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LA FELICIDAD DE SER LO QUE (NO) SOMOS: UNA MIRADA A LOS RASGOS

IDENTITARIOS EN DULCE VENENO MORENO DE DAVID SÁNCHEZ JULIAO

JUAN PABLO SANTIAGO GÓMEZ

LUIS FERNANDO TORRES OSPINO

Proyecto de grado presentado para optar al título de Licenciado (s) en Lengua Castellana e

Inglés

UNIVERSIDAD POPULAR DEL CESAR

FACULTAD DE CIENCIAS BÁSICAS Y EDUCACIÓN

PROGRAMA DE LICENCIATURA EN LENGUA CASTELLANA E INGLÉS

VALLEDUPAR

2019
LA FELICIDAD DE SER LO QUE (NO) SOMOS: UNA MIRADA A LOS RASGOS

IDENTITARIOS EN DULCE VENENO MORENO DE DAVID SÁNCHEZ JULIAO

ASESOR

GABRIEL GALIANO RANGEL

Magíster en Literatura Hispanoamericana y del Caribe

UNIVERSIDAD POPULAR DEL CESAR

FACULTAD DE CIENCIAS BÁSICAS Y EDUCACIÓN

PROGRAMA DE LICENCIATURA EN LENGUA CASTELLANA E INGLÉS

VALLEDUPAR

2019

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NOTA DE ACEPTACIÓN

Presidente del Jurado

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Jurado

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Jurado

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Fecha:
3
TEMA: Identidad, arribismo y alienación.

TÍTULO: La felicidad de ser lo que (no) somos: una mirada a los rasgos identitarios en Dulce

veneno moreno de David Sánchez Juliao.

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Tabla de contenido

1. INTRODUCCIÓN ................................................................................................................... 2

2. JUSTIFICACIÓN .................................................................................................................... 6

3. ANTECEDENTES .................................................................................................................. 8

4. OBJETIVOS .......................................................................................................................... 11

4.1. Objetivo general ........................................................................................................................ 11


4.2. Objetivos específicos ................................................................................................................ 11
5. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA .............................................................................. 12

6. POR LA SENDA DEL HOMBRE CARIBE ........................................................................ 14

6.1. David Sánchez Juliao y Colombia............................................................................................. 14


6.2. David Sánchez Juliao: vida y obra ............................................................................................ 17
6.3. Dulce veneno moreno ............................................................................................................... 19
7. MARCO TEÓRICO .............................................................................................................. 21

7.1. DETRÁS DE LAS MÁSCARAS. ............................................................................................. 21


7.1.1. Identidad, cultura e identidad cultural. .............................................................................. 21
7.1.2. Vida Líquida, cuestiones de identidad cultural y culturas híbridas .................................... 28
7.1.3. Rasgos Identitarios en Dulce veneno moreno .................................................................... 38
7.2. EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS ......................................................................................... 54
7.2.1. Prestigio, Movilidad Social, Arribismo Y Mercantilización Cultural. ............................... 55
7.2.2. Estudio sociológico sobre el arribismo y la mercantilización cultural ............................... 60
7.2.3. El arribismo y la mercantilización cultural en Dulce veneno moreno ............................... 67
7.3. LA FELICIDAD DE SER LO QUE NO SOMOS .................................................................... 77
7.3.1. Nociones sobre el concepto de alienación ......................................................................... 78
7.3.2. Teoría de la alienación ...................................................................................................... 82
7.3.3. Alienación en Dulce veneno moreno ................................................................................. 90
8. METODOLOGÍA .................................................................................................................. 96
9. CONCLUSIONES ................................................................................................................. 97

10. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ................................................................................ 100

11. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................. 101


Resumen:

La presente investigación constituye un análisis hermenéutico de los fenómenos de identidad

cultural, arribismo y alienación en los personajes de la obra Dulce Veneno Moreno del escritor

cordobés David Sánchez Juliao. Al analizar la obra, se pudo evidenciar que la identidad es un

preconstructo social inacabado, el cual está condicionado a la fluidez de la vida líquida, la

hibridación cultural y la demanda del mercado. Asimismo, se establece la relación existente entre

el arribismo, como búsqueda desmesurada del prestigio y el estatus, y la mercantilización

cultural y la movilidad social. Por último, la alienación como la reconfiguración y reconstrucción

de la identidad cultural como consecuencia de una imposición innatural y externa.

PALABRAS CLAVES: Dulce veneno moreno, identidad, hibridación, mercantilización

cultural, arribismo, alienación.

Abstract: The following investigation constitutes a hermeneutical analysis of the cultural

identity, extreme careerism and alienation phenomena in the characters of the novel Dulce

veneno moreno written by David Sánchez Juliao, a writer from Cordoba, Colombia. When

analyzing the work, it was possible to demonstrate that identity is an unfinished social

preconstruction, which is conditioned to the fluidity of liquid life, cultural hybridization and

market demand. Likewise, the relationship between extreme careerism is established as an

excessive search for prestige, status, cultural commodification and social mobility. Finally, this

paper work presents alienation as the reconfiguration and reconstruction of cultural identity as a

consequence of an unnatural and external imposition.

KEY WORDS: Dulce veneno moreno, identity, hybridization, cultural commodification,

extreme careerism, alienation

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1. INTRODUCCIÓN

Para que cada sociedad pueda fungir como la misma en un espacio geográfico en específico

debe cumplir con ciertas bases de diversas índoles. Estas bases hacen referencia a elementos

económicos, políticos, sociales y educativos dentro de una comunidad en general y que se

instauran a partir del consenso social. Estos acuerdos sugieren que el individuo no se forma en

realidad desde su singularidad, sino desde las experiencias de los otros, de quienes los

antecedieron; lo que implica una repetición de conductas, costumbres, cosmovisiones y demás,

que facilitan a cada quien desempeñar ciertos roles específicos y desenvolverse en la sociedad.

Cada ser, entonces, se articula desde lo colectivo, lo que forja una civilización. Esta mezcla de

aspectos, contenidos históricos y experiencias compartidas son consideradas como cultura,

aquella que establece los cimientos de las sociedades.

Ahora bien, dentro de los elementos que se ven incluidos en la cultura de una sociedad,

persiste el manejo individual que se da en cada poblador de una comunidad y que actúa en

contraste o consonancia con los códigos culturales colectivos, este tipo de experiencias se

conciben como la identidad cultural, que hace alusión a la manera en que cada sujeto sienta su

personalidad, moldeada a través de la cultura que le rodea.

Sin embargo, la identidad cultural formada con su contexto nativo puede variar ante la

multiculturalidad que el basto mundo proporciona, concientizando al individuo de que existen

muchas más sociedades y que por ende, muchas más culturas con similitudes y diferencias

particulares. El presente trabajo de investigación se refiere a la problemática de desarraigo

cultural que se ve inmerso dentro de la identidad de los personajes de la obra Dulce veneno

moreno (2005) de David Sánchez Juliao y que constata la problemática real sobre la sociedad

2
latinoamericana en contraste con los ideales globalizadores, los estereotipos, modas extranjeras y

la pérdida de los rasgos identitarios locales del individuo frente a estándares culturales

instaurados por sociedades hegemónicas y que, a través del arribismo, pueden causar un ser

alienado de su cultura nativa.

La investigación de esta problemática social se realizará por el interés literario que las obras

de Sánchez Juliao evocan en el lector en general y que calcan las problemáticas que se dan en

diversas regiones de Colombia. En este caso, en la obra Dulce Veneno Moreno se presenta un

contraste cultural entre los personajes originarios de Montería y los personajes europeos, como

una demostración sobre las maneras en las que una persona intenta alcanzar los estándares

impuestos por una sociedad que enajena las características culturales propias y que forman como

resultado un ser completamente distinto con puntos de vista ulteriores al paradigma local en

contraposición con el extranjero.

Muchos escritores caribeños se centran en abordar problemáticas de esta índole, de manera

que relatan las conductas sociales dentro de lo popular yuxtapuestas al statu quo aristocrático

perteneciente, no solamente a sociedades extranjeras, sino que además a bloques sociales dentro

del mismo país, región y localidad determinada.

Sánchez Juliao no solamente critica la forma en la que las culturas europeas aprovechan la

globalización para crear una expansión cultural indirecta que se ve reflejada a través de los

productos que estas sociedades comercian por todo el globo terráqueo, sino que además critica

una realidad local en la que Colombia se ve fragmentada en sectores sociales y culturales tales

que generan una forma de discriminación descabellada sobre un mismo lugar y que producen una

desigualdad social tal que los individuos se ven forzados a escalar a un estatus adecuado para

vaciar su existencia cultural, enajenada por su misma comunidad.

3
Para llevar a cabo esta investigación, utilizaremos el método hermenéutico para abordar dicha

temática sobre la obra, puesto que la novela en sí, es el principal objeto de interpretación que

remarca y destaca la problemática social radicada en la región Caribe colombiana en contraste

con las demás regiones del país y fuera de esta misma, debido a que la obra funge para relatar

sobre una falencia social que no se consideraba como algo ulterior a una costumbre tradicional

entre las sociedades y que busca generar un espacio de reflexión sobre a lo que realmente

llamamos una identidad cultural y sobre la felicidad existencial que esta nos produce al sentirnos

dentro de un estatus aceptable por una comunidad determinada.

La investigación estará dividida en cuatro capítulos:

El primero trazará un recorrido sobre la vida y obra del escritor cordobés David Sánchez

Juliao y expondrá un resumen de la obra Dulce veneno moreno, la cuál será sujeta a un análisis

en los siguientes capítulos.

El segundo capítulo constará de la categorización de los diferentes tipos de RASGOS

IDENTITARIOS reflejados dentro de los personajes de la obra y que, de manera taxonómica,

establecen los diversos niveles de afirmación cultural que los personajes, tanto principales como

secundarios, se ven expuestos. Debido a que cada uno de ellos presenta diversos patrones

referentes con cada uno de los procesos equivalentes a la identidad nativa y su posterior

degeneración y cambio hacia una identidad cultural enajenada y plastificada que se instaura

dentro de un marco social completamente distinto a su entorno nativo común.

En el tercer capítulo se abordarán los diversos procesos que se dan en el individuo a la hora

de querer intercambiar su identidad cultural ante una sociedad extranjera por diversos motivos y

que funge dentro del ARRIBISMO, que consiste en ascender en la jerarquización social sin

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importar los medios necesarios, morales e inmorales, utilizados para acometer su objetivo

primordial.

En el cuarto capítulo se analizará la consecuencia generada por el arribismo y que tienen que

ver con el concepto de ALIENACIÓN, que consta de la pérdida de la identidad (parcial o total)

en varios personajes de la obra, y que se produce a través de diferentes contextos y temáticas que

engloban sobre los contenidos culturales nativos en contraste con los contenidos culturales

hegemónicos dentro de un mercado social y económico. Puesto que la alienación es un concepto

económico, es pertinente abarcar la forma en la que los personajes venden su identidad hacia un

mercado extranjero como un producto y que se convierte en la pérdida final de su identidad, lo

que forja un personaje con costumbres y características totalmente distintas ante su identidad

vista al inicio de la obra.

Esta investigación analizará los rasgos identitarios de los personajes de la obra Dulce veneno

moreno, partiendo de la clasificación detallada de ellos, su posición con respecto a su cultura, sus

respectivas personalidades y su construcción a lo largo de la historia, determinando así la

incidencia del arribismo en los proceso de negación y pérdida de la identidad hasta llegar a la

alienación.

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2. JUSTIFICACIÓN

Dentro de la literatura colombiana contemporánea pueden encontrarse un sinnúmero de

escritores, muchos de ellos, en sus obras, retratan al país desde diferentes ángulos, bien sea

versando sobre su historia, los orígenes y estragos de la violencia, el conflicto armado y sus

ciudades o inclusive criticando constantemente la corrupción y el gobierno (Fernando Vallejo,

Gabriel García Márquez, Juan Gabriel Vásquez, etc.). Sin dudarlo, entre sus mayores aportes está

la contribución a la creación de una conciencia histórica y un diagnóstico de nuestra identidad

como país, lo que somos frente al mundo. Este diagnóstico, sin embargo, puede ofrecernos una

nueva concepción del pueblo colombiano: un pueblo con problemas de afirmación cultural.

Entre estos autores destaca David Sánchez Juliao, quien en toda su obra logra construir un

perfil de la identidad del caribe colombiano. Su obra Dulce veneno moreno nos presenta esta

nueva concepción (desoladora) de lo que somos y la tendencia que tienen muchos de explorar

diferentes culturas, desconociendo la propia, lo cual consideramos de suma pertinencia analizar.

Aun cuando esta novela, a grandes rasgos, parezca de prosa ligera, sencilla, y de fácil lectura, al

adentrarse en su análisis, se puede notar que entre los diálogos y su narración se extienden una

serie de críticas y concepciones referentes a distintas temáticas, como la identidad, el

eurocentrismo, el arribismo, la mercantilización cultural y la alienación que resultan interesantes

a la hora de investigar.

Realizar una investigación literaria acerca de esta obra implica, no sólo llenar un vacío en el

campo de la investigación, específicamente sobre las que aborden las obras de David Sánchez

Juliao, ya que su obra carece de estudios relevantes en nuestro contexto universitario y que aún

no se ha abordado con la profundidad que merece, sino que además, pone a prueba nuestra

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capacidad como investigadores en aras de brindarnos unas bases (tanto metodológicas como

teóricas) para seguir con investigaciones relacionadas e inclusive de muchas otras obras fuera de

estas categorías.

A su vez, esta investigación será de ayuda al momento de fungir como una referencia

bibliográfica para quienes pretendan realizar una investigación con temáticas similares e

impulsar la investigación sobre la literatura Caribe y sobre muchos escritores pertenecientes a

esta región. Por último, esta investigación se justifica en sí misma en tanto existe una necesidad

latente de reflexionar sobre lo que somos, apreciar y apropiarnos de lo que es realmente nuestro,

y de reivindicar nuestra identidad y la obra de David Sánchez Juliao como una forma de repensar

nuestra historia y nuestra cultura.

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3. ANTECEDENTES

La novela Dulce veneno moreno de David Sánchez Juliao, fue publicada en 2005. En ella el

autor expone una serie de rasgos identitarios que definen a los personajes y alcanzan a retratar el

arribismo, la alienación y la desafirmación cultural, lo cual será objeto de esta investigación.

Tras haber hecho la revisión bibliográfica pertinente con el fin de encontrar estudios previos que

hayan tratado la obra o las temáticas anteriormente mencionadas, fueron pocos los textos que los

abordaron, entre ellos: dos artículos, el primero escrito por Andrea Enciso y publicado en

Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica (2008), y el segundo por Andrés Flórez y

publicado en Aproximaciones literarias (2012); dos reseñas, una escrita por Naudín Gracián y

publicada en su blog personal (2011), y otra por Araceli Otamendi (S.F) y publicada en la

hemeroteca virtual quadernsdigitals.net; y por último, una columna del periódico El Tiempo

escrita por Liliana Martínez (2005).

El artículo escrito por Andrea Enciso es, por mucho, el antecedente más interesante y cercano

a nuestros motivos de investigación. Titulado “Entre la negación y la hibridación de una

identidad cultural activa: el Caribe y sus reflejos en la obra de David Sánchez Juliao”, este

ensayo proyecta al Caribe de las obra de David Sánchez Juliao (Abraham Al Humor, El

Pachanga, El Flecha y Dulce veneno moreno), como una región con una identidad sujeta a

procesos de fusión, negación y afirmación de lo propio. En primera medida, Enciso explora la

identidad del ser costeño como una supeditada a tradiciones árabes, libanesas, europeas, negras e

indígenas; esto es, que la identidad de esta región es una construcción híbrida. Este fenómeno de

hibridación provoca una transculturación; un intercambio constante entre culturas. No obstante,

invita al lector a repensar la identidad de la región y a reconocer positivamente la diversidad

8
como manera de ser en el mundo, al Caribe como una entidad constituida por el intercambio y el

diálogo entre culturas. Sugiere ver la obra de David Sánchez Juliao como una reflexión sobre el

ser costeño y la manera en que asume o niega los rasgos que lo caracteriza.

Por su parte, Andrés Flórez en “El tejido de David, un realismo muy Caribe” considera que la

obra de Sánchez Juliao está construida a partir de un pretexto: el mundo de la oralidad y la

realidad del Caribe colombiano, y que su obra puede enmarcarse, así como otras obras en el

realismo mágico, lo real maravilloso, el realismo sicológico y demás; en un realismo Caribe y

menciona a Dulce veneno moreno como una novela digna de este realismo al estar llena de

elementos temáticos, referentes (como la bata wayuu, el sombrero vueltiao, las abarcas 1 y la

hamaca), y términos (llave, porro, patacón, arroz con coco) que retratan la identidad Caribe.

En cuanto a la reseña escrita por Naudín Gracián, se hace mención de los recursos narrativos

con los que cuenta Dulce veneno moreno, como lo son el tono anecdotario, que le da credibilidad

a lo contado; los llamados reiterativos de atención al lector con comentarios o cuestionamientos

sobre la historia; la intercalación en la narración de otras anécdotas o análisis que pueden llegar a

considerarse como ensayos dentro de la novela.

Por otro lado, Araceli Otamendi menciona en su reseña que el encuentro y confrontación de

culturas son el punto central de la obra, que demuestra la afirmación y la negación de la

identidad cultural en Ludisbel Brunal, que es colombiana en París y francesa en Colombia.

Por último, la columna escrita por Liliana Martínez: “El amor en medio de dos culturas”;

además de resumir la novela Dulce veneno moreno, destaca unas apreciaciones del autor acerca

de su obra, que sostiene que la temática tratada en la novela, más que el amor, es el choque de las

culturas y el problema de la identidad.

1
“Calzado de cuero crudo que cubre solo la planta de los pies, con reborde en torno, y se asegura con cuerdas o
correas” (RAE).

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Si bien, la búsqueda de antecedentes será constante y permanente, se han encontrado hasta el

momento dos ensayos, dos reseñas y una columna concernientes a la obra y la temática, pero

estos no profundizan en la categorización de los rasgos identitarios presentes en Dulce veneno

moreno, el arribismo como mecanismo para la movilidad social de los personajes, su afirmación

y desafirmación cultural, la mercantilización cultural, la influencia del eurocentrismo y por

último, la alienación. Sin embargo, los textos anteriormente mencionados son de gran utilidad al

servir como una herramienta esclarecedora y delimitadora para esta investigación.

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4. OBJETIVOS

4.1. Objetivo general

 Analizar los diferentes rasgos identitarios en los personajes de la obra Dulce Veneno

Moreno de David Sánchez Juliao.

4.2. Objetivos específicos

 Determinar los diferentes tipos de rasgos identitarios de los personajes la obra.

 Determinar la incidencia del arribismo en la conducta de los personajes y su relación con

la mercantilización cultural.

 Analizar la alienación como un fenómeno que subyace en la desafirmación cultural de los

personajes.

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5. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

¿Qué es la identidad cultural sino lo que nos define, nos diferencia del resto y nos hace únicos en

el mundo? La cultura es, a su vez, testimonio y manifestación; es tradición, costumbre y

creencia; historias, valores y pensamientos compartidos. La cultura lo es todo; es significación,

representación y comunicación. La cultura se construye en el diálogo constante de los individuos

de una sociedad y la obra de David Sánchez Juliao es testigo de ese diálogo. Su obra es una

exaltación a lo que somos. Con sus letras se encargó de entretejer nuestra identidad como

caribeños, de construir historias que reflejan nuestra forma de hablar, ver y entendernos con el

mundo.

Sin embargo, toda identidad está cargada por ciertos rasgos o matices que la componen,

configuran y pueden llegar a afectarla, como el arribismo y la alienación. Mientras que el

primero puede considerarse como una enfermedad que no distingue de clases sociales y consiste

en la pretensión de aparentar ser lo que no se es, en el deseo de ascender de estatus y adquirir

fama, reconocimiento, riquezas o poder, sin importar lo ético de los medios con los que lo

consiga; la alienación puede considerarse como la muerte de una sociedad, en el desarraigo de

sus individuos, ya que consiste en la negación y pérdida de la identidad de las personas.

Dulce veneno moreno es una novela cargada de identidad, pero además de ofrecer un retrato

fiel de nuestro Caribe colombiano, elabora una crítica frente a uno de los problemas más graves

que atañen nuestra identidad: la desafirmación cultural, que nos hace sentirnos ignominiosos de

quiénes somos y de dónde venimos. Esta obra brinda una ilustración del arribismo y la

alienación, pero al adentrarse en una investigación con respecto a ella, hace que surjan ciertas

preguntas como: ¿Por qué los personajes de Dulce Veneno Moreno tienen estos rasgos

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identitarios? ¿Cómo podrían categorizarse los personajes de la novela de acuerdo a estos rasgos?

¿De qué manera se construye y manifiesta el arribismo? ¿Será una consecuencia histórica: el

reconocernos como conquistados y no como conquistadores? ¿De qué manera se presenta el

eurocentrismo en la obra? ¿Cómo se manifiesta la desafirmación cultural? y finalmente: ¿Cómo

se llega a la alienación; a través del arribismo y la desafirmación cultural?

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6. POR LA SENDA DEL HOMBRE CARIBE

El presente capítulo tiene como objetivo principal situar a este David Sánchez Juliao en el

panorama literario colombiano, retratar su vida y obra, y por último, resumir la obra Dulce

veneno moreno, la cual será objeto de análisis en los siguientes capítulos.

6.1. David Sánchez Juliao y Colombia

David Sánchez Juliao era un verdadero colombiano, de muchos escritores del Caribe, él era uno

capaz aplicar su identidad, su cultura y su contexto y así evitar que el lector se percatara de que

está leyendo una obra, sino que más bien, escuchando la historia, cara a cara con el narrador.

Para él, la identidad cultural era primordial, puesto que hay que conocer de dónde se viene y a

dónde se va, amar su tierra natal, su comunidad. El coloquio era uno de sus temas más

recurrentes, plasmaba, casi que mágicamente, la realidad popular del Caribe a un papel, y le

proporcionaba al lector (que en el caso de que no perteneciera al bloque caribeño) vislumbrarse

con una cultura tan exótica y carnavalesca como lo es la caribeña, y que, en caso contrario,

pudiera aseverar lo que David Sánchez Juliao plasmaba dentro de sus obras:

El Pachanga, El Flecha, las Historias de Racamandaca, El arca de Noé, Fosforito, entre


otros, son relatos deliciosos en su reinvención de la labia popular de nuestro litoral Caribe y
ya pertenecen a la entraña profunda de los colombianos. (Arboleda, C. 2012, p.184)

Sin duda alguna, Sánchez Juliao tuvo un largo repertorio de obras, cuentos en su mayoría, que

relataban la cruda realidad del habitante caribeño. Con habitante caribeño, cabe destacar, que

representaba al caribeño en general, aun si este se basara en su tierra natal, Lorica, para relatar

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historias, aquellas que son del diario vivir de las regiones de Montería. Sánchez Juliao plasmó en

sus obras la imagen del costeño por encima de un pueblo determinado, puesto que una de sus

mayores temáticas era la afirmación cultural, aquella que tanto criticaba en sus obras, ya que es

un mal que aqueja a la sociedad colombiana y que, aún hoy en día, sigue dividiendo a cada uno

de las distintas regiones del país, segmentándolas y esparciendo la desigualdad y el arribismo

debido al clasismo sobre los status quo que la sociedad colombiana enfrenta.

Hasta hace veinte años, ese manejo de esa clase dirigente del país enraizada en los clubes
de Bogotá nos enseñó eso: que no podíamos sentirnos orgullosos en Antioquia del
bambuco ni de la bandeja paisa, ni del alpargate, ni del poncho, ni en la costa del
Bocachico, ni del mote de queso, ni en Santander de la Pipitoria, ni en pasto del Cuí, ni en
las altas clases de Bogotá del Ajiaco. Que había que comer comidas con nombres que no
entendíamos, leer autores que no hablaban de nuestras propias cosas y remitían nuestra
producción a un plano de un término horrible de “costumbrista” (Sánchez Juliao, 2012).

No obstante, la repercusión que tuvo Sánchez Juliao en el país tuvo un punto de partida: La

Literatura Cassette. La maravillosa idea de involucrar la Literatura con los medios tecnológicos

(i.e. el Audiolibro) fue la que lo catapultó dentro de un estatus de fama, es decir, su repercusión

dentro de la sociedad fue mucho mayor sobre el pueblo colombiano, Sánchez Juliao, habría

entonces, hallado una manera de llevar a la Literatura a un nuevo plano como viene siendo el

cotidiano sin dejar el rasgo oral que éste representa. Su mayor particularidad era la forma en

cómo hacía buen uso de su prosodia para poder darle el “toque real” a los personajes, como si

estos no fueran inventados, sino personas del común.

A través de la Literatura Cassette, entonces, Juliao buscó llegar a todas las partes posibles, e

incursionó en poblaciones iletradas e “Inicialmente en cassettes para grabadoras, que el

campesino podía llevar al monte y oírlos mientras trabajaba con el machete, o podía escuchar en

15
su rancho de palma descansando en una hamaca de fibra de plátano.” (Garcés González 2, 2015,

párrafo 4to). Mediante esto, se considera que su repercusión dentro del país fue directamente a

través de este tipo de audiencia, lo que significa que su idea logró esparcir la “lectura indirecta”

mediante sus audiolibros.

Muchos de estos audiolibros fueron sus obras más populares: ¿Por qué me llevas al Hospital

en canoa, papá? (1973), El Flecha (1981), El Pachanga (1981), entre otros. Sin embargo, su

cargo como diplomático en India logró ampliar aún más su popularidad mediante a su cargo.

Carlos Arboleda (2012) cuenta que “En su paso por la diplomacia como embajador en la India y

en Egipto, promovió, divulgó y publicó a los valores más representativos de la cultura de

Colombia.” (p.184)

David Sánchez Juliao fue la representación del colombiano ideal, aquel que respeta y tolera a

todas las regiones y las concibe como únicas pero complementarias. Consideraba que ese era el

modelo del colombiano que por fin logra afirmarse culturalmente. No solo predicaba, sino que

también actuaba como un modelo a seguir, su repercusión dentro del país (específicamente en la

región Caribe) se dio no solamente en su literatura, sino en su oralidad, en sus acciones y en la

representación de lo que los colombianos deberían tener en cuenta para mejorar el país.

Su repercusión dentro de la novela Dulce Veneno Moreno no ha sido tan fuerte como lo fueron

sus trabajos anteriores. Esta, publicada en el 2005 por la Editorial Seix Barral no ha generado un

gran impacto dentro de la comunidad en general, ni siquiera en la Académica, que, de hecho,

carece de suficientes investigaciones dentro de este marco. Es por esto que la presente

investigación contempla a esta obra como un artefacto literario idóneo para representar la

problemática de desafirmación cultural impuesta por la exposición a la culturas del continente

2
José Luis Garcés González, fundador del grupo Literario “El Túnel” y una revista con el mismo nombre. Tuvo la
oportunidad de dialogar con Sánchez Juliao dentro del mismo círculo de lectores pertenecientes a Montería.

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europeo, dejando claro, además, que esta desafirmación es producida de forma consiente, más no

impuesta.

Por eso, la obra toma como ejemplos a Jean-Claude y a Ludisbel como representantes de

continentes distintos, y deja en claro los puntos de vistas de ambos conforme a las culturas a las

que estos se ven expuestos, y los niveles de arribismos que pueden ocasionarse, conscientemente,

a la hora de buscar un mejor status, que es lo que aqueja y segmenta las regiones de Colombia.

6.2. David Sánchez Juliao: vida y obra

David Sánchez Juliao nació el 24 de noviembre de 1945 en Santa Cruz de Lorica, Córdoba, un

municipio cercano al mar Caribe, ubicado en la zona más baja del río Sinú, también conocido

como la Ciudad Antigua y Señorial o como Lorica Saudita; este último mote se debe a que,

además de haber recibido, desde el siglo XIX, inmigrantes europeos, también se convirtió en el

destino de un sinnúmero de sirios y libaneses, quienes han dejado huella en la cultura y

desarrollo de la región, bien sea en sus aportaciones en el desarrollo económico, en la

arquitectura de muchas construcciones o inclusive la comida.

Provenía de la burguesía provincial del Sinú y en su juventud, estudió con los jesuitas en

Medellín; desde allí empezó a adentrarse en el mundo de la literatura. Intentó ser abogado y

filósofo, pero terminó optando por el título de sociólogo en la Universidad Simón Bolívar de

Barranquilla. Desde entonces, siguió con sus estudios en el Centro Intercultural de

Documentación (CIDOC) en Cuernavaca, México, realizando unos postgrados en comunicación

y alternativas a la educación. Posteriormente, se desempeñó como profesor universitario y

conferencista en México, Estados Unidos, Panamá, Honduras, Europa, Asia, en la Universidad

17
América de Bogotá y la Universidad de Córdoba, donde, junto a Manuel Zapata Olivella y Juan

Gossain, le fue otorgado un doctorado honoris causa en español y literatura. También se

desempeñó como embajador de Colombia en la India durante la presidencia de César Gaviria y

en Egipto, durante el mandato de Ernesto Samper.

Fue un periodista, sociólogo, diplomático y, en lo que respecta a esta investigación, un

escritor, un prolífico contador de historias. Su producción artística es diversa, en ella se

encuentran novelas, cuentos, fábulas, historias para niños y la conocida literatura cassette, que

consistía en testimonios grabados con su misma voz.

Las costumbres y vicisitudes del bajo Sinú inspiraron la creación de sus obras. Entre ellas,

destacan ¿Por qué me llevas al hospital en canoa, papá? (1973), Historias de Raca Mandaca

(1974), El arca de Noé (1976), Cachaco, palomo y gato (1977), Nadie es profeta en Lorica

(1979), Abraham al humor, El Pachanga, El Flecha (1981), Pero sigo siendo el rey (1983),

Buenos días, América (1988), El país más hermoso del mundo (1990), Danza de redención

(1998) y Dulce veneno moreno (2005). Muchas de estas obras han sido traducidas a varios

idiomas como el griego, chino, alemán, inglés, hindi, etc., e inclusive, han sido adaptadas en el

cine y la televisión, siendo difundidas en varias partes del mundo y ganando múltiples

galardones, como el India Catalina del Festival de Cine de Cartagena. Su obra literaria lo llevó a

ser merecedor de múltiple reconocimientos, entre ellos, destacan premios nacionales de cuento y

de libro de cuento, el premio nacional de novela Plaza y Janés, el premio internacional Dulcinea

otorgado por la Asociación Cervantina de Barcelona, y el premio nacional de Literatura por Vida

y Obra, por la Fundación Letras y Libros. A su vez, destacan el Disco de Platino de Sonolux y el

Disco de Oro de M.T.M. otorgado en reconocimiento a su literatura cassette, con la cual, desde

18
la oralidad le llegó a los pueblos iletrados y catapultó una obra impregnada con los testimonios,

anécdotas y vivencias de su región.

En la literatura colombiana, la obra de este escritor se reconoce como una expresión de una

cosmovisión del Caribe, de modo de ver, ser y manifestarse en el mundo. En sus textos, abarcó

desde las problemáticas sociales y fatalidades que padecen los campesinos del bajo Sinú y su

posición contra la pobreza, el hambre, el despojo, la exclusión y el abandono; así como la

banalidad del hombre, lo burlesco y lo popular. La cumbre de su obra la alcanza al evidenciar el

habla del ser Caribe y su idiosincrasia: “No sólo recopila, conserva, legitima [su habla]; también

amplifica, divulga, da esplendor, e institucionaliza” (Garcés González, 2015).

David Sánchez Juliao murió, a la edad de 65 años, el 9 de febrero de 2011 en Bogotá, a raíz

de unas afecciones cardiacas, pero su obra se mantiene vigente, ya que en sus novelas, cuentos y

cassettes, se encargó, no sólo de esparcir las costumbres y la forma de vida de su región, sino de

interpretar la oralidad del Caribe.

6.3. Dulce veneno moreno

Esta novela cuenta la historia de un francés, Jean-Claude Poulenc, que llegó a Montería para

casarse con Ludisbel Brunal, una mujer morena y exótica que vestía orgullosa, en París, cintillos

hecho en tela de hamaca, batas de india guajira y sandalias tres puntás. La obra inicia con el

autor, David Sánchez Juliao, narrando el momento en que él y su esposa, Cata, se encuentran en

el aeropuerto, después de muchos años, justo antes de llegar a registrarse en el vuelo Montería -

Bogotá, con Jean-Claude Poulenc, un francés maloliente a rosas y pescados.

19
Al momento en que David alcanza a reconocer al francés, lo saluda en su idioma y éste

último, luego de un tiempo, logra reconocerlos a ambos y entablan una pequeña charla sobre su

estadía en Montería y su siguiente destino. Jean-Claude abordaría el mismo vuelo que David y

Cata, y por ende, la conversación transcurrió desde la espera del avión, hasta el vuelo y el destino

final del mismo.

Habiendo abordado el mismo avión, Jean-Claude empieza a relatarles su historia, el cómo

llegó a Montería, una pequeña ciudad del trópico latinoamericano, argumentando que se había

casado allí con una mujer oriunda de ese lugar. Posterior a eso, explica qué lo llevó a enamorarse

de Ludisbel, dado que, desde su juventud, había tenido un gusto por las mujeres exóticas, que lo

llevó a diferentes partes del mundo en búsqueda de su arquetipo de mujer, de una Ludisbel

dentro de otros cuerpos, la cual, alcanzó a encontrar en Francia, en su propio restaurante. A partir

de entonces, narra acerca de su relación con ella y su viaje a Montería para el matrimonio.

Éste viaje, sin embargo, terminaría para él siendo una odisea o un martirio, ya que el ideal de

mujer que encontró en Ludisbel, desapareció por completo al momento de pisar juntos el

aeropuerto El Dorado de Bogotá, puesto que ella, de la noche a la mañana, renunció a su

identidad y cambió su forma de ser, su actitud y forma de vestir, dejando a Jean-Claude, atónito

y desorientado. Con esto, aparecieron los conflictos dentro del matrimonio de Jean-Claude y

Ludisbel, lo que lo llevó a aislarse de su relación y al final, asesinar a Ludisbel y pasar una

temporada en la cárcel antes de volver por fin a Francia.

20
7. MARCO TEÓRICO

7.1.DETRÁS DE LAS MÁSCARAS.

Este capítulo tiene la intención de determinar los distintos tipos de rasgos identitarios que se ven

inmersos dentro de los personajes de la obra Dulce veneno moreno. Para esto, se hará uso de los

conceptos y teorizaciones planteados por diversos autores como Stuart Hall, Néstor García

Canclini y Zygmunt Bauman.

Ahora bien, antes de comenzar el análisis de segundo nivel sobre los rasgos identitarios

hallados en los personajes de la obra, es necesario abarcar una noción general de los conceptos

de identidad, cultura e identidad cultural, según la mirada de diversos autores, entre estos, los

mencionados en el párrafo anterior. Asimismo, se expondrá lo propuesto por estos diferentes

enfoques del concepto de identidad, y por último, se establecerá una relación entre estas

propuestas y la obra. Todo esto se llevará a cabo a través de un ejercicio de análisis e

interpretación.

7.1.1. Identidad, cultura e identidad cultural.

El concepto de identidad posee diversos elementos que lo caracterizan a través del tiempo; su

multidisciplinariedad es uno de ellos. Dicho concepto tiende a resultar una encrucijada frente a

diversos autores, filósofos e interesados por esta cuestión (Hall, Levi-Strauss, Bauman, etc.); ha

sido un elemento, además, polémico en la medida en que los conceptos elaborados no abarcan a

totalidad lo que a este fenómeno se refiere. La identidad puede, entonces, ser un fenómeno en el

sentido en que está planteada por unas bases teóricas, pero al mismo tiempo, es algo que no

21
existe, es un ser y una idea vacía, un preconstructo, un contenedor de algo que no se sabe qué es

realmente.

Este fenómeno concerniente a esta investigación permaneció oculto o reservado en la historia

hasta los años 50 del siglo pasado, donde los estadounidenses, desde la psicología social,

empezaron a remarcar las primeras inquietudes sobre a lo que, como sociedad, debemos

identificarnos. Dicha idea surgió en el momento en que el bloque americano estaba iniciando su

proceso de globalización y que, poco a poco, fue abarcando gran parte del continente

suramericano y, actualmente, dentro de todo el mundo a través de diversos elementos que

ayudaron a esparcirlo y tomar el control dentro de las estructuras de producción,

comercialización, entre otros elementos que, según Cécile Lecrerq (2004) norteamericanizaron

el mundo durante la década del sesenta y setenta hasta la actualidad.

Ahora bien, dicha globalización del bloque norteamericano fue la causante de que muchos de

los investigadores nativos y extranjeros se preguntaran sobre lo que se entendía como identidad e

identidad cultural. Etimológicamente hablando, la palabra identidad proviene del latín identitas,

la cual se deriva del pronombre demostrativo ídem, que significa en español: lo mismo o el

mismo. Basados en su origen y teniendo en cuenta los expuesto por Leclercq (2004), la identidad

es, por consiguiente, un elemento que posee una dualidad: siendo su primera cara, la referente a

lo igualitario y la semejanza, la cual comprende la idea de un estándar específico que tiene la

intención de ser el punto de apoyo para referenciarse retrospectivamente sobre una misma

identidad y la de los otros; y la alteridad como la contraparte de la primera, como una

diferenciación entre individuos de un colectivo sin dejar por fuera rasgos generales que los

clasifican dentro de un mismo grupo.

22
Por su parte, la Real Academia Española acepta las acepciones referentes a la cualidad de

idéntico, la conciencia de sí misma que tienen las personas y el conjunto de rasgos propios de un

individuo o una colectividad que los diferencia del resto. No obstante, tal como lo señala Hall

(2009), en el ensayo Cuestiones de identidad cultural, explica que este concepto ha sido

sometido a una deconstrucción por parte de varias disciplinas; este proceso, muchas veces,

consiste en una crítica a la noción de una identidad integral, originaria y unificada. Esta crítica

expone la ambigüedad, ambivalencia y multidisciplinariedad del concepto.

Lo anterior no solo dificulta el proceso para concebirla como algo más concreto y preciso,

sino que además genera una controversia, sesgando una línea o enfoque a investigar sobre esta

temática. De cualquier forma, cabe resaltar que investigaciones pasadas han contribuido

considerablemente al proceso de construcción de la misma. Retomando a Cécile Leclercq: “La

necesidad de un sentido de identificación es básica a cualquier ser humano. La identidad es a

primer lugar un sentimiento de pertenencia.” (2004, p.96). Con ello, la autora configura esta

temática como una necesidad de ser algo, de existir; ello conlleva a que el individuo sea capaz de

orientarse dentro de diversa cantidad de identidades y se perfile a una que vaya acorde a sus

necesidades y a su personalidad. Dicha personalidad también es un efecto de esta identidad en el

sentido en que la misma puede moldearse dentro de una cultura determinada. La diferencia entre

identidad y cultura es un tema que se tratará más adelante.

Así como se relaciona el concepto de identidad para determinar los rasgos característicos de

un individuo y aquellos que los diferencian de los otros, se debe considerar el carácter social de

éstos; no se puede concebir una colectividad sin una agrupación de individuos que se asemejan

entre sí y que comparten rasgos distintivos, y tampoco se puede vislumbrar una colectividad que

23
no se identifique en sí misma y que se diferencie de las demás, tal como lo explica Leclerq

(2004):

La relación dialéctica de la identidad y de la alteridad surge tanto a nivel individual como


colectivo, ya que el sentimiento de diferencia fundamenta también la identidad colectiva:
los miembros de un grupo perciben diferencialmente su pertenencia al tomar consciencia de
lo que les diferencia de otro grupo, es decir, que las relaciones como los individuos, se
definen oponiéndose. (p.102).

Esta relación dialéctica expone la singularidad como producto directo de la colectividad y

ésta, a su vez está fundada dentro de muchas otras singularidades con los mismos patrones y que

al mismo tiempo poseen características que los diferencian. Esto conlleva a que lo individual sea

la causa y el producto de lo colectivo; este colectivo forja la individualidad del hombre en la

medida en que éste se basa en esa comunidad para poseer rasgos generales de dicho grupo y

rasgos particulares fuera de este. Los rasgos de la personalidad se encuentran subordinados a la

cultura y/o comunidades específicas en la que el individuo se desenvuelve; de lo que se puede

inferir que, en realidad, los individuos no son quienes deciden completamente quiénes son, esto

lo deciden a través de las relaciones que establecen con sus iguales, de la interacción social y del

reconocimiento de su pertenencia a una colectividad que se diferencia y contrasta de otra.

Ahora bien, nuestros rasgos individuales bien pueden converger frente al grupo o comunidad

en la que se está inmerso; la mezcla entre los rasgos individuales y los comunes forjan la

identidad del individuo; una forma de existir, de observarse y ser observado por el resto de la

comunidad, favoreciendo dicha existencia, alimentándola y dándole motivos al individuo para

saber que éste es “alguien” en la vida. Esta es una frase que ha sido instaurada en las sociedades

con base a un producto, es decir, las sociedades progresan en la medida en que los miembros de

ésta aportan en diversos aspectos y motivos al desarrollo de la sociedad en general. Los

24
individuos tienen como principal motivo de existencia el proporcionarle a la comunidad mejores

facilidades, productos, etc. Por ende, la frase ser alguien en la vida equivale a que nuestra

identidad dentro de la sociedad está ligada directamente al valor que la sociedad nos dé frente a

nuestras cualidades y características individuales que se ven inmersas dentro de los rasgos

generales que nos clasifican en la comunidad en específico.

En adición a esto, las características particulares del individuo, si bien son un producto de la

alteridad mencionada anteriormente, tienen, como principal singularidad, la capacidad de

moldearse a través del tiempo, esto significa que, como individuos partimos con una singularidad

que no necesariamente está ligada a la continuidad sino más bien a la divergencia: “Somos,

independientemente de nuestras personalidades individuales, identidades colectivas vivas y

cambiantes que se definen en una dinámica cotidiana, día a día por las interacciones en las cuales

nos encontramos inmersos.” (Zaragoza, L. 2010. p.154).

La identidad, entonces, como también sugiere Leclercq (2004) se construye, se deconstruye y

se reconstruye según las situaciones; cada cambio social la lleva a reformularse de manera

diferente; lo que lleva a concluir que ésta no es estática y que está en constante movimiento, más

cuando las culturas chocan entre sí y enfrentan a los seres humanos a costumbres y concepciones

que les son ajenas. ¿Pero qué es la cultura? Definir este interrogante requiere, en primera medida,

remitirse a su etimología: proviene del latín cultura que refiere a la acción de cultivar, de cultivar

el espíritu humano y sus facultades intelectuales. En este sentido, puede relacionarse con el

cuidado y desarrollo de los conocimientos del mundo en el hombre.

La cultura puede estudiarse desde diferentes enfoques. Generalmente, se le puede concebir

como el conjunto de actividades en que el hombre crea, transforma y convive en su entorno y da

como resultado una lengua y las artes, ciencias y valores, tanto individuales como colectivos; es

25
decir, es, a partir de este proceso dinámico, de estas relaciones sociales y estos resultados, que el

hombre crea una cultura. Para las ciencias sociales, sin embargo, el estudio de la cultura es un

proceso inacabado. Tal como trae a colación Zaragoza (2010): la cultura se opone a ser

considerada como un objeto teórico y opta por seguir siendo, desde muchas ciencias, disciplinas

e ideologías, un objeto impreciso. Esta imprecisión puede relacionarse con el problema de la

complejidad de la identidad, la cual nunca debe limitarse en su definición ni considerarse como

un objeto unitario y acabado.

La polisemia del término cultura da cabida a diversas perspectivas; ésta puede tratar sobre los

conocimientos adquiridos por las personas, que comparten con otras, que los lleva a interpretar la

realidad y así, comportarse. En esta medida, la cultura ejerce como un determinante del modo de

vida de las personas; sus acciones son conducidas a partir de la interpretación que hacen, en

conjunto, del mundo y de sus experiencias compartidas. Bajo esta visión, la cultura es un

elemento integrador de la sociedad y un sustento de la identidad y la vida social. Una identidad

puede estar ligada a diversas culturas, pero una cultura no necesariamente requiere de dicha

identidad para subsistir, esto significa que la cultura es un ente de carácter macro, producto de un

legado colectivo y por ende, acumulable: las culturas procrean la identidad. En adición al

conocimiento compartido, la cultura también puede referirse al acto creador del hombre, a las

acciones y vestigios que lo llevan a trascender, a ir más allá de lo individual y alcanzar lo

universal; esto nace del miedo del hombre de perecer y del deseo de construir un legado, de

alcanzar la prolongación, a pesar de la muerte física, de la existencia de unos ideales, valores,

usos y costumbres.

A pesar de la polisemia, no se puede ignorar que la cultura forma parte de las realidades

sociales y que ésta constituye un elemento primordial de toda sociedad que se diferencia de otras

26
y en la que, incluso, convergen diferencias y modos distintos de ver el mundo frutos de la

imitación y el legado del pasado. Una cultura en una sociedad abarca la totalidad de maneras

habituales de pensar y actuar de las personas; y en una sociedad pueden confluir múltiples

culturas, en la medida que éstas resumen prácticas humanas que se inventan, trasmiten y mezclan

entre los grupos inmersos de la sociedad.

Debido a que se encuentra en constante contacto y transformación, esto último hace que una

cultura no sea estática. Ésta, al ser el resultado histórico de una serie interrelaciones, de

semejanzas y diferencias, tanto del plano individual como colectivo, es un proceso dialéctico que

la da cohesión a la sociedad.

El concepto de identidad cultural, por su parte, puede ser comprendido a través de lo expuesto

anteriormente sobre identidad y cultura. Con respecto a este, Molano (2007), dice que: “encierra

un sentido de pertenencia a un grupo social con el cual se comparten rasgos culturales, como

costumbres, valores y creencias” (p.73). Por consiguiente, no debe considerarse tampoco como

algo fijo y estático; ésta constituye una posición frente a una individualidad y colectividad en

constante contacto y cambio.

Esta posición que se tiene frente a la identidad y la cultura es producto de la diferenciación

que se establece con el otro, en contraste con uno mismo, y de la reafirmación que se tiene de sí

mismo, en relación con el territorio, el estado y la nación, en contraposición del otro y los otros.

Asimismo, la identidad cultural es el resultado de un devenir histórico que entremezcla la

cultura, la lengua, las relaciones sociales, los sistemas de valores y creencias, y los patrimonios

materiales e inmateriales propios de una colectividad.

La identidad cultural, entonces, hace referencia al sentido de pertenencia a una colectividad.

Este pertenecer implica, por ejemplo, valorar las distintas manifestaciones culturales. Estas

27
manifestaciones proyectan elementos que en un territorio construyen como propios y

eventualmente, se convierten en el referente de sí mismos, de su identidad. En este sentido,

pertenecer implica reconocer, distinguir el propio entorno físico y social, las maneras de ser,

actuar y concebir el mundo que comparten una misma historia, que se comparten entre sus

semejantes y que están condicionados por factores externos que no permiten permanecer en un

mismo estado, sin cambios. No obstante, reconocerse a sí mismo, establecer vínculos sociales y

parentescos, también conlleva a tener conocimiento del otro; lo que no excluye el choque de

culturas y posibilita el cambio y la fluidez entre identidades.

7.1.2. Vida Líquida, cuestiones de identidad cultural y culturas híbridas

Este rasgo cambiante de la identidad mencionado anteriormente entra dentro de los parámetros

conceptuales de Zygmunt Bauman sobre el concepto de Vida Líquida y Modernidad Líquida

(1999). Estos conceptos están fuertemente entrelazados en la medida en que ambas comparten

características parecidas, pero que la diferencia se encuentra en las funciones de cada una de

ellas:

La primera es la clase de vida que tendemos a vivir en una sociedad moderna líquida. La
sociedad «moderna líquida» es aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros
cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en una rutinas
determinadas. La liquidez de la vida y la de la sociedad se alimentan y se refuerzan
mutuamente. La vida líquida, como la sociedad moderna líquida, no puede mantener su forma
ni su rumbo durante mucho tiempo. (2006, P.9)

Bauman establece que, en las sociedades contemporáneas, existe una necesidad de cambio

constante. La globalización y la publicidad comercial en los medios de comunicación interfieren

28
sobre los hábitos y modus vivendi de las comunidades. Éstas están establecidas bajo unos

parámetros sociales que exigen y modulan la conducta e identidad de las mismas y las

condicionan al uso de diversos materiales o herramientas que impulsen su estatus hacia lo

exigido por la misma comunidad, es decir, que la comunidad, sin darse cuenta, establece sus

propias reglas y estándares para ser alguien en la vida; dichos estándares hacen parte del uso o

inmersión hacia ciertas modas que son necesarias sobre los ideales sociales expuestos en esta

comunidad.

Dichos elementos son fugaces, Bauman destaca que los individuos viven una modernidad

líquida en la medida en que ésta es maleable a lo largo del tiempo, y por ende, cambia su forma

dentro de cortos periodos, forzando a sus usuarios a recurrir a herramientas que los mantengan en

esta realidad sin incurrir en dilemas existenciales y desprecios comunitarios: “La vida líquida es

una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante.” (Bauman, 2006, p.10)

Esta carrera se presencia dentro de cada una de las sociedades del mundo. Los individuos de

una comunidad están moldeados según los parámetros de una realidad líquida y que por ende, es

cambiante. Cada uno de los corredores, como afirma Bauman en su escrito, está presto a recurrir

a las mejores estrategias que lo impulsen hacia los primeros escalafones de esta carrera. Ello

significa que muchos de estos participantes optan por su poderío frente a comunidades de

personas para mantenerse fijos en la posición de ganador frente a otros que dependen de sus

habilidades para seguir en ésta. No obstante, Bauman concibe a estos personajes como aquellas

“para quienes el espacio importa poco y la distancia no supone molestia alguna; son personas

que se sienten como en casa en muchos sitios, pero en ninguno en particular.” (Bauman, 2006,

p.12). Ello significa que los participantes además de estar en un constante ajetreo social, y como

consecuencia de ello, están expuestos a un vacío existencial. La carrera los aturde, y por ende,

29
significa que, para seguir siendo los ganadores, tienen que hacer lo que sea necesario -

moralmente o no- para sentirse aliviados consigo mismos. El fin justifica los medios.

Este tipo de estrategias se pueden observar en Dulce veneno moreno; Sánchez Juliao toma la

temática de la identidad en su totalidad durante toda la obra, pero ésta se ve esparcida dentro de

ciertos personajes de la novela. Ludisbel hace parte de dichos personajes puesto que ella hace

uso de los medios necesarios para seguir dentro del escalafón ganador sin importar los recursos

posibles. Como ejemplo de esto, utilizará una herramienta fundamental que la catapultó dentro

de dicha posición ganadora durante gran parte de la historia y que la ayudó, basado en los

postulados de Bauman, a lidiar con la vida líquida que estaba llevando: el arribismo. Dicha

herramienta será abarcada en el siguiente capítulo, debido a que es necesario dejar en claro las

estrategias que Ludisbel tuvo para aumentar su estatus social y que, en un abrir y cerrar de ojos,

la impulsó rápidamente a la cima.

Ahora bien, la vida líquida se ve inmiscuida en las sociedades contemporáneas. En este caso,

Colombia es uno de tantos otros países del mundo en el que la constante lucha por un valor

existencial y monetario frente a la comunidad de origen es necesaria para poder obtener lo que se

quiere. Este país se ha segmentado en diferentes bloques identitarios y están sesgados de su

intención primaria: no existe una colombianidad sino muchas. Dicho anteriormente, la función

primaria de la identidad es la de individualizarse frente a un colectivo, pero que al mismo tiempo

se permanezca en él, que conforme un grupo en específico para que, al momento de interactuar

con otras comunidades, este no cambie su forma de ser, su origen.

En adición a esto y contextualizado con el panorama colombiano, la identidad se ve sesgada

en la medida en que las personas, en vez de estar conformes con su cultura, deciden emigrar a

otras con el fin de identificarse con la cultura extranjera. Yendo un poco más a fondo sobre esta

30
problemática, Sánchez Juliao (2012), en su conferencia titulada La felicidad de ser lo que somos

dice lo siguiente:

La ignominia de unos medios de comunicación manejados hasta hace veinte


años por gente que creía que la verdad estaba fuera de Colombia, nos había
metido en la cabeza la falsa idea de que debíamos ser ingleses, americanos,
europeos, eurocentristas. Que lo único legítimo era el mundo europeo, que lo
único estéticamente válido era lo que venía del “centro cultural del mundo” que
era Europa y que lo de nosotros no valía absolutamente nada.

El contexto histórico de la identidad abarcado en el primer apartado de este capítulo dejaba en

claro el por qué incurrir en el término “Identidad Cultural”. Dicho término nació, junto con las

diferentes concepciones de la palabra Identidad como una necesidad por un fenómeno que

acontecía dentro de la década posteriores a los años cincuenta: la globalización. Este suceso fue

la llave que abrió el contacto entre países y posteriormente de nuevas culturas. Estas culturas

fueron transportadas dentro de la globalización mediante los productos comerciales: bebidas,

ropa, libros, entre otros elementos que expandieron considerablemente los aspectos culturales de

cada una de las marcas exportadas alrededor del mundo.

Además, dentro de la cantidad de productos exportados en todo el mundo por cada uno de los

países dentro del acuerdo, Estados Unidos fue el bloque que más influyo sobre este fenómeno:

Bebidas como la Coca-Cola, Pepsi, Sprite, etc. son productos americanos que se volvieron

multinacionales en todo el mundo y que cambiaron totalmente ciertos rasgos y actitudes dentro

de los individuos de otras comunidades y países del mundo. Dichos productos pueden verse

desde los alimentos, la música y hasta la ropa que actualmente dominan el mercado global.

Ahora bien, el impacto norteamericano fue el que inició este fenómeno identitario,

31
posteriormente el resto de países tomaron acciones contra esto y generaron también productos

multinacionales (i.e París y la moda, Italia y la gastronomía, etc).

Como un ejemplo de que los productos condicionan la identidad de la persona, en la obra se

expresa lo siguiente:

«Cada marca de producto envuelve un mundo ». El cigarrillo Malboro, por ejemplo, está
hecho para hombres rudos, como esos que arrean el ganado por los áridos y escarpados
territorios del oeste americano. En cambio, el Kent, que es igual de artificial y químico pero
más suave en apariencia, está hecho para un mundo blando y blanco; por eso, quienes lo
fuman aparecen en los comerciales a bordo de un yate que navega en un día claro y
despejado por un mar de armonías y de soles amables, todos vistiendo ropas deportivas y
calzando suaves zapatos de gomas náuticas, digamos. (Sánchez Juliao, 2005, p.142)

Como se puede observar, las marcas de las multinacionales establecen parámetros de

conducta (e inclusive, de personalidad) sobre cada uno de los individuos de las comunidades.

Dichos miembros no estaban expuestos a este tipo de comercialización antes del fenómeno de la

globalización e inclusive, de haberlo sido así, su impacto no hubiera sido tan grande como lo está

siendo actualmente. Estamos enlazados por parámetros culturales mixtos desde los inicios de los

tiempos, pero actualmente es un enfoque distinto: el dilema de la existencia y sobre lo que se

concibe y llama como Identidad Cultural se ve envuelto dentro del constante tráfico de

costumbres superficiales a la propia. La desafirmación cultural se ve entonces instaurada y

terminará siendo consecuencia de este evento global: “Y empezaron a manejarnos con una moda,

un pensamiento, un sentido de la estética y un sentido del orgullo que no nos correspondía, ni

nos corresponde y lograron que viviéramos desafirmados culturalmente.” (Sánchez Juliao, 2012)

Volviendo al panorama nacional, Colombia sufre actualmente un doble caso de desafirmación

cultural: El primero, que consta de los productos importados de otros países y que se ven

32
actualmente inmersos en la realidad del consumidor y del individuo -su identidad- y la segunda,

que es un problema mucho más complejo y es de carácter interno como lo es la lucha de clases y

de regiones. Dicha lucha de regiones es mucho más conflictiva que la desafirmación cultural de

forma externa, puesto que la identidad de un país aglomera el todo de cada una de las culturas

que se ven instaladas dentro de las regiones de Colombia. Esto significa que exista una lucha

constante entre regiones por determinar cuál es la mejor o cuál es la más pobre.

Dentro de este conflicto, individuos de cada región suelen chocar entre ellos por los

estereotipos producidos por los medios de comunicación: el caso de la región Caribe colombiana

y el estereotipo del costeño con la misma muda de ropa, sombrero vuelteado, fanático del

vallenato y con cualidades negativas (flojera, festivalero, etc.) y que están expuestos en

producciones televisivas cuyo dominio legal reside en las regiones opuestas al estereotipo

mencionado. Sánchez Juliao (2012) habla de esta problemática de la siguiente manera:

Uno de los problemas más serios de la afirmación cultural, además del complejo cultural, y
cultura es todo […] una de las maneras de asumir nuestra cultura es exaltándola y
sintiéndonos orgullosos para evitar el dolor cultural, que es parecido al de la tensión arterial
y para ser menos violentos, porque la afirmación cultural es directamente proporcional a los
niveles de violencia de este país [...]

El mayor conflicto causado dentro de la desafirmación cultural es cuando un individuo,

afirmado culturalmente, deja en claro el panorama de su pasado, su presente y su futuro frente a

otra comunidad distinta a la suya. Ello conlleva a un conflicto y por ende, a la violencia, verbal o

física, por parte de otros individuos. Este caso sucede cuando alguien dentro de su propia cultura,

está desafirmado culturalmente y se identifica con las costumbres ulteriores a las que estuvo

expuesto en su nacimiento, cambiando su personalidad y forma de actuar.

33
Para Sánchez Juliao, el problema de la desafirmación cultural es conflictivo en la medida en

que éste puede propagarse de cultura a cultura. No es lo mismo entonces, aceptar que existe una

multiculturalidad, sino que en vez de aceptarla, abandone sus raíces para instaurarse en una

sociedad a la que este no pertenece y que, consecuentemente, será rechazado.

Por otro lado, para Hall (2009) la identidad está relacionada con las prácticas discursivas de

las personas; la producción y reproducción de la vida social, histórica y cultural. La cuestión de

la identidad es, entonces, una cuestión de identificación; ésta “se construye sobre la base del

reconocimiento de algún origen común o unas características compartidas con otra persona o

grupo o con un ideal” (Hall, p. 15). Como se mencionó anteriormente, la identidad cultural

implica el reconocimiento de un pasado, un modo de ser, pensar e interactuar con el mundo que

se comparte.

Asimismo, este autor también destaca la identificación como una construcción; por

consiguiente, debe entenderse como un proceso que está condicionado a factores externos, por

no decir ajenos, pero que se afirma en la articulación y la diversidad. No obstante, esta

construcción de la identidad cultural también se realiza a través de la diferencia: necesita lo que

está fuera para darle firmeza al proceso. Por esta razón, se puede decir que es válido el interés

por convidar a la afirmación cultural en Colombia:

Llamamos a los llaneros a que sean llaneros, a los bogotanos a que sean bogotanos, a los
antioqueños a que sean antioqueños, a los paisas a que sean paisas, a los chocoanos a que
sean chocoanos, y nos entendamos desde las propias perspectivas. Desde mi costeñidad, me
comunico con la bogotanidad y dialogamos como han hecho los españoles con sus
nacionalidades. (Sánchez Juliao, 2012)

En esta medida, el cordobés sugiere que sólo se puede reconocer la colombianidad si todas las

porciones culturales de Colombia, este país híbrido, se afirman en sí mismas y establecen un

34
diálogo constante entre sí. Para él, la cuestión de identidad cultural, entonces, está en afirmarse

en ser lo que se es desde el territorio.

En este sentido, no se puede hablar de una colombianidad fija, sino de muchas; la

colombianidad debe entenderse como una construcción que, haciendo un recorrido histórico,

abarca una pluralidad de culturas. Trayendo a colación a Hall nuevamente, él sugiere aceptar que

el concepto de identidad (2009) nunca podrá unificarse debido a que está construido por

múltiples formas a través de discursos, prácticas, posiciones singulares y diferentes, y hasta

culturas antagónicas; todo lo anterior, asimismo, está sujeto a procesos de cambio y

transformación. La colonia en América y la globalización hicieron de esta era, una era fluida.

Además de dotar de una identificación ligada a la pertenencia y el reconocimiento, la

identidad también responde a la representación del mundo; los individuos se construyen como

sujetos por medio de discursos particulares y ligados a la subjetividad. Estos discursos se

articulan y encadenan con otros discursos, sin embargo, también están sujetos a un juego de

relaciones de poder y exclusión, provocado por la globalización y el poder ejercido por las

clases, países y culturas dominantes. Hall comenta que: “el establecimiento de una identidad

implica siempre un acto de poder.” (2009, p19) Este acto de poder conlleva la afirmación de una

identidad sobre otra que es reprimida.

En cuanto a esto último, relacionado con la supremacía de una cultura sobre otra o la

imposición a través de la política y los medios masivos de comunicación, un claro ejemplo lo da

Sánchez Juliao (2012):

Somos ante todos caribes los caribes, antioqueños los antioqueños, bogotanos los
bogotanos, pastusos los pastusos, santandereanos los santandereanos, llaneros los llaneros,
en esta multietnia colombiana, en donde la ignominia de unos medios de comunicación
manejados […] por gente que creía que la verdad estaba fuera de Colombia nos había

35
metido en la cabeza la falsa idea de que debíamos ser ingleses, americanos, europeos…
eurocentristas.

Cuando se presentan estas imposiciones, las personas están obligadas a tomar estas posiciones

que se dan en el ámbito de la representación, como suyas, y renunciar o negar su pertenencia o

reconocimiento como individuo. De igual manera, pese a las relaciones de poder y exclusión, la

identificación no es más que un imaginario, una sedimentación del “nosotros” en un “yo” y el

contraste con el “otro”; la identidad no se construye definitivamente, se edifica incesantemente a

pesar o en consonancia con el eurocentrismo.

Siguiendo el mismo orden de ideas, con el descubrimiento del nuevo mundo en 1492, su

posterior conquista y colonización, se expandió una perspectiva eurocéntrica que confería a

Europa la hegemonía del conocimiento, la cultura y el curso de la historia. Bajo esta perspectiva,

comenta Quijano, se le considera a Europa como: “la exclusiva productora y protagonista de la

modernidad, y de que toda modernización de poblaciones no-europeas es, por lo tanto, una

europeización”. (2000, p. 128) Es Europa quien toma la vanguardia de las transformaciones

sociales y son los demás quienes deben seguirlas a imagen y semejanza. Con esto, los

vencedores en América, es decir, los españoles, justificaron y legitimaron el sometimiento y la

dominación de los no europeos, los indígenas y negros; aquí los primeros prevalecían sobre los

otros.

Aun cuando muchos podrán hablar del mestizaje o sincretismo en esta relación histórica de

poder que construyó el cúmulo de identidades y culturas de los pueblos de Latinoamérica en la

actualidad, García Canclini, presenta el concepto de culturas híbridas. Él prefiere este concepto:

Porque abarca diversas mezclas interculturales no sólo las raciales a las que suele limitarse
“mestizaje” y porque permite incluir las formas modernas de hibridación mejor que

36
“sincretismo”, fórmula referida casi siempre a fusiones o de movimientos simbólicos
tradicionales (1990, p.15).

El mestizaje hace referencia al entrecruzamiento de razas, sin embargo, es inadecuado usar

este término para hacer mención de grupos humanos diversos y diferentes, debido a que en

realidad la noción de razas humanas tiende, valga la redundancia, al racismo, a la persecución y

discriminación de distintos grupos étnicos y culturales en virtud a la falsa creencia de otros de

una superioridad legitimada por rasgos biológicos que a decir verdad, son arbitrarios. El término

sincretismo, por su parte, si bien considera una reunión de diversas y hasta opuestas ideas y

pensamientos; para García Canclini se queda corto. En contraste con las nociones de mestizaje y

sincretismo, analiza los intercambios culturales producidos por la modernización de

Latinoamérica, que se caracteriza, en primera medida, por los cruces socioculturales que mezclan

lo tradicional con lo moderno y pregunta, por ejemplo, “¿Cómo entender el encuentro de

artesanías indígenas con catálogos de arte de vanguardia sobre la mesa del televisor?”. (1990,

p.14) Bajo la perspectiva del término hibridación, en América Latina interactúan lo moderno y lo

tradicional, lo popular y lo culto, lo artesanal y lo industrial, y se relacionan procesos

socioculturales que existían en la coetaneidad, pero aislados unas de otras y que, en su posterior

combinación generan nuevas estructuras, objetos, prácticas, costumbres, culturas e identidades.

Teniendo en cuenta el concepto de hibridación, no es posible considerar la cultura

latinoamericana como una sola cultura homogénea; es a través de la hibridación que se

construye, no la identidad de Latinoamérica, sino las identidades que convergen en ella. Este

concepto da cuenta de las transformaciones sociales del continente, de los choques culturales que

la han forjado desde su re-descubrimiento. Siguiendo esta línea, dice García Canclini (1990):

37
Hoy concebimos a América Latina como una articulación más compleja de tradiciones y
modernidades (diversas, desiguales), un continente heterogéneo formado por países donde,
en cada uno, coexisten múltiples lógicas de desarrollo (p.23).

Este pensamiento es fundamental al abarcar la interacción, no sólo de elementos étnicos o

religiosos, en la construcción de las culturas latinoamericanas, sino porque entrelaza los procesos

sociales de la modernidad. Basado en el principio de interculturalidad y la convivencia entre

estas posiciones, niega la noción de unidad y heterogeneidad de la cultura y le apuesta a la fusión

de elementos dispares, tal como lo hace la novela Dulce veneno moreno, un choque de culturas.

7.1.3. Rasgos Identitarios en Dulce veneno moreno

La obra de David Sánchez Juliao es, sin duda, una obra del Caribe, una obra cargada de

identidad; un fiel reflejo de la multiculturalidad que se aposenta en Colombia. Este apartado

tiene como objetivo analizar los rasgos identitarios que se ven reflejados en los personajes de la

novela Dulce veneno moreno.

7.1.3.1. Una colombiana en París, una francesa en Montería.

Ludisbel Brunal es, cabe aclarar, uno de los motivos por los que se decide emprender esta

monografía. Ella es, por mucho, el personaje más interesante de la obra y el más digno de un

análisis. El relato de Jean-Claude se centra, aun cuando se desvía en múltiples ocasiones y se

desprende en muchas ramas, en ella. Se presenta a esta mujer como una morena voluptuosa, de

cabello negro y liso, de una irremediable belleza indiana. Para hablar de este personaje, es

pertinente traer a colación lo propuesto por Hall (2009) que sugiere que ninguna identidad está

38
unificada, que supone un ir y devenir, una constante transformación, construcción y

deconstrucción.

David Sánchez construye a este personaje y lo presenta como una estudiante colombiana,

residente en París, que visita el café Le colombé, propiedad de Jean-Claude. Al presentarla, le da

mucha importancia a la vestimenta en la medida que ésta representa una manifestación

inequívoca de la cultura a la que pertenece:

Traía atada a la cabeza, a la manera indiana, una banda de telar en tonos ámbar y azafrán,
asegurada con un alfiler dorado. […] El bolso que ese día traía Ludisbel era del mismo
material de la hamaca del cintillo y también hacía juego con los amarillos y los carmelitas
de la larga bata, o túnica de india guajira, que terminaba a sus pies. (Sánchez Juliao, 2005,
pp. 44-45)

Bajo esta perspectiva, el autor establece la ropa como un símbolo de identidad cultural y con

ello refuerza la idea de que, por medio de la vestimenta se puede expresar la cultura. Usar, por

ejemplo, una manta wayuu, un sombrero vueltiao, unas sandalias hechas a base de tela de

hamaca en París, constituye no sólo un gesto personal, libertario y emancipador, sino que evoca

una colectividad que, bien puede resistirse a la globalización, sino también a ser parte activa del

choque de culturas. De esta manera, el vestuario que lleva una persona y es relacionado a una

cultura, no es sólo un accesorio y una decoración del cuerpo, sino un vehículo de la expresión de

un pueblo, el símbolo de una identidad y la declaración viva de una preferencia estética sobre las

imposiciones del mercado.

En la primera parte de la novela, se muestra a una Ludisbel Brunal afirmada culturalmente,

con un sentido de pertenencia a sus raíces territoriales. Era tal la pertenencia que sentía ella en

París que, cuando Jean-Claude, en su afán de conquistarla, la invitó a cenar a su restaurante y

preparó un pollo estofado en leche de coco y plátanos maduros caramelizados, al sentir los olores

39
de este manjar típico del Caribe colombiano, exclamó: “Oh, Dios mío, carajo: esto me huele a

Montería”. Con esta frase cargada no sólo de nostalgia y sorpresa, se expresa también que

Ludisbel llevaba en sí misma una porción del territorio que reconocía como propio y que tanto

añoraba.

En este sentido, se podría decir que este personaje llevaba consigo la identidad de su pueblo.

Esta responsabilidad la llevó a modificar la oferta de productos de La colombé, cuando ésta se

mudó con Jean-Claude y se hizo prácticamente una socia activa del negocio. Esta modificación

consistió en asignar un espacio en el restaurante para vender muestras artesanales del Sinú

colombiano, llámense sombreros, hamacas, sandalias tres puntás, entre otros, e introducir en el

menú populares platos de la gastronomía colombiana como el ajiaco bogotano, la bandeja paisa y

el sancocho. Este último plato, señala Jean-Claude: “parecía el manjar preferido de la

colombianada en general” (Sánchez Juliao, 2005, p.124) y llevó a aumentar la clientela en 50%.

Siguiendo esta línea, se deduce que la comida es, ante todo, cultura, un instrumento de

cohesión entre las gentes. Ésta no sólo está para saciar el hambre de quien la consume, sino que

trae consigo un modo de ver el mundo, de pensarlo y de estar en él. La comida es una creación

comunitaria que se transmite mediante la tradición; es un producto que se crea de acuerdo a los

valores impresos en la práctica cultural. No es una coincidencia que se pueda decir que cada

región del país tiene un plato típico y de esto también se puede destacar que si no fuéramos un

pueblo multicultural, a lo mejor no tendríamos una comida que nos representase o todavía

estaríamos en la búsqueda de ella. El adagio popular somos lo que comemos, tampoco es una

casualidad; además de ser una invitación a llevar una alimentación sana por parte de

nutricionistas, esta frase trae consigo otra carga semántica, la de la expresión cultural.

40
Sin embargo, en este devenir de la construcción de la identidad, el lector es sorprendido ante

un cambio repentino en la personalidad de Ludisbel. Cuando ella, junto a Jean-Claude aterrizan

en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, para casarse en Montería, como narra el francés: “yo entré

a los baños […] a cambiarme de camisa, a humedecerme la cara, a cepillarme los dientes y a

peinarme, pero Ludisbel entró a disfrazarse” (Sánchez Juliao, 2005, p.139). A partir de este

momento se pone en duda la identidad cultural de este personaje que proyectaba en París su

sentido de pertenencia a través de su vestimenta y culinaria. El impacto que produce esta escena

encierra una deconstrucción, una decisión por preferir unos rasgos culturales distintos a los que

exponía por fuera de su territorio. En contraste con la invitación de David Sánchez Juliao de

afirmarse culturalmente, reconocernos como iguales, pero diferentes y dialogar desde la

singularidad con otras culturas, este acto envuelve un conglomerado de decisiones, posturas,

actitudes y preferencias, y constituye un ejemplo de una fluidez de la identidad apoyada en la

negación de la noción de una identidad estancada y terminada.

7.1.3.2. Estereotipos identitarios.

Como se ha dicho a lo largo de esta investigación, la globalización dio inicio a un problema

filosófico muy grande como lo es identidad y la identidad cultural. La propagación de las

diversas culturas mediante la comercialización de sus productos trajo consigo una interferencia

cultural que causó la necesidad de preguntarse quiénes somos realmente. Mediante los medios de

comunicación y la tecnología se presencian comerciales y demás elementos publicitarios de otras

culturas que producen un punto de vista estereotipado frente a la cultura detrás del producto. La

educación tiene como uno de sus objetivos principales a través de las Humanidades y las

Ciencias Sociales, demostrar que existe una multiculturalidad y que debe existir un rasgo de

41
pertenencia frente a lo extranjero y de tolerancia de la misma manera. Ello conlleva a que la

multiculturalidad sea posible sin generar un conflicto.

No obstante, puede darse casos de racismo y xenofobia incluso por encima del nivel de

instrucción que la persona haya tenido. La ignorancia es entonces, un elemento general para los

educados y los no educados. Dentro de los personajes de la obra, el más destacado es Lilly

Parker. Ella es un personaje que, dentro de la obra, compete una función secundaria, y es la de

brindarle al lector conocimiento sobre la travesía de Jean-Claude Poulenc en la búsqueda de

Ludisbel. Este personaje aparece en la vida de Jean-Claude, quien la describe como una mestiza

americana cuyo padre afroamericano fue músico de Jazz y su madre, una holandesa que terminó

sucumbiendo en las drogas. Dicho personaje carecía de cualidades importantes aparte de su

cuerpo, en la medida que su formación académica era paupérrima. Jean-Claude narra lo

siguiente:

Un día, aún adolescente, se miró al espejo desnuda y constató que era hermosa, y que, al no
haber tenido educación hasta más allá del cuarto grado, la única herramienta a la que podía
acudir para vivir era… su cuerpo […] pues usó la media porción de su sangre para tomar
clases gratuitas de bailes antillanos con una vecina afrocaribe. (Sánchez Juliao, 2005, p.55)

Este personaje entonces, carente de formación educativa y proveniente de una familia

inestable, decidió usar su cuerpo como forma de consumo y de herramienta de supervivencia.

Dentro de las características de este personaje se puede apreciar la carencia de formación escolar,

y es algo que, de hecho, Jean-Claude remarca bastante. Para Jean-Claude, el único interés que

despertaba frente a su presencia era el de su mestizaje. Esto nos da una de las características más

importantes de Jean-Claude dentro del estudio identitario: Los rasgos de conquistador en su

identidad. Dicho elemento será abarcado más adelante.

42
Ahora bien, este personaje puede clasificarse dentro del margen de ignorancia y

desafirmación cultural en el sentido de la palabra, puesto que Lilly Parker solamente usaba su

linaje afro descendiente para producir dinero. Bauman en el capítulo El cuerpo consumidor,

destaca el uso que tiene el cuerpo como forma de producción y satisfacción de necesidades.

Como se había expuesto anteriormente, en la carrera por el estándar de la modernidad líquida,

los competidores tendrán que usar diversas herramientas para lograr mantenerse dentro del

margen de la carrera, el cuerpo es uno de ellos. Desde hace muchos siglos atrás, el cuerpo ha

sido materia prima para la producción de capital con la creación de la prostitución como labor

ancestral. En este caso, y en la actualidad, el cuerpo es usado no solo como forma de expiación

sexual como ganancia monetaria, sino que también como imagen representativa de productos,

vendiendo su identidad ante el consumidor:” El cuerpo consumidor (o del consumidor) es

«autotélico», ya que constituye por sí mismo su propia finalidad y valor.” (Bauman, 2006,

P.125). El cuerpo, como forma de venta, constituye una pérdida de identidad, una alienación.

Tema que será abordado en el último capítulo de esta investigación.

Este personaje, entonces, logró su cometido: vender su cuerpo mediante el baile erótico para

obtener dinero. Elemento que Jean-Claude tuvo en cuenta para que este decidiera conocerla.

Cuando este logró saber sobre su vida, se dio cuenta de su ignorancia frente a una

multiculturalidad abrumadora, la multiculturalidad real no existía para ella sino por las marcas de

electrodomésticos o la ropa que ella adquiría. El nivel bajo de instrucción y la desafirmación

cultural hicieron de este personaje el estereotipo de ignorante promedio en el que lo poco que

conoce de culturas ajenas a la suya es por los productos que de ahí vienen, Jean-Claude narra lo

siguiente:

43
Para ella, Europa era el lugar desde donde se imponía la moda y venían los mejores vinos;
Suramérica, una larga península que se abría en Tijuana y se cerraba en la Antártida, donde
las gentes de color comían tacos y bailaban samba; Asia, un muy remoto continente en el
que los mortales tenían los ojos rasgados y donde se fabricaban televisores y nintendos;
África, una negra extensión de selvas y sabanas en las que pastaban cebras y elefantes,
donde vivían Tarzán y Chita, y de donde venía el Jazz que su papá tocaba con tanta fruición
[…] (Sánchez Juliao, 2005, p.61).

Dicha ignorancia causó un desinterés dentro de Jean-Claude de tal manera que este siguiera

adelante si dejar rastros de contacto con este personaje. Los estereotipos nacen de los productos

que vemos diariamente, estos estereotipos causan en las personas el racismo que conocemos

actualmente y que por ello se convierte en una problemática social muy común en nuestra época.

Lo que causa la desafirmación cultural incide en las personas de tal manera que, muy a pesar del

nivel instructivo del individuo, lo lleva a observar un panorama muy hermético sobre lo que

existe fuera de su continente. Los paradigmas raciales aún siguen vigentes y causan siempre un

conflicto cultural.

Para concluir con este personaje, y basados en la teoría de Vida Líquida de Bauman, se puede

inferir que en la carrera por la existencia, hay competidores que están conformes con el puesto en

el que ellos se ven instalados. Dicho conformismo alimenta la procastinación y genera un

desinterés por la opinión pública frente a sus actos:

Era atractiva, apasionante y excitantemente hermosa Lilly Parker, pero desabrida y simple
como una tortilla de harina mexicana; además, sin chile. Surcaba la vida sin plan de vuelo,
sin proyecto de existencia, y aunque decía hacer lo que se hacía solo para vivir, no vivía;
vegetaba […] Lilly era una analfabeta funcional. (Sánchez Juliao, 2005, p.61)

La existencia de Lilly Parker residía en el vacío existencial y en la constante lucha por un

significado de vida.

44
7.1.3.3. El Cholo.

La globalización, el entrecruzamiento de culturas, la difusión de culturas hegemónicas a través

de los medios masivos de comunicación, el consumismo basado en el eurocentrismo; el choque

entre culturas, ha llevado a las personas a renunciar a la noción que tienen de sí una identidad

terminada y adoptar otras, imitar las costumbres ajenas, o afianzarse más en sus territorios. Bajo

esta hibridación a la que están expuestas las personas, se construye la identidad. Asimismo, la

decisión de afirmarse o desafirmarse culturalmente es producto, no sólo de la voluntad del

individuo, sino de diversos factores externos como los mencionados anteriormente. Mientras

Ludisbel sentía ignominioso ser lo que era, en contraste con este personaje, aparece un indígena,

El Cholo, uno de los entrañables compañeros de Jean-Claude en su estadía en Montería. Un

personaje que, bajo el pensamiento de David Sánchez Juliao, está profundamente afirmado en su

cultura.

Nacido en Tuchín, un municipio monteriano sumido en la pobreza, predominantemente

poblado por indígenas descendientes de los zenúes, el Cholo se dedicaba junto a su familia a la

fabricación de sombreros vueltiaos que, debido a la ingratitud del pago de los compradores

mayoristas, prefiere dedicarse a la mecánica de automóviles en Montería. A pesar de sus

aspiraciones de ciudad, y lo que podría llevarlo a configurar su identidad de modo distinto, el

Cholo:

Jamás retiraba el sombrero vuelteado de su cabeza y se la pasaba cantando una canción que no
sólo parecía haber sido compuesta para él, sino que lo definía a la perfección… incluso
físicamente: Yo soy el indio / de los puros del Sinú. / Yo soy indio chato, / cholo y chiquitín. /
Esta tierra, es mi tierra / y este cielo es mi cielo. (Sánchez Juliao, 2005, p.85)

45
La identidad cultural y la afirmación se basan en eso, en el sentido de pertenencia que profesa

el individuo sobre su territorio y todo lo que conlleva éste, desde la vestimenta, los oficios, la

culinaria, etc. El rechazo o la negación, la afirmación o la aceptación no deben, sin embargo,

juzgarse. En eso entramos en desacuerdo con David Sánchez Juliao; lo que él llama

desafirmación puede considerarse más un producto de la hibridación cultural. Renunciar a una

identidad, puede no sólo comprender la acción de aceptar otra, sino el desarrollo de algo nuevo.

La identificación que construyen las personas la hacen siguiendo los principios de la fluidez o la

tradición; la identidad no es un producto estático sino una construcción variable. Seguir con el

oficio familiar correspondía para el Cholo una condena a la pobreza, entendiendo que la

mercantilización de los objetos culturales beneficia más a los mayoristas que a los que guardan la

tradición de la manufactura y la artesanía. Aun así, este personaje jamás se quitaba el sombrero,

el cual se ha convertido internacionalmente en el símbolo de la cultura colombiana, un símbolo

que, en realidad es el símbolo de una cultura de las muchas que convergen en nuestro territorio.

Es tal la identidad cultural del Cholo que, ante los textos escolares de historia que trae a

colación Jean-Claude y que consideran a los habitantes originarios de América, anteriores a la

llegada de Colón, como una raza sucia, poco trabajadora y de estatura por debajo del promedio,

exclama: “Si la historia dice eso, quiere decir, Yancló, que yo, bien o mal, ya soy parte de la

historia” (Sánchez Juliao, 2005, p.86). Su afirmación cultural lo lleva a reconocerse como el

producto de un legado que lo hace feliz. Esta felicidad radica en ser lo que se es, en reconocer la

hibridación que edifican las culturas, y sentirse como representante y hacedor de unos valores

identitarios propios.

46
7.1.3.4. La identidad del conquistador.

Jean-Claude es, sin duda, un personaje necesario dentro de esta novela. No solamente porque

actúe como el narrador (Puesto que Sánchez Juliao también hace parte dentro de ese rol) sino que

también usa esa narración como una forma de reflexionar sobre lo quién realmente es y sobre su

forma de ser a lo largo de los años. De manera autobiográfica, él relata la necesidad de búsqueda

por una mujer ideal, pero que jamás supo, sino hasta ahora, del porqué de su interés por la mujer

afro y mestiza. Jean-Claude desempeña entonces el papel de conquistador, y dentro de su

personalidad se ve inmersos los antiguos modelos identitarios de su continente. Su gusto por lo

exótico está fundado en la búsqueda de lo nuevo, de lo que para él es lo fresco y lo mejor que se

pueda conseguir en el mundo.

Jean-Claude entonces, fija su foco dentro de la mujer afro como modelo de caza perfecto,

automáticamente se produce en él una necesidad de búsqueda constante según sus necesidades,

puesto que el cuerpo debe ser un complemento de su identidad. De la misma manera en la que

rechazó a Lilly Parker de volverle a ver, lo haría con cualquier otra que encontrase innecesaria

por su desarraigo cultural.

El panorama de este personaje es necesario en la medida en que él mismo se siente

mayormente atraído por la identidad cultural dentro de una mujer, por eso es que Ludisbel fungía

como el modelo de lo que es realmente alguien quien conoce sus raíces. No obstante, este

personaje no se escapa de los estereotipos culturales:

[…] Y ellos fue que nadie, en todo el trayecto, desde cuando descendimos del avión que nos
traía de París, hasta cuando llegamos a la estruendosa casa de la familia de Ludisbel en
Montería, nadie, absolutamente nadie, estuviera vestido de la manera como Ludisbel
acostumbraba vestirse en París. (Sánchez Juliao, 2005, p.140).

47
Este personaje es víctima de los choques culturales dentro de Colombia, algo que para él era

absolutamente nuevo puesto que había recorrido muchas veces el globo terráqueo. La razón de

su shock cultural se remite a lo anteriormente mencionado: la doble desafirmación cultural en la

cual el país se ve sometido, causando que los extranjeros presencien este tipo de fenómenos

regularmente.

Fuera de eso, y enfocados dentro de sus características primarias como personaje principal de

esta obra, Jean-Claude es un ser consciente. Este está afirmado culturalmente y por ello, está en

la capacidad de reflexionar sobre el daño que su linaje europeo ha causado dentro del nuevo

continente. A lo largo de la novela reflexiona sobre su identidad y la de otros tomándose a sí

mismo como un eje principal dentro de los procesos de afirmación cultural. Sobre su origen, éste

dice lo siguiente:

¿No han notado también que, desde que tenemos noción de existencia, no hemos hecho otra
cosa que cambiar el mapa? No existe un mapa igual a otro en Europa en diez años seguidos.
Desde que yo nací, ha cambiado cinco veces. En ocasiones me pregunto sí, al someterlo, no
fuimos acaso nosotros quienes enseñamos al resto del mundo a ser violento. También me
pregunto si el eurocentrismo, eso de imaginar nuestra cultura como la única válida y
legítima, no fue cuando prohijó, además de tantos otros, los dos más execrables crímenes de
la humanidad: la esclavitud y el holocausto. (Sánchez Juliao, 2005, p.181)

Dicho anteriormente, Jean-Claude asume una doble posición frente al paradigma de la

identidad cultural: por un lado, hace parte del bando europeo en la medida en que reconoce

su origen y reconoce los fallos que su cultura como europeo ha tenido frente al resto de

países latinoamericanos o propios de su mismo continente. Castiga su origen en la medida

en que este lo condiciona a ser como es y por ende, no poder evitarlo, es casi biológico.

Este personaje es visto de la siguiente manera:

48
–Yo pienso, Jean-Claude… es lo que yo pienso, repito –aclaró Cata–, que la teoría de que
los polos opuestos se atraen es cierta. Así que me atrevería a aseverar que a ti te agradaban
las mujeres que no se parecen en nada a ti porque te permiten descubrir mundos que te son
ajenos, extraños. Esto que digo, te habrás dado cuenta, es ante todo aplicable en tu
continente, Europa, incluso más que en Norteamérica […] Los europeos han tenido siempre
alma de cazadores… cazadores de colonias y de hembras exóticas […] (Sánchez Juliao,
2005, p.100)

Lo que aquí se observa es una verdad irrebatible: tanto para latinoamericanos como europeos,

sin importar sus orígenes, generalmente se tiene una atracción hacia lo nuevo, hacia lo exótico en

la medida en que no es común encontrarlo en el lugar de origen del individuo. Un ejemplo de

esto es un diálogo que acontece en el bar donde Jean-Claude se encuentra con Lilly Parker por

primera vez. Dentro de este lugar se hallaba un asiático y un hindú; ambos estaban

completamente atraídos por las mujeres rubias y delgadas, y en cambio Jean-Claude solo le

atraían las mujeres mestizas. El hindú argumenta lo siguiente: “Yo tengo todo claro al respecto –

dijo–. Gozo de acceso a demasiada piel cobriza en casa, para venir a degustar el mismo manjar

aquí.” (Sánchez Juliao, 2005, p.57). Por ende, todos somos cazadores en la medida en que nos

atrae lo exótico, lo que jamás será igual dentro de nuestro territorio.

Volviendo al punto de vista de Jean-Claude frente a la identidad y la afirmación cultural, este

se ve fuertemente consternado en la medida en que más expuesto estaba sobre la realidad de

Colombia, específicamente Montería. Dicho lugar no escapa de las problemáticas identitarias del

país. Su primera impresión fue la vestimenta, siguiente a esto, fueron las costumbres implantadas

a través de la aristocracia del lugar, quienes traen del exterior las costumbres eurocentristas y

americanas y las implantan dentro de un contexto completamente distinto:

Hay un sustrato de muy bajos niveles de autoestima en todo aquello, porque se termina
pensando en que si uno nada vale, todo a lo que uno se parece o a uno refleja, vale menos.

49
Y, si cada miembro de la comunidad piensa igual, la enfermedad se convierte en peste, en
afección cultural endémica, la conduce, inevitablemente, a la frustración histórica. ¿Y saben
que es lo más grave? –él mismo se respondió- Que jamás logran entender que a un
extranjero le atraiga lo que ellos desprecian; ¿Captan la gravedad del asunto, la seriedad de
la enfermedad? Terminan desorientados cuando se percatan de que, queriendo ser ellos
europeos u occidentales, nosotros prefiramos ser lo que ellos menosprecian. Allí es cuando
la única salida que les queda, y fue la que a mí me aplicaron: «ese francés es loco, pues no
parece francés […]» (Sánchez Juliao, 2005, p.173)

Esto pone a prueba los postulados de Bauman sobre la vida líquida que la sociedad

colombiana enfrenta actualmente. Jean-Claude es consiente que en muchas partes de Colombia

es necesario cambiar sus costumbres y su patrimonio para ascender dentro de un escalafón

victorioso. Lo que él presenció durante su llegada a Montería le dio razones para pensar que en

muchos lugares de este país se sienten mayoritariamente atraídos con lo externo que con lo

propio, lo cual genera una esclavización cultural consiente, una que no es impuesta directamente

por la cultura extranjera, sino una que es buscada desde el interior en aras de un falso progreso.

El progreso puede darse sin necesidad de perder su lugar de origen.

Para este personaje, le resultaba muy difícil moldearse dentro de un habitus europeo frente a

un contexto ulterior a este. Lo que diferencia a Jean-Claude de ser un desafirmado cultural es el

hecho de que este acepta la cultura y se moldea frente a esta sin dejar su pasado atrás. Por ende,

el cambio de vestuario era necesario para él por las condiciones climáticas del lugar y no tanto

por estar dentro de una cultura distinta. El cariño que un individuo tenga frente a otras culturas

no debe cambiar la forma de identificarse a sí mismo sobre lo que realmente es. Al no obedecer a

costumbres que para este personaje eran coherentes en su lugar natal y que dentro de un espacio

nuevo, carecía de sentido alguno. Presionarlo a vestir de traje para pescar, ir a celebraciones y

eventos de carácter europeo y obligarlo a comportarse como uno son elementos que cuentan

50
como un proceso de alienación impuesta frente a este personaje quien resiste a través del

acondicionamiento del lugar.

Jean-Claude es entonces, un personaje afirmado culturalmente y consiente de la

multiculturalidad en el mundo.

7.1.3.5. El estatus parisino.

Hemos visto hasta ahora, una corta pero densa serie de personajes con un sinfín de rasgos que

son adquiridos a lo largo del relato de esta obra. El primer personaje descrito, Lilly Parker, como

se dijo anteriormente, es la verdadera imagen de los estereotipos culturales. Jaqueline, como

Lilly Parker, posee esta característica pero de diferente manera:

Dentro del relato, Jean-Claude describía a este personaje de la siguiente forma:

¡Bah: repleta, como una salchicha alemana, de todos los prejuicios posibles y de todas las
neurosis de la gran Ciudad Luz! Tanto, que casi parecía neoyorquina, ¡que son aún peores!
Jaqueline era una rubia insípida, como aquellas bailarinas de San Francisco. […] era una parisina
sin ancas traseras ni senos delanteros. (Sánchez Juliao, 2005, p.76).

Este personaje es la conglomeración de las inmensas cantidades de marketing publicitarios

por parte del Bloque Norteamericano, sumado con su lugar de origen: París, conocida como la

metrópolis y la mayor referencia de la moda. Además de esto, París es un centro internacional, es

decir, diversas personas de culturas distintas se acercan a este lugar por su multiculturalidad.

Paris es multicultural en la medida en que su producción siga estando al mismo nivel que el

bloque Norteamericano, que representa el resto de continentes ulteriores a Europa. París,

entonces, al tener un carácter multicultural, atrae al público con base en sus productos, la moda

es su mayor elemento de producción y consumo. Hay, claro está, muchas otras razones por las

cuales este lugar sea tan frecuentado entre los turistas (i.e como es el caso de la torre Eiffel y su

51
simbología romántica). Los individuos pertenecientes a esta comunidad están mucho más

presionados al cambio identitario que el resto de lugares de Europa. Es sabido que el fenómeno

social que arraiga a la moda es demasiado imprevisible, sus cambios dependen de la comunidad

misma y los medios de comunicación y publicitarios influyen aún más.

Jaqueline es entonces, la representación de lo parisino y su carácter consumista. Dentro de la

Vida Liquida, individuos como Jaqueline existen con frecuencia de tal forma que el consumo sea

obligatorio para la supervivencia social. Las comunidades se bombardean a sí mismas con

prejuicios por la cantidad de artículos adquiridos y lo recientes que estos sean.

Teniendo en cuenta esto, Jean-Claude profundiza un poco más sobre Jaqueline:

[…] Era una mujer de John Travolta y de Los Bee Gees, de McDonald’s y de Wendy’s,
pero al mismo tiempo era de Cartier y de Chanel, de Maxim’s y de Café de la Paix, Yves
Saint – Laurent y de rue du Faubourg Saint – Honoré, de Polly Magoo y de Les Deux
Magots, de Ritz y de Chez Lipp, de Fouquet’s y de la Tour D’ Argent. (Sánchez Juliao,
2005, p.79)

Jaqueline posee entonces un carácter híbrido en la medida en que esta no depende solamente

de un solo tipo de cultura –la suya- para poder mantener su estatus social. Esto significa que los

diversos productos culturales de la moda, la televisión, radio, entre otros son los suficientemente

aprovechables para su consumo. Ella representa entonces el modelo de mujer parisina tanto en

pensamiento como en físico, pues la descripción dada al inicio de esta sección Jean-Claude la

describía como una mujer sin atributos y de cuerpo menudo.

Anteriormente se había dicho que Jaqueline y Lilly Parker compartían características

similares, estos dos personajes convergen entonces en la forma que este estereotipo está

aplicado: Lilly Parker funge como el modelo de ignorancia cultural, en ella se encuentra una

visión estereotipada sobre lo que puede observar fuera de su país como clichés culturales.

52
Jaqueline, en cambio, actúa con base al estereotipo de consumo diseñado específicamente para

personas de estatus social, aquellas con la accesibilidad económica para adquirir productos

propios y extranjeros que cumplen la misma función: de elementos de consumo y sin carácter

identitario fijo. Para dejar esto en claro, la forma en la que ambos personajes mantienen su

estatus social es distinta; Lilly Parker, por ejemplo, usa su cuerpo como principal productor de

riquezas, mientras que Jaqueline, siendo una hija de un banquero, simplemente tiene todo el

dinero que necesite para gastar en lo que desee. No obstante, Jaqueline puede simular lo

contrario, simular la carencia de dinero. De vuelta a la obra, los motivos por los cuales Jean-

Claude se enamoró de este personaje fue que este no sabía que Jaqueline era hija de un banquero,

y por ende, era burguesa. Al no saberlo, él se sintió atraído por su forma de ser y demás

elementos que sirvieron como forma de persuasión. Jaqueline mintió y simuló ser solamente una

empleada del banco:

«¿Por qué lo hiciste?», le pregunté una vez, cuando ya me había revelado la


verdad, y me respondió, como las telenovelas hispanoamericanas importadas por
los canales sudacas de Europa: «Porque quería que me amaras por lo que yo era y
no por lo que yo poseía» (Sánchez Juliao, 2005, p.93)

Jaqueline, al ocultar su verdadero estatus, llamó la atención de Jean-Claude con el modelo de

vida modesto de un trabajador asalariado francés. Jean-Claude valoraba mucho más esto puesto

que su prospecto de mujer va en contra de los ideales consumistas exagerados, burgueses. Su

interés por ella entonces, después de saber la verdad, se perdió. Este reflexionó del porqué de su

decisión de separarse de ella puesto que cualquier otro hombre se hubiese sentido afortunado de

tener una esposa millonaria, pero este tipo de mujer no iba en absoluto con el modelo de mujer

que este intentaba conseguir, sino que más bien sirvió para reafirmar su gusto por lo exótico.

53
Jaqueline es el modelo del consumismo y el estatus parisino. Comprendiendo esto último no

solamente como la posición que ocupan individuos con respecto a las demás personas de su

sociedad y que les otorga cierto prestigio, sino bajo la visión del eurocentrismo, bajo una

perspectiva hegemónica de una cultura sobre las otras. Cuando el dominio de Europa se ciñe

sobre el choque de culturas o la hibridación, sobreponiéndose a las identidades culturales

previas, surge en los individuos la necesidad de deconstruirse a sí mismos y acoplarse a las

influencias, el poder y el dominio externo: al arribismo.

7.2. EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS

Este capítulo tiene la intención de caracterizar el arribismo en la obra Dulce veneno moreno, así

como determinar la incidencia de éste en relación con la mercantilización cultural ejercida por

los personajes. Para esto, se hará uso de los conceptos y teorizaciones planteados por diversos

autores, principalmente por Carlos Delgado y Oswaldo Medina.

Ahora bien, antes de comenzar el análisis del arribismo en los personajes de la obra, es

necesario abarcar una noción general de los conceptos de prestigio, movilidad social, arribismo y

mercantilización cultural según la mirada de diversos autores, entre estos, los mencionados en el

párrafo anterior. Asimismo, se expondrá lo propuesto por estos diferentes enfoques del concepto

de arribismo y mercantilización cultural, y por último, se establecerá una relación entre estas

propuestas y lo que se alcanza a destacar en la obra, y se llevará a cabo un ejercicio de análisis e

interpretación.

54
7.2.1. Prestigio, Movilidad Social, Arribismo Y Mercantilización Cultural.

La hibridación abarca un sinnúmero de mezclas interculturales de diversas índoles. Más que el

mestizaje y el sincretismo, ésta comprende las relaciones que se establecen en un territorio de

culturas variadas e incluso opuestas, pero estas relaciones no siempre son en orden horizontal; si

bien, en esta mezcolanza surge algo nuevo producto de esa relación, en el imaginario colectivo o

individual, en la práctica social, puede pasar que unos rasgos culturales predominen sobre otros

hasta tal punto que llegan a desplazar o extinguir a los otros. La hibridación facilita el

reconocimiento de la propia cultura de los individuos y la diferenciación con otras, pero también

posibilita la creencia de que unos rasgos gozan de mayor prestigio sobre otros. El eurocentrismo

es un instrumento de poder que se basa en la idea del prestigio para expandir su cultura.

Tal como lo señala Boucek: “El prestigio es sólo uno de los modos de expresarse la

dominación o la superioridad” (Boucek, 1957, p.83). El eurocentrismo transmite unas

valoraciones con respecto a ciertas situaciones en que se encuentran las personas; difunde, desde

su hegemonía, a los individuos y a las colectividades, mayores valoraciones de sus productos

culturales, bien sean manifestaciones musicales y artísticas, formas de vestir, ser y comportarse,

en comparación con otros; le atribuye a estas últimas menores valoraciones, ocasionando así la

creencia de prestigio, legitimidad y autoridad sobre éstas.

Por otro lado, y en términos generales, el prestigio puede hacer alusión a la reputación y fama

que arrastran consigo ciertos rasgos culturales, como la vestimenta, la música o la gastronomía.

Asimismo, puede referirse al nivel de aceptación que tienen, dentro de una sociedad dada,

algunos valores, actitudes, prácticas, conductas o la situación socioeconómica de los individuos;

es común asociar este vocablo con el renombre, la autoridad y la importancia que proyectan las

clases sociales altas, a las que preferiremos llamar élites, las cuales se refieren a individuos y

55
grupos particulares que, en definitiva, son las portadoras del prestigio y a su vez, las limitantes

de éste; nada fuera de ellos goza de las mismas valoraciones. Estos grupos particulares, son,

asimismo, vinculados al prestigio en la medida que está conformados por números pequeños de

individuos que acreditan proceder un mismo estatus.

Al hacer mención de una élite, se da a entender que en la sociedad existe una jerarquía, es

decir, una estructura de organización social conformada por varios niveles que, con base en la

desigualdad, se contrastan y dividen. Estos niveles son conformados por grupos de individuos

que pueden ocupar una posición superior, igual o inferior a otros grupos de individuos, esto

puede obedecer a criterios relacionados con el poder social, económico y político, los estratos

socioeconómicos, las posesiones, las formación académica o el estatus y el prestigio.

Una élite es, sin duda, una minoría selecta conformada por personas que gozan de un estatus

superior y un prestigio sobre otras, que ocupa los más altos niveles en la jerarquía social, lo que

supone, no sólo tener por debajo a los demás grupos de la sociedad, sino, no tener a ningún otro

encima. La existencia de las élites parte de la idea de la estratificación social, la cual divide una

sociedad de acuerdo a las relaciones establecidas con el poder y la dominación, y los individuos;

los grupos dominantes son quienes ostentan el poder, se permiten disfrutar privilegios y guardar

distancias frente a los demás grupos inferiores.

La subordinación, sin embargo, no es definitiva y está sujeta a los principios de la movilidad

social, que agrupa una serie de desplazamientos que realizan los individuos dentro de una

sociedad para ir, bien sea de mayor a menor o viceversa en la jerarquía social. Esto supone

cambios en las condiciones iniciales de los individuos que modifican su estatus social, lo cual se

puede relacionar con la emancipación, es decir, con las acciones que permiten a un grupo de

personas mejorar su situación social o económica.

56
No obstante, los procesos de movilidad social no son siempre justos. Según un informe de la

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): “Un niño en Colombia

tendría que esperar 330 años para tener una mejor calidad de vida por el aumento en la

desigualdad del país, donde la concentración de la riqueza alcanza niveles alarmantes” (Dinero,

2018), es decir, para que una persona pueda salir de la pobreza, deberían pasar el equivalente a

11 generaciones. Con un ejemplo como éste, se deduce que pareciera que las élites estuvieran

designadas por la eternidad para ocupar la cúspide de las jerarquías sociales y obligadas a no

ceder un solo espacio en su terreno, y que los subordinados estuvieran condenados a apreciar

desde lejos los lujos, excentricidades, condiciones socioeconómicas, el prestigio y el estatus de

los otros. En una sociedad en que la desigualdad esté tan marcada, muy a pesar de que las

posibilidades de movilidad social disminuyan, se proporciona al individuo mayores deseos de, en

este caso, ascender socialmente. Sin embargo, dada las pocas posibilidades y la inminente

imposibilidad de satisfacer estos deseos, entran en juego las apariencias, los comportamientos

arribistas que consuelan a los individuos permitiéndoles aparentar el prestigio de un estatus al

que no pertenecen.

La movilidad social puede vislumbrarse incluso como un proyecto histórico; durante la

Conquista de América, sugiere Valenzuela (2005) que de España emigraron una serie de grupos

de personas infravaloradas y menospreciadas, de origen modesto y plebeyo, que sólo el Nuevo

Mundo podría adquirir un estatus, ostentar riquezas y poderes que, en la sociedad castellana no

podría alcanzar. Ya en la Colonia, los criollos, españoles americanos, pretendían ser españoles en

sí mismo. Esta pretensión, sumada al juego de las apariencias, nos adentra en la conducta del

arribismo.

Con respecto a esto, Vargas comenta:

57
Las sociedades que se caracterizan por tener altos niveles de inequidad y una pobre
institucionalidad, donde el sentido de la norma no es la regla del comportamiento
ciudadano, son las más proclives a convertirse en caldo de cultivo para el arribismo.
(2017)

Cuando la movilidad social no es posible en términos de inequidad, debido a las pocas

oportunidades que tienen las personas para emanciparse, los individuos son proclives a recurrir a

diversos métodos para ascender socialmente, mejorar las condiciones de vida o mejor dicho:

salir adelante. Estos métodos pueden traducirse en el arribismo. Cuando es tanta la desigualdad

social, por muy íntegras que sean las personas de la base o la mitad de la jerarquía social, estas

pueden tender a involucrarse en episodios de servilismo y figuración con respecto a aquellos que

están en la cúspide, es decir, con la élite. Esta creencia de tener el prestigio y el estatus que no se

posee, lleva los individuos a envidiar al otro y deconstruir su propia identidad, dejando de lado

sus rasgos iniciales, culturales o territoriales, moldeando su identidad, por ejemplo, a valores

eurocentristas.

Cabe mencionar que esta deconstrucción de la identidad, además de estar sujeta a la voluntad

del individuo, también responde al rechazo que recibe por parte de las personas que lo superan

en la jerarquía social. El fin justifica los medios es la consigna del arribista; ante la imposibilidad

de la movilidad social, los individuos recurren a todos los métodos imaginables para alcanzar su

objetivo: ascender socialmente y escalar un peldaño más en la pirámide social, aunque sólo sea

en apariencia.

Dentro del arribismo, la mercantilización cultural puede actuar como una herramienta

importante al momento de ascender socialmente, debido a que “camufla” la inmoralidad y los

prejuicios sociales mediante una imagen de gestión cultural y promoción del patrimonio material

58
e inmaterial del individuo como acto de persuasión frente a una comunidad y asegurándole un

puesto en un estatus social determinado.

Dicha actividad de mercantilización cultural surgió, históricamente como consecuencia de la

globalización en los años setenta y que actualmente sigue vigente en los mercados de todo el

mundo. Con la expansión de la globalización en cada país del mundo, no solamente se generó la

problemática de la identidad (véase capítulo anterior), sino que con esta se incluyó la

mercantilización cultural como forma de exposición identitaria, esto significa que los objetos

creados dentro de una comunidad se venden a un mercado internacional con el fin de patentar la

identidad de un país. No obstante, este proceso cambió en la medida en que se concebía los

productos extranjeros como herramientas con usos específicos y no elementos que hacen parte de

la tradición cultural de un país determinado, alienándolos de su verdadero propósito.

A través de los años, el turismo funge como una forma de comercialización de la cultura de

una región, ciudad o país determinados. Con esto, se concibe el patrimonio cultural como una

forma de producción de ingresos para la sostenibilidad económica de dicho país, región o ciudad;

por consiguiente, según Alonso, “[…] la identidad cultural de un territorio puede ser una

herramienta más para conseguir determinados objetivos, por ejemplo, el desarrollo sostenible de

un territorio a través del impulso de una actividad económica, como podría ser el turismo.”

(2018, p.59).

El panorama del comercio globalizado actúa como una lucha constante entre naciones en cada

uno de los lugares del mundo, esto significa que en un territorio específico se puede observar la

lucha de los productos importados frente a lo nacional. La lucha entre lo propio y lo ajeno

siempre se ha producido; por ejemplo, el caso de América Latina y su conquista por parte de los

españoles. Ahora mismo, dicho conflicto se da en términos económicos y de mercado, esto

59
significa que los individuos se sienten mayoritariamente atraídos por los productos extranjeros

que en los locales, inclusive si se trata del mismo tipo de producto en ambos países (i.e bebidas,

ropa, etc.).

La mercantilización cultural puede controlarse en la medida en que sus habitantes no

abandonen el significado que fue otorgado hacia sus productos. Cabe recalcar que a productos

nos referimos al diverso material producido dentro de una sociedad tales como lo son: los

monumentos, las vestimentas, herramientas propias de dicho territorio, etc. Estos elementos

pueden mantener su significado por su comunidad, esta es la creadora de sentido y significado

frente a esos objetos, lugares, y demás patrimonios. En caso contrario, serán alienados frente al

comercio demandante y solo poseerán un uso.

Asimismo, la mercantilización cultural puede concebirse como una herramienta dentro del

arribismo. Esto será explicado en el último apartado de este capítulo a propósito de la novela de

David Sánchez Juliao como representación narrativa de esta actividad.

7.2.2. Estudio sociológico sobre el arribismo y la mercantilización cultural

Para teorizar acerca del arribismo, Carlos Delgado trae a colación el concepto de la imagen del

bien limitado de Foster (1965) que sugiere que la orientación cognoscitiva, es decir, el modo de

ver el mundo de unos miembros de la sociedad están modelados bajo la creencia de que “todas

las cosas deseadas de la vida, tales como tierra, riqueza, salud, amistad y amor, hombría y honor,

respeto y condición, poder e influencia, seguridad y protección existen en cantidad finita” (1965

p.87). La idea de la finitud sugiere no sólo que estos aspectos de la vida son escasos, sino

también que a pesar de estar distribuidos en cantidades limitadas y cerradas, no están al alcance

de todos, mucho menos de aquellos que conforman la parte baja de la pirámide social.

60
Bajo este concepto, surge una pregunta: ¿Entonces cómo puede un individuo mejorar su

posición o escalar en la jerarquía social? Tomando esta pregunta como punto de partida, a raíz de

la imagen del bien limitado se puede evidenciar que la desigualdad social, la historia y los

sistemas sociales, políticos y económicos, dificultan e incluso impiden que se lleve a cabo, con

fluidez, la movilidad social. La finitud implica que el éxito social sólo puede ser alcanzado por

grupos relativamente pequeños, es decir, las élites.

Cuando las élites son, prácticamente, las dueñas de todas las posibilidades de alcanzar el éxito

y el estatus, los demás miembros de la sociedad están condenados a competir por el acceso a

posiciones de poder y prestigio. Al ser tan intensa y marcada la competencia por los bienes que

se consideran limitados, al ser tan pocas las probabilidades de alcanzar el objetivo, la pretensión

por alcanzar estatus determinado se convierte en una lucha social y cobra sentido lo que expone

Delgado: “todo medio es lícito para conseguir la finalidad perseguida” (Delgado, 1971, p.105).

La pretensión de subir escalones en la pirámide social conlleva no sólo el hecho del individuo

de elevar su estatus, sino propiciar el descenso del otro; el éxito alcanzado puede depender del

fracaso de otros. Esta dinámica, entonces, conlleva arrastrar a los demás hacia abajo. Carlos

Delgado define el arribismo como un deseo desenfrenado por subir que “obedece a imperativos

de carácter social generados por la propia estructura de la sociedad” (Delgado, 1971, p.106). Por

tanto, es posible enfocar la conducta arribista como un fenómeno social, producto de los sistemas

sociales en los que prima la desigualdad y la inequidad, como un desenfreno producido por la

búsqueda del bien limitado, que no reconoce la moral como aquello que, convencionalmente, en

las sociedades regula el comportamiento de los individuos y distingue la maldad de la bondad, y

en consecuencia, considera que todo instrumento es lícito, válido y permisible para alcanzar el

estatus y el prestigio deseado.

61
Al considerar el arribismo como un fenómeno social se le reconoce como un problema creado

desde las singularidades de los individuos (psicológicamente) que responden a la naturaleza

estructural de la sociedad. Reconocerlo como un fenómeno social da cabida a la premisa de que

existe una cultura del arribismo en una sociedad dada que puede impregnar la identidad de las

personas.

Cuando un individuo adopta la cultura del arribismo, establece una relación triangular para

competir en la sociedad, tal como se explica a continuación:

De un lado, los individuos a quienes él define como contendores reales o potenciales en


su reclamo al reconocimiento social; de otro, aquellos a quienes el arribista define como
virtuales aliados en su acción competitiva; y de otro lado, el propio arribista que […]
intenta usar a ambos para lograr sus fines en beneficio personal. (Delgado, 1971:109-110)

Cabe resaltar que una persona arribista es un individuo inseguro de sí mismo y la anterior

triangulación pone en evidencia la estrategia que éste implementa para maximizar las

posibilidades de alcanzar el bien cuya disponibilidad se presenta como finita y limitada en la

sociedad; este bien, sean el prestigio, el estatus, la riqueza o el poder pueden considerarse como

el punto de partida y el fin de la cultura del arribismo.

Al resaltar que el arribista es per se inseguro, Delgado afirma que “la cultura del arribismo es

también una cultura de la inseguridad” (1971, p.115). Esta inseguridad puede traducirse en el

desasosiego, la inconformidad, la destrucción y la pérdida de la identidad a la que puede llevar

esta conducta. Para explicar mejor esto, se puede traer a colación la siguiente frase: “[…] en este

país de resentidos sólo se llega a ser un gran hombre cuando se deja de serlo.” (Sábato, 2004,

p.177). La inseguridad que provoca en los individuos no encontrar reconocimiento en los demás

y el pertenecer a un estrato social que no satisface sus pretensiones y necesidades, los lleva a

62
ejercer conductas arribistas, las cuales deconstruyen su identidad, la moldean según el mayor

prestigio socialmente aceptado. Esto los lleva a edificar su identidad dejando de lado sus raíces,

porque en un sistema que imposibilita la movilidad social, si no se puede estar en la cima de la

pirámide social, al menos se puede aparentarlo; sólo se puede alcanzar un estatus a través del

arribismo.

El arribismo se convierte, entonces, en una modalidad que adoptan los individuos de una

sociedad para alcanzar la movilidad social; una acción encaminada a la obtención de posiciones

superiores en la jerarquía social. Esta modalidad implica la valoración positiva de bienes que son

limitados, dignos de ser buscados y adquiridos, y que otorgan a quienes los posea un estatus de

superioridad. Sin embargo, el arribismo no es la única modalidad que siguen los individuos para

conseguir su objetivo. Esta cultura está siendo desplazada por el achoramiento, el cual lo define

Medina (2001) como un medio anómico, es decir, despojado de toda norma social, que permite a

los individuos mediante actos ilícitos y trasgresores de defraudación, estafa, desfalco y soborno,

adquirir riqueza.

Además de la triangulación, la mercantilización cultural puede considerarse como una

estrategia de la cultura arribista. Ésta posee un carácter híbrido, para García Canclini “la

hibridación surge del intento de reconvertir un patrimonio (una fábrica, una capacitación

profesional, un conjunto de saberes y técnicas) para reinsertarlo en nuevas condiciones de

producción y mercado” (1997, p.113). Esto consiste que una comunidad utiliza su patrimonio y

lo inserta dentro de un terreno mercantil completamente distinto al que estaba acostumbrado; en

conclusión, se vuelve híbrido en la medida en que posee elementos propios y ajenos para

sobrevivir dentro del mercado globalizado.

63
Dicha hibridación es entonces necesaria para una comunidad expuesta y presionada por el

mercado globalizado, la modernidad entonces, influye en las sociedades y sus productos en la

medida en que estos deban moldearse dentro de dicha producción de riquezas para su

manutención y preservación. García Canclini dice lo siguiente:

Las culturas locales crecen y se expanden a fuerza de volverse cosmopolitas, como los
artesanos prósperos de Michoacán o Guerrero, en México, cuando descubren que la
preservación pura de sus tradiciones no puede ser el único recurso para reproducirse y
reelaborar su situación: al incorporar a los diablos de Ocumicho y a las pinturas en amate
de Ameyaltepec escenas contemporáneas, al aprender inglés y a viajar en avión, o al
manejar tarjetas de crédito, consiguen el dinero que les permite modernizar su vida
cotidiana y al mismo tiempo revitalizar sus tradiciones y ceremonias antiguas (1997,
p.114).

De esta manera, la mercantilización cultural puede ser concebida desde una estrategia de

supervivencia. Como ejemplo de esto en la novela, El Cholo, está expuesto dentro de esta

problemática. Este personaje proviene de un territorio fabricante de Sombreros Vuelteaos.

Dicho producto, sin embargo, no suplía las necesidades económicas para solventar los gastos

de su producción y en adición a esto, mantener a su familia. Aplicando este caso a la teoría de

los procesos de hibridación de García Canclini, El Cholo debería instaurar dichos productos

en un mercado globalizado para poder así sostenerse económicamente y preservar –e

inclusive, potenciar- su patrimonio.

El gran dilema que acarrea la mercantilización cultural está en la forma en cómo se emplea

esta actividad y el patrimonio instaurado, con esto se refiere a la forma en la que este

patrimonio puede adaptarse al mercado sin perjudicar su significación, su identidad y se

convierta en un producto carente de significación y de carácter estrictamente funcional.

Para concluir con la explicación anterior, García Canclini expresa lo siguiente:

64
Tú que has recibido la cultura como un don y la llevas como algo natural, incorporado a
tu ser, compórtate como lo que ya eres, un heredero. Disfruta sin esfuerzo de los museos,
de la música clásica, del orden social. […] El peor adversario no es el que no va a los
museos ni entiende el arte, sino el pintor que quiere transgredir la herencia y le pone a la
virgen un rostro de actriz, el intelectual que cuestiona si los próceres celebrados en las
fiestas patrias realmente lo fueron, el músico especializado en el barroco que lo mezcla en
sus composiciones con el jazz y el rock. (1990, p.180)

Violentar el patrimonio con lo ajeno es entonces, causal de desarraigo cultural.

Ahora bien, desde el punto de vista de la vida líquida teorizada por Zygmunt Bauman, la

mercantilización cultural hace parte del consumismo cultural que este aborda en su estudio. En

este, hace alusión a los productos culturales frente a la fugacidad de un mercado que está en

constante cambio. Retomando el ejemplo de la carrera por la individualidad y el estatus, Bauman

concibe a estos productos culturales como elementos de consumo rápido que actúan de

impulsadores hacia los corredores y la interminable carrera por el sentido existencial: “En ese

escenario, todos los productos culturales —tanto los objetos inanimados como los seres humanos

instruidos— tienden a ser puestos al servicio de «proyectos» de reconocido carácter excepcional

y efímero.” (Bauman, 2006, P.84). Al momento de mencionar al ser humano como objeto

cultural se refiere a lo que más adelante llamaría como un gestor cultural y que se concibe como

aquella representación cultural que busca esparcir dicha cultura como forma de promoción y

venta de la misma. Los gestores culturales van de la mano con la mercantilización cultural y

suponen una relación sujeto-objeto dentro de este proceso de comercialización.

García Canclini explica que dichos productos culturales se encuentran archivados dentro de

los museos de cada una de las comunidades, dentro de estos lugares, la cultura y el tiempo parece

65
estático e imperturbable. Este autor comenta que “La identidad tiene su santuario en los

monumentos y museos; está en todas partes, pero se condensa en colecciones que reúnen lo

esencial” (1990, p.179). Esto significa que se vuelven elementos inutilizables y de carácter

asincrónico, se detienen en el tiempo y permanecen estáticos durante generaciones y

generaciones. La crítica se da fuertemente a los museos en la medida en que preservan el

patrimonio por fuera de su conexión con la sociedad que la creó y que, a diferencia del resto del

patrimonio inamovible como lo son las plazas y demás lugares de la comunidad, están siempre al

contacto con la sociedad creadora de significado.

Bauman denomina a estos lugares como los espacios públicos, los simplifica en la medida en

que estos posean un carácter público frente a la privatización, por ende, deja en claro que “Los

espacios públicos son, por todos esos motivos, escenarios en los que la atracción y la repulsión

pugnan mutuamente en proporciones continua y rápidamente cambiantes.” (2006, p.105). Eso

significa que dichos lugares están alejados de los prejuicios culturales, son espacios donde no se

preselecciona a ningún individuo para entrar ni para hacer parte de la comunidad, se vuelven

espacios comunales en donde las personas interactúan, se entienden o se oponen, pero que en

consecuencia producen un objeto cultural basado en la interacción real, motivo original de la

creación de dichos espacios. Tanto García Canclini como Bauman dejan en claro que los

espacios privatizadores carecen de inclusividad y cultural real, una cultura artificial insertada

como un injerto de piel indeseable frente a una comunidad; por ejemplo, los centros comerciales

como las principales amenazas de las plazas públicas y que, a lo largo del tiempo, han ido

reemplazándolas por estos espacios cerrados y de carácter comercial.

66
7.2.3. El arribismo y la mercantilización cultural en Dulce veneno moreno

Como se mencionó con anterioridad, la obra de David Sánchez Juliao es, sin duda, una obra del

Caribe, una obra cargada de identidad; un fiel reflejo de la multiculturalidad colombiana. Al

reflejar esta hibridez, el escritor deja en evidencia que ciertos rasgos culturales pueden

predominar sobre otros y que se puede extender la creencia de que dichos rasgos gozan de mayor

prestigio, lo que puede provocar que el individuo moldee su identidad a partir de estos. El estatus

en una sociedad puede ser netamente exclusivo a las clases altas, es decir, a las élites, y cuando

el sistema imposibilita la movilidad social de los individuos, estos tienden a adoptar conductas

arribistas, bien sea para escalar en la pirámide social como para tan sólo imitar o sacar a relucir

dicho prestigio.

Este apartado tiene como objetivo primordial analizar la conducta arribista de los personajes

de Dulce veneno moreno y determinar la incidencia de ésta en relación con la mercantilización

cultural.

Retomando el concepto de arribismo, en síntesis, éste remite a la pretensión de los individuos

de ser algo que no son, de renunciar a sus raíces, deconstruir su identidad, negar sus orígenes y a

partir de estrategias no siempre éticas ni morales, conseguir el bien limitado, alcanzar (o al

menos, aparentar) un prestigio y un estatus que la imposibilidad de la movilidad social les ha

negado.

David Sánchez Juliao, en su novela nos introduce a la cultura del arribismo mediante una

observación que realiza Jean-Claude a sus acompañantes en el avión: “Ustedes […] jamás

advierten esas sutilezas en América Latina, porque el racismo los ciega, les cierra las puertas a

esos trozos de historia que transitan por las calles sobre piernas y entre sensuales andares…”

(Sánchez Juliao, 2005, p.33). Con esto se refiere a la imposibilidad que trasmite el eurocentrismo

67
de admirar lo exótico de las mujeres del trópico. Esta imposibilidad es provocada por la

tendencia a considerar que la belleza está supeditada a los modelos que, en su hegemonía y

dominación, exporta Europa hacia el resto del mundo, que deben ser imitados, reproducidos y

copiados por las demás culturas cual si fueran el único prototipo ideal de la perfección. En este

sentido, bajo la perspectiva del eurocentrismo, se trasmiten modelos que confieren a los

individuos que los adopten o imiten, cierto prestigio, renombre y autoridad que les permiten

escalar una posición más en la sociedad.

En este orden, aparece la figura de Ludisbel Brunal en Dulce veneno moreno, una colombiana

que residía por motivos de estudio en París. Ella configura su identidad de acuerdo a la búsqueda

del prestigio. En su caso, el bien limitado es el estatus social conferido exclusivamente a la élite

de Montería, a la cual no puede por sí misma pertenecer, muy a pesar de portar un apellido lleno

de reconocimiento, tradición y prestigio en la región. Para esto, traza un plan de acción que en

primera medida, implicó convertir los certificados de asistencia a dos cursos cortos tomados “en

dos esplendorosos diplomas de la Sorbonne de París” (Sánchez Juliao, 2005, p.132). Con esto se

demuestra un accionar ambicioso e inescrupuloso que no valora lo poco ético que resulta

falsificar documentos con tal de obtener reconocimiento en su llegada a su ciudad natal, una de

las características de un individuo que es, per se, arribista por excelencia.

Así lo narra Jean-Claude:

Más adelante alcanzaría a digerirlo: Ludisbel Brunal había pisado la Sorbonne en París, y
había tomado dos asignaturas como simple asistente en sus cursos de extensión; luego,
ergo, llegaba a su ciudad natal con dos doctorados… dos doctorados, ¡Y de la Sorbonne
de París, nada menos! (Sánchez Juliao, 2005, p.137)

68
Este personaje configura su identidad de acuerdo al prestigio que le ofrece haber obtenido

unos certificados de asistencia que hace pasar como diplomas y adopta una actitud doctoral que

no había podido adoptar antes de haber emigrado a París. Un doctorado es, sin duda, en una

sociedad en la que difícilmente los bachilleres pueden aspirar a entrar una carrera profesional y

terminarla, un bien limitado; son realmente pocos los que tienen el privilegio de optar por un

título de posgrado.

Siguiendo esta idea de exclusividad, la novela enseña un nuevo accionar arribista:

Ludisbel no volvió a pegar un botón o a hervir un huevo. Aquello no era cosa de doctoras.
Una de las más notorias aristas de la actitud doctoral-enfatizó- es esa, la de guardar frente
a la materia la mayor distancia posible; esa de no contaminarse en el contacto con el
mundo. En la medida en que un doctor, o una doctora, usen menos las manos para
transformar, reparar, crear o generar riqueza, más doctor o doctora será (Sánchez Juliao,
2005, p.164).

En la academia, un doctorado es un reconocimiento otorgado a quienes obtienen la más alta


titulación universitaria posible, un especialista en la investigación que contribuye a la sociedad
nuevos y significativos conocimientos, pero en una cultura del arribismo, los individuos pueden
ser doctores aun cuando no han pisado nunca una universidad; un doctorado es un
reconocimiento insulso para quienes deciden guardar las apariencias y en la competencia por la
movilidad social adoptan posturas arquetípicas y de prestigio de lo que creen que implicar ser
doctor.
Otra demostración del arribismo en la obra, es la que enseña el recibimiento que tuvo Jean-

Claude, por parte de la familia de Ludisbel, en Montería:

Cuando uno llega de otro país, lo primero que hacen es llevarlo a uno a conocer El
Recreo, aunque ellos, como digo, no vivan allí. Tal vez con esa actitud quieran demostrar
al extraño que, pese a todo, Montería se encuentra, según ellos, a la altura de las grandes
urbes del mundo (Sánchez Juliao, 2005, p.160).

69
Concebir la hibridación como un proceso histórico puede explicar mejor esto: las primeras

construcciones en América durante la Colonia no eran más que un espejo de la arquitectura

propia de Europa en contraposición con la arquitectura aborigen. Bajo la perspectiva de la

hibridez, surgió el barroco latinoamericano, el cual mezcló el sustrato indígena con lo español,

por lo que todavía hoy pueden verse catedrales con columnas (elemento arquitectónico clásico de

Occidente por excelencia) adornadas con vestigios de la naturaleza (plantas y animales ligados a

la cosmogonía indígena). Aun cuando este sustrato puede considerarse como una forma de

rebelión y de trascender ante el exterminio, es innegable el predominio y la hegemonía de lo

europeo sobre lo indígena. Esto por el prestigio y estatus que brindan las ostentosas edificaciones

construidas basadas en los modelos eurocentristas de la perfección. Llevar a Jean-Claude a

conocer El Recreo, un sector exclusivo de Montería compuesto por las mansiones de los ricos, la

clase alta, la élite de la región, aun cuando la familia de Ludisbel no vivía allí, se configura como

un acto arribista dirigido a la aprobación y adulación de lo europeo.

Esta adulación de lo europeo y el prestigio que confiere la academia, propios de la conducta

arribista, también se manifiestan con la llegada a Montería de la pareja, que, desde la perspectiva

de Jean-Claude: “ya no viajaba acompañado de una persona que era mi mujer; iba acompañado

de la doctora Ludisbel Brunal” (Sánchez Juliao, 2005, p.140)

Por otro lado, teniendo en cuenta el modelo triangular propuesto por Delgado (1971), que

sugiere que una de las estrategias implementadas por el arribista consiste en la participación,

además del individuo que se procura sin importar los medios una apariencia de prestigio y una

ascensión en la jerarquía social, es decir, de sí mismo, de unos individuos que se definen como

contendores y aliados en la competencia provocada por la movilidad social y la imposibilidad del

70
acceso al bien limitado; se puede considerar a Jean-Claude como uno de los aliados de Ludisbel

Brunal, tal como se expone a continuación:

Entonces, concluí: yo, el eximio ciudadano e ingeniero francés, doctor Jean-Claude


Poulenc, había sido dos cosas: el objeto de la acción socio-asociado del club y el
trampolín para que Ludisbel y los suyos llegaran, sin contratiempos, a la cúspide de las
instancias sociales de la ciudad (Sánchez Juliao, 2005, p.175).

Considerando el origen bastardo de la protagonista, lo cual no la permite gozar de los mismos

privilegios que gozan los hijos legítimos de su padre, como el de asistir con su madre a las

exclusivas reuniones llevadas a cabo en el Club Social de Montería, y la sensación de no

pertenecer que ocasiona esta condición, el único medio que encontró Ludisbel fue usar ese trozo

de cultural de Francia, a Jean-Claude, como un instrumento europeo de prestigio, útil para

impresionar a sus coterráneos, para poder así alcanzar el estatus que tanto deseaba.

Sin embargo, Jean-Claude, el apasionado pescador francés, ingeniero de profesión y dueño de

un restaurante en París, se convirtió a su vez, más que en un contendor, en un obstáculo para

Ludisbel en la consecución del prestigio, en la medida que éste no se comportaba de la manera

en que ella deseaba:

Sobre las jornadas de pesca, recuerdo que al principio ella me animaba para que fuera, y
hasta llegó mi hermosa Ludisbel a prepararme una canastilla de picnic, al mejor estilo
americano o europeo, y a sugerirme que pescara a las orillas del río de chaleco y corbata…
como parecía un asunto en las películas aficionadas en los mil ochocientos y tantos, ¡Vaya
ficción! La explicación que daba era aquella de que yo era un ingeniero francés, un doctor,
y no convenía que la gente que pasaba por la avenida Primera me viera pescando, como a
cualquier mecánico muerto-de-hambre, en mangas de camisa y pecho abierto. (Sánchez
Juliao, 2005, pp.170-171).

71
En medio de su arribismo podían notarse las impresiones que dejaba el eurocentrismo en su

imaginario: para Ludisbel era inconcebible que un francés, de identidad conquistadora, pudiera

comportarse en sus jornadas de pesca como un colombiano cualquiera. Aun así, cuando ésta ya

había conseguido su objetivo, el de haber alcanzado el estatus que le permitiera pertenecer a la

élite monteriana y así gozar del prestigio que anhelaba y del cuál era privada por su condición de

bastarda, era de esperarse que se deshiciera de su esposo: ya era una francesa en Colombia sin

necesidad de él.

Por otro lado, una de las principales herramientas que Ludisbel inicialmente empleó a la hora

de llamar la atención de Jean-Claude y el resto de europeos descritos en la novela fue su

vestimenta y sus implementos típicos de su hogar natal. Como habíamos dicho anteriormente, la

mercantilización cultural es muy común dentro de cada una de las sociedades del mundo.

Mediante los medios de comunicación venden productos de su propia identidad y que después,

pasan a ser elementos vacíos. Este proceso de mercantilización cultural puede usarse como forma

de arribismo en la medida en que, implícitamente, comercializa su cultura en aras de llamar la

atención de los foráneos. Se debe tener en cuenta el caso de Jean-Claude frente a los parámetros

exóticos de mujer ideal que este tuvo al buscar a Ludisbel, no obstante, estos parámetros son una

representación del gusto exótico que tienen los europeos por los elementos tribales y

desconocidos.

Por más que se pueda ocultar, el europeo siente una directa atracción frente a los extranjero,

frente a lo exótico, está bien, claro está, que se diferencia de la producción europea en la medida

en que este tiende a ser recurrente en los mercados del continente. Esto es aplicable tanto en

Europa como en Latinoamérica y el resto de continentes, puesto que individuos de todas las

sociedades del mundo sienten una atracción por lo ulterior, por lo que va fuera de la rutina en su

72
mercado común. García Canclini (1990) insiste demasiado en cuanto a la mercantilización

cultural de las comunidades como forma de pérdida identitaria. Este afirma que los elementos

producidos por las comunidades de origen elaborar elementos llenos de identidad reflejadas en

su contexto que se ven alienadas en la medida en que se capitalizan dichos productos; Los

museos, plazas y entre otros lugares actúan como mayor representación cultural de las

sociedades en las que el consumismo se ve implantado de cierta manera. El caso de Ludisbel se

asemeja con este elemento:

Ella misma, su propia imagen, su exótica belleza y su más exótico vestuario… ¡eran la
mejor arma de venta! ¿No les ha sucedido que, cuando ven a alguien en un sitio vistiendo o
portando algún objeto hermoso, el primer impulso humano es la envidia o la competencia?
Aquel es un impulso que, sin contemplaciones, lo lleva a uno a preguntar: ¿en dónde lo
compraste? Y nunca falta la pregunta siguiente: ¿cuánto te costó? […] Pues… permítame
decirles que, en el caso de Ludisbel, no sabía si estudiado o no estudiado, era automático.
[…] ¿Te gustan? Yo las vendo. Valen veinticinco francos. Son hechas en Montería,
Colombia, Suramérica. (Sánchez Juliao, 2005, p.47)

De esta manera, se crea un círculo vicioso: en primera instancia, Ludisbel actúa como una

imagen de venta, aquella que usa su cuerpo como forma de lucir productos importados, su

tonalidad de piel va acorde entonces con el tipo de vestimentas que intenta vender, esto forma

una imagen de catálogo portátil que produce al transeúnte preguntarse sobre el origen de dichas

vestimentas. Esto es un proceso automático, es inevitable provocar esto dentro de un mercado

que busca lo exótico como forma de marketing social; dicho anteriormente, la busca de lo

exótico es para gran parte de las comunidades algo inevitable, esto provoca que cada individuo

que vea estos ropajes se acerque a preguntar de dónde son y que, posteriormente, Ludisbel, como

forma de representación comercial, influirá en la toma de decisiones del interesado para adquirir

73
dichos elementos. Entre más exótico el producto, mayor venta produce. Bauman (2006) expone

lo siguiente:

Siempre hay nuevos símbolos de distinción en oferta que prometen llevarnos hasta nuestro
objetivo y convencer a todo el que se encuentre con nosotros por la calle o visite nuestro
hogar de que, en realidad, ya lo hemos alcanzado, pero estas nuevas marcas invalidan
aquellas otras que prometían conseguir lo mismo apenas un mes o un día antes. En la caza
de la individualidad, no hay momento para un respiro. (P.37).

De esta manera, Ludisbel buscaba la individualidad en Francia a través de su vestimenta, de

su cuerpo. La búsqueda de la individualidad a través del arribismo en este personaje se consigna

en la diferencia cultural nativa y su exposición extranjera, es decir, la singularidad de su

identidad se ve puesta en bandeja y comercializada por ella misma como forma de distinción y

de estatus. Esta, al ser foránea, aumenta su valor dentro de un mercado común; su cuerpo,

además, va acorde a su vestimenta y ofrece un producto de calidad frente al transeúnte parisino.

En este sentido, Ludisbel se vuelve la meca de la identidad cultural en apariencia, pero

sacrificando la misma mediante su arribismo.

Este personaje funge como un gestor cultural, aquellos que velan por promover sus raíces de

manera en que estos adquieran la fama a través de dicha exposición cultural. Dichos gestores

culturales son aquellos encargados –voluntariamente- de fomentar su cultura como signo de

expresión y de individualidad frente al fenómeno de la multiculturalidad recibiendo a cambio

una patente de “identidad cultural” como recompensa por sus diversas estrategias publicitarias.

Estos incitan a las comunidades a la individualidad de forma tal que adquieran los mismos

productos culturales que el gestor cultural promueve (Bauman, 2006). En orden, y centrándonos

en la novela, Ludisbel actúa como una gestora cultural en la medida en que promueve su

74
vestimenta y lugar de procedencia como forma de cambiar la visión de mundo de las

comunidades europeas y vendiendo una imagen patrimonial extranjera.

De esta manera, Ludisbel “pretende ser” una gestora cultural en la medida en que este rol le

sirve para subir de estatus social. Esto se vuelve arribismo en la manera en cómo escala dicho

estatus; la venta de productos colombianos –fabricados en Montería, específicamente- dejan de

tener un valor cultural original y pasan a ser meros artefactos que simulan poseer una cultura

pero que realmente actúan como un objeto con una función material, en palabras de Eco (2000),

en su Tratado de Semiótica General3, carecen de significado, un significado anteriormente dado

por dicha comunidad y que actualmente se inclina dentro de la balanza materialista de su uso.

Bauman (2006), concibe esta problemática de la siguiente manera:

Supeditar la creatividad cultural a los criterios del mercado de consumo significa exigir que
las creaciones culturales acepten el prerrequisito de todo producto de consumo
tradicionalmente serio: legitimarse en términos de valor de mercado (y, en concreto, de su
valor de mercado actual) o morir. (P.82)

De esta manera, lo que se concebía como un artefacto lleno de significado se vuelve una

herramienta de uso, de consumo. La mercantilización cultural actúa como un fenómeno de

alienación en la medida en que enajena los productos culturales y los vende como utensilios con

características identitarias de la comunidad de origen.

Ahora bien, Ludisbel, al actuar como una gestora cultural funge un rol de identidad cultural.

Desde el punto de vista extranjero, la inserción de Ludisbel dentro de un contexto extranjero

produce, no solamente la venta de un producto como son sus vestimentas y demás implementos,

sino que se presta además con algo anteriormente mencionado: los estereotipos culturales. Esto

3
Umberto, E. (2000). Dos hipótesis sobre la cultura en: Tratado de semiótica general. Quinta edición. Editorial
Lumen S.A. Barcelona, España.

75
significa que la visión de un europeo frente a Colombia será la de personas con vestimentas

parecidas a las que Ludisbel promueve, y esto genera un falso paradigma dentro del

comportamiento cultural de un país. Este ciclo se repite, y no cesa.

Dentro de la novela, Jean-Claude ejemplifica al pie de la letra dicho paradigma:

[…] Y ello fue que nadie, en todo el trayecto, desde cuando descendimos del avión que nos
traía de París, hasta cuando llegamos a la estruendosa casa de la familia de Ludisbel en
Montería, nadie, absolutamente nadie, estuviera vestido de la manera como Ludisbel
acostumbraba vestirse en París. (Sánchez Juliao, 2005, p.140)

Se rompe un estigma cultural, un falso paradigma sobre lo que Jean-Claude, como

representación de un individuo engañado por el mercado cultural, había tenido presente desde la

primera vez de su encuentro con Ludisbel. Y esto sucede como el primer indicio o “malos

augurios” sobre lo que para Jean-Claude sería una realidad totalmente distinta sobre Ludisbel y

sobre Colombia como ejemplo de lo latinoamericano.

Muy a pesar de que Ludisbel haya fungido como la cúspide de la identidad cultural

colombiana, después de regresar de Paris, los roles cambian: “Claro y diáfano como el agua: al

entrar al aeronave, mi damita de canela había cambiado de piel… como la serpiente que era.

Había asumido la actitud doctoral.” (Sánchez Juliao, 2005, p.138). Se genera un choque cultural

e ideológico por parte de Jean-Claude frente a Ludisbel, los roles cambiaron en la medida en que

esta, en Francia, representaba lo colombiano y ahora, en Colombia, representa lo opuesto, lo

europeo. De ahí se desemboca el mismo proceso de mercantilización cultural pero en caso

contrario, usando a Europa como representación propia de este personaje para vender los

productos que esta trajo consigo de allá.

Jean-Claude describe a Ludisbel en su regreso a Montería de la siguiente manera:

76
Llegar a este rincón de América del Sur a abrir maletas y a vestir los diseños de Saint-Laurent,
Cartier, Chanel, Cardin, Louis Vuitton, Balmain, Rabanne o Gaultier, encierra todo un
universo de opciones y preferencias, y hasta de aborrecimientos y desprecios […] Desprecio
por todo lo que vestía en París. (Sánchez Juliao, 2005, p.143)

Entonces, se produce un ciclo: Ludisbel pasó de ser una gestora cultural de su país nativo

dentro de un contexto extranjero a ser una gestora cultural del modelo europeo dentro de su

contexto nativo. Esto produce en Jean-Claude, un gran impacto frente al rol que ella

desempeñaba en Francia en contraste con su rol actual en esas instancias de la novela y que fue

inicio de discordias entre ambos personajes. Ludisbel había completado el ciclo de su arribismo

y como producto de esto, terminó alienándose de sus tradiciones.

Este personaje se valió de sus diplomas falsos para demostrar la autoridad en cuanto a la

cultura francesa se refiere. Por eso, al regresar, su estatus sube de forma exagerada dentro de su

comunidad de origen. Ludisbel ya no era la misma persona al inicio de la obra: pasó por un

proceso de alienación y desarraigo cultural.

7.3. LA FELICIDAD DE SER LO QUE NO SOMOS

Este capítulo tiene la intención de analizar la alienación como un fenómeno que subyace en la

desafirmación cultural presentada en la obra Dulce veneno moreno. Para esto, se hará uso de los

conceptos y teorizaciones planteados por diversos autores como Richard Schmitt y Bertell

Ollman.

Ahora bien, antes de comenzar este análisis, es necesario abarcar una noción general del

concepto de Alienación, asimismo se abordará este concepto enfocado en el panorama social

77
planteado por Richard Schmitt y el panorama económico expuesto en la teoría marxista de la

alienación desde la perspectiva de Bertell Ollman. Por último, se establecerá una relación entre

estas propuestas y la obra. Todo esto se llevará a cabo a través de un ejercicio de análisis e

interpretación.

7.3.1. Nociones sobre el concepto de alienación

¿Es el arribismo un vehículo para llegar a la alienación? Para empezar a desentrañar este

término, cabe destacar que el concepto de alienación, tal como el de identidad y cultura, ha ido

adquiriendo a lo largo de los años un carácter ambiguo con relación al enfoque de estudio que

desee abordarse. Esto significa que en la actualidad, la alienación puede ser comprendida y

teorizada de diversas maneras, tanto lo filosófico como en carácter sociológico e inclusive el

ámbito psicológico. De esta manera, es necesario limitar este concepto desde dos perspectivas,

siendo la social y económicas las que abordan en gran medida las raíces de este término. No

obstante, esto implica adentrarse en un panorama etimológico primero para poder abordar los

aspectos mencionados.

El término alienación viene de latín alienatio, -ōnis, cuyo significado gira entorno a lo que se

extrae de algo, se aleja, se enajena. Este término, desde el inicio fue concebido para un ámbito

religioso como forma de aludir a la maldad que tiene un individuo dentro de su ser y,

respectivamente, su alma o espíritu. La concepción de este término posee características

espirituales en la medida en que estas estaban inmersas en un contexto católico con relación a la

expiación de los pecados, así, un individuo era alienado de su humanidad por un demonio de

diversas índoles que poseía su cuerpo y cortaba relación entre su ser espiritual y su ser carnal.

78
Sobre esto, Foucault, en su obra Enfermedad mental y personalidad explica la relación de este

término con el campo religioso de la época:

La antigua noción de posesión había constituido sin duda una parte de los delirios
demoníacos. Las prácticas que cristalizan en torno a la noción de alienación quizás
han desarrollado a su vez esas formas sintomáticas en las que el sujeto denuncia la
confiscación de su voluntad y de su pensamiento, la influencia ejercida sobre él, los
sentimientos de extrañeza que alejan de él en un mundo frío y absurdo, las
significaciones humanas. (1984, p.94).

Una de las consecuencias de la alienación con base a la posesión demoniaca expuesta en la

cita anterior es la pérdida de cordura frente a la enajenación de la humanidad del individuo, esto

significa que el individuo era consiente que su cuerpo era controlado por un ente espiritual

ulterior a él y que lo inhabilitaba de poder controlar sus extremidades y concebir una realidad

conforme a un yo con relación a su realidad: el individuo, entonces, perdía total conexión con lo

real y lo espiritual y por ende, su cordura era una de las víctimas de esta posesión.

No obstante, el autor usa esta referencia religiosa para partir hacia una evolución psicológica

del término y que para este, trasciende a un plano patológico del ser que, en alianza con las leyes

del hombre, le es arrebatado el derecho a la posesión de bienes: “Por lo tanto, la alienación es

para el enfermo mucho más que un status jurídico: una experiencia real, que se inscribe

necesariamente en el hecho patológico.” (Foucault, 1984, p.94). Este autor amplía el concepto de

alienación como una manera de concebir la realidad psíquica del individuo ante una potencial

locura y aborda las consecuencias inherentes a la misma en ámbitos ulteriores al ser en sí, con

esto, Foucault expone que el ser alienado no solo es enajenado de su razonamiento, sino que es

79
relevado por una persona a cargo de este que tome decisiones inherentes al mismo. El individuo

se ve entonces enajenado en voluntad y mente ante la sociedad actual.

Además del ámbito religioso, también puede abordarse este concepto desde la mirada de

cuatro autores que, durante los siglos XVIII y XIX, reflexionaron sobre este tema: Rousseau, un

pensador de la Ilustración, que consideraba que el progreso que impactó a las artes y las ciencias,

y dio fin al oscurantismo en Europa, no necesariamente había repercutido favorablemente en la

condición humana de las personas: las llevó a una decadencia moral y a una ausencia de libertad.

De ahí su consigna de que la naturaleza había hecho al hombre bueno, pero que la sociedad lo

corrompía.

Con lo anterior se puede acercar al concepto que tenía sobre la alienación: un hombre

alienado es un hombre inmoral. Para Rousseau: “es posible ser uno mismo y, sin embargo, ser

maligno” (Citado por Schmitt, 2004, P.36). Sin embargo, ser uno mismo implica seguir unos

patrones regidos por la sociedad, obedecer ciertas costumbres y regirse a convencionalismos

muy a pesar de que estos contraríen los principios, creencias y valores propios. Ser uno mismo

inevitablemente es sucumbir a las demandas de la sociedad.

Asimismo, alcanzar estas demandas involucra la posibilidad de fracasar. Un ser alienado, es

un ser que “vive constantemente fuera de sí mismo y solo sabe cómo vivir en las opiniones de

otros, de manera que parece recibir la conciencia de su propia existencia meramente del juicio de

los demás (Schmitt, 2004, P.39)”. La alienación trae consigo una enajenación producto de la

búsqueda de aprobación. Ésta se construye cuando el curso de la identidad de las personas es

trazado por una sociedad que no considera las libertades del individuo e impone unos parámetros

ideales y convencionales, cuando se es esclavo de las opiniones de los otros.

80
Kierkegaard, por su parte, relaciona el concepto de alienación con el que llama el estado de

desesperación de los seres humanos, la sensación de infelicidad y desesperación por no ser

dueños de sí mismos y de no encontrarle sentido o propósito a la existencia. Este estado lleva a

las personas a vivir una vida estética, es decir, una vida en la cual el placer, el decoro y el

hedonismo determinan las decisiones de los individuos.

Para este filósofo, la búsqueda del placer está en el exterior y se encuentra motivada por la

desgana de construir una identidad propia. Esta desgana, a su vez, es provocada por la

incapacidad que tiene el ser humano de ser en el mundo como personas claramente definidas.

Para él, la personalidad, las habilidades y los defectos de los individuos son herencias de la

sociedad, y ante la dificultad de descubrir quién se es en realidad, el hedonismo se presenta como

una forma de evasión a esta incertidumbre. El ser alienado, por tanto, es uno que se refugia en la

búsqueda del placer para olvidar el mundo.

Tal como Rousseau y Kierkegaard, Marx también le presta atención a este concepto, pero se

enfoca en la influencia de las estructuras sociales. Él toma al trabajador asalariado como un

sujeto alienado en la medida que éste sólo trabaja, no por la satisfacción que le produce su labor,

sino por y para el capital. Para Marx, el trabajador:

No se siente realizado en su trabajo sino se niega a sí mismo, tiene un sentimiento


de miseria en lugar de uno de bienestar, no desarrolla libremente sus energías físicas
y mentales... no se pertenece a sí mismo... (citado por Schmitt, 2004, P.49).

Bajo las condiciones de desigualdad y la propiedad privada, los asalariados en su labor no son

personas en sí mismas, sino máquinas. Viven la vida de los otros, la del propietario de la fábrica

o la oficina o de cualquier lugar en el que trabajan. Estos carecen de diferentes aspectos de una

81
vida normal como el ocio, la educación y la libertad. Siguiendo esta idea, la opresión a la que

está sometida el proletariado y las condiciones de producción capitalista alienan la capacidad del

ser humano de direccionar su vida.

Por último, Nietzsche, en similitud con lo propuesto por Kierkegaard, concibe al ser alienado

como uno que busca placer en todo. Este placer lo lleva a pertenecer y seguir a una multitud.

Dicha pertenencia, sin embargo, no es parecida a la de la identidad cultural, sino que implica la

carencia de un proyecto de vida en la medida que no existe la individualidad: todos son lo

mismo.

Sin embargo, para él, la alienación también está relacionada con el resentimiento hacía

aquellos que ostentan el poder, debido a que estos sí parecieran tener control y autonomía de sus

vidas. Pero no solo eso, el resentimiento va dirigido a sí mismo: no ostentar el poder lleva a los

individuos a desear no ser ellos mismos.

En conclusión, Rousseau, Kierkegaard, Marx y Nietzsche abordan la alienación y nutren este

concepto de una serie de reflexiones que son concebidas aquí como una noción de este concepto.

Estos autores tienen en común la premisa de que el ser alienado es un ser que se niega a sí mismo

y que tiene dificultad para elegir una vida propia.

7.3.2. Teoría de la alienación

Debido a que la alienación puede abordarse desde campos muy amplios, es menester delimitar el

panorama teórico referente a este concepto. La alienación en esta investigación está centrada en

dos vertientes muy importantes y que, a nuestro parecer radican en los orígenes de su amplitud

teórica y multidisciplinaria.

82
Desde la vertiente sociocultural planteada por Richard Schmitt en su obra Alienación y

Libertad (2004), éste concibe a la alienación como un fenómeno que invade la vida diaria de la

población en general y que puede fungir en diversos aspectos. Schmitt, entonces, se limita a

clasificar una alienación colectiva y una alienación individual. En este sentido, la alienación

colectiva corresponde a un grupo de personas que alienan a otros grupos o colectivos, esto

significa que entre una comunidad se excluyen diminutas comunidades que intentan ingresar

dentro de las franjas sociales del grupo que aliena. La alienación individual radica en que un

individuo en específico resulta ser alienado por un individuo en cuanto a un suceso determinado;

por ejemplo, la ruptura de relaciones entre dichos individuos o la exclusión por parte de un sujeto

A ante un sujeto B. No obstante, las diferencias entre estos dos tipos de alienación se diluyen a la

hora de producir una misma consecuencia como lo viene siendo la enajenación de una identidad

social dentro de una comunidad pequeña o colectiva.

El impacto que se genera en el individuo al ser alienado corresponde al mismo impacto que

influye ser social ante un colectivo en específico, es decir, las características propias del

individuo no satisfacen los intereses del grupo al cual se intenta aspirar y por ende, el rechazo

produce una enajenación social hacia el sujeto. Dentro del enfoque sociocultural, el rechazo

puede fungir como un sinónimo de alienación dentro de esta manera.

Ahora bien, teniendo en cuenta los postulados de Zygmunt Bauman sobre la vida líquida, la

alienación es prevista como la pérdida de la carrera de los corredores causada por otros

corredores participantes a manera de sacar del camino a la competencia y escalar dentro de un

ranking social. De esta manera, la vida líquida influye en las personas en la búsqueda de su

individualidad, concepto que aborda Bauman como forma de análisis. Esto es debido a que,

dicho en el capítulo referente a identidad, los individuos carecen de una individualidad concreta

83
en la medida en que los parámetros que la conforman se producen de un colectivo, volviéndolo

un producto de una sociedad. Por ende, tal concepto de individualidad resulta ser un espejismo

ante una multiculturalidad que se ve impuesta desde el día en que se nace y se muere. Con

imposición puede clasificarse en dos vertientes: la imposición natural que se ve relegada a un

evento irrebatible como viene siendo la cultura que compone a un ser como un usuario

representante de esta cultura mencionada; algo que es necesario dentro de cada sociedad para que

sus costumbres, historias y demás elementos que son impregnados de significados por el

colectivo en específico y que se dan a manera de preservar dicha cultura a lo largo del tiempo. La

segunda es una imposición externa y que funge como la instauración de algo como forma de

alienar a un individuo o un colectivo de sus raíces naturales.

Como ejemplo de esta imposición, Schmitt hace un análisis de la obra de Tolstoi, La muerte

de Iván Ilich como forma de explicar esta teoría a través de la literatura. La vida de Iván Ilich era

una vida ajustadas a los parámetros de la sociedad rusa de la época. Desde muy niño, Iván Ilich

fue expuesto a una serie de eventos cargados de inmoralidad, los abusos del poder y la

negligencia de los administrativos y juristas que le llevaron a ser un hombre correcto y

equilibrado dentro de su rol en su trabajo, esto significa que, a diferencia del resto de abogados,

Iván Ilich no abusaba del poder y era muy recto en sus asuntos. No obstante, a medida en que

este personaje enfrentaba situaciones económicas complicadas y que demandaban en él un mayor

esfuerzo en el trabajo, se le fue impuesto una forma de trabajo contraria a la que llevaba al inicio:

el abuso del poder ante sus trabajadores y demás, corrompiéndolo poco a poco. De la misma

manera, y con un ejemplo adicional, la relación con su mujer fue impuesta como parámetro de

estatus social.

84
Cabe destacar que, a diferencia de la imposición natural, esta es dada de manera innatural

auspiciada por personas del común. Las necesidades económicas y las relaciones sociales fueron

un factor que influyó en el personaje para alienarse moralmente de su rol laboral inicial y de su

relación sentimental implantada. La imposición natural, en conclusión, parte de una

“imposición” que se da tácitamente, y que viene siendo la exposición cultural del individuo

desde su nacimiento, que no es forzada, sino que fluye con el tiempo de manera inmotivada. En

ambos casos, el individuo alienado funge un rol pasivo, las diferencias destacan en su aplicación.

De acuerdo a esta imposición social, Bauman argumenta lo siguiente:

Sea libre o no la elección individual, el elegir libremente y el definir toda acción


como el resultado del libre albedrío son un precepto que no está sujeto en ningún
caso a la elección de cada persona. En la sociedad de individuos, todos y cada uno
de nosotros somos individuos de iure, es decir, por ley (de la escrita, pero también
de la que no está escrita, que no es menos poderosa por ello), por la presión difusa
pero aun así continua, apabullante e irresistible del «hecho social». (2006, P.34)

Lo anteriormente mencionado no solamente argumenta el hecho de que estamos impuestos

por un estándar social referente a la comunidad en la que se ha crecido y vivido, sino que

también hace alusión a leyes escritas y leyes no escritas que son equivalentes al poderío social

que estas poseen frente a un colectivo. Con esto, Bauman intenta exponer que, dentro de la

sociedad misma, aparte de existir una legislación verificada, existe una ley urbana referente a

una ley que se impone tácitamente entre individuos. La historia de Iván Ilich es un ejemplo de

ello. En adición a esto, la teoría que expone Schmitt sobre las dos clases de alienación

mencionadas también se ven inmersas dentro de esta realidad, porque la alienación es un

producto implícito de esas leyes sociales impartidas. El deseo del individualismo es un reactivo

fuerte ante la ejecución de dichas leyes sociales y que son anti reguladas, es decir, nadie las

85
controla, sino que las usan en su libre albedrío: “La alienación es una herida grave porque

obstruye y distorsiona nuestras actividades. Limita la extensión de nuestras vidas. (Schmitt,

2004, P.9)”

Si bien lo expuesto anteriormente denota el concepto de alienación dentro de un plano

sociocultural, también existen otras vertientes. Schmitt explica que por más alienado que pueda

ser el individuo ante un grupo social, no impide que este deje de ser lo que es para convertirse en

otro que no se es realmente, es decir, este autor argumenta que un individuo puede ser consiente

de estar siendo alienado, y seguir adelante con dicha enajenación con tal de satisfacer intereses

propios. Desde este punto de vista, se plantea una posibilidad en donde el arribismo y la

alienación están correlacionados. Sobre esto, este autor explica su tesis de la siguiente manera:

Evidentemente el alienado puede ser tan inmoral como las multitudes que el
alienado sigue. Por otra parte, si la opinión pública y los estándares de
comportamiento son de alto nivel moral, entonces también lo son los del alienado,
quien rinde su identidad propia a los dictámenes de este público santo. A la inversa,
es posible ser uno mismo y, sin embargo, ser maligno. (Schmitt, 2004, P.36)

De esta manera, Schmitt concibe esta alternativa de alienación y le da un carácter consiente al

individuo alienado, por ello, ese carácter maligno como lo proclama en su cita, viene de las

intenciones por las cuales el individuo decide exponerse ante las leyes sociales de una

comunidad determinadas y que configuran directamente su nivel de moralidad ante eventos que

sucedan dentro de esto, todo con el fin de obtener lo que desea, sin dejar de ser lo que realmente

es. Este tipo de individuos están caracterizados con portar un “escudo” o caparazón que evita que

estos realmente sean enajenados de su identidad primaria, simulan ser algo que no son con tal de

86
ganar lo que quieren. Ejemplo de esto es Ludisbel, cuyo caso será abordado en el último apartado

de este capítulo.

A manera de conclusión, un individuo en sí es alienado en la medida en que, no solamente sea

víctima de una imposición cultural, sino que además de ello se moldee dentro de ese estándar

expuesto por esa comunidad impositora y le obligue a hacer lo que ella desee que haga. Estar

alienado es una forma de perder la identidad cultural que se tiene creada desde un principio:

simular entrar en un panorama extranjero contextualizado a su ambiente natural y moldearse a

costumbres ajenas a las propias son formas de alienarse.

7.3.2.1. La teoría de la alienación en Marx.

Si bien el hombre está alienado en la medida en que a este se le es impuesto una ley social

implícita por parte de uno o más individuos y que, posteriormente a esta imposición, empiece a

actuar conforme a dichas leyes implícitas no constituyen totalmente el panorama central de la

alienación. Por ende, es necesario tener en cuenta la otra cara de la moneda: la teoría de la

alienación de Marx basado en un enfoque económico-social en sus Manuscritos económicos-

filosóficos publicados en 1844 y cuyo referente se encuentra en el capítulo titulado El trabajo

enajenado. Puesto que la teoría marxista de la alienación resulta ser compleja –y a veces,

ambigua- se usará como referente a Bertell Ollman, uno de los mayores estudiosos de los

postulados marxistas.

Para empezar, cabe destacar que se le retribuye mayoritariamente el concepto de alienación a

Marx por sus postulados. Este tuvo un gran auge en lo que concierne a su explicación de la

alienación enfocada al trabajador como ser alienado y al producto como consecuencia de este

proceso. Los eventos se dan de la siguiente manera, grosso modo, la teoría de alienación de Marx

87
se centra en que el trabajador, como personaje principal de esta teoría, se aliena en la medida en

que se le es impuesto un contrato en el cual éste se vea forzado a trabajar y producir para vender

los productos o ítems elaborados. Estos ítems hacen parte del ser del trabajador porque fueron

creados con sus manos, es un proceso propio, una creación individual. Pues bien, al trabajador se

le es arrebatado dichos productos fabricados por éste y que son vendidos ante el mejor postor por

el capitalista, a quien se le considera como el antagonista de dicho proceso alienado. En

consecuencia a esto, el empleado vende su ser en masa, perdiendo su esencia y volviéndose un

cascarón vacío.

Si bien, en el apartado anterior pudimos explicar que el hombre está alienado conforme a la

presión social de las masas, para Marx, el hombre, que en este caso toma el rol de trabajador, se

ve impuesto a la misma presión pero como una obligación de producción, algo por lo cual éste

fue contratado para hacer desde un principio. El capitalismo el cual ejerce esta presión puede ser

libre en la medida en que no se aliena nada dentro de su ser, no cambia; caso contrario es el del

trabajador, que por más que intente trabaja en otros campos, su rol seguirá siendo el mismo.

En resumen, para Marx, según Ollman, “‘Alienation’, then, is used by Marx to refer to any

state of human existence which is ‘away from’ or ‘less than’ unalienation […]” (1976, p.132),

Este concepto no difiere mucho de la concepción original de alienación planteada en el primer

apartado. Esto significa algo que está afuera de/menos que con base a lo que se era antes. Ollman

(1976) explica que todas las clases sociales están inmersas dentro de este proceso en menor o

mayor medida y que ésta depende de su nivel socioeconómico siendo la clase obrera la más

alienada. De esta forma, Marx sugiere que la única manera de solventar esta problemática es a

través del comunismo como único recurso que tiene el trabajador para pasar de la alienación a la

no-alienación.

88
Centrándonos un poco en el trabajador como personaje principal dentro de esta teoría, el

desarrollo de su producto se vuelve una extensión del empleado en la medida en que su mano de

obra le da un sentido de “vida”, de significado que se vuelve una parte de su ser, para Marx,

mediante Ollman (1976), el producto se vuelve un elemento inorgánico importante frente al

elemento orgánico: el trabajador. De esta forma, Ollman considera que Marx “suggests that an

essential tie has been cut in the middle. Man is spoken of as being separated from his work […] a

break between the individual and the material world.” (P.133). Esta ruptura de lazos entre el

trabajador y el producto produce una doble alienación en la medida en que el trabajador se pierde

así mismo por su trabajo y el producto deja de tener un significado alguno para volverse un mero

material de uso superficial.

El rol del capitalista es vital en cuanto a la provocación de este proceso, es este quien aliena,

obliga al trabajador a alienarse consigo mismo y no actúa directamente como agente provocador

de dicho proceso. Ollman expresa lo siguiente:

Instead of developing the potential inherent in man’s powers, capitalist labor


consumes these powers without replenishing them, burns them up as if they were a
fuel, and leaves this individual worker that much poorer. The qualities that mark
him as a human being become progressively diminished. (1976, P.137)

El producto siguiente a la alienación una vez dado este proceso es la cosificación y que se

entiende como la consecuencia directa del proceso de alienación en la medida en que el

capitalista como rol de explotador consume de tal forma al empleado que se vuelve un objeto, de

tal manera que sus acciones básicas como por ejemplo el comer y relacionarse pierden sentido

alguno, en otras palabras: el hombre pierde todas sus dimensiones a través de su trabajo y deja de

disfrutarlas para volverse un acto mecánico.

89
El concepto de Marx sobre la alienación es un elemento importante en la medida en que el

hombre y la sociedad se ven rodeados de la comercialización de productos de diversa índole y

que van de la mano con la vida líquida por la cual, como participantes de esta carrera,

necesitamos adquirir de forma que podamos avanzar nuestro camino y de igual forma, favorecer

al capitalismo con bienes de consumo.

7.3.3. Alienación en Dulce veneno moreno

Dentro de Dulce veneno moreno, podemos encontrar que el proceso de alienación se dio,

principalmente, en el momento en que Ludisbel regresó de Francia con Jean-Claude y que, de un

momento a otro, cambió su forma de vestir y de actuar, confundiendo enormemente a Jean-

Claude ante semejante cambio.

No obstante, el proceso de alienación se dio mucho antes de que Ludisbel y este personaje se

conocieran, tal es el caso de Jaqueline cuando, ya en su matrimonio, le obligó a cambiar de

atuendo:

Mi atuendo dio un vuelco de ciento ochenta grados con el matrimonio; y pienso que
antes de él, pues aún de novios, lo primero que Jacqueline me obligó a hacer, fue
echar a la basura mis ropas contaminadas de viejas épocas y de sueños fallidos.
Alegó que debía adecuarme en el ajustar a las nuevas realidades de la naciente vida.
(Sánchez Juliao, 2005, p.80)

De esta manera, a Jean-Claude se le vio impuesto un acto como lo es el de la vestimenta a

manera de un cambio forzoso; sin embargo, dicho cambio sufrió una irrupción debido a su

divorcio. De igual forma, Jean-Claude había enfrentado la alienación en tal grado que se le fue

impuesta una ley social implícita que no iba dentro de sus parámetros de vida ni de personalidad,

90
algo que las marcas globalizadas intentan hacer a través de la comercialización de estos

productos. Los productos esparcidos dentro del marketing de las comunidades produce, en

muchas ocasiones, la alienación y rechazo de muchos individuos frente a otros; un ejemplo de

esto pueden ser las subculturas punk o aficionadas al metal frente a otros colectivos con gustos y

actitudes distintas y que su interacción bien puede o no producir un conflicto y rechazo.

Jean-Claude es entonces el principal ser alienado de esta obra en la medida en que este se ve

expuesto a diversas relaciones que pueden alienarle o no de diversas maneras, expuesto a

diversas formas de imposición: sus amoríos y su alienación en el plano de la banalidad, es decir,

el elemento sexual como principal elemento alienador ante una relación, la monotonía y la

imposición comercial, como en el caso de Jaqueline, o como forma de catapultar a alguien dentro

de un estatus social a través del arribismo como hizo Ludisbel al final de la obra. De esta manera,

ante el proceso de enajenación surge un proceso de resistencia por parte de Jean-Claude y que

explicado por Bauman consta de que:

En el fondo, el problema consiste en aferrarse rápidamente a la única identidad


disponible y mantener unidos sus pedazos y sus piezas mientras se combaten las
fuerzas erosivas y las presiones desestabilizadoras, reparando una y otra vez las
paredes que no dejan de desmoronarse y cavando trincheras aún más hondas. (2006,
p.15-16)

Ante la diversidad de una sociedad cambiante, es difícil mantener una identidad fija si se

quiere llegar a progresar dentro de una comunidad, sobre todo cuando los mismos individuos de

un colectivo se preocupan en enajenarse entre sí mismos mediante lo que los modelos sociales

cambiantes establecen a través de los medios de comunicación y la fugacidad de las modas

influyen en cómo actuar e interactuar con personas de las mismas características. Por ello, el

91
conflicto de una identidad fija es casi que utópico: a lo largo de la vida se viven ciertas fases que

cambian nuestra identidad y que por ende, nos hace maleables, líquidos. El cambio es positivo o

negativo según se vea. Pero para nadie es un secreto que una identidad cultural puede ser

cambiante siempre y cuando no se le confunda con la alienación.

En adición a esto, Jean-Claude se vio inmerso dentro de un proceso de alienación

completamente distinto al que estaba acostumbrado puesto que se haya dentro del panorama de

una falsa afirmación cultural que Ludisbel propagaba a lo largo de la obra y que funcionó para

atraerlo como carnada y ascender socialmente, de esta manera, él reflexionó y resumió el plan de

Ludisbel de la siguiente manera:

«Este es el hombre que yo necesito convencer de que lo abandone todo en el París


de sus amores, renuncie a sus andanzas por el mundo, desista de todo cuanto lo ha
movido a vivir, agarre su cruz, sus bártulos de pesca… y se venga a vivir conmigo a
Montería. Este, Jean-Claude Poulenc, es el pescador que resultará pescado»
(Sánchez Juliao, 2005, p.116)

Tal fue la manera en cómo lo atrapó que no se dio cuenta sino después del viaje que era el

verdadero propósito de su matrimonio con Ludisbel. De aquí en adelante, la imposición social

hacia este personaje será fuertemente impuesta en la medida en que la actitud de Ludisbel

cambiaba.

Esta actitud impuso en él una forma de moldear e ingresar dentro de un parámetro de estatus

social sobre la cual él evitaba completamente, la relación entre Jean-Claude y Ludisbel es la de

resistencia y poder. Tal es el caso de que se le impuso un trabajo como arquitecto, profesión que

no ejercía, además de los protocolos de eventos formales como bodas y fiestas que imitaban a la

92
cultura europea y que, dentro del punto de vista local, no debería ser algo por lo cual él debería

extrañarse.

No obstante, en la novela, Jean-Claude cuenta que, en sus jornadas de pesca, Ludisbel lo

apoyaba, siempre y cuando éste usara chaleco y corbata al mejor estilo europeo, puesto que con

la ropa con la que él iba, andrajosa y desaliñada, no correspondía a los estándares sociales que ya

había construido al llegar a Montería.

De esta manera, Ludisbel empezó a alienar, inclusive lo que él tanto amaba, a manera de

producirle irritación. Al volver la pesca en un espectáculo hizo que éste empezara a discutir con

Ludisbel de tal forma que las peleas aumentaron y como forma de resistencia y solución, decidió

afianzarse con el Cholo y sus amigos como forma de rescatar la única actividad que lo hacía tan

feliz y que Ludisbel poco a poco deterioraba. El carácter de autoestima de este personaje,

apoyado por su grupo de amigos fue lo único que le ayudó a resistirse ante un evento que era

cada vez más inevitable: la pérdida de una identidad fija (Schmitt, 2004).

De igual forma, el proceso de enajenación fue tal que ya nada era como fue desde que se

conocieron, de tal manera en que el asesinato de Ludisbel fue inevitable, Schmitt argumenta que

la alienación y la libertad están ligadas en la medida en cuanto más alienado se esté, menos libre

se es. Jean-Claude dejó de ser libre, por ende, cobró venganza ante la pérdida de libertad.

7.3.3.1. Ludisbel, promotora de la alienación.

El caso de Ludisbel es muy simple, ella fue consciente de su alienación puesto que ella, teniendo

en cuenta los tipos de imposición cultural explicados anteriormente, hizo parte de un proceso de

instauración innatural de forma que actuaba activamente sobre el personaje principal, quien fue

el mayor afectado al momento de arribar de vuelta a Colombia. Todo esto, por un fin específico

93
como lo fue el escalafón social. Con esto, su característica de hija bastarda fue removida y por

ende, no había imposición social a la cual estar sometido. Schmitt expresa lo siguiente:

Si intentaran comprender lo que significa el extraño término «individualidad»,


difícilmente podrían adscribirlo a nada en su experiencia vital que no fuera la agonía
de la soledad, el abandono, la ausencia de un hogar, la hostilidad de los vecinos, la
desaparición de amigos en los que se puede confiar y con cuya ayuda se puede
contar, y la prohibición de entrada en lugares que a otros seres humanos se les
permite recorrer, admirar y disfrutar a su voluntad. (2004, p.36)

La etiqueta de hija bastarda actuó como una limitante para que ella pudiera disfrutar los

mismos beneficios que una persona normal querría hacer con su familia, al tener este rasgo, sus

relaciones familiares se volvieron limitadas y por ende, fue alienada desde su infancia, su

libertad fue dada cuando se casó con Jean-Claude, por ello, lo atrajo simulando ser una gestora

cultural y vendiendo su patrimonio como forma de falso orgullo patrio y como forma de

atracción, pues ella se acomodó a lo que el mercado le mostraba, se dio cuenta que lo extranjero

y lo cultural son un buen negocio, de modo que siguió importando productos natales para su

interés propio. Teniendo en cuenta los postulados marxistas, Ludisbel se volvió en el personaje

capitalista en la medida en que cosificó los productos traídos desde su hogar y los vendió como

materiales con uso específico y que solo representan el espectro de un contenido cultural

desvanecido (Ollman, 1976).

No hay que concebir a Ludisbel como un agente negativo o de carácter antagonista dentro de

la obra puesto que ella también fue una víctima de la presión y limitación social impuesta en la

comunidad en la cual residía. De esta manera, el camino que ella trazó fue la única forma que

pudo encontrar para sobrevivir ante una carrera frente a una vida tan cambiante, por lo tanto,

tuvo que hacer algo tan inmoral para perseguir su felicidad, Schmitt (2006) dice además que el

94
ser alienado sufre la indiferencia y el desinterés sobre lo que le rodea, pero es por una causa la

cual es el único motivo de aguantar dicho calvario como lo es el deseo de un mejor porvenir

teniendo en cuenta la vida que ya lleva, y que, a través de lo que está haciendo, poder cambiar el

panorama en algo mucho más positivo.

Para Jean-Claude, Ludisbel sufrió las consecuencias que tuvo que sufrir al cometer tales

actos: ella fue asesinada por privarle la libertad a otra persona. Su forma de escapar de esa

realidad fue apresar a otro para que ella pudiera ser libre. Hay que imaginar a Ludisbel como

alguien que fue feliz siendo lo que no era.

95
8. METODOLOGÍA

Tras las lecturas realizadas de la obra Dulce veneno moreno de David Sánchez Juliao, la

metodología de investigación aplicada en este trabajo fue la hermenéutica literaria, la cual intenta

demostrar que cada obra literaria solamente puede comprenderse partiendo de ella misma; lo que

supone que necesariamente va más allá de las fronteras del texto. (Szondi citado por Wahnón,

2018, p.1128). Partir de la obra en sí implica realizar un ejercicio de construcción de sentidos y

significados; una interpretación contextual, intencional e históricamente situada en los discursos

que atraviesan todas las prácticas de la sociedad: como la cultura.

Teniendo en cuenta la construcción de sentidos, el autor es un agente de producción de los

mismos en la medida en que plasma su significación a través de su obra y que después, a la hora

de ser analizada, se genera un proceso de reinterpretación y creación de sentidos, es decir, se

construye un sistema de significación con base en otro sistema de significación.

La hermenéutica literaria, entonces, implica construir sentidos; para esto, quien realiza esta

tarea debe rehacer incluso la actividad creadora del autor que produjo el texto a interpretar y

establecer un diálogo entre el texto y su autor, y él mismo, quien a su vez, erige una

conversación entre la obra y las distintas teorías literarias o sociológicas que guían el proceso

interpretativo.

De esta manera, el ejercicio interpretativo de la novela Dulce veneno moreno se construyó a

partir del diálogo entablado entre ésta obra y los conceptos propuestos en el marco teórico

referentes a cada una de las categorías escogidas a estudiar: identidad, arribismo y alienación.

96
9. CONCLUSIONES

Si bien esta investigación, en primera instancia, reseña la vida y obra del escritor cordobés David

Sánchez Juliao y además de ello, se preocupa por desglosar el concepto de identidad, cultura e

identidad cultural para así analizar los rasgos identitarios presentes en los personajes de la obra

Dulce veneno moreno, así como desentrañar el concepto de arribismo, junto al de

mercantilización cultural, como forma de movilidad social que, además, expone a la alienación

de la identidad de los personajes; debe concebirse como una invitación para la lectura, relectura y

análisis de esta obra y de las demás del autor.

Dulce veneno moreno es una obra que ha sido poco abordada por la crítica, aun así, es factible

considerar que fácilmente esta es una novela que trata sobre el conflicto cultural; un retrato de la

identidad del Caribe, una región multicultural. David Sánchez Juliao, por su parte, lo

consideramos como un promotor de la cultura e identidad caribeña; un hombre cuya obra se

encargó de representar el ser Caribe, de interpretar la oralidad del pueblo, de expresar la

cosmovisión, el modo de ver y manifestarse en el mundo de los habitantes de esta región bañada

por diversos e innumerables ríos que mueren en el inmenso océano Atlántico.

Cuando Heráclito afirmaba que nadie se bañaba en el mismo río dos veces, lo hacía no sólo

para explicar la fluidez del agua, sino la de las personas. En este caso, cada individuo está

inmerso en una cultura, la cual sufre modificaciones a través de la historia. Con respecto a la

identidad, este trabajo demuestra, siguiendo las propuestas de Néstor García Canclini, Stuart Hall

y Zygmunt Bauman, que ésta no es de carácter fijo ni unitario y que es un preconstructo cultural.

Debido a que es heredada y se encuentra en constante desarrollo y evolución, la identidad puede

estar supeditada al choque entre las culturas y al mercado, a una hibridación y una actividad que

97
crea algo nuevo e interviene en la construcción, deconstrucción y reconstrucción de las

sociedades. Teniendo en cuenta esta hibridación, fueron analizados los personajes de Dulce

veneno moreno.

A la fluidez de las identidades y al choque cultural, han de sumársele los factores que inciden

en la casi inminente imposibilidad de las sociedades inequitativas para que las personas alcancen

el prestigio que conlleva lograr una movilidad social y la elección de las personas por seguir

conductas que llevan a la consolidación de una cultura del arribismo, la cual fue analizada

siguiendo los conceptos de Pierre de Bourdieu, Carlos Delgado y Oswaldo Medina. Estos autores

proponen el prestigio como una forma de dominación y superioridad, y el arribismo como una

conducta que puede conllevar a la consecución de un escalón más en la jerarquización de una

comunidad.

Por último, la alienación considerada en este trabajo como el producto del modus operandi

arribista, se demuestra que en la obra se presenta un proceso de imposición innatural en la

medida en que los agentes externos, en este caso, Ludisbel, quien además funge como una

arribista social, estén presentes en la reconfiguración del ser identitario de otros agentes

involucrados, es decir, que el que ejecuta tal imposición, reconstruye la identidad de un sujeto en

específico y que, como resultado directo de este, cambia sus costumbres, formas de actuar y

hábitos de su cultura nativa por una cultura extranjera.

Ahora bien, haber determinado la identidad, el arribismo y la alienación como las categorías a

investigar en este trabajo, relevamos una serie de temáticas que pueden resultar interesantes a la

hora de profundizar en el análisis e interpretación de Dulce veneno moreno, como lo son el papel

de la mujer en la obra, la cual, sin duda, es fundamental para la construcción del relato y que,

además de ello, representa la mayor influencia hacia el personaje principal Jean-Claude Poulenc.

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Es por ello que recomendamos esta temática como forma de profundizar a través de una

perspectiva distinta, más específica y menos sociológica, la función que cumple la mujer desde la

simbología planteada por dicho personaje principal, sobretodo la mujer caribe, quien es la que

más se destaca haciendo un paralelo entre la mujer europea y la mujer latinoamericana de piel

canela. Las descripciones hechas por el narrador sobre la mujer morena son elementos culturales

que destacan la imagen de la sociedad perteneciente. Por eso, tratar dicho enfoque en esta novela,

sería otra forma de conectar este trabajo hacia un punto más individual.

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