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de nuevos significados) el ícono-símbolo del cisne de maneras distintas a las empleadas por Rubén Darío.
I
Y
Tawny Moreno Baloco
i
Delmira Agustini Según anota Molloy, en la obra de Rubén Darío la
figura del “cisne” posee un carácter emblemático.
El arquetipo del cisne rubendariano opera de
Pupilas azul de mi parque distintas maneras en sus poemas, pero en todas
ellas se revela su carácter de “símbolo heráldico”.
?
hablante.
que en su cristalina página - En sus poemas sobre el personaje mítico de Leda,
el cisne es una figura erótica (aunque más adelante
Molloy afirmará que el erotismo de Darío es un
se imprime mi pensamiento. erotismo tibio y dilatado, si se le compara con la
fuerza de Agustini).
- En su primer poema de la serie titulada “Los
Según Molloy, esta primera estrofa “abre” con una metáfora de
“innegables reminiscencias” rubendarianas: pupila, azul (¡azul!,
cisnes”, el cisne representa al hispanismo.
como el primer poemario de Darío), parque.
Entonces, es posible concluir que para Darío el
Flor del aire, flor del agua, cisne es un referente fundamental, el cual él tiende
Aparece por primera a colmar, a cargar, a “llenar” (como los cálices) de
diversos y “pesados” significados.
alma del lago es un cisne vez la figura del cisne
en el poema.
!
esposa de Tindáreo, rey de Esparta.
A partir de los versos que
Fue “seducida” (violada) por Zeus,
y orgulloso, y la blancura vienen, “queda claro”, dice
Molloy, que la pulsión erótica es
quien se le apareció en forma de cisne
mientras ella se encontraba
la que guía el poema de
caminando a orillas del río Eurotas. A
Agustini, y no las auras
y la suavidad de un cisne... sacralizadas.
partir de tal violación engendró dos
hijos inmortales: Pólux y Helena
-
(quien más adelante se convertiría en
“Helena de Troya”).
En contraste: el pico del cisne de
Darío es de “ámbar”, traslúcido.
El ave cándida y grave De acuerdo con Molloy, el título mismo del poemario ya insinúa
las rupturas que Agustini lleva a cabo frente a la tradición
modernista encabezada por Rubén Darío, al igual que el carácter y
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tiene un maléfico encanto; propósito divergente e “inquisidor” de su escritura. Lo anterior, ya
que Molloy lee un contraste entre los “cálices vacíos” de Agustini, y
los “cálices llenos” de Darío (su poemario titulado Las ánforas de
Epicuro).
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Este poema hace parte del libro Los cálices vacíos (1913), último poemario publicado en vida por Agustini (antes
de morir en 1914, con 28 años y habiendo sido asesinada por Enrique Job Reyes, quien fue su esposo). Los cálices
vacíos cuenta con un Pórtico escrito por Rubén Darío, padre del modernismo en la poesía hispanoamericana.
Textos de Rubén Darío que, de manera puntual, Molloy contrasta con “El cisne” de Delmira
Agustini: los poemas III y IV de la serie Los cisnes y el poema titulado “Leda” (todos estos se
encuentran en el poemario de Darío, Cantos de vida y esperanza, publicado en 1905).
A partir de estos versos se “centra” la perspectiva del poema. No observamos el encuentro entre la mujer y el cisne
como espectadores-mirones. La turbación del encuentro es experimentada por el yo mismo (la voz poética que crea
Agustini). Es el yo-mujer quien dicta y orquesta la pasión erótica que crece en el poema a partir de estos dos versos.
Molloy sostiene que este primer contacto es Tawny Moreno Baloco
un “abrazo claramente sexual”.
Yo deseante,
—clavel vestido de lirio, amante.
!
ningunos labios ardieron
÷
como su pico en mis manos;
tan lánguida en mi regazo; “Leda y el cisne”, pintura de Johann Hoffman (otra imagen que,
como hace Darío, “sacraliza” el encuentro sexual entre Leda y el
cisne que encarnaba Zeus).
ninguna carne tan viva,
÷
Placer que a la
ha padecido o gozado: vez es dolor.
En los poemas de Rubén Darío, sostiene Molloy, el encuentro entre
Leda y el cisne se presenta como espectáculo, tanto para el lector
viborean en sus venas como para la “voz” hablante que “narra” el poema. Este encuentro
parece como “escena ritual”, cargada de simbologías relativas a lo
sagrado.
filtros dos veces humanos!
En este sentido, Molloy afirma que los poemas de Darío “dan a ver”
a los lectores, y los hacen participar del encuentro entre Leda y el
Del rubí de la lujuria cisne en calidad de voyeurs. Más aún, la voz poética presente en el
poema es también la de un voyeur, la de un mirón.
su testa está coronada: Entonces, según Molloy, Darío escoge una escena mitológica ya
construida por la tradición literaria de Occidente, y se dedica a
y va arrastrando el deseo observarla, espiarla, celebrarla (y, eventualmente, reconocerse en
ella, como sucede en el poema III de la serie Los cisnes). No
participa “activamente” de la misma: Rubén Darío es un mirón.
en una cauda rosada...
A partir de este abrazo, se multiplican en el poema las En contraste con Darío
manifestaciones del ardor (sexual), cifradas y metaforizadas
en las figuras relativas al fuego y a lo rojo. Dinámica del texto de Agustini (según Sylvia Molloy):
La poeta no parte de una escena ya prefabricada por la tradición
Agua le doy en mis manos literaria. La voz poética que Agustini construye en “El cisne” nos
habla en primera persona (dice yo) y desde allí fabrica una
atmósfera personal (“mi parque”, “mi pensamiento”, “mi lago”).
y él parece beber fuego;
Dinámica del deseo (femenino): erotismo de lo móvil, de lo
cambiante, de lo desbordante.
y yo parezco ofrecerle
.
Aquí el yo-mujer-deseante se vierte sobre el cisne, le ofrece y le Según Molloy, este rojo-verterse femenino que
vierte “todo el vaso” de su cuerpo, todo el vaso de su carne. plantea Agustini subvierte la típica imagen (también
emulada por Rubén Darío) del blanco-verterse
Al cisne traslúcido (llamado “flor del aire, flor del agua” en la masculino en el cuerpo femenino previamente
segunda estrofa), el yo-mujer lo ha llenado de rojo (fuego, carne, “glorificado” y sacralizado (deshumanizado:
sangre, deseo). convertido en objeto de admiración).
Tawny Moreno Baloco
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Y vive tanto en mis sueños,
=
y el rojo pico quemante,
ii.
es sólo un cisne en mi lago
o es en mi vida un amante...
Ita
es sólo un cisne en mi lago
o es en mi vida un amante...
o
yo le interrogo en silencio...
sobre su pico de fuego... “Leda y el cisne”, pintura de Peter Paul Rubens. Esta escena,
enrojecida, claramente sexual, contrasta con el cuatro anterior
Es
(pintado por Hoffman)... y quizás se encuentra en más-íntima
Pero en su carne me habla sintonía con el poema de Agustini.
I
y yo en mi carne le entiendo.
Y en la cristalina página,
en el sensitivo espejo
refleja mi pensamiento,