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5. El pan es símbolo de alimento, a veces usamos ese término para designar alimento en general. El cuerpo necesita alimento, y todos
los días satisfacemos esa necesidad. Pero nos olvidamos del alma, la eucaristía es ese pan espiritual que alimenta el alma, imaginen
qué desnutrida está el alma que no se alimenta. Así como tenemos hambre de pan, hay que tener hambre de Dios, si no, ¿dónde
queda Él? ¿Dios sólo está el día que mi hijo hace su primera comunión, o confirmación, o el día en que soy padrino y se me obliga a
recibirlo? ¿Hago las cosas por obligación o por el amor que le tengo? Por eso, no enseñen a sus hijos a cumplir por obligación con
Dios, sino a cumplir por amarlo.
Cuando se ama a alguien, se desea estar con él o ella, estar juntos. Dios te ama y desea estar contigo, ¿tú deseas estar con Él? Entonces,
¿lo amas?
6. Él quiere que lo recibamos, todos los días nos hace una invitación: “recíbeme, por favor, anhelo estar contigo, mira todo lo que hice
para estar junto a ti porque te amo” ¡y todavía tenemos el descaro de rechazarlo! ¡De decirle: “no quiero”, no voy a misa, y si voy, no
recibo la comunión!
Lo más importante de la misa es la comunión, la misa existe gracias a ella, es una celebración de acción de gracias por la presencia de
Cristo entre nosotros. Juzguen ahora ustedes lo que es ir a Misa y no comulgar. Por eso, den ejemplo a sus hijos o ahijados, ellos
aprenden mucho más con ejemplo que con palabras, asistan a la eucaristía todos los domingos y esfuércense por recibir muchas veces
al Señor en la comunión.
Al recibir a Cristo, piensen que no hay nada más valioso que puedan obtener, pues reciben a Dios mismo, y alégrense mucho y
agradézcanle, de modo que no puedan estar más felices, ni siquiera ganando la lotería. Y con esa felicidad que brota del corazón y se
expresa en sus rostros, sestarán dando testimonio y ejemplo a todos, y sus hijos o ahijados al verlos alegres sentirán ganas de hacer lo
mismo.