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Trastornos facticios
El trastorno facticio se caracteriza por la producción intencionada de signos o
síntomas físicos o psicológicos. La sintomatología que presenta el paciente
puede ser inventada (por ejemplo, cuando el paciente se queja de un fuerte
dolor sin padecerlo), o puede ser autoinfligida; los síntomas pueden ser una
exageración o exacerbación de un trastorno físico preexistente o puede ser una
combinación o variación de todas las anteriores.
Para que se diagnostique este trastorno, el paciente debe asumir totalmente el
papel de enfermo, sin que haya incentivos externos que justifiquen los
síntomas (como puede ser esperar una recompensa o ganancia económica,
evitar responsabilidades legales o mejorar el bienestar físico, como en los actos
de simulación).
El tratamiento debe hacerse centrándose en el manejo de estos pacientes más
que en su curación. El factor que más influye en el éxito de este manejo es que
se identifique rápidamente este trastorno, y así el médico podrá evitarle al
paciente gran cantidad de procedimientos diagnósticos.
Se obtienen mejores resultados trabajando en conjunto con el médico que
atiende al paciente que abordando únicamente al paciente14. Los mejores
resultados se obtienen con la combinación del tratamiento médico y
psicoterapéutico, de orientación psicodinámica o cognitivo comportamental.
Un programa de investigación de un abordaje a un caso de trastorno facticio
(M. L. Catalina L. de Ugarte C. Moreno), en Madrid , indica el seguimiento del
caso de una paciente: