker o Sabrina.

Hoy fue el primer día que no se sentía como si estuviera en la


cama y llorando como si tuviera dieciocho años de nuevo. Desembalar
cajas y guardar utensilios tenía una forma extraña de vaciar su cabeza
de todos los pensamientos.

Había ayudado que sus padres pasaran parte del día con ella, al
igual que Rosie, que acababa de descargar la última de las toallas,
dejándolas en su cama.

Cuando Rosie salió del corto y estrecho pasillo, la mirada de Nikki


se dirigió a la pequeña isla que separaba la cocina y la sala de estar. A
la derecha había un espacio para una mesa de cocina.

No había conseguido uno de esos todavía.

Su mirada se enganchó en el kit de cincel que Gabe le había


dado. Estaba abierto desde cuando Rosie estaba hurgando en ella,
buscando algo afilado para abrir una caja.

Lo había llevado con ella al apartamento, porque se negó a que lo


que sucedió con Gabe arruinara algo que disfrutaba hacer una vez más.

Ver el kit dolía, pero sería condenada si dejara que eso la


detuviera.

—¿Estás bien? —preguntó Rosie, limpiándose la palma de la


mano en su frente.

—Sí. —Levantó las manos sobre su cabeza y estiró la espalda—.


Solo un poco perdida en mi cabeza.

—Recuerda lo que te dije. —Se ajustó la bufanda que tenía sus


rizos fuera de su cara—. Que se joda.

—Lo recuerdo. —Nikki había informado a Rosie sobre lo que


había sucedido días atrás. Confiaba en que Rosie no diría una palabra
acerca de que Gabe tuviera un hijo, pero había omitido lo que Sabrina
había dicho sobre el hombre que había lastimado a Emma. Eso era algo
que Nikki nunca repetiría, nunca—. Que se joda.

Que se joda se había convertido en el nuevo lema de Rosie.

Rosie puso un brazo sobre los hombros de Nikki.

—Se volverá más fácil.

354
—Lo sé. —Tragó y luego sonrió—. He estado en esta carretera con
él antes.

Su amiga le besó la mejilla y luego se apoyó en la isla.

—Todavía creo que hay más de porqué nunca te contó sobre su


hijo. Estoy segura de que probablemente se explicará con el tiempo.

—No importa si lo hace. —Nikki aspiró aire a través del dolor que
la atravesaba en el pecho—. No decirme algo tan grande que afecte su
futuro, que hubiera impactado nuestro futuro juntos, me dice que ni
siquiera estaba pensando en eso.

Rosie no dijo nada.

—Al final del día, era justo alguien con quien estaba pasando el
tiempo. Él mismo lo dijo, Rosie. Se va a ir de aquí.

—Los hombres dicen cosas estúpidas que no quieren decir todo el


tiempo.

—Y a veces dicen lo que quieren decir. —Respiró hondo, pero se


atascó alrededor de la bola sucia en la parte posterior de su garganta—.
Dios, no puedo creer que todavía lo ame. Soy una idiota.

—No eres una idiota. Bastante segura de que él es el idiota.

Le sonrió a su amiga.

—Muchas gracias por ayudar hoy. Realmente lo aprecio.

—No hay problema. Desearía poder quedarme y ayudar por más


tiempo, pero hoy he quedado en ayudar a Randy. Es otoño y ya sabes lo
populares que son los tours de fantasmas en el Barrio.

Nikki sonrió, deseando poder unirse a ella.

—Totalmente bien. Ya has hecho mucho.

Después de que Nikki prometió hacerle a Rosie la primera comida


en su nuevo apartamento, se despidieron. Entonces Nikki estaba sola.

Estaba demasiado tranquilo.

Inmediatamente encendió la televisión, tan emocionada de que el


cable se hubiera activado esa mañana. Necesitaba el ruido de fondo.

Colocando el control remoto en su lugar, se detuvo y miró la mesa


de café en la que había estado puesto el control remoto. Su pecho se

355
apretó dolorosamente. Un camión en movimiento había aparecido esa
mañana, justo después del chico del cable en realidad. Al principio, no
tenía idea de lo que contenía, y no fue hasta que los hombres
comenzaron a traer los artículos que se dio cuenta de que eran las
piezas que Gabe le había prometido.

Su garganta ardía mientras miraba hacia otro lado, apretando sus


labios.

Nikki contuvo el aliento. Cada vez que pensaba en los dos, en lo


que compartieron y luego lo que él le dijo, le rompía el corazón otra vez.

Deseó haberlo odiado.

Dios, sería mucho más fácil si pudiera.

Al entrar en la cocina, sacó la tina de espaguetis que su padre


había hecho para ella. La colocó en el microondas y pasó los siguientes
muchos minutos comiendo sin pensar.

Todavía había mucho que necesitaba hacer.

Después de guardar los libros en las pequeñas estanterías,


regresó a la habitación para hacer frente a la pila de toallas justo
cuando había caído la noche.

Realmente amaba su apartamento. No era enorme,


probablemente más pequeño que el apartamento que Gabe tenía en la
casa de Vincent, pero era perfecto para ella. Solo deseaba que toda la
experiencia no estuviera manchada por la enfermedad en su corazón.

Demonios, si era honesta consigo misma, deseaba que él


estuviera aquí con ella, compartiendo una botella de vino en celebración
y enrollándose en la cama.

Nada de eso iba a suceder.

Sollozando, usó su hombro para limpiar la estúpida lágrima que


corría por su mejilla mientras levantaba otra toalla para doblarla.
Habría superado esto y esta vez no le tomaría cuatro... Clic.

Se quedó sin aliento y todo dentro de ella se detuvo cuando oyó


que se abría la puerta de su apartamento.

356
Capítulo 31
Traducido por Wan_TT18

La nuca de Nikki picó cuando dejó caer la toalla que estaba


doblando sobre su cama. Su cuerpo se encendió y luego se volvió frío
cuando giró hacia la puerta abierta de la habitación, su corazón
latiendo erráticamente en su pecho.

Alguien acababa de entrar en su apartamento.

¿No había cerrado la puerta?

Se apartó de la cama y miró hacia el pasillo. Solo habría una


persona que conociera que fuera lo suficientemente arrogante como
para entrar a su apartamento sin anunciarse, pero no podía ser él. No
después de todo.

Aun así, se aferró a la pequeña chispa de esperanza y se arrastró


hacia la puerta del dormitorio, esforzándose por ver en el pasillo. No
escuchó nada más que el zumbido de la televisión que había dejado en
la sala de estar. Todo lo que pudo ver fue el brazo de su sofá y la isla
que separaba la cocina de la sala de estar.

—¿Gabe? —llamó en voz alta, abriendo y cerrando las manos a


sus costados.

Pasó un latido y luego un hombre entró en su línea de visión. Un


hombre que definitivamente no era Gabe a menos que perdiera peso y
altura en un tiempo récord.

Y decidió que una máscara de esquí negra era un nuevo accesorio


de moda.

Por un horroroso segundo, Nikki no podía moverse, ni siquiera


podía respirar mientras miraba al hombre al final del pasillo. Como un
animal petrificado frente a los faros que se aproximaban, se quedó
inmóvil mientras su cuerpo corría para alcanzar lo que su cerebro le
ordenaba que hiciera.

El hombre comenzó a caminar por el pasillo.

357
El terror helado explotó en sus entrañas cuando el instinto
finalmente se hizo cargo. Saltando a la acción, se lanzó hacia adelante,
agarrando el extremo de la puerta. Lo cerró de golpe y luego giró la
lamentable cerradura.

—Mierda. Mierda.

Se dio la vuelta, buscando su teléfono celular. Las máscaras de


esquí negras eran malas, muy malas. Se lanzó a la cama, tirando de la
toalla. Sin teléfono.

Algo pesado se estrelló contra la puerta de su dormitorio,


sacudiendo toda la pared. Un chillido separó sus labios mientras se
giraba. Su teléfono... ¡Cristo, su teléfono estaba en la sala de estar!

El hombre volvió a golpear la puerta. La madera se resquebrajó en


el centro, y Nikki retrocedió. Su pecho se levantó y cayó pesadamente
cuando el centro de la puerta cedió, astillando la madera. Una mano
enguantada llegó a través, encontrando la cerradura.

Oh, Dios mío, no podía creer que esto estuviera sucediendo.


Había un hombre extraño, un hombre extraño enmascarado y
enguantado en su apartamento, y vio suficientes Archivos Forenses para
saber que esto iba a terminar mal.

Su salvaje mirada recorrió el dormitorio, aterrizando en las


puertas de vidrio del balcón. El instinto le dijo que no lo haría a tiempo,
no con las puertas cerradas y la barra en su lugar.

Arma, necesitaba un arma.

Dándose vuelta, agarró la lámpara, la única cosa verdaderamente


pesada que tenía en su habitación. La puerta se abrió y ella se giró,
arrancando el conector de la pared.

—¡Atrás! —gritó, sosteniendo la lámpara como un bate de béisbol.

El hombre se dirigió hacia ella.

Mierda.

No había una parte de Nikki que vacilara. Movió la lámpara con


toda la intención de golpear la cabeza del tipo. Excepto que eso no es lo
que sucedió.

Nikki no lanzó nada más que aire cuando el hombre se agachó y


cargó contra ella. Su hombro golpeó su estómago con fuerza,
doblándola. Un sobresaltado jadeo de dolor separó sus labios cuando él

358
levantó la mano, sacando la lámpara de sus manos y tirándola al suelo.
La lámpara se estrelló contra la alfombra mientras Nikki se enderezaba.
Ella se lanzó a un lado, yendo hacia el pasillo.

No lo logró.

Él la atrapó alrededor de la cintura. Un segundo, estaba de pie en


el suelo y al siguiente estaba cayendo en el aire. Golpeó la cama con
fuerza, sacando el aire de sus pulmones. Se sobresaltó solo por un
segundo, y le costó.

Torciéndose en la cintura, su grito se apagó cuando él se acercó a


ella, golpeando con una mano su boca mientras se sentaba a
horcajadas sobre sus caderas, cerrando efectivamente sus piernas.

El pánico inmovilizó sus músculos cuando el hombre se inclinó,


bajando su cabeza hacia la de ella. Sus ojos...

Su mano presionó su boca, magullando sus labios cuando su otra


mano cayó sobre su hombro y luego se deslizó hacia abajo, sobre su
pecho. Apretó dolorosamente, provocando un grito agudo que no llegó a
sus oídos.

Un nuevo horror explotó cuando ella gritó contra su mano. Este


hombre. Oh, Dios mío.

El terror puro alimentó la adrenalina que bombeaba por sus


venas. Golpeando sus caderas, intentó deshacerse de su peso, pero él
presionó. El dolor ardía a través de su pecho, pero lo ignoró mientras
balanceaba su mano tan fuerte como podía, golpeando su puño contra
un lado de su cabeza.

La cabeza del hombre se sacudió hacia atrás y su agarre en su


boca se aflojó. Ella giró de nuevo, conectando con su mandíbula. Un
estallido de dolor iluminó sus nudillos. Él cayó hacia atrás lo suficiente
para que ella se sentara, liberando una pierna. Se retorció, alcanzando
el borde de la cama.

Una mano se clavó en su cabello, echando su cabeza hacia atrás.


Un dolor ardiente le recorrió el cuero cabelludo cuando él la volcó sobre
su espalda.

—Estúpida perra —gruñó con una voz que levantó los vellos a lo
largo de su cuerpo.

Esta voz. Esta voz. Ella sabía que...

359
Su puño se estrelló contra su mandíbula. El estallido de dolor fue
crudo y sorprendente. Entonces el fuego se extendió por su rostro. Un
sabor metálico llenó su boca. Sangre. Sangre. La golpeó de nuevo.

Otro estallido de dolor irradió de su ojo, su ojo izquierdo,


oscureciendo su visión cuando se desplomó sobre la cama. Los
pensamientos eran… de repente no tenían sentido. Nikki intentó
sentarse, pero su cabeza se sentía rara, demasiado pesada.

Duele.

—Quédate abajo.

Una mano se estrelló contra su estómago, envolviéndola. Algo...


algo se sentía como si se hubiera roto. ¿Una costilla?

Cayó, aturdida y perdida en un mar de asombroso dolor e


incredulidad. ¿Por qué está pasando esto? La pregunta se repetía una y
otra vez. Se perdieron unos preciosos segundos cuando él agarró su
pierna con una mano, arrastrándola hacia el borde de la cama. Él se
colocó entre sus piernas mientras el techo sobre ella parpadeaba de
adentro y hacia afuera. ¿Por qué está pasando esto?

Hace unos minutos, estaba doblando la ropa, tratando


desesperadamente de no llorar, de no perderse con las emociones de los
disturbios, al saber que se había acostado con Gabe y que iba a tener
que dormir con ello. Fue hace apenas unos minutos...

Los dedos se clavaron en la piel de su estómago, enroscándose


alrededor de la banda en sus mallas. Sintió que eran empujados.

Furia caliente y sofocante se mezcló con el terror, la empujó más


allá del dolor, más allá de la confusión de lo que estaba sucediendo.
Sus pensamientos se aclararon.

Levantó las caderas y tal vez el tipo pensó que lo estaba


ayudando, porque se movió hacia atrás, soltando su pierna. Nikki le dio
una patada con todo lo que tenía en ella, golpeando su pie contra su
estómago.

Él gruñó, cayendo hacia atrás sobre su trasero.

Ella no perdió el tiempo.

Saltando de la cama, sus pies golpearon la alfombra y comenzó a


correr. Sus movimientos eran lentos y bruscos, disminuyendo su
velocidad al llegar al pasillo.

360
Llega a la puerta. Grita. Alguien te oirá. Grita. Nikki gritó, gritó tan
fuerte como pudo, pero sonó débil.

Peso se estrelló contra su espalda, bajándola. Su barbilla se


desprendió del suelo, enviando un rayo de dolor por su columna
vertebral. No se detuvo, no se dejó caer por un segundo al dolor. Ni
siquiera cuando él golpeó un puño en su espalda, dándole un golpe al
riñón.

—A la mierda. —Él la volteó bruscamente, golpeando la parte de


atrás de su cabeza contra el piso.

Ella tomó otro aliento para gritar, pero su mano se cerró sobre su
garganta, robando el aliento antes de darse cuenta de que había tomado
el último.

Nada podría haberla preparado para esa sensación que golpeaba


cada nervio. Su cuerpo se agitó mientras trataba de tomar aire, pero la
mano alrededor de su garganta se estaba relajando.

Iba a morir. Sabía que en ese momento él la iba a matar. Toda su


vida brilló frente a ella. Vio a sus padres. Vio a Rosie y Bev. Vio a Gabe.

No.

De ninguna manera iba a terminar así.

Sus brazos se agitaron y se dirigió a la única área expuesta de


piel que podía ver. La piel alrededor de sus ojos. Clavó las uñas
primero, cavando en su ojo derecho mientras sus pulmones se
contraían.

Él aulló, soltando su garganta para tomar su mano, pero ella no


lo soltó. Él tiró hacia atrás, pero sus dedos se atoraron en la máscara
de esquí. Giró la cabeza, volviéndose hacia sus manos. La máscara se
enredó por un segundo y luego se soltó cuando Nikki tiró en la dirección
opuesta, arrastrando tragos profundos de aire mientras la sangre y un
escupitajo salía de su boca.

Nikki se puso de rodillas y se dio cuenta de que tenía la máscara


en la mano. Respirando, se puso de pie cuando él la pateó, fallando y
golpeando su bota contra la pared. Tropezando hacia adelante, miró por
encima del hombro.

—Parker —jadeó, dejando caer la máscara.

361
Su cabeza giró alrededor. La sangre corría por un lado de su cara,
una cara contorsionada por el dolor y la ira. Se puso en pie de un salto.

—Le dije que deberíamos haber jugado de la misma manera que


lo hicimos con su otra perra, pero ella no escuchó. Dijo que dos
accidentes de coche parecerían sospechosos. Debería haberme
deshecho de ti la primera noche que te seguí.

La comprensión la llenó y fue seguida rápidamente por el horror.

—¿Emma? ¿Causaste el accidente de Emma? —Sus palabras


sonaron extrañas, blandas, pero Parker pareció entenderlas porque dejó
escapar un rugido que envió un rayo de miedo primitivo por su columna
vertebral.

Nikki se giró, obligando a sus piernas a moverse tan rápido como


pudieron. El pasillo parecía interminable. Una parte de ella, otra parte
enfocada completamente en la supervivencia, sabía que no lograría
llegar a la puerta si lo intentaba. Sabía que si él la derribaba una vez
más, no volvería a levantarse.

Su conciencia se apagó cuando llegó a la isla de la cocina. La


supervivencia estaba en control, guiando su mano hacia donde estaba
el kit de cinceles, abierto. Agarró el más grande y se volvió.

Nikki no supo cómo sucedió, solo que lo hizo.

Estaba sujetando el cincel con ambas manos con tanta fuerza que
cuando el pecho de Parker se golpeó contra su puño, siguió sin soltarlo.
Ni siquiera cuando sus ojos se abrieron con sorpresa. Ni siquiera
cuando sus manos y dedos golpearon su cara, rasguñándola mientras
se deslizaban lejos. Ni siquiera cuando sintió la cálida oleada de líquido
empapando sus manos. Ni siquiera cuando sus rodillas cedieron y cayó
hacia adelante, liberándose del cincel.

Cayó hacia delante, con la cara en alto, y su cuerpo… Se contrajo


un par de veces y luego se quedó inmóvil.

Nikki aún sostenía el cincel.

Varios segundos pasaron mientras ella se quedó allí y luego


sucedió la maldita cosa más extraña. La parte lógica de su cerebro se
agitó.

Necesitaba llamar a la policía. Sí. Eso es lo que necesitaba hacer.

362
Arrastrándose en la sala de estar, su cuerpo se movió sin pensar
cuando encontró su teléfono en la mesa de café. Lo recogió. El teléfono
estaba resbaladizo en sus manos.

Entumecida.

Estaba tan entumecida.

Nikki llamó al 911 y no supo exactamente qué les dijo, pero le


dijeron que la policía estaba en camino y creyó que podrían haberle
pedido que se quedara en la línea, pero que necesitaba llamar a Gabe.

Pensó que él y sus hermanos necesitaban saber que Parker


estaba en su apartamento y que estaba muerto. Que realmente creía
que Parker había admitido tener algo que ver con el accidente
automovilístico de Emma. Eso era importante desde que esto... Esto
implicaría a los de Vincent. Habría policías. Preguntas. Escándalo.

Devlin iba a estar tan... decepcionado.

No sabía lo que Gabe pensaría.

En el fondo de su mente, sabía que no estaba pensando bien


cuando llamó a Gabe. Realmente no estaba pensando en absoluto
mientras avanzaba lentamente, el teléfono sonando en su oído. Su
espalda golpeó la pared y se deslizó hacia abajo.

El teléfono sonó y sonó, y Gabe no respondió.

Todavía sosteniendo el cincel, presionó el teléfono contra su pecho


mientras miraba hacia el pasillo, observando cómo la sangre se filtraba
lentamente por el azulejo.

363
Capítulo 32
Traducido por Candy27

Gabe alcanzó el teléfono en su bolsillo lo que se sintió como la


centésima vez desde que vio que Nic le estaba llamando.

Estaba sorprendido de ver su nombre en la pantalla. Se había


imaginado que después de su última conversación, preferiría golpearle
en las pelotas repetidamente antes que llamarlo.

¿Qué podría querer?

Probablemente quería que tomara de vuelta los muebles que


había mandado más temprano. Podía odiarle ahora todo lo que quisiera,
pero esas cosas eran suyas. Le pertenecían a ella.

Escuchó a su teléfono sonar de nuevo, pero alcanzó dentro de su


bolsillo, silenciándolo sin mirar quien era.

Lo que fuera, iba a tener que esperar hasta que el drama en su


casa se apagara lo suficiente para que pudiera escabullirse y ver lo que
quería. Dev había vuelto a casa más temprano, y lo primero que hizo
Gabe fue cazarlo.

Dev mezcló el tercer vaso de bourbon.

—Lo sabía.

—¿Perdona? —dijo Gabe, sorprendido. ¿Acababa de sentarse y


decirle todo acerca de Sabrina, y así es como iba a responder su
hermano?

—Sabía que estaba persiguiéndote. También sabía que podía ser


una maldita loca cuando quería serlo. —Dev caminó alrededor de su
escritorio y agarró la botella de bourbon, sirviéndose otro trago—. Sin
embargo, esperaba que se cansara de perseguirte. Esperaba que fuera
más... lista que eso.

Gabe miró boquiabierto a su hermano.

—¿Hablas malditamente en serio?

364
Dev caminó de vuelta a su silla. Se sentó, colocando el vaso en el
escritorio.

—¿Parece que estoy bromeando?

Casi salió de su asiento.

—Sabias que estaba tras de mí, jodiendo con mi vida...

—No sabía eso. La última parte. —Si lo hubiera hecho, las cosas
hubieran cambiado. Le hubiera puesto freno.

—¿Lo hubieras hecho?

La mirada fría de su hermano se enfocó en él.

—Sí. La familia primero. La familia siempre.

—Entonces, ¿qué vas a hacer acerca de ello? —demandó Gabe—.


No puedes seguir planeando casarte con ella.

—Por supuesto que no. Se ha terminado. Lo más probable es que


hubiera sido así incluso si no me lo hubieras dicho o si Nikki se hubiera
quedado callada. —Cogió su vaso—. No quiero tanto el imperio
Harrington.

Gabe se sentó de nuevo mientras pasaba una mano sobre su


cabeza. Estaba tan malditamente aliviado que prácticamente podría
besar a su hermano.

—Bueno, lo siento por tu prometida...

—No lo sientas. Nunca la he amado. Apenas la toleraba.

—¿Entonces qué era? —La curiosidad le llenó—. Si sabías que


había estado tratando de follarme durante una década, ¿por qué te
mantuviste con ella? No podrías querer tanto su compañía.

—Trabajé bajo la falsa creencia de que podía manejarla. —Movió


su bebida alrededor—. Que podría ser capaz de mantenerla mejor
vigilada si me casaba con ella.

—Eso no tiene sentido.

Dev levantó un hombro.

—Había cosas que sabía. Cosas con las que no he sido


exactamente honesto contigo.

La comprensión apareció.

365
—Estás hablando de Christopher Fitzpatrick. Dijiste...

—Nunca le dije lo que había pasado con él —intercedió Dev—.


Ella lo sabía. Que fuera Emma quien se lo dijera o no, no lo sé.
Manteniéndola cerca así no ponía en peligro mi familia era primordial.

—Santa mierda. —Gabe estaba sorprendido y asombrado


mientras miraba fijamente a su hermano, viéndolo por lo que se sentía
como primera vez en años—. Estabas con ella para proteger...

—Estaba con ella porque elegí estarlo. Y elijo no estarlo más. Es


tan simple como eso.

Gabe sacudió la cabeza lentamente. Cuando era más joven, Dev


siempre.... siempre tomó la peor parte del castigo cuando los hermanos
se metían en problemas. Infiernos, a veces era como si se prestara
voluntario a ello. Siempre estaba con su padre, siempre, y a menudo
Gabe se preguntaba por qué, por qué el hombre no era amable con Dev,
pero no fue hasta que Gabe creció que se dio cuenta de porqué Dev se
quedaba voluntariamente al lado de Lawrence.

Mantenía lejos al hombre de prestar demasiada atención a Gabe,


a Lucian, a Madeline. Dev los había protegido entonces.

Y seguía haciéndolo.

Jesús.

Gabe se aclaró la garganta.

—¿Aunque se ha acabado realmente? ¿Crees que Sabrina se va a


tomar la ruptura moderadamente bien?

—Lo hará. —Miró el cristal—. Puedo ser realmente convincente.

Estudió a su hermano.

—A veces me asustas.

Una sonrisa rara y real apareció.

—A veces me asusto a mí mismo.

Las cejas de Gabe se elevaron.

—A propósito —dijo Dev, tomando un trago—. ¿Qué vas a hacer


acerca de Nikki?

El cambio de tema fue rápido.

366
—¿Qué quieres decir?

—Sabes lo que quiero decir. Has estado con ella.

Los ojos de Gabe se entrecerraron.

—Como te dije la última vez, no está para la discusión.

Levantó un hombro.

—Espero que hayas pensado acerca de las... complicaciones a


largo plazo de progresar hacia delante con Nikki. Es casi diez años más
joven, recién salida de la universidad, y trabaja para nuestra familia.

—He pensado en ello, Dev.

—Sé que he dicho esto antes, pero se presta a repetirse. ¿Qué


crees que pasará si los Rothchild deciden llevarte a las cortes por la
custodia? —preguntó—. Tú y tu novia de veintidós años. Estoy seguro
de que se verá ideal ante un juez.

—Puede que Nic sea diez años más joven, pero es responsable,
madura, y malditamente mucho más adulta que la mitad de nosotros —
dijo, y su pecho se apretó, porque lo que dijo era cierto y seguía
echando mierda sobre ella—. William es mi hijo. Quiero ver a cualquier
juez regular contra mí si llega el caso.

Dev pasó un dedo por el borde del vaso.

—Entonces tenemos que asegurarnos de que no llegue a eso.

Le disparó a Dev una mirada.

—Nic será... confiaré en ella con William. Sin preguntas. —En el


momento que las palabras dejaron su boca supo que había dicho la
verdad. Esa era una píldora amarga para tragar, considerando que la
realización llegaba un día tarde y mal.

La había herido de nuevo, pero esta vez sabía que las heridas de
sus palabras y la escasez del mismo cortaban más profundo que
cualquier cosa que pasó hace cuatro años.

—Debería haberme imaginado que eventualmente pondría sus


pequeñas garras en ti. —Una sonrisa débil y sin humor apareció en la
cara de Dev—. Si solo Lawrence estuviera vivo para verlo.

—No estoy seguro de qué decir a eso.

—Hubiera tenido muchas cosas que decir.

367
—Estoy seguro de ello.

—Excepto que no hubiera parado en solo pensar esas cosas —


continuó Dev—. ¿Por qué crees que no me gustaba que Nikki corriera
alrededor con esos malditos bañadores? No era por ti. —Un músculo
pulsó en su mandíbula—. Era por Padre.

Nada podría haberle aturdido más.

—¿Qué?

—¿Nunca notaste la manera en la que la miraba? —Su labio se


curvó en disgusto—. Yo lo hice. Lo vi.

Gabe parpadeó lentamente.

—¿De qué estás hablando?

No respondió por un largo tiempo.

—No le conocías, Gabe. No como yo lo hacía. Solo yo sabía de lo


que ese maldito bastardo era capaz. De lo que se libró.

Todo dentro de él se congeló mientras miraba fijamente a su


hermano. Sus entrañas se volvieron frías.

—¿Él...? —se cortó. No. Nic le hubiera mencionado algo,


especialmente después de hablarle de Emma.

Pero ese conocimiento no hizo nada para aliviarle, especialmente


considerando que nunca le dijo acerca de Parker en la casa de la
piscina, no hasta que preguntó.

—¿Qué hizo?

—Que no hizo sería una pregunta mejor. —Se bebió el resto de la


bebida, sus labios se volvieron más finos cuando enseñó los dientes—.
Nunca he estado más feliz que cuando supe que no era mi padre. Que
su maldita sangre no corría dentro de mí. —Su mirada fue a la deriva—.
Confía en mí, Gabe, tú y yo somos los afortunados.

Agarró los brazos de la silla. ¿Qué sabía Dev? Una pregunta


trepaba a la superficie. Una que no podía dejar de preguntar.

—¿Lo hiciste tú? ¿Lo mataste? —La mirada de Dev fue de nuevo
hacia Gabe. No respondió.

Pasó un largo momento, y entonces Gabe se inclinó hacia atrás


en la silla. Apretándose el puente de la nariz, maldijo en voz baja. La

368
verdad sea dicha, no quería que Dev respondiera a esa pregunta. Ni
siquiera estaba seguro de porqué había preguntado.

Gabe dejó caer su mano sobre el brazo de la silla.

—Sabes, Sabrina dijo algo más. Dijo que estaba haciendo mi


trabajo sucio de nuevo. No tengo ni idea de lo que quería decir, pero
sonaba como si hubiera hecho algo más antes.

La mirada de Dev se afiló.

—No creo...

La puerta de la oficina se abrió. Gabe miró sobre su hombro


mientras Lucian cargaba dentro. El hecho de que Lucian hiciera eso sin
llamar encendía las campanas de advertencia. Su cara pálida tampoco
ayudaba.

Los instintos de Dev debieron gritar lo mismo que los de Gabe,


porque se inclinó hacia delante y preguntó:

—¿Quiero siquiera saberlo?

Su hermano pequeño miró a Gabe, sacudiendo lentamente la


cabeza mientras apretaba su teléfono.

—Es Nikki.

El hielo inundó la piel de Gabe. Se estaba moviendo antes de


saberlo, alcanzando su bolsillo y sacando su teléfono. Vio una llamada
perdida, y su corazón se paró. No había sido Nic llamándole de nuevo.
Había sido de Troy. Su cabeza se volvió en la dirección de Lucian. Se
estaba poniendo en pie, pero no podía sentir el suelo bajo sus pies.

—¿Te importa elaborarlo? —preguntó Dev, sonando calmado,


demasiado calmado cuando se sentía como si habitación entera
estuviera desapareciendo bajo los pies de Gabe.

—Acabo de terminar la llamada con Troy. Dijo que Nikki ha sido


atacada en su apartamento...

Eso es todo lo que Gabe pudo escuchar, todo lo que necesitaba


escuchar en este momento.

—¿Está bien?

Lucian abrió la boca.

—No... No lo sé.

369
Su mundo entero se paró mientras una horrible sensación de déjà
vu le pasaba por encima, sacudiéndole directamente al núcleo. No hay
manera. No Nic. No podía perder...

Se cortó en seco, sin darle siquiera a ese horrible pensamiento la


oportunidad de respirar y tomar vida.

—¿Dónde está?

—En el Hospital Universitario —respondió Lucian.

Gabe se dirigió a la puerta.

—Espera. No lo has escuchado todo. —Lucian se volvió hacia


Dev—. Era Parker Harrington.

Nikki hizo una mueca cuando un joven doctor pasó la luz por su
ojo izquierdo.

—Siento eso. —Inclinó su cabeza y después se recostó, apagando


la luz—. Definitivamente ese ojo va a estar amoratado e hinchado, pero
no parece que haya daños serios en el ojo o en la cuenca.

Empezó a asentir, pero después sabiamente decidió no hacerlo


desde que sentía como si su cuerpo entero fuera un gigante moratón
pulsante.

—Deberíamos tener tus rayos x de vuelta pronto, pero creo que


van a confirmar lo que ya sabemos. Tienes una contusión a lo largo del
lado izquierdo de tu caja torácica, pero no creo que alguna de las
costillas esté rotas. Vas a estar adolorida, probablemente durante una
semana o dos, pero eres una joven mujer muy afortunada. —Era
afortunada.

Nikki lo sabía todo el camino por sus doloridos huesos. Parker


iba... Dios, iba a matarla. No solo eso, iba... Aspiró en una dolorosa
bocanada.

El doctor sonrió ligeramente.

—Queremos mantenerte unas cuantas horas, probablemente el


resto de la noche en el caso de que tengas una contusión. Tomaste uno
golpes bastante significativos en la cabeza.

370
Su mirada fue del hombro del doctor hacia la puerta. Su
estómago cayó. Un policía uniformado estaba allí. Troy había estado
aquí antes, pero no le había visto desde que fue llevada a los rayos x.

Mejor que no haya llamado a sus padres.

—Vamos a darte algo para el dolor en un momento —estaba


diciendo el doctor. Deseaba poder recordar su nombre—. Te va a
adormilar un poco, así que no te preocupes si sientes como si fueras a
dormirte, ¿bien?

—Bien. —Su voz sonaba ronca y cada vez que hablaba, dolía. Un
escalofriante recordatorio de cuán cerca había estado de quitarle la
vida.

Y ni siquiera quería pensar acerca del porqué, pero no podía


pararlo. Era todo en lo que podía pensar.

Parker la había amenazado, amenazado el trabajo de sus padres,


y le había advertido acerca de Sabrina, pero era Parker. La había
asustado el día que Gabe le había pegado, pero nunca, ni en un millón
de años pensó que algo como esto podía pasar.

Pero mientras se sentaba en el apartamento, esperando que


apareciera la policía, su cerebro encajó cosas, y a lo mejor estaba
equivocada, pero lo dudaba.

Su mirada volvió al policía. Con su rápidamente hinchado ojo


izquierdo no podía diferenciar sus características. Estaban borrosas.
Mientras miraba su espalda, pensó en... Sabrina.

Parker había venido tras ella por su hermana.

Nunca pensó que era capaz de algo así, pero Parker era el
hermano de Sabrina. Era. Paker... ya no era nada más.

Oh, Dios.

Su labio inferior tembló, y eso se sintió como la mierda, porque


estaba abierto y malditamente dolía. Estaba sorprendida de que no le
rompiera ninguno de los dientes.

—¿Estás segura de que no hay nadie a quien quieras que


llamemos por ti? —preguntó el doctor, captando su atención.

—He llamado a mi amiga. —Eso no era exactamente cierto, pero


planeaba llamar a Rosie cuando sea que se acercara el tiempo de que le
dieran de alta.

371
El doctor la miró un momento y luego asintió.

—Está bien entonces. Una enfermera vendrá en breve para


ponerte algunos medicamentos para el dolor.

—Gracias —dijo, y entonces le vio salir de la cortina de la


habitación.

Y entonces estaba sola con la excepción del policía. ¿Por qué


estaba aquí? Probablemente porque Troy no había creído ni por un
segundo que no tenía ni idea de porqué Parker quería hacerle daño.

Pero si le decía porqué, entonces tenía que explicar lo que vio y


eso, bueno, eso metería a los de Vincent en ello. Parte de ella no estaba
ni siquiera segura de porqué deseaba protegerlos. A lo mejor era algo
arraigado en ella por sus padres. De todas formas, no iba a decirle nada
a ningún policía.

Cerrando su ojo bueno, intentó ponerse cómoda en la cama, pero


cada vez que se movía, su cuerpo protestaba. La sábana era fina, y ella
estaba... tan malditamente fría.

Tomó aire entrecortadamente mientras las lágrimas se


arrastraban por la parte de atrás de su garganta.

Había matado a un hombre.

Y ella... no sabía cómo sentirse acerca de eso, porque, aunque


estaba feliz de estar viva, matar a alguien era...

Se sentía separada de todo esto. Como si estuviera por encima de


su propio cuerpo, atada por cuerdas finas y frágiles que podían
romperse en cualquier momento. No tenía ni idea de lo que sucedería
cuando se rompieran.

La enfermera entró y le preguntó a Nikki cómo se sentía mientras


administraba cualquier medicamento para el dolor. Lo sintió cuando
golpeó su sistema, llenando la parte posterior de su cráneo y
acumulándose en su boca.

Nikki cerró los ojos y esperó a lo que sea que le dieron para
quitarle el dolor, junto con el recuerdo de los ojos de Parker, abiertos de
par en par con sorpresa.

372
Capítulo 33
Traducido por AnamiletG

Gabe se dio cuenta de que Lucian lo estaba siguiendo mientras


caminaba por el pasillo del hospital, dirigiéndose a donde le habían
dicho que Nic estaba siendo retenida. Su corazón se alojó en algún
lugar cerca de su garganta, dobló la esquina y se encontró cara a cara
con Troy.

—Ahí estás —dijo Troy—. Tenemos que hablar.

—Puede esperar. —Esquivó a Troy.

—No. —Troy lo agarró del brazo, deteniéndolo—. No puede.

Gabe miró el brazo de Troy.

—Sabes que te respeto y te considero un hermano, pero si no me


dejas ir, las cosas se pondrán feas como la mierda.

Troy no lo soltó.

—Mira, sé que quieres ir a verla, y lo harás. Ella está justo al final


del pasillo, viviendo y respirando, pero tienes que darme un par de
minutos.

—Gabe. —Lucian estaba allí, colocando una mano en su hombro.

Sus ojos se encontraron con los de Lucian.

—Ella me llamó y no contesté.

—Pero ahora estás aquí y la verás. —Lucian apretó el hombro de


Gabe—. Dale a Troy un par de minutos.

Maldiciendo, se volvió hacia el detective.

—Que sea jodidamente rápido.

—Fue Parker Harrington —dijo, manteniendo su voz baja—.


Irrumpió en su apartamento...

—Lo sé —siseó Gabe.

373
—Pero lo que no sabemos es por qué lo haría. Sabes que no soy
fanático de Parker, ¿pero que le haya dado una paliza a una chica y esté
tratando de matarla? Eso parece fuera de lugar hasta para él.

Gabe no podía sentir el suelo de nuevo cuando a Troy se le


escaparon las palabras. Si no fuera por la mano de Lucian en su
hombro, habría hecho algo loco. Lo sabía.

—¿Dónde está Parker? —preguntó Gabe, pensando que sería


mejor que lo encerraran muy bien para mantenerlo alejado de ese
pedazo de mierda.

Troy miró a los hermanos y cuando habló, su voz era baja.

—Parker está muerto.

—¿Qué? —exclamó Lucian.

Todo en Gabe se tensó.

—Nikki se lo quitó de encima. Con un cincel —dijo Troy, y la


mente de Gabe quedó absolutamente en blanco, en blanco con la puta
rabia—. El maldito vigilante tuvo que quitarle el cincel de las manos
cuando llegó allí.

Troy miró hacia el pasillo.

—Ella apuñaló al hijo de puta justo en el pecho.

—Jesús. —Gabe se giró, encogiéndose de hombros de la mano de


Lucian mientras pasaba sus dedos por su cabello.

—Fue en defensa propia —dijo Lucian.

Troy ladeó la cabeza hacia un lado.

—Sabemos. Esa mierda es obvia, pero no sabemos por qué, y


Nikki no está hablando.

—¿Qué quieres decir con que no está hablando? —exigió Gabe.

—Está diciendo que no tiene idea de porqué Parker querría


lastimarla, y estoy pensando que eso es una tontería. —Troy lo miró de
frente—. Estoy dispuesto a apostar que no está contando toda la
historia, y la única razón por la que puedo entender que estaría
haciendo eso es porque tiene algo que ver con uno de ustedes. Y como
la hermana de Parker es la maldita prometida de Dev, no es un gran
salto de lógica.

374
Gabe se puso rígido. Jodida Sabrina. Se volvió hacia su hermano.
Sus miradas se encontraron, y supo en ese momento que Lucian estaba
en la misma onda.

Lucian se hizo a un lado.

—Necesito llamar a Dev.

—Oh, no, no lo hagas. —Troy se volvió hacia Lucian.

Terminado con esta conversación, ignoró a Troy gritando su


nombre mientras caminaba por el pasillo. Su habitación era fácil de
encontrar, debido al oficial de policía que estaba de guardia. La mirada
del hombre se movió sobre su hombro, y Troy debió haberle hecho una
señal, porque el oficial se hizo a un lado.

Entrar en la habitación del hospital era como moverse a través de


arenas movedizas. La sensación de haber estado aquí antes casi lo puso
de rodillas. No importaba que Troy hubiera dicho que estaba respirando
y que estaba viva.

Respirar y vivir no significaba una mierda.

Gabe lo sabía.

Respiró hondo, tiró de la cortina a un lado y luego la vio, bueno,


la vio de vuelta.

Nic estaba acurrucada de costado, de espaldas a la puerta. Solo


vio una bolsa de suero y pocos monitores. Eso fue bueno, considerando
todas las cosas.

Pero se veía tan pequeña en la cama, demasiado pequeña.

Gabe caminó alrededor de la estrecha cama, su mirada


desesperada por ver esos hermosos ojos marrones. Entonces realmente
la vio.

Su maldito corazón se rompió en ese momento.

Saber lo que Troy había dicho sobre lo que Parker le había hecho
no podría haberlo preparado para lo que vio. No parecía haber más de
unos pocos centímetros de su cara que no estuviera maltratada. Su
labio estaba rojo e hinchado. Brillantes moretones rojos se estaban
formando a lo largo de su mandíbula, volviéndose púrpura alrededor de
los bordes. Su jodido ojo izquierdo estaba hinchado, azul y púrpura.
Había rasguños en la mejilla que podía ver.

375
Sus rodillas se debilitaron.

Gabe deseó que Parker estuviera vivo por varias razones. Una de
ellas es que Nic no habría tenido que hacer algo así. Ella era demasiado
buena para llevar ese tipo de peso. ¿Pero la razón más egoísta? Quería
golpear a ese hijo de puta hasta la muerte, pagándole por cada
magulladura, cada segundo de dolor que ella sentía.

Se sentó en la silla vacía frente a ella, preguntándose dónde


demonios estaban sus padres.

Apoyando los codos sobre las rodillas, se pasó la mano por la


cara.

Maldita sea, ella no se merecía esto. Nadie lo hacía, pero ella


realmente no se merecía esto.

Sus ojos… Sus malditos ojos se sentían húmedos.

Debería haber visto venir esto. La mentalidad de que Sabrina y su


hermano eran molestias inofensivas se demostró falsa en el momento
en que se dio cuenta de lo mucho que Sabrina sabía de él. Debería
haber anticipado que uno de ellos iría tras Nikki. Ni Sabrina ni Parker
creyeron que Gabe sería el que se lo contaría a Dev. Él sabía esto, por lo
que debería haber estado allí para ella.

Dios.

Nic se estremeció, captando su atención. Gabe exhaló


pesadamente, mirando hacia abajo en la manta. Se había deslizado
hasta su cintura. Con cuidado, se inclinó y tiró de ésta hasta sus
hombros.

Ella se movió, haciendo una mueca. Su mirada parpadeó sobre


ella. ¿Qué más estaba mal con ella? ¿Qué es lo que no pudo ver? Un
estremecimiento se abrió camino a través de él.

Nic se movió de nuevo y luego un ojo se abrió. La conciencia se


deslizó sobre sus rasgos.

—¿Gabe?.

—Lo siento mucho. —Su voz era espesa—. Tan jodidamente lo


siento.

Su frente se frunció mientras trataba de sentarse.

—¿Qué…? —Ella contuvo el aliento.

376
Él la alcanzó, pero se quedó inmóvil, sin saber dónde tocarla que
no la lastimaría.

—¿Cómo puedo ayudarte?

Los labios de Nic se cerraron mientras se acomodaba sobre su


espalda.

—¿Qué estás haciendo aquí?

La pregunta lo sorprendió.

—¿Dónde más estaría?

Ella no respondió mientras miraba hacia otro lado. Su cuello.


Mierda, vio los moretones en su cuello, moretones que se parecían
muchísimo a dedos.

—Jesús —gruñó.

La mano de Nic se detuvo.

—¿Me veo tan mal?

Se dio cuenta de que estaba apretando los puños.

—Estás preciosa.

Una ronca y sofocada risa salió de ella.

—Yo creo que… estás teniendo problemas con tu visión.

—Estoy viendo muy bien. —Sus manos se abrieron y cerraron—.


¿Dónde están tus padres?

Su único ojo se cerró.

—No los he llamado todavía.

—Nic.

—No quiero que me vean así. Se asustarían… y mi mamá no


necesita esto ahora.

Gabe no podía creer que estuviera preocupada por molestar a sus


padres.

—Cariño, van a tener que verte en algún momento.

—Lo sé. —Tragó y luego hizo una mueca—. Pero no tienen que
verme en este momento.

377
—Me llamaste —dijo después de un momento, con voz áspera—.
No respondí. Estaba hablando...

—Está bien. No importa.

—Importa, Nic.

Nic se quedó callada por un momento.

—Te llamé después. No estaba pensando con claridad. Pensé que


Devlin… debía saber.

Ella no le había estado pidiendo ayuda, y Dios, eso lo cortó


profundamente. Cuando más lo necesitaba, había creado una situación
en la que no podía estar allí, donde ella ni siquiera pensaría en
acercarse a él.

Eso no era algo por lo que se perdonaría fácilmente.

Nic levantó una mano y le acarició el labio con cautela.

—Ay.

Una sonrisa irónica torció sus labios y se inclinó, agarrando


suavemente su muñeca y apartando su mano.

—No lo toques.

Su mirada se encontró con la suya y luego se alejó. Pasó un


momento y luego le soltó la muñeca. Dios, quiso cogerla en sus brazos y
nunca dejarla ir.

—¿Sabes si ellos han?... um, si ya han retirado el cuerpo? —


preguntó ella.

—No lo sé, pero puedo averiguarlo.

El labio de Nikki tembló.

—Había mucha sangre. Probablemente se arruinó...

—Me encargaré de eso. —Y lo haría. Nunca tendría que ver nada


de eso otra vez—. No quiero que te preocupes por eso. Me aseguraré de
que todo sea como era antes.

—Gracias —susurró ella.

—No necesitas darme las gracias. Debería haber…

—¿Deberías qué?

378
Estado allí. Él debería haber estado allí para protegerla. Debería
haber manejado las cosas de manera diferente con ella. Debería haberle
dicho acerca de William, y debería haberle dicho… debería haberse
dejado sentir lo que estaba sintiendo en lugar de ser un imbécil cerrado
que había estado aterrorizado de sentir lo que estaba empezando a
sentir por ella.

Debería haberse dejado amarla.

El resultado podría haber sido diferente. Fácilmente. En lugar de


ir a una habitación de hospital, sería una morgue y un funeral. Al igual
que con Emma, no habría tenido una tercera oportunidad para hacer
las cosas bien.

Y necesitaba hacer las cosas bien.

Era gracioso cómo en momentos como este te dabas cuenta de lo


que más importaba y que todo lo demás era el maldito ruido de fondo.

Nic rompió el silencio.

—Voy a… Voy a llamar a Rosie y me iré a casa con ella. No puedo


volver allí hasta que esté limpio.

—Vendrás a casa conmigo —dijo, frunciendo el ceño—. Y te


quedarás todo el tiempo que necesites.

—No lo creo… eso no es inteligente.

—¿Por qué diablos no?

Ella lo miró un momento y luego miró hacia otro lado. Necesitaba


decirle lo que había estado pensando y sintiendo, pero ahora no era el
momento.

Gabe tomó la mano de Nic. Sus nudillos estaban rojos,


hinchados. Había sangre seca bajo sus uñas, entre sus dedos. Ver todo
esto lo molestó, pero no se podía negar que su chica era una luchadora.

Su chica.

Esas dos palabras se sintieron tan bien como lo hicieron la


primera vez que las pensó, pero esta vez, se permitió darles la
bienvenida, sentirlas.

—¿Estás dispuesta a decirme lo que pasó? —preguntó después de


un momento.

379
—Ni siquiera sabía que era él al principio —dijo ella, con voz
suave—. Llevaba una máscara de esquí y vino hacia mí. Estaba
atrapada en el dormitorio y él… —Un estremecimiento rodó a través de
ella.

Cada músculo se puso rígido cuando él dobló ambas manos sobre


las de ella. Troy no había mencionado ningún tipo de... agresión sexual,
pero una nueva oleada de furia y horror se estaba acumulando en su
interior.

—¿Él qué, cariño?

—Creo que estaba intentando, ya sabes, violarme. —Tenía los ojos


cerrados, y gracias por eso, porque estaba seguro de que no podía
ocultar la furia asesina que estaba sintiendo—. Me defendí y supongo
que decidió no renunciar a eso e intentó… termínalo.

Él apretó suavemente su mano.

—¿Te dijo algo?

—Sí, lo hizo. —Su inhalación fue temblorosa—. Dijo algo que ni


siquiera sé cómo decirte.

—Puedes contarme cualquier cosa. —Le besó los nudillos y su


único ojo se abrió.

Pasó un largo momento.

—Él casi dijo que estaba allí debido a Sabrina. Ella es… ella está
peligrosamente obsesionada contigo. No sé por qué haría lo que ha
hecho por ella, pero Gabe, dijo…

Su estómago se agitó.

—¿Él dijo qué, Nic?

Nic dejó escapar un suspiro tembloroso.

—Dijo que quería jugar como lo había hecho antes, pero Sabrina
dijo que dos accidentes automovilísticos serían sospechosos. —Gabe se
quedó quieto.

—Creo que… Dios, creo que estaba hablando de Emma. Sé que


suena loco, pero obviamente están locos. No sé cómo Emma tuvo un
accidente automovilístico, pero Gabe, creo que eso es algo que debe ser
examinado.

380
Ni siquiera podía sentir la mano que sostenía. No vio a Nic ni
escuchó los pitidos constantes del monitor. Cuando respiró hondo,
captó ese desinfectante abrumador que olía a los hospitales ocultos.
Estaba allí, en la habitación con Nic, pero tampoco estaba.

¿Sabrina y Parker tuvieron algo que ver con el accidente de


Emma?

Era posible. Por lo que sabía del accidente, Emma parecía haber
perdido el control de su vehículo a menos de unos pocos kilómetros de
la casa de sus padres. Ella se había ido a recoger a William. Su coche
había golpeado un árbol. ¿Podría alguien —ese alguien siendo Parker—
haberla sacado de la carretera?

Era más que posible.

Hice su trabajo sucio de nuevo.

Sabrina prácticamente lo admitió ella misma.

Sentía que todo su ser cambiaba, pero sabía que no se había


movido, ni siquiera había parpadeado. La ira siempre presente resurgió,
y maldita sea, era como si su piel estuviera en llamas.

—Gabe —susurró Nic.

La escuchó, pero tampoco lo hizo. Estaba atrapado en lo que ella


había dicho. La muerte de Emma no había sido un accidente. Había
sido un asesinato, porque esa mujer estaba obsesionada con él. No
podía procesarlo, no podía pensar en eso.

—Lo siento —dijo Nic en voz baja—. Lo siento mucho.

Su cuerpo entero se sacudió ante su disculpa en voz baja y su


rostro magullado y maltratado volvió a enfocarse. Nic yacía en esa cama
de hospital. Emma no. Separaron a Emma de su hijo, pero no lograron
quitarle a Nic.

Levantando su mano a su boca una vez más, le besó la palma de


la mano y cerró los ojos. Había perdido un trozo de Emma la noche en
que había sido agredida y luego la había perdido la noche en que él
había tomado represalias. Se reunieron una vez en los últimos cinco
años, y eso le dio a su hijo, pero Gabe había aceptado hacía mucho
tiempo antes de enterarse de lo que le había pasado a Emma que todo
había terminado entre ellos. Por qué Sabrina la habría perseguido,
después de todo este tiempo, estaba más allá de su nivel de
comprensión.

381
—¿Estás bien? —preguntó ella.

¿Lo estaba? Maldición, no. La ira agravada por la impotencia era


un desastre peligroso, pero lo controló. Tenía que. Por ella. Una vez
más, su preocupación lo sacudió hasta el fondo. Ella no debería estar
preocupada por él en este momento.

—Estoy bien. —Sus ojos se abrieron—. Estoy bien, cariño.

Ella se quedó en silencio por un momento.

—No le dije nada a Troy ni a la policía sobre lo que… Sabrina o


Parker me habían dicho.

Él levantó la mano hacia su frente.

—Dev lo apreciará, pero no me importa un carajo si les dices. No


tenías que mentir para evitar un escándalo. Ni siquiera deberías
preocuparte por eso.

Ella se quedó en silencio por un momento.

—¿Qué va a pasar?

—No lo sé. —Lo que iba a suceder no sería bonito—. Hablé con
Dev hoy. Llegó a casa temprano. Se lo conté todo.

—¿De verdad?

—Sí. Lo está terminando con ella.

Una risa áspera separó sus labios.

—Así que si… ¿Sabrina consiguió que Parker me hiciera callar,


todo fue por nada? ¿O fue simplemente porque estaba molesta o fueron
celos?

Había subestimado a Sabrina. Podría haber sido solo por celos,


pero eso dejaba la pregunta de porqué Parker arriesgaría tanto por su
hermana.

—Eso… ni siquiera importaba —dijo ella—. Porque le dijiste a


Devlin de todos modos. Parker hizo todo eso por nada. Él murió…

—No me importa un carajo. Se merecía lo que tuvo. Solo desearía


que nunca tuvieras que encontrarte en esa situación. Que no tuvieras
que pelear... —Su maldita voz se quebró. No pudo terminar.

—¿Gabe?

382
Él negó con la cabeza, aun sosteniendo su mano.

—No deberías tener que lidiar con nada de esto.

—Está bien —dijo en voz baja—. Todo irá bien.

—¿Estás tratando de consolarme?

—No lo sé. ¿Supongo?

Gabe sacudió la cabeza con asombro.

—Eres… Sinceramente, no sé qué decir.

Ella intentó liberar su mano, pero él la sostuvo. No la dejaría ir


nunca.

—Creo que ya has dicho lo suficiente.

Se lo merecía.

Pasó un largo momento mientras levantaba la mirada de donde él


sostenía su mano.

—¿Por qué estás aquí?

—Necesitamos hablar. No ahora. —Bajó su boca, besando la parte


superior de su mano maltratada una vez más, silenciando sus
protestas—. Pero hablaremos más tarde.

383
Capítulo 34
Traducido por Mer

Gabe se quedó con Nic hasta que se quedó dormida, y le costó


muchísimo dejarla incluso en ese momento. Pero necesitaba hablar con
sus hermanos.

Los encontró en una de las habitaciones privadas al final del


pasillo, con Dev en el rincón de la pequeña habitación, con los brazos
cruzados sobre el pecho. Lucian estaba sentado en el sofá. A su lado
estaba Julia. Afortunadamente, Troy no estaba allí. Cerró la puerta
detrás de él cuando Julia se levantó.

—¿Ella está bien? —preguntó ella, la preocupación clara en su


mirada y en la forma de sus labios.

—Está muy maltratada, pero estará bien. —Al menos físicamente.


Su voz era ronca cuando habló de nuevo—. Está descansando en este
momento.

Lucian exhaló pesadamente mientras se recostaba en el incómodo


sofá.

—Jesús. —Arrastró sus manos por su rostro mientras Julia se


sentaba una vez más, tocando su brazo—. ¿Dónde están Livie y
Richard?

—No quiere que la vean así —explicó—. Y tenemos que respetarlo


—Su mirada encontró la de Dev—. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —murmuró y luego habló más fuerte—, ¿Hablaste


con ella sobre Parker?

Gabe no pudo sentarse cuando se detuvo en medio de la


habitación.

—Lo hice. Él fue tras ella por Sabrina, pero eso no es todo.

—¿No lo es? —Lucian bajó las manos y alcanzando, cogió las de


Julia.

—Ni siquiera jodidamente remoto —ladró.

384
La mirada de Dev se deslizó hacia el sofá.

—Tal vez Julia debería…

—No —Lucian lo interrumpió mientras miraba por encima del


hombro—. Julia es parte de esta familia, no solo de las partes buenas
sino también las partes jodidas. Ella se queda.

Dev cerró la boca y sabiamente la mantuvo cerrada.

Había una parte de Gabe que hubiera preferido que Julia no


escuchara esto, pero no tenía nada que ver con la confianza.

—Parker insinuó que él y Sabrina tuvieron algo que ver con el


accidente de Emma.

Lucian palideció, y parecía que no encontraba palabras, pero no


fue su reacción lo que sorprendió a Gabe. Fue la reacción de su
hermano mayor. Principalmente porque Dev nunca tuvo una reacción a
nada.

Pero lo hizo ahora.

La sangre se drenó de su rostro cuando dio un paso hacia


adelante y luego pareció recobrarse, desplegando sus brazos.

—¿Estás seguro? —preguntó con una voz que Gabe apenas


reconoció—. ¿Qué te dijeron?

Gabe repitió lo que Nic le dijo.

—Tiene sentido. Especialmente cuando tomas en consideración lo


que Sabrina me dijo ella misma.

—Dios mío —susurró Julia.

Dev sostuvo la mirada de Gabe por un momento y luego miró


hacia otro lado, sus labios apretados en una línea dura. Un músculo se
flexionó en su mandíbula.

—Tenemos que encontrar a Sabrina —dijo Gabe.

Su hermano le dio un breve asentimiento.

—Voy a visitar a Stefan primero y luego a la casa de los


Harrington. Nadie la va a proteger de nosotros.

Gabe inspiró profundamente.

—Ella responderá por esto.

385
—Hará más que eso.

—Necesitas tomar la cama, Nikki. En serio.

Rosie se detuvo frente a una vieja mesa de ajedrez que se había


convertido en una mesa de café.

El apartamento de su amiga contenía una extraña variedad de


cosas. Cortinas de cuentas separaban la sala de estar del dormitorio.
Carteles de lugares encantados en Nueva Orleans salpicaban las
paredes junto a pinturas que parecían pertenecer a un museo. Velas
con forma humana se alineaban en estanterías que estaban casi llenas
de relatos verdaderos de apariciones y, curiosamente, libros de cocina.

Había velas de aspecto normal frente a un televisor


sorprendentemente grande.

Nikki se sentó con cautela en el sofá.

—El sofá estará bien. —Tiró de la pulsera del hospital, suspirando


cuando la cosa no se movió. ¿Con qué sellaban estas cosas?
¿Pegamento Gorila?—. Gracias por acogerme.

—Si dices gracias una vez más, gritaré. —Rosie se sentó a su


lado, con la preocupación grabada en su rostro. Miró el móvil de Nikki—
. Realmente necesitas llamar a tus padres.

—Lo haré. —Suspiró, apartando un mechón de cabello de su


cara—. Tengo tiempo. Quiero decir, dudo que vayan a decir mi nombre
cuando esto llegue a las noticias.

—Cariño, ya ha llegado la noticia —le dijo Rosie—. Estuvo en


todas las noticias locales esta mañana. ¿Parker Harrington? Eso es un
gran tema.

Su estómago se retorció.

—Pero ellos no dijeron mi nombre, ¿verdad?

—No. Curiosamente, estaban especulando que era una situación


doméstica entre él y una mujer que estaba viendo.

—Dios. —Se recostó con la esperanza de que le quitara el peso de


las costillas—. Simplemente no quiero que mis padres se asusten.

—Van a enloquecer. No intento estresarte, pero su hija casi fue


asesinada y parece que fue cara a cara en una jaula.
386
Nikki se estremeció.

—Eso no ayuda.

—Sé que no, pero no es como si fueras a tomar una siesta y


levantarte como si no hubiera pasado nada. Tus padres se molestarán
cuando se den cuenta de que has esperado tanto tiempo para verlos.

Ella lo sabía.

—Los llamaré dentro de poco.

—Está bien.

Rosie se levantó, caminando hacia donde las cortinas estaban


dejando que la luz de la mañana entrase desde las puertas de vidrio del
balcón. El teléfono de Nikki sonó justo en ese momento. Desde donde
estaba sentada, vio quién era y Rosie lo adivinó.

—¿Es ese Gabe?

—Sí —susurró ella. Esa fue la tercera vez que Gabe había
llamado—. Le envié un mensaje de texto y le dije que venía aquí.

—¿Pero quería que fueras a casa con él? —Ella cerró las cortinas,
y la habitación se oscureció.

Cuando Gabe finalmente se había apartado de su lado en las


primeras horas de la mañana para hablar con sus hermanos, Nikki
había puesto en marcha su plan de escape. La suerte finalmente había
estado de su lado. Rosie respondió a su llamada y fue dada de alta del
hospital antes de que Gabe regresara.

—Lo hizo, pero esa no sería la decisión más inteligente. —Nikki se


pasó la mano por las rodillas, concentrándose en respirar
profundamente.

—Estoy seguro de que tomó todo eso en consideración cuando


hizo la oferta.

Nikki no pudo evitar pensar en cómo había sostenido su mano,


besándola. La forma en que sus ojos parecían húmedos y lo reacio a
dejarla a su lado. Él había dicho que necesitaban hablar, pero ella sabía
que todo lo que él estaba sintiendo o pensando estaba muy sesgado por
lo que acababa de suceder.

—No importa. —Cerró su único ojo bueno—. Solo quiero dormir.


¿De acuerdo?

387
—Está bien. Lo dejaré solo si metes tu trasero en mi cama y
duermes allí. —Cuando Nikki abrió la boca para protestar, Rosie
levantó una mano—. Ya estoy despierta y si duermes aquí, no vas a
tener ningún descanso. Tampoco soy una amiga de mierda. Te quedas
con la cama. Así que levántate y mete allí el trasero.

Una débil sonrisa tiró de sus labios.

—No eres una amiga de mierda. —Levantándose, ignoró la


punzada del dolor—. Me voy a la cama.

Y eso es lo que hizo. No solo eso, pudo cambiarse a un par de


pantalones cortos para dormir y una camiseta holgada que le quedaba
suficientemente bien para estar cómoda. En este punto, usaría
cualquier cosa para no estar en la ropa que llevaba.

No quería volver a ver las mallas o la camisa, y al parecer Rosie lo


sintió porque, mientras Nikki se ponía cómoda, se llevó la ropa del
dormitorio.

Le tomó un tiempo acomodarse, finalmente se dio por vencida y


se tendió boca arriba. La habitación estaba tan tranquila que se
preguntó si Rosie todavía estaba en el apartamento. Sin embargo, el
silencio le crispó los nervios, y cuando cerró los ojos, escuchó la
respiración entrecortada de Parker, lo sintió sobre ella y vio aquellos
espantosos ojos.

Nikki apretó los labios, ignorando el dolor que le causaba. La


emoción se arrastró por su garganta. Las lágrimas quemaron en el
fondo de sus ojos. No quería llorar. Además del hecho de que iba a
arder su ojo hinchado, temía que si comenzaba no se detendría. No
pronto al menos. Habían pasado demasiadas cosas. Demasiado y no
sabía cómo iba a lidiar con ello.

Con cualquiera de esto.

—¿Estás seguro de que su amiga vive aquí? —preguntó Dev


mientras subían las escaleras de metal hasta un apartamento del
segundo piso sobre lo que parecía ser una tienda de vudú—. ¿O una
sacerdotisa lista para resucitar a los muertos?

Gabe ignoró el comentario.

—No tenías que venir.

388
—Sí, tenía que hacerlo. —Dev se ajustó los lentes de sol negros
que llevaba puestos—. Nikki se lastimó por mi relación con Sabrina.

La responsabilidad cayó sobre ambos. Gabe debería haber dicho


algo sobre Sabrina antes, y Dev debería haber terminado esa mierda
con ella hace años.

Nada de eso importaba ahora.

Gabe se detuvo frente a la puerta que tenía lo que parecía ser una
especie de cruz celta de madera colgando de ella. La artesanía le llamó
la atención, pero estaba siendo raro de cojones, así que lo que sea.

Esperaba que este fuera el lugar correcto. Le había llevado algo de


investigación, había requerido llamar a Bev, porque sabía que Nic era
amiga de su hija. Fue Bree quien le dijo dónde vivía Rosie.

Llamó a la puerta mientras Dev se reunía con él en el rellano. Un


segundo después, la puerta se abrió. Premio. Tenía que ser Rosie ya que
encajaba con la descripción que Bree le había dado. Se asomó, su
cabello recogido hacia atrás con un pañuelo púrpura con... ¿cráneos
por todas partes?

Sip, eran cráneos.

—Supuse que encontrarías el camino hasta aquí. —Ella miró por


encima de su hombro y frunció el ceño—. Estoy sorprendida de ver a
ese aquí.

Dev dio un paso hacia un lado.

—¿Perdona?

La mujer lo ignoró.

—¿Estás aquí por Nikki?

—Sí. ¿Me vas a dejar entrar?

Ella bloqueó la puerta.

—Depende. ¿Finalmente vas a portarte como es debido con mi


amiga?

—¿Quién es esta mujer? —exigió Dev.

—Nombre: Nadie. Apellido: De Tu Incumbencia —dijo


bruscamente, sin dejar de mirar a Gabe.

389
A pesar de todo, Gabe estaba luchando contra la risa.

—Voy a intentarlo.

—Intentarlo no es lo suficientemente bueno, colega. Ya no —


replicó Rosie, sorprendiendo a Gabe—. Tus intentos son como los míos
tratando de no comer la última magdalena de la nevera. No tienen
mucho éxito.

—De acuerdo. Voy a hacer lo correcto por ella. Por eso estoy aquí
—dijo Gabe de nuevo—. ¿Me vas a dejar entrar?

Ella pareció pensarlo y luego dio un paso atrás, abriendo la


puerta.

—Ella está en el dormitorio. —Gabe entró—. Gracias.

—No me hagas arrepentirme de esto —dijo en voz baja—. Porque


no te gustará si me arrepiento.

Él sonrió entonces, incapaz de evitarlo.

—No lo haré.

—Bien.

Gabe dio un paso alrededor de la mujer un tanto aterradora


cuando escuchó a Dev preguntar:

—¿Es esa realmente una cortina de cuentas?

—¿Tienes algún problema con eso? —disparó de vuelta—. ¿No


están a tu gusto o clase?

—Estoy bastante seguro de que la mayoría de las personas


mayores de doce años las encuentran ordinarias.

—Compórtate —le dijo a Dev, dejándolo en la habitación con la


amiga de Nikki.

Apartó las cuentas y entró en el cuarto oscuro. Le tomó un


momento ajustar sus ojos, pero la encontró acostada en el centro de la
cama.

Cuando regresó a la habitación del hospital y vio que ella se había


ido, se quedó atrapado entre querer maldecir y reír. Si ella estaba
haciendo un esfuerzo para hacer exactamente lo contrario de lo que él
quería, entonces eso era una buena señal.

390
Caminando hacia la cama, se sentó. Incluso en la oscuridad de la
habitación, podía ver que los moretones se veían peor que antes. Su
mandíbula se apretó mientras alargaba la mano, atrapando
cuidadosamente un mechón de su cabello. Lo apartó de su cara.

—Nikki —dijo.

Sus cejas se juntaron y luego su ojo derecho se abrió. Se enfocó


en él, y él vio que el sueño se despejaba de su rostro.

—Buenos días. —Él sonrió.

Ella lo miró por un momento.

—¿Dónde está Rosie?

—En la sala de estar.

—¿Cómo… me has encontrado?

—Llevó un poco de investigación —respondió—. ¿No pensaste que


vendría a buscarte cuando viera que te fuiste? ¿Cuándo no contestabas
a mis llamadas?

—Pensé... —Miró hacia otro lado—. Pensé que me darías algo de


espacio.

—Eso no es lo que necesitas en este momento.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque lo sé —respondió él, y vio sus hombros tensos—. A


veces, dar espacio no siempre es lo correcto. Y lo que necesitas ahora es
que yo esté allí para ti. Estoy aquí.

—No soy Emma.

—Lo sé.

Ella exhaló pesadamente.

—Sé que te sientes culpable y probablemente estás pensando en


todas estas cosas, pero ninguna de ellas es real, ¿sabes? Nada de eso
estará allí dentro de una semana o un mes, así que, ¿podemos no hacer
esto?

—Como dije antes, necesitamos hablar y en este momento no es


un buen momento para eso, pero te diré esto. No tienes ni idea de lo
que estoy pensando o si es real —dijo él, colocando su mano en el otro

391
lado de sus piernas—. Todo lo que sé es que lo jodí contigo. Debería
haberte contado acerca de William, y estoy seguro como el infierno de
que no debí haberte dicho las cosas que dije. Sé jodidamente bien que
estarías increíble con él. Lo aceptarías. Él te aceptaría. He pasado los
últimos dos días lamentándome al máximo, preguntándome si podría
arreglar esto, preguntándome incluso si lo merecía. ¿Pero verte en esa
cama de hospital, viéndote ahora? Sabiendo que podías haber muerto, y
aquí estoy, una vez más, esperando una tercera y cuarta oportunidad
de aparecer sin que yo trabaje para ellos mientras prestaba atención a
mierdas estúpidas. Me di cuenta de que nada de eso importaba cuando
se trataba de ti y de mí. Nada de eso.

Nikki no se movió. Se preguntó si estaba respirando siquiera.

—Estoy aquí porque no hay otro lugar donde debería estar. Estoy
aquí porque me necesitas —dijo él, besando la parte superior de su
cabeza—. Y estoy aquí porque me di cuenta de algo antes de que te
lastimaran.

—¿Qué? —susurró.

—Eso es algo que discutiremos más tarde, ¿de acuerdo? En este


momento, solo quiero llevarte a casa y abrazarte para que sepas sin
lugar a dudas de que estás bien, de que vas a estar bien. —Ella no
respondió y luego su rostro se arrugó.

—Oh, Dios.

—Cariño. —Él se movió más cerca, alcanzándola.

Ella intentó sentarse mientras se pasaba las manos sobre la cara.


Todo sobre la forma en que se movía, la forma en que trataba de ocultar
sus lágrimas, lo masacraba.

Gabe reaccionó. Se subió directamente a la cama con ella,


levantándola en sus brazos tan cuidadosamente como pudo sin
lastimarla. Pero entonces, por la forma en que sus hombros temblaban
con sollozos, dudaba que pudiera sentirlo.

Pero él estaba allí.

Envolvió sus brazos alrededor de ella, sosteniéndola mientras


presionaba contra su pecho, sus dedos abriéndose y cerrándose
alrededor de nada más que aire. La sostuvo, tratando de calmarla con
palabras que no tenían mucho sentido. Luego sólo la abrazó, dejándola
sacar todo, porque eso era lo mejor para ella. Tenía que serlo.

392
En algún momento, se dio cuenta de que Rosie los estaba
revisando, pero ella no dijo nada y se fue, dejándolos solos.

No supo cuánto tiempo pasó antes de que los sollozos


disminuyeran y los sonidos crudos terminaran. Se sorbió la nariz
mientras retrocedía, dejando un poco de espacio entre ellos.

—Lo siento. —Su voz sonaba peor que antes—. No quise llorar
sobre ti.

—Está bien. —Mantuvo sus brazos alrededor de ella, su agarre


suelto—. Soy un buen pañuelo.

Su risa era temblorosa.

—Es solo… me ha golpeado todo a la vez.

—Es comprensible.

Ella cuidadosamente se secó los ojos.

—De verdad... ¿De verdad quieres que regrese a tu casa?

—Sí, y probablemente deberíamos irnos pronto, si estás


preparada para ello —dijo Gabe, y se permitió sonreír en ese momento—
. Dev está en la otra habitación con tu amiga.

—¿Qué? —Parecía atónita—. ¿Dejaste a Rosie con él?

Él se aguantó una sonrisa.

—No creo que debas preocuparte por tu amiga. Estoy más


preocupado por Dev.

Ella se inclinó, mirando hacia las cortinas de cuentas.

—Eso no es bueno.

—Probablemente no —acordó—. Ven a casa conmigo, Nikki.


Déjame estar ahí para ti. Déjame empezar a arreglar esto.

La mirada de Nikki se desvió hacia él, y por un momento temió


que ella dijera que no, y entonces iba a tener que rogar. También estaba
preparado para cogerla y sacarla de allí.

—Está bien —dijo ella, liberándose de su agarre—, de acuerdo.

393
Capítulo 35
Traducido por Gerald & Rimed

Gabe observó a Richard salir hacia la sala de estar, dejando a su


hija dentro de su dormitorio con su mamá. Ese hombre lucía como si
hubiera envejecido una década entre el momento en que entró en la
habitación y ahora. Gabe se sentía de esa manera. Las últimas
veinticuatro horas no habían sido fáciles.

Había traído a Nic aquí y no peleó contra él cuando la llevó


directamente hacia su apartamento. Se había quedado dormida
después de lograr comerse la mitad de un tazón de sopa, pero no había
dormido durante demasiado tiempo.

Las pesadillas la invadían y no había nada que Gabe pudiera


hacer, salvo abrazarla mientras ocurrían, recordándole que no estaba
de regreso en ese apartamento y recordándose a sí mismo que todavía
estaba bastante viva.

Esta mañana finalmente había estado lista para llamar a sus


padres. Tenía que hacerlo, porque Richard iba a asistir al trabajo
mañana. La visita no había sido fácil.

Odiaba ver llorar a Livie.

También odiaba ver lo mucho que eso afectaba a Nic.

—¿Te gustaría algo de beber? —preguntó.

—Sí. —Richard aclaró su garganta, todavía mirando hacia la


puerta cerrada—. Una bebida estaría bien.

—Estará bien. —Gabe caminó hacia el pequeño bar cerca de la


pequeña cocina-comedor—. Es fuerte. Al igual que Livie.

El hombre mayor asintió. Varios minutos pasaron.

—¿Y qué sucederá con Sabrina?

Sabrina, sin ser sorprendente, actualmente estaba desaparecida y


no por causa de ellos.

—Dev tiene a personas buscándola. Será manejado.

394
—¿En la forma típica de un de Vincent?

Gabe sirvió dos whisky escocés. Richard había trabajado para su


familia durante un largo tiempo.

—¿Realmente quieres saber la respuesta de eso?

—Es mi única hija —dijo Richard, mirando a Gabe—. Mi Nicolette


es una chica buena. Tiene un buen corazón. Un día va a mejorar la vida
de otras personas. Quiero que esa mujer pague por lo que le sucedió a
mi chica.

Gabe inclinó su cabeza mientras le entregaba la bebida a Richard.

—Queremos las mismas cosas.

El hombre mayor tomó su bebida y se bebió ma mitad de un solo


trago. Colocó el vaso sobre la barra.

—He cuidado de ti desde que estabas en pañales y conozco


mucho sobre tu familia, mucho sobre ti.

—Es correcto.

—Siempre te he respetado, pensado en ti y en tus hermanos como


hijos míos. —Colocó sus manos en la barra mientras su mirada firme
estaba fija en la de Gabe—. Siempre han tenido sus razones para hacer
lo que sé necesita. Entiendo eso e incluso, cuando los tres han hecho
cosas que van contar todo en lo que creo, aun así, me preocupo por
ustedes como si fueran míos.

Los hombros de Gabe se tensaron. Richard sabía mucho. Había


visto mucho. Incluso más que Livie.

—Y sé que nos respetan a mí y a mi esposa, así que espero


respuestas directas a este pregunta —continuó—. Tienes a mi hija en tu
dormitorio, en tu cama y sé que han estado pasando mucho tiempo
juntos. O como antes. Quiero saber cuáles son tus intenciones.

Gabe no vaciló y no mintió.

—La amo.

La mandíbula del hombre mayor se tensó.

—Acabas de enterarte de que la mujer que amaste durante los


últimos diez años o más había muerto y escondido a un hijo de ti...

395
—Sé a lo que estás llegando. Entiendo por qué pensarías acerca
de Emma, pero lo que siento por Nic no tiene nada que ver con Emma.
Siempre habrá una parte de mí que la ame. —Tomó una profunda
respiración—. Pero la parte que ama a Nic es más grande.

La sorpresa pasó por el rostro de Richard y entonces levantó el


vaso, terminándose el whisky.

—Eres diez años mayor que ella.

—No se siente de esa manera. Tal vez algún día lo haga, cuando
tenga tu edad, pero no ahora. Y corrígeme si me equivoco, pero ¿no eres
ocho años mayor que Livie?

—Cuando decidimos estar juntos, las cosas eran diferentes.

—Cuando decidieron estar juntos, ella tenía apenas dieciocho,


¿cierto?

—Como dije, las cosas eran...

—Se amaban el uno al otro —corrigió Gabe—. Eso es todo lo que


importaba. Y ahora mira a ustedes dos, ¿casados durante cuánto
tiempo?

Richard arqueó una ceja.

—¿Y qué hay sobre William?

—La llevaré a conocerlo, cuando esté lista y seguiremos a partir


de ahí —explicó—. Mira, no tengo todo resuelto. Todavía no le he dicho
a Nic cómo me siento, pero te lo digo a ti. La amo. Estoy enamorado de
ella, así que todo lo que puedo decirte es que lo resolveremos todo.

—¿No le has dicho a mi hija que la amas?

—Todavía no. —Miró hacia la puerta cerrada—. Mi elección del


momento no ha sido la correcta.

—No hay tiempo equivocado para decirle a alguien que lo amas.

Gabe sintió a su corazón atorarse en su garganta mientras


miraba al hombre que consideraba más como un padre que como un
mayordomo. Sabía que cuando los padres de ella vinieran a verla, iba a
tener esta conversación con su padre. El hombre no iba a no cuestionar
por qué Nic estaba en su cama. La cosa era que no estaba seguro de
cómo Richard tomaría las noticias.

396
De hecho se preparó para pararse ahí y dejar que Richard le diera
un puñetazo, si el padre de Nic sentía que necesitaba hacer eso.

—¿Qué estás diciendo? —Se escuchó preguntar.

—Lo que estoy diciendo es que supongo que mi niña podría


hacerlo peor que un de Vincent enamorándose de ella.

Una sonrisa lenta jaló de sus labios.

—¿Piensas que Livie se sentirá de la misma manera, con lo de la


maldición y todo eso?

—No eres el hermano que me preocupa en lo que respecta a la


maldición —respondió Richard—. Eres el hermano por quien menos me
preocupo.

Nikki estaba sentada en el porche que miraba hacia la piscina.


Una manta suave y delgada estaba extendida sobre sus piernas,
manteniendo a raya la fría brisa que recorría el terreno y levantaba los
mechones de cabello fuera de su cuello.

Junto a ella estaba un vaso de té dulce y un libro intacto que


Julia le había prestado. Nikki no quería nada más que perderse en una
buena lectura, pero los últimos pocos días consumían sus
pensamientos.

Ver a sus padres reaccionar ante cómo lucía era algo que iba a
permanecer con ella durante un largo tiempo. Demonios, no que fuera a
olvidar el ataque en algún momento próximo, pero por alguna razón, ver
a su padre casi derrumbarse cuando la vio, la destruía por completo.

Sus padres eran las personas más fuertes que conocía.

Nikki estuvo contenta de verlos. No fue hasta que su mamá


envolvió sus brazos alrededor de ella que se dio cuenta de cuánto había
necesitado a su mamá en ese momento. Nada te hacía sentir como que
todo iba a estar bien, como lo hacía un abrazo de tu mamá.

Lo que no la hizo sentir cómo que todo estaría bien fue su mamá
preguntándole por qué estaba en la cama de Gabe. Eso había sido
incómodo por decir lo menos, porque no estuvo segura de cómo
responder. Ni siquiera estaba segura de lo que estaba sucediendo entre
ellos.

397
Gabe había trabajado con el casero y su apartamento
actualmente estaba siendo restaurado. No era simplemente un rápido
trabajo de limpieza. Los pisos interiores habían sido levantados porque
la sangre había...

Nikki se estiró para alcanzar su vaso de té. Sus manos


temblaban, ocasionando que el hielo se tambaleara mientras tomaba la
bebida.

En otras palabras, iba a pasar un par de días antes de que


pudiera regresar a su apartamento.

Gabe, junto con Rosie, había tomado ropa para ella que le duraría
varios días.

Le hubiera encantado haber sido una mosca en la pared para


hacer ese viaje.

Poniendo el té a un costado, jaló la manta para subirla hasta sus


hombros y cerró sus ojos. La hinchazón había comenzado a disminuir
en su ojo izquierdo, así que estaba comenzando a funcionar como un
ojo normal, gracias a Dios. Su costilla todavía dolía, generalmente al
levantarse o acostarse, pero estaba mejorando.

La vida estaba siguiendo su curso a pesar de que nadie tenía ni


idea de dónde estaba Sabrina y no era porque los hermanos la hubieran
ayudado a desaparecer en esa manera espeluznante donde realmente sí
sabían dónde estaba.

Sabría se había fugado.

Eso significaba que todavía estaba ahí afuera y eso era terrorífico.
La mujer no había trabajado con todas las herramientas apropiadas en
el cobertizo. Y eso hizo pensar a Nikki en la rumoreada maldición de los
de Vincent. Mujeres morían, desaparecían o perdían la cabeza.

Cuando pensaba en Sabrina, en la hermana de los de Vincent y


en su madre, realmente la hacía comenzar a preguntar si había algo de
verdad detrás de ello.

O si realmente solo había tenido mega mala suerte.

Nikki probablemente debería estar preocupada dado que era un


mujer viviendo temporalmente en la casa de Vincent, pero también lo
hacía Julia. Aunque por otro lado, Julia casi había sido asesinada por
Daniel.

398
Y Nikki casi fue asesinada por Parker.

Tal vez debería estar preocupada.

Todavía se la pasaba mal al pensar en lo que Sabrina y Parker


habían sido capaces. El hecho de que la habían seguido, habían
seguido a Gabe todo este tiempo, la dejó más que solo un poco alterada.
Ya no dudaba, ni por un segundo que Sabrina hubiera sido responsable
de su caída por las escaleras o de la ventana rota. Lo último
probablemente había sido Parker y todas esas veces que había sentido
como si estuviera siendo observada, en la mayoría probablemente había
tenido razón. No tenía idea de lo que pensaban conseguir con todo lo
del romper la ventana del auto, pero tal vez solo querían asustarla o tal
vez solo había sido una rabieta celosa. No lo sabía.

Lo que le habían hecho, intentado hacerle, había sido horrible,


pero lo que le habían hecho a Emma y a su hijo había sido un millón de
veces peor.

Nikki simplemente no podía entender cómo alguien podía ser tan


malvado, cómo lo que sea que Sabrina había sentido por Gabe se había
convertido en algo tan oscuro y feo.

Muy probablemente era algo que nunca entendería.

Abriendo sus ojos ante el sonido de pasos que se acercaban, no se


sorprendió cuando vio a Gabe rodear la esquina del porche.

Descalzo.

—Hola —dijo él, acercándose, pero deteniéndose a poco menos de


medio metro de ella—. ¿Necesitas una recarga?

—No, pero gracias.

Gabe había estado sirviéndole desde que había estado confinada


en sus habitaciones.

A decir verdad, como que lo había disfrutado. ¿Quién no lo haría?

—Se está poniendo fresco aquí afuera —dijo él, mirando por
encima de la barandilla. La brisa atrapó los mechones sueltos de su
cabello, lanzándolos por su rostro—. ¿Quieres ir adentro? —Eso no es lo
que Nikki quería hacer.

Estaba lista para esa charla que había prometido, más que lista,
porque tenía que saber en dónde estaban parados. Durante el último
par de días, Gabe había actuado como el novio complaciente,

399
preocupándose por ella, durmiendo junto a ella y despertando al mismo
tiempo que ella si tenía una pesadilla. Había sido perfecto.

Pero no se habían besado. No había habido toqueteo del tipo


travieso y divertido. No había habido charlas profundas. Estaban en un
patrón suspendido.

Nikki ya le había perdido su corazón con Gabe. Dos veces para


este punto. Necesitaba saber si iba a haber una tercera vez, porque
Nikki había terminado de perseguir a Gabe.

—Lo que quiero para nosotros es que hablemos —dijo ella,


observándolo—. Dijiste que lo haríamos, y creo que es tiempo de que lo
hagamos.

Gabe estaba tan quieto por un momento que una semilla de


terror comenzó a echar raíces en el pecho de ella.

—Sí, es tiempo de tener esa conversación.

Ella tomó un respiro profundo.

—Entonces habla.

—He estado reproduciendo esta conversación una y otra vez en


mi cabeza, queriendo que sea perfecta, ¿sabes? Porque creo que te
mereces eso. —Se apoyó atrás en la barandilla, sus manos cruzadas
sobre la enredadera—. Así que mentalmente conté todas las veces que
la jodí, comenzando por esa mañana donde desperté y te llamé por el
nombre equivocado.

Nada solía lastimar más a Nikki que recordar ese momento, pero
en las últimas semanas, se había dado cuenta que eso era tan solo una
de las cosas en su radar que podría enviarla de cabeza a años de
terapia intensiva.

—Y descubrí que mi lista era bastante larga —dijo él, con tono
irónico y auto-reproche—. Tanto que no sé siquiera cómo hemos llegado
hasta este punto.

Ella se preguntaba lo mismo y usualmente dejaba de pensar en


eso cuando lo hacía ya que la hacía preguntarse si estaba siendo un
tapete de entrada a su corazón.

—Pero la cosa más imperdonable que hice fue no decirte sobre


William y cómo te respondí cuando me preguntaste sobre él. Me

400
tomaste desprevenido. Mis defensas subieron. Eso no es excusa —dijo
él—. No debí reaccionar como lo hice.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Cuál fue la verdadera razón si no


fue porque no creías que fuera mi asunto?

Él desvió la mirada, su pecho elevándose con una honda


respiración.

—¿Honestamente? Estaba avergonzado. No es como que tenga un


hijo. Dios no. Pero tengo un hijo que está siendo criado por sus abuelos.
Tengo un hijo del que no supe por cinco años. Un hijo que aún no estoy
criando y quien vive a unas pocas horas de mí. No es algo fácil de
compartir.

—Entiendo esto. Realmente lo hago, pero no sabías que él existía


hasta que sus abuelos te llamaron. No te puedes culpar por no estar allí
para él.

—¿En serio estás defendiéndome ahora? —Sonaba sorprendido.

—Aun creo que eres un idiota por cómo me trataste —dijo ella,
seriamente—. Pero te lo digo como es. Ella alejó a William de ti, por
alguna razón. Eso no es culpa tuya.

—Pero no estoy con él ahora.

—Porque les estás dando tiempo a sus abuelos para lidiar con
ello. Mira, no digo que estés manejando esto perfectamente, pero estás
haciendo lo mejor que puedes en una situación de mierda.

Él estuvo callado por un largo tiempo.

—Sabes, jamás sabré porque ella no me dijo de él. ¿Qué es lo que


es tan jodido sobre mí que no quería que supiera que tenía un hijo?

—No te hagas eso a ti mismo. —Ella se movió hacia adelante,


ignorando el dolor en sus costillas—. No eres perfecto y tu familia es un
poco extraña, pero cualquiera que sea la razón para mantenerlo en
secreto de ti es sobre ella, no de ti.

Cuando Gabe no continuó, ella siguió presionando.

—Te conozco desde que era una niña. Te conozco, Gabe. No hay
nada que me haga pensar que serías un mal padre. De que haya alguna
razón por la cual no te querría en la vida de un niño.

—¿Incluso si superas que ayudé a matar a alguien?

401
A ella se le hizo un nudo en el estómago.

—Ya lo sabía.

—¿Qué? —Él palideció.

—Sabrina me lo dijo cuando me contó sobre William.


Simplemente no había tenido la oportunidad de mencionarlo y pensé,
bueno…

—¿Bueno qué?

Ella exhaló con fuerza.

—Sé lo que le pasó a Emma. Tal vez me haga una mala persona,
pero él obtuvo su merecido. Quiero decir, ¿se supone que deba sentirme
mal por alguien que hizo eso?

Él no dijo nada.

—Y yo… —Inhaló profundamente—. Yo maté a Parker.

—Eso es diferente. Te estabas defendiendo.

—Y tú estabas defendiendo a la mujer que amabas.

—No es lo mismo.

Ella encontró su mirada.

—Si ella decidió mantenerte fuera de la vida de William por lo que


pasó con su atacante, entonces esa es su decisión. No puedo culparla
por ella. Solo puedo decir lo que haría si fuera yo.

Una intensidad llenó su mirada.

—¿Y qué habrías hecho tú?

—Me hubiera gustado ayudarte.

Él dejó escapar una risa ahogada.

—Lo harías.

—Lo haría —insistió ella—. Odio el hecho de que yo… de que


maté a alguien, pero lo hice para sobrevivir, y si no lo hubiera hecho, no
estaría aquí. Sé que lo que pasó con ese sujeto no es lo mismo, pero tan
seguro como el infierno a que te da una nueva perspectiva de las cosas.

402
Gabe asintió lentamente mientras ella lo miraba. Ella entendió,
porqué él le había ocultado un secreto tan grande. Aún no le gustaba.
¿Podría perdonarlo?

¿Valía la pena perdonarlo?

En su corazón, ya sabía la respuesta a esa pregunta.

Un lado de los labios de Gabe se levantó.

—Sabes, me imaginé esta conversación ocurriendo bajo distintas


circunstancias. Tal vez en una cena a la luz de las velas o luego de
follarnos sin sentido.

Su estómago se contrajo agradablemente ante esa última parte.

Él se alejó de la barandilla.

—Pero un hombre sabio que conoces bastante bien me dijo que


no hay un mal momento para decirle a alguien que lo amas.

Nikki lo observó fijamente, insegura de si lo había oído


correctamente.

—¿Qué? —susurró.

La sonrisa de él se volvió tímida, casi infantil.

—Te amo, Nic.

—¿Desde cuándo? —soltó ella.

Él se rio, larga y profundamente.

—No lo sé. Creo que puede ser desde que me dijiste que limpiara
mis propias habitaciones.

—Ella retrocedió.

—¿Allí es cuándo?

—Bueno, sí, eso y quizás fue la primera vez que te viniste


mientras decías mi nombre.

—Tal vez deberías dejar de dar ejemplos.

Riendo, él cruzó el espacio entre ellos, acunando gentilmente sus


mejillas.

—No sé el momento exacto, pero sé que ocurrió. Quizás fue todo a


la vez. Tal vez fue algo lento. No lo sé, pero lo que sé es que es real. Lo
403
que siento por ti no es solo lujuria, aunque siento un montón de eso, no
me malinterpretes. Es más profundo. Es más pesado. Me hace pensar
en cosas en las que nunca pensé que volvería a pensar.

El corazón de ella latía con fuerza en su pecho.

—¿Cómo qué?

Su mirada buscó la de ella.

—Como mudarnos juntos. Tal vez conseguir un pez de mascota y


luego ir a adoptar uno de esos perros con los que trabajas. Pequeños
pasos y luego unos más grandes. Como salir y encontrar el más grande
y odioso anillo que seguirá sin ser lo suficientemente grande para poner
en tu dedo. Como empezar una familia, una con William y tú, y tal vez
otro niño o dos.

Ella jadeó suavemente. No podía creer lo que estaba escuchando,


pero cada instinto le decía que él estaba siendo auténtico.

—Así que sí, te amo, Nic. —Él arrastró su pulgar por su labio, con
cuidado de no tocar la parte aún en recuperación—. Y si no me amas
más, voy a pasar lo que sea necesario para hacer que te enamores
nuevamente de mí. Y tengo un montón de tiempo en mis manos. Soy un
de Vincent. Obtengo lo que…

—Te amo, idiota —dijo ella, riendo mientras estúpidas lágrimas


llenaban sus ojos—. Quiero decir, si no lo hiciera no seguiría aquí. Yo
no…

Los labios de Gabe encontraron los suyos, y el beso fue suave,


dulce y cuidadoso. El tipo de beso con el que soñaba cuando era más
joven, porque era un beso de un hombre enamorado. Podía notar la
diferencia.

Sonaba loco, pero era cierto.

Ella sujetó los brazos de él, parpadeando para contener las


lágrimas mientras él levantaba su boca de la de ella. Cuando era más
joven, había soñado con este momento, incluso tal vez había rezado por
él una o dos veces, y la realidad era mucho más hermosa y cruda que
para lo que podría haberse preparado. La emoción de arremolinaba
dentro de ella, desordenada, brillante y consumidora.

Su voz tembló mientras decía.

—Te amo, Gabe.

404
—Nunca me cansaré de oírte decir eso. Nunca.

Entonces Gabe colocó un brazo bajo sus piernas y lo siguiente


que ella supo es que la estaba cargando en sus brazos, con frazada y
todo. La acunó contra su pecho y la cargó hacia adentro.

—Y voy a pasar las siguientes horas probándotelo.

405
Capítulo 36
Traducido por Mary Rhysand

Nikki nunca había estado más agradecida de lo que estaba en ese


momento que Gabe pasó la noche en su apartamento. No tenía nada
que ver con lo sucedido en ese lugar hace un mes. A pesar que Gabe se
había quedado con ella varias noches después que regresó a su
apartamento. Había estado con ella por lo que pasaba a ser su primera
noche en este lugar.

Si no lo amaba entonces, se hubiera enamorado esa noche,


cuando no podía ponerse cómoda en su nuevo lugar y él estaba allí para
distraerla. Cuando despertó en medio de la noche, asustada de alguien
irrumpiendo en el lugar, él estuvo para acompañarla a comprobar todas
las cerraduras y puertas, y luego la sostuvo hasta que finalmente se
durmió de nuevo.

Y esa noche había sucedido varias noches hasta que el trauma de


vivir a través de lo que Parker había tratado de hacer disminuyó lo
suficiente como para haber dormido toda la noche.

La gratitud no tenía nada que ver con el hecho de que tenía que
levantarse temprano, porque tenían que viajar.

Tenía todo que ver con cómo Gabe la despertó hace treinta
minutos, primero con su mano entre sus muslos y luego en su boca, y
ahora a medida que lo último de su liberación fluía a través de ella,
decidió que podía despertar cada mañana así.

Apretó su agarre en los sedosos mechones de su cabello cuando


ella tiraba esa espectacular boca de él hacia la suya. Podía probarse en
sus labios mientras él la besaba.

—Hola —dijo él, frotando sus labios sobre los de ella.

—Buenos días. —Ella le hizo acostarse sobre su espalda de modo


que pudo sentarse a horcajadas sobre él, dejando un camino de besos
cortos a lo largo de su garganta y sobre su pecho.

Gabe apretó su mano en su cadera.

406
—¿Dormiste bien?

—Perfecto. —Su lengua jugó con sus pezones—. ¿Qué tal tú?

—Como un bebé. —Gimió mientras ella estiraba una mano y


apretaba su duro miembro—. Sabes, dormiste sobre mí anoche.

—No lo hice. —Alzó sus caderas, colocándose sobre su erección.

—Sí, lo hiciste. —Él estiro la mano para sostenerle el trasero—. Te


dormiste sobre mi pecho.

Sonrió.

—Fue el vino.

—¿Solo el vino?

—Y tal vez los orgasmos —admitió.

—Definitivamente los orgasmos. —Sus palabras terminaron en un


gemido mientras ella introducía su miembro, completamente—. Aunque
me gusta.

—¿Sí? —Comenzó a mover sus caderas de ida y vuelta.

—Sí. —Arrastró una mano hasta el centro de su espalda,


enredándola en su cabello—. Me gusta tu peso sobre mí. Creo que es
por eso que siempre duermo mejor cuando estoy contigo. —Llevó su
boca a la de él—. Me gusta esto más, sin embargo.

Su risa quedó atrapada por su beso, y no hubo espacio para


palabras. Sus cuerpos se movieron en un ritmo que era lento al
principio y luego más rápido, hasta que los únicos sonidos restantes en
la habitación eran sus suaves gemidos. La tensión se construyó
profundamente en sus adentros mientras ella bajaba sobre él.

—Te amo —dijo Gabe contra su boca.

Esas pequeñas dos palabras la enviaron directo al borde.


Cualquier semblanza de control y ritmo se perdió. Su pecho estaba al
ras del suyo cuando él envolvió un brazo alrededor de su espalda, el
otro alrededor de su cintura mientras la anclaba, asumiendo el control.
Empujó dentro de ella, golpeando cada punto que la volvía loca.
Sorprendente placer se disparó por sus venas. Se hizo pedazos,
rompiéndose en un millón de pequeñas piezas. Esta vez, Gabe la siguió
por el borde, echando su cabeza hacia atrás mientras él se sumergía

407
profundamente en ella y soltaba el sonido más sexy que jamás había
escuchado.

Nikkie colapsó encima de él, su ritmo cardiaco disminuyendo


mientras su cuerpo aún se retorcía.

—Creo que… me voy a dormir encima de ti de nuevo.

Él se rio entre dientes mientras le apartaba pelo de su rostro.

—Normalmente no tendría problema con eso, pero vamos a tener


que levantarnos pronto.

Tenían que, pero al momento, sus músculos se sentían como si


estuvieran hechos de puré, y Gabe no se movía aun. Uno de sus brazos
aún estaba sobre ella y su otra mano descansaba sobre un lado de su
cabeza.

Nikki cerró sus ojos.

Las cosas no habían sido exactamente fáciles el mes pasado. Sus


padres aceptaron plenamente su relación con Gabe, pero su madre
había llamado a Gabe sin que ella lo supiera hasta después del hecho.
Tuvieron una conversación privada, una que Gabe trató de evitar
cuando Nikki le preguntó, pero estaba bastante segura de que su madre
podría haberlo amenazado en algún momento.

Lucian y Julia no parpadearon cuando Gabe les pidió unirse a


ellos para la cena por primera vez. Probablemente tenía que ver con el
hecho de que sospechaban que algo estaba pasando, y cuando ella se
había quedado en el cuarto de Gabe después de los ataques, era
probablemente una buena indicación de que eran más que amigos.

Y Devlin era solo… bueno, él era Devlin.

De hecho, Nikki no lo había visto mucho desde el día que apareció


en el apartamento de Rosie. Incluso cuando regresó a trabajar en la
casa de Vincent, rara vez comía en casa y parecía que solo estaba allí en
las tardes. No tenía idea cómo estaba manejando todo, pero suponía
que tenía demasiado en mente.

¿Cómo dónde demonios estaba Sabrina?

Nadie la había visto. Escuchado de ella. Nada. Su familia reportó


su desaparición, y todo lo que hizo fue agravar el escándalo que ahora
rodeaba a los Harrington y los de Vincent. Las revistas y los sitios web
de chismes estaban teniendo un día de campo con todo, al igual que

408
Ross Haid. Después de todo, tenía un hijo asesino y una hija
desaparecida de una familia adinerada que había estado comprometida
con otra familia masivamente adinerada cuyo nombre era sinónimo de
escándalo.

Pero ella y Gabe.. Lo estaban haciendo bien, considerando todas


las cosas. Estaban juntos De verdad. Sin esconderse. Había tenido
tantas fantasías de los dos estando juntos, pero ninguna de ellas, ni
una sola, se comparaba a lo que era en la vida real. Una sonrisa
cansada y feliz tiró de sus labios.

—¿Qué están pensando? —preguntó.

—En nosotros —admitió—. Estaba pensando en cuántas veces


soñé sobre esto y ahora es real y es mucho mejor que los sueños.

El brazo que la rodeaba se apretó y él estuvo quieto por un


momento.

—Algunas veces, aun pienso que no te merezco.

Alzó su cabeza así podía verlo.

—Me mereces, Gabe. Pruebas eso cada día.

—Voy a seguir probándolo.

—Lo sé —susurró.

—Probablemente deberíamos levantarnos y coger carretera pronto


—dijo Gabe, pero apretó el brazo alrededor de su cintura, poniéndola
más cerca—. No es un largo viaje, pero prefiero no quedar atrapado en
el tráfico.

Le besó el pecho.

—Deberíamos.

Nikki estaba lista para empezar el día, porque hoy era un gran
día. Uno de los más grandes de la vida de Nikki, porque era un paso
más hacia su futuro, juntos.

Nikki iba a conocer al hijo de Gabe hoy.

—¿Estás nerviosa? —preguntó él, apartando el pelo de su rostro.

—Un poco —admitió.

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—No deberías. —Gabe se incorporó, abrazándola para que
estuvieran a la altura de los ojos. Su mirada se encontró con la de ella.

—¿Eso crees? —preguntó ella.

—Sé esto. —Y luego Gabriel de Vincent dijo las palabras que


había pasado la mayor parte de su vida soñándolas; las mismas dos
palabras que nunca se cansaba de escuchar—. Te amo.

La grava crujió bajo los neumáticos cuando Gabe avanzó


lentamente en el espacio de estacionamiento hacia la parte trasera del
lote. Llegaron unos minutos antes. Apagó el motor y luego miró a Nic.
Su mirada se encontró con la de él, y sin pensarlo realmente, se acercó
y levantó su mano.

—Aún estoy nerviosa —dijo, entrelazando sus dedos, y él ya sabía


eso. El hecho de que cambió su ropa cinco veces antes de decidirse por
un par de vaqueros negros y una blusa de felpa antes de irse era
evidencia de ello—. Pero puedo con esto.

Llevó su mano a su boca y la besó.

—Sé que puedes.

Ella lo recompensó con una gran sonrisa, una impresionante.

—¿Estás nervioso?

Gabe casi mintió y le dijo que no, pero así no eran las cosas entre
ellos. Eran honestos, incluso cuando era incómodo.

—Lo estoy. Siempre me pongo nervioso cuando vengo a verlo.

Incluso cuando vio a William el fin de semana pasado, había


estado nervioso. Pensó que era mejor si pasaba algo de tiempo con su
hijo antes de presentarla a Nic. Los Rothchild sabían que estaba
trayendo a Nic con él hoy. No fueron resistentes al plan, pero no
estuvieron completamente emocionados sobre ello. Pero no era
personal. No se sentían de esa forma debido a Nic o su edad o su
relación con Gabe. No se sentían de esa forma porque Gabe estuviera
involucrado con alguien que iba a pasar a ser parte de la vida de su
nieto.

Se sentían de esa forma debido a Emma.

410
El dolor de perder a su hija aún era evidente en sus ojos y cada
vez que él hablaba con ellos.

Gabe tuvo que decirle sobre Sabrina, incluso a pesar que no


quería poner esa información en sus cabezas. No quería que tuvieran
que llevar eso o experimentar el desamparo convertido en el tipo de
rabia que podía arruinar a una persona, pero con Sabrina todavía por
ahí, los Rothchild debían estar en guardia en caso de que intentara algo
que involucrara a su hijo.

Con suerte, su paradero se descubriría y dejaría de ser un


problema, pero Gabe no se arriesgaría al dejar a los Rothchild fuera de
lo que estaba sucediendo.

—Está bien que estés nervioso. Siempre y cuando sepas que él te


ama, Gabe. —Nic apretó su mano y luego se estiró a través del auto,
tomándole la nunca con su otra mano. Llevó su boca a la de ella, y lo
besó suavemente—. Siempre y cuando sepas que te amo.

—Mmm —murmuró contra sus labios—. Mejor salimos de este


auto antes de terminar comprometido en un comportamiento
inapropiado.

Nic se rio mientras se apartaba.

—Vamos.

Salieron del coche, y caminaron hacia el frente del auto. Gabe


tomó su mano e hicieron su camino a través de los autos y entraron al
parque. Sabía dónde los Rothchild los estaban esperando, cerca del
área de juegos. Su hijo era un hombrecillo activo y Gabe sabía por
experiencia que había corrido desde los columpios a los caballitos de
mar a los gimnasios de la jungla.

—Allí están —dijo mientras ascendían una pequeña cima. Los


Rothchild se encontraban en un banco mientras William colgaba de uno
esos artilugios de barra de metal.

Deben haber dicho algo, porque William se desenredó


rápidamente y se apartó de sus abuelos, viéndolos antes de que Gabe
pudiera decir una palabra. La cara del niño se rompió en una amplia
sonrisa. Parte del miedo de Gabe comenzó a desvanecerse. William lo
reconoció. Era un miedo estúpido, uno que tenía cada vez que veía a su
hijo. ¿William lo olvidaría en los días que transcurrían entre las visitas?
Era un temor que probablemente no iba a desaparecer hasta que las

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cosas se volvieran más permanentes, pero William lo reconoció. Eso…
eso era bueno.

—Oh por Dios —susurró Nic por lo bajo, pero él pudo escuchar lo
grueso de sus palabras—. Es igual a ti, Gabe.

—Lo es, ¿no? —Orgullo llenó su voz—. Va a ser un pequeño


rompecorazones.

Nic se rio.

—Sí… sí, lo es.

Ella apretó su mano cuando William se dirigió hacia ellos,


corriendo alrededor del tiovivo, sus pequeños brazos y piernas
bombeando. Gabe sintió que el resto de su miedo se evaporaba. William
no solo lo reconoció, sino que también se mostró extasiado al verlo, y
eso, sí, eso rompió a Gabe de todas las mejores maneras. Nic liberó su
mano, justo a tiempo, también. Gabe se arrodilló cuando William casi
se lanzó contra su padre. El hombrecito lanzó sus brazos alrededor de
Gabe, y aunque su peso era ligero, casi lo derribó.

—Hola, hombrecillo, es tan bueno verte. —Su voz era áspera como
la arena—. Realmente bueno.

Wiliam podía abrazar, Gabe ya sabía eso. Era un abrazo de


cuerpo completo, uno sin reservaciones. La clase de abrazo que un hijo
le da a su padre. La clase de abrazo que podía traer lagrimas frescas a
los ojos de un hombre adulto.

Luego William retrocedió y levantó la cabeza, sus ojos azul


verdosos se llenaron de curiosidad cuando se fijaron en Nic.

Ella le sonrió, ondeando su mano.

—Hola.

—Hola. —Una sonrisa tentativa tomó la boca de su hijo.

—Wiliam, quiero que conozcas a alguien muy especial para mí. —


Gabe mantuvo un brazo alrededor de la estrecha cintura de su hijo
mientras miraba a Nic. Sus miradas se encontraron, y Gabe sintió esta
hinchazón en su pecho que nunca antes había experimentado—. Sé que
vas a amarla tanto como yo lo hago.

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AGRADECIMIENTOS DE LA AUTORA
Quiero agradecerle a Kevan Lyon por ser la
increíble agente que es, siempre ahí para
apoyar sea cual sea la historia que venga a
mi mente y trabajando conmigo junto a
cada paso del camino. No puedo dejar de
agradecerle a Taryn Fagerness lo suficiente
por llevar a mis libros a tantos países y
lectores como sea posible. Gracias a ti,
tengo toda una pared entera de libros
traducidos a tantos idiomas diferentes.
Gracias a mi editora, Tessa Woodward,
quien decidió traer a los hermanos de
Vincent a la vida, y a Shailyn Tavella, al igual que al increíble equipo de
Harper Collins/Avon Books. Gracias Kristin Dwyer, quien ha trabajado
incasablemente para llevar este libro a tantas manos sea posible.

Gracias infinitas a ti Stephanie Brown por ayudarme a mantener


mi vida en orden y hacerme reír. Sin Sarah Maas, Laura Kaye, Andrea
Joan, Stacy Morgan, Lesa Rodrigues, Sophie Jordan, Cora Carmack,
Jay Crownover, KA Tucker, y otras incontables amigas increíbles,
probablemente me hubiera vuelta loca. GRACIAS.

En especial gracias a todos los miembros en JLAnders quienes me


hicieron sentir muy especial. Y nada esto hubiera sido posible sin
ustedes, los lectores. Gracias a ustedes, puedo escribir otro libro, traer
otra palabra a la vida. Gracias.

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PRÓXIMAMENTE
Moonlight Scandals (De Vincent #3)

Incluso una caza-fantasmas como Rosie


Herpin no podría haber predicho que el
fatal encuentro entre dos afligidos la
hubiera acercado tan íntimamente al
notorio y seductor Devlin de Vincent.
Todos en Nueva Orleans saben que es el
heredero de una oscura maldición
familiar que tanto asusta como
entusiasma. Para los locales, Devlin es
el diablo. Para Rosie, es un hombre que
está acosando sus fantasías más
salvajes. Cuando un ataque brutal a su
amiga está entrelazado con los de
Vincent, él se vuelve un misterio y ella
podría estar arriesgando su vida al
tratar de resolverlo.

Devlin sabe lo que quiere de esta sexy y aventurera mujer. ¿Qué quiere
Rosie de él? Es una pregunta que se vuelve más insistente, y más
peligrosa cuando sospecha de ella husmeando en las sombras de su
pasado.

Ahora, las leyendas que rodean a los de Vincent pueden no ser mitos
para nada. Pero si ella va a descubrir la verdad, debe seguirlos
directamente hacia los brazos del hombre al que no puede resistirse, el
mismo guapo diablo.

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SOLO EN PS

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