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CARTA ABIERTA DE LOS LAICOS A NUESTROS PASTORES Y FIELES DE LA SANTA IGLESIA

CATÓLICA.

SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, EL DERECHO DE LOS FIELES Y CLÉRIGOS, ANTE LAS


MEDIDAS TOMADAS POR LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA EN LA CRISIS SANITARIA.

A los Señores Obispos, Presbíteros, Diáconos y fieles católicos:

Quisiéramos compartir unas reflexiones y orientaciones basadas en la enseñanza magisterial


de la Iglesia y el Derecho Canónico, puesto que hay mucha confusión y división entre los
miembros de la Iglesia.

Estas clarificaciones tienen por objeto confirmar en la fe católica para que cada fiel haga lo
propio con seguridad y en la libertad de los hijos de Dios. No se trata de atacar a nadie, ni
juzgar, sino de buscar la reconciliación en la verdadera fe recibida de los Apóstoles y en el
amor a Dios y a nuestros hermanos.

I. El Sentido Y Fin De La Vida Humana.

1. El fin de la vida humana es dar gloria de Dios, por medio de su propia santificación.
2. De cara a obtener ese fin que es la razón de ser de la Iglesia, es evangelizar y llamar
a la conversión y santificación por medio de los sacramentos. La santidad no es
privilegio de unos pocos, sino un llamado y un mandato de Dios mismo (Lv 20,7; I Pe
1,15-16)(CIC 210)

II. Por medidas de prevención sanitaria se suspendieron las misas y limitaron la


administración de los sacramentos.

a) No se consideraron los bienes espirituales, bienes esenciales para una sociedad


asustada, enferma y moribunda.
b) La Iglesia como Madre y Maestra no podía alejarse de la cama de sus hijos en plena
enfermedad y limitarse a mandarle vídeos de sacramentos.
c) ¿Qué les enseña sobre el amor, el sacrificio, la vida eterna como meta de la vida
cristiana y razón de ser de su sacerdocio?
d) Los héroes han sido los médicos, a quienes apreciamos indiscutiblemente, pero ya no
están los sacerdotes y religiosas, y otros miembros de la Iglesia, que por siglos
consolaron y cuidaron tuberculosos, leprosos, apestados, llevando la presencia
misericordiosa y fiel de Dios, porque nadie tiene mayor amor, que el que da la vida
por sus amigos. Dando así testimonio incuestionable de fe y en el destino eterno de
las almas, en medio de la tribulación como administradores de la Sangre de Cristo.

III. ¿Tiene derecho la autoridad episcopal a quitar, limitar o violar las normas
litúrgicas en la confección y administración de los sacramentos, pedírselo a sus
sacerdotes, e imponerlo a los fieles?

1. El argumento ha sido: “no pecar contra el quinto mandamiento”:

a) Ir a misa y comulgar no es una acción directa, ni indirecta de asesinato. No asistir


con sacramentos al moribundo, sí, y peor porque no se mata al cuerpo, sino al
alma. La indulgencia, ¿quién se la recuerda o ayuda al enfermo que está solo,
lejano de la fe o inconciente?
b) Si se toman precauciones decididas al interior de la Iglesia –no del gobierno, el
cual no tiene competencia en esta área- considerando las razones científicas (que
ya son muchas que niegan su eficacia y se cuestionan muchos datos y
tratamientos de la enfermedad) y con respeto a las normas litúrgicas, no tiene
por qué ser un pecado de imprudencia y temeridad.
c) Ningún rito sacramental de la Iglesia puede ser, ya sea por un clérigo, o la
autoridad suprema de la Iglesia, manipulado o modificado a su arbitrio, si no es
por servicio a la fe y respeto religioso al misterio de la liturgia. (CEC 1124/1125)
Claramente ponerse guantes, y exponerse a que se les caiga o se profane la
Eucaristía, y otro tipo de ocurrencias que violan la normativa de los Ritos de los
Sacramentos y la adoración debida al Santísimo Sacramento, no caen dentro de
estas intenciones: ponerlo en estacionamientos, disparar agua bendita, etc.
d) Se está difundiendo la idea, respaldada por los mismas autoridades de la Iglesia,
que se debe criminalizar a quién va a misa o imparte sacramentos. La Iglesia ha
cedido un privilegio bimilenario en estar presente santificando cuando más frágil
está la sociedad. Los enemigos de la Iglesia, no van a retroceder ante este triunfo.
e) Se está favoreciendo un comportamiento totalitario del gobierno, en el que se le
autoriza regular la vida interna del culto, como sucede en China.

2. Nos han dicho que es por solidaridad y obediencia con las acciones del gobierno civil,
para que no colapsaran los centros de atención.

a) En muchos países no había esa dificultad, pero la ayuda podía haber sido
coordinar esfuerzos en atención sanitaria con ayuda de toda la Iglesia.
b) La obediencia a la autoridad civil, corresponde en lo que la autoridad es ejercida
con legítimo derecho. No todas las áreas de la vida son regulables legítimamente
por la autoridad civil, mucho menos el culto a Dios, y especialmente si no son
gobiernos no católicos. Es más importante obedecer a Dios antes que a los
hombres.

3. Nos han dicho que somos “supersticiosos” por querer aferrarnos a los sacramentos
porque somos un pueblo ignorante.

a) La superstición es una creencia sin fundamento racional y darle atributos mágicos


a un objeto.
b) La Eucaristía no es un objeto, es la “ La presencia verdadera, total y real de
Jesucristo, el Verbo Encarnado”, que se quedó bajo las especies de pan y vino
para que tengamos vida (Jn 10,10) Su carne es verdadera comida y su sangre
verdadera bebida (Jn 6,55). No es una presencia “mística”. Él es el mismo que
pasó curando y sanando todo tipo de dolencias. Él no es la causa de la
enfermedad, sino su solución y cura. Cuando le tocan con guantes, que desechan,
como sucede en algunos lugares, le tratan como con asco, como si fuera un
malhechor, un muerto, del que se aparta el rostro. (Cfr. Is 53,3-4)
c) Sin Domingo no podemos vivir. Es una necesidad religiosa, que afecta nuestra vida
de forma integral. Por evitar la muerte física, ponemos en peligro la espiritual. La
sociedad está muy desconsolada y debilitada ante lo vivido y los retos que se
avecinan. No se puede dejar de dar un espacio de encuentro con el Señor. Las
Iglesias deben estar abiertas al culto al menos unas horas. CIC 937.

4. Nos han dicho que la misa televisada es una reunión válida y caritativa que nos une a
Cristo, porque se escucha la Palabra aunque no haya la inmediatez del Sacramento.

a) La Santa Misa es el Sacramento (realidad de lo que significa) donde se renueva


incruenta, pero realmente el Sacrificio de la Cruz. El sacerdote que preside es
quien, in persona Christi, ofrece al Padre Eterno lo mejor que tenemos para dar
culto a Dios, a Cristo mismo, y el pueblo sacerdotal unido al Sacerdote, se une en
este sacrificio redentor para el bien de sí mismo y por el mundo entero, por los
méritos infinitos de Cristo. CEC 48.
b) Como la presencia de Cristo es real, en los sacramentos, no pueden ser recibidos
o participar actuosamente, vía mediática. Como las confesiones por teléfono (CIC
978), o las unciones sin ungir verdaderamente una parte del cuerpo (la mano por
ejemplo) si no puede ser en la frente, y con algún instrumento en caso de no
poder con la mano del sacerdote (CIC 1000).

5. Se han molestado algunos de los obispos y sacerdotes a los que se les han pedido los
sacramentos, la participación en la Santa Misa, la confesión auricular, la comunión
en la boca. ¿Es desacato del laico o abuso de autoridad de los pastores?

a) El CIC 276 dice que: Dado que la razón de ser de su sacerdocio es la santidad por
medio de la administración de los Misterios de Cristo, cumplan incansablemente esta
perfección: a. 2 (Los pastores al pueblo) alimenten su vida espiritual en la doble mesa
de la Sagrada Escritura y de la Eucaristía; por eso, se invita encarecidamente a los
sacerdotes a que ofrezcan cada día el Sacrificio eucarístico, y a los diáconos a que
participen diariamente en la misma oblación.
b) 212 § 1. Los fieles, conscientes de su propia responsabilidad, están obligados a
seguir, por obediencia cristiana, todo aquello que los Pastores sagrados, en cuanto
representantes de Cristo, declaran como maestros de la fe o establecen como
rectores de la Iglesia.
§ 2. Los fieles tienen derecho a manifestar a los Pastores de la Iglesia sus
necesidades, principalmente las espirituales, y sus deseos.
§ 3. Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio
conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su
opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás
fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia
los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.
213 Los fieles tienen derecho a recibir de los Pastores sagrados la ayuda de los bienes
espirituales de la Iglesia principalmente la palabra de Dios y los sacramentos.
843 § 1. Los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los
pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho
recibirlos.
Y reciban la Eucaristía en la forma que prefieran dentro de las normas del derechos,
sin obligar en un sentido u otro. GMR 160 a. 2
La dispensa (del precepto dominical según el C. 1245, que afirma que el Ordinario o
superior puede dispensar o conmutar el precepto dominical con causa justa) ocurre
cuando solicitada por el fiel a quien tiene derecho de concederla. Es una situación
temporaria o perpetua, según las circunstancias. Pero el derecho fundamental del
fiel permanece inalterado.
c) La obediencia debe ser sobre cosas legítimas dentro de su autoridad, y que no
contravenga la ley divina, como dice Santo Tomás de Aquino, (en S.Th. II-II, q. 104 ad.
3) y en el caso de los eclesiásticos que privan de los bienes espirituales que
administran, estarían en pecado mortal. (S. Th. II-II, q. 185), como el siervo infiel.
d) Claramente concluimos que es un derecho y un deber del fiel pedir los sacramentos,
y es un abuso de autoridad, a la que no aplica la obediencia, de parte de la jerarquía.

6. Una reflexión final.

a) Los sacerdotes y obispos tienen la obligación de velar que no se profane la


Eucaristía y prohibir darla en la mano donde se corre el riesgo de que eso suceda.
Tristemente los ocultistas tienen mucha fe (como la de los demonios, sin caridad
claro está), que allí está Cristo verdaderamente y están felices traficando la
Eucaristía, con esta situación, que ustedes contra la advertencia del derecho
eclesial, permiten.
b) Sacerdotes: ¡conozcan y ejerzan sus derechos!, un día estarán ante el tribunal de
Dios, al cual entregaron su vida y por el que dejaron padre, madre, casa y
hermanos (Lc 18,29). Si tienen corazones paternales, no les faltará el amor de su
grey que los cuide en la vejez, en la enfermedad, en las necesidades y tenga
misericordia con sus debilidades, pero si pensando que el amo tarda en llegar se
ponen a golpear a sus compañeros, en vez de darles el alimento a su hora, ¿qué
les dirá el Señor cuando llegue? Para muchos fieles, la mirada a sus pastores no
volverá a ser de confianza, después de esta crisis, porque no les acompañaron
heroicamente en la enfermedad, vejez, soledad, etc., y maltrataron lo más
sagrado: la Eucaristía, porque no fueron fieles a Cristo y a Su Iglesia. Muestren la
valentía y hombría que caracteriza a los soldados de Cristo, que dieron su vida
porque no amaron tanto su vida, que temieran la muerte. (Ap 12,11)
c) Pueblo de Dios: ¡no dejen los sacramentos! vale más un día en sus atrios, que mil
en la casa del impío. (Sal 84) El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que
la pierda por amor a mí la salvará (Lc 9,24). ¿Nos podemos morir?, sí…si Dios lo
quiere. Estamos en sus manos. ¡Preparémonos y reparemos siendo
verdaderamente santos, el Sacratísimo Corazón de Jesús, tan ofendido con tantos
sacrilegios y profanaciones, que atraen la cólera divina sobre el mundo!, como
nos ha advertido la Virgen en Fátima y Akita.

Deseando de todo corazón que este análisis, nos fortalezca la vida del alma, en la
verdad y la caridad, y juntos podamos edificar el Reino de Dios siendo piedras santas.

Paz y Bien en el Señor,

María Pía Hirmas Said.

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