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17- LA MUERTE Y LA PERSPECTIVA DE LA ESPERANZA

SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ


SÍNTESIS FILOSÓFICA
JUAN PABLO CONTRERAS CONTRERAS
III FILOSOFÍA-2018
Introducción

Dentro de las muchas cuestiones que se plantea el hombre, existe una que resulta ser
compleja de entender, ésta viene a ser ¿es posible hallar el sentido de la vida humana a pesar de
la muerte?, cuando se da una respuesta acerca de este interrogante se suele caer en incoherencia,
dado que el hombre ha sido creado para vivir y el hecho de que experimente la muerte es una
derrota definitiva del ser humano, no obstante, esta cuestión incumbe e interpela a todo ser
humano, y de hecho lleva al hombre a comprender más detenidamente el significado de la
existencia.

1. El hombre es más que la muerte

Pensadores como: Marx, y Sartre entre otros consideraban que la muerte es la última palabra
de la existencia humana y que de esto no habría duda alguna; no obstante, la muerte vista como
fin de la existencia humana no es un dato demostrado, por lo tanto, eso simplemente es una
afirmación filosófica donde se coloca de relieve un juicio de orden metafísico y religioso; pero
¿qué es la muerte?, se pueden decir muchas cosas sobre ella sin tocar como tal su misterio, pero
en realidad “la muerte es, en todo caso, un fenómeno — frontera que presenta un lado dirigido
hacia nosotros y otro oculto de nosotros” [CITATION Emi73 \p 103 \l 9226 ], pues si bien es cierto,
todos los organismos mueren como el del hombre, sin embargo, no muere el hombre como los
demás animales, ni tampoco vive como ellos, dado que “el ser hombre es un caso excepcional en
el mundo de los vivientes; puesto que el hombre es el único ser viviente que es persona , por
eso, su muerte es algo también muy distinto de la de los demás animales” [CITATION Jua88 \p
242 \l 9226 ], esto es precisamente lo particular del hombre, que su vida se anticipa a la muerte
conociendo su venida.

La muerte al ser el fin de la vida “determina y expresa el carácter fundamental de la vida


humana” [CITATION Jua88 \p 242 \l 9226 ] , pero para pensar en la cuestión de la vida, hay que
pensarla en su referencia a la muerte, es por ello, que se hace inseparable la relación vida -
muerte, porque si pensamos en la muerte lo hacemos desde nuestra vida y no desde el más allá de
la vida, por ende, cuando pensamos en la muerte, es solamente para comprender nuestra vida.

El ser humano en la medida en que va creciendo va concientizándose de su realidad, tanto


así, que llega a saber que un día tendrá que morir, según san Agustín “ha calificado este saber
como el único cierto” [CITATION Jua88 \p 242 \l 9226 ], este saber proviene de la experiencia
externa de la muerte de los otros, es por esto, que la muerte suscita temor en el hombre y este
temor consiste en el “no vivir más, de no ser más yo mismo. Aquí está la raíz de ese temor”
[CITATION Jua88 \p 251 \l 9226 ] debido a que el ser humano teme el dejar de ser sí - mismo.

A pesar de este temor, la muerte no es lo último de la existencia humana, pues decir que la
muerte es “la extinción radical y definitiva de la vida personal, es lo mismo que decir que en la
muerte la persona humana está total y radicalmente determinada en todas sus dimensiones por las
leyes físicas y biológicas” [CITATION Jos08 \p 312-313 \l 9226 ] ahora bien, si lo fuese así, entonces,
¿por qué no lo es en todo el marco de su existencia? por ende, es importante tener presente los
datos antropológicos que dejan ver la trascendencia de la persona humana respecto a la realidad
natural, pues “la persona no es un mero reflejo de procesos naturales. Por eso no se puede afirmar
coherentemente en filosofía que la muerte es necesaria y evidentemente el fin de la persona
individual” [CITATION Jos08 \p 313 \l 9226 ].

Chardin asegura que el “hombre no se resigna por completo ante el desmoronamiento


total de su vida” [CITATION Jos08 \p 314 \l 9226 ] antes bien, insiste en que para que la muerte no
sea realmente una muerte radical es preciso que deje filtrar lo que hay de más valioso en nuestro
ser, es decir, contestar el poder absoluto y radical de la muerte en cuanto incompatible con la
espiritualidad y libertad del hombre, es de allí, donde la prueba de la inmortalidad del alma se
sitúa, debido a que la espiritualidad de la persona no puede desaparecer sólo porque el organismo
biológico se descompone, pues “el alma es espiritual, no se compone de los mismos elementos
que los seres materiales y vivos, y por eso no es susceptible de extinguirse radicalmente mediante
procesos fisiológicos” [CITATION Jos08 \p 315 \l 9226 ].

Así mismo, Tomás de Aquino presenta dos definiciones de la muerte, en primer lugar “la
muerte es la privación de la vida. Por otro lado, la muerte es la separación del alma y el cuerpo”
[CITATION Jos062 \p 232 \l 9226 ] , cabe tener presente que la muerte de la persona es un hecho de
experiencia porque el ser humano es testigo de cuando el otro deja de vivir y a la vez se hace
consciente que algún día será como individuo él quien falte, pero también, el sujeto descubre en
él mismo y en las personas con las que convive la aspiración a vivir eternamente, dicha
aspiración de eternidad no es algo simplemente efímero, sino que se respalda en el carácter
espiritual e incorruptible del alma.

2. El misterio de la inmortalidad

El hombre siempre se ha interpelado acerca de que si después de la muerte hay algo más,
o todo termina con el morir, pues, desde el dualismo platónico la muerte del hombre es
simplemente la muerte del cuerpo y la liberación del alma, según esto el cuerpo es la cárcel del
alma, tanto así que Cicerón afirmó: “tú no eres mortal, sino que muere tan solo este cuerpo”
[CITATION Jos062 \p 232 \l 9226 ]. Ahora bien, el hecho de temer el fin de la vida somete al hombre
a obrar muchas veces con condicionamientos debido a que a diferencia del animal el hombre sabe
que va a morir, y por eso puede prepararse para ese momento, pero a pesar de que puede
preparase para cuando ésta llegue, el sujeto tiende a rechazar la muerte, sin embargo, el rechazo
del hombre a la muerte es un anhelo de inmortalidad al cual aspira el ser humano.

2.1 Anhelo y convicción

La primera manifestación de la inmortalidad es el deseo de permanecer de algún modo


entre los hombres después de la muerte, así entonces, el hombre desea que su presencia no se
extinga desde de la muerte, antes bien, desea ser recordado, porque en la medida en que el tiempo
pase, el ser humano será un olvido y se daría la impresión de que en realidad la persona no ha
existido, es por eso, que ese deseo de todo hombre se manifiesta de muchas maneras, pero con un
denominador particular, que es “el dejar algo que permanezca tras nuestro paso. Hijos, personas a
los que hemos formado de acuerdo con nuestros ideales, obras o acciones” [CITATION Jua082 \p
365 \l 9226 ].

2.2 La inmortalidad personal

No se puede dejar de lado que en las diferentes épocas de la historia, la creencia en la


existencia de algún tipo de vida después de la muerte aparece prácticamente en todas las culturas
manifestándose de diversas formas, un gesto donde se puede evidenciar una creencia en la
inmortalidad, es el culto a los muertos, debido a que en el momento mismo en que el hombre
descubre que es un ser mortal, se piensa a sí mismo como inmortal, de este modo “el primer
conocimiento de la muerte supone ya la negación de que en ella perezca el hombre
absolutamente” [CITATION Jua082 \p 367 \l 9226 ] . Pero ¿qué ha hecho pensar al individuo que el
hombre es inmortal? Pues bien, en cada uno de nosotros hay algo que no debe ni puede morir,
Goethe respecto a esto ha dicho “este pensamiento de la muerte me deja absolutamente tranquilo,
porque tengo la persuasión firme de que nuestro espíritu es una esencia de naturaleza
absolutamente indestructible, es algo que continua actuando por una eternidad de eternidades”
[CITATION Jua082 \p 367-368 \l 9226 ].

2.3 Clases de inmortalidad

La inmortalidad es “la inmunidad de un ser de la corrupción y, por ello, se llama inmortal


aquel ser, cuya existencia personal y consciente continua existiendo más allá de los limites
espacio - temporales marcados por la muerte” [CITATION Ram052 \p 328 \l 9226 ] , ahora bien, en la
inmortalidad panteísta se sostiene que la única vida del espíritu sería la de la realidad universal
“sea material — como quieren los materialistas — sea espiritual — como la entienden los
idealistas —. El alma, no siendo sino una emanación del ser divino presente en todo, regresa a él
y pierde toda memoria y conciencia individual” [CITATION Ram052 \p 328-329 \l 9226 ], de esta
manera, lo que es inmortal no es el espíritu personal, sino el todo; por otra parte, según los
reencarnacionistas, el alma encuentra su destino definitivo solamente después de una serie
indefinida de existencias terrenas y ultraterrenas y no al fin de una sola existencia en este mundo;
finalmente la inmortalidad metafórica “es una especie de supervivencia en la memoria mediante
monumentos u obras literarias, artísticas y científicas” ” [CITATION Ram052 \p 329 \l 9226 ].

2.4 Las pruebas filosóficas de la inmortalidad

A pesar de que es complejo llegar a establecer que verdaderamente somos seres


inmortales, existen algunas pruebas para fundamentar la inmortalidad.

Una primera prueba pertenece a la línea agustiniana que consiste en la capacidad del
hombre de conocer la verdad, pues “como la verdad es inmortal y no cambia con el tiempo, su
sede, que es el hombre, también tiene que ser inmortal” [CITATION Jua082 \p 365 \l 9226 ]. La
segunda se funda en Tomás de Aquino la cual dice que “todo el que tiene intelecto naturalmente
desea ser siempre. El deseo natural no puede ser vano. Por tanto, toda substancia intelectual es
incorruptible [CITATION Jua082 \p 369 \l 9226 ], de este modo, la trascendencia del espíritu humano
sobre el cuerpo es la intuición básica que el ser humano tiene sobre sí mismo.

Por ende, estas dos pruebas apuntan a un núcleo que constituye la clave para fundamentar
que con la muerte no termina todo, en tanto, que el hombre al tener una dimensión corporal, otra
psíquica y otra espiritual, — esta última está por encima de la corporal porque trasciende —, de
esta manera, lo espiritual trasciende a lo corporal y no depende enteramente de lo material,
porque “cuando el cuerpo desaparezca, la dimensión espiritual de la persona no tiene por qué
desaparecer, en tanto que, posee capacidad para seguir existiendo de un modo o de otro con
entidad propia” [CITATION Jua082 \p 370 \l 9226 ]. Es así, que el mismo Tomás de Aquino llega a
decir “cuando el cuerpo desaparece y se corrompe, el alma permanece como sustancia separada”
[CITATION Jua082 \p 370 \l 9226 ].

2.5 El más allá

Al considerar que la filosofía afirma la pervivencia del hombre después de la muerte, se plantea
dos problemas complejos de resolver, como los son los siguientes:

2.5.1 El estatuto de la persona después de la muerte

Ya se ha dicho que el hombre pervive, ahora la pregunta es ¿Cómo es posible esa


pervivencia, sabiendo que el cuerpo es una parte esencial del hombre?, este es un problema difícil
de solucionar, sin embargo, dicho problema se puede reducir a dos cuestiones que consisten en:
¿Qué es lo que pervive? y ¿Cuál es el tipo de actividad de lo que pervive? Según Ramón Lucas
“la mayor dificultad para responder a estos interrogantes depende de la antropología de partida y,
más en concreto de si se insiste en el carácter unitario del hombre o de su carácter dual”
[CITATION Jua082 \p 371 \l 9226 ], dado que en una antropología más dualista, el problema se
aminora porque quien pervive tras la muerte es el alma, que se separa del cuerpo y que tiene
dentro de todo una entidad propia, pues la muerte acaba con la persona, pero no con el espíritu,
porque éste último es incorruptible e inmortal.

2.5.2 ¿Qué hay después?

Esta es una cuestión que ha llevado a pensar sobre todo a filósofos y teólogos, pues a
pesar de que es un interrogante que despierta gran interés, no tiene una respuesta concreta, porque
“el más allá es un mundo no solo desconocido, sino inaccesible al que sólo podemos entrar
mediante la religión, es decir, mediante la comunicación de Dios mismo o de un mensajero de
Dios que nos indique lo que allí sucede” [CITATION Jua082 \p 372 \l 9226 ] , es por eso, que es un
problema que escapa completamente del control de la persona.

3. Futuro absoluto y esperanza

Cuando se dice que la muerte es el fin de la vida, se está dando a entender que la vida es
un ser para la muerte, como lo asegura Heidegger, pues, la muerte es inherente a la vida, en tanto
que “la vida se consagra a la muerte: tan pronto como el hombre viene a la vida, ya es bastante
viejo para morir” [CITATION WLu671 \p 320 \l 9226 ] de este modo, el hombre no es un ser en el fin,
sino un ser para el fin, de esta manera, todos los intentos terrenos e históricos de dar sentido
fracasan en el hecho de la muerte, pues, “frente al deseo de inmortalidad, la conciencia de vivir
en un cuerpo material trae consigo la conciencia clara de nuestra finitud. Nada material existe
para siempre”[CITATION Jos062 \p 232 \l 9226 ].

No obstante, esto no lo es todo, porque en el hombre hay algo que está contra toda
desesperación que se tiene por el morir, y es precisamente la esperanza para la existencia
humana, que es vista como el oxígeno para el pulmón, debido a que “esperanza es presencia de lo
futuro, o más exactamente, es una forma de existencia en la que el futuro se hace presente”
[CITATION Emi73 \p 13 \l 9226 ], de igual forma, la esperanza es una manera positiva de la espera
del futuro, así, como la angustia lo es pero de manera negativa.

La vía esencial para hallar fundamento de la inmortalidad de la persona es la metafísica,


que “concibe al hombre como criatura de Dios” [CITATION Jos08 \p 331 \l 9226 ] , pues bien, el
hecho de que todo ser humano descubra que es una persona ante los demás seres, lo lleva
identificarse como alguien ante el creador, de esta manera, “la trascendencia espiritual del
hombre, su carácter único e irreductible ante los demás y ante la materia no es una característica
sensorial, sino expresión de su origen creado” [CITATION Jos08 \p 331 \l 9226 ].

3.1 El hombre como interrogante de Dios

“El misterio de la trascendencia como futuro absoluto y garantía de inmortalidad radica en


primer lugar en la relación interpersonal, entendida como dimensión ética” [CITATION Jos08 \p
331 \l 9226 ], en tanto, que para Kant la experiencia ética es un dato originario que no se deduce,
ni se reduce a las ciencias, para él es en la experiencia ética donde el hombre se descubre como
persona, de este modo “ el nivel moral le exige una conformidad absoluta con la ley, conformidad
que es perfección para él, y que no puede lograr mientras vive” [CITATION Jos08 \p 331 \l 9226 ] .
Pero por otra parte, ningún ser humano tendría las fuerzas para tender a la santidad sino existiera
Dios como garantía de la ley, así entonces, “la experiencia ética lleva a percibir la inmortalidad
personal vinculada a la existencia de un Dios que la garantiza y la consuma” [CITATION Jos08 \p
332 \l 9226 ], lo que implica la relación que se da, del hombre con el absoluto.

Ahora bien, el hombre que se sitúa en la fe ante Dios sabe que tiene que morir, ya que es
el precio del pecado, y el pecado al ser la rebelión del hombre contra su creador destruye la
relación hombre-Dios, por eso “la culpa del pecado separa al ser humano de Dios y roba al
hombre la vida que existía para él en Dios” [CITATION Jos08 \p 109 \l 9226 ] , puesto que Dios
mismo es la vida, el que se separa de Él, se aleja de la vida.

Marcel por su parte, formula la lógica inherente al amor, él dice que “amar a alguien es
decirle: eres inmortal” [CITATION Jos08 \p 331 \l 9226 ] es por eso, que para Marcel “el amor se
vive como una garantía o prenda de eternidad. No hay amor digno de este nombre que o sea, para
quien lo piensa, signo y semilla de inmortalidad” [CITATION Jos08 \p 331 \l 9226 ], de este modo,
para él, la dimensión metafísica del hombre se manifiesta en el amor, porque el amor no puede
constituir un sistema cerrado, sino que trasciende en todos los sentidos.

3.2 Dios como promesa

El descubrimiento del Dios creador y de la orientación de la existencia humana hacia este


misterio es una garantía de la inmortalidad personal, el hecho de que todo ser humano es una
criatura, significa que la persona es alguien ante los demás con todas las dimensiones esenciales
de la existencia personal, porque es alguien ante Dios; ahora bien, toda relación creatural implica
una relación interpersonal.

Así entonces, toda relación interpersonal exige el no tratar al otro como una cosa, un
numero o un objeto, sino como alguien, en virtud de la afirmación del otro en el amor; san Juan
en su primera carta dice “quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn 4, 8)
Dios quiere a toda persona individual como persona y no como función o como algo el cual se
desarrolla en el mundo, y no la quiere en virtud de lo que tiene o hace porque implicaría que la
abandonaría cuando deje de ejercer su actividad, por ende, la quiere es como persona ya que su
amor se extiende para siempre, de esta manera, el amor de Dios puede garantizar la eternidad del
don personal de la existencia, así pues, toda persona es persona porque así lo quiere Dios desde la
eternidad, esta fuerza creadora trasciende absolutamente todas las casualidades naturales e
históricas es por eso que no es afectada por la muerte en tanto que el destino del alma es volverse
a unir con el cuerpo y ser nuevamente persona en el momento de la resurrección de los muertos;
así entonces, se entiende así lo importante que es la vida eterna como persona debido a que “el
alma va al encuentro con Dios de una manera incorruptible” (CEC 997).

Finalmente, concebir la inmortalidad como una relación interpersonal con Dios es una de
las forma de dar respuesta al problema del sin sentido de la vida, de este modo, el sentido último
de la vida ha de estar siempre fijado en la relación con Dios.

Bibliografía
Alfaro, J. (1988). De la cuestión del hombre a la cuatión de Dios . Salamanca: Ediciones
Sigueme.

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Gevaert, J. (2008). El problema del hombre . Salamanca: Ediciones Sigueme.

Lucas, R. L. (2005). El hombre, espiritu encarnado. Salamanca: Ediciones Sigueme.

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