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Darío Germán Umaña Mendoza / Profesor Universidad Nacional

Y... el espíritu burlón: se reía, se reía


http://www.portafolio.com.co/hist_imp/porta_secc/porta_opin/2005-08-
04/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_PORTA-2170335.html

Efectivamente se aprobó el Cafta en el Congreso norteamericano y con


premura lo firmó el Presidente de los Estados Unidos. Fue nombrado el
embajador Moreno como Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
La ley de justicia y paz se encuentra en vigencia. La prensa hace el
seguimiento a estas tres noticias.

La primera: se agilizan las negociaciones del TLC. Los Estados Unidos no


varían su posición en los temas considerados fundamentales como la
agricultura y la propiedad intelectual y el acuerdo se firma en los últimos meses
del año, ciento dos años después de Panamá, cuando se dice que el
presidente Marroquín con su gracejo poético nos pedía que no nos
quejáramos: me entregaron un país y yo les entrego dos. Viene ahora en
Norteamérica el debate sobre el Tratado en el Congreso norteamericano, en
época electoral.

Lo anterior quiere decir que para su posible incierta aprobación, los


negociadores norteamericanos no tendrán en la práctica ningún grado de
libertad para ir más allá del Cafta. Al contrario, deberán endurecer sus
posiciones. Todo depende entonces en lo que falta del grado de flexibilidad de
los negociadores colombianos, de la decisión política y del encuentro del
presidente Uribe con Bush, en su hora de conversación del famoso rancho del
lejano oeste, en Texas.

En Colombia, vendrá la aprobación del Congreso y la Corte Constitucional, lo


que sumado a la decisión que se tome en esta última sobre la reelección, nos
permita evaluar lo que realmente significa en Colombia la separación de los
poderes en la democracia

Del nombramiento del embajador colombiano en el BID a la decisión de su


reemplazo, nos explican la prensa y el ex presidente, que se puede pasar de
un extremo al otro sin solución de continuidad, porque la política exterior es de
Estado y no tiene partido político. No hay mayor problema en defender la ley
que se atacó con tanta dureza, ya el país no se encuentra en manos de los
paramilitares, se puede reglamentar y mejorarla.

Algunas voces discordantes manifiestan su preocupación y con cierta


admiración, común a los viudos de poder, tachan la jugada como maestra. Los
del común no entendemos, a algunos nos parece que simplemente todo tiene
un precio para nuestra clase dirigente y ya nada nos sorprende, entre otras
cosas porque los vacíos en nuestra política exterior son cada vez más
protuberantes, se encuentran subordinados a una política de gobierno y
difícilmente podrá convertirse en una política de Estado en el futuro.

La ley de justicia y paz sigue su camino. Se desinfla la posible negociación con


el Eln. No hay zona de despeje para el acuerdo humanitario con las Farc y no
parecería que los avances existieran. Se profundiza la entrega de hombres
armados del paramilitarismo y en los titulares de los medios de comunicación
escritos se identifica la participación cada día mayor de estos reinsertados en
política. Caras nuevas en el Congreso nacional y, a propuesta del Presidente,
en la policía cívica, dizque sin armas y en los cuerpos de vigilancia.

Del TLC después del Cafta, podríamos decir que el futuro depende otra vez del
Congreso norteamericano. De pronto la aprobación del tratado con
Centroamérica fue la última. El canto del cisne antes de morir. Del
nombramiento de nuestro nuevo embajador de Colombia en los E.U. es
evidente que se cumple la máxima: los muertos que vos matáis gozan de
perfecta salud. De la ley de justicia y paz, el futuro de la paz en Colombia y el
acuerdo humanitario, poco o nada, únicamente que continuamos acompañando
el dolor de los secuestrados y sus familias, seguiremos enterrando nuestros
muertos, los de las madres que ya no tienen hijos. Mientras tanto,
continuaremos escuchando entre la bruma el murmullo sarcástico: el espíritu
burlón, se reía, se reía

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