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20 años después, un tiempo demasiado largo, quizás por la ausencia de voluntades, visión de
futuro, unido a esa cultura centralista de la época, donde todo era Caracas y lo demás era
“monte y culebra”, alejaron a la población guayanesa del disfrute sano y entretenido de la
televisión. Sólo aquellas personas que podían darse el lujo de poseer una buena antena y sus
dispositivos, captaban medianamente las imágenes de las plantas televisivas a una
determinada hora.
Los carajitos de la época, tuvimos una nueva manera de diversión gratuita y en la propia casa.
¿Cómo no recordar al Observador Creole con Francisco Amado Pernía, la revista de los jueves
con Alfonzo Álvarez Gallado, El Show de la Risa con Ricardo Pimentel, Tarzán con Ron Ely, El
Zorro con Guy William, los Tres Chiflados, La Pandillita, Comiquitas de Ayer y Hoy, Ultra Siete,
la abeja Maya, Festival de los Robots y Fábulas del Bosque Verde, entre otros y las famosas
series Remington Steele, Reportera del crimen, Moonlighting y Mike Hammer, Cannon, Hawai
Five 0?. Las telenovelas Sombras Tenebrosas, posteriormente La Dueña, Ifigenia y Doña
Perfecta.
Entre los programas recuerdo El Show de Fantástico y Almorzando con Orlando, animados por
Guillermo "Fantástico" González y Orlando Urdaneta, Contesta por Tío Simón, con Simón Díaz,
Dossier con Walter Martínez, la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (entre 1978 y 1983), el
popular Monitor Hípico con Aly Khan.
Aunque la televisión era en blanco y negro, así eran nuestras travesuras, anécdotas, vivencias,
impregnadas de naturalidad, pureza, espiritualismo, y mucha nobleza. La TV vino a darnos
alegría y motivación en medio de una transformación biológica y fisiológica, ese paso de la
niñez a la adolescencia que fue tan sublime. Recuerdo como si fuera hoy, las largas horas
pegado del aparato moldeador, embobado viendo los diversos programas hasta que el sueño
nos vencía. El TV estaba en la sala de la casa, era el cine de la familia.