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RETOS DE LA INDUSTRIA 4.

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Enrique Rodal Montero - Ediciones
Pirámide - Info para el TP N° 2
VANESA LORENA CALVARI
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RETOS DE LA INDUSTRIA 4.0
Hay muchos desafíos y retos a la hora de hablar de la Industria 4.0 y afrontar
procesos de transformación digital. La ciberseguridad, la formación de los
empleados, encontrar a profesionales cualificados en el mercado
laboral, los desarrollos en I + D + i, la protección de los datos, la adecuación
de las normativas, los costes económicos de la propia transformación digital, la
necesidad de difusión sobre las ventajas y las tecnologías habilitadoras, y otras
cuestiones sociolaborales relacionadas con el impacto de las nuevas
tecnologías en el mercado del trabajo son, quizás, lo retos más destacados en
este sentido. En este capítulo abordaremos los principales desafíos a los que
se enfrenta la Industria 4.0.
 
3.2. Formación de los trabajadores
Otro reto tiene que ver con los empleados que ya están trabajando en las
empresas. Hay que poner en marcha planes formativos integrales para que los
actuales operarios empiecen a conocer algunas de las tecnologías y
paradigmas relacionados con la Industria 4.0. Será determinante su
capacidad de adaptarse a procesos y tecnologías cambiantes, y en
constante evolución. La actitud y la aptitud son palabras clave en este
contexto. El uso de dispositivos wearables, las nuevas formas de interacción
con las máquinas a través de pantallas u órdenes de voz, la importancia de
proporcionar datos no medibles por sensores referidos a los procesos de
fabricación, saber afrontar los riesgos en materia de ciberseguridad en
entornos altamente conectados, etc., deben ser elementos clave en los que
formar a los actuales empleados, independientemente del cargo que ocupen en
la organización. El Foro Económico Mundial estima que para 2022 más de
la mitad de los trabajadores tendrán que volver a capacitarse o aumentar
su capacitación. El principal obstáculo es que, como advierte la OCDE en el
informe How’s Life in the Digital Age? Opportunities and Risks of the Digital
Transformation for People’s Well-being , en España solo el 32 % de los
trabajadores por cuenta propia, el 45 % de los temporales, y el 56 % de los
empleados indefinidos y a tiempo completo participan en algún tipo de
formación relacionada con adquirir nuevas competencias en materias
vinculadas con la digitalización. Desde el Observatorio Empresarial contra la
Pobreza se destaca que las compañías que lideran la automatización podrían
ayudar a mitigar las repercusiones negativas si invirtiesen en programas y
oportunidades para desarrollar nuevas aptitudes en este ámbito. Los retos de la
formación vinculados con el manejo de máquinas o la comprensión de
procesos se pueden afrontar, como ya hemos visto, a través de herramientas
de realidad virtual, realidad aumentada o sistemas de gamificación.
3.3. Educación y los nuevos empleados de la Industria 4.0
Se da la circunstancia de que los procesos de transformación digital
están demandando nuevos tipos de profesionales centrados en áreas
como la inteligencia artificial, la analítica de datos, la ciberseguridad, la
robótica, la programación, el blockchain, las telecomunicaciones, el
mantenimiento electrónico, la mecatrónica, el diseño y la mecanización, las
construcciones mecánicas o el desarrollo de entornos 3D; sin embargo, el
número de alumnos matriculados en carreras de Ingeniería o en grados de
Formación Profesional que abordan estas materias ha descendido
drásticamente en los últimos años, por lo que es muy difícil encontrar
profesionales preparados para cubrir 95 la demanda laboral que se prevé
para los próximos años. El sector industrial español necesitará 3,5 millones
de profesionales especializados hasta 2025 según un estudio de
Randstad. Tres millones corresponden a puestos para reemplazar a
profesionales jubilados y medio millón a nuevas oportunidades laborales
derivadas de las nuevas tecnologías. Mientras que el perfil de formación
académica pasará a ser media y elevada, en un sector en el que, como el
industrial, el 42 % de los empleados tiene educación universitaria, un 8 % más
que en Europa, frente a un 34,4 % con primaria, un 16 % más que en la Unión
Europea, y el 24 % con formación secundaria, un 48,4 % menos que la media
europea. Este informe también revela que en 2020 en España faltarán 1,9
millones de profesionales altamente cualificados, coincidiendo con un alto
nivel de desempleo en perfiles de menor formación académica o
especializaciones con menores salidas profesionales. En España se vaticina
que para 2020 la demanda en empleos digitales habrá crecido un 14 %, y
con los estudiantes actuales apenas se cubrirá la mitad de las vacantes.
Pero esta situación no es exclusiva de nuestro país. En Alemania se calcula
que actualmente se necesitan 200.000 trabajadores en la Industria 4.0, y en
Estados Unidos la consultora Deloitte estima que hasta 2028 habrá 4,8
millones de puestos de trabajo sin cubrir en el sector industrial.
Simplemente en el ámbito de la ciberseguridad, la Asociación Internacional de
Profesionales de la Seguridad de la Información (ISC) calcula que
para satisfacer las necesidades en este campo en 2020 se necesitarán
cubrir 1,8 millones de puestos de trabajo para garantizar la seguridad
informática de las empresas, organismos, administraciones y
particulares. Para minimizar el impacto de la actual falta de profesionales
cualificados, desde distintas instancias se apunta a la necesidad de mejorar las
herramientas de educación mediante el uso de las nuevas tecnologías
aplicadas al aula y a la educación, tanto en carreras universitarias y en
Formación Profesional como en cursos, programas y másteres. Otro factor
determinante es fomentar las vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería
y matemáticas) llevando a las aulas de las más jóvenes experiencias
vinculadas con el uso de herramientas tecnológicas como programación,
robótica sencilla (first lego league), impresión 3D, campamentos tecnológicos,
etc. Mención especial merece la escasa presencia de las mujeres en este
tipo de carreras o grados. En la actualidad, únicamente el 15 % de los
empleos relacionados con las tecnologías de la información y la
comunicación (TIC) están ocupados por mujeres en Europa. Desde la
Comisión Europea se incide en que la falta de mano de obra cualificada no se
puede resolver con solo el 50 % de la población. De hecho, el último estudio
sobre Las mujeres en la era digital muestra que más mujeres en trabajos
digitales podrían generar un aumento anual del PIB de 16.000 millones de
euros en la 96 Unión Europea. Por otra parte, hace falta que los centros de
educación adapten sus carreras a las nuevas necesidades que se detectan en
el sector industrial. Deben ser capaces de prever el futuro y adaptar el sistema
educativo para formar los nuevos perfiles que la industria va a demandar en los
próximos años. Para ello es necesario que los centros de educación y
formación mantengan un contacto real con las empresas, para conocer qué
necesitan. A partir de ahí, estos centros deben implementar de forma rápida
estrategias de formación a medida, con gran base de experimentación y
fomentando las prácticas en las empresas. Otra realidad vinculada con la
educación y la formación la puso de relevancia un estudio de la Universidad de
Oxford que indica que el 47 % de las profesiones actuales desaparecerá en la
próxima década y el 90 % de los empleos actuales necesitará nuevas
competencias y más formación, especialmente en el ámbito digital. Lo que es
casi seguro es que, debido a los rápidos cambios en el mundo tecnológico,
quien quiera ocupar un puesto laboral vinculado con las nuevas tecnologías,
tendrá que vivir en un proceso constante de formación y deberá tener
capacidad para adaptarse a las nuevas demandas que se le exijan. En el
mundo de la tecnología, hoy en día, es una quimera pensar que te vas a jubilar
haciendo lo mismo que empezaste a hacer para la empresa que te contrató.
Aprendizaje continuo, actitudes y capacidad de cambio van a ser las claves. El
Foro Económico Mundial en su informe ¿Cuáles son las habilidades que todos
los estudiantes necesitan para el 2020?, ha remarcado las diez habilidades
socioemocionales claves para tener éxito en 2020 y en los próximos años, en
plena cuarta revolución industrial. Según los autores de este estudio, se trata
de resolución de problemas complejos, pensamiento crítico, creatividad,
gestión de personas, capacidad de coordinación con otros, inteligencia
emocional, capacidad de juicio y toma de decisiones, habilidades para orientar
y negociar, y flexibilidad cognitiva. Todas ellas son cualidades innatas de los
seres humanos que se anteponen a tecnologías como la inteligencia artificial o
la robótica.
 
3.4. Normativas
Hay desarrollos tecnológicos que están chocando de lleno con las normativas
de diferentes países. Un ejemplo es el antes mencionado caso de los drones,
cuyos vuelos están limitados a diferentes ámbitos, entornos y situaciones, lo
que acota la labor de las empresas operadoras de este tipo de aparatos. Poder
diferenciar usos vinculados con el ocio y una actividad profesional va a ser un
elemento clave en el futuro. Otro ejemplo puede ser el del vehículo autónomo.
Muchos países han establecido importantes limitaciones a su circulación y la
han reducido a espacios y vías concretas. 97 La Dirección General de Tráfico
(DGT) y Mobileye, empresa de vehículos autónomos del grupo informático
Intel, firmaron en 2018 una colaboración dirigida a preparar las infraestructuras
y la regulación para la conducción de vehículos autónomos en España. A
través del proyecto Autonomous Ready Spain, se llevará a cabo una
recolección de datos en las calles de las ciudades relacionada con deficiencias
de infraestructuras, zonas de accidentes, uso de estacionamientos, condiciones
ambientales y otros riesgos en la carretera, con el objetivo de crear un mapa
que facilitará la puesta en marcha de la conducción del futuro al crear una
experiencia virtual que sirva de aprendizaje para la conducción autónoma. En
la medida en que algunas tecnologías habilitadoras de Industria 4.0 parten de
un escenario de alegalidad o no regulación, una labor fundamental de las
organizaciones y el sector tecnológico consistirá en orientar a los reguladores
para que cambien o modifiquen las legislaciones oportunas.
3.5. Protección de datos
El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) entró en vigor el 25 de
mayo de 2016, pero hasta el 25 de mayo de 2018 no comenzó a ser de
obligado cumplimiento. La normativa invoca que debe existir consentimiento
para el uso de los datos y que ese consentimiento debe ser inequívoco y
verificable, y no tácito como hasta entonces. Además, las empresas están
obligadas a informar cuando hayan sufrido una brecha de seguridad a las
autoridades de control y, dependiendo de la gravedad, a los afectados. El
RGPD prevé multas millonarias para las organizaciones que lo incumplan, que
pueden alcanzar los 20 millones de euros o hasta un 4 % de su facturación
anual. Las empresas tendrán que contar con un delegado de protección de
datos (DPO), una especie de defensor del cliente o del ciudadano en esta
materia, pero también un mediador entre la compañía y las agencias de
protección de datos. Según una encuesta de la Agencia Española de
Protección de Datos (AEPD), órgano encargado de velar por el cumplimiento
del RGPD en España, y la Confederación Española de la Pequeña y Mediana
Empresa (CEPYME), son muchas las pymes que no disponen de recursos para
poder afrontar las obligaciones de la normativa en materia de protección de
datos, pese a tener la mejor de las actitudes. Por su parte la Ley Orgánica de
Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD), aprobada en diciembre de
2018, establece especialidades en una serie de tratamientos como son, entre
otros, los sistemas de exclusión publicitaria, los canales de denuncias internas,
la videovigilancia (control laboral y seguridad) o los sistemas de monitorización
de la actividad de empleados, y obliga al sector público a hacer público su
Registro de Actividades de Tratamiento.
3.6. I + D + i y patentes
El trabajo en I + D + i de las empresas es fundamental a la hora de desarrollar
nuevos productos y sus servicios asociados. Preservar ese conocimiento a
través de patentes es un aspecto primordial. Sin embargo, según datos de la
Oficina Europea de Patentes (EPO), cerca de la cuarta parte de las patentes
que se registran en Europa son redundantes y podrían estar fabricándose
productos similares en otras partes del mundo. Esta redundancia del
conocimiento podría suponer cerca de 50.000 millones de euros de inversión
perdidos. La principal limitación a la hora de lanzar productos disruptivos
se centra en los años de investigación, testeo y certificación que
conllevan estos procesos. Según el informe de la EPO, el número de
solicitudes de patentes presentadas en 2018 creció un 4,6 %, alcanzando un
nuevo máximo de 174.317. El estudio muestra un aumento en las patentes
registradas de las principales regiones industriales de todo el mundo, y las
compañías europeas mantuvieron el liderazgo en su mercado local, con el 47
% de todas las solicitudes de patentes en la EPO. Por otra parte, los expertos
recalcan que tan importante es tener capacidad de desarrollo tecnológico como
disponer de early adopters o personas y/o empresas que apuesten por
introducir en sus procesos y modelos de negocio tecnologías disruptivas que
aún no cuentan con el respaldo, aval o reconocimiento del sector industrial.
Cualquier compañía del mundo puede adquirir tecnología, pero la ventaja
diferencial es probar tecnologías que aún no están en el mercado y que pueden
marcar la diferencia.
3.7. Costes económicos
Los costes económicos de esta adaptación hacia la Industria 4.0 son también
una barrera para muchas organizaciones. La robotización, dotar de inteligencia
a las máquinas y analizar la información que proporcionan no son apuestas
baratas a corto plazo, pero sí que lo pueden ser a medio-largo plazo. Por ello,
es importante que las empresas de menor tamaño y con menores recursos se
planteen un redimensionamiento mediante fusiones e incluso activando
sinergias con otras compañías para afrontar los costes de la modernización.
Las herramientas de financiación, tanto públicas como privadas, serán también
determinantes a la hora de ayudar a las pymes y compañías con menos
recursos a afrontar estos costes económicos.
3.8. Capacitación de los proveedores tecnológicos
Con el boom de la transformación digital, cada vez son más las empresas que
ofrecen «servicios de Industria 4.0». Se trata de proveedores que aseguran
tener herramientas y 99 conocimientos aplicables a sus clientes vinculados con
las tecnologías habilitadoras que hemos detallado anteriormente. En la mayoría
de los casos, estas empresas, consultorías o asesorías, podrán ofrecer
proyectos con garantías, pero también se han detectado casos de estafas o
servicios de poca calidad. A falta de una posible reglamentación, sellos de
calidad o certificaciones que acrediten los conocimientos de este tipo de
proveedores, es recomendable indagar sobre la experiencia en proyectos que
hayan llevado a cabo con anterioridad, incluso preguntando a sus clientes. En
el caso de querer trabajar con startups, con menos bagaje profesional, es
importante conocer en persona a su equipo, valorar su disponibilidad y
conocimientos, preguntar sobre posibles premios y reconocimientos, investigar
sus vías de financiación y mentores, oficinas, etc. Otro elemento que se achaca
a muchos proveedores tecnológicos es que, en algunos casos, los posibles
servicios que ofertan poco tienen que ver con tecnologías emergentes
vinculadas a Industria 4.0, y sus soluciones están más cerca de estadios
industriales anteriores que podrían quedar obsoletas en pocos años, si es que
no lo están ya.
3.9. Obsolescencia programada
Uno de los grandes retos al que se enfrenta cualquier consumidor de nuevas
tecnologías (smartphones, televisores, equipos informáticos...) es el de la
obsolescencia programada o el hecho de que los fabricantes de los productos
dejen de actualizar los equipos con el riesgo de que estos no funcionen de
forma fiable, lo hagan de manera limitada o sean vulnerables a problemas
vinculados con la ciberseguridad. El objetivo de los fabricantes a la hora de
impulsar la obsolescencia programada o planificada es, «simplemente», seguir
vendiendo sus productos, y dicha táctica no es algo novedoso. El 23 de
diciembre de 1924 se reunieron en Ginebra un grupo de fabricantes de
bombillas con el objetivo de reducir la duración de las bombillas a nivel mundial
de 2.500 a 1.000 horas. Y lo consiguieron. Desde entonces, las bombillas han
ido durando cada vez menos. Se podría decir lo mismo de otros aparatos de
uso cotidiano como electrodomésticos, etc. Lo que parece claro es que, si las
empresas van a tener que afrontar costes relevantes a la hora de impulsar su
transformación digital incorporando nuevas tecnologías, los fabricantes de
hardware y software tendrán que garantizar una vida útil determinada de los
dispositivos, así como prestarle todo su conocimiento a la hora de actualizarlos
y preservar su seguridad.
3.10. Difusión
Otro elemento relevante es el de la difusión a la opinión pública de en qué
consiste 100 la Industria 4.0, sus aportaciones, sus especificidades
tecnológicas y dar a conocer casos prácticos de uso. Que la sociedad sepa qué
es la Industria 4.0 a través de los medios de comunicación, eventos y jornadas
es una labor primordial de cara a preparar a las empresas y a sus trabajadores
sobre lo que está ya sucediendo. Teniendo en cuenta que las pymes son las
que reconocen tener un menor conocimiento sobre las herramientas vinculadas
con la Industria 4.0, y que las pequeñas y medianas empresas representan
cerca del 99 % del tejido empresarial español según datos del Ministerio de
Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, la labor de difusión entre ellas es
fundamental.
3.11. Motivaciones sociales, laborales y psicológicas
En el capítulo sobre la inteligencia artificial ya hemos explicado cómo el uso de
los algoritmos de aprendizaje ha despertado el recelo de una parte de la
sociedad. Se ha puesto en cuestión su impacto en el mercado laboral ante la
previsible disminución de puestos de trabajo que conllevará la implantación de
herramientas automáticas para el análisis de datos o la comunicación con los
clientes. A este respecto también son relevantes los debates sobre el
impacto de la progresiva robotización de los procesos industriales y
cómo las nuevas tecnologías van a transformar el futuro mercado
laboral. El informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos), titulado How’s life in the digital age? Opportunities and
risks of the digital transformation for people’s well-being, revela que el 52 % de
los empleos de toda España podrían desaparecer debido a la llegada de los
robots al mercado laboral . Cabe mencionar un estudio de IPSOS en
colaboración con el Foro Económico Mundial que desvela que un 33 % de los
españoles cree que la automatización pone en peligro su empleo
actual. Además, un 43 % de los entrevistados estima que la automatización
cambiará por completo su trabajo en la próxima década. De hecho, un 41 % ya
admite que ha modificado su forma de trabajar. En el lado positivo también
habría que resaltar que el 38 % de los encuestados asegura que la
automatización ha vuelto su trabajo más sencillo, un 30 % opina que ha
incrementado la calidad de su trabajo, un 26 % resalta que ha limitado el riesgo
de lesiones y un 24 % considera que ahora su trabajo es más interesante. Por
otra parte, un estudio de McKinsey & Co. apunta que 800 millones de
trabajadores serán sustituidos por robots en todo el mundo para 2030 en el
peor de los escenarios, la mitad en el caso de que el desarrollo tecnológico sea
más lento. Desde la consultora PwC apuntan a que la inteligencia artificial
afectará a un tercio de los empleos para ese mismo año. Lo que parece claro
es que se están produciendo cambios en la descripción de los puestos de
trabajo, las competencias, las cualificaciones, la educación, la formación, los
entornos de trabajo, los modos de organización de los procesos, las relaciones
101 contractuales entre las empresas y los trabajadores, los métodos de
trabajo, la planificación profesional, etc. Uno de los principales desafíos de
nuestra época consiste en determinar la forma de abordar el hecho de que no
disponer de ciertas competencias digitales podría dejar fuera del mercado
laboral a muchas personas. Los estamentos políticos, administraciones, el
sector empresarial, los sindicatos, las organizaciones sin ánimo de lucro, los
centros educativos y el sector público, deberían aunar esfuerzos para minimizar
este impacto y tomar medidas correctoras. Al mismo tiempo, el uso de
herramientas de inteligencia artificial conlleva otro debate sobre hasta qué
punto es necesario que las personas sepamos que estamos interactuando con
un sistema basado en inteligencia artificial. Existe también cierto recelo a la
hora de utilizar este tipo de herramientas controladas por sistemas de
autoaprendizaje. La Universidad de Valencia en colaboración con la
Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) y el Instituto Universitario de
Investigación en Tráfico y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia
(INTRAS) llevaron a cabo un estudio en 2018 para analizar las actitudes de los
conductores españoles ante la posible utilización de un vehículo autónomo. Un
77,4 % de los entrevistados preferían conducir un vehículo ellos mismos. Entre
los motivos, el más mencionado fue el de la seguridad: el 56,1 % de los
entrevistados se sentirían más seguros conduciendo por sí mismos. Otro
elemento que está sobre la mesa se refiere a cuáles son las capacidades
reales de la inteligencia artificial, hasta qué limites puede llegar su
conocimiento y qué impacto puede tener en la sociedad la existencia de
herramientas que sean más inteligentes que los humanos. La Industria 4.0 y la
transformación digital son procesos en constante evolución ya que día a día
siguen alimentándose de las últimas novedades tecnológicas para mejorar
los procesos productivos. Su futuro está íntimamente ligado a los avances en
áreas como la robótica, la inteligencia artificial, la sensórica, la analítica de
datos y la utilización de nuevos materiales. Los avances en I + D + i, el trabajo
de los centros de investigación y la apuesta por la creación de nuevas
empresas de base tecnológica y/o startups son claves en su futuro. De la
misma manera, debemos fijarnos en qué se hace en otros países como
Alemania o Estados Unidos, cuyos modelos nos han servido de referencia
durante los primeros años de esta cuarta revolución industrial.

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