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La Castañeda

La historia de este singular hospital psiquiátrico puede resultar tan fascinante como
aterradora. Hoy en día ya no hay rastro alguno de lo que fue La Castañeda de Profirio Diaz,
ya que se convirtió en un complejo de multifamiliares conocido como las Torres de
Mixcoac.

En 1910, durante su inauguración, todo marchaba de acuerdo al plan pensado por el


entonces presidente Díaz. La Castañeda albergaría a aproximadamente 1200 pacientes y
tendría soporte médico y profesional de primera clase. Con el estallido de la revolución,
los fondos que serían destinados para el hospital psiquiátrico se ocuparon en todo lo
referente al campo militar. Dejando así desprovisto y poco a poco fue decayendo al punto
de ser casi abandonado.

La clasificación de las patologías em la Castañeda iba acorde a lo que proponía el


psiquiatra alemán Emil Kraepelin, en cuanto al diagnóstico de esquizofrenia y sus tres
tipos: hebefrénica, catatónica y paranoide.

Los pacientes comenzaron a ser clasificados de forma forma discriminatoria en donde


había un pabellón únicamente para pacientes “distinguidos” provenientes de familias
ricas. De igual forma estaban los agresivos y los imbéciles y aquellos sujetos que remitía la
policía. Para llenar espacios, La Castañeda también empezó a llenarse de convictos,
indigentes. El abandono del hospital y la sobresaturación dio paso a una serie de episodios
en donde la tortura y la violencia reinaban.

Para aplacar a los residentes, las autoridades aplicaban métodos de control violentos,
como lo son los electroshock o bañar a los sujetos con agua helada, encerrarlos en lugares
húmedos en donde carecía completamente la higiene y abundaban las ratas.

Ya para la década de los cuarenta, por el hacinamiento, los encargados del lugar
decidieron quitar las camas para que los pacientes durmieran en el suelo. Durante los
fines de semana, un solo psiquiatra era el encargado de los más de tres mil residentes.
Este descontrol ocasionó golpizas, violaciones, muertes y torturas.

Dentro de los datos estadísticos de la población perteneciente a La Castañeda, se puede


destacar que el promedio de edad de los internos era de 33 años, que en la mayorioa de
los casos abundaban más hombres que mujeres, excepto en los pacientes diagnosticados
con psicosis maniaco depresiva e histeria. Hubo mayor población ambulante que los
confinados, se puede hablar de una gran cantidad de pacientes que salían por petición de
la familia.

En cuanto a la mortalidad de su población, se puede estudiar por etapas, ya que al


principio, alrededor de 1915, la tasa de mortalidad era alta. Conforme fue pasando el
tiempo ese porcentaje bajo e incrementó el número de fugas. Durante la última etapa
(1952 a 1958) se identificó un alto grado de internos “curados” o con buen pronóstico,
esto debido a la utilización de los fármacos que aparecieron en ese momento de la
historia.

A partir de la década de los cuarenta, numerosos reporteros dieron fe de las atrocidades y


las prácticas inhumanas que tenían lugar dentro del manicomio, por lo que se empezó a
gestar lo que se conocería como “La Operación Castañeda” cuyo fin sería descentralizar la
labor psiquiátrica, mandando a los pacientes a distintas instituciones.

No fue hasta 1968, a cuatro semanas del arranque de los juegos olímpicos en nuestro país,
que se dio por culminada tan extensa labor.

Al final, La Castañeda solamente quedó como un sueño de Porfirio Diaz, quien pretendía
otorgar al país de instituciones de primer mundo. Las condiciones socio-políticas de
nuestro territorio a principios del siglo XX fueron las principales causantes de que no
pudiera gestarse tal como se planeaba el uso y ocupación del manicomio, dejando a la
suerte de los trabajadores, médicos, psiquiatras y pacientes, lo que ocurriera dentro de
sus instalaciones, donde como siempre, los pacientes psiquiátricos al parecer son una de
las poblaciones más abandonadas de nuestra especie.

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