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Laodicea (7a.
Conferencia)
EL APOCALIPSIS
Capítulo 3
(gr. = Griego: indica otra manera de traducir la palabra griega del texto
original)
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y estas han sido
tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 excepto en los lugares en
que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA (La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman
Foundation, Usada con permiso)
SEPTIMA CONFERENCIA
Tomen el poder, por ejemplo, que fue ordenado por Dios para estar
en manos del hombre y que fue así, en cierto sentido el
representante de Dios; para que, como Cristianos, debamos
reconocer los poderes que existen, y someternos a ellos ya que "por
Dios han sido establecidas" (Romanos 13: 1). Fueron llamados dioses
"aquellos a quienes vino la palabra de Dios" (Juan 10: 35, Salmo 82:
6). "Pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes
caeréis." (Salmo 82: 7) ¿Ahora, cuando Dios juzga entre los dioses,
que muestra esto? Ellos han fracasado absolutamente -lo que se
ejecuta es el juicio inmediato de Dios. Entonces, con respecto al
poder en las manos del hombre, la piedra pequeña, cortada no con
manos, hirió la imagen del poder Gentil, la que se vuelve como el
tamo de las eras de verano, y se lo lleva el viento, y nunca más se
halla el lugar de ellos. Entonces Cristo, según el propósito de Dios,
toma el pleno poder del reino.
Pero el Señor aún no desiste de todo trato con ellos; sino que aquí en
Laodicea el Señor toma un carácter externo; porque cuando la iglesia
nominal se ha colocado prácticamente en una posición judía,
entonces el Señor toma Su posición afuera, y llama a almas
individuales que están adentro: "He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz...". El Señor desea obtener atención; Él
quiere ser admitido. Él advierte a la iglesia de lo que está viniendo
sobre ella -del juicio positivo; pero hasta que ese juicio se ejecute, Él
necesariamente sigue en el ejercicio de Su propia gracia bendita.
Pero sus objetos son los individuos, porque la iglesia es abandonada.
"Si alguno. . .abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, él
conmigo"; él tendrá su porción en mi mesa. "Al que venciere, le daré
que se siente conmigo en mi trono".