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Huellas de la Historia, núm.

6, año 1

Vasili Grossman en Stalingrado

Diego Gerardo Naselli


Profesor en Historia

Introducción
Cuando las hordas nazis cruzan la frontera polaca el 1 de septiembre de 1939, el
Ejército Rojo ingresa por la otra frontera para tomar el resto de Polonia. Esta invasión
fue establecida por el pacto germano-soviético de no agresión firmado en Moscú y
delante del propio Iósif Stalin por el ministro nazi de asuntos exteriores, Joachim Von
Ribbentrop y Viacheslav Mijáilovich Mólotov, ministro soviético.
En 1939, Gran Bretaña y Francia declaran la guerra a Alemania dando comienzo a uno
de los conflictos más terribles del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial. La Unión
Soviética no ingresa a la disputa y se queda al margen de los enfrentamientos hasta la
operación “Barbarroja”, cuando la Wehrmacht invade Rusia el 22 de junio de 1941. El
ejército alemán avanza sobre territorio ruso ante la defensa de los soldados soviéticos.
Ocupan Smolensko y Novgorod en agosto, y Kiev en septiembre, llegando rápidamente

1
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a las cercanías de Leningrado, Moscú y Crimea pero el avance alemán se detiene ante la
llegada de nuevos soldados rusos y el uso de la técnica de la “tierra arrasada”.
Con el comienzo de los enfrentamientos entre Alemania y la Unión Soviética, los
ciudadanos rusos se alistan como voluntarios para marchar al frente de guerra. Uno de
los que esperaban a ser reclutados fue Vasili Grossman, a quien no se lo aceptó porque
usaba lentes, bastón para caminar, tenía exceso de peso y rondaba los 35 años.
Rechazado por el Ejército Rojo para formar parte como soldado buscó contribuir de
alguna forma en el conflicto bélico y se presentó ante el GlavPUR (el Departamento
Político Central del Ejército Rojo) y Grossman fue entonces aceptado para trabajar
como corresponsal del periódico de las fuerzas armadas soviéticas, Krasnaia Zvesda o
Estrella Roja, por su director, el comisario y general David Ortenberg.1

Viaje hacia el frente soviético-alemán…


En los primeros días de agosto de 1941, Ortenberg envía a Vasili Grossman al frente de
guerra como corresponsal del Estrella Roja, acompañado por otro corresponsal de
experiencia, Pavel Troyanovski, y un fotógrafo, Oleg Knorring.
Grossman se encarga de describir a sus compañeros: “Salimos para el Frente Central, el
oficial político Troyanovski, el cámara Knorring y yo. Troyanovski, con su flaca cara
oscura y su nariz, ha recibido la medalla «por el Valor en la Batalla». Ha visto mucho a
pesar de su juventud; de hecho es unos diez años más joven que yo. Al principio pensé
que Troyanovski era un auténtico soldado, un combatiente, pero resultó que había
comenzado su carrera en el periodismo no hace mucho como corresponsal de
Pionerskaia Pravda. Me han dicho que Knorring es un buen fotógrafo. Es alto, un año
más joven que yo. Yo soy el mayor de los tres, pero comparado con ellos soy como un
niño en cuestiones de guerra”2.
Los tres se trasladan a Briansk en ferrocarril y la formación es atacada por aviones
alemanes. Desde allí toman un tren hospital hasta Gomel pero se detiene lejos de la
estación y tienen que hacer el resto del recorrido a pie, siguiendo las vías en la
oscuridad. Los alemanes solo se encontraban a cincuenta kilómetros de distancia de la
ciudad y la vida de la misma continuaba tranquila esperando la llegada de la tormenta.

1
“Bautismo de fuego”, www.casadellibro.com/capitulos/848327442.pdf, p. 1.
2
“Bautismo de fuego”www.casadellibro.com/capitulos/848327442.pdf, pp. 1-2.
2
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Los aviones alemanes aparecen en el cielo y comienza el bombardeo, Grossman lo


describe de la siguiente manera: “Una vaca, bombas aullantes, incendios, mujeres… El
fuerte olor del perfume –desde una farmacia alcanzada en el bombardeo- cubrió por un
momento el hedor de los incendios. La imagen de Gomel ardiendo en los ojos de una
vaca herida. Los colores del humo”3.
Ya en Gomel, Vasili Grossman se presenta ante el director del periódico, el comisario
de regimiento Nosov, el cual es calificado por Grossman como “una persona engreída”
y que por su conversación “no valía la pena esperar ni dos minutos”. Luego, se dirige al
cuartel general para recibir noticias del frente del comisario de brigada Koslov, quien le
informa del avance alemán hasta Roslavl y le permite hojear periódicos con noticias de
los enfrentamientos con los alemanes.
Pero Grossman no quería ser como los demás corresponsales, no quería basar sus notas
en las palabras oficiales salidas de las oficinas del partido sino en “la despiadada verdad
de la guerra”, en la realidad soportada por los verdaderos protagonistas del conflicto.
Así, comienza a visitar a los oficiales en los cuarteles, a los soldados en las trincheras, a
los pilotos en los aeródromos, a los civiles en sus casas, a los francotiradores en sus
horas de descanso. No tomaba notas durante sus entrevistas para no intimidar a la gente
y ganarse la confianza de todos, fiándose de su memoria para luego transcribir las
palabras en pequeños cuadernos que guardaba con mucho celo, utilizados después para
escribir los artículos del Estrella Roja.4
Junto a Knorring, se dirige al
aeródromo de Ziabrowski, cerca de
Gomel, para visitar el 103º Regimiento
de Cazas del Ejército Rojo. Algunas de
sus primeras notas tomadas a
entrevistas con pilotos rusos contienen
la siguiente información: El comisario
de la Fuerza Aérea Roja, Chikurin
El escritor Vasili Grossman, en el aeródromo de
decía sobre los pilotos de caza Ziabrovski, en agosto de 1941.
alemanes “Disparan contra todo tipo de

3
“Bautismo de fuego”www.casadellibro.com/capitulos/848327442.pdf, pp. 2-3.
4
Chandler, Robert, “Vasili Grossman, en nombre de los que yacen en la tierra”, Letras Libres, febrero
2007, p. 67.
3
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vehículos, contra los camiones y los automóviles individuales. ¡Eso es gamberrismo, un


ultraje!”; un piloto ruso, también sobre los alemanes “Hay pilotos que no son malos,
pero la mayoría son una mierda. Evitan combatir. No luchan hasta el amargo final”; otro
le confiaba “¿Quién va a desviarse? ¿Él o yo? Yo no voy a hacerlo. Mi avión y yo
somos ahora la misma cosa y no siento ya nada”.5
Pero mientras los pilotos hablaban sobre sus vivencias cotidianas, el comandante del
regimiento de aviación, Nemtsevich, transmitía a Grossman información “oficial”:
“Nemtsevich dijo que los aviones alemanes no habían aparecido sobre su aeródromo
durante diez días. Fue categórico en sus conclusiones: los alemanes no tienen
combustible, los alemanes no tienen aviones, todos ellos han sido derribados. ¡Nunca
había oído un discurso tan optimista!”6. Sin embargo, el aeródromo sufrió un ataque
nocturno de aviones alemanes, Grossman escribe: “Por la noche nos despertó un
espantoso zumbido y salimos a la calle. Escuadrones de bombarderos alemanes volaban
hacia el este sobre nuestras cabezas, evidentemente los mismos de los que había hablado
Nemtsevich durante el día, los que decía que no tenían combustible y habían sido
destruidos”7.

Este primer acercamiento a la línea del frente y de sus conversaciones con los soldados
y los oficiales le permitió comprender los sucesos de la guerra desde otra mirada, una
miraba basada en la realidad de los hechos y no en la de los papeles oficiales emanados

5
“Bautismo de fuego”www.casadellibro.com/capitulos/848327442.pdf, pp. 7-8.
6
“Bautismo de fuego”www.casadellibro.com/capitulos/848327442.pdf, p. 8.
7
“Bautismo de fuego”www.casadellibro.com/capitulos/848327442.pdf, p. 8.
4
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de oficinas militares y políticas. Escribir sobre los hechos vividos de cerca por él y los
protagonistas de la guerra en el Estrella Roja lo acercó mucho a los mismos soldados
que comenzaron a confiar en Grossman para confesarles sus acciones durante las
batallas posteriores.

El corresponsal en Stalingrado.
El 14 de septiembre de 1942, los alemanes intentan
tomar Stalingrado. La orden del Ejército Soviético
era resistir hasta el último hombre y los
enfrentamientos se dan calle a calle, casa a casa,
convirtiendo a la ciudad en el frente de guerra.
Tanques y soldados alemanes ingresan por cientos
para conquistar la ciudad; miles de soldados rusos,
siberianos y mongoles cruzan el Volga para su
defensa. La aviación alemana ataca las barcazas que
llevan a los soldados soviéticos; los aviones rusos
intentan destruir la artillería enemiga que hostiga al
Ejército Rojo. A esta ciudad en guerra llega Vasili
Grossman como corresponsal del Estrella Roja
procedente de Moscú.
Ya para esta época, Grossman era reconocido por los soldados y oficiales soviéticos y
saludado como un héroe a donde fuera.8 El poeta y corresponsal del Estrella Roja, Ilya
Ehrenburg reconocía que Grossman había aprendido a escribir durante la Segunda
Guerra Mundial porque antes “sólo era un escritor más en busca de su tema y de su
lenguaje”9. Sus lectores se ampliaron, cientos de miles de soldados y civiles lo leían en
el frente y en las trincheras. El Estrella Roja se distribuía gratuitamente en el Ejército
Soviético, donde cada pelotón debía tener un soldado alfabetizado para leerlo a sus
compañeros, y en las ciudades de toda la Unión Soviética.10 El escritor Viktor

8
Beevor, Antony, “Vasili Grossman, un corresponsal de guerra excepcional”, Clio, revista de historia,
año 5, núm. 60, p.18.
9
Form, Juan, “Radar, retrato del artista como corresponsal de guerra”, Página 12, 31 de agosto de 2008,
www.pagina12.com.ar
10
Form, Juan, “Radar, retrato del artista como corresponsal de guerra”, Página 12, 31 de agosto de 2008,
www.pagina12.com.ar
5
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Nekrasov, quien luchó en las trincheras de Stalingrado, se reunía junto a otros soldados
rusos para leer ejemplares del Estrella Roja y relata: “los periódicos con artículos de
Grossman y Ehrenburg eran leídos y releídos por nosotros hasta que quedaban hecho
jirones”11.
Sus vivos e informados textos se
basaban en el tiempo que
permanecía en el frente de guerra y
de los riesgos que estaba dispuesto a
correr. A principios de 1942 fue
herido y tuvo que tomar una licencia
médica en la retaguardia por sesenta
días. Este tipo de accionar por parte
El corresponsal Vasili Grossman sobre un tanque de Grossman hicieron que tanto los
soviético.
soldados como sus generales
confiaran en él y se vieran reflejados en sus escritos, lo aceptaban como uno de ellos y
solo le contaban a él sus desventuras en tiempos de guerra.12
Así como en el aeródromo de Ziabrowski, Grossman entrevistaba a pilotos rusos para
escribir sobre los combates aéreos, en Stalingrado dialogaba con francotiradores, cuyas
hazañas se convirtieron en leyendas entre las tropas soviéticas y se utilizaron como
propaganda en las páginas de los diarios oficiales, para comprender y transmitir la
guerra urbana.
Uno de los francotiradores entrevistado por Grossman en Stalingrado fue la “estrella” de
la 284º División de Fusileros siberianos, Vasili Zaitsev. Sus compañeros estaban
orgullosos de su capacidad como francotirador, Grossman escribe: “Zaitsev es un
hombre reservado, del que los soldados de la división dicen: ‘Nuestro Zaitsev es
instruido y modesto. Ya ha matado a 225 alemanes”13. Pero los francotiradores
soviéticos no solo disparaban sobre alemanes sino también sobre todos aquellos que

11
Chandler, Robert, “Vasili Grossman, en nombre de los que yacen en la tierra”, Letras Libres, febrero
2007, p. 67.
12
Form, Juan, “Radar, retrato del artista como corresponsal de guerra”, Página 12, 31 de agosto de 2008,
www.pagina12.com.ar
13
“Guerra Eterna, Historia de francotiradores”, 12 de enero de 2007, www.antimilitaristas.org/spip.php?
article3030
6
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colaboraran con ellos como mujeres rusas, Grossman relata en uno de sus diarios:
“Zaitsev ha matado a una mujer y a un oficial alemán: Cayeron uno junto al otro”14.
Los enfrentamientos entre francotiradores de los
ejércitos alemán y rojo eran frecuentes ya que su
accionar diezmaba a la infantería de uno y otro
bando. Grossman logra obtener de Zaitsev la
historia de uno de esos «duelos» ocurridos entre el
francotirador soviético y un francotirador alemán:
“Un combate singular entre Zaitsev y un
francotirador alemán: ‘Había matado a tres de
nuestros hombres. Esperó quince minutos. Nuestra
pequeña hondonada estaba vacía, y comenzó a
alzarse. Vi que su fusil estaba en el suelo y me Vasili Zaitsev en Stalingrado,
levanté. Me vio y comprendió que estaba perdido. Y octubre 1942.

disparé”15. Así describe Grossman el relato del enfrentamiento entre Zaitsev y un


francotirador alemán (el supuesto «comandante Koening», jefe de la «escuela de
francotiradores de Berlín»), relato que también aparece en las Memorias de Zaitsev y
del general Chuikov, pero en ellas está modificado para engrandecer el mito y promover
la propaganda soviética.
En octubre de 1942, Grossman logra entrevistar a otro de los famosos francotiradores de
Stalingrado, Anatoli Ivanovich Chejov. Esta entrevista aparece en el Estrella Roja y el
corresponsal muestra a este asesino de precisión como un estudiante aplicado que sigue
una buena causa, “Comencé a estudiar teoría y armas. En primer lugar, la experiencia de
disparar con un auténtico fusil: tiros al pecho y a la cabeza. Nos dieron tres rondas y di
en el blanco (en todas ellas). A partir de entonces me convertí en el mejor tirador”16.
Chejov le cuenta a Grossman la primera vez que tuvo que apuntar a un blanco humano y
lo que sintió al matar al primer hombre: “Cuando recibí el fusil no podía ni pensar en
matar a un ser humano: un alemán estuvo allí durante unos cuatro minutos, hablando, y
lo dejé ir. Cuando maté al primero, cayó inmediatamente. Otro corrió y se inclinó sobre

14
“Guerra Eterna, Historia de francotiradores”, 12 de enero de 2007, www.antimilitaristas.org/spip.php?
article3030
15
“Guerra Eterna, Historia de francotiradores”, 12 de enero de 2007, www.antimilitaristas.org/spip.php?
article3030
16
Beevor, Antony; Vinogradova, Luba, Un escritor en guerra, Crítica, Barcelona, 2006, p. 203.
7
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el muerto, y lo tumbé también… Cuando maté por primera vez me eché a temblar:
¡Aquel hombre sólo iba a conseguir algo de agua!... Sentí miedo: ¡había matado a una
persona! Entonces recordé a nuestro pueblo y comencé a matarlos sin piedad”17. Miedo
y satisfacción, ¿las dos sensaciones que un hombre tiene al matar? Son las dos
sensaciones que Chejov describe al momento de asesinar a un alemán, pero la matanza
continúa alemán tras alemán sintiendo ya que se ha convertido en un monstruo,
Grossman escribe sobre el francotirador: “Me he convertido en una bestia: mato, los
odio como una cosa normal en mi vida. He matado a cuarenta hombres, tres en el pecho
y a los demás en la cabeza. Cuando les disparas, ves como su cabeza se tuerce
inmediatamente hacia atrás o hacia un lado. Arrojan sus armas y caen…”18.
Además de asesinar a oficiales y soldados alemanes,
los francotiradores rusos tenían la orden de matar a
todo aquel que colaborara con los invasores, tanto
niños como mujeres. Grossman escribe en la
entrevista a Chejov: “Me senté al final de una
escalera. Dispuse mi fusil tras la reja de una forma que
el humo se dispersara a lo largo del muro. Al principio
salían a caminar. Tumbé a nueve [alemanes] el primer
día y diecisiete en dos días. Enviaban a mujeres, y
maté a dos de cinco”19. También Chejov sostenía
duelos con francotiradores alemanes, algunos de esos
enfrentamientos aparecen destacados en la entrevista El francotirador ruso Anatoli
Ivanovich Chejov.
realizada por Grossman: “El tercer día, mirando a una
tronera, vi a un francotirador. Esperé y disparé. Cayó y gritó algo en alemán. […]
Apareció un nuevo francotirador en la ventana abierta… Ese francotirador me había
arrinconado. Me disparó cuatro veces pero falló. Por supuesto fue una pena tener que
dejarlo”20. En los enfrentamientos entre francotiradores en Stalingrado a veces se
ganaba y otras veces se perdía de acuerdo a la capacidad de cada uno, al cansancio, al
hambre, al frío, al tiempo, a los imprevistos. Esa vida es retratada por Grossman en la

17
Idem, p. 205.
18
Idem, p. 206.
19
Idem, p. 204.
20
Idem, p. 205.
8
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extensa entrevista realizada a Chejov y aparecida en el Estrella Roja, el periodista


muestra en ella la dureza de los enfrentamientos y la frialdad de los francotiradores al
momento de asesinar tanto a alemanes como a rusos colaboracionistas, así como una
imagen de la triste guerra urbana en Stalingrado vista desde los ojos de un simple
soldado soviético y escrita por un corresponsal que poco a poco se iba convirtiendo en
el corresponsal del pueblo ruso.
Además de los soldados, los oficiales soviéticos también confiaban información al
corresponsal del Estrella. El general Chuikov, el general Rodimtsev, el general
Ieremenko, el coronel Batiuk, el comisario jefe del 62º Ejército Gurov recibían
personalmente a Grossman para sus entrevistas. Relataban los esfuerzos de sus soldados
en los combates calle a calle, en las trincheras, en la defensa de edificios derruidos, en el
cruce del Volga a través de pequeñas barcazas, en la dureza de los enfrentamientos
contra el ejército alemán, en los avances y retrocesos cotidianos y toda esa información
era enviada a Moscú para engrosar las páginas del Krasnaia Zvesda. Sólo a modo de
ejemplo, el general Rodimtsev le contaba a Grossman sobre el accionar cotidiano de sus
soldados en Stalingrado: “Mi división y los alemanes se ocultan en casas cercanas,
como piezas de un ajedrez… Viven en sótanos, apartamentos y trincheras… Cuatro
[soldados] retuvieron una casa durante catorce días. Dos salían para conseguir algo de
comida, y los otros dos permanecían allí vigilando la casa…”21.
En octubre, Stalingrado se convierte en el centro
de la guerra oriental. Los alemanes intentan
tomar la ciudad definitivamente, los rusos
expulsar a los invasores. Las batallas duraban
días, los muertos se contaban por cientos. El
corresponsal Grossman seguía en el frente,
retratando la dureza de la guerra y los
sufrimientos de los soldados soviéticos. Se
sentaba cerca de soldados del Ejército Rojo para
escuchar lo que hablaban sobre los
Vasili Grossman en el frente de batalla.
enfrentamientos al cruzar el Volga: “-Hace

21
Idem, p. 212.
9
Huellas de la Historia, núm. 6, año 1

mucho desde que comí caliente por última vez. –Bueno, pronto nos beberemos nuestra
propia sangre caliente allí –respondió el otro”22.
El valor y la heroicidad de los soldados también aparecen en los textos de Grossman. En
una entrevista realizada a Rodimtsev durante los sucesos de octubre en Stalingrado, este
general se vanagloriaba del valor de sus soldados y le relataba al corresponsal: “Hoy por
ejemplo, vinieron a verme dos soldados. Resultó que habían estado combatiendo
durante catorce días en una casa rodeada por otras en poder de los alemanes. Y esos dos,
tan tranquilamente, ya sabe, pidieron municiones, galletas, azúcar y tabaco, lo cargaron
todo en sus mochilas y se fueron”23. Buscaban lo que necesitaban y regresaban
inmediatamente al frente para luchar contra los nazis, no era una guerra común, era una
guerra por “la Santa Madre Rusia”.

Enfrentamientos en Stalingrado,
1942-1943.

Para estar en el frente de guerra, Grossman acompañó al coronel Gurtiev que tenía a su
cargo la 308º División de Fusileros Siberianos. En un extenso artículo, el corresponsal

22
Idem, p. 222.
23
Idem, p. 223.
10
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del Estrella Roja demostró la valentía de esos soldados soviéticos, “Comenzamos a


defender una calle devastada e incendiada frente al jardín de esculturas. De aquel
combate no regresó ni uno. Todos murieron en su puesto”24; “El jefe de la 7ª Compañía
atrapó con doce hombres a una compañía alemana en una emboscada”25.
Sus textos producidos según las entrevistas realizadas convirtieron a Grossman en uno
de los corresponsales más leídos, convirtieron a Grossman no ya en el corresponsal del
Estrella Roja, sino en el corresponsal del pueblo ruso. Su correspondencia no era
interferida, sus textos no eran manipulados, sus artículos daban popularidad al Krasnaia
Zvesda y eran leídos en el frente y la retaguardia, los líderes del partido en Moscú
sabían del arrojo que producían entre los uniformados del Ejército Rojo. Vasili
Grossman y sus historias de guerra se convirtieron en el bálsamo que colmaba a los
sufridos soldados soviéticos y en la propaganda de la heroicidad del Ejército Rojo frente
a los invasores nazis. Sus historias eran historias de personajes reales, eran historias de
héroes de carne y hueso que mataban y morían, que sufrían y disfrutaban, que amaban y
odiaban, eran historias de seres mortales que luchaban por un ideal, que luchaban por su
Madre Rusia y por sus vidas.
En uno de los muros del Mausoleo de
Stalingrado, en letras de granito está escrito:
“Nos están atacando de nuevo. ¿Pueden ser
mortales?”. Dentro del edificio, la respuesta
de un soldado ruso está resaltado en oro: “Sí,
somos mortales, y pocos de nosotros
sobrevivieron, pero todos cumplimos nuestro
deber ante la Santa Madre Rusia”. Palabras
atribuidas a un soldado pero que en realidad pertenecen a Grossman y fueron utilizadas
en su primer artículo publicado en el Estrella Roja, bajo el título “En la línea de la
campaña principal”. Aún hoy en día, los guías del monumento no saben quien escribió
esas palabras.26

24
Idem, p. 228.
25
Idem, p. 228.
26
Chandler, Robert, “Vasili Grossman, en nombre de los que yacen en la tierra”, Letras Libres, febrero
2007, p. 69.

11
Huellas de la Historia, núm. 6, año 1

Conclusión
El Ejército Rojo logró expulsar a los alemanes de Stalingrado luego de duros
enfrentamientos. El arrojo y valentía de los soldados soviéticos marcó la diferencia ante
el maltrecho ejército alemán. En diciembre, los soldados alemanes comenzaron a
retroceder ante el avance ruso; en Un soldado ruso ondea la derrotada bandera nazi
enero de 1943, el Ejército Rojo, mientras las tropas rusas dominan Stalingrado.

mediante un ataque envolvente, cercó


al diezmado ejército alemán. La
rendición de los nazis era inevitable.
El Mariscal de Campo alemán Paulus
y los restos del 6º Ejército se rendían
ante oficiales rusos el 31 de enero
por la mañana; el 2 de febrero, el
último grupo de soldados alemanes
que resistían en la fábrica de tractores Octubre Rojo se entregaba dando por finalizada la
guerra en Stalingrado.
A partir de esta victoria, los rusos avanzan hacia el oeste de Europa con el objetivo
marcado en la ciudad de Berlín, en Alemania. El corresponsal del Estrella Roja, Vasili
Grossman, acompañará al Ejército Rojo hasta la misma ciudad de Berlín, para continuar
con la descripción de la dureza de una guerra que terminó con la vida de millones de
personas. Una guerra donde el pueblo ruso defendía su patria y era transmitida por su
corresponsal, que avance tras avance iba perdiendo las esperanzas de un futuro, la
esperanza en la humanidad. Saqueos, violaciones, matanzas, hambrunas hicieron de
Grossman el hombre que escribió en la última página de su cuaderno en la Berlín sitiada
por los soviéticos: “El parque zoológico, también hubo combates aquí. Jaulas rotas,
cadáveres de osos, de aves tropicales, de babuinos. Conversación con un anciano que ha
cuidado esos monos durante treinta y siete años. Está contemplando el cadáver de un
gorila muerto. Le pregunto si era un animal feroz. No, la gente es mucho peor,
responde”27.

27
Form, Juan, “Radar, retrato del artista como corresponsal de guerra”, Página 12, 31 de agosto de 2008,
www.pagina12.com.ar
12
Huellas de la Historia, núm. 6, año 1

Bibliografía
“Bautismo de fuego”www.casadellibro.com/capitulos/848327442.pdf
“Guerra Eterna, Historia de francotiradores”, 12 de enero de 2007, www.antimilitaristas.org/spip.php?
article3030
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