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FORMULACION DE PROYECTOS

LOS PROYECTOS EN LA PLANIFICACION DEL DESARROLLO


La planificación constituye un proceso mediador entre el futuro y el presente. Se
ha señalado que el futuro es incierto, puesto que lo que ocurrirá mañana no es tan
sólo una consecuencia de muchas variables cambiantes, sino que
fundamentalmente dependerá de la actitud que adopten los hombres en el
presente, pues ellos son, en definitiva, los que crean esas variables.
El futuro, construido por todos nosotros, incidirá en cada agente económico ahora,
en el momento en que se debe efectuar el proceso de evaluar un proyecto cuyos
efectos se esperan para mañana. Ese mañana afecta al presente, que es cuando
se puede hacer algo para estar en condiciones de aprovechar las oportunidades
del futuro. Por lo tanto, como lo señala el profesor Carlos Matus, "el primer
argumento que hace necesaria la planificación reside en que un criterio para
decidir qué debo hacer hoy se refiere a si esa acción de hoy ser eficaz mañana
para mí”.
Siguiendo este raciocinio, se puede concluir que explorar e indagar sobre el futuro
ayuda a decidir anticipadamente en forma más eficaz. Si no se efectúa esa
indagación y no se prevén las posibilidades del mañana, se corre el riesgo
evidente de actuar en forma tardía ante problemas ya creados u oportunidades
que fueron desaprovechadas por no haberlas previsto con la suficiente antelación.
En cualquier proyecto se debe decidir antes cuánto será el monto de la inversión
que debe hacerse para su puesta en marcha. Sin embargo, esa decisión estará
sustentada en proyecciones de mercado, crecimiento de la población, del ingreso,
de la demanda, de las características propias del bien o servicio que se desea
producir, etcétera.
Sobre la base de esa exploración del futuro se adopta hoy una decisión, la que en
definitiva será más o menos acertada según sea la calidad y acuciosidad de la
investigación y de sus proyecciones. De esta forma, el mañana incierto depende,
en su momento, de una multiplicidad de factores que se debe intentar proyectar.
Por ejemplo, quizás no resulte muy complicado prever cuál podrá ser, dentro de
cinco años más, el nivel de ingreso de la población y su distribución. Sin embargo,
resultará mucho más difícil anticipar la actitud y las decisiones que adoptarán las
personas dentro de cinco años con sus mismos ingresos.
De lo anterior se desprende que la planificación debe no tan sólo prever
cuantitativamente los resultados posibles del desarrollo global o sectorial, sino
que, además, el comportamiento de los distintos componentes de la sociedad.
Diversos son los indicadores que van señalando el comportamiento de la
economía de los países. La autoridad pública, política y económica resulta
juzgada, en definitiva, por sus resultados, razón por la cual promover y procurar el
desarrollo económico y social constituyen metas muy apreciadas de los planes de
desarrollo.
Sin embargo, el logro de resultados satisfactorios depende de una gran variedad
de factores, de distinto origen y naturaleza, muchas veces imposibles de prever.
La globalización de los mercados y de la economía ha creado un mundo
interrelacionado en donde los resultados de unos afectan a los otros y viceversa.
Las crisis económicas, políticas o sociales de una región o de un país determinado
podrían llegar a tener importantes repercusiones en otros.
De esta forma, la globalización de las economías y de los mercados conlleva
desafíos necesarios de ser considerados en cualquier proyecto, puesto que el
marco preferencial en el que se pretenden incorporar las técnicas de preparación y
evaluación de proyectos necesariamente estará influido por la estrategia de
desarrollo que el país intenta llevar a cabo. Por cierto, que el marco político e
institucional, las leyes, reglamentos, las políticas tributarias y económicas se
encuentran en permanente evolución y, por lo tanto, lo que resulta ser válido y
coherente en el momento actual no lo será en el futuro. Sin embargo. en la
preparación y evaluación de proyectos ha de estimarse un horizonte donde se
pueda vislumbrar un futuro cuyas situaciones necesariamente serán distintas a las
actuales.
El preparador y evaluador de proyectos siempre se encontrará inserto en una
determinada realidad, en que los planes de desarrollo existentes influirán
necesariamente en la búsqueda de las técnicas más adecuadas, capaces de
entregar resultados en la construcción del flujo de fondos del proyecto, aun
cuando al producirse posteriormente un cambio en la estrategia de desarrollo, esa
metodología y sus resultados no tengan la misma validez.
Estos cambios que pueden influir también en los aspectos tecnológicos o en los
gustos, costumbres y deseos de los consumidores se encuentran incorporados en
un marco de incertidumbre que no sólo puede afectar los proyectos, sino que la
vida misma de todas las personas, como el destino de un proyecto si el país entra
en un conflicto bélico con su vecino.
En esa perspectiva, el raciocinio del profesor Carlos Matus adquiere de nuevo
plena validez cuando señala: "Los procesos sociales, como procesos humanos
ricos y complejos. están muy lejos de poder ser precisados y explicados con
variables numéricas. La calidad y la cantidad se combinan para dar precisión a
nuestras explicaciones y diseños. En la jerarquía de las precisiones está primero
la calidad y después la cantidad como una condición a veces necesaria de la
precisión, pero nunca como una condición suficiente. No podemos, por
consiguiente, eliminar lo cualitativo de nuestros planes y disociarlo de lo
cuantitativo con el pretexto de. que lo no medible no influye"
Planificar el desarrollo significa determinar los objetivos y las metas en el interior
de un sistema económico para una forma de organización social y para una
determinada estructura política en un horizonte de tiempo determinado. De esta
forma, la planificación, y dentro de ella la preparación y evaluación de proyectos,
tiene un carácter neutral y puramente técnico, ya que no puede considerársele
como característica de un determinado sistema político, económico o social. Sin
perjuicio de lo anterior, debe reconocerse que algunos modelos de desarrollo
económico ofrecen una gama más amplia de instrumento susceptibles de
aplicarse en la planificación.
La característica de neutralidad que asume el planificador requiere que a través de
las técnicas de la planificación no se establezca ningún fin último implícito. Puede
planificarse para la libertad o el sometimiento, para un sistema de libre mercado o
para la centralización de las decisiones económicas. De esto se concluye que
planificación e intervención estatal no son sinónimos.
La planificación del desarrollo obliga a concebir los objetivos de tal manera que
pueda demostrarse que ellos son realistas y viables, que los medios son los
óptimos y disponibles para lograr los objetivos trazados y que éstos son
compatibles con aquéllos. Los enfoques más modernos del desarrollo asignan a la
cantidad y a la calidad de las inversiones un papel fundamental en el crecimiento
de los países. Reconocen que éste se logra tanto ampliando la inversión como
incrementando la rentabilidad de los proyectos.
De aquí la necesidad de utilizar la técnica de la evaluación de proyectos como un
instrumento para reasignar recursos desde inversiones menos rentables a otras de
mayor rentabilidad. Todas estas herramientas pretenden conseguir que la
asignación de recursos se efectúe con criterios de racionalidad, de previsión de
hechos, de fijación de metas coherentes y coordinadas. La preparación y
evaluación de proyectos surge de la necesidad de valerse de un método racional
que permita cuantificar las ventajas y desventajas que implica asignar recursos
escasos y de uso optativo a una determinada iniciativa, la cual necesariamente
deberá estar al servicio de la sociedad y del hombre que en ella vive.
EL ESTUDIO DEL PROYECTO COMO PROCESO
El proceso de un proyecto reconoce, para efectos de este texto, cuatro grandes
etapas: idea, pre inversión, inversión y operación.
La etapa de idea puede enfrentarse sistemáticamente bajo una modalidad de
gerencia de beneficios; es decir. donde la organización está estructurada
operacionalmente bajo un esquema de búsqueda permanente de nuevas ideas de
proyecto. Para ello, intenta en forma ordenada identificar problemas que puedan
resolverse y oportunidades de negocio que puedan aprovecharse. Las diferentes
formas de solucionar un problema o aprovechar una oportunidad constituirán las
ideas de proyecto. Por ejemplo. frente a un problema de fallas frecuentes de la
maquinaria, surgen los proyectos de reemplazo de maquinaria, de cierre de esa
planta para subcontratar el servicio e, incluso, de seguir con la situación actual si
fuese mejor que las otras. De igual forma. podrán aprovecharse oportunidades de
negocio vendiendo materiales de desecho que podrían estar botándose, o también
procesándolos para darles algún valor agregado y poder venderlos. De aquí que
pueda afirmarse que la idea de un proyecto, más que una ocurrencia afortunada
de un inversionista, generalmente representa la realización de un diagnóstico que
identifica distintas vías de solución.
En la etapa de pre inversión se realizan los distintos estudios de viabilidad: perfil,
pre factibilidad y factibilidad. Como ya se señaló, en el resto de este texto se
analizará sólo la viabilidad financiera, por lo que la explicación de esta etapa se
concentrará exclusivamente en estos aspectos.
El nivel de estudio inicial es el denominado "perfil", el cual se elabora a partir de la
información existente, del juicio común y de la opinión que da la experiencia. En
términos monetarios, sólo presenta estimaciones muy globales de las inversiones,
costos o ingresos, sin entrar en investigaciones de terreno. En este análisis es
fundamental efectuar algunas consideraciones previas acerca de la situación "sin
proyecto"; es decir, intentar proyectar qué pasará en el futuro si no se pone en
marcha el proyecto antes de decidir si conviene o no su implementación.
Por ejemplo, podría ser muy atractiva la idea de construir un edificio de locales
comerciales si en un momento dado se detecta una gran demanda por ellos. Sin
embargo, es posible que, al investigar los permisos de construcción otorgados, se
descubra que la competencia que enfrentará el proyecto al terminarse la
edificación será tan alta que más vale abandonar la idea antes de iniciar su
construcción.
En el estudio de perfil, más que calcular la rentabilidad del proyecto, se busca
determinar si existe alguna razón que justifique el abandono de una idea antes de
que se destinen recursos, a veces de magnitudes importantes, para calcular la
rentabilidad en niveles más acabados de estudio, como la pre factibilidad y la
factibilidad. En este nivel frecuentemente se seleccionan, por otra parte, aquellas
opciones de proyectos que se muestran más atractivas para la solución de un
problema o el aprovechamiento de una oportunidad.
Otro nivel de estudio es el llamado de "pre factibilidad". Este estudio profundiza la
investigación, y se basa principalmente en información de fuentes secundarias
para definir, con cierta aproximación, las variables principales referidas al
mercado, a las alternativas técnicas de producción y a la capacidad financiera de
los inversionistas, entre otras. En términos generales, se estiman las inversiones
probable5, los costos de operación y los ingresos que demandad y generará el
proyecto.
Fundamentalmente, esta etapa se caracteriza por descartar soluciones con
mayores elementos de juicio. Para ello se profundizan los aspectos señalados
preliminarmente como críticos por el estudio de perfil, aunque sigue siendo una
investigación basada en información secundaria, no demostrativa. Así, por
ejemplo, el cálculo de las inversiones en obra física puede efectuarse con costos
promedios de construcción del metro cuadrado, o la determinación de la demanda
de pasajes aéreos en función a la tasa de crecimiento de la población. Ambas, sin
embargo, no representan la mejor forma de medición de las variables que se
desea cuantificar. De todas maneras, se da un proceso de selección de
alternativas.
La aproximación de las cifras hace recomendable la sensibilización de los
resultados obtenidos, o sea, medir cómo cambia la rentabilidad ante
modificaciones en el comportamiento de las variables.
Como resultado de este estudio, surge la recomendación de su aprobación, su
continuación a niveles más profundos de estudios, su abandono o su postergación
hasta que se cumplan determinadas condiciones mínimas que deberán explicarse.
El estudio más acabado, denominado de "factibilidad", se elabora sobre la base de
antecedentes precisos obtenidos mayoritariamente a través de fuentes primarias
de información. Las variables cualitativas son mínimas comparadas con los
estudios anteriores. El cálculo de las variables financieras y económicas debe ser
lo suficientemente demostrativo para justificar la valoración de los distintos ítems.
Esta etapa constituye el paso final del estudio pre inversión. Por tal motivo, entre
las responsabilidades del evaluador, más allá del simple estudio de viabilidad, está
la de velar por la optimación de todos aquellos aspectos que dependen de una
decisión de tipo económico como, por ejemplo, el tamaño, la tecnología o la
localización del proyecto, entre otros.
El estudio de proyectos, cualquiera sea la profundidad con que se realice,
distingue dos grandes etapas: la de formulación y preparación y la de evaluación.
La primera tiene por objeto definir todas las características que tengan algún grado
de efecto en el flujo de ingresos y egresos monetarios del proyecto y calcular su
magnitud. La segunda etapa, con metodologías muy definidas, busca determinar
la rentabilidad de la inversión en el proyecto.
En muchos casos será necesario efectuar evaluaciones durante la etapa de
formulación del proyecto. Por ejemplo, para decidir si se compran o fabrican los
envases, si se construye o arriendan las oficinas o si se hace una o más plantas,
entre muchas otras decisiones. Lo más común es realizar estudios en nivel de
perfil para seleccionar la combinación de factores que dé la configuración definitiva
al proyecto, aun cuando en algunos casos se haga más recomendable un estudio
en profundidad para Lino o más de los interrogantes que deberán resolverse
durante la formulación de un proyecto.
En la etapa de formulación y preparación se reconocen, a su vez, dos sube tapas:
una que se caracteriza por recopilar información (o crear la no existente), y otra
que se encarga de sistematizar, en términos monetarios, la información disponible.
Esta sistematización se traduce en la construcción de un flujo de caja proyectado,
que servirá de base para la evaluación del proyecto.
Si bien comúnmente se habla de "el flujo de caja", es posible distinguir tres tipos
distintos en función del objeto de la evaluación. De esta manera, habrá un flujo de
caja para medir la rentabilidad de toda la inversión, independientemente de sus
fuentes de financiamiento, otro para medir la rentabilidad sólo de los recursos
aportados por el inversionista y otro para medir la capacidad de pago, es decir, si,
independientemente de la rentabilidad que pudiera tener el proyecto, puede
cumplir con las obligaciones impuestas por las condiciones del endeudamiento.
Por otra parte, en la etapa de evaluación es posible distinguir tres sube tapas: la
medición de la rentabilidad del proyecto, el análisis de las variables cualitativas y
la sensibilización del proyecto.
Cuando se calcula la rentabilidad, se hace sobre la base de un flujo de caja que se
proyecta sobre la base de una serie de supuestos. El análisis cualitativo
complementa la evaluación realizada con todos aquellos elementos no
cuantificables que podrían incidir en la decisión de realizar o no el proyecto.
Principal dedicación habrá de darse a la identificación de los aspectos más débiles
del proyecto evaluado; de esta forma, la última etapa se podrá abocar a
sensibilizar sólo aquellos aspectos que podrían, al tener mayores posibilidades de
un comportamiento distinto al previsto, determinar cambios importantes en la
rentabilidad calculada.
El análisis completó de un proyecto requiere, por lo menos, de la realización de
cuatro estudios complementarios: de mercado, técnico, organizacional
-administrativo y financiero. Mientras los tres primeros fundamentalmente
proporcionan información económica de costos y beneficios, el último, además de
generar información, construye los flujos de caja y evalúa el proyecto.

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