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Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-23):

AL anochecer de aquel día, el primero de la semana,


la atención de Juan continúa en el domingo de Pascua

estaban los discípulos en una casa, con las puertas


cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a
vosotros».
no da explicaciones; se limita a observar las
cualidades espirituales del cuerpo resucitado de
Cristo

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.

Esta es la ú nica prueba que da el evangelio de que


Jesú s fue clavado y no atado a la cruz (como se hacía
frecuentemente

Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Lc 24,37 subraya en lugar de ello el miedo y el susto


de los discípulos por lo ocurrido. 24,37 Aterrados y
llenos de miedo, creían ver un espíritu.

Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así
también os envío yo».

Esta es la misió n que compete a la


Iglesia: perpetuar la obra de la salvació n divina
realizada en Cristo.

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:


«Recibid el Espíritu Santo;.
Se trata de una pará bola en acció n, de un signo, un
sacramento, para indicar que se les confiere el
Espíritu (pneuma: aliento, espíritu; cf. 3,8). Jn utiliza
el mismo verbo que el texto griego de Gn 2,7 para
describir esta nueva creació n, recibid el Espíritu
Santo: El don del Espíritu Santo dependía de la
glorificació n de Jesú s Jn 7,38 el que cree en mí que
beba. Lo dice la Escritura: De sus entrañ as brotará n
ríos de agua viva". 7,39 Eso lo dijo refiriéndose al
Espíritu que habrían de recibir los que creyeran en él.
Pues aú n no había Espíritu, porque Jesú s no había
sido aú n glorificado., de su retorno al Padre (15,26;
16,7).

En el v. 17 dijo a María Magdalena que todavía no


había ascendido al Padre, pero que esta ascensió n era
inminente. Por el presente versículo vemos que la
ascensió n ya ha tenido lugar; por consiguiente, en la
perspectiva joá nica, resurrecció n, ascensió n y venida
del Espíritu tienen lugar en el mismo domingo de
Pascua. Esta perspectiva no está necesariamente en
conflicto con la descripció n lucana de la ascensió n y
Pentecostés como acontecimientos separados de la
resurrecció n en el tiempo (cf. Le 24,49-53; Act 1,3-11;
2,lss); sin embargo, no debe olvidarse que los autores
del NT está n preocupados primariamente por los
misterios histó ricos y só lo secundariamente prestan
atenció n a las circunstancias cronoló gicas y
estadísticas

a quienes les perdonéis los pecados, les quedan


perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos»

El don del Espíritu es relacionado aquí


específicamente con el poder otorgado a la Iglesia
para continuar ostentando el cará cter judicial de
Cristo (3,19; 5,27; 9,39) en lo referente al pecado (cf.
Mt 9,8; 16,19; 18,18; Le 24,47). La tradició n
cató lica (DB 920; DS 1710) ha visto con razó n en este
acto el origen del sacramento de la penitencia, si bien
es igualmente cierto que el poder de la Iglesia sobre
el pecado se ejerce también en el bautismo y en la
predicació n de la palabra redentora.

Palabra del Señor

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