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CARLOS PARODI 22/03/2013
Los individuos y las empresas acuden al sistema financiero con el objetivo de obtener
fondos (agentes deficitarios) o buscar alguna alternativa de inversión (agentes
superavitarios). El sistema financiero conecta a ambos. Toma fondos de los
superavitarios y los traslada a los deficitarios.
El sistema financiero
traslada fondos de aquellos que tienen un excedente (unidades superavitarias) a
aquellos que no los tienen (unidades deficitarias) y lo puede hacer a través de
los mercados financieros o mediante el uso de intermediarios financieros. Un
ejemplo simple lo aclara.
Un segundo ejemplo. Si una
empresa requiere dinero para una inversión productiva y decide tomar deuda,
acude al sistema financiero; enfrenta dos alternativas: emitir bonos o pedir un
préstamo a un banco u otra entidad financiera.
En la primera de ellas
habría optado por el financiamiento directo: buscar directamente en los
mercados financieros a algún prestamista; en caso lo encuentre, acuerdan las
condiciones del préstamo; la empresa (el prestatario) emite un título llamado
bono, que es un instrumento de deuda, y lo vende a cambio de efectivo. Así, el
bono es un instrumento financiero que permite que la empresa tome deuda, con lo
cual es un activo para quien presta el dinero y un pasivo para la empresa que
asume la deuda. Obsérvese que en la transacción ganan ambas partes: la empresa,
pues consigue los fondos que buscaba y realiza la inversión productiva y el
prestamista, pues obtiene un interés por el dinero prestado.
¿Qué ocurre si la empresa no
encuentra quién le pueda prestar? En ese caso, aparece el financiamiento
indirecto, a través de los intermediarios financieros, como por ejemplo un
banco. La empresa acude al banco en la búsqueda del dinero. A su vez, el banco
reúne fondos que capta de distintos ahorristas y los presta a una tasa de
interés (llamada activa) que debe ser mayor que la que le paga a los ahorristas
(denominada pasiva). Dicho de otro modo, el banco está ubicado entre la empresa
y los depositantes. Al igual que en el caso del financiamiento directo, el
préstamo es un activo para el banco y un pasivo para la empresa. Ciertamente y
sin el ánimo de una mayor complicación, una empresa formal cuenta con la
emisión de acciones como alternativa, de modo que los compradores de las mismas
asumen la propiedad de una parte de la
empresa. En este caso los fondos habrían servido para aumentar el capital de la
empresa. Una acción es una fracción de la propiedad de una empresa y es un
valor que implica un derecho sobre las utilidades, así como sus activos. En
síntesis, los bonos son deuda, mientras que las acciones son capital.
De este modo, un sistema financiero cumple una función
trascendental en una economía, pues canaliza fondos de los ahorristas (sean
internos o externos) a los inversionistas; es decir, es un intermediario entre
los depositantes y los inversionistas productivos. Traslada los fondos de quién
los tiene a quien no los tiene, pero los necesita y lo puede hacer a través de
dos vías: los mercados financieros o los intermediarios financieros. En consecuencia, la
vinculación entre el
sector financiero y la actividad productiva (también llamado sector real) es
más cercana de lo que podría imaginarse. Una economía sana requiere de un
sistema financiero que funcione de manera adecuada, es decir, cumpla sus
funciones.
Sin embargo, el sistema de
intermediación financiera es frágil, pues financia inversiones de largo plazo,
con ahorros de corto plazo (descalce de plazos); en términos simples, un
ahorrista puede retirar sus fondos de un banco cuando lo desee, mediante el
recurso simple de acudir a un cajero automático (el banco siempre debe tener el
dinero disponible, pero ¿de dónde lo obtiene si el negocio del banco es prestar
el dinero?); no obstante, el banco ha prestado el dinero a largo plazo, sea
para una inversión productiva o un
préstamo hipotecario. Entonces, es inherentemente frágil, pues transforma
ahorros de corto plazo en inversiones de largo plazo. Dicho de otro modo el
banco transforma activos ilíquidos (los pagos están en el futuro como en un
crédito hipotecario) en activos líquidos.
Ahora bien, si el sistema financiero no cumple su función de manera adecuada, la
economía no podrá funcionar con eficiencia, lo que afecta de modo negativo el
crecimiento económico del país. Esta función implica que el sistema tenga la capacidad
de evaluar qué proyectos de inversión son más rentables, de modo de asegurar la calidad
de la inversión.
Dicho de otro modo, el sistema financiero debe ser capaz de decidir cómo usar los fondos
que no son suyos. Por lo general, aunque no exclusivamente, los problemas del sistema
financiero están vinculados con una errónea evaluación de los riesgos subyacentes de
cada préstamo (colocación) realizado.