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Mark Alizart

Criptocomunismo

Traducción
Manuela Valdivia
Alizart, Mark.
Criptocomunismo
- 1a ed. - Adrogué : Ediciones La Cebra 2020.
112 p. ; 21,5x14 cm.

Título original: Cryptocommunisme


Traducción de: Manuela Valdivia

ISBN 978-987-3621-73-4

1. Filosofía Contemporánea. I. Manuela Valdivia, trad. II. Título.


CDD 190

Cet ouvrage, publié dans le cadre du Programme d‘aide à la publication


Victoria Ocampo, a bénéficié du soutien de l‘Institut français d‘Argentine
Esta obra, publicada en el marco del Programa de ayuda a la publicación
Victoria Ocampo, cuenta con el apoyo del Institut français d‘Argentine

© Presses Universitaires de France/Humensis,


Cryptocommunisme, 2019.

© Ediciones La Cebra, 2020

Traducción
Manuela Valdivia

Editorxs
Ana Asprea y Cristóbal Thayer

Distribuye en España
Tarahumara Libros
tarahumaralibros@tarahumara.es

edicioneslacebra@gmail.com
www.edicioneslacebra.com.ar

Esta primera edición castellana de Criptocomunismo se terminó de


imprimir en el mes de enero de 2020 en Imprenta Kadmos, Madrid.
Queda hecho el depósito que dispone la ley 11.723
Índice

Introducción
Las cadenas de la libertad  11

Primera parte
Gobierno de los hombres, administración de las cosas
1. El Estado sin el Estado 19
2. Cibernética y gubernamentalidad 25
3. Del centralismo democrático al consenso descentralizado 33
4. Fully Automated Luxury Communism 39

Segunda parte
La apropiación colectiva de los medios de
producción monetaria
5. Termocomunismo 47
6. Las instituciones monetarias del capitalismo 57
7. El oro de los locos 65
8. Todo el mundo es banquero 71

Tercera parte
Una nueva internacional
9. Inteligencia colectivista 81
10. La resurrección de la naturaleza 89
11. Leviatán 2.0 93
12. La moneda viviente 99

Conclusión
Criptoproletarios del mundo 107

Índice de nombres citados109


“Comunismo = soviets + electricidad”
Lenin
INTRODUCCIÓN
Las cadenas de la libertad

Las criptomonedas a menudo son consideradas “revolucio-


narias” y es posible que lo sean. Y no solamente en un sen-
tido metafórico, sino histórico, político e incluso filosófico.
De hecho, la promesa de Satoshi Nakamoto de que
es posible comerciar sin la intermediación de banqueros
parece que podría desencadenar una revolución en la eco-
nomía de la misma manera que Martin Lutero comenzó
su revolución en la Iglesia en 1517, al afirmar que los cre-
yentes podían tener una relación directa con Dios sin sa-
cerdotes como intermediarios, o como Oliver Cromwell,
Georges Washington o Maximilien de Robespierre provo-
caron una revolución en el Estado en los tiempos moder-
nos al declarar que la gente podía gobernarse a sí misma
sin príncipes como intermediarios.
Obviamente, el White Paper que en el 2009 dio origen
a Bitcoin, la criptomoneda más famosa, no nos dice cómo
obtener la vida eterna. Tampoco los pequeños cálculos de
un pequeño inversor preocupado por sus ahorros parecen
tener mucho en común con la lucha por la libertad. Sin em-
bargo, la revolución que encarna es real. La economía es
un aspecto fundamental de nuestras sociedades. Incluso
comparte rasgos con las esferas religiosas y políticas.
Si las hostias tienen forma de moneda es porque ori-
ginalmente se fundían en los mismos moldes1. El primer

1  Jean-Louis Schefer, L’hostie profanée, P.O.L, 2007.

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Criptocomunismo

“banco central” de la historia, el Bank of England, fue fun-


dado por los Puritanos ingleses en 1694. A menudo se
cree, desde Max Weber, que el capitalismo fue conducido
a las fuentes bautismales por la “ética del trabajo” pro-
testante, pero el aporte más notable de la Reforma a la
economía, más bien, fue la ingeniería financiera moder-
na2. Al volver a poner a la fe (fide) y a la culpabilidad en el
centro de la vida religiosa, el protestantismo permitió que
socios que se tienen “confianza” (con-fide) puedan darse
“crédito” entre sí (crede, “creer”, “tener la fide”) para sus
deudas (tanto morales como financieras). Por cierto, fue
un protestante, John Law, quien a comienzos del siglo
XVIII introdujo en Francia el primer papel moneda3. Y
es también el concepto protestante de fe, en el sentido
que supone confiar, ceder y, por lo tanto, ser libre, el que
permitió que las democracias liberales se construyeran y
emanciparan de la monarquía.
De hecho, el invento de Satoshi, en la medida en que
también trata con la confianza y la fe, es un digno herede-
ro de la historia teológica y política de Occidente4. Incluso
puede que represente su cumplimiento. Mientras que
la Reforma y la Revolución se basaron en un concepto
subjetivo de fe, Bitcoin es un algoritmo de fe. Al permitir

2  Véase H. Berman, Law and Revolution II, The impact of the protestant
reformations on the Western legal tradition, Hardvard University Press,
2006. En particular, Berman señala la diferencia entre los modelos
bancarios anglosajones y venecianos a ese respecto.
3  No hace falta decir que no funcionó demasiado bien con la institución
católica. Ya que el Rey le tomó el gusto a la impresión de papel moneda,
la inflación llevó a Francia a la bancarrota en un lapso de cinco años.
4  Los bitcoiners quizás no se dieron cuenta de inmediato, pero
reprodujeron todos los comportamiento de los reformados: la
veneración de la palabra de Lutero/Satoshi, una guerra de religión
contra los “nocoiners”; un cisma en un sinnúmero de capillas y de forks;
y el mismo elogio de la frugalidad y la ascesis en el ahorro…

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Introducción | Las cadenas de la libertad

liberarse matemáticamente de los “terceros de confianza”,


Bitcoin es una máquina de producir fe y libertad5.
Dicho esto, muchas ideas equivocadas rodean a las re-
voluciones y lo que ellas implican, y los “fanáticos” de las
criptomonedas –palabra que podemos usar puesto que de
hecho es una nueva religión y un nuevo partido– podrían
decepcionarse respecto de las suyas.
Si las revoluciones del pasado nos enseñan algo, es que
no son un camino en una sola dirección hacia la eman-
cipación, la libertad [freedom] o la liberación [liberty]. La
Reforma no puso fin al tráfico de personas en la religión,
aunque hirió gravemente a la Iglesia; las revoluciones
inglesa, estadounidense y francesa tampoco pusieron fin
al Estado como tal, aunque detuvieron a la monarquía.
De la misma manera, es dudoso que Bitcoin simplemente
signifique el fin de los bancos centrales, del sistema finan-
ciero mundial y del Estado policial, solo para dar a luz a
un mundo nuevo y valiente de individuos empoderados
liberados de pagar impuestos y obedecer la ley, como
lo expresaron muchos profetas libertarios, bitcoiners de
alt-right y criptoculturistas.
Ciertamente, hubo campesinos que durante la Edad
Media se reunieron en torno a los gurús de la Reforma
como Thomas Müntzer, quienes dedujeron de las tesis de
Lutero que ahora era posible vivir libres de toda autori-
dad moral y clerical. También hubo enragés revoluciona-
rios que creían que su libertad recién obtenida les daba el
derecho de cortar tantas cabezas como quisieran, especial-
mente aquellas más altas que las suyas. Eventualmente,
sin embargo, todos descubrirían más temprano que tarde

5  Mucho más que una “máquina de producir verdad”. Véase P. Vigna


y J. Casey, The Truth Machine: The Blockchain and the Future of Everything,
Saint Martin’s Press, 2018.

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Criptocomunismo

que estaban equivocados sobre el significado más profun-


do de la Reforma y la Revolución. El protestantismo iba a
introducir aún más rigor en la religión que el catolicismo,
hasta el punto de que los protestantes terminarían siendo
conocidos como “puritanos”. Se abolieron los sacerdotes,
se destruyeron las catedrales, los altares, el incienso y el
latín de la iglesia, solo para ser reemplazados por una
práctica religiosa que, al eliminar todos los signos visi-
bles, solo se hizo más ascética, y tuvo que ser observa-
da en todo momento y en todos los aspectos de la vida
secular. Del mismo modo, la democracia demostraría ser
aún más compleja y enrevesada que el antiguo régimen.
Los príncipes fueron abolidos solo para ver la burocracia
desenfrenada, con enjambres de funcionarios y libros de
leyes más gruesos que el diccionario y la guia telefónica
combinados.
Ahora se podría argumentar que el regreso de la Iglesia
y del Estado, después de la Reforma y las Revoluciones li-
berales que intentaron destruirlos, significa que fracasaron
en lo que se suponía que debían hacer. La verdad es que
este retorno fue una herramienta, no un error. Lutero no
quería derrocar la ley de Dios, quería cumplirla. Rousseau
no quería que la ley de la Naturaleza reemplazara la ley
de los hombres, quería asegurarse de que se observara la
ley de los hombres. De hecho, ambos habían entendido
que la libertad era, paradójicamente, la mejor manera de
hacer cumplir la ley de Dios y el gobierno de los hombres
porque, en última instancia, la libertad no consiste en ser
libre de toda ley, sino en imponerse libremente leyes a uno
mismo, como la palabra “autonomía” lo dice claramente:
una “ley” (nomos) impuesta sobre “uno mismo” (auto).
Lo mismo puede decirse sobre el proyecto de Satoshi.
Quiere restaurar la confianza, no destruirla. Quiere res-

14
Introducción | Las cadenas de la libertad

taurar las instituciones en las que podemos creer, no


quemarlas. Y de una manera muy convincente, lo hace de
la misma manera que la Reforma y las Revoluciones, al
reemplazar las viejas instituciones por otras nuevas, que
solo son más robustas porque son instituciones elegidas
e impuestas libremente sobre nosotros. Bitcoin nos libera
al encadenarnos, como la bien llamada blockchain lo esta-
blece claramente. La Cripto nos libera uniéndonos unos a
otros. Es una institución de libertad, no la libertad de todas
las instituciones.
Por lo tanto, no hay duda de que las criptomonedas
traerán consigo un nuevo viento de cambio, extendiendo
la libertad en todo el mundo, pero no de la forma en que
los niñitos del Tea Party lo han soñado. Lo hará sometien-
do nuestras vidas a una nueva ley, una nueva Iglesia y un
nuevo Estado, aún más austeros que los de la Reforma
de Lutero, más rigurosos que los de la República de
Rousseau. Y esta es la razón por la cual este ensayo afirma
que el régimen teológico-político que la Cripto finalmente
establecerá no es el “criptoanarquismo”. Por el contrario,
es un régimen conocido precisamente por hacer que las
personas reconozcan que viven en comunidades y no como
átomos separados, y por querer que compartan lo que
tienen en común, en lugar de separarlo para su propio
beneficio; un régimen que también se consideró revolu-
cionario, incluso si no logró dar lugar a la revolución que
sus creyentes esperaban, es decir, el comunismo, o más
precisamente: el criptocomunismo.

15
Primera parte
Gobierno de los hombres,
administración de las cosas
1. El Estado sin el Estado

La Cripto a menudo se refiere al comunismo como a todo


aquello que ella no es: el comunismo sería intervencio-
nista, centralizador, planificador, totalitario, allí donde la
Cripto sería descentralizada, liberal, emancipadora. Sin
embargo, el primero en haberse preguntado cómo pres-
cindir del Estado y de sus representantes, antes de Satoshi
Nakamoto, Ayn Rand o Friedrich Hayek, sin lugar a du-
das, es Karl Marx.
Marx era un amante de la libertad y su ambición como
filósofo y político precisamente era encontrar un medio
para protegerla. No por nada pertenecía a la generación
que fue testigo del hold-up de la Revolución Francesa
por parte de la gran burguesía de los negocios. Vio a ad-
venedizos volver a darse privilegios a costa de la gente
humilde que los habían llevado al poder. Detestó a esos
falsos aristócratas que se acapararon de la riqueza pública
so pretexto de hacer avanzar la causa del pueblo. Quiso
impedir que el ideal de emancipación de la Ilustración
fuera reembotellado por nuevos amos. Marx, en el fondo,
es el primero en haber querido radicalizar la Revolución
e incluso la Reforma. Admiraba a Lutero y pensaba que,
así como este había demolido al clero, a él le correspondía
demoler al Estado. Lo que tenía en mente con el nombre
comunismo, de esta forma, era esencialmente el hecho de
que los “poderes públicos” fueran despojados “de su ca-

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Criptocomunismo

rácter político”1, como escribe en el Manifiesto del Partido


Comunista. Se trataba de garantizar que “en lugar del go-
bierno sobre las personas aparezca la administración de
las cosas”, parafraseando a su acólito Friedrich Engels2.
Así, “[…] a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus
antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el
libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo
de todos”3.
Estas palabras podrían haber sido firmadas por el au-
tor del Manifiesto Criptoanarquista. Y no es ninguna casua-
lidad. El movimiento socialista, en sus comienzos, era casi
indistinguible del movimiento anarquista liderado por
Pierre-Joseph Proudhon, Mijaíl Bakunin y Louis Blanc.
Solo se separó verdaderamente de él en un solo punto,
crucial, sin embargo, y que nos interesa particularmente
puesto que permite comprender el lazo entre comunismo
y blockchain: Marx pensaba que una forma de organiza-
ción o de protocolo debía acompañar la desestatalización
de la sociedad, de lo contrario las mismas causas engen-
drarían los mismos efectos. Las fuerzas privadas sacarían
provecho de la debilidad pública para confiscar los bienes
comunes y el Estado resucitaría de sus cenizas, más fuerte
todavía, como fue demostrado por el aplastamiento de la
Comuna en 1870.
No es tanto que Marx no confiara en el mercado para
sustituir al Estado (todo prueba que tiene la capacidad de
hacerlo), sino que no confiaba en la capacidad del merca-
do de seguir siendo un mercado si era dejado a su propia
cuenta. La tesis tan original de Marx es que el Estado, con-
trariamente a lo que podríamos pensar de manera espon-

1  K. Marx, Manifiesto del partido comunista. Traducción de W. Roces.


2  En su libro Anti-Dühring.
3  K. Marx, Ibíd.

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Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

tánea, no es aquello que se opone al mercado. No nació


para poner de rodillas a los empresarios, para mantener-
los a raya, para controlar la potencia de su creatividad.
Muy por el contrario. Emana de él. Fue inventado por los
capitalistas para proteger su propiedad privada, para ha-
cer avanzar sus intereses, para disuadir el desarrollo de la
competencia. Dicho de otro modo, el Estado nunca es más
que el interés privado dominante disfrazado de interés
público4. Es un actor del mercado en toda regla.
Paradójicamente, este punto hace de Marx y de los
libertarianos primos mucho más cercanos que lo que
habitualmente se piensa. Para los libertarianos los merca-
dos también son manipulados por los políticos y, por lo
tanto, hay que liberarlos de su control para que vuelvan
a ser eficientes. Destruir al Estado exige impedir que el
mercado secrete Estado, así como una ostra secreta perlas.
De este modo, no mucho más que Marx, los libertaria-
nos no quieren suprimir pura y simplemente al Estado.
Por el contrario. Puesto que la política tiende a renacer
permanentemente de sus cenizas, Hayek preconizó, por
ejemplo, que los gobiernos fueran puestos bajo la tutela de
estructuras superiores capaces de imponer las reglas de la
libre competencia que deben aplicarse a todos de manera
indistinta.
La única diferencia entre Marx y los libertarianos pasa
por la estructura encargada de regular el mercado. Para
Hayek, debía tratarse de un “consejo de sabios” no-elec-
to, encargado del poder ejecutivo y legislativo, y que no
contento con tener como misión regular el mercado, tam-
bién se jactaría de dar su parecer en cuanto a la moral (un
pueblo debe ser “educado” para la libertad según el pen-
sador austríaco, quien nunca escondió su simpatía por el

4  Véase K. Marx, Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1843.

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Criptocomunismo

fascismo a pesar de su proclamado amor por la libertad, o


más paradójicamente, debido a él). Para Marx, se trataba de
“consejos populares”, encargados de los mismos poderes
(serán los “Soviets” en la época de Lenin). Pero esto tam-
poco diferencia tanto a los marxistas y a los libertarianos.
En todo caso, ambos condujeron al mismo fracaso. Ni los
consejos de sabios ni los consejos populares cumplieron
su función.
Bakunin predijo que la pasión de Marx por la orga-
nización política lo llevaría a reemplazar al Estado bur-
gués por una “burocracia roja” que no tendría nada que
envidiarle y lo que sucedió después le dio la razón. El
fantasma aterrador de una “dictadura del proletariado”,
bajo la férula de Lenin y luego de Stalin, se volvió un
“Partido” de siniestra memoria, un verdadero Estado
dentro del Estado que traicionó la confianza de los
proletarios, a quienes supuestamente debía servir, una
herramienta del “centralismo democrático” en el cual
únicamente el centralismo tuvo derecho de admisión,
nunca la democracia…
Pero decir que el libertarianismo no logró ser más
convincente que el marxismo respecto a la eficacia de sus
dispositivos no es tratarlo injustamente. En efecto, las
recomendaciones de Hayek fueron seguidas en todo el
planeta. Con el nombre “neoliberalismo” las instituciones
tecnocráticas suplantaron a la voluntad general en todos
lados: son los llamados “bancos centrales” (¡contra los
cuales luchan los libertarianos, a menudo sin compren-
der que ellos mismos los inventaron!), pero también el
Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial (cuya
totalidad de sus presidentes son no-electos). O todavía
“Corte Suprema” (cuyos jueces tampoco son elegidos), o
“Agencia central de información” (cuyos dirigentes tam-

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Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

poco lo son)5. Ahora bien, el problema con todas estas ins-


tituciones es que las personalidades que las dirigen fuera
de toda supervisión popular, por lo tanto, son nombradas
por los representantes más fieles y más comprometidos
con la oligarquía. Hayek y sus amigos del Mont Pelerin
nunca sirvieron más que de tontos útiles para el gran
capital (a menos que hayan sido sus cómplices desde el
comienzo).
Si ni los consejos populares ni los tecnócratas no-elec-
tos pueden paliar las disfunciones del mercado, sin em-
bargo, surge entonces la pregunta de quién puede hacerlo.
Y es allí que Bitcoin nos interesa, ya que se presenta como
la solución para este callejón sin salida. Aparece como
aquello que le faltó al comunismo para llevar a cabo su
“destrucción organizada” del Estado.

5  La FED fue creada en 1913, pero su verdadera independencia no fue


conquistada definitivamente sino hasta 1978, en particular gracias a la
influencia de los trabajos de Milton Friedmann, cercano a Hayek. La
Corte Suprema evidentemente está en una situación de dependencia
completamente diferente, puesto que su institución precede en dos
siglos al neoliberalismo. Sin embargo, Marx siempre consideró que la
doctrina de la separación de los poderes que justifica su existencia era el
acto mismo de nacimiento del Estado burgués.

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2. Cibernética y gubernamentalidad

Norbert Wiener, el padre de la cibernética, fue uno de


los primeros en comprender desde los años 1950 que la
informática poseía la solución para el problema de la go-
bernanza democrática y, por cierto, la palabra cibernética
misma designa “la ciencia del buen gobierno” (cyber quie-
re decir “timón” en griego). Según él, una sociedad podía
ser descrita como cualquier otro sistema que alcanza el
equilibrio (“la homeostasis”) gracias a bucles de retroac-
ción positivos, de modo que debía poder ser pilotada de
manera óptima por algoritmos automatizados y descen-
tralizados, como las funciones vitales de un cuerpo son
pilotadas por el sistema nervioso sin que intervengamos
en en ello conscientemente6.
Un rumor tenaz pretende que la cibernética era de
derecha porque los cibernéticos elogiaron tanto a una
forma de control antidemocrático como a un sistema de
autorregulación liberal. Nada de esto aparece en la obra
de Wiener, quien no le dio la razón ni al estalinismo ni
al híperliberalismo (por cierto, tendrá que suprimir esta
comparación en la segunda edición de su libro para darle
en el gusto a los cazadores de comunistas macartistas). A
semejanza de toda la generación de científicos que formó
parte del “proyecto Manhattan”, Wiener estaba atormen-

6  Véase Cybrnétique et société. Publicado en inglés en 1950, con el título


The human use of human beings.

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Criptocomunismo

tado por la angustia de que el bien público cayera entre


las manos de unos doctores Strangelove, ya fueran comu-
nistas o capitalistas. En este sentido, su insistencia en la
automatización y la descentralización es muy parecida a
la obsesión de Marx por un Estado protegido de la rapaci-
dad y la locura de los hombres.
No es casualidad que Louis Althusser, el gran intelec-
tual comunista, haya sido quizás quien comprendió mejor
el partido que los marxistas podían sacarle a la cibernética.
Althusser entendía de una manera muy particular el calle-
jón sin salida en el cual el comunismo se había extraviado
con Lenin y, luego, con Stalin. Para él, el socialismo no
sufría tanto las consecuencias de haber sido secuestrado
por líderes autocráticos y sociópatas que tendrían que ser
eliminados para que un “socialismo con rostro humano”
pudiera emerger, como pensaba Sartre, sino, por el contra-
rio, de seguir siendo prisionero de una visión demasiado
“humanista” de la política. Con esto Althusser no preten-
día que Mao o Stalin fueran unos grandes sentimentales,
sino que al ceder al culto de la personalidad traicionaron
la idea fundamental de Marx según la cual el comunismo
debe emancipar de todos los amos. Para Althusser, la úni-
ca manera de salvar al comunismo pasa por el hecho de
darle la espalda a la “metafísica del sujeto” adhiriendo a
la idea según la cual la historia se administra sola, y es un
“proceso sin sujeto”.
De este modo, el comunismo que Althusser elaboró
se presenta como una “estructura”: un sistema de varias
entradas, sin centro ni comando, dotado de múltiples
subsistemas que se articulan unos con otros de manera
“sobredeterminada”, lo que significa que no están deter-
minados “unilateralmente”, sino por medio de bucles que
garantizan su consistencia. Este marxismo que Althusser

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Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

llamaba “estructural”, está inspirado de hecho en los loops


y los feedbacks de la cibernética. Y con razón. Claude Lévi-
Strauss asistió como oyente a los “Coloquios de Macy”,
donde se reunía lo más selecto de la cibernética de la
post-guerra. Jacques Lacan, otro estructuralista, era un
apasionado de la informática. Noam Chomsky utilizó los
lenguajes de la programación para desarrollar su trabajo
en lingüística sobre la gramática generativa.
¿Tuvo acaso una influencia en los proyectos de pilo-
taje informático de la sociedad que la URSS experimentó
a partir de los años 1960? Podemos sospecharlo. Pero lo
cierto es que luego de la condena ideológica de la infor-
mática hecha por Stalin, considerada como una “ciencia
norteamericana anti-revolucionaria” –que durante mucho
tiempo pesó sobre los socialistas y que todavía explica su
desconfianza respecto a la sociedad de la información–,
Jrushchov comprendió en los mismos términos el interés
que se podía sacar de la cibernética, especialmente en
materia de planificación. Mientras que hasta entonces los
datos económicos se recolectaban a mano y eran transmi-
tidos al Gosplán que los contrastaba laboriosamente, la
perspectiva de poder generalizar y automatizar su reco-
lección era suficientemente seductora para que el Partido
financiara un proyecto de red informática nacional, el
OGAS, basado en 20 000 unidades de recolección implan-
tadas en las fábricas7. Fue una respuesta interesante, en
todo caso, a la crítica formulada por Hayek en su artículo
de 1945 El uso del conocimiento en la sociedad8, según la cual

7  B. Peters, How Not to Network a Nation: The Uneasy History of the Soviet
Internet, MIT Press, 2012.
8  Para Hayek, la planificación soviética estaba destinada al fracaso
debido a su incapacidad para recoger tanta información como los
mercados sobre las necesidades y las capacidades de la economía.

27
Criptocomunismo

la planificación soviética estaba destinada al fracaso debi-


do a su incapacidad de recoger tanta información como
los mercados pueden hacerlo respecto al precio justo de
las mercancías. Y si bien el proyecto finalmente no vio la
luz en un país que todavía estaba demasiado marcado
por la paranoia chequista, estuvo operativo en el Chile
de Allende en los años 1970. Concebido por un excéntrico
investigador en cibernética llamado Stafford Beer (andaba
en limusina y fumaba puro), el proyecto CyberSyn, para
Cybernetic Syncronization, consistió en recolectar datos en
las fábricas y transmitirlos por télex a un centro de mando
donde una computadora se encargaba de asegurar la esta-
bilidad sistémica de la economía de manera automática9.
Desde luego, Cybersyn era muy rudimentario y sobre
todo ultracentralizado, de modo que podemos preguntar-
nos qué habría pasado si después de su Golpe de Estado,
en lugar de eliminarlo, el General Pinochet lo hubiera
utilizado para vigilar y hacer callar a sus opositores. Pero
cuando los progresos realizados en la miniaturización
de los componentes electrónicos durante los años 1970
dejaron entrever que una infinidad de computadoras
personales podrían reemplazar a las grandes máquinas
calculadoras impracticables que conocen Wiener y Beer,
los primeros sistemas de comando realmente descentra-
lizados que prefiguran Bitcoin pudieron ser concebidos.
Stewart Brand, el fundador visionario de un colectivo
que se reunió en torno a una revista que aspiraba a agrupar
ingenieros, biólogos, poetas y militantes políticos, el Whole
Earth Catalogue, fue parte de aquellos que comprendieron
que las computadoras no eran simplemente súpercalcula-
doras, sino que también eran súperherramientas de “co-

9  E. Medina, Cybernetic revolutionaries, Technology and politics in


Allende’s Chile, MIT Press, 2014.

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Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

municación” y potencialmente, por lo tanto, de “comu-


nismo”: dos palabras que dejan resonar su raíz idéntica,
lo “común”. Al permitir que los hombres puedan hablarse
en toda la superficie terrestre de manera instantánea, las
computadoras tienen como finalidad hacer del mundo la
“aldea global” prometida por Marshall McLuhan. Al ter-
minar de alivianarle la carga de trabajo a la humanidad,
hacían posible un nuevo Jauja. Al enseñarnos a hablar el
lenguaje secreto de la vida misma, el del ADN, permitían
inventar una nueva naturaleza, en la cual, como escribiera
el poeta Richard Brautigan, “mamíferos y ordenadores
vivan juntos en mutua armonía programada vigilados
todos por máquinas de amorosa gracia”10.
Teniendo en cuenta estas promesas, en un mundo que
carecía cruelmente de optimismo –entre el desmorona-
miento del “socialismo real”, los inicios de la angustia
climática y los crímenes de la democracia norteamericana
en Vietnam– el éxito de la revista que el grupo publica-
ba para difundir sus ideas fue inmediato. El Whole Earth
Catalogue circuló rápidamente en el mundo de la contra-
cultura, pero también entre ingenieros y programadores,
de tal suerte que según el historiador norteamericano
Fred Turner11 esta utopía cibercomunista o “cibercomu-
nalista”12 contribuyó inclusive a forjar la sociedad de la
información en la cual vivimos hoy. Es el telón de fondo
de la invención de internet, concebida como una “red”, la
Web. Irriga las redes sociales y su cultura de la gratuidad.
Motiva los proyectos open source, como el sistema operati-
vo Linux o la fundación Wikipedia. Sobre todo, es la razón

10  R. Bautigan, All watched over by machines of loving grace, 1967.


11  F. Turner, Aux sources de l’utopie numérique. De la contreculture à la
cyber-culture, C&F éditions, 2012.
12  Turner prefiere esta palabra, más cercana al espíritu hippie.

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Criptocomunismo

por la cual la Silicon Valley puede creerse la encargada


de una misión evangelizadora cuasi divina que no tolera
ninguna oposición.
Por supuesto, y todavía ahí, el éxito no estuvo pre-
sente. Cincuenta años después del sueño techno-hippie
podemos constatar que la Internacional Cibernética no
lo hizo mejor que la Internacional Socialista, su ancestro.
Internet también, e incluso sobre todo, ha enriquecido a
los bancos, a las multinacionales de las telecomunicacio-
nes, a los gigantes de la distribución, al complejo indus-
trial-militar y a las antenas de la sociedad de control. En el
comercio y en la publicidad se han constituido monopo-
lios inverosímiles que amenazan a la democracia misma
que internet supuestamente haría prosperar. Los muros
entre los pueblos volvieron a crecer casi tan rápido como
cayeron. El diálogo intercultural se degradó en conflicto
identitario. Las redes sociales se transformaron en bur-
bujas algorítmicas donde la indignación se mantiene a sí
misma en circuito cerrado. Según algunos, la “economía
del intercambio” solo le ha proporcionado una mano de
obra gratuita al “capitalismo cognitivo”13. Las tecnologías
genómicas incluso han desnaturalizado a “la ecología ci-
bernética” del poeta. En resumen, la descentralización se
recentralizó, de modo que cada vez más intelectuales de
izquierda desconfían de la informática como de la peste y
llaman a desconectar internet, a nacionalizar los GAFA o
a romper con el monopolio de los explotadores de la big
data, así como antaño las leyes anti-trust acabaron con el
complejo del big oil14.

13  Y. Moulier-Boutang, Le Capitalisme cognitif, la nouvelle grande


transformation, Editions Amsterdam, 2008.
14  Citemos a Evgeny Morozov, Carmen Hermosillo, Bernard Stiegler,
Richard Barbrook o al documentalista Adam Curtis, director de un

30
Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

No obstante, la utopía informacional les sobrevivió. Los


ciberpunks de los años 1980, en particular, afirmaron que
el problema de internet era solamente ser falsamente des-
centralizado. Alexander Galloway, en un libro justamente
titulado Protocol: How Control Exists After Decentralization15,
mostró que los techno-hippies olvidaron un poco rápido
que internet se basa en una logística de cables y servidores
centralizados que permiten que los actores maliciosos de-
voren todos los datos que están a su disposición y que se
constituyan los monopolios de la data. En 1998, John Perry
Barlow proclamó una “Declaración de la independencia
del ciberespacio” en este sentido, para protestar contra
el hecho de que internet haya sido puesto bajo la tutela
de la ICANN. El teórico de los medios de comunicación
Kenneth McKenzie Wark escribió un Manifiesto Hacker
en el 2002 que invitaba a una disrupción en los flujos de
información. Los ciberpunks, quienes han desarrollado
todo tipo de herramientas de resistencia a la sociedad
de control y al capitalismo digital, como las tecnologías
que permiten volver anónimas las conexiones (TOR o los
VPN), encriptar las mensajerías privadas (PGP) o crear
redes entre pares (P2P), pavimentaron de este modo el
camino hacia Bitcoin.
Se puede decir entonces que los ciberpunks no evita-
ron tanto como hubiesen querido caer en la trampa, ya
anunciada por Marx, de que un “mercado” de la informa-
ción permitiría emancipar a sus usuarios. A veces incluso
cambiaron menos la estructura de internet que acondicio-

exitoso documental basado en el poema ciberbucólico de Brautigan, All


watched over by machines of loving grace, pero tomado esta vez en sentido
irónico.
15  Véase A. Galloway, Protocol, How Control Exists after Decentralization,
Cambridge, 2006.

31
Criptocomunismo

naron allí un espacio más grande para el capitalismo. De


la darknet a los paraísos fiscales solo hay un paso. Entre
la piratería de películas, de buzones de correo electróni-
co, los leaks diversos y variados, el tráfico de drogas, es
difícil saber qué separa a un pirata de un gran patrón, si
no la escala en la cual actúan. Pero le abrieron la vía a los
cypherpunks, quienes, por su parte, lograron hacer pasar a
internet por completo a una nueva dimensión.

32
3. Del centralismo democrático al
consenso descentralizado

Bitcoin es un protocolo que permite producir consenso


de manera descentralizada. Es en este sentido que es una
tecnología profundamente política, antes mismo de ser
económica y financiera. Y es en este sentido, sobre todo,
que es el sueño de Marx vuelto realidad.
Antes de la blockchain, era necesario escoger entre
consenso y descentralización. O bien se estaba del lado de
la anarquía, o bien de la sociedad de control. Llegar a un
consenso significaba que una instancia central controlara
y validara la expresión de los miembros de la colectivi-
dad. Este es el trabajo, por ejemplo, del asesor que recoge
las papeletas electorales y que las cuenta para garantizar
que nadie votó dos veces. También es el trabajo de los
bancos. Cuando se efectúa un pago con un cheque o con
tarjeta, e incluso mediante Paypal, el banco emisor y el
banco crediticio se ponen de acuerdo para escribir en sus
libros de cuenta que el monto X debe ser borrado del libro
del banco A y debe ser registrado en el libro del banco B,
y esto una vez y solamente una, de lo contrario un “doble
pago” permitiría cometer fraude.
Debido a su naturaleza, este tercero que valida la ex-
presión colectiva debe ser un tercero de confianza, si no
todo el proceso se ve viciado. Pero también puede estar
corrompido y desviar el consenso en su propio benefi-
cio. No faltan los ejemplos para estas artimañas, Marx

33
Criptocomunismo

y Hayek lo recalcaron después de Lutero y Rousseau.


De ahí la importancia que reviste el descubrimiento de
Satoshi Nakamoto de que un protocolo informático per-
mite, en ciertas condiciones bien precisas, prescindir de
los terceros de confianza antedichos.
Fue resolviendo un problema de teoría de juegos,
conocido con el nombre de “problema de los Generales
Bizantinos”, que Satoshi consiguió encontrarlo16. El pro-
blema en cuestión consiste en determinar si es posible
que varios Generales que rodean una ciudad junto a sus
guarniciones se pongan de acuerdo respecto a una estra-
tegia común: atacar o batirse en retirada, bajo el entendido
de que 1) un ataque o una retirada no coordinada sería
un desastre; 2) los Generales están separados entre sí.
No pueden, por tanto, votar a mano alzada por unanimi-
dad, solo enviarse mensajes; 3) los mensajeros que ellos
utilizan para comunicarse entre sí pueden perderse y sus
mensajes no llegar nunca; 4) algunos Generales han sido
corrompidos o infiltrados por el enemigo y pueden enviar
mensajes contradictorios (“batir en retirada” Y “atacar”).
Dicho de otro modo, el problema consiste en saber cómo
lograr que se produzca un acuerdo (ie. un consenso) entre
varias personas que no pueden contar con ninguna de
ellas en particular (ie. sin una instancia centralizada de
control).
Para resolver este problema, Satoshi procedió en tres
etapas. En primer lugar, planteó (1) que un registro de los
votos debía poder ser consultado por todos los Generales
y, por lo tanto, formar parte de los mensajes que se en-
vían entre sí. Para asegurarse de la unicidad de los votos

16  Recordemos que Satoshi tuvo predecesores en el camino de su


resolución. Citemos a Adam Back, Nick Szabo, Wei Dai y sobre todo a
Hal Finney.

34
Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

inscritos en este registro, Satoshi luego indicó (2) que el


voto a favor de una opción (“ataque” o “retirada”) debía
fundarse en una “prueba de unicidad”. Puesto que no
podía tratarse de una simple firma sobre un pergamino
(demasiado fácil de falsificar), imaginó que sería más bien
una especie de “rompecabezas”. Cada general debería
resolver un criptograma cuya solución sería su propia
firma. Pero como el criptograma necesita un tiempo de-
terminado para poder resolverse, Satoshi agregó que el
proceso de votación debía tener una duración limitada
–que precisamente equivaldría al tiempo que se necesita
para resolver un enigma– de manera que sería imposible
resolver dos y, por lo tanto, “firmar” dos mensajes con-
tradictorios. Finalmente, Satoshi solucionó el último pro-
blema que consistía en asegurarse de que todo el mundo
efectivamente poseía el mismo registro que contabilizaba
los votos. Para esto, obligó (3) a cada General a “encade-
nar” su voto con el del siguiente, de modo que toda modi-
ficación de un elemento de la cadena modifica el aspecto
general del registro.
Al reemplazar a los Generales por computadoras y a
sus votos por las informaciones que intercambian entre sí,
se obtiene Bitcoin. Los Generales son computadoras orga-
nizadas en una red entre pares (2P2). Comparten un libro
de cuentas (“ledger”) que circula con los mensajes que se
envían y solo pueden escribir en él a condición de entre-
gar una “prueba de trabajo” (“proof of work”) asociada con
su escritura, prueba que consiste en encontrar la combi-
nación de un criptograma que toma diez minutos en ser
crackeado. Cada sesión de “votación” forma un “bloque”
fechado (un timestamp) que se encadena al precedente (la
blockchain) después de que se verifica que la escritura sobre
el registro es lícita. Esta verificación es operada mediante

35
Criptocomunismo

“nodos” (nodes) que no pueden leer la información de los


bloques (ya que está protegida por un criptograma), pero
que pueden saber si la cadena de bloques está completa.
En sentido estricto, lo que llamamos un bitcoin17 es
el recibo que se le entrega a un minero cada vez que un
bloque de la cadena es creado, incluso si la expresión es
impropia. El coin, en efecto, es un bit del bloque mismo, el
espacio de escritura que contiene. Es un derecho de giro
sobre la información encapsulada que transporta. Y es así
que puede tener un valor: poseer un derecho de escritura
sobre la blockchain, es como poseer una dirección http://
en la web o una plaza de estacionamientos en un edificio.
El valor de dicha plaza será tanto más grande cuantos más
habitantes que quieran estacionarse haya y tanto más li-
mitado sea el espacio para crear nuevas cocheras18.

17  Con b minúscula, para distinguirlos del protocolo Bitcoin con B


mayúscula.
18  Sin embargo, la escasez de bitcoins no explica su valor por sí sola.
También radica en su utilidad. En Bit by Bit: How P2P is Freeing the World
(ebook, 2015) Jeffrey Tucker explica muy bien que el valor de un bitcoin
está relacionado con la “fricción” de los otros medios de pago que él
suprime. Por ejemplo, si una transferencia de dinero de un país a otro
cuesta alrededor de 15 dólares, Bitcoin “vale” los 15 dólares de fricción
que economizamos al enviarlo de la persona Y a la persona W, sin pasar
por el banco que descuenta su comisión. Allí donde las transferencias
de dinero están prohibidas por gobiernos que controlan el cambio,
que se autorizan incluso a puncionar las cuentas de sus ciudadanos en
período de escasez, un bitcoin “vale” todavía más: vale la prohibición
que le permite esquivar. Vale el valor que se le atribuye al hecho de ser
enteramente dueño de su dinero, de estar autorizado incluso a tenerlo,
lo que no ocurre en el caso de más de mil millones de individuos
sobre el planeta a quienes los bancos consideran “no bancarizables”.
Finalmente, en países que manipulan el precio de sus monedas jugando
con la plancha de imprimir dinero o con las tasas de interés, el bitcoin,
cuya cantidad está limitada a 21 millones de unidades, tiene tanto más
valor cuanto que el dinero tiene menos.

36
Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

El conjunto que forman los mineros, los usuarios y


los nodos constituye Bitcoin: un protocolo de intercam-
bio de informaciones perfectamente transparente (cada
quien posee el registro sobre el cual las informaciones se
escriben), descentralizado (nadie tiene su control), y sin
embargo, infalsificable (validado mediante pruebas de
trabajo), indescifrable (las informaciones están encripta-
das) e inviolable (la integridad de la cadena se verifica
constantemente).
Bitcoin a menudo es descrito como un “trustless ex-
change”. Esto solo es verdad porque es posible tener fe en
la totalidad del protocolo y en sus actores, fe que deriva
de la posibilidad de “verificar” lo que hace cada uno. Los
mineros tienen confianza porque pueden vigilar a los pro-
gramadores, cuyo trabajo les asegura un ingreso fijo. Los
usuarios tienen confianza porque pueden vigilar a los mi-
neros al obligarlos a ajustarse a las reglas escritas por los
programadores, que ellos resguardan en los nudos de la
red (los nodos). Los programadores (quienes escriben los
programas en uso) tienen confianza porque saben que los
mineros aseguran la fiabilidad de la red al gastar energía
en protegerla.
De hecho, programadores, usuarios y mineros forman
una comunidad que se reparte el poder legislativo (el có-
digo), ejecutivo (los usuarios) y judicial (la validación) de
Bitcoin. De esta manera, Bitcoin es una especie de Estado.
Viene con su Constitución. No se puede hacer nada sin
que sus tres poderes se pongan de acuerdo para hacer
evolucionar el protocolo. Por cierto, si no llegan a un
acuerdo la cadena puede bifurcarse –si 51% de una clase
determinada quiere ir en una dirección a cualquier precio.
Pero justamente, tiene un precio. El valor se destruye con
cada bifurcación, la confianza también. Fabricar consenso,

37
Criptocomunismo

por lo tanto, es crucial y sigue siendo una de las activi-


dades fundamentales de aquellos que se describen como
pertenecientes a la “comunidad Bitcoin”19.
En “consenso descentralizado”, no retener más que la
palabra “descentralizado”, como lo hacen los criptoanar-
quistas, es por lo tanto un error. La palabra “consenso”
es bastante más importante. El valor de un bitcoin es in-
separable de la red que lo porta. Un bitcoin es una “rela-
ción social”, hablando como los marxistas. Incluso no es
más que eso. Cristaliza la energía del cuerpo social que lo
produce. La autoridad central que el protocolo suprime,
el banco, el Estado, se difunde en todo el organismo que
lo porta: es la implementación coercitiva del consenso a
todas las escalas de la sociedad. Literalmente, es la versión
lograda del “centralismo democrático” soviético (donde
“centralismo” quiere decir “consenso” y “democrático”
quiere decir “descentralizado”).

19  Entre los reproches que algunos le hacen a Bitcoin, como el


economista Yannis Varoufakis o la filósofa Jaya Klara Brekke,
encontramos el que no posee una gobernanza democrática. Su fe en la
administración algorítmica del protocolo, en especial, le daría un poder
excesivo a los programadores, e incluso a los mineros. Vemos que eso
no es así. Un ejemplo del poder de la deliberación colectiva que anima
a los bitcoiners se produjo en el 2016, cuando los usuarios de Bitcoin
(los propietarios de los nodos) hicieron fracasar el proyecto –impuesto
de manera centralizada por los mineros– de aumentar la capacidad de
almacenamiento de los bloques, al término de un intenso debate en los
foros. Esto podría perfectamente transponerse a la escala de un debate
de política monetaria. Si fuera necesario, por ejemplo, saber si hay
que aumentar la cantidad de bitcoins en circulación, crear de manera
permanente una ligera inflación o incluso imponer las transacciones
y redistribuir el beneficio percibido, se haría en esta ocasión. Un
protocolo como Tezos se propone acoger estos debates on-chain, según
la modalidad de consenso descentralizado.

38
4. Fully Automated Luxury Communism

Uno de los pioneros de las criptomonedas, Naval


Ravikant, resumió muy bien la manera en la cual fun-
ciona la blockchain, a medio camino entre el mercado y
el Estado20.
Según él, existen varios tipos de organizaciones co-
lectivas que pueden ser jerarquizadas en función de la
perecuación que operan entre “inclusión” y “selección”:
las más selectivas son las más óptimas pero también las
menos inclusivas, –por ejemplo los Trust protestantes
que dan origen a los bancos modernos, donde se asocian
Partners poco numerosos y escogidos con pinzas. Las uni-
versidades son otro ejemplo, más acogedor pero todavía
muy meritocrático. En el otro extremo, encontramos las
redes más abiertas: la democracia, por ejemplo. Allí, la
eficiencia es mediocre porque la confianza entre las par-
tes es débil y los individuos muy heterogéneos. Pero lo
que se pierde en eficacia se gana en inclusión, debido al
efecto de masa. Entre estos dos polos hay una red que
encontró la manera de combinar el efecto de masa y la
meritocracia: los mercados. Por definición, un mercado
está abierto a todos, pero hay un ticket de entrada –el
“riesgo”– que lo vuelve al mismo tiempo abierto y selec-
tivo. Un mercado es elitista e igualitario, es elitario. Esta
combinación es tan temible que los mercados se han vuel-

20  Su thread puede consultarse en Twitter @naval.

39
Criptocomunismo

to progresivamente más poderosos que los Estados. Pero


los mercados tienen una debilidad: no son más que finan-
cieros. Allí, el compromiso es mercernarizado. Nadie en-
tra en un mercado de buen grado. Prueba de ello, es que
al menor riesgo todo el mundo huye. Los mercados son
sacudidos por crisis violentas. Ninguna affectio societatis
los regula. Allí, las empresas pueden proporcionar cierta
satisfacción al hacer que sus empleados participen de los
resultados del grupo o al crear una verdadera cultura de
empresa, pero su poder es limitado. El miedo al desem-
pleo es bastante más eficaz. Los mercados, por lo tanto,
son paradójicamente más frágiles de lo que parecen y su
fragilidad amenaza a todo el mundo. Pueden deshacerse
a cada instante. Es por eso que necesitan del Estado: para
reclutar a la fuerza, en el mercado, a los ciudadanos que
se mostrarían recalcitrantes.
Una blockchain no tiene este tipo de problemas.
Recompensa el compromiso de sus miembros, su adhe-
sión a lo común. Hace de la affectio societatis un mercado.
Valora la fidelidad. No solo invita a intercambiar en una
red, sino a hacer de la red el objeto mismo del intercam-
bio. En una blockchain no somos piratas; por el contrario,
somos funcionarios, funcionarios de la red. Y lo somos,
por lo tanto, tanto más gustosamente cuanto que esta red
somos nosotros, nos pertenece. Una blockchain combina
la apertura de la democracia con la eficacia del mercado
basado en el mérito. Más allá del único principio moneta-
rio, la blockchain hace de la democracia misma un trabajo
que merece una forma de retribución. Es así que invierte
la relación de fuerza entre lo público y lo privado que
pavimenta la vía hacia el comunismo.
A los políticos les gusta comparar a la nación con una
empresa, en particular a aquellos que tienen “éxito” en

40
Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

los negocios y que tientan a los electores con hacer pros-


perar tanto al país como a su business. En la medida en
que nadie muere por su empresa, esta metáfora es fala-
ciosa. Ahora bien, la muerte es la piedra angular de toda
sociedad, como Hegel señaló. Las naciones no son ni em-
presas ni mercados. Son organizaciones sociales, como
las asambleas de copropietarios. Si un edificio se quema,
todos sus habitantes perecen también. Si un habitante
tiene una enfermedad contagiosa y los otros habitantes
lo dejan sin tratamiento, todos mueren con él. Por cierto,
fue recién cuando el cólera se volvió una amenaza para la
gran burguesía que vivía en el oeste de París –que diez-
maba al lumpenproletariado en las bolsas de pobreza del
centro de París en el siglo diecinueve– que las primeras
políticas de salud pública fueron promulgadas y que los
burgueses terminaron entendiendo el interés de pagar sus
impuestos. Una nación, por tanto, ya funciona intuitiva-
mente como una blockchain. La colectividad recompensa
las contribuciones de los ciudadanos que se arriesgan en
favor del bien común concediéndoles reducciones de im-
puesto, el equivalente a los tokens. Los salarios que se les
paga a los funcionarios son otra manera de recompensar
a los “mineros” de la sociedad. Como en la blockchain, el
profesor o el cartero o el militar son pagados con bonos
(del Tesoro), a cambio de su trabajo al servicio del con-
junto de la colectividad. Del mismo modo, los partidos
políticos y los sindicatos reciben dinero público según los
votos captados: en cierto modo, son pagados por animar
a la colectividad, como el síndico del edificio.
Pero esta blockchainización del Estado se detiene a
medio camino. Nunca nos pagan por votar, por ejemplo,
a pesar de que el voto también anima a la colectividad,
incluso de manera bastante más fundamental que el tra-

41
Criptocomunismo

bajo de un sindicato o de un partido. El voto no es consi-


derado como un trabajo, sino como un deber o como un
regalo, por el cual el ciudadano debería incluso pagar en
lugar de esperar una retribución a cambio (y, por cierto,
este fue el caso durante mucho tiempo en las llamadas
democracias “censitarias”). Separar la basura, ayudar
a limpiar una playa contaminada por la marea negra,
participar en acciones educativas y sociales tampoco es
objeto de un salario. En resumen, la vida asociativa, todas
las actividades que Amartya Sen llama “capacitantes” y
que permiten pasar de una libertad negativa, en la cual
el Estado solo aparece como una carga y del cual los ciu-
dadanos son clientes y usuarios, a una libertad positiva,
donde cada uno siente que forma parte de un todo y que
es respetado por ese motivo, son ignoradas.
La razón de esto puede parecer evidente: ¿quién
más que los ciudadanos mismos pagaría por todas estas
actividades? ¿No sería acaso como darse a sí mismo su
propio dinero? ¿No sería un impuesto más, una forma
de redistribución insostenible para el presupuesto del
Estado? No, como lo muestran los partidarios de la
Modern Money Theory, si el dinero que sirve para pagarlo
es emitido de manera soberana por el Estado (quien de
esta manera se hace un cheque a sí mismo). Y con mayor
razón si es emitido por una blockchain, donde la carga
de la prueba está invertida, dado que es la prueba del
trabajo la que produce el valor y no el valor percibido el
que debe remunerar el trabajo. Si el Estado mismo estu-
viera blockchainizado al igual que Bitcoin, toda persona
que hace un trabajo para la colectividad sería retribuida
con divisas digitales y estos “bonos cívicos” adquirirían,
al mismo tiempo, un valor nominal, ya que permitirían
pagar servicios entre los miembros de la blockchain

42
Primera parte | Gobierno de los hombres, administración de las cosas

nacional, fuera del circuito monetario tradicional. Todo


Estado tendría entonces (al menos) dos monedas: su
moneda para los intercambios comerciales y una bloc-
kchain soberana, moneda nacional para los servicios
cívicos, como fue el caso durante siglos21. De esta forma,
el Estado se dotaría de una moneda fundada en “las ca-
pacidades de cada uno, y que se da a cada uno según sus
necesidades”, parafraseando a Marx.
Lo que es mejor, el Estado podría recaudar el impues-
to en una blockchain soberana. Contrariamente a lo que
afirman los criptoanarquistas, si Bitcoin permite escapar
(en teoría) del control de los servicios fiscales, la block-
chain que captura los intercambios financieros, por su
parte, centraliza maravillosamente la recolección de los
impuestos. Es posible imaginar que si un día los Estados
mismos comenzaran a minar para Bitcoin, los bitcoins y
los gastos de transacción que los mineros perciben hoy
por cada milibitcoin intercambiado serían percibidos por
toda la colectividad. Este “e-impuesto Tobin” mundial
equivaldría a un impuesto sobre la vivienda universal
que permitiría mantener el edificio nacional en buen es-
tado. Además, al estar basada de manera igualitaria en
cada nano-transacción automatizada22, su base imposi-
tiva tendría la ventaja de poder ser percibida tanto por
las máquinas como por los seres humanos, de modo que
sería la candidata ideal para financiar un ingreso incon-
dicional de existencia, a pesar de que a los marxistas no

21  En Occidente existieron dos monedas hasta la época napoleónica.


El oro servía para el comercio internacional y una aleación, el “vellón”,
emitido a escala local, para el comercio de proximidad.
22  Los micropagos son una funcionalidad revolucionaria de Bitcoin:
puesto que los terceros son suprimidos, los gastos bancarios también lo
son. Hacer un sinfín de microtransacciones entonces se vuelve rentable.

43
Criptocomunismo

les guste mucho este principio23. Sería lo que el activista


Aaron Bastani denomina comunismo de la abundancia
totalmente automatizada24.

23  Marx pensaba que al Estado no le correspondía hacer caridad, sino


permitir que los hombres se emanciparan al gozar del fruto de su trabajo.
Después de Marx, Michel Foucault mostró además que el Estado mismo
puede justificar el aumento de su dominación sobre los individuos con
el pretexto de proporcionarles prestaciones sociales (porque entonces
debe conocer su estado de salud, su situación profesional y familiar,
etc.). Lo inverso de un ingreso universal, en este sentido, podría ser
una reducción pura y simple del costo de las mercancías permitido
por la automatización. En una sociedad comunista, más que una vida
subvencionada, quizás las cosas son gratuitas. Esto podrá parecer tan
poco realista como la promesa luterana de una gracia gratuita, puesto
que si todo es gratuito, podemos temer que todo sea devorado al
instante, pero también es posible que al suprimir el miedo a la carencia
se suprima la glotonería, que es su consecuencia. Al menos, es lo que
Marx esperaba.
24  A. Bastani, Fully Automated Luxury Communism, Verso, 2019.

44
SEGUNDA PARTE
La apropiación colectiva de los medios de
producción monetaria
5. Termocomunismo

Según los intelectuales de izquierda tradicionales, la otra


razón por la cual los techno-hippies fracasaron en hacer
advenir una “Aldea Global” no proviene tanto del hecho
de que internet fuera insuficientemente descentralizado,
sino debido a que no sirve más que para comunicar. En
efecto, el capitalismo solo puede ser superado a condi-
ción de dominar los medios de producción. Como decía
Gilles Deleuze: “Es evidente que puede buscarse siempre
la correspondencia entre un tipo de sociedad y un tipo de
máquina: las máquinas simples o dinámicas de las socie-
dades de soberanía, las máquinas energéticas de las socie-
dades disciplinarias, las máquinas cibernéticas y los orde-
nadores de las sociedades de control. Pero las máquinas
no explican nada, es preciso analizar los dispositivos co-
lectivos de enunciación de los cuales las máquinas no son
más que una parte. Es posible que los más duros encierros
lleguen a parecernos parte de un pasado feliz y benévolo
frente a las formas de control en medios abiertos que se
avecinan. Con razón temblamos cuando oímos hablar de
la búsqueda de los ‘universales de la comunicación’”1.
El hecho es que si el Estado es privatizado, según Marx,
no es únicamente porque existen personas malintencio-
nadas que desvían el poder en su propio beneficio, sino

1  G. Deleuze, “Control y devenir. Entrevista con Toni Negri”,


Conversaciones, Valencia, Pre-textos, traducción de José Luis Pardo,
segunda edición, 1996, p. 274.

47
Criptocomunismo

porque el aparato productivo es privatizado previamente


y sus propietarios extorsionan al Estado para fortalecer
sus rentas, de modo que Marx no pensaba solamente que
fuera necesario darle la responsabilidad a un partido de
destruir el Estado, sino que también era necesario darle
la tarea de abolir la propiedad privada de los medios de
producción.
Evidentemente, este punto también separa al comu-
nismo del criptoanarquismo de manera muy fuerte.
Para el libertarianismo, la socialización de los medios de
producción es el diablo mismo. No por nada la primera
“moneda” editada por Bitcoin, la Genesis Block, lleva una
inscripción sacada del titular del Times del 3 de enero del
2009: “The Times 03/Jan/2009 Chancellor on brink of second
bailout for banks”. Esta frase alude al hecho de que luego
de la crisis de los subprimes del 2008 en la cual los ban-
cos fueron rescatados con fondos públicos (el “bail-out”),
Satoshi temía que una nueva crisis bancaria los rescatara
con fondos privados (un “bail-in”) –un rescate que consis-
tiría en una punción directa en las cuentas bancarias de
los particulares. De modo que Bitcoin fue concebido para
proteger el ahorro privado, para salvarlo de la voracidad
de los gobiernos, aun en el caso de que se tratara de par-
ticipar en un esfuerzo colectivo, incluso sobre todo en el
caso de que se tratara de “socializar” las pérdidas.
En este punto, sin embargo, los libertarianos quizás
son nuevamente marxistas sin saberlo, ya que el protoco-
lo Bitcoin no solo vehicula algo más que “comunicación”,
contrariamente al protocolo http://, sino que Bitcoin vehi-
cula valor, es dinero –por lo tanto, una poderosa palanca
de acción sobre la economía. Pero lo que Bitcoin propo-
ne para escapar de la arbitrariedad de los bancos es una
“apropiación colectiva de los medios de producción mo-

48
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

netaria”, de modo que podemos preguntarnos, una vez


más, si no es el instrumento que le faltó al comunismo
para poder realizarse, a pesar de que a Marx mismo, sin
lugar a dudas, le habría costado creerlo.
En su reflexión acerca de la socialización de los medios
de producción, Marx no pensaba realmente en el dinero.
De hecho, nunca se interesó mucho en el asunto del dine-
ro. Nunca creyó que una política monetaria fuera capaz
de hacer advenir, por sí misma, a la sociedad comunista, a
diferencia de Proudhon, por ejemplo, quien sostenía que
la emancipación de los proletarios pasaba por la emanci-
pación de la moneda emitida por los bancos burgueses e
incluso por la abolición total del dinero, o del inglés Robert
Owen, quien inventó la primera moneda complementaria
destinada a los obreros. Marx nunca vio en esas monedas
alternativas más que “contraseñas de teatro”2, billetes de
Monopoly que no cambiaban en nada la relación de domi-
nación entre patrones y obreros, ni el proceso de extrac-
ción de la plusvalía sobre el cual se funda la acumulación
del capital. Al contrario, Marx pensaba que Proudhon y
sus amigos cedían a la fascinación de un “fetiche”, que
caían en la trampa capitalista de la “fiebre del oro”.
El descubrimiento del cual Marx estaba muy orgullo-
so es que el dinero es una abstracción, porque el valor en
sí mismo no existe. Solo existe el trabajo. Solo el trabajo
acumulado en una mercancía le da valor. Esta tesis pro-
cede, en parte, de las reflexiones filosóficas de Marx sobre
los límites del idealismo hegeliano y de su voluntad de
fundar, por contraste, un pensamiento “materialista”, una
filosofía que “transforme el mundo, más que interpretar-

2  K. Marx, El Capital, libro I, sección I, capítulo 3, “El dinero o la


circulación de mercancías”, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, traducción
de Pedro Scaron, p. 116.

49
Criptocomunismo

lo”, retomando su conocida frase de La ideología alemana.


Pero no solo viene de ahí. Hoy sabemos que también
proviene de su relación con los eruditos de su tiempo y
en particular con aquellos que inventaron la ciencia ener-
gética, la “termodinámica”, en contacto con las primeras
máquinas de vapor3. A Marx le fascinaron las investiga-
ciones de sus contemporáneos, como Sadi Carnot, Rudolf
Clausius, Hermann von Helmholtz o James Prescott Joule,
las que llevaron a estipular que toda forma de trabajo pro-
viene de la “energía” y a popularizar las ideas de que el
universo entero, y quizás la vida misma, responden a dos
principios de una simplicidad desconcertante: el princi-
pio de conservación de la energía (nada se pierde, todo se
transforma) y el principio de disipación de la capacidad
de trabajo de la energía (nada se pierde, sino que todo se
diluye).
Precisamente, el marxismo en gran parte es una exten-
sión de las leyes de la termodinámica hacia la sociedad y
la economía. Es la razón, por lo demás, por la cual sigue
estando vigente contra viento y marea. Antes de Marx,
el modelo científico de los economistas era tomado pres-
tado de la física de los sistemas dinámicos llamados “de
equilibrio”, como el sistema solar descrito por Newton,
sobre los cuales se aplican las leyes deterministas de la
acción y de la reacción4. Estas leyes, que postulan que las

3  Friedrich Engels habla explícitamente de termodinámica en su


Dialéctica de la Naturaleza, la cual es objeto de una correspondencia
intensa con Marx. Daniel Bensaïd lo señala en Marx l’intempestif
(Fayard, 1995), André Tosloe en Communisme de la finitude (Kimé, 1996)
o John Bellamy Foster en Marx’s Ecology (Monthly review press, 1999) y
en Marx and the Earth (Brill, 2016).
4  Es el caso en los predecesores de Marx como Adam Smith y David
Ricardo, e incluso en algunos de sus sucesores, como Léon Walras o
John Maynard Keynes. Véase P. Richmond, J. Mimkes y S. Hutzler,
Econophysics and Physical Economy, Oxford University Press, 2013, en

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Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

sociedades consiguen optimus en condiciones perfectas de


intercambio entre la oferta y la demanda, constituyen la
base de la denominada escuela neoclásica de la economía.
Ahora bien, hoy en día sabemos que este modelo es falso,
como muestra su incapacidad de prevenir cada crisis que
se produjo desde hace dos siglos. La historia no es un reloj
cuyo cucú sale a una hora fija, es un motor de explosión y
los humanos no “actúan” ni “reaccionan” de manera ra-
cional ante su entorno. Con Marx, y quizás sobre todo con
Engels5, la economía pudo ser pensada adecuadamente
por primera vez según el modelo de los sistemas diná-
micos “alejados del equilibrio” –aquellos que describe la
termodinámica– caracterizados por choques violentos y
desordenados entre moléculas o transiciones entre esta-
dos imprevisibles. Es a este modelo que remite esencial-
mente la noción de “materialismo dialéctico”: una ciencia
de lo que se mueve, de lo caótico. Recíprocamente, los
términos de un socialismo “científico” pudieron ser plan-
teados: le correspondería la tarea de eliminar la injusticia
de la sociedad tomando el control de la termodinámica
de la economía, así como los ingenieros lograron tomar el
control de las máquinas de vapor.
La abolición de la propiedad privada viene de allí. El
hecho es que la termodinámica también nos enseña que
es necesario intervenir sobre las máquinas mencionadas.
En su defecto, tienen un “rendimiento decreciente”: si una
máquina de vapor produce una cierta cantidad de trabajo

particular, la introducción, así como el informe redactado por Bernard


Lietaer ante la invitación del Capítulo Europeo del Club de Roma, Pour
un système monétaire durable, Odile Jacob, 2012.
5  Engels, quien vivía en Manchester, la cuidad donde Joule trabajaba, se
mantenía muy informado respecto a la actualidad científica. Es posible
que haya sido él quien inició a Marx en la termodinámica, respecto a la
cual habla extensamente en su Dialéctica de la naturaleza.

51
Criptocomunismo

la primera vez, producirá un poco menos la vez siguiente


y así sucesivamente, hasta el agotamiento. Nuevamente,
Marx extrapola a la sociedad esta observación que ori-
ginalmente le debemos al físico francés Sadi Carnot: el
trabajo del proletariado se asemeja al calor que lleva el
agua a ebullición. Una parte de este calor produce “ener-
gía libre”, es decir, una energía útil para fabricar cosas –la
activación de un pistón en el caso de la máquina de vapor
o la producción de valor en el caso del capitalismo. Otra
parte de este trabajo desprende un calor que puede ser
reintroducido en el ciclo siguiente para volver a activarlo.
Finalmente, una última parte de este trabajo se disipa y
reduce la potencia del ciclo siguiente, salvo si se vuelve
a poner carbón en la caldera, es decir, a exigirle siempre
más a los obreros. Es lo que Marx llama “ley de la baja
tendencial de las tasas de ganancia” y es esta ley la que
explica la alienación y el aplastamiento del proletariado
por parte del gran capital.
Las razones por las cuales las máquinas de vapor tienen
rendimientos decrecientes, sin embargo, no fueron com-
prendidas correctamente durante mucho tiempo. Estaba
claro que una especie de fuerza misteriosa condenaba a
los sistemas dinámicos a la muerte por agotamiento (es
el sentido del “segundo principio de la termodinámica”),
pero el “primer principio de la termodinámica” postulaba,
al mismo tiempo, que la energía se conserva y que nada
se pierde. Por lo tanto, era tentador pensar que la energía
faltante luego de cada ciclo de algún modo era “robada”
y que si se hallaba una manera de recuperarla, el secreto
del movimiento perpetuo sería descubierto. En parte es lo
que Marx pensó, y lo sabemos, sobre todo, porque Engels
perjudicó la reputación del “socialismo científico” al reba-
tir la validez del segundo principio de la termodinámica.

52
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

Para Marx y Engels, la primera ley, la de la conservación


de la energía, debía primar sobre la segunda. De esta for-
ma, imaginaron que alguien –en este caso, el capitalista–
“robaba” una parte de la energía faltante, energía que si se
reintrodujera en el ciclo, permitiría que la economía tenga
un rendimiento óptimo. Como esta energía robada es la
“plusvalía” extraída a cuesta de los proletarios, fue así
que llegaron a la conclusión de que el único medio para
devolvérselas era la abolición de la propiedad privada.
Pero Marx se equivocó en este punto. Si bien es cierto
que durante el ciclo económico se produce una punción en
los ingresos del capital, y que esta injusticia crea tensiones
inmensas en el “cilindro” social hasta el punto de hacerlo
explotar algunas veces, no es la causa de su rendimiento
decreciente. Como Boltzmann señaló, éste se debe a una
energía que sigue estando ahí, pero con una forma tan
degradada que ya no puede servir para el trabajo. Dicho
de otro modo, no es que la energía sea robada sino que su
forma se altera de una manera tal que ya no puede tener
ninguna utilidad. En el camino perdió algo cuya exis-
tencia Marx ignoraba –y con razón, puesto que no sería
comprendida correctamente hasta mucho después de su
muerte: la información.
La disipación de la información en el transcurso de un
ciclo termodinámico tiene relación con el hecho de que las
diferencias de temperatura se igualan con el tiempo. Ahora
bien, la capacidad de la energía para entregar trabajo de-
pende de las desigualdades de temperatura. Cuanto más
importante es la diferencia entre la temperatura al interior
del cilindro y la temperatura al exterior del cilindro, más
información hay y más intenso es el trabajo producido.
Inversamente, a medida que el cilindro calienta el aire a
su alrededor, las diferencias de temperatura se igualan y

53
Criptocomunismo

cada vez es más difícil producirla. En pocas palabras, en


la termodinámica no hay perpetuum mobile, retomando la
expresión de Marx mismo6. En economía, como en física,
existe una especie de “parte maldita”, usando un término
que Georges Bataille empleó precisamente en un sentido
termodinámico7.
De hecho, el carácter productivo de las diferencias de
temperatura es la razón por la cual al capitalismo le gusta
poner al cuerpo social “bajo tensión”. Comprendió que
si somete al proletariado al deseo de acceder a las capas
superiores de la sociedad puede extraerle más trabajo.
Inversamente, la solución que Marx propuso para reme-
diar las desigualdades, la abolición de la propiedad pri-
vada, es muy contraproducente, ya que estaba destinada
a acelerar la igualación de los niveles de temperatura y
a volver entonces cada vez más difícil la extracción de la
energía libre.
Desde luego, se dirá que en materia social no todo se
resume a diferencias de temperatura. Es el sentido de la
seca respuesta que Engels le dio a un físico ruso, Sergueï

6  “El ciclo continuo de las dos metamorfosis mercantiles contrapuestas


[…] se manifiesta en el curso incesante del dinero o en su función de
perpetuum mobile de la circulación”, El Capital, libro I, sección I, capítulo
III, “El dinero o la circulación de mercancías”.
7  Bataille tenía el proyecto de escribir el primer ensayo de
termodinámica económica. La idea se le habría ocurrido después de
conocer al investigador en física nuclear George Ambrosino, quien lo
introdujo a la ciencia de la energética en los años treinta y al concepto de
“entropía”, que él denomina entonces la “parte maldita”. De este modo,
La Parte maldita lleva como subtítulo “Ensayo de economía general” o
“La economía a la medida del universo”. Véase C. Mong-Hy, Bataille
cosmique: Georges Bataille. Du système de la nature à la nature de la culture,
Lignes, 2012. Para ver el primer trabajo llevado a cabo por un científico
sobre el mismo tema (excluyendo a Marx mismo), habrá que esperar a
Nicholas Georgescu-Roegen (The Entropy Law and the Economic Process,
Harvard University Press, 1971).

54
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

Podolinsky, quien pretendía hacer un aporte al socialismo


calculando la cantidad de watts consumidos y producidos
por cada trabajador, cada hora. Los humanos son seres
simbólicos, no máquinas energéticas. Pueden compensar
sus igualdades de temperatura (en este caso, de patri-
monio) a través de desigualdades de cultura, de ideas,
de puntos de vista. Solo que Marx fingió ignorar que in-
cluso las diferencias inmateriales deben determinarse en
objetos, en bienes, en “propiedades” y, por lo tanto, en
diferencias de propiedades también, si no quieren seguir
siendo puramente abstractas y diluirse, a su vez, en una
sopa tibia. A este respecto, una de las hipótesis que puede
plantearse sobre el declive de la Unión Soviética es que
sucumbió a una muerte térmica acelerada8, y que, inversa-
mente, la prosperidad del bloque liberal durante el mismo
período se debe al hecho de que autorizó e incluso alentó
la formación de un mercado de las diferencias simbólicas,
como por ejemplo la industria de la moda, de la música o
de los pasatiempos.
Podemos pensar, sin embargo, que si Marx hubiera te-
nido acceso al concepto de información habría pensado de
una manera muy diferente la superación del capitalismo y
que quizás, precisamente, lo habría pensado bajo la pers-
pectiva del dinero, que no es nunca solamente la medida
de la información económica.

8  Hayek y Ludwig von Mises sugieren que las remuneraciones


impuestas por el Gosplán –que no tienen relación con la producción del
valor real– y el bloqueo de los precios tienen la responsabilidad técnica
de esta muerte “informacional”. Véase L. Mises, “Economic Calculation
in the Socialist Commonwealth” (1920) y F. Hayek, op. cit.

55
6. Las instituciones monetarias
del capitalismo

Desde un punto de vista termodinámico solo existe una


defensa realista contra el aumento de la entropía en un
sistema: abrirlo. Unas veces, esto puede hacerse consumien-
do la “parte maldita”, como Bataille lo entendió muy bien
–así, un motor de automóvil logra proporcionar un traba-
jo constante gracias al tubo de escape que le permite ex-
portar su entropía hacia afuera, preservando el diferencial
de temperatura interna al mismo nivel. Otras veces, esto
puede hacerse importando información al sistema térmico,
recreando orden, diferencias de temperatura. En el caso
del motor de un automóvil, este es el papel que juega el
circuito de enfriamiento que recupera una parte del calor
disipado para enfriar el motor gracias a un líquido con
propiedades frigoríficas.
El capitalista lo percibe muy bien por instinto. Cada
vez que coloniza un nuevo territorio, exporta su entropía.
Inversamente, cada vez que en lugar de sentarse sobre la
plusvalía, invierte el dinero ganado en la modernización
de su aparato productivo o en la formación de sus emplea-
dos, importa información. Mejora su “productividad”, lo
que significa que minimiza su disipación de energía en
beneficio de la producción de energía libre. Al obtener la
misma creación de valor con energía constante, resuelve
el problema del rendimiento decreciente. El capital inmo-
vilizado actúa como un “captor de entropía”. Es el secreto

57
Criptocomunismo

de la supervivencia milagrosa del capitalismo. Es así que


consigue resolver las contradicciones que deberían haber-
lo derrotado desde hace mucho tiempo. El capitalismo
hace economía informacional espontáneamente.
Pero Marx también lo presintió vagamente.
Evidentemente, habló muy bien del imperialismo capita-
lista. También se fascinó con la dinámica de la inversión,
que es la prueba de que en ciertas condiciones es posible
invertir la ley del rendimiento decreciente, esa famosa
segunda ley de la termodinámica –aquella que condena
a todo sistema dinámico a agotarse y a morir– y que, al
mismo tiempo, Engels al parecer quizás tenía razón en
rebatir. El trabajo humano es capaz de “neguentropía”.
La evolución puede ser “creadora”, como dirá Henri
Bergson9. “La evolución de las especies”, cuya existencia
es establecida en 1867 por Charles Darwin, solo designa,
por su parte, la manera en la cual las especies acrecientan
su propia productividad constantemente para aumentar
la cantidad de energía libre que pueden producir con una
cantidad de energía disponible equivalente.
Ahora bien, el dinero es lo que permite esta maravilla.
Es el capital, en tanto que información. El marxismo, en-
tonces, solo puede ser consecuente incluyendo al dinero
en su reflexión. En este caso, debería darse como objetivo

9  Marx, Bergson, Teilhard de Chardin, Bataille e incluso Freud…:


todos los intelectuales que trataron con la termodinámica se vieron
fascinados y perturbados por el hecho evidente de que a pesar de que
la segunda ley de la termodinámica enuncia que todo sistema dinámico
tiende hacia la muerte o al reposo vemos a la vida y a la complejidad
proliferar. Todos ellos fueron llevados entonces a inventar una “fuerza”
para explicárselo: el “trabajo” (Marx), el “impulso vital” (Bergson),
la “amorización universal” (Teilhard) o la “pulsión de vida” (Freud).
Solo cuando la diferencia entre sistemas “cerrados” y “abiertos” fue
establecida y el concepto de información formalizado, por lo tanto,
fue posible comprender verdaderamente esta paradoja de la auto-
organización.

58
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

impedir la privatización del dinero, más que la abolición


de la propiedad privada, ya que la privatización del acceso
a la inversión es in fine la responsable de la existencia de esta
última, como el economista austriaco Joseph Schumpeter
–gran admirador de Marx– lo mostró. La privatización es
la causa de la ineficiencia de los mercados y de su tenden-
cia a secretar Estado10.
Para Schumpeter, el capitalismo es indisociable de la
inversión, por tanto del crédito (que permite acceder al
dinero necesario para la inversión) y por tanto del dinero.
El capitalismo debe crear dinero permanentemente para
sostener su crecimiento, puesto que prestarle dinero a un
empresario es esencialmente crearlo: los bancos no pres-
tan el dinero que ya tienen en sus cuentas (y felizmente, si
no sería perdido por todo el mundo en caso de quiebra).
Los bancos lo crean y lo crean tanto más fácilmente cuanto
que el dinero ficticio está destinado a ser reembolsado y a
desaparecer, por lo tanto, sin tomar en cuenta los intereses
del préstamo que, por su parte, se quedan en el bolsillo
del banco y que son bien reales. Esto es lo que explica que
la masa monetaria del país tenga tendencia a crecer con
el tiempo. Inversamente, cuando el dinero falta, debido a
la falta de confianza de los banqueros en la capacidad de
los empresarios para reembolsar sus deudas, un liquidity
crunch genera una contracción de la economía. En este
caso, los bancos centrales intervienen inyectando liquidez
en el sistema bancario, bajo la forma del quantitative easing
de estos últimos años, por ejemplo.
El problema, constata Schumpeter, es que si los empre-
sarios están en pie de igualdad al comienzo de su acceso

10  J. Schumpeter, Das Wesen des Geldes, Vandehoeck y Ruprecht, 1970.


Véase O. Lakomski-Laguerre, Les institutions monétaires du capitalisme.
La pensée économique de Joseph Schumpeter, L’Harmattan, 2002.

59
Criptocomunismo

a la inversión y si el mercado, por lo tanto, es eficiente,


rápidamente se crean relaciones endogámicas entre los
empresarios y sus banqueros. A medida que una empresa
crece, sus necesidades de financiamiento se vuelven cada
vez más importantes, hasta el punto que pueden poner
en peligro al banco que los provee. Este ya no está en
condiciones de ejercer su discernimiento y su función de
evaluación del riesgo. Es el banco quien se vuelve depen-
diente de la empresa y ya no lo inverso. Viéndolo bien, las
empresas pueden pesar entonces en las decisiones de los
bancos, a riesgo de que dejen de prestarle competencia y
se transformen en una fuente de desigualdad en el acceso
a la inversión.
Del mismo modo, si un empresario accede al poder,
puede influenciar la política de las tasas de interés del
banco central, lo que torna más difícil el acceso a la inver-
sión nuevamente y favorecerá a las rentas de situación, en
detrimento de los nuevos entrantes. Es lo que sucedió a fi-
nes de los años 1970, cuando el presidente de la FED, Paul
Volcker, seguido por el presidente de Estados Unidos,
Ronald Reagan, y la primera ministra del Reino Unido,
Margaret Thatcher, hicieron subir las tasas de interés a
casi 20%, usando como pretexto el peligro que la infla-
ción le hacía correr al mundo. Por supuesto, como Robert
Nixon había cortado los lazos entre el dólar y el patrón
oro, la máquina de imprimir billetes funcionaba a máxi-
ma capacidad para financiar la guerra de Vietnam y desde
entonces no se detuvo nunca más. Entre 1971 y el 2006, la
deuda estadounidense pasó de 750 mil millones de dóla-
res en 1971 a 10.000 billones de dólares, se multiplicó diez
veces, mientras que el PIB solo se multiplicó por tres du-
rante el mismo período. Concretamente, esto significa que
Estados Unidos dejó brutalmente de financiar su gasto

60
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

público por medio de sus ingresos fiscales, en beneficio de


la venta de obligaciones de Estado (y, en consecuencia, de
la dispersión de “moneda impresa”). Sin lugar a dudas, el
resultado fue una fuerte inflación, lo que irritó a las clases
pudientes que vieron cómo se devaluaban rápidamente
sus ahorros, al mismo tiempo que las clases no pudientes,
cuyas deudas se disolvían en proporción inversa, se en-
deudaron fuertemente amenazando con alcanzar el nivel
de vida de las clases altas (el crédito de consumo pasó de
125 mil millones de dólares en 1971 a 2 500 billones en el
2006, es decir, se multiplicó veinte veces). Fue entonces
que las clases pudientes, para preservar tanto el valor de
su ahorro como la ventaja que tenían sobre la plebe en
cuanto a la competencia, exigieron que el Estado actuara
contra la inflación. El efecto de esta maniobra fue radi-
cal: en el momento mismo en que las clases no pudientes
(y los países en vías de desarrollo) habían multiplicado
su exposición a la deuda, se encontraron con la soga al
cuello debido al encarecimiento de las mensualidades,
lo que las excluyó durante largo tiempo del acceso a la
propiedad, cuando no fueron directamente llevadas a la
bancarrota11, pero también de la inversión y del empren-
dimiento, mientras que las clases pudientes, al contrario,
se volvieron más ricas al prestar su dinero12. Al término
de lo que parece un verdadero “golpe”13, el capital, por lo
tanto, tomó el control de la sociedad.

11  Lo mismo se produjo a nivel internacional: algunos Estados


endeudados, como México, quedaron en la bancarrota después de 1979,
lo que desencadenó el gran ciclo de las crisis monetarias de los países
emergentes que todavía perdura.
12  Es el “efecto Cantillon”.
13  La expresión es de G. Duménil, D. Lévy. Véase Crise et sortie de crise.
Ordre et désordres néolibéraux, París, Puf, 2000. El “neoliberalismo”, cuyo

61
Criptocomunismo

Lo que se denomina “financiarización” del capitalis-


mo, a menudo de manera demasiado vaga, designa este
fenómeno de privatización de la emisión monetaria cuyo fin
es el enriquecimiento personal iniciado en los años 1980.
Pero ningún sistema de este tipo puede ser mantenido
artificialmente en vida de manera indefinida.
No se puede bloquear el acceso al dinero sin pagar
el precio en un determinado momento. Como mostró
Schumpeter, los ciclos económicos están puntuados de
crisis, cuya causa, entre otras, es la privatización de la in-
versión. Una primera vez en 1992, luego en el 2000 y más
tarde en el 2008, las tasas de endeudamiento se volvieron
insostenibles, los flujos de dinero se secaron y los bancos
se vieron obligados a llamar a los Estados al rescate…La
deuda de los hogares que se había transformado en la
deuda de los bancos se volvió la deuda de los Estados,
y como los Estados son financiados por los hogares, esta
deuda fue financiada por la máquina de fabricar billetes,
otra vez, hasta la última inyección más reciente de miles
de millones de dólares y de euros a los bancos. Bancos que
no le prestaron a los emprendedores, sino a las personas
que ya tenían dinero (y que a veces eran los mismos que
los que estaban al mando de las palancas políticas de la
economía), de manera que este dinero solo sirvió para
comprar más bienes raíces todavía, oro y bienes impro-
ductivos, en lugar de alimentar un nuevo ciclo de creci-
miento14... Evidentemente, la hiperinflación de los años
treinta acecha nuevamente al mundo. En 2015, Grecia se
vio obligada a devaluar su mano de obra por sí misma

uso a veces ha sido desprestigiado, podría nombrar precisamente este


momento de cambio.
14  Frances Coppola, The Case for People’s Quantitative Easing, Polity,
2019.

62
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

al no poder devaluar su moneda. Argentina y Brasil no


salen de una espiral inflacionista nociva, Turquía está
cayendo en ella. El oro, el sector inmobiliario, así como
los mercados de acciones, están sobrecargados, atiborra-
dos de dinero gratuito. Los movimientos populistas que
emergen por doquier en el mundo son la consecuencia de
la proletarización cada vez más evidente y profunda de la
clase media a la que conduce esta política.
Bitcoin fue inventado para luchar contra el riesgo de
una crisis sistémica planteado por esta privatización de la
emisión monetaria, como hemos recordado anteriormen-
te. Y de nuevo, es por esta razón que sostenemos que se
inscribe en una reflexión sobre la economía de naturaleza
comunista.

63
7. El oro de los locos

La intención de Satoshi al crear Bitcoin no era solamente


permitir que los ahorrantes protegieran sus ahorros de
una intervención gubernamental en el caso de una nueva
crisis financiera. También quería remediar las causas de la
crisis. Puesto que la blockchain produce consenso, puede
darle la calidad de la energía a la información, en el senti-
do de que permite producir y transportar una información
no-duplicable. De hecho, mientras que por lo general dar
energía es perderla, mientras que dar información es so-
lamente compartirla, dar información en una blockchain
también es perderla. Un bit entonces puede transformarse
en un coin, puede tener una escasez que le confiere un pre-
cio y un precio tanto más grande cuanto que este bit-coin,
que tiene todas las cualidades de la energía, también tiene
las cualidades de la información en cuanto a velocidad de
transmisión y fungibilidad. La blockchain, por lo tanto, es
capaz de automatizar la impresión monetaria y substituir-
se a un banco, incluso a un banco central.
Sin embargo, en honor a la verdad hay que decir que
cuando Satoshi concibió Bitcoin no tenía en mente ni a
Marx ni a Schumpeter, sino a Hayek y que su arquitectura
padece dolorosamente las consecuencias. Hayek afirma-
ba, en efecto, que solo sería posible acabar con las disfun-
ciones del liberalismo a condición de liberar a la moneda
de la tutela de los políticos, de los Estados e incluso de
los bancos centrales, aunque éstos habían sido concebi-

65
Criptocomunismo

dos según el modelo del consejo de sabios preconizado


por Hayek, que en esa época debió ya haberle parecido
finalmente insatisfactorio. De este modo, Satoshi concibió
Bitcoin no solo como una moneda sin emisor, sino como
una “moneda dura” –una moneda cuya emisión es pre-
visible, fundada en reglas estrictas, contrariamente a la
moneda creada por el capricho de los bancos crediticios,
gracias a su poder de que “se haga moneda” que le vale
el sobrenombre de “moneda fiat”. La cantidad de bitcoins
está limitada a 21 millones de unidades y su ritmo de emi-
sión está planificado por anticipado según el modelo de
una especie de “oro digital”, cuya totalidad de minas y
capacidad de extracción ya serían conocidas.
Los libertarianos lo han entendido bien porque con-
sideran que Bitcoin es el salvador que esperaban desde
hace décadas para destruir al sistema monetario interna-
cional y volverlo más conforme a su fantasía de “rigor”
monetario (u otra…). Como Bitcoin es de mejor calidad
que las monedas en circulación (con lo cual se entiende
que es deflacionista), piensan que va a hacerles la com-
petencia y reemplazarlas progresivamente, hasta llegar a
ser el nuevo patrón oro, un “patrón-bitcoin”15 que pondrá
fin a la supremacía indebida del dólar, consagrado como
la moneda de pago internacional desde los acuerdos de
Bretton-Woods de 1945, y que no solamente no es más que
dinero falso desde que Nixon decidió el fin de la paridad
entre el oro y el dólar en 1971, sino una moneda tiránica
que sirve para hacer presión sobre todo aquel que no apo-
ye la política extranjera norteamericana. Al mismo tiem-
po, los libertarianos creen que Bitcoin hará que las guerras
se vuelvan imposibles de financiar (puesto que siempre
son financiadas por la máquina de imprimir billetes) y

15  Véase Saifdean Ammous, The Bitcoin Standard, Wiley, 2018.

66
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

que incluso barrerá con el desorden moral espantoso que


preside la sociedad de consumo. Como sostenía Hayek, el
origen del hedonismo que corroe las bases de la sociedad
se encuentra, en efecto, según ellos, en el endeudamiento
y el crédito fácil. Ahora bien, una moneda deflacionista
desalienta el consumo, ya que el valor del dinero que uno
posee crece a medida que pasan los días sin gastarlo, y
que una moneda que prohíbe la creación monetaria a par-
tir de reservas fraccionarias desalienta el crédito, puesto
que el único medio de pedir dinero prestado es puncionar
las reservas existentes, duramente ganadas al economizar.
De esta manera, Bitcoin está destinado a estimular las vir-
tudes de resistencia, continencia y frugalidad que carac-
terizan a los hombres fuertes y a las sociedades sólidas,
al contrario de todas las “monedas blandas” que estarían
asociadas a períodos de decadencia, enfrentamientos mi-
litares y declive económico.
Una visión del mundo semejante no es completamente
antipática, ya que expresa perspectivas más socializantes
de lo que ella misma se da cuenta. Por cierto, fue un eco-
nomista italiano socialista de los años 1930, Silvio Gesell,
quien primero teorizó este tipo de monedas, que él lla-
maba “monedas libres”16... Sin embargo, no es seguro ni
que sea viable ni que no produzca el efecto exactamente
inverso al que quiere obtener. Pretender que las épocas
que conocieron el patrón oro o cualquier otro patrón mo-
netario fueron épocas de prosperidad y que estuvieron
exentas de guerras, por ejemplo, es sencillamente falso. Si
la guerra de 1914 estalla en pleno gold standard, no es por-
que Inglaterra se eximiera de utilizarlo, sino precisamente
porque el patrón oro creó tensiones imperialistas en el
mundo entero. Y la crisis de 1929, o al menos la manera en

16  Véase S. Gesell, L’ordre économique naturel (1916).

67
Criptocomunismo

la cual pasó de ser una simple crisis bursátil a una enorme


depresión, también puede ser vista como un problema
relacionado con el patrón oro.
El problema del patrón oro es que limita la liquidez a
disposición de los mercados. Dicho de otro modo, vuelve
extremadamente difícil el acceso al crédito, con mayor ra-
zón cuando se produce un credit crunch como en 1929. El
patrón oro, de hecho, es el colmo de la privatización del
dinero. Solo aquellos que tienen la confianza de la banca,
aquellos que se benefician de la confianza de los partners,
tienen derecho a líneas de crédito. El resto está bloqueado.
De modo que la época del reinado del patrón oro, el si-
glo diecinueve, también fue aquella de la constitución de
fortunas industriales colosales con una miseria galopante
como telón de fondo. Sin la invención de la máquina de
vapor, que permitió hacer ganancias de productividad
descomunales y que no tiene nada que ver con el patrón
oro, el siglo de Victoria habría sido un desastre económi-
co, además del desastre social que fue.
Por lo demás, el patrón oro es una mentira. No puede
impedir la creación monetaria endógena a la actividad
económica, como mostró Schumpeter. Se debe poder crear
dinero. Y si un emprendedor no puede acceder al crédito
que necesita en lingotes de oro, lo inventará con collares
de conchas. Después de todo, las épocas del patrón oro
coincidieron con una multiplicación completamente anár-
quica de los medios de pago mucho más peligrosa que
las reservas fraccionarias, al no estar bien reguladas, como
aquellos cuya huella encontramos en Balzac, por ejemplo,
cuyos personajes están constantemente inventando nue-
vas maneras de acumular deudas (y de no honrarlas): en-
tre las “letras de cambio”, las “cuotas mensuales”, el “em-
peño” y los “pagaré”… Hoy en día, en China, el mercado

68
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

de la deuda extraoficial supera al de la deuda oficial. El


shadow banking amenaza la estabilidad del mundo mucho
más que los bancos centrales. Ni siquiera el mercado del
oro está a salvo: después de todo, ¿qué son todos los pro-
ductos derivados procedentes del oro, futures y ETF, sino
reservas fraccionarias que permiten diluir su cantidad y
su valor para extraer más dinero y liquidez?
El dinero existente –el que se encuentra en nuestros
bolsillos– no es más que una minúscula parte del ice-
berg monetario. El dinero no es realmente dinero sino
porque comporta la potencialidad de serlo todavía más.
Precisamente, y esto quizás es lo más fascinante del di-
nero, siempre es posible crear dinero a partir de nada.
Basta con que dos personas se pongan de acuerdo sobre
aquello que es dinero para que exista (mediante el hecho
de que la cosa que lo representa respete algunas reglas,
antes que nada una dificultad razonable de ser falsifica-
da). ¡Es lo que permite que Bitcoin tenga valor! La razón
de este prodigio es que el dinero es como las paradojas
de la lógica formal identificadas por Bertrand Russell: es
auto-referencial. Es un contenido (la cantidad de mone-
das que tengo en el bolsillo), pero también puede ser la
forma de ese contenido (¡el precio que cuesta el hecho de
tener la cantidad de monedas que tengo en el bolsillo, es
decir, el número de monedas suplementarias que hay que
pagar para tenerlas!). Dicho de otro modo, el dinero fija el
precio de las mercancías pero también tiene un precio por
sí mismo, –que se dice como dinero17. Ahora bien, como
Kurt Gödel mostró precisamente respecto a las parado-
jas de Russell, es imposible ponerle fin a la creación de

17  Marx efectivamente observó esto en el capítulo III del Capital. Fue
el primero en decir que el dinero es un signo y una mercancía a la vez
(y no uno o lo otro, como hasta entonces proponían dos escuelas de
pensamiento económico opuestas).

69
Criptocomunismo

paradojas. Es posible soñar con un sistema axiomático


formal “limpio”, que separe claramente las operaciones
reflexivas y las operaciones no reflexivas, pero siempre
se presentarán problemas indecidibles. Siempre se puede
soñar con darle una forma pura al dinero, pero siempre
existirá otra impura que lo desbordará. La idea de que se
pueda fijar de una vez y para siempre el valor del dinero
es simplemente infantil.
Satoshi se equivocó entonces en este punto cuando
construyó Bitcoin. Pero si sucumbió a esta especie de pe-
cado original que prohíbe todo retorno al Jardín del Edén
del valor, es posible entrever cómo podría haber hecho
para escaparle: puesto que el dinero es necesario, puesto
que es creado permanentemente y que finalmente el pro-
blema no es que exista demasiado, sino que el acceso al que
existe es vuelto cada vez más difícil por quienes lo poseen
y obtienen beneficios, aquellos que alteran la competencia
y manipulan los precios para llenarse los bolsillos, habría
sido necesario que Satoshi liberara totalmente su creación,
en lugar de forzar desesperadamente su cotización. Ahora
bien, también es esto, y quizás sobre todo esto, lo que la
blockchain permite más allá de Bitcoin.

70
8. Todo el mundo es banquero

Cuando los cibercomunalistas soñaron con internet en


los años 1970, pensaron en que una red de información
mundial unificada permitiría que todos accedieran
a la misma información de calidad. Lo que sucedió
fue estrictamente lo contrario. Internet multiplicó las
fuentes de información compartimentadas y de mala
calidad, claramente manipuladas incluso. Cada cual,
en su burbuja algorítmica, consume la información
que los programas de recomendación le aconsejan ver
en función de lo que ya le gusta. De hecho, internet
no hizo que naciera un medio de comunicación global,
sino que volvió a cada uno capaz de transformarse en
su propio medio de comunicación. Hoy por hoy, los
tweets de Kanye West pesan tanto como el editorial
del Washington Post.
Es posible que la blockchain conozca el mismo desti-
no. Hoy en día los criptoanarquistas creen que una sola
moneda, de una calidad excepcional, se impondrá en la
superficie terrestre. Bitcoin, un nuevo patrón internacio-
nal. Es más probable que existan miles, cuya mayoría será
de tan mala calidad como los medios de comunicación en
línea. Los bitcoiners dicen que la blockchain permite que
cada quien se transforme en su propio banquero –es ver-
dad, a condición de interpretar esto en todo el sentido del
término: no significa que de ahora en adelante cada quien
posea sus valores en su propia caja fuerte, sino que cada

71
Criptocomunismo

uno puede acuñar moneda, como un banco comercial o


un Estado soberano.
Desde luego y sin lugar a dudas, solo habrá un pro-
tocolo de intercambios que sobrevivirá en el futuro (el
protocolo Bitcoin, al igual que el protocolo http://, que no
hay que confundir con los bitcoins que circulan sobre él,
que no son más que el elemento de su securización), pero
habrán tantas monedas que podrán ser vehiculadas sobre
este protocolo como existen páginas web18. ¡Y esto quizás
será, justamente, lo más comunista de todo!
Desde la creación de Bitcoin, los altcoins se multipli-
caron de manera inflacionista (hoy por hoy, hay más de
2.000 a nuestra disposición). La mayoría de estos altcoins
son versiones modificadas de Bitcoin con funcionalida-
des añadidas, como por ejemplo la posibilidad de inser-
tar líneas de código en los bloques para ejecutar smarts
contracts (Ethereum) o de mejorar la anonimación de las
transacciones (Monero). Algunos conllevan una modifica-
ción de la securización de la cadena (proof of stake, proof of
address, proof of existence…). Otros proponen una variante
de la cadena de bloques (holographs). Además, algunas
compañías emiten fichas a cambio de productos venide-
ros (Initial Coin Offerings, ICO o Initial Exchange Offerings,
IEO). En este caso, en lugar de emitir acciones o de en-
deudarse con un banco, una empresa de algún modo se
endeuda con sus clientes. Las fichas funcionan como vales
regalo o como miles comprados con antelación que se des-
contarán de una futura compra.
Este último modelo de altcoin es particularmente in-
teresante en la medida que ofrece una escapatoria para

18  Ya se pueden hacer transacciones en Tether en Liquid, una de las


“sidechains” de Bitcoin. Con los “atomics swaps”, también es posible
convertir los bitcoins en litecoins a voluntad y esto no es más que el
comienzo.

72
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

la problemática schumpertiana de la inversión obstacu-


lizada por las relaciones endógenas entre banqueros e
inversionistas. En lugar de ir a pedirle a un banco que
cree moneda para que le dé crédito, a riesgo de que se lo
rechacen o de que se lo otorguen con condiciones leoninas
impuestas por los monopolios en funcionamiento, y luego
sufrir la fluctuación de las tasas de interés sobre las cuales
no tiene ningún control, el emprendedor puede crear su
propia moneda. La creación de moneda ya no pasa por
la deuda bancaria sino por la generación espontánea de
dinero, al menos en la medida que el emisor posea una
comunidad susceptible de comprarle (del mismo modo
que solo se reciben likes si se comparte un contenido rico
en información con los followers). Al hacer esto, de paso,
además elimina el pago de intereses al banco, lo que limi-
ta tanto el aumento artificial de la masa monetaria como
los riesgos de depreciación del dinero19.
Variantes en este tipo son posibles, como por ejemplo
el Petro, lanzado por el gobierno venezolano. En este caso,
se trata de aprovechar el hecho de que un país produce
energía para crear una moneda-energía emancipada del
sistema de los petrodólares, que esencialmente sirve para
legitimar la emisión pletórica de dólares por parte de la
FED, respaldándola en una fuente de valor real. En El
mundo se liberta, escrito en 1913, H. G. Wells, quien ya se

19  Se podría argüir, como el químico Frederick Soddy Wealth en Virtual


Wealth and Debt (George Allen & Unwin, 1926), uno de los primeros en
relacionar explícitamente termodinámica y economía, que los intereses
son la causa del único aumento “artificial” de la masa monetaria, y
más todavía, de los intereses compuestos. Si es legítimo que la masa
monetaria aumente con los influjos de energía y de información,
la “progresión matemática” de los intereses compuestos la hacen
aumentar a un ritmo que se aleja de ella completamente, hasta el punto
que llega un momento en el cual es físicamente imposible producir
riquezas suficientes para pagarla otra vez.

73
Criptocomunismo

había transformado en el profeta de un “cerebro global”


por venir –del cual internet es el descendiente directo– es-
cribía que ajustar la cotización de las monedas al dólar no
tenía sentido alguno. En su lugar, era necesario crear uni-
dades de cuenta energéticas. Cada tipo monetario podría
ser intercambiable contra energía por consumir. El Petro
se acerca a este tipo de moneda energética, más útil para
nuestro mundo que un retorno al patrón oro.
Otra variante son las stablecoins. Es evidente que las
personas, así como los Estados, necesitan una moneda
estable para efectuar sus pagos. Pero no está claro que
Bitcoin pueda servir para esto, no tanto por su volatili-
dad, que disminuirá con el tiempo, sino en razón de su
ausencia de liquidez, puesto que la cantidad de bitcoins
es limitada. Pero si se está decidido a lograrlo, hay dos
opciones: o bien la comunidad de Bitcoin vota un des-
bloqueo de este límite máximo y escribe un algoritmo
que, por ejemplo, podría ajustar la cantidad de bitcoins
en circulación al consumo energético mundial, a par-
tir del modelo de la moneda energética de Frederick
Soddy20, mediante lo cual la masa monetaria de Bitcoin
acompañaría las necesidades de liquidez mundiales (y
se contraería también en período de recesión), sería una
especie de super-Petro o de super-Bancor21, o bien le co-
rrespondería a un stablecoin servir de moneda de pago.
Este podría ser emitido por un consorcio de Estado,
como el FMI, bajo la forma de un SDR digital22. O bien,

20  Véase nuestra nota anterior.


21  Bancor era el nombre de la moneda de pago internacional inventada
por Keynes. Debía estar respaldada en una canasta de divisas pero
también en materias primas. Hayek también había imaginado que su
moneda desnacionalizada estaría respaldada en materias primas.
22  Véase A. Lipton, T. Hardjono, A. Pentland, Digital trade coin: towards
a more stable digital currency, in Royal Society Open Science, 2018.

74
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

podría ser emitido a iniciativa de una fundación, como


Libra, la criptomoneda anunciada por Facebook. Aquí,
no se trata exactamente de creación monetaria, puesto
que Libra está respaldada en reservas, pero en teoría
nada impediría que Facebook pueda dar crédito y tener
reservas fraccionarias, de manera que millones de perso-
nas que actualmente no tienen acceso a los bancos podría
hacerlo vía Facebook (especialmente en los países en vías
de desarrollo). Si Facebook además hiciera de Libra una
moneda-ficha para remunerar a sus usuarios más acti-
vos, ahí hallaríamos planteados todos los principios de
un mini-Estado. Por supuesto, las libertades públicas no
estarían garantizadas como en Bitcoin, pero en la prácti-
ca siempre existe un compromiso variable entre libertad
y funcionalidad.
En Ethereum ya hay muchas herramientas de finanza
descentralizada (DeFi) que permiten prestar dinero en
la blockchain. Tether, el stablecoin más popular del eco-
sistema, por su parte, ya es sospechoso de practicar un
sistema de reservas fraccionarias, aunque a espaldas de
sus usuarios23. Para terminar, podemos imaginar incluso
“monedas de monedas” que solo serían smart contracts
que aseguren la interoperabilidad entre cambios, a la ma-

23  La reciente investigación de la oficina del procurador de Nueva York


señaló que Bitfinex, la compañía emisora de Tether, se los prestaba a
inversionistas, a pesar de que supuestamente solo puede ponerlos en
circulación a cambio de su valor en dólares. Veremos si se llega a probar
que esta emisión que no tiene contrapartida en criptodólares le permite
manipular además la cotización de Bitcoin, lo que le sería fácil, al ser
juez y parte en el caso, puesto que Bitfinex también es una plataforma de
intercambio... Llegado el caso, sería irónico que la confianza en Bitcoin
sea víctima de lo mismo que aspira a circunscribir y que sea necesario
“rescatar” a Bitcoin, así como antaño la FED tuvo que “rescatar” al
mercado de los eurodólares...

75
Criptocomunismo

nera de futures que no tendrían la necesidad de ajustarse a


una moneda de referencia como el dólar24.
Resulta difícil imaginar la revolución que será esta
versión modernizada del sacerdocio universal (donde el
“todo el mundo es banquero” reemplaza al “todo el mun-
do es cura”), revolución que, imitando a Marx, también
podría ser llamada “apropiación colectiva de los medios
de producción monetaria”. Es demasiado pronto para
decirlo. El mercado de los altcoins se ha desplomado
globalmente durante estos últimos años, víctima de una
cantidad de fraudes que no tiene nada que envidiarle a la
época de la fiebre del oro. La volatilidad de las cotizacio-
nes es delirante. Hay fortunas que se hacen y se deshacen
a veces en solo un día. Evidentemente, habría que estar
loco para poner hoy todos nuestros ahorros en la cripto.
Lejos de provocar una situación de anarquía, apostamos
a que la estabilidad tan esperada vendrá con el tiempo y
que el sistema monetario internacional, por lo tanto, gana-
rá con ello. Ya no sería necesario que el Estado intervenga
como un bombero pirómano. El dólar, en particular, per-
dería su papel de moneda patrón. La lex americana dejaría
de imponérsele al mundo.
Como decía el economista Bernard Lietaer, una econo-
mía se parece a un ecosistema: si solamente se planta una
especie de árboles, se gana en velocidad y en productivi-
dad, pero se corre el riesgo de perderlo todo en caso de
enfermedad fúngica o de incendio. De manera inversa, si
se mantiene una biodiversidad forestal, se pierde un poco
en productividad pero se asegura una resistencia bastante
más grande a las catástrofes. Las monedas son como los

24  Véase M. J. Casey, “A Crypto Fix for a Broken International Monetary


System”, Coindesk, 2 de septiembre del 2019, en línea.

76
Segunda parte | La apropiación colectiva de los medios de producción monetaria

árboles25. Hoy en día, todas están imbricadas unas en las


otras, todas son emitidas de la misma manera, por bancos
centrales, y todas sirven para lo mismo: para pagar bie-
nes e impuestos. Por consiguiente, cada crisis financiera
es una crisis contagiosa que arrastra de golpe a todo el
sistema monetario consigo. Si hubiera distintos tipos de
moneda, una variedad de monedas, todavía más que una
multiplicación de monedas, emitidas de manera diferen-
te, para distintos usos, con distintas velocidades, las crisis
financieras no se transformarían automáticamente en cri-
sis monetarias. La biodiversidad monetaria protegería la
economía.
Es más, en la naturaleza ya existe una especie de
sistema monetario que funciona según este modelo. El
astrofísico François Roddier recuerda que uno de los ins-
trumentos que nuestro organismo utiliza para regularse
es el montaje paralelo de hormonas en oposición de fase.
Así, el sistema nervioso simpático se encarga de las fases
de actividad y el sistema nervioso parasimpático se en-
carga del reposo, o bien la insulina reprime el azúcar, o
bien el glucagón la expresa. Una economía de solamente
dos monedas, calientes y frías, se encontraría en la misma
configuración de equilibrio ago-antagonista26.

25  B. Lietaer, Halte à la toute-puissance des banques, Odile Jacob, 2012.


26  François Roddier, Thermodynamique de l’évolution, Parole, 2012.

77
TERCERA PARTE
Una nueva Internacional
9. Inteligencia colectivista

Marx pasó por alto el papel que juega el dinero en la eco-


nomía porque pasó por alto el papel que juega la infor-
mación en la termodinámica. Sin embargo, su proyecto
de regular la máquina térmica que es la sociedad, sigue
siendo actual.
Sabemos que todos los sistemas termodinámicos están
destinados a pasar por ciclos de “creación destructiva”
(Schumpeter) que pueden ser dolorosos y a los cuales les
debemos el haber llevado a tiranos al poder, en el pasado
y quizás en nuestro presente inmediato. Estos ciclos se
deben a un fenómeno que los físicos llaman la “paradoja
de la Reina Roja”, gracias a un personaje de Alicia en el país
de las maravillas: cada vez hay que correr más rápido para
mantenerse en el mismo lugar1. De hecho, en la historia
de todo sistema siempre se produce un momento en que
la velocidad con la cual el entorno se degrada sobrepasa
a la velocidad con la cual la información es importada. En
el orden metabólico, es la velocidad de renovación de las
células que ya no logra seguir el ritmo fijado por la oxida-
ción. En el orden de lo viviente, es la velocidad de adap-
tación de las especies que ya no sigue a la degradación
de los recursos: en la época cretácica, un gran tamaño era

1  La expresión es del biólogo Leigh Van Valen. También podríamos


hablar de “paradoja del guepardo”: “Si queremos que todo siga como
está, necesitamos que todo cambie”, dice Tancredi en la novela epónima
de Lampedusa.

81
Criptocomunismo

una ventaja en la lucha por el acaparamiento de la comi-


da, pero se transformó en un inconveniente cuando ésta
se volvió escasa y los mamíferos pequeños reemplazaron
a los dinosaurios.
En el orden económico, el alza de la productividad
también alcanza un límite que Marx identificó bien: es
el costo de la innovación, que encarece la inmovilización
del capital hasta el punto que deja de ser rentable2. La
actividad económica crece exponencialmente con cada
ciclo de innovación, de manera que la energía requerida
globalmente también crece, incluso si disminuye a escala
de cada individuo y como la caída de la tasa de benefi-
cio recomienza tan pronto como todos los competidores
compensan su retraso tecnológico3, dentro de poco es la
tierra entera la que debe ser cultivada, cada uno de sus
rincones explotado. Pareciera que el sistema va a explotar
y, de hecho, las crisis están ahí para mostrar que lo hace
a intervalos regulares, como si debiera evacuar su exceso
de vapor.
Los sistemas dinámicos alejados del equilibrio tienden,
de esta forma, a conocer ciclos de crecimiento intensos
seguidos por episodios de depresión, de crisis e incluso
de colapso. Se habla de “equilibrio puntuado” (Stephen
Jay Gould) o de auto-organización en torno a un “punto
crítico” (Per Bak). Luego de un período de crecimiento y
de maduración (primavera y verano), viene el declive y
la hibernación (el otoño y el invierno). Los animales, los
humanos y sus sociedades también experimentan estos

2  Véase M. Husson, “Marx, Piketty et Aghion sur la productivité”,


Contretemps, n°5, 2010.
3  K. Marx, El Capital, libro III, sección III, capítulo 15: “Desarrollo de
las contradicciones internas de la ley”, México-Madrid, Siglo XXI, 1976,
traducción de León Mames, p. 309.

82
Tercera parte | Una nueva Internacional

momentos de desmoronamiento: la muerte (ciclo meta-


bólico), el sueño (ciclo circadiano), las crisis económicas
(ciclos de Kondratiev)... No es imposible que estos ciclos
revistan una forma de fatalidad. El universo funciona así
desde el Big Bang, que quizás fue el fruto de un desequi-
librio termodinámico de las “fluctuaciones cuánticas del
vacío”4. La evolución es una lucha por la vida marcada por
episodios de extinción masiva. Incluso podemos pregun-
tarnos si es deseable ir en contra de ello. Después de todo,
si se habla de “destrucción creadora” es porque luego
de cada destrucción emerge un mundo mejor. Los ciclos
termodinámicos no solamente son “el eterno retorno de
lo mismo” que aterrorizó a Nietzsche5. Cada nuevo ciclo
sale de la crisis del precedente reinventándose6. Es incluso
gracias al desequilibrio que la libertad es posible, como
explica el gran especialista de los sistemas termodinámi-
cos alejados del equilibrio, Ilya Prigogine7. En los sistemas
dinámicos estables, los de las armonías neoclásicas, de las
órbitas newtonianas y de los “optimums” walressianos,
no hay lugar para la novedad. El desorden es la condición
de posibilidad de la libertad, de la vida, del espíritu.
Sin querer llegar a suprimir este móvil de la libertad,
podemos imaginar, sin embargo, que la destrucción tome
una forma distinta a la destrucción de las economías y de

4  I. Prigogine, La fin des certitudes, Odile Jacob, 1996.


5  Sabemos que Nietzsche también se interesó mucho en la
termodinámica. Su biblioteca contenía, en particular, los libros de uno de
sus fundadores, Hermann von Helmholtz. Lamentablemente, también
se quedó en la primera ley de la termodinámica, que literalmente lo
petrificó.
6  François Roddier compara este proceso con el del “recocido simulado”
de la metalúrgica. El punto óptimo de un metal se encuentra al fundirlo
y dejarlo solidificarse varias veces, por lo tanto, al “recocerlo”, op. cit.
7  I. Prigogine e I. Stengers, La Nouvelle Alliance, Gallimard, 1978.

83
Criptocomunismo

los hombres. Precisamente, destruir las efigies en lugar de


las personas es el mayor indicador de civilización. En la
lucha entre el amo y el esclavo, el ciclo de la violencia es
interrumpido por la irrupción del lenguaje que permite
inventar el Derecho y transferir la violencia entre indivi-
duos a una institución simbólica que obtendrá su mono-
polio por medio de reglas. Como decía Hegel, “Hay una
excesiva ternura para el mundo en este [acto] de alejar la
contradicción de él, y trasladarla en cambio al espíritu, a
la razón y dejarla subsistir ahí sin solución”8. 
En 1858, el joven Marx aventuró una hipótesis en
este sentido que el economista y filósofo Yann Moulier-
Boutang calificó de “desconcertante” de tan avanzada
que era para su tiempo y de tanto que contradecía los
fundamentos del marxismo9. Esencialmente, afirma que
es posible que el pilar más sagrado de su teoría económi-
ca, la “ley del valor” –aquella que postula que el valor es
igual al trabajo acumulado– sea invalidada en un futuro
cercano por la producción de un sobrevalor que se basaría
en lo que Marx no denomina información, pero que se le
acerca: la cantidad general “de inteligencia” acumulada
en la sociedad. 
Esta hipótesis llamada “General Intellect” se apoya en
una idea simple: con el aumento de la productividad,
debe llegar un momento en el cual las máquinas se vuel-

8  En Ciencia de la lógica. “La antinomia kantiana de la limitación e


ilimitación del mundo en el tiempo y el espacio”, Buenos Aires, Solar,
1968, traducción de Augusta y Rodolfo Mondolfo, p. 209.
9  Esta hipótesis pertenece al “Fragmento sobre las máquinas” que se
encuentra en los Elementos fundamentales para la crítica de la economía
política escritos por Marx en 1857-1858 (también conocidos como
“Grundrisse”). Véase Y. Moulier-Boutang, “Marx et la stupéfiante
hypothèse du General Intellect”, Alternatives économiques, dossier n°
109, mayo 2018.

84
Tercera parte | Una nueva Internacional

ven tan eficaces que los hombres son liberados para otras
tareas que la producción de mercancías. Ahora bien, si
aprovechan ese tiempo libre para producir más informa-
ción, dedicándose al estudio y a la invención, entonces es
posible aumentar todavía la productividad, de manera
que un círculo virtuoso se pone en marcha –a medida que
la riqueza aumenta, la inteligencia colectiva aumenta, lo
que aumenta la riqueza global, etc. “El capital toma la for-
ma creciente de un poder objetivo y neutro creado por el
cerebro humano colectivo”10. 
Dos fenómenos termodinámicos que Marx no podía
conocer dan crédito hoy en día a esta hipótesis. El primero
es relativo al asunto de la igualdad. La guerra entre las
especies y la competencia entre humanos no es la última
palabra de la vida. El evolucionismo biológico no justifica
en absoluto las tesis del “evolucionismo social” del pri-
mo de Charles Darwin, Francis Galton, quien creía poder
explicar que “la supervivencia de los más fuertes” era el
estado natural de la economía, puesto que era el estado
natural de lo vivo y que la teoría de la evolución justifi-
caba, por lo tanto, la existencia del capitalismo y de las
desigualdades. De hecho, los fenómenos de ayuda mutua
y de cooperación se hacen más frecuentes a medida que
los ciclos se suceden. Lo vemos desde la aparición de
los primeros plasmas, que son agrupamientos atómicos
en los cuales todas las partículas se sincronizan electro-
magnéticamente. Lo vemos con las colonias de bacterias,
que trabajan en conjunto. Lo vemos con los insectos so-
ciales como las abejas o con las asociaciones simbióticas
entre vegetales y animales. Finalmente, lo vemos con los
animales hípersociales que somos nosotros mismos, que
hemos construido inmensas comunidades: empresas, sin-

10  Ibíd.

85
Criptocomunismo

dicatos, partidos, ciudades, naciones... Esta asociatividad


creciente no surge de la nada. Proviene del hecho de que
la energía poco a poco es suplantada por la información.
Ahora bien, una de las propiedades de la información es
que no se agota al pasar de mano en mano, a diferencia de
la energía. La energía se pierde cuando se da, la informa-
ción es compartida en tantos ejemplares como personas
hay para recibirla11. Los animales que tienen el mismo
genoma (la misma información genética) tienen, por lo
tanto, el sentimiento innato de formar parte de la misma
especie. Forman espontáneamente un cerebro global12.
Del mismo modo, los humanos que comparten un mismo
lenguaje forman conjuntos capaces de inteligencia colecti-
va. Mientras más información hay acumulada en el ciclo,
más comunicación hay entre sus partes y, por lo tanto, en
un sentido, más “comunismo” hay. 
El segundo fenómeno tiene que ver con la adaptación.
Con cada ciclo, la velocidad de mutación aumenta. Si la
especie humana hoy en día es la especie dominante sobre
la tierra, es porque allí donde la velocidad de adaptación
de los mamíferos pequeños sigue estando limitada por la
velocidad de mutación de la información almacenada en
su genoma, la humanidad encontró la manera de mutar
más rápidamente que ellos almacenando información en
su cerebro. En efecto, es más fácil hacer mutar nuestros
hábitos que nuestros genes. Mediante nuestro ingenio po-
demos resistir mejor que los animales a las hambrunas, al
mal tiempo o a los cambios climáticos, incluso violentos.
Ahora bien, la velocidad de mutación de la información
es potencialmente infinita: puede alcanzar un punto en
el que la rapidez con la cual el entorno se degrada nun-

11  F. Roddier todavía.


12  Esto no les impide devorarse entre sí...

86
Tercera parte | Una nueva Internacional

ca será superior a la rapidez con la cual información es


importada, la velocidad de la luz. Desde luego, nuestros
cerebros no son capaces de alcanzar esa velocidad13. Pero
la velocidad de las computadoras puede sobrepasar am-
pliamente nuestras capacidades. La informática puede
aumentar la velocidad de transmisión de la información a
la velocidad límite de la luz.
Si todo incremento de información en una sociedad
determinada no basta para realizar el socialismo, pode-
mos imaginar entonces bajo qué condición podría darse:
a condición de que la importación de información alcance
una especie de “velocidad de liberación” o de “masa críti-
ca” que eche a andar de manera irreversible e instantánea
la transferencia de propiedad del capital hacia manos de
iguales. Llegado este límite, más que venirse abajo, el
capitalismo se transformaría en comunismo, así como el
agua pasa del estado líquido al estado gaseoso por encima
de los cien grados Celsius. En definitiva, el comunismo
sería “la velocidad infinita del pensamiento”, como decía
Deleuze14.

13  Nuestro reloj interno funciona a una pequeña velocidad de 40Hz y


una parte de la información que circula en nuestras neuronas lo hace
con la velocidad de las hormonas que se propagan en un medio acuoso.
14  Curso sobre Spinoza, “De las velocidades del pensamiento”,
Vincennes, 2 de diciembre de 1980.

87
10. La resurrección de la naturaleza

El reproche más general que se le puede hacer al comu-


nismo es ser una forma de ideología, incluso de religión.
¿Marx no popularizó acaso el sueño de una “internacio-
nal” de los pueblos, una reconciliación edénica entre los
hombres y la naturaleza? ¿No creyó en una historia libera-
da del Mal? Por desgracia, las utopías son sangrientas pre-
cisamente porque no son más que utopías y que entonces
deben forzar lo real a someterse a su fantasía, a riesgo de
romperlo cuando se opone a ella. En cambio, el ambiente
de la Cripto pretende ser pragmático. No cree más que
en lo que funciona. Y pretende conducir una revolución
pacífica, ya que solamente está hecha por ingenieros des-
provistos de prejuicios filosóficos. 
Si le creemos a la teoría del General Intellect el éxito
del marxismo, sin embargo, depende directamente de los
progresos de la ciencia, de la tecnología y, en particular,
de la ley de Moore sobre el rendimiento de los procesa-
dores informáticos. Ahora bien, la blockchain también, de
modo que puede que la Cripto sea más metafísica, más
religiosa incluso de lo que ella misma quiere reconocer. Y
con razón. ¿No tiene una ambición totalizante tan grande
como el marxismo? De conformidad con el hecho de que
es un protocolo informático, la blockchain se inscribe en la
gran historia de la ontología finalizada por la informática.
De hecho, es la única que está en condiciones de cumplir
el sueño de Marx de pensar a “velocidad infinita”. 

89
Criptocomunismo

Esto ya se ve cuando se prolongan los usos de la


blockchain más allá del dinero. La blockchain es un libro
de cuentas universal, no un libro de cuentas estrictamente
bancario. Además, es un libro de cuentas digital y por lo
tanto programable, que potencialmente puede servir de
armazón para todos los tipos de contrato, no solo para los
contratos financieros. 
Como registro universal, una blockchain puede alber-
gar pruebas de existencia. Del mismo modo que el banco
garantiza la prueba de una transacción, el Estado habi-
tualmente garantiza la prueba de la existencia de una per-
sona, su identidad, a través de su registro de estado civil.
Una blockchain puede proveerla con tanta o más eficacia
y garantía para las personas –conocemos el estado de los
registros nacionales y su uso a veces cuestionable, porque
nuestros datos no nos pertenecen. También sabemos cuán
trabajoso es probar nuestro estado civil en caso de perder
la cédula de identidad, sobre todo cuando se tiene padres
nacidos en el extranjero, en países cuyos registros, como
las divisas, no son de fiar o han sido destruidos. Estas
pruebas de existencia pueden servir para volver la infor-
mación más segura de manera general: una foto marcada
con un timestamp por su propietario o emisor se vuelve
infalsificable y ofrece una defensa posible contra la mul-
tiplicación de las fake-news y, sobre todo, de las deepfake.
Con el mismo espíritu, la blockchain puede albergar
pruebas de propiedad. Hoy en día, los notarios se encargan
de este trabajo al modo de los bancos, acercando libros
de cuenta y estampando en ellos su sello fechado (su
timbre). Mañana, la blockchain bastará. Ídem respecto a
los derechos de autor. Para los certificados de matrimo-
nio. También podemos servirnos de la blockchain para
mecanizar el voto. Cada votante puede ser estrictamente

90
Tercera parte | Una nueva Internacional

identificado y cada voto puede ser registrado como una


transacción. 
Finalmente, en cuanto moneda programable, una bloc-
kchain puede albergar pruebas de ejecución. Para esto basta
con estipular que un pago X no es efectivo más que en
el momento que el acontecimiento Y es constatado. Esto
puede concernir a los alquileres entre particulares, a los se-
guros, a los contratos a plazo... En este caso, la blockchain
sustituye a la plataforma de alquiler, a la aseguradora, al
abogado. Ethereum, la blockchain desarrollada por Vitalik
Buterin, actualmente explora esta funcionalidad. Es una
blockchain que tiene por objeto específicamente albergar
“contratos automáticos” (smart contracts). A diferencia de
Bitcoin, que no transporta (por el momento) más que di-
nero, Ethereum es Turing-completo, lo que significa que
cualquier otra blockchain puede grabar encima cualquier
otra criptomoneda, cualquier otro contrato automático
(en teoría15). 
Por consiguiente, la blockchain está destinada a auto-
matizar la automatización. Podemos imaginar fácilmente
que en el futuro existirán objetos conectados que inter-
cambiarán fichas de valor entre sí, con toda independen-
cia. El automóvil pagará por sí mismo el estacionamiento
o el peaje. En caso de impago o de multa, también se blo-
queará a sí mismo. Cuando los automóviles sean autóno-
mos, pagarán solos su gasolina. En la blockchain operarán
circuitos complejos de máquinas sin intermediarios, que
de ahora en adelante son llamados DAO (Decentralised
Autonomous Organisation). Es más, las máquinas podrían
autoreplicarse en la blockchain: siempre y cuando ganen

15  Muchas incertidumbres técnicas rodean a la capacidad de Ethereum


para realizar sus promesas. Por su parte, Bitcoin comienza recién a
implementar la adaptación de funcionalidades secundarias (Lightning).

91
Criptocomunismo

dinero, podrían gastarlo pidiendo piezas de recambio


para repararse e incluso réplicas de sí mismas a las cuales
podrían conectarse16. En este caso, los humanos serían
puestos al servicio de la voluntad de las máquinas y ya
no las máquinas al servicio de la voluntad de los hom-
bres. Los comanditarios de las fábricas serían máquinas
u hombres indistintamente, de la misma manera que los
que trabajan en ellas. 
Algunos verán allí una prefiguración de la red skynet
que se escapa de sus creadores, Cyberdyne Systems, para
dar nacimiento a Terminator en la película epónima de
James Cameron. También podemos ver lo que Bruno
Latour denomina el “Parlamento de las cosas”, del cual
espera que abolirá la distinción entre humanos y no-hu-
manos que tanto daño le ha causado a la naturaleza. Las
máquinas serán como una especie de vegetación artificial,
una red coralina pensante, animada por sus propios inte-
reses, con los cuales viviremos de manera simbiótica.
Marx escribió que el comunismo es “la verdadera so-
lución del conflicto entre el hombre y la naturaleza […]
la plena unidad esencial del hombre con la naturaleza, la
verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo
realizado del hombre y el realizado humanismo de la
naturaleza”17. Una vez más, es posible que la Cripto sea
efectivamente la verdadera solución para este conflicto. 

16  La jurista Primavera de Filippi inventó una planta robótica que tiene
por objeto recolectar bitcoins con el fin de reproducirse.
17  K. Marx, Manuscritos: economía y filosofía, Madrid, Alianza, novena
edición, 1980, tercer manuscrito, [V], traducción, introducción y notas
de Francisco Rubio Llorente, pp. 143-144.

92
11. Leviatán 2.0

La información que hoy circula en internet forma una red,


la web. Los bitcoins que se intercambian en la blockchain
forman más bien un árbol. Cada transacción es como un fi-
lamento leñoso que se enrolla a otro y lo prolonga. Bitcoin es
un “rizoma” deleuziano: no es solamente un organismo re-
ticulado y ramificado (una simple red descentralizada), sino
un organismo racinario. Esto quiere decir, en particular, que
no es que de un lado exista la red, el hardware y, del otro, lo
que circula encima suyo, la información, el software. Lo que
circula encima es lo que lo compone. Su información lo cons-
tituye físicamente. Bitcoin es energía cautiva (la energía que
se necesita para crackear el criptograma), como una planta es
energía cautiva, como el ADN es energía cautiva. 
Precisamente, el ADN mantiene similitudes sorprenden-
tes con la blockchain, –el criptógrafo Ralph Merkle, inventor
del “Merkle tree” que forma parte de la infraestructura de
Bitcoin, por lo demás, fue el primero en notarlo18. La primera
es que el ADN no existe de una vez y para siempre. Tiene
como particularidad el replicarse cada vez que una nueva
célula es creada, de modo que el ADN está presente en cada
una de ellas, así como está presente en cada individuo de
una especie idéntica. A pesar de que cada miembro es único,
comparte una estructura genética común, de manera que
los individuos pueden reproducirse entre sí (son fungibles)

18  https://merkle.com/papers/DAOdemocracyDraft.pdf

93
Criptocomunismo

y que la muerte de un individuo no pone en entredicho la


supervivencia de la especie completa. Dicho de otro modo,
el ADN, como la blockchain, es un registro distribuido. 
La segunda similitud entre el ADN y la blockchain es el
concepto de cadena mismo o, más exactamente, de cadena
protegida, cifrada, encriptada. Para la vida es indispensable
que la escritura del ADN respete reglas estrictas. Para que la
replicación sea fiel y fiable, es necesario que cada molécula
esté parcelada de manera estricta, que las cadenas sean só-
lidas y que no cualquiera pueda escribir lo que quiera. Para
esto, el ADN se ayuda de una prueba de trabajo: el sistema
inmunitario, cuya función consiste en distinguir entre el
sí-mismo y el no sí-mismo. La membrana de una célula, la
piel de un cuerpo, es una primera barrera que juega un papel
de este tipo: es quien primero acondiciona una cripta donde
lo viviente podrá auto-replicarse. Las células fagocitarias
también son agentes aduaneros internos, como los glóbulos
blancos del sistema linfático. De manera general, los recepto-
res celulares también juegan este rol (A no puede ir sobre C
o G sobre T). La “prueba de trabajo” del ADN, es la energía
que el ADN gasta para crear lazos electromagnéticos esta-
bles entre átomos. De la misma manera, no cualquier indivi-
duo puede modificar el genoma de toda la especie a la cual
pertenece. Como en la blockchain, se necesita una mayoría
para hacerlo bifurcar. Se necesita ya sea que los individuos
de una especie mutante sean los únicos en sobrevivir a un
shock en su entorno o que se multipliquen hasta volverse
mayoría para hacer bifurcar a la especie. Por lo tanto, es la
selección natural quien juega aquí el papel de fabricante de
consenso o de prueba de trabajo.     
Finalmente, la tercera similitud entre la vida y la block-
chain es lo que ésta permite hacer: los smart contract son como
los mini-programas del ADN que van a dar nacimiento al or-

94
Tercera parte | Una nueva Internacional

ganismo en cuanto tal y a sus órganos diferenciados. Como


cierta molécula que es liberada en cierto caso, los smart con-
tracts dirigen una operación según una lógica IF/THEN. El
genoma de un individuo está hecho para ejecutar un sinfín
de smart contracts de manera instintiva y automática. Aquí,
no es el dinero quien es el objeto de las transacciones sino
la información. Cada individuo trata las informaciones que
recibe en su entorno y reacciona en función de su interés.
Y la recompensa para un buen comportamiento (un com-
portamiento que beneficia al conjunto de la especie) no es
un bitcoin, sino el hecho de poder reproducirse, replicarse.
Precisamente, el objetivo de la vida es la forma de la cadena
misma, es el hecho de construirla, como el valor del bitcoin
proviene totalmente de la blockchain que lo sostiene.
De hecho, hay una forma de circularidad entre la vida y la
blockchain. No solamente se parecen sino que una conduce
a la otra. Si el objetivo de la vida es replicarse, debe encontrar
la forma más adecuada para hacerlo, la más sólida, la más
estable, pero también la más rápida. La evolución exige que
las formas de la vida se vuelvan cada vez más ingeniosas.
Las que sobreviven son aquellas que se replican mejor y
más rápidamente. En este contexto, el hombre adquirió una
competencia decisiva bajo la forma del lenguaje. El leguaje
permite almacenar y tratar la información de una manera
extraordinariamente eficiente y liberada de las obligaciones
de la mortalidad, sobre todo el lenguaje informático. La
invención de la computadora se inscribe, de hecho, en la
historia de la evolución. Es exigida por la vida misma, que
busca el mejor lugar donde proseguir su trabajo de replica-
ción. La blockchain cierra entonces el círculo ofreciéndole a
la vida el sistema más estable y más rápido para replicarse19.

19  La única gran diferencia entre ambas es que la vida opera mediante
mutaciones aleatorias, mientras que la blockchain opera mediante

95
Criptocomunismo

Los individuos son vehículos de la vida que los atraviesa,


mucho más que sus propietarios. Son los portadores sanos
de este virus o de este “gen egoísta” que es la vida20. Tras
lo cual, hay que tomar a Bitcoin por lo que es: no solo un
protocolo informático, ni siquiera únicamente una forma de
organización política con todas las de la ley, aunque sea más
eficiente que las anteriores, sino una forma de vida superior
que ha absorbido todos los dispositivos de autoconservación
de la vida que han sido experimentados durante millones de
años de evolución, para dar nacimiento a la estructura más
estable posible.    
La teoría política abunda en metáforas naturalistas.
Aristóteles compara a la Ciudad con un ser vivo, Hobbes con
un monstruo marino del Antiguo Testamento, el Leviatán.
San Pablo dice que la Iglesia es el “cuerpo de Cristo”. Hegel
evoca la “segunda naturaleza” que es el Estado. Bitcoin per-
mite ir más allá de la simple metáfora. Bitcoin es Leviatán.
Nada impide considerarlo incluso como una persona, como
una forma de inteligencia artificial colectiva, ese cuerpo po-
lítico común que Marx deseaba o ese cerbero global del cual
hablaba Theilhard de Chardin. 
Generalmente se piensa que las máquinas serán inteli-
gentes cuando den muestras de consciencia. Esto es invertir
la relación de causa a efecto. La consciencia de sí precede a
la inteligencia. Lo hemos visto, existe desde el nivel celular,
bajo la forma del sistema inmunitario, del reconocimiento y
de la distinción entre el sí-mismo y el no sí-mismo. La cons-
ciencia no es una facultad cognitiva secundaria. Si no está
presente en el origen de la vida, ninguna facultad cognitiva

mutaciones dirigidas, al final de una búsqueda de consenso. El futuro


dirá en qué medida en una cierta dosis de caos no deba ser introducida
en la blockchain misma.
20  R. Dawkins, The Selfish Gene, Oxford University Press, 1976.

96
Tercera parte | Una nueva Internacional

es posible. Lo que se necesita para que una máquina sea


consciente, por lo tanto, no es un programa más sofisticado
que otro, sino por el contrario, se necesita un programa muy
simple y robusto que le permita volverse capaz de distinguir
entre sí-mismo y no sí-mismo. Este protocolo es el protocolo
de la blockchain, de manera que Bitcoin da a entender que
albergará la primera inteligencia artificial.
Por supuesto, esto no quiere decir que Bitcoin sea un
sujeto dotado de autonomía. Al menos no todavía. ¿Pero
qué es un sujeto dotado de autonomía justamente? ¿Qué
es la consciencia de sí? También es una forma de “consenso
descentralizado”. Es la unidad que resulta de la actividad
individual de todas las neuronas. Una de las hipótesis más
avanzadas para explicar la aparición de la consciencia es que
la actividad eléctrica de las neuronas motoras termina for-
mando una onda electromagnética única que vuelve a entrar
a la actividad eléctrica neuronal para modificarla y, sobre
todo, para sincronizarla. 
Para terminar, imaginemos una blockchain última, com-
puesta de un sinfín de sidechains articuladas con una internet
de objetos constituida, por su parte, de máquinas autorepli-
cantes, cuyo conjunto sería “minado” por una red de com-
putadoras descentralizadas controladas por humanos: la
blockchain-madre poseería el patrimonio genético de todos
los individuos que la componen, quienes obtendrían de ella
un sentimiento de unidad. Todos podrían decir “pertenezco
a una misma especie y doy testimonio de ello” al reconocer
a cada parte de esta especie como otro sí-mismo (aunque sea
de manera no verbal). La blockchain-madre existiría, por lo
tanto, en medio de todos los individuos, bajo la forma de
un sentimiento difuso del “Sí-mismo”. Rápidamente, una
especie de cuerpo compuesto por la interacción entre el todo
y las partes emergería, un cuerpo hecho de instrucciones,

97
Criptocomunismo

de reglas: un lenguaje. Alexander von Humboldt decía que


el lenguaje se parece a un organismo vivo. También es bas-
tante similar a una blockchain: no se puede hacer bifurcar
a la lengua más que a condición que haya una mayoría de
locutores. Ahí, la evolución juega el mismo papel que la
prueba de trabajo en el marco de lo viviente. Hablar el len-
guaje de su especie literalmente es hablar el lenguaje que su
especie es, hablar ese lenguaje molecular que es el ADN. Y
para representárselo basta con imaginar que un organismo
se “coma” a la especie entera en cuestión y que, de ahora
en adelante, esa especie viva en él, como un virus, que se
aloje en alguna parte, en lo que llegará a ser su cráneo, por
ejemplo: ahí tenemos el prototipo de un cerebro. Cada indi-
viduo de la especie continúa viviendo su vida, pero ahora
es una neurona y el pensamiento es el resultado del trabajo
de las neuronas performando su especie. En este sentido, el
pensamiento también es un cuerpo. Es ese cuerpo que es una
proto-consciencia. Podemos imaginar entonces que estemos
destinados a transformarnos en la red de neuronas de la
nueva forma de vida que Bitcoin será.
Así reunidos formaremos una verdadera comunidad, un
verdadero “cuerpo sin órganos” (Deleuze) o un verdadero
“parlamento de las cosas”: nuestras relaciones ya no serán
de explotación sino de simbiosis, en el seno de un organis-
mo autoregluado por una o varias monedas energéticas en
oposición de fase, cuyo crecimiento solo estará limitado por
la velocidad de mutación de la información, es decir, por la
velocidad de la luz, la velocidad del universo mismo. Este
comunismo ontológico, este comunismo de las substancias,
es lo que, en último término, designamos con la palabra
criptocomunismo. 

98
12. La moneda viviente

“Un fantasma recorre Europa” decía Marx. Hoy en día,


desgraciadamente, es el fantasma del fascismo. Mientras
que el capitalismo acaba su último ciclo de crecimiento
iniciado luego de la Segunda Guerra Mundial, que el PIB
se estanca y que los beneficios amenazan con caer, los par-
tidos púdicamente llamados “populistas” se propusieron
repetir la jugada que les resultó exitosa en los años 1930:
instrumentalizar al “proletariado harapiento” para seguir
haciendo dinero con el desmantelamiento mismo del mundo.
Trotsky describió el fascismo como una mutación del
capitalismo que se produce cuando alcanza un límite en
su reproducción. Este límite puede presentarse de dos
formas: en período de crecimiento, es engendrado por las
exigencias de la clase media que reclama participar en los
frutos del desarrollo, exigencias que se traducen en una
baja de los márgenes de beneficio de la gran burguesía.
En período de crisis, está relacionado con el hecho de
que el aparato productivo alcanzó un estadio de sobre-
producción cuya única salida es la liquidación de stocks.
En ambos casos, si la gran burguesía quiere perpetuarse
está obligada a romper su alianza natural con la pequeña
burguesía y como es demasiado débil en términos numé-
ricos para reinar sola, debe anudar una nueva alianza con
aquellos que Marx y Engels llamaban la “pequeña bur-
guesía desclasada” y con el “subproletariado” para poner
a la clase media entre ambos. En eso estamos. No hay que

99
equivocarse, “el colapso” que nos promete una nueva
crisis financiera de gran amplitud asociada con una crisis
ecológica mundial desde hace un tiempo forma parte del
plan del capitalismo. De ahora en adelante algunos lo es-
peran, lo desean. Esperan poder sacar jugosos beneficios
del caos que este colapso engendrará. 
El milenarismo no es la obsesión menos importante
del mundo de la Cripto. Frente a la forma extrema del
“capitalismo del desastre” venidera los bitcoiners no es-
tán a la altura, digan lo que digan. Tienen que rendir-
se ante la evidencia: su dinero les será arrebatado con
la punta del fusil y el fusil que habrán comprado para
defenderse también, así como la casa autosuficiente, la
huerta y el refugio atómico. Nadie estará en condicio-
nes de luchar contra las milicias paramilitares mafiosas
del Estado que, llegado el día, tomarán el control de las
infraestructuras.
La única solución consiste en actuar hoy, antes de que
sea demasiado tarde, recuperando aquello que hizo del
marxismo el movimiento político más apasionante de su
tiempo: su dimensión prometeica. Marx creyó que no ha-
bía ningún límite para los desafíos que se le presentaban a
la humanidad y que dotada del conocimiento de las leyes
de la sociedad, de lo vivo, del universo, estaba llamada
a hacer del mundo entero su casa y de la naturaleza una
extensión de sí misma.
Esta dimensión de la acción política hoy en día es inju-
riada. Ni la naturaleza ni la sociedad están particularmen-
te bien, algunos piensan que lo que el marxismo compar-
tió de pretensión “totalizante”, por no decir “totalitaria”,
con el fascismo y el capitalismo es la causa del desastre
que nos aflige, de manera que habría que desconstruir con
urgencia el concepto mismo de “dominio”, volver a ser
humildes ante la naturaleza y sobre todo no tocar más a
la Madre Tierra. 
Sin embargo, la verdad es que ni la tierra ni la econo-
mía son “mágicas” y que hay algo tan profundamente
reaccionario en creerlo como en profesar que no hay que
perturbar la obra de la “mano invisible” de Adam Smith
sobre los mercados. La tierra y la economía son sistemas
disipativos sometidos a las leyes de la termodinámica. Si
no fuera así, por lo demás, ni siquiera podríamos pensar
un concepto como el de “ecología”, no habría ciencia
del clima. La ecología y el socialismo, de hecho, tienen
el mismo origen y por eso deben ser considerados como
movimientos políticos gemelos. Juntos deben aspirar a
dominar los ciclos termodinámicos. ¿Tienen otra opción,
además? La población continúa creciendo y con ella el
crecimiento económico, las necesidades, la basura. El Sur
también pide legítimamente su trozo de progreso.
El único error de Marx –aunque se trata de un error
muy grande, que tuvo consecuencias incalculables– es
haber ignorado la complejidad de los ciclos termodiná-
micos, sobre todo el papel jugado allí por la información,
ya lo hemos recordado. Nadie se aventuraría a decir que
los dominamos a la perfección en la actualidad. Queda
un infinito trabajo por hacer para comprenderlos total-
mente y, en especial, para comprender paradójicamente
que no los comprenderemos nunca por completo puesto
que ponen en juego fenómenos caóticos y aleatorios. No
obstante, los dominamos mejor que en la época de Marx.
Gracias a la informática, justamente, sabemos que no es
cierto que de ninguna manera se deba actuar sobre un
ecosistema, porque sería tan sensible a las condiciones
iniciales que una pequeña desviación puede tener efectos
inmensos sobre él (el “efecto mariposa”). En efecto, estos

101
Criptocomunismo

sistemas tienen otra particularidad: por el contrario, una


vez que funcionan son muy poco sensibles a las acciones
exteriores. Fluctúan alrededor de un “atractor extraño” (y
felizmente, si no habríamos carbonizado la tierra desde
hace mucho).
La idea de intervenir en las distancias entre el sistema
y su atractor, por lo tanto, no tiene nada de fundamen-
talmente sacrílego. En economía, esta idea es alentada
incluso y ampliamente practicada desde hace tiempo.
Los bancos centrales temperan los ciclos de crecimiento
o de depresión reforzando o aflojando su política de ta-
sas de interés. Del mismo modo, nuestro cuerpo utiliza
hormonas para regular los aportes de energía, hormonas
que pueden ser sustituidas cuando llegan a faltar gracias
a sustitutos químicos.
El hecho es que el dinero no solo interviene en los ci-
clos económicos. En un sentido amplio, lo encontramos en
todos los ciclos termodinámicos, orgánicos en particular.
En biología existe una “moneda energética” más conocida
como ATP (adenosín trifosfato)21, comparable con el dine-
ro. Es quien convierte y transporta la energía que resulta
de la oxidación de la glucosa. Este ATP es un medio de
pago universal entre todos los órganos de un mismo cuer-
po e incluso entre todas las especies vivientes, animales y
vegetales. Es el oro de la vida. Como el dinero, es fabrica-
do en los bancos, las mitocondrias, que están protegidas
como cofres por membranas y tienen una relativa inde-
pendencia (su ADN es distinto). Como el dinero, cambia
varias veces de forma para liberar su energía pero sin
nunca dejar de circular. El dinero gastado siempre vuelve

21  Este acercamiento es sugerido por François Roddier, op. cit.


Podríamos preguntarnos si el bosón de Higgs, que confiere a cada
partícula su masa sin poseer una él mismo, no es también una especie
de “moneda energética” al nivel elemental.

102
Tercera parte | Una nueva Internacional

a la mitocondria, que lo recicla y lo vuelve a poner en cir-


culación (el ATP se transforma en ADP al liberar su ener-
gía, ADP que se “recarga” como ATP). Finalmente, como
en el caso del dinero, se necesita tanto ATP como el cuerpo
necesite a cada instante. Acá, la insulina juega el papel de
las tasas de interés. Regula la tasa de azúcar en la sangre
a cada instante, inhibiendo o activando la formación de
ATP. Si hay demasiado ATP, el resultado es la diabetes y
la formación de grasa para almacenar el excedente. Si no
hay suficiente, el resultado es el calambre. El ATP crece
como el PIB en función de la actividad metabólica. 
En este contexto, la finanza no juega necesariamente
un rol nefasto. Muy por el contrario. También es un captor
de entropía. Podríamos compararla con el páncreas que
regula la insulina y el almacenamiento del azúcar. En pri-
mera instancia, sirve para premunirse contra el riesgo de
que un cambio drástico prive al sistema dado del dinero
(o de la glucosa) que se le debe. Un agricultor que com-
pra una opción a fecha (future) sobre el precio del trigo
se asegura de que si la cotización se desploma, de todas
formas tendrá de qué vivir. Asimismo, puede existir una
deuda buena. Si por una razón u otra, un organismo no
está en condiciones de sintetizar bastante energía para un
esfuerzo inmediato que tiene que hacer (una inversión),
puede pedírsela prestada a otro, quien le prestará toman-
do en cuenta los intereses, que cubren el riesgo que corre
de que le falte energía. Mientras no haya necesidad de
volver a endeudarse para pagar los intereses de la deuda,
todo está bien. Tampoco es un problema que la finanza
sea muy compleja y que sus operaciones se desarrollen a
velocidades atómicas. Después de todo, no hay ninguna
razón para que la termodinámica de las sociedades sea
menos compleja o menos rápida que la de los organismos.

103
Criptocomunismo

Solo hay que asegurarse de que la actividad y el dinero


no se separen nunca. Podemos imaginarnos, por ejemplo,
que las mitocondrias hacen un golpe de Estado. Deciden
que el ATP debe servir para su propio crecimiento y no
para el del cuerpo. Es lo que sucede cuando los bancos
dejan de apoyar la inversión pero especulan por su propia
cuenta. O bien, podemos imaginar que el ATP que produ-
cen las mitocondrias sea cada vez energéticamente más
mediocre, que no contenga energía alguna incluso (como
la falsa moneda), de modo que siempre sea necesario que
haya más en circulación, hasta saturar el sistema sanguí-
neo, que se vuelve incapaz de transportar algo distinto,
como oxígeno o nutrientes. Es el equivalente a la inflación.
Las criptomonedas permiten ajustar de la mejor mane-
ra la relación entre dinero y actividad al servir de conver-
sor entre información y energía. Ellas pertenecen, en un
sentido, a una etapa esencial de la evolución de nuestra
especie, del mismo modo que la agricultura o la ganadería
nos permitieron dominar el ciclo de la reproducción natu-
ral en la época del neolítico. Son nada menos que la clave
de nuestro porvenir. Bitcoin no es solamente una moneda
ni tampoco un regulador de la termodinámica social, es la
moneda de la vida, es la “moneda viviente”22. 

22  Le debemos esta expresión a Pierre Klossowski.

104
CONCLUSIÓN
Criptoproletarios del mundo

La izquierda todavía no se ha apropiado bien de la


blockchain, mucho menos de Bitcoin1. Las razones son
múltiples, ya hemos citado algunas: una cultura política
que no la vuelve curiosa por el dinero en general, ni
por las innovaciones financieras; una relación con la
informática complicada, que favorece una relación con la
energía; el fracaso del cibercomunalismo de los años 1970;
finalmente, la inclinación libertariana personal de Satoshi
Nakamoto, que suscribe de facto Bitcoin a la derecha. 
Es un error. Si los socialistas realmente buscan un me-
dio para superar al capitalismo, para destruir al Estado,
para hacer progresar la causa ecológica, es allí que se
encuentra y no en las vanas vociferaciones contra el sis-
tema financiero, en los sit-in delante de Wall Street, sobre
todo cuando se trata de las luchas sociales por la “justicia
social”. 
Por supuesto, no pretendemos que la revolución vaya a
hacerse en un dos por tres. Cada día que pasa es testigo de
cómo el mundo muestra signos de una fragilidad cada vez

1  Hay excepciones. Citemos a Brett Scott, Brian Massumi, Erik


Bordelot o Baruch Gottlieb, fundador del colectivo Telekommunisten.
Lamentablemente, incluso cuando intelectuales de izquierda se
apoderan de la blockhain, a menudo es para oponerse a aquellas que
existen, particularmente aquellas que son puramente monetarias,
debido a que se debe hacer otras cosas que dinero con esta tecnología,
como si el dinero no fuera una de las partes interesadas de un
pensamiento de izquierda.

107
Criptocomunismo

más grande. Cada día nos acerca al colapso de un país bajo


el peso de su deuda, económica y ecológica. Antes de que
sea posible retomar el control de la “moneda energética”
de la tierra y de las sociedades, correrá mucha agua con-
taminada bajo el puente, incluso sangre. En especial por-
que mientras tanto siguen habiendo muchos problemas
que resolver. Para volver a hablar solamente de Bitcoin,
sigue estando limitado por el número de transacciones
que puede tratar por segundo, su descentralización está
amenazada por multinacionales de la minería, su merca-
do está infectado de abusos de información privilegiada
en abundancia y de productos financieros adulterados. En
cuanto a su uso mismo, que supone dominar un mínimo
de herramientas informáticas, está amenazado por la frac-
tura tecnológica que todavía separa a ricos y pobres. 
La Reforma dio lugar a treinta años de una guerra civil
que causó cientos de millones de muertes antes de que la
nueva situación espiritual que ella portaba se impusiera
en Occidente. Las Revoluciones fueron seguidas por casi
un siglo de conflictos mundiales que oponían a nostálgi-
cos del antiguo régimen y progresistas. Quizás haya que
esperar que la Cripto, que finaliza estas dos transforma-
ciones históricas, no se realice sin dolor. 
Pero esto solo quiere decir que tenemos que hacerlo
todo por apropiárnosla y por acelerar el movimiento.
¡Criptoproletarios del mundo, uníos! 

108
Índice de nombres citados

Allende, Salvador, 28. Chomsky, Noam, 27.


Althusser, Louis, 26. Clausius, Rudolf, 50.
Ambrosino, George, 54. Coppola, Frances, 62.
Ammous, Saifedean, 66. Cromwell, Oliver, 11.
Curtis, Adam, 30.
Back, Adam, 34.
Bak, Per, 82. Dai, Wei, 34.
Bakunin, Mijaíl, 20, 22. Darwin, Charles, 58, 85.
Barbrook, Richard, 30. Dawkins, Richard, 96.
Barlow, John Perry, 31. De Filippi, Primavera, 92.
Bastani, Aaron, 44. Deleuze, Gilles, 47, 87, 98.
Bataille, Georges, 54, 57, 58. Duménil, Gérard, 61.
Beer, Stafford, 28.
Bensaïd, Daniel, 50. Engels, Friedrich, 20, 50-54,
Bergson, Henri, 58. 58, 99.
Berman, Harold, 12.
Finney, Hal, 34.
Blanc, Louis, 20.
Foster, John Bellamy, 50.
Boltzmann, Ludwig, 53.
Freud, Sigmund, 58.
Bordelot, Erik, 109.
Friedmann, Milton, 23.
Brand, Stewart, 28.
Foucault, Michel, 44.
Brautigan, Richard, 29, 31.
Brekke, Jaya Klara, 38.
Galloway, Alexander, 31.
Buterin, Vitalik, 91.
Galton, Francis, 85.
Georgescu-Roegen,
Cameron, James, 92.
Nicholas, 54.
Casey, Michael J., 13, 76.
Gesell, Silvio, 67.
Carnot, Sadi, 50, 52.

109
Gödel, Kurt, 69. Mao Tse-Tung, 26.
Gottlieb, Baruch, 107. Marx, Karl, 19-23, 26, 31, 33,
Gould, Stephen Jay, 82. 43, 44, 47, 48-55, 58, 59, 65,
69, 76, 81, 82, 84, 85, 89, 92,
Hayek, Friedrich, 19, 21-23, 96, 99-101.
27, 34, 55, 65-67, 74. Massumi, Brian, 107.
Hardjono, Thomas, 74. McKenzie Wark, Kenneth,
Hegel, Georg Wilhem 31.
Friedrich, 21, 41, 84, 96. McLuhan, Marshall, 29.
Helmholtz (von), Hermann, Medina, Eden, 28.
50, 83. Merkle, Ralph 93.
Hermosillo, Carmen, 30. Mimkes, Jurgen, 50.
Hobbes, Thomas, 96. Mises, (von), Ludwig, 55.
Humboldt, (von), Mong-Hy, Cédric, 54.
Alexander, 98. Morozov, Evgeny, 30.
Husson, Michel, 82. Moulier-Boutang, Yann, 30,
Hutzler, Stefan, 50. 84.
Müntzer, Thomas, 13.
Jrushchov, Nikita, 27.
Negri, Toni, 47.
Keynes, John Maynard, 50, 74. Nietzsche, Friedrich, 83.
Klossowski, Pierre, 104. Nixon, Richard, 60, 66.
Kondratiev, Nikolaï, 83.
Owen, Robert, 49
Lacan, Jacques, 27.
Lakomski-Laguerre, Odile, 59. Pentland, Alex, 74.
Latour, Bruno, 92. Peters, Benjamin, 27.
Lenin, Vladímir Ilich Pinochet, Augusto, 28.
Ouliánov alias, 22, 26. Podolinsky, Sergueï, 55.
Lévi-Strauss, Claude, 27. Prescott Joule, James, 50.
Lévy, Dominique, 61. Prigogine, Ilya, 83.
Lietaer, Bernard, 51, 76, 77. Proudhon, Pierre-Joseph, 20,
Lipton, Alex, 74. 49.
Lutero, Martin, 11-15, 19, 34.

110
Rand, Ayn, 19. Tucker, Jeffrey, 36.
Ravikant, Naval, 39. Turing, Alan, 91.
Reagan, Ronald, 60. Turner, Fred, 29.
Ricardo, David, 50.
Richmond, Peter, 50. Van Valen, Leigth, 81.
Robespierre, Maximilien de, Varoufakis, Yanis, 38.
11. Vigna, Paul, 13.
Roddier, François, 77, 83, Volcker, Paul, 60.
86, 104.
Walras, Léon, 50.
Rousseau, Jean-Jacques, 14,
Washington, Georges, 11.
15, 34.
Weber, Max, 12.
Russell, Bertrand, 69.
Wells, H. G., 73.
Sartre, Jean-Paul, 26. Wiener, Norbert, 25, 28.
Satoshi, Nakamoto, 11, 12,
15, 19, 34, 35, 48, 65, 66, 70,
107.
Schefer, Jean-Louis, 11.
Schumpeter, Joseph, 59, 62,
65, 68, 81.
Scott, Brett, 107.
Sen, Amartya, 42.
Smith, Adam, 50, 103.
Soddy, Frederick, 73, 74.
Stalin, Josef, 22, 26, 27.
Stengers, Isabelle, 83.
Stiegler, Bernard, 30.
Szabo, Nick, 34.

Teilhard de Chardin, Pierre,


58.
Thatcher, Margaret, 60.
Tobin, James, 43.
Trotsky, León, 99.

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Esta primera edición castellana de Criptocomunismo
se terminó de imprimir en el mes de enero de 2020 en
Imprenta Kadmos, Madrid.
La traducción, realizada por Manuela Valdivia, tomó
como referencia la segunda edición francesa de
Cryptocommunisme, aún en prensa.
La corrección de pruebas fue hecha por Ana Asprea y
Cristóbal Thayer.
La diagramación fue compuesta por Cristóbal Thayer.
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