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Trastornos de ansiedad

La ansiedad es una constante en la vida de las personas. Se entiende por


ansiedad de la anticipación de una situación estresora (física-emocional), la
persona se pone en un estado de alerta (cognitiva) y descendena en tensión
(fisiológico). Sin embargo, cuando la persona no posee de recursos internos
para afrontar dichas situaciones tensas, se llama trastorno de ansiedad.
Actualmente, se considera que el tratamiento de este trastorno es dual, es decir
farmacológico y psicoterapéutico. Se recomienda, en primer lugar, descartar
todo tipo de enfermedad física. En el caso que se diagnostique un trastorno de
ansiedad, es necesario especificar el tipo o si hay presencia de trastornos
asociados. Cuando nos encontramos con dos trastornos asociados, es
recomendable poner en relieve la predominancia de uno. Si el otro trastorno es
más disfuncional para el individuo, es mejor centrarse en este.
Si bien es cierto, la medicación no “curará” la ansiedad, sin embargo, aliviará
síntomas. Más, los psicólogos recomiendan no llegar a los fármacos; sino con
la aplicación de una psicoterapia correcta (dependiendo el tipo de ansiedad).
En psicoterapia, a pesar de su ambiguedad, resulta ser la más efectiva: la
terapia cognitivo-conductual. Nuevas investigaciones a base de neurociencia,
el estudio del cerebro, amigdala e hipocampo, explican un punto neurológico de
la ansiedad y su efecto en la conducta, recomiendan el uso de la terapia
cognitiva.
La terapia cognitiva-conductual, La parte cognitiva ayuda a las personas a
cambiar los patrones de pensamiento que dan lugar a sus temores, y la parte
conductual ayuda a la gente a cambiar la manera en que reacciona ante las
situaciones que provocan ansiedad, se realiza cuando las personas deciden
que están listas para ello y brindan su permiso y cooperación. Para ser
efectiva, la terapia debe ser dirigida a las ansiedades específicas de la persona
y debe ser adaptada a sus necesidades. No hay ningún otro efecto secundario
más que la incomodidad de una ansiedad temporalmente mayor.
Cabe resaltar, que el apoyo familiar es fundamental. Aunque, este punto, es
importante para el tratamiento de cualquier tipo de enfermedad (psicológica o
física).
Por otro lado, actualmente también tienen un excelente resultado, las terapias
grupales, donde cada integrante comenta su situación y refuerzan juntos sus
recursos internos. La meditación (el yoga, especialmente), siendo un ejercicio
para equilibrar sus emociones mediante la filosofía de este ejercicio. Asimismo,
el deporte, que libera toxinas del cuerpo, a su vez energía, la cual puede ser
mal canalizada y convertirse en ansiedad, al realizar ejercicio expulsas dichas
energías.
Trastornos somatomorfos

Se refiere a la presencia de “síntomas físicos que sugieren una alteración


somática para la que no existen hallazgos orgánicos demostrables o
mecanismos fisiológicos conocidos, y en la que hay pruebas positivas o
presunciones firmes de que los síntomas se encuentran ligados a factores o
conflictos psicológicos”
A diferencia de los trastornos facticios, es que las personas que lo poseen, no
tienen la intención de crear estos síntomas, simplemente sienten los síntomas
como propios.
En la mayoría de los casos, los sujetos que manifiestan este trastorno, su parte
laboral, social y emocional de su vida se encuentran disfuncionales.
Para el tratamiento, suele ser complicado, debido que los individuos recurren
en un principio con un doctor, debido al malestar “físico”, sin embargo, al
descartarse esto, el médico traslada al paciente a psiquiatría o psicología con
la sospecha que se trata de un trastorno somatomorfo o psicosomático.
Mayormente, hay sujetos que se niegan a creer que su “enfermedad física” no
es real, y suelen rechazar el traslado.
Suelen apoyarse en terapias de medicina natural, tales como acupuntura, la
homeopatía, la reflexología, el masaje, la naturopatía, la osteopatía y los
curanderos. Sin embargo, es necesaria fundamentalmente una terapia
psicológica, para encontrar la etiología y un tratamiento eficaz para dicho
trastorno.
Se aplica la Terapia Interpersonal, donde las sesiones de terapia son
estructuradas y pretenden facilitar la comprensión de los sucesos más
recientes en términos interpersonales y en la exploración de formas alternativas
de abordar dichas situaciones.
Aunque, la aplicación de DESENSIBILIZACIÓN Y REPROCESAMIENTO POR
MOVIMIENTOS OCULARES, según investigadores es más efectiva. Debido a
que plantea un proceso terapéutico donde se evalúa la etiología del problema,
los recursos internos del individuo e intenta lograr un “darse cuenta” para que el
paciente haga conciencia de la situación.
Parte del tratamiento, también llega a ser la medicación, sin embargo, no es tan
requerida debido a que su efecto no es a largo plazo, solo para “relajar” al
paciente.
Pero se utilizan diversas terapias:
La terapia breve dinámica; consiste, que los individuos cuando se exponen a
sus traumas, suelen reaccionar con un síntoma físico, parecido al del trastorno
somatomorfo. En un estudio, ellos se enfrentaban a su trauma acompañada
con una música de relajación, se considero significativo dicho estudio, debido a
que ellos mismos confirmaban su mejoría.
El aprender a relajarse y el ejercicio es fundamental cuando se presentan
dichos trastornos, sin embargo, son complementarios con una terapia
adecuada.
Asimismo, la terapia conductista, especialmente el condicionamiento operante,
es quien logra aliviar el dolor a la disfuncionalidad. Primero se identifica el
dolor, donde se encuentra y en que momentos. Consistía especialmente en
premiar la “conducta saludable”.
Investigaciones más recientes, ponen en relieve, el uso de técnicas tales como:
Tratamiento de Woolof y Allen (2007), compuesta por técnicas de relajación
para la reducción del estrés, actividades y habilidades de comunicación para
paliar el rol del enfermo, entrenamiento en conciencia emocional y
reestructuración cognitiva para eliminar pensamientos disfuncionales.
La técnica mencionada anteriormente, es una propuesta terapeútica por Sergio
M.C quien realizó un estudio controlado aleatorizado de Terapia Cognitiva-
conductual de pacientes con somatización abreviada en atención primaria.

Trastornos facticios
El trastorno facticio se caracteriza por la producción intencionada de signos o
síntomas físicos o psicológicos. La sintomatología que presenta el paciente
puede ser inventada (por ejemplo, cuando el paciente se queja de un fuerte
dolor sin padecerlo), o puede ser autoinfligida; los síntomas pueden ser una
exageración o exacerbación de un trastorno físico preexistente o puede ser una
combinación o variación de todas las anteriores.
Para que se diagnostique este trastorno, el paciente debe asumir totalmente el
papel de enfermo, sin que haya incentivos externos que justifiquen los
síntomas (como puede ser esperar una recompensa o ganancia económica,
evitar responsabilidades legales o mejorar el bienestar físico, como en los actos
de simulación).
El tratamiento debe hacerse centrándose en el manejo de estos pacientes más
que en su curación. El factor que más influye en el éxito de este manejo es que
se identifique rápidamente este trastorno, y así el médico podrá evitarle al
paciente gran cantidad de procedimientos diagnósticos.
Se obtienen mejores resultados trabajando en conjunto con el médico que
atiende al paciente que abordando únicamente al paciente14. Los mejores
resultados se obtienen con la combinación del tratamiento médico y
psicoterapéutico, de orientación psicodinámica o cognitivo comportamental.
Un programa de investigación de un abordaje a un caso de trastorno facticio
(M. L. Catalina L. de Ugarte C. Moreno), en Madrid , indica el seguimiento del
caso de una paciente:

En un principio se intenta trabajar con la paciente su problemática vivencial,


pero sólo se observan mejorías parciales y poco duraderas. Posteriormente se
confronta a la paciente. Persisten, no obstante, demandas exageradas y
frustración cuando no son satisfechas, además de intensos sentimientos de
vacío, todo lo cual nos llevó a diagnosticar a la paciente trastorno límite de la
personalidad y trastorno facticio con síntomas psicológicos, descartándose los
diagnósticos previos.
Esto da a conocer lo difícil que es el tratamiento cuando se trata de un
trastorno de este tipo, debido a que hay poca colaboración por parte del
paciente. Es muy egosintónica su postura y mantiene terquedad para
resolverla.
Trastornos disociativos
Los trastornos disociativos hacen referencia a todas aquellas alteraciones
psicopatológicas que conllevan fallos en la memoria, la conciencia, la identidad
y/o la percepción, la emoción, la representación corporal, el control motor y/o el
comportamiento.
En todos estos trastornos, en lugar de experimentarse las situaciones como
una sucesión continua, las realidades quedan aisladas de otros procesos
mentales con los que normalmente se asociarían. Así, cuando se produce una
fragmentación de la identidad se tratará de un trastorno de identidad
disociativo, cuando es una percepción la alterada será una despersonalización,
y cuando los recuerdos estén mal integrados se tratará de una amnesia
disociativa (Spiegel, 2005).
Para un tratamiento adecuado, suelen usarse los procesos de hipnosis, debido
a que ellos son altamente hipnotizables bajo condiciones normales, y por lo
tanto es fácil la utilización de técnicas hipnóticas como la regresión.
Según este enfoque, se enseña a los pacientes, mediante hipnosis, a revivir
el suceso traumático como si lo estuvieran viendo en una película o programa
de televisión imaginario.
Por otro lado, también se utiliza en primera instancia, una llamada fase de
estabilización, en que se intenta fortalecer y estabilizar al paciente. En una
segunda fase se prosigue con el procesamiento de los recuerdos. Y
finalmente, en una tercera instancia, la reintegración de la persona-lidad y la
recuperación de la funcionalidad interper-sonal y social. Esto trae consigo la
adquisición de una visión más unificada del acontecimiento biográfico
traumático, desarrollando el paciente un sentido más coherente de su propia
historia y poder así afrontar, de modo más efectivo, los problemas actuales.
Los fármacos no resultan eficaces para el tratamiento de dicho trastorno.

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