Tras la trágica división de los israelitas después de la muerte
de Salomón, en el reino del norte, Israel, hubo diecinueve reyes, todos ellos malos a los ojos del Señor. En el reino del sur, Judá, hubo también diecinueve reyes y una reina, de los cuales cinco fueron buenos, doce malos y tres una mezcla de bueno y malo.
De los cinco reyes buenos de Judá uno de los mejores fue,
sin duda, Ezequías. “Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre” (2 R. 18:3); y el autor añade, entre otras cosas: “Quitó los lugares altos” (2 R. 18:4a), algo que hicieron muy pocos, incluso, de los reyes buenos. Además, “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá” (2 R. 18:5); y: “Siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés” (2 R. 18:6). Y el cronista bíblico tiene la misma opinión de Ezequías (2 Cr. 29:2; etc.), y resalta todo lo que hizo Ezequías a favor del culto al Señor de acuerdo con la ley de Moisés, etc.: la limpieza y la reparación del templo; la celebración de la pascua; la reorganización de los sacerdotes y de los levitas; etc. Y hasta el gran profeta Isaías dedica varios capítulos de su profecía a describir la piedad de Ezequías ante la temible amenaza de las fuerzas de Senaquerib de Asiria (Is. 36 – 39).
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a
él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo: Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro. Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó. Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.