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Bibliografía Parte II:

Fuente: Página 12.  08 de mayo de 2020


Nuevos cuadernillos proponen que la casa sea como un laboratorio

Educación en cuarentena: el foco puesto en la innovación más que en las


metas
El Ministerio de Educación prepara material basado en las recomendaciones del
psicopedagogo italiano Francesco Tonucci, que propone a las escuelas encarar la
cuarentena con menos rigor en el cumplimiento de objetivos y aprovecharla para
probar otros modos de que los chicos aprendan.

El Ministerio de Educación prepara unos cuadernillos para la enseñanza a distancia


tomando las recomendaciones del psicopedagogo italiano Francesco Tonucci,
que propuso a las escuelas encarar la cuarentena con menos rigor en el cumplimiento
de metas y aprovecharla para probar otros modos de que los chicos aprendan. En este
caso, usando la casa como laboratorio. Tonucci, un crítico del funcionamiento de los
sistemas escolares actuales, plantea que cocinar o lavar puede convertirse en
disparador para aprender química de una manera en que los niños se sientan más
interesados. Mirar fotografías familiares, dedicar un tiempo a la lectura en familia
pueden ser experiencias, cree, con más sentido que los deberes tradicionales. El
psicopedagogo está en contra de que la escuela tape a los niños y jóvenes de deberes:
asegura que, tal como están planteados, son una pérdida de tiempo. Lo mismo dice
sobre la obligación de mirar una clase virtual en la pantalla de una computadora: en su
opinión, aburren a los alumnos y son difíciles de seguir.
La decisión de elaborar guías de aprendizaje inspiradas en la mirada de este polémico
especialista fue anunciada por el ministro de Educación, Nicolás Trotta, en una
videoconferencia que mantuvo con Tonucci y que subió a las redes.
El psicopedagogo consideró poco razonable que, cuando todos los órdenes de la vida
están trastocados por el confinamiento, las escuelas se hayan propuesto que los
estudiantes aprendan como si nada hubiera cambiado. Tonucci contó que en Italia, el
slogan de las autoridades educativas ha sido “La escuela no para”.
“Frente a todo el desastre, en esta situación que ha cambiado todo en nuestras vidas,
la escuela es la única que afirmó ‘no cambia nada’: seguimos como antes. Esto significa
‘seguimos con nuestros programas, con nuestros libros de texto, seguimos con clases y
seguimos con tareas’”, señaló en la charla. Apuntó que el tema de los deberes “a la
familia no le molesta, porque mantiene ocupados a los niños. Que se aburran para las
familias no es un problema, porque ya saben que se aburren, como se aburrían en la
escuela. Pero lo cierto es que no funciona: a los niños no les gusta. No les gustan las
tareas y también les cuesta mucho seguir una clase frente a una pantalla por mucho
tiempo”.
En esta línea, consideró de sentido común que si el mundo de los niños se ha reducido
a sus casas, la casa se tome como laboratorio. “Voy a sorprender a los maestros
argentinos y decirles que yo sí propongo tareas”, planteó, “pero que sean estas tareas:
lavar, planchar, atar botones, cocinar, mirar las fotos de cuando eran pequeños, leer
toda la familia. Me gustaría que la escuela tomara estas actividades como tareas, y que
luego hiciera este trabajo: en base a las observaciones de los niños, a lo que ellos han
descubierto y probado, ir haciendo lengua, matemática, historia, a través de estas
experiencias verdaderas”.
Tonucci también contó que está haciendo una investigación sobre cómo atravesaron
los alumnos italianos la pandemia. Sus conclusiones están en proceso, pero lo que
destacó de las encuestas fueron tres constataciones: de la escuela los niños extrañan
ver a sus amigos, pero rechazan los deberes. De la cuarentena valoran el poder pasar
más tiempo con sus familiares.
El debate sobre las actividades que se están pidiendo a los chicos viene atravesando las
semanas de confinamiento. En todo el mundo, no sólo en la Argentina, hay preguntas
sobre qué aprender y cuánto pedirle a los niños y adolescentes.
En principio, vale consignar que el ministerio de Educación nacional y la mayoría de los
provinciales han generado una buena cantidad de trabajos para los estudiantes, a
través de plataformas digitales y cuadernillos. Cada docente, a su vez, ha tenido la
responsabilidad de encargar tareas a sus alumnos. La cantidad a realizar depende del
criterio de cada maestro o profesor, pero la tendencia ha sido a generar tareas para
que a nadie le falte de qué ocuparse.
En el debate no son pocos los padres y madres que han planteado que tener que
agregar, a los problemas económicos o de adaptarse al trabajo en casa, varias horas
por día a hacer de maestros se les vuelve una carga demasiado pesada. Entre las
dificultades mencionan que los niños obviamente no siempre están dispuestos a
colaborar, que a los adultos del hogar les faltan herramientas para interesarlos en un
tema, que no disponen de computadoras, que la relación de un alumno con un
docente no tiene la misma distancia que la entablada con los padres. Finalmente,
después de pasar por dos meses de entregas de trabajos prácticos y actividades, los
que hayan sufrido como presión las actividades escolares pueden verse sorprendidos
por la noticia de que la mayoría de las provincias está decidiendo suspender el
tradicional sistema de aprobación o aplazos. La nota, por ahora, no importa.
Es claro que no se puede ser justo en una evaluación cuando los estudiantes no
tuvieron clases presenciales y buena parte ni siquiera cuenta con una computadora o
conectividad, ni tienen las mismas posibilidades de apoyo en sus casas. Si no hay notas,
la pregunta de qué aprender, o de aprender para qué, vuelve a quedar en primer
plano.
Sobre los cuadernillos que toman la propuesta de Tonucci, el ministro de Educación
dijo que serán incluidas en la cuarta entrega de estos materiales didácticos. Esto
confirma que la vuelta a las clases sigue siendo pensada como una medida para el
largo plazo, especialmente en los grandes centros urbanos donde el virus tiene
circulación.
El Ministerio lleva distribuidos 20 millones de cuadernillos en tres ediciones, una por
cada etapa de prórroga de la cuarentena. Su edición fue resuelta para que los
estudiantes que no tienen computadora o conectividad puedan tener alguna
continuidad pedagógica. Los contenidos están subidos además a la plataforma
seguimos educando, desde la que pueden imprimirse en casa.
Los docentes, sobrecargados
El 63 por ciento de los docentes de escuelas privadas no tienen una PC propia para
desarrollar sus tareas laborales. Durante la cuarentena, el 47 por ciento además que
trabaja más hora de las habituales. Así lo señala una encuesta realizada por el
Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop) entre ocho mil de sus afiliados.
El gremio señaló que en estos días las y los docentes están sosteniendo el vínculo con
sus alumnos. "Las maestras, maestros y profesores ensayan nuevas formas de llegar a
las y los estudiantes brindando apoyo y contención. Aún en la virtualidad, se esfuerzan
en generar actividades en conjunto con sus compañeros de trabajo y mantienen
contacto con los demás actores de la comunidad educativa por nuevos o diferentes
medios a los habituales. Un 63 por ciento de las madres y los padres consultan a los
docentes", señala el Sadop. 
Por otra parte, 8 de cada diez maestros señalaron que extrañan la relación directa con
sus estudiantes para poder enseñar y 7 de cada diez mencionaron que sus alumnos
han tenido alguna dificultad para realizar sus actividades a la distancia.
Sobre las herramientas que más usan durante la suspensión de clases, la computadora
y el teléfono celular aparecen como imprescindibles, con el 93 y 86 por ciento de las
menciones, mientras que los materiales didácticos fueron mencionados en un tercer
lugar con solo el 40 por ciento de las respuestas.  Sin embargo,  seis de cada diez
docentes tienen que compartir los dispositivos electrónicos (computadora, celular,
tablet, impresora, etc.) con otros integrantes de la familia. Esto también dificulta el
trabajo y las condiciones en que el mismo se lleva a cabo.

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