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Susan Socolow “- Socolow, S.

, Los mercaderes del Buenos Aires virreinal:


familia y comercio, Buenos Aires, De la Flor, 1991.

Reseña bibliografía realizada por el profesor Matías Marqués

En su obra Susan Socolow va a centrar su estudio en los comerciantes del Virreinato de


Buenos Aires a fines del siglo XVIII, un grupo que trato de revitalizar la economía del
Imperio Español recomponiendo todo el sistema de comercio colonial asegurando los
contactos mercantiles entre el Virreinato del Río de la Plata, creado en 1776, con la
península Ibérica y que reoriento la organización de los espacios regionales y la integración
económica, ya no hacia el Perú, sino hacia el flamante virreinato.
Utilizando técnicas prosopográficas (o biográficas de grupo) e incluyendo una biografía
detallada de un comerciante para proporcionar un caso específico y así comprobar las
pautas sugeridas por los datos sobre el grupo de comerciantes en conjunto, Socolow realiza
una acertada radiografía sobre los comerciantes. De esta manera su estudio estará
concentrando en las características demográficas y sociales, en las pautas de movilidad y
reclutamiento intrageneracional, en el matrimonio, el parentesco y la fertilidad, en la
identidad de un grupo y en el estilo de vida, y en los roles del grupo comerciante tanto en el
aspecto ocupacional, como en el propietario, político y religioso.
En un notable estudio exhaustivo Socolow va a precisar la procedencia, educación,
carrera comercial y movilidad social de un amplío grupo de mercaderes para definir, con
una clara concepción weberiana, el concepto de “tipo ideal”. De esta manera va a tipificar
al comerciante promedio de 1778 caracterizándolo como un sujeto que había nacido en
España y había llegado a Buenos Aires en algún momento entre 1763 y 1766. Precisamente
esta es una de las principales críticas que se le pueden realizar al planteo de Socolow, ya que
caracteriza al “comerciante típico” en base a los documentos que encuentra y que le son
funcionales para su modelo teórico.
Según su óptica los comerciantes eran generalmente hijos de grupos de la sociedad
española de la clase media y media-baja. Esa afirmación surge de la idea de que en la
cúspide de la escala social la carrera mercantil no era muy atractiva para los hijos de los
profesionales o de los oficios militares, ya que estas dos ocupaciones se consideraban
generalmente de mayor prestigio que la de los comerciantes. En el otro extremo de la escala
social, parecía que los hijos de los artesanos, los trabajadores manuales y los obreros no
especializados generalmente no se hacían comerciantes, porque les faltaba educación y
capital. Sobre el origen de este comerciante, se va a aseverar que no era de origen vasco,
sino que la mayoría provenían del centro y norte de España (Castilla, Santander, Asturias y
Galicia) ya que se consideraban hidalgos y todos los comerciantes de Buenos Aires se
titulaban Don y sus esposas Doñas.
Los comerciantes estaban entre los grupos más alfabetizados de la sociedad colonial
pero la riqueza era el criterio más importante a alcanzar dentro de la sociedad. Como afirma
la autora: “un desconocido industrioso podía, a través del trabajo intenso, la acumulación
de capital, el matrimonio y el parentesco y un poco de suerte, abrirse camino en los rangos
del respetable grupo medio de los comerciantes”.
En el segundo capítulo de la obra, se van a describir las redes de lazos matrimoniales,
donde las pautas de los comerciantes son significativas debido a que están ligadas a pautas
de movilidad social. De esta manera casarse con una joven de clase alta o media de una
ciudad era la meta de todos los jóvenes comerciales. Asimismo, vale aclarar, que la dote era
poco frecuente y no marcaba un símbolo de estatus en la sociedad colonial del Virreinato
del Río de la Plata.
En esta parte de la obra, se nota la influencia de Branding (en su obra “Mineros y
comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, Fondo de Cultura
Económica, 1975) ya que Socolow menciona al sistema de compadrazgo como la institución
que establecía una relación especial entre dos personas a través de su participación
conjunta en un ritual religioso y que se usaba para cimentar la amistad y las sociedades
entre comerciantes que no estaba relacionados de otro modo.
De esta manera el matrimonio y el parentesco ritual vinculaban a los comerciantes de
Buenos Aires formando poderosos clanes mercantiles. Las mujeres de los comerciantes, sus
esposas e hijas, servían para reclutar nuevos comerciantes en los clanes, perpetuando de
esta manera el grupo de comerciantes y forjando nuevas alianzas.
En cuanto al análisis de la economía virreinal esta estaba dominada por el capital
comercial. En este aspecto la autora va a recurrir a otra tipología para clasificar a los
comerciantes porteños en tres categorías de acuerdo a su actividad, poder económico y
prestigio social: mayoristas, minoristas y proveedores de alimento. De la misma manera se
menciona otras de las actividades que realizaban estos comerciantes, como por ejemplo, el
contrabando.
También se describe el modelo generalizado de estructura y formas de intercambio
(importación de manufacturas y formas de intercambio), así como los lazos que establece
Buenos Aires con Madrid, Cádiz, Sevilla y Bilbao. Una de los grandes aportes que realiza la
obra es explicar que sucede con la gran cantidad de capital sobrante cuyo destino era que
volvía a invertirse en el comercio, en nuevos cargamentos de mercaderías castellanas y en
barcos. Asimismo otra área de inversiones preferida por los comerciantes era la
inmobiliaria ya que los comerciantes consideraban a la propiedad urbana (de gran
importancia para conseguir crédito hipotecándolas), para uso personal o comercial, ya que
garantizaba una inversión segura sin los riesgos de las inversiones fluctuantes de la
actividad comercial.
En el cuarto capítulo Socolow va a describir el estilo de vida de estos actores sociales,
catalogándolos como un grupo social urbano. Va a realizar la descripción de sus viviendas,
sus bienes, vestimentas y reconstruyendo los lugares de sociabilidad (como las tertulias).
En cuanto a la participación religiosa los comerciantes de Buenos Aires eran uno de los
grupos más devotos de la sociedad colonial. Como magistralmente analiza la autora una de
las funciones realizadas por los comerciantes era la de síndico (tesorero) de las órdenes
religiosas de la ciudad. Los comerciantes formaban parte de cofradías, cuyo principal
propósito era promover el culto público a través del patrocinamiento de ritos tales como
misas, procesiones de adoración y rezos públicos del rosario. También realizaban
beneficencias a través de capellanías que eran subsidios para las iglesias, instituciones
religiosas o sacerdotes individuales.
También se va a estudiar a los comerciantes dentro de la sociedad colonial, su
participación en el Cabildo de Buenos Aires y el Regimiento Urbano de Comercio. Socolow
realiza un exhaustivo estudio acerca del problema del libre comercio y las consecuencias
del comercio de neutrales, explicando la división ideológica interna de los comerciantes
como el enfrentamiento de dos formas de comerciar y de intereses contrapuestos.
Finalmente al final de la obra la autora va a materializar su modelo teórico en un
comerciante en particular quien reunirá todas las condiciones del “típico comerciante”
actuando de esta manera, como la demostración fehaciente de las evidencias previamente
analizadas en los capítulos anteriores. El sujeto en cuestión es Gaspar de Santa Coloma, un
comerciante porteño moderadamente exitoso que se encuentra dentro del grupo de
mayoristas de nivel medio-alto. Aunque la mayor parte de su capital lo dedico a actividades
bancarias y préstamos también participa en un número limitado de otras inversiones (las
más grandes de éstas las hizo en propiedad urbana) a la vez que cuenta con una serie de
empleados-aprendices para realizar sus tareas comerciales.

Conclusión
En “Mercaderes del Buenos Aires virreinal. Familia y comercio” Susan Socolow
pretende caracterizar la figura del comerciante de Buenos Aires a fines del siglo XVIII,
analizando sus prácticas económicas, sociales y políticas inmerso en una sociedad que le
propiciaba tejer contactos y redes en su aventura en busca de la riqueza. Si bien Socolow
realiza un exhaustivo rastreo documental (testamentos, dotes, papeles del Consulado,
archivos parroquiales, correspondencia del AGN y del Archivo existente en la Iglesia de la
Merced, Reconquista y Cangalló de Buenos Aires), queda, a fin de cuentas, presa de su
modelo teórico weberiano, ya que por momentos parecería que encasille a los comerciantes
que encuentra en dichas fuentes a la categoría de “comerciante-típico”.
La utilización de la prosopografía le permite realizar dichas operaciones que, viendo
los resultados finales, parecían que poseen una comprensión lógica y global dentro de su
esquema. Pero, si abrimos un poco el panorama de análisis fuera de su modelo, vemos que
la autora no realiza ningún aporte hacia el estudio de “los otros comerciantes”, los
pequeños, en términos de intercambio y transacciones, como por ejemplo los mercachifles,
pulperos y comerciantes provincianos. Quizás se le pueda aducir que no este análisis no sea
motivo de su objeto de estudio, pero, sin dudas, al caracterizar sólo una parte de los
comerciantes (los que aparecen los documentos) se pierden de vista irremediablemente una
amplia gama de actores sociales, que son también, esenciales en las actividades económicas
y política del espacio rioplatense.
En suma, al margen de esta crítica, la obra de Susan Socolow se encuentra bien
estructura, posee una lectura clara y sencilla y acerca al lector una excelente descripción y
caracterización de los sujetos económicos que actuaban en el Virreinato del Río de la Plata a
fines del siglo XVIII, los comerciantes.

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