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Eliana Cabrera Silvera ÍNDICE

Introducción 5
EVENTOS SONOROS EN LOS VIAJES
DE CRISTÓBAL COLÓN PRIMERA PARTE. LOS VIAJES COLOMBINOS

Capítulo primero. Primer viaje (1492-1493) 13


1. El Diario de a bordo 15
2. El anuncio del descubrimiento 18

Capítulo segundo. Segundo viaje (1493-1496) 23


1. La travesía 27
2. De Dominica a La Española 29
3. La Española 29
4. Cuba y Jamaica 33
5. La Española, 1495 35

Capítulo tercero. Tercer viaje (1498-1500) 37


1. La travesía 39
2. Trinidad 39
3. Paria 44

Capítulo cuarto. Cuarto viaje (1502-1504) 49


1. La travesía 50
2. Guanaja 50
3. Río de la Posesión 51
Bononia University Press
4. Ceramburú 52
5. Guaiga y Cateva 53
6. Retrete 55
7. Belén 55
8. Jamaica 56

SEGUNDA PARTE. EVENTOS SONOROS

Capítulo quinto. Los sonidos del viaje 59


1. El uso de la artillería 61 Introducción
2. Música e instrumentos musicales en el viaje 65

Capítulo sexto. Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 71


1. El ruiseñor soñado 71
2. La sensibilidad del Almirante y la intervención de Las Casas 72
3. El ruiseñor y la eterna primavera 74
4. El canto maravilloso 82
5. La experiencia diligente 86

Capítulo séptimo. Un objeto sonoro como objeto de intercambio 91


En las primeras descripciones europeas de América y de sus habitantes, las sensaciones,
1. Cascabeles europeos en las Antillas 92
especialmente las de tipo sonoro, constituyen un elemento recurrente. Se encuentran
2. Cascabeles entre el regalo y el intercambio 94
en una serie de escritos que han sido genéricamente clasificados como fuentes primarias
3. Cascabeles entre objeto de trueque y moneda 97
del período colombino: se trata de textos redactados por testigos del descubrimiento y
4. El cascabel como medida para el pago del tributo 101
la primera colonización de América (aproximadamente, desde 1492 hasta la práctica
5. Acercamiento a los ‘cascabeles’ indígenas 104
desaparición de las culturas indígenas de La Española, entorno a la mitad del siglo XVI)
6. El turey 107
y de aquellos que pudieron consultar directamente a esos testigos o, eventualmente,
documentos de la época1.
Capítulo octavo. El sonido en las culturas indígenas según
Los textos analizados en este trabajo sobre los cuatro viajes colombinos abarcan la
las primeras relaciones europeas 115
totalidad de los escritos de Cristóbal Colón y las relaciones de los testigos presenciales
1. Historia de la Relación 116
de sus viajes: Diego Álvarez Chanca y Miguel de Cuneo en el segundo viaje, Diego de
2. Mitos taínos 118
Porras, Diego Méndez y Hernando Colón en el cuarto.
3. La legge ridotta in canzoni antiche 121
En segundo lugar, han sido consultados los textos de otros autores que, si bien no
4. Otras referencias a las músicas de los nativos en las primeras relaciones 124
presenciaron directamente ninguno de los viajes colombinos, pudieron recopilar infor-
5. El rito de la cohoba 128
mación procedente de fuentes primarias: es el caso de Nicolás Esquilache, Andrés Ber-
6. Voces sobrenaturales 131
náldez, Pedro Mártir de Anglería y Bartolomé de Las Casas, autores que conocieron en
7. En son de guerra 133
primera línea, aunque desde Europa, el desarrollo del descubrimiento y colonización,
así como a sus protagonistas, de los cuales pudieron obtener información privilegiada.
Bibliografía 137

APÉNDICE 145 1
Pieraccioli, R. Proposta per una schedatura delle informazioni raccolte attraverso la «lettura mirata»
delle fonti storiche del periodo colombiano. L’Universo (Atti del simposio Gli indios di Hispaniola e la prima
colonizzazione europea in America. Firenze, 11 de octubre de 1989), 1991, supl. nº 1, pp. 73-76.
6 Introducción Introducción 7

Hernando Colón fornece también información de este tipo en lo que se refiere a los tres establece entre los topónimos de la época y los actuales). De este modo, se intenta insertar
primeros viajes, de los cuales no tuvo experiencia directa. estos pasajes en su contexto cronológico y geográfico. Hemos confrontado las distintas
Además se han tenido en cuenta las informaciones sobre las sonoridades en los pri- versiones que refieren estos eventos sonoros, con el objeto de poner en relieve las diferen-
meros viajes a América presentes en los textos de una serie de otros autores que divul- cias entre los textos, según la sensibilidad de cada uno de estos viajeros-oyentes, así como
garon en un primer momento la noticia del descubrimiento: Giuliano Dati, Domenico su interés y su capacidad para describir fenómenos sonoros. Nos ha interesado, además,
Malipiero, Giacomo Filippo Foresti da Bergamo, Leandro de Cosco, Angelo Trevisan, anotar la forma en que los textos se han influido recíprocamente, teniendo en cuenta
Simone dal Verde y Alessandro Zorzi. que los textos no siempre (o no solo) transmiten de manera inmediata una experiencia
Ocupa un lugar preeminente en los hechos la figura de Cristóbal Colón, protagonista sensorial del autor del texto, sino que con frecuencia la experiencia viene modelada a
indiscutible de la empresa del descubrimiento y de la primera colonización. El ámbito partir de las expectativas creadas por relatos precedentes. En los casos de textos de autores
geográfico y cronológico de nuestra indagación es, pues, el que marcan los cuatro viajes secundarios, que reproducen, traducen o adaptan la experiencia de los testigos del viaje,
colombinos: incluye eventos sonoros recogidos durante estos cuatro viajes – esto es, en- resulta interesante observar las modificaciones que sufren los relatos, en función del modo
tre 1492 y 1502 – a una zona relativamente bien acotada de la geografía americana: las con el cual estos autores se aproximan a la realidad del ‘Nuevo Mundo’ descrita por otros,
islas Bahamas y las Antillas – especialmente las islas de Cuba y Haití (llamadas entonces de su propio bagaje e intereses. De este modo, los eventos sonoros dejan de ser hechos
Juana y La Española) y la cultura mayoritaria de las islas, la de los taínos, objeto principal casuales y efímeros para convertirse en objeto de interpretación y de elaboración cultural.
del interés de los europeos (aunque no faltan referencias a otras culturas del archipiélago, La realidad sonora del ‘Nuevo Mundo’ que los textos europeos describen es difícil
como la de los caribes, los macoris o los ciguayos) – y, en menor medida, parte de la de aprehender: en primer lugar es necesario profundizar en el modo europeo de escu-
costa continental correspondiente a las actuales Venezuela, Honduras, Nicaragua, Costa char, de concebir y de describir el sonido. Los capítulos quinto y sexto obedencen a
Rica, Panamá. Su punto de vista, el que refleja en los textos (de su pluma o en copia) esta exigencia. Posteriormente, se intenta, en los dos últimos capítulos, un prudente
que hemos conservado, ha sido privilegiado en este trabajo. Su presencia en todos los acercamiento a las informaciones que sobre la cultura sonora de los indígenas ofrecen
episodios recogidos lo distingue como narrador principal de la empresa. Su curiosidad los textos europeos.
y su sensibilidad consiguen superar con frecuencia las dificultades que pudo ofrecer a su En el quinto capítulo hemos analizado aquellas modalidades europeas de producción
trabajosa escritura la tarea de describir un nuevo mundo sonoro. de sonido descritas en los textos. Estos sonidos están vinculados principalmente a la
Un recorrido cronológico y geográfico por estas tierras es lo que propongo en la pri- articulación y el desarrollo del viaje. Los sonidos marcan momentos críticos del viaje,
mera parte de este trabajo, dedicado a los cuatro viajes colombinos. Cada uno de esos como la partida o la llegada a tierra, canalizan las emociones de los viajeros, sirven para
cuatro viajes posee un grado de especificidad en función de las fuentes: los testigos que la comunicación a distancia, y también, en algunos casos, para la comunicación con los
lo narran son, de hecho, diferentes en cada ocasión; cada uno de ellos requiere, pues, un indígenas: en ausencia de un código verbal compartido, los europeos recurren a los soni-
tratamiento específico. De este modo, el recorrido cronológico-geográfico es, al mismo dos (a la música o al ruido de la artillería) en sus primeras relaciones con los indígenas,
tiempo, un recorrido a través de las fuentes y un estudio comparativo de las informa- descubriendo que también este es un código del cual es necesario aprender las reglas; el
ciones sonoras que proponen. De ahí la división en cuatro capítulos, correspondientes ruido de la artillería o la música, usados para la comunicación, pueden no obtener los
a cada uno de los cuatro viajes. En estos primeros cuatro capítulos podremos presentar, efectos esperados. Estas experiencias del viaje constituyen, en alguna ocasión, un motivo
pues, las informaciones relativas a los sonidos contextualizándolas en su marco histórico de reflexión sobre el poder comunicativo de la música.
y localizándolas geográficamente, e interpretarlas según su lugar en la tradición textual, El sexto capítulo reúne y analiza los pasajes extraídos de los textos con información
con la ayuda de la amplia y acreditada bibliografía existente sobre el tema. sobre los sonidos de la naturaleza. Inscritos mayoritariamente en descripciones estereo-
Como introducción, y con el objeto de comprender y valorar mejor las informacio- tipadas y repetitivas de la naturaleza antillana, las más de las veces idealizada, los eventos
nes que ofrecen, proporcionamos en el seno de cada capítulo un breve informe de los sonoros de la naturaleza contribuyen a la composición de una determinada imagen de
textos utilizados para el estudio de cada uno de los viajes: sobre la forma en que nos América, en la que confluyen a su vez elementos de una imagen literaria del Paraíso Te-
han llegado y la historia de su creación y difusión. A continuación, proponemos un rrenal. Concentrándonos en las modalidades de audición ejercidas por los europeos en
cuadro general de las informaciones que estos textos contienen acerca de las sonorida- una situación de total extrañamiento, intentamos deducir las influencias culturales que
des, teniendo en cuenta el número y la frecuencia con que aparecen estos pasajes y los modelan esta audición y las narrativas que de ella derivan.
concretos temas que afrontan. Un objeto sonoro, el cascabel, desempeña una importante función en los primeros
A esta introducción sucede la presentación de los pasajes con eventos sonoros, siguien- contactos entre europeos y taínos: los distintos usos de los cascabeles en estos primeros
do el hilo narrativo del viaje, situándolos concretamente en el tiempo y en el espacio contactos reflejan la evolución de las relaciones de poder que se establecen entre ambos
(aclarando, en la medida de lo posible, la correspondencia que la literatura especializada grupos; los cascabeles fueron empleados por los europeos como dones para reforzar los
8 Introducción Introducción 9

vínculos con los indígenas, como moneda de cambio en las relaciones comerciales con ponsable del Centro Tutorato Studenti Internazionali de la Università di Bologna) y
ellos, y como unidad de medida de un tributo impuesto a la fuerza. Tras esta multipli- Donatella Restani (Università di Bologna) por su mediación. Asimismo, la publicación
cidad de usos se esconde la multiplicidad de funciones y significados que este objeto del libro no habría sido posible sin la contribución del Istituto di Studi Avanzati de la
sonoro es capaz de representar, en Europa y en el ‘Nuevo Mundo’, entre las cuales ocupa Università di Bologna a través de su programa Early Stage Research Fellowship.
un papel fundamental el uso musical de los cascabeles en la cultura de los taínos. Agradezco a la institución del Dottorato in Musicologia e Beni Musicali de la Univer-
En el último capítulo hemos intentado sintetizar la imagen de la cultura sonora de sità di Bologna la oportunidad que me ha brindado para llevar a cabo esta experiencia,
los indígenas elaborada por los europeos tras los primeros contactos establecidos con en el seno del Dipartimento di Storie e Metodi per la Conservazione dei Beni Culturali,
ellos. Observamos que, con frecuencia, las informaciones aportadas por testigos de la hoy Dipartimento di Beni Culturali, sede ravenesa de la misma universidad. Agradezco
colonización (entre las cuales destaca la monografía sobre la religión de los taínos por también a Giovanna Corsi, Laura Laurencich Minelli (ambas de la Università di Bo-
obra de Ramón Pané), sufren un proceso de transformación y adaptación que lleva a la logna), Daniela Castaldo (Università del Salento), Francesco Surdich, Stefano Pittaluga
asimilación de las culturas indígenas al mundo clásico, proceso que sufren también las (ambos de la Università di Genova), Juan José Carreras (Universidad de Zaragoza) y
informaciones relativas a la cultura musical. Roberto Valcárcel Rojas (Departamento Centro Oriental de Arquelogía, Ministerio de
Hemos recogido todos los pasajes con información acerca de objetos y eventos sono- Ciencias, Cuba), su ayuda en la realización y publicación de este trabajo. Agradezco a
ros, extraídos de este conjunto de textos. Cada uno viene identificado con una sigla, se- José Mora Domínguez la ayuda prestada en la corrección del texto, y el apoyo moral.
guida por un número. Pueden ser consultados en apéndice donde figuran ordenados por Debo un reconocimiento especial a Franco Alberto Gallo y Luciano Formisano
autor, según el orden alfabético de las siglas que les han sido asignadas: por ejemplo, los (Università di Bologna), que han seguido con paciencia e interés el desarrollo de la in-
fragmentos de texto pertenecientes a la Historia de las Indias, de Bartolomé de Las Casas vestigación, y a Donatella Restani, a quien, además, agradezco especialmente su apoyo,
son reconocibles con la sigla LCh seguida del número que le corresponde en la lista final. desde el punto de vista académico y humano. Agradezco la ayuda que me han prestado
Todos los pasajes han sido extraídos de ediciones de esos textos en su lengua original, en la organización y en el desarrollo de la investigación, así como los numerosos consejos
en castellano, italiano y latín; aportamos una lista de las fuentes utilizadas en la primera y sugerencias que me han dado en el arco de los tres años de curso doctoral. Quisiera
sección de la bibliografía. La indicación del número de página al final de cada fragmento puntualizar, sin embargo, que toda la responsabilidad por los posibles defectos e inexac-
permite su concreta localización en las ediciones citadas. titudes es imputable solo a la autora.
Las referencias a sonoridades, a la producción y a la recepción de sonidos, así como las A mi familia y a Gabriele, que han compartido en todo momento la ilusión y sin los
descripciones de objetos sonoros, relativas a los cuatro viajes de Colón aparecen amplia- cuales nada de esto habría sido posible, dedico este trabajo.
mente contextualizadas dentro del episodio narrativo en el que se inscriben. Además, en
los textos de autores que fueron testigos directos, se completan, cuando es posible, con
una posible localización actual (aparece en cursiva el topónimo colombino y en redon-
dilla el correspondiente topónimo actual, siguiendo las las localizaciones propuestas por
Samuel Eliot Morison)2 y la fecha precisa en que tuvo lugar el evento recogido. Cuando
es necesario, indicamos también el capítulo donde aparece el pasaje, según la subdivisión
de cada uno de los textos. Si distintos pasajes hacen referencia a un mismo evento so-
noro (como ya hemos hecho notar, la intertextualidad no es un fenómeno infrecuente),
indicamos la correspondencia con los textos colombinos explicitando el pasaje concreto
al que hace referencia. Esperamos poder facilitar de este modo la comprensión de este
mundo sonoro dentro del lugar que ocupa en la narración de los hechos, y su inserción
en el espacio y en el tiempo.
Han contribuido a la realización de este trabajo el Istituto Italiano di Cultura de
Madrid y la Fondazione Flaminia de Rávena, a los cuales va mi agradecimiento, como
a Silvia Martínez (Universitat Autònoma de Barcelona), Maria Giovanna Bettoli (res-

2
Morison, S.E. El almirante de la mar Océano: Vida de Cristóbal Colón. México: Fondo de Cultura
Económica, 1991. Trad. española de Admiral of the Ocean Sea: A Life of Christopher Columbus. Boston –
Massachussets: Brown and Company, 1942.
72 Capítulo sexto

Dize aquí el Almirante que «oy y siempre de allí adelante hallaron aires tempe-
rantíssimos, que era plazer grande el gusto de las mañanas, que no faltava sino oír
ruiseñores», dize él. «Y era el tiempo como por abril en el Andaluzía». (CC1 1)

Recordemos que se trata de una copia del Diario de Colón realizada por Las Casas o bajo
su supervisión. Las Casas enmarca el fragmento de texto colombino con un comentario
metatextual («dize aquí el Almirante», «dize él»): de este modo, a través de una combi-
nación de características del discurso directo y del discurso indirecto, sugiere al lector
las formas de una cita textual que permiten a la voz del Cristóbal Colón expresarse con
mayor viveza, insinuando incluso cierto tono de subjetividad. El resultado es, al mismo
CAPÍTULO SEXTO tiempo, un efecto de énfasis de ciertos contenidos que veremos repetirse con idéntica
estructura en otros pasajes (de los que se hablará en el parágrafo siguiente).
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza Notamos, además, que, curiosamente, la primera referencia sonora del Diario está, por
así decir, constituida, no por un sonido, sino por un silencio: en mitad del océano el placer
que ofrece una mañana templada suscita el recuerdo (o quizá el deseo, o la nostalgia) del
canto del ruiseñor. La primera travesía ofrece más adelante un comentario muy similar:

[Sábado, 29 de septiembre] Los aires eran muy dulçes y sabrosos, que diz que no
faltava sino oír el ruiseñor, y la mar llana como un río. (CC1 4)

1. El ruiseñor soñado 2. La sensibilidad del Almirante y la intervención de Las Casas


En los escritos colombinos correspondientes a los cuatro viajes a las Indias las referencias Estas dos primeras referencias a lo sonoro se incluyen en una larga serie de anotaciones
a los sonidos de la naturaleza se reparten de manera desigual a favor de los primeros sobre el clima apacible que marcan casi diariamente el recorrido atlántico. Como hemos
viajes. El Diario de a bordo del primer viaje cuenta con la primacía absoluta en ese visto, la copia lascasiana del Diario de a bordo remarca estos fragmentos «intimistas», por
sentido. Sus abundantes y detalladas descripciones de la naturaleza incluyen alusiones así decir, de expresión de las sensaciones de placer ligadas al clima – donde se incluyen
a muy distintos tipos de experiencia sensorial que en los viajes posteriores disminuirán las referencias al canto ausente de los ruiseñores – a través de distintos mecanismos re-
notablemente. tóricos.
Una actitud de atenta percepción se evidencia ya en los pasajes que el Diario de a bor- Por su parte, en la Historia de las Indias el dominicano refiere con fidelidad estos
do dedica a la primera travesía del Atlántico. En el relato de los eventos que se suceden pasajes del Diario, pero amplía con sus comentarios la información aportada por Colón.
a lo largo de la treintena de días transcurridos entre la salida de La Gomera (el 6 de sep- Estos fragmentos merecen, pues, una ulterior exégesis lascasiana basada en la propia
tiembre de 1492) hasta la llegada a tierra, aparecen frecuentemente referencias al mundo experiencia, un comentario que, de hecho, hace hincapié en las razones del Almirante:
de los sentidos, ligadas a las descripciones de las circunstancias del viaje, pues como se Cristóbal Colón equipara la templanza del aire atlántico con la primavera andaluza; Las
nos dice en las Historie, «non vedendo altro che acqua e cielo, notavano sempre con at- Casas aumenta el grado de ‘amenidad’ del clima americano con respecto al abril andaluz.
tenzion ciascun segno che appareva loro»1. Entre ellas destaca como tema recurrente, el
de la meteorología. En el texto del Diario de a bordo el Almirante se recrea con frecuen- Domingo, 16 de setiembre […] Dice aquí Cristóbal Colón que hoy, y siempre de
cia en narrar la plácida bonanza que predominaba durante el viaje. La descripción del allí adelante, hallaron aires temperatísimos que era, según dice, placer grande el
tiempo, del aire y de la temperatura, explica en este caso la alusión a las sensaciones, y da gusto y amenidad de las mañanas, que no faltaba sino oír ruiseñores y era el tiempo
la ocasión, el 16 de septiembre, a la presentación de las primeras referencias al mundo como por abril en el Andalucía. Tenía, cierto, razón, porque es cosa maravillosa
de los sonidos. la suavidad que sentimos desde medio golfo para estas Indias; y cuanto más se
acercan los navíos a estas tierras tanto mayor sientes la templanza y suavidad de
los aires y claridad de los cielos y amenidad de olores que salen de las arboledas y
1
Colombo, F., Le historie, p. 80. florestas dellas, muncho [sic] más, cierto, que por abril en el Andalucía. (LCh 1)
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 73 74 Capítulo sexto

Otros textos posteriores tienden a reducir el número de alusiones a experiencias sonoras cos de la narración del viaje de descubrimiento». En el texto del Diario de a bordo que
(reales o, por así decir, “imaginadas”) de la travesía y del viaje completo. El texto de las conservamos en la copia de Bartolomé de Las Casas, se refleja no solo la sensibilidad co-
Historie, por ejemplo, refiere meticulosamente los signos de tierra, describe con detalle lombina hacia su entorno, sino también el interés de Las Casas por este tipo de detalles.
las aves que visitan las naves e incluye las dos breves anotaciones sobre el canto de los Las Casas ha resaltado, pues, determinados pasajes colombinos (entre ellos aquellos que,
pájaros, pero omite toda alusión a la vivencia personal del Almirante en relación a la precisamente, resultan ser objeto de nuestro interés, al estar incluidos los sonidos en las
placidez del clima – que tanto parece interesar a Las Casas – y a la nostalgia del canto descripciones de la naturaleza) conservando, de este modo, las palabras con las que Cris-
del ruiseñor. Se diría que el texto de las Historie tiende en estos fragmentos a sintetizar tóbal Colón describía su propia experiencia auditiva, pero también reflejando su propio
el relato colombino, eliminando a veces las referencias más personales a sentimientos y interés por la percepción sensorial, y sonora, de la naturaleza.
sensaciones, y con ellas las alusiones a eventos sonoros (HC 1, HC 4).
La misma Carta a Luis Santángel, en una síntesis de los eventos más significativos del
viaje, cumple una mutilación análoga con respecto a la multitud de detalles que ofrece 3. El ruiseñor y la eterna primavera
el texto del Diario. En modo similar se comportan otras crónicas coetáneas. De esta ma-
nera, de las frecuentes referencias al ámbito sensorial presentes en el Diario de a bordo, En realidad, la presencia de las aves (las verdaderas aves del mar que podía verse durante
desaparece la mayor parte en las crónicas posteriores. el recorrido) no es nada rara durante el viaje: desde el 14 de septiembre hasta la llegada
Frente a ellos, el texto del Diario de a bordo copiado por Bartolomé de Las Casas a tierra, las referencias a determinados fenómenos de la naturaleza – interpretados por
(así como el texto de la Historia de las Indias que de él deriva) refiere una larga serie Colón, según sus palabras, como prueba de la proximidad de la tierra – son muy abun-
de referencias al mundo de los sentidos, que incluso aparecen resaltadas gracias a los dantes (aparecen casi diariamente en poco menos de un mes) y, entre ellas, destacan las
mecanismos retóricos de cita directa debidos a la actuación del dominicano. Margarita frecuentísimas enumeraciones de pájaros que sobrevuelan las naves. El texto ofrece nu-
Zamora ha observado el peso de esta intervención en el Diario de a bordo a través del merosos detalles sobre el número, las características y las costumbres de estos animales,
análisis de los distintos usos del discurso, la citación en discurso directo e indirecto y el explicando que, por distintos motivos, constituían para el navegador indicios sobre la
«comentario editorial» añadido2. Los diferentes tipos de discurso se suceden «imponien- posición de la tierra o, incluso, de su aparición inminente. Estas descripciones incluyen
do una relación vertical y jerarquizada de las distintas voces o textos en el texto», donde en dos ocasiones (CC1 2 y 6) referencias al gorjeo de los pájaros. Señalamos entre otros
a las citas textuales en primera persona, que refieren en discurso directo el discurso co- los siguientes ejemplos:
lombino, correspondería un papel preponderante sobre los fragmentos que transmite en
tercera persona, en discurso indirecto. Como hemos podido comprobar, las referencias [Viernes, 14 de septiembre] Aquí dixeron los de la carabela Niña que avían visto
colombinas a eventos sonoros se inscriben con frecuencia en las amplias descripciones un garxao y un rabo de junco, y estas aves nunca se apartan de tierra cuando más
de la naturaleza que Las Casas transmite en discurso directo. De hecho, como observa XXV leguas. (Giornale, p. 18)
Margarita Zamora, de la articulación jerárquica del discurso resulta una articulación de
[Martes, 18 de septiembre] Este día Martín Alonso con la Pinta, que era gran
los contenidos en función de los específicos intereses del copista, y como consecuencia
velera, no esperó, porque dixo al Almirante desde su caravela que avía visto gran
aparecen resaltadas las descripciones de la naturaleza: «[en la copia lascasiana del Diario multitud de aves ir hazia el Poniente, y que aquella noche esperava ver tierra y por
de a bordo] [e]s típico de la narración en primera persona tratar de la naturaleza edénica eso andava tanto. (Giornale, p. 22)
del paisaje americano y de la inocencia y mansedumbre del indígena. En otras palabras,
se utiliza para destacar los pasajes líricos e idealizantes de los otros aspectos más prosai- [Jueves, 20 de septiembre] Vinieron a la nao dos alcatraçes y después otro, que fue
señal d’estar çerca de tierra; y vieron mucha yerva, aunqu’el día passado no avían
visto d’ella. Tomaron un páxaro con la mano que era como un garjao; era un páxaro
2
«El papel que juega Las Casas no puede comprenderse plenamente si no se sitúa en la totalidad tex- de río y no de mar, los pies tenía como gaviota. Vinieron al navio, en amaneçiendo,
tual del enunciado como estructura narrativa y sistema retórico. La intervención retórica del nuevo sujeto
dos o tres paxaritos de tierra cantando y despues, antes del sol salido, desparecieron.
se manifiesta de diversas maneras en el sumario. Entre las que más se destacan encontramos el comentario
editorial, que se manifiesta en dos formas – la evaluativa y la no-evaluativa – ambas marcadas gramatical-
Después vino un alcatraz; venía del Güesnorueste <y> iva al Sueste, que era señal
mente por un cambio de sujeto; el resumen; la aumentación (casi siempre anacronística); y la alternancia que dexava la tierra al Güesnorueste, porque estas aves duermen en tierra y por la
en la representación de las palabras de Colón entre el discurso directo e indirecto, es decir entre la cita en mañana van a la mar a buscar su vida y no se alexan XX leguas. (CC1 2)
primera persona y la paráfrasis en tercera persona. En todas las intervenciones se trata de una manipulación
del discurso colombino original que lo comenta, lo reorganiza, le agrega y le sustrae, pone de relieve esto y [Sábado, 29 de septiembre] Vieron un ave que se llama rabiforçado, que haze
subordina aquello». Zamora, M. “Todas son palabras formales del Almirante”. Las Casas y el Diario de Colón. gumitar a los alcatraçes lo que comen para comerlo ella y no se mantiene de otra
Hispanic Review, Invierno 1989, v. 57, n. 1, pp. 25-41.
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 75 76 Capítulo sexto

cosa. Es ave de la mar, pero no posa en la mar ni se aparta de tierra 20 leguas. Ay Atlántico debería parecerse. La solidez estereotipada de la imagen es tal que la ausencia de
d’estas muchas en las islas de Cabo Verde. (Giornale, p. 30) uno de esos elementos viene percibida como algo parecido a un error gramatical: señalar la
ausencia de un elemento, en este caso, el fondo sonoro del canto de los ruiseñores, indica,
[Martes, 9 de octubre] Toda la noche oyeron passar paxaros. (CC1 6) a mi parecer, la existencia de un paradigma donde el sonido ocupa un lugar importante.
Durante la travesía de regreso a España, las anotaciones sobre el clima y el estado del
Las aves que efectivamente sobrevuelan los barcos del descubrimiento son cuidadosa- mar son muy semejantes a las del viaje de ida, se repiten en términos muy similares, pero
mente enumeradas, identificadas y descritas en sus características físicas, pero el sonido desaparece toda referencia al canto de los ruiseñores:
que emiten merece poca atención. Asímismo, las escasas y vagas referencias al sonido
producido efectivamente por los pájaros, no indican con exactitud el número o la espe- [20 enero] Los aires diz que muy suaves y dulçes, como en Sevilla por Abril o
cie de éstos («dos o tres paxaritos de tierra cantando», CC1 2; «oyeron passar paxaros», Mayo, y la mar dize, a Dios sean dadas muchas gracias, siempre muy llana. Rabi-
CC1 6). En contraste, cuando el buen tiempo aviva en el Almirante el recuerdo del forcados y pardelas, y otras aves muchas pareçieron. (Giornale, p. 256)
canto de los pájaros, se indica su especie, y así también la tipología del canto: se trata del
canto del ruiseñor. [23 enero] Pareçieron muchos rabos de juncos y mucha yerva; el cielo todo turba-
El texto del Diario nos da numerosas noticias de la placidez del viaje en los días do estos días, pero no avía llovido, y la mar siempre muy llana como en un río. A
Dios sean dadas muchas gracias. (Giornale, pp. 258-260)
siguientes, según un modelo estereotipado que repite determinadas imágenes y expre-
siones:
[28 enero] Los aires halló templados y dulçes. Vido rabos de juncos y pardelas, y
mucha yerva. (Giornale, p. 262)
[Lunes, 17 de septiembre] El agua de la mar hallavan menos salada desde que
salieron de las Canarias, los aires siempre más suaves. (Giornale, p. 22) [29 enero] Los aires muy templados, como en Abril en Castilla. La mar muy llana.
(Giornale, p. 262)
[Martes, 18 de septiembre] Llevava en todos estos días mar muy bonanço, como
en el río de Sevilla. (Giornale, p. 22) [1 febrero] La mar muy llana, a Dios gracias. (Giornale, p. 264)
[Viernes, 21 de septiembre] Aquel día fue todo lo más calma y después algún
[2 febrero] La mar muy llana, gracias a Dios, y los aires muy dulçes. (Giornale, p.
viento. (Giornale, p. 23)
264)
[Miércoles, 26 de septiembre] La mar era como un río, los aires dulçes y suavíssi-
mos. (Giornale, p. 30) Los términos con los que se refiere al clima y al estado del mar, diseminando en la des-
cripción frecuentes alusiones su propia vivencia, parecen delatar una cierta implicación
[Martes, 2 de octubre] La mar llana y buena. «Siempre a Dios muchas graçias sean personal y un punto de vista subjetivo. Al mismo tiempo, el texto resulta, por su estilo
dadas», dixo aquí el Almirante. (Giornale, p. 32) repetitivo, de un efecto curiosamente formulario, en contraste con esta sensación de
expresión espontánea y natural.
[Viernes, 5 de octubre] La mar bonança y llana. «A Dios», dize, «muchas gracias El 21 de febrero, después de haber sufrido una tormenta en las cercanías de las Azo-
sean dadas». El aire muy dulce y temprado. (Giornale, p. 34) res, el Diario de a bordo ofrece la siguiente explicación sobre el comportamiento del
tiempo en relación a las ideas geográficas del Almirante:
[Lunes, 8 de octubre] Tuvieron la mar como el río de Sevilla. «Gracias a Dios»,
dize el Almirante. Los aires muy dulces, como en Abril en Sevilla, qu’es plazer estar
[21 febrero] Dize que estava maravillado de tan mal tiempo como avía en aquellas
a ellos, tan olorosos son. (Giornale, p. 38)
islas y partes, porque en las Indias navegó todo aquel invierno sin surgir, e avía
siempre buenos tiempos, y que una sola ora no vido la mar que no se pudiese na-
El aire es descrito como temperantíssimo, suave, dulce, sabroso, temprado; la mar es suce- vegar, y en aquellas islas [las Azores] avía padeçido tan grave tormenta, y lo mismo
sivamente bonança, llana, buena, y es comparada repetidas veces con un río (de hecho el le acaeçió a la ida hasta las islas de Canaria; pero, passado d’ellas siempre halló los
agua es menos salada), o, más concretamente, con el «río de Sevilla», del mismo modo aires y la mar con gran templança. Concluyendo, dize el Almirante que bien dixe-
que el clima es similar al de abril en Sevilla o en Andalucía. Los distintos elementos de la ron los sacros theólogos y los sabios philósophos que el Paraíso Terrenal está en el
descripción del clima y del paisaje aparecen con gran frecuencia y en varias combinacio- fin de Oriente, porque es lugar temperadíssimo. Así que aquellas tierras que agora
nes, resultando una imagen ideal a la cual el ajeno contexto de la incierta travesía por el él avía descubierto, es – dize él – el fin de Oriente. (Giornale, p. 288)
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 77 78 Capítulo sexto

Por lo que parece, el extraño comportamiento del tiempo está indisolublemente ligado
a un orden geográfico. El paso de un “meridiano trascendental”, equivalente al ecuador, […] leggendone attentamente la descrizione contenuta nella lettera, non si può
marca el acceso a una suerte de hemisferio oriental caracterizado por la bondad de su cli- eliminare del tutto l’impressione che essa rifletta inconsciamente, oltre che le per-
ma3. Esta concepción geográfica explica, según el Almirante, la tradicional localización cezioni ottiche ed acustiche del viandante rapito dalle delizie che lo circondano,
del Paraíso Terrenal en el «fin de Oriente» por parte de «los sacros theólogos y los sabios anche qualche motivo letterario. […] Rappresentando una natura di aspetto fa-
voloso, reale o fantastica, il poeta e il navigatore seguivano uno schema letterario
philósophos». Si Cristóbal Colón hubiera tenido expectativas de este tipo antes de su
che la poesia latina e volgare del Medio Evo era andata formando in una secolare
llegada a las Antillas, las continuas anotaciones en torno a la «temperancia» del clima costanza di scrittura. Il paesaggio di Haiti, come Colombo lo vide, era la realizza-
durante las dos travesías oceánicas de ida y vuelta en coincidencia con esta concepción zione di questo schema letterario che Dante aveva attinto da una lunga tradizione,
geográfica cobrarían un sentido particular en relación a ello. De hecho, algunos de los trasformandolo nella sua immaginazione e nel suo stile. Infinite sono nelle des-
términos con los que describe el tiempo corresponden con algunos de los rasgos funda- crizioni del Paradiso, dei giardini d’amore e di delizie, di una natura irrigidita fra
mentales que caracterizan tradicionalmente las descripciones del locus amoenus, como alberi sempreverdi e uccelletti sempre canori in una immutabile primavera. […]
la continua temperancia del aire, más propia de la primavera que del otoño-invierno Se egli avesse ascoltato il canto degli usignoli prima di avventurarsi sull’oceano,
(época en la que se realiza la mayor parte del viaje). Asimismo, las referencias al canto certamente egli non lo avrebbe confuso col cinguettio degli uccelli esotici. Egli lo
añorado del ruiseñor podrían tener un papel específico en esa imagen y una función conosceva invece nella sua funzione poetica e ne proietta quindi il ricordo entro
importante a la hora de reforzar esta idea. alla paradisiaca visione che diventa con esso esperienza vissuta ed attuale realtà
secondo l’insegnamento dei poeti e le immagini di una natura ideale. […] Tutte le
Las primeras descripciones europeas de la tierra recién descubierta empleaban – in-
sue annotazioni, ogni sua lettera, molti dei suoi atti e dei suoi giudizi concordano
tencionalmente o no – algunos de los elementos típicos del locus amoenus y debían a provare che egli non percepiva soltanto con spirito realistico le apparenze effet-
de estar en la mente, si no del descubridor, al menos de los receptores de sus escritos, tive del suo nuovo mondo, ma le interpretava sovente coi ricordi e i miraggi delle
algunos de ellos, como Pedro Mártir, versados en una tradición literaria que reconocía favole di fonte letteraria ed erudita6.
la existencia de este topos. Una prueba de la presencía de estós tópicos en la mentalidad
de los cronistas la ofrece Bartolomé de las Casas en una disquisición de geografía sacra La retórica colombina pinta los paisajes americanos con su estilo formular y repetitivo,
en un fragmento LCh 81, que cita estos tópicos en clave sensorial. En el ámbito de la combinando en distintos modos los determinadas características de la naturaleza ameri-
historiografía americanista la alusión colombina al canto del ruiseñor (pájaro en realidad cana. Los objetos que interesan la curiosidad del Almirante y los términos que usa para
inexistente en las Antillas) ha dado lugar, a partir del interesante estudio de Leonardo describirlos son fundamentalmente invariables: clima templado, mar calmo, abundancia
Olschki4, a una reflexión en torno a la posible influencia de la literatura en la percepción de agua dulce, gran fertilidad de la tierra, verdor y variedad de la vegetación (en pleno
europea del ‘Nuevo Mundo’, así como de la importancia de la intertextualidad en la invierno), el perfume de la brisa, la mansedumbre de su fauna. Tanto el relieve llano de
coetánea literatura de viajes5: las primeras islas que descubre, como la altura exagerada de las montañas que encontrará
más adelante, son motivo de la misma exaltada maravilla. La descripción del paisaje,
3
En palabras de Juan Gil, «en el camino a las Indias se atravesaba un meridiano trascendental, aquel en que afecta a los cinco sentidos, incluye numerosas referencias a los sonidos que también
que las agujas comenzaban a noruestar. El almirante señaló el fenómeno en su Diario el 13 de septiembre (p.
20); pero ya el 16 de septiembre encontró en su derrota «aires temperantíssimos» (p. 21): es que siempre, a
pueden estar asociadas a ciertas imágenes del Paraíso Terrenal, así como a otros lugares
partir de aquella línea, que da comienzo a los Sargazos, la mar es «muy suave y llana» y «la temperancia del de la geografía mítica medieval7. El 21 de octubre aparece, en el seno de una descripción
cielo es muy suave», como remacha en el Diario del tercer viaje (p. 212), y todo ello «al poniente de las islas de idealizante del paisaje, la primera de estas referencias (el resaltado es mío):
los Açores cient leguas» (p. 206). Con razón, pues, puede equipararse este meridiano con el ecuador a todos
los efectos: una y otra línea separan dos hemisferios diferentes, y la bondad del opuesto es tal que incluso […] me salí con estos capitanes y gente a ver la isla, que si las otras ya vistas son muy
desaparecen los piojos por clemente disposición de la naturaleza. […] En estas palabras se refleja de manera
fermosas y verdes y fértiles, esta es mucho más y de grandes arboledos y muy verdes.
muy fiel la prístina concepción del almirante; entre el orto y el ocaso, traspuesta la montaña del meridiano,
Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en maravilla, y
no se divisa ni la Polar ni la Cruz del Sur, sino un firmamento diferente, bajo el cual existe una admirable
templanza de aire que se mantiene igual en todo el año, en perpetua primavera o en perpetuo otoño, y una aquí y en toda la isla son todos verdes y las yervas como en el Abril en el Andaluzía
bonanza incomparable del Océano. La realidad implacable se encargó muy pronto de desmentir esta ingenua y el cantar de los paxaritos que pareçe qu’el hombre nunca se querría partir de aquí,
teoría, forjada en el gabinete de estudio o, mejor, producto de una mente muy lógica pero febril» (Gil, J.
Mitos y utopías del descubrimiento: I. Colón y su tiempo. Madrid: Alianza, 1989, pp. 94-96). «Il viaggio alle Indie occidentali». En La letteratura di viaggio dal Medioevo al Rinascimento. Generi e problemi.
4
Olschki, L. Storia letteraria delle scoperte geografiche, pp. 11-21. Alessandria: Edizioni dell’orso, 1989.
6
5
Formisano, L. La ricezione del Nuovo Mondo nelle scritture di viaggio. En Accademia della Crusca. Olschki, Storia letteraria delle scoperte geografiche, p. 16. Sobre este tema véase también Surdich,
L’età delle scoperte geografiche nei suoi riflessi linguistici in Italia. Atti del convegno di studi, Firenze, 21-22 F. L’usignolo di Hispaniola. Mondo operaio, noviembre 1992, XLV, n. 11, pp. 120-123.
7
ottobre 1992. Firenze: Accademia della Crusca, 1994, pp. 129-147; Formisano, L. Linee di ricerca sul tema: Gil, J. Mitos y utopías.
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 79 80 Capítulo sexto

y las manadas de los papagayos que ascureçen el sol, y aves y paxaritos de tantas ma- las rarezas tres especies conocidas: perdices, ánsares y «ruiseñores que cantavan». El 7 de
neras y tan diversas de las nuestras que es maravilla. Y después ha árboles de mill ma- diciembre «oyó cantar el ruiseñor y otros paxaritos como los de Castilla». El 13 del mismo
neras y todos <dan> de su manera fruto, y todos güelen qu’es maravilla, que yo estoy mes «cantava el ruiseñor y otros paxaritos como en el dicho mes en España». En alguna
el más penado del mundo de no los cognosçer, porque soy bien cierto que todos son ocasión el canto de los ruiseñores se ve acompañado por otros fondos sonoros, como el de
cosa de valía y d’ellos traigo la demuestra, y asimismo de las yervas (CC1 12).
las ranas, los grillos u otros pájaros no mejor precisados. De hecho, aparece implícitamente
establecida una distinción entre el canto de los ruiseñores y el canto de los otros pájaros.
Los días siguientes, las alusiones al canto de los pájaros, en alguna ocasión a coro con los
grillos (CC1 16), completan otros tantos paisajes idílicos, en descripciones retóricas y
[6 de noviembre, Cuba] Vieron muchas maneras de árboles, yervas y flores odo-
repetitivas, ricas de apreciaciones ‘estéticas’. ríferas. Vieron aves de muchas maneras diversas de las de España, salvo perdizes y
ruiseñores que cantavan y ánsares, que d’estos ay allí hartos; bestias de cuatro pies
[28 de octubre, Cuba] Dize el Almirante que nunca tan hermosa cosa vido, lleno no vieron, salvo perros que no ladravan. (CC1 20)
de árboles todo cercado el río, fermosos y verdes y diversos de los nuestros, con
flores y con su fruto cada uno de su manera; aves muchas y paxaritos que canta-
[7 de diciembre, Haití] Y salió a tierra en un río no muy grande qu’está al cabo del
van muy dulçemente; […] La yerva era grande, como en el Andaluzía por Abril
puerto, que viene por unas vegas y campiñas que era maravilla ver su hermosura.
y Mayo. Halló verdelagas muchas y bledos. Tornóse a la barca y anduvo por el río
Llevó redes para pescar, y antes que llegase a tierra, saltó una liça como las de Espa-
arriba un buen rato y era diz que gran plazer ver aquellas verduras y arboledas, y
ña propria en la barca, que hasta entonces no avía visto peçe que pareçiese a los de
de las aves que no podía dexallas para se bolver. Dize que es aquella isla la más
Castilla. Los marineros pescaron y mataron otras, y lenguados y otros peçes como
hermosa que ojos ayan visto, llena de muy buenos puertos y ríos hondos, y la mar
los de Castilla. Anduvo un poco por aquella tierra, qu’es toda labrada, y oyó cantar
que pareçía que nunca se devía alçar, porque la yerva de la playa llegava hasta cuasi
el ruiseñor y otros paxaritos como los de Castilla. Vieron cinco hombres, mas no
el agua, lo cual no suele llegar adonde la mar es brava. Hasta entonçes no avía ex-
les quisieron aguardar, sino huir. Halló arrayán y otros árboles y yervas como las
perimentado en todas aquellas islas que la mar fuese brava. La isla dize qu’es llena
de Castilla, y así es la tierra y las montañas. (CC1 25)
de montañas muy hermosas, aunque no son muy grandes en longura, salvo altas,
y toda la otra tierra es alta de la manera de Çeçilia (CC1 15).
[13 de diciembre, Haití] Dixeron también de la hermosura de las tierras que vie-
ron, que ninguna comparaçión tienen las de Castilla las mejores en hermosura
[29 de octubre, Cuba] […] Dize que halló árboles y frutas de muy maravilloso
y en bondad, y el Almirante así lo vía por las que ha visto y por las que tenía
sabor […]. Aves y paxaritos y el cantar de los grillos en toda la noche con que se
presentes, y dezíanle que las que vía ninguna comparación tenían con aquellas de
holgava<n> todos. Los aires sabrosos y dulçes de toda la noche, ni frío ni caliente;
aquel valle, ni la campiña de Córdoba llegaba <a> aquella con tanta differencia
mas por el camino de las otras islas <a> aquella diz que hazía gran calor y allí no,
como tiene el día de la noche. Dezían que todas aquellas tierras estavan labradas y
salvo templado como en mayo. […] Toda aquella mar dize que le pareçe que deve ser
que por medio de aquel valle passava un río muy ancho y grande que podía regar
siempre mansa como el río de Sevilla y el agua aparejada para criar perlas (CC1 16).
todas las tierras. Estavan todos los árboles verdes y llenos de fruta, y las yervas
todas floridas y muy altas; los caminos muy anchos y buenos; los aires eran como
[3 de noviembre, Cuba] […] subió en un montezillo por descubrir algo de la
en Abril en Castilla; cantava el ruiseñor y otros paxaritos como en el dicho mes en
tierra, y no pudo ver nada por las grandes arboledas, las cuales muy frescas, odorí-
España, que dizen que era la mayor dulçura del mundo; las noches cantavan algu-
feras, por lo cual dize no tener duda que no aya yervas aromáticas. Dize que todo
nos paxaritos suavemente, los grillos y ranas se oían muchas; los pescados como en
era tan hermoso lo que vía, que no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza y los
España. Vieron muchos almáçigos y lignáloe y algodonales; oro no hallaron, y no
cantos de las aves y paxaritos (CC1 19).
es maravilla en tan poco tiempo no se halle. (CC1 28)
El 6 de noviembre la alusión al canto de los pájaros se vuelve menos genérica. En esta parte
del diario el paisaje, cuya belleza es exaltada en modo creciente, los animales, la vegetación, Del Diario de a bordo a la carta que anuncia el descubrimiento, la Carta a Luis de San-
el clima e incluso los habitantes resultan siempre mejores, y, al mismo tiempo, crecen las tángel se opera, como ya hemos mencionado, una drástica reducción de las referencias a
analogías con sus homólogos españoles (aunque en la comparación resulta siempre gana- los sonidos: permanece solo la referencia al canto del ruiseñor. El texto de la carta es más
dora la naturaleza antillana)8. Así, entre las aves que encuentran en Cuba, destacan entre breve y debe contener una síntesis de las informaciones más significativas del viaje, y no
un registro diario de lo acaecido. Se deduciría, entonces, que el canto del ruiseñor se ha
tenido en cuenta considerándolo dato esencial para la comprensión del evento narrado.
8
Sobre este tema véase el parágrafo 5 (Haiti: l’isola Española) del capítulo dedicado a Cristóbal Colón Además, en la escritura de la carta el canto del ruiseñor parece dejar de ser un suceso
en el volumen de Antonello Gerbi, La natura delle Indie nove (Gerbi, A. La natura delle Indie Nove. Da
Cristoforo Colombo a Gonzalo Fernández de Oviedo. Milano-Napoli: Ricciardi, 1975).
circunstancial para convertirse en un rasgo característico y permanente de la isla.
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 81 82 Capítulo sexto

Por otra parte, su interés parece derivar del hecho paradójico de que el canto tenga que es admiración verlas por la diformidad fermosa d’ellas, mas así como los otros
lugar en pleno mes de noviembre. Este extraño fenómeno viene a sumarse al verdor de árboles y frutos é yervas. En ella ay pinares á maravilla é ay campinas grandísimas,
la vegetación y a otros fenómenos más propios de la primavera que del otoño (de ahí é ay miel, y de muchas maneras de aves, y frutas muy diversas. En las tierras ay
quizá la suposición de que los árboles «jamás pierden la foja»). En otras ocasiones, aún muchas minas de metales, é ay gente in estimable numero. (CC2 1)
sin nombrar expresamente el canto del ruiseñor, Colón dibuja el cuadro de un lugar
singular donde el tiempo parece detenido en la estación más amable y fértil: Muchos de los textos de la época basados directa o indirectamente en el testimonio
colombino (en la Carta a Luis de Santángel), aún operando algunas modificaciones y
[En] la temperançia del çielo aquí en todas estas islas y tierras es tal y tanta, que adaptaciones, demuestran su gran interés por ese detalle recogiendo la referencia al canto
no la creerá nadie *** sino la primavera <y> el inbierno tiene aquí, mas no grave; perpetuo del ruiseñor. Su presencia en el paisaje de las islas constituye un elemento más
comiença quando // en Castilla, con agua y mesmos tiempos; dura hasta el mes en las admirativas descripciones del primaveral invierno antillano. En ellas siempre se
de henero, mas no ay nieves, y quando después *** el verano, sin demasiado calor, presenta el canto del ruiseñor en contraposición con el factor temporal. Así, la paradoja
como quando el inbierno de frío. Ni por el un tiempo ni por el otro los árboles de un canto invernal, que aparece en los textos posteriores como motivo de estupor, se
dexan la foja; continuamente las yervas y flores tienen fruto,y los paxaricos nidos y convierte en un tópico: véanse, por ejemplo, los pasajes debidos a Andrés Bernáldez (AB
güevos y pollos. Todas las simientes de huertas están prósperas en el crecimiento, y 1), Pedro Mártir de Anglería (PMd 1), Domenico Malipiero (DMa 1), Giacomo Filippo
aun otras legumes dos vegadas en el año se cogerán si se siembran, e esto yo asegu-
Foresti da Bergamo (FB 1) y el poema de Giuliano Dati (GD 1).
ro a toda otra fruta, doméstica y brava: tanto es el buen espeto del çielo y savor de
Lo hace notar el mismo Bartolomé de Las Casas en un pasaje de la Historia de las In-
la tierra. El ganado y aves es cosa de maravilla cómo multiplican y se fazen grandes
las gallinas: cada dos meses sacan pollos, y en diez o doze días son comederos. Los dias, a propósito del primer viaje colombino, en el que llama la atención sobre el hecho
puercos, de treze hembras que truxe, ya ay tantos que andan bravos por las mon- de que exista una tierra donde los ruiseñores cantan en invierno:
tañas. La yerva todo el año está como Alcatel en março. (Colombo, C., Relazioni
e lettere, v. II, t. 1, p. 324) Vieron también ánsares munchas [sic] y naturales ruiseñores que muy dulcemente
cantaban. Y es bien de considerar que haya tierra en que por el mes de noviembre
En el texto que anunciará al mundo europeo el descubrimiento de América, el canto del los ruiseñores canten. (LCh 23)
ruiseñor completa el cuadro entusiasta de la belleza, fertilidad y variedad de las islas en
Oyeron cantar al ruiseñor y otros paxaritos de los [de] Castilla, que lo tuvo a ma-
la imagen de los grandes ríos, las altas sierras y montañas, llenas de árboles majestuosos,
ravilla por diciembre cantar ruiseñor. (LCh 30)
el campo florido inmensamente fértil lleno de miel y de frutas exóticas y, cómo no, las
codiciadas minas de metales. El canto del ruiseñor es funcional a un concepto de la pri-
mavera que va más allá del mero factor de la temperatura. No solo el clima coincide con
4. El canto maravilloso
la primavera, sino que la naturaleza entera funciona, a nivel orgánico, coherentemente
con esa estación. El canto del ruiseñor, la verdura de la vegetación, la fertilidad de los
En las relaciones colombinas de viajes posteriores disminuirán sensiblemente las referen-
campos, llenos de frutas y flores en pleno invierno, vendrían a demostrar la idea de una
cias al canto de los pájaros, pero no desaparecerán. En el segundo viaje una carta desti-
primavera que dura todo el año, o lo que viene a ser lo mismo, de una primavera eterna.
nada a los Reyes Católicos (segunda del Libro Copiador) describe brevemente un paisaje
antillano en los términos repetitivos del diario del primer viaje, señalando el parecido de
[…] y fui allí, y seguí la parte del setentrión así como de la Juana [Cuba] al oriente
CLXXVIII grandes leguas por linia recta; la qual y todas las otras son fertilíssimas las numerosas aves encontradas en el ‘Nuevo Mundo’ con las análogas especies europeas:
en demasiado grado, y esta en estremo; en ella ay muchos puertos en la costa de la
mar, sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y fartos ríos y buenos y La temperançia del çielo paresçe increíble, tan dulçe y suave; los árboles y montes
grandes que es maravilla; las tierras d’ella son altas, y en ella muy muchas sierras y y yervas todo está tan florido y fresco como en el Andalucía son en el mes de abril
montañas altíssimas, sin comparación de la ysla de Teneryfe; todas fermosísimas, o de mayo, y la yerva son en el mesmo estado; los pájaros y aves eso mesmo así
de mill fechuras, y todas andables y llenas de árboles de mil maneras y altas, y pa- alegres, y cantan los ruiseñores, ansí façían todo el mes pasado. Fállanse páxaros y
rece que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la foja, según lo que aves y muy muchos nigdos, d’ellos con lo güevos y otros con pollos, y anadones
puedo comprehender, que los vi tan verdes y tan hermosos como son por mayo hartos, y en el río ánsares ay más que en otro cavo, y todas las aves de muy gran
en España, y d’ellos estavan floridos, d’ellos con fruto, y d’ellos en otro término, cuerpo, palomas, garças y de otras diez mill maneras; y no en pequeña cantidad
según es su calidad; y cantava el ruiseñor y otros paxaricos de mill maneras en el se hallan por los montes y campos perdizes y tórtolas de la misma manera que en
mes de noviembre por allí donde yo andava. Ay palmas de seis ó de ocho maneras, Castilla. De papagayos ya no ay número. (CC1 41)
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 83 84 Capítulo sexto

cantar de los paxaricos, tan suave y de tantos, y a la sombra d’estas grandes palmas
Otra carta destinada a los Reyes (tercera carta del Libro Copiador) repite inexorablemen- y fermosísimas. […] y siempre en la tierra hera aquella fermosura y los palmares
te el modelo (CC6 3). Colón habla del paisaje en modo genérico refiriéndose también a grandes y verdes y en ellos infinitas grúas atán coloradas como escarlata, y en toda
muchas otras características del mismo (la temperatura ambiental, las peculiaridades de parte el holor de los árboles y flores y el cantar de los paxaricos, que era cosa ma-
la orografía, la calidad del agua, la vegetación o la fauna), desde distintos tipos de expe- ravillosa; ni menos este holor ni cantar hallé en todas las islas falladas, las quales
no ove lugar de nombrar cada una por su nombre, porque eran infinitas; mas en
riencia sensorial (especialmente la vista, y el olfato, pero con frecuencia también el oído,
general las llamé a todas el Jardín de la Reina. (CC7 4)
el tacto o el sabor). En todos los casos el canto de los pájaros se inscribe en la descripción
de la belleza de ese paisaje y del placer derivado de su contemplación.
En más ocasiones el perfume de las flores y el canto de los pájaros vienen asociados.
Hemos mencionado ya (capítulo II.4) la experiencia de Colón durante el viaje de explo-
La temperança de los aires ya dixe por la otra mi carta quánto es *** y la más
tenprada que de aires se falla, así de frío como de calor; y oy en día tenemos el ración de la costa de Cuba (relatada por el Almirante en la cuarta carta del Libro Copia-
mismo frío que teníamos en diziembre, qu’es cosa suave, ni creo que podremos dor): se trata de una brevísima pero interesante referencia al gorjeo de los pájaros, cuya
dudar de calor mayor, y siempre dixe que los cavellos no crespos de los indios, mas belleza viene igualada por el Almirante a la del canto de «los indios» en la narración de
antes corredíos, me davan a creer que fuese esta tierra temperatísima, ni jamás ay una noche pasada en el mar durante el segundo viaje (CC7 5). De las sensaciones proce-
tormenta en la mar, y di el señal por las yervas y árvoles qu’están inçertados hasta dentes de la tierra, de la suavidad del «olor que de la tierra venía» y de la belleza del canto
dentro en ella. En diziembre fallamos los árboles d’ellos floridos, d’ellos con fruta natural de aves y del canto – propiamente dicho – de los indígenas (calificado como
y no pocos. Después hasta agora siempre a sido eso mesmo, de manera que todo el «muy contentable») deriva una poderosa sensación capaz de transfigurar la vivencia del
año ay fruta y flores, ni jamás los árboles pierden la foja y continuamente canta el paso del tiempo, cuando el tiempo objetivo del reloj («[e]stuve a la cuerda allí toda la
ruiseñor, qu’es señal de tempera<ti>simo aire, y siempre todo el año avemos falla- noche») se separa del tiempo vivido («no me paresçió un abrir de mano») experiencia a
do nidos de aves y paxaricos, d’ellos con huevos y d’ellos con los pollos, y ansí en
contraponer con la la sensación de dilatación del tiempo sentida cuando, en los duros
diziembre como agora. Viña ya fallamos harta, y aunque no se labrava, dava el ra-
zimo muy grande y los granos gordos, de la qual comí en quinze de março madu- momentos pasados durante la primera travesía atlántica «ogni ora gli pareva un anno,
ros; y figos ay muy muchos, y las figueras no son de la manera de las nuestras como per veder terra», en palabras de Hernando Colón9.
el fruto, mas d’éstos no he comido maduros. Frutas ay de mill maneras y todas
diversas de las nuestras y del savor, mas no menos preçioso, mas creo que todo es Llegué allí una tarde, y de tanto como yo avía andado en poca agua, allí no pude
espeçería. Las vegas son aquí tan grandes qu’es maravilla, y las montañas, canpiñas fallar fondo, y el venteçillo de la tierra me hechava fuera, que yo deseava estar
y ríos, y cada mes siempre <a> llovido y siempre son buenas yervas altas en todo allí un día y ver bien toda esta tierra: Hornofay se llama la provinçia. Estuve a la
cavo, hasta dentro de las peñas, y espesas como alcaçer en março en Sevilla. Abes cuerda allí toda la noche pairando, que no me paresçió un abrir de mano por <el>
ay <i>[n]numerables y en espeçial papagayos; conejos ay de dos maneras. (CC6 3) suavísimo olor que de la tierra venía y el cantar de los paxaricos y tanbién de aquél
de los indios, qu’es muy contentable. (CC7 5)
Lo mismo sucederá en la cuarta carta del Libro Copiador durante el viaje de exploración
a Cuba. En el siguiente pasaje (CC7 4), Colón desciende de las naves para reposar del El placer que depara el canto de las aves (acompañado en aquella ocasión por el dulce
viaje. Lo que nos describe es, más allá de la objetiva belleza de un paisaje, la gozosa ex- canto de los indígenas) provoca el quien lo escucha una pérdida del sentido del tiempo
periencia personal vivida. Las palmas que llegan al cielo parecen reflejar el punto de vista que hace pensar en una experiencia extática. En muchas otras ocasiones los textos de
de quien pasea a su sombra; la tierra restaura las fuerzas de los viajeros con agua fresca, Colón y de otros descubridores sugieren esa impresión de maravilla capaz de raptar los
sombra, hierba mullida, el perfume de las flores, el canto de los pájaros, descritos prime- sentidos. Podemos citar un pasaje de Vespucci de la Carta del 18 de julio de 1500:
ro como dulces y suaves, y calificados más adelante como «cosa maravillosa».
Quello che qui vidi fu che vedemmo infinitissima cosa d’uccelli di diverse forme
Llegué a posar día de Pentecoste a la costa de la tierra firme en un lugar despoblado e colori, e tanti pappagalli, e di tante diverse sorte, che era maraviglia: alcuni co-
y no por destenperançia del çielo ni esterilidad de la tierra, en un grande palmar lorati como grana, altri verdi e colorati e limonati, e altri tutti verdi, e altri neri e
de palmas que paresçía que llegavan al çielo. Allí a la orilla de la mar en la tierra
9
salían dos ojos de agua en el alto con ínpetu más de un pie, quando la marea era «Per che talor con buone parole e altre volte con pronto animo a ricever la morte, ammonendoli del
de creçiente, atán fría y sabrosa, la mejor que hombres vieron; y este frior no es castigo che saria potuto tornar sopra essi se impedissero quel viaggio, temperava alquanto le lor machina-
salvaje, como otros que dañan el estómago. Des<can>samos allí en esta yerva con zioni e i loro timori; e per confermazione della speranza ch’egli lor dava, ricordava loro le mostre e i segni
sopradetti, promettendo loro che in breve tempo troverebbono alcuna terra; a’ quali segni andavano eglino
estas fuentes y al holor de las flores, que allí se sentía maravilloso, y a la dulçura del
del continuo sì attenti che ogni ora gli pareva un anno, per veder terra». En Colombo, F., Le historie, p. 84.
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 85 86 Capítulo sexto

incarnati; e el canto delli altri uccelli che istavano nelli alberi era cosa tan soave por vegetación, frescos manatiales, clima temperado y, en suma, la «amenidad de la
e di tanta melodia, che ci acadde molte volte istar parati per la dolcezza loro. Li tierra») entre aquellas características que hacían de la naturaleza antillana un lugar «en-
alberi loro sono di tanta bellezza e di tanta soavità che pensavamo essere nel Pa- cantado» (como él mismo dice) capaz de atraer irremediablemente a los hombres («le
radiso terrestre; e nessuno di quelli alberi né le frutte d’essi tenevono conformità parecía que nunca quisiera salir de allí»).
co’ nostri di queste parte. Per el fiume vedemmo dimolte generazione pescati, e di
varie diformitate10.
Y era cosa maravillosa de ver las arboledas y frescura y el agua clarísima y el chirriar
de las aves, y la templanza y amenidad de la tierra que sentían andando por ella,
En realidad, desde el primer encuentro con la naturaleza Colón comunica una experien- que dice aquí el Almirante que le parecía que nunca quisiera salir de allí. E iba
cia de gran intensidad. Una de las primeras descripciones del paisaje americano resulta diciendo a la gente que llevaba en su compañía que, para de todo aquello que vían
particularmente expresiva de ello: los elementos de la naturaleza, fundamentalmente [sic] hacer relación a los Reyes, no bastaran mill lenguas a referillo ni sus manos a
consistente en el agua (las lagunas), la vegetación (árboles y hierbas) y las aves (dife- lo escrebir [sic], y que no le parecía sino que estaba encantado. (LCh 25)
renciadas como «paxaritos» y «papagayos») aparecen grandes, numerosos y variopintos:
«grandes lagunas», «aves y paxaritos de tantas maneras y tan diversas de las nuestras», Este sentimiento de atracción irresistible es bien descrito por Olschki cuando se refiere
«árboles de mill maneras y todos <dan> de su manera su fruto»; en una imagen de gusto a Colón como «viandante rapito dalle delizie che lo circondano»12 (la cursiva es mía).
casi bíblico, las bandadas de papagayos llegan incluso a oscurecer el sol. La impresión La sensación vivida por el Almirante, podría ser eficazmente definida como un rapto o
que provoca en el viajero no puede ser otra que el estupor: de hecho, la palabra «maravi- arrebatamiento: se trata de una experiencia casi extática que le embarga profundamen-
lla» aparece tres veces en este breve pasaje. Tres veces aparece también el adverbio «aquí», te hasta el punto de transfigurar sua vivencia del tiempo y de coartar (o, por así decir,
que Marinella Pregliasco ha señalado como una de las características de la descripción «raptar») su voluntad.
edénica del paisaje antillano11. El canto de los pájaros viene específicamente señalado La versión de las Historie se refiere al sentimiento del Almirante hacia el paisaje des-
como elemento capaz de atrapar y arrebatar al oyente, tanto «que pareçe qu’el hombre cubierto como «enamoramiento» («della cui bellezza innamorato») y menciona el rapto
nunca se querría partir de aquí». provocado por el canto de los pájaros («vi si udiva il canto de’ luscignuoli e uccellini
tanto soave che quasi non sapeva dipartirsene»):
[21 de octubre] […] Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el
arboledo en maravilla, y aquí y en toda la isla son todos verdes y las yervas como en È bene il vero che, quanto alla bontà e grandezza e bellezza, dice che questa Fer-
el Abril en el Andaluzía y el cantar de los paxaritos que pareçe qu’el hombre nunca nandina di gran lunga avanza l’altre isole; percioché, oltre l’essere copiosa di molte
se querría partir de aquí, y las manadas de los papagayos que ascureçen el sol, y acque e di bellissimi prati e alberi, fra’ quali v’erano molti legni aloe, vi si vedeano
aves y paxaritos de tantas maneras y tan diversas de las nuestras que es maravilla. eziandio certi poggi e colline che le altre isole non avevano, percioch’erano mol-
Y después ha árboles de mill maneras y todos <dan> de su manera fruto, y todos to piane; della cui bellezza innamorato l’Ammiraglio, e per far le cerimonie del
güelen qu’es maravilla […]. (CC1 12) possesso, dismontò in terra in alcuni prati di tanta amenità e bellezza, di quante
in Spagna sono nel mese di aprile; e vi si udiva il canto de’ luscignuoli e uccellini
Según Las Casas, Colón habría incluido el «chirriar de las aves» (de nuevo acompañado tanto soave che quasi non sapeva dipartirsene: né solamente volavano su per gli
arbori, ma ancor per l’aria passavano tante squadre di uccelli che oscuravano la
chiarezza del sole, la maggior parte de’ quali era molto diferente da’ nostri. (HC 9)
10
Luzzana Caraci, Scopritori e viaggiatori, t. I, pp. 227-228. En nota a pie de página la editora aclara
el significado de la palabra «parati»: «fermi (per lo stupore); iberismo, da parar, <fermarsi>».
11
«Entro una scrittura fortemente iterativa, giocava soprattutto sull’enumeratio ordinata, quale è quella
che annuncia e segna nei testi di viaggio al Nuovo Mondo le descrizioni edeniche, l’ibi di Pietro Martire, 5. La experiencia diligente
l’allí di Colombo, il quivi di Vespucci, rivelano immediatamente la natura antitetica di quel mondo. I deitti-
ci orientano la scrittura verso immagini lontane, paiono farsi eco letteraria di quel qui dantesco dell’elezione Se ha discutido mucho sobre la capacidad de Colón para registrar con mayor o menor
e del privilegio del canto XXVII del Purgatorio: «Vedi lo sol che’n fronte ti reluce; | vedi l’erbette, i fiori
objetividad y sensibilidad las novedades de la naturaleza americana. En todo caso, es evi-
e li arbuscelli | che qui la terra sol da sé produce» (vv. 133-136). Ma se ai testimoni della scoperta è dato
di superare l’inaccessibilità del giardino dell’Eden, di romperne il divieto, la figura oppositiva dell’antitesi dente el interés y la meticulosidad del Almirante en anotar la mayor cantidad de indicios
e della differenza tra il qui dell’eternità e della perfezione immutabile e l’altrove dell’instabilità corrotta e con los que interpretar el significado del descubrimiento y argumentar ante la Corte su
del mutamento imperfetto, allenta la sua forza discriminante, il suo potere di separatezza. L’inquietudine
dell’antitesi è indebolita, ridotto il suo potenziale drammatico. E l’Eden si fa terra riconosciuta e ricon-
quistata agli uomini», en Pregliasco, M. Antilia. Il viaggio e il Mondo Nuovo (XV-XVII secolo). Torino:
Einaudi, 1992, p. 62. 12
Olschki, Storia letteraria delle scoperte geografiche, p. 16.
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 87 88 Capítulo sexto

propia lectura de los hechos13. Como hemos visto, la lectura de indicios es una estrategia cabellos muy largos e llanos, e gente más astuta e de mayor ingenio, e no cobardes»16.
durante el primer viaje para anticipar el arribo a tierra y, al mismo tiempo, influir sobre Todo esto lleva al Almirante a formular, en abierta contraposición con las autoridades,
el estado de ánimo de la tripulación: gracias a estos indicios Colón defiende con éxito una particular teoría cosmográfica sobre la forma de la tierra:
su decisión de continuar el viaje. Estos signos dan lugar a distintos niveles de interpreta-
ción: en el primer viaje la vista de la hierba flotando en alta mar prueba la cercanía de la Agora vi tanta disformidad como ya dixe; y por esto me puse a tener esto del mun-
tierra; más tarde será considerado un indicio de la cercanía del Paraíso. do, y fallé que no era redondo en la forma qu’escriven, salvo que es de la forma de
En la Relación del tercer viaje (en las dos versiones que conservamos) el relato de los una pera que sea toda muy redonda, salvo allí donde tiene el peçón que allí tiene
eventos del viaje constituye, en realidad, una parte (más bien breve) del contenido de la más alto, o como quien tiene una pelota muy redonda y en un lugar d’ella fuesse
como una teta de muger allí puesta, y qu’esta parte d’este peçón sea la más alta
carta, funcional a la argumentación: la carta comienza y acaba formulando las razones
e más propinca al cielo, y sea debaxo la línea equinoçial, y en esta mar Ocçéana
del Almirante sobre la oportunidad de la empresa de las Indias; en el centro de estas en fin del Oriente (llamo yo fin de Oriente adonde acaba toda la tierra e islas)»17.
razones está la sospecha de que la entidad del descubrimiento sea mucho mayor de lo
imaginado. Cuando finaliza su relato de los sucesos del tercer viaje Colón emprende Algunos de estos indicios han sido recogidos durante este mismo tercer viaje, pero Co-
sin solución de continuidad una argumentación que lo lleva a elaborar una particular lón se remonta incluso a los hallazgos de la primera travesía para elaborar esta lista. Uno
teoría, con la cual ocupa buena parte de la Relación. Esta se basa en una serie de indicios de los fenómenos registrados durante el tercer viaje es precisamente un evento sonoro: el
recogidos durante la travesía con los cuales advierte la existencia de una línea devisoria del ruido de las aguas en el Golfo de Paria. Como hemos visto, Colón describe amplia-
de los hemisferios situada a cien leguas al oeste de las Azores: mente el potente fragor de las aguas durante el paso de la Boca de la Sierpe y Boca del
Dragón. El relato de esta experiencia sonora cobra un nuevo sentido en la argumenta-
Quando yo nabegué d’España a las Yndias, fallo luego, en pasando çien leguas
ción: la abundante cantidad de agua dulce percibida en el Golfo de Paria (la misma que
a poniente de las islas de los Açores, grandísimo mudamiento del çielo y en las
estrellas y en la temperançia del aire y en las aguas de la mar, y en esto e tomado provocaba las peligrosas corrientes) demuestra la presencia de una gran fuente cercana,
mucha diligençia en la experiençia14. de una dimensión tal que solo puede proceder de la fuente del Paraíso Terrenal (que Co-
lón presuponía, basándose en las autoridades, al extremo oriente, donde él mismo decía
La «diligençia» y meticulosidad con la cual el Almirante ha atesorado su bagaje de expe- encontrarse). Esta enorme cantidad agua tiene además la propiedad de fluir producien-
riencias viene demostrada sucesivamente, en la enumeración de indicios cuidadosamen- do, de hecho, un ruido literalmente ensordecedor: provoca efectivamente la sordera de
te recogidos y clasificados desde la primera travesía atlántica: a cien leguas del oeste de las los habitantes de la zona.
Azores se verifican curiosos fenómenos: en los instrumentos de navegación («las agujas
Sant Esidro y Beda y Damasçeno y Estrabo y el maestro de la Ystoria Escolástica y
de marear […] noruestean una quarta de viento todo entero, y esto es en allegando allí
San Ambrosio y Escoto y todos los sacros teólogos todos conçiertan qu’el Paraíso
aquesta línea, como quien traspone una cuesta»); en la hierba densa que flota en el mar Terrenal es en fin de Oriente, el qual oriente llaman el fin de la tierra yendo al orien-
a partir de ese punto; en el estado – sereno – de la mar («la mar muy suave y llana») y te, en una montaña altísima que sale fuera d’este aire torbolento y donde no llegaron
del viento («bien que vente<e> reçio nunca se lebanta»); en el tiempo y la temperatura las aguas del dilubio, que allí está Elías e Enoque, y de allí sale una fuente y cae el
(«hallo dentro de la dicha raya, hazia Poniente, la temperançia del cielo muy suave y no agua en la mar, y allí haze un gran lago del qual proçeden los quatro ríos sobredichos,
discrepa de la cantidad quiera sea invierno, quier sea en verano»); en la disposición y el que bien qu’este lago sea en oriente y las fuentes d’estos ríos sean divisas en este mundo,
movimiento de las estrellas15. Durante el viaje, una línea divisoria de los hemisferios se- porende que proçeden y vienen allí d’este lago // por catara[n]tes debajo de tierra y
para una zona de «estremos calores» donde es «la tierra muy quemada» y «la gente negra espiran allí donde se been estas sus fuentes; la qual aqua que sale del Paraíso Terrenal
en estrema cantidad» de otra en la cual se halla «temperançia suavíssima, y las tierras y para este lago trahe un tronido y rogir muy grande, de manera que la gente que naze
en aquella comarca son sordos. (CC10 6)
árboles muy verdes y tan hermosos como en Abril en las güertas de Valençia, y la gente
de allí de muy linda estatura y blancos más que otros que aya visto en las Indias, e los
No es la primera vez que Colón registra el ruido producido por las aguas de un río:
durante el primer viaje la descripción de un paisaje de notable belleza coincide con la
13
Sobre la importancia del relato de viaje (y, en concreto, del «viaje de descubrimiento») como expe- referencia al ruido de un río en cuyas arenas los viajeros encuentran indicios de oro (CC1
riencia hermenéutica véase el capítulo Vogaye to Paradise del texto de Margarita Zamora Reading Columbus
(Zamora, M. Reading Columbus. Berkeley: University of California Press, 1993, pp. 95-151).
14 16
Colombo, C., Relazione e lettere, v. II, t. 1, p. 378. Ibidem, p. 84.
15 17
Ibidem, pp. 78-80. Ibidem, p. 82.
Sonoridades en las descripciones de la naturaleza 89

21). Como los ruiseñores, el ruido producido por un río en el primer viaje, podría estar
vinculado a la descripción de un lugar ameno, o podría incluso llevarnos a sospechar que
Colón tuviera ya en mente en el primer viaje la posibilidad de toparse con señales del Pa-
raíso Terrenal. En todo caso, en lo que se refiere a la Relación del tercer viaje, la insistencia
en describir el potente ruido de aquellas aguas que suponían procedentes de un gran río
difícilmente podría no estar relacionada con sus noticias acerca del Paraíso Terrenal y su
ruidosa fuente, tan largamente defendidas pocas líneas más abajo.
El interés de Colón por registrar indicios útiles a la interpretación de las nuevas
tierras descubiertas, necesarios a su vez para defender en la Corte sus argumentaciones
y sus políticas, podría explicar el espacio que dedica en sus escritos a las informaciones
sobre la naturaleza derivadas de los sentidos, entre los cuales tienen un papel importante
las sonoridades escuchadas.
92 Capítulo séptimo

nuestros que era maravilla»). Se pasa casi inmediatamente al intercambio: los indígenas
se acercan a las naves con una serie de regalos («nos traían papagayos y hilo de algodón
en ovillos y azagayas y otras cosas muchas») que ofrecen a cambio («nos las trocavan por
otras cosas que nos les dávamos») de otros objetos europeos: «cuentezillas de vidro y cas-
caveles». El primer contacto entre pueblos de ambas orillas del Atlántico hace coincidir,
pues, el primer espontáneo intercambio económico con la primera información europea
sobre el universo sonoro del ‘Nuevo Mundo’. Un dato que nos habla de la música de
los amerindios precedente al arribo de las naves colombinas (deducible, como veremos,
a través del interés que despiertan en ellos los cascabeles colombinos); pero también de
un nuevo mundo musical donde los ‘límites’ de las dos culturas musicales comienzan a
CAPÍTULO SÉPTIMO aparecer inaprensibles, desde el momento en que, como veremos, los indígenas se apro-
piarán del instrumento advenedizo. Estos cascabeles llevados por los europeos son parte
Un objeto sonoro como objeto de intercambio ya de la historia musical del ‘Nuevo Mundo’.
En los años siguientes, a medida que se estrechan los lazos entre ambas culturas, el
papel de los cascabeles en las relaciones económicas y políticas entre europeos y amerin-
dios irá transformándose. Objeto principal de la ambición de los indígenas desde el pri-
mer viaje, será utilizado sucesivamente como regalo (para asegurar las relaciones con los
indígenas), como objeto de trueque (cuyo valor varía con el tiempo en función de unas
ciertas ‘reglas del mercado’), como moneda y como unidad de medida para el pago de un
tributo. Su uso es ampliamente documentado en la mayor parte de las fuentes consul-
tadas constituyendo una de las más numerosas referencias al mundo de los sonidos. Sin
El 12 de octubre de 1492, llegado a tierra tras la primera travesía del Atlántico conocida,
embargo, su valor sonoro, su empleo en la música o en la danza, son escasamente men-
Cristóbal Colón desciende de la nave para tomar posesión de las tierras descubiertas. La
cionados. Las pocas alusiones a su uso musical nos permiten, no obstante, conocer algo
curiosidad por la ceremonia que los recién llegados celebran reúne a su vez en las cerca-
mejor la cultura de los indígenas, principalmente la de los taínos. De este modo parece
nías a un nutrido grupo de nativos. Las primeras palabras del Almirante (como llama Las
posible vincular la función y la importancia del cascabel como instrumento musical en
Casas a Cristóbal Colón) para describir su primer contacto con ellos, que el copista del
esta cultura con las primeras relaciones socioeconómicas entre amerindios y europeos.
Diario de a bordo reproduce en discurso directo, son las siguientes:

Yo (dize él) porque nos tuviesen mucha amistad, porque cognosçí que era gente
que mejor se libraría y convertiría a nuestra Sancta Fe con amor que no por fue- 1. Cascabeles europeos en las Antillas
rça, les di a algunos d’ellos unos bonetes colorados y unas quentas de vidro que se
ponían al pescueço, y otras cosas muchas de poco valor, con que ovieron mucho Las relaciones y crónicas europeas sobre los cuatro viajes colombinos aluden con gran
plazer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a frecuencia al uso de este objeto sonoro en las relaciones entre europeos e indígenas: los
las barcas de los navíos adonde nos estávamos, nadando, y nos traían papagayos y textos hablan de «cascabeles» o «caxcabeles» (Cristóbal Colón, Bartolomé de Las Casas,
hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocavan por Andrés Bernáldez, Diego Álvarez Chanca), «campanelle» y «sonagli» (en la traducción
otras cosas que nos les dávamos, como cuentezillas de vidro y cascaveles. En fin, italiana que conservamos del texto de Hernando Colón) «scacavelli» (curioso hispa-
todo tomavan y daban de aquello que tenían de buen voluntad, mas me pareció nismo usado por Miguel de Cuneo), «tintinnabula» (Pedro Mártir de Anglería, en su
que era gente muy pobre de todo […]. (CC1 8) versión latina de los hechos), «sonagli» (en la traducción italiana de Angelo Trevisan).
En algún caso se habla también de «sonajas de latón» (Cristóbal Colón – en la copia de
Así pues, la donación y el intercambio de bienes definen el primer contacto conocido Las Casas del Diario de a bordo de Colón – y Las Casas – refiriéndose en la Historia de
entre europeos y amerindios. En primer lugar se realiza una desinteresada – al menos las Indias al mismo pasaje del Diario)1.
aparentemente – donación de objetos por parte de los europeos («les di a algunos d’ellos
unos bonetes colorados y unas quentas de vidro»); recibidos, al parecer, con muestras
de extremo agrado por parte de los indígenas («ovieron mucho plazer y quedaron tanto 1
Aunque, dada la rareza del término ‘sonajas’ en los textos colombinos, cabría dudar si quizá no se
trate de una confusión del copista con las más frecuentes ‘sortijas de latón’.
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 93 94 Capítulo séptimo

Del Diario de a bordo podemos extraer las primeras informaciones sobre este ins- Durante el primer viaje, el 2 de enero de 1493, Cristóbal Colón anota en su Diario
trumento. Aunque no es descrito con precisión, en algunas breves alusiones se habla haber dejado a los treinta y nueve hombres que permanecen en La Española tras el nau-
de objetos de pequeño tamaño y poco peso (en alguna ocasión el Almirante orna con fragio de la Santa María «todas las mercaderías que los Reyes mandaron comprar para
cascabeles las orejas de un indígena), metálico, probablemente de latón, (dice Hernando los resgates, que eran muchas, para que las trocasen y resgatasen por oro, con todo lo
Colón que «quel che più delle cose nostre stimavano era ogni cosa di ottone, e special- que traía la nao»3. Esta información demostraría que algunas mercancías habían sido
mente i sonagli», HC 38) que las bodegas de las tres naves europeas parecen contener en compradas y transportadas en las naves para poder intercambiar durante el viaje. No se
cantidades no despreciables: solo durante el primer viaje se cita el reparto de un impre- especifica en este caso si los cascabeles se incluían entre estas «mercaderías».
cisado número de cascabeles entre los indígenas en once ocasiones. Resultaría más difícil determinar las razones por las cuales el Almirante habría podi-
A mitad del Diario, descubrimos algo más sobre uno de los usos que el objeto podía do considerar los cascabeles una válida mercancía para el intercambio en ausencia de un
tener habitualmente en Europa: se trata de «un cascavel d’estos de pie de gavilano». Los contacto precedente con los habitantes de América. Es posible que esta idea provenga de
cascabeles debían de servir, entre otras cosas, para localizar las aves domésticas a través su experiencia de comerciante y de navegante en tierras lejanas: quizá haya encontrado
del sonido del cascabel que llevaba. Se nos dice, de hecho, en el Tesoro de la lengua caste- en viajes anteriores un modelo de comportamiento en ese sentido. O quizá, como Es-
llana o española que «à los halcones les ponen caίcabeles, para poder raίtrearlos por ellos,
quilache, fuera al corriente de un cierto lugar común según el cual otros pueblos, como
quando el caçador los pierde» (Covarrubias 1611); en un tratado de Girolamo Maggi
árabes y etíopes, son atraídos por el sonido de los cascabeles (NS 7).
publicado en 1664, De tintinnabulis, dedicado a campanas y campanillas, se nos habla
Sobre el valor comercial del objeto para los europeos nos dan una pista segura los tex-
también de objetos sonoros utilizados para ese fin:
tos colombinos, que enfatizan continuamente la desigualdad del intercambio entre el oro
[…] hoy no solo a los cuadrúpedos, sino también a los pájaros, se suelen atar cam- aportado por los taínos y las bagatelas que ‘compraban’ a los europeos (entre otros, cuentas
panillas en el múltiple uso que se hace de ellas. De hecho aquellos que en lengua de vidrio, trozos de escudillas rotas, alfileres, además de los cascabeles), subrayando con
latina llaman los Accipitriari atan con lazos de piel algunas campanillas de bronce, ello, a veces con sorna, la generosidad y la ingenuidad de los indígenas. Hernando Colón se
otras de plata, a las águilas y los gavilanes, tanto pequeños como grandes, por esta refiere a los cascabeles con los cuales los europeos contracambian los dones de los indígenas
razón: para que puedan ser fácilmente encontrados cuando se hayan puesto en a su llegada a Guanahaní como «cose di poca stima» y, más adelante, en Jamaica, hablará
vuelo y, posándose entre los árboles y arbustos, no sean visibles2. de ellas como «cose di pochissimo prezzo». Angelo Trevisan se refiere a ellos como «fussare»
(«molti paes<an>i veveno a lo Admirante per havere sonagli et altre fussare che havea, et
Más oscura permanece, sin embargo, la razón del cargamento de cascabeles en el interior lui a l’incontro li dimandò che li portassino de l’oro»), palabra que según Luciano Formi-
de las naves de Colón. Los textos no especifican si para los descubridores los cascabeles
sano se refiere a «bagatelle, cose da niente»4. Como se comentaba más arriba, en una sola
tenían una función en las naves o durante el viaje que no fuera la de moneda de cambio
ocasión se menciona el precio de ciertas «sonajas de latón», refiriéndose quizá a los mismos
en las transacciones comerciales con los indígenas. Se diría, de hecho, que los europeos
cascabeles. Si así fuera, si pudiéramos asimilar estas sonajas a los cascabeles, podríamos fijar
hubieran previsto la posibilidad de utilizarlos para comerciar. Al menos es lo que podría
con exactitud su precio en Castilla en «un maravedí cada una». En todo caso, deducimos
deducirse de los mismos textos. Es el caso, por ejemplo, de un comentario de Las Casas
de los textos que se trata con toda probabilidad de una mercancía de muy poco valor para
a propósito del tercer viaje colombino: en aquella ocasión, según el dominicano, Colón
los europeos.
había carecido de la previsión que durante el primer viaje le había empujado a incluir
este tipo de mercancías expresamente para el intercambio («resgate») con los nativos.
2. Cascabeles entre el regalo y el intercambio
[Jardín de la Reina, 8 de agosto de 1498] […] luego vinieron infinitas canoas,
grandes y pequeñas, llenas de gente, según dice. Después a la tarde, vinieron más
de toda la comarca, munchos [sic] de los cuales traían al pescuezo piezas de oro de El precio con que esa mercancía se adquiere, en cambio, en tierras americanas (por los
hechura de herraduras; parecía que lo tenían en muncho [sic], pero todo lo dieran taínos, se entiende) varía, y el funcionamiento del intercambio/donación de cascabeles
dice por cascabeles, y no los llevaba. Y fue cosa ésta de notar: que un hombre tan parece ir evolucionando ya desde el principio (al menos desde el punto de vista de los
proveído como el Almirante y teniendo voluntad de venir a descubrir, no truxese recién llegados) subsiguiéndose diversas modalidades de distribución de los mismos.
resgates [sic] de diversas maneras, como truxo el primer viaje. Todavía hobo [sic] Durante el primer viaje, y especialmente en los primeros encuentros, los cascabeles
alguno dello, y era muy baxo, que parecía sobredorado. (LCh 79)

3
2
Mía la traducción al castellano del texto de Maggi, en Marinelli, G. L’antro di Vulcano: i fonditori di Colombo, C., Il Giornale di Bordo, v. I, t. 1, p. 222.
4
Agnone. Napoli: Colonnese, [1991], p. 86. Airaldi y Formisano, La scoperta nelle relazioni sincrone, p. 306, nota 154.
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 95 96 Capítulo séptimo

son libremente distribuidos por iniciativa de los europeos: se trata en principio de un lanzas, a cambio de las cuales les da como compensación cascabeles y otros objetos, pro-
regalo desinteresado que el Almirante repartía generosamente o, como se puntualiza en moviendo de este modo la paz y ulteriores intercambios amistosos (CC1 25).
el Diario,
Y como los vieron, hombres y mugeres dan de huir; asegurólos el indio que llevaba
[…] no porque ellos demandassen algo, sino porque le pareçía que era razón y consigo de los que traía, diziendo que no oviesen miedo, que gente buena era;
sobre todo, dize el Almirante, porque los tiene ya por cristianos y por de los Reyes hízolos dar el Almirante cascaveles y sortijas de latón y contezuelas de vidro verdes
de Castilla más que las gentes de Castilla, y dize que otra cosa no falta salvo saber y amarillas, con que fueron muy contentos. (CC1 23)
la lengua y mandarles, porque todo lo que se les mandare harán sin contradiçión
alguna. (CC1 32) En otras ocasiones, la distribución de cascabeles sirve para dar una apariencia de equidad
y de legalidad a los intercambios con los indígenas. Colón dice verse obligado a prohibir
En otras referencias a los cascabeles que contiene el Diario de a bordo del primer viaje a sus hombres estafar a los nativos en sus expediciones en tierra, y a enviar con ellos un
colombino, las donaciones recíprocas de regalos adquieren más o menos la forma del escribano. El Almirante impone poco a poco en la relación entre europeos y taínos el
trueque o de un intercambio improvisado con bienes indígenas. trueque para proteger a estos últimos del engaño del cual, según el punto de vista euro-
Al arribo de las naves colombinas a Fernandina, el 15 de octubre de 1492, se presenta peo, los indígenas eran víctimas.
ante ellas un hombre en canoa, con una serie de objetos, algunos de los cuales pudo re-
conocer el Almirante como dones europeos: «un ramalejo de cuentecillas de vidro y dos [22 de diciembre de 1492] […] el cual enbiava el Almirante para que no consin-
blancas, por las quales cognoscí qu’él venía de la isla de Sant Salvador, y aví<a> pasado tiese hazer a los demás cosa indebida a los indios, porque como fuesen tan francos
a aquella de Sancta María y se passava a la Fernandina»5. Los indígenas empiezan, pues, los indios y los españoles tan cudiçiosos y desmedidos, que no les basta que por
a traer mercancía expresamente para «resgatar» y, además, comienza probablemente una cabo de agujeta, aun por un pedaço de vidrio y d’escudilla y por otras cosas de
no nada les davan los indios cuanto querían, pero, aunque sin dalles algo se los
circulación interna de los bienes introducidos y una incipiente difusión interinsular de
querrían todo aver y tomar, lo qu’el Almirante siempre prohibía. (Giornale p. 192)
noticias sobre los recién llegados («vine a una población, adonde yo surgí e adonde avía
venido aquel hombre que yo hallé ayer en aquella almadía a medio golfo; el qual avía [22 de diciembre de 1492] […] mirando al franco coraçón de los indios, que por
dado tantas buenas nuevas de nos, que toda esta noche no faltó almadías a bordo de la seis contezuelas de vidrio darían y davan un pedaço de oro, por eso mandava que
nao, que nos traían agua y de lo que tenían», CC1 11). ninguna cosa se reçibiese d’ellos que no se les diese algo en pago. (Giornale p. 192)
El 22 de octubre de 1492 tenemos referencia de un intercambio hecho, al parecer,
por iniciativa indígena, aunque no se perciba aún la petición o la búsqueda de una mer- Las referencias a dones de cascabeles y otros objetos se van sucediendo a lo largo del
cancía precisa: Diario de bordo del primer viaje colombino – a medida que se suceden las incursiones
de los europeos en las islas – en formas que alternan la donación ‘desinteresada’, el pago
Toda esta noche y oy estuve aquí aguardando si el rey de aquí o otras personas
deliberado por ofertas indígenas o el intercambio más o menos precariamente organi-
traherían oro o otra cosa de sustançia, y vinieron mucho d’esta gente […]. Traían
azagayas y algunos ovillos de algodón a resgatar el cual trocavan aquí con algunos
zado. En todo caso, en la mayoría de ocasiones la entrega de estos objetos sirve más o
marineros por pedaços de vidro, de taças quebradas, y por pedaços de escudillas menos explícitamente para crear un clima pacífico o para infundir una cierta imagen de
de barro. Algunos d’ellos traían algunos pedaços de oro colgado al nariz, el cual de los europeos entre los nativos.
buena gana davan por un cascavel d’estos de pie de gavilano y por cuentezillas de
vidro, mas es tan poco que no es nada, que es verdad que cualquier poca cosa que A esta razón usé esto con él, de le mandar a alargar, y le di las dichas cosas, porque
se les dé. Ellos también tenían a gran maravilla nuestra venida y creían que éramos nos tuviese en esta estima, porque otra vez quando Vuestras Altezas aquí tornen a
venidos del cielo. (CC1 14) enviar no hagan mala compañía; y todo lo que yo le di no valía quatro maravedís.
(Giornale p. 54)
El 3 de diciembre de 1492 Cristóbal Colón propone en dos ocasiones un particular
contracambio de objetos. En un caso Colón reparte cascabeles, primero para infundir Más adelante, en un episodio ocurrido el 26 de diciembre de 1492 en La Española,
confianza entre los indígenas atemorizados y en fuga. El mismo día, en un momento tenemos noticia de un caso en el cual son los nativos quienes se acercan expresamente
de posible conflicto, Colón pide de nuevo a otro grupo de indígenas sus «azagayas» o en canoa o a nado a las naves europeas para realizar un determinado intercambio, con el
preciso objetivo de obtener cascabeles. Para ello la solicitan directamente a los europeos
con una terminología («chuq chuque») al parecer reconocida por ambas partes (o al me-
5
Colombo, C., Il Giornale di Bordo, v. I, t. 1, p. 56.
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 97 98 Capítulo séptimo

nos así lo interpreta Colón), y ofreciendo a cambio la mercancía que los españoles más relaciones. Por parte de los indígenas, disminuye la inicial timidez sustituida por una
desean: el oro («traía ciertos pedaços de oro, los cuales quería dar por un cascavel», «lla- curiosidad y un interés creciente hacia los europeos, al menos en un principio. Cristóbal
mavan y mostravan los pedaços de oro diziendo ‘chuq chuque‘, por cascaveles», «le roga- Colón anota frecuentes acercamientos de indígenas deseosos de adquirir los objetos de
ron que les mandase guardar un cascavel hasta otro día, porqu’él traería cuatro pedaços los europeos, especialmente cascabeles (CC6 1 y CC7 1).
de oro tan grandes como la mano»). El mismo pasaje reconoce además que los indígenas
los pedían con insistencia «porque otra cosa tanto no deseavan como cascaveles», hasta […] bi el otro día, quando yo estava en Çibao, que quando yo dava un caxcavel
el punto de volverse «locos por ellos» (CC1 34). <a> alguno de los caçiques que, en tomándolo, dava un relaso de sospiro de des-
Este fragmento muestra muy expresivamente el modo en que los europeos viveron canso, como haría un escudero si le diesen una villa. (CC6 1)
una transformación en sus relaciones con los nativos: si inicialmente, el mismo día de
su llegada a las playas antillanas, el cascabel europeo (además de otros objetos) fue pro- Por parte de los europeos, la generosa donación de cascabeles y la total libertad en los pri-
puesto como regalo a los indígenas por los europeos, solo dos meses y medio después se meros contactos vienen sustituidas por una actitud mucho menos diplomática. Reconocido
atestigua la expresa y concreta demanda de cascabeles por parte de los taínos de Haití. Es el valor que los indígenas conceden al cascabel como objeto de intercambio en las Antillas,
la canoa que el 25 de diciembre llega «de otro lugar» quien propone esta vez un preciso Cristóbal Colón reservará estos objetos exclusivamente para la adquisición de bienes.
intercambio, demostrando un conocimiento del objeto de interés de los europeos (el En diversos pasajes documentamos el uso expreso de los cascabeles para la adquisi-
oro) y de las mercancías de su interés que estos transportaban (los cascabeles). Además, ción de vituallas indígenas en La Española. En la Carta a Mosén Pedro Margarite, que
existe ya un código y unas convenciones compartidas que permiten a ambas partes en- contiene las instrucciones dadas por Colón durante la primera expedición al Cibao,
tenderse en este contexto. Todo esto, obviamente, siguiendo solo la versión de los hechos Cristóbal Colón aconseja a Pedro Margarite llevar consigo una buena provisión de cas-
propuesta por Colón. cabeles expresamente para la compra de víveres:

Porque agora la gente no podrá llevar tanto mantenimiento d’esto nuestro como
es nesçesario para el tiempo que han de estar fuera, allá van *** los cuales llevan
3. Cascabeles entre objeto de trueque y moneda
mercadurías de cuentas e cascabeles e otras cosas y llevan mandado, como por vir-
tud de la presente les mando, que por el pan e bituallas que se hallaren a comprar,
Como vemos en la segunda carta del Libro Copiador, ya durante el segundo viaje, Cris- las paguen con las dichas mercadurías, teniendo cuenta d’ellas, poniendo el día y
tóbal Colón valora las posibilidades de introducir a los indígenas en la futura economía lugar donde las hallaron, y que todo lo que dieren de las dichas mercadurías sea
de la colonia, y enuncia una estrategia económica dirigida a introducir a los indígenas en en presençia de la persona que estoviere por el teniente de los contadores mayores,
algo análogo a una ‘economía de mercado’ útil a los fines de los españoles: para que solamente tengan razón e cuenta d’ello. (CC5 1)

[…] la gente toda d’estas tierras andan desnudos, sin tener propios bienes ni ha- En una carta a los Reyes Colón explica a la Corte la estrategia, aconsejada a Pedro Mar-
zer concebto salvo de su vitualla; de todo lo otro tienen en poco, ni cogen salvo garite, de llevar consigo un cargamento de «caxcabeles y contezuelas» para la compra de
para su reparo. Creo yo que, si empeçasen a recibir algo, que ellos por preçio vituallas:
travajarían, porque son enbidiosos ultra manera, y por esto se pornían a apañar
cualquiera cosa qu’ellos supiesen que les baldría presçio; mas yo no sé la lengua Y más fará mosén Pedro, que con esta gente no nos darán cargo los mantenimien-
para lo poner en el arte, ni les demando lo que yo querría, y después beo que no tos, de que traemos muy pocos, como diré después, y comerán de los de los indios,
es bien por agora que conozcan que no<s> deseamos cosa alguna y en espeçial oro, que son muy muchos y muy buenos. Y porque no aya razón de enojar a los indios,
porque, aunque den lo que tienen por poco preçio, de conoçimiento son para yo embié una persona y otra embió el thesorero con caxcabeles y cuentezuelas y
mudar el propósito y lo vender caro si a sus manos se dexase; y por esto se acoxerá otras cosas, que vayan y conpren todos los mantenimientos que con ellos fueren
por V. Al. en todas las minas, que son muchas, como después diré a su tiempo6. menester, e otra persona embió el teniente de los contadores mayores porque en
su preseçia se compre todo y lo que resgatare de oro sea por ant’él; y le embié
Colón parece considerar la cultura de los indígenas ajena al comercio, pero cree posible alcalde y alguaçil y escrivano, porque, como dixe, yo fallé esta gente nuestra tanto
(y deseable) la introducción del concepto de dinero y de retribución. cobdiçiosa qu’es maravilla, y enojan a las vezes a los indios, que no basta castigo
Así, durante el segundo viaje la función del cascabel en las relaciones entre indíge- que yo les do. (CC6 2)
nas y europeos se transformará, en coincidencia con la transformación de esas mismas
Igual función tendrán los cascabeles (juntos a otras mercancías) en Jamaica, ya en el
6
Colombo, Relazioni e lettere, pp. 210-212. cuarto viaje, según el testimonio de Diego Méndez:
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 99 100 Capítulo séptimo

Y en un pueblo que se llama Aguacadiba conçerté con los indios y caçique que Ocanaguarí, que venían a mí y me davan buenos pedaços de oro sin demandar
harían pan caçabe y que caçarían y pescarían y que darían de todas las vituallas al cosa alguna. Verdad es que su fin es que por ello les den algo, mas si no se lo dan
Almirante çierta cuantía cada día y lo llevarían a las naos, con que estuviese allí tanpoco lo demandan, salvo que se van o quedan aí como estatuas. (CC4 1)
persona que gelo pagase en cuentas azules y peines y cuchillos y cascabeles y an-
zuelos y otros rescates que para ello llevávamos. (DMt 4) A cambio de un cascabel, los indígenas de Haití están dispuestos a buscar fatigosamente
el oro, un material escaso y, hasta entonces, de un valor que no merecía tantos esfuerzos:
En los pasajes precedentes los cascabeles sirven, pues, para la adquisición de víveres7. según Colón los indígenas habían reparado poco en él y lo buscaban ahora solo para
Sin embargo, especialmente después del segundo viaje colombino, se supeditará mucho poder obtener a cambio cascabeles y otros objetos europeos («ellos poco se estavan a
más frecuentemente la distribución de cascabeles a la entrega de un objeto bien preciso, catallos salvo agora, por aver estos // caxcaveles y otras cosillas», CC7 1).
el oro, sin que se admita, como precedentemente, algún otro tipo de pago por parte de Más adelante, en el continente americano (ya durante el cuarto viaje) Colón observa
los indígenas. que los indígenas de aquellas tierras por tres cascabeles daban un espejo de oro. Teniendo
en cuenta que los indígenas (siempre según Colón) consideran de gran valor el espejo de
[…] al tiempo que allí estube vinieron muchos indios con gana de caxcaveles y oro por la dificultad de su fabricación, deducimos que el valor asignado a los cascabeles
otras cosillas qu’ellos deseavan, de las quales no se les dava hasta que traían algún europeos debía de ser muy alto:
oro; y luego qu’esto se les deçía, corrían a la ribera y en menos de una ora cada uno
benía con una foja o un caracol lleno de granos de oro. (CC7 1) Quando yo partí de Çaraburú y llegué a esos lugares que dixe, fallé la gente en
aquel mesmo uso, salvo que los espejos del oro quien los tenía los dava por que-
Contrasta esta actitud con la liberalidad precedente: aparecen lejanas las generosas con- quier: muy contentos se tenían con tres caxcabeles de gavilán por el uno, bien que
sideraciones del Almirante, como veíamos más arriba, cuando durante el primer viaje pesasen diez o quinze ducados de peso, y bien que le tienen en más que un celemín
de oro en grano, porque le hazen con gran fatiga. (CC12 1)
[…] les dio cuentas de vidro y sortijas de latón y cascabeles, no porque ellos de-
mandassen algo, sino porque le pareçía que era razón y sobre todo, dize el Almi- Un pasaje lascasiano referente al cuarto viaje habla del «resgate» de noventa marcos de
rante, porque los tiene ya por cristianos y por de los Reyes de Castilla más que las oro por tres docenas de cascabeles:
gentes de Castilla. (CC1 32)
Pedro de Ledesma, el piloto que arriba dixe, depuso en el pleito, de que ya he
Ahora el genovés habla de cascabeles como «mercadurías» pensadas para ‘comprar’, para hecho algunas veces mención, presentado por el fiscal, que en uno de los puertos
que «paguen con las dichas mercadurías». El uso de estas mercancías, además, debe ser por donde andaban entonces, llamado Hurira, se resgataron [sic] noventa marcos
estrictamente controlado por un contable («que todo lo que dieren de las dichas mer- de oro por tres docenas de cascabeles. (LCh 102)
cadurías sea en presençia de la persona que estoviere por el teniente de los contadores
mayores, para que solamente tengan razón e cuenta d’ello»). En otras ocasiones, siempre durante el cuarto viaje, se deduce de estos pasajes de Her-
Sin embargo, también es cierto que si los europeos emplean el cascabel como una nando Colón, aún sin llegar a determinar un precio concreto de la mercancía, la con-
suerte de moneda, el valor de este objeto en las Antillas no parece al principio claramente sideración mayor que llega a darse a los cascabeles en otros lugares como en el Río de
fijado o estipulado por ambas partes. Encontramos en diversos pasajes algunas anotacio- Belén, o en Jamaica.
nes del valor que podían tener los cascabeles en determinadas zonas y en determinados
momentos. En una carta a los Reyes (la segunda del Libro Copiador) Colón declara que Il lunedi a’ IX di genaio entrammo nel fiume Betlem con la nave capitana e la
«se acertó que por un caxcavel davan el peso [en oro] de ocho castellanos», precio que Biscaglina, e subito vennero gl’indiani a barattar quelle cose che avevano, special-
considera extremadamente ventajoso, por lo que añade: mente pesce che dal mare in certo tempo dell’anno entra in quei fiumi, il che pare
incredibile a cui ciò non vede; e ancor barattavano qualche poco d’oro per aghi da
Ya dixe cómo esta gente ninguna cosa tienen en preçio y que, lo que tienen, ansí pomo, e quel che era di più prezzo davano per Ave Marie o campanelle. (HC 50)
lo dan por poco como por mucho, que vía muchos indios, quando yo estava con
[…] il che sodisfece sì a gl’indiani, che per cose di pochissimo prezzo ci portavano
7
quel di che avevamo bisogno, percioché se portavano una o due huttie, che sono
Existe un ejemplo similar ya en el primer viaje (aunque sin citar expresamente los cascabeles) durante
animali come conigli, noi davamo all’incontro per loro un ferretto di stringa, e
la preparación de una breve expedición al interior de Cuba: «[Cristóbal Colón] Dióles [a los enviados, Ro-
drigo de Xerez y Luis de Torres] sartas de cuentas para comprar de comer si les faltase, y seis días de término se portavano fugacce di pace, che essi chiamano <ca>zabí, fatte di radici di erbe
para que bolviesen» (2 de noviembre). grattate, a lor si davano due o tre Ave Marie verdi o gialle, e se portavano cosa in
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 101 102 Capítulo séptimo

quantità, era lor donata una campanella; e talora a’ re o a’ baroni si donava un las personas e aparejos ***, disimulé con ellos y vi que ninguna cosa ay de que
picciolo specchio o una baretta rossa o un paio di forfici, per far loro cosa grata. tanto se agravien y ayan enpacho como de nosotros ir a sus casas. Les dixe que yo
Col qual ordine di riscatto la gente era molto abondante di tutto quel che l’era me dexaría de cavar las minas, si me querían dar en nombre de V. Al. cada quatro
necessario, e gl’indiani senza fastidio della nostra compagnia e vicinanza. (HC 59) lunas llenas la mitad de un caxcavel llenos de oro cada cabeza; y ellos dixeron que
los plazía. (CC8 1)
Por otro lado, se revela la coexistencia de una especie de mercado ‘clandestino’ a pesar de
los controles establecidos por la Corona sobre el comercio con los indígenas: Conociendo la sensación de desagrado de los taínos ante la invasión de sus posesiones
(«vi que ninguna cosa ay de que tanto se agravien y ayan enpacho como de nosotros ir a
Juraron en Sevilla sobre un misal y un cruçifijo de guardar bien el serviçio de V. Al. sus casas») Cristóbal Colón impone a los taínos un tributo de oro a cambio de abando-
y el pro de su hazienda, y que no traerían resgate acá. Les tomó atanto que todo un nar la explotación de las minas, que implicaba, imaginamos, la cercanía de los colonos.
año hize la costa; y después que yo partí de descubrir, se abajó el latón que vino al En este contexto el cascabel pasa a ser unidad de medida de este tributo: la cantidad de
juego como moneda, y la cosa que yo dexé en preçio de un cabo de agujeta <o> de oro viene estipulada tomando como referencia el cascabel.
un caxcavel no lo daría agora por un rollo ni tres gruesas. (CC8 5)
El grado de coacción ejercitado sobre los indígenas para obtener el oro resulta eviden-
te en las condiciones en las que se realiza el pago: los indígenas son obligados a entregar
El Almirante se lamenta ante los Reyes de que el aumento de este comercio, pues los
el tributo en oro descuidando incluso la producción del propio sustento, ya comprome-
nuevos colonos, llegados exclusivamente por interés propio («de doze parte las honze
tido por un contexto cada vez más conflictivo. La escasez de alimentos que esta situación
binieron por cobdiçia», Colón 1992: 346), han ignorado su prohibición, contribuyen-
provoca, da lugar a una gravísima hambruna.
do a ‘devaluar’ el precio del latón y aumentando así el precio del oro. Como vemos,
se concretiza cada vez más una nueva dinámica económica, donde vienen fijados los An començado, mas aunque algunos lo pueden cojer en tres días, el hambre es
precios y estipulada la política económica, y aparece un mundo semántico vinculado al tanta que ninguno lo pueda proseguir. Yo hize esperimentar si hera posible si en
comercio y al mercado (se habla ahora más claramente de «moneda» y «precio»). Ade- tres días lo pudieran cojer, y fallé que algunas personas, que vien savían cogello,
más, se explicita en este fragmento un dato interesante: el material del que están hechos cogen lleno un caxcavel en que avía más de ocho castellanos; verdad es que ay
los cascabeles, el latón, resulta tener un valor propio. lugares y caçiques donde no tienen tan buenos ríos y tan <buen> aparejo como
Con mucha frecuencia el intercambio con cascabeles parece servir, además, para dar otros. Concluí con ellos que me darían el dicho caxcavel a las quatro lunas, e yo
una apariencia de equidad en las relaciones con los indígenas (algo parecido, quizá, a daría al caçique prinçipal un baçín y a los demás ‘tureyes’ en foja, que es latón,
lo que sucedía en el primer viaje cuando Cristóbal Colón tomaba las azagayas de los tanto como el dedo. (CC8 1)
indígenas ofreciendo cascabeles a cambio) o para evitar que haya «razón de enojar a los
indios». Así, por ejemplo, cuando en el segundo viaje los hombres de Colón se apoderan Los indígenas tienen poca práctica en la recolección de oro en los ríos; la escasez y el
de la pesca de un grupo de taínos en ausencia de los últimos, Cristóbal Colón decide hambre azota las tierras; pero a pesar de las dificultades el tributo se instaura. Todos los
compensar a los indígenas con cascabeles: habitantes de La Española tienen la obligación de presentar «cada quatro lunas» una can-
tidad de oro correspondiente a medio cascabel. A cambio se dará al cacique un bacín y
[y] fízele yo <dar caxcaveles y fízele yo> dezir cómo avía mandado tomar todo el a los demás «tureyes», esto es, latón, en una cantidad equivalente a «un dedo». Este canje
pescado y no otra cosa, y por ello le dava aquellos caxcaveles y otras cosas. (CC7 2) de oro por turey no implica la libertad del intercambio: la entrega de oro a los españoles
es en todo caso obligatoria.
Bartolomé de Las Casas añade detalles relativos a los cascabeles. Las Casas se refiere a
4. El cascabel como medida para el pago del tributo ellos como «un cascabel de los de Frandes» y especifica que se utilizan como contenedor
de una cierta cantidad de oro (los indígenas deben entregar una cantidad de oro capaz
Más tarde, ya durante el segundo viaje colombino, la relación entre el oro y los cascabe- de llenar «lo hueco de un cascabel»):
les se transforma ulteriormente, así como la relación entre los forasteros y los indígenas.
En este caso el intercambio como tal, desaparece, o se parece más a una coacción: oro a Impuso el Almirante a todos los vecinos de la provincia de Cibao y a los de la Vega
cambio de paz. Real y a todos los cercanos a las minas, todos los de quatorce años arriba, de tres
en tres meses un cascabel de los de Frandes [sic] (digo lo hueco de un cascabel)
Sobr’esto de<l> buscar del oro me pusieron los indios todos los inconvenientes lleno de oro, <y sólo el rey Manicaotex daba cada mes una media calabaza de oro
que pudieron; e yo, visto que por causa de los mantenimientos e aun por no tener llena, que pesaba tres marcos, que montan y valen ciento y cincuenta pesos de oro
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 103 104 Capítulo séptimo

o castellanos;> [y] toda la otra gente no vecina de las minas [que] contribuyese con e tutta l’altra gente XXV libre di bambagia per ciascheduno. E per saper chi dovesse
un [sic] arroba de algodón cada persona. (LCh 60) pagar questo tributo, fu ordinato che si facesse certa moneta di rame e od’ottone,
la cui figura si mandasse in ogni paga a ciscuno, il qual dovesse portarla al collo,
Resulta un poco enigmático este particular uso del cascabel como unidad de medida. accioché qualunque senza quella fosse trovato, si sapesse costui non aver pagato e si
Desde luego, el cascabel europeo inicial, objeto que suponíamos más bien de pequeño esseguisse in lui alcuna pena. (HC 28)
tamaño, mal podía servir para este fin. Recordemos que, de hecho, Colón habla de la
entrega de una cantidad de oro correspondiente a medio cascabel: parece descartable
que se tratase de uno de esos cascabeles «de pie de gavilano». Una explicación que po- 5. Acercamiento a los ‘cascabeles’ indígenas
dríamos barajar sería que se hubieran asimilado bajo la denominación de ‘cascabeles’
objetos sonoros más parecidos a campanas. Si bien el significado castellano de ambas Parece indiscutible la estima de los indígenas por los cascabeles, percibida y registrada
palabras parece bien delimitado en la época – como se puede comprobar, por ejemplo, por los europeos desde los primeros contactos. Los textos de Cristóbal Colón refieren
consultando las entradas de “campana” y “cascabel” en el Tesoro de la lengua castellana o con frecuencia las expresiones de agrado con que los nativos reciben estos dones durante
española de Covarrubias – alguna confusión podía haberse dado, cuando efectivamente el primer viaje:
en las traducciones de los textos castellanos a otras lenguas se llegan a usar precisamente
[16 de octubre de 1492] Yo a cada uno le mandava dar algo, es a saber, algunas
términos ambiguos como “campanelli” o “tintinnabula”. ¿Contamos, quizá, con otros contezillas, diez o doze d’ellas de vidro en un filo, y algunas sonajas de latón d’estas
cascabeles de tamaño mayor y con una abertura de un diámetro que permitiese utilizar que valen en Castilla un maravedí cada una, y algunas agujetas, de que todo tenían
un cascabel como recipiente? ¿Se trataba siempre de instrumentos traídos de Europa o en grandissima exçelençia […]. (CC1 11)
era un objeto autóctono? Parecería, además, que estos cascabeles habrían debido tener
una capacidad más o menos determinada, para que pudieran servir eficazmente como [21 de octubre de 1492] Después se llegaron a nos unos hombres d’ellos, y uno se
unidad de medida homologadora. En todo caso, ¿de dónde pudo haber surgido la idea llegó del todo a qui yo di unos cascaveles y unas cuentezillas de vidro y quedó muy
de utilizar estos instrumentos como recipientes? No parece que el uso europeo de los contento y muy alegre; […]. (CC1 13)
cascabeles (ni de las campanas) en la época previese esa función. Y de hecho se intuye en
los textos de los cronistas que hablan del argumento sin haber estado presentes un cierto [3 de diciembre de 1492] […] hízolos dar el Almirante cascaveles y sortijas de
embarazo en su explicación más bien didascálica del detalle – «un cascabel de los de latón y contezuelas de vidro verdes y amarillas, con que fueron muy contentos.
Frandes [sic] (digo lo hueco de un cascabel) lleno de oro» (LCh 60); «un sonaglio grosso (CC1 23)
pieno d’oro in polvere » (HC 28) – donde los textos colombinos que ellos mismos han
tomado como referencia, en cambio, resultaban más bien parcos. El deseo de cascabeles por parte de los indígenas antillanos llamará la atención a los cro-
Las modalidades de recaudación de este impuesto resultan más detalladas en la ex- nistas europeos en más de una ocasión. Bartolomé de Las Casas muestra la asombrosa,
plicación que sobre el tema hace el texto de las Historias del Almirante, de Hernando casi obsesiva, afición de los indígenas por los cascabeles europeos a través de una curiosa
Colón. Según este texto, el dono de latón (o cobre) por parte de los colonos responde anécdota que sugiere, además, que no solo eran los europeos quienes tenían la impresión
a la necesidad de atestiguar la realización del pago del tributo («per saper chi dovesse de participar (como ganadores) en un intercambio desigual:
pagar questo tributo») y la ejecución de una pena sobre aquellos que faltaran al deber
Y después [ni] aquí ni en este tiempo acaeció lo que contaré – porque fue después,
(«qualunque senza quella fosse trovato, si sapesse costui non aver pagato e si esseguisse in cuando el Almirante vino el siguiente viaje a esta isla poblar –, pero, pues viene a
lui alcuna pena»). La entrega de un bacín y de turey sirve, pues, para identificar a todos propósito, quiérolo decir. Vino un indio a resgatar [sic] con los cristianos un cas-
aquellos que han realizado la entrega y castigar la evasión del pago: cabel, y trabajó de sacar de las minas o buscar entre sus amigos hasta medio marco
de oro, que contiene veinte y cinco castellanos o pesos de oro que traía envueltos
Con la prigionia di costui e con la vittoria ottenuta sucessero le cose de’ cristiani en unas hojas o en un trapo de algodón. Y, llegado a los cristianos, dixo que le
così prosperamente che non essendo allora più che DCXXX e la maggior parte am- diesen un cascabel y que daría aquel oro que traía allí por él. Ofrecido por uno de
malati, e molti di lor donne e fanciulli, nello spazio di un anno che lo Ammiraglio los cristianos un cascabel, teniendo en la mano izquierda su oro, no queriéndolo
scorse per l’isola, senza che fosse astretto a sfoderar più la spada, la ridusse tanto dar, dice «Daca el cascabel», extendiendo la derecha; dánselo y, cogido, suelta su
obediente e quieta che fu da tutti promesso di pagar tributo a’ Re Catolici ogni tre medio marco de oro y vuelve las espaldas y da a huir como un caballo volviendo
mesi; cioè di quelli che abitavano in Cibao, ove erano le miniere dell’oro, pagasse munchas [sic] veces la cara atrás temiendo si iban tras él por haber engañado al que
ogni persona maggior di quatordici anni un sonaglio grosso pieno d’oro in polvere, le dio un cascabel por su medio marco de oro. (LCh 40)
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 105 106 Capítulo séptimo

En numerosísimas ocasiones los textos nos explican que los taínos creían que los euro- por las culturas antillanas y llegó a ocupar un lugar importante en su cultura musical. Se
peos «venían del cielo». De hecho Las Casas sugiere en otro pasaje de la Historia de las convirtió así en un objeto de la ambición de los indígenas.
Indias que los indígenas apreciaban los cascabeles y otros objetos europeos en cuanto Según una información de Miguel de Cuneo, durante el segundo viaje fueron repar-
procedentes, como los europeos, de otra dimensión: tidos entre los indígenas diversos objetos: los indígenas prefirieron los cascabeles y se los
aplicaron al cuerpo, en las orejas y en la nariz, que habían sido expresamente agujereados
Y porque iba muy cerca de tierra, eran sin número los indios de la isla que venían para esa función, según el genovés).
con sus canoas a los navíos creyendo que habían descendido del cielo, trayéndoles
del paz cazabí suyo y agua y pescado y de lo que tenían, ofreciéndoselo a los cris-
Fussimo adonca in terra et li apresentassimo de nostre cose et, tra le altre, scaca-
tianos con tanta alegría y regocijo, sin pedir cosa por ello, como si por cada cosa
velli [sic], li quali hebeno più accepti che tute le altre cose et li quali di subito se
hobieran [sic] de salvar las ánimas; puesto que el Almirante mandaba que todo se
apicorno a le orechie et il naso, cioè il mezzanino, hano tuti, homini et femini,
lo pagasen dándoles cuentas de vidro [sic] y cascabeles y otras cosas de poco valor,
pertusati per ciò fare. (MC 7)
de lo cual iban contentísimos pensando que llevaban cosas del cielo. (LCh 53)
Se deduciría, pues, que la aplicación de este tipo de objetos en el cuerpo (probablemente
Sin embargo, la preferencia específica por los cascabeles sobre todas las otras mercancías, con el objeto de crear sonido con el movimiento del cuerpo) era ya prevista en la cultura
enfatizada en multitud de ocasiones en los textos, podría responder a un motivo vincu- nativa8.
lado a lo musical. A propósito del episodio del 25 de diciembre de 1493 relatado por Por otro lado, de los mismos textos podríamos deducir la coexistencia de distintos
Colón, Bartolomé de Las Casas añade a su narración de la Historia de las Indias algunas tipos de instrumentos. Tras la sola palabra ‘cascabel‘ podría esconderse una multitud de
informaciones sobre la cultura indígena que permiten imaginar el punto de vista y las formas y tamaños de sonajeros. De hecho, hemos visto que, si por un lado los cascabeles
posibles motivaciones estrictamente musicales de los indígenas: más usados al inicio debían de ser de pequeño tamaño, y destinados a la ornamentación
del cuerpo (por ejemplo, las orejas) con el probable objeto de enriquecer sonoramente
Entretanto que él hablaba con el Almirante, vino otra canoa de otro lugar o pueblo
que traía ciertos pedazos de oro, los cuales quería dar por un cascabel, porque otra
la danza, por otro lado el uso que se da en este contexto de ‘cascabeles’ como recipiente
cosa tanto no deseaban. La razón era porque los indios desta isla, y aun de todas las contenedor, haría creer en la familiaridad indígena con un objeto indudablemente ma-
Indias, son inclinatísimos [sic] y acostumbrados a muncho [sic] bailar; y, para ha- yor, semejantes, quizá, a los que, según Izikowitz, podían encontrarse en el continente
cer son que les ayude a las voces o cantos que bailando cantan y sones que hacen, americano9. Si la confusión entre ‘cascabel’ y ‘campana’ aparecía como una posibilidad
tenían unos cascabeles muy sotiles hechos de madera muy artificiosamente, con más bien remota, la confusión con otro tipo de instrumentos nativos nos parece menos
unas pedrecitas [sic] dentro, los cuales sonaban pero poco y roncamente. Viendo improbable. Por nombrar un caso coetáneo de coexistencia de sonajeros de distintos
cascabeles tan grandes y relucien||tes y tan bien sonantes, más que a otra cosa se tipos en otro contexto, traemos a colación el texto poco posterior de Jean de Léry sobre
aficionaban, y cuanto quisiesen por ellos o cuanto tenían curaban por habellos de los tupinambá, con una descripción de instrumentos más o menos identificables como
dar. <Llegando cerca de la carabela, levantaban los pedazos de oro, diciendo Chu- distintos tipos de idiófonos por sacudida:
que, chuque, cascabeles, que querían decir: «Toma y daca cascabeles»>. (LCh 40)
[…] cogen un cierto fruto del mismo tamaño y, en cierto modo, parecido por for-
De la glosa del dominicano obtenemos por otra parte una interesante descripción de ma a una castaña de agua, que posee una cáscara muy consistente. Seco como está,
un instrumento musical antillano y de su uso. Se trataría, según la explicación de Las le quitan el corazón y en su lugar introducen piedrecillas. Enhebran juntas muchas
Casas, de un objeto de madera, análogo, al parecer, al cascabel europeo («cascabeles muy de estas castañas, hacen con ellas perneras que, atadas a sus piernas, producen
sotiles hechos de madera»), en cuyo interior los taínos introducían pequeñas piedras, y tanto ruido como el que harían conchas de caracoles dispuestos al mismo modo,
fabricados «muy artificiosamente» para acompañar la danza. Las Casas explica que los
8
indígenas son «inclinatísimos y acostumbrados a muncho bailar» y que los cascabeles En el Diario Colón anota que «fallaron uno que avía al nariz un pedaço de oro que sería como la
contribuían a la música y al baile («para hacer son que les ayude a las voces o cantos que mitad de un castellano» (miércoles, 17 de octubre); «Algunos d’ellos traían algunos pedaços de oro colgado
al nariz» (22 de octubre); «El Almirante no vido a alguno d’ellos oro, pero dize que vido a uno d’ellos un
bailando cantan y sones que hacen»). El entusiasmo indígena por los cascabeles, que pedaço de plata labrado colgado a la nariz» (1 de noviembre); «Traía esta muger un pedacito de oro en la
tanto maravilla a los primeros europeos, obedecería, pues, según Las Casas, a una moti- nariz, que era señal que avía en aquella isla oro» (12 de diziembre).
vación estrechamente vinculada a la música: el cascabel metálico europeo – considerado 9
«The sizes of the Mexican hawk bells vary considerably. Asandaux and Rivet reproduce one from
por los taínos musicalmente más apropiado, más «bien sonante», que su supuesto homó- Azcapotzalco in the valley of Mexico which is 12.2 cm long» (Izikowitz, K.G. Musical and other Sound
Instruments of the South American Indians.A comparative Ethnographical Study. Göteborg: Kungl Vetenskaps
logo antillano (ya que sus cascabeles «sonaban pero poco y roncamente») – fue adoptado och Vitterhet Samhalles Handlingar, 1935, pp. 81-82).
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 107 108 Capítulo séptimo

o las campanillas en uso entre nosotros, de las cuales se muestran muy deseosos Las Casas nos ofrece una síntesis de las dos acepciones e plantea hipótesis sobre su doble
cuando se las llevamos. Hay más. Además, en aquel país hay un árbol que produce significado en la cultura indígena. En el capítulo 60 del Libro Primero, durante el relato
un fruto grueso como un huevo de avestruz y con la misma forma. Los salvajes lo del primer viaje, explica que los indígenas atribuían una enorme valor a los objetos de
horadan por el centro como en Francia los niños lo hacen con las nueces gruesas latón, que denominaban «turey», vinculándolo al cielo («[l]lamábanle turey, como a cosa
para hacer molinillos. Después lo vacían e introducen piedrecillas redondas o bien
de cielo, porque al cielo llaman turey»). Según el dominicano, el valor de este material
pepitas de su grueso mijo. En fin, atravesándolo con un grueso bastón de un pie
y medio de largo, obtienen un instrumento llamado Maraca. Nuestros brasileños
venía reconocido a través del olor que emanaba («hallaban en él tal olor que lo estimaban
lo mantienen habitualmente en la mano haciéndolo resonar más fuerte que una por muncho [sic] precio»):
vejiga de cerdo rellena de guisantes10.
Después vino un marinero de los que habían lleva [do] la ropa de la nao a tierra,
el cual dixo al Almirante que || era cosa de maravilla ver las piezas de oro que los
cristianos que estaban en tierra con la ropa de haber resgatado [sic] por casi nada,
6. El turey tenían, y que por una agujeta y por un cabo della les daban pedazos que pesaban
más de dos castellanos, y que creían que no era nada con lo que esperaban que
Hemos visto, por otro lado, que como prueba del pago del tributo, se entrega a los desde a un mes habrían. Toda cosa de latón estimaban en más que otra ninguna, y
indígenas un objeto de latón, o «tureyes», en palabras de Cristóbal Colón. La relación por eso, por un cabo de agujeta daban sin dificultad cuanto en las manos tenían.
entre europeos y amerindios se complica a través de este nuevo elemento en la tríada Llamábanle turey, como a cosa de cielo, porque al cielo llaman turey. Olíanlo luego
oro/cascabeles/latón. A propósito de la palabra «turey», encontramos interpretaciones de y como si en olerlo sintieran que venía del cielo; y, finalmente, hallaban en él tal
cronistas y testimonios de la conquista que la identifican con frecuencia con la palabra olor que lo estimaban por muncho [sic] precio. Y así hacían a una especie de oro
indígena para designar el latón, pero también, en ocasiones, con el término correspon- baxo que tenía la color que tiraba a color algo morada y que ellos llamaban guanín;
por el olor cognoscían [sic] ser fino y de mayor estima12.
diente a «cielo». Diego Álvarez Chanca, testigo directo de la primera colonización de La
Española, vincula el vocablo indígena «turev» con las divinidades indígenas y lo traduce
precisamente como «cielo». En alguna otra referencia, Las Casas alarga ligeramente el significado de la palabra «tu-
rey» para designar también a otros metales traídos por los europeos y desconocidos a los
Todos dizen que quieren ser cristianos, puesto que verdaderamente son idólatras indígenas:
porque en sus casas ay figuras de muchas maneras, yo les he preguntado qué es
aquello, dízenme que es cosa de «Turev», que quiere dezir cielo; yo acometí a que- […] los indios llamasen al latón nuestro turey, e a los otros metales que habíamos
rer echárselos en el fuego e hazíaseles de mal que querían llorar, pero ansí piensan traído de Castilla, por la grande estima que dellos tenían como cosa venida del
que cuanto nosotros trahemos que es cosa del cielo que a todo llaman «turev», que cielo, porque llamaban turey al cielo, y así hacía joyas dellos, en especial del latón
quiere dezir ‘cielo’11. […]13.

A propósito del tercer viaje colombino Las Casas describe nuevamente al turey de los
10
«[…] ap[r]es qu’ils ont cueilli vn certain fruict qui eίt de la groίίeur, & aucunement aprochant de la taínos de La Española con parecidos términos. Además, en este pasaje aparecen juntos
forme d’vne chaίtagne d’eau, lequel a la peau aίίez ferme: bienίec qu’il eίt, le noyau oίté, & au lieu d’icelui los objetos de latón y los cascabeles como objetos del máximo interés para los indígenas:
mettans de petites pierres de- {Sōnettes compoίees de fruits}dans enfilant pluίieurs enίemble, ils en font des
iamberies, leίquelles liees à leurs iambes, font autant de bruit que feroyent des coquilles d’eίcargots ainίi Martes, 7 de agosto [durante el tercer viaje colombino], vinieron infinitos indios
diίpoίees, voire preίque que les sonnettes de par deçà, deίquelles auίίi ils ίont fort conuoiteux quand on leur por mar y por tierra, y todos traían de su pan y maíz y cosas de comer y cántaros de
en porte. Maraca, {Maraca: inίtrumēt bruyant, fait d’vn gros fruit} Outreplus, y ayant en ce pays-là vne ίorte brebaje, dellos blanco como la leche, de sabor de vino, dello verde y dello de color
d’arbre qui porte ίon fruit auίίi gros qu’vn œuf d’Auίtruche, & de meίme figure, les Sauuages l’ayant percé cargado; cree que todo sea de frutas. […] No se daban nada por cuentas; dieron
par le milieu (ainίi que vous voyez en France les enfans percer de groίίes noix pour faire des molinets) puis
cuanto tuvieran por cascabeles, y otra cosa no || [de]mandaban; hacían muncho
creuίé & mis dans icelui de petites pierres rondes, ou bien des grains de leur gros mil, duquel il ίera parlé
ailleurs, paίίant puis apres vn baίton d’enuiron vn pied & demi de long à trauers, ils en font vn inίtrument [sic] por el latón <y no dexaban cabos de agujetas que no pedían>. Esto es cierto:
qu’ils nomment Maraca: lequel bruyant plus fort qu’vne veίίie de pourceau pleine de pois, nos Breίiliens ont que lo estimaban muncho [sic]; y daban en esta Española por un poco de latón
ordinairement en la main». (Traducción al castellano mía, a partir de Buccio, D. “Vicissitudini sonore in tre cuanto les pidieran de oro que tuvieran; y así creo que fue siempre en todas estas
resoconti di viaggi compiuti in Brasile nel XVI secolo”. En Per una storia dei popoli senza note. Atti dell’Atelier
del Dottorato di recerca in Musicologia e Beni Musicali (F.A. Gallo). Ravenna, 15-17 ottobre 2007, ed. Paola
Dessì, pp. 345-381. Bologna: Clueb, 2010, p. 359). 12
Las Casas, Historia de las Indias, p. 641.
11
Unali, Le scoperte di Cristoforo Colombo, p. 52. 13
Ibidem, p. 921.
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 109 110 Capítulo séptimo

Indias a los principios. Llamábanlo turey, cuasi venido del cielo, porque al cielo and legends. Furnished with iridescence and exotism, brass had what it took to
llamaban tureyro. Hallan en él no sé qué olor que a ellos mucho les agrada. Aquí appeal to the locals as sacred matter16.
dice ahora el Almirante que todo cuanto les daban de Castilla, lo olían luego que
se lo daban. (LCh 78) Entre los objetos encontrados en las tumbas se hallaban además cascabeles de guanín,
una aleación de oro, cobre y plata típica de la metalurgia en Centro y Sudamérica, que
Así pues, de los textos deducimos que cascabeles y objetos de latón en general consti- no existía en las Antillas17: también el guanín era un material sagrado entre los taínos y
tuían la mercancía europea más demandada por los taínos. Se separan a veces en dos ca- quizá la importancia del objeto radicaba principalmente en el material del que estaba
tegorías distintas los cascabeles y el latón y se enfatiza la preponderancia de los cascabeles hecho. Su presencia en Cuba se debe probablemente a vías de comercio de los taínos con
sobre cualquier otra mercancía (incluso sobre otros objetos de latón). el continente americano. Parece ser, según fuentes posteriores (Historia de Yucathan de
Cogolludo) que los cascabeles eran usados efectivamente en el continente como moneda
Portavano panni ben tessuti di varii colori, di bambagia, della grandezza di fac- de cambio:
ciuoli, alcuni maggiori e altri minori, e quel che più delle cose nostre stimavano
era ogni cosa di ottone, e specialmente i sonagli. (HC 38) La moneda que usaban eran campanillas, y cascabeles de cobre que tenían el valor,
segun la grandeza, y unas conchas coloradas, que se traían de fuera de esta tierra,
Podría plantearse, de hecho, la posibilidad de que el valor atribuido a los cascabeles eu- de que hazian sartas al modo de rosarios. Tambien servian de moneda los granos
ropeos por parte de los indígenas estuviera ligado al menos en parte al material con que de cacao, y de estos usaban mas en sus contrataciones, y de algunas piedras de
estaban hechos más que a su valor meramente sonoro. valor, y achuelas de cobre traìdas de Nueva España, que trocaban con otras cosas,
Recientes estudios arqueológicos en el cementerio indígena de El Chorro de Maíta, como en todas partes sucede18.
en Cuba14, pone de relieve la importancia de ciertos metales en la cultura de los taínos y
el valor que llegaron a adquirir los metales recién llegados de Europa: los taínos no du- De hecho, encontramos un pasaje de Hernando Colón correspondiente al cuarto viaje
daron, de hecho, en incluir entre los objetos sacros con los cuales enterraban a personajes colombino que describe el cargamento de una canoa de indígenas procedentes de la
de alto nivel social objetos de metal procedentes de Europa (de latón, aleación que de tierra firme llena de mercancías para el comercio en la zona, entre las que se enume-
hecho era desconocida en América antes de la llegada de los europeos), demostrando, raban cascabeles metálicos (de cobre, según Hernando Colón): en realidad una forma
además, la rápida adopción de estos elementos foráneos. Como explican los responsables de comercio de cascabeles con el continente americano debía de existir ya antes de la
del estudio, llegada de los europeos. Si así fuera, un comercio de este tipo precedente a la llegada de
los españoles podría haber favorecido la rápida acogida de los cascabeles europeos entre
[…] turey or brass only entered the Caribbean after the conquest, but it was soon los indígenas de Antillas y Bahamas. Y, quizá, habrían podido condicionar o influenciar
entrenched in the local metal value system with a very high rank. […] Functional las primeras relaciones entre ambas sociedades desde el momento mismo en que fueron
European brass was thus conceptually transformed into ornamental Taíno turey utilizaron como dones.
and integrated into their symbolic system15.
Presa adunque la canoa senza contrasto da’ nostri, fu condotta a’ navigli, dove
Los taínos vinculaban el brillo propio del latón con el brillo del cielo y su remota proce- l’Ammiraglio rese molte grazie a Dio, vedendo egli che in un istante e senza fatica
dencia aumentaba su valor: né pericolo de’ suoi gli piacea dargli mostra di tutte le cose di quella terra. Là
onde commandò che si togliesse di essa quel che a lui parve esser di maggior vista
The word turey denoted the bright part of the sky and a remote origin. Like gua- e prezzo, cioè alcune coperte e camiciuole di bambagia senza maniche, lavorate
nín, turey was a heavenly matter with peculiar appearance and smell, coming from
remote origins and imbued with sacredness. This high appreciation of the Euro-
pean metal amongst Taíno must have developed very quickly, as it appears docu- 16
Ibidem, p. 202.
17
mented in most of the early 16th-century sources and is included in Taíno myths «These guanín objects are the only examples of gold-copper-silver alloys to be found in Cuba and
there is currently no archaeological or historical evidence for metal smelting in indigenous contexts in the
Caribbean […]. However, these are distinctive stylistic similarities between these guanín objects from El
14
Valcárcel Rojas, R. et al. “Oro, guanines y latón. Metales en contextos aborígenes de Cuba”. El Caribe Chorro de Maíta and examples found in Colombian archaeological contexts […]. Therefore it appears that
Arqueológico, 10, pp. 116-131; Martinón-Torres, M., et al. Metals, microanalysis and meaning: a study of these ternary alloys found at El Chorro de Maíta were not produced locally but were imported from conti-
metal objects excavated from the indigenous cemetery of El Chorro de Maíta, Cuba. Journal of Archaeological nental South America» (Ibidem, p. 199).
Science, 2007, 34, pp. 194-204. 18
López Cogolludo, D. Historia de la provincia de Yucathan. Madrid: Juan García Infanzón, 1688,
15
Ibidem, p. 202. p. 133.
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 111 112 Capítulo séptimo

e dipinte di diversi colori e lavori, e alcuni facciuoli co’ quali coprono le parti Volviendo a los textos, Las Casas, como hemos visto, describía el lugar de los casca-
vergognose, dell’istesso lavoro, e lenzuola con le quali si copriano le indiane della beles en la música y en la cultura de los nativos antillanos: su importancia parecía sin
canoa, come sogliono coprirsi le more di Granata; e spade di legno lunghe, con lugar a dudas vinculada a las posibilidades musicales del cascabel traído por los europeos.
un canale da ogni banda de’ fili, a quali erano attaccati con filo e pece rasoi fatti di Las Casas describe asímismo las cualidades del latón que interesan a los indígenas: por
pietra focaia, che fra uomini nudi tagliano come se fossero di acciaio; e manarini
su brillo, los taínos atribuían al latón un valor simbólico que lo vinculaba al cielo y en él
di tagliar legna, simili a quei di sasso che usano gli altri indiani, salvo che questi
erano di buon rame; e pur di quel metallo portavano sonagli di punte insieme con
valoraban además determinadas cualidades olfativas.
crisoli per fonderlo poi […]. (HC 43) Nada nos induce a pensar, por otro lado, que una cosa tenga que excluir la otra: el
cascabel podría haber atraído a los indígenas por ambos motivos, esto es, por el valor
Fenómenos de ese tipo que implicasen la recepción de cascabeles de metal a través del intrínseco del latón en sí y por el sonido que era capaz de producir. Para ilustrarlo po-
comercio, podrían haberse dado con relativa frecuencia. Izikowitz recoge en su texto so- dríamos aprovechar el siguiente pasaje. Se trata de un supuesto episodio de la conquista
bre los instrumentos musicales en América diversas opiniones favorables en ese sentido: de La Española narrado por Las Casas en la Historia de las Indias donde nos muestra el
interés de los indígenas por un cierto turey traído por los forasteros, que era ‘capaz de
Furthermore, specimens [of metal hawk bell] are found in Chiriqui, Costa Rica, hablar’. Se trataba de la campana de la iglesia del asentamiento europeo de La Isabela:
Honduras, Yucatan and in other states of Mexico. Fewkes mentions them from
the Pueblo ruins and asserts they have been found also in several ruins in Arizona. Oído [el cacique indígena Caonabó] que le traían turey, alegróse muncho [sic];
He does not believe they were made by the Pueblo Indians themselves, but rather mayormente que, como tenía nueva de una campana que estaba en la iglesia de
that they were introduced through trade. The same in presumably the case with la Isabela y le decían los indios que la habían visto que un turey que tenían los
the most northern find in the Citico Mound in Tennessee19. cristianos hablaba – estimando cuando tañían a misa y se allegaban todos los
cristianos a la iglesia por el sonido della, que porque la entendían hablaba – y por
¿Pero el cascabel en el Caribe recibía un valor debido a su uso como moneda de cambio esto deseábala muncho [sic] ver y, porque se la truxesen a su casa, la había algunas
en ese o en otros contextos o era en sí mismo un objeto de la ambición de los indígenas veces, según se dixo, enviado al Almirante a pedir. (LCh 57)
por alguna de sus características específicas? En todo caso, se deduciría más bien los se-
gundo, visto que los indígenas solicitan expresamente los cascabeles pero no los ofrecen El relato refiere la enorme curiosidad que despierta el sonido de la campana entre los
como objeto de intercambio para obtener otras cosas. taínos, y especialmente en el cacique Caonabó, hasta el punto de consentir este último el
A juzgar por las fuentes escritas que hemos analizado, parece, en todo caso, indudable acceso a su poblado de un grupo de españoles que aseguraban llevar consigo la campana
que el cascabel de latón tenía probablemente un valor en sí mismo por el mero hecho de como presente, a pesar del temor y la desconfianza que éstos le inspiraban.
ser metálico. Por otro lado, el supuesto término indígena citado anteriormente, «chuq
Llegado Hojeda a la tierra y pueblo del rey Caonabó, que se decía la Maguana,
chuque», con la cual los taínos designarían (según Cristóbal Colón) los cascabeles, ha
[…] apeado de su caballo y espantados todos los indios de lo ver, porque al princi-
sido interpretada como una palabra de origen onomatopéyico (Samuel Eliot Morison la
pio pensaban que era hombre y caballo todo un animal, dixeron a Caonabó cómo
apoya20 y Juan Gil, aunque con reservas, admite esta explicación entre otras)21. Si así fuera eran <venidos> allí cristianos que enviaba el Almirante, […] y que le traían un
vendría reforzada la hipótesis sobre la consideración de los cascabeles en función de su va- presente de su parte, que llamaban «turey de Vizcaya». (LCh 57).
lor sonoro, desde el momento en el que se les identifica imitando el sonido que producen.
En realidad, el grupo de conquistadores liderado por Alonso de Hojeda pretendía con
19
Izikowitz, Musical and other Sound Instruments, p. 77. esta estratagema acceder al poblado para capturar a Caonabó, aprovechando, de hecho,
20
«Cuando aún recibía consuelos de Guacanagarí, llegó una canoa de otro lugar, los remeros ansiaban las ideas de los indígenas alrededor del latón y de los metales traídos por los extranjeros.
tanto poseer cascabeles que se paraban, mostrando trozos de oro y gritaban ¡Chuque! ¡Chuque!, para imitar Caonabó permite la entrada al grupo de españoles imaginando que se tratase de la famo-
el sonido de esos adminículos pequeños y tintineantes que ellos se desvivían por conseguir» (Morison, El sa campana: Alonso de Hojeda le ofrece en cambio grillos y cadenas haciéndoles creer
almirante de la mar Océano, p. 420).
21
«Es muy probable que tengan razón los que piensan que se trata de una onomatopeya – en todo caso
que se tratase de objetos adecuados para el baile que los «reyes de Castilla se ponían […]
una onomatopeya algo extraña y apagada para designar el ruido de los cascabeles –. Así y todo, me viene por gran joya cuando hacían areítos, que eran bailes, y festejaban»22.
sin querer a la mente otro dato del buen señor De la Fosse: que oro en Guinea se decía chocqua. ¿Es que
22
el Almirante está trasponiendo a las Antillas el recuerdo de aquellos negros que al aproximarse a la costa De alguna manera la idea de prender a Caonabó con engaño está ya presente en una de las cartas co-
los bateles portugueses, salían a su encuentro alborozados gritando chocqua chocqua?» (Colón, C. Textos lombinas a los Reyes, en la tercera carta del Libro Copiador: «[…] tengo hordenado, que con maña lo tomen
y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales. C. Varela, ed.; introducción de J. Gil y C. [al cacique Caonabó]: que vaya alguna persona con algún presente a él en mi nombre y le adomestique fasta
Varela. 2ª reimpr. De la 1ª ed. Madrid: Alianza, 1989, p. XL). qu’él pierda el miedo, y lo tome sin muerte, porque sabremos d’él toda la verdad [a propósito de la muerte
Un objeto sonoro como objeto de intercambio 113

El ardid fue aqueste: que como los indios llamasen al latón nuestro turey, e a los
otros metales que habíamos traído de Castilla, por la grande estima que dellos
tenían como cosa venida del cielo, porque llamaban turey al cielo, y así hacía joyas
dellos, en especial del latón, llevó el dicho Alonso de Hojeda unos grillos y unas
esposas muy bien hechas, sotiles y delgadas y muy bien bruñidas y acicaladas, en
lugar de presente que le enviaba el Almirante, diciéndole que era turey de Vizcaya,
como si dijera cosa muy preciosa venida del cielo, que se llama turey de Vizcaya.
[…] Así que holgó que Hojeda entrase adonde él estaba; y díxose que Hojeda se
hincó de rodillas y le besó las manos y dixo a los compañeros: «Haced todos como
yo». Hízole entender que le traía turey de Vizcaya y mostróle los grillos y esposas
muy lucias y como plateadas, y, por señas y algunas palabras que ya el Hojeda en-
tendía, hízole entender que aquel turey había venido del cielo y tenía gran virtud
secreta y que los guamiquinas o reyes de Castilla se ponían aquello por gran joya
cuando hacían areítos, que eran bailes, y festejaban. […] Lo que platicábamos el
tiempo que digo era que Caonabó respondió a Hojeda: «venga él acá y tráigame la
campana o turey que habla, que yo no tengo de ir allá». (LCh 58)

Este ejemplo nos muestra de nuevo la posibilidad de una sobreposición de elementos que
vendrían a subrayar el valor de un objeto: la sonoridad de la campana o las posibilidades
de los grilletes para la ejecución de un baile son considerados valores importantes en dos
objetos considerados preciosos por el mero hecho de ser de un determinado material23.
Se haría necesaria una posterior reflexión acerca de los modos en los que tiene lugar
la asimilación de elementos de las dos culturas: algo que observamos en este caso cuando
los amerindios asumen como propio el cascabel europeo, pero también cuando los colo-
nizadores (como Hojeda) asumen en su propio discurso (utilizándolo en su favor) el dis-
curso indígena acerca del objeto sacro que podía ser, hipotéticamente, un metal brillante
y sonoro como una campana. La homologación del sonido metálico de la campana con
el habla humana puede ilustrar eficazmente el papel comunicativo casi mágico que los
seres humanos asignan en muchas ocasiones al sonido musical, cercano, quizá, al mito
de la música capaz de trascender las fronteras de la incomunicación.

de los hombres del Fuerte de la Navidad, de la cual se responsabilizaba a Caonabó] y de toda la isla y de<l>
oro y faremos justiçia, como halláremos que combenga» (Colombo, Relazioni e lettere, p. 258).
23
En este caso suponemos que no se tratase estrictamente de latón.

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