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HISTORIA CLÍNICA CONDUCTUAL COGNITIVA

I. Datos de Filiación:

Nombre : Marcela
Sexo : femenino
Edad : 37 años
Estado civil : Soltera
Grado de instrucción : Superior universitaria
Posición ordinal entre los hermanos : 1 de 6 (todos por parte de padre)
Ocupación : Sin ocupación
Psicoterapeuta : Caso adaptado de HC elaborada por Carolina Rosenthal

II. Observación de conducta:

Paciente de 37 años que aparenta menor edad que la cronológica; es de estatura mediana y contextura
delgada. De raza mestiza, su tez es trigueña y con pecas; tiene cabello negro, lacio y corto; rostro pequeño y
ovalado, con pómulos salientes y mejillas hundidas.
Se observa un adecuado aseo y arreglo personal; sin embargo, éste tiene a disminuir cuando está deprimida.
Asiste a las citas con puntualidad y en compañía de la madre en las primeras sesiones.
Durante las primeras sesiones, la paciente lloraba de manera constante y poco controlada; aún así, en las
sesiones siguientes lució más serena. Al mismo tiempo, se observa que los músculos de su rostro se movían en
forma llamativa mientras hablaba. Por otro lado, durante la fase de tratamiento mostró responsabilidad,
motivación y cumplimiento con las tareas.

III. Problema Actual


3.1 Motivo de consulta
Marcela acude a las consultas experimentando ánimo triste, anhedonia, deseos de llorar, desgano,
irritabilidad, disminución del apetito y peso corporal (8 a 9 kilos), insomnio intermedio y terminal, cansancio,
sensación de pesadez en brazos y piernas, y concentración deficitaria.
Tales síntomas se encuentran precedidos por los siguientes pensamiento: “soy torpe…bruta…inútil…no soy
inteligente…soy una fracasada…si hubiera ingresado rápido a la universidad no estaría sin trabajo….todo fue un
gasto en vano…soy fea…soy una vieja…sin suerte…soy una estrellada…no soy nada…siento desprecio hacia
mí misma…no valgo por ser fea…todos son culpables de mi situación…soy culpable que mi madre siga
sufriendo…a pesar de estar con mi madre me siento sola…mi padre nos abandonó…por su culpa mi madre y yo
hemos sufrido mucho…”
En esos momentos, Marcela se encierra en su habitación, llora y se esconde de las personas que se
encuentran en su casa. Descuida su higiene y arreglo personal; así mismo, presenta movimientos motores lentos
y dificultades para comenzar nuevas actividades.
Los síntomas mencionados se encuentran de manera permanente, diaria y con una intensidad de 7/10. Los
malestares aparecen cuando recuerda éxitos pasados y experiencias negativas de su infancia, cuando no puede
realizar alguna actividad por falta de recursos económicos, antes y durante su periodos menstruales, cuando está
sola, ante comentarios relacionados al trabajo, dinero, propiedades y su estado civil, ante profesionales, varones
y personas de alta estatura, “extrovertidas” y “bonitas”.
Consecuentemente, Marcela concluye: “seguro los chicos no me sacan a bailar porque no soy atractiva…se
va…no permanecen a mi lado…esto significa que no soy una buena compañía…”; en las fiestas, Marcela
observa que los varones no la invitan a bailar, las personas jóvenes y/o de ambos sexos no le conversan, no le
dirigen la mirada y no permanecen a su lado. Frente a ello, la madre se siente triste y lo manifiesta a través de
las expresiones de su rostro, diciéndole: “qué mala suerte tiene…”; sus primos comentan: “Marcela estudia…
estudia y no trabaja…nunca trabaja…mi tía sigue manteniéndola…”
Por otra parte, Marcela experimenta falta de aire, mareos, taquicardia, sensación de náuseas, vista borrosa,
escalofríos y sofocaciones de manera consecutiva, pesadez en la parte occipital de la cabeza, punzadas en la
sien, dolor de cabeza, presión en el pecho y en la espalda, punzadas entre el páncreas y el vaso, sudor y temblor
corporal, sensación de adormecimiento en las piernas y sensación de flotar en el aire, temor, miedo, angustia,
desesperación y ansiedad; mostrando una actitud vigilante y un estado expectante ante la posible aparición de
una nueva crisis. Los síntomas descritos aparecen con una intensidad de 7.5/10, una duración de 15 minutos y
una frecuencia casi diaria.
Los síntomas están acompañados por los siguientes pensamientos: “me siento incapaz de afrontar una nueva
crisis…la enfermedad del 22 me ha vuelto cobarde…me voy a quedar como un vegetal…me puede dar un paro
cardíaco…pienso tantas cosas malas que me voy a volver loca…algunos de mis órganos deben estar malos…
debo tener insuficiencia renal…debo tener poca cantidad de sangre en mi organismo…no quiero que mi madre
me vea morir”.
Tras presentarse tales síntomas, Marcela ingiere agua, manzanilla y limón, aspira alcohol, toma su pastilla,
se acerca a la ventana y respira, mueve sus brazos, se agarra a un mueble o persona, camina de un lado a otro
rápidamente, pide a la madre que llame a los vecinos o familiares y les pide que alejen a su madre, reza, llora y
evita que sus parientes se vayan de la casa. Tales comportamientos logran disminuir su ansiedad, al igual que
pensamientos tales como: “ya pasó la crisis…tranquilízate…aquí está mi tío… no va a pasar nada…mis tíos me
pueden auxiliar en caso suceda lo peor…”. La presencia de sus familiares y/o vecinos también alivian su
malestar.
Las molestias antes mencionadas aparecen cuando piensa: “si permanezco en mi casa quizás aparece la
crisis…mi madre y/o no podemos permanecer solas en casa porque estamos desamparadas y no podríamos
hacer nada en caso aparezca una crisis…si algo me pasa no tendré dinero para atenderme y por lo tanto
moriré…”, cuando siente frío en verano, cuando le duele la cabeza, cuando está sola en casa y cuando algún
familiar se retira de su casa.
Por otro lado, algunas reacciones del entorno aumentan su nivel de ansiedad, como los comportamientos de
la madre durante la crisis, tales como: llorar, desesperarse y llamar a los vecinos y/o familiares, a quien dice:
“Marcela se morir de susto…si le vuelve la crisis no resistiré…si muere…yo también muero…”; de la misma
manera, no permite que Marcela realice quehaceres domésticos; acompaña a Marcela a todos lados, rezando y
llevando algodón y alcohol. En ese momento sus familiares lloran y dicen: “por qué tiene que pasarle esto…si
ella es joven…no hace daño a nadie…es estudiosa…cálmate…nada te va a pasar…no te preocupes por lo
económico…nosotros te ayudaremos…”
Así, la paciente experimenta sensación de falta de aire y náuseas, mareos, sudor de manos y temblor
corporal, ansiedad, temor y desesperación, pensando: “necesito estar con mis familiares en caso suceda lo
peor…que el carro se apure…me voy a desmayar…hasta aquí llegaré…moriré aplastada…”. En esos momentos
Marcela se frota las manos, se retira rápidamente del lugar y/o permanece en éste con elevada ansiedad, evita
quedarse sola en casa y/o busca la presencia de algún familiar o vecino.
Los síntomas mencionados aparecen cuando se queda sola en casa, entre una multitud de personas,
procesiones, como la del “Señor de los Milagros”, en la capilla de Santa Rosa de Lima, en los vehículos de
transporte público con muchos pasajeros, cuando sus familiares se retiran de la casa y cuando la madre
pregunta: “te puedes quedar sola”
Consecuentemente, Marcela siente alivio de su ansiedad después de evitar y/o retirarse de mencionados
lugares.
Marcela experimenta dolor de cabeza, falta de aire, palpitaciones, bochorno, sudor de manos, tensión en la
espalda y en el abdomen, sensación de vacío en el estómago, temblor en las piernas y en los pies, ansiedad,
vergüenza, temor, miedo, incomodidad, bloqueos y olvidos, ante la presencia de los siguientes pensamientos:
“creo que todos me están mirando…creo que soy el centro de la atención…¿estaré comportándome bien?...me
equivocaré…¿qué estarán pensando los demás de mi?...las personas me califican…tiene expectativas sobre mi
desempeño…puedo hacer el ridículo…sino no hago las cosas de manera perfecta me pueden criticar…
rechazar…se pueden burlar en mi cara…siento que dijo incoherencias…siento que no me entienden…quizás
expreso mal mis ideas y de manera poco clara…no poseo su mismo nivel intelectual,,, me puede responder
mal…me pueden gritar”.
Debido a estos pensamientos, marcela evita el contacto visual, realiza movimientos repetitivos y simultáneos
en el rostro, tales como, fruncir el ceño, encarrujar los ojos, levantar y arrugar la nariz; tartamudea y/o
permanece callada responde con monosílabos y/o frases cortas, pierde la ilación de la conversación, cubre las
mejillas con sus manos, estira las mangas de su camisa, se mantiene distante y asilada de las personas; evita
hablar en grupos grandes, evita asistir a reuniones sociales y fiestas, logra permanecer en las celebraciones de
eucaristía pero en fiestas y reuniones se retira temprano. En estas últimas, permanece sentada y/o conversando
con las personas mayores.
Los malestares aparecen con una intensidad de 7/10, una duración de 1 hora aproximadamente y una
frecuencia de 2 a 3 veces al mes.
Estos malestares aparecen cuando las personas le preguntan dónde está trabajando, ante personas de su
generación, ante profesionales, ante personas extrañas que hablan con tono de voz alto y grueso, que no miran al
momento de hablar, que la miran con expresión seria y/o le responden con monosílabos, en exposiciones,
exámenes orales, reuniones sociales y fiestas.
Consecuentemente, Marcela concluye: “estas personas se comportan de esa manera porque no poseo su nivel
intelectual…”¿por qué seré así?...¡qué vergüenza que me hallan criticado!”; evita hablar en público, evita asistir
a las fiestas e interactuar con personas de su generación; a su vez, las demás personas critican su
comportamiento: “si no vas a bailar o comer entonces porqué vienes…una persona no debe rechazar lo que otro
ofrece…eres mal educada…creída…cuando te vas a casar…no permitas que se te vaya la juventud…te vas a
volver vieja…tienes que asistir a fiestas”.
Al mismo tiempo, la paciente presenta dificultades en sus relaciones interpersonales debido a deficiencias en
sus habilidades sociales, las cuales pueden ser apreciadas a través de los siguientes pensamientos, “soy incapaz
de entablar una conversación y menos con las personas cultas…no tengo facilidad de palabra…tengo que
expresarme de la manera como lo hacen las personas cultas…utilizando palabras técnicas pero mi lenguaje es
sencillo…las personas de mi generación hablas de enamorados…fiestas…yo no sé que hablar porque no tengo
enamorado y tampoco voy a fiestas…no tengo un tema en común para hablar con las personas que saben más
que yo…”
Por tales pensamientos, la paciente experimenta sudor de manos, permanece callada, no inicia las
conversaciones pero logra mantenerlas siempre y cuando otra la inicien, cede ante las críticas y opiniones de los
demás. Cuando le piden alguna opinión, responde: “ustedes cuenten…yo escucho...” y cuando le preguntan
dónde está trabajando, dice: “yo todavía estoy haciendo prácticas…”
Los malestares aparecen al inicio de una conversación, en discusiones, cuando presenta sus documentos
solicitando empleo, cuando sus amigos le exigen tomar y cuando la gente le pide opiniones.
Consecuentemente, sus amistades critican su comportamiento: “¡qué conversadora eres!...” Por último,
Marcela manifiesta intranquilidad, angustia, ansiedad, preocupación, irritabilidad y cólera, dolor de cabeza,
tensión y dolor en la espalda, tensión en el cuello, hincones en el cuerpo e insomnio inicial.
Los malestares mencionados se encuentran percibidos por los siguiente pensamiento: “tengo que resolver los
problemas económicos de mis casa…mi madre y yo vivimos en una casa alquilada…si no consigo trabajo…en
unos años más no podremos pagar el alquiler…nos votarán…tengo que conseguir trabajo rápidamente porque la
jubilación no cubre nuestras necesidades….tenemos deudas con el banco…si no pagamos nuestras cosas serán
embargadas…”. En esos momentos, marcela se muestra callada y se aísla. Marcela experimenta sus malestares
con una intensidad de 6/10, una duración de 6 horas y de manera diaria: “la preocupación ya es parte de mi
vida”.
Los síntomas mencionados parecen cuando marcela observa a su madre tensa, preocupada, cuando la madre
se queja de sus dolores físicos, cuando falta algún alimento básico en la casa, el día de corbo de la jubilación de
la madre y cuando planifican los gastos de la casa: “hay que estirar el dinero”.
Consecuentemente, Marcela piensa: “hasta cuando voy a vivir con privaciones…por qué no eres tan lista
para cualquier trabajo…”; aumentando su nivel de ansiedad. Efecto similar produce los comentarios de la
madre: “qué estará pasando por su cabecita…”.

3.2 Desarrollo cronológico de los síntomas


A partir de los 5 años, Marcela empieza a presentar temblor corporal, temor, miedo y conductas de escape
ante las personas extrañas debido a, los mensajes que la abuela transmitía: “las personas extrañas y/o
desconocidas pueden hacerte daño…raptan a los niños para que trabajen como empleados…por lo tanto si sales
te llevarán…”
A los 7 años, Marcela presentó problemas para ser matriculada en el colegio por no poseer su partida de
nacimiento legalmente reconocida, por lo que, los profesores la retiraban de la fila de formación. Tal trato le
generaba vergüenza, incomodidad, cólera, tristeza y llanto. También, a esa edad empieza a permanecer callada
y/o a tartamudear frente a discusiones con sus compañeras, cedía ante las críticas y presiones de éstas porque
pensaba que no iba a poder responder adecuadamente.
A los 8 años recibió maltratos físicos y verbales por parte de una tía que se muda a su casa por un año. A
partir de entonces se mantiene es estado de alerta y experimenta temor al pensar: “debo hacer bien las cosas para
agradar a las personas… los demás me pueden criticar…debo agradar a mi familia…”, estando su
comportamiento en función a la opinión de los demás.
Alrededor de los 10 años empiezan a darse maltratos físicos y verbales por parte de sus compañeros de clase,
sintiéndose poco adaptada pensando: “no tengo un hogar propio…maldito sea mi padre…quisiera que Dios me
quite la vida…que me recoja”. Junto con eso, comenzó a presentar respuestas fisiológicas de ansiedad y
pensamientos como: “me voy a equivocar…se me va a olvidar lo estudiado…no dominaré perfectamente el
tema…” frente a exposiciones y exámenes orales. Esta ansiedad también se presentaba en reuniones familiares.
Las respuestas de ansiedad continuaron en la secundaria frente a los profesores y el director al pensar que tenía
que cumplir sus responsabilidades de manera perfecta.
A los 18 años de edad, Marcela viaja sola a Lima para estudiar medicina, experimentando los síntomas
ansiosos mencionados ante personas extrañas por temor a ser asaltada, raptada y/o abusada. Por otra parte,
encontrándose en la procesión del “Señor de los Milagros”, experimentó sensación de falta de aire y ahogo,
sudor de manos, temblor corporal, ansiedad, temor y desesperación, pensando: “me desmayaré…moriré
aplastada…”, retirándose rápidamente del lugar. Este episodio volvió a repetirse en lugares similares y en
vehículos de transporte público, evitando a partir de entonces tales lugares.
A partir del año 1981, empieza a experimentar los síntomas depresivos de manera más continua,
coincidiendo ello con la época en que postuló a la universidad sin éxito, teniendo estos una duración aproximada
de dos años. También ese año, empieza a pensar que las personas con cargos importantes o una cultura superior
pueden humillarla a raíz que la gastroenteróloga que la trataba hizo un comentario sobre su nivel de educación
debido a que, no entendió una palabra, por lo que decidió abandonar el tratamiento.
En 1987 los síntomas depresivos se intensifican. En el año 1989, encontrándose en un vehículo de transporte
público, ocurre un accidente por el cual las llantas del vehículo quedaron colgadas encima de un puente. En un
inicio, Marcela reaccionó con serenidad pero en cuanto intento ayudar a los pasajeros, éstos la empujan y tres
personas caen encima de ella, experimentado falta de aire, palpitaciones, desesperación y elevada ansiedad al
ver las llantas del carro en el aire, pensando que el carro caería y moriría. A partir de entonces, cada vez que
sube a un vehículo de transporte público experimenta dichos síntomas.
En 1990 Marcela dictaba clases de religión a los alumnos de secundaria, experimentando respuestas
fisiológicas de ansiedad y temor a equivocarse, las que aparecían cuando sus alumnos realizaban preguntas, ante
los demás docentes y en reuniones con el director. Tales síntomas se experimentan también durante
exposiciones y docentes de la universidad a la que ingresa, pensando en que era inconcebible equivocarse, ya
que de lo contrario los demás se burlarían y la rechazarían. A su vez, se presentan frente a personas altas o al
hablar sobre temas relacionados con dinero.
Entre 1992 y 1995 ocurren algunos incidentes que llevan a Marcela a experimentar nuevamente síntomas
depresivos, manteniéndose estos por sus pensamientos de minusvalía. Entre esos años, su madre llega a Lima y
empieza a pensar que con ella a su lado su vida hubiese sido mejor. En ese transcurso, se da una receso en la
universidad y piensa que de nada valen sus logros académicos, su madre enferma de los riñones y se culpa por
no poder afrontar económicamente la enfermedad.
En diciembre de 1995, presenta insomnio, fatiga, disminución del apetito, disminución del peso corporal (10
kilos), temblor y sudor de manos, dolor de cabeza, sensación de náuseas cada vez que viajaba en vehículos de
transporte público, latido en la sien, taquicardia y falta de aire; sintiendo tristeza, desesperación, irritabilidad,
angustia, ansiedad y preocupación. Para 1996 se negaba a comer y empezó a ingerir sedantes, durmiendo desde
la tarde hasta el día siguiente. Su ánimo dependía de las situaciones por las que atravesaba.
El 22 de marzo de 1999 en la parroquia viendo un video sobre el Papa, Marcela experimentó de manera
súbita cansancio en los ojos, adormecimiento en las piernas y nariz fría, se levantó de la silla y sintió que no
podía mantenerse de pie, experimentó vista nublada, taquicardia y bradicardia, mareos, náuseas, temor,
desesperación y pánico. Fue llevada al hospital por sus compañeros. A partir de entonces, vuelve a
experimentar insomnio y falta de apetito, tristeza, preocupación, temor y ansiedad anticipatoria. Por tal motivo,
empezó a evitar estar sola en su casa, la madre empieza a acompañarla a todos lados por temor a que algo malo
le pueda ocurrir. Deja de asistir a la parroquia y de dictar clases particulares. A partir de entonces, la paciente
empieza a experimentar crisis similares con una frecuencia de 3 veces al mes aproximadamente, siendo estas
cada vez más intensas y sumándose otros síntomas como sensación de parálisis corporal, visión borrosa y
sensación de flotar en el aire. Las personas a su alrededor (familiares y vecinos) la auxiliaban constantemente;
sin embargo Marcela pensaba que tenía una enfermedad y que probablemente moriría. A su vez, los síntomas
depresivos se presentaban nuevamente y los pensamientos de minusvalía e impotencia por no poder ayudar
económicamente, lo intensificaban. El 11 de abril su tío la lleva a un centro psiquiátrico y a partir de entonces
las crisis se dan de manera incompleta y son más breves, dándose la última el 12 de agosto del mismo año.

3.3 Opinión sobre su problema


Marcela refiere que si puede controlar sus crisis pero todavía se siente insegura y cobarde; piensa que
siempre será así. Del mismo modo, piensa que se debe a una maldición de su familia, ya que en esta siempre se
han dado enfermedades.
Respecto a la depresión, Marcela señala que se siente dominada por esta, que es algo heredado de su abuela
y que por lo tanto no tiene solución.
3.4 Tratamiento psiquiátricos y psicológicos anteriores
En 1986, Marcela asiste al seguro social debido a que, presentaba falta de apetito y disminución del sueño.
El doctor le receta sedantes (cuyos nombres no recuerda), durante cuatro meses. Estos empezaron a mejorar sus
síntomas a partir del tercer día de tratamiento.
El 11 de abril de 1999, Marcela acude a la emergencia de un centro psiquiátrico, debido a una de las crisis
mencionadas; el médico le receta Rivotril (5 mg/d) y Fluoxetina (20mg/d). La paciente es tratada con esta
medicación desde marzo de 1999 hasta febrero de 2000 en que la paciente abandona el tratamiento por presión
familiar.

IV. Historia Personal


4.1 Desarrollo inicial
Los padres de Marcela inician una relación secreta ya que la familia de su madre se negaba a tal relación.
Tres años después, la madre queda embarazada y es abandonada por su pareja. Ante tales circunstancias,
comienza a sentirse deprimida, llorando casi todos los días. Los familiares de la madre, intentar buscar al padre
para que éste se haga responsable; sin embargo éste se había casado pocos días antes. Al recibir la noticia, la
madre se deprime aún más.
La madre de Marcela empieza a trabajar como empleada doméstica. Al tercer mes de embarazo cae al suelo
cuando se disponía a sacar agua de un pozo. En otra ocasión, fue revolcada fuertemente por las olas del mar. La
madre señala que estas circunstancias le generaron preocupación, angustia y temor ante la posibilidad que el
bebé pudiese haberse lastimado.
Marcela nace en casa de su abuelos, con ayuda de una partera, después de 8 días de labor, durante los cuales,
la madre experimentaba fuertes dolores en el vientre: “no podía nacer…casi muere…fue un parto seco…sin
sangre…”. Recién nacida, sus familiares colocan un lápiz en su mano con la creencia siguiente: “si un bebé coge
un lápiz, en el futuro será estudioso e irá a la universidad”.
A los dos años, la madre viaja a Lima para concluir sus estudios escolares, dejándola bajo el cuidado de sus
abuelos.
A los 4 años, empieza a sentir temor a la oscuridad debido a creencias existentes en su pueblo, por lo que
permanecía por la noche en su casa, evitando salir. Marcela reaccionaba con temor y llanto al escuchar palabras
relacionadas con muerte; debido a que, pensaba que su abuelo siendo mayor podía morir, vería su alma y ella
moriría de la impresión. Consecuentemente, sus familiares realizaban actos de “curación” con huevo y agua de
azar, asegurándole que ello impediría que muera de susto.
Marcela recuerda que su abuela era cariñosa pero recta con ella, su abuelo era tranquilo y bueno: “ambos
trataban de suplir a mi madre…cumplían mis caprichos…”
4.2 Educación
4.2.1 Historia escolar
A los 7 años, Marcela ingresa al primer grado de primaria de un colegio nacional de mujeres. Se dan
problemas al ser matriculada por carecer de partida de nacimiento en la que se le reconozca legalmente; aún así,
la amistad de su madre con una de las docentes del plantel, permite que la directora acepte su asistencia en
calidad de alumna libre.
Desde un inicio, su rendimiento académico fue excelente, razón por la cual era elogiada por sus profesores y
admirada por sus compañeros. Mantenía relaciones de confianza, respeto y cariño con sus profesores y demás
superiores, ocupando puestos importantes como brigadier o secretaria.
Durante quinto de primaria ingresa al equipo de vóley: no obstante, falla a propósito haciendo que la retiren
del equipo por una pelea con el entrenador, acatando una orden con la que no estaba de acuerdo.
A los 11 años, Marcela termina la primaria con éxito y es cambiada a un colegio mixto ubicado en Ancash,
porque su anterior colegio no ofrecía estudios de secundaria. En este colegio, su padre se desempeñaba como
docente.
A los 15 años, Marcela empieza a rivalizar con algunos de sus compañeros por obtener media beca,
obteniendo los primeros puestos y títulos sobresalientes en tercer, cuarto y quinto grado de secundaria. Obtuvo
el primer lugar en la lista de méritos del colegio, lo que le daba derecho a estudiar con beca en la Universidad de
Trujillo; sin embargo, el director del colegio decide otorgar esa beca a una alumna de la capital, ya que éste no
acepta que los alumnos de provincia sean los únicos con becas. Marcela acepta la situación sin reclamar, a pesar
que su padre ofrece ayudarla.

4.2.2 Otros estudios realizados


Durante los años 1980 a 1983, Marcela se prepara en dos academias pre universitarias; siendo la madre la
que cubría económicamente. Durante ese período, postula tres veces, sin éxito, a la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos.
En 1985 estudia para técnica de enfermería en un Instituto Tecnológico, ocupando los primeros puestos en la
lista de méritos. Mantuvo buenas relaciones con sus compañeros de clase, integrando y liderando los grupos de
trabajo mejor reconocidos.
En 1990 ingresa a la facultad de Ingeniería, Estadística e Informática de una universidad particular; sin
embargo, no reconoce dicho porque pensaba que el ingreso era fácil.
Su rendimiento académico era sobresaliente y era reconocida por sus profesores. Por otro lado, era
“rechazada” por sus compañeros por ser “la preferida” de los profesores y no “soplarles” en los exámenes.
Termina sus estudios en 1996.

4.3 Relaciones interpersonales


4.3.1 Amistades
Entre los 6 y 12 años, iniciaba y mantenía amistades con relativa facilidad, compartiendo actividades como
el deporte y el juego con muñecas. A los 12 años, pelea con una amiga, ya que ésta la “traiciona” y a partir de
entonces, decide no confiar en nadie, manteniendo relaciones superficiales; por este motivo, su madre y prima
empiezan a cumplir la función de amigas íntimas y confidentes.
Luego de terminar sus estudios escolares, únicamente se relaciona con personas mayores que tuvieran un
buen rendimiento académico, compartiendo con ellas actividades académicas, no sociales; en su mayoría estas
personas eran varones. Desde 1989, establece amistades con los miembros de su comunidad cristiana, aunque
no participaba en los eventos sociales que estos organizaban. Actualmente, no posee un grupo de pares,
encontrándose apartada de su grupo religioso; sin embargo, esporádicamente es visitada por algunos de estos.

4.3.2 Relación con el sexo opuesto


Marcela tiene su primer enamorado a los 16 años, aunque señala que sólo lo acepta para contradecir a su
padre. Un año después, Marcela finaliza la relación por sentir remordimiento por haberlo utilizado, por no
reunir las condiciones necesarias y por querer estar con una persona que cumpla las funciones de un padre más
que de un enamorado.
A los 24 años inicia una relación con un ingeniero, un año mayor; perteneciente a la comunidad cristiana; a
los 4 meses el joven termina la relación alegando que la poca diferencia de edad los hacía incompatibles.
A los 31 años, Marcela inicia una tercera relación amorosa con un profesor de su universidad, separado, de
45 años y con tres hijos de dos compromisos diferentes. La relación dura tres meses, a causa de que ella rechaza
convivir e iniciar relaciones sexuales con él.
Marcela siente temor de ser abandonada como su madre; piensa que formar una pareja requiere de mucha
responsabilidad, señala que no desea depender de un hombre y que, de querer una pareja, ésta debería ser diez o
quince años mayor que ella, de estatura alta, estudioso y responsable; refiere “en realidad busco a un padre…el
amor de un padre”.

5. Sexualidad
5.1 Información sobre el sexo
Marcela señala que en la sierra la sexualidad es un tema tabú en todos los hogares; puesto que, la primera
información que recibe es a los 15 años en el colegio, en la que se trataron tema anatómicos y de higiene
principalmente.
El tema generaba vergüenza y respuestas fisiológicas de ansiedad en las alumnas mujeres, y no era
comentado fuera del aula.
A los 22 años recibe mayor información en los cursos que forman parte del currículum de la carrera de
enfermería. Desde entonces, la información ha sido ampliada a través de la televisión, radios y revistas,
considerándola suficiente y adecuada.

5.2 Historia sexual


Marcela señala que su interés por la sexualidad aparece a los 13 años, preguntándose cómo llegarían los
bebés a la barriga de las madres. Su madre respondía a sus inquietudes mediante mitos como el de la cigüeña,
con lo que Marcela quedaba satisfecha.
A los 18 años experimenta por primera vez deseos de tener relaciones sexuales, aunque en una situación
platónica (con un actor que veía por televisión). A los 24 años experimenta estos deseos hacia un enamorado,
aunque prefiere reprimirlos.
A los 14 años tiene su primera menstruación, a pesar de haber sido previamente informada al respecto por su
madre, siente temor. Desde el principio presenta ciclos menstruales regulares, aunque dolorosos y con
alteraciones psicofisiológicas.

5.3 Educación y actitudes religiosas

Marcela fue educada por su abuela, quien imponía las reglas y era la figura dominante de la casa. Ella era
recta, castigando a Marcela por desobedecer o no hacer las cosas bien, entre ellas: decir lisuras, comentar lo que
sucedía en la familia o mentir. Los castigos consistían en prohibirle hacer cosas que le gustaban.
La madre también aplicada castigos, no comprándole lo que deseaba; aunque , sí traía buenas calificaciones,
la premiaba con tales regalos.
Con respecto al aspecto religioso, desde 1989, Marcela pertenece a la comunidad cristiana de los
Catecúmenos, pero debido a la crisis, y por temor a las críticas de sus compañeros, ha dejado de asistir.

5.4 Historia del trabajo

En 1998 obtiene su primer trabajo como profesora particular de matemática y química en un colegio
nacional a alumnos de secundaria durante un año. Realizaba este tipo de trabajo sólo para cubrir sus
necesidades económicas, ya que le generaba ansiedad.
En 1989 trabajó cuidando a un paciente de un hospital durante 4 meses.

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