Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
A Nº 2
hernandezarregui@gmail.com
LA COLONIZACIÓN CULTURAL
Aritz Recalde –Septiembre 2009
(…) “Un imperialismo fundado sobre bases económicas tratará naturalmente de crear una situación mundial en la cual
pueda emplear en forma abierta, en la medida en que le es necesario, sus instrumentos económicos de poder, como las
restricciones de los créditos, el bloqueo de las materias primas, la desvalorización de la moneda extranjera, y así
sucesivamente. Considerará como “violencia extraeconómica” el intento de un pueblo o de otro grupo humano de
resguardarse del efecto de estos métodos “pacíficos”. Empleará medios de coerción aun más duros (…) Por último,
dispone todavía de instrumentos técnicos de eliminación física violenta, de armas modernas técnicamente perfectas,
que se han vuelto de tan inaudita utilidad, mediando una inversión de capital y de inteligencia, como para ser realmente
usadas en caso de necesidad. Para el empleo de estos instrumentos se está construyendo por otra parte un vocabulario
nuevo, esencialmente pacifista, que no conoce ya la guerra sino sólo exclusiones, sanciones, expediciones punitivas,
pacificaciones, defensa de los tratados, policía internacional, medidas para la preservación de la paz. El adversario no
se llama ya enemigo, pero por eso mismo es presentado como violador y perturbador de la paz, hors-la-loi y hors-
l`humanité, y una guerra efectuada para el mantenimiento y la ampliación de posiciones económicas de poder debe ser
1
transformada, con el recurso de la propaganda, en la “cruzada” y en la “ultima guerra de la humanidad”. Carl Schmitt
1
Schmitt, Carl (2001). “El concepto de lo político”. En Teólogo de la política, Fondo de Cultura Económica, México.
P 223
2
Schmitt, Carl (2001). “Enemigo total, guerra total, Estado total”. P 146
CUADERNO DE TRABAJO DEL C.E.H.A Nº 2
hernandezarregui@gmail.com
3
Juan Perón (1944) “Significado de la Defensa Nacional desde el punto de vista militar”. Conferencia en la UNLP.
Versión Digital.
CUADERNO DE TRABAJO DEL C.E.H.A Nº 2
hernandezarregui@gmail.com
programa de apropiación de los recursos de otros Estados no depende del temperamento de un dirigente o
de una simple decisión de alguna persona ubicada en un casillero del bipartidismo norteamericano. Los
intereses del complejo industrial militar y de una economía en decadencia, se organizan en operaciones
políticas y militares universales: para Estados Unidos el sistema mundo esconde en su seno lo que ellos
llaman agresión terrorista y a partir de aquí, el teatro de las naciones es un espacio potencial para la
ocupación y la agresión militar defensiva. Estados Unidos desde que consolidó su independencia política se
encuentra en un estado de enfrentamiento mundial cuya finalidad es consagrar su independencia
económica: entre sus elucubraciones, el enemigo podría provenir de Europa y a ello se vincula el origen de
la Doctrina Monroe o el posterior sistema centrado en la denominada “acción anticomunista”.
Recientemente, repite el esquema de construcción del enemigo externo pero ahora a través de Medio
Oriente en una supuesta “lucha contra el terrorismo o guerra preventiva”. En América latina, y más allá de
los usos de la mencionada Doctrina Monroe, lo implementó y por citar solamente dos modelos, con los
Documentos de Santa Fe o con el actual Comando Sur. Para un imperio cuya subsistencia está atada a la
apropiación de los bienes ajenos, los países, los continentes o los pueblos, son objetivos políticos y
posiciones militares permanentes.
El actual debate originado en torno de la propuesta de ampliar las posiciones militares de Estados
Unidos en Colombia, pone sobre la agenda de discusión una realidad insoslayable: el sistema mundo vive
en un estado de tensión indisoluble asentado en la potencial agresión o enfrentamiento militar vinculado a la
apropiación de los recursos naturales y financieros. No es nuevo para el continente y por el contrario, la
narración misma de la conformación de América latina luego de la independencia, es la historia de la
declaración de hostilidad permanente de Estados Unidos contra los dirigentes y líderes populares de la
región. La historia moderna del hombre latinoamericano se vinculó estrechamente con la acción de sus
pueblos por alcanzar la independencia nacional retrazada por las operaciones políticas, militares,
económicas y culturales de las metrópolis. La industria de la guerra y la economía metropolitana hacen de
América Latina y del Tercermundo en su totalidad, un terreno para su desenvolvimiento: el sur de la tierra es
la mano de obra, la fuente de recursos naturales y financieros y la justificación práctica de su industria militar
y cultural. Los supuestos narcoterroristas de la periferia son la fuente de empleo del obrero norteamericano,
materia prima a partir de la que la industria cultural educa la opinión pública y justifica los presupuestos de
guerra. Los muertos del Tercermundo son el empleo de las familias del primero: el sueldo que alimenta al
hijo del norteamericano, se financia con el asesinato del niño del subdesarrollo iraquí, colombiano o afgano.
En este marco, ese país conforma, reproduce y consolida su modo de subsistencia por intermedio de la
industria cultural, que fomenta la enemistad permanente como modo de relación normal entre las naciones y
las culturas a lo lancho y largo del planeta.
La ambición de un bien se proyecta como valor universal: las guerras por el petróleo, el agua o por
la rentabilidad de la industria militar, se presentan como luchas entre culturas, entre modelos de civilización
y de barbarie, entre el bien y el mal. A partir de aquí, la alteridad étnica, cultural o religiosa adquiere
connotaciones marcadamente políticas. El país que tiene los recursos que ambicionan las potencias pasa a
ser un enemigo eventual y la industria cultural y las cancillerías construyen una enemistad total contra su
CUADERNO DE TRABAJO DEL C.E.H.A Nº 2
hernandezarregui@gmail.com
población, su religión o su forma de gobierno. Estados Unidos declara la guerra promoviendo modelos
ideológicos o religiosos, que esconden la dimensión material y expansionista de su política. El petróleo de
Medio Oriente es su misma pesadilla: el continente se torna un objetivo militar y para justificar la barbarie, la
industria cinematográfica construye un modelo de “terrorismo islámico” ligado a las características raciales y
étnicas del mundo árabe. El nacionalismo latinoamericano de Evo Morales o de Hugo Chávez son objeto del
mismo operativo y son presentados como supuestos programas totalitarios, permeables a la acción de los
narcotraficantes y poseedores de los valores y atributos de un supuesto mal que hay que extirpar para
beneficiar al mundo.
En este esquema de política nacional e internacional se desarrolla el cine norteamericano, que se
desenvuelve como una manifestación cultural de una economía de guerra y de una potencia expansionista.
Sintéticamente, podemos afirmar que existe una matriz que atraviesa las diversas expresiones de la
industria del cine norteamericano y que presenta conjuntamente un argumento, un contenido y una imagen
que:
hernandezarregui@gmail.com
imagen se amplifica con la formación del terror vinculado en un potencial exterminio tecnológico: por
ejemplo, es frecuente encontrar en el cine norteamericano una un arma bacteriológica o atómica en manos
de los árabes.
CUARTO: desarrolla una tarea de promoción y de constante apología del rol de las Fuerzas Armadas
para la defensa de su país y del mundo. La guerra, el armamento o los valores ligados al combate, la justicia
y la tarea y práctica militar son motivos frecuentes del cine norteamericano. Nación, Fuerzas Armadas y
guerra permanente hacen a la constitución del ser nacional norteamericano.
QUINTO: el enemigo externo es universal, pero la defensa y salvación del planeta sólo una actividad
norteamericana. Esta construcción habilita la defensa del monopolio de la producción de armas y de la
declaración legal de la guerra y la muerte a nivel mundial. De aquí se puede deducir que los asesinatos
efectuados por los norteamericanos son legítimos y los realizados por otras naciones (más: en general
defensísticos) son expresiones de terrorismo.
La industria cultural norteamericana recorre un complejo entramado de tensiones por un lado, entre
la hegemonía que ejerce la dirigencia ligada a la industria de la guerra y su aparato de la colonización
cultural y por otro, con diversos mecanismos como el financiamiento direccionado o la censura
gubernamental. La cultura de la guerra se produce y reproduce a través de convicciones, pero además, de
subsidios y de persecuciones. Asimismo, debemos reconocer que no manejamos la hipótesis de que existe
un “sólo” cine norteamericano, sino que en realidad, repasamos algunas tendencias generales sobre una
corriente cinematográfica particular que es respaldada por la estructura rentística y concentrada de la
industria cultural y los aparatos de prensa norteamericanos y que se exporta masivamente a las pantallas
latinoamericanas. Norteamérica y su dirigencia van a la guerra junto a su industria cultural, furgón de cola
de la organización internacional de la muerte y el saqueo histórico y diario del imperio sobre el
Tercermundo.
Bibliografía
Perón, Juan Domingo (1944), “Significado de la Defensa Nacional desde el punto de vista militar”.
Conferencia en la UNLP. Versión Digital. Citar fuente.
Schmitt, Carl (2001), “El concepto de lo político” y “Enemigo total, guerra total, Estado total” en Teólogo de
la política, Fondo de Cultura Económica, México.