Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Programa
Primera edición,
La Paz, Bolivia,
septiembre de 2009
1000 ejemplares
Impresión:
SIRCA Impresiones
El contenido
de este documento
es de exclusiva
responsabilidad
de sus autores
y no representa el
punto de vista oficial
de Compañeros
de las Américas
PLURALISMO JURÍDICO
YDIÁLOGO INTERCULTURAL
2009
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Ín d ice
Prólogo
Jénnifer M. Guachalla Escóbar 11
Introducción 21
1. La jurisdicción ordinaria o los problemas de cambiar los
letreros de las puertas, sin ver el hecho colonial 25
1.1. América Latina 25
1.2. Bolivia 30
1.3. Elementos para una reinterpretación política
de la reforma judicial en Bolivia 32
1.4. La justicia boliviana:
•5•
herencia colonial y procesos contemporáneos 33
1.5. Bolivia: De las “reformas” a las políticas judiciales
descolonizadoras 36
1.6. Reforma judicial y pluralismo raquítico por América Latina 37
1.7. Estado plurinacional y jurisdicción indígena:
pluralidad y pluralismo 38
2. La jurisdicción “indígena originaria campesina”:
las ventajas de mirar la realidad y… no morir en el intento 41
2.1. Jurisdicción indígena (I): Una mirada al horizonte colonial 41
2.1.1. Quipus legislativos 41
2.2. Juan de Betanzos (1551) acciones prohibidas por el Inca quien: 44
2.3. Pedro Cieza de León (1553) acciones prohibidas 45
2.4. Fernando Santillán (1563) procedimientos de averiguación: 46
2.5 Cronista anónimo (1593) acciones prohibidas
y procedimientos de averiguación 46
2.6 Relación Anónima (ordenanzas) 49
2.7. Recopilación de las Leyes de Indias
o el pluralismo jurídico colonial 52
2.8. ¿Yel siglo XIX? 55
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
1. Introducción 93
2. Espacios y territorios: una disyuntiva conceptual 95
2.1. La perspectiva política de la territorialidad 95
2.2. La perspectiva antropológica de territorialidad 98
2.3. La territorialidad del Estado-nación moderno 100
2.4. Noción de territorio en la propuesta indígena boliviana 101
3. Jurisdicción jurídica indígena 103
4. Criterios y pautas de coordinación y cooperación 107
4.1. Definición de competencias 107
4.2. Auxilio judicial 108
4.3. Respecto a la paridad de funciones de actos jurídicos 109
4.4. Niveles de cooperación y coordinación 110
4.5. Garantías de los derechos fundamentales 112
Bibliografía 115
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Primera Parte
Desafíos del Sistema de Justicia Plural 145
1. Antecedentes 147
2. Marco teórico 151
3. La Constitución vigente y los desafíos 155
Segunda Parte
Criterios para la elaboración de una propuesta normativa 161
1. Delimitación de ámbitos de competencia 163
2. Principios en los que debe sustentarse el relacionamiento
de las diferentes jurisdicciones 173
3. Normas que permitan remitir el conocimiento
de los hechos ante la jurisdicción competente 177
4. Normas que establezcan los mecanismos de apoyo
de los órganos competentes
del Estado a la jurisdicción indígena originaria campesina 179
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Introducción 185
1. Marco teórico conceptual 188
2. Planteamiento de problemas 193
3. Análisis y desarrollo de los problemas planteados 195
3.1. Problema planteado Nº 1 195
3.2. Problema planteado Nº 2 199
3.3. Problema planteado Nº 3 199
3.4. Problema planteado Nº 4 200
3.5. Problema planteado Nº 5 201
4. Planteamiento de redacción de artículos sobre los temas analizados 203
5. Conclusiones 207
•8•
6. Recomendaciones 209
Bibliografía 211
Introducción 215
1. Pluralismo jurídico e interculturalidad jurídica 217
2. Lo pluri multi en pueblos de tierras bajas,
estado de la investigación sobre justicia indígena 221
3. La Jurisdicción Indígena Originaria Campesina (JIOC)
en el nuevo texto constitucional 227
4. Coordinación y cooperación entre la JIOC y las otras jurisdicciones 231
4.1. Aspectos clave a considerar en la Ley de Deslinde
entre la JIOC y las otras jurisdicciones 233
4.1.1. Aspecto clave: deslinde de competencias
y conflictos de competencia 233
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
•9•
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
• 10 •
PRÓLOGO
omo conse cue ncia de un largo proce so de incide ncia y lucha de los
pueblos indígenas ante la comunidad internacional y el propio Estado
boliviano para el reconocimiento e incorporación de sus derechos en
e l catálogo de de re chos humanos, e s que ahora contamos con dos
instrume ntos inte rnacionale s -e l Conve nio 169 de la OIT y la De claración de
Nacione s Unidas sobre los De re chos de los Pue blos Indíge nas- que re conoce n
los derechos de los pueblos indígenas y una Constitución que recoge el contenido
de dichos instrumentos. En ese contexto, la nueva Constitución Política del Estado
reconoce el derecho de los pueblos indígenas a administrar sus propios sistemas
jurídicos, en el marco de su derecho a la libre determinación y autonomía.
Es por eso que el valor de la presente publicación radica en el hecho de que las
distintas opinione s y propue stas e xpre sadas e n su inte rior por Martha Rojas,
Ramiro Molina, Idón Chivi, Migue l Aragón, Alvaro Infante y Carlos Alarcon,
contribuirán a me jorar la información que e l ciudadano tie ne sobre e l siste ma
jurídico indígena, y a introducir elementos de análisis en el proceso de formulación
y consulta de la mencionada Ley.
Por otra parte, tanto Rojas como Infante sugieren revisar las condiciones
en las que se juzgan a miembros de pueblos indígenas en la jurisdicción
ordinaria, y proponen la incorporación –dentro de la Ley de Deslinde- de
mecanismos jurídicos (atenuantes o causas de exención de responsabilidad
penal, criterios de oportunidad reglada, causas de justificación, etc.) que
pe rmitan a los mie mbros de pue blos indíge nas contar con un “de bido
proceso”.
• 17 •
• 18 •
Introducción
Estos procesos igualitarios son tales, por su sentido común y no por otra cosa, y
la justicia, particularme nte la nue stra —la de los prime ros habitante s de e stas
tie rras—, e s hoy e l lugar donde la historia re publicana de sarrolla su re de nción,
su renovación y desarrollo igualitario en el marco de los derechos humanos, de
todos los humanos, humanas, indígenas y no indígenas.
Somos e ntonce s, y nue stra jurisdicción indíge na lo e s, la mue stra de que más
allá de la compatibilización de “justicias”, e s posible de sarrollar coe xiste ncias
jurisdiccionales en beneficio de la paz social y la construcción de solidaridades
individuales y colectivas, entre diversos y diferentes. Estos procesos igualitarios,
son un tiempo intenso de preguntas fuertes y respuestas muchas veces raquíticas.
Hasta e l pre se nte , los e studios jurídicos re fe ridos a los sabe re s normativos
indígenas y los procedimientos no oficiales para su aplicación, han dado como
re sultado ajuste s institucionale s de orde n “parale lo” e ntre Estado y pue blos
indíge nas que lue go han sido constitucionalizados e n gran parte de Amé rica
Latina. Constitucionalizados y dejados en el olvido.
Por su lado, las organizacione s indíge nas de l Contine nte y e l mundo, de spué s
de un cuarto de siglo e n pe re grinaje logran —e n se ptie mbre de l 2007— la
Proclamación de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas convertida
en el primer instrumento internacional de derechos humanos cuyas disposiciones
son vinculante s y de obligatorio cumplimie nto para los Estados, tal como lo
dispone su artículo 42.
La citada De claración e stable ce —ade más—e n su artículo quinto: “Los pue blos
• 22 • indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas,
JURÍDICAS, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho
a participar ple name nte si lo de se an, e n la vida política, e conómica, social y
cultural de los Estados”.
Por tanto, la declaración tiene como eje central el Derecho a la Cultura Propia en
condiciones de igualdad que el Derecho Estatal. Este dato no debe comprenderse
como parale lismo jurídico sino como “pacto de coe xiste ncia radicalme nte
democrática entre saberes y prácticas institucionales propias y válidas para cada
ámbito de vida”.
Este aspe cto e scasame nte pe rcibido constituye e l ce ntro de gravitación para
re solve r e quívocos pe rmane nte s, de e nfre ntamie ntos pocas ve ce s fructífe ros
entre juristas y cultores de otras ciencias sociales; de enfrentamientos conceptuales
entre líderes indígenas, decisores políticos y la comunidad académica.
No mirar este hecho ha generado un problema mucho más grande aún: por un
lado, los teóricos de las ciencias sociales no han enfrentado adecuadamente el
funcionamiento real de las diferencias y lugares comunes entre culturas jurídicas
y el cómo de su normativización en un mismo Estado. Mientras que, por su lado,
los juristas no logran construir un horizonte te órico que ayude a conciliar las
diferencias y los lugares comunes en conflicto.
Lo sabemos: la ley por sí sola no cambia la realidad, pero es una poderosa ayuda
para su transformación en beneficio de la dignidad humana.
El pre se nte docume nto e stá dirigido a le ctore s que transitan e n los pasillos de
las cortes, de abogados que ocupan un lugar en un campo de lucha, donde decir
la ve rdad de l de re cho e s cue stión de vida o mue rte , de libe rtad o prisión. Un
campo de lucha donde el lenguaje de los indígenas puede ser bienvenido, pero
no por e llo ace ptado sin pagar sus costos; e l pluralismo no pue de se r tal si no
va acompañado de la pluralidad. También está dirigido a las autoridades indígena
originaria campesinas, que en el tiempo presente, no sólo pueden recuperar el
pasado, sino construir nue vas formas de e je rcicio jurisdiccional, de fe ndie ndo • 23 •
sustancialmente la dignidad humana, tenemos la autoridad histórica de nuestro
lado.
• 24 •
1 Para un panorama amplio sobre Colonialidad, saberes jurídicos y sistemas de justicia véase:
Rodríguez Veltzé (2009), Binder (2007); VJDH -República de Bolivia (2006); Chivi (2006);
Rodríguez (2005); Orellana (2004), Estella Nagle (2003). Para el caso específico de colonialismo
y constitucionalismo véase de Bartolomé Clavero (1995; 2003; 2006; 2007). En general sobre
Colonialidad del Saber y construcciones políticas: La colonialidad del saber: eurocentrismo y
ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. De Edgardo Lander (Comp.) Bs. As.: CLACSO,
2000. Para una comprensión política de colonialidad y plurinacionalismo puede verse de Jorge
Enrique Gonzalez (ed.) su Nación y Nacionalismo en América Latina. Bogotá: Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2007, y muy especialmente el capítulo de Fernando
Vizcaino “Estado Multinacional y Globalización”. págs. 29-64. Asímismo, puede consultarse de
y su Derecho Constitucional para la Sociedad Multicultural. Madrid: Trotta, 2007, en este libro
se evidencia las limitaciones del derecho constitucional anclado en el liberalismo, sea cual
fuere su versión (clásico, de bienestar o neoliberal), de ahí se pasa revista a las experiencias
más recientes de constitucionalismo en países diversos y pluriculturales.
las agencias financieras que apoyan estos estudios 2. En general, se nos plantea
que
La re forma judicial se pe rcibe de sde hace mucho tie mpo como una condición
pre via para la consolidación de la de mocracia y de l de sarrollo suste ntable e n
Latinoamérica. La mayor parte de los países de la región inició la última década
de l siglo XX con institucione s judiciale s dé bile s, ine ficie nte s y políticame nte
vulnerables. Pocos fueron capaces de lograr un equilibrio adecuado con el Poder
Ejecutivo, garantizar el respeto pleno de los derechos humanos y civiles básicos,
promover un entorno conducente al desarrollo económico, especialmente para
la inversión nacional e internacional, y proporcionar a sus ciudadanos los elementos
esenciales de la seguridad. Contaban con códigos penales anticuados, tribunales
con estructuras organizativas y presupuestarias insuficientes, jueces y funcionarios
judiciale s y policiale s mal re mune rados e inade cuadame nte capacitados,
procedimientos jurisdiccionales que demostraban niveles mínimos de transparencia
y condiciones penitenciarias generalmente deplorables.
2. Trabajos pioneros en este sentido ya los encontramos desde inicios de los noventa, puede
verse por ejemplo: Justicia y Desarrollo en América Latina y el Caribe. Seminario patrocinado
por el Banco Interamericano del Desarrollo. San José de Costa Rica, 1993, Washington D.C.,
o también: La justicia más allá de nuestras fronteras experiencias de reformas útiles para
América Latina y el Caribe. Christina Biebesheimer / Carlos Cordovez (edit.), Washington
D.C.: Banco Interamericano de Desarrollo, 1999; Hammergren, Linn: Quince años de reforma
judicial en América Latina: dónde estamos y por qué no hemos progresado más. 2000; Carrillo
Flores; Los retos de la Reforma de la Justicia en América Latina. 2000; y Felipe Saéz, La
naturaleza de las reformas judiciales en América Latina 2000. En: Reforma Judicial en América
Latina: Una tarea inconclusa. Disponible en . Este sitio es de la Organización de Estados
Americanos. Para una posición neoinstitucionalista puede verse de Linn Hammergren ¿Hemos
llegado?: El desarrollo de estrategias empíricas para la reforma judicial. Revista del CLAD:
Reforma y Democracia. No. 23. (Jun. 2002). Caracas, Venezuela. Para una visión sobre la
independencia judicial y la incidencia de la cooperación internacional en ella, véase de
Margaret Popkin. Iniciativas para mejorar la Independencia Judicial en América Latina: una
perspectiva comparativa. En: Pautas para la promoción de independencia judicial e imparcialidad
(marzo 2002). Washington D.C. USAID- Due Process of Law Foundation DPLF)/Fundación
para el Debido Proceso Legal. 2002. Disponible en . Para una perspectiva de la reforma
judicial desde la sociedad civil y la incidencia en ella véase de AA. VV; Sociedad Civil y
Reforma Judicial en América Latina, Massachussets Due Process of Law Foundation
(DPLF)/Fundación para el Debido Proceso Legal, National Center for State Courts (NCSC)/Centro
Nacional para Tribunales Estatales, octubre 2005. Disponible en . Finalmente un trabajo
realmente enriquecedor de este panorama general: Justicia un vínculo pendiente entre Estado,
Ciudadanía y Desarrollo. Carlos Cordovez (Editor), Washington D.C.: Banco Interamericano
de Desarrollo-INECIP, 2007.
sido de muy dive rsa índole , y van de sde re formas constitucionale s, cambios
estructurales en la administración de justicia, la sanción de nuevos códigos civiles
y pe nale s hasta e sque mas me nos ambiciosos que tie ne n por objeto e fe ctuar
mejoras técnicas a los sistemas existentes.
El proce so de re forma de los últimos 40 años atrave só dive rsas etapas, ye ndo
desde los ajustes de tipo mecanicista de los años sesenta dirigidos a mejorar el
suministro de servicios judiciales hasta los enfoques sistemáticos que se aplicaron
en décadas subsiguientes.
La última ola de reformas, que resultó ser también la más concentrada, comenzó
a mediados de la década de los noventa, poco después de la consolidación de
los sistemas democráticos formales en el hemisferio occidental. Diversas agencias
de cooperación aportaron cerca de mil millones de dólares en concepto de ayuda
financiera para las iniciativas de reforma del sistema de administración de justicia.
Las me ncionadas contribucione s se aplicaron a proye ctos de largo plazo con
té rminos de e je cución de al me nos die z años, por lo que muchos de e llos
continúan desarrollándose 3.
• 27 •
3. Cfr. Peter De Shazo y Juan Enrique Vargas; Reforma Judicial en América Latina: Resultados.
Santiago de Chile-Washington D.C.: CSIS Americas Program y Centro de Estudios Judiciales
de las Américas, 2006, pág. 3. Para una visión comparativa de la reforma judicial en la región
véase también: Reporte sobre el Estado de las Reformas Judiciales en las Américas 2002-
2003; 2004-2005 y 2005-2006. En: Revistas Sistemas Judiciales. Santiago de Chile: CEJAS-
INECIP; asimismo véase: En busca de una Justicia Distinta. Luis Pasará (Comp.). México
D.F.: UNAM, 2004, aquí escriben: Mauricio Duce (Chile); Hector Fix Fierro (México); Linn
Hammergrem (Perú); María Teresa Zadeck (Brasil); Rogelio Pérez Perdomo (Venezuela);
Alfredo Fuentes Fernández (Colombia); Álvaro Fernandino (Acceso a la Justicia) Margaret
Popkin (Independencia Judicial); Juan Enrique Vargas Viancos (Eficiencia Judicial); Roberto
Mac Lean (Visión de Conjunto); de Germán Burgos: Reforma Judicial en América Latina:
Tiempo de balances. El mencionado autor señala con certeza que: “Las reformas judiciales
iniciadas masivamente en América Latina, están costando mucho a nuestras poblaciones,
por lo demás cada vez más empobrecidas, de forma tal que los asuntos de la administración
de justicia son temas tan importantes que no pueden dejarse en manos sólo de los jueces,
abogados, o como empieza a ser dominante, de la banca multilateral”. Disponible
en:http://www.ilsa.org.co/IMG/html/bb.html. . Así también de Schavarstein, Leonardo: Repensar
la reforma judicial en América Latina. Foro Nacional “Estrategias para el mejoramiento de
la administración de justicia de Honduras”. Noviembre 1994. para un modelo de reforma
judicial por parte del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD] véase: Manual
de políticas públicas para el acceso a la justicia América Latina y el Caribe. Bs. As. INECIP,
Ediciones del Instituto, 2005.
Una ve rtie nte , me nos de scriptiva, más re fle xiva con los re sultados, me nos
complacie nte con los datos e stadísticos y que pone e n cue stionamie nto los
intereses políticos de quienes propugnan la reforma judicial (el cómo lo hacen
y para qué lo hacen), ha sido poco fructífera en estas tierras, a pesar de contar
con los adalides de la Reforma Procesal Penal y Judicial en América Latina 4 entre
sus mie mbros. En e sta líne a de pe nsamie nto, las te sis pre se ntadas por Cé sar
Rodríguez —para el caso colombiano—son ilustrativas además de útiles para una
perspectiva regional. Él señala que:
4 Cf. De Alberto Binder; De las Repúblicas Aéreas al Estado de Derecho. Bs. As. Ad Hoc. 2003;
Justicia ¿Poder Judicial?: necesidades y alternativas de cambio. En: Cuadernos de Reflexión
Nº 1. Vicepresidencia de la República de Bolivia, 2007; Luís Pasará; Reformas del sistema
de justicia en América Latina: Cuenta y Balance. (mimeo) 2004.
5. Vid. César A. Rodríguez Garavito; Globalización, reforma judicial y Estado de derecho en
Colombia y América Latina: el regreso de los programas de derecho y desarrollo.
Disponible en: http://www.djs.org.co/pdf/libros/cr_reformaJudicial.pdf.
Sin embargo, y a pesar de los autores de uno y otro lado, es posible señalar que,
ambas perspectivas tienen una agenda común de los problemas que hacen a la
administración de justicia en la región y que se sintetizan en:
- Independencia judicial,
- Acceso universal igualitario,
- Reclutamiento y promoción en base a los méritos,
- Organización y gestión administrativa del despacho,
- Asignación de recursos y autarquía presupuestaria,
- Introducción de mecanismos alternativos de resolución de conflictos, e
- Implementación del pluralismo jurídico para minorías culturales6.
Estas siete líne as de trabajo han marcado —y dirige n aún— las age ndas de la
reforma judicial en América Latina.
• 29 •
Como podrá notarse, el tema de la colonialidad (los saberes jurídicos y judiciales,
sus prácticas institucionales y sociales) están lejos de considerarse como parte de
los grandes problemas que tienen nuestros sistemas de justicia, y que de modo
reciente Binder, Zaffaroni, Rodríguez Veltzé y otros están comenzando a ver como
uno de los lugares conflictivos clave, en asumirlos como el núcleo mismo de la
problemática judicial7.
Ye llo no e s para e xtrañarse , sino más bie n para constatar que un dé ficit e n los
estudios referidos a la reforma judicial consiste en agarrar el objeto de investigación
y los sujetos interactuantes al margen del hecho colonial.
6 Cf. En busca de una Justicia Distinta. Luís Pasará (Comp.). México D.F.: UNAM, 2004.
7 Alberto Binder señala al respecto que: “(…) si vemos los 200 años de historia independiente
que hemos tenido, ninguno de los países nos hemos podido sacar de encima el modelo
colonial, inquisitorial de la administración de justicia (…) me parece que esta época es una
enorme oportunidad para que pongamos en cuestión ese modelo y lo echemos debajo de
una vez por todas…” En: Cuadernos de Reflexión Nro. 1, Poder Judicial ¿Justicia?: Necesidades
y alternativas de cambio. Vicepresidencia de la República, 2007, pág. 7.
1.2. Bolivia
Sin duda, el caso boliviano es un paradigma del olvido cuando de estudios sobre
la reforma judicial se trata.
• 30 • 8 Cf. Estudio sectorial sobre el Poder Judicial en Bolivia. informe presentado a la Corte Suprema
de Justicia. La Paz, Bolivia, 7 de diciembre. San José de Costa Rica: ILANUD. 1988; Así
también: Estudio del funcionamiento del sistema penal en Bolivia. La Paz, Bolivia. ILANUD,
1992.
9 Esta reforma constitucional, establece pautas al diseño institucional del sistema de justicia
en Bolivia, el Tribunal Constitucional, el Consejo de la Judicatura y el Tribunal Agrario Nacional
son el resultado de este proceso que modifica sustancialmente un orden de atribuciones,
mas no así una cultura jurídica interna. La reforma procesal penal de la segunda mitad de
los noventa y su consolidación en el primer año del siglo XXI, si bien ha tratado de romper
el monopolio del modelo inquisitorial por la oralidad, ha visto caer sus propias promesas en
un mar de desaciertos procesales atribuibles a maniobras propias de abogados o en su caso
a decisiones vinculantes del Tribunal Constitucional.
10 Navarro Solano, Sonia. Lineamientos de la modernización administrativa del poder judicial:
Caso Bolivia. Proyecto de Reformas Judiciales. Escuela Judicial de Costa Rica, ILANUD.
Sucre, Bolivia. s/f.
11 Disponible en: http://www.maec.es/NR/rdonlyres/D2523016-F539-4D6C-BF37-
4F6E0ED07AB8/0/12EvaProyecto deReformaJudicialenBolivia.pdf
12 Informe sobre Independencia Judicial en Bolivia.
Disp. en: http://www.dplf.org/jit/span/la_jit01/la_jit01_bo.htm. Agosto 2000.
13 La cita arriba mencionada es todo el reporte, sin duda que no representa en mucho los
problemas, avances y perspectivas hasta ese momento. Disponible en:
http://www.cejamericas.org/sistemas-judiciales/dossier.php?revista=5&idioma=espanol&secc=
107&TemaNiv2=107.
Revista Sistema Judiciales. Nº. 5 Septiembre del 2003, Santiago de Chile.
El 2003, Daniel Mogrovejo y Ritcher, nos muestran un panorama más amplio sobre
el sistema de justicia y el Consejo de la Judicatura 14.
Se cue nta tambié n con e studios sobre la re forma proce sal pe nal que ilustran
parcialmente el avance general de la reforma en la justicia penal, habida cuenta
además que es precisamente en la zona penal donde la relación Estado y ciudadano
se tensiona de tal manera que se convierte en un termómetro de la democracia 15.
Para compre nde r e l fracaso de la Re forma Proce sal Pe nal y, con e llo, e l fracaso
de la Reforma Judicial en Bolivia, conviene ver el documento de Iván Lima, quien
acertadamente señala que una de las razones para este hecho ha sido precisamente
la falta de coordinación e ntre las age ncias de coope ración mayorme nte
involucradas16.
14 Vid. “Informe sobre el Consejo de la Judicatura en Bolivia” (págs. 111=158). En: Consejos
de la Magistratura: Los consejos de la magistratura de Argentina, Bolivia, El Salvador,
Paraguay y Perú. Bs. As. Revista Pena y Estado, Revista latinoamericana de política criminal.
15 Cfr. de Elizabeth Morató: La Reforma Procesal Penal: Un proceso, varias visiones. Compañeros
de las Américas, Abril 2004, La Paz.
16 Cfr. Las reformas a la administración de justicia en Honduras y Bolivia: Razones que han
obstaculizado su éxito y cómo enfrentarlas. Washington D.C. Due Process Of Law, 2008.
Pág. 104.
17 Cf. Refundar Bolivia: Refundar la Justicia. En: Reflexiones para el debate constituyente. La
Paz: Vicepresidencia de la República, 2007.
18 Cf. La justicia constitucional en Bolivia. En: Análisis y Opinión. La Paz, 2007.
Cuadro N° 1
En ple no de bate constituye nte , tambié n e l Pode r Eje cutivo pre se ntó dos
docume ntos: e l prime ro de l Vice ministe rio de Justicia y De re chos Humanos19 y
e l se gundo compilado por e l Vice ministe rio de Coordinación Gube rname ntal.
Ambos fueron presentados ante la Asamblea Constituyente en su comisión judicial.
1.3. Ele me ntos para una re inte rpre tación política de la re forma judicial
e n Bolivia
19 Cfr. Viceministerio de Justicia y Derechos Humanos; Revolución Judicial para Vivir Bien.
Mimeo, agosto 2006, de la misma Cartera los folletos; Nacionalizar la Justicia Descolonizando
el Derecho. Nros. 1 y 2; diciembre 2006 y enero 2007 respectivamente.
20 Cf. El Estado de la opinión: Los bolivianos, la Constitución y la Constituyente. La Paz: PNUD,
2007. Págs. 93-103.
La fuerza del positivismo a fines del siglo XIX, muestra con elocuencia e xtrema
la de pe nde ncia jurídica de las é lite s; la Conve nción Nacional de 1899 y e l
posicionamie nto público de los juristas de l siglo se ñalado e vide ncian con
abundancia la visión racial y cultural sobre cómo debe tratarse jurídica y judicialmente
• 33 •
a los pueblos indígenas, a los pobres del campo y de la ciudad.
1.4. La justicia boliviana: he re ncia colonial y proce sos conte mporáne os.
21 Para un panorama más amplio sobre el siglo XIX puede verse de Renato CRESPO: Apuntes
para una historia del derecho en la época republicana. En: Revista Jurídica. UMSS,
Cochabamba, Año II, Nros. 87-90, diciembre de 1959
22 Manuel, López Rey; Proyecto oficial de Código Penal. Comisión Codificadora Nacional, La
Paz, 1946.
Las políticas judiciales tal como se las entiende desde la crítica a la colonialidad,
• 36 • son un paso adelante a las reformas judiciales porque parten de un cuestionamiento
profundo a la manipulación manique a de las mismas, porque parte n de la
constatación de que e s urge nte un ré gime n de ve rdad ade cuado a la re alidad
de donde emerge 27. Yuna parte de la realidad y la verdad somos nosotros los
descendientes de los primeros habitantes de estas tierras.
En e l conte xto constitucional, un brevísimo re corrido nos mue stra e l siguie nte
panorama normativo re gional: Panamá (1971), Nicaragua (1986), Brasil (1988),
Colombia (1991), El Salvador (1992), Guate mala (1992), Mé xico (1992, 2001),
Paraguay (1992), Pe rú (1993), Arge ntina (1994), Bolivia (1994) y Ecuador (1994,
1998), Venezuela (1999) y nuevamente Bolivia (2004) con el reconocimiento de
“sujeto electoral” a los pueblos indígenas28.
Una e xce le nte sínte sis crítica de los retos y de safíos que e l constitucionalismo
latinoamericano tiene con los pueblos indígenas y su administración de justicia • 37 •
nos la ofre ce e l profe sor Bartolomé Clave ro quie n se ñala que asistimos al
de spre stigio de las políticas indige nistas de los Estados e n mate ria de
constitucionalización de los derechos indígenas, a una especie de retirada táctica
pe ro no así a una salida e straté gica pluralista, inte rcultural y plurinacional. Por
e llo, “e l indige nismo de Estado se halla profundame nte de spre stigiado. De ahí
proce de [...] e l viraje constitucional [...] al que se asiste durante e stos últimos
años”29. Ese viraje se ha dado e n los casos de Ecuador y Bolivia y que hoy se
encuentran en sus constituciones respectivamente aprobadas.
28 Hecho, que a decir del Prof. Bartolomé Clavero, es UN derecho partido en DOS Cfr. Retablo
Constitucional de Derecho Indígena: Ecuador, Venezuela, Bolivia, México, 2006 (documento
al que se puede acceder en la siguiente dirección: http://alojamientos.us.es/derecho/clavero/retablo.pdf
29 Cfr. Geografía Jurídica de América Latina: Derecho Indígena entre Constituciones no Indígenas.
Se lo puede encontrar en la siguiente dirección: http://alojamientos.us.es/derecho/clavero/retablo.pdf
• 39 •
• 40 •
Un dé ficit e n los e studios sobre la justicia indíge na ha sido pre cisame nte la
revisión del horizonte colonial, vale decir, del momento de hibridación entre un
modelo de justicia precolonial [el ejercido durante el Tawantinsuyu] y la imposición • 41 •
del modelo español. Este proceso dio como resultado la Recopilación de las Leyes
de Indias.
¿Cómo hicieron los españoles de la invasión temprana para contar con información
sobre lo prohibido, su sanción y los mecanismos de averiguación con que contaban
los indígenas?
31 Para evitar discusiones bizantinas, sobre este chorizo de denominación, como lo sugiere
Xavier Albó, y parar en seco tal afirmación sin sentido, el autor se remite a un estudio realizado
por las Naciones Unidas donde se contiene la siguiente definición: “Son comunidades, pueblos
y naciones indígenas los que, teniendo una continuidad histórica con las sociedades anteriores
a la invasión y precoloniales que se desarrollaron en sus territorios. Se consideran distintos
de otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos territorios o en parte de
ellos. Constituyen ahora sectores no dominantes de la sociedad y tienen la determinación
de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su
identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus
propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus sistemas legales”. (Subcomisión
de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de las Naciones Unidas,
Estudio del Problema de la Discriminación contra las Poblaciones Indígenas, Doc. ONU
E/CN.4/Sub.2//1986/7/Add.4, párr. 379 [1986]) citado por James Anaya en su: Los pueblos
indígenas en el derecho internacional. Madrid: Trotta, 2005, pág. 24
Tal pregunta sólo puede responderse de una manera: a través de las informaciones
de los cronistas e spañole s y no e spañole s. Los cronistas e ran una e spe cie de
historiadores que acompañaban a los conquistadores y detallaban día a día los
hechos de la conquista. A su vez, registraban todo lo que concernía a los intereses
de la Corona. Muchos de estos cronistas dejaron un legado importante sobre las
formas de vida cotidiana de los colonizados, sobre la historia de sus élites y sobre
las formas de su justicia.
Sin duda, las fue nte s de los cronistas fue ron la é lite ilustrada de l Impe rio Inca,
conocidos como quipucamayoc, quie ne s a travé s de la le ctura de los quipus
die ron a conoce r a los “cronistas” las modalidade s de la justicia de l inca. Los
quipus no sólo eran un mecanismo de control numérico, sino también la forma
mediante la cual la nemotecnia se expresaba en toda su nitidez y fuerza.
Dejemos que sean los mismos cronistas quienes nos indiquen las funciones de
los quipus:
• 42 • La e xiste ncia de quipus le gale s vie ne de tre s fue nte s de la é poca: Polo de
Ondegardo, el Padre José de Acosta, y el mismo Pedro Cieza de León.
Polo de Ondegardo:
Como se habrá notado, pue de de ducirse que e xistía una e spe cie de quipus
legislativos, donde se registraban las leyes que tenían en el Tawantinsuyo. Fue a
partir de este registro detallado y sólo conocido por los quipucamayocs, que los
cronistas pudieron acceder a un conocimiento que luego fue parte de las idolatrías
exterminadas en el tiempo del genocidio primero.
Orde nó y mandó que si alguno fue se tomado hurtado e n tie rras do al maíz
e stuvie se ve rde o se co que e l tal fue se de snudo e n cue ros ansi hombre como
muje r la cual ropa llevase e l que ansi le tomase hurtando mandando que cada
uno tuviese sus guardas en las tierras.
Ordenó y mandó que si alguno hurtase a otro cualquier cosa que fuese poca que
mucha cantidad que e l tal ladrón fue se grave me nte atorme ntado y a su due ño
de la tal cosa hurtada le fue se vue lta la tal cosa con e l doble y si no tuvie se e l
ladrón con que lo pagar ni tuviese por ello que fuese dado el tal ladrón al señor
cuya la cosa era por perpetuo servidor suyo y no por esclavo porque entre ellos
no se usaba te ne r e sclavos con que tratase n y contratase n si no se rvidore s
perpetuos ellos y los descendientes destos tales lo eran de los hijos de los tales
señores a los cuales les mandó y averiguándose ser mentira que no le hubiese
hurtado que por la tal mácula que le hubie se pue sto hacié ndole ladrón no lo
siendo que el tal que ansi le hubiere informado al sin culpa diese dos tanto que
la cosa que la pedía que la había hurtado valiese y que si no tuviese otro tanto
que le pagar el infamador al infamado que el tal infamado entrase en la casa del
• 44 • infamador y lo tomase todo lo que se hallare públicamente y que allí le hiciese
desdecir delante de todos de lo que ansi le había levantado y que le hiciese allí
delante de todos un sacrificio con lo cual fuese restituido en su honra.
Orde nó e mandó que si alguno le vantase a otro te stimonio y que por e l tal
testimonio viniese infamia al que ansi era levantado que probándose ser mentira
este tal testimonio que al que tal testimonio levantase muriese por ello.
Ordenó e mandó que quien dijese mentira al Ingá en cualquier cosa que con él
hablase o nueva que le trujese que muriese por eso.
Ordenó y mandó que la mujer que se hallase que hubiese sido adúltera casada
o mamacoma como se le probase muriese apedreada de todos fuera de la ciudad
e n cie rto sitio que para e llo se ñaló que e ra e n la junta de los dos arroyos que
van por la ciudad del Cuzco y como no se le probase que el que tal testimonio
levantase muriese por ello en el mismo lugar e de la tal muerte que la tal había
de morir.
Como la cibdad del Cuzco era lo más prencipal de todo el Perú y en ella residían
lo más del tiempo los reyes, tenían en la misma cibdad muchos de los prencipales
de l pue blo, que e ran e ntre todos los más avisados y e nte ndidos, para sus
conse je ros; porque todos afirman que ante s que ynte ntase n cosa ninguna de
ynportancia, lo comunicavan con e stos tale s, alle gando su pare ce r a los más
botos; y para la gobernación de la cibdad y que los caminos estuviesen seguros
y por ninguna parte se hizie se n ningunos e ynsultos ni latrocinios, de los más
reposados déstos nonbravan para que sienpre anduviesen castigando a los que
fuesen malos y para esto andavan sienpre mucho por todas partes. De tal manera
entendían los Yngas en prove[e]r justicia que ninguno osava hazer desaguisado
ni hurto. Esto se entiende quanto a lo tocante a los que andavan hechos ladrones
o forcavan mugeres o conjuravan contra los reyes, porque en lo demás, muchas
provincias ovo que tuvieron sus guerras unos con otros y del todo no pudieron
los Yngas apartallos dellas.
En el río que corre junto al Cuzco se hazía la justicia de los que allí se prendían
o de otra parte trayan presos, adonde les cortavan las cabecas y les davan muertes
de otras maneras, como a ellos le agradava. Los motines y conjuraciones castigavan • 45 •
mucho y más que todo los que eran traydores y tenidos ya por tales, los hijos de
mugeres de los quales eran aviltados y tenidos por afrentados entre los mismos.
En cosas naturales alcancaron mucho estos yndios, así en el movimiento del sol
como en el de la luna; y algunos yndios dezían que avía cuatro cielos grandes y
todos afirman que l acie nto y silla de l gran Dios Hace dor de l mundo e s e n los
cielos. Preguntándoles yo muchas vezes si alcancan quel mundo se a de acabar,
se reye n y sobre e sto sabe n poco: y si algo sabe n, e s lo que Dios pe rmite que l
De monio le s diga. A todo e l mundo llaman “Pacha” conocie ndo la bue lta que l
sol haze y las crecientes y las menguantes de la luna. Contaron el año por ello,
al cual llaman “guata” y los hazen de doze lunas, teniendo su quenta en ello. Y
usaron de unas torre zillas pe que ñas, que oy día e stán muchas por los collados
del Cuzco algo ahuzadas para por la sonbra que sol hazía en ellas entender en
las sementeras en lo que ellos más sobre esto entienden. Yestos Yngas miravan
mucho en el cielo y en las señales dél, lo qual tanbién pendía de ser ellos todos
tan grandes agoreros. Quando las estrellas corren, grande es la grita que hazen
y el mormullo que unos con otros tienen.
Para ave riguar cualquie r de bate ó de lito que se imponía á alguna e ra, pone rle
en presencia del juez á él y á todos los que podian ser testigos, en aquella causa,
y allí le conve ncían sin que pudie se ne garlo, ó pare scia su inoce ncia, y si e l tal
indio e ra mal inclinado y de mal vivir dabanle torme nto; y si confe saba, e ra
castigado, y si no, e n cometie ndo otro de lito, que daba conve ncido e n todos y
e ra se nte nciado á mue rte , sie ndo e n casos grave s, ó hurto, ó fue rza; y una de
las principales causas porque los indios alababan la gobernación del inga, y áun
los españoles que algo alcanzan della, es porque todas las cosas susodichas se
determinaban sin hacerle costas (Santillán, 1979: 30).
Inte nción de hace r algun motín, ó mostrar algún de se o de pe car con alguna
virgen ó casada ó mujer comun... ó alguna dama de la reina... ñusta... tambien
de claraban los de se os é inte ncione s de hurtar. Yasi, lo que dice n algunos que
no de claraban los pe cados inte riore s. Acabado de de cir e l pe nite nte , si via e l
confe sor que habia de scubie rto todo su pe cho no curaba de sacarle más sino
que le exortaba á la enmienda ala adoración de sus dioses, y a la obediencia del
gran Vilahoma ó del inga... pobre ó rico, una misma penitencia le daba conforme
á los pecados que habia oido... (Anónimo, 1979; 167).
[Ordenanzas]
Todo género de homicidio que se hiciese fuera de guerra, sea punido y castigado
con pena de muerte natural, en esta forma: quien mata a su padre ó madre, que
mue ra y se a he cho cuartos; lo mismo si matare á sus abue los ó hijos; quie n
mataré algun niño ó niña, muera despeñado ó apedreado... quien á otro particular
del pueblo, que muera ahorcado.
Quien mata á algun ministro del rey, conociendo que era tal, ó á algun ministro
de los dioses; ó á alguna virgen aclla, que muera arrastrado o asaeteado. Quien • 47 •
matase á su muje r por odio, sin culpa de lla, ó sin sabe r que te nia culpa de
adulte rio, que mue ra ahorcado y he cho cuartos; lo mismo la muje r si matare á
su marido.
Quie n matare á su muje r hallándola e n adulte rio, que se a de ste rrado por un
cierto tiempo. Lo mismo si matare al adúltero con quien adulteró su mujer, pero
que el tiempo del destierro o pase de un año.
“Quie n fue re causa de que alguna muje r pre ñada de tre s me se s para arriba,
muera o malpara, dándole hierbas ó golpes, ó de cualquier manera, que muera
ahorcado ó apedreado.”
Quien forzare doncella y la deshonrare, que muera apedreado. Ysi ella quisiera
casarse (sic) con él, que nomuera, sino que se case luego. Quien forzare casada,
que muera ahorcado. Quien cometiere estupro con alguna doncella consintiendo
ella, que sean azotadoa y trasquilados y puestos á la vergüenza, y el sea desterrado
y conducido á las minas, y e lla á guardar algun te mplo; y si quisie re n casarse ,
sean solamente azotados y se casen luego; más si el casado y tiene hijo y mujer
sirvan á la comunidad y ella á algun templo ó á las acllas.
Quien tuviere cuenta con su propia hija, que mueran entre ambos despeñados...
pero si fue forzada y violada, que muera el padre, y ella sea puesta para que sirva
siempre á las acllas; y si alguno la pidiese por mujer, que se case...
Los incestos con los tios y sobrinos, ó con primos y primas en segundo grado, ó
afines en primer grado sean ambos castigados con pena de muerte de horca ó
apedreados...
• 48 •
Quie n cometie re e l pe cado de sodomía, que mue ra arrastrado y ahorcado, y
luego sea quemado con todos sus vestidos, y los mismo si se juntare con alguna
bestia.
Si los grandes señores cometieren algunos destos delictos, por donde merecieren
morir, que los gobernadores y consejos hagan la veriguación y información, y la
sentencia quédese para el rey, y cuando los tales murieren por su delicto, sean
de gollados e n la plaza o donde e l re y pare cie re ; y si fue se n se ñoras ilustre s ó
sus hijas, merecieren morir, sean degolladas dentro la cárcel.
Quie n fue se alcahuete para que se cometan e stupros ó ince stos... que mue ra
por ellos ahorcado. Ylo mismo la hechiceria que diere hierbas para que se amen
y se junten. Quien fuere alcahuete de adulterios que esté en la cárcel perpétua,
ó sea condenado á minas ó á las tierras o partes de la comunidad.
Quien hurtare cosa de comer ó de vestir, ó plata ó oro, sea e xaminado si hurto
forzado de la ne ce sidad y pobre za y si se hallare que si, no se a e l tal ladrón
castigado sino que tiene el cargo de proveedor, con privación de oficio porque
no tuvo cuidado... y désele al tal ladrón lo que hubiere menester de ropa y comida
y tierras y casa que si dende adelante hurtare, que hade morir. Si se averiguase
que hurtó de vicio ó por se r haragan y ocioso, que mue ra ahorcado, y si fue se
hijo de señor, muera degollado en la cárcel.
lro: “Que todos los subiectos al imperio de los ingas hablen una misma lengua
general, y esta sea la quichua del Cuzco, y la depriendan por lo menos,....
los que han de gobernar ó administrar justicia”.
2do: “Que en todos los pueblos haya de todo a oficios y oficiales y maestros...,
aquí tejedores de lana, ahí de algodón, acullá plateros... canteros...”.
3ro: “Que para e l tie mpo de barbe char, se mbrar, se gar.... re gar las tie rras, así
comune s como de particulare s, nadie se e xcuse , sino que salga con su
arado, y que de sde e l re y hasta e l más bajo ciudadano se ocupe de la
labranza... a sus tiempos...”.
4to: “Que se miren las tierras para qué planta ó semilla tienen más virtud, y no
se siembre allí más de aquella semilla ó planta... desta manera en todo lo
• 49 •
demás”.
6to: “Que en todas las provincias haya uno o más depósitos y alhóndigas, donde
se guarde todo e l bastime nto ne ce sario... para tie mpo de hambre , de
esterilidad, de guerras, para dar a cojos, ciegos, tullidos, ciudad y huérfanos,
y que de esto no pueda aprovecharse el rey ni los señores”.
7mo: “Que hubie se de pósito de ganado de la tie rra, que sirvie se , lo prime ro,
para los sacrificios; lo se gundo, para las ne ce sidade s de la re pública, lo
te rce ro, para socorre r á los pobre s, lisiados y viudas y hué rfanos”.
8vo: “Que e n cada pue blo se dividan las tie rras, a cada ve cino cie rta me dida,
y a los propios y comunidades tanta, y que estas comunidades no se pueda
meter el rey ni los eñores y si se metiere el rey por alguna causa justa, sea
9no: “Que cada uno se vista y adorne conforme a la cualidad que tiene, el plebeyo
como plebeyo y el noble como noble, y que ninguno se vista del género
de ropa y tarje y labor que se viste n los re ye s, sino fue se hijo ó hija ó
pariente del rey, ó... particular privilegio para ello”.
11ro: “Todo género de homicidio que se hiciere fuera de guerra, sea punido y
• 50 • castigado con pe na de mue rte natural, e n e sta forma: quie n mata a su
padre ó a su madre, que muera y sea hecho cuartos, lo mismo si matare
á sus abuelos ó hijos, quien mataré algún niño ó niña, muera despeñado
ó apedreado... quien á otro particular del pueblo, que muera ahorcado”.
12ro: “Quie n mata á algún ministro de l re y, conocie ndo que e ra tal, ó algún
ministro de los diose s: ó á alguna virge n aclla que mue ra arrastrado y
asaeteado. Quien matase a su mujer por odio, sin culpa della, ó sin saber
que te nía culpa de adulte rio, que mue ra ahorcado y he cho cuartos, lo
mismo la mujer si mataré a su marido”.
13ro: “Quien mataré a su mujer hallándola en adulterio, que sea desterrado por
cierto tiempo, lo mismo si matare al adúltero con quien adulteró su mujer,
pero que el tiempo del destierro no pase un año”.
14to: “Quien fuere causa de que alguna mujer preñada de tres meses para arriba,
muera ó malpara, dándole hierbas ó golpes, ó de cualquier manera. que
muera ahorcado ó apedreado”.
16to: “El adúltero y la adúltera sean castigados con pena de muerte; y el marido
si hallare a su mujer en tal delito, denuncie luego, para que se le cumpla
la justa venganza; lo mismo la mujer denuncie dellos, para que mueran”.
17mo:“Quie n forzare donce lla y la de shonrare , que mue ra ape dre ado. y si e lla
quisiera casarse (sic) con él, que no muera si no que se case luego. Quien
forzare casada, que muera ahorcado. Quien cometiere estupro con alguna
doncella consintiendo ella, que sean azotados y trasquilados y puestos a
la vergüenza y él sea desterrado y conducido á las minas, y ella á guardar
algún templo; y si quisieron casarse, sean solamente azotados y se casen
lue go, más si e l casado y tie ne hijo y muje r sirvan a la comunidad y e lla
á algún templo ó a las minas”. • 51 •
18vo: “Quie n tuvie se cue nta con su propia hija, que mue ran e ntrambos
despeñados... pero si fue forzada y violada, que muera el padre, y ella sea
puesta para que sirva... siempre a las acllas y si alguno le pidiere por mujer,
que se case”.
19no: “Los ince stos con los tíos y sobrinos, ó con primos y primas e n se gundo
grado, ó afine s e n prime r grado, se an ambos castigados con pe na de
muerte de horco ó apedreados...”.
21ro: “Si los grande s se ñore s come tie re n algunos de stos de litos, por donde
merecieren morir, que los gobernadores y consejos hagan la averiguación
y información, y la se nte ncia qué de se para e l re y, y cuando los tale s
murie re n por su de licto, se an de gollados e n las plazas ó donde e l re y
pareciere, y si fuesen señoras ilustres ó sus hijas, y merecieren morir, sean
degollados dentro la cárcel”.
22do: “Quien fuese alcahuete para que cometan estupros ó incestos... que muera
por ellos ahorcado. Ylo mismo la hechicera que diere hierbas para que e
amen y se junten. Quien fuere alcahuete de adulterios que éste en la cárcel
perpetua, ó sea condenado á minas ó a las tierras ó partes de la comunidad”.
24to: “Haya e n cada pue blo un jue z contra los ociosos y haragane s, que los
castigue y haga trabajar” (Anónimo: 1879, 198-205).
• 52 • Como se puede advertir, el proceso de hibridación de la Ley del Inca con la Ley
de la Corona, es un proceso que duró, al menos un siglo.
La ley IV-T. I-L. II: “Ordenamos y Mandamos que las leyes y buenas costumbres
que antiguamente tenían los indios para su buen gobierno y policía y sus
usos y costumbres observados y guardados después que son cristianos y
que no se e ncue ntre n con nue stra sagrada re ligión, ni con las le ye s de
este libro y las que han hecho y ordenado se guarden y ejecuten”.
pare cido ne ce sario y conve nie nte . Y porque nue stra voluntad e s que se
guarde y particularme nte las le ye s que fue ran e n favor de los indios.
inviolablemente...” manda ejecutar dichas leyes aun en el caso de apelación
de las mismas”.
El inve stigador pe ruano Atilio Sivirichi añade que e l de re cho indíge na pudo
subsistir gracias a:
3º La Bula “Veritas Ipsa” expedida por el Pontífice Paulo III (1537), que declaró
a los indios seres racionales en los términos siguientes: “Algunos ministros
deseosos de satisfacer codicias y deseos afirman continuamente que los
indios de las parte s occide ntale s y los de l me diodía, y las de más ge nte s
que en nuestros tiempos han llegado a nuestra noticia, han de ser tratados
y reducidos a nuestro servicio como animales brutos, a título de que son
inhábiles para la fe católica (...) Queriendo proveer en estas cosas remedio
Por su parte, otro investigador peruano, Jorge Basadre, señala que las costumbres
indígenas permanecieron bajo el dominio colonial en tres formas:
Tal e stado de situación e s lo que hoy se conoce como tre gua pactada o pacto
de reciprocidad. La vigencia de las Repúblicas de Indios y Repúblicas de Españoles
establecía una situación de empate gubernativo, donde las autoridades indígenas
tenían derechos si no iguales, similares en jerarquía a los de la autoridad colonial,
y en el caso de ejercicio judicial éste se expresaba en la primacía de la autoridad
indígena por sobre la colonial.
Las Re formas Borbónicas (1765) son —con mucho— causa fundame ntal de la
quiebra colonial y la reanimación de los derechos políticos indígenas expresados
e n los le vantamie ntos de 1780-81 e n e l Bajo y Alto Pe rú, pe ro su de rrota lle ga
como llega la victoria de los colonizadores: con toda su violencia fáctica y simbólica.
32 Cfr. Derecho Indígena Peruano de Sivirichi, Atilio, Kuntur, Lima, 1946, Pág. 79.
33 Cfr. Jorge Basadre, Historia del derecho peruano. Citado por Atilio Sivirichi. Op. Cit. Pág. 94.
El cerco a La Paz liderado por Túpac Katari35, la toma militar de Oruro por Jacinto
Rodrígue z y los indíge nas de Paria y Carangas 36, la crisis de l gobie rno colonial
en Potosí generada por los hermanos Tomás y Dámaso Katari37 son la expresión
movilizada de una sociedad fracturada en sus cimientos.
Entre 1781 y 1820, la crisis del gobierno colonial se profundiza llegando a extremos
insostenibles38, los procesos independentistas se dan cada vez con más fuerza
y los ejércitos de San Martín y Simón Bolívar concentran —en la primera década
del siglo XIX—la fuerza necesaria para consolidar la independencia de las colonias39.
Pero un dato que por lo general pasa desapercibido es que la propia España se
encontraba en una crisis galopante que le impedía ver las dimensiones políticas
de lo que ocurría en sus “colonias”. • 55 •
a lo largo del siglo XIX. Vivirán así extrañados entre sí, unos con visos de adaptación,
los otros con visos duros de adopción, nacerán las justicias en período republicano.
40 Vid. “El reto de ejecutar la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas” de Victoria Tauli – Corpuz. En: La Declaración de los Derechos de los Pueblos
Indígenas. Barcelona: Punto y Seguido. alterNativa Intercambio con Pueblos Indígenas.
2008, pág. 9.
41 Cf. Clavero, Bartolomé; Derecho Indígena y Cultura Constitucional en América. México. Siglo
XXI. 1994
42 Instituto Indigenista Interamericano que tendrá a su cargo una acción académica que permitirá
“ver”: primero las falencias del sistema de justicia formal en relación a los indígenas tratados
por ella, y segundo conformar cuerpos legales que tomen el tratamiento jurídico especial
para los indígenas considerados en situación de inferioridad social y minoridad psicológica.
Un segundo momento se inicia cuando el Instituto Interamericano Indigenista rompe su
esquema lineal de desarrollo y se prodiga en pensar la realidad indígena como un lugar
donde son los mismos indígenas quienes deciden el sistema de justicia del cual son
depositarios.
En la dé cada de los se se nta, los indíge nas se e ncontraban suficie nte me nte
organizados y enviaron más delegaciones a la ONU, hasta que en 1972 la ONU
de signó a Martíne z Cobo para e laborar un informe sobre la situación de los
pue blos indíge nas, informe que e ntre gó a principios de los oche nta. Es e sta
dé cada que los ve re apare ce r con toda su fue rza re ivindicativa, retomando e l
camino iniciado al momento mismo de la conquista: la restitución de los derechos
conculcados.
Artículo 17. Las controversias de naturaleza civil, agraria, como las faltas y
delitos originados entre miembros de las comunidades serán resueltas o
43 Cf. De Souza Santos, Boaventura, La globalización del derecho: los nuevos caminos de la
regulación y la emancipación. ILSA, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1999. pág. 152.
En los nove nta, e l mundo e nte ro e ntra a un nue vo te rre no fascinante de los
planteamientos indígenas y con ello a la peligrosidad política de sus propuestas47.
44. Cfr. Por el Imperio del Derecho. Boletín de la Comisión Andina de Juristas, Nº 8, Agosto de
1985, Seminario “Derecho: Mundo Andino y Amazonía” La Paz Bolivia págs. 16-19.
45 Chitakolla. Boletín, Nº 46, Junio de 1990, La Paz. Tema del mes: Derechos Indios, Derechos
Humanos. Págs. 4-18.
46 En diversos países se realizan publicaciones comentando el citado Convenio, dando pautas
de su aplicación o realizando procesos de sensibilización para su ratificación en sus respectivos
países, pero también son las mismas organizaciones indígenas quienes exigen a sus
profesionales a conocer y explicar este Convenio y llevarlo a las comunidades, en el caso
del autor, fue precisamente en ese momento donde ingresa a la discusión indígena y su
vivencia practica, así como sus construcciones políticas.
47 Esto —sin lugar a dudas— ha repercutido en el ámbito constitucional latinoamericano, varios
países tienen textos constitucionales cuyos diseños responden -en realidad- al grado de
presión política y capacidad de negociación de los propios movimientos indígenas (Colombia,
Perú, Ecuador y Venezuela son casos representativos e ilustrativos porque sus reformas
fueron parte de Asambleas Constituyentes). Para mayor profundidad conviene revisar los
trabajos de Raquel Irigoyen, Bartolomé Clavero, Silvina Ramírez en: www.alertanet.org.
• 61 •
3.1. “Justicia comunitaria”: vida, pasión y mue rte de un conce pto.
El autor del concepto fue el conocido intelectual Ramiro Molina quien señalaba:
Sin embargo, este concepto no es definitivo, sino que puede ser tomado como
punto de partida en la comprensión de la justicia indígena o de sistemas interlegales.
En efecto Ramiro Molina lo dice con toda claridad: “La justicia comunitaria es un
campo de acción específica que deberá ser inicialmente definida, aunque solamente
sea como referencia conceptual”52.
Sin duda, la mayor concentración del debate estuvo signada por las definiciones
que el Ministerio de Justicia y el Comité Nacional de Implementación del Nuevo
Código Procesal tuvieron en sus manos; la vacatio legis declarada para el Código
Proce sal Pe nal (NCPP) tuvo como fin e stable ce r un proce so de difusión y
consolidación de la NCPP y con e llo la difusión de la justicia comunitaria como
concepto homogeneizante 53.
50 Íd. p. 11.
51 Ibidem p. 36.
52 Ibidem p. 40.
53 Asumiendo -como se dijo arriba- la versión comunitarista neoliberal.
54 Vid. Conociendo el Nuevo Código de Procedimiento Penal. Red Participación y Justicia, Mayo
2004, (2ª edición) especialmente las págs. 83-91, La Paz.
55 Para la citada autora: “Los llamados pactos de silencio vinculan a autores con no autores de
hechos extremos reñidos con los mandatos de la Constitución Política del Estado, en una
complicidad de encubrimiento que también atenta contra toda forma de administración
imparcial de justicia”. Esta apreciación se adelanta en mucho a lo que ocurrió en Ayo Ayo
junio 2003. Cfr. La Reforma Procesal Penal: Un proceso, varias visiones. Compañeros de
las Américas, Abril 2004, La Paz, Pág. 36.
56 Cfr. Informe sobre Desarrollo Humano 2004. PNUD, Mundi Prensa, Madrid, 2004, especialmente
páginas 57-59.
Como se dice arriba, en todo este proceso poco esfuerzo se hace para cuestionar
los soportes epistemológicos del concepto “justicia comunitaria”, menos aún de
sus soportes materiales, las mismas instituciones encargadas de su proceso de
difusión no propone n cue stionamie ntos al conce pto, hasta que e l conce pto se
cae. Lo de Ayo Ayo el 2004 y Sica Sica el 2008, ponen en evidencia un malentendido
de dimensiones que nos recuerdan al colonialismo más radical sólo comparable
a lo dicho y e stable cido por los pe nalistas de la prime ra mitad de l siglo XX57.
Una excepción es la investigación realizada por René Orellana (2005) que, desde
la sociología y la antropología de l De re cho, inicia un abordaje que ayuda —e n
mucho— a la clarificación de conce ptos e stable cie ndo campos normativos y
campos judiciales como escenarios complementarios y de interlegalidad con la
n o rm a tivida d e sta ta l, y qu e bie n pu e de n se rvir pa ra ir co n stru ye n do
conce ptualme nte aque llo que ocurre mate rialme nte : los pue nte s e ntre justicia
indígena y justicia estatal.
Dicho de otro modo, e xiste n prácticas jurídicas y judiciale s indíge nas que se
cone ctan dire ctame nte con la normatividad y judicialidad e statal; pe ro é stas
dependen del grado de autonomía que las comunidades deciden tener con los
• 64 • órganos representativos del Estado, la conceptualización de “campos”, pone en
evidencia que los estudios realizados hasta ahora pierden de vista las nociones
de orde n y disciplinamie nto que se practican e n las comunidade s indíge nas y
que , si se analizan con ate nción los datos etnográficos, mue stran una e norme
e xpe rie ncia histórica así como la capacidad de inve ntar de re cho, y con e llo de
hacer jurisprudencia. Así lo testimonia, al menos, la Nueva Constitución Política
del Estado.
58 Cfr. Althusser, Louis; Para leer el Capital. México: Siglo XXI, 1986.
59 Cfr. Clavero, Bartolomé; El Orden de los Poderes: Historias Constituyentes de la Trinidad
Constitucional. Madrid: Trotta, 2006. El mismo autor haciendo referencia al constitucionalismo
indigenista dice lo siguiente: “Por América Latina existe ya una larga historia de políticas
indigenistas que han resultado tan fallidas desde el punto de vista de los Estados como
contraproducentes e incluso lesivas para los indígenas […]” Cfr. Geografía Jurídica de América
Latina: Derecho Indígena en Constituciones no Indígenas”. Pág. 261. Así también de Anne
Sophie Berche, Alejandra María García y Alejandro Mantilla: Los Derechos en Nuestra Propia
Voz Pueblos Indígenas y DESC: Una lectura intercultural. Bogotá: Textos de Aquí y Ahora.
2006. para una caracterización del colonialismo interno y su funcionamiento jurídico puede
verse de González Casanova, Pablo; Sociología de la Explotación. México: Siglo XXI. 1969.
• 66 •
60 Cfr. Brown, Wendi & Patricia Williams; La Critica de los Derechos. Bogotá: Universidad de
los Andes-Instituto Pensar-Siglo del Hombre. 2003. Para una reflexión sobre el lenguaje
masculinizado del Derecho véase: Módulo Instruccional de Género. Sucre-La Paz: Ministerio
de Desarrollo Sostenible-Viceministerio de la Mujer-Instituto de la Judicatura, 2004. Para una
visión del feminismo radical véase de Paredes, Julieta; Asamblea Feminista. s/n/t, abril 2005.
61 Beatriz González Stephan, “Economías fundacionales. Diseño del cuerpo ciudadano”, en:
B. González Stephan (comp.), Cultura y Tercer Mundo. Nuevas identidades y ciudadanías.
Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1996. Desde una crítica a la colonialidad. Santiago
Castro-Gómez señala que “La función jurídico-política de las constituciones es, precisamente,
inventar la ciudadanía, es decir, crear un campo de identidades homogéneas que hicieran
viable el proyecto moderno de la gubernamentabilidad. Cf. Ciencias sociales, violencia
epistémica y el problema de la “invención del otro”. En La colonialidad del saber: eurocentrismo
y ciencias sociales Perspectivas latinoamericanas. Edgardo Lander (Compilador). CLACSO,
2000, pág. 149.
62 Cfr. de Foucault, Michel; Vigilar y Castigar. México, Siglo XXI, 1986 (19ª edición). Así también
del mismo autor: La Verdad y las Formas Jurídicas. Barcelona: GEDISA, 2005. (10ª reimpresión),
o su Defender la Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 2003.
63 Cfr. Nino, Santiago nos señala casi ingenuamente “[…] el constitucionalismo en su sentido
mas pleno es un fruto exótico que florece solo en escasos lugares y en condiciones
verdaderamente excepcionales.”.Véase: Fundamentos de Derecho Constitucional. Buenos
Aires: Astrea, 1993, pág. 1. Véase también de Habermas, Jürgen: Facticidad y Validez.
Madrid: Trotta, 1998.
64 Esta frase la recogemos de Colomer Viadel, Antonio; Introducción al Constitucionalismo
Contemporáneo. Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica. 1990, pág. 76.
¿Quié n pue de ne gar que Bolivia e stá conformada por 36 nacione s indíge nas
catalogadas como tales en los registros oficiales y particulares de ONGs y agencias
de cooperación internacional.
¿Quién puede negar que, debido a la inexistencia del Estado en las áreas rurales, • 67 •
sus habitante s (indíge nas, originarios o campe sinos) tuvie ron que dotarse de
mecanismos institucionales propios y efectivos. Tuvieron que mantener mecanismos
que vinie ndo de l pe ríodo pre colonial se me zclaron con prácticas coloniale s de
los españoles y aún hoy persisten, aunque reconceptualizadas por la propia visión
de los pueblos indígenas o que fueron reconceptualizadas desde una apreciación
por la vida e n común, e n cole ctivo, porque sólo así e ra posible sobrevivir a un
Estado hostil?
De qué se trata:
lo re alme nte importante , lo re alme nte ve rdade ro, aque llo que no pue de se r
ignorado.
Estos proce sos de coope ración y coordinación re quie re n de una gran dosis de
voluntad de mocrática e ntre la autoridad jurisdiccional ordinaria y la autoridad
indígena; de mecanismos de apoyo en la solución de conflictividad compleja y
altame nte se nsible ; de me canismos de coope ración e n la inve stigación de la
ve rdad histórica; de la posibilidad de que la prue ba pue da se r valorada de sde
pe rspe ctivas múltiple s y no unidime nsionale s; de que la re solución e n ambos
me canismos se a una re solución e fe ctiva, no sólo para las parte s sino para la
comunidad en su conjunto, en apego estricto a los derechos humanos individuales
y colectivos.
• 70 •
¿Cuáles son los soportes que desde la academia debemos tomar en cuenta para
la construcción política de esta Ley de Deslinde Jurisdiccional? Ésta es la pregunta
de la cual parte el presente apartado del documento.
Dicho de otra forma: ¿Qué pueden juzgar los indios?, es la pregunta fundamental
que se para las aguas e n de re chas e izquie rdas, e n indios y no indios. Para los
primeros, la respuesta es rápida, se puede juzgar todo (de hecho así se redactó
la Nue va Constitución aprobada e n Oruro e n novie mbre de l 2009), para los
segundos, la figura varía, pues ellos consideran que las autoridades no pueden
juzgar todos los casos, sino sólo una de te rminada cantidad de he chos. No
me ncionan —por supue sto—qué e s lo que no pue de juzgarse , o qué casos no
pueden ser de conocimiento de la autoridad indígena.
Dicho de otro modo: los instrume ntos inte rnacionale s de de re chos humanos
tienen una batería de disposiciones que ordenan los aspectos materiales (derecho
sustantivo) y los aspectos formales de un justiciable (derecho adjetivo). En materia
de jurisdicción indígena originaria campesina se tiene la misma cualidad política,
las autoridade s ya se an indíge nas, originarias o campe sinas tie ne n mandato
• 72 • constitucional asumido de sde las organizacione s, para de sarrollar y aplicar
e strictame nte los principios y garantías e se nciale s de un “juicio” e n un Estado
de Derecho, de Derecho Plurinacional Comunitario para el caso boliviano. Estos
principios son regla constitucional vinculante a la jurisdicción indígena originaria
campe sina. No hay dónde pe rde rse , pe ro hay que ve r cuále s son las garantías
de un enjuiciado en la mencionada jurisdicción:
Ga ra n t ía d e c o o p e ra c ió n y
coordinación jurisdiccional.
Como se pue de adve rtir, e l proce dimie nto jurisdiccional indíge na originario
campesino, está sujeto al cumplimiento de estos principios, pues constituyen el
Bloque de Constitucionalidad. Como señala Susana Albanese en relación al debido
proceso legal, “para que exista debido proceso legal es preciso que un justiciable
pueda hacer valer sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva y en
Se plante a una pre gunta se ncilla: ¿pue de una autoridad indíge na sonar con
chicotazos a un miembro que ha cometido una acción prohibida por la comunidad?
Otro caso: ¿la jurisdicción indígena puede violentar los principios materiales de
legalidad y de irretroactividad? No, ni siquiera con una interpretación intercultural
de la jurisdiccionalidad pue de n viole ntarse e stos dos principios re ctore s de l
e je rcicio jurisdiccional, ade más: “En un Estado de de re cho los principios de
• 74 • legalidad e irretroactividad presiden la actuación de todos los órganos del Estado,
en sus respectivas competencias, particularmente cuando viene al caso el ejercicio
del poder punitivo en el que se manifiesta, con máxima fuerza, una de las más
graves e intensas funciones del Estado frente a los seres humanos: la represión”68.
Las voce s agore ras y detractoras de e sta jurisdicción han sido voce s de idiotas
con un micrófono al frente.
• 75 •
• 76 •
Dice la Constitución:
Las nacione s y pue blos indíge na originario campe sinos e je rce rán sus
funcione s jurisdiccionales y de competencia a través de sus autoridades,
y aplicarán sus principios, valore s culturale s, normas y proce dimie ntos
propios. Esta jurisdicción conoce los asuntos indígena originario campesinos
de conformidad a lo establecido en una Ley de Deslinde Jurisdiccional. La
Ley de Deslinde Jurisdiccional determinará los mecanismos de coordinación
y coope ración e ntre la jurisdicción indíge na originaria campe sina con la
jurisdicción ordinaria y la jurisdicción agroambiental y todas las jurisdicciones
constitucionalmente reconocidas.
Hasta dónde pue de n juzgar los indíge nas, o qué casos pue de n conoce r las
autoridades indígenas originarias campesinas, ha sido la pregunta que ha merecido
tres tipos de respuesta:
- Conoce r y re solve r todos los casos, incluidos los que se e ncue ntran
regulados penalmente.
- Conoce r y re solve r todos los casos, incluidos los que se e ncue ntran
regulados penalmente, pero en cooperación decisional con juez ordinario.
Estas tre s te nde ncias, marcan e l de bate actual. ¿Cuál e s la que los indíge nas
vemos como propio de un Estado plurinacional comunitario?
Ninguna. En realidad, lo que interesa es afirmar que: a) Una vez que se ha asumido
el Bloque de Constitucionalidad con todas sus consecuencias en lo material y lo
formal, no se re quie re e stable ce r límite s a la compe te ncia mate rial de las
autoridade s indíge nas originarias campe sinas. De he cho, todas las re glas de
derechos humanos referentes a pueblos indígenas en materia de competencias
no cierran el paso, sino que abren el mismo (Cfr. Convenio 169 y Declaración de
Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU).
Con e stas notas se podría e laborar una inte rpretación progre siva
para neutralizar posibles interpretaciones restrictivas y afirmar siempre
e l de re cho de los pue blos a participar y se r consultados re spe cto
de cualquie r norma de de sarrollo constitucional que le s vaya a
afe ctar. Ello incluye por supue sto no sólo la Ley de De slinde , sino
el Código Penal y otras normas afines...69.
69 Comunicación personal de Raquel Irigoyen con el autor del presente documento vía correo
electrónico.
Sin duda, el aporte de Raquel Irigoyen es valioso para comprender de una buena
vez por todas, que cualquier medida administrativa o legislativa que afecte a los
pueblos indígenas tiene que ser consultada previamente a los mismos; así está
e n e l Conve nio 169 y de l mismo modo e n la De claración de De re chos de los
Pueblos Indígenas.
Siguiendo con la reflexión, toca ahora marcar las líneas prácticas para establecer
los mecanismos de cooperación y coordinación entre jurisdicciones, que partiendo
de la humanidad indígena originaria campesina se conecta con otras jurisdicciones.
Hay que remitirse al Vocabulario Jurídico para tener claridad con lo que viene por
delante:
70 Cfr. Vocabulario Jurídico. (Bajo la dirección de Gérard Cornu) Bogotá: Temis, 1995, pág. 228.
6.1. El anteproyecto
Para una me jor compre nsión de lo dicho, se analizará ahora una ide a de
anteproyecto de Ley de Deslinde Jurisdiccional.
II. Su e structura funcional se rige por las formas inte rnas de e je rcicio
gubernativo tradicionales y aquellas desarrolladas por las organizaciones
indígenas existentes en el país.
• 82 •
Los principios rectores constituyen el asentamiento epistemológico, un orden de
saberes que orientan el espíritu de la ley; en el caso presente, se trata de asentar
la descolonización como horizonte normativo, la complementariedad como táctica
de construcción y la e quidad como proce so social programático. Todo e sto se
sostie ne e n e l artículo nove no de la Nue va Constitución Política de l Estado.
Hace referencia al derecho que se usa, que puede usarse o que puede crearse
en las lógicas territoriales de referencia.
En gran parte de la zona de ayllus (La Paz, Potosí, Oruro, Cochabamba, Sucre y
parte de Tarija) la jurisprudencia oral es dominante; pero a su vez el proceso de
reconstitución de ayllus en la zona cercana al lago Titicaca, y los valles altos de
Cochabamba está emergiendo un modelo de prácticas jurídicas y judiciales que
se expresan como procesos en marcha, como algo que está siendo creado.
Artículo 7 (Competencias)
• 84 •
Compete ncia mate rial: La jurisdicción indíge na tie ne compete ncia sobre
todas las materias o el mandato que representaren.
¿Cuáles son las materias de su atención? Todas las materias, sin discriminación.
El artículo asume e n todos sus e xtre mos la dire ctriz de la Nue va Constitución
Política de l Estado; así, e l órgano de cie rre de l control constitucional tie ne una
nueva atribución.
• 85 •
• 87 •
• 88 •
Conclusiones
Sin duda, se puede decir mucho más, pero lo más importante está en sintetizar
que:
a) Hay suficie nte s evide ncias históricas para compre nde r los horizonte s de
la colonialidad en el sistema judicial y su insuficiencia para tratar asuntos
de indígenas y sus propios asuntos.
b) Existe suficie nte e vide ncia histórica para se ñalar que e l pluralismo y la
pluralidad no son temas nuevos, vienen ya desde el momento mismo de
iniciada la conquista.
1. Introducción
• 93 •
• 94 •
Para ello sólo abordaremos algunos aspectos del debate que sobresalen desde
dos grandes tendencias de pensamiento que tratan el concepto de territorialidad
de mane ra distinta. Estas dos mane ras provie ne n e n grande s líne as de dos
dife re nte s disciplinas: de las cie ncias políticas y jurídicas, por un lado, y de la
antropología, por otro.
La prime ra te nde ncia fue re cie nte me nte e xpue sta por Franz Barrios e n su obra
titulada “Hacia un Pacto Te rritorial e n Bolivia: conflictos, conce ptos, conse nsos
• 95 •
e n torno a autonomías” (2009). El autor parte de la ide a que para e nte nde r e l
concepto de territorio se deberá primero entender el concepto de espacio. Barrios
(2009) explica como “la noción de espacio precedió a la de tiempo en la evolución
humana”. Analógicamente, se puede decir también que antes del Estado está el
espacio. “Este (espacio) no necesita del Estado para existir” expresa el autor. Se
pue de asumir que Barrios sostie ne que e l e spacio ante ce de la e xiste ncia de l
Estado, por lo tanto, corre sponde a las socie dade s me nos de sarrolladas
(políticame nte ) e n tanto no alcanzaron nive le s evolutivos supe riore s, tal como
e stable ce n las conocidas e tapas e volutivas de scritas por los e volucionistas
unilineales del siglo XIX, denominando como “primitivas” a aquellas sociedades
sin Estado. Barrios continúa en esta lógica al describir que el espacio no es otra
cosa que el resultado de simples relaciones básicas: “El espacio consiste en redes
de relaciones entre cosas, aunque también es posible que contenga elementos
aislados que no respondan a una determinada cohesión en torno a algo ni a la
homogeneidad”.
A este tipo de relaciones, que se puede deducir son de tipo “primaria”, es decir,
e spacios funcionale s y homogé ne os, se gún Barrios, que las de nomina “nodos
espaciales”. En vez de tener fronteras tienen “bordes”, afirma el autor, que define
de mane ra impre cisa las parte s e xtre mas de l e spacio de dichas inte rre lacione s
funcionale s. Pe ro, ade más, e stos borde s no son e strictame nte de finitorios de l
espacio ya que para su reproducción necesitan ir más allá de sus bordes al mundo
externo: “Está demás decir que tener bordes tampoco implica la posesión de un
caparazón he rmé tico, pue s los nodos e spaciale s, para su propia re producción,
necesitan intercambiar información con sus entornos”.
Por otra parte y al contrario de los “nodos espaciales”, los espacios denominados
“territorios” tienen fronteras muy bien definidas, conocidas también como límites
político-administrativos: “Resulta que los nodos espaciales tienen bordes que nos
son fronteras o límites político-administrativos”, dice el autor.
Ahora bien, se trata de dos tipos de espacios que pueden o no coincidir con la
realidad. Uno proviene de su condición de no-estado, es decir, societal o funcional
homogéneo; y el otro se define por la propia existencia estatal, por lo tanto, es
heterogéneo.
Ahora bien, al autor argumenta que en realidad la relación entre estos dos tipos
de e spacios se origina e n un proce so e volutivo que da lugar pre cisame nte al
surgimiento de lo político y del Estado, en el momento en que un espacio nodal
se sobre pone a otros a travé s de la rutinización e n lo administrativo y, por lo
tanto, de la acumulación del poder. Así el poder se expresa en el dominio sobre
otros. El autor asocia en esta lógica la existencia de lo político con el surgimiento
del Estado, siguiendo las líneas planteadas por Weber (1980), quien propuso que
las relaciones de dominio se llaman “políticas” cuando integran las variables de
coerción, espacio y administración. Tema debatible y controversial particularmente
planteado desde la antropología.
Cuando hablamos del espacio como “territorio” debemos aceptar que lo que eran
“borde s” de un e spacio funcional/ homogé ne o se han vue lto “fronte ras”. Pe ro
sucede algo aún más decisivo: El nodo político-administrativo que, como apropiación
espacial concreta y activa del Estado no es otra cosa que la territorialidad misma,
acaba de sviándose de su orige n y se convie rte e n una conce pción unive rsal,
multipropósito, y por definición, heterogénea.
El orige n de l vocablo fronte ra vie ne de fre nte , un té rmino militar, que de signa
la zona de contacto con una armada e ne miga. Esta líne a sinuosa y fluctuante
evoluciona en función de las relaciones de fuerzas presentes. A partir del siglo
XVII, la fronte ra se vue lve progre sivame nte e n una líne a de finida, límite e ntre
Estados.
La frontera política consiste por consiguiente en una separación entre dos territorios
(dos sobe ranías e n ple no e je rcicio), que se mate rializa e n la e xiste ncia de una
frecuentemente representada por una línea. Se enfrentan dos sistemas políticos,
se tratan de igual a igual, pero sus funcionamientos, sus modos de organización,
sus sistemas jurídicos difieren de un Estado.
La frontera es una franja del territorio situada entorno a los límites internacionales.
El término frontera se refiere a una región o faja, mientras que el término está
ligado a una concepción imaginaria.
Los Estados tienen una característica esencial: la soberanía, esto es, la facultad
de implantar y ejercer su autoridad de la manera en la que lo crean conveniente.
Para que e l e je rcicio de la sobe ranía por parte de los Estados no pe rjudique a
otras naciones, se crean límites definidos en porciones de tierra, agua y aire. En
el punto preciso y exacto en que estos límites llegan a su fin es cuando se habla
de fronteras.
que habita (Ardre y, 1966; Malmbe rg, 1980), y, para otros, se trata más bie n de
una caracte rística cultural e spe cial de los se re s humanos, que se acre cie nta e n
las socie dade s más comple jas —e spe cialme nte las dotadas de Estado— (Soja,
1971; Alland, 1972; Sack, 1986).
La territorialidad, tal y como la define Sack (1986, p. 19), es una conducta humana
que intenta influir, afectar o controlar acciones mediante el establecimiento de
un control sobre un área geográfica específica: el territorio. Para él, la territorialidad
humana cumple cuatro funcione s básicas: fortale ce r e l control sobre e l acce so
al te rritorio, ratificar e l pode r a travé s de su vinculación dire cta al te rritorio,
desplazar la atención de la relación social de dominación y actuar como contenedor
espacial de hechos y actitudes. Estaría entonces en el vértice de un gran número
de accione s humanas; de he cho, para Sack (1986) sólo e xistiría otra forma tan
im p o rta n te d e re la ció n g e o g rá fica q u e e s la a cció n p o r co n ta cto .
En primer lugar, hay que distinguir en relación con el Estado-nación dos usos de
la palabra territorialidad: en cuanto realidad de derecho, se refiere a la vinculación
• 100 • jurídica e ntre de te rminado te rritorio y las pe rsonas que se e ncue ntran e n e l
mismo; en tanto percepción del self, alude a un territorio que es considerado por
un grupo de personas como el marco normal y exclusivo de sus actividades.
Se entiende por tierras ocupadas, poseídas por los pueblos indígenas, las
que constituyen su hábitat, su espacio socioeconómico, las utilizadas para
actividades de producción, caza, pesca y recolección incluyendo aquellas
ne ce sarias para la pre se rvación de los e cosiste mas y re cursos naturale s;
áreas imprescindibles para la generación, sustentación y sostenimiento de
una capacidad de población humana que garantice su cre cimie nto y
desarrollo.
• 101 •
Balda continúa con la caracterización de territorio, “pero además de contemplar
el derecho propietario territorial para los pueblos indígenas, el artículo 20 incluye
el derecho a la propiedad de tierras para las comunidades indígenas”.
(ii) Te rritorio comunal o inte rcomunal (TC): Se e ntie nde como e l e spacio
ge ográfico- de ntro de l te rritorio histórico -e n e l cual una comunidad o
comunidades originarias, reasentadas o reconstituidas de haciendas o no,
y otras habitan y de sarrollan su e stilo de vida, producie ndo y trabajando
sus recursos naturales.
• 102 •
La etimología del término proviene de dos palabras del latín antiguo que define:
jus = derecho y dicere = declarar, Declarar el derecho; o Iurisdictio = administrar • 103 •
e l de re cho, no e stable ce rlo. Por lo tanto, e s función e spe cífica de jue ce s u
operadores de la justicia.
El jurista Giuseppe Chiovenda sostiene que la jurisdicción es “la función del Estado
que tie ne por fin la actuación de la voluntad concre ta de la le y me diante la
sustitución de la actividad individual por la de los órganos públicos, se a para
afirmar la e xiste ncia de una actividad le gal, se a para e je cutarla ulte riorme nte ”
(CABANELLAS, Guille rmo, Diccionario Enciclopé dico De De re cho Usual, Bue nos
Aires, Argentina: Heliasta, 1996, 24ª , tomo V, página 48.). Ésta es una definición
eminentemente estatista, descartando a cualquier otro sujeto de la facultad de
administrar justicia.
La jurisdicción indígena nos permite mirar de una manera correcta a las unidades
jurisdiccionales vigentes respecto a los ámbitos de competencias, tanto territoriales
como de mate ria y pe rsonal, por parte de las autoridade s corre spondie nte s e n
el campo de la administración jurídica. Hoy en el capítulo cuarto del Título III del
Órgano Judicial, e n e l artículo 190 de la Constitución Política de l Estado se
re conoce n a las unidade s jurisdiccionale s como jurisdiccione s indíge nas como
parte de la nueva estructura del poder judicial nacional.
Si bie n, e n virtud de la dive rsidad de siste mas de de re cho indíge na e xiste nte s,
las funciones y atribuciones de las jurisdicciones indígenas existentes varían de
conformidad con las prácticas jurídicas de cada pueblo. Es decir, las jurisdicciones
indíge nas son tan variadas como lo son las propias prácticas jurídicas que
caracterizan cada una de ellas.
• 106 •
Para llevar ade lante me didas que pe rmitan una ade cuada articulación e ntre la
justicia indígena originaria campesina y la justicia ordinaria, se deberán considerar
ciertos criterios y pautas que sean consideradas en la Ley de Deslinde, de acuerdo
a lo establecido en la Constitución Política del Estado.
(iii) Una ve z que la jurisdicción indíge na re gule , conozca o re sue lva un caso
de su competencia, éste no puede ser sometido a la jurisdicción ordinaria
e n n in gú n mo me n to de l pro ce so , pu e s de jaría sin co n te n ido e l
reconocimiento de la jurisdicción indígena.
Las autoridade s de las jurisdiccione s indíge nas conoce rán y re solve rán
asuntos e n e l te rritorio de la comunidad y/ o pue blo indíge na originaria
campesina donde se haya producido el hecho y donde intervienen miembros
de dichas unidade s jurisdiccionale s de acue rdo a sus propias normas,
procedimientos reconocidos por el conjunto de grupo.
Dado que uno de los servicios básicos que brinda el Estado a sus ciudadanos es
el de la administración de justicia, el hecho de que las comunidades indígenas
resuelvan sus conflictos de acuerdo a sus propias pautas no exime al Estado de
facilitarles toda la ayuda disponible para que dicho conflicto pueda ser efectivamente
resuelto.
Por otra parte , e l auxilio judicial cobra e spe cial importancia cuando se trata de
articular dos sistemas jurídicos desiguales en la medida que se requiere de mayor
información para tomar cie rtas dete rminacione s que vayan a e sclare ce r cie rtos
he chos e n algunos casos difícile s de abordar sólo de sde la pe rspe ctiva local.
La cooperación mutua por la vía del auxilio judicial permite en primer lugar una
articulación más fluida, permite desarrollar niveles de confianza entre las autoridades
de ambos sistemas y finalmente evita generar conflictos innecesarios debido a
la falta de información y contacto judicial.
(i) Recuperación:
Por otra parte, algunas autoridades comunales prefieren que ciertos hechos con
caracte rísticas grave s se an asumidos por la justicia ordinaria. En e stos casos, y
dado e l conse ntimie nto de la autoridad comunitaria, dete rminados conflictos
podrán se r de rivados a la justicia ordinaria. Es posible pe nsar e n más de una
posibilidad en donde se presente la delegación como forma de articulación entre • 111 •
la justicia indígena originaria campesina y la ordinaria:
En e ste se ntido, e s e l Tribunal Constitucional e l que de be ría inte rve nir cuando
se produzcan violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, el procedimiento
a se guirse hasta alcanzar la máxima instancia de be se r dise ñado de modo tal
que se permita que el control sea sencillo y eficaz.
Entre los aspectos más importantes que derivan de los mecanismos de cooperación
y coordinación se encuentra la articulación entre la justicia indígena originaria
campesina y la ordinaria, a través de un sistema de apelaciones que permita la
garantía de los derechos humanos fundamentales.
• 113 •
• 114 •
Bibliografía
ARDREY, Robert
1966 The Te rritorial Impe rative : A Pe rsonal Inquiry into the Animal Origins of
Property and Nations. New York, Ateneum.
ALLAND,
1972 The Human Impe rative . Ne w York: Columbia Unive rsity Pre ss. (e ditions
published in German, Dutch, Japanese, French, Italian, Spanish.)
BARRIOS, Franz
2009 “Hacia un Pacto Territorial en Bolivia: conflictos, conceptos, consensos en
torno a autonomías”.
CABANELLAS, Guillermo,
1996 Diccionario Enciclopé dico De De re cho Usual, Bue nos Aire s, Arge ntina:
Heliasta, 24ª , tomo V, página 48.
• 115 •
CHIOVENDA, Giuseppe
1959 en P. CALAMANDREI, Giuseppe Chiovenda: Recuerdo de juristas, Buenos
Aires.
MALMBERG, T.
1980 Human Territoriality, La Haya, Mouton Editores.
• 116 •
1. Introducción
El Subsiste ma Jurídico Re publicano (SJR) tie ne un fundame nto unive rsal porque
se aplica a todos los habitantes del Estado por la única razón de encontrarse en
su te rritorio, sin distincione s de ninguna naturale za; e n cambio, e l Subsiste ma
Jurídico Indígena Originario Campesino (SJIOC) tiene fundamento particular porque
únicame nte se aplica e n los te rritorios y a los mie mbros de aque llas nacione s y
• 119 •
pueblos en cuyas comunidades se forma y produce este derecho consuetudinario
y cuyas autoridades naturales están encargadas de su aplicación.
Entre los pre supue stos para e l de slinde jurisdiccional e s ne ce sario pre cisar la
cantidad de jurisdiccione s indíge na originario e xiste nte s y a qué nacione s o
pueblos corresponden y, una vez concretados estos datos, cuáles son los criterios
de investidura oficial de las autoridades naturales de cada una de estas jurisdicciones
y la forma de acreditarlas de manera fehaciente.
• 121 •
El prime r te ma que re quie re claridad y pre cisión de conce ptos para formular
adecuadamente una Ley de Deslinde Jurisdiccional es el relativo a la cantidad y
tipo de jurisdicciones que están reconocidas en la nueva Constitución.
De ntro de la cate goría de función judicial única (art. 179 I CPE) la Constitución
reconoce las siguientes jurisdicciones:
1. Ordinaria.
2. Agroambiental.
3. Indígena Originario Campesina.
4. Especiales.
5. Constitucional, denominada como “Justicia Constitucional”.
Existe n dos crite rios orie ntadore s para e l de slinde de la jurisdicción indíge na
originario campesina con el resto de las jurisdicciones: i) deslinde jurisdiccional
por exclusión; y ii) deslinde jurisdiccional por concurrencia.
La Constitución, de mane ra e xpre sa, formula e sta dife re ncia cuando e stable ce
que la jurisdicción indígena originaria campesina se fundamenta en un vínculo
particular de las pe rsonas que son mie mbros de la re spe ctiva nación o pue blo
indíge na originario campe sino (art. 191 I CPE). Es de cir que indíge nas y no
indíge nas e stán sometidos a la Justicia Re publicana y sólo los indíge nas de la
específica nación o determinado pueblo están sometidos a la respectiva Justicia
Indígena.
indíge nas que la conforman, a travé s de la ade cuada ide ntificación y pre cisión
de sus re spe ctivos ámbitos pe rsonale s, mate riale s y te rritoriale s de vige ncia.
• 124 •
Todas las jurisdicciones mencionadas, por ser parte de la función judicial única
y e xpresión de la potestad de impartir justicia que emana del pueblo boliviano,
tienen que respetar y cumplir los siguientes principios:
1. Independencia.
2. Imparcialidad.
3. Seguridad jurídica.
4. Publicidad.
• 125 •
5. Probidad.
6. Celeridad.
7. Gratuidad.
8. Pluralismo jurídico.
9. Interculturalidad.
10. Equidad.
11. Servicio a la sociedad.
12. Participación ciudadana.
13. Armonía social.
14. Respeto a los derechos.
• 126 •
4. Pluralismo jurídico
El orde namie nto jurídico boliviano re conoce distintas fue nte s de producción
normativa (pluralidad de subsiste mas normativos de ntro de l siste ma de la
Constitución) y de aplicación de las normas a los casos concretos para la resolución
de controversias entre partes (pluralidad de jurisdicciones). Tomando en cuenta,
como se señaló en el numeral precedente, el origen predominantemente estatal
o comunitario de e stas e xpre sione s de de re cho y jurisdicción y e l fundame nto
universal o particular de las mismas, entonces se puede identificar dos subsistemas • 127 •
jurídicos (o compone nte s) que conforman e inte gran e l orde namie nto jurídico
boliviano cuya base o raíz es la Constitución del año 2009: i) El Subsistema Jurídico
Re p u b lica n o (SJR) q u e se a p lica a to d o s lo s h a b ita n te s d e l Es ta d o
inde pe ndie nte me nte de su pe rte ne ncia é tnica o cultural y de cualquie r otro
accide nte que los dife re ncie ; y ii) El Subsiste ma Jurídico Indíge na (SJI) que
únicamente se aplica a los miembros de las naciones o pueblos indígena originarios
campesinos.
foro) del derecho internacional privado, según el cual cada juez aplica su propio
de re cho; e s de cir, que e l pluralismo jurisdiccional dete rmina y condiciona al
pluralismo normativo y no a la inve rsa. El jue z re publicano aplica de re cho
republicano y el juez indígena aplica derecho indígena.
Siguie ndo los crite rios de de slinde jurisdiccional e xplicados e n e l nume ral
precedente, habría que establecer que las naciones y pueblos indígena originario
campe sinos únicame nte ge ne ran o tie ne n su propio de re cho (normas y
procedimientos propios / usos y costumbres) en el ámbito de su jurisdicción; lo
propio con e l conjunto de ciudadanas y ciudadanos bolivianos (sin accide nte s
que los diferencian) que únicamente generan o tienen su propio derecho a través
de las instituciones formales del Estado en el ámbito de la jurisdicción republicana.
Por lo tanto e l de re cho re publicano, e n todas sus e xpre sione s y varie dade s,
regularía todas las materias reservadas a las Jurisdicciones Constitucional, Ordinaria,
Agrario Ambiental y Especiales y, el derecho indígena, en todas sus expresiones
y varie dade s se gún la e spe cífica nación o pue blo al que se aplique , re gularía
todas las materias reservadas a las Jurisdicciones Indígena Originario Campesinas.
En e ste e sque ma e l de slinde jurisdiccional e s de te rminante para e l de slinde
• 128 • normativo.
Por lógica y cohe re ncia de conce ptos, no se trata únicame nte de una cue stión
de de slinde jurisdiccional sino tambié n de de slinde normativo de e stos dos
subsistemas jurídicos que componen e integran el orden jurídico boliviano. Por
lo tanto, cuando la Constitución e stable ce que la jurisdicción indíge na conoce
los asuntos indígena originario campesinos de conformidad a lo establecido en
una Ley de Deslinde Jurisdiccional, hay que interpretar este mandato constitucional
en sentido amplio referido a la demarcación, separación o deslinde no sólo de
la jurisdicción sino también del derecho aplicable.
Esta pre cisión no sólo e s impre scindible para una ade cuada ide ntificación y
delimitación de los dos subsistemas jurídicos que requieren ser deslindados sino
también a efectos del control constitucional que recaerá sobre las jurisdicciones
de los dos subsistemas y de separación de las jurisdicciones indígena originario
campesinas que conforman el Subsistema Jurídico Indígena (SJI). En este último
punto nótese que los conflictos entre jurisdicciones no sólo se podrán presentar
en un ámbito de interferencias entre los dos subsistemas jurídicos sino también
dentro de cada uno de ellos por interferencia de una jurisdicción específica con
relación a otra (Ej: Constitucional con Ordinaria / jurisdicción de la nación “x” con
la de la nación “y”).
de re solve r las inte rfe re ncias jurisdiccionale s que se pre se nte n de ntro de cada
uno de e llos. En e ste caso, e s ne ce sario re fle xionar sobre la conve nie ncia de
establecer órganos específicos dentro de cada uno de los subsistemas jurídicos
que se e ncargue n de re solve r las controve rsias suscitadas como conse cue ncia
de un conflicto inte rjurisdiccional que no trascie nda los límite s de l re spe ctivo
subsiste ma o, de lo contrario, dete rminar con pre cisión e n la Le y de De slinde
Jurisdiccional a cuál de los órganos constitucionalmente existentes le corresponderá
asumir e sta atribución sobre la base de un fundame nto razonable para e llo.
5.2 Ide ntificación de la inve stidura de las autoridade s naturale s e xiste nte s
• 131 •
• 132 •
Los criterios básicos para el deslinde jurisdiccional están referidos a los ámbitos
de vigencia territorial, personal y material de los subsistemas jurídicos republicano
y, de ntro de e llos, de sus re spe ctivas jurisdiccione s. La clave para simplificar la
aplicación de estos criterios es el régimen de las autonomías indígena originario
campesinas que permite fijar con mayor precisión los ámbitos de vigencia territorial,
personal y material de las jurisdicciones indígena originario campesinas.
Ide ntificadas las jurisdiccione s indíge na originario campe sinas e xiste nte s su
ámbito de aplicación de be ría e star dire ctame nte vinculado y circunscrito a una
entidad autónoma de gobierno, en aplicación de la competencia exclusiva relativa
al ejercicio de la jurisdicción indígena originario campesina para la aplicación de
justicia y re solución de conflictos a travé s de normas y proce dimie ntos propios
de acuerdo a la Constitución y la ley (art. 304 I – 8 – CPE).
Este crite rio te rritorial tie ne su ne ce sario comple me nto e n un aspe cto
funcional como es el lugar de realización de la relación o hecho jurídico
o de producción de sus re sultados o e fe ctos (art. 191 II – 3 – CPE). En
consecuencia, para que se aplique esta jurisdicción, la acción o el resultado
tie ne n que producirse de ntro de l te rritorio de la re spe ctiva autonomía
indíge na originario campe sina, y sie mpre que , ade más, se cumplan los
otros crite rios que habilitan e sta jurisdicción: i) pe rsonal y ii) mate rial.
que son mie mbros de la re spe ctiva nación o pue blo indíge na originario
campesino (art. 191 I CPE), únicamente debería aplicarse esta jurisdicción
a sus miembros, sin que para ello importe la calidad con la cual intervengan
en el proceso, como actores o demandados, denunciantes o querellantes,
denunciados o imputados, recurrentes o recurridos (art. 191 II – 1 – CPE),
y siempre que, además, se cumplan los otros criterios que habilitan esta
jurisdicción: i) territorial y ii) material.
penal, por ejemplo, los tipos penales que protegen el bien jurídico de la
vida o los intereses del Estado y de la sociedad cuando estos son afectados
de manera directa por el delito; en materia familiar, por ejemplo, la patria
potestad que genera la obligación de obediencia de los hijos con relación
a sus padres o tutores; en materia civil, por ejemplo, la calidad de herederos
forzosos de los hijos de l difunto con de re cho a una porción le gítima de
la herencia; en materia laboral, por ejemplo, los derechos irrenunciables
del trabajador, etc.
• 138 •
9. Conclusione s
Martha Rojas
Desafíos del Sistema
de Justicia Plural
Prime ra Parte
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
1. Ante ce de nte s
Para la ge stión de la dive rsidad cultural, los Estados han utilizado dife re nte s
enfoques. Así el asimilacionismo, sustentado en discursos racistas de inferioridad
biológica, primero, y luego inferioridad cultural, permitió la dominación política
y cultural de los pue blos indíge nas, me diante la imposición de una re ligión (la
católica), una identidad, un idioma (el castellano o español), y un derecho.
Sin embargo, esta situación fue modificada con el Convenio 169 de la OIT sobre
Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, que reconoció los derechos
colectivos de los pueblos indígenas, en el entendido de que éstos son indispensables
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
para e l ple no de sarrollo moral, mate rial y e spiritual3 de los individuos, quie ne s
sólo podrán se r prote gidos ple name nte si e stán pre viame nte garantizados los
de re chos cole ctivos 4. La ace ptación de l re conocimie nto de e stos de re chos no
supone una negación de los derechos individuales insertos en las declaraciones
internacionales sobre derechos humanos y en la Constitución Política del Estado,
sino más bien su enriquecimiento a través de un diálogo intercultural.
3 Julio César Trujillo, “La regulación de los derechos de los pueblos indígenas en América
Latina: El caso del Ecuador y su nueva Constitución”, en Justicia Comunitaria: Retos al
futuro, La Paz, USAID, Compañeros de las Américas, Red participación y justicia, Universidad
Andina Simón Bolívar, 2005, p. 27.
4 Elva Terceros, El Sistema Jurídico Indígena, Santa Cruz, Centro de estudios Jurídicos e
investigación social, El País, 2003, pág. 19.
5 IRIGOYEN, Raquel, op. cit.
6 Ibid.
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
En el marco del Convenio 169 de la OIT, que fue ratificado por Bolivia mediante
Le y 1257 de 11 de junio de 1991, se introdujo e n la re forma constitucional de
1994, el reconocimiento del carácter multiétnico y pluricultural de Bolivia (art. 1.I),
y e n e l art. 171 de la Constitución, ade más de de clarar los de re chos sociale s,
económicos y culturales de las comunidades indígenas y campesinas, en especial
los relativos a sus tierras comunitarias de origen, su identidad, valores, lengua,
costumbre s e institucione s; se re conoció a las autoridade s naturale s de las
comunidade s indíge nas y campe sinas la facultad de “e je rce r funcione s de
administración y aplicación de normas propias como solución alte rnativa de
conflictos, en conformidad a sus costumbres y procedimientos […]”.
7 El Convenio 169 hace referencia a los pueblos indígenas, que de acuerdo al art. 1 son aquellos
que descienden de poblaciones que habitaban en el país o región geográfica a la que
pertenece el país, en la época de la conquista o la colonización o el establecimiento de las
actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su condición jurídica, conservan todas
sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas;
añadiendo que la conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio
fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente
Convenio. La Constitución boliviana abrogada, apartándose de la denominación de pueblos
indígenas, hizo referencia a las comunidades indígenas y campesinas, esto debido a que,
a partir de 1953, se pretendió eliminar la terminología étnica y cambiarla por el término
campesino, lo que determinó que muchas comunidades indígenas se autodenominaran
campesinas. Por ese motivo, en la realidad boliviana no es fácil hacer una distinción entre
las comunidades indígenas y campesinas. La propuesta de las organizaciones sociales, en
el proceso constituyente, fue la de incorporar en la Constitución a los siguientes sujetos de
la justicia comunitaria: Pueblos indígenas, originarios y comunidades campesinas. Javier
Albó y Franz Barrios, op. cit. p. 47 y ss., y Red Participación y Justicia. Sistema de Justicia
de los pueblos indígenas y originarios. Asamblea Constituyente, 2006., p. 12; sujetos que
actualmente están reconocidos en la actual CPE pero como una unidad. Efectivamente, de
acuerdo al art. 30 de la CPE, Nación y pueblo indígena originario campesino es: “(…) Toda
la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma, tradición histórica, instituciones,
territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a la invasión colonial española”.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
Sin duda alguna, e l límite impue sto por la me ncionada Constitución e n e l art.
171, sobre la compatibilidad de la aplicación del derecho indígena con las leyes
e s lo que le re stó e fe ctividad y fue rza, e n la me dida e n que e l orde namie nto
jurídico nacional no tomó en cuenta la existencia de ese derecho indígena y, por
tanto, la aplicación de sus normas sie mpre e ncontraba una barre ra y un límite
en las leyes.
• 150 • Por otra parte es preciso señalar que si bien se reconocieron los derechos de los
pue blos indíge nas y la jurisdicción indíge na, e l marco de l re conocimie nto fue
limitado, porque más allá del art. 1, referido al carácter multiétnico y pluricultural
de Bolivia y de l art. 171 citado, e l te ma indíge na e ra aje no a la configuración
institucional de l Estado boliviano y e staba incluido como un Ré gime n Espe cial
(Título Te rce ro, Ré gime n Agrario y Campe sino, de la Parte Te rce ra, Re gíme ne s
Especiales).
Además, pese a que el art. 171 de la CPE establecía que una ley debía compatibilizar
las función jurisdiccional indígena de “las autoridades naturales” con las atribuciones
de los poderes del Estado y a la existencia de proyectos de Ley, éstos no fueron
aprobados por el Parlamento.
Ello determinó que los temas relativos, por ejemplo, a la competencia territorial,
material y personal de la jurisdicción no estuvieran precisados, porque no existía
una norma expresa que estableciera el órgano destinado al control de la jurisdicción
indígena y que, en los hechos, la jurisdicción ordinaria terminaba por controlar
las decisiones de la indígena.
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
2. Marco te órico
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
La inte rculturalidad propicia, como anota Rodrigo Alsina, “dos te nde ncias
contradictorias y comple me ntarias: por un lado, la promoción de la dive rsidad
cultural y, por otro, la busca (sic) de re fe re nte s comune s que trascie ndan las
dife re ncias. Esto nos podría lle var a plante arnos la posibilidad de una é tica
intercultural y replantearnos los universales culturales desde la interculturalidad
13”
12 PNUD, Informe de desarrollo humano en Guatemala 2005, PNUD, Guatemala, 2005, pág.
22.
13 ALSINA, Miguel Rodrigo, La interculturalidad en la modernidad actual, CIDOB, Encuentro
internacional sobre interculturalidad, 2001, Barcelona, España, pág. 219.
14 OLIVÉ, León, Multiculturalismo y Pluralismo, PADIÓS, UNAM, 1999, pág. 219.
15 Ibid.
16 Ibid., pág. 228.
17 CABRERO, Ferrán, Diversidad, pluralismo e interculturalidad, Escuela Virtual PNUD, 2008,
pág.12.
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Ahora bien, este mismo diálogo debe estar presente cuando se habla de pluralismo
jurídico, en procura de buscar la interacción entre los diferentes sistemas jurídicos,
con la finalidad de lograr una convivencia armoniosa, respetuosa de ciertos pactos
asumidos entre los diferentes grupos culturales.
Bajo ese criterio, el diálogo intercultural tendrá como efecto la fijación de principios
que de be n se r re spetados por todos los grupos culturale s; principios que , a la
ve z, alime ntarán tanto e l de re cho indíge na como e l de re cho occide ntal, que
pueden estar plasmados en la Constitución Política del Estado, y que, por tanto,
tendrán como consecuencia una base común que impregnará las normas tanto
de los pueblos indígenas como de quienes no lo son y que, a la vez, servirá de
límite para ambos; con mayor razon si se tiene en cuenta que estamos ante un
sistema jurídico plural.
• 153 •
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
• 154 •
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Por otra parte, en virtud al derecho de los pueblos indígenas, “a que sus instituciones
sean parte de la estructura general del Estado”, Bolivia se constituye en un “Estado
Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario y con autonomías”, fundándose
en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico,
“dentro del proceso integrador del país” (art. 1). Es así, que además de establecer
el carácter plurinacional del Estado, expresamente se señala que es comunitario, • 155 •
en base a la forma de organización comunitaria de los pueblos indígenas.
En ese mismo ámbito, no sólo se asumen los principios y valores propios de los
pue blos indíge nas como principios y valore s de l Estado (art. 8), sino que se
re conoce que la de mocracia pue de se r e je rcida de mane ra comunitaria por la
elección, designación o nominación de autoridades y representantes por normas
y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos,
y, entre otros aspectos, se reconoce a las autoridades indígena originaria campesinas
e ncargadas de administrar justicia como parte de l órgano judicial, al soste ne r
que la jurisdicción indíge na originaria campe sina e s una forma de e je rcicio de
la función judicial.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
Ahora bie n, la pote stad de impartir justicia, e n las dife re nte s jurisdiccione s, se
suste nta e n los principios de inde pe nde ncia, imparcialidad, se guridad jurídica,
publicidad, probidad, celeridad, gratuidad, pluralismo jurídico, interculturalidad,
equidad, servicio a la sociedad, participación ciudadana, armonía social y respeto
a los derechos (art. 178.I CPE).
En e se e nte ndido, surge n las siguie nte s inte rrogante s: ¿Existe algún punto de
unión en la diversidad de sistemas jurídicos?, ¿En qué medida la facultad normativa
de los pueblos indígenas sería independiente de esos principios comunes?, ¿Es
posible afirmar que e l siste ma ordinario sólo e stá constituido por normas de
raigambre occidental?
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
ÓRGANO JUDICIAL
Jurisdicción
Jurisdicción Jurisdicción Jurisdicciones
indígena originaria
ordinaria Agroambiental especializadas
campesina
• 158 • Autoridades
Tribunal Supremo Tribunal
indígena originaria J. Militar (art. 180)
de Justicia Agroambiental
campesinas
Tribunales Jueces
departamentales agroambientales La función
disciplinaria y
administrativa en base
a sus propias normas
Tribunales e instituciones
y jueces (Autonomía)
Función
Consejo de la
disciplinaria y
Magistratura
administrativa
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
• 160 •
Martha Rojas
Criterios para la elaboración
de una propuesta normativa
SEGUNDA PARTE
De acuerdo a las reglas del derecho procesal, la competencia puede ser personal,
mate rial y te rritorial, re glas que tambié n han sido previstas para la jurisdicción
indígena originaria campesina en el art. 191 de la CPE, bajo la denominación de
“ámbitos de vigencia”, que puede ser:
a) Pe rsonal
• 163 •
La Ley fundame ntal e stable ce , e n e l se gundo parágrafo de l art. 191 que “e stán
sujetos a esta jurisdicción los miembros de la nación o pueblo indígena originario
campe sino, se a que actúe n como actore s o de mandados, de nunciante s o
querellantes, denunciados o imputados, recurrentes o recurridos”.
Para responder esta interrogante, primero debemos entender que el derecho “al
ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos acorde a su cosmovisión”,
previsto en el art. 30 de la CPE, es un derecho de carácter colectivo, es decir, que
la titularidad del derecho no recae en una persona individual sino en un grupo
de personas plenamente identificado. En este caso, la nación y pueblo indígena
originario campesino; consecuentemente, ese derecho sólo puede ser ejercido
19 ZAVALA BAQUERIZO, Jorge, El proceso penal, tomo I, Bogotá, 1989, p. 122, cit por LLASAG
FERNÁNDEZ, Raúl, op. cit. p. 754.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
por e sa cole ctividad, que ha sido de finida por la propia Constitución e n e l art.
30, que se ñala: “Es nación y pue blo indíge na originario campe sino toda la
colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma, tradición histórica,
instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a la invasión
colonial española”.
Conse cue nte me nte , se aplica e l de re cho indíge na a los mie mbros de e sa
colectividad, es decir, a quienes compartan identidad cultural, idioma, tradición
histórica, institucione s, te rritorialidad y cosmovisión. De e sta afirmación podría
e stable ce rse una prime ra conclusión: que e l de re cho indíge na sólo se aplica a
los mie mbros de l pue blo indíge na que compartan dichas caracte rísticas y, por
ende, vivan en un determinado territorio.
Sin e mbargo, e sto no e s tan simple como pare ce , porque pue de n pre se ntarse
diversos problemas a la hora de aplicar el derecho indígena, si se toma en cuenta
que uno de los crite rios para dete rminar la pe rte ne ncia de una pe rsona a un
pue blo indíge na e s la auto ide ntificación como mie mbro de e sa cole ctividad,
prevista en el art. 1-2 del Convenio 169 de la OIT 20 ¿Qué pasa entonces con las
personas que no compartiendo todas las características descritas en el art. 30 de
• 164 • la CPE se autodefinen como miembros de la nación y pueblo indígena originario
campesino?
La re spue sta a e sa inte rrogante e stá e n e l art. 191-1 de la CPE que se ñala que
la jurisdicción indíge na originaria campe sina se fundame nta e n un vínculo
particular de las pe rsonas que son mie mbros de la re spe ctiva nación o pue blo
indígena originario campesino. En ese entendido, no sólo basta la autodefinición,
sino que la persona debe mantener un vínculo no sólo en cuanto a la identidad
cultural, idioma, tradición histórica, instituciones, cosmovisión, sino también con
la te rritorialidad; consiguie nte me nte , e s la cole ctividad la que , e n virtud a e se
vínculo, debe aceptar a la persona como miembro de la colectividad.
20 El art. 1-2 del Convenio 169 de la OIT establece: “La conciencia de su identidad indígena o
tribal deberá considerarse un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se
aplican las disposiciones del presente Convenio”
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Conse cue nte me nte , de sde una inte rpretación de la propia Constitución,
en base a los principios contenidos en ella, y retomando la posición inicial
del Proyecto de Constitución aprobado en Oruro, la futura Ley del Deslinde
Jurisdiccional te ndría que re ivindicar la compe te ncia de la jurisdicción
indígena originaria campesina para juzgar aquellos hechos que, cometidos
en su territorio por no indígenas, lesionen los bienes jurídicos de la nación
o pueblo indígena originario campesino21. Sin embargo, en estos supuestos,
se deben considerar las especificidades culturales y, por lo mismo, al igual
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
Este es un tema que debe ser abordado por la Ley de Deslinde Jurisdiccional
porque e stá pre se nte e n la e xpe rie ncia diaria: indíge nas que tie ne n su
residencia temporal fuera de la comunidad, por las actividades diarias que
realizan en las ciudades.
Conside rando lo se ñalado e n párrafos pre ce de nte s re spe cto al e spe cial
vínculo que debe existir entre los miembros de la nación o pueblo indígena
originario campesino, en el supuesto que se analiza, estaría presente tal
vínculo, debido a que sólo temporalmente está alejado de la comunidad;
si esto es así, la persona tendría que ser sometida a la jurisdicción indígena
originaria campesina, en caso de que se suscite un conflicto en el territorio
• 166 • indígena, afectando bienes jurídicos de la comunidad.
b) Te rritorial:
Conforme a la norma anotada, los hechos deben producirse dentro del territorio
en el cual ejercen jurisdicción las autoridades indígena originaria campesinas, o
cuando los efectos se producen en el mismo. Es preciso aclarar, que la jurisdicción
indíge na originaria campe sina no pre supone la autonomía indíge na originaria
campesina prevista en la Constitución; por cuanto ésta se basa “en los territorios
ancestrales, actualmente habitados por esos pueblos y naciones, y en la voluntad
de su población, e xpre sada e n consulta” (art. 290-I CPE); por consiguie nte , e l
he cho de que una nación y pue blo indíge na originario campe sino no quie ra
conformar una entidad territorial autónoma, no le quita la posibilidad de seguir
aplicando sus normas, que e s un de re cho que lo tie ne n no como e ntidade s
te rritoriale s autónomas, sino como pue blos indíge nas originario campe sinos.
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Ahora bien, en los supuestos en que las naciones y pueblos indígenas no hubieran
acce dido a las autonomías indíge na originario campe sinas o, finalme nte , no
quie ran hace rlo, la jurisdicción indíge na originaria campe sina se e je rce e n e l
te rritorio indíge na originario campe sino que ocupan, ya se a que pose an título
sobre e llas, se e ncue ntre n e n proce so de titulación, o la ocupe n de acue rdo a
las normas de la comunidad re spe cto a los límite s de sus tie rras y/ o te rritorio.
- He chos come tidos e ntre mie mbros de la nación y pue blo indíge na
originario campe sino fue ra de l te rritorio indíge na.
22 El art. 133 de la Ley dispone: “La competencia de la jurisdicción especial indígena estará
determinada por los siguientes criterios:
1. Competencia Territorial: Las autoridades legítimas tendrán competencia para conocer de
cualquier incidencia o conflicto surgido dentro del hábitat y tierras de los pueblos y
comunidades indígenas respectivos.
2. Competencia Extraterritorial: Las autoridades legítimas tendrán competencia extraterritorial
respecto de controversias sometidas a su conocimiento, surgidas fuera del hábitat y tierras
indígenas, cuando las mismas sean entre integrantes de pueblos y comunidades indígenas,
no revistan carácter penal y no afecten derechos de terceros no indígenas. En este caso,
la autoridad legítima decidirá según las normas, usos y costumbres del pueblo o comunidad
indígena y lo dispuesto en el presente artículo, si conoce o no de la controversia y, en
caso negativo, informará a los solicitantes y remitirá el caso a la jurisdicción ordinaria
cuando corresponda”.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
- He chos come tidos e ntre mie mbros de la nación y pue blo indíge na
originario campe sino e n e l te rritorio de otro pue blo indíge na o he chos
come tidos e ntre mie mbros de dife re nte s nacione s y pue blos indíge na
o rig in a rio ca m p e sin o s e n u n d e te rm in a d o te rrito rio in d íg e n a .
23 El art. 8.1 del Convenio 169 establece: “1 .Al aplicar la legislación nacional a los pueblos
interesados deberán tomarse debidamente en consideración sus costumbres o su derecho
consuetudinario”.
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
a) Mate rial
En e ste conte xto, e s posible concluir que todas las mate rias pue de n se r
conocidas por la jurisdicción indíge na originaria campe sina, sie mpre y
cuando, claro está, se cumplan con los requisitos de los ámbitos de vigencia
pe rsonal, te rritorial y, ade más, que e l conflicto suscitado se e ncue ntre
regulado por su Derecho 24.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
El art. 30-II-17 que determina que las naciones y pueblos indígena originario
campesinos tienen derecho “a la gestión territorial indígena autónoma, y
al uso y aprovechamiento e xclusivo de los recursos naturales renovables
e xiste nte s e n su te rritorio sin pe rjuicio de los de re chos le gítimame nte
adquiridos por terceros”.
l art. 374-II que establece: “El estado reconocerá, respetará y protegerá los
usos y costumbre s de las comunidade s, de sus autoridade s locale s y de
las organizacione s indíge na originaria campe sinas sobre e l de re cho, e l
manejo y la gestión sustentable del agua”.
El art. 388 se ñala que las comunidade s indíge na originario campe sinas
situadas de ntro de áre as fore stale s se rán titulare s de l de re cho e xclusivo
• 170 • de su aprovechamiento o gestión.
El art. 403 que determina: “Se reconoce la integralidad del territorio indígena
originario campe sino, que incluye e l de re cho a la tie rra, al uso y
aprove chamie nto e xclusivo de los re cursos naturale s re novable s e n las
condiciones determinadas por la ley; a la consulta previa e informada y a
la participación en los beneficios por la explotación de los recursos naturales
no renovables que se encuentran en sus territorios; la facultad de aplicar
sus normas propias, administrados por sus estructuras de representación
y la de finición de su de sarrollo de acue rdo a sus crite rios culturale s y
principios de convive ncia armónica con la naturale za. Los te rritorios
indígena originario campesinos podrán estar compuestos por comunidades”.
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
• 171 •
26 Ese fue el sentido, por otra parte, de la Ley 1715 de 18 de octubre de 1996, que en el art.
3, referida a garantías constitucionales determina en el tercer párrafo que “Se garantizan los
derechos de los pueblos y comunidades indígenas y originarias sobre sus tierras comunitarias
de origen, tomando en cuenta sus implicaciones económicas, sociales y culturales, y el uso
y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales renovables, de conformidad con lo
previsto en el artículo 171º de la Constitución Política del Estado (…)Los títulos de tierras
comunitarias de origen otorgan en favor de los pueblos y comunidades indígenas y originarias
la propiedad colectiva sobre sus tierras, reconociéndoles el derecho a participar del uso y
aprovechamiento sostenible de los recursos naturales renovables existentes en ellas (…) la
distribución y redistribución para el uso y aprovechamiento individual y familiar al interior de
las tierras comunitarias de origen y comunales tituladas colectivamente se regirá por las
reglas de la comunidad, de acuerdo a sus normas y costumbres.
En la aplicación de las leyes agrarias y sus reglamentos, en relación a los pueblos indígenas
y originarios, deberá considerarse sus costumbres o derecho consuetudinario, siempre que
no sean incompatibles con el sistema jurídico nacional”.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
• 172 •
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
• 173 •
b) El principio de inte rculturalidad
Este principio fue re conocido tambié n e n los arts. 1 y 178 de la actual CPE e
implica el diálogo entre diferentes culturas en un plano de igualdad, para articular
la dive rsidad y buscar la convive ncia, la armonía, los valore s compartidos, una
base principista común. Al respecto, Marco Mendoza sostiene que “a pesar de
su distinto orige n y de las dife re nte s lógicas jurídicas que las suste ntan, la
jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena originaria campesina ya no tienen
la posibilidad de seguir rutas diferentes, caminos independientes si quieren lograr
el objetivo común de alcanzar la justicia, restituir la paz social y lograr la convivencia
pacífica de los bolivianos y bolivianas”27.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
y pue blos indíge na originario campe sinos, de ahí que te nga una doble
manifestación: 1. La interpretación intercultural de los derechos para determinar
si ha e xistido le sión a los mismos e n la jurisdicción indíge na al mome nto de
aplicar sus propias normas28; 2. La interpretación intercultural de los hechos para
determinar si la justicia ordinaria atenúa o excluye la responsabilidad cuando va
a aplicar las normas ordinarias a un miembro de una nación o pueblo indígena
originario campesino, en cumplimiento del art. 8 del Convenio 169 de la OIT, o
viceversa.
c) El principio de igualdad:
Previsto en el art. 179-II de la CPE, por el cual la jurisdicción ordinaria tiene igual
je rarquía que la jurisdicción indíge na originaria campe sina. Nóte se que la
Constitución solamente hace referencia a la igualdad entre esas dos jurisdicciones.
En ese ámbito, ¿la igualdad también alcanza a las demás jurisdicciones como a
la agroambiental y a las especializadas?
28 El principio de interpretación intercultural está previsto, con ese nombre, en el art. 344 del
Código Orgánico de la función judicial del Ecuador, con el siguiente texto: “Interpretación
intercultural.- En el caso de la comparecencia de personas o colectividades indígenas, al
momento de su actuación y decisión judiciales, interpretarán interculturalmente los derechos
controvertidos en el litigio. En consecuencia, se procurará tomar elementos culturales
relacionados con las costumbres, prácticas ancestrales, normas, procedimientos del derecho
propio de los pueblos, nacionalidades, comunas y comunidades indígenas, con el fin de
aplicar los derechos establecidos en la Constitución y los instrumentos internacionales.”
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Por e ste principio, que re sulta se r una manife stación de l principio de igualdad
de jurisdiccione s, no se pue de aplicar dos sancione s por un mismo he cho. En
este contexto, debe entenderse que las resoluciones de la jurisdicción indígena
no pueden ser revisadas por la jurisdicción ordinaria ni por ninguna otra autoridad,
salvo la justicia constitucional. Este principio e stá conte nido e n e l art. 28 de l
Código de procedimiento penal; sin embargo, no existe un adecuado tratamiento
del tema, porque la jurisdicción indígena originaria campesina se subordina a la
ordinaria, en la medida en que los jueces penales ordinarios (el Juez de Sentencia),
de be n dete rminar si e xistió le sión o no a de re chos fundame ntale s y garantías
constitucionales, para declarar la extinción de la acción penal.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
• 176 •
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Los principios anotados deben regir las relaciones entre las diferentes jurisdicciones
y por lo mismo, deben ser considerados en el momento de asumir determinaciones
re spe cto a los conflictos re lativos a la de clinatoria de compe te ncia. En e se
entendido, cuando un hecho de competencia de la jurisdicción indígena originaria
campesina es conocido por la jurisdicción ordinaria, ésta tiene la obligación, en
virtud del principio de pluralismo, de declinar el caso, de oficio o a petición de
parte, ante la jurisdicción indígena originaria campesina. Por otra parte, cuando
exista duda sobre la jurisdicción aplicable, siempre se deberá preferir la jurisdicción
indígena originaria campesina, en virtud al principio pro autonomía, aún en los
supuestos en que la jurisdicción ordinaria hubiere prevenido en el conocimiento
del caso, siempre y cuando, claro está, e xista solicitud de la autoridad indígena
originaria campesina.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
• 178 •
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Nótese que el apoyo debe ser solicitado por las autoridades indígena originaria
campe sinas, por tanto, no podrá se r impue sto por los dife re nte s órganos de l
Estado. Esta posibilidad de apoyo ya e stá conte nida e n la Le y Orgánica de l
Ministe rio Público, que e n e l art. 17 dete rmina: “En e l marco de l art. 171 de la
CPE, el Ministerio Público deberá prestar la colaboración necesaria a las autoridades • 179 •
naturale s de las comunidade s originarias, indíge nas y campe sinas, que así lo
requieran, a fin de llevar a cabo las diligencias solicitadas”.
Sin embargo, esta colaboración no sólo debe involucrar al Ministerio Público, sino
también a otras instituciones y órganos, como el judicial, con la finalidad que el
conflicto que está en conocimiento de la autoridad indígena originaria campesina
se a re sue lto, más aún si se conside ra que la jurisdicción indíge na originaria
campesina forma parte del Órgano Judicial, en cuyo mérito, se debe prestar la
colaboración necesaria a fin de que se cumpla una de las funciones esenciales
del Estado, que es la de administrar justicia. Los niveles de cooperación deben
abarcar tanto a la investigación del hecho como al juzgamiento y la ejecución de
sus decisiones.
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
• 180 •
Martha Rojas
Pluralismo jurídico y diálogo intercultural
Martha Rojas
Hacia una Ley de Deslinde Jurisdiccional
• 182 •
Martha Rojas
La coordinación y cooperación entre
la justicia indígena originaria
campesina y las otras jurisdicciones
en Bolivia. Un análisis desde el
pluralismo jurídico y la interculturalidad
Introducción
Desde 1991, con la Ley 1257, ratificatoria del Convenio 169 de la OIT, y luego con
la Constitución Política de l Estado (CPE) de 1994, la re alidad jurídica boliviana
admite la existencia de más de una jurisdicción. Se rompe así el monopolio estatal
en la administración de la justicia que hasta ese momento era fruto del monismo
jurídico. El Conve nio 169 de la OIT de sde e l pluralismo jurídico, pre scribe una
jurisdicción indígena autónoma. La Constitución Política del Estado de 1994, desde
una visión del multiculturalismo, la restringe a un carácter alternativo.
Las propue stas y re fle xione s sobre e sta te mática aún e stán impre gnadas de l
anterior marco constitucional y apenas empieza un nuevo debate nacional sobre
la base de las nuevas reglas constitucionales. Por ello, se hace necesario aportar
desde el pluralismo jurídico y la interculturalidad en el esclarecimiento de cuáles
deberían ser estos mecanismos de coordinación y cooperación.
Bolivia ha e stado inme rsa e stos últimos años e n un conte xto multicultural que
se e xpre sa a travé s de sus avance s e n le gislación y de políticas públicas. La
aplicación de estos derechos, de estas leyes basadas en la discriminación positiva
fue ron pasos ne ce sarios que e l movimie nto indíge na tuvo que dar para buscar
transformacione s e structurale s e n e l ámbito público. Entonce s, e stos de re chos
especiales de las ciudadanías diferenciadas son necesarios, pero no son suficientes.
• 217 •
Son necesarios porque legalizan el acceso de los excluidos a la esfera pública y
al e je rcicio de la ciudadanía, pe ro no son suficie nte s porque no basta e l
reconocimiento jurídico de los derechos para que puedan ser ejercidos. Le otorgan
legalidad a la lucha por los derechos, pero no generan ciudadanía (Tubino, SA).
Jean Paul Feldis propone un concepto compartido por el autor de este documento:
Este conce pto ide ntifica dos e le me ntos clave s para hablar de inte rculturalidad:
e l re spe to y la sime tría e n las re lacione s e ntre culturas, individuos, siste mas
jurídicos, etcétera. Son aspectos esenciales al momento de construir una propuesta
é tico política que se traduzca e n la transformación de re lacione s, e structuras e
institucione s; para la socie dad e n su conjunto, e s un de safío. Difícilme nte se
puede hacer interculturalidad cuando existen relaciones desiguales, asimétricas;
difícilmente se produce un diálogo intercultural si no se respeta al otro.
En e l ámbito jurídico, de igual mane ra, e l pluralismo jurídico, e nte ndido como
la coe xiste ncia de dive rsos órde ne s normativos e s una re alidad que se ha
desarrollado bajo el enfoque multiculturalista. Como menciona Catherine Walsh
(2002), el mero hecho de que exista más que un sistema no asegura que siempre
existiría la justicia adecuada y apropiada. No asegura que la supuesta superioridad
de l de re cho positivo y e statal no se re giría sobre e l otro, que los de re chos
individuale s y los de re chos cole ctivos no e ntrarían e n contradicción o que e l
problema de las relaciones de poder y de los conflictos interculturales desaparecería.
Para García Hie rro, la inte rculturalidad jurídica plante a e l de safío de re alizar un
trabajo siste mático y de largo plazo, e ncaminado a transformar los conflictos
entre los diferentes sistemas normativos. Por ello, se dbe considerar:
- De be buscarse solución a los conflictos e ntre los dife re nte s siste mas
jurídicos -los siste mas indíge nas y e l nacional- que , e n ocasione s, son
diferentes y hasta contrapuestos.
• 220 •
En e l Orie nte , Chaco y Amazonía de Bolivia e xiste n 34 pue blos indíge nas, con
33 idiomas, con alta dive rsidad y he te roge ne idad de ide ntidade s, culturas y
siste mas jurídicos. Unos, con te rritorios consolidados; otros, con te rritorios e n
franco deterioro. Unos, con vitalidad lingüística; otros, castellanizados. Hay pueblos
como los guaraníes, chiquitanos y mojeños con alta densidad poblacional y con
una identidad étnica fortalecida, pero también contamos con pueblos altamente
vulnerables.
Durante la República, el proyecto de las élites dominantes fue construir una Bolivia
homogénea culturalmente con una sólida y única identidad. Como consecuencia,
los pueblos del oriente han sido víctimas de una política de etnocidio por parte
de l Estado, e s de cir, de una de cisión concie nte de e liminarlos físicame nte por
se r ide ntificados como no blancos, “no civilizados”. Por e je mplo, la codicia de
la e xplotación de la goma produjo el e xterminio de los aborígenes del lugar, la
población chiquitana fue utilizada e n los e nganche s. Los indíge nas de l orie nte
eran vistos entonces como salvajes, bárbaros, incivilizados.
de dominación orie ntadas a unificar, homoge ne izar y ne gar la dive rsidad bajo
el discurso de una sola lengua, un solo Estado, una sola nación, una sola cultura
y una sola justicia. Mue stra e n la actualidad la e me rge ncia de un movimie nto
indígena, constituido como sujeto político que lucha por alcanzar sus derechos.
Pue blos como los guaraní, los chiquitanos, los moje ños, los guarayos —si bie n
constituyen minorías indígenas con relación a los pueblos quechua o aymara—
no son conside rados vulne rable s. El Vice ministe rio de Tie rras (2008) conside ra
vulne rable s a los we e nhaye k, ayore o, cavine ño y moseté n; y como altame nte
vulne rable s a los cayubaba, chácobo, baure , e sse e jja, canichana, sirionó,
yaminawa, machine ri, yuki (mbya), moré o ite ne z, araona, tapiete , pacahuara,
guarasug` we . La población de e stos pue blos no supe ra las die z mil pe rsonas.
• 222 • Aparte de esto, existen grupos toromona, araona, esse ejja, yuki, ayoreo, pacahuara
y yuracaré en aislamiento voluntario.
Justamente, como resultado de este proceso, el CEJIS (1997) realiza con su equipo
de investigadores un trabajo bastante sistemático sobre los guaraníes, los isoseños,
que de scribe los valore s y normas, ade más de las formas de re solución de
conflictos de este pueblo, en el marco de una posible ley de coordinación; también
busca ilustrar y comprender las prácticas de justicia.
• 225 •
• 226 •
Cuadro N° 2
Ele me ntos de la JIOC e n la Nue va Constitución Política de l Estado
- En casos e n los que haya disputa de compete ncias e ntre JIOC y las
otras jurisdicciones, el conflicto será resuelto en única instancia por
el Tribunal Constitucional Plurinacional mediante decisión definitiva.
Fuente: Elaboración propia a partir de la Nueva Constitución Política del Estado, 2009.
De todas estas características, se puede resumir que la JIOC contiene los elementos
esenciales que toda función jurisdiccional debe tener y que se e xpresan en las
siguientes potestades y aptitudes de sus autoridades:
• 230 •
Cuadro N° 3
Aspe ctos clave s para la coordinación y coope ración
• Estable cimie nto de crite rios y re glas para de finir y re solve r los
conflictos de competencia: material, territorial, personal, y temporal • 231 •
entre ambos sistemas.
• Descriminalización del derecho y la justicia indígenas.
• Mecanismos para el respeto de actos jurídicos del derecho indígena.
• Me canismos para e l re speto de de cisione s jurisdiccionale s de la
justicia indígena.
• Remisión de casos o situaciones al derecho indígena.
• Fortalecimiento de autoridades indígenas y pautas de relación con
autoridades estatales.
• Mecanismos de colaboración y apoyo entre sistemas.
• Procedimientos para resolver denuncias por presunta violación de
derechos humanos por parte del derecho indígena.
• Adecuación legal.
2 México 1990, Bolivia 1991, Colombia 1991, Costa Rica 1993, Paraguay 1993, Perú 1994,
Honduras 1995, Guatemala 1996, Ecuador 1998, Argentina 2000, Brasil 2002, Venezuela
2002.
3 Colombia 1991, Perú 1993, Bolivia 1994, Ecuador 1999, México 2001.
A partir de e stos e je s conside rados aspe ctos clave s para e l análisis, y tomando
e n cue nta los avance s de otros paíse s he rmanos, se analizará e l Bloque de
Constitucionalidad boliviano —integrado no sólo por la Constitución Política del
Estado, sino tambié n por los tratados y los conve nios inte rnacionale s sobre
derechos humanos ratificados por el Estado boliviano (artículo 410-II)—desde la
re alidad jurídica y de sde e l trabajo con pue blos indíge nas de las tie rras bajas.
Por otra parte, el Deslinde Jurisdiccional deberá basarse por mandato constitucional4.
en los valores en que se sustenta el Estado (artículo 8); en los principios en que
se sustenta la potestad de impartir justicia (artículo 178); y en los valores y principios
de cada una de las naciones y pueblos indígenas originarios y campesinos (artículo
190-I). De e sta mane ra, se contribuirá a hace r re alidad los fine s e se nciale s de l
Estado (artículo 9).
De todos estos valores y principios, para hacer el deslinde, sin olvidar los otros,
se debe dar relevancia a los siguientes: reciprocidad, interculturalidad, pluralismo
jurídico, re speto a los de re chos, comple me ntarie dad y unidad. En e sta ardua
tare a, no se de be olvidar que e l de slinde de be pe rmitir fome ntar e l diálogo
intracultural e intercultural.
• 232 •
Aunque los pueblos indígenas comparten grandes ejes culturales, la diferencia
está presente en cada uno, para lo cual se requiere de un enfoque que permita
abordar la unidad nacional, no sólo como la hegemonía de una clase, región o
cultura sobre las demás, sino como la unidad de la diversidad geográfica y humana
que caracteriza al país.
4.1. Aspe ctos clave a conside rar e n la Le y de De slinde e ntre la JIOC y las
otras jurisdiccione s
4.1.1. Aspe cto clave : de slinde de compe te ncias y conflictos de compe te ncia
• ¿Están sometidos a e sta jurisdicción sólo los mie mbros de las NPIOC o
tambié n quie ne s no se an mie mbros, pe ro que de mande n o se an
demandados por miembros de las NPIOC?
Por e llo, inclusive e s claro que la mate ria pe nal e s de conocimie nto de la JIOC.
La Constitución Política del Estado boliviana indica al respecto en el artículo 191-
II, párrafo tercero:
Cuando se indica “conoce los asuntos”, quiere decir que las jurisdicciones indígenas
están facultadas para conocer y resolver sobre todas las materias, sin límite alguno
de cuantía o gravedad.
La realidad de otros países nos muestra que la reticencia de las otras jurisdicciones
a cumplir este mandato constitucional será fuerte. Lucía Arbeláez de Tobón (2004:
23), Pre side nta de l Conse jo Supe rior de la Judicatura de Colombia, mue stra la
magnitud de este conflicto de interlegalidad en asuntos penales cuando indica
que “un tema complicado ha sido el juzgamiento de situaciones calificadas como
terrorismo o narcotráfico por parte de autoridades no indígenas, y lo que es más,
los proce sos de e xtradición de indíge nas acusados de actividade s re lacionadas
con el narcotráfico. En estos casos, los pueblos indígenas han perdido su autonomía
para el juzgamiento”.
En Bolivia, las comunidades de las tierras bajas no tienen normas propias sobre
algunas relaciones y hechos jurídicos regulados por las normas nacionales porque
aún no se presentaron tales situaciones o porque habiéndose presentado hasta
ahora, el Estado tomó conocimiento de las mismas. Ahora, el texto constitucional
deja fuera de cualquier duda si deben, si les compete, conocer todos los asuntos
dentro de su territorio.
Está claro que en general la forma de conocer sus asuntos está bien desarrollada
por los indíge nas. En lo que aún no han de sarrollado sus propias e xpe rie ncias,
irán innovando cre ativame nte y para e llo, si así lo de cide n, podrán re que rir la
colaboración y e l auxilio de las otras jurisdiccione s e n la pe rse cución, e n la
investigación, en el procesamiento, como en el cumplimiento de la resolución.
Los casos que tambié n se an de alto inte ré s de la socie dad nacional y que los
indígenas no quieran conocer y resolver por cualquier motivo podrán remitirlos
a las otras jurisdicciones, sin que ello implique denegación de justicia.
Están suje tos a e sta jurisdicción los mie mbros de la nación o pue blo
indígena originario campesino, sea que actúen como actores o demandados,
• 235 •
de nunciante s o que re llante s, de nunciados o imputados, re curre nte s o
recurridos.
Luego de una primera lectura, podría pensarse que este artículo de la Constitución
Política de l Estado indica que sólo los “mie mbros” e stán sujetos a la JIOC, pe ro
no es así. ¿Qué lleva a pensar esto? Haciendo una revisión cuidadosa de la norma,
se nota que, por un lado, no se indica que única y exclusivamente están sujetos
a la JIOC los “miembros”, y, por otro, al usar la conjunción disyuntiva “o” se abre
la posibilidad de que los “no mie mbros” actúe n como parte contraria y se an
actore s “o” de mandados, de nunciante s “o” que re llante s, de nunciados “o”
imputados, recurrentes “o” recurridos.
Esto quie re de cir que habié ndose re alizado de ntro de l te rritorio indíge na la
relación o hecho jurídico o producido sus efectos dentro del territorio (competencia
te rritorial), tambié n la pe rsona no mie mbro de be rá some te rse al de re cho y
jurisdicción indígena (competencia personal). En todos los casos, los no miembros
podrán hace r vale r sus de re chos y las garantías pre vistos e n e l Bloque de
Debemos hacer una acotación especial sobre las personas de otro PIOC o personas
no indígenas que han sido aceptadas como miembros de la comunidad. Se trata
de los “indíge nas por adopción” (Se nado Colombia, 2003), por lo cual tale s
personas también están en el ámbito de competencia personal de la jurisdicción
indígena.
Algo sobre lo que se guarda silencio es sobre desde y hasta qué edad la persona
e s sujeto de la compete ncia de la JIOC, se e ntie nde que e sto se de ja para que
tal situación se determine por cada nación y pueblo indígena originario campesino
de acue rdo a sus normas jurídicas propias, sie mpre y cuando tale s normas no
e sté n e n colisión con los de re chos humanos y la garantías constitucionale s.
En e l Conve nio 169 de la OIT, no se e spe cifica sobre la compete ncia te rritorial.
La Constitución Política del Estado boliviana indica al respecto 6:
• 236 •
Esta jurisdicción se aplica a las relaciones y hechos jurídicos que se realizan
o cuyos efectos se producen dentro de la jurisdicción de un pueblo indígena
originario campesino.
La redacción que existe en la Constitución Política del Estado boliviana sobre las
compe te ncias de la JIOC y lo que que de re dactado e n la Le y de De slinde
Jurisdiccional sobre e ste te ma, pue de dar lugar a dive rsas inte rpretacione s de
parte de las partes en litigio y de las autoridades judiciales. Esto traerá conflictos
acerca de cuál autoridad jurisdiccional es competente para conocer un asunto en
razón al territorio, las personas o la materia.
De ahí que se hace necesario establecer cuál es el órgano y cuáles son las reglas
para dete rminar la compete ncia, las re glas para solucionar e stos conflictos y e l
procedimiento que será aplicado.
Órgano
Re glas
8 Reglas de competencia territorial”. Una regla ahí establecida indica que será competente el
Juez de la residencia del imputado o del lugar en que éste sea habido.
9 Reglas de competencia”. Una regla indica: en las demandas por acciones personales, será
competente el juez del domicilio del demandado, el del lugar donde debe cumplirse la
obligación, o de donde fue suscrito el contrato, a elección del demandante.
En los conflictos intraculturales, los procedimientos serán los que estén previstos
e n las normas jurídicas propias de las NPIOC re spe ctivas. En los conflictos
interculturales entre diferentes NPIOC, el procedimiento será el acordado entre
éstas.
En los conflictos interculturales entre una JIOC y las otras jurisdicciones, como ya
se indicó más arriba, compete al Tribunal Constitucional Plurinacional conocer y
resolver este tipo de conflicto de competencia. Dado que la Constitución no prevé
un proce dimie nto e spe cífico, y de le ga al le gislador que me diante Le y de be
establecer el procedimiento respectivo, se sugiere que tal procedimiento sea el
previsto para el Amparo Constitucional (Constitución Política del Estado, artículo
129) en lo que corresponda.
10 Ley 1257 de 1991 ratificatoria del Convenio 169 de la OIT; art. 171, CPE de 1994, Ley 1715
de Reforma Agraria de 1996, Ley de Participación Popular, Nuevo Código de Procedimiento
Penal de 1999, Ley del Medio Ambiente, Ley Forestal, Ley de Hidrocarburos, entre otras
leyes, y finalmente la Ley 3760 de noviembre de 2007 que eleva a rango de Ley la Declaración
de la ONU sobre los derechos humanos de los pueblos indígenas.
Esta “criminalización”11 se hizo oficialmente por el Estado con una visión monista
mediante la ley (formal o material) y mediante los fallos judiciales. También hubo
otras que se movie ron al marge n de la ley y de l órgano judicial, que re alizaron
autoridade s administrativas que de svalorizaron tanto la cultura como la justicia
indíge na y la de los me dios de comunicación que te rgive rsan la re alidad de la
justicia indígena.
11 Entendemos por tal tanto la tipificación como delito como la desvalorización de las prácticas
culturales y jurídicas de los pueblos indígenas.
Del mismo modo, también eran punibles los procedimientos, los mecanismos y
las medidas de resolución de conflictos, así como los mecanismos coercitivos y
sanciones que se daban en el marco de la justicia indígena.
La prote cción a las prácticas culturale s y jurídicas e n Bolivia ahora tie ne rango
constitucional. Esto de be tambié n e xplicitarse e n normas de de sarrollo
constitucional, e n una le y e spe cífica de coordinación y/ o e n los re spe ctivos
códigos penal y procesal penal.
Irigoye n (1999) propone que “si hay una de nuncia por pre sunta violación de
derechos humanos ésta debe investigarse y resolverse según un procedimiento
e spe cífico que garantice la inte rculturalidad, para e vitar que por la vía de la
denuncia se neutralice o criminalice la justicia indígena”.
Entonces, se concluye que la Constitución Política del Estado y al normar que las
autoridade s de los PIOC e je rce n jurisdicción y compete ncia aplicando normas
propias nacidas a partir de sus principios y valores, teniendo como límite el respeto
d e lo s d e re ch o s y ga ra n tía s fu n d a m e n ta le s qu e d e b e n in te rp re ta rse
inte rculturalme nte por e l control de constitucionalidad, cie rra las pue rtas a la
4.1.3. Aspe cto clave : Re spe to para los actos jurídicos de la JIOC
Nos referimos aquí, en general, a los actos jurídicos realizados a partir de normas
jurídicas propias que e xiste n e n cada nación y pue blo indíge na originario
campesino, y que en algún momento tendrán relevancia en la JIOC o en las otras
jurisdicciones, tales como uniones conyugales, nacimientos, defunciones, nombres,
filiación, formas de contratos, transmisión y transferencia de propiedad, etcétera.
Todos los actos jurídicos propios tienen plena validez de forma y contenido para
los mie mbros de una NPIOC; sin e mbargo, para te ne r valide z e n las otras
Las de cisione s de la JIOC te ndrán e fe ctos de cosa juzgada. Por e llo, e l artículo
192 de la Constitución Política del Estado boliviana establece que: “Toda autoridad
pública o persona acatará las decisiones de la JIOC”.
Para tal efecto, las autoridades indígenas, a petición de las partes, de las autoridades
de las otras jurisdiccione s o de l Ministe rio Público, e xpe dirán la re spe ctiva
ce rtificación o las copias de la de cisión o “se nte ncia” al inte re sado para evitar, • 243 •
por ejemplo, la violación del principio penal non bis ídem 13. Las formalidades de
las actuacione s de las autoridade s indíge nas se de te rminarán por los usos,
costumbres, normas y procedimientos de cada pueblo indígena.
De lo ante rior, e me rge la tare a de dise ñar los me canismos ne ce sarios para e l
respeto de las decisiones de la JIOC:
Aquí se habla de situaciones en las cuales tanto la JIOC como las otras jurisdicciones
tienen plena competencia de conocer un determinado caso, pero por mandato
de la Ley de Deslinde Jurisdiccional, podrán renunciar a su jurisdicción y remitir
el caso o situación a la otra jurisdicción que originalmente no es competente, no
implicando ello denegación de justicia.
La e xiste ncia de la JIOC por sí misma no garantiza la e xiste ncia de una justicia
plena, nada impedirá que en las comunidades se caiga en impunidad en algún
caso.
territorios indígenas, la JIOC podrá remitir casos por razones de grave alteración
del orden público o social, grave conflicto de intereses o fuerza mayor, para que
la jurisdicción no indígena a la que le corresponda procese al infractor, sin que
ello signifique denegación de justicia. Esta remisión podrá ser de oficio o a pedido
de la autoridad de la otra jurisdicción.
Esto es importante en los pueblos indígenas de las tierras bajas del país, puesto
que existen miembros que acaparan para ellos el uso y aprovechamiento de los
bienes colectivos y, por el poder que detentan sobre sus autoridades y los otros
comunarios, e stán acostumbrados a la impunidad, lo cual ate nta contra la
gobernabilidad del territorio indígena. También tenemos los casos de personas
que ate ntan contra los bie ne s jurídicos individuale s y que “no tie ne n arre glo”,
por lo que la comunidad prefiere expulsarlos, pero una vez fuera siguen con sus
“maldades” contra su comunidad de origen por estar impunes.
La re misión de casos e ntre dife re nte s nacione s y pue blos indíge nas originarios
campe sinos
4.1.6. Aspe cto clave : fortale cimie nto de las autoridade s de la JIOC
y pautas de re lación con autoridade s e statale s
- inve stigación sobre e l siste ma judicial que pose e cada nación y pue blo
indíge na originario campe sino de conformidad con sus normas y
procedimientos.
Sin pe rjuicio de los siste mas de control propios de cada pue blo indíge na
corresponde a la Contraloría General de la República ejercer el control fiscal de
la ejecución de los recursos a los que se hacen referencia en el párrafo anterior.
Todo e l siste ma e ducativo incluirá conte nidos acadé micos que promue van e l
diálogo inte rcultural, e l de re cho propio de las nacione s y pue blos indíge nas
• 247 •
originarios y campesinos y en especial la JIOC. Las universidades incluirán en sus
planes de estudio contenidos de formación profesional sobre el derecho propio
y función judicial indígena originaria campesina.
La De fe nsoría de l Pue blo imple me ntará, con participación de los inte re sados,
programas de difusión y promoción de los valores, principios y normas jurídicas
propias de las naciones y pueblos indígenas originarios y campesinos, en especial
de la JIOC.
Cuando una pe rsona natural re quie ra acre ditar su calidad de mie mbro de una
nación y pueblo indígena originario campesino, presentará el certificado otorgado
por su nación o pue blo indíge na originario campe sino, con las formalidade s
e stable cidas e n sus normas jurídicas. Esto no se rá ne ce sario e n caso de que e l
documento de identidad otorgado por el Estado incluya su calidad de miembro
• 248 • de una nación o pue blo indíge na originario campe sino, como se e stable ce e n
el artículo 30 de la Constitución Política del Estado.
En todos los casos, las relaciones entre las autoridades de la JIOC y las autoridades
judiciale s y no judiciale s e statale s de be rán e nmarcarse e n e l re speto mutuo, la
interculturalidad y la reciprocidad.
4.1.7. Aspe cto clave : formas de coope ración ope rativa y apoyo e ntre
jurisdiccione s
Entre las autoridades de la JIOC y las otras jurisdicciones, cuando sea necesario,
podrán recurrir de manera directa por apoyo mutuo mediante exhorto suplicatorio,
para solicitar la ejecución de un acto o diligencia dentro de procesos judiciales,
o solicitar información cuando ésta se vincule con un proceso específico. Cuando
la solicitud sea dirigida a una autoridad no judicial, se la realizará mediante oficio.
La asistencia será negada cuando la solicitud vulnere los derechos humanos y las
garantías constitucionales.
Los costos de e sta coope ración por parte de la JIOC se rán cubie rtos por e l
pre supue sto para e l fortale cimie nto de la JIOC conte mplado e n e l Pre supue sto
Ge ne ral de la Nación. Cuando no se an suficie nte s, los costos se rán cubie rtos
previamente a la ejecución de la cooperación por las otras jurisdicciones.
• 249 •
Igualme nte podrán solicitar e n mate ria pe nal que la Fiscalía ade lante la parte
investigativa del proceso y, posteriormente, rinda un informe del caso encargado
a la respectiva comunidad sobre el caso encargado (Senado de Colombia, 2003).
Las autoridade s de la JIOC podrán suscribir conve nios con las autoridade s
competentes del Sistema Nacional Penitenciario, con el objeto de la prestación
del servicio de reclusión en las penitenciarias administradas por esta institución
y para el caso de la entrega en custodia de los miembros de pueblos indígenas
(Senado de Colombia, 2003).
Las autoridades de la JIOC y las autoridades de las otras jurisdicciones que cumplan
funciones de policía judicial, en aplicación del principio de reciprocidad, podrán
solicitar la práctica y el intercambio de pruebas, previa solicitud escrita, con el fin
de lle var a bue n té rmino las inve stigacione s judiciale s (Se nado de Colombia,
2003).
f) Pe ritos
La JIOC podrá solicitar el dictamen de peritos de las otras jurisdicciones. Los costos
se rán cubie rtos por e l pre supue sto asignado para e l fortale cimie nto de la JIOC
conte mplado e n e l Pre supue sto Ge ne ral de la Nación, o e n su caso por la
jurisdicción no indígena.
• 250 •
La Ley de Deslinde Jurisdiccional deberá establecer que por lo menos una vez al
año debe haber espacios de diálogo a nivel regional, departamental y nacional
e ntre las autoridade s de la JIOC y las autoridade s judiciale s y no judiciale s no
indígenas. En estos espacios de diálogo, se podrán acordar mecanismos específicos
de coope ración e ntre jurisdiccione s. Lo re alizado e n e l marco de l Programa
Construir, donde se hicieron mesas de diálogo regional, departamental y nacional
muestra un camino digno a seguir y replicar.
4.1.8. Aspe cto clave : proce dimie ntos y crite rios para re solve r de nuncias
por pre suntas violacione s de de re chos humanos por la JIOC
En la Parte III de l Conve nio 169 de la OIT, se indica que de be rán e stable ce rse
procedimientos para solucionar los conflictos que puedan surgir entre los sistemas
indíge nas y e l nacional. Al re spe cto, Pe dro García Hie rro 15 aclara que e sas
solucione s siste máticas no son otra cosa que la inte rculturalidad jurídica que
funciona de forma pare cida al conce pto de inte rculturalidad que se usa e n la
moderna educación indígena.
Ni e l Conve nio ni la De claración e spe cifican qué tipo de proce dimie nto de be
seguirse. ¿Se debe crear un órgano específico para ello o dotarse de tal función
a órganos existentes? En Bolivia, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) es
el órgano que ejerce el control de la constitucionalidad, y precautela el respeto
y la vige ncia de los de re chos y las garantías constitucionale s (artículo 196-I,
Constitución Política del Estado).
Respecto de los procedimientos, la Carta Magna boliviana prevé que las acciones • 251 •
de de fe nsa le gal de los de re chos humanos (Accione s de De fe nsa, artículo 125
y siguientes) serán conocidas y resueltas por el TCP, enunciando los procedimientos
de algunos y de le gando al le gislador que e n leye s de de sarrollo constitucional
se establezcan los procedimientos de los otros.
Además del derecho a las acciones de defensa que tienen las partes, las autoridades
de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos podrán consultar al
TCP sobre la aplicación de sus normas jurídicas aplicadas a un caso concreto. La
decisión del TCP es obligatoria (artículo 200, 8).
Raque l Irigoye n (1999) re comie nda que “e l proce dimie nto que fue se , de be
garantizar la comprensión intercultural de los hechos e interpretación intercultural
de las normas aplicable s, a fin de e vitar una inte rpre tación e tnóce ntrica y
monocultural de los mismos. (…. ) El respeto de la diversidad cultural supone que
no pue de se r una sola orie ntación cultural la que de fina cuándo se produce o
no una vulne ración de de re chos humanos y qué solución darle . Si no se tie ne
15 García Hierro, Pedro. Sa. El Convenio 169 de la OIT. Vigilancia y Exigibilidad. Lima: CEDAL.
e n cue nta la dive rsidad cultural podrían darse casos absurdos que e n ve z de
proteger a las personas las pudiesen victimizar más”.
b) Crite rios
Del análisis del contenido de la Constitución Política del Estado boliviana se puede
deducir que para garantizar que el Tribunal Constitucional Plurinacional haga una
interpretación intercultural de los hechos y el derecho denunciados como presunta
violación de los derechos humanos:
Hasta aquí se pue de de cir que la Constitución Política de l Estado prevé que e s
e l Tribunal Constitucional Plurinacional e l que , basándose e n los principios, los
de re chos humanos y las garantías constitucionale s, hará una inte rpre tación
inte rcultural de los he chos y e l de re cho. Sin e mbargo, e stas ge ne ralidade s no
son suficientes, es preciso aplicar criterios caso por caso y eso está por venir, es
parte del futuro.
A manera de resaltar el rol fundamental sobre esta temática que tiene la jurisdicción
constitucional, detalle mos, a partir de l análisis de Je sae l Antonio Giraldo (2007:
9), e l principio “pro autonomía” que e s usado por la Corte Constitucional de
Colombia como criterio básico central para resolver casos en los cuales se vean
e nfre ntados los de re chos de los pue blos indíge nas con cualquie r otro valor o
principio constitucional:
16 Jesael Antonio Giraldo indica que la existencia de estos dos presupuestos “halla su dificultad
en el desconocimiento de los jueces de las formas de pensamiento indígena, para lo cual
muchas veces la Corte ha tenido que acudir a la prueba pericial, de antropólogos, etnolingüistas
y sociólogos, que doten de conocimientos básicos al juez que le permitan analizar los
problemas con un pie en cada cultura”.
- Por último, debe buscarse que el límite que se pretende imponer no afecta
e l núcle o e se ncial de los de re chos e n jue go, ni vacía de conte nido la
cláusula autonómica.
Como manda la Constitución Política del Estado boliviana (artículo 30-II, num. 15)
todas estas reformas deberán contar con la participación plena de las naciones
y pueblos indígenas originarios campesinos.
5. Conclusiones
2. Los pueblos indígenas de las tierras bajas de Bolivia, si bien son minoritarios
• 255 •
e n re lación a los aymaras y que chuas, son cualitativame nte importante s
en cuanto a cultura, lenguas, identidades y sistemas jurídicos.
c. Pote stad de pre caute lar los inte re se s sometidos a la de cisión que
tiene. Por ejemplo: arraigo, anotaciones preventivas, etcétera.
6. Recomendaciones
4. Es ne ce sario e n tie rras bajas apoyar a los pue blos indíge nas para que
realicen, a partir de su propia cultura, estudios de caso de aquellos sistemas
• 258 •
Bibliografía
ALVARADO, Virgilio
2002 Políticas publicas e inte rculturalidad, e n: Inte rculturalidad y política:
desafíos y posibilidades. Lima: IEP.
CEJIS
2003 Sistema jurídico indígena. Diagnóstico en comunidades de los pueblos:
Chiquitano, Mojeño-Ignaciano y Tacana. Santa Cruz: CEJIS.
DEJUSOL
2007 Justicia comunitaria: re alidade s y pe rspe ctivas, e n: FUNDAPPAC-RED DE
PARTICIPACION YJUSTICIA Justicia de los pueblos indígenas y originarios.
La Paz: Konrad Adenauer Stiftung
IRIGOYEN, Raquel
1999 Pautas de Coordinación entre el Derecho Indígena y el Derecho Estatal.
Guatemala: Fundación Myrna Mack.
REPÚBLICA DE BOLIVIA
2009 Constitución Política del Estado. Versión oficial aprobada por la Asamblea
Constituyente – 2007; compatibilizada en el Honorable Congreso Nacional
– 2008; y, aprobada e n Re fe ré ndum Nacional e n 2009. La Paz, Bolivia.
OSSIO, Lorena
2008 Justicia comunitaria y género en zonas rurales de Bolivia. La Paz: Red de
Participación y Justicia.
PAZ, Sarela
2007 “Reflexiones, debates y enfoques sobre interculturalidad”. En: Lazos, La
Paz: Fundación UNIR.
SENADO DE COLOMBIA
2003 Proyecto número 035 de 2003, proyecto de Ley Estatutaria de coordinación
e ntre las autoridade s indíge nas y e l siste ma judicial nacional. Bogotá:
Gaceta del Congreso número 358 de 2003.
TUBINO, Fidel
Sin Año De la ciudadanía homogénea a la ciudadanía diferenciada. Lima: Pontificia
Universidad Católica del Perú
VADILLO, Alcides
2007 La interculturalidad un desafío para una sociedad democrática. En Lazos
N° 2. La Paz: Fundación UNIR.
VICEMINISTERIO DE TIERRAS
2008 Bases para una política pública sobre pueblos indígenas y originarios en
situación de vulne rabilidad. Unidad de Ge stión Te rritorial Indíge na. La
Paz, Bolivia.
• 262 •