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¿Cuáles son los procesos de degradación y deterioro del suelo

que existen en México?


El Dr. Jesús Moncada de la Fuente en su colaboración con SAGARPA en el libro
“SUELOS” destaca que un 1cm de suelo equivale a 100toneladas por hectárea, y
que cada año se pierden 1.42 millones de hectáreas de suelo.
Describe de manera general que de los 200 millones de hectáreas que tiene el
territorio nacional, más de 142 millones de hectáreas se encuentran en procesos
de degradación física, química y biológica, lo cual se refleja en el cambio climático
y en la severa y creciente escasez de agua y alimentos.
No es un secreto para nosotros que la degradación del suelo afecta la estabilidad
y sustentabilidad de la producción de alimentos generando así hambre y pobreza,
como bien lo mencionan en ese texto, pues la disminución de suelos productivos
pone en peligro la seguridad alimentaria y nutricional de los habitantes de nuestro
país dando paso a la migración masiva dentro y fuera del país, que no hace más
que desintegrar el núcleo familiar , esto es una consecuencia importante de la
degradación de los recursos naturales.
Si lo vemos desde el punto de vista agrícola, el suelo es la capa de material fértil
que recubre la superficie de la Tierra y que es explotada por las raíces de las
plantas y a partir de la cual obtienen sostén, nutrimentos y agua.
Según INEGI (2007), en México existe una gran diversidad edáfica
representada por 26 grupos de suelo. Sin embargo, sólo seis de ellos, en
conjunto ocupan el 81.7% del territorio, donde los Leptosoles dominan con un
28.3% del territorio, mientras que los Regosoles abarcan un 13.7%, los
Phaeozems un 11.7%, los Calcisoles 10.4% de nuestra región, los Luvisoles 9% y
dejando a los Vertisoles un 8.6%, en conjunto, ocupan el 81.7% de la superficie
nacional.
Entonces cuando hablamos de la degradación del suelo hacemos referencia
a los procesos inducidos por nuestras actividades humanas, con las que
provocamos la disminución de su productividad biológica o de su
biodiversidad, así como de la capacidad actual y/o futura para sostener la vida
humana.
Las causas de la degradación de los suelos en nuestro país involucran
actividades de diversa índole: 35% de la superficie nacional degradada se
asocia a las actividades agrícolas y pecuarias (17.5% cada una de ellas) y
7.4% a la pérdida de la cubierta vegetal. El resto se divide entre
urbanización, sobreexplotación de la vegetación y actividades industriales, que a
mi criterio es la principal causa de degradación de suelos.
Existe la degradación por erosión eólica, y se llama erosión al desgaste que
ejercen a lo largo del tiempo los distintos procesos físicos de la superficie terrestre
sobre los suelos, las rocas y los materiales que pudieran ejercerles resistencia.
Los principales agentes erosivos son el viento, el agua, el hielo y los cambios de
temperatura.
La erosión no equivale a la meteorización, que es el proceso de alteración o
disgregación de las rocas. Para que exista erosión se requiere un transporte de
materia o un movimiento de la misma, cuyo paso repetido genera fricción y
desgaste en los materiales, produciendo el relieve, por ejemplo, de valles,
cañones, cavernas, mesetas y otras estructuras en cuya formación no interviene la
mano del hombre.
Sin embargo, como es de esperar, determinadas actividades humanas pueden
propiciar o incluso acelerar la erosión. Por ejemplo, la tala con fines agrícolas
retira la capa vegetal del suelo, dejándolo descubierto para la acción de la lluvia o
del viento, lo cual a la larga puede conducir a la infertilidad del suelo por pérdida
de nutrientes.
Por otro lado, otro tipo de degradación es la erosión hídrica es el tipo de desgaste
que sobre los materiales duros de la superficie terrestre ejerce el agua en sus
diversas formas de desplazamiento, movimiento o flujo. Conocemos a este como
un proceso de desgaste, transporte y deposición de las partículas que integran la
roca, los minerales y las diversas estructuras físicas que componen la capa
superficial de la litósfera.
Como sabemos, a lo largo de su ciclo hidrológico, el agua que compone dos
tercios de nuestro planeta cambia numerosas veces de forma, pasando de su
estado líquido al gaseoso y al sólido, para luego recuperar su liquidez en los
mares, océanos, ríos y lagos. En estos cambios y movimientos, genera una cuota
de desgaste en los materiales que encuentra a su paso, ya sea en las rocas que
impacta la lluvia, las que detienen la embestida de la ola, las que surca el río en su
continuo fluir, etc.
Esta erosión hídrica tiene como consecuencia la lenta descomposición de la
superficie de las rocas, el transporte de dichos sedimentos hacia otras regiones, la
destrucción de los suelos, y la posterior deposición o acumulación de sedimentos
en nuevas regiones de la superficie del planeta.
Este libro está dirigido a brindar información con la única finalidad de hacer
conciencia en nosotros respecto al cuidado y preservación de los suelos en este
nuestro territorio mexicano.
Para tratar de profundizar en datos, señala que la degradación química fue el
proceso de degradación del suelo más extendido en el país en el año
2002, con alrededor de 34.04 millones de hectáreas (17.8% del territorio).
Considerando los niveles de degradación, el ligero está en 55% de la
superficie nacional con este tipo de degradación; el moderado, en 43.2% y
el fuerte y extremo en conjunto, sumaron el 1.8%, La disminución de la
fertilidad fue el tipo de degradación química más importante en el país,
cubriendo el 92.7% de la superficie afectada por degradación química.
Siendo así la degradación física el proceso menos extendido en el país,
ya que afecta a cerca de 6% de la superficie nacional; sin embargo,
tiene un alto impacto debido a que es prácticamente irreversible y conlleva
a la pérdida de la función productiva de los terrenos. La degradación física
del suelo se puede presentar en cinco tipos específicos:
compactación, encostramiento, anegamiento, disminución de la
disponibilidad de agua y pérdida de la función productiva.
La degradación del suelo es el resultado de la interacción de factores
ambientales y humanos entre los que se encuentran el tipo de suelo, la
topografía, el clima, la deforestación, el sobrepastoreo, la densidad poblacional,
la manera en la que se usan los recursos naturales y el tipo y estado de la
cobertura vegetal.
Cuando la degradación de la tierra se produce en las zonas áridas, semiáridas y
subhúmedas secas, se habla de desertificación. Bajo esta definición,
la desertificación no es la transformación de diversos ecosistemas
en desiertos, sino la pérdida, muchas veces irreparable, de las funciones
productivas del suelo, la alteración de los ciclos biológicos y del ciclo
hidrológico, así como la disminución del aporte y cantidad de servicios
ambientales que generan los ecosistemas.

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