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Me confío a tu amor
materno para que formes en mí a Jesús, el Hijo y el Enviado del Padre, el Ungido
por el Espíritu Santo para anunciar la Buena Nueva a los pobres. Enséñame a
guardar, como tú, la Palabra en el corazón, hasta convertirme en Evangelio vivo.
Pide la fuerza del Espíritu para que sea testigo de Cristo entre los hombres.
Infúndeme tu amor materno para que les revele al Padre y sientan la alegría de
ser hijos de Dios en la comunión fraterna de la Iglesia. Madre, aquí tienes a tu
hijo. Fórmame. Madre, aquí tienes a tu hijo. Envíame. Madre, aquí tienes a tu hijo.
Habla por mí. Ama por mí. Guárdame, no sea que anunciando a otros el Evangelio,
quede yo excluido del Reino. En ti, Madre mía, he puesto toda mi confianza.
Jamás quedaré confundido. Amén.
María es también, una discípula fiel. En ella encontramos todas las características de un
verdadero discípulo de Jesús, en la escucha amorosa y atenta, la obediencia sin límites a la
voluntad del Padre, la fidelidad hasta acompañar a su Hijo al pie de la cruz. Acompañando y
animado a los discípulos en el caminar, sin Jesús, hasta su conversión en pentecostés,
continuando fielmente junto a ellos, animando su oración y su unidad, e implorando con ella la
venida del Espíritu Santo (cf. Hch 1,14). Como nadie, la Virgen María fue la “fiel discípula de
Jesús”.
Ser hijos de María, en esta medida, nos hace sentir enviados por ella a la misión de la
humanización del mundo, la búsqueda por hacer de estos tiempos dinamismo transparentados
de la solidaridad y amor de Dios. Ser discípulos fieles del Señor capaces de ponernos en caminos
de conversión frente a todas aquellas actitudes personales y familiares que destruyen la unidad
e impiden nuestra donación total al servicio de Dios.
Te pedimos madre celestial, que nos des la luz para guiar la vida de nuestros
estudiantes y sus familias, para que, unidos en un vínculo de caridad y de amor,
seamos capaces de afrontar juntos estos nuevos desafíos para la formación.
Decimos todos, Dios te salva María…
Te pedimos Santísima Virgen María, nos concedas un espíritu abnegado e
incasable, lleno de fortaleza y de fe, para no desfallecer en estos tiempos difíciles
y por el contrario, ser esa voz de aliento y de esperanza para estas nuevas
generaciones.
Decimos todos, Dios te salva María…
1. Como Familia nos comprometemos en esta semana a manifestar cada día el
cariño y apoyo a nuestros maestros.
2. Escucha esta canción: https://www.youtube.com/watch?v=qM2cOckJezg y
escribe un pequeño mensaje de gratitud a tus docentes.
3. Ejecuta un gesto de amor con un amigo necesitado.
4. Realizo un Ave María o un Padre nuestro por los maestros del colegio
Claretiano y de todo el mundo, especialmente por aquellos que sufren.
5. Agradece a Dios por los familiares y amigos que te han acompañado en algún
momento difícil de tu vida.
Oración: Querida Virgen María, gracias por ser nuestra mamá en la fe, por estar
cerca nuestro y cuidarnos mucho como hiciste con Jesús-niño. Quiero conocer
mejor a tu hijo y a quererlo más cada día. Quiero vivir como Jesús, ser buen hijo,
buen hermano y buen amigo. Contágiame tu esperanza, que aprenda, como tú, a
vivir en las manos de Dios. Ayúdame a hacer crecer mi fe. Madre Buena, enséñame
a seguir los pasos de Jesús. Recibe, Madre la flor de nuestro amor y nuestra alegría,
para que tu gozo sea cumplido. (Padre Nuestro).
María, mujer de la escucha, haz que se abran nuestros oídos; que sepamos escuchar
la Palabra de tu Hijo Jesús entre los miles de palabras de este mundo; haz que
sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos,
especialmente a quien es pobre, necesitado, tiene dificultades.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que
sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús sin vacilaciones; danos la valentía
de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.
María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros
pies se muevan «deprisa» hacia los demás, para llevar la
caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como
tú, la luz del Evangelio al mundo. Amén.