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aspecto anterior, que todo no tiene su opuesto.
A pesar de que ahora el principio de polaridad nos
parece más claro, todavía nos inquieta la particularidad
que se ha deslizado en los capítulos precedentes y que
sucede con la manifestación de los principios, como una
tercera acepción, pero veamos antes un concepto que no
parece de suma importancia.
Cuando leí Las siete leyes espirituales del éxito de
Deepak Chopra, me fue difícil entender lo que para él
significaba el concepto de ley. Decía:
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modo que lo que antes era inmanifiesto, porque no
pasaba de una idea, porque se encontraba en la mente
del ese alguien, se transformaría luego en manifiesto.
Germinaría hasta dar fruto desde una condición
intangible a otra tangible.
Pero debió haber un hito significativo, un punto de
partida, tal vez ese punto pudo haber sido el deseo, y por
eso creemos que a Newton no le cayó una manzana
cualquiera sino una roja, grande, pesada, y desde tan alto
que le debió haber dejado al insigne matemático la
cabeza rota o una hinchazón tan grotesca que de rabia
debió haber tomado y lanzado esa manzana contra el
árbol con tanta furia que los pedazos salpicaron en todas
direcciones para caer finalmente al suelo y, tal vez, en ese
instante se le ocurrió, intrigado, pensar en el motivo por
el cual la manzana, y cada componente, siempre caía, y
deseó conocer la causa.
Tal vez el cuento de la manzana solo fue una
leyenda, pero sea como fuere, con su trabajo, lo
incomprensible se convirtió en comprensible. La caída de
la manzana, manifestación de la ley de gravedad, pudo
comprenderse luego a través de una fórmula matemática
y, sobre esa base, el hombre calculó la fuerza que un
objeto debía alcanzar para vencerla. Entonces pudo
manejar el combustible e inventar el avión.
De forma similar, pero en otra dimensión, ocurre
con los Principios universales, abstractos en esencia,
inmanifiestos hasta manifestarse: no podríamos
comprender el Amor, por ejemplo, sin muestras de
cariño, la Verdad sin los hechos, los seres y los objetos, la
Justicia sin un veredicto justo, y así como tampoco
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podríamos hablar del Conocimiento sin el estudio, de la
Familia sin los hijos y de la Vida sin el latido, tampoco
podríamos comprender la Imaginación si no se
manifestara en la imagen, la Inteligencia en el
entendimiento y la Salud en el bienestar. Daniel
Medvedov, en su Arquetipología, dice: “[...] Estos
Principios por ser nociones impalpables, intocables, inefables e
intangibles, no es posible definirlos, y por lo mismo, su
expresión y manifestación en la lengua necesita de un soporte
palpable, tangible y consistente, para hacer las veces de puente
entre lo intangible y lo palpable y de embajador de lo inefable.
En cuanto a su definición, este elemento debe ser expresado en
términos de la lengua y tangible en hechos naturales. [...]”1.
¿Habrá acaso un Principio que se explique por sí mismo?
¿Podría explicarse acaso la Justicia sin un veredicto justo?
¿O la Vida sin el latido? ¿O el Amor sin muestras de
cariño? ¿O una Familia sin hijos?
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Daniel Medvedov. ARQUETIPOLOGíA. Neo-teoría del conocimiento
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devino de una acción temeraria. Con la electricidad no se
juega porque sabemos de sus consecuencias toda vez que
su manifestación es objetiva y concreta.
Mucho antes de descubrirse, la electricidad existía
sin manifestarse, excepto, claro, durante las tormentas
eléctricas, de modo que hubo de haber un proceso desde
el descubrimiento de su existencia, el conocimiento de su
comportamiento a través de fórmulas para
comprenderla, generarla, hasta usarla al lograr su
manifestación en las lámparas y los aparatos eléctricos.
Hecha la introducción del principio de la
electricidad, regresemos ahora a nuestro tema. Es posible
que de una forma práctica y sencilla un interruptor, que
controla el prendido y apagado de una lámpara, pudiera
representar el concepto de Ley que explica Chopra. Al
accionarlo en la posición de encendido (proceso), recién
la electricidad, que se encontraba inmanifiesta, se
manifestará al encender la lámpara, de lo que se puede
deducir que ese encendido se debe a la existencia de la
electricidad. Si la electricidad no fluyera por encontrarse
el interruptor en la posición de apagado, sería imposible
que la lámpara pudiera encender, y por tanto la
electricidad manifestarse.
Creemos entonces en la electricidad ante la
evidencia de su manifestación.
Podemos mejorar este circuito introduciendo ahora
un regulador de tensión o diferencia de potencial
(medido en Voltios), que serviría también para regular la
intensidad de iluminación de la lámpara, tal como se
expuso en el capítulo anterior pero con otras
consideraciones. Observaremos que en tanto el
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interruptor se encuentre en la posición de apagado, la
lámpara se mantendrá también apagada a pesar de todo
intento de manipulación del regulador.
Si el interruptor se encuentra en la posición de
encendido, y si al regulador de tensión lo llevamos a su
valor mínimo, la diferencia de potencial tendría un valor
de cero, y en cumplimiento con la ley de Ohm (ver
capitulo anterior) no habría circulación de corriente
eléctrica (I = E/R = 0/R = 0), y por lo tanto no habría
ningún efecto lumínico en la lámpara, o en otras
palabras, no habría ningún fenómeno físico ni cambio
alguno ni nada relevante que observar porque la
electricidad no estaría manifestándose. La lámpara
permanecerá inerte, como si el circuito que la alimentara
no estuviera conectado a un tomacorriente o alimentador
eléctrico, o como si los dos polos se juntaran, se
fusionaran y por tanto se anularan.
Lo mismo sucede si desconectamos uno o los dos
polos, evento al que se le llama circuito abierto. Pero una
vez que levantemos algo de la diferencia de potencial,
observaremos un halo sutil de iluminación en la
lámpara. Para que la lámpara encienda, necesitará
entonces de una diferencia de potencial, es decir, de dos
valores diferentes de voltaje en sus extremos, de un valor
menor y de otro mayor, del polo negativo y del positivo,
y ambos idénticos en naturaleza pero diferentes en
grado. Ambos se necesitarán para hacer funcionar la
lámpara.
Si se regulara la diferencia de potencial de modo
que ambos polos se igualaran, entonces la diferencia de
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potencial sería cero, se anularían los opuestos y por lo
tanto no podría manifestarse nada.
Por consiguiente, para que una ley, o un principio,
como la electricidad, pueda manifestarse, debe tener y
contener su par de opuestos, y por lo tanto, al polo
negativo no deberíamos llamarlo malo ni al positivo
bueno, porque ambos son buenos y necesarios para que
la electricidad pueda manifestarse.
Probemos lo que acabo de afirmar. Enchufemos una
carga, ya sea una lámpara o una licuadora. En
condiciones normales podremos observar su
funcionamiento. Ahora veamos el enchufe. Observemos
que tiene dos bornes o patitas. Eliminemos ahora a una
de ellas, a cualquiera de ellas, de modo que el enchufe se
quede con una sola patita, y enchufemos. Así, en esa
nueva condición, con un solo borne enchufado sería
imposible observar el funcionamiento de la lámpara o de
la licuadora. Parece elemental, pero en eso exactamente
se basa este principio, en las dos patitas del enchufe, que
en realidad no sabemos cuál es positivo ni cual negativo.
Sabemos solamente que para que la lámpara o la
licuadora funcionen, el enchufe debe contener con las
dos patitas (o con los dos polos opuestos). La falta de
cualquiera de ellas inhabilitará el funcionamiento de la
carga.
Por otro lado, no debemos eludir el hecho de que
para que la lámpara encienda debe fluir cierta cantidad
de corriente eléctrica y, para que ésta fluya, debe
proveerse de una diferencia de potencial y por tanto de
electricidad. En otras palabras, el principio de este
fenómeno es la electricidad conformada por dos
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componentes complementarios, opuestos pero no
contradictorios, que se necesitan uno del otro y que se
ubican en ambos extremos de la diferencia de potencial,
forma única y necesaria con que puede manifestarse la
electricidad primero como corriente eléctrica y
finalmente como energía lumínica (en la lámpara).
Este, en la manifestación, a nuestro juicio, es la
tercera acepción del principio de polaridad, pero que se
cumple solo en los principios y leyes de la naturaleza (y
no en lo que ya se encuentra manifestado), razón por la
cual estos, los principios, que responden a características
abstractas, pueden comprenderse con los hechos y con
los actos.
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«Para que los dos términos simbólicos se encuentren y
para que sus aspectos formen un todo y así fundirse y con-
fundirse uno en el otro y uno con el otro, es necesaria una
figura de estilo, o un tropo, un giro operativo, llamado
METÁFORA o transporte. ¿A qué tipo de transporte se refiere
la palabra METÁFORA? Es un transporte transitivo, como
todos los transportes pero al mismo tiempo vital, óntico, un
desplazamiento unificador y unificante. La metáfora es un
FUNTOR, elemento unionista que no solo une, sino también
re-une algo escindido, desplaza una parte hacia su contra-
parte, empuja al uno hacia el otro y prepara el encuentro
ideal de dos estados complementarios o simbólicos para
regocijo de la IDEA, que aunque intangible, es observadora
y cercana a este proceso de unificación»2.
Símbolo 2
2
Funtor
Idea Prototipo
1 4 5
3
Símbolo 1
Fig. 3.1
2
Daniel Medvedov. ARQUETIPOLOGÍA. Información acerca de algunos
conceptos que están en la lengua pero no existen en el lenguaje. NEO-
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.
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Así, cada idea o principio posee cinco elementos
fundamentales (ver Figura 3.1):
Ganar
2
Disfrute
Juego Juguete
1 4 5
3
Perder
Fig. 3.2
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Polo positivo
2
Diferencia
de potencial
Dispositivo
Electricidad 1 4 5 eléctrico
(lámpara)
3
Polo negativo
Fig. 3.3
Claridad
2
Contraste
Luz Colores
1 4 5
3
Oscuridad
Fig. 3.4
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Como se puede observar, así como la idea del juego
se manifiesta en un juguete, el 1principio de la
electricidad en un dispositivo eléctrico, y de ese modo
poco serviría, porque no tendría sentido, hablar de un
juego sin un juguete y de la electricidad sin un
dispositivo eléctrico. Nos parece que esa es la razón por
la cual un principio deja de tener sentido cuando no se
manifiesta en un hecho concreto, así, el amor deja de
tener sentido en las parejas cuando no se expresan con
cariño, la justicia deja de tener sentido cuando no se
manifiesta en un veredicto justo, la libertad deja de tener
sentido en donde no hay modo de expresarse libremente,
y así como también deja de tener sentido la bondad si no
pudiera manifestarse en la acción, lo bello en el arte, la
tolerancia en el respeto y la verdad en todo lo que existe,
así también el Creador dejaría de tener sentido si no
pudiera manifestarse en su creación.
Consideramos que hasta este punto hemos
completado las bases para entrar de lleno a temas
concernientes a nuestra Orden, toda vez que en el
interior de nuestras Logias podemos observar una serie
de símbolos opuestos, como las piedras bruta y pulida,
los cuadrados blancos y negros intercalados del piso de
mosaicos, el nivel y la plomada, entre otros, que nos
inducen a pensar, por lo que nos dicen esos mismos
símbolos, que forman parte de un principio y que
conducen, por otro lado, a un prototipo, o manifestación,
que trataremos de descubrir, o mejor desenmarañar, en
los capítulos subsiguientes, pero antes veamos un
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principio fundamental, que es la finalidad, o en todo
caso la búsqueda de los masones: el Principio de la Verdad.
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