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28 LA NACION, viernes 20 de junio de 1986

Maestro sin huella


tación del carácter del personaje ya sea una da-
ma de posición como "María von Hossel "
(1904), un modesto investigac~Jr "El entomólo-
go", o él mismo en "Autorretrato" (1891).
Debe añadirse que, como pocos, supo definir,
sin pretenderlo tal vez, una atmósfera laxativa
en sus retratos, que refleja el medio local. Acos-
tumbrado a· 1a penuria económica, si ello es po-
sible, suele no hacer concesiones, lo que le per-
mite profundizar sicológicamente en la naturale-
za del modelo, al que presenta contra un fondo
neutral, por lo general oscuro, que contrasta con
la luminosidad de los rostros, principalmente.
Exposición permanente del pintor Enrique
Echandi (San José, n. 1866 · m. 1959). Ocho Este pintor que acepta su destino pese a las
obras en óleo sobre tela y madera, y dibujo a complicaciones socioeconómicas, no debe nada
lápiz. Museo de Arte Costarricense (MAC), La a nadie, y lo que realiza lo hace sin esperar el
Sabana. De martes a domingo. aplauso y el reconocimiento.
La lección más importante de Echandi en el
. El tiempo es el mejor juez de una obra: debe- entorno costarricense es que impone, por prime-
mos reconocer que son muchas las manifesta- ra vez, una conducta artística, aunque casi na-
ciones plásticas que, aprobadas por ef gusto im- die le siga. En otras palabras, hace suya la mejor
perante en un período determinado de la histo- definición d.e arte que conozco "aventurarse al
ria, no han trascendido en los siguientes, y vice- abismo, con gratuidad". No espera nada de su
versa. entorno sociocultural, pero da todo lo que su ta-
lento y disciplina le permiten en términos de
En este sentido ubico parte de la obra en quehacer y hecho creativo. Algo inusitado aún
retrato de Enrique Echandi, perteneciente a su hoy día.
perjodo más prolífico, 1889-1938.
} Con la distancia temporal que favorece el En cuanto a su oficio, se supedita a lo que de-
juicio objetivo es posible reconocer en algunas sea comunicar; no en vano algunos de sus estu-
El trabajo como refrafísta de Echandi reve- dios o dibujos a lápiz como el de un hombre re-
obras de Echandi a un retratista formidable para la diferencias con respecto a la obra de pin-
la Costa Rica, indiferente al arte, que le tocó vi- costado que posee el MAC, fueron hechos en el
tores europeos emigrados, residentes en el reverso de invitaciones, de programas, volantes
vir. país. de cine o turnos.
La huella de su quehacer profesional, no obs- Su trabajo es una obra de convicción y sensi-
tante, no se dejó sentir entonces ni ahora, pese a dades como docente .en colegios, no contó con bilidad. Es cierto que su escuela se emparenta
que su principal obra se mantiene firme ante el talentos in'dividuales que asimilaran su conoci- con cierta "cosa muerta" del arte de los museos
paso de manifestaciones plásticas más preten- miento y conducta en el arte. de fin de s'iglo XIX, y que propiamente su apor-
siosas y efímeras. te conceptual es débil, pero en el retrato logró al-
Entre el último cuarto del siglo XIX, y el pri- Honestidad canzar, a veces, niveles de excelencia aún no su-
mero del presente, era más prudente dedicarse a perados en la plástica local, en el ámbito de la fi-
tareas más "productivas" como el comercio o la . No llega Echandi a ser el pintor de la bur- guración verista.
agricultura. Algo similar dijeron sentenciosa- guesía ascendente, enriquecida por el cultivO' y
. la exportación de café. Es cierto que realiza al- Consciente, tal vez de las limitaciones de su
mente unos caballeros costarricenses a Echandi,
gunos retn:ltos por encargo, pero los oligarcas quehacer en la desinformada nación de su tiem-
cuando lo visitaron en Alemania donde estu- prefieren seguir la corriente de moda, más ne- po, no va demasiado lejos en su práctica pero lo
diaba dibujo y pintura, entre 1885 y 1891, oclásica, superficial, cargada de detalles y gene- que concreta lo hace con dignidad y sin falsas
dentro de cánones académicos. rosa con los mecenas de la obra. búsquedas. Este esforzado pintor es el vínculo
Ignorando toda advertencia, él insiste en la involuntario y concreto entre la escuela ne-
práctica de la pintura y regresa a Costa Rica He aquí donde el trabajo como retratista, que oclásica de principios acotados y Íígidos, centra-
convencido de que su destino era más fuerte que es el que más interesa en Echandi, revela dife- da en el paisaje y la figura humana, y las nuevas
las conveniencias. Es el primer costarricense que rencias ¡;:on respecto a la obra de pintores euro- generaciones que retoman tardíamente el impre-
aprende a pintar óptima y profesionalmente. - peos emigrados, residentes en el país: como Emi: sionismo en su sentido de pintar al aire libre y
No se puede decir, en sentido estricto, que tu- lio Span y Tomás Povedano. Echandi opta no con urgencia, especialmente a partir del decenio
viera discípulos, ya que aún.en sus pocas activi- sólo por el verismo en el detalle, sino por la cap- del treinta.

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