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Revolución de la bondad y la ternura: TODAS SOMOS PROMOTORAS DEL REINO

Necesidad que tiene el mundo de Marianitas apasionadas, hermanas desde la situación que vivan y donde se
encuentren idóneas al buscar y apostar sus talentos al servicio de la humanidad. Aptitudes que se convierten en fuegos
capaces de iluminar los escenarios más oscuros. Ojalá que cada una de nosotras seamos competentes de descubrir
aquello que nos apasiona y que nos haga planificar nuestra agenda y cambiar nuestro corazón y el del mundo.

ECHA LAS REDES…

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra,
echaré la red..” Su ser y quehacer en el año VOCACIONAL sale desde este llamado, denominamos cultura
Vocacional ATREVETE. ORGANIZADAS ASI:
HERMANAS ORANTES.

Lo conforman las hermanas mayores que ya les es imposible valerse en otras actividades y
tienen el tiempo suficiente para estar ante Jesús Eucaristía. Serán el apoyo radical de este
año Vocacional

De proyectos y logros que pasan, y rostros y nombres que quedan.

Tengo 50 y más años vida religiosa He sido feliz hoy Estoy vulnerable, pero abierta a la vida. Mi vida ha
tomado otro rumbo pero siento que el amor de Dios lo conquisto cada vez más desde el sagrario, la palabra
de Dios y el espíritu de mi Instituto y desde aquí será mi misión de promotora vocacional. Deseo ver crecer
mi Iglesia y mi congregación.
Hoy claramente me doy cuenta que Dios ha hecho verdad esta misión regalada, pero desde mi frágil
humanidad. Eso es, ahí está. Es justamente eso lo que me ha hecho más empático, más sencillo para
entusiasmarme y enojarme a la vez, más misericordioso y más esperanzado.
Diría es que el camino es lo fundamental y que da muchas vueltas. Los proyectos sociales, los logros
apostólicos, los títulos académicos, los artículos sobre temas graves y cruciales, los discos llenos de
canciones y sueños, los campamentos y rutas, las celebraciones bien planeadas y cuidadas pasan. Se quedan
los rostros, los nombres. Nada más.
Que la vida avanza y vamos siempre aprendiendo. Que me equivoco y me equivocaré. Que siempre hay
espacio para nuevas miradas. Que Dios permanece y no se agota jamás. Y que asi desde mi realidad cuenta
conmigo.
Y otra cosa es que los grandes deseos no se apagan. La juventud no es el culmen de la vida. Que el tiempo
va dejando heridas, pero también hermosos aprendizajes que no vale la pena tratar de borrar. Esto me da
vueltas por estos días, parte enseñando menos y escuchando más, espera mucho de los otros (aunque te
decepciones), camina más lento si puedes, que yo estaré igualmente aguardando aquí nuestro encuentro
animado por el mismo fuego, sostenido por el mismo abrazo.
Y, finalmente, hoy más que nunca necesitamos religiosas que venzan la tentación de hablar en lugar de
escuchar, es la hora de la escucha.
Miro hacia atrás y sólo me sale agradecimiento. Y volviéndome a narrar el relato de mi vocación tengo que ir
aún más atrás. Agradecido porque Dios es fiel, el me queda nunca se ha ido y sé que puedo arrancar del
sagrario donde nuestro amor se prolonga Vocaciones, la mies es mucha…. Como Marianita en estos años he
ido descubriendo que el motor de mi existencia es seguir a Jesús, humildemente, por el camino que él
marca… Con algo que da mucha seguridad: que ese camino lo han recorrido y lo recorren muchos otros:
compañeras con los que he compartido mi vida; incluso algunas que ya están con el Padre; ejemplos buenos
que no faltan en la tradición de la Iglesia y de mi congregación

HNAS FRATERNAS.
Forman parte de este grupo las hermanas que tienen funciones organizativas y administrativas, ecónomas, secretarias,
quienes tiene más comunicación con los benefactores y destinatarios, las gestionadoras al interior de las comunidades
quienes tienen directa relación con la evangelización desde la gestión que realizan y allí crean acciones y espiritual
vocacionales… SON EXPERTAS en humanidad

Hay una profesión que es irrenunciable para todos los que queremos tener una existencia plena. La
podemos llamar 'expertos en humanidad'. Una especialidad que todos debiéramos ir adquiriendo en la vida.

El experto en humanidad es el que sabe leer e interpretar a las personas con las que comparte la vida al
nivel que sea: es el que sabe empatizar, escuchar, comprender, alegrar; es el que está más pendiente del
otro que de sí mismo; es el que sabe ayudar de mil maneras, hablando, callando o sirviendo; es el que sabe
estar con jóvenes y con mayores y tener una palabra para cada uno; es que sabe hacer que el otro se sienta
único e importante; el que saca lo mejor del otro.
Experto en humanidad. Jesús de Nazaret, un experto en humanidad; ahí podemos contemplar cómo se
ejerce este oficio, que sin duda es el más importante de cuantos se nos encargan a lo largo de la vida. Tiene
que ver con aquello de «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres». Esta profesión sólo se alcanza
con mucha atención, contemplación y con entrenamiento, desde la administración y contactos con quienes
nos suministran lo necesario.
El Papa Francisco denuncia frecuentemente la «cultura de usar y tirar», indicando la dificultad actual de
cualquier compromiso duradero. Vale la pena comprometerse con desafíos a largo plazo, dado que la
verdadera felicidad y lo que da sentido auténtico a la vida es elegir las causas por las que pelear, los
objetivos por los que trabajar, los sueños que perseguir, en definitiva: los proyectos en los que se
fundamenta la vida. Implica, como toda vocación, abrir algunas puertas cerrando otras.
Vivir un compromiso en la vida implica aceptar dos realidades complementarias: la rutina y la perseverancia.
La rutina supone entrenar y repetir una y otra vez gestos. Aceptar la rutina de la vida pide aprender a valorar
lo cotidiano frente a la novedad urgente o el estar a la última. Porque la felicidad goza con lo nuevo pero
sabe acoger y aceptar lo que la vida tiene de repetitivo.

Y la perseverancia porque se hace imprescindible para sobrellevar los malos momentos como son las
lesiones o épocas de malos resultados. Perseverar es no escuchar esa voz que nos susurra que no tiene
sentido ni merece la pena seguir apostando por aquello que se eligió, es la voz que nos pide desistir y arrojar
la toalla prometiéndonos una paz ficticia. Vivir en la perseverancia es aprender a perseguir las metas
escogidas en el día a día, sin huir de las incertidumbres y desafíos que se presentan.
HNAS PROPOSITIVAS.
Conforman este equipo las hermanas que asumen labores pastorales en las tareas apostólicas, y la
hermana elegida para que represente la pastoral vocacional de la obra ante la provincia e Instituto.

«Convocando a los Doce... los envió a proclamar Reino de Dios y a curar» (Lc 9) 

Que hoy sea más difícil hablar de Dios que en el siglo I es un hecho. Los griegos tenían preguntas y
Pablo vino a ofrecerles una respuesta. La impresión hoy es que la gente a nuestro alrededor ni
siquiera se ha planteado la pregunta. Sin embargo, la indiferencia o la hostilidad de un entorno no
tiene por qué implicar autolimitarnos el deseo de compartir la Buena Noticia. Con la fe viene algo
del arrojo de san Pablo: hay que salir al mundo a hablar de lo bueno. Pero sí con el testimonio de
nuestra consagración que no esconde nada y no tiene miedo a la pregunta curiosa, al comentario
jocoso o a la crítica mordaz.

Quien sabe: quizás consigamos plantear la pregunta que aún está por hacerse o señalemos una
zona del mapa que está por explorar. Puede, incluso, que ofrezcamos una respuesta cuando
muchos prejuicios caigan. Pero si nos callamos la importancia del nombre de Dios en nuestra vida,
¿quién podrá poner nombre a ese anhelo desconocido? Y entonces vuelve la alegría. Porque así
son tus cosas, Señor. Que lo que somos florece cuando Tú lo tocas. Que las redes somos nosotros
mismos… soy yo. Y nací para vivirte, y por eso cuando te vivo florezco, cuando te sigo camino más
ligero, cuando te oigo vibro y cuando te veo me invade la dicha, cuando te comprendo un poco me
siento más hermana, más amiga, más humano con tantos otros...
Es  algo que te encomiendan. Un encargo que sólo tú puedes hacer. Puede ser imposible,
pero para la mayoría de nosotros nuestra misión es posible. Es real, es necesaria y es urgente. Y
viene de muy lejos o de muy dentro, según como se mire (pues en ambos sitios está Dios). Tiene
que ver con nosotros mismos y al tiempo con nuestro mundo. Es un encargo delicado e
imprescindible. Estamos enviados a humanizar nuestro mundo (sacando lo mejor de nosotros y de
otros), y a divinizarlo (haciendo presentes los destellos de Dios en él). Y esto, que queda muy
bonito como eslogan, se hace desde lo más cotidiano: respetando la dignidad profunda que todos
tenemos y descubriendo en Jesús –y su manera de darse– un camino hacia el rostro del Dios
invisible.

Y dónde se concreta eso..?  No en quimeras o en proyectos etéreos, sino en  los rostros cercanos,
en miradas que añoraban ser invitadas y pocos se atrevieron. En las encrucijadas de vidas
desorientadas. En los objetivos sencillos, pero auténticos que vamos poniendo –y haciendo
evangelio- en la vida. En las aspiraciones (que son búsquedas) y los logros (que son huellas). En
definitiva, en la manera en que el mundo –y cada lugar-  es distinto (y ojalá mejor) tras el paso de
una Marianita por el.

Hoy en día hacen falta profetas. No son tiempos fáciles, pero la dificultad no es excusa para ceder
ante el desaliento, y para conseguirlo necesitamos personas que nos guíen por el camino de lo
concreto. De lo importante. Son tiempos difíciles, y más que nunca necesitamos profetas
auténticos. Que no llenen las hora, que nos hablen, también, de lo bueno que está por venir. Que
recuperen su legítima función de ser altavoz de los ignorados. Importante, faltan buenas nuevas.
En estos tiempos, más que nunca.

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