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"Un feliz accidente"

Rondábamos el principio del milenio cuando Amin Rustom, por entonces


investigador en la Universidad de Heidelberg, se topó con una cosa rarísima.
Normalmente, cuando quieres "mirar" a las células, o alguna de sus estructuras,
necesitas ponerles tintes especiales. Esto es así porque las células son tan pequeñas
y efímeras que es muy difícil (si no imposible) verlas a ojo desnudo, con un simple
microscopio.

El investigador no lavó bien las muestras y se topó con algo inesperado


Cuando queremos ver cosas concretas, como estructuras o una proteína en especial,
es indispensable usar una técnica específica con varios tintes y lavados, en un orden
concreto, como si fuera una fórmula alquímica, para poder ver lo que queremos. Sin
embargo, Rustom se saltó algunos pasos del nuevo protocolo de tinte fluorescente
que se estaba utilizando: no lavó adecuadamente la placa petri donde sus células
animales se encontraban.

De pronto, se topó con una estructura rarísima: una especie de agujas que salían de
una célula a otra, conectándolas. Eran tan tenues que no podía creer que estuvieran
allí. Y sin embargo, como comprobaron después, estaban. Acababan de toparse con
un nuevo sistema de comunicación celular, como sabrían después, cuando
publicaron sus resultados en 2004.

Aunque la primera referencia a este sistema, en realidad, se la debemos a Ramírez-


Weber, quien propuso el nombre de cytonemes para estas estructuras. En 1999, su
grupo de investigación dio con estas estructuras en la mosca de la fruta, la famosa
Drosophila melanogaster. Sin embargo, a pesar del tiempo que llevan descritos, los
descubrimientos más importantes sobre los conocidos como túneles de nanotubos (o
TNT por sus siglas en inglés), son mucho más recientes.

Ahora sabemos que estos nanotúbulos, llamados así porque su diámetro es de


apenas nanómetros, constituyen un canal por el que la célula puede intercambiar
moléculas y señales varias. Pero por aquel entonces el escepticismo era máximo
porque nadie esperaba encontrar estos pequeños canales. Y no solo porque sean
extremadamente difíciles de ver, sino porque no siempre están ahí.
No es lo mismo un microtúbulo que un nanotúbulo de membrana
Es importante diferenciar y no confundir los microtúbulos con los nanotúbulos de
los que hablamos. Los primeros son estructuras celulares bastante más estudiadas,
formadas por moléculas de tubulina y más grandes que los segundos. Mientras que
los microtúbulos se originan en el Centro organizador de microtúbulos y se
extienden a lo largo de todo el citoplasma, los nanotúbulos aparecen y desaparecen
por mecanismos que desconocemos.

Por otro lado, los microtúbulos son grandes protagonistas en diversos procesos
celulares como el desplazamiento de vesículas de secreción, el movimiento de
orgánulos, el transporte intracelular de sustancias, o la división celular. Además,
también forman el citoesqueleto y la estructura interna de los cilios y los flagelos.

Ki67 Tubulin 2
Esto son microtúbulos, más fáciles de ver en microscopía que los nanotúbulos, pero
igual de fundamentales.
Los nanotúbulos, sin embargo, también parecen formar parte de algunas de estas
funciones pero, a diferencia de los microtúbulos (cuyo nombre parecido puede
inducir a error), los nanotúbulos de membrana se forman, como explicábamos,
mediante un conjunto de actina y restos de membrana. Y lo hacen principalmente
para realizar funciones de relación con otras células.

A diferencia de los microtúbulos, los nanotúbulos son muy poco conocidos y sus
mecanismos y funciones están todavía en el objetivo de muchas investigaciones
novedosas. Pero cada vez está más claro que ambos son parte de un mecanismo
complejo de interacción, estructura y comunicación de la célula y, probablemente,
esta no pueda funcionar correctamente sin alguno de los túbulos.

La comunicación lo es todo, también para la célula

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