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EL SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL

1.- ¿QUÉ ES UN SACRAMENTO?

El Sacramento es un signo sensible y eficaz de la gracia, instituido por Cristo, para


santificar nuestras almas. Otros autores lo definen como cosa sensible que por institución
divina tiene la virtud tanto de santificar como de otorgar la gracia santificante.

Jesús confirió a la Iglesia signos sensibles que nos comunicaran la gracia


santificante, estos signos sensibles nosotros los conocemos como Sacramentos. Al hacer
referencia a que son conferidos a la Iglesia queremos decir que no son instituidos por ella,
ni que ella es la dueña de los mismos, sino que ella es quien por mandato y decisión de
Cristo los custodia y confiere al pueblo de Dios.

Los sacramentos, como fuerza que brotan del cuerpo Místico de Cristo, siempre
vivo y vivificante, y como acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la
Iglesia, son la obra maestra en al Nueva y Eterna Alianza. Por ello, muchos autores
litúrgicos al referirse a los sacramentos nos dicen que son la vida de al Iglesia que la van
santificando.

La definición etimológica de la Palabra Sacramento hunde sus raíces en la palabra


latina “sacramentum” que significa algo que santifica y equivale a la palabra griega
“Misterio” que significa cosa sacra, oculta o secreta. Nosotros, Iglesia de occidente,
utilizamos la palabra latina Sacramento por considerarla con mayor propiedad para
referirnos a los sacramentos instituidos por Cristo.

2.- HAY EN LA IGLESIA SIETE SACRAMENTOS:

La Iglesia desde sus orígenes siempre ha reconocido siete sacramentos como


instituidos por nuestro Señor Jesucristo, a saber: bautizo, confirmación, eucaristía,
penitencia, unción de enfermos, orden sacerdotal y matrimonio. Estos siete sacramentos son
y serán por siempre eficaces porque son actos del Cristo Resucitado y su Espíritu, a través
de la Iglesia manifiestan y comunican a los hombres el misterio de la comunión del Dios
del amor, Uno en tres personas.

Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos
importantes de la vida del cristiano; dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la
vida de fe de los cristianos. Hay aquí una cierta semejanza entre la vida natural y las etapas
de la vida espiritual.
Los siete sacramentos están agrupados en tres niveles según la gracia que
confieran.

a) SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA: Tienen la finalidad de despertar la


fe en el creyente y hacerla germinar. Ellos son el fundamento de toda la vida cristiana y
por medio de ellos pasamos a pertenecer al pueblo elegido de Dios. Los sacramentos de
Iniciación son tres: El bautismo, la confirmación y la eucaristía.

b) SACRAMENTOS DE CURACIÓN: Con forme se va creciendo dentro del orden


natural, se va también creciendo en el conocimiento del bien y del mal, surgiendo así el
pecado que nos aparta del camino de fe y crea una distancia entre Dios y el hombre, por
esta razón los sacramentos de curación tienen la finalidad de devolvernos la gracia
perdida por el pecado: Los sacramentos de curación son dos: el sacramento de la
penitencia y el sacramento de la unción de los enfermos.

c) LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD: Si bien es cierto que


estos sacramentos otorgan la salvación personal su principal finalidad es la salvación de
los demás, en ellos la salvación personal se va logrando en el servicio a los demás.
Confieren una misión particular en la Iglesia y contribuyen a la edificación del pueblo
de Dios. Estos dos sacramentos son: El orden sacerdotal y el sacramento del
matrimonio.

3.- ORDEN SACERDOTAL: SACRAMENTO AL SERVICIO DE LA


COMUNIDAD.

Para entender de una mejor manera este sacramento subdividámoslos en cuatro puntos:

A) ETIMOLOGÍA DEL TÉRMINO SACERDOTE:

La palabra sacerdote viene de “sacer” que significa sagrado y “dare” que significa
dotare. Por esta definición diríamos que sacerdote significa aquel que puede dar lo sagrado.

Todos los bautizados participamos del sacerdocio común de Cristo lo que nos
capacita para colaborar en la Misión de la Iglesia, pero el orden imprime una especial
configuración, que lo capacita de los demás fieles y lo distingue con funciones especiales.
Así el Sacerdote posee el sacerdocio ministerial.

El orden sacerdotal es un sacramento por el que algunos de entre los fieles quedan
constituidos ministros sagrados, al ser marcados por el carácter indeleble, y así son
consagrados y destinados a apacentar el pueblo de Dios según el grado de cada uno,
desempeñando en la persona de Cristo Cabeza las funciones de enseñar, santificar y regir.

Según nos narra la carta a os Hebreos “El sacerdote es un hombre tomado de entre
los hombres para el servicio de los hombres en las cosas de Dios, para ofrecer sacrificios
y oraciones por su pueblo y por los pecados propios y ajenos. (Hb. 5, 1).
Es un hombre que tiene limitaciones como todo ser humano, pero al mismo tiempo
es distinto de los demás porque ha sido elegido por Dios, Él es quien lo ha llamado a una
misión especial. Es Mediador como Cristo ante Dios y los hombres.

Por la ordenación sagrada, el sacerdote es constituido ministro de Dios y


dispensador de los tesoros divinos ( 1Cor. 4, 1). Con este sacramento recibe una serie de
efectos sobrenaturales que le ayudan a cumplir su misión, siendo los principales:
- El carácter indeleble.
- La potestad espiritual.
- El aumento de la gracia santificante.
- La concesión de la gracia sacramental.

Este sacramento imprime carácter indeleble, distinto del bautismo y la confirmación


ya que constituye al sujeto en sacerdote para siempre. “Tú eres sacerdote para siempre,
según el rito de Melquisedec”. (Heb. 5, 5 – 6).

B) EL SACERDOCIO EN EL ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO:

El pueblo elegido fue constituido por Dios como “un reino de sacerdotes y una
nación consagrada” (Ex. 19, 65; Is 61,6). Y dentro de este pueblo de Israel Dios escogió
una de las doce tribus, al de Leví para escogen de entre ellos sacerdotes que ofrecieran
sacrificios por el pueblo.

Aunque estaban instituidos para anunciar la Palabra de Dios y para restablecer la


comunión con Dios mediante los sacrificios y la oración, este sacerdocio de la Antigua
Alianza, sin embargo era incapaz de realizar la salvación, por lo cual tenía necesidad de
repetir sin cesar los sacrificios y o podían alcanzar una santificación definitiva. Esta
salvación total y definitiva solo podía ser lograda por el Sacrificio de Cristo que se ofrece
como víctima inmolando su vida en la cruz.

Aunque no se da propiamente el sacerdocio en la Antigua Alianza como ahora lo


conocemos, sin embargo vemos en el prefiguraciones del ministerio ordenado de la Nueva
Alianza. Todas las prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza encuentran su
cumplimiento en Cristo Jesús, único mediador entre Dios y los hombres (1Tim. 2, 5) El
mismo Melquisedec Sacerdote del Altísimo es considerado como una prefiguración del
sacerdocio de Cristo, único Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec

Fue Cristo quien eligió a los Apóstoles y los hizo partícipes de su misión y su
autoridad. Elevado a la derecha del Padre, no abandona a su rebaño, sino que lo guarda por
medio de los Apóstoles, bajo su constante protección, y lo dirige también mediante estos
mismo pastores que continúan hoy su obra. Por tanto, es Cristo que da a unos el ser
Apóstoles. (Ef 4, 11). Sigue actuando Él por medio de los obispos (LG 21). Por tal razón,
corresponde a los obispos, en cuanto sucesores de los Apóstoles, transmitir el don espiritual
(LG 21). la semilla apostólica (LG 20). Los obispos validamente ordenados, es decir, que
están en la línea de a sucesión apostólica, confieran validamente los tres grados del
sacramento del orden.
C) GRADOS DEL SACRAMENTO DEL ORDEN:

El ministerio eclesiástico, instituido por Dios, está ejercido en diversos ordenes, que ya
desde antiguo reciben los nombres de Obispos, Presbíteros y diáconos. (LG 28). La
doctrina católica, expresa en la Liturgia, el Magisterio y la práctica constante de la Iglesia,
reconoce que existen dos grados de participación ministerial en le sacerdocio de Cristo: el
episcopado y el presbiterado. El diaconado esta más bien destinado a ayudar y a servir en
los ministros de la Iglesia. Por eso el término Sacerdos designa, en el uso actual, a los
obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos. Sin embargo, la doctrina católica enseña
que los grados de participación sacerdotal (episcopado y presbiterado) y el del servicio
(diaconado) son los tres conferidos por una acto sacramental llamado “ordenación” es
decir, por el sacramento del orden.

a) Episcopado: Entre los ministerios que existen en la Iglesia, ocupa el primer lugar
el ministerio de los obispos, que a través, de una sucesión que se remonta hasta el principio,
son los transmisores de la semilla apostólica. (LG 20).

El Concilio Vaticano II “Enseña que por la consagración episcopal se recibe la


plenitud del sacramento del orden. De hecho se le llama tanto en la Liturgia de la Iglesia
como en la de los santos padres, “Sumo Sacerdocio” o cumbre del ministerio sagrado. (LG
21). La consagración episcopal confiere junto con la función santificar, también las
funciones de enseñar y gobernar.

b) Presbiterado: La función ministerial de os obispos, en grado subordinado, fue


encomendada a los presbíteros, para que, constituidos en el orden del presbiterado, fueran
colaboradores del orden episcopal para realizar adecuadamente la misión apostólica
confiada por Cristo. (PO 2).

Por ello, el ministerio de los presbíteros, por estar unido al orden episcopal,
participa de la autoridad con la que el propio Cristo construye, santifica y gobierna su
Cuerpo. Por eso el sacerdocio de los presbíteros supone ciertamente los sacramentos de la
iniciación cristiana, pero se confiera por una sacramento peculiar que, mediante la unción
del Espíritu Santo, marca los sacerdotes con un carácter especial por el cual quedan
identificados con Cristo Sacerdote, de tal manera que puedan actuar como representantes de
Cristo - Cabeza (PO 2).

Los presbíteros, aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de los


obispos en el ejercicio de los poderes, sin embargo están unidos a éstos en el honor y
sacerdocio y, en virtud del sacramento del orden, quedan consagrados como verdaderos
sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote. (Hb 5, 1 –
10, 24; 9, 11 – 28), para anunciar el Evangelio a los fieles para dirigirlos y para celebrar el
culto divino. (LG 28).

c) Diaconado: En grado menor de jerarquía están los diáconos, a los que, se les
imponen las manos, para realizar un servicio y no para realizar el sacerdocio. (LG 29). En
la ordenación al diaconado solo el obispo impone las manos santificando así al diácono está
especialmente vinculado al obispo en las tareas de su diaconía.
Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo.
El sacramento del orden los marcó con u sello que nadie puede hacer desaparecer y que los
configura con Cristo, que se hizo diácono, es decir el servidor de todos. (Cf. Mc 10, 45; Lc
22, 27: San Policarpo, ep. 5, 2). Corresponde a los diáconos entre otras cosas, asistir al
obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios, sobre todo en la
eucaristía y en la distribución, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo,
proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos
servicios de la caridad. (Cf. LG 29; SC 35; AG 16).
D) FUNCIONES DEL PRESBÍTERO:

El sacerdocio es un don de Dios, Él es quien elige. A hombre le toca responder de


forma personal, libre y consciente para que sea Dios mismo quien le encomiende una
misión. La misión del sacerdote gira principalmente en torno a tres funciones: Es pastor,
esposo y cabeza de la Iglesia.

a) Pastor: Como el pastor a sus ovejas, el sacerdote ha de entregar su vida al servicio de


los demás asemejándose a Jesucristo Buen Pastor. En esta entrega tiene grandes
satisfacciones como trabajos y sacrificios. Algunas de las tareas que le competen como
cabeza de la iglesia es la liberación integral de los pobres y oprimidos obrando siempre
con criterios evangélicos con una confianza firme en la fuerza del Espíritu.

b) Esposo: Dentro de esta función al sacerdote le competa defender los intereses de la


comunidad cristiana, vigilar que no se viole la dignidad de la persona humana. Él
anuncia el Reino de Dios que inicia en este mudo y que tendrá su plenitud cuando
Cristo venga al final de los tiempos. En este servicio al Reino el sacerdote en una
entrega generosa abandona todo para seguir a Cristo y como un sigo de esta entrega
radical ofrece el celibato ministerial, don de Cristo mismo y garantía generosa y libre al
servicio de los hombres.

c) Cabeza: Como lo señalamos anteriormente, con la consagración el sacerdote se


configura con Cristo y recibe una potestad espiritual, que es una autoridad con la cual
Jesucristo, mediante su Espíritu Santo, guía a la Iglesia. Es decir, es “Cabeza” en el
sentido nuevo y original del ser “Siervo” (Mc 10, 45). La autoridad de Jesucristo
Cabeza coincide con su servicio, con su don, con su entrega humilde y amorosa a la
Iglesia.
B I B L I O G R A F Í A:

ALDAZÁBAL José, Vocabulario Básico de la Liturgia, Ed. Biblioteca litúrgica, Barcelona


1994.

SADA Ricardo, MONROY Alfonso, Curso de Teología Sacramentaria, Ed. Minos,


México 1994.

CONCILIO VATICANO II, Sacrosamtum Concilium (SC)

Lumen Gentium (LG)

Octatam Totius (OT)

Presbyterorum Ordinis (PO)

Biblia de Jerusalén

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