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Aristóteles es escéptico incluso con su propia división funcional del ama. Aristóteles dice
que las actividades del alma son anteriores a las facultades y los objetos anteriores a las
actividades. Así, mientras Platón divide el alma por la oposición de sus facultades, para
Aristóteles es relativamente fácil admitir la cooperación funcional entre las diversas
capacidades.
Aristóteles señala al animal como el origen del movimiento. ¿Qué es lo que pregunta entonces
cuando se cuestiona cuál es el motor del movimiento de locomoción? Cuando un animal se
mueve a sí mismo hay algo en él que mueve y algo que es movido. Lo que se busca es aquello
que mueve.
Richardson cree que las tres características pueden ser cumplidas por la facultad nutritiva. Son
juntas las que nos permitirían entender el movimiento de locomoción como uno en el que el
animal tiene la intención (stochazesthai) de alcanzar un fin.
Es relevante en esta descripción de la locomoción el rol de la phantasia como interpretativa; el
animal ve “el lugar como peligroso para beber”, “al pato como una presa.”. La intencionalidad de
la phantasia ayuda a definir el carácter teleológico de la locomoción. Por otro lado, la distinción
de Aristóteles entre animales imperfectos (aquellos que sólo tienen tacto) y los perfectos (que
además tienen vista, olfato, audición), le permite explicar cómo los segundos pueden prever algo
que está distante tanto espacial como temporalmente como placentero o doloroso, lo cual los
mueve a la locomoción dado que en aquel lugar “estará lo placentero o lo doloroso”. Se ve que el
animal perfecto tiene un propósito [aim at], que le sirve como límite [peiras] del cual son
conscientes. Los animales imperfectos, en contrate, se mueven por el indefinido “más o menos”
del placer y el dolor inmediato.
Considerar al nous como el motor también es problemático. Se menciona que el intelecto teórico
no dice nada sobre los objetos de persecución y huida. El nous práctico a veces produce
movimientos (Laura: como el del corazón) que no cuentan como locomoción. Si el nous va a ser
el motor debe comandar al animal la acción.
Los casos del continente y el incontinente ayudarán a Aristóteles a mostrar que ni el nous ni la
orexis son los motores del movimiento animal.
Para Richardson, mencionar que los animales no tienen nous aunque tienen movimiento local no
serviría para argumentar que el nous no es el motor de la acción, pues Aristóteles menciona que
en los animales la phantasia ocupa el lugar del nous, siendo ella un tipo de pensamiento (hôs
noêsin tina) (DA 439a9-12). Este rol lo puede jugar la phantasia dado que puede presentar algo
como bueno.
Aunque ni el nous y ni la orexis son causa suficiente del movimiento animal, sí son condición
necesaria. Aristóteles da al deseo y a la noesis (ampliamente entendida abarcando tanto nous
como phantasia) un rol en la explicación de la acción.
Al enfatizar en el rol interpretativo de la phantasia (que presenta el objeto como bueno) y que
ella juega el mismo rol que el nous en la explicación de la acción, Richardson dice estar
defendiendo G.Richardson enfatiza la tesis aristotélica según la cual el objeto de deseo (orekton)
es el motor inmóvil de la facultad desiderativa (orektikon). El objeto de deseo es el motor interno
del animal, por ser el objeto del nous o por lo menos de la phantasia.
Para Richrdson el deseo es la causa próxima del movimiento, es la capacidad que es actualizada
para producir el movimiento animal.
Aristóteles también afirma que si la orexis y el nous fueran dos motores del animal, ellos
deberían mover en conformidad con una forma común. Algunos intérpretes dicen que esta forma
común es el orektikon, pero bien puede ser el orekton. Richardson argumenta a favor de la
segunda opción recordando, primero, que el deseo siempre tiene un objeto y, segundo, que el
objeto de deseo es lo que media entre el deseo y el pensamiento. Si nos quedamos con los dos
motores del movimiento animal, tendríamos incompleto nuestro trabajo filosófico, pues no
podríamos explicar cómo estos se articulan. En los casos de conflicto de la continencia y la
incontinencia se muestra que siempre es lo que nos representamos como bueno lo que mueve al
animal, independientemente de si lo que gana en la lucha es el mandato de la razón a través de la
boulêsis o el de la phantasia a través de la epithumia.
Enfatizar el objeto intencional del deseo, puede ayudar a distinguir el deseo de la acción en tres
sentidos diferentes:
1. El objeto de deseo puede aparecer mal al animal y el animal puede darse cuenta de eso.
2. No podemos estar seguros si un movimiento se hizo por sí mismo o como un medio para
alcanzar otro fin que tal vez no haya sido alcanzado.
3. El animal puede tener una conciencia de si aquello que desea está realmente a su alcance.
Aristóteles cree que se puede establecer una base objetiva para hablar del bien de los animales
(sea ésta ontológica, biológica o ética). Y cree que los animales persiguen los objetos particulares
de su deseo por representárselos como buenos. Otros intérpretes consideran que los animales solo
persiguen sus objetos como placenteros, pero Richardson cita varios pasajes en los que
Aristóteles menciona que dirigirse a lo placentero es una manera de los animales de dirigirse a lo
bueno. Él concede que aunque los animales no pueden tener una suposición general (hupolêpsis
katholou) acerca del bien, la teleología de Aristóteles y el rol del placer en ella nos permiten
sostener que los animales sí pueden tener phantasmata de objetos de deseo como buenos.