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Contrato de franquicia. Incumplimiento de la autorizante. Resolución contractual.

Daños y
perjuicios. Costas a la demandada.

Cám. Nac. Apel. Com. Sala "C" -Expte. Nº 75627/97- “L’DONNA SOCIEDAD DE
RESPONSABILIDAD LIMITADA C/SAINT DENIS SOCIEDAD DE
RESPONSABILIDAD LIMITADA S/ORDINARIO”-

Buenos Aires, 22 de febrero de 2002.


El Señor Juez de Cámara Doctor José Luis Monti dice:
I) La sentencia de fs. 541/554 admitió parcialmente la acción de L’Donna S.R.L. contra Saint
Denis S.R.L. por cobro de una indemnización por incumplimiento de un contrato de
franquicia, en cuya virtud esta última firma había autorizado a L’Donna a usar un sistema de
depilación denominado “Epilaterm”.
II) La actora expresó que había celebrado el contrato porque el método “Epilaterm” le había
sido presentado por la demandada como un sistema que, tras un tratamiento, hacía
desaparecer el vello en forma “definitiva”, salvo algunas excepciones que aquélla le planteó
como prácticamente inexistentes. Sin embargo -dijo- muy otro habría sido el resultado final
de la aplicación del sistema depilatorio. Sobre esa base demandó por incumplimiento del
contrato y reclamó un resarcimiento por daño emergente, lucro cesante y daño moral (v.
demanda, fs. 68/92).
III) La demandada se opuso al progreso de la acción. Sostuvo que el vocablo “definitivo”
debía entenderse en el “sentido correcto”, según el cual la actora no habría podido pensar que
el vello de las personas fuera a desaparecer en un 100% por aplicación del sistema en
cuestión. Añadió que éste debía considerarse exitoso, no obstante algunas contraindicaciones
y resguardos que habrían sido conocidos por su cocontratante (v. contestación de demanda, fs.
202/207).
IV) El primer sentenciante expresó que no se había probado que el método depilatorio fuera
“definitivo”, tal como surgía de la prueba testimonial y de los informes producidos en autos,
de manera que la demandada no debió publicitar dicho sistema bajo aquel calificativo, el cual
había significado un factor decisivo en la oportunidad de celebrar el contrato sub lite. Con ese
fundamento, el a quo condenó a la demandada a reintegrar a la actora una suma de dinero que
ésta le había pagado en concepto de canon y “royalties”, así como a pagarle una
indemnización por lucro cesante. Desestimó otros rubros resarcitorios que la demandante
había incluido en su pretensión e impuso las costas en un 40% a cargo de la actora y un 60% a
cargo de la demandada.
V) Apelaron ambas partes. La demandada sostiene que, más allá de un par de juicios
promovidos como consecuencia de la aplicación del método “Epilaterm”que no llegaron a la
instancia de sentencia, uno de los cuales fue desistido en tanto el otro correspondería a una
joven con problemas hormonales, la actora no habría demostrado que ese sistema fuese
ineficaz, por lo que carecería de justificación la indemnización ordenada. L’Donna -añade-
habría obtenido ganancias mediante el empleo de ese sistema como lo corroboraría la venta de
productos que debían aplicarse las clientas en ocasión del tratamiento y las recomendaciones
que ellas hacían. Por lo tanto, con independencia del alcance semántico del término
“definitivo”, a su entender, el método habría resultado bueno en cuanto a sus resultados
aportándole ganancias a la demandante. En cuanto al cierre de locales destinados a prestar el
servicio, aspecto que el a quo había considerado en su sentencia, señala que habría obedecido
a que, después de la interrupción del contrato con la actora, había cerrado el laboratorio
francés que le proveía productos. No obstante -dice- el sistema se aplicaría en varios países.
Arguye que la desatención de la clientela por parte de la actora se debió a ciertos retiros de
dinero que habría realizado su gerente y administrador Marcelo Araujo. Por último, reclama
que, en todo caso, las costas se impongan en proporción al progreso de la demanda (memorial
de fs. 566/568, contestado a fs. 577/583).
De su parte, la actora reitera su reclamo acerca de los conceptos indemnizatorios solicitados
en la demanda, salvo el vinculado con el daño moral que fue desistido en la anterior instancia.
Sostiene también que las costas deben imponerse teniendo en cuenta que resultó vencedora
sobre el fondo del asunto (memorial de fs. 570/575, contestado a fs. 585/587).
VI) Por una cuestión de orden metodológico, abordaré en primer término los agravios de la
demandada en cuanto a lo sustancial debatido; luego, en su caso, el de la actora en punto a su
reclamo indemnizatorio y, finalmente, los de ambas partes en lo atinente a las costas.
Con respecto al primer tópico considero que la apelación de la demandada no puede
prosperar. Estimo que los informes citados por el juez de primera instancia y el peritaje
médico bastan para concluir, como premisa de la condena resarcitoria, que el método objeto
de la franquicia concertada por las litigantes no resultaba “definitivo”.
En efecto, la Academia Nacional de Medicina informó que “el método depilatorio empleado
sería una variante del procedimiento que emplea la cera para eliminar el vello. La aplicación
en la práctica de la depilación por cera es transitoria, pues al conservarse los folículos pilosos
el pelo vuelve a crecer. Por tal razón, para mantener la zona sin vello, el procedimiento debe
repetirse periódicamente” (respuesta 1; fs. 403). Agregó la Academia de Medicina que “no
puede afirmarse la existencia de procedimientos infalibles aplicables al tratamiento enunciado
(depilación)” (respuesta 2); añade que para eliminar totalmente la reproducción de pelo se
puede recurrir a la “depilación eléctrica”, aunque este sistema “no es utilizable para el
tratamiento de extensas superficies” (respuesta 3).
A su vez, la Asociación Argentina de Dermatología informó que “en el caso que nos ocupa no
puede asegurarse que la depilación sea definitiva” (respuesta 2, fs. 474) y explicó que el
método más efectivo conocido para la depilación es el que emplea el láser, pero éste no
provoca la desaparición del pelo (respuesta 1). Agregó que dentro de los métodos conocidos
la electrólisis destruye el bulbo piloso, pero su efectividad no alcanza al 100% (respuesta 1,
2do. párrafo).
Y la perito médico explicó que “la única técnica de depilación con eficacia probada en la
eliminación permanente del vello es la depilación eléctrica o definitiva y el uso de láseres”
(fs. 386). En su informe la perito detalló cómo debe aplicarse dicho sistema y aclaró que aún
no alcanza el 100% de efectividad (fs. 386), expresando también que “no existe
procedimiento depilatorio como el detallado en el escrito de inicio que elimine total y
definitivamente el vello corporal” (fs. 386 vta., pto. 1).
Por tales razones, a las que se suma con valor indiciario y corroborante el cierre de locales
donde se hacía el tratamiento con “Epilaterm”, no puede considerarse justificado que la
demandada lo presentara como un procedimiento “definitivo”, tal como hacía según surge de
avisos publicados en la prensa (308/309), ni que tal condición hubiera subyacido en su
vinculación contractual con la actora. Ello, a pesar de algunas “contraindicaciones y
resguardos” (v. gr.: aplicación de los productos por parte del cliente en su domicilio, respeto
de tiempos mínimos de intervalos, no utilización de medios alternativos), los cuales se los
habría transmitido a la actora, pero que no resultan equiparables a una advertencia exacta e
idónea del resultado concreto del método depilatorio, siempre y en todo caso relativo como
ilustran los informes citados precedentemente. En su carácter de concedente de la franquicia,
la demandada debió cerciorarse de los alcances del procedimiento de depilación y darlos a
conocer a su contraparte y a terceros en su exacta magnitud de acuerdo al estado actual de los
conocimientos científicos sobre el particular.
A mi juicio, en suma, carecen de sustento las observaciones recursivas de la demandada y
debe mantenerse la sentencia de la anterior instancia en cuanto a la procedencia sustancial del
reclamo.
VII) Corresponde ahora tratar el recurso de la actora en cuanto a los daños invocados y
desestimados por el a quo.
a) El primer concepto sobre el que insiste la actora es el vinculado con “alquileres y
expensas” de un inmueble, que habría pagado para desarrollar sus actividades. El a quo puso
de relieve que no se había probado el contrato de alquiler, ni el pago de los cánones mediante
los respectivos recibos. Sobre tal ausencia probatoria, la actora nada dice concretamente en su
memorial, lo que de por sí sella la suerte de su recurso. Lo cierto es que no se rebate esa falta
de acreditación del extremo fáctico invocado, que resultaba necesario probar para justificar el
reintegro pedido (conf. art. 377, Cód. Proc.). La información pericial contable a la que la
apelante remite (fs. 97) consigna sumas liquidadas por “alquileres” y por “expensas”, pero no
surge de dicha información que tales sumas hayan sido desembolsadas por la demandante,
con lo que se mantiene la falta de demostración de los extremos de hecho aludidos.
b) Con respecto al reclamo resarcitorio por “instalaciones, sistemas, vestuarios, muebles y
útiles”, la apelante efectúa una observación in genere tendiente a demostrar que el gasto
debería ser “presumido” en un caso como el sub lite, pero no se hace cargo de los motivos
concretos y específicos brindados por el primer sentenciante para desestimar el pedido, los
cuales se basaron en que los respectivos gastos habrían sido hechos por un tercero que no es
parte en este pleito (fs. 551/552).
c) También se observa una insuficiencia recursiva en cuanto al rubro “productos adquiridos”.
El juez de la anterior instancia desestimó el reintegro solicitado con base en la falta de
demostración de mercadería mantenida por la actora, y tal argumento no es rebatido de modo
alguno en esta instancia. Como bien observó el a quo, no demostrándose la falta de reventa de
los productos, es claro que no aparece acreditado el supuesto gravamen que justificaría el
resarcimiento.
d) Del mismo modo cabe razonar en cuanto al rubro “publicidad”, que el juez desestimó con
sustento en que las prestaciones respectivas no habían sido facturadas a la actora. Tal
argumento no es criticado fundadamente por la apelante, quien sólo indica que es
continuadora de otra firma -MAP S.R.L.-; pero tal observación no revierte el fundamento
expresado por el a quo, lo que conduce a mantener el rechazo del pedido.
e) En lo concerniente al último item sobre el que insiste la actora, esto es el pedido de
reembolso de salarios abonados, igualmente cabe señalar que aquélla no se hace cargo de la
falta de prueba destacada por el a quo sobre el particular.
En síntesis, considero que corresponde rechazar el recurso de la demandante en cuanto a los
conceptos indemnizatorios tratados.
VIII) Finalmente, en lo atinente a las costas, tiene resuelto el Tribunal que en las acciones por
daños y perjuicios -como el caso sub lite-, aquéllas deben imponerse a la parte que con su
proceder dio motivo al pedido resarcitorio, de acuerdo a una apreciación global de la
controversia y con independencia que las reclamaciones del perjudicado hayan progresado
parcialmente con relación a la totalidad de los rubros o montos pretendidos, sin que quepa
sujetarse en esta materia a rigurosos cálculos aritméticos (ver en tal sentido esta Sala, 14.2.91,
in re “Enrique R. Zenni y Cía. S. A. c/Madefor S. R. L. y otro s/ordinario”; 22.12.99, in re
“Burgueño, Walter Ricardo c/Banco Mercantil S. A. s/ordinario.”, entre muchos otros).
En razón de ello, corresponderá modificar el pronunciamiento sobre las costas e imponerlas
en su totalidad a la parte demandada, solución compatible con el criterio objetivo del
vencimiento del art. 68, 1er. párrafo, del Código Procesal, sin perjuicio de la valoración que
se efectúe con relación a las regulaciones de honorarios más allá de las pretensiones admitidas
de la reclamante.
IX) Por los motivos expuestos, si mi criterio fuera compartido, corresponderá confirmar la
sentencia apelada, con la sola modificación indicada en el considerando VIII. Las costas de
Alzada, atento el resultado de los recursos, deberán imponerse en un 80% a la demandada y
un 20% a la actora (art. 71, Cód. Proc.). Así lo voto.
Por análogas razones, el Señor Juez de Cámara Doctor Bindo B. Caviglione Fraga adhiere al
voto anterior.

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