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ANALISIS DE LA PELICULA EL DISCURSO DEL REY.

“El discurso del Rey” narra una pequeña anécdota histórica sucedida en un
momento especialmente relevante de la historia reciente. La voz de un rey, como
la de cualquier figura política, es su mejor arma para comunicar, convencer y
liderar a su pueblo. Un rey que tartamudea puede parecer un líder débil, una figura
endeble.

En mi opinión, el gran hallazgo de la película es mostrar que este defecto del


habla que en otra persona y/o en otro momento hubiera resultado irrelevante,
resultaba de gran importancia para el Rey de Inglaterra, en vísperas de la
Segunda Guerra Mundial.

Conocer esta anécdota, investigar sobre ella y decidir escribir una película con una
trama aparentemente tan nimia es, en mi opinión, lo mejor del trabajo de guión de
“El discurso del Rey”. Por lo que leo en la entrada de la Wikipedia sobre la
película, fue David Seidler, que ha obtenido el Oscar al guión original por esta
película, quien tuvo la idea inicial de la película, ya que, habiendo sufrido la
tartamudez, se sintió especialmente identificado con el problema del monarca.
Esto confirma lo que decía Jean Claude Carrière sobre el guionista: “Sucede con
bastante frecuencia que un guionista es una persona cultivada. Y tiene razón
en serlo, incluso aunque su cultura, adquirida a menudo según el azar de su
trabajo, sea dispersa e incompleta”.

Otro de los puntos fuertes de la película es, en mi opinión, lo interesante que


resulta el conflicto con Edward, heredero del trono. Su historia de amor con una
divorciada, amor que le lleva incluso a abdicar, podría invitar a hacer un retrato
amable y romántico del hermano mayor del protagonista. No es el caso: se nos
muestra a Edward como un tipo arrogante, superficial que desprecia a su hermano
menor. Sí, está perdidamente enamorado pero… de una mujer frívola y
maleducada. Para empeorar las cosas, ambos amantes tienen una inquietante
simpatía por los nazis. La película toma de manera evidente la postura del
establishment más convencional, aplaudiendo que Edward deba abdicar por amar
a la persona “equivocada”. Es en esta “subtrama” en la que la película alcanza, en
mi opinión, su mayor interés y complejidad. Personajes innobles actúan de manera
muy romántica. Personajes nobles se comportan, en cierto modo, de manera
conservadora y convencional.

Se trata pues de una historia de superación. Hasta un niño pequeño podría resumir en qué
consiste el esquema básico de estas historias: Un tipo tiene un problema, parece imposib le de
solucionar. Acude a un maestro que, a través de un proceso muy severo, le hace aprender algo
sobre sí mismo, algo imprescindible para superar su problema, algo que le limita o constriñe. En el
proceso, el aprendiz se rebela contra el maestro varias veces, siente que no está avanzando, se
resiste a cambiar… pero, finalmente, utilizando las enseñanzas adquiridas, el protagonista logra su
propósito. Sigue siendo el mismo, pero ha cambiado. Derrota al dragón, gana a los malos o… vence
la tartamudez.

Aquí surge, en mi opinión, uno de los mayores problemas de la película. “El


discurso del Rey” se encuentra a caballo entre el relato histórico más o menos
realista y la inspiradora historia de superación. Trata de ser ambas cosas y,
siempre en mi opinión, no consigue ser plenamente ninguna de ellas. Como relato
histórico se centra en una anécdota que, comparada con todos los
acontecimientos que la rodean, es sumamente trivial. ¿A quién le importa esa
tartamudez cuando un Rey está abdicando por amor y se acerca la peor guerra de
la Historia? Este problema se hace para mí especialmente evidente cuando, tras el
discurso final, todos se apresuran a felicitarle y darle la enhorabuena, como si lo
más importante para ellos también fuese su lucha contra la tartamudez: nadie
parece darle importancia a que el discurso que acaba de leer el monarca anuncia
la entrada del país en guerra.

Es muy posible que en esto la película sea fiel a la realidad: es probable que la
tartamudez del Rey Jorge no tuviera una causa psicológica o que, si la tuviera, el
logopeda Logue no la hallara. Muy posiblemente el Rey no superara nunca del
todo su tartamudez y que sus discursos sólo fueran moderadamente
emocionantes.
Esta es, más o menos, la impresión que uno extrae de la película: que, gracias a
un tipo entrañable, un rey sin excesivo carisma casi superó un defecto del habla.
La realidad es, muchas veces, así de mediocre. A las películas yo suelo pedirles
un poco más. Aunque sea mentira.
HOSPITAL JUAREZ DE MEXICO

UNIVERIDAD DEL VALLE DE MEXICO.

ALUMNO : DEL RAZO DE LA CRUZ PATRICIA.

MATERIA: CAPACITACION Y DESARROLLO PARA LA CALIDAD TOTAL.

MAESTRO:

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