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UNIDADES TECNOLÓGICAS DE SANTANDER

GUIA DE ESTUDIO No. 9

Unidad Académica: CONTADURÍA PÚBLICA


Asignatura: ECONOMÍA COLOMBIANA
Unidad Temática: POBREZA DESIGUALDAD Y POLÍTICA SOCIAL
Docente: Joel Angarita Cuellar
COMPETENCIAS:
 Interpretar la eficacia de la política social del gobierno frente a la realidad
socioeconómica del país y sus pensionados.
RESULTADOS DE APRENDIZAJE. El estudiante:
 Clasifica la relación entre pobreza y desigualdad teniendo en cuenta su movilidad
social y el crecimiento de estas.
 Compara la política social en cuanto a la educación, la salud, los servicios públicos,
la protección social y el sistema pensional para las clases colombianas.
 Analiza el sistema pensional en Colombia y sus desventajas para el pensionado.

1. POBREZA

Es la cualidad de pobre. Este adjetivo hace referencia a las personas que no tienen lo
necesario para vivir dignamente, que son humildes o que son desdichadas.

La pobreza, por lo tanto, es una forma de vida que aparece cuando las personas carecen
de los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas. Esta condición se
caracteriza por deficiencias en la alimentación, por la falta de acceso a la asistencia
sanitaria y a la educación, y por no poseer una vivienda que reúna los requisitos básicos
para desarrollarse correctamente.

Existen diversas situaciones involuntarias que pueden llevar a un individuo a la pobreza; el


desempleo, los salarios insuficientes y las catástrofes naturales son algunas de las más
frecuentes. Asimismo, una enfermedad cuya recuperación exija gastos desmesurados
suele ser el lamentable camino a la quiebra de muchas familias. Por otro lado, cabe señalar
que el uso inconsciente del dinero puede acabar con grandes fortunas.

Se suele considerar que una familia cae por debajo de la línea de pobreza cuando sus
ingresos no le permiten alcanzar a la canasta básica de alimentos. Cuando dicha situación
desesperada se extiende en el tiempo, se habla de pauperización.

Contexto Colombiano:

En Colombia existen 2 indicadores oficiales y complementarios para la medición de pobreza


(DNP, 2012):
1. la pobreza monetaria, que mide el porcentaje de la población con ingresos por debajo
del mínimo de ingresos mensuales definidos como necesarios para cubrir sus
necesidades básicas1.

2. la pobreza multidimensional, calculada con el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM),


que mide los hogares con privaciones en 5 dimensiones básicas de bienestar2, distintas
a la carencia de ingresos.2

Si bien ambas mediciones buscan aproximarse al nivel de pobreza de la población, las 2 lo


hacen desde diferentes enfoques3. Por un lado, la noción de pobreza monetaria es
unidimensional y solo se concibe como la falta de ingresos. Por otro lado, la noción
multidimensional define la pobreza como la ausencia de oportunidades o de acceso a unos
mínimos de “capacidades” necesarios para el desarrollo de cada persona4.

Además de concebir la pobreza desde perspectivas diferentes, cada medida por separado
permite orientar acciones diferentes de política pública (gráfico 1). Mientras que las
variables del IPM son más susceptibles de ser modificadas de forma directa5 por políticas
públicas de inclusión y protección social —acceso a bienes y servicios públicos—, el
incremento del ingreso de un hogar responde, en mayor medida, al crecimiento económico
del país y a empleos de calidad (Angulo & Gómez, 2014).

Por estas razones crecieron los niveles de pobreza en Colombia

El Departamento Nacional de Estadística publicó los resultados correspondientes a los


índices de pobreza monetaria y multidimensional del año 2018: las mediciones revelaron
que estas reportaron aumentos de 0,1% y 1,8% respectivamente.

1
“La línea de pobreza es el costo per cápita mensual mínimo necesario para adquirir una canasta de bienes (alimentarios y no alimentarios)
que permiten un nivel de vida adecuado” (DANE, 2015).

2
Las dimensiones del IPM son: 1) condiciones educativas del hogar, 2) condiciones de la niñez y juventud, 3) trabajo, 4) salud, y 5) servicios
públicos domiciliarios y vivienda
(para mayor detalle ver anexo 2).
3
Alkire y Foster (2011) reconocen que la noción de pobreza es multidimensional e incluye otras dimensiones de calidad de vida, las cuales no
siempre se correlacionan perfectamente con la falta de ingresos.
4
De acuerdo con el enfoque de Sen (2000), el desarrollo es “la libertad de vivir la vida que cada persona quiere y valora mediante la garantía
de igualdad de decidir y escoger
capacidades y funcionamientos”.
5
Bhagwati (1988) sugiere 2 clases de diseño de política pública para la reducción de la pobreza: la primera es una ruta indirecta por medio del
uso de recursos para acelerar el crecimiento y así, impactar los ingresos de la población; la segunda es la ruta directa por medio de la orientación
de la política pública a la provisión de servicios que componen
el mínimo de calidad de vida de un hogar.
En 2018 la pobreza monetaria llegó al 27%, lo que quiere decir que en Colombia
13‘073.000 personas se encuentran en situación de pobreza monetaria, un leve aumento
si se considera que en el 2017 había 12‘883.000 Colombianos en esta situación, lo anterior
significa que 190.000 personas ingresaron a esta categoría.

La línea de pobreza a nivel nacional, según los estándares del Dane, fue de $257.433, así
que las personas que ganen más de esta cifra al mes no son consideradas como pobres
por la autoridad estadística. La entidad también aclaró que “si un hogar está compuesto por
4 personas, será clasificado como pobre si el ingreso total del hogar está por debajo de
$1.029.732”.

El Dane también dio a conocer que la desigualdad en el ingreso de los hogares aumentó,
ya que el coeficiente de Gini fue de 0,517, luego de que en el 2017 había sido de 0,508.
Sin embargo, no todas las mediciones arrojaron resultados desalentadores, pues la
pobreza monetaria extrema (que cuantifica a la población cuyo ingreso per cápita es
menor a $117.605) tuvo una disminución de 0,2% frente a la registrada en el 2017 que se
ubicó en 7,4%. Esto quiere decir que entre 2017 y 2018 26.000 personas lograron salir de
la pobreza extrema.

Las ciudades que presentaron el menor porcentaje de pobreza monetaria extrema


fueron Bucaramanga con 1,6% (incluyendo su área metropolitana) y Pereira con 1,7%,
mientras que las ciudades donde hay más personas en esta situación fueron Quibdó
(16,9%) y Riohacha (16%).

Por otro lado, la pobreza multidimensional que tiene en cuenta diferentes variables tales
como: condiciones educativas del hogar, condiciones de la niñez y juventud, salud, trabajo,
acceso a servicios públicos domiciliarios y condiciones de la vivienda, aumentó y llegó a
19,6% (1,8% más que en el 2016). Esto quiere decir que en solo 2 años 1‘107.000 personas
entraron al nivel de pobreza multidimensional.

Las regiones con las tasas de incidencia de pobreza multidimensional más altas fueron
Caribe y Pacífica (sin Valle del Cauca), con 33,5% y 33,3% respectivamente, por otro lado
las regiones con menores tasas en esta materia fueron Bogotá con 4,3, seguida de Valle
del Cauca con 13,6%, Oriental con 16,4% y la región Antioquia con 17,1%.

Finalmente, el director del Dane Juan Daniel Oviedo, consideró que el crecimiento de estos
dos niveles de pobreza (monetaria y multidimencional) no es significativo, sin embargo,
aceptó que el fenómeno de la migración venezolana ha generado un estancamiento en el
mejoramiento de estos indicadores.

El coeficiente de Gini: es una medida de la desigualdad ideada por


el estadístico italiano Corrado Gini. Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los
ingresos, dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución
desigual. El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con
la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde
con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

2. DESIGUALDAD

Se puede describir como el nivel de equilibrio que existe entre los ingresos y la renta de las
personas; es decir la diferencia que existe entre cuanto salario real gana una persona
comparado con el acceso a bienes y servicios que satisfagan sus necesidades además del
acceso a servicios públicos como agua, energía eléctrica, alcantarillado.

Puede conocerse también como la brecha salarial existente entre las personas ricas y las
personas pobres, este es un término clave para cualquier país debido a que, al haber un
alto índice de desigualdad entre la población, esta se presenta en diferentes áreas como lo
puede ser el sector político o desigualdad en el respeto de los derechos humanos
(Castañeda, 2015).

Colombia a lo largo de su historia se ha visto afectada por fenómenos socioeconómicos


tales como la pobreza, la violencia, el desplazamiento, entre otros; los cuales han situado,
a Colombia, en la actualidad como uno de los países con mayor índice de desigualdad y
pobreza en Latinoamérica (Núñez & Ramírez, 2002).

Algunos de los determinantes que podrían explicar dichos fenómenos socioeconómicos son
el PIB Per cápita y la tasa global de participación (TGP), los cuales nos permiten por medio
del ingreso por persona y el mercado laboral medir si estas variables son lo suficientemente
determinantes a la hora de realizar las diferentes mediciones de población que se encuentra
en situación de desigualdad y/o de pobreza.

Por medio de la tasa global de participación (TGP) se puede determinar cuántas personas
en edad de trabajar realmente hacen parte de la fuerza de trabajo del país.
Conociendo esta cifra y teniendo claro el nivel de desigualdad el cual podemos conocer por
medio del indicador Gini por año, entender si estos factores realmente afecten la pobreza y
desigualdad en Colombia o si por el contrario otros factores asociados como lo pueden ser
la educación o la salud son más relevantes para entender el fenómeno, y de igual forma
entender si en el pasar de los años algunos mecanismos económicos permitieron mejorar
la situación a nivel Departamental.

Es importante destacar que existen otros factores que influyen en las personas en situación
de pobreza o desigualdad, como lo pueden ser la educación, la salud y vivienda.

En Colombia existen varios Departamentos que son vulnerables a las múltiples políticas
económicas que allí se aplican; por ejemplo, cambios realizados por el Estado en el modo
de emplear a las personas ocasionando que parte de la población no pueda acceder a un
trabajo digno (Núñez &Ramírez, 2002), generando que con el paso del tiempo exista una
brecha entre la población en situación de pobreza y el resto de la población.

“La desigualdad en Colombia es superior a la de la mayoría de los países en la región.


Según los últimos datos publicadas por la Cepal, es el segundo país más desigual en la
distribución del ingreso en la región. El 1 por ciento más rico de la población concentra el
20 por ciento del ingreso”.
Fuente: Oxfam.org

Existen altos y persistentes niveles de pobreza y desigualdad que afecta a pobladores


rurales, mujeres y minorías étnicas (Oxfam, 2019).

Las mujeres campesinas que viven en Colombia, para citar un caso, según el informe, en
promedio obtienen apenas dos dólares diarios de ganancias; y eso cuando les va bien.

3. MOVILIDAD SOCIAL

Tanto la pobreza como la desigualdad no son conceptos estáticos. Lo que realmente le


interesa a un individuo es su bienestar a lo largo de la vida y no sólo en un momento en
particular. Por ello, las mediciones de pobreza y desigualdad que corresponden a la
fotografía en un punto del tiempo pueden resultar incompletas frente a algo más complejo
que es la película a lo largo de nuestra vida.

Por ejemplo, si todos los individuos nacen pobres y mueren ricos, una fotografía en
cualquier punto del tiempo va a mostrar la existencia de desigualdad y pobreza, debido a la
distribución de edades de la población. Si se pudieran observar las vidas de todos los
individuos, las conclusiones podrían ser opuestas.

La pobreza y la desigualdad tienden a reproducirse y perpetuarse. La movilidad social es la


capacidad de romper con las trampas de pobreza o círculos viciosos, en los que los hogares
quedan atrapados debido a la dificultad de acumular activos (físicos o humanos) que les
permitan escapar de dicha condición. En otras palabras, es la ruptura del nexo entre las
condiciones iniciales de los individuos y sus ingresos futuros.

A mayor movilidad social, mayor el bienestar, debido a que los ingresos a lo largo de la vida
de las personas serán más homogéneos, y mayor la igualdad de oportunidades, que –como
vimos– es un objetivo deseable en cualquier sociedad. La movilidad social es un concepto
bidireccional:

Así como los hogares de bajos ingresos pueden ascender gracias a inversiones y acciones
exitosas, los hogares ricos pueden descender debido a las dinámicas de los mercados o
como consecuencia de malas decisiones. Aunque la movilidad social no necesariamente
disminuye los niveles de pobreza, permite que los mercados premien o castiguen a los
individuos según sus acciones.
La movilidad social está estrechamente relacionada con la desigualdad:

Un país con alta movilidad social necesariamente debe tener una buena distribución de las
oportunidades, de tal manera que las condiciones de pobreza o riqueza, efectivamente,
reflejen el esfuerzo y la habilidad de los individuos.

La movilidad social puede darse dentro de una misma generación –los individuos cambian
de grupo de ingreso durante su vida– o entre generaciones, donde son los hijos y los nietos
quienes tienen la posibilidad de ascender gracias a las inversiones de sus padres y abuelos.

La literatura económica ha reconocido en la educación el motor principal de la movilidad


social. A mayores niveles de educación, mejor es la remuneración en el mercado laboral,
mayores las posibilidades de enganche y menor la probabilidad de quedar desempleado.
Por lo tanto, mayores niveles de escolaridad de los miembros de una familia generan más
ingresos laborales, lo que permite el cambio de grupo de ingreso del hogar.

Pero la educación no sólo tiene un efecto en la movilidad social intrageneracional; también


es muy importante en la movilidad social intergeneracional.

Se ha visto que padres con mayores niveles educativos tienen hijos con un nivel educativo
generalmente superior al de ellos. Así, la educación de los padres funciona como una
herencia intangible que las futuras generaciones aprovechan en términos de mayores
inversiones en capital humano, cuyo rendimiento permite el ascenso social de las presentes
y futuras descendencias.

Por otro lado, la educación también puede ser fuente de inmovilidad social: si sólo los hijos
de los hogares más ricos tienen acceso a la educación, como ocurre con la educación
universitaria, la educación se convierte en un obstáculo para la movilidad social, ya que
sólo beneficia a quienes tienen acceso a ella. En este caso, la educación es una fuente de
desigualdad.

Por lo tanto, las políticas estatales respecto al libre acceso a la educación disminuyen la
desigualdad y generan una mayor movilidad social.
La estrategia para medir el grado de movilidad social intergeneracional estima la correlación
entre el bienestar de una generación y el de sus progenitores. Más concretamente, se
estima la elasticidad entre la educación o los ingresos de un individuo con los de su padre,
controlando por la edad de cada uno.

Si la inversión pública en educación es progresiva –es decir, beneficia más a los sectores
de menores ingresos– disminuye el valor de la elasticidad en cuestión. Aunque las
comparaciones internacionales no son del todo confiables debido a problemas
metodológicos, la evidencia existente sugiere que la movilidad intergeneracional es mayor
en países como Alemania y Canadá, intermedia en los Estados Unidos y el Reino Unido y
baja en América Latina.

El Gráfico 10.15 muestra las elasticidades calculadas por Behrman, Gaviria y Szekeley
(2001), donde el indicador socioeconómico es la escolaridad de padres e hijos6. De acuerdo

6
. Utilizan la correlación de la educación entre hermanos como medida de influencia de los padres: si la educación de los
padres no tiene influencia, entonces no debe haber correlación entre la educación de los hermanos y si es determinante, la
educación entre hermanos debe estar correlacionada.
con esta metodología, la movilidad social es menor en Brasil y Colombia, los dos países
con mayores niveles de desigualdad. Además, la movilidad es mayor en las zonas urbanas.

También encuentra que existe una relación positiva entre la escolaridad media del país y
su grado de movilidad. Este mismo estudio muestra que un aumento de un año es la
escolaridad media de un país reduce en 0,095 la elasticidad de la educación de los hijos
respecto a los padres. Es decir, si en Colombia aumentara la escolaridad media en un año,
esta elasticidad pasaría de 0,71 a 0,66, casi el mismo valor observado para Perú. Asimismo,
la probabilidad de que un hijo de padres con educación primaria logre finalizar la educación
terciaria (universitaria) es de 10,5%, mientras que la de finalizar la secundaria es de 14%.

El que solo 25% de los hijos de padres con educación primaria puedan alcanzar un mayor
nivel educativo que el de sus progenitores es indicativo del tipo de trampas de pobreza y
círculos viciosos que perpetúan las condiciones de desventaja para ciertos sectores de la
población.

4. CRECIMIENTO, POBREZA Y DESIGUALDAD

Las conexiones entre crecimiento económico, pobreza y desigualdad son tema de intenso
debate en el mundo. Aunque las relaciones entre estas variables pueden ser inmensamente
complejas –de hecho, son un área de gran interés académico–, hoy en día pocas personas
ponen en duda la importancia del crecimiento para reducir la pobreza: Más aún, con base
en estudios recientes, es posible afirmar que el impacto del crecimiento económico sobre
la pobreza en un determinado país depende del nivel inicial de desigualdad.

Muchos estudios utilizan el concepto de la elasticidad de la pobreza con respecto al


crecimiento, que mide cuánto disminuye la pobreza por cada punto de crecimiento
económico adicional. Algunos estudios recientes del Banco Mundial encuentran que dicha
elasticidad va de -5 (para países con muy poca desigualdad) hasta -0,5 (para países con
altos niveles de desigualdad).

Esto quiere decir, que para un país con un alto coeficiente de Gini, cada punto porcentual
de crecimiento económico logra reducir la pobreza solo en 0,5 puntos porcentuales, lo que
permite ver que la desigualdad actúa como una barrera a la reducción de la pobreza.

Éste puede ser el caso de Colombia donde, el coeficiente de Gini llegó a 57 en 2004, lo que
implica que la elasticidad de la pobreza con respecto al crecimiento se encuentra en el
rango entre -0,5 y -1, uno de los menores (en valor absoluto) internacionalmente:
Puesto en otros términos, la reducción de la pobreza en un país como Colombia requiere
de mayores esfuerzos en materia de crecimiento, en comparación con lo que se necesita
en un país con menor desigualdad.

De la misma forma, tal como lo afirma el Informe sobre el Desarrollo Mundial del Banco
Mundial (2006), las políticas que intentan cambiar directamente la distribución del ingreso,
sin tener en cuenta los efectos sobre los incentivos de los individuos, están condenadas a
fracasar. Políticas que otorgan subsidios monetarios a los más pobres, sin ningún tipo de
condicionamiento, pueden proveer incentivos erróneos que los alejen de la fuerza laboral y
de la educación y, en últimas, terminen perpetuando la pobreza en el mediano y largo plazo.

Las mejoras en la distribución del ingreso para lograr reducir la pobreza van más allá de
quitarles a los ricos para darles a los pobres.
La discusión anterior sugiere que más que la cantidad de crecimiento es la calidad del
mismo la que resulta fundamental para reducir la pobreza. En otras palabras, si el
crecimiento económico beneficia a los pobres, es decir se acompaña con cambios
redistributivos de carácter progresivo, los resultados en materia de reducción de la pobreza
serán mejores.

Por ello, es de vital importancia identificar el tipo de políticas que no solo logren acelerar el
crecimiento, sino que simultáneamente inducen los cambios distributivos deseados para
que se beneficien los sectores más pobres. Ésta es un área de intenso debate debido a
que el crecimiento económico no necesariamente beneficia a los pobres, razón por la cual
el crecimiento y la equidad muchas veces son vistos como objetivos antagónicos.
Es decir, en la práctica, encontrar las políticas que simultáneamente logran los dos objetivos
no es una tarea sencilla.

De hecho, cuando existe una tensión entre los objetivos de equidad y crecimiento, cabe
preguntarse hasta qué punto las políticas de crecimiento son deseables si uno de sus
subproductos es incrementar la pobreza:

 ¿Es preferible desacelerar el crecimiento para mantener la pobreza constante?


 ¿Existen circunstancias bajo las cuales se puede aceptar un deterioro en la
distribución de ingreso a cambio de un mayor crecimiento económico?
 ¿Es preferible crecer primero para redistribuir después?

Las respuestas a estas preguntas hacen parte del debate intelectual y político en América
Latina.

La realidad acerca de este debate es que algunos estudios recientes han mostrado que
para los países en desarrollo, el crecimiento importa mucho a la hora de reducir la pobreza.
En particular, para los países en desarrollo en conjunto, la mayor parte de la reducción de
la pobreza ha provenido del crecimiento económico y no de políticas redistributivas
propiamente dichas7. Sin embargo, las cosas pueden ser muy diferentes cuando se analiza
la situación de cada país en particular.

7
Kraay (2005) y Loayza (2005) argumentan que la composición sectorial del producto afecta el impacto del crecimiento sobre
la pobreza.
Por ejemplo, en el caso colombiano, la pobreza (medida con base en la línea de un dólar
por día) aumentó 5,2 puntos porcentuales entre 1992 y 2000, 1,9 puntos porcentuales entre
2000 y 2004 y en 7,6 y 4,2 puntos porcentuales respectivamente, para la línea de dos
dólares por día.

Lo interesante es que la totalidad del incremento en la pobreza durante el período 1992-


2000 es atribuible a cambios distributivos (el crecimiento por sí solo habría disminuido la
pobreza), mientras que en el período 2000-2004 ocurrió todo lo contrario: el aumento en la
pobreza resultó del menor crecimiento económico, mientras que la distribución habría
ayudado a disminuirla.

Estas cifras evidencian que, por lo menos en Colombia, los cambios en la pobreza son
atribuibles tanto al crecimiento como a la distribución, razón de más para que tanto las
políticas de aceleración del crecimiento como las que procuran una mayor equidad entre la
población sean una prioridad.

Para profundizar aún más en la relación entre crecimiento, desigualdad y pobreza es de


gran utilidad suponer que la distribución del ingreso se comporta de acuerdo con la
distribución lognormal, la cual es un tipo de función de densidad que se utiliza en
estadística. Este supuesto, que ha sido ampliamente justificado empíricamente, permite
expresar las elasticidades del Recuadro 10.2 como función de tres variables familiares: el
ingreso per cápita, la línea de pobreza y el coeficiente de Gini.

Si, a su vez, se calcula la relación entre el ingreso per cápita y la línea de pobreza, es
posible reducir a dos las variables críticas para determinar las elasticidades relevantes. En
el Gráfico 10.16 aparecen las combinaciones del coeficiente de Gini y el cociente entre el
ingreso per cápita y la línea de pobreza para dieciocho países de América Latina.

En Colombia, el ingreso per cápita es aproximadamente tres veces la línea de pobreza.

Debido a que el coeficiente de Gini es bastante alto, la elasticidad de la pobreza frente al


crecimiento es muy baja (cercana a -1). Es decir, por cada punto adicional de crecimiento,
la pobreza cae solo en 1%.

Esto ilustra cómo la desigualdad limita la capacidad del crecimiento para reducir la pobreza.
De hecho, si la desigualdad disminuye, se obtendría tanto el impacto redistributivo directo
como el incremento en el valor absoluto de la elasticidad de la pobreza con respecto al
crecimiento.

A partir de los datos del Gráfico 10.16 puede concluirse que en los países con alta
desigualdad y alto ingreso per cápita con respecto a la línea de pobreza, la distribución del
ingreso parece ser crítica para reducir la pobreza. En contraste, para los países que se
encuentran en la parte inferior izquierda del cuadrante, la prioridad es crecer, dado que, por
su nivel de desigualdad, este crecimiento ayudará a reducir la pobreza de forma
significativa:

Colombia está en un punto intermedio, razón por la cual una estrategia combinada parece
ser apropiada.
Ahora bien, identificar la mezcla adecuada de políticas que obtengan dicho resultado no es
una tarea sencilla. El mayor ingreso permite que algunos individuos abandonen su
condición de pobres, de manera que es natural que países con mayor crecimiento
económico tengan una menor incidencia de la pobreza, tal y como se aprecia en el Gráfico
10.17

Fuentes Bibliográficas:
CÁRDENAS, Mauricio. Introducción a la Economía Colombiana.3ª edición. Santafé de
Bogotá. Alfaomega editores. 2013, Pag. 461-468, 474-492, 492-509

https://www.dinero.com/pais/articulo/crecen-los-niveles-de-pobreza-en-colombia/270504
https://definicion.de/pobreza/
https://es.wikipedia.org/wiki/Coeficiente_de_Gini
https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Prensa/Publicaciones/Publicaci%C3%B3n%20Ipm%
20deptal.pdf
https://www.eltiempo.com/economia/sectores/desigualdad-aumento-en-el-2017-y-la-
brecha-entre-ricos-y-pobres-175900
https://www.oxfam.org/es/iguales/calculadora-de-la-desigualdad
https://repository.ucatolica.edu.co/bitstream/10983/22637/1/Virguez%20y%20Sierra%202
018%20Final%20Correcciones.pdf

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