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De acuerdo con Sylvia Molloy, tanto en este poema como en “Nocturno”, Agustini se empeña en semantizar (cargar

de nuevos significados) el ícono-símbolo del cisne de maneras distintas a las empleadas por Rubén Darío.

I
Y
Tawny Moreno Baloco  

Según Molloy, en Agustini el cisne se convierte


-

en un cisne. La poeta “vacía” y desacraliza el


-

emblema rubendariano del cisne.


El cisne1 

i
Delmira Agustini  Según anota Molloy, en la obra de Rubén Darío la
figura del “cisne” posee un carácter emblemático.
El arquetipo del cisne rubendariano opera de
Pupilas azul de mi parque  distintas maneras en sus poemas, pero en todas
ellas se revela su carácter de “símbolo heráldico”.

es el sensitivo espejo  Por ejemplo:

- En su poema “Blasón” el cisne representa


de un lago claro, ¡muy claro!...  “cultura”.
Lago del parque: - En su poema “El cisne” representa la “nueva
poesía”.
Tan claro que a veces creo  paisaje artificial,
metafórico. “Expresa” - En “Yo persigo una forma” el cisne representa el
la interioridad del “yo”
enigma de la creación artística.

?
hablante.
que en su cristalina página  - En sus poemas sobre el personaje mítico de Leda,
el cisne es una figura erótica (aunque más adelante
Molloy afirmará que el erotismo de Darío es un
se imprime mi pensamiento.  erotismo tibio y dilatado, si se le compara con la
fuerza de Agustini).
- En su primer poema de la serie titulada “Los
 
Según Molloy, esta primera estrofa “abre” con una metáfora de
“innegables reminiscencias” rubendarianas: pupila, azul (¡azul!,
cisnes”, el cisne representa al hispanismo.
como el primer poemario de Darío), parque.
Entonces, es posible concluir que para Darío el
Flor del aire, flor del agua,  cisne es un referente fundamental, el cual él tiende
Aparece por primera a colmar, a cargar, a “llenar” (como los cálices) de
diversos y “pesados” significados.
alma del lago es un cisne  vez la figura del cisne
en el poema.

con dos pupilas humanas, 


Progresiva
desviación del Así, es posible pensar (de acuerdo con lo observado por Molloy)
modelo
rubendariano del
grave y gentil como un príncipe;  que, de la misma manera en que Agustini “vacía” los cálices, esta
cisne (a lo largo de poeta también lleva a cabo un ejercicio de “vaciamiento” (del aura
esta estrofa). sagrada, por ejemplo) de la figura rubendariana del cisne.
alas lirio, remos, rosa... 
Características “externas” del
prototípico cisne rubendariano,
Pico en fuego, cuello triste  que aparecen -según Molloy-
sólo al principio de este poema.
Personaje de la mitología griega:

!
esposa de Tindáreo, rey de Esparta.
A partir de los versos que
Fue “seducida” (violada) por Zeus,
y orgulloso, y la blancura  vienen, “queda claro”, dice
Molloy, que la pulsión erótica es
quien se le apareció en forma de cisne
mientras ella se encontraba
la que guía el poema de
caminando a orillas del río Eurotas. A
Agustini, y no las auras
y la suavidad de un cisne...  sacralizadas.
partir de tal violación engendró dos
hijos inmortales: Pólux y Helena
-
(quien más adelante se convertiría en
“Helena de Troya”).
 
En contraste: el pico del cisne de
Darío es de “ámbar”, traslúcido.

El ave cándida y grave  De acuerdo con Molloy, el título mismo del poemario ya insinúa
las rupturas que Agustini lleva a cabo frente a la tradición
modernista encabezada por Rubén Darío, al igual que el carácter y


tiene un maléfico encanto;  propósito divergente e “inquisidor” de su escritura. Lo anterior, ya
que Molloy lee un contraste entre los “cálices vacíos” de Agustini, y
los “cálices llenos” de Darío (su poemario titulado Las ánforas de
Epicuro).
1
  Este  poema  hace  parte  del  libro  ​Los  cálices  vacíos  (1913),  último  poemario publicado en vida por Agustini (antes 
de  morir  en  1914,  con  28  años  y  habiendo  sido  asesinada por Enrique Job Reyes, quien fue  su esposo). Los cálices 
vacíos​ cuenta con un Pórtico escrito por Rubén Darío, padre del modernismo en la poesía hispanoamericana. 

Textos de Rubén Darío que, de manera puntual, Molloy contrasta con “El cisne” de Delmira
Agustini: los poemas III y IV de la serie Los cisnes y el poema titulado “Leda” (todos estos se
encuentran en el poemario de Darío, Cantos de vida y esperanza, publicado en 1905).
A partir de estos versos se “centra” la perspectiva del poema. No observamos el encuentro entre la mujer y el cisne
como espectadores-mirones. La turbación del encuentro es experimentada por el yo mismo (la voz poética que crea
Agustini). Es el yo-mujer quien dicta y orquesta la pasión erótica que crece en el poema a partir de estos dos versos.
Molloy sostiene que este primer contacto es Tawny Moreno Baloco  
un “abrazo claramente sexual”.
Yo deseante,
—clavel vestido de lirio,  amante.

trasciende a llama y milagro!... 


Contacto
“físico” entre
el yo (un sus alas blancas me turban 
“ella”) que
habla en este
poema, y el como dos cálidos brazos; 
cisne.

!
ningunos labios ardieron 

÷
como su pico en mis manos; 

ninguna testa ha caído 

tan lánguida en mi regazo;  “Leda y el cisne”, pintura de Johann Hoffman (otra imagen que,
como hace Darío, “sacraliza” el encuentro sexual entre Leda y el
cisne que encarnaba Zeus).
ninguna carne tan viva, 

÷
Placer que a la
ha padecido o gozado: vez es dolor.
En los poemas de Rubén Darío, sostiene Molloy, el encuentro entre
Leda y el cisne se presenta como espectáculo, tanto para el lector
viborean en sus venas  como para la “voz” hablante que “narra” el poema. Este encuentro
parece como “escena ritual”, cargada de simbologías relativas a lo
sagrado.
filtros dos veces humanos! 
En este sentido, Molloy afirma que los poemas de Darío “dan a ver”
a los lectores, y los hacen participar del encuentro entre Leda y el
Del rubí de la lujuria  cisne en calidad de voyeurs. Más aún, la voz poética presente en el
poema es también la de un voyeur, la de un mirón.
su testa está coronada:  Entonces, según Molloy, Darío escoge una escena mitológica ya
construida por la tradición literaria de Occidente, y se dedica a
y va arrastrando el deseo  observarla, espiarla, celebrarla (y, eventualmente, reconocerse en
ella, como sucede en el poema III de la serie Los cisnes). No
participa “activamente” de la misma: Rubén Darío es un mirón.
en una cauda rosada... 
A partir de este abrazo, se multiplican en el poema las En contraste con Darío
manifestaciones del ardor (sexual), cifradas y metaforizadas
 
en las figuras relativas al fuego y a lo rojo. Dinámica del texto de Agustini (según Sylvia Molloy):
La poeta no parte de una escena ya prefabricada por la tradición
Agua le doy en mis manos  literaria. La voz poética que Agustini construye en “El cisne” nos
habla en primera persona (dice yo) y desde allí fabrica una
atmósfera personal (“mi parque”, “mi pensamiento”, “mi lago”).
y él parece beber fuego; 
Dinámica del deseo (femenino): erotismo de lo móvil, de lo
cambiante, de lo desbordante.
y yo parezco ofrecerle 

todo el vaso de mi cuerpo... 

  .

Aquí el yo-mujer-deseante se vierte sobre el cisne, le ofrece y le Según Molloy, este rojo-verterse femenino que
vierte “todo el vaso” de su cuerpo, todo el vaso de su carne. plantea Agustini subvierte la típica imagen (también
emulada por Rubén Darío) del blanco-verterse
Al cisne traslúcido (llamado “flor del aire, flor del agua” en la masculino en el cuerpo femenino previamente
segunda estrofa), el yo-mujer lo ha llenado de rojo (fuego, carne, “glorificado” y sacralizado (deshumanizado:
sangre, deseo). convertido en objeto de admiración).
Tawny Moreno Baloco  

9-
Y vive tanto en mis sueños, 

y ahonda tanto en mi carne, 

que a veces pienso si el cisne 

con sus dos alas fugaces, 

sus raros ojos humanos 

=
y el rojo pico quemante, 

ii.
es sólo un cisne en mi lago 

o es en mi vida un amante... 

Al margen del lago claro 


Figura del pico del cisne: metáfora para presentar, dice
yo le interrogo en silencio...  Molloy, al “signo inconfundible de la destrucción
placentera”. Así, según Molloy, en Agustini el placer
y el silencio es una rosa  desbordante se confunde con el dolor, es a la vez placer
y dolor. Lo anterior, en contraste con Rubén Darío,
quien plantea los encuentros amorosos entre Leda y el
sobre su pico de fuego...  cisne como momentos de mera “armonía”.

Pero en su carne me habla  Según Molloy: colaboración erótica. Doble


dinámica de seres deseantes: el yo-mujer y
el cisne amante.
y yo en mi carne le entiendo. 

—A veces ¡toda!, soy alma; 

y a veces ¡toda!, soy cuerpo.— 

Y vive tanto en mis sueños, 

y ahonda tanto en mi carne, 

que a veces pienso si el cisne 

con sus dos alas fugaces, 


Tawny Moreno Baloco  

sus raros ojos humanos 

y el rojo pico quemante, 

Ita
es sólo un cisne en mi lago 

o es en mi vida un amante... 

Al margen del lago claro 


-

o
yo le interrogo en silencio... 

y el silencio es una rosa 

sobre su pico de fuego...  “Leda y el cisne”, pintura de Peter Paul Rubens. Esta escena,
enrojecida, claramente sexual, contrasta con el cuatro anterior

Es
(pintado por Hoffman)... y quizás se encuentra en más-íntima
Pero en su carne me habla  sintonía con el poema de Agustini.

I
y yo en mi carne le entiendo. 

—A veces ¡toda!, soy alma; 

y a veces ¡toda!, soy cuerpo— 

Hunde el pico en mi regazo 


De acuerdo con Molloy, el yo-mujer-deseante no
y se queda como muerto...  solamente se ofrece, desborda y se “gasta” a sí
misma: también agota a su contraparte deseante.

Y en la cristalina página, 

en el sensitivo espejo 

del lago que algunas veces 

refleja mi pensamiento, 

el cisne asusta de rojo, 

y, yo de blanca doy miedo! 

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