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Reconfiguración y circuitos del narcotráfico en Bolivia

Por Diego Giacoman Aramayo

Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz. Un 10%


seguro, y se lo podrá emplear dondequiera; 20%, y se pondrá
impulsivo; 50%, y llegará positivamente a la temeridad; por 100%,
pisoteará todas las leyes humanas; 300% y no hay crimen que lo
arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen. Cuando la
turbulencia y la refriega producen ganancias, el capital alentará
una y otra. (P. J. Dunning, Trades Unions and Strikes:
their philosophy and intention. 1860. En El capital de K.
Marx. Tomo I)

Antecedentes de la estructura organizativa del narcotráfico en Bolivia


Son más de 30 años, desde mediados de la década de los setenta, que en Bolivia se forman,
evolucionan, desaparecen y reaparecen las organizaciones de carácter clandestino dedicadas
al tráfico ilegal de drogas. Estructuras sociales y procesos criminales que se han arraigado
bajo dinámicas de violencia, coerción y corrupción; siempre adecuándose al variante contexto
nacional y regional. Organizaciones que han asumido formas y dimensiones definidas,
fundamentalmente, por las oscilaciones de la demanda internacional de drogas ilícitas y por
las variaciones en los esquemas de represión jurídica – policial.
En el devenir de la historia boliviana del narcotráfico, el momento de mayor expansión y
potencia de las organizaciones criminales involucradas coincidió con el gobierno de facto de la
junta militar presidida por el General Luís García Mesa, lapso en el que estas estructuras y
procesos asumieron características inéditas y excepcionales. Fue un momento en que el
narcotráfico no sólo caló en las más altas esferas del gobierno nacional, sino que además se lo
consideró como fundamento para el sostén y la consolidación de un gobierno ilegítimo ante los
ojos de la sociedad boliviana y la comunidad internacional.
Con la perspectiva de sostener económicamente su régimen sobre los ingresos que podía
brindar el narcotráfico, el General Mesa ordenó a los organismos militares de inteligencia
estudiar la posibilidad de implementar un impuesto al tráfico y producción de droga como
“un gran esfuerzo patriótico en beneficio de la economía nacional”. Según se expresa en un
informe de uno de los grupos de inteligencia que abordó esta labor, la institucionalización del
cobró de un gravamen sobre el tráfico de drogas requería de manera previa establecer un
cierto orden y lealtad en el comercio, implementar un sistema de producción industrial más
eficiente y reducir la violencia entre los exportadores locales; retirando, de esta manera, a
quienes mantuviesen comportamientos “violentos y rapaces que carezcan de todo escrúpulo”1.
Por supuesto, ante esta tentativa del gobierno, “la gran mayoría de los entrevistados demostró
un gran entusiasmo con el plan de su excelencia”.
Con la implementación de este impuesto, único y de carácter confidencial, se tenía la
expectativa de retener unos 2 mil dólares por kilo de clorhidrato, con lo que se esperaba una
recaudación anual de 200 millones de dólares para el Estado Boliviano. Como se observa, en
aquellos años, a pesar de mantener un carácter subrepticio y de reserva, las redes de tráfico
de drogas contaban con el respaldo del gobierno nacional.
De acuerdo al referido informe, la mayor parte de las redes de tráfico al exterior realizaban
una actividad basada en el acopio y comercio, existiendo muy pocas organizaciones que
mantuviesen una integración vertical del proceso de producción y comercialización. En estos
años, la producción se encontraba en manos de pequeños fabricantes de pasta base, la mayor
parte de origen campesino que aprendió de “gringos y colombianos” la elaboración de pasta
base hacia finales de los setenta. En lo que concierne a las rutas que se seguían en estos años
para la exportación, las más importantes se daban por vía aérea directa a Colombia y a los
Estados Unidos. Otra vía importante del tráfico tenía Europa como destino y se realizaba
utilizando como país de tránsito al Paraguay y Argentina. A diferencia de lo que ocurre
actualmente, en aquellos años las conexiones y volúmenes de tráfico que se mantenían hacia el
Brasil eran de menor importancia.
Estructuras y dinámicas actuales
Estas estructuras y dinámicas que se reconocen y recuerdan de los años ochenta se han
adecuado como todo cuerpo social a un contexto y las modificaciones se sucedieron de acuerdo
a un nuevo escenario de seguridad, normativa y mercado. En la actualidad, para comprender
la cadena del narcotráfico en la que se integran campesino – fabricante de pasta – fabricante
de clorhidrato – comerciante pequeño y comerciante grande, se debe identificar, previamente,
la persistencia de las dos esferas organizativas en las que se concentran las labores. Primero,
la de la producción y, segundo, las redes de comercio y exportación. La articulación entre
ambas esferas se da a partir de la integración de 5 niveles generales. En el nivel más alto de la
esfera de la producción se encuentra el acopiador, quien además de concentrar la producción
de pasta base se relaciona con las redes de comercialización, y en el nivel más bajo se ubica el
productor, quien usualmente no mantiene contacto con las redes de comercialización y logra
los niveles más bajos de ingresos en toda la cadena productiva del narcotráfico. En la segunda
esfera se ubican el capitalista, el administrador y en el último eslabón los transportadores y
distribuidores, por supuesto, es sobre estos últimos que se concentran los efectos de las
acciones de interdicción.

ESQUEMA BÁSICO DE FUNCIONAMIENTO DE LA CADENA DEL NARCOTRÁFICO

Capitalista Organizaciones
extranjeras

Administrador - Productor de
Acopiador operador clorhidrato

Productores de pasta base Transportadores Distribuidores

Producción pasta base Comercialización

Flujo de droga
Flujo monetario

Actualmente, tanto las redes de comercialización como los eslabones de producción están
distribuidos por todo el país. La antigua centralización de la producción en el Trópico de
Cochabamba se ha difuminado por todo el territorio nacional con algunas concentraciones en
áreas urbanas y otras regiones productoras de hoja de coca. Entre tanto, las redes de
comercialización tienen sus ejes en las ciudades más importantes del país: Santa Cruz, La Paz
y Cochabamba, articulándose al mercado exterior a través de organizaciones internacionales
para exportar tanto pasta base como clorhidrato de cocaína.
Áreas y dinámicas de producción
Un cálculo efectuado por la FELCN a partir de las labores de interdicción efectuadas en el
año 2007 permite estimar que en Bolivia el potencial de producción de sulfato base oscila
entre 60 y 80 toneladas, de las cuales, sólo se lograría secuestrar entre un 15 y 25%, margen
que se mantiene desde el 2006 cuando se estima que se llegó a secuestrar el 25% del total de
producción calculado.2 Estos datos contrastan con la estimación realizada por la UNODC a
partir del monitoreo satelital de cultivos de coca y que afirma un potencial de producción de
115 toneladas, con esta cifra se asume que el total de droga secuestrada apenas llega al 10%
del total producido. La producción de esta droga se concentra en La Paz y Cochabamba,
departamentos en los que se produciría alrededor de 80 mil kilogramos de droga. La Paz con
el primer lugar en generación de clorhidrato de cocaína y Cochabamba como primer
productor de pasta base.3
Entre el año 2004 y el 2005, el incremento en el secuestro de pasta base ha sido del 80%, lo
que se puede explicar parcialmente por un aumento en el número de operativos en el mismo
periodo, de 5.475 a 6.831. Del 2005 al 2006, el volumen de pasta base secuestrada creció en
24% y el número de operativos se ha incrementado en 34% lo marca un decremento en la
eficiencia de las operaciones o una baja en el narcotráfico respecto al año anterior. Entre el
2006 y el 2007, la tendencia ha sido similar, hasta noviembre de este año, tanto el número de
operativos como el total de pasta base secuestrada se han incrementado en un 2%. Los datos
se exponen en el gráfico siguiente.

Volumen de droga secuestrada y número de operativos.


Periodo 2005 - 2007
14.000

12.000

10.000

8.000

6.000

4.000

2.000

0
2007 (hasta el 15 de
2005* 2006
noviembre)

Nº de operativos 6.831 9.132 9.323


Clorhidrato (Kg.) 1.300 1.309 2.634
Pasta base (Kg.) 9.900 12.778 12.980

Elaboración propia en base a información oficial proporcionada por el Viceministerio


de Defensa Social y Sustancias Controladas y prensa nacional
*Los datos de este año han sido tomados de La Razón según declaraciones de la FELCN

Como se observa, el incremento en la cantidad de droga secuestrada es ligeramente menor al


incremento en el número de operativos, relación que parece señalar una constante en el
volumen que alcanza el narcotráfico en territorio boliviano. Esta persistencia del narcotráfico
a pesar de los crecientes esfuerzos en materia de interdicción marca una propensión que los
narcotraficantes mantienen mediante distintas estrategias, entre estas resaltan los cambios en
técnicas y materiales para fabricar la droga. Por ejemplo, reemplazaron a los pisacocas, que
ganaban entre 50 y 80 bolivianos por noche, con un molino artesanal que realiza el mismo
trabajo de manera más rápida y discreta4. Así, las pozas de maceración fueron cambiadas por
grandes recipientes que pueden caber en el interior de un cuarto, el agua de los ríos o
quebradas se ha reemplazado con grifos, y donde se necesitaban 12 personas ahora se
requieren solamente dos. Se trata de modalidades que fueron transferidas desde Colombia,
primero al Perú y luego a Bolivia. Estas técnicas se basan en el empleo de moledoras manuales
y de fabricación rústica, en cuyo interior cuatro aspas muelen la hoja de coca y la mezclan con
los precursores hasta obtener una pasta homogénea que posteriormente es filtrada en
canastillos metálicos o plásticos para separar los residuos.
Para comprender de manera más precisa estas dinámicas de expansión expondremos una
relación del comportamiento de la producción del narcotráfico en las áreas de cultivo de hoja
de coca y en los centros urbanos en los que se ha registrado el mayor incremento de esta
actividad.

Trópico de Cochabamba
En el Trópico de Cochabamba, región
reconocida coloquialmente como
“Chapare”, existen entre 7.000 y 8.000
hectáreas de cocales. La mayor parte de su
producción ha sido concertada entre el Cultivos de coca

gobierno y los productores de hoja de coca


de esta región a partir de la definición del
cupo de un cato de coca por afiliado a cada Apolo
sindicato5. Sin embargo, la expansión que
Caranavi
se ha dado en la región dentro de los
parques nacionales Carrasco e Isiboro Parque I. Secure
Sécure es sujeta a procesos de
erradicación y no forma parte de los
acuerdos asumidos entre las Parque Carrasco
organizaciones del lugar y el gobierno
boliviano. En estos parques la FELCN
también ha identificado la concentración
de actividades relacionadas al
narcotráfico. Sólo en el parque Isiboro
Sécure se descubren, anualmente unas 190
fábricas de pasta base y unas 311 pozas de
maceración. Por supuesto, el narcotráfico
no se remite de manera exclusiva a estos Fuente: UNODC,
parques y se encuentra difundido por toda
la región. Cada día se descubren y destruyen en promedio unas 20 pozas de maceración y
según la percepción del Comandante de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (MOPAR) hasta
un 40% de los productores de hoja de coca se halla comprometidos con acciones vinculadas al
narcotráfico. Según los datos que proporciona la FELCN, en los últimos cinco años se
destruyeron 8.699 fábricas de pasta base de cocaína en todo el país, de las cuales 7.660 estaban
instaladas en el Chapare.
Pero, además, de la expansión geográfica de los ámbitos de localización de los cultivos y de las
pozas de maceración, un problema vigente en la región y que preocupa al gobierno nacional es
la comercialización de la producción local de hoja de coca, la cual no está siendo controlada.
Respecto a esta situación, el gobierno de Evo Morales ha reconocido que sólo el 1% de la hoja
pasa por el mercado de Sacaba, el único legalmente establecido y bajo sistemas de control, en
tanto que, el destino del 99% de la hoja producida en esta región es desconocido, lo que según
datos de Naciones Unidas significaría un aproximado de 22.700 toneladas anuales. Si se asume
que con 370 kilogramos de hoja seca se puede obtener 1 kilogramo de cocaína, con el total de
hoja de coca producida en el Chapare y desviada al mercado ilegal se podría obtener 61
toneladas de cocaína.6 Estas cifras incluyen la producción de Yungas de Vandiola, al sur del
Chapare, zona reconocida como tradicional para los cultivos de coca y cuya producción es
destinada en un 90% a cubrir la demanda ilegal.
Otro factor que induce a suponer una conexión directa entre productores de pasta base y
campesinos es el mutualismo que se genera entre formas de movilización social y actividades
ilícitas. La expresión más frecuente se concreta en la interferencia de comunarios con las
acciones de interdicción. Según el Director Nacional de la FELCN, Coronel René Sanabria, en
el transcurso de los últimos meses se han registrado al menos tres casos en que los pobladores
obstaculizaron el trabajo antidroga. Una de las situaciones más violentas de este tipo se
presentó el 30 de diciembre del año 2006, cuando cocaleros de Bulo Bulo emboscaron a una
patrulla de la Policía, robaron sus armas y dejaron heridos a ocho efectivos. La Policía
informó que en esta ocasión los comunarios protegieron a dos narcotraficantes que estaban a
punto de ser capturados, aunque organizaciones cocaleras afirmaron que la situación se
derivo de abusos por parte de los uniformados.7 También existen declaraciones extraoficiales
de que los periodos en que las federaciones campesinas bloqueaban las carreteras en protesta
por la erradicación forzosa de cultivos de coca, las redes de tráfico aprovechaban el caos para
recoger la mercadería en avionetas que aterrizan en caminos libres de control. Son situaciones
que, en conjunto, contrastan con el hecho de que, actualmente, la propia dirigencia sindical y
funcionarios de UMOPAR realizan rastrillajes conjuntos para lograr detener a los
narcotraficantes que operan en los territorios de las federaciones.
Además de estos indicios de manipulación que mantendrían los narcotraficantes sobre la
población rural, se ha verificado que existen formas más perversas por las que el narcotráfico
se aprovecha de la población de esta región. Quizás la más dramática es la que atraviesan las
personas en situación de pobreza que transportan droga en el interior de sus cuerpos. Desde el
años 2005, los datos estadísticos de la FELCN establecen que cada semana son detenidos,
aproximadamente, tres tragones en los departamentos de Cochabamba y Santa Cruz. Cada
uno de ellos llevaba, en promedio, en el interior de su estómago 59 cápsulas, con un peso total
de 779 gramos. La tasa de mortalidad entre estas personas es del 3%, lo que es
particularmente dramático por que más de la mitad de los detenidos, el 51 por ciento, son
niños y jóvenes comprendidos entre 10 y 20 años. En este caso, el detenido más joven fue un
niño de 12 años, quien fue sorprendido en Bulo Bulo con 79 cápsulas de clorhidrato de
cocaína en su estómago. Asimismo, se establece que el grupo social que más incide en esta
forma de transporte lo constituyen los agricultores (42 por ciento), seguido de los estudiantes
(20 por ciento), las amas de casa (10 por ciento), y, por último, los albañiles y comerciantes (9
por ciento).
Yungas de La Paz. Áreas tradicionales y no tradicionales
Los Yungas de La Paz no es una región homogénea en cuanto a la producción de coca, dentro
de los límites geográficos que la caracterizan existen zonas y localidades reconocidas como
tradicionales para el cultivo de este arbusto, pero también hay zonas que no se reconocen
como tradicionales para esta actividad, tal es el caso de la Provincia de Caranavi. En esta zona
se ha iniciado el cultivo de la hoja de coca de manera extendida hace unos 20 años y con su
cultivo, de manera simultánea, se ha registrado la producción de pasta base de cocaína. Esta
situación no ha sido negada por el Gobierno de Morales, a través de Luís Cutipa, Responsable
de la Dirección General de la Coca, cuando este funcionario afirmó que la mayor parte la hoja
se desvía para fines ilícitos, motivo por el que el gobierno nacional ha emprendido un proceso
de erradicación concertado con los 2500 productores que viven en la provincia. Tanto en
Caranavi como en el Municipio de La Asunta, de la Provincia Sur Yungas, tampoco
reconocida como tradicional, se han identificado nuevas áreas de concentración de producción
de pasta base. La tendencia es reciente y se expone cuando la FELCN asegura que hasta
octubre del 2007 ha secuestrado cuatro veces más cocaína base en esta región de lo que logró
incautar en todo el año 2006, incremento que lugareños explican por la expansión de
actividades referidas a narcotráfico y que difícilmente se podría explicar sólo por el aumento
en las actividades de interdicción.
La situación en las áreas tradicionales de los Yungas de La Paz (Municipios de Coroico,
Arapata, Coripata, Chulumani e Irupana) es distinta, no existen cupos para la producción de
cultivos de coca y existen campesinos que cultivan hasta 10 hectáreas de este arbusto. Por
supuesto, esta situación no respeta una noción de equidad con productores de coca de otras
regiones, en las que se ha limitado la extensión de los cultivos a una superficie equivalente a
un cato. En estos lugares “tradicionales” las organizaciones campesinas cuidan
estratégicamente que no ingresen desconocidos y dan información a UMOPAR para evitar
que el narcotráfico se introduzca a sus territorios y distorsione la imagen tradicional de la
hoja de coca. En términos de un dirigente de la zona esto significa que “si permitimos que con
esa coca se elabore cocaína, el Gobierno va a querer erradicar”8. Sin embargo, aún a pesar de
esta preocupación, en estas áreas se han encontrado pozas de maceración entre el año 2005 y
2006. En una inspección de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar), en la Sub Central
9 de Abril, frente al Municipio de Coroico, se halló una fábrica con pozas de maceración y con
tecnología colombiana de molido de coca, ocasión en la que se vieron involucrados algunos
dirigentes de la zona. Ante el surgimiento de este tipo de situaciones la población, que antes no
permitía el ingreso de unidades policiales, actualmente, acepta el establecimiento de unidades
de UMOPAR, en tanto que, significan la legitimación de la producción y comercialización de
su hoja de coca dentro del marco legal.
El problema más grave que enfrenta el gobierno con la producción de hoja de coca de la zona
tradicional surge por la falta de control en el traslado y la comercialización hacia el mercado
de la Asociación de Productores de Hoja de Coca (ADEPCOCA) ubicado en el Barrio de Villa
Fátima de la Ciudad de La Paz, el cual pretendidamente es regulado y controlado por los
dirigentes productores. Este proceso de control se inicia cuando el dirigente de cada
comunidad proporciona a cada productor afiliado su “Hoja de internación”. En este
documento se especifica la cantidad de hoja de coca transportada, dato que, posteriormente,
se registra en el puesto policial de La Rinconada. Posteriormente, esta hoja de coca debe
ingresar al mercado de ADEPCOCA, donde es vendida a los comerciantes detallistas y es
registrada antes de su salida por personeros de la Dirección General de Coca y Desarrollo
Integral (DIGCOIN), quienes proporcionan las “Hojas de Ruta” necesarias para que estos
detallistas puedan pasar con su mercancía por los puestos de control que mantiene la FELCN
en las carreteras del país. Efectivos del Grupo Especial de Control de Coca (GECC) han
identificado que el control que realiza DIGCOIN es insuficiente, por lo que aproximadamente,
un 30% de la hoja de coca que arriba al mercado de ADEPCOCA sale ilícitamente hacia el
mercado nacional al ser comprada por los denominados “chacas”, personas que compran y
acopian hoja de coca para desviarla al narcotráfico. Las dificultades para evitar el desvío se
han incrementado con la posibilidad que ahora brinda el gobierno a los 30.000 productores
de los yungas paceños de comercializar su hoja de coca, abriéndose un proceso sobre el que
los 5.963 detallistas de coca han mantenido exclusividad durante los últimos años.
A pesar de los referidos mecanismos de control coordinados entre organizaciones sociales y
efectivos de la FELCN, se ha estimado que anualmente se desvían unas 250 toneladas de coca
antes de llegar al mercado de ADEPCOCA. Las rutas de desvío son Unduavi -Pongo, La
Cumbre-Alto Lima y Periférica-El Alto. Se trata de tres rutas por las que la coca legal de los
Yungas de La Paz se desvía para evitar los controles y se convierte en coca ilegal que puede
estar destinada al narcotráfico. Ante esta situación se elevan las declaraciones del Secretario
Ejecutivo de ADEPCOCA, Eulogio Condori, quien asegura ante la prensa nacional que el
desvío de coca es una farsa, expresando que “ADEPCOCA ejerce un control social para el
traslado de la coca. Apoyamos la lucha contra el narcotráfico. No hay desvío”9.
Respecto a la comercialización de la hoja de coca producida en Caranavi, el control se basa en
la carnetización de los productores. Aproximadamente, el 30 % de éstos tiene sus
credenciales, las que se han distribuido en función al catastro que se realizó hace algunos años
en la región. Aquellos productores que transportan hoja de coca sin tener credencial no
siguen las rutas establecidas, por lo que se asume que la coca que trasladan es destinada al
narcotráfico. Según el comandante de UMOPAR en esta zona se encuentran en promedio dos
pozas de maceración por día con apoyo y denuncias de los dirigentes de la zona. La droga
elaborada en la región tiene como destino la frontera con Brasil y se traslada por vía terrestre
recurriendo a “mulas” (personas que transportan droga), cada uno de los cuales lleva consigo
entre 5 y diez kilos de pasta base.
Otro porcentaje importante de la hoja de coca que se produce en la Provincia de Caranavi
ingresa ilícitamente a las zonas tradicionales con el objeto de que se comercialice como si fuese
producida dentro los límites de éstas últimas. Así, se establece un mecanismo denominado
“nacionalización”, el que facilita que la coca de Caranavi, ya en manos del productor de las
zonas tradicionales, pase libremente por los puestos de control y llegue hasta el mercado de
ADEPCOCA.
Los nuevos escenarios urbanos y rurales en occidente
Como se expuso anteriormente, la producción de droga ya no se remite a los centros de
producción de hoja de coca y se ha extendido a los centros urbanos más importantes del país.
De manera específica, en el occidente del país, el tráfico gira en torno a la ciudad de El Alto,
principal centro de acopio e importante centro de producción de pasta base y clorhidrato. En
este espacio urbano se encuentra alrededor de una fábrica de pasta base a la semana, además
de varios laboratorios de cristalización al año.
Concomitante a este cambio en el escenario geográfico se han dado modificaciones en las
estructuras organizativas. Desde el 2005, los clanes familiares formados por padres, hijos,
esposas, primos, amigos cercanos y compadres han pasado a constituir el eje del negocio de las
drogas en el occidente del país, dejando de lado a las grandes bandas articuladas con carteles
internacionales. Son clanes que se especializan en la producción y tráfico de pequeñas
cantidades de droga, y la mayoría está asentada en la periferia y los suburbios de la ciudad de
El Alto, en barrios como Larecaja, Aroma, Villa Adela, Senkata, Río Seco, Cosmos, San
Roque, Vilaque y otros que son considerados rojos por los elevados índices de criminalidad.
Este año, sólo en los departamentos de La Paz, Oruro y Potosí fueron identificadas y
desestructuradas unas 290 agrupaciones de este tipo con más de 1.500 personas involucradas.
Los clanes también se han extendido a las provincias asumiendo una forma variante de
carácter más comunitario, lo que se ha verificado al encontrarse pozas de maceración y
descubrirse que “los mismos (campesinos) fabrican e incluso hacen el acopio”10, estableciendo
una producción que se destina a la exportación hacia la Argentina, Chile y México. Entre
variantes y formas más convencionales, la FELCN ha estimado que este año son más de 2000
organizaciones de este tipo que operan en el país, además de otras 30 “Grandes
organizaciones” que se concentran en puntos fronterizos del oriente del país y mantienen
conexión con carteles de México, Brasil y Colombia.
Otro centro urbano en el que se concentra la producción de droga es la Ciudad de Santa
Cruz, lugar en el que este año se encontraron seis laboratorios de cristalización en los que no
sólo procesaban pasta base producida en Bolivia sino, además, pasta internada del Perú para
cubrir mercados internos y externos. Con este proceso de cristalización se reduce el volumen
de la pasta base, facilitándose el transporte, pero además se incrementa un 300% el valor de
la droga, ambos, motivos por los que los narcotraficantes se arriesgan a montar estos
laboratorios e invertir en pistas clandestinas, hornos industriales, hornos microondas,
generadores eléctricos y enormes cantidades de precursores químicos que también suponen
elevados costos, tan sólo el barril de 200 litros de acetona cuesta de 6.000 a 7.000 dólares. Es
relevante el hecho de que, normalmente, la instalación de estas pequeñas factorías esta a cargo
de extranjeros, entre ellos, colombianos, brasileños y peruanos.
Otra área que ha comenzado a preocupar al gobierno boliviano, por el incremento en la
producción de droga, es la de Moxos en el Departamento del Beni, porque desde hacía muchos
años que no se había tenido noticias respecto de producción de droga o de movimientos
centrados en esta región, sin embargo, el descubrimiento de 19 fábricas y 30 pozas de
maceración el año 2005, marcaron la tendencia al incremento del narcotráfico en la zona.
Según funcionarios del Ministerio Público de Bolivia, las estructuras de las organizaciones de
tráfico de droga son distintas en el oriente del país, respecto de las estructuras identificadas en
las regiones occidentales. Normalmente, en el oriente se trata de grupos de peces gordos del
narcotráfico, que acopian la pasta base de cocaína, la purifican y la convierten en clorhidrato,
para luego enviarla al exterior. Este tipo de organizaciones criminales, definidas en el Artículo
132 bis del Código Penal Boliviano, tienen una estructura básica de funcionamiento y de
mando, reglas de disciplina y más de tres integrantes.

Áreas de
producción de
pasta base

Áreas de
producción de
clorhidrato

Rutas de tráfico de
pasta base de
cocaína

Rutas de tráfico de
clorhidrato

Fuente: Elaboración propia en base a información primaria y secundaria

Dinámica de las redes de comercialización y las rutas de tráfico


Según cálculos de la FELCN, en todo el país existen unas 30 redes de tráfico caracterizadas
como organizaciones criminales y conectadas a carteles internacionales. En la región del norte
amazónico se ubican unas 5 de estas organizaciones. En Yacuiba, principal punto de ingreso
de la pasta base producida en Bolivia y Perú hacía la Argentina, existen alrededor de tres. En
la ciudad de Santa Cruz se ha estimado que funcionan unas 10 redes, y en la Ciudad del Alto,
existirían al menos 10 organizaciones con estas características. Se trata de organizaciones con
capacidad de exportar mensualmente hasta 500kg de clorhidrato o una tonelada de pasta
base, actividad que concretan en coordinación con representantes de organizaciones
colombianas, brasileras o mexicanas que ingresan a Bolivia específicamente para consolidar
estas transacciones. Hasta el momento no se han conocido operaciones de exportación de
droga efectuadas de manera independiente por redes bolivianas y tampoco se ha verificado la
presencia de redes extranjeras dirigiendo el acopio de droga en Bolivia para su exportación.
La mayor parte de las actividades de estas redes son regidas por administradores, quienes son
los encargados de establecer las relaciones con proveedores y con traficantes de los países de
consumo o de tránsito. Usualmente, es hasta este nivel que la policía boliviana logra detener a
los miembros de las redes criminales. Puesto que en el nivel más alto, el capitalista no se
involucra con las operaciones ilegales, sólo recibe el dinero y lo administra en procesos de
lavado a través de operaciones legales. Para este lavado de dinero los delincuentes suelen
utilizar bancos, otras entidades financieras o empresas que se utilizan como fachadas. Al
respecto, la FELCN ha informado que anualmente se llevan adelante entre 30 y 40 casos de
lavado de dinero entre La Paz, Santa Cruz y Cochabamba.
De acuerdo a las características de cada red de tráfico u organización criminal en el nivel más
bajo se encuentran el distribuidor y el transportador. El transportador es el encargado por la
organización de tráfico de enlazarse con los acopiadores de las regiones productoras para
trasladar las cantidades requeridas. También en un nivel bajo pero en el otro extremo de la
cadena, los distribuidores, usualmente denominados “secretarios”, con frecuencia son
consumidores que realizan su labor, no a cambio de dinero, sino de unos gramos de droga.
Estos “secretarios” fraccionan la droga para la venta en pequeños sobres, logrando
comercializar hasta cinco dosis con un solo gramo.
Estas organizaciones operan en torno a las fronteras, las cuales ofrecen condiciones idóneas
para el tráfico de drogas. Primero, por la débil presencia del Estado y la consecuente falta de
control. Segundo, por la situación de pobreza y abandono que se vive en estas regiones,
induciendo a la población a buscar ingresos en actividades ilegales como el contrabando o el
narcotráfico. Una expresión de esta situación se la vive entre San Ignacio de Velasco y Puerto
Suárez, región fronteriza con Brasil, donde a diario caen “transportadores” en manos de la
FELCN y UMOPAR. Se trata de sujetos que por 150 dólares se arriesgan a transportar en su
estómago, dentro de sus ropas o en cualquier objeto que les sea útil algunos kilos de droga,
sabiendo que al pasar la frontera el costo de la mercancía será multiplicado varias veces. De
manera general, se ha observado que la utilización de la selva como área de circulación de
drogas es un mito y que los volúmenes más importantes circulan por carreteras, vías férreas y
rutas aéreas.
El tráfico realizado por mulas hacia Europa y Estados Unidos se reduce al clorhidrato y se
inicia, sobre todo, en el aeropuerto de Viru Viru de la Ciudad de Santa Cruz, cuyas
instalaciones se constituyen en un centro por el que los “mulas” salen al exterior. Otra opción
que ha surgido para este tipo de tráfico es comenzar, primero, por tierra al Brasil y
Argentina, para después ingerir las cápsulas y abordar vuelos comerciales a los grandes
centros de consumo. Para esta segunda alternativa la Terminal de Buses de Santa Cruz se
convirtió en el principal centro de confiscación de cocaína. Otro mecanismo por el que sale el
clorhidrato es mediante correo o courriers, que desde hace un par de años se ha convertido
en vía menor de envío de droga a Europa, Asia y Norteamérica.
Por supuesto, cada frontera y cada vínculo de las redes bolivianas con los traficantes de los
países en que se concentra el consumo tiene sus particularidades, las que se consideran a
continuación de manera específica.

Tráfico al Brasil.
La frontera entre Bolivia y Brasil, una línea divisoria que serpentea a través de 3 mil 423
kilómetros de pantanos y selvas, se ha convertido en un escenario con creciente tráfico de
droga boliviana y peruana hacia suelo brasileño, ello a pesar del esfuerzo de 157 agentes
bolivianos apostados en diferentes puestos fronterizos. Fuentes diplomáticas del Brasil
afirman que el 80% de la droga boliviana llega a manos de las mafias brasileñas, por un
equivalente de 200 millones de dólares al año, clorhidrato y pasta base, que se vende en el
mercado brasilero y se reexporta hacia Europa, estableciéndose un negocio con ganancias
aproximadas al billón de dólares anuales. La misma fuente y prensa brasileña aseguran que el
principal comprador de la cocaína boliviana pertenece a la fracción paulista del Primer
Comando de la Capital (PCC), una de las organizaciones criminales más grandes del Brasil.11
El tránsito de la droga desde Bolivia hacia el Brasil tiene varias rutas. Según la FELCN, la
más importante atraviesa la región del pantanal, donde el centro urbano fronterizo boliviano
- brasilero de Puerto Suárez – Corumbá se constituye en el principal punto de tránsito de
pasta base hacia los Estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul. En esta zona se realizan
cientos de operativos y se decomisan cientos de kilos de droga anualmente que circulan por
vía férrea o carretera. Las rutas aéreas clandestinas de esta región siguen siendo utilizadas,
aún a pesar de la implementación de un escudo aéreo que debería permitir al Estado
Brasileño fiscalizar todo el espacio aéreo de la frontera con Bolivia.12
Otra región de tránsito de droga desde Bolivia hacia el Brasil es el norte amazónico boliviano,
espacio en el que se integran redes de tráfico del Perú, Brasil y Bolivia. Quizás el flujo más
importante de droga de esta región se da desde las zonas productoras: Chapare, Yungas de La
Paz, y el Alto; atravesando rutas cubiertas por organizaciones bien establecidas. Aquellos
productores que se arriesgan a trasladar la droga por su propia cuenta hasta el norte
amazónico son pocos, en cuanto que, quien no se encuentra amparado por una organización
es susceptible de ser robado y asesinado por otros narcotraficantes, denominados en la región
como “volteadores”. Por esta ruta también transita droga peruana que tiene como destino
final el Brasil, en estos casos la droga peruana ingresa a Bolivia por la Localidad de
Desaguadero, pasa por la Ciudad de La Paz hasta Yungas y sale al Brasil por Guayaramerín
a la población gemela de Guajará Mirin. Otra ruta de la droga peruana se inicia por el norte
de Pando para salir por la Ciudad de Cobija que se ubica en la frontera frente a la Ciudad de
Brasileia.
Tráfico del Perú a Bolivia
La droga que llega del Perú proviene de la región del valle de los ríos Apurímac y Ene
(VRAE). Región en la que los narcotraficantes se han armado para proteger su mercadería y
han llegado a niveles de violencia y fuerza que les permite atacar de manera frontal a la
policía y controlar las rutas de salida del narcotráfico hacia la costa y Bolivia. Actualmente,
las autoridades bolivianas aseguran que se introducen toneladas de droga por la frontera con
Perú, para continuar su camino hasta las fronteras con Chile, Argentina, Paraguay y Brasil.
Así, Bolivia también se ha convertido en un país de tránsito del tráfico de drogas. Esta
afirmación es respaldada por el gobierno boliviano a través del Viceministro de Defensa
Social y Sustancias Controladas de Bolivia, Felipe Cáceres, quien aseguró el año 2006 que el
sulfato de cocaína que llega al Brasil desde Bolivia “no es sólo droga boliviana, el 50% es de
Perú por lo que Bolivia está siendo utilizada como un país de tránsito para llegar al Brasil”13.
Se trata de una situación que gradualmente se hace más difícil de comprobar ya que, los
traficantes han comenzado a mezclar la pasta base que llega de Perú con la que se produce en
Bolivia.
El ingreso de la droga peruana a Bolivia se da por dos rutas. La primera, por el
Departamento de La Paz, utilizando diversas poblaciones de las provincias Ingavi, Iturralde,
Franz Tamayo, Saavedra y Camacho. De acuerdo con la información que ha obtenido la
FELCN en diversos operativos, se sabe que la droga que llega desde el Perú es acopiada en El
Alto para luego seguir un largo camino hacia las fronteras bolivianas con los otros países a
través de diversas rumbos. Por el Beni y Santa Cruz hacía el Brasil, por Sucre y Potosí hacía
Chile, y por Tarija hacia la Argentina y Paraguay. La otra ruta que ocupan los traficantes
peruanos, como se menciona más arriba, es a través de Cobija, ciudad que se ha convertido en
lugar de tránsito de la cocaína que sale de Perú y no se detiene hasta llegar a Brasil, aunque el
microtráfico ha encontrado en este centro urbano un mercado para los operadores de este
delito. En esta zona, la carretera bioceánica que une a Perú, Bolivia y Brasil ha facilitado las
operaciones a los traficantes, en cuanto que se ha incrementado el tránsito de vehículos de alto
tonelaje.
El tráfico hacía Chile
La mayor parte de la pasta base que se destina a Chile o Argentina se produce en precarias
fábricas o en pequeñas viviendas emplazadas en el altiplano, radicalmente distintas de los
grandes laboratorios hallados en Santa Cruz. Usualmente, esta droga sale por dos rutas. La
primera, atravesando el altiplano boliviano, siguiendo las vías existentes entre El Alto y
Uyuni, para después ser acopiada y de allí seguir varios desvíos, pudiendo continuar por
Laguna Colorada, Laguna Verde, Ojito de Perdiz, Árbol de Piedra, Villa Mar, Alota, San
Pedro o Llica. Oficiales de la FELCN aseguran que desde enero a octubre se secuestró un
total de 934 kilos de cocaína y marihuana en esta ruta, lo que la ha constituido en la frontera
en la que se ha logrado retener el mayor volumen de droga. La tendencia al incremento ha
sido marcada desde el año 2006, cuando el secuestro fue de sólo 691 kilos. Oficiales de la
FELCN presumen que estas modificaciones se han presentado por la creciente presión que ha
ejercido la policía boliviana en la región oriental del país, provocando que el tráfico cambie de
mercado y se incremente en la región occidental.
El destino de la mayor parte de la droga que ingresa a Chile es la zona sur de Santiago, donde
existen redes de distribución con vínculos en Calama y Bolivia.
Argentina y Paraguay.
La frontera boliviana en que se ha secuestrado menor volumen de droga en los últimos meses
es la que se extiende con Argentina. Inicialmente, el tráfico hacía la Argentina se debía al
tránsito de droga hacia Europa o los Estados Unidos, ahora es, además, un importante centro
de consumo. En la actualidad, la principal ruta hacía la Argentina atraviesa la frontera por el
poblado de Yacuiba, localidad en la que se asientan redes de comercializadores, pero donde,
además, se ha detectado la presencia de organizaciones bolivianas con capacidad de fabricar
hasta 100 kg. diarios de clorhidrato.
Respecto de la comercialización, autoridades de la zona lamentan que los narcotraficantes
utilicen gente joven, y es que la edad promedio de los detenidos es de 22 años. Jóvenes en
situación de pobreza que son utilizados como "mulas" a cambio de pagos que giran alrededor
de los 150 dólares, monto que suele ser cancelado al llegar a su lugar de destino.
Tanto la prensa local como nacional reconoce que Sucre se ha convertido en una ciudad de
tránsito para el transporte de sustancias controladas hacia Paraguay y Argentina. Este tráfico
registrado en Sucre se inicia en el Chapare o El Alto, llega a Cochabamba, pasa por Aiquile y
luego de arribar a Sucre se dirige con destinos diversos: al estado brasileño de Mato Grosso,
la provincia argentina de Salta o algunas comarcas colindantes con el Paraguay, aunque un
0,5 por ciento de esta droga es distribuida localmente. Respecto de las otras rutas de tráfico de
droga hacía el Paraguay, estas son por vía aérea, o por la ruta terrestre que une a Santa Cruz
con Asunción. Su tránsito alcanza un volumen aproximado de 6 toneladas anuales, según
declaraciones de las unidades paraguayas especializadas.
Rutas de tráfico de precursores
Actualmente, en Bolivia, la Dirección General de Sustancias Controladas (DGSC) es la
encargada de prevenir el desvío de sustancias químicas legales hacía el narcotráfico. Sus
responsables aseguran que los químicos que se utilizan en esos laboratorios no se fabrican en
Bolivia, sino que tienen origen en Argentina, Chile o Brasil. Un informe de la FELCN muestra
que el ingreso de precursores al oriente del país se lo realiza por Cobija, Guayaramerín, San
Matías y Puerto Suárez. Al otro lado de país, por la región occidental, el ingreso se realiza
desde Chile por los pasos fronterizas de Chungara, Tambo Quemado, Julo y Charaña, Este
cuadro cambió durante la devaluación de la moneda Argentina, cuando la baja relativa de los
precios en la producción de este país de ácido acético, carbonato de calcio, carbonato de sodio,
amoníaco, bicarbonato de sodio, tolueno, cloruro de metileno, soda cáustica, diesel, ácido
sulfúrico, alcohol etílico, gasolina, aguarrás, metanol, diluyentes y ácido clorhídrico
incentivaron a los productores bolivianos a reemplazar a proveedores chilenos por
proveedores argentinos.
Otra fuente de precursores químicos para el narcotráfico surge del desvío que mantienen los
comercializadores legalmente registrados y que alteran los volúmenes o la concentración de
las sustancias comercializadas para engañar a la DGSC y a la FELCN. En estos casos, el
desvió se puede dar en cualquier punto del país y seguir la ruta más conveniente hacía los
centros de producción drogas.

NOTAS
1
El informe fue remitido por un Grupo Especial de Inteligencia en diciembre de 1980 de manera
directa al General Luís García Mesa.
2
Los datos consolidados sobre droga secuestrada y número de operativos realizados han sido
proporcionados por el Viceministerio de Defensa Social y sustancias Controladas.
3
Las cifras, porcentajes parciales y formas de operación de las organizaciones criminales han sido
obtenidos mediante entrevistas a oficiales de la FELCN y artículos publicados por los periódicos La
Razón, El Deber y La Prensa entre junio del 2005 y noviembre de 2007.
4
Se denomina “pisacocas” a aquellas personas, normalmente en situación de pobreza, que son
empleadas por los productores de pasta base de cocaína para pisar la hoja de coca, mezclándola con
precursores químicos y extrayéndole, de este modo, los alcaloides.
5
En el Trópico de Cochabamba, se ha consensuado el cato de coca como una superficie de cultivo
equivalente a 40 x 40 metros.
6
Según el informe de la Oficina Contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas publicado en junio del
2007, con 370 kilogramos de hoja de coca producida en el Chapare o 315 producida en los Yungas se
puede obtener un kilogramo de cocaína.
7
Dato proporcionado en entrevista a dirigentes campesinos de la Federación Mamore
8
Texto recuperado de un artículo de La Razón del 22 de julio del 2007
9
Texto recuperado de un artículo de La Razón del 18 de agosto del 2005
10
Texto recuperado de un artículo de La Razón del 22 de noviembre del 2006
11
Información obtenida de nota del periódico brasilero “O Dia”, correspondiente al 28 y al 30 de agosto
del 2007.
12
Información obtenida de nota del periódico brasilero “O Dia”, correspondiente al 27 de agosto del
2007.
13
Texto recuperado de un artículo de La Razón del 23 de junio del 2007

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